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LORENZO -PIPE- SARMIENTO DE DUEÑAS

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Lorenzo -Pipe- Sarmiento de Dueñas
www.pipesarmiento.net

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Ya en los años setenta ejercía el periodismo, tanto en su vertiente gráfica
como escrita: en estas imágenes estoy cubriendo la primera entrevista entre
el Presidente Suarez y el Lendakari Garaikoetxea en Vitoria, en los
Olivos, donde vivía el Delegado del Gobierno en el País Vasco. Trabajé
para la Delegación del Gobierno, tanto en esta visita como en la
primera que realizaron los Reyes de España a Euskadi. Tiempos convulsos
en los que cada mirada decía algo. El canto del Eusko Gudariak en la
Casa de Juntas de Guernika ante el Rey, fue otro momento delicado.

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H a n t e n i d o q u e p a s a r m u c h o s a ñ o s p a r a q u e p u d i e r a re l a t a r c o n
imparcialidad todo lo sucedido en la prensa durante los frenéticos hechos
protagonizados por Odyssey Marine. Para nosotros la información sobre sus
actividades fue algo excepcional, y desde luego no exento de riesgo. Sin
pretenderlo, Magdalena y yo nos vimos inmersos en uno de esos casos que
contribuyen a dar prestigio al periodismo. A una información que va más allá
de transmitir noticias diarias, llamada periodismo de investigación. Sin
embargo, nunca pensamos que desde el Campo de Gibraltar, embarcados
en nuestro velero, llegaríamos a mover a los medios de comunicación de
todo el Planeta. Por eso, la relativa victoria sobre el expolio de nuestras
aguas que ahora disfrutamos, también se la debemos a ellos. Ese fue
nuestro mayor mérito: algo desconocido por la mayoría.

El periodismo siempre fue una pasión que comencé a ejercer en 1975 con
solo veintitrés años trabajando en la revista náutica Bitácora, en Viajar, Arte
Fotográfico y el diario DEIA del País Vasco. Escribimos cientos de artículos
sobre la mar, la fotografía y los viajes, mientras tomaba el pulso a la
profesión. Había terminado Derecho, y esa era una buena formación
entonces para practicarlo pues, la mayor parte de los que escribían en los
medios no acudían a la Escuela de Periodismo de Madrid, que había estado
sin actividad cuarenta y cinco años. El que la Dictadura la abriese de nuevo
en 1941, tutelada por la Falange, poco contribuyó a que tuviésemos una
buena opinión de ella.

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Nadie que tuviera un poco de sentido de la libertad acudía a dicha farsa
dependiente de la Delegación Nacional de Prensa y Propaganda, adscrita
a la Vicesecretaría de Educación Popular de FET y las JONS. Franco
también autorizó al Opus Dei la creación de estudios de periodismo en la
Universidad de Navarra, aunque el título había que convalidarlo con un
examen en Madrid.

Cuando en 1975 se abren por fin las escuelas de periodismo en las


universidades, no hay profesores, ni nadie sabe cómo enseñar algo que
había permanecido prácticamente mudo durante tanto tiempo. La
información la habían dirigido los falangistas y los curas. Los periodistas se
habían tenido que exiliar para no ser encarcelados.

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Tras la muerte del Dictador empezamos a escribir con libertad, pues ya no
pendía sobre nuestras cabezas la censura o el arresto. Me especialicé en
viajes y temas de la mar, que eran mi pasión y de lo que sabía. Aunque ya
era abogado, no me consideraba formado para ejercer tan compleja
profesión, por lo que Magdalena y yo decidimos darnos un tiempo.

Desde niño me gustaba contar cosas a los demás; en definitiva, dar


noticias, unido a un irresistible deseo por conocer y saber, en unos tiempos
en que todo era difícil y oscuro.

Cuando en 1990, tras vivir diez años dedicado al derecho y a otros


negocios tanto en Bilbao como en las islas Canarias, fuimos a vivir al
Campo de Gibraltar para trabajar en temas de Derecho Marítimo. Allí
fuimos testigos de los abusos que se estaban cometiendo con el medio
ambiente: la vieja refinería de Cepsa polucionaba contribuyendo a la
muerte de muchas personas, al tiempo que hacían caja con los
combustibles que vendían a Gibraltar con la connivencia de nuestros
políticos. Las gasolineras flotantes, fondeadas a escasos metros de
Algeciras y la Línea, con sus aterradoras cargas de derivados del petróleo,
del que se beneficiaban tipos de la City Londinense. O el aire envenenado
por las químicas de la zona: la planta de carbón de Endesa, Acerinox, y
otras situaciones que no se podían callar. Por ello, pedí al director del
periódico Area del Campo de Gibraltar que publicase mis artículos de
forma gratuita, para tratar de abrir los ojos de la gente de la Comarca.

Desde el primer momento encontré apoyo a mis denuncias, lo que me


permitió expresarme con libertad cuando alguno de los redactores jefes
intentaba influir en mis crónicas. La tuve, incluso, cuando alguna de mis
informaciones escocían a sus anunciantes. Por lo que solo puedo dar las
gracias, en la convicción de que contribuyeron a que los abusos por parte
de la feroz industria de la Bahía de Algeciras fuese remitiendo, y se les
obligase a entrar en la modernidad, asumiendo los necesarios costes que
conlleva producir contaminando lo menos posible.
Encontré apoyo en Ecologistas en Acción, con mi querido amigo Antonio
Muñoz a la cabeza, que informaba a la población con alegatos claros y
contundentes. Junto a la refinería de Cepsa había un poblado llamado la
Colonia, en el que de forma sospechosa morían de cáncer gran parte de
sus habitantes. Antonio nos pidió ayuda para denunciarlo y tratar de
acabar con esa lacra. Lo hicimos al instante, sobrecogidos por lo que
vimos y oímos a sus moradores, de lo que nos sentimos especialmente
orgullosos, pues un año después sus habitantes fueron alejados de la
petroquímica y trasladados a casas dignas.

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Escribí artículos para los dos medios que más influencia tenían en la
población turística de la Costa del Sol, el Periódico de Sotogrande y su
cuidada Revista, con los que colaboré durante diez años, abordando
diversos aspectos de la vida en sociedad, publicado en español e inglés.

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A pesar de estar ocupados con nuestros trabajos, sacamos tiempo para
observar a los barcos que navegaban por las aguas del Mar de Alborán y la
Bahía de Algeciras. Muchas tardes recorría con Magdalena la bahía con los
ojos bien abiertos fotografiando anomalías. Y acepté una propuesta de la
Cope para dirigir y presentar un programa de radio sobre la mar: lo
llamamos Entre el Cielo y las Olas, título de uno de mis libros. Y así, con mi
querida realizadora María Ángeles, nos metimos en la aventura de poner en
antena un programa de dos horas a la semana que tuvo mucho éxito y duró
cuatro años. Poco a poco me introduje en el maravilloso mundo de las
ondas. Por el estudio pasaron cientos de personajes de la mar, de los que
conservo sus voces y opiniones en los discos digitales que fuimos
grabando, y que hoy constituyen un tesoro documental de primer orden,
dado que muchos de ellos ya no están entre nosotros.

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En 1998, como otras de muchas tardes, navegábamos por delante de
Sotogrande, en Cádiz, lugar de nuestra residencia durante unos años,
cuando empezamos a ver barcos caza-tesoros saqueando nuestros pecios
sin que las autoridades hiciesen nada para detenerlos. Sin quererlo, y con el
paso de los años, nos vimos inmersos en un Watergate nacional, con
garganta profunda incluida, y todos los ingredientes físicos y emocionales
del mismo: secretos, prevaricación, persecuciones, querellas criminales,
acoso, difamaciones y situaciones difíciles de comprender para un
ciudadano de un país democrático: pero excitante y emocionante al mismo
tiempo, pues estábamos inmerso en algo que solo habíamos visto en las
películas de ficción.

¿No me apasionaban los casos periodísticos de envergadura? pues ahí tenía


uno realmente grande, en el que la mediocridad de nuestra clase política fue
más fácil de vencer que en otros destapados periodísticos.

Es verdad que hubo amenazas de encarcelamiento a través de querellas


criminales, y un intento de asalto a nuestra casa por parte de la Guardia
Civil, en ese tiempo dirigida por un mallorquín de poca monta, que trataba
de defender a su amigo de partido, también de Mallorca, que era el artífice
de gran parte de esta tragedia naval desde su puesto en el Ministerio de
Exteriores. Una de esas personas que han ocupado cargos políticos y
diplomáticos en nuestra reciente democracia, y que terminó apartado de la
carrera diplomática por una presunta agresión a una empleada de la
embajada que dirigía. Tipos cortoplacistas sin otra moral que la de su
oportunidad, tras años de servilismo a las elites de partido, y que, por lo
general, carecen de talla.

El verdadero drama de nuestra democracia es no poder contar jamás con


personas de altura para gobernarnos, al salir todos ellos de unos partidos
p o l í t i c o s g o b e r n a d o s p o r re y e z u e l o s d e t a i f a s , d o n d e s e o c u l t a n
los mediocres esperando su oportunidad para torturarnos con sus ideas.

Tras DOCE AÑOS de un periodismo muy duro, manejando un circo de cinco


pistas, una pequeña parte de lo robado regresó a España, lo que ha
posibilitado a los piratas seguir operando en la mar, a pesar de las
millonarias pérdidas que tuvieron.

Lo que pasaría después ya lo intuíamos: alabanzas y medallas para las


esferas oficiales del caso, algunos los cuales habían propiciado los
acontecimientos con su soberbia y mal hacer. Y la UCO de la Guardia Civil
contra los que lo habíamos denunciado, perseguido y aportado pruebas.
Nada nuevo bajo el sol español, que siempre mata al mensajero.

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Desde 1975 he dedicado miles de horas a escribir sobre la mar, pues advertí
que solo importaba para jugar, vaciarla de peces, contaminarla o ser
vehículo de entrada de muchas desgracias, tales como las drogas y la
inmigración clandestina. A muchos colegas les podrá parecer banal la
actividad de informar sobre las cosas de la mar; pero se equivocan, pues
es trascendental para el futuro que le aguarda a la humanidad, y que los
científicos empiezan a evidenciar. Por las redacciones por las que he pasado
me esforcé en hacer periodismo marítimo. Me enorgullezco de haber
formado a más de un colega. Lo mismo hice con los libros: en todos traté de
ayudar a la gente a comprender los complicados asuntos de la mar, sin
perder la condición de periodista.

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Cuando comenzamos a tratar de Odyssey con los colegas de los muchos
medios con los que tuvimos relación, nos sorprendió lo poco que sabían de
la mar, y lo fácil que era que cometiesen graves errores marítimos. La
premura con la debían actuar, sometidos a sus editores, hacía difícil
explicarles los pormenores de temas tan complejos: la robótica submarina,
las coordenadas sobre las cartas de navegación, o los aspectos propios de
la mar, los barcos y su lógica e imprevisibilidad.

La superficialidad con la que hoy se obliga a emitir noticias no dejaba


hueco para explicaciones más profundas. Así que nos limitamos a darles
aspectos generales, que repetían una y otra vez sin apenas saber de lo que
hablaban. Lo que más gustaba eran palabras como tesoro, piratas y
expolio; en fin, todo lo relacionado con la parte más superficial del caso,
pero comprensible, ya que el tema era de una enjundia difícil de explicar en
conversaciones telefónicas de unos minutos.

Siempre hemos dado mucho valor a los grandes periodistas de nuestro


tiempo, tipos echados para adelante que se jugaron la vida para traer nos
una información que les parecía transcendente. Y otorgamos mucho mérito
a los que se empeñan en montar periódicos, aunque sean digitales, para
hacerse un lugar en la procelosa información.

El Campo de Gibraltar es unos de los lugares más interesantes de España


para ejercer el periodismo; más, para el relacionado con la mar. Es la única
región donde en apenas unos kilómetros cuadrados contamos con el peñón
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de Gibraltar y sus muchas y muy variadas cuestiones; sobre todo las del
suministro de combustible a otros barcos en medio de la mar. También con
el mayor puerto de España en tránsito de mercancías. Una refinería de
petróleo, a la que atracan cientos de petroleros y suministra millones de
litros de combustible con las peligrosas gabarras del bunkering. Y varias
empresas altamente tóxicas como Endesa, Acerinox y Dupon, donde casi a
diario se producen sucesos.

Esa fue la razón por la que considerábamos que, justo allí, era importante
que hubiera especialistas en periodismo marítimo. Lo conseguimos en
parte con las muchas publicaciones que editamos sobre temas de la mar. Y
por primera vez en la Bahía de Algeciras se habló de contaminación, de
a b u s o s d e M a r i n a M e rc a n t e , o d e c o r r u p t e l a s d e a l g u n o s d e s u s
funcionarios. Guardamos buenos recuerdos de una población que se sentía
defendida en su derecho a saber, pero también supimos del odio de los
directivos, que nos consideraban unos entrometidos por tocar sus intereses.

Cuando en el año 2000 se publicó el libro de Ben Bradlee, La Vida de un


Periodista, que llegó al zenit de su carrera al mando del Washington Post
destapando informes de la Guerra de Vietnam, lo sentimos cercano. O el
caso Watergate. Unos años antes habíamos leído la vida de otro grande de
la comunicación, perteneciente al mundo de la televisión, Walter Cronkite,
Memorias de un Reportero, que fue el periodista que más contribuyó a que
los norteamericanos supieran qué era una noticia y cómo había que
interpretarla.

Por todo ello, cuando llegó el vendaval Odyssey estábamos preparados.


Conocíamos nuestros derechos. Haber ejercido la abogacía nos daba el
conocimiento suficiente para saber cuáles eran los límites de un periodista,
tanto si informaba como si emitía opinión.

Y aunque Internet todavía era muy restringido en esos años, logramos un


acceso aceptable que nos permitió adelantar nos a los tiempos de
transmisión de información que se vivía entonces en nuestro país. La
sorpresa fue enorme cuando encontramos la página en la que los piratas
colgaban sus notas de presa con regularidad, dándonos las pistas de lo
que estaban haciendo. Información que borraron en 2006, al comenzar el
enfrentamiento con España, por todo lo que les comprometía. La ofrecimos
a la Armada y al Estado, pero no la quisieron. Odyssey dijo tener permiso
de Inglaterra para trabajar en el pecio de un barco del siglo XVII llamado
Sussex. Aseguraron que llevaban tiempo operando en el Mediterráneo con
un robot submarino, que habían sumergido más de treinta veces, y
localizado muchos pecios.

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En la búsqueda por la Red encontramos un artículo del New York Times en
el que hacían una relación de los últimos acontecimientos sobre Odyssey
Marine, confirmando nuestras pesquisas.

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Lo recogimos en una nota de prensa; la primera de cientos de ellas a lo
largo de los siguientes doce años. Y mostramos fotos del Seahawk, su
primer barco en nuestras aguas.

En 2001 seguimos publicando noticias en el Area del Campo de Gibraltar,


cuando Exteriores, por fin, nos informó que Odyssey Marine estaba
buscando un barco de guerra británico del siglo XVII de nombre Sussex.
Nosotros veíamos en esa fecha a un barco de nombre Minibex, que
atracaba en el puerto de Sotogrande, pero navegaba con libertad por
diferentes coordenadas del mar de Alborán; hecho que pusimos en
conocimiento del Servicio Marítimo de la Guardia Civil de Algeciras, pues
remolcaban potentes sondas para localizar objetos sumergidos.

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En este artículo contamos lo que habíamos averiguado tanto de la Junta de
A n d a l u c í a c o m o d e l M i n i s t e r i o d e E x t e r i o re s : q u e p o r c i e r t o s e
contradecían, dado que ambas instituciones estaban gobernadas por
diferentes partidos políticos, y no parecía que pudieran ponerse de acuerdo;
menos aún en una cuestión que, al menos en esas fechas, se consideraba
un tema menor.

Juan Luis Tellez, periodista y escritor, publicó en el Europa Sur un buen


artículo sobre el asunto.

Pero las cosas se complicaron cuando el Estado obligó a la Junta de


Andalucía a permitir que Odyssey siguiera trabajando bajo ciertas
condiciones, como que embarcasen en el Minibex un miembro de la Armada
Española y un arqueólogo del Centro Nacional de Arqueología Submarina.
Con ellos, Odyssey sacó tres objetos que todavía están en dicho Museo, y
que el experto español aseguró que no probaba que perteneciesen al
Sussex; que podían ser de cualquier barco de esa época. Pero la Junta se
sometió a Madrid dado que el lugar del naufragio eran aguas en conflicto
con Reino Unido, y el Estado asumía las competencias. Hecho indudable
cuando así lo decide por su importancia para la Nación.

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Sin embargo el barco siguió navegando fuera de las coordenadas
autorizadas y sin los controladores hispanos a bordo. La Junta de Andalucía
presentó un recurso que se resolvió en su contra. Y volvimos a escribir:

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Odyssey seguía emitiendo comunicados de prensa en Inter net para
mantener el interés de sus accionistas en los que solo trataba de sus
relaciones con los británicos: a España, ni nombrarla.

En esa fecha el País de Andalucía y ABC publicaron por primera vez sobre
el asunto: lo hicieron perdidos; se notaba que no sabían ni de barcos ni de
Derecho Marítimo. Sin embargo, El País confirmó desde Washington que
Odyssey habían sacado objetos de la mar.

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También nos hicimos con el contrato que Odyssey había firmado con el
gobierno Británico, y que otorgaba a los piratas la mayor parte del botín.

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La prestigiosa revista francesa Nouvelle Arqueologie publicó un artículo en
2002 dando voz a la queja de los arqueólogos británicos por tales acuerdos.
También la publicó el periódico británico The Guardian.

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En 2003, El Mundo consiguió una entrevista con Greg Stemm, director de
Odyssey, en la que daba por hecho que habían encontrado el Sussex.
Nuestra relación con el periódico comenzó a través de su suplemento
náutico nacional, que dirige desde Valencia Héctor Atienza.

Días después aparecieron dos especialistas en búsquedas submarinas y en


la historia de los pecios históricos, Luis Valero y Claudio Bonifacio, que
aseguran que en el lugar donde dicen se ha descubierto el Sussex ellos ya
habían encontrado un barco; además sospechan que no se trata de esa
nave. Y manifiestan que sus derechos están registrados en Cultura,
protegidos por la Ley de Extracciones Submarinas. Bonifacio sería una de
las personas que nos ayudaría a conocer los detalles de esta trama.

Acababan de traer al puerto de Gibraltar un pequeño barco con bandera


norteamericana de nombre MRV Odyssey: un viejo camaronero
reconvertido para trabajos submarinos costeros. The Times puso un titular
acorde con los tabloides de ese país.
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Durante 2004 la prensa se olvidaría de Odyssey aunque uno de sus barcos
seguía en nuestras aguas. Con Gibraltar como puerto base, y protegidos por
la Armada Británica, entraban y salían a su antojo.

El Servicio Marítimo de la Guardia Civil, siguiendo órdenes de la Junta,


expulsó al barco. Odyssey lo retiró de nuestras aguas, pero trajo el Ocean
Boomer, una nave más grande que nuestras autoridades no conocían.

Con la llegada del PSOE al poder, Junta y Gobierno se armonizaron: unos


recuperaban su competencia y su orgullo herido por la injerencia de Madrid,
y el Gobierno Socialista, de su mismo color, les dio permiso para expulsar a
Odyssey de nuestras aguas, aunque en la práctica el barco no se fuese. Se
conoce que Exteriores y sus rocambolescos métodos diplomáticos
traicionaron a la Junta, y siguieron tratando con Odyssey para no entorpecer
la ocurrencia de Moratinos de componer una mesa de dialogo entre
Gibraltar, España y el Reino Unido, que terminase con un conflicto
irresoluble.

Era sorprendente que supieran tan poco del Peñón, pues el problema no es
que los gibraltareños no quieran ser españoles; se trata de intereses
económicos y supervivencia. Tenemos amigos gibraltareños con los que
tuvimos relación durante muchos años. Gente influyente de la Colonia que
asegura no tener nada contra nuestro país, y así nos consta, pero se niegan
a que Main Street se convierta en una continuación de la Línea de la
Concepción, a pesar del excelente trabajo que llevó a cabo su alcalde Juan
Carlos Juárez, que logró una transformación sin precedentes, que ha vuelto
a perderse. Por eso, las pretensiones de Exteriores eran vanas, pues los
gibraltareños seguirán prefiriendo a Reino Unido, donde importantes
personajes de la city londinense manejan los principales negocios
asociados con gibraltareños.

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Un buen colega francés, especializado en economía, nos echo una mano
publicando un artículo de investigación que ponía patas arriba las formas de
Odyssey Marine y sus fines inmediatos.

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Y llegamos a 2005, cuando Odyssey se tira al monte y pretende cumplir su
contrato con la Armada Británica sin contar con España. Para ello pone en
marcha una campaña de desinformación en sus comunicados de prensa
en los que niega las aguas españolas, y por tanto que fuera necesario un
permiso, contradiciendo las solicitudes que hizo en el pasado. Decidió
dinamitar todo lo anterior y emprender una huida hacia adelante bajo el
paraguas de la hipocresía anglosajona como cobertura, que comenzó desde
su embajada en Madrid realizando un hostigamiento hacia nuestro Gobierno,
y que Zapatero dejó en manos de Moratinos. Este, a su vez, en Pons,
director para asuntos con Europa y USA.

Mientras tanto seguíamos viendo a los barcos de Odyssey navegando por


nuestras aguas y atracando en el puerto de Gibraltar. La fotos y datos que
obteníamos los mandamos al Servicio Marítimo de la Guardia Civil en
Algeciras, con la esperanza de que los denunciaran. Pero mis amigos de
Ecologistas en Acción, bajo la tutela de Antonio Muñoz, advirtieron que algo
se estaba cociendo en Madrid; que el gobierno socialista iba a darles un
nuevo permiso para buscar el Sussex. Lo irritante era que en los últimos
tres años habían expoliado diferentes pecios en distintas coordenadas del
Mediterráneo, dentro del mar de Alborán: aguas españolas sin ningún
género de dudas, a pesar de que nuestras instituciones no supieran qué era
la zona contigua de nuestro mar territorial.

Por todo ello, decidimos comenzar de nuevo las publicaciones. Lo hicimos


con un artículo en el AREA del Campo de Gibraltar, con el siguiente titular

DE NUEVO VIENEN A POR EL TESORO


Febrero 24 de 2005

Por Pipe Sarmiento


Abogado maritimistas
Periodista.

Una foto de otro acontecimiento ha sido la clave para descubrir esta presunta
nueva afrenta de los británicos hacia España. La gente de Odyssey, la compañía
que vende por Internet los restos de lo que dicen es la fragata británica Sussex,
incluso antes de haber llegado hasta ella, han traído de nuevo el RV ODYSSEY a
Gibraltar, equipado con instrumentos submarinos, que les permitirán acceder hasta
los más de ochocientos metros de profundidad en los que se encuentra un pecio.

El mes pasado, en una de sus visitas a nuestro programa Entre el Cielo y las Olas, el
naufrólogo Claudio Bonifacio ya advirtió de la posibilidad de que un barco
norteamericano fletado por Odyssey tratara de acceder a la zona en la que
permanecen hundidos los restos de lo que ellos sostienen es la fragata Sussex,

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para proceder a la recuperación de la carga que llevaba la nave, coincidiendo con lo
que nosotros veíamos en la mar. Un pecio que ha provocado algunos artículos en la
prensa internacional, desde que el buscador de tesoros Greg Stemm anunciase a
bombo y platillo que iba a proceder a rescatar el gran tesoro que transportaba la
nave, aunque todavía no han aportado una sola prueba que acredite que se trata de
ese barco.

Pero la realidad es que sea o no el Sussex les obliga a solicitar permiso a nuestro
país para poder trabajar en él, por mucho que los ingleses digan tener dudas en
cuanto a su ubicación. La categoría de bienes culturales dados a los restos de todo
naufragio obligan todavía más a ser estrictos con estas materias, y otorgan a la
Junta de Andalucía amplios poderes a la hora de dar dichas autorizaciones en las
que deben ir arqueólogos españoles a bordo.

En los años 2000 y 2001 dedicamos varias páginas a este asunto, cuando el
Ministerio de Cultura dio un permiso de búsqueda a los norteamericanos sin contar
con el beneplácito de la Junta Andaluza. Por aquel entonces era consejera de
cultura Calvo, hoy elevada a los altares del flamante Ministerio de Cultura.
Esperemos que, desde el puesto que ocupa, sepa defender el asunto de las aguas
jurisdiccionales españolas con la misma contundencia que lo hizo cuando era
consejera de la Junta, y se enfrentó al Gobierno del PP, según dijo, en defensa de
los legítimos intereses de los andaluces.

Un pecio de estas características tienen una protección muy especial, sobre todo
después de la firma por parte de España del tratado de la UNESCO, que pretende
salvaguardar del pillaje estos restos del pasado, que son burbujas en el tiempo, de
las que podemos seguir extrayendo datos de cómo era la vida en tiempos pasados.

Si los barcos que están en Gibraltar piensan operar en nuestras aguas sin el
consentimiento de España esperamos que la Guardia Civil de la Mar les intercepte y
detenga, pues el lugar en el que pretende operar son aguas de nuestro país, ya que
Gibraltar no tiene aguas jurisdiccionales, a tenor de lo contemplado en el tratado de
Utrech. Las que vienen usando para dar cobijo a los buques con problemas o en
espera de carga en el levante de la Roca, sólo se extienden tres millas, y el
supuesto pecio está a diez.

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A pesar de nuestra denuncia los barcos piratas siguieron trabajando en la
zona, por lo que intuimos que contaban con una autorización. Tampoco la
Guardia Civil salía a detenerlos, seguramente, porque Exteriores
estaba detrás. La verdad es que daba rabia que, tras la teatralización de los
últimos años, cuando Junta y Gobierno se tiraban los trastos a la cabeza,
ahora que todos eran del PSOE tampoco se pusieran de acuerdo. Desde
Sevilla nos decían que era imposible que Odyssey estuviese trabajando
y, cuando insistíamos en que lo hacían, negaban tener conocimiento de ello.

En el AREA contamos lo que nos decía la Junta.

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En esas fechas El Mundo publicó un par de artículos con una información
importante dada por su corresponsal en los Estados Unidos, donde
Stemm largaba más de la cuenta, y que el Gobierno tampoco tomó en
consideración.

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No comprendíamos que estando ambas instituciones gobernadas por el
mismo partido se dieran tantas contradicciones. Intuíamos que la gente de
Moratinos actuaba por su cuenta, en la creencia que era un asunto menor y
que no trascendería.

En realidad, y como hemos dicho y así nos lo confirmaron fuentes del


Gobierno, Exteriores jamás pensó que pudiéramos levantar tanto la voz:
pero cuando El Mundo publicó artículos a nivel nacional comenzaron a
preocuparse.

Y llegamos al mes de diciembre cuando, navegando por el estrecho de


Gibraltar, advertimos el perfil de un barco amarillo con el arco característico
de las embarcaciones que arrastran u operan robots submarinos. Horas
después fuimos a Gibraltar y vimos por primera vez al Odyssey Explorer
con su enorme robot Zeus en estribor. Publicamos artículos tres días
seguidos para que Exteriores, siempre atentos a lo que sucede en la Roca,
donde tienen gente trabajando de incógnito, transmitiera a Madrid que no
pensábamos soltar la presa.

El Faro Información puso en primera página la noticia cuando todavía no


investigábamos y escribíamos para ellos. El asunto empezaba a estar en
boca de todo el mundo.

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A finales de año comencé a estar molesto con el trato que la dirección de
Area me estaba dando a pesar de llevar diez años trabajando de forma
gratuita tanto en el Periódico como en la Cope. Al parecer les molestó que
no siguiera haciendo radio: pero era imposible, al cambiar nuestra
residencia a Mallorca. Así que nos preparamos para lo que iba a llegar. Lo
cuento ahora porque debía una explicación a los lectores que conocían
nuestra vinculación de tanto años con esos medios, y no entendían lo que
pasaba.

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Las noticias sobre Odyssey las empezó a escribir la redacción sin contar con
nosotros. Por ello, decidimos llevar el asunto a otro medio de comunicación;
y de paso, que tuviera más cobertura en Andalucía para presionar a las
autoridades. Era el momento cumbre de la noticia, cuando había que
aunar fuerzas para destapar el contubernio de Exteriores con Odyssey,
y teníamos que conseguir implicar a los medios nacionales.

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Me dirigí al Faro Información en Algeciras, donde Pedro García, su
director, me recibió muy bien. Conocía mi trabajo en Area, Cope y el
Periódico de Sotogrande, y estaba muy al corriente del caso Odyssey. Sin
embargo, al no contar con un experto en la mar, me dijo, se le hacía difícil ir
más allá de los artículos que todos los medios andaluces publicaban
sacados de las notas de agencia.

Durante tres horas y varios cafés le fui contando el trabajo que venía
desarrollando de forma gratuita con la intención de proteger la mar. Y puso a
mi disposición los medios del grupo Andalucía Información, que eran
muchos, con cabeceras en todas las ciudades y pueblos grandes de la
Comunidad Autónoma. Le dije que no quería cobrar, que yo vivía de otras
cosas, y así nadie podría dudar de mis intenciones.

Sin mediar más palabras me pidió que le mandara el primer artículo, a lo que
respondí que lo llevaba encima, y le entregué texto e imágenes: me pidió
que la parte informativa la trabajase con el redactor jefe, Manolo Gutiérrez,
con el que enseguida me compenetré muy bien. También, que los días que
publicáramos escribiera un artículo de opinión como experto en la materia.
Y así quedamos.

Desde el principio me sentí tan arropado, que durante los meses siguientes
saqué la mejor madera periodística que pudiera llevar dentro, convirtiendo al
Faro Información y su grupo en los verdaderos descubridores e
impulsores de este gran caso periodístico, que, por otra parte, no había
hecho más que empezar. También aprendí prudencia y oportunidad con la
noticia, virtudes en las que Pedro García es todo un maestro.

D e s d e e l d o c e d e e n e ro d e 2 0 0 6 c o m e n z a m o s u n b o m b a rd e o d e
información, incluidas portadas, que despertó a la Comunidad Autónoma y a
sus dirigentes. Eran tantas las fotos en exclusiva y tantos los datos que
habíamos guardado hasta encontrar su momento, que otros medios
empezaron a llamar para que les diéramos información. Lo hablé con Pedro;
le expliqué que si queríamos que Madrid entrara en el asunto había que dar
imágenes y datos: le pareció bien, aunque nosotros seguiríamos llevando la
iniciativa.

Fue un mes excitante, aunque no exento de arduo trabajo pues, a nuestras


salidas diarias a la mar para cerciorar nos dónde estaban los piratas,
debíamos redactar los artículos y entregarlos en Algeciras, donde Pedro y
Manolo ordenaban la información, dando forma a lo más extraordinario para
que tuvieran un impacto visual que los profanos en asuntos de la mar
pudiesen comprender. Ambos hicieron un trabajo extraordinario.

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Esta fue la confirmación de que tenían cerrado un trato con Exteriores, pues
de lo contrario era incomprensible que su barco RV Odyssey estuviese
reparando en los astilleros el Rodeo de Algeciras, en la grada de al lado
donde se carenaba una patrullera de la guardia Civil de la Mar.

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La polémica se había extendido como la pólvora por Andalucía, y los
ciudadanos se sentían robados por los norteamericanos. Después de que el
presidente de la Junta, Manolo Chávez, se pronunciase al respecto, la
población hizo el tema suyo. Nos paraban por la calle para que les
contásemos lo que estaba pasando. Todos los medios de comunicación de
la Comunidad empezaron a interesarse en lo que publicaba el Faro. La
editorial de Pedro García de páginas anteriores expresó con lucidez el
momento.
Los medios a los que enviamos las únicas fotos del Odyssey Explorer
expoliando las incluyeron en sus páginas, aunque algunos no tuvieron la
cortesía de poner nuestro nombre debajo de ellas. Pero daba igual; nosotros
solo pretendíamos que la noticia se extendiese por España. El Pais, que
presumen de ser la esencia de la ética periodística, tampoco dijo que la foto
que publicaban era nuestra. Sin embargo conseguimos que una noticia de
mar producida en una comarca se hiciese viral y fuera difundida por todos
los medios de comunicación nacionales.

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Esta era la diferencia; Pedro y Manolo sabían que las fotos en las que yo
aparecía las hacía mi mujer, Magdalena Ramírez-Escudero Prado, que
no quiso salir en los medios. Pero ambos le rindieron su homenaje, como
lo haría también Julián Méndez, periodista del Correo Español el Pueblo
Vasco.

Magdalena siempre navegó conmigo y estuvo a mi lado en la lucha contra


los piratas. Llevaba el barco cuando yo filmaba, hablaba por radio o
fotografiaba. Sin ella nunca lo habríamos conseguido.

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Con esta original manifestación que convocó Ecologistas en Acción hicimos
ruido delante de la bocana del puerto de Gibraltar donde se refugiaban los
barcos de los piratas RV Odyssey y Odyssey Explorer. En nuestro velero
embarcamos a Televisión Española, Canal Sur TV, Telecinco y Antena 3
TV, además de otros periodistas de diferentes medios. Entregamos
filmaciones de los piratas a todas las televisiones nacionales y a varias
extranjeras.

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En una de nuestras columnas de opinión anunciamos que teníamos otra
exclusiva que afectaba al abandono del patrimonio submarino andaluz, por
mucho que a Cultura de la Junta se le llenase la boca con palabras de
indignación.

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La cumbre para el dichoso Tripartito fue rematadamente mal, y el presidente
de la Junta, Manolo Chávez, logró imponerse al ministro de Exteriores y sus
subordinados, dejando a Pons en la soledad más absoluta, aunque siguió
responsabilizándose de los acuerdos con los piratas.

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Nuestro director tuvo acceso a los documentos oficiales que había enviado
Pons a la Junta de Andalucía, tras afearle su conducta, por insistir en que
Exteriores tenía competencias para dar ese tipo de autorizaciones. A pesar
de ello no se disculpa, y de forma arrogante y soberbia pretende que le
tapen sus errores.

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Comprobamos que el primer permiso lo dieron el 28 de julio de 2005 sin
contar con la Junta de Andalucía, coincidiendo con la fecha en la que vimos
a diferentes barcos de Odyssey navegando frente a la Línea y Sotogrande.

No se entendía que se les diera otro permiso. Meses después, se haría


público lo que en realidad venían haciendo desde hacía seis años: expoliar
todo lo que encontraron bajo la mar en aguas españolas.

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Por supuesto que tratamos de comunicarnos con la gente de Odyssey; lo
hicimos con algunos tripulantes en Gibraltar, pero dijeron tener
acuerdos de confidencialidad, y que si hablaban con la prensa
perdían el sueldo y la parte de los beneficios que les correspondiese.

Por otra parte, para un periodista, verificar acciones de piratas es una


pérdida de tiempo, pues mentirán: es como entrevistar al ladrón que se
dispone a atracar tu casa. Además, Stemm solo hablaba en Reino Unido o
los Estados Unidos, y siempre con una pedantería y arrogancia más propia
de ingleses que de norteamericanos. Aunque a España no llegaban
sus manifestaciones en las que llamaba a nuestro país, “small country”;
algo así como país bananero.

A partir de 2005 nunca estuvo en nuestro aquí; volaba de Londres


a Gibraltar, donde sus socios en la rapiña, la Armada Británica, le
protegían. Las entrevistas que le hicieron algunos medios españoles
fueron en Reino Unido o por correo electrónico. También era una pérdida
de tiempo hablar con el abogado de los piratas en España ya que estaba
obligado a defender lo indefendible.

La mujer que envió el correo electrónico al Faro se tragaría sus palabras


cuando se llevaron las monedas, a pesar de que el Gobierno de Zapatero
tapó el asunto con la presunta Mercedes, cuyo pecio estaba lejos del lugar
donde estuvieron expoliando tantos años. Con ello, la banda de Calvo,
Pons, Moratinos, García, etc se libraban de gravísimas acusaciones por
haber permitido durante años el saqueo de nuestro mar territorial.

Da la sensación de que, en cuanto esta gente de partido llega al poder,


permanecen agazapados y serviles con los barones hasta que llega su
oportunidad. Consideran que los españoles somos unos ingenuos que
debemos aceptar todo lo que dicen mentes tan extraordinarias.

Este primer pulso que mantuvimos con la administración para que


explicasen por qué estos barcos habían navegado sin control fue una
victoria para los medios de comunicación andaluces. Los nacionales,
solo dieron un par de crónicas de sus corresponsales en Andalucía. Incluso
El Mundo, que en 2003 ya había publicado sobre Odyssey, pasó del asunto,
a excepción de unas fotos que nos pidió Olalla Cernuda. Hemos de destacar
el gran trabajo que hicieron las televisiones RTVE, Tele 5, Antena 3 y Canal
Sur. Quizás lo más sorprendente fue que el New York Times, el Times de
Londres y Europa Press apostaron por una información que solo acababa de
dar sus primeros pasos.

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El libro sobre Tesoros Sumergidos que habíamos publicado el año anterior
se lo mandamos al Presidente de la Junta para ayudar a que
entendiese mejor sus aspectos legales, a pesar de que contaba con el
asesoramiento de Victor Gutiérrez Gordillo, Doctor en Derecho y profesor
de Derecho Internacional Público, que escribió el libro más claro sobre la
delimitación de nuestros mares y costas: España y sus Fronteras en la
Mar. El Presidente nos respondió amablemente, y prometió cambios, que
cumpliría modificando la Ley de Patrimonio de Andalucía al año siguiente..

También le enviamos el de la Doctora en Derecho Cristina Izquierdo, autora


de un imprescindible libro titulado Gibraltar en la Unión Europea.

Nuestro hijo Daniel, Doctor en Derecho y Letrado de España en el


Tribunal de Justicia de la Unión Europea, escribió un fenomenal
artículo que publicamos en el Correo de Andalucía.

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Como escribió Julian Méndez, es verdad que hicimos hostigamiento
mediático, y lo hicimos porque era la única forma de que Exteriores se
pronunciase sobre el permiso que acababa de conceder de forma
incomprensible para los especialistas en Derecho Marítimo, que teníamos
meridianamente claro que las competencias en arqueología submarina en
el mar territorial eran de las comunidades autónomas.

Con tristeza leímos el artículo publicado en el AREA por José Luis Martinez,
compañero de la subdirectora del Periódico, en el que dejaban entrever de
forma velada, por medio de las declaraciones del abogado de Odyssey, que
nos equivocábamos y que nuestras pesquisas publicadas en el Faro no eran
fiables, cuando en ese medio conocían como nadie el trabajo que veníamos
desarrollando sobre los caza tesoros los últimos cinco años.

Siete años después del expolio, el Ayuntamiento de San Roque, donde


reside el de Gibraltar, nos concedió una mención de honor el día de la
ciudad, acto al que no asistió nadie de dichos medios. Tampoco cuando
presentamos el libro Expediente Odyssey; ni una cita, ni un recuerdo, tras
dejarnos la piel gratuitamente tanto en el periódico como en la Cope y la
Televisión.

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En una entrevista que nos hizo el periódico del País Vasco Gara adelanté
algunas cuestiones que sucederían más tarde

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En El Faro Información llevábamos un mes conteniendo la noticia de otros
norteamericanos expoliando en nuestras aguas porque así nos lo había
pedido cuando fuimos a denunciarlo un gran Capitán del Servicio Marítimo
de la Guardia Civil ya retirado. Es evidente que los periodistas no tenemos
que callar una información veraz, pero en este caso, y con la que estaba
cayendo con Odyssey, y en consideración a quien nos lo pedía, decidimos
no publicarla por el momento. Como premio a nuestra responsabilidad,
serían los medios de la competencia los que la Delegación del Gobierno
llevó consigo cuando asaltaron el barco yanqui, a modo de castigo
impuesto por García y sus comparsas.

Sin embargo nosotros éramos los únicos que teníamos las fotos y
documentos del caso: la primicia nos la había dado unos meses atrás el
historiador Claudio Bonifacio y el empresario marítimo Luis Valero, que
habían sido sus socios para detectar pecios en las costas españolas y
anotar derechos del hallador en el ministerio de Cultura, que permitía la
antigua Ley de Extracciones y Hallazgos. Al poco tiempo se dieron cuenta
que los yanquis solo venían a expoliar, y se negaron a consentirlo. Razón por
la cual nos lo contaron para que lo publicásemos y las autoridades
reaccionasen.

Pero Patrimonio de la Junta se inventó un denunciante anónimo, y a modo


de exculpación de su fracaso en el caso Odyssey, lograron sentarse con la
Guardia Civil y la Delegada del Gobierno en la rueda de prensa que dieron
tras abordar los barcos de los piratas en el Puerto de Santa María.

Como “premio”, y tras titulares muy impactantes, apoyados en documentos


entregados por nuestras fuentes, ordenaron a un guardia civil jubilado que
pusiera una querella criminal al Faro Información y a sus periodistas: en
el escrito aseguraban que lo publicado no era cierto, y que atentaba al honor
del Cuerpo: que ni había armas de guerra a bordo del barco, ni guardias
civiles implicados.

Pedro García, nuestro director, Manolo González y yo tuvimos que acudir al


juzgado de Instrucción del Puerto de Santa María como imputados por un
presunto delito de injurias. Nos acompañó el consejero delegado del
grupo Información José Luis Mallou, que contrató para nuestra defensa al
abogado Miguel Salas, unos de los mejores de nuestro país en delitos de
opinión.

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En la nota de prensa que difundieron después atribuyeron el mérito de la
operación al Centro de Arqueología Submarina de Cádiz. Y confirmaron que,
efectivamente, había armas de asalto. Además, aseguraron que el caso se
había resuelto por las sospechas que unos barcos despertaron en la
Guardia Civil del Puerto de Santa María.

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Este caso, en el que Interior, Exteriores y algunos miembros de Cultura de la
Junta de Andalucía trataron de pisotear los derechos fundamentales de
quienes lo habíamos descubierto y denunciado, Claudio Bonifacio, Luís
Valero y los periodistas del Faro Información, terminaría CATORCE AÑOS
DESPUÉS: ellos, sentados en el banquillo, y yo, llamado trece años más
tarde como testigo para seguir molestándome. Y de nuevo los jueces de la
Audiencia Territorial, tras mis protestas, acordaron que no me tomarían
declaración, y pidieron disculpas. Sin embargo tuve que realizar muchos
trámites judiciales para que, si debía comparecer, lo hiciese por
videoconferencia, con esperas interminables en un juzgado del País Vasco.

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En junio de 2006, estando ya en Mallorca, recibí una llamada de teléfono de
la UCO instándome a ir a Algeciras para tomarme declaración como
imputado por un delito de violación de secretos, junto a un capitán del
Servicio Marítimo y un inspector de buques de Cádiz. Tuve que volar a
Málaga y asistir en el cuartel de la Guardia Civil de Algeciras a la toma de
declaración por parte de tres miembros de la UCO. Lo hice acompañado por
el abogado Miguel Salas, que ya me había asistido cuando la denuncia del
guardia civil del Puerto.
A pesar de las pruebas que aportamos, el veinte de octubre de 2006 fui
citado de nuevo como imputado por violación de secreto junto al capitán
del Servicio Marítimo y el inspector de buques. La UCO, que dirigía
Mesquida, compañero de partido en Mallorca de Pons, el que repartía los
permisos ilegales a los piratas, trataba de callarnos. Pero el juez, no solo no
encontró conducta delictiva por nuestra parte sino un alto grado de
colaboración ciudadana y patriotismo, y archivó la querella, no queriendo
tomar declaración al capitán, enojado porque este servidor público tuviera
que pasar por un trance así por cumplir con su deber.

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Así se las gastaban los sociales socialistas de Zapatero, el de la Alianza de
Civilizaciones, al tiempo que permitía que su gente actuase como una
alianza de matones.
En fin, que el ruido que trataron de hacer políticos y funcionarios en los
primeros meses de 2006 no sirvió para nada, pues los dueños de los barcos
jamás regresaron de los Estados Unidos, y no se les pudo juzgar. Del resto
se dijeron muchos disparates. Eso sí, el circo de García para tapar su
inoperancia durante tantos años en las aguas de Cádiz hizo daño a varias
personas que habían cometido pequeñas faltas administrativas, como trece
años después diría la sentencia.

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Según la misma, se dañaron cuatro balas de cañón y tres restos de ánforas,
de las cientos que todavía hay en muchos lugares privados de nuestro país.
Por ello el Tribunal redujo incluso las ya de por sí pequeñas penas que pedía
la fiscalía.
Al final, lo único que consiguieron con la pataleta fue hacer trabajar a la
justicia. Pero al historiador Claudio Bonifacio le confiscaron el trabajo legal
que venía realizando durante toda su vida, en lugar de haberle utilizado
como experto, dados sus conocimientos enciclopédicos de los pecios
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históricos repartidos por todo el mundo. Pero la soberbia de tanto mediocre
no lo permitió.

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Tras los duros enfrentamiento protagonizados por todas las partes
implicadas en el asunto, intuíamos que las negociaciones para volver a
trabajar en nuestras aguas se estaban cerrando, a pesar de nuestras
advertencias.

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Estamos a finales de marzo y ya nadie publicaba noticias sobre Odyssey; ni
siquiera en la Comarca o Provincia. Pero nosotros estábamos convencidos
de que Odyssey no variaría un ápice ni su forma de actuar ni sus objetivos:
así nos lo aseguraba una fuente fidedigna, que estaba indignada con las
presiones que Pons seguía ejerciendo sobre la Junta de Andalucía para que
les dieran la autorización.

”Dice que se lava las manos, pero presiona en aras a complacer a los
británicos, empeñado en un acuerdo a tres partes sobre Gibraltar, que
nunca se llevará a cabo”.

Y no lo haría, porque era una soberana estupidez, que solo demostraba lo


poco que sabían estos tipos de Exteriores sobre las verdaderas razones de
los gibraltareños para preferir seguir dependiendo solo de Reino Unido.

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Estas son las armas de guerra que estaban en el barco y que la Guardia Civil
dijo que era un invento del Faro Información. En la otra foto el barco
pequeño de los piratas que, de forma incomprensible con esos tremendos
tubos en popa, no llamó la atención de la Benemérita del Puerto de Santa
María durante los dos años que permaneció atracado a sus muelles.

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Cuadernos para el Diálogo me dio la oportunidad de contar ambos casos
con libertad. Fue un honor escribir en la prestigiosa publicación que fundara
Ruiz Giménez, y que dirigía Gorka Landáburu, al que ETA hirió.

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Esto es lo que escribí en Cuadernos para el Diálogo sobre Odyssey

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Como es difícil leerlo en el propio artículo, lo hemos copiado de su original.

LOS CAZA TESOROS

La Odisea de Odyssey

La costas andaluzas han sido saqueadas. Unas veces sus autores fueron españoles,
otras, las más, expertos extranjeros que sabían que nuestras costas estaban poco
vigiladas. Este caso solo es uno más de los muchos caza tesoros que han esquilmado
nuestro patrimonio.

Aunque la noticia de la presencia en nuestras aguas del barco Odyssey Explorer saltó
a la mayor parte de los medios de comunicación nacionales hace sólo unas semanas,
llevamos cuatro años informando a las autoridades sobre las “misteriosas”
actuaciones de esta compañía norteamericana, que se ha movido con total impunidad
por nuestro mar territorial a bordo de sofisticados barcos de prospección.

Los hechos comenzaron en 1998, cuando, sin autorización alguna, realizaron una
exhaustiva batida de los fondos mediterráneos cercanos al Estrecho de Gibraltar a
bordo del Sea Hawk, un viejo remolcador que hoy sirve en Guatemala.

Desde el 17 de julio de 1998 hasta el 10 de octubre rastrearon 110 millas cuadradas,


identificando 108 pecios, según sus notas de prensa colgadas en Internet.

En 1999 volvieron con el mismo barco para rastrear entre el 23 de junio al 27 de julio
otras 102 millas cuadradas, hallando 216 posibles pecios o barcos hundidos.

En el año 2000 sólo trabajaron entre el 5 y el 16 de julio con el robot Super Achiles,
sin que nuestras autoridades hicieran nada por impedirlo.

A comienzos del 2001, el Ministerio de Asuntos Exteriores de España se puso en


contacto con la Dirección General de Bellas Artes, dependiente del ministerio de
Cultura, para recomendarles un proyecto arqueológico en una zona “de aguas
complejas”, por el enfrentamiento entre España y el Reino Unido en relación a la
soberanía de las aguas que rodean al Peñón. Aseguraron que los norteamericanos
trabajaban para la Armada Británica en la búsqueda de la fragata Sussex, un barco de
guerra inglés que se fue a pique en 1693 con un cargamento de plata, destinada a
pagar la implicación del duque de Saboya en una posible guerra contra Francia.

Las aguas y costas españolas están sometidas, prácticamente en su totalidad, salvo las
ensenadas, bahías y radas, al control del Estado, pero las competencias en
arqueología en el mar territorial corresponden a las comunidades autónomas. Por eso,
es incomprensible que el Ministerio de Cultura otorgase un permiso a los caza tesoros
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norteamericanos: debía remitirlos a la Junta de Andalucía, que cuenta con su propia
Ley de Patrimonio de 1991, que es la que puede dar o negar tales permisos. Una
norma que, por ejemplo, prohíbe autorizaciones a cualquiera que pretenda vender o
especular con el patrimonio arqueológico.

Un mes después, la gente de Odyssey comenzó a navegar desde el puerto de


Sotogrande en un barco francés de nombre Mini Bex. La embarcación es propiedad
de la prestigiosa compañía de trabajos submarinos Comex. Cuando seguimos sus
desplazamientos en la mar pude apreciar que, en una ocasión iban embarcados
funcionarios españoles: miembros de la Armada y Cultura. Sin embargo la mayor
parte de las veces navegaban sin ellos por lugares diferentes, sin ceñirse a las
coordenadas en longitud y latitud en las que el Ministerio de Cultura les había
permitido moverse en nuestras aguas, y que conocíamos de forma extraoficial.

En el verano del 2001 extrajeron un cañón de hierro que está depositado en el museo
de Arqueología Submarina de Cartagena, pero que su director entonces, Ivan
Negueruela, dijo:

“ puede pertenecer a cualquiera de los cientos de barcos que naufragaron en la zona.


No hay evidencias científicas de que fuese de la fragata Sussex”

La empresa norteamericana necesitaba hacer tal identificación, pues el permiso que


ostentaba de los británicos tenía fecha de caducidad. Además, la autorización de
España era para “identificar”.

En la solicitud que Odyssey presentó ocultaron que su actividad tenía fines


comerciales; insistían en el carácter científico y arqueológico de sus trabajos. Sin
embargo, a través de su página de Internet ofrecían viajes a los lugares de búsqueda a
cambio de dinero, y anunciaban la venta de los objetos que se obtuviesen. Por ello el
Ministerio de Cultura no renovó el permiso cuando concluyó. quedó demostrado que
cuando los funcionarios españoles Ivan Negueruela y el capitán de fragata Luis Jar no
iban a bordo del Mini Bex, sumergían el robot en lugares muy alejados de aquellos
para los que tenían permiso. Este extremo lo constatamos muchas veces navegando a
su popa con la apariencia de navegantes a vela.

Durante el 2002 algunos medios de comunicación se hicieron eco de la noticia tras


publicarla en los periódicos del Campo de Gibraltar, lo que ocasionó que la Guardia
Civil del Mar interceptase el barco por orden de la Junta de Andalucía.

Días después, el Minibex abandonó nuestro mar territorial; pero los yanquis se
llevaban un tesoro en forma de cientos de localizaciones de los muchos barcos que
naufragaron a lo largo de los siglos en aguas andaluzas del Mediterráneo, y que
utilizaron para vender acciones de su compañía a todo el que quiso creer que España
es un país del tercer mundo al que podrían someter con presiones diplomáticas.
También se hicieron con batimetrías del fondo de gran valor estratégico. Algunos
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sospechan que se hicieron acciones militares de mayor calado, como colocar
instrumentos electrónicos para el control de paso de los submarinos nucleares
soviéticos con rumbo al Atlántico.

La Junta de Andalucía interpuso un procedimiento en base a la intromisión del


ministerio de Cultura en una competencia suya. Pero el gobierno del PP no dio su
brazo a torcer y, en un consejo de ministros atribuyó la competencia al Estado en base
a que las aguas en las que trabajaba el barco eran “aguas en litigio con Gran Bretaña”.
Ante este argumento la Junta tuvo que acatar la decisión, y se desentendió del
asunto.

Durante un tiempo nada supimos de los caza tesoros, hasta que en enero de 2005
regresaron en dos barcos: el Ocean Boomer, un enorme buque de prospecciones
oceanográficas arrendado a una compañía estadounidense, abanderado de
conveniencia en Panamá, y el RV Odyssey, un antiguo camaronero de pabellón
norteamericano. Atracaron en Gibraltar, lejos del control español, y volvieron a
realizar trabajos submarinos en aguas españolas.

La Guardia Civil de la Mar les abordó y les instó a que sacasen los aparatos del agua,
pero se negaron. Por ello, interpusieron una denuncia en los juzgados de la Línea de
la Concepción por desacato. Los abogados en España de la compañía argumentaron
que ostentaban un permiso del Ministerio de Asuntos Exteriores, que a su vez había
dado órdenes a Fomento para que cubriese a la nave a través del Centro de
Salvamento Marítimo de Tarifa. La Junta se volvió a quejar, pero como el Estado
Central y la Administración Local ya eran del mismo partido, se cubrieron unos a
otros para que no se diese ninguna responsabilidad.

Sólo la presión mediática y nuestras denuncias lograrían que los norteamericanos


depusieran su actitud y manifestaran, no sin cierta razón,

“que se marchaban por un tiempo para que los españoles arreglasen sus problemas
internos”.

En Diciembre del 2005 regresaron de nuevo a bordo de su buque estrella, el Odyssey


Explorer, abanderado en Bahamas, amparados en el nulo control que España ejerce
sobre los barcos que amarran en Gibraltar. También utilizaron el Rv Odyssey, que se
encontraba reparando en un astillero de Algeciras. Y se pusieron a trabajar en aguas
españolas con su robot submarino, desobedeciendo a la policía marítima.
Denunciamos los hechos, logrando que las autoridades tuvieran que hablar en público
del asunto. Descubrimos que el barco tenía un nuevo permiso de Exteriores, -una nota
verbal dijeron en Madrid-: una chapuza que permitió que unos extranjeros
esquilmaran nuestro patrimonio arqueológico pues no habían logrado demostrar que
los restos que se llevaron a Gran Bretaña pertenecían a la fragata Sussex.

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En la mar, cada vez que la policía marítima se acercaba al barco sus tripulantes los
advertían desde muy lejos y subían su robot, con lo que nunca eran “pillados con las
manos en la masa”. Sólo cuando entregamos las fotografías que publicamos con este
texto, en las que se ve el cable del robot en el agua, un juez de la Línea de la
Concepción admitió la denuncia de la policía. Días después citaba a declarar al
capitán del Odyssey Explorer. Al no comparecer, se dictó orden de busca y captura
contra él, acusándole de desacato, uso ilegítimo de artefactos en el mar territorial
español y violación de nuestras leyes patrimoniales.

En febrero de 2006 Verdemar Ecologistas en Acción convocó una manifestación


marítima, que fue seguida por todos los medios de comunicación nacionales. Ante
tales hechos, los abogados españoles de Odyssey les recomendaron que abandonasen
las aguas españolas, mientras trataban de conseguir un nuevo permiso de la Junta de
Andalucía.

LA OPINIÓN DEL EXPERTO

Es imposible que la Junta pueda conceder un permiso arqueológico a una empresa


caza tesoros que vende por Internet los objetos que encuentra. Nuestras leyes no lo
permiten. Menos aún que se pueda dar permiso a una compañía que lleva ocho años
tomando el pelo a las instituciones, haciendo trampas con la territorialidad de las
aguas, y que ha provocado un conflicto diplomático al afirmar que trabajaban en
aguas británicas, cuando Gibraltar no las tiene. A lo sumo Reino Unido reclaman tres
millas alrededor del Peñón. Sin embargo el lugar en el que dicen haber localizado al
Sussex está a más de seis millas de la Roca.

Pero si la Junta otorga un permiso para identificar la fragata, suponiendo, el barco que
utilice Odyssey debe atracar en Algeciras, donde nuestras autoridades puedan
comprobar lo que hacen, embarcando arqueólogos españoles y miembros de la
Armada, pues es quien ostenta las competencias a la hora de dar autorizaciones de
búsqueda en nuestras aguas, a tenor de la “bochornosa”, por vieja, Ley de
Extracciones y Hallazgos de 1962.

Cuando las leyes no llevan el mismo paso que los adelantos tecnológicos pasan estas
cosas.

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En noviembre, el periódico El Mundo nos pidió un par de artículo sobre el asunto:
esto fue lo que publicamos.

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También las publicaciones Proa a la Mar, The Guardian y la Revista de
Sotogrande publicaron nuestros artículos. Con tanta difusión, logramos
empezar a ampliar la cobertura del asunto.

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LA SENTENCIA DE LA OPERACIÓN BAHÍA

Cuando concluíamos los últimos repasos del libro, la Audiencia Provincial


de Cádiz, tras catorce años de instrucción, en los que funcionarios, políticos
y comparsas afines aseguraron encontrarse ante otro de los más graves
expolios perpetrados en aguas españolas, se celebró el juicio. Y se dictó
sentencia: 540 euros a cada uno de los dieciséis procesados: gentes que
fueron perseguidas de forma brutal por la Unidad Operativa de la Guardia
Civil cuando el escándalo de Odyssey se hizo más clamoroso y García, de
Cultura de la Junta, trataba de desviar la atención.

Según la magistrada ponente “el valor de lo expoliado solo ascendía a 800


euros, por lo que no se podían fijar otra pena para ninguno de ellos”

Sin embargo, si retrocedemos hasta 2006, cuando la Guardia Civil abordó el


buque Louisa, amarrado en el Puerto de Santa María desde donde ponían en
marcha las operaciones que el Faro Información había destapado gracias a
la información que nos facilitaron Claudio Bonifacio y Luis Valero, en la
conferencia de prensa que dieron anunciaron “una gran operación con
implicados muy importantes”.

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En realidad solo se trataba de tapar el vergonzoso permiso que habían
concedido García y el director para las relacionas con Europa, Pons. Un tipo
que tuvo que ser trasladado de la Embajada en Austria por acosar a una
empleada cuando era embajador de España, y acudir al consiguiente juicio.
Mallorquín del PSOE, hermano del que fuera Presidente del Congreso, y
compañero de partido en la Isla de otro tipo cuestionable, Mesquida, que en
ese momento era Director de la Guardia Civil. ¡Qué casualidad que la UCO
nos interpusiera dos querellas!

Esta gente persiguió y trató de hundir la reputación de dos impecables


Guardias Civiles: un capitán al que ni siquiera el juez tomó declaración, y un
mecánico naval al que procesaron, y que ha sido ABSUELTO.

Otro de los objetivos de García fue Claudio Bonifacio, historiador, escritor y


especialista en naufragios desde hace cuarenta años, al que requisaron sus
archivos tras haber trabajado en base a permisos oficiales del Archivo de
Indias de Sevilla. A pesar de las reiteradas solicitudes de sus abogados no le
han devuelto sus documentos. Ha sido condenado a 540 euros, tras pasar
por la cárcel y sufrir un acoso insoportable y el desvalijo de su vivienda: una
multa menor que incumplir el confinamiento del Covid 19.

En lo que a mí se refiere, como ya he contado, la UCO también trató de


implicarme, acusándome de Violación de Secretos, cuando era yo quien
daba a la Guardia Civil de la Mar las posiciones y fotos de los barcos que
navegaban por las costas españolas.

Además pidió autorización para asaltar nuestra vivienda particular como si


fuésemos peligrosos delincuentes, hecho que el juez no permitió ni aceptó
mi imputación en delito alguno.

Detrás de todo esto el PSOE y su gente; ese partido hoy asociado a


golpistas, separatistas, asesinos y estúpidos teóricos comunistas, que ahora
además pretenden educar a los hijos de todos los españoles, ya que, según
ellos, no pertenecen a sus padres; pertenecen al Partido, como en la
desmontada Unión Soviética.

El tiempo acaba por dar la razón al que la tiene; lo malo es que mientras
tanto estos estúpidos, arribistas del poder y canallas siguen estando ahí,
esperando otra oportunidad, buscando nuevos sillones pagados con el erario
público, mientras van destrozado la vida de muchos con su ignorancia,
soberbia y mal hacer.

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La presión mediática cayó por completo durante el comienzo de 2007. Solo
de vez en cuando saltaba una nota de agencia sin demasiada importancia.
Pero nosotros seguíamos sin creer en las bondades de Odyssey dada la
ingenuidad demostrada por nuestra administración y el compadreo entre
Exteriores, cultura de la Junta y los piratas. Por ello, cuando los dos barcos
de Odyssey comenzaron a moverse, monitorizamos sus posiciones todos
los días a diferentes horas por medio del AIS, una nueva herramienta por la
que podíamos conocer dónde se encontraban sus barcos.
Una fuente nos entregó el documento que Odyssey envió a la comandancia
de la Guardia Civil en Algeciras para que lo remitieran a Tarifa Tráfico, que
monitoriza el paso de los buques por el estrecho de Gibraltar. Y volvimos a
la carga con más información.

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Pero los barcos de Odyssey siguen en la mar. El tiempo entre la salida del
puerto y su regreso, que vemos en el documento AIS, es muy prolongado
entre el 17-2-2007 y 28-2-2007: ONCE días expoliando sin españoles a
bordo, a pesar de que Exteriores y la Junta insistían en su obligatoriedad:
pero solo quedaba en palabras.

Lo que publicábamos en el Faro era el resultado de la información que


enviábamos al redactor jefe, Manolo Gutiérrez, por lo que algunas veces
n u e s t ro s d a t o s t é c n i c o s l o s m o d i fi c a b a p a r a a j u s t a r l o c o n l a
información que recibía de las agencias, lo que ocasionaba errores que
podían insinuar que lo habíamos escrito nosotros, expertos en la materia y
en Derecho de la mar. Pero no dijimos nada, pues Manolo hacía lo que creía
mejor para el Periódico, aunque partes de nuestra información se
modificara.

Sin embargo, como nosotros perseguíamos hacer públicas las denuncias a


los piratas, convencidos de que nos estaban expoliando, lográbamos
nuestro objetivo. El que no cobrásemos por nuestro trabajo nos daba
libertad para opinar, por eso Pedro, el director, nos animaba a publicar
nuestra columna de opinión, seguramente, aunque nunca lo dijo, para que
en ellas nadie tocase la información técnica que se aportaba, y lo que
opinábamos como descubridores y expertos en una materia que llevábamos
NUEVE AÑOS investigando.

Teníamos el apoyo y la información muy precisa de quien sabía de estos


negocios más que nadie: el profesor de historia y naufrólogo Claudio
Bonifacio, que pagaría muy caro el ayudarnos.

Por ello, adjunto el artículo que enviamos ese día, que difiere del texto
publicado en el periódico de forma notoria:

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ODYSSEY YA TIENE EL PERMISO DE LA JUNTA

Por Pipe Sarmiento

En su comunicado de 16 de marzo pasado, la compañía de caza tesoros Odyssey


anunciaba que acaba de obtener permiso de la Junta de Andalucía para proseguir
con las extracciones de lo que dicen es la carga que transportaba la fragata
británica Sussex, que naufragó frente a la playa de la Atunara de la Línea de la
Concepción, a poco más de cinco millas de la misma después de un violento
temporal.
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Tras un par de azarosos meses de navegaciones inciertas, que este Medio ha
cubierto día y noche sobre una buena parte del mar territorial español
comprendido entre Málaga y el Peñón, por fin el barco se ha posicionado de nuevo
sobre el presunto pecio de la fragata, y todo indica que están recuperando el botín.
Además, y por si este buque no pudiera saltarse las órdenes judiciales, han traído el
Ocean Alert, otro viejo barco maquillado listo para la rapiña submarina.

Según la compañía, estos dos meses de espera los han pasado trabajando en otros
pecios situados en lo que ellos llaman aguas internacionales, pero que, sin ningún
género de dudas, pertenecen a España, por estar comprendidas dentro de nuestra -
zona contigua- 24 millas, para lo que deben contar con el permiso de España.

El Ministerio de Asuntos Exteriores organizó el lunes 12 de febrero pasado la


primera reunión con miembros de la Embajada Inglesa en España para tratar de
desbloquear el asunto; querían llegar a un acuerdo que solucionase la crisis que se
originó el año pasado por la presencia en nuestras aguas del barco Odyssey
Explorer sin el permiso de nuestro país.

Desde el regreso de los barcos a nuestras aguas, las autoridades han tenido
puntual conocimiento de su presencia, y se han limitado a esperar el desarrollo de
las conversaciones diplomáticas. No hay que olvidar que el abogado que defendió a
España en los asuntos de los navíos Juno y Galga, naufragados en aguas
norteamericanas, también trabajó para la firma Odyssey Marine Exploration, lo
que ha debido contribuir a que Exteriores haya convencido a la Junta – todos del
mismo partido-, para que, lo que hasta hace un año era una infamia con orden de
busca y captura incluida para el capitán del barco, hoy sean apretones de mano y
connivencias, basadas en las precarias relaciones de nuestro país con los Estados
Unidos, tras la salida de nuestras tropas de Irak.

A día de hoy nadie ha dado una sola explicación sobre la millonaria factura que el
letrado pasó por el asunto Juno y Galga a la Embajada de España en Washington,
en la época en la que el PP gobernaba este país, y abrió la puerta a los caza tesoros.

Según un comunicado de la compañía: “ consienten que embarquen arqueólogos


de la Junta, y se obligan a emitir informes sobre el desarrollo de los trabajos”

Esperamos impacientes el comunicado de Sevilla exponiendo los motivos de su


repentino cambio de actitud, así como las explicaciones de los arqueólogos sobre
cómo es posible hacer arqueología a 800 metros de profundidad, trabajando con
brazos metálicos y pinzas robóticas.

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E l i n v i e r n o d e 2 0 0 7 E l F a ro I n f o r m a c i ó n f u e e l ú n i c o m e d i o d e
comunicación que continuó dando noticias sobre Odyssey. Sin embargo, en
marzo, El Diario de Cádiz publicó algo que sería muy importante para lo
que sucedería después:

“El Ocean Alert, el segundo barco de Odyssey, se encuentra reparando


en el puerto de Cádiz, tras arribar por una avería”.

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Pero al final llegó lo que nos temíamos, y que una fuente muy fiable nos lo
había advertido.

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En el mes de abril otro informador nos comunicó que Odyssey había
fletado un reactor privado para llevarse unas cajas a los Estados Unidos: a
bordo viajaba Greg Stemm. Nos contó que los llanitos habían emitido una
licencia de exportación, que nos hicieron llegar. En principio pensamos
publicarlo, pero decidimos no hacerlo, pues les pondría en alerta y
podrían suspender otras maniobras ya planeadas.

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Y nos confirman que se estaban llevando todo lo que habían expoliado
durante los últimos años. Otros botines, como la carga de un barco fenicio,
ya estaban en los Estados Unidos.

Claudio Bonifacio era el mejor informado, y teníamos la suerte de contar


con él. Supimos que habían fletado un avión grande para llevarse el grueso
del expolio, aunque de momento se desconocía la fecha.

Nosotros seguíamos monitorizando los barcos por medio del AIS, y


comprobamos que el Odyssey Explorer estuvo diez días en el Atlántico. El
Ocean Alert había navegado varias semanas por el Atlántico, y fue
cuando, por medio del magnetómetro y el sonar de barrido lateral
descubrieron una parte de las monedas que se llevaban a los Estados
Unidos. Y la pregunta era, quién las sacó del fondo de la mar, pues el
Ocean Alert no tenía robot. Navegando por aguas portuguesas a una
distancia de entre veinte y treinta millas náuticas obtuvimos la respuesta.

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La noche del dieciséis de mayo el vuelo de un 757 de North American se
llevó 557 cubos blancos de plástico y otras piezas arqueológicas desde
Gibraltar a los Estados Unidos, con escala en Tánger, donde cargaron
objetos grandes expoliados, que el Ocean Alert había llevado en varias
singladuras.

La noticia la preparamos con Claudio Bonifacio y Santi Mata para dar la


primicia a un medio nacional. El periodista de La Gaceta hizo un impecable
trabajo, incluso, antes de conocer en profundidad el tema, editando las
informaciones que tanto Claudio como nosotros le enviábamos. No
podíamos haber encontrado mejor embajador para difundir lo que pasaba.
También seguimos enviando crónicas al Faro Información para no perder
nuestro protagonismo, y agradecer que nos dieran voz cuando nadie lo
hacía.

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De los periódicos de edición nacional La Gaceta de los Negocios y el
periodista Santiago Mata fueron quienes llevaron el peso de la noticia, a
pesar de que enviamos documentos y fotos a otros medios con la intención
de que se diera la máxima cobertura al suceso. No se trataba de demostrar
quién sabía más; el objetivo era que el Estado se sintiera presionado y se
tomara en serio un asunto, que consideraban menor.

Jesús Calero de ABC también hizo un buen trabajo de seguimiento


posterior, hasta el extremo que sigue editando un blog en el que incorpora la
información que se genera relacionada con el patrimonio sumergido.
También es el único medio que sigue dando cobertura al abogado José
María Lancho, que pelea en los juzgados de la Linea de la Concepción para
que siga adelante el proceso que interpuso en representación de unos
particulares.

Nosotros también enviamos al ABC de forma gratuita fotos del expolio e


importantes documentos del caso. La tozudez de García Calero en la
continuidad del asunto tiene mucho mérito pues, a día de hoy, sigue
buscando noticias que contribuyan a saber lo que realmente pasó pues,
estando claro que los piratas de Odyssey encontraron lo que se supone es
el pecio de la Mercedes con el Ocean Alert, y lo sacaron con el Kommander
Stuart, se deben aclarar los expolios practicados en el Mediterráneo durante
nueve años.

Cultura no tienen intención de comprobar las posiciones que tanto nosotros


como la Guardia Civil de la Mar identificamos como los lugares en los que
más tiempo trabajaron los barcos de Odyssey siempre con el robot
submarino en el agua. De hacerlo, conoceríamos qué barco saquearon y lo
que queda de sus restos.

Odyssey entregó a la Armada Británica un completo informe en el que


aportaron fotografías e imágenes electrónicas del pecio que decían era el
Sussex, del que tenemos copia. Por ello, nuestros funcionarios conocen el
lugar del que extrajeron en 2001 un trozo de cañón que todavía está en el
Museo Nacional de Arqueología Submarina de Cartagena. En dicho
documento podemos ver la silueta de un barco repleto de cañones
esparcidos por el lecho marino, por lo que se debe investigar.

El Mundo, en el que colaboramos en sus noticias náuticas desde hace


quince años, sustituyó a Carlos Segovia por Antonio Catalán Dexus, al que
también entregamos fotos y documentos del caso.

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Un poco más tarde se incorporó al caso Gema Pajares, periodista de la
Razón, a la que fascinó este asunto, y hoy sigo colaborando con ella en
asuntos mar. Gema hizo un trabajo espectacular, ayudada por sus
corresponsales: pero sobre todo por su instinto informativo. Lo pasamos
bien durante las muchas horas que analizamos datos, incluso a altas horas
de la noche.

El periodista del Correo Español el Pueblo Vasco, Julián Méndez,


perteneciente al grupo Vocento, con muchas cabeceras en las principales
p ro v i n c i a s e s p a ñ o l a s , h i z o u n t r a b a j o f e n o m e n a l c o n e l r i g o r y l a
profesionalidad con la que los aldeanos nos tomamos las cosas, aunque
algunos puedan ver tozudez en nuestras formas.

También compartimos fotos y documentos con La Vanguardia, El Periódico


de Cataluña, El Diario Montañés, La Voz de Vigo, Ultima Hora y La
Gaceta Náutica, Eguin, haciendo todos un gran trabajo, que ayudó a
acorralar a Odyssey Marine. Y lo que fue más importante, al Estado pues,
por primera vez en nuestra historia marítima, decidió pleitear por los
derechos sobre un barco de estado hundido, ya que el Juno y la Galga lo
defendimos a instancia del Gobierno Norteamericano.

Fue importante que tanto Santiago Mata, Jesus García Calero, Gema
Pajares y Julian Méndez nos permitieran publicar nuestra opinión, al margen
de los textos de información periodística, pues aunque suene a inmodestia,
éramos los únicos que llevábamos NUEVE AÑOS detrás de los piratas, y a
nosotros no podían mentir nos al contar con documentos, imágenes y
pruebas contundentes para rebatirles. Y cuando no sabíamos algo, se lo
preguntábamos a Claudio Bonifacio, el mayor experto en estas lides. Un
hombre al que España pudo utilizar para que le asesora, y que por el
contrario García de la Junta y sus comparsas persiguieron: catorce años
después, la justicia le ha puesto una sanción administrativa de 400 euros
por dar información, que por otra parte todos los historiadores que
trabajan en el Archivo de Indias dan.

Es verdad que todos se olvidaron que nosotros también éramos periodistas


desde hacía muchos años, y que no pretendíamos medallas ni exclusivas;
tan solo que se detuviese a los piratas, y que cambiaran las cosas para
siempre en unas aguas que conocíamos como la palma de nuestra mano
por haberlas navegado de norte a sur y de este a oeste. Esta era la
diferencia: nosotros escribíamos desde la mar, en la que prácticamente
desde la niñez habíamos pasado la vida, tanto por arriba como por debajo
de ella, por lo que sabíamos de lo que hablábamos.

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En la entrevista que Santi Matas le hizo al abogado de Odyssey en España,
Jose Luis Goñi, reveló lo que nosotros pudimos comprobar en la mar, y que
explicaba cómo se pudieron sacar cientos de miles de monedas de 1.200
metros de profundidad en un tiempo razonable: “SE HIZO CON UN
TERCER BARCO” dijo el letrado. Nosotros vimos ese barco: se llama
Kommandor Stuart; estuvo durante marzo, abril y mayo en posicionamiento
dinámico en la zona donde se extrajeron. En 2009 volvió: estuvo atracado
durante cerca de una semana en el puerto de Cádiz, pero fue expulsado por
la Armada Lusa. José Luis Goñi falleció hace poco: cumplió con su deber
de abogado. Era un hombre educado y cordial al que conocí en Valencia en
unas jornadas sobre arqueología submarina. Descanse en paz.

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YA NO TENEMOS ZONA CONTIGUA

Pipe Sarmiento
Abogado maritimista
Periodista y escritor

Para alguien que ha vivido este expolio desde 1998 y conoce nuestras leyes de
la mar es insoportable comprobar lo que son capaces de hacer y decir
Exteriores y Cultura con la intención de asegurarse la silla, y que no rueden
cabezas.

Si ya es un despropósito y una perogrullada técnica y científica afirmar que el


expolio perpetrado por Odyssey Marine se ha llevado a cabo en el Atlántico
durante quince días, cuando SEIS barcos de la compañía llevan “NUEVE
AÑOS” operando en las costas españolas del Mediterráneo, sin estar durante
ese tiempo en aguas Atlánticas, todavía es mayor el dislate cuando la ministra
de Cultura afirmó ayer en el Congreso que, más allá de las 12 millas son aguas
Internacionales. Es decir, los derechos soberanos que nos han costado tanto
años consolidar en diversos foros internacionales, y que vienen recogidos en
nuestra Ley de Puertos y Marina Mercante de 1991, los perdemos ante el
mundo de un plumazo para que no caigan en desgracia un grupo de ineptos,
que han permitido que se cometiese el mayor expolio de la historia en nuestras
narices, en base a permisos y autorizaciones que ellos otorgaron.

Ya no son las posiciones de los satélites que acreditan la presencia de esta


banda de filibusteros en nuestras aguas, es su ubicación física, filmados y
fotografiados hasta la saciedad. Denunciados ante autoridades de diversa
índole desde 1998. Consentidos en el 2001 bajo control, y expulsados por
desobedecer a las pocas semanas. Pero llegaron las dejaciones, las presiones,
los lobys, por llamarlos de alguna manera, y el tripartito sobre Gibraltar como
moneda de cambio. Meses después, más denuncias, trampas por doquier y
desidia, descontrol, dejación de funciones e impunidad para unas gentes a las
que jamás se les debió permitir volver tras la primera expulsión, escondidos en
Gibraltar, amparados por la siempre soberbia y arrogante Armada Británica. A
pesar de ello, el 23 de marzo de 2007, tras el saqueo, ya contaban con otro
permiso de Exteriores para seguir expoliando.

Sin embargo Odyssey Marine puede estar tranquila, pues ha encontrado en los
ministerios de Exteriores y Cultura a sus mejores abogados. Lo malo es que la
minuta del letrado norteamericano no la abonarán ellos, la pagaremos los
españoles. La trágica historia marítima de España se vuelve a repetir.

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Cuando Jesús publicó la foto de la moneda que le habíamos enviado, al día
siguiente el País se le tiró al cuello diciendo que esa moneda no era de las
expoliadas: y tenían razón en la foto, pero no en la notica, pues las
monedas de Carlos III eran parte del cargamento que voló a Tampa. Lo
sabíamos con certeza porque la fuente en Gibraltar era la mejor que un
periodista pudiera tener, fruto de quince años de residencia en el Campo de
Gibraltar, y haber convivido con muchos gibraltareños, la mayor parte de
ellos magníficas personas, y buenos amigos hasta el día de hoy.

Cuando cinco años después expertas numismáticas españolas pudieron


ver las monedas en Tampa las fotografiaron según las iban clasificando. Y,
qué rabia les debió de dar a los infalibles muchachos del País cuando
aparecieron las monedas de Carlos III como la publicada en primicia
por ABC.

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Tras esta anécdota notamos que García Calero quedó un poco molesto,
pero era imposible que le reveláramos nuestras fuentes. Pero insistimos en
que estuviese tranquilo, que teníamos razón, y que todas las monedas eran
españolas: sobre todo de Carlos IV y Carlos III. Un tiempo después escribí:

“Se hizo justicia; se me viene a la memoria cuando mandé a Jesús


García Calero la fotografía de una moneda de Carlos III, y ABC la
publicó en primera página, dando la exclusiva de que el tesoro estaba
formado por monedas españolas. La prensa del “régimen” se opuso con
virulencia a lo que ABC publicaba, asegurando que esa moneda no
pertenecía al Black Swan; y era verdad que la foto no procedía de esas
monedas, aunque lo realmente importante era que sabíamos que toda
la carga eran monedas españolas.

En aquella fecha nos era imposible revelar las fuentes y muchas de las
cosas en las que veníamos investigando desde 1999; pero ABC tuvo
razón, y una parte de esas monedas que ahora nos tienen que devolver
son reales de a ocho de plata y oro con la esfinge de Carlos III, como la
que puso en su portada. Quiero dar las gracias a todo el equipo de
cultura, encabezado por Jesús García Calero, por empeñaros en
destapar tanta ignominia política puesta en práctica durante años en
relación al patrimonio cultural español sumergido. Por informar con
independencia a los españoles.

A partir de ahora, las cosas de la mar nunca serán lo mismo.


Celebramos que los medios de comunicación estéis aprendiendo en un
curso acelerado, lo que a nosotros nos ha llevado cincuenta años para
conocer los temas de la mar. A valorar a nuestros marinos, tanto de la
Armada, como a los profesionales que llevan barcos por el mundo. La
mar ocupa tres cuartas partes del planeta, y todo lo que pasa en ella
siempre acaba por ser de vital importancia para la humanidad”.

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Este artículo de 2001, publicado en el diario AREA del Campo de Gibraltar,
fue un avisó para confirmar que los ingleses preparaban algo, ya que la
localización del pecio del Ark Royal la conocían todos los pescadores de la
zona, pues era un lugar en el que enredaban sus aparejos. Por eso, cuando
desde Gibraltar dijeron que un equipo de la BBC iba a trabajar para
encontrarlo, lo relacionamos con la búsqueda del Sussex por parte de
Odyssey.

La venta de monedas expoliadas, sacadas desde Gibraltar en el primer


vuelo en abril 2007, tampoco provocó reacciones en nuestras autoridades.

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La Razón llegó a la noticia un poco más tarde, pero en cuanto su redacción
de cultura empezó a conocer el asunto, Gema Pajares se puso al frente y
trabajó con intensidad para ofrecer a sus lectores la mejor información
posible. Un día llamó para preguntarnos datos; no la conocíamos, pero
enseguida entablamos una buena relación que dura hasta hoy. Gema es
meticulosa y tenaz. Las complejidades del mundo naval las cogía deprisa,
por lo que era fácil informarla para que ella hiciese sus crónicas. Se negaba
a escribir errores técnicos, como hacían sus colegas por no escuchar a la
gente de la mar.

Recuerdo que una vez escribió que los barcos de Odyssey estaban
fondeados en el puerto de Gibraltar, como escribían la mayor parte de los
periodistas; le dije que un barco jamás fondea en un puerto; atraca a un
muelle con maromas y amarras. Decir fondear es soltar el ancla, cosa que
no hacen, pues sus movimientos están regulados dentro de las dársenas por
las capitanías marítimas. Nunca volvió a cometer ese error, u otros muchos,
propios de personas que no conocen el muy técnico y complicado mundo
de la mar. Sin embargo, las operaciones submarinas lo son aún más, por lo
que es necesaria una mayor preparación para referirse a ellas. Sobre todo
cuando hay que informar a la mayor parte de la población, a la que, por otra
parte, van dirigidas las noticias.

Por eso Gema nos enviaba el artículo para que corrigiéramos los errores
técnicos, lo que demostraba su profesionalidad, pues da grima cuando
leemos cosas como botellas de oxígeno para los buzos, cuando solo
contienen aire comprimido. O como dijo la ministra Calvo: “voy a mandar a
los buzos a ver que hace Odyssey”: sí, a 800 metros de profundidad.

Gema insistía en que no tuviésemos compasión. Que le dijéramos lo que no


era correcto desde el punto de vista de la mar; y eso hacíamos en nuestras
conversaciones. Le tomábamos el pelo diciendo que lo suyo era la ópera, el
teatro y los libros; en fin, la cultura, y aunque los pecios son cultura,
el soporte de esta noticia era muy técnico; algo que a nosotros nos habían
costado aprender cuarenta años.

Como con todos, siempre fuimos fieles a los principios periodísticos: contar
la verdad y solo aquello que había sido contrastado. Compartimos con ella
secretos sobre nuestras fuentes que jamás traicionó, a pesar de ser noticias
de primera magnitud. Gema es una amiga y colega, que escribe muy bien, y
resume, matiza y centra las cosas como pocos periodistas. Por ello, gracias
Gema por difundir el caso Odyssey y contribuir de forma tan decisiva al
cambio de las leyes marítimas de nuestro país.

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La Gaceta Náutica de las Islas Baleares, fundada y dirigida por los.
periodistas Elena Pipó y Jose Luis Miró, nada más llegar a Mallorca nos
acogieron en su redacción y nos dieron libertad de actuación,
implicándose en las noticias sobre Odyssey. Conocían la polémica, pero
no sabían que acabábamos de llegar a vivir a la Isla y que podíamos
trabajar con ellos en un tema de tanta fuerza informativa. Desde
luego que lo hicimos de forma gratuita para seguir dejando claro que
nuestra motivación era divulgar al máximo el caso y apretar a la
administración para que tomasen cartas en el asunto.

Los lectores de Gaceta Náutica, gentes de mar, con divulgación también en


Cataluña y la Comunidad Valenciana, eran marinos experimentados, por lo
que al escribir para ellos había que hacerlo con mayor propiedad si cave,
pues tienen barcos y conocen ese mundo. Con lo que el esfuerzo por
hacernos comprender fue menor.

Agradecemos de corazón lo bien que nos hicieron sentirnos estos queridos


amigos mallorquines, tierra de hombres de mar desde hace miles de años,
así como todos su colaboradores.

Dos semanas antes de que se descubriese el expolio con la salida del


avión desde Gibraltar, Gaceta Náutica dio un avance de lo que iba a
pasar, en el resumen que publicamos el uno de mayo de 2007.

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José Luis Miró es un periodista que tiene una sorprendente facilidad para
concretar las noticias y escribirlas de forma que la gente las entienda. Debe
de ser que los que escribimos sobre la mar sabemos de su complejidad, y
por ello nos esforzamos en hacerlo asequible para los que se acercan por
primera vez a ella. Elena Pipó, su mujer, formada en la prestigiosa escuela
de periodismo de Navarra, conjuga a la perfección el ejercicio de la
profesión con la dirección del medio.

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El equipo del mejor programa del mundo dedicado exclusivamente a la mar,
Thalassa, de la televisión gala TF1, vino a Mallorca para hacer un reportaje sobre
Odyssey: gente experta y profesional con la que pasamos un par de días fenomenales,
mientras respondíamos a sus preguntas y navegábamos juntos por el norte de
Mallorca.

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Llegados al punto de que casi toda España estaba convencida de que los
piratas solo habían expoliado 500.000 monedas sacadas desde Gibraltar, y
que pertenecían a la carga de la fragata española Mercedes, nosotros
seguimos investigando sobre cuestiones que el Gobier no, con sus prisas
por taparlo todo, habían dejado como herencia al nuevo gobierno presidido
por D. Mariano Rajoy.

Nuestra investigación periodística nos llevó a reunir nos con diferentes


testigos que confirmaron el expolio indiscriminado de más de veinte
puntos del mar de Alborán. Tuvimos acceso a pruebas irrefutables de que
el barco Kommander Stuart, arrendado por una filial de Odyssey en
Inglaterra, fue el que sacó las monedas que dicen pertenecer a la carga de
la fragata Mercedes.
Es verdad que, para que la policía creyese que el expolio lo habían
perpetrado con el Odyssey Explorer, ya que el otro no llevaba robot, zarpó
unos días hacia el Atlántico para que su presencia constara en los
registros del servicio de posicionamiento de buques AIS. Pero sus datos
demuestran que la mayor parte del tiempo estuvo en Tánger, preparando
las piezas grandes expoliadas, tales como cañones y anclas, fruto del
botín de otros saqueos practicados en el mar de Alborán. El Odyssey
Explorer atracó unos días en Faro, Portugal.

Santi Mata escribió una cronología muy completa sobre lo que pasó, y
siguió investigando desde La Gaceta de los Negocios durante los cinco
años siguientes. Sus gráficos permiten, por ejemplo, mostrar al profano
cómo sacaron las monedas desde una profundidad de 1.200 metros.

Nadie que entienda de estas complejas maniobras submarinas puede creer


que en una semana se puedan extraer, de semejante profundidad, cientos
de miles de monedas, a pesar de que el 40 % de ellas estaban pegadas en
bolas.

En el resumen que hizo la numismática española Soledad Pérez, del museo


Arqueológico Nacional, dice: “había 309.184 monedas individualizadas”
Por lo que al calcular el tiempo que se tarda en extraer de 1.200 metros de
profundidad dicha cantidad, nos acerca a muchos meses, y siempre que la
mar permita trabajar con un robot, que se mueve por las fortísimas
corrientes submarinas y las marejadas que, por lo general, azotan durante
todo el año esa parte del Golfo de Cádiz.

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MEDIOS DE COMUNICACIÓN NACIONALES

En el buscador de GOOGLE se pudo ver una pequeña parte de lo que


publicaban los medios de nuestro país. Hay noticias procedentes de todas
las regiones, lo que da una idea de la tremenda repercusión mediática del
caso. De la noche a la mañana todo el mundo sabía de pecios, de robots, de
derecho marítimo, a pesar de que la mayor parte de ellos solo se habían
referido a la mar para escribir sobre vacaciones de verano y catástrofes
marítimas. Cuando naufragó el Prestige en 2002, nuestros medios no
pararon de escribir sobre la mar; meses después, “nunca mais”.

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Google fue el mejor barómetro para medir el interés que adquirió la noticia.
Se publicaron referencias a este caso desde medios que no sabíamos que
existiesen. O lo que tuvo más mérito, desde los lugares más recónditos de
España, algunos, alejados cientos de kilómetros de la mar. Estaba claro que
la conjunción de piratas, robo, barcos y norteamericanos fue un coctel
perfecto para llamar la atención de una ciudadanía que, hasta la fecha, no
había demostrado interés por estos asuntos arqueológicos, pues quienes
tienen la responsabilidad sobre ellos jamás han hecho el menor esfuerzo
para que se divulguen. Da la sensación de que cualquier trabajos sobre
restos arquológicos solo les pertenecen a ellos.

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MEDIOS DE COMUNICACIÓN INTERNACIONALES

Los grandes periódicos del planeta, esos que a los periodistas nos hacen
soñar, dotados de grandes medios, como el Post, NYT, Times, Figaro, le
Monde, etc, y que destaparon escándalos de esta misma dimensión,
también se implicaron en la noticia. Gracias a nuestros conocimientos de
idiomas pudimos hablar con ellos, y les mandamos imágenes y
documentos para que confeccionaran sus noticias.

Pensamos que fueron trascendentales a la hora de que nuestro país


decidiera, aunque fuese a la fuerza, pleitear contra los piratas en los
Estados Unidos. Por suerte, en julio, la arrogante Calvo se escondió en el
Parlamento, y su sustituto, Molina, demostró ser un buen ministro de Cultura
durante su corto mandato.

Tuvimos el honor de que nos llamaran los corresponsales de éstos grandes


medios internacionales, con los que compartimos buenos momentos. La
mayor parte de ellos, incluidos los norteamericanos, no comprendían por
qué España permitía que un barco extranjero operase en nuestras aguas
territoriales sin su autorización. Se les hacía difícil entender que, teniendo
una Armada de primer nivel y otros cuerpos como la Guardia Civil de la Mar
o Aduanas, no fuéramos capaces de controlar nuestras aguas. Menos aún
que una administración regional dijese una cosa y el Gobierno otra.

En nuestras explicaciones insistíamos en la complejidad de las autonomías y


sus competencias, aunque solo fuera un pobre argumento para evitar decir
que no teníamos nada que responder. Recuerdo a un periodista de la CNN
que dijo que en los Estados Unidos era imposible que pasara algo parecido
dado que las competencias para la vigilancia de la mar solo la tenían los
Guardacostas, incluso por encima de la Armada.

Nosotros vivimos un tiempo allí y lo sabíamos, pero nos daba vergüenza


reconocerlo dada la estupidez y desidia mostrada por nuestras autoridades.

La mayor parte de los periodistas inter nacionales con los que tratamos
estaban de nuestro lado. Todavía más, cuando les argumentamos que en
realidad las naves antiguas naufragadas eran tumbas de guerra, y que
expoliarlas era una profanación. Tanto, como robar en el Arizona, que por
cierto habíamos visitado en Hawaii.

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Las noticias inter nacionales en Google también fueron muy numerosas:
desde China a Nueva Zelanda, interesándose durante años por todo lo
relacionado con el expolio de Odyssey y la marcha del proceso judicial en
los Estados Unidos durante el tiempo que duró el litigio. Fue realmente
extraordinario que países como Somalia, Ghana, Belice o Australia,
publicaran noticias sobre el caso.

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Para terminar este capítulo, queremos aclarar el hecho de que apenas
hayamos escrito sobre El País. Y no lo hacemos porque durante los años en
los que el expolio se hizo más notorio, periodo gober nado por socialistas,
este medio protegió a todos los inútiles que participaron en él. No fueron
imparciales, y despreciaron a los otros medios.
Hasta el extremo que fue el único periódico de Europa que, antes de que se
produjese la salida de parte de lo expoliado desde Gibraltar, insertó en sus
páginas el anuncio al que obliga la Ley del Almirantazgo
Norteamericano para poder consolidar el secuestro de un pecio; igual
que se hace en nuestro país cuando se convoca junta de accionistas en
una S.A. Se publicó el 13 de abril de 2007 muy oculto: un mes antes del
vuelo de las monedas desde la Roca, y no dieron noticia de ello.

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Además, y como ya hemos contado, cuando enviamos a Jesús García
Calero de ABC la foto de una moneda de Carlos III para dejar constancia
que sabíamos que las monedas expoliadas eran españolas, El País se
tiró al cuello de ABC, el mismo día que realizaba al jefe de los piratas una
angelical entrevista con foto incluida repleta de mentiras.

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Pero pagarían su arrogancia cuando Odyssey tuvo que mostrar las
monedas. Y, ¡ claro que había piezas de Carlos III ! Para hacer más el
ridículo los jueces norteamericanos les condenaron a pagar parte de las
costas procesales españolas dadas sus reiteradas mentiras y la manifiesta
obstrucción que pusieron de relieve durante todo el proceso.

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Después del expolio

Comenzada la disputa en los tribunales norteamericanos y para seguir


manteniendo la tensión editorial, continuamos haciendo entrevistas y
publicando artículos en cuantos medios nos lo ofrecieron. Y, aunque era
agotador dada la intensidad vivida, sacamos fuerzas de flaqueza para que,
pasara lo que pasase en el procedimiento judicial en los Estados Unidos los
medios de comunicación no se olvidaran de Odyssey.

El Faro Información y ABC fuimos quienes más informamos durante los


largos cinco años de engaños y trampas por parte de los piratas, que no
dejaban pasar una oportunidad para poner zancadillas: como cuando
alentaron a descendientes de personas que habían cargado capitales en la
fragata Mercedes para que reclamasen su propiedad. O cuando instaron a
Perú a reclamar su carga
.
Aunque solo les sirvió para dilatar los plazos judiciales: una conducta
estúpida al estar los objetos bajo custodia judicial, y ellos ser solo sus
depositarios.
El proceso pudimos seguirlo gracias a la transparencia del sistema judicial
norteamericano a través de un portal jurídico que nos entregó copias de
todos los escritos.
Fue especialmente necio por parte de Odyssey tratar de llevar el conflicto a
su Tribunal Supremo, pues, al igual que en el nuestro, esta Institución solo
atiende a defectos de Ley o de Forma durante la tramitación de la causa. La
apelación al Décimo Circuito, similar a nuestros tribunales superiores de
Justicia de cada Autonomía, confirmó lo que ya habían sentenciado los
Magistrados Federales Mark Pizzo y Steven Meryday, negando la
competencia de sus tribunales para secuestrar bienes hallados en la
mar, cuando iban a bordo de un barco que no llevaba su bandera.
El Gobierno Socialista, a pesar de los esfuerzos del ministro de Cultura, se
apartó del asunto para no perjudicar a Exteriores, que se quedaron
mudos cuando nuestro patrimonio voló desde Gibraltar a los Estados
Unidos.
Es verdad que el ministro Molina se dejó la piel en Europa y Latinoamérica
denunciando a los piratas. Aunque su Plan Nacional para la protección del
patrimonio sumergido solamente se quedó en una limosna de 500.000
euros a repartir entre demasiada gente.

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UN EXPOLIO ANUNCIADO

Llevamos ocho años informando a las autoridades competentes sobre las “misteriosas
actuaciones” de esta compañía norteamericana, que se ha movido con total
impunidad por nuestro mar territorial con sofisticados barcos de prospección
submarina.

Los hechos comenzaron en 1998, cuando realizaron sin autorización una exhaustiva
batida de los fondos mediterráneos cercanos al Estrecho de Gibraltar a bordo del Sea
Hawk, un pequeño barco de búsquedas submarinas.

Las costas españolas están sometidas, prácticamente en su totalidad, al control del


Estado, pero las competencias en arqueología corresponden a las comunidades
autónomas. Por ello, todavía hoy es incomprensible que los Ministerios de Cultura y
Exteriores otorgasen tales permisos: quienes debían darlos era la Junta de Andalucía,
que cuenta con su propia Ley de Patrimonio; además de la Armada, que al día de hoy
ostenta las competencias en extracciones y hallazgos, otorgadas por una Ley de 1962.

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Ambas normas prohíben vender o especular con el patrimonio arqueológico
submarino.

El verano del 2001 Odyssey comenzó a navegar desde el puerto de Sotogrande en un


barco francés de nombre Mini Bex. Extrajeron un cañón de hierro, que hoy está
depositado en el museo de Arqueología Submarina de Cartagena, pero que el director
de entonces, Ivan Negueruela, aseguró que podía pertenecer a cualquiera de los
cientos de barcos que naufragaron en la zona; que no había evidencias científicas de
que perteneciese a la fragata Sussex. La empresa norteamericana necesitaba hacer tal
identificación, pues el permiso que decían ostentar de los británicos, al parecer, tenía
fecha de caducidad. Además, la autorización de España se ceñía a “identificar”, no a
sacar objetos.

Para mayor escarnio, en la solicitud que Odyssey presentó a Cultura ocultaron que su
actividad tenía fines comerciales; insistían en el carácter puramente científico y
arqueológico de sus trabajos. Sin embargo, a través de su página de Internet ofrecían
viajes a los lugares de búsqueda a cambio de dinero, y anunciaban la venta de los
objetos que se obtuviesen. Por todo ello, el Ministerio de Cultura no renovó los
permisos. Pudimos comprobar que cuando no iban a bordo del Mini Bex los
funcionarios españoles, sumergían los robots en lugares muy alejados de aquellos
para los que tenían autorización.

Durante 2002 algunos medios de comunicación se hicieron eco de la noticia, y la


policía marítima, por orden de la Junta, acabó por interceptar al barco. Días después,
tuvieron que abandonar nuestro mar territorial; pero los yanquis se llevaban un
verdadero tesoro en localizaciones de pecios, que usaron para vender acciones de su
compañía a todo aquel que quiso creerles que España era un país del tercer mundo al
que podrían someter con presiones diplomáticas. También se hicieron con batimetrías
del fondo costero de gran valor estratégico. Unos datos que hasta ese momento sólo
disponía nuestra Armada. Fuentes bien informadas sospechan que se pudieron
realizar de forma encubierta acciones militares de mayor calado, como colocar
instrumentos electrónicos para el control del paso de los submarinos nucleares
soviéticos con rumbo al Atlántico, o vigilancia contra terroristas por parte de la CIA.

En Enero de 2006 regresaron al puerto de Gibraltar a bordo de su buque estrella, el


Odyssey Explorer, de bandera de Bahamas. El barco traía el gran robot Zeus, capaz
de sacar monedas con sus brazos articulados a profundidades de hasta 3.000 metros.
Días después, se pusieron a extraer materiales con ese sofisticado artilugio submarino
controlado desde la superficie. Volvieron a desobedecer a la policía marítima, y la
prensa denunciamos los hechos, logrando, por primera vez, que las autoridades
hablasen en público del asunto. Descubrimos que el barco tenía un segundo permiso
de Exteriores, esta vez de los socialistas: -una nota verbal dijeron en Madrid-; una
auténtica chapuza que ha dado patente de corso a unos extranjeros para que
esquilmasen nuestro patrimonio arqueológico. Durante más de tres meses no han

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querido mostrar los objetos que, según ellos se llevaron a Tampa, y que con toda
seguridad pertenecen a varios barcos españoles expoliados en el mar de Alborán.

Exteriores volvió a saltarse la competencia de la Junta, y lo que ha sido peor, han


demostrado una absoluta carencia de conocimientos sobre la materia. Sin embargo,
en la mar, cada vez que la policía marítima se acercaba al barco caza tesoros, sus
tripulantes lo advertían en la distancia con el radar, y eso les daba tiempo a subir el
robot Zeus, con lo que no podían ser “pillados con las manos en la masa”, alegando
paso inocente –el derecho que todo barco tiene a pasar por las aguas territoriales de
cualquier estado sin realizar actividad alguna-.

Solamente cuando entregué las fotografías que publicamos con este reportaje, y que
pude tomar desde la “inocencia” de mi velero, un juez de la Línea admitió la
denuncia de la policía: días después citaba a declarar al capitán del Odyssey Explorer:
al no comparecer, se dictó contra él una orden de busca y captura, acusándole de
desacato, uso ilegítimo de artefactos en el mar territorial español y violación de
nuestras leyes patrimoniales. Sin embargo, la cosa no pasó de ahí. Al verse
descubiertos, los letrados españoles de Odyssey les recomendaron que abandonasen
nuestras aguas por un tiempo mientras trataban de conseguir un nuevo permiso. El
barco grande, el Odyssey Explorer se refugió en Malta, pero el pequeño RV Odyssey
siguió expoliando durante todo el verano con un robot más pequeño lo que ya había
dejado preparado y destapado el enorme Zeus, y trasladando el fruto de su rapiña a
los túneles del Peñón.

A pesar de todo ello, el Ministerio de Asuntos Exteriores, en concreto la Dirección


para Asuntos de Europa y América volvió a darles otro permiso el 23 de marzo
pasado. Sin embargo, las filtraciones a mediados de mayo desde Gibraltar
descubriendo la salida de un avión con un gran cargamento de monedas y otros
artilugios despertó a nuestro País del letargo arqueológico en el que hemos vivido
desde hace siglos. La gente de Odyssey Marine, al ser descubiertos y verse frustrada
su estrategia del hallazgo al sur de Inglaterra, y cuando ya estaban refugiados en
Tampa, anunciaron que habían encontrado el mayor tesoro de la historia, y que
efectivamente se lo habían llevado a su país desde el Gibraltar: nada menos que
medio millón de monedas, que han robado delante de nuestras narices en el mar
territorial español, como lo acredita el seguimiento diario de sus barcos a través del
sistema Aislive que realicé durante estos dos últimos años.

Nuestra administración se ha comportado con una desidia e incompetencia sin


precedentes, y hora deberemos emprender un largo y carísimo pleito, que nos
hubiéramos evitado con haber defendido con rigor nuestras costas.

Lorenzo –Pipe- Sarmiento


Abogado maritimista

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CATORCE AÑOS TRAS ODYSSEY MARINE EXPLORATION

Marzo de 1998, un pequeño barco de prospecciones de nombre RV Seahawk llega


a las aguas del Mar de Alborán. Atraca en Gibraltar. Lo detectamos mientras
navegamos a vela frente a Sotogrande. Investigando, podemos saber que su
propietaria es Odyssey Marine, una compañía norteamericana que se dedica a
sacar patrimonio sumergido con fines comerciales. A partir de ahí, muchos años
de denuncias inatendidas, de soberbia por parte de una administración del
Estado que no supo medir a quiénes se enfrentaban.
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Un permiso concedido por el Partido Popular, y tres por los Socialistas; papeles
entregados por unos diplomáticos que nunca miraron hacia la mar, y que, a
pesar de que tan solo autorizaban a buscar un barco de guerra británico, no
tomaron las mínimas precauciones a la hora de vigilar a unos tipos, que siempre
demostraron comportarse como piratas, enredando a nuestros funcionarios con
promesas futuras y colaboraciones envenenadas.

A medida que Odyssey fue expoliando nuestros fondos sus barcos fueron
creciendo; tras el Seahawk usarían el Minibex. Después, el Ocean Boomer, el RV
Odyssey y el Ocean Alert. Hasta que pudieron armar el tristemente famoso
Odyssey Explorer y su enorme robot Zeus, capaz de sacar cualquier cosa a más
de 2000 metros de profundidad.

Para ese momento ya habían cartografiado cientos de millas cuadradas de


nuestro fondo marino, y descubierto, según sus propias notas de prensa colgadas
en su web, más de 30 barcos hundidos entre Málaga y Gibraltar. El primero que
vaciaron fue un barco fenicio al que llamaron Merkal: iba cargado de ánforas
púnicas de un valor arqueológico incalculable. Luego encontraron lo que dijeron
ser el pecio del Sussex, una fragata Británica que naufragó en el siglo XVII,
aunque nunca aportaron pruebas de su identidad. Como no pudieron vaciarla
por estar demasiado cerca de la costa española, emprendieron un juego a base de
intoxicar y aprovecharse de las siempre complicadas relaciones de España con
Gibraltar, y el mal entendimiento entre la comunidad autónoma Andaluza y el
Estado Central hasta 2004, cuando todos fueron socialistas.

La descoordinación administrativa y las presiones de los diplomáticos españoles


pensando solo en el tripartito sobre el Peñón fueron los detonantes de las
actuaciones de Odyssey en nuestras aguas. La presión de los británicos para que
se diesen los permisos demostraron que los favores que Qdyssey recibía en la
base naval de la Roca debían pagarlos pinchando cables submarinos y llevando
a bordo a militares pertenecientes a la Red Echelon. Para silenciarnos, se ordenó
a La Guardia Civil que nos interpusiera dos querellas criminales por violación
de secretos; unas informaciones que siempre habíamos puesto a disposición de
La Guardia Civil de la Mar. Pero los jueces que nos escucharon no encontraron
delito en nuestra actuación.

En 2006, el Grupo Información, con su cabecera El Faro Información, recogería


nuestras investigaciones, tras comprobar que en el Estado nadie tenía intención
de expulsar a los piratas. Es verdad que la Junta fue quien más tardó en dar su
brazo a torcer, pero ganaría el ministro Moratinos y su gente.

Una filtración que provocamos a la Gaceta de los Negocios sobre la salida desde
la Roca de un vuelo el 17 de mayo del 2007 cargado con medio millón de
monedas despertaría al Gobierno.
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Tras el expolio de nuestro patrimonio, posiblemente proveniente de varios
barcos, dada la variedad de las monedas y objetos llevados a los Estados Unidos,
nuestros políticos encontraron la fragata Mercedes como la mejor excusa para
inhibirse de NUEVE AÑOS de conceder permisos, ya que naufragó en el
Atlántico, en aguas portuguesas, en unas coordenadas en las que, salvo diez días
que estuvieron despistando, jamás operaron los barcos de Odyssey: menos aún el
tiempo suficiente para sacar semejante cantidad de monedas desde 1.2000 metros
de profundidad.

Cuatro años de pleito en Tampa y Atlanta repletos de engaños y dilaciones por


parte de los caza tesoros terminarían con una resolución favorable a España
gracias a la identidad del patrimonio expoliado.

Sin embargo, el futuro de estas empresas se ha visto condicionado para siempre,


pues ahora saben que, cada vez que un barco de Estado Español sea atacado por
cazapecios nuestro país acudirá en defensa del mismo, dada la enorme alarma
social que despertó este asunto; además de la jurisprudencia favorable con la
que contamos a partir de ahora, que determina que los barcos de guerra de una
nación no puedan ser violados en su inmunidad, toda vez que constituyen
tumbas de guerra en las que descansan servidores patrios. Y si es una aberración
y un delito violar cementerios, con la misma determinación hay que perseguir a
los que violentan y vacían estas tumbas de agua que llamamos pecios.

Lorenzo -Pipe- Sarmiento


Abogado especializado en Derecho de la Mar,
escritor y periodista.

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En nuestra página web también trabajamos con intensidad durante los
siguientes años dando a conocer las novedades del caso.

LA FRAGATA MERCEDES, POR DECRETO

Siempre he pensado que los arqueólogos son los encargados de estudiar los
hallazgos históricos para, acto seguido, informar sobre sus resultados a las
instituciones de las que dependen y, éstos, a los ciudadanos que les pagamos. Sin
embargo, en este tedioso y largo asunto de las monedas ganadas a Odyssey en
los tribunales norteamericanos ha sucedido todo lo contrario. Han sido los
políticos quienes han decidido que dichos objetos arqueológicos provienen de un
barco español dudosamente encontrado, tratando de tapar su mal hacer y sus
impresentables actuaciones; me atrevería a decir que cometiendo presuntos
delitos de dejación de funciones, y por lo tanto en connivencia con el expolio.

Y durante esa gloriosa singladura trataron de tapar la boca a quienes


descubrimos el expolio, lo denunciamos y gastamos nuestro dinero para obtener
imágenes y documentos que la prensa pudiera publicar. También destituyeron a
Ivan Negueruela, director del Centro de Arqueología Submarina, sito en
Cartagena, por no plegarse a esta nueva forma de trabajar en la arqueología
española, consistente en que los políticos y sus funcionarios acólitos decidan
sobre la identidad de un pecio, la procedencia de unas monedas, o el origen
histórico de cualquiera de nuestros objetos patrimoniales. Da igual lo que diga la
historia, los hechos, las pruebas o la arqueología en sí misma; se trata de tapar

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sus inmensos errores, enmendados más tarde con el dinero de todos los
españoles, y encubrir al descomunal numero de bobos, iletrados e incompetentes
que intervinieron en esta farsa. Y sin con ello se cargan la reputación de un
profesional, o enredan hasta cotas insoportables la vida de unos ciudadanos, qué
más da, ellos ganan siempre; tienen el poder, la sabiduría y el conocimiento que
a otros nos ha costado tanto adquirir, por decreto, por que ellos lo dicen.

Y me pregunto: si hace unos días nuestra Armada expulsó a otro barco caza
tesoros del Mar de Alborán a pesar de que navegaba a 25 millas de la costa
española, esto es, en la zona contigua española y en la zona económica exclusiva
que puede llegar hasta las 200 millas cuando pueden medirse, por qué no se hizo
lo mismo cuando los barcos de Odyssey navegaron durante DIEZ AÑOS por
esas mismas aguas del Mediterráneo. Esta vez y tras el ridículo del expolio de
Odyssey las leyes han cambiado y nuestra Armada tiene nuevas herramientas y
competencias para expulsarlos.

Al menos hasta que otro politiquillo quiera jugar a los arqueólogos, hemos
conseguido que las cosas de la mar y la protección del patrimonio sumergido se
tomen con otro rigor, aunque para ello algunos hayamos pagado un precio muy
alto.

Lorenzo -Pipe- Sarmiento de Dueñas


Abogado especializado en Derecho Marítimo.
Descubridor del caso Odyssey.
Autor del libro Expediente Odyssey, el mayor expolio bajo el mar.

LAS NUEVAS MENTIRAS DE ODYSSEY

Es una desvergüenza que algunos medios de prensa continúen dando soporte a


la falacia de que las monedas recuperadas a los piratas de Odyssey pertenecen
exclusivamente a la fragata Mercedes: no hay una sola prueba de ello, a no ser
las mentiras y embustes de quienes deberían haber respondido con sus cargos e
imputaciones penales por los muchos expolios perpetrados por la empresa
Odyssey.

Sin embargo, todavía es más esperpéntico que el Museo Naval de Madrid esté
construyendo una réplica de la nunca encontrada fragata Mercedes, como sin
con ello se perpetuaran sus aseveraciones. No es de recibo que una institución
científica, cuyos objetos asumen el valor que ostentan gracias a que
estánamparados por la historia, haya tomado el camino del medio dando
pábulo a rumores, pruebas incompletas y opiniones políticas sustentadas, como
casi siempre, en el mantenimiento de la silla por parte de quienes propiciaron
que nos robasen durante más de diez años.
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A h o r a , O d y s s e y d a u n n u e v o g i ro d e t u e rc a a n u n c i a n d o u n a
e x p o s i c i ó n e n Ta m p a e n l a q u e p re s e n t a r á n o b j e t o s q u e d i c e n
extrajeron en 1.989 de dos barcos españoles expoliados en aguas de los
cayos de Florida próximas a las Islas Tortuga.
Sin embargo, vuelven a MENTIR , en esa conducta patológica en la que se
empeñan tratando de tapar los muchos expolios cometidos en aguas españolas.
Pues, la VERDAD DOCUMENTADA de lo que dicen es otra muy distinta: el oro,
la plata y las joyas que Stemm y Norris expoliaron de aquel navío español
entre 1989 y 1992 las tuvieron que vender con celeridad para pagar a sus
muchos acreedores, tras invertir DIEZ millones de dólares para rescatar un
patrimonio que apenas alcanzó un valor de TRES.

La SEC, la reguladora del mercado bursátil norteamericano les abrió un


expediente por presunto fraude a los accionistas, tras el vergonzoso desfase
existente entre los ingresos y gastos de la operación.

En principio utilizaron el tristemente famoso barco Seahawk, con el que


empezaron los expolios en las costas de la Línea y Sotogrande en 1998 y 1999.
Pero tuvieron que arrendar otro más grande que pudiera darles el soporte en
la mar que necesitaban: el Seahawk Retrovier.

Fue un negocio catastrófico por el que los dos piratas por poco no terminan
entre rejas. Por eso, que ahora digan que exhiben aquel pequeño tesoro, del
que hay documentos de su comercialización, es otra desvergüenza.

Nosotros pensamos que ESTÁN SACANDO A LA LUZ algunas de las otras miles
de piezas que EXPOLIARON con la ayuda del GOBIERNO DE GIBRALTAR de
los pecios expoliados en aguas del Mar de Alborán, donde permanecieron
DIEZ AÑOS haciendo lo que les vino en gana, protegidos por la gente de
Exteriores del último gobierno Socialista.

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En medio del esfuerzo periodístico protagonizado desde sus comienzos por
El Faro Información, seguido después por La Gaceta, además de ayudar a
ABC, el Mundo y la Razón y Gaceta Náutica y otros, sacamos tiempo para
informar a ciertos estamentos oficiales sobre lo que pasaba, enviando fotos
y documentos que podían ayudar a desbaratar las pretensiones de Odyssey
y, al mismo tiempo, influir para un cambio radical de las cosas de la mar.
El primero fue para la Armada en mayo de 2007 pues pertenecíamos a la
Asociación de Amigos del Museo Naval, donde tanto Emilio Alemán como
el Almirante Carrero Blanco hacían una gran labor.

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El voluminoso informe estaba compuesto por todos los movimientos de
los barcos de Odyssey capturados por el AIS, posicionados a través de
estaciones radio costeras situadas a lo largo de la costa. También enviamos
una selección de fotos y vídeos de los barcos de Odyssey expoliando en
nuestro mar territorial y zona contigua; así como los documentos oficiales a
los que el Faro Información tuvo acceso.

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Tengo especial cariño por esta foto en la que aparece mi amigo Claudio
Bonifacio, el historiador que más sabe de naufragios históricos en el mundo,
al que los culpables de que se produjera el expolio persiguieron hasta cotas
inhumanas, tras ayudar y ofrecer sus servicios. Hace solo unos meses,
catorce años después, concluyó su tortura, aceptando, para que le dejaran
en paz, una pequeña multa de 400 euros por haber entregado a los yanquis
tres papeles de sus investigaciones.

También en el Real Club Náutico de Palma contamos los pormenores del


caso. Me presentó el periodista mallorquín José Luis Miró, con un texto que
guardo con cariño, y que constituye un homenaje al proceder de los
periodistas.

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Otro de los agradecimientos que recibimos fue cuando el Director del Museo
de Arqueología Submarina, Iván Negueruela, se refirió a nosotros de forma
pública en dos ocasiones: una, en 2014 en su conferencia del congreso más
importante que se ha celebrado sobre Arqueología Submarina; la otra, en
unas jornadas sobre el expolio de Odyssey en Madrid.

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El que se reconociese nuestra aportación fue una gran distinción al venir de
quien más sabe de estos asuntos en la ingrata España, donde él también
tuvo que soportar las injusticias del estado. Pero, al igual que nosotros, su
tesón acabó por poner las cosas en su lugar, y los españoles hemos podido
aprovecharnos de nuevo de su experiencia.

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También hemos de agradecer la generosidad de Jesús García Calero, que
seguramente, por no decírselo, nunca supo que éramos tan periodista
como él. El reportaje que publicó el domingo 26 de febrero de 2012
alegró nuestro ánimo tras tantos malos tragos.

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Y, como no, El Faro Información, tras la llegada de parte de lo expoliado,
dedicó tres días a conmemorar que éste medio fue quien nos dio voz y
estuvo dispuesto arriesgar mucho para dar la noticia. Cuando la gente nos
preguntaba por los peligros que asumimos, respondíamos que sin riego no
hay periodismo de investigación: gracias a toda la plantilla por vuestro
prolongado esfuerzo.

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Y concluyeron la merecida celebración con una larga entrevista en la que
insistimos en que lo recuperado solo era parte de lo expoliado, y que de
ninguna manera pertenecía exclusivamente a la fragata que dicen ser la
Mercedes. Todavía hoy, Claudio Bonifacio y otros grandes expertos lo
afirman, ya que varios barcos que podían transportar la misma clase de
monedas y objetos naufragaron en esa zona: entre ellos el Nuestra Señora
del Carmen y La Santa Rosa. En 1801 también se hundieron en esas
coordenadas pasto de las yamas los navíos españoles San Hermegildo y
Real San Carlos, de los que trataremos más adelante.

Sin embargo los políticos responsables de que se produjeran los expolios


lograron salir indemnes de diez años de prevaricación y dejación de
funciones, llevando lo sucedido al Atlántico, engañando a todos, menos a
quienes descubrimos el caso y estudiamos todos sus movimientos y sus
muchas contradicciones.

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Pedro García, antes de fichar por los Informativos de Canal Sur Televisión,
cerró su etapa en El Faro Información con una editorial de gran precisión
publicada en 2007. Nosotros también hicimos nuestra aportación en 2012,
dando por concluidas nuestras crónicas en este Medio.

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Seguramente por venir de un profesional y periodista de la mar, Ángel
Joaniket escribió uno de nuestros artículos preferidos sobre el caso
Odyssey, ya que clava nuestras intenciones, sabedor de que la gente de mar
debemos ser perseverantes y consistentes, pues de lo contrario
naufragamos

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El programa de TVE y Canal Historia, que lleva por título, Conflicto Bajo
el Mar, se ha convertido en el mejor escaparate del caso Odyssey.

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¿ QUÉ HEMOS LOGRADO ENTRE TODOS LOS
MEDIOS?

PRIMERO, la devolución de una parte de lo que se llevaron, que no


es poco, viendo lo que el Estado Español había hecho con otros buques
de estado expoliados en diferentes aguas del mundo.

SEGUNDO, lo que para nosotros es más importante: la implantación de un


sistema de vigilancia marítimo y alertas tempranas para detectar
b a rc o s , s e a n d e l t i p o q u e s e a n , y u n o rg a n i s m o c o o rd i n a d o p a r a
perseguirlos, detenerlos o expulsarlos.

Nunca pensamos que el envío del libro Expediente Odyssey al


Presidente del Gobierno en 2012, con varias peticiones y algunos
artículos sobre la mar publicados en diferentes medios, coincidiese con
una respuesta práctica y un cambio en la dirección de las cosas de la
mar.

Por eso, fue sorprendente que el 13 de diciembre, cuatro meses después, el


Boletín Oficial del Ministerio de Defensa publicara la Orden Ministerial
86/2012, de 4 de diciembre, en la que creaba,

El Mando de Vigilancia y Seguridad Marítima


Su artículo dos dice:

“sus funciones son la vigilancia y seguridad de los espacios marítimos


de soberanía, responsabilidad e interés nacional”

Y el tres,

“El Mando de Vigilancia coordinará con las autoridades y organismos


civiles y militares”

Firmado por el ministro de Defensa, Pedro Morenés, al que conocemos


desde nuestra juventud en Getxo, pero con el que jamás hemos hablado del
caso.

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Cuando advertimos que nuestras viejas y solitarias reivindicaciones
empezaban a cumplirse no dábamos crédito. Como gentes de mar, y por lo
tanto testigos directos de lo que acontece en ella, siempre supimos que solo
una autoridad superior que coordinase a los otros estamentos
implicados podía dar seguridad en la mar. El que su responsable sea un
Almirante termina con los pasteleos políticos y las decisiones unilaterales de
los funcionarios, como sucedido con el caso Odyssey y la Operación Bahía.

A veces la lógica y el sentido común prevalecen, y llegas a la conclusión de


que teníamos razón después de tantos años de quejas en los medios que
tuvimos a nuestro alcance.

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También mandamos al Presidente una serie de artículos publicados en
diferentes medios de comunicación en los que insistíamos en la necesidad
de otorgar a la mar la importancia que realmente tiene. La respuesta del
Presidente Rajoy fue crear Vigilancia Marítima y elevar el estatus de la mar
hasta el Consejo de Seguridad Nacional, el órgano más alto de la nación
para prevenir daños a nuestra patria. Estos son los artículos publicados
entre el 2000 y el 2007.

NUESTROS MARES
Gaceta Náutica
Lorenzo-Pipe-Sarmiento de Dueñas
Abogado Maritimista, periodista y escritor de temas marítimos y náuticos

La mayoría de los españoles, incluidos los políticos, piensan que nuestro país
termina en sus playas y acantilados, sin que sean capaces de considerar que
España se alarga por los mares que la rodean hasta muchos kilómetros más allá
de la línea del horizonte.

Las naciones importantes del mundo marcan sus fronteras marítimas en la ONU,
bajo la suscripción de diferentes tratados internacionales. De esta manera, nuestro
país tiene 12 millas de Mar Territorial–un poco menos de veinticuatro kilómetros: en
esa zona toda actividad está regulada por el país ribereño. Desde esas primeras 12
millas hasta las 24, - algo menos de 50 kilómetros- contamos con la Zona Contigua,
en la que cada país ostenta prácticamente las mismas competencias que en el mar
territorial. Pero además España y otras naciones tenemos el control de las
actividades económicas y administrativas hasta las 200 millas de nuestras costas,
en aquellos puntos donde podemos medirlas. En ese espacio hace falta la
autorización española para pescar, hacer prospecciones de petróleo, tender cables u
oleoductos submarinos, o extraer patrimonio arqueológico.

Durante estos últimos años los sucesivos gobiernos españoles no han prestado la
atención debida a la mar; y así nos ha ido. El robo perpetrado por la empresa
Odyssey Marine, las detenciones de otros barcos en el Puerto de Santa María, o las
recientes operaciones ilegales de varias embarcación en la ría de Vigo, así lo
acreditan.

En el mar de Alborán, en el que se produjo el expolio principal por parte de la


empresa norteamericana Odyssey, España dio CINCO permisos para rastrear en
los últimos años. El primero lo otorgó el Ministerio de Asuntos Exteriores a la
Armada Británica para la búsqueda del portaaviones Arck Royal, hundido por un
submarino alemán en 1941. Y, aunque los pescadores de la villa de Estepona sabían
con toda precisión dónde estaba el navío, por perder en él sus redes, los ingleses
rastrearon con dos barcos durante meses una zona de más de 100 millas
494
cuadradas, guardando en sus ordenadores cuantos restos veían en nuestros
fondos marinos.

Entre 2001 y 2002 el Gobierno Español dio un permiso de búsqueda en las


mismas aguas a la petrolera británica Conoco ltd, para que investigase si había
hidrocarburos en un espacio comprendido entre Gibraltar y Málaga. Con sofisticados
barcos, los británicos volvieron a batir y cartografiar digitalmente esa zona del
mar de Alborán, apuntando de nuevo las miles de incidencias en forma de pecios
que sabemos hay en la zona.

Mas tarde llegó Odyssey Marine para buscar el Sussex; esta vez eran
norteamericanos asociados con la Armada Británica, y el Estado continuó sin
sospechar, ni nuestros ministerios se cruzaron informaciones. Al contrario,
Exteriores se empeñó en darles permiso, aunque pudiera tratarse de un embuste
para recoger lo que la Armada Inglesa ya había localizado. O la artimaña
consistió en decir que buscaban el portaaviones Arck Royal para hallar el Sussex.

También se puede dar la hipótesis de que el petróleo de Conoco tampoco fuese


cierto y sólo buscasen el tesoro que ahora está en Tampa. A pesar de nuestros
gritos y lamentos, y la presión mediática conseguida Exteriores volvió a darles
otro permiso; y más tarde otro, esta vez a medias con la Junta de Andalucía,
semanas antes de que descubriésemos que objetos expoliados cerca de Gibraltar
salían en dos aviones con rumbo a los Estados Unidos.

Sin embargo, a ninguna autoridad española le importó el asunto, y se permitió


navegar a los anglosajones por arriba y por debajo de nuestras aguas
territoriales con total impunidad durante siete largos años. Algo tendremos que
hacer.

GUARDACOSTAS
El Mundo
Lorenzo-Pipe-Sarmiento de Dueñas
Abogados Maritimista, escritor y periodista.

Decía el Marqués de Santa Cruz, que entre otros muchos cargos fue jefe de la flota
que combatió en Lepanto, y uno de nuestros grandes hombres de mar, que la
seguridad de la tierra sólo puede conseguirse tras obtener la seguridad en la
mar. Durante los siglos XVI a XVIII los países importantes del mundo construyeron
flotas de barcos con las que hacían de muralla a las diferentes invasiones que les
llegaban. Y fue una fórmula tan eficaz que, en un periodo de 130 años, solamente en
dos ocasiones se “robaron” las remesas de metales preciosos que venían del Nuevo
Mundo.

495
Ya entonces, Jerónimo de Salamanca dijo en el Parlamento de Castilla: “ España
podía tenerse casi por una isla: a nos ser por las tierras de los Pirineos, lo demás
linda con el agua. Por eso importa más atender a la defensa de esa parte de los
reinos que dan al mar”

Cuatrocientos años después estamos peor en cuanto a la protección de nuestras


costas, pues si bien hemos suprimido aquellos peligros que nos acechaban, hoy
padecemos otros muchos. Y, es justamente esa protección integral de nuestra mar
a través de un solo cuerpo de guardacostas la que evitaría las serias amenazas
que nos llegan por la mar, tales como la inmigración clandestina, el tráfico de
drogas, el terrorismo, la pesca ilegal, y los vertidos incontrolados de los
mercantes, además de los expoliadores submarinos.

Mi pariente Diego Sarmiento, conde de Gondomar, siendo embajador de España en


Londres en 1616, y ante el descalabro de nuestra flota, dijo: “Hoy, en el mundo,
quien es señor del mar es también señor de la tierra, y cualquiera ve que España
está perdiendo esta batalla”.

En nuestro país contamos con demasiados cuerpos que tienen atribuciones en la


mar; prácticamente no hay ministerio que no tenga barcos: desde Salvamento
Marítimo, encuadrado en Fomento, pasando por la Benemérita de la Mar, que
depende de Interior. El Servicio de Vigilancia Aduanera, integrado en el Ministerio
de Hacienda. La Fuerza de Acción Marítima de la Armada, y las patrulleras de las
diferentes consejerías de Pesca: más, los barcos de Medio Ambiente para el cuidado
de los parques naturales. Hasta el Ministerio de Trabajo ostenta barcos como el
Esperanza del Mar. Las Consejerías de Interior de gallegos y vascos también tienen
patrulleras propias.

Apreciarán el verdadero “berenjenal naval” que luce nuestro país. Debido a ello no
somos capaces de controlar pateras o caza tesoros. Hay una dispersión de medios
que nos sitúan a la cola de los países que guardan con rigor sus costas. Desde luego
que la culpa no la tienen los profesionales que sirven a bordo, solo es atribuible a la
clamorosa descoordinación entre ellos.

Desde los ministerios madrileños, dirigidos por políticos, se pretende marcar la


línea de seguridad de nuestras costas, y esto, ciertamente, es una tarea imposible
sino se tiene en cuenta la opinión de los hombres de mar. Sin ellos España seguirá
inmersa en este peligroso ostracismo marítimo en el que seguimos inmersos.

El Almirante Fernando de Bordejé y Morencos, autor, entre otros libros, de la


Crónica de la Marina Española en el Siglo XIX, dice en su prólogo:

“La Marina estuvo sujeta a un continuo desfile de personalidades ministeriales, las


cuales pretendieron, naturalmente, imponer sus encontrados criterios, dictando
una frondosa y , en general, poco eficiente legislación, a través de la que es muy
496
fácil perderse, mucho más cuando se percibe que esa inmensa fuente de planes,
proyectos, disposiciones, etc., no descansaban en la menor realidad, sino que eran
simples escarceos con los que se pretendía lavar la cara y ocultar el triste hecho de
que el país, que por su historia, geografía y posición debiera haber sido uno de los
más altos exponentes del mar, yaciera, a ese efecto, en la más mísera postración,
vuelto completamente de espaldas a cuanto supusiera convencimiento de lo que el
poder naval representaba”.

Si hiciésemos un balance sobre la seguridad y protección de nuestro litoral y los


diversos estamentos que la gestionan, no podríamos quitar ni una coma de cuanto dijo
el Almirante. La creación de un cuerpo general de guardacostas, en el que podrían
integrarse las otras unidades con un mando único, es una asignatura pendiente que
no puede demorarse, so pena de seguir gastando ingentes cantidades de tiempo y
dinero en parchear nuestras demostradas carencias en seguridad y vigilancia
costera.

LAS COSAS DE LA MAR


El Mundo
Lorenzo -Pipe-Sarmiento de Dueñas
Abogado maritimista, periodista y escritor de temas de mar.

Desde que tengo uso de razón he visto como los asuntos de la mar sólo interesan
para narrar catástrofes, desgracias, -marujeos- marineros y cotilleos de verano.
En los medios españoles prácticamente nunca se habla de la mar para comunicar
temas de interés para los ciudadanos, tales como la prevención y conservación de
este espacio de agua que cubre las tres cuartas partes de nuestro Planeta, y que en el
caso de un mar cerrado como el Mediterráneo todavía se hace más necesario.

La semana pasada, se reunían los ministerios de Industria y Defensa para poner en


marcha la construcción de un satélite de visión de la tierra que ayude a nuestro
país a vigilar sus fronteras. Sin embargo, en las declaraciones de ambos ministros ni
una sola vez se pronunció la palabra mar, ni la posibilidad de que este carísimo espía
del cielo pudiese ayudar en la vigilancia y prevención de los problemas tan serios que
llegan a nuestras costas a través de ella.

Y no lo dijeron, porque la cultura marinera de nuestra patria se perdió en


tiempos de Carlos III, y desde entonces nadie ha sido capaz de restaurarla. Solo
se han puesto parches. Y cuando hemos tenido barcos modernos para defender
nuestras costas de los variados ataques que recibe, los políticos decidieron
llevarlos a aguas lejanas, para hacer notar en el exterior lo que los ciudadanos
no percibimos en casa.

497
El Hespérides, por ejemplo, buque oceanográfico español, este verano estudia el
pingüino azul en la Antártida, en lugar de comprobar lo que ha hecho Odyssey en
los fondos marinos de nuestra competencia.

Y no es que las fuerzas de seguridad no hagan lo que está en su mano, que lo hacen,
lo que sucede es que sólo les llegan las migajas de un presupuesto que cuanta
poco con la mar. O, que reciben la orden de mirar para otro lado, porque parece
que las prioridades de nuestro país pasan por ser corteses mientras roban nuestros
pecios. También por gastar millones en repatriar inmigrantes. O por invertir dinero en
aprehender droga, para después quemarla. Contamos con pocos barcos de relevancia
para cubrir los miles de kilómetros de nuestras aguas.

El grave problema de la inmigración clandestina es una consecuencia acelerada de


no haber dotado a la muy variada policía marítima de más medios de
prevención. La fama que ostenta nuestro país como receptores de los mayores
cargamentos de droga desde el otro lado del Atlántico nos la hemos ganado a base
de desidia, improvisación en la mar y falta de interés por la misma.

Por no hablar de los últimos robos de nuestro patrimonio sumergido, que sólo este
año ha batido todas las marcas con la Operación Bahía en el Puerto de Santa María.
El intento de expolio en la ría de Vigo, o el atraco perpetrado por los piratas de
Odyssey, que han logrado “limpiar” el Mar de Alborán Español, alegando
después que hallaron un tesoro lejos de cualquier país.

Sin embargo, cuando se permite que bandas de facinerosos naveguen con


impunidad delante de las narices de quienes deben hacer cumplir la Ley, uno no
puede llamarse a engaño y buscar coartadas, cuando ahora debemos pagar las
carísimas minutas de unos abogados, para que nos devuelvan lo que nunca
debieron llevarse.

EL CUIDADO DE LA MAR
El Mundo
Lorenzo -Pipe- Sarmiento de Dueñas
Abogado maritimista, escritor y periodista de temas de mar,

Parece increíble que sigan llegando pateras a las costas españolas. El abultado
fracaso que esto representa para nuestra seguridad es de una contundencia sin
precedentes en la reciente historia de la humanidad. Cuando los balseros cubanos,
los Guardacostas Norteamericanos controlaron la situación desde el primer momento.
Lo mismo sucedió en Italia y Venezuela en los años treinta, o en cualquier país
civilizado que se haya visto invadido por mar por ingentes cantidades de personas
movidas a golpe de talonario por las mafias.

498
Para que ustedes comprendan por qué sucede esto y puedan extraer sus propias
conclusiones, me limitaré a contarles la reunión que se celebró en Cartagena hace
unas semanas, a la que debían acudir representantes de todas las instituciones
nacionales que tienen alguna competencia en los asuntos de la mar. Tuvo lugar en el
Palacio de la Capitanía Marítima, presidido por el Almirante en jefe.

Acudieron el Gabinete de Actuación Concertada para la Mar, la Dirección


General de la Guardia Civil, la Dirección General de la Policía, la Dirección
Adjunta de Vigilancia Aduanera, la Dirección de la Marina Mercante, la
Sociedad de Salvamento Marítimo, la Secretaría de Pesca, la Cruz Roja del Mar,
la Dirección General de Salud Pública, el Centro Nacional de Coordinación
Antiterrorista, el Ejército del Aire, el Estado Mayor de la Armada, la Fuerza de
Acción Marítima, el Ministerio de Trabajo y el de Medio Ambiente: estos
últimos, aunque sea paradójico, también tienen barcos para vigilar los parques
naturales marítimos y la salud de los pocos tripulantes de barcos de pesca que van
quedando, por lo que la presión de la pesca profesional nos sigue costando millones.

Asómbrense: todos los estamentos que he enumerado están relacionados con la


mar y su cuidado o protección.

El país que mejor defiende en el mundo sus costas, los Estados Unidos, sólo tienen
un cuerpo profesional y especializado de Guardacostas, que viene funcionando
desde 1889. Francia, Alemania o Gran Bretaña, a lo sumo, tienen dos o tres
instituciones con competencias en el control de sus fronteras marítimas, pero
unificadas en su mando.

Sin embargo, en nuestro país, en la tierra de los pícaros, de los iluminados a


perpetuidad, para tomar decisiones en lo marítimo se tienen que poner de
acuerdo toda esa “pandilla” que les he referenciado, tras ágapes, broncas, cursos
y celebraciones millonarias.

Comprenderán que nuestra ineficacia viene dada por la cantidad de gentes que
manejan informaciones, en el que cada uno pretende jugar en solitario para
ponerse la medalla, sin que importe el bien general; vamos, la seguridad de los
españoles, que somos quienes les pagamos el sueldo.

A lo largo de nuestra última etapa en democracia nadie se ha preocupado de los


asuntos de la mar. Así, hemos tenidos Prestiges varios, cayucos hasta cifras que
serían cómicas sino fuera porque en ellos llegan seres humanos; además de toneladas
de drogas como para llenar diez estadios de fútbol. Tanto esfuerzo, para confiscar
solamente el 15% de lo que llega a nuestras costas. Además del expolio de todos
nuestros pecios, las invasiones de especies dañinas para nuestros ecosistemas, y
las enfermedades provenientes de otros continentes, a las que Sanidad Exterior
Portuaria no puede cubrir con las dos personas que, como mucho, hay en los grandes
puertos.
499
Unir fuerzas, que en principio parece de sentido común, no acaba de entrar en las
cabezas de quienes tienen responsabilidades de gobierno.

En unos años volverán a reunirse; pero esta vez se sumarán los Consejeros de Marina
de cada autonomía. Los de Costas, los de Puertos, además de las asociaciones de
Chiringuitos Playeros y Colocadores de Hamacas.La de Recolectores de Berberechos
y la de Chirlas y Crustáceos. Las de Pulgas Marinas y las de Pulpos. Y en ese plan.

Así, hasta completar mil voces, que seguirán sin hacer posible que alguien se entere
de una vez que una gran parte de nuestros males como nación llegan por la mar.
Que la única manera de vigilar nuestras fronteras marítimas es encargárselo a
un mando especializado y profesional, del que todavía en el siglo XXI carecemos
para vergüenza de todos.

TERCERO- Lo que veníamos denunciando desde hacía lustros ahora lo


veíamos impreso en documentos oficiales.

Sabemos que al Presidente Rajoy le causó mucha irritación lo que había


sucedido con Odyssey, pues humillaba a nuestro país y daba una imagen
indigna para ser una nación de primera línea. Por ello, decidió poner toda la
carne en el asador para que no volviese a ocurrir.

Lo primero, como ya hemos dicho fue implantar el Servicio de Vigilancia


Marítima. Más tarde, el Consejo Nacional de Seguridad Marítima: este es
le texto que se hizo público, y nos enviaron.

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Los resultados en relación a los expoliadores submarinos no se hicieron
esperar: Vigilancia Marítima intercepto dos barcos de una misma compañía
con banderas de conveniencia y armadores ficticios en Singapur operando
en nuestras aguas. El primero se posicionó en la línea divisoria entre la zona
contigua, 24 millas, y esa parte de la zona económica exclusiva que nos
repartimos con Marruecos, en las que nuestras autoridades también
pueden exigir el cumplimiento de nuestras leyes.

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El segundo barco era un viejo conocido de España; el Ocean Alert, que
Odyssey vendió a un caza pecios sueco. Había llevado el nombre de John
Leitbridge cuando fue detenido en Galicia por tratar de expoliar en la zona
donde está hundido el Santo Cristo de Maracaibo. El Mundo, ABC y otros
medios publicaron la noticia.

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CUARTO-. En el mundo de la Cultura también se hicieron cambios en
relación al patrimonio sumergido. El ministro de Cultura, Antonio Molina, se
tomó el asunto muy en serio desde su llegada al Ministerio, y propuso
unas cuantas iniciativas, pero como era el sustituto de la inefable Calvo
éstas no llegaron muy lejos, a pesar de diseñar el Plan Nacional Para
la Protección del Patrimonio Sumergido. Cuando el PP llegó al poder
en 2011, quedó en manos de su pretencioso sucesor que no hizo nada,
hasta la llegada al Ministerio de Méndez de Vigo, que lo reactivaría
de nuevo.

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CINCO-. En 2008 Antonio Molina logró cambiar el funcionamiento de lo que
hasta entonces se llamaba Museo Nacional de Arqueología Marítima,
dejándolo en Museo Nacional de Arqueología Subacuática. Pero lo
más importante fue que, para regir el mismo, se constituyó un Patronato
presidido por el ministro de Cultura, del que forman parte el secretario de
Estado para la Investigación, el subsecretario del Ministerio de Defensa, el
director de la Policía y la Guardia Civil, y el presidente de la Autoridad
Portuaria. Además del presidente de la región de Murcia y el alcalde de
Cartagena; y como no, el director del Centro. Con ello se asegura la
imparcialidad de los trabajos que se acometan.

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.

SIETE-. En Andalucía, el lugar más sensible a los expolios por los muchos
barcos antiguos que naufragaron cerca de su costa, el Presidente
Chavez, alertado por la situación, cambió la Ley de Patrimonio Andaluz,
introduciendo más protección y coordinación a la hora de tomar decisiones
sobre el patrimonio. Le acabábamos de mandar nuestro libro Tesoros
Sumergidos, que incluye las leyes que los protegen. También adjuntamos
una carta con explicaciones sobre Odyssey.

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Otras comunidades autónomas también han realizado, o están ultimando las
cartas arqueológicas de sus costas con el patrocinio del Ministerio de
Cultura. Desde la llegada del actual Gobierno no se sabe qué pasará
con estos asuntos, aunque los cambios importantes ya se han hecho
durante los siete años del Gobierno de Mariano Rajoy, y no es probable
que se toquen, pues saben que los medios de comunicación seguimos
muy de cerca todo lo relacionado con estas noticias, en las que la
ciudadanía por n ha tomada parte activa.
En las travesías que mi mujer y yo hicimos de Barcelona a Cádiz a lo
largo de la costa Mediterránea nunca vimos un patrullero español. Desde
2012 las cosas son diferentes, y no hay una sola singladura en la
que no compartamos la mar durante un rato con nuestros guardacostas: la
Armada cuando estamos a más de doce millas, y la Benemérita de la
Mar cuando lo hacemos dentro de ellas. Ahora sabemos que estamos
protegidos por satélites con una doble función: identificarnos y ayudarnos
si les necesitamos.
fi
Hasta esa fecha navegábamos por alta mar con las carísimas balizas EPIR
que, desde el centro CORPAS de Toulouse podían desviar cualquier barco
cercano en caso de encontrarnos en apuros. Ahora no hace falta, al
menos en el Mediterráneo, donde Vigilancia Marítima nos protege: un
logro para los navegantes, y una maldición para los delincuentes.

527
En los diferentes litigios que el Estado mantuvo con los expoliadores
surgieron problemas a la hora de aplicar la inmunidad en nuestras aguas
a los barcos extranjeros. Por ello, el Gobierno de Rajoy confeccionó una
ampliación al Reglamento sobre Inmunidad de las Naves Extranjeras,
que permite no tener que esperar la ratificación de las disposiciones
de la ONU que, desde 2004, todavía no han entrado en vigor, a pesar
de que España entregó su adhesión.
Los dueños del buque Louisa detenido en el Puerto de Santa María
en la operación Bahía demandó a España ante el Tribunal del Mar
reclamando una inmunidad que el barco no tenía. España ganó el litigio
porque habían cometido varios delitos. Cuando se produjeron las
detenciones de los barcos de Odyssey en Algeciras surgieron los mismos
problemas, que los letrados del Estado solventaron con mucha dificultad.

Por ello, España volvió a regular dichas inmunidades en la Ley Orgánica


de 27 de octubre de 2015, y que hoy afecta a todo barco extranjero que
entre en nuestras aguas. Además precisa cuáles de ellos son de Estado y
qué obligaciones han de cumplir para considerarlos como tales.

Otro paso de reciprocidad para con los países que todavía no han suscrito la
Convenciones del Derecho del Mar y la de Protección del Patrimonio
Sumergido, como Estados Unidos e Inglaterra. A partir de esa fecha
estamos cubiertos cuando España aborda naves que no cumplen nuestras
leyes. Un esfuerzo extraordinario del Gobierno del Partido Popular, que
se tomó muy en serio los problemas que nos ocasionaron los caza
pecios por no tener leyes específicas de protección.

Mucha gente no sabe que la Armada no pudo intervenir de forma directa en


el caso Odyssey por carecer de jurisdicción. Ahora la tiene a través de
Vigilancia Marítima, que puede advertir, detener, expulsar y poner a
disposición de la justicia, por medio de la Guardia Civil del Mar, a los que
vengan a aguas españolas a cometer delitos.

Cuando las detenciones de los barcos de Odyssey en nuestras aguas, la


Guardia Civil de la Mar fue la que interpuso las denuncias en los juzgados.
La Armada no puede hacerlo, por ello ahora detecta, expulsa o
acompaña al barco hasta la entrega a la policía.

Lo mismo sucede cuando se aprehenden drogas: las patrulleras del


Servicio de Vigilancia Aduanera son tripuladas por marinos mercante,
pero a bordo van policías nacionales para poder practicar las
detenciones.

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DIEZ-. Otra novedad importante, que también pasó desapercibida, fue
la aprobación de la Ley de Navegación Marítima de 2014, en la
que se incluyen conceptos relacionados con los problemas que
generan los pecios hundidos y la detenciones de los barcos piratas.

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ONCE-. No menos importante ha sido el cumplimiento de los
compromisos aceptados por el Ministerio de Cultura para reclamar
cuantos pecios de estado se pretendan expoliar en cualquier parte del
mundo. Por ello, el abogado de España en los Estados Unidos para
estos litigios, impugnó en 2015 el intento de apropiación de dos barcos
de estado españoles por una empresa estadounidense, ganando el litigio
en sus dos instancias judiciales.

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Y, en cuanto Colombia anunció que tenían evidencias de que habían
descubierto el pecio del galeón español San José, que se hundió en 1708,
España se dirigió por vía diplomática al Ministerio de Cultura Colombiano
para que nos dieran detalles, al tratarse de un buque de estado español.

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DOCE-. Otra de las prácticas que venimos denunciando durante estos
años es la obligatoriedad de que embarquen arqueólogos en todo
buque que realice en nuestras aguas actividades de colocación de
cables, tuberías o conducciones, ya que los operadores de robots que van
analizando el lecho marino encuentran pecios, y algunos venden dicha
información a los caza tesoros. En octubre de este año, una filial de Iberdrola
descubrió un submarino alemán de la I Guerra Mundial cuando colocaba un
cable submarino, y lo comunicó a las autoridades. Algo preceptivo para
cualquier barco que trabaje en nuestros mares territoriales.

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Tras cincuenta años de una vida en la mar muy intensa, podemos
jubilarnos tranquilos sabiendo que nuestras leyes y fuerzas de seguridad se
han puesto al día y ejercen plenas funciones en el cuidado y protección del
mar español con normas del siglo XXI. Esa labor de vigilancia, que muchas
veces hemos realizado los ciudadanos, pasando noches en vela y
guardando las posiciones de los barcos sospechosos que nos daba el AIS,
ahora la hacen, y mejor que nosotros quienes deben hacerlo, Vigilancia
Marítima.
Y cuando haya una crisis en nuestras aguas jurisdiccionales Seguridad
Marítima, integrada dentro de la Seguridad Nacional, convocará a las
personas más capaces para tomar decisiones. Se acabó el protagonismo de
políticos y funcionarios que, durante tantos años, han puesto en jaque
nuestra dignidad, y en peligro nuestros barcos hundidos, la calidad de
nuestras aguas, o la libertad para mover drogas y pateras por ellas.

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LAS DUDAS QUE NOS QUEDAN
Es cierto que el periodismo de hoy es de coger y tirar, asediados por la
cantidad de noticias a las que los medios tienen acceso. Antes, las agencias
marcaban la calidad de las noticias que dábamos tras sacarlas del teletipo, y
empleábamos un rato en analizarlas y clasificarlas por importancia. Hoy son
tantas y de partes tan diferentes del mundo que parece normal informar de
asuntos de China o Somalia, mientras dejamos de lado noticias cercanas
que podrían interesar más a nuestros lectores.

El tema Odyssey terminó en 2012 para todos los medios de comunicación.


Solo cuando Vigilancia Marítima expulsa a un barco de nuestras aguas el
departamento de prensa del ministerio de Defensa emite una nota, y
algunos medios se interesan en ella. Pero el caso Odyssey alcanzó tal
magnitud, que ahora los ciudadanos saben de qué se trata.

Sin embargo es una lástima que noticias importantes relacionadas con


lo que realmente pasó en nuestras aguas hayan pasado desapercibidas:
como la que publicaron ABC y el Diario de Cádiz sobre un testigo, que
tuvo tratos con los piratas y supo de otros expolios en el Mediterráneo.

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Este experto buceador profesional aseguró:

“En febrero y marzo sacaron monedas de oro que yo vi, y dieciséis


cañones unos meses antes. Nos dieron un buen palo”

Ratificando lo que nosotros vimos ejecutar durante tantos años, pues es


ingenuo pensar que una compañía privada pueda pasar ocho años
trabajando en la mar con una tripulación de treinta personas sin obtener
rentabilidad, cuando sus costes se acercan a los 20.000 dólares diarios.

Han tenido que pasar siete años más para que otro importante testigo
ratificara el expolio en nuestras aguas del mar de Alborán: Roger
Dooley, principal asesor del Gobierno de Colombia en el asunto del San
José. Estuvo en España en septiembre de 2019 buscando información en
el Archivo de Indias, un lugar en el que dice haber trabajado muchas veces.

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Desde ABC, Jesús García Calero se indignó con razón cuando supo que
este tipo seguía campando libremente por lo archivos españoles donde se
guardan los documentos sobre naufragios de nuestros barcos históricos.
Y publicó un artículo contundente, avalado por José María Lancho, que
denunciaba varios tipos penales. Además entrevistó a historiadores y
diplomáticos sobre cómo era posible que un caza pecios pudiera
obtener documentos con total libertad sin otro requisito que su pasaporte.

Las respuestas que le dieron los funcionarios de Cultura son tan


sorprendentes como estúpidas, propias de gente a la que le interesa muy
poco lo que protegen.

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Hay que recordar que el investigador e historiador Claudio Bonifacio fue
detenido por haber dado información a los caza tesoros de la Operación
Bahía. Requisados sus archivos y condenado a pagar 400 euros. Este es
otro fleco que falta por resolver para acabar con los caza tesoros. Pues,
aunque ya no puedan expoliar en nuestras aguas, lo seguirán haciendo
en aquellos lugares del mundo donde hay pecios españoles.

Es aberrante que no haya cambiado nada respecto a estas


consultas a nuestros archivos, muchas de las cuales pueden hacerse por
Internet. Dada la transcendencia de lo que guardan, se deben establecer
limitaciones, como sucede con los documentos que afectan a la
SEGURIDAD NACIONAL, ya que hacen referencia a ella, pues de su estudio
nos expolian patrimonio, dañando nuestra seguridad documental y
patrimonial.

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En cuanto al caso del galeón San José, la próxima batalla
diplomática o judicial, está por ver cómo terminará, pero los medios
de comunicación españoles han publicado muchas noticias,
dejando evidencia del interés que despierta en la población.

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Tras la salida del Presidente Santos de la jefatura del Gobierno de Colombia,
el nuevo mandatario, Ivan Duque, cambió de postura respecto al pecio del
San José. Santos había modificado la Ley de Patrimonio de su país en 2013,
introduciendo novedades que liberaban la comercialización del patrimonio,
para pagar con él la factura de la empresa que descubrió el pecio, y que
lleva veinte años pleiteando contra Colombia, tantos en los Estados Unidos,
donde perdieron por prescripción, como en Colombia, cuyo Tribunal
Supremo ha emitido una sentencia muy ambigua, que deja la puerta
abierta a diferentes interpretaciones.

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Es un asunto en el que España deberá utilizar la diplomacia, como así
parece que han acordado los gobiernos de Sánchez y Duque, y
podría acabar con la ubicación del patrimonio arqueológico que se
rescate en un museo en aquellas tierras, que sirva de vehículo de
concordia y comunicación entre ambos pueblos.

Es importante el cambio de postura de España respecto a la protección del


patrimonio sumergido, más allá de adhesiones a tratados
internacionales, dejando claro testimonio de que defenderemos cualquier
barco de estado que se intente expoliar, con independencia de las aguas
donde esté ubicado.

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INCOGNITAS POR RESOLVER

1º-. Por qué se ha negado y ocultado que las aguas donde se expoliaron
una parte de las monedas son portuguesas, y que tuvimos que
pedir permiso a Portugal para operar en ese lugar.

Nos han vuelto a mentir. Saben que se extrajeron de la zona


económica exclusiva de Portugal, reconocida por la ONU, tras la
firma de la Convención sobre el Derecho del Mar. En estas cartas
oficiales de sus aguas jurisdiccionales podemos comprobar que
son aguas lusas.

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Es incomprensible, por tanto, las declaraciones del Ministerio de Cultura
cuando realizaron las tres expediciones a lo que aseguran ser el pecio de
la Mercedes. Solo en la tercera campaña en 2017 nombran a los
portugueses, y les llaman “observadores”, a pesar de mantener con ellos
largas negociaciones desde 2007 para poder operar allí, y que las posibles
reclamación de esas aguas por parte de Portugal no perjudicara el
proceso judicial en los Estados Unidos. Sin su permiso España no
habrían podido estar allí.

Lo cierto es que los portugueses exigieron vigilar lo que hacía España


en sus aguas, y embarcaron dos arqueólogos y un técnico
en conservación, dejando claro que el buque Sarmiento de Gamboa,
utilizado en esa campaña, operaba en aguas portuguesas.

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Esta es la nota de prensa emitida por la Dirección de Patrimonio de
Portugal.

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Por lo que no son ciertas ni comprensibles las afirmaciones de los
expertos, políticos, funcionarios y periodistas cuando aseguran que el
expolio se produjo en aguas internacionales: no es verdad, como se
desprende del comunicado oficial portugués, tal como ya
denunciamos hace años. Desde que en 2007 supimos que Odyssey
trabajó con un tercer barco en el Atlántico, manifestamos que lo hacían
en la zona económico exclusiva de Portugal. El diario más leído de
ese país lo publicó el 25 de agosto de 2017.

560
El artículo del Diario de Noticias nos cuenta otras muchas cosas en
relación a las pesquisas que hicieron el Ministerio de Cultura y la Armada
Española para tratar de saber dónde habían operado los barcos de Odyssey.
Desvela como el embajador de Portugal en Madrid, Moraes Cabral, mandó
un e-mail al Ministerio de Defensa Portugués pidiendo permiso para esa
búsqueda: lo clasificó de urgente, reservado, y que no fuese oficializado.

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En ese correo electrónico España pedía autorización para,
“Verificar 26 kilómetros -unas 14 millas náuticas, al sur del cabo de
Santa María, Faro, en ZEE, -Zona Económico Exclusiva- con un barco
de la Marina Española, por ser el lugar donde según dicen esta un
barco español que ha sido pirateado por una empresa privada, Odyssey.
España lo pide, lógicamente, con la presencia de oficiales portugueses
a bordo”
“La Marina Portuguesa nombró dos oficiales que embarcaron en un
barco de la Armada Española, e hicieron búsqueda con un ROV -robot
submarino-, en una operación que denominaron de carácter científico,
realizada en aguas territoriales portuguesas”
Y concluye este importante diario portugués:
“Portugal passa entao a ser referido nos tribunais da Florida como local
do afundamento do Nuestra Señora de las Mercedes”

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Nuestros funcionarios no han reconocido estos hechos, por otra parte
obvios para los conocemos el Derecho del Mar:

Odyssey expolió también en el Atlántico en aguas portuguesas.

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Y pudimos saber el secreto mejor guardado por Odyssey: la posición exacta
del pecio expoliado: 36º 50´ 35¨¨de Latitud Norte, y 8º 16´ 37´´de Longitud
Oeste.
Otros periódicos portugueses también se hicieron eco de la noticia, dejando
claro que el expolio de parte de esas monedas se llevó a cabo en su
Zona Económica Exclusiva.

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2º- Por qué se siguen haciendo afirmaciones sin base científica
sobre algunos materiales extraídos del fondo del Atlántico portugués.

Nos referimos a unos botones de uniformes navales entregados por


Odyssey junto a las monedas. La descripción dada por el Ministerio de
Cultura es que los botones pertenecían a un marinero del barco.

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Se trata de los botones de un uniforme de la Real Armada anterior a 1802,
pues en esa fecha se sustituyeron por otros en los que no estaba grabado
Marina RL. Pero la fragata Mercedes se hundió en octubre de 1804. Y la
pregunta es, qué hacían estos botones en el uniforme de un marinero
casi tres años después. Ni es lógico, ni tiene sentido.
Cultura se apresuró a inventar una romántica historia sobre un marino que
los guardaba de recuerdo en su petate.

A partir de esa fecha los uniformes solo llevaban un ancla. Este es el


botón que lucían en sus uniformes los marinos de la Mercedes.

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4º- El fraude del valor de las monedas.

Odyssey hizo público desde los Estados Unidos que habían recuperado un
tesoro valorado en más de 500 millones de dólares, con el objetivo de
que sus acciones se disparasen en bolsa. Algunos de sus accionistas,
incluidos los mandamases de la Compañía, multiplicaron por diez lo invertido.

La SEC, que vigila los movimientos de la bolsa norteamericana, abrió una


investigación que terminó con algunos sanciones económicas para
de ellos.

Sin embargo la realidad era otra: el cinéfilo Stemm pretendía engañar con la
estudiada colocación de unas cajas blancas compradas en España,
para dar la impresión de que había muchas monedas, y que su tesoro,
robado en nuestras aguas y en las de Portugal, era tan inmenso como su
estupidez y grandilocuencia.

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Si a este fiasco detectado por el director entonces del Museo Nacional de
Arqueología Subacuática, Javier Nieto, le restamos la minuta del abogado
de España en los Estados Unidos, que alcanzó la vergonzosa cifra de tres
millones de dólares, que todos hemos pagado gracias a la inoperancia de
tanto necio implicado en los permisos que se dieron a los piratas, el valor de
lo traído a España a penas llega a los cuatro millones de dólares, tras
añadir los ochocientos mil euros que el juez Pizzo nos concedió como
parte de la minuta que debía pagarnos Odyssey por sus reiteradas trampas
y zancadillas durante todo el proceso, y la cuenta del viaje a España.
Sabemos que para los arqueólogos el dinero no tiene importancia. Aseguran
que el valor es lo de menos. Es verdad que ellos cobran sus sueldos pase
lo que pase, mientras que los españoles, por lo general, debemos buscar el
pan debajo de las piedras y, por tanto, tenemos otro sentido de la economía.
Somos muchos los que pensamos que la arqueología, como otras
disciplinas sustentadas por lo público deben financiarse en parte por sí
misma, como lo hacen otros países de nuestro entorno con fundaciones y
desgravaciones para quienes invierten en ello, y de esta manera no cargar
sus abultadas facturas, en general con nulo sentido del ahorro, en el
Presupuesto Nacional. Los funcionarios han de sudar la bata blanca como
cualquiera. Con ello se acortaría la gran distancia que hay entre la sociedad
y los científicos.
El modelo de investigación en nuestro país viene siendo un fracaso histórico
que ha terminado con nuestras mejores mentes trabajando en el extranjero.
En arqueología, de una forma más específica, nos solemos topar con gentes
arrogantes y soberbias, que no permiten que los demás, aunque tengan
experiencia, opinen sobre lo suyo, lo que provoca el alejamiento de la
población, y por consiguiente no les llegan las tan necesarias aportaciones
de la sociedad para que puedan seguir siendo felices con sus idílicos
trabajos, por otra parte, necesarios.
A lo largo de cincuenta años venimos observando estos comportamientos
sujetos al enchufismo académico, el intercambio de favores y la endogamia.
Cuando no de una forma soporífera de entender la enseñanza. Nosotros que
hemos educado a nuestros hijos en el sistema anglosajón lo notamos
especialmente. Por ello, los libros técnicos se han convertido en
instrumentos de favor entre elites académicas, editados en números
inferiores a cien. Hay que abrirse a la sociedad que paga nuestro trabajo:
debemos entusiasmar a los jóvenes para se impliquen en estas
apasionantes materias; pero debemos abrirles las puertas, no cerrarlas para
conservar el sillón.

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6º-Y el mayor de todos los misterios: no hay un solo documento
oficial, que los hay y muchos, que testimonie que la fragata
Mercedes se hundió a 34 millas de la costa de Portugal, en su
zona económica exclusiva: sino todo lo contrario. Esto dijo el ABC:

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Son tantas y tan numerosas las pruebas de que la fragata Mercedes no se
hundió tan lejos de la costa, menos aún al explotar e irse a pique en unos
minutos, que da rabia que los acólitos del gobierno se hayan plegado a esa
teoría sin ninguna prueba. No cabe la difundida sobre la identidad de unos
cañones, pues ese tipo de piezas de artillería se fabricaron en grandes
cantidades, y estuvieron embarcadas en muchos buques de nuestra Armada
Real.

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7º-Expertos consultados dicen que el punto dado por Odyssey
podría pertenecer a los restos de los navíos Real San Carlos y San
Hermenegildo.
Atacados por navíos ingleses, se abordaron y se incendiaron a la altura
de Santi Petri. Durante horas trataron de sofocar el fuego, derivando al
Oeste. Cuando las llamas alcanzaron las santa bárbaras, explosionaron,
tal como le pasó a la fragata Mercedes. Durante ese tiempo pudieron
alcanzar la posición en la que Odyssey expolió. Esa noche soplaba un
fuerte viento de levante, y la corriente era vaciante hacia el Atlántico.
Dichos naufragios forman parte de la historia más negra de nuestra
Marina de Guerra, pues se fueron a pique por fuego amigo, al confundirse
con los barcos ingleses que les atacaban. Mil ochocientos españoles
murieron, el doble de los que sucumbieron en Trafalgar.

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El jefe de la escuadra, nuestro paisano José de Mazarredo, que tomó
declaración a todos los supervivientes, escribió este informe el 4 de
agosto de 1801.

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Y este es el informe del Capitán Keats que lo vio desde el navío
Superb, en el que deja claro que ellos no provocaron la catástrofe; se
debió a fuego amigo entre dos navíos españoles.

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Todos los informes y declaraciones de los testigos de esta enorme
tragedia naval desaparecieron cuando, en 1975, se incendió el archivo
de San Fernando: una gran pérdida que nos priva de cotejar datos de
fuentes fidedignas, como las declaraciones de los supervivientes, y las de
los marineros de otras naves, que buscaron durante días restos de los dos
navíos. Quizás estos naufragios sean el secreto mejor guardado de
nuestra Armada, del que nunca se habla, y no se quiere investigar.

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Navío San Hermenegildo

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8º- Contamos con alguien que sabe todo lo que hizo Odyssey en
nuestras aguas: es español, y participó como operador del robot ZEUS
desde diciembre de 2005 a mayo de 2007.
A día de hoy los jueces no han querido tomarle declaración, a pesar de que
así lo viene solicitando reiteradamente José María Lancho, abogado de la
acusación privada en el procedimiento por expolio abierto en el juzgado nº 3
de la Linea de la Concepción desde 2007.

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Este gallego nacido en Bayona tiene la llave de la verdad, por lo que es
necesario que se le obligue a decir lo que sabe, tal como solicita el
abogado de la acusación, compareciendo como testigo: un trámite en el que
estás obligado a decir la verdad, so pena de ser acusado de perjurio.

Que el Estado siga oponiéndose demuestra lo que esconden, y evidencia


que no quieren que este técnico hable. Es insólito que todavía no se le
haya citado de forma oficial, a pesar de las reiteradas peticiones para
que comparezca en los juzgados de la Línea.

Cuando le entrevistó la periodista del Faro de Vigo, María Villar, mantuvo


todo tipo de reservas, y no accedió a hablar de nada que no fuese su vida
en la mar manejando robots submarinos: primero, para Telefónica
colocando fibra óptica; desde 2003, con el Zeus de Odyssey: la máquina
que encierra los misterios de este saqueo de nuestros fondos marinos.

Y con esta empresa permaneció hasta 2016. Es cierto que de contar


que había participado en la comisión de dichos delitos, la justicia iría contra
él, y le acusarían de varios tipos penales.

Hoy, este gallego trabaja para una de las grandes compañías de


operaciones submarinas: la noruega Bourbon, donde sigue manejando
robots, aunque ahora lo haga de forma legal y libre de sobresaltos.

Por su parte el abogado de la acusación sigue tratando de conseguirlo,


aunque de momento no lo ha logrado, a pesar de que el informe de
la Fiscalía es contundente respecto al expolio. El Estado miente y
esconde cuestiones muy graves.

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9º-. El triste espectáculo del Juzgado número tres de la Linea de
la Concepción ante las denuncias de expolio por parte de la Guardia
Civil, el Ayuntamiento de San Roque, y otros particulares.
Para poner las cosas en su sitio, la primera denuncia que se interpuso a
Odyssey la presentó de oficio la Guardia Civil de la Mar en enero de 2006
por desacato, cuando los yanquis se negaron a salir de nuestras aguas
frente a Sotogrande. La segunda vino unos días después por parte de, D.
Manuel Melero, Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de San Roque,
cuando conoció el expolio a través de las pruebas que le mostramos tanto
nosotros como Antonio Muñoz, de Ecologistas en Acción.

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Ya en 2008, tras la querella presentada por el letrado José María Lancho,
el Ayuntamiento de San Roque se personó en las diligencias previas
855/07, aunque el juzgado, de forma sorprendente, lo rechazó.

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Desde la interposición de las querellas en la la Línea, el Gobierno se
opuso a que se pudiesen destapar hechos que no interesaban para el
proceso contra Odyssey en los Estados Unidos. De haber autorizado
a la fiscalía a realizar las trascendentales pruebas testificales solicitadas
por los querellantes, habría cambiado lo actuado hasta la fecha, pues, sin
duda, irían en contra de las peregrinas teorías gubernamentales, cogidas
con alfileres, y que parte de la población no creía.

No obstante, y a pesar de recibir reiteradas peticiones por parte de


Cultura para que callase, Jesús García Calero, redactor jefe de cultura
en ABC, dio voz al letrado, y denunció el comportamiento del Juzgado
que, a fecha de hoy, sigue sin tomar declaración a los testigos
propuestos. Ya hemos dicho que es de importancia capital el piloto del
Rov Zeus, Roberto Blanch: ciudadano español que vive en Galicia.
También al testigo protegido del que ya hablamos en páginas anteriores,
que aseguró a la UCO que se habían expoliado otros muchos pecios en
el Mediterráneo.

Lo que parece claro es que el Ministerio de Cultura y la Fiscalía lo están


dificultando, dejando evidencia de que no quieren saber la verdad de lo
acontecido.

Es verdad que la querella criminal interpuesta por el abogado José María


Lancho en representación de unos particulares altera la idílica situación
de quietud en el juzgado de la Linea, pues los estamentos oficiales
aceleran o aminoran en función de lo que convenga a la Administración
del Estado. Todos sabemos que estas investigaciones están
teledirigidas por los políticos y sus funcionarios afines, por lo que solo
los jueces pueden poner orden en tanto desatino. Sin embargo,
como en España la justicia es rogada, esto es, se inicia a instancia de
parte, los fiscales son los que pueden desbloquear la situación, como de
hecho hizo una fiscal que, al poco tiempo, cambió de destino.

Quienes hemos ejercido la abogacía lo sabemos, por ello al experto


abogado José María Lancho no le puede sorprender; pero de ahí a que le
sancionen y condenen en costas tras su apelación al más alto Tribunal por
denunciar ineficacia del juzgado de la Linea, abre las puertas a lo que
siempre supimos quiene descubrimos este asunto, lo denunciamos y
fuimos perseguidos por ello: nada relacionado con Odyssey está claro:
ni la supuesta Mercedes, ni las aguas donde expoliaron, ni las razones
de tantos permisos.

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El informe de la fiscal fue contundente respecto a la obligación del Estado
de investigar unos hechos que parecen contundentes, al menos en su
primera fase.

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Leyendo estas noticias publicadas por ABC, es cierto que parece que
estamos hablando del juzgado de un país del tercer mundo, y no de la
justicia de un importante miembro de la Comunidad Europea. En la primera
parte de este trabajo ya expusimos cómo nos trataron esa banda de
facinerosos que llegan al poder para medrar y convertir los derechos
constitucionales de los españoles en meras teorías. Ahora, con el
Gobierno actual de corte Frankenstein, todavía será más difícil que
esta cuestión prospere, a pesar de los denodados esfuerzos de los pocos,
que no nos conformamos con el sempiterno ¡ porque sí, porque lo digo yo!
a lo que tan acostumbrada está nuestra generación.

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Pero es más esperpéntico si cave que, en 2001, España participó
junto a Odyssey en la extracción de un cañón y otros dos objetos en el
mar de Alborán, frente a la Línea y Sotogrande, en la posición donde
más tiempo permanecieron después los barcos de los norteamericanos, y
todavía nadie haya ido a comprobar de qué pecio se trata.
Sin embargo la Administración ha estado en tres ocasiones con los
barcos del Instituto Nacional de Oceanografía en las coordenadas
náuticas que Odyssey dijo era el lugar de donde habían sacado las
monedas, y de las que sus técnicos han extraído un par de cañones y
otros objetos relacionados con un barco español que se fue a pique en ese
lugar. Los trabajos se publicaron en estos dos documentos:

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Este es el Rov que utilizaron. Comprado en principio por Salvamento
Marítimo, lo utilizan otros organismos del Estado.

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También es un misterio que el Ministerio de Cultura no quiera saber
nada del pecio que Odyssey dijo que pertenecía a la fragata inglesa Sussex,
que se encuentra en nuestras aguas, localizado con una precisión
de milímetros, y del que contamos con un estudio muy completo
con fotografías de sus cañones, anclas, y el conjunto de la nave
desperdigada en un área concreta del lecho marino.

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En este informe Odyssey cuenta las relaciones que tuvo con el
gobierno Español en 2001, embarcando a dos técnicos de nuestro país
que siguen depositadas en el museo Nacional de Arqueología Subacuática.

En la página siguiente podemos leer las diferentes piezas que extrajeron del
pecio con la supervisión de nuestros técnicos.

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El Manifiesto, del que forman parte un gran número de intelectuales
hispanos, publicó un soberbio artículo que resume con mucha precisión
lo que de verdad sucedió. A pesar de que jamás tuvimos contacto con
ellos, de su lectura se desprende que conocían bien los hechos.

Durante ocho años tras la entrega de las monedas por decisión de los
tribunales norteamericanos, hemos seguido investigando y observando lo
que hacía la administración. Como el PP no fue el responsable del expolio
hizo grandes cosas, pero ahora que la inefable Calvo es vicepresidenta
se volverá a esconder, trapichear y ocultar la verdad.

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Y concluimos este trabajo haciendo nuestras las palabras de algunos
periodistas de diferentes medios de comunicación: desde Televisión
Española a la TF1 de Francia, o la televisión pública alemana: nos
llamaron “verdaderos quijotes españoles”. Algo de agradecer al
referirse al más grande de los escritores: tanto, que el personaje supera en
fama al escritor, y que además dedicó a un pariente nuestro, el duque de
Bejar, relacionados con los Sarmiento varias veces, con los que
compartimos sangre. También nos es muy cercano cuando se refiere a la
población de Esquivias donde nació su mujer, Catalina de Salazar en
1565. Testigo de su boda fue Pedro de Gamboa, familiar de Catalina,
del que descendemos los Gamboa de Illescas.
Y sí, es verdad, amamos a los protagonistas de esa novela porque ser
quijote es amar lo inútil; es arriesgar la vida para salvar a otros.
Oponerse siempre al abuso y que te duela. También tratar de
mantener la supremacía del individuo frente a la masa irracional; pero
sobre todo decir las verdades sin temor a sus consecuencias. Es,
en definitiva, hacer lo que se debe antes de lo que se puede
o conviene. Creo que esto quiere hacernos ver Cervantes.

633
APÉNDICE

supuesto pecio de la

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638
639
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Esto escribía en 2003

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Y esto en 2008

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Esto es una consecuencia más de nuestro trabajo de denuncia

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Y otra importante consecuencia es cuando España ha decidido
poner en marcha todo su potencial formativo.

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