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SARMIENTO

Lorezno Sarmiento de Dueñas

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HISTORIA DE DOS ESPADAS
Bernardino y Diego Sarmiento

Lorenzo Sarmiento de Dueñas

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Corría el año 2012, cuando en un altillo de la casa de mis padres
en Getxo encontré un pesado paquete envuelto en telas muy
antiguas. Mi padre acababa de morir tras cinco años de una
enfermedad neurológica que no le impedía hacer una vida de
aspecto normal, aunque ya no identificase a sus familiares de
forma clara: tenía 88 años muy bien llevados.
Durante los años de enfermedad, en mis visitas a su casa
ordenaba los armarios y cajones de una gran vivienda de 300
metros cuadrados repleta de altillos. Sin embargo, hasta ese
momento no había visto este pesado paquete guardado en lo
más profundo de uno de ellos junto a una maleta pequeña de
cuero repleta de papeles antiguos. Posiblemente, él tampoco
recordaba lo que era.
Con emoción, fuí desembalando el paquete hasta llegar a dos
viejísimas espadas totalmente roñadas con las empuñaduras
carcomidas por las polillas. Mi sorpresa fue grande cuando en
una pude leer, Bernardino Sarmiento Conde de Ribadavia;
en la otra, Diego Sarmiento de Salazar.

Desde luego sabía quiénes eran, pues llevaba años estudiando


la apasionante historia de mi familia a través del trabajo que
hizo de ella mi bisabuelo Jerónimo Sarmiento, Maestro
Nacional, historiador y profesor de historia y literatura
en León. Por ello, conocía con precisión a todos nuestros
antepasados desde el siglo XI.
En la maleta había cientos de documentos y copias de otros,
algunos de los cuales estaban muy estropeados por el paso del
tiempo y la humedad. Recuerdo que, cuando murió mi abuela
Elvira Hueso y Mercadal, madre de mi padre, éste recogió
algunos objetos de su padre Lorenzo Sarmiento Ramos de la
casa familiar en San Sebastián y, supongo, que esta pequeña
maleta y las espadas fueron algunos de ellos, pues hasta entonces
nunca había hablado de ellos.
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En las cachas de las espadas se podía leer Arellano y Toledo,
por lo que me puse a buscar pistas en Internet. Enseguida
aparecieron páginas de estos forjadores toledanos, que llevan
haciendo armas desde el siglo XV y, como venían varios
teléfonos, llamé para saber más sobre mi descubrimiento.
Mantuvimos una larga conversación sobre espadas, y les di
cuenta de mi hallazgo. Me aconsejaron que se las enviase y que,
dependiendo de su estado, tratarían de restaurarlas lo mejor
posible. Y eso hice, las envié y esperé con impaciencia a que
me llamaran: no tardaron ni tres días, y me dieron la buena
nueva de que se podían arreglar cambiando la empuñadura de
madera y tratando la hoja con diferentes baños, todo ello por un
precio razonable.

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Al cabo de un mes me llegaron perfectamente embaladas con
unos preciosos certificados de autenticidad de la casa
Arellano. Cuando abrí el paquete me quedé perplejo de
lo que habían hecho con ellas pues, les mandé unos despojos
oxidados y me devolvían dos espadas maravillosas que
pertenecieron a mis antepasados, y que, a buen seguro, les
hubiera gustado que estuvieran en nuestro poder pues, de todo
lo que dejó Bernardino Sarmiento, conde de Ribadavia, conde
de Santa Marta, Adelantado Mayor de Galicia y del Cosejo
Real de los Reyes Católicos, a sus hijas Francisca y María, no
quedó rastro del mayorazgo dilapidado por s u s m a r i d o s ,
un En r í q u e z y u n M e n d o z a , a l t a n e r o s y arrogantes, a
tenor de las pruebas que fuimos recabando.

Anillo de Diego Sarmiento y Salazar, y su espada

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Espada de Bernardino Sarmiento, Conde de Santa Marta y Ribadavia. Adelantado de Galicia

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Armas de los Sarmiento, y anillo de Diego Sarmiento y Salzar
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Hoy, estas bellas e históricas armas lucen en mi estudio, aunque
todavía algunos “estudiosos” de la historia al servicio de
universidades y comunidades autónomas se atrevan a reescribir sus
vidas en base a papeles antiguos de contabilidad y documentos
incomprensibles de la época, que nada dicen de su carácter, sus
verdaderas vidas y sus relaciones con los demás. Hasta el extremo,
y por poner un ejemplo, estos tipejos se han atrevido a cambiar la
historia en la traducción de un documento trascendental para
España, como son las Capitulaciones de Granada, en las que
testimonian los nobles que contribuyeron a dicho éxito, como fue el
caso de Bernardino Sarmiento, que pasó muchos años guerreando
junto al Rey Fernando. Pues bien, lo han suprimido de la página de
la Wikipedia por Bernardino Mendoza, que en esa fecha tenía
nueve años, aunque en el documento original se puede leer con
claridad, Bernardino Sarmiento Conde de San Marta.

Esta y otras afrentas son consecuencia de haber perdido la


sucesión de varón en todos los títulos que cayeron en linajes
más modernos, y que se encargaron de enterrar a los
Sarmiento cuando caducaron los mayorazgos, tras
esquilmarlos y dilapidarlos, los Hijar, Alba y Medinaceli.

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Copia del original de las Capitulaciones de Granada en las que dos de sus
firmantes son Diego Sarmiento y Villandrando, conde de Salinas, y Bernardino
Sarmiento y Zúñiga, conde de Ribadavia, Adelantado Mayor de Galicia y del
Consejo Real de los Reyes Católicos.

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