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La segunda gran civilización que el mundo conoció fue la Egipcia, la cual está
mucho más documentada que la Sumeria. Egipto es nombrado en la Biblia desde
muy temprano, lo encontramos ya en las narraciones patriarcales (Gen 12.10ss;
21.21; 37.25; etc.) pero toma relevancia, para las narraciones Bíblicas, a partir del
Éxodo. A partir de entonces periódicamente se pierde de vista pero para
reaparecer de nuevo en algunos períodos de la historia de Israel. El hecho de que
Egipto abarque un período tan largo de historia hace que sea particular en el
Antiguo Testamento, ningún otro imperio estuvo presente tantos siglos en la
historia.
1
Egipto en DOUGLAS, J. Op. Cit.
moderno para Egipto Misr (ْ (صرْ م, está relacionado con el hebreo ) ִםי ַْ֫ ַר ְצ ִמ
Misrayim), una forma dual probablemente para referirse al alto y al bajo Egipto.”2
La religión egipcia nunca fue un todo unitario. Siempre hubo dioses locales a lo
largo del territorio, entre los que se encontraban Ptah, dios artífice de Menfis; Tot,
dios de la erudición y la luna en Hermópolis; Amón “el oculto”, dios de Tebas, que
sobrepasó a Mentu, el dios de la guerra, y se convirtió en el dios del estado en el
Egipto del 2o milenio; Hator, diosa de la alegría en Dendera; y muchos más.
Luego estaban los dioses cósmicos: primero y principal Ra o Atún el dios sol, cuya
hija Maet personificaba la verdad, la justicia, lo recto, y el orden cósmico; luego
Nut la diosa del cielo y Su, Geb, y Nu, los dioses del aire, la tierra, y las aguas
primordiales, respectivamente. Es el primer panteón de la historia. Lo que más se
acercaba a una verdadera religión nacional era el culto de Osiris y su ciclo (con
su mujer, Isis, e hijo, Horus). El culto egipcio contrastaba marcadamente con el
culto hebreo en particular, y con el culto semítico en general. El templo estaba
2
Ibíd. P.233.
3
A pesar de que el texto original de Maneto se perdió, esta clasificación de las dinastías egipcias
fue copiada por otros autores de la antigüedad, entre ellos Josefo, y es básicamente la que
todavía hoy está en uso.
aislado dentro de sus propios terrenos circundados por altos muros. Sólo el
sacerdocio que oficiaba adoraba en tales templos; y era sólo cuando el dios salía
en reluciente procesión en las grandes fiestas que el pueblo participaba
activamente en honrar a los grandes dioses. Aparte de esto, buscaban solaz en
los dioses domésticos menores. El culto de los grandes dioses seguía un patrón
general único, tratándose al dios igual que a un rey terreno. Se lo despertaba del
sueño todas las mañanas con un himno, se lo lavaba y vestía (e.d. su imagen),
desayunaba (ofrenda matutina), cumplía actividades, y se le daban las comidas
del medio día y de la noche (las ofrendas correspondientes) antes de retirarse a
dormir. El contraste no podría ser más grande entre el Dios de Israel—
autosuficiente y en constante vigilancia, con su sistema de sacrificios didácticos,
que simbolizaban la necesidad de la expiación (y los medios para efectuarla) a
fin de resolver la cuestión del pecado humano, y de sacrificios propiciatorios en
comunión en el tabernáculo o el templo—y esas deidades egipcias terrenas de
la naturaleza.
Al 3o milenio pertenecen los textos de las pirámides (así llamados por estar
inscritos en las pirámides de la dinastía 6a), un considerable cuerpo de
“encantamientos” que, aparentemente, forman rituales funerarios reales
increíblemente complicados, Los textos de los féretros del reino medio
(generalmente pintados dentro de los féretros en esa época), no son más que
colecciones de encantamientos mágicos para proteger y beneficiar a los
muertos en la vida del más allá; se inscribían guías especiales de geografía
“infernal”. Las complejas creencias de los egipcios sobre la vida de ultratumba
encontraron expresión en los términos concretos y materiales de un Egipto más
glorioso, ultramundano, gobernado por Osiris. Otras posibilidades en la
ultratumba incluían el acompañar al dios sol Ra en su viaje diario a través del
cielo y por el mundo inferior, o morar con las estrellas. El cuerpo era un agregado
material para el alma; la momificación no era más que un medio artificial de
conservar el cuerpo con dicho fin, cuando las tumbas pronto se volvieron
demasiado complejas como para que los rayos del sol desecasen el cuerpo en
forma natural, como ocurría en los sepulcros superficiales de la época
prehistórica. Los objetos dejados en las tumbas para uso de los muertos
generalmente atraían a los ladrones. La preocupación egipcia por la muerte no
era morbosa; este pueblo alegre, pragmático, y materialista buscaba
simplemente llevarse las cosas buenas de esta vida consigo, valiéndose de
medios mágicos para hacerlo. La tumba era la morada física y eterna del
muerto. Las pirámides eran simplemente tumbas reales cuya forma estaba
modelada en la de la piedra sagrada del dios sol Ra en Heliópolis. Las tumbas
secretas de los faraones imperiales labradas en roca en el Valle de los Reyes en
Tebas fueron planeadas para combatir a los ladrones, pero fracasaron, como
las pirámides a las que reemplazaron.
La vasta literatura egipcia que ha llegado hasta nosotros revela muchos datos
interesantes de su cultura, los cuales serán señalados más adelante.