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1.

Introducción
A finales del IV milenio a.C. se había formado dos reinos, uno al norte y otro al sur. Cada uno de ellos
era el resultado de una larga evolución desde la prehistoria en el que se habían asimilado las
técnicas y modos de vida desarrollados en el próximo oriente en el neolítico (agricultura, ganadería,
cestería, urbanismo…).

En Egipto se produce un auge económico político social que va a asentar las bases de lo que será la
cultura egipcia posterior. Aparece la escultura jeroglífica; se asienta las bases de la sociedad, se
empieza a utilizar el regadío a gran escala; se establece la jerarquización política; aparecen los cultos
religiosos, etc.
Hacia el año 3100 a.C. los hombres del sur invadieron el norte unificando todo el valle del Nilo y
estableciendo la capital en Menfis. A partir de ese momento el faraón va a ser el rey del alto y bajo
Egipto, y tendrá una doble personalidad que le llevará a construir dos tumbas, dos palacios y a
utilizar dos coronas: la blanca corresponde al Bajo Egipto y la roja es propia del Alto Egipto. Además
el faraón será el representante del dios Horus en la tierra y el enlace entre los dioses y los hombres.

1.1. Religión

Es el más importante. Procedía de Tebas y llegó a disfrutar de un gran poder


Amón político a través de sus sacerdotes, quienes lo convirtieron en un dios estatal a
partir del Imperio Nuevo. También era conocido como Amón Ra.
Era una divinidad funeraria a la que se le atribuye el invento de la
Anubis momificación. Es representado como un perro negro o chacal, o como un
hombre con cabeza de perro. Su culto fue suplantado por el del dios Osiris.
Es el dios Sol, el creador del principio de la vida y no reviste forma animal ni
Atón humana; se le representa como un sol cuyos brazos son humanos. El faraón
Akenatón o Amenofis III lo transformó en el dios único de una herejía.
Era la esposa de Horus y se la representa en forma de vaca o con cabeza de
Hator mujer y cuernos. Es la diosa del amor y de la alegría, y la protectora de los
difuntos.
Tiene dos personalidades: por un lado es un dios solar poderoso y batallador,
Horus representado por un halcón que es el que le aporta protección al faraón; por
otro lado es el hijo de Isis y Osiris, compañero y rival del dios Seth.
Es la diosa principal del panteón egipcio. Es la esposa de Osiris y la madre de
Isis
Horus. Es una diosa bondadosa y rica en magia.
Comenzó siendo un monarca ilustrado que enseñó la agricultura y las artes a
sus súbditos. Según cuenta la leyenda, su hermano Seth, celoso de él, lo mató y
Osiris lo descuartizó desperdigando sus pedazos por el reino, pero su esposa Isis los
recolectó todos, los cosió y le infundió vida. Desde ese momento se convierte
en el dios de los muertos y es el que preside el tribunal de ultratumba.
Es el dios de la tormenta, la lluvia y el trueno. Era un dios iracundo que tenía
Seth mucha envidia de su hermano Osiris; al matarle cayó en descrédito para los
egipcios.
1.1.2. Culto a los muertos

En ninguna cultura histórica reciben los muertos tantos cuidados como en Egipto. La
mayoría de lo que sabemos de esta cultura es a través de los restos funerarios. En las
paredes de las tumbas pintaban y grababan escenas de su vida cotidiana, familias, trabajos,
campos, etc. Por ello sabemos que durante toda su vida su preocupación era poseer una
buena tumba, un buen sarcófago de forma antropoide y una mesa para las ofrendas. Para
ello era fundamental conservar el cadáver lo mejor posible, era la base sustentante de la
existencia del Más Allá, por ello utilizan las técnicas del embalsamamiento muy avanzadas.
Una vez embalsamado el cuerpo en la tumba, en él habitará el ká (el alma del difunto). El
más allá va a ser una prolongación de la vida en la Tierra. Por eso en las tumbas enterraban
objetos a modo de ofrendas para los dioses, como un completo ajuar de vasos o figurillas de
protección. Algo fundamental que enterraban junto al cadáver era el Libro de los Muertos,
donde se indicaba el camino que había de seguir el difunto en la vida del más allá. Junto a
esto también se incluían varias figuras del muerto, denominadas “los dobles”, para que
albergaran el ká en caso de que el cuerpo se destruyera.

1.2. Economía
Egipto era un país rico con 5 o 6 millones de habitantes que vivía de la agricultura, una
agricultura que se basaba en la inundación que el río Nilo produce todos los años cubriendo
el valle desde el mes de julio hasta noviembre, es por ello que las cosechas se recogen en
abril o mayo. Desde el principio de los tiempos esta inundación fue regulada por una
complicada red de canales y puestas en riego, primero primitiva y luego más avanzada,
convirtiéndose en el trabajo clave de los egipcios.

Lo que conocemos de la vida agrícola se conoce a través de las mastabas del Imperio
Antiguo, en cuyas paredes se representan escenas en las que el propietario plasmaba sus
campos, la tierra, la pesca, la caza, etc. En cuanto a las pequeñas maquetas del Imperio
Medio, en ellas vemos representadas las casas de campo de aquel entonces, las cuales
contaban con un pequeño jardín al fondo y una puerta precedida por un pórtico de
columnas. Las casas ricas tenían establos para ganado vacuno, carnicería donde se
sacrificaban los animales y graneros donde guardaban el trigo y la cebada. Algo muy
importante era la panadería y la cervecería a través de la transformación del trigo y la
cebada. La molienda de estos granos era labor de las mujeres, quienes empleaban molinos
de mano con forma de barca y más adelante morteros. En estas casas de campo estaban
ambos trabajos.

También era importante la industria del tejido, con telares horizontales tratados por
mujeres. Era famoso el lino; para ellos era muy importante el cultivo y la transformación del
lino convirtiéndose en uno de los monopolios reales. Eran tan finos que se adherían al
cuerpo. Junto con esto, también era de suma importancia la recolección y la trata del
papiro, ya que constituía la base o el soporte de la escritura.

1.3. Sociedad
Es difícil el estudio de la sociedad egipcia ya que carecemos de fuentes. A parte del faraón,
la figura principal, existían cuatro clases.
1. Faraón
2. Nobleza
3. Artesanos y clase media libre
4. Campesinos
5. Esclavos

La gran masa del pueblo servil se empleaba en la agricultura, las minas y las canteras; en la
construcción de pirámides, templos, palacios, canales; y también como soldados.
Respecto a la clase alta, ésta estaba formada por los altos jefes de la administración, los
jefes el ejército, los sumos sacerdotes y los nobles. Gozaban de enormes privilegios y se
enterraban en grandes tumbas. Poco a poco va creciendo una masa artesanal que va a dar
lugar a la clase media. La clase media estaba formada por los escribas, los sacerdotes
menores, los artesanos cualificados, los artistas, los mercaderes, los médicos y
embalsamadores, los transportistas, etc.; mientras que la clase campesina vivía en un
régimen de semiesclavitud, siempre dependiendo del faraón, del señor o del templo. El
último escalón de la sociedad lo constituían los esclavos de guerra, sobre todo en el Imperio
Nuevo.

1.4. Escritura
La escritura en Egipto va a cubrir las paredes de los edificios y a partir del Imperio Medio también
cubrirá la escultura. Van a tener cuatro tipos de escritura:
1. Jeroglífica: en un principio fue pictórica y luego pasó a ser alfabética (formada por 28
signos fonéticos). Se escribía de derecha izquierda y era la más apropiada para la
decoración.
2. Hierática: se escribía en sentido opuesto y era una simplificación de la escritura
jeroglífica.
3. Demótica: era aún más simple y se desarrolló en el Egipto ptolemaico y romano.
4. Copta: consistía en una especie de mezcla entre la demótica y la escritura griega.

1.5. Cronología
Época neolítica (5000 – 3500 a.C.)
Se descubre la agricultura, se da la domesticación de animales, se desarrolla la cerámica, se
realizan diversos tipos de objetos y utensilios, como cestos y herramientas de hueso y
marfil.

Época eneolítica (3500 – 3000 a.C.)


Destaca la cultura Nagada II.

Época tinita (3000 – 2635 a.C.)


Dinastías I – II
Capital Tinis, Alto Egipto.

Imperio Antiguo (2635 – 2155 a.C.)


Dinastías III – VI
Capital Menfis. Nos encontramos en la época donde se unifica Egipto. Se trata de un periodo
artístico de gran proliferación donde se construyen grandes pirámides.

1er periodo intermedio (2155 – 2134 a.C.)


Dinastías VII – X
Época de los nomarcas, época de crisis. Entre el Reino Antiguo y el Medio se ve que hubo
ruptura política, un periodo intermedio que fue ocupado por las dinastías tebanas IX y X.
Egipto se disgrega en pequeños “feudos”.

Imperio Medio (2134 – 1785 a.C.)


Dinastías XI – XII
Egipto vuelve a unificarse bajo el poder del faraón y vemos un resurgimiento artístico.

2do periodo intermedio (1785 – 1554 a.C.)


Dinastías XIII – XVII
Nos encontramos ante otro periodo de crisis. Al igual que antes, vuelve a haber una crisis
política, esta vez ocasionada por la ocupación de un pueblo nuevo, los Hicsos, los cuales
permanecieron en la zona del delta del Nilo.

Imperio Nuevo (1554 – 1080 a.C.)


Dinastías XVIII – XX
Capital Tebas. Surge un arte completamente diferente encabezado por el régimen de
Akenatón, Amenofis IV y conocido como el periodo de Tell Amarna.

3er periodo intermedio (1080 – 665 a.C.)


Dinastías XXI – XXV
Se trata de un gran periodo de crisis, provocada por la invasión hitita, donde empieza a
decaer el arte Egipto.

Periodo bajo (665 – 323 a.C.)


Dinastías XXVI – XXX
Es una época donde se va a dar una sucesión de diferentes dinastías. La primera es la
dinastía Saíta, donde la capital fue Sais; después devino la primera dominación persa, y
finalmente las últimas dinastías indígenas y la segunda dominación persa.

Periodo ptolemaico (323 – 30 a.C.)


Alejandro Magno ocupa el país y funda Alejandría. Tras su muerte, se da la sucesión y el
gobierno de los ptolomeos, por lo que, debido a la influencia griega, el arte ya no se
estudiará dentro del arte egipcio.

Periodo romano (30 a.C. – 395 d.C.)


Tras la ocupación de los romanos durante el Imperio, Egipto es conquistado por los árabes
poniendo punto y final a una civilización que había durado 3500 años.

2. Relieves
2.1. Periodo neolítico (5000 – 3500 a.C.)
El periodo neolítico se caracteriza, en ambas partes de Egipto, por la evolución de
instrumentos antiguos y el desarrollo de la agricultura. Nos encontramos en una etapa en el
hombre se hace sedentario y comienza a domesticar animales, a fabricar cerámica (aunque
muy tosca por el momento), cestos, utensilios de hueso, peines de marfil, etc. Se empiezan
a construir cabañas de planta circular a base de elementos leñosos o cañas entrelazadas con
elementos vegetales, y cubiertos con pieles en las zonas más frías.
Lo curioso de este periodo es que también se empiezan a enterrar a los muertos en agujeros
escavados bajo el suelo de estas estancias, acompañándoles una serie de objetos cotidianos
que nos indican que ya existía una creencia en el más allá.
2.2. Periodo eneolítico (3500 – 3000 a.C.)
Lo más importante de este periodo es la cultura Nagada II donde empiezan a aparecer unas
pequeñas figuras de mujeres a las que se denomina bailarinas o figuras orantes. Son las
piezas más antiguas conservadas de los egipcios; están realizadas en barro y aún conservan
signos de policromía. Se podría decir que son una evolución de la Venus prehistórica con
esas grandes caderas, pechos marcados y rostro poco trabajado.

2.2.1. Paletas de tocador

Otras piezas fundamentales y representativas de esta cultura son las llamadas paletas del
tocador. En un principio tenían una finalidad práctica ya que disponían de una zona
redondeada y hundida para moler los cosméticos. Las más primitivas son las llamadas
paletas con formas geométricas o de perfil recortado; pero con el tiempo fueron
evolucionando y disminuyendo de tamaño hasta convertirse en colgantes y otros elementos
votivos.
Todas estaban decoradas con relieves y realizadas en esquisto (una piedra oscura similar a la
pizarra y susceptible de ser grabada). Los temas representados eran variados, desde plantas
y animales, hasta figuras humanas. Al principio eran muy esquemáticas y con figuras exentas
que no seguían un hilo narrativo; pero más tarde fueron desarrollándose más hasta
representar en conjunto una escena o historia. Los elementos plasmados podían aparecer
presentando un orden: dispuestas de manera geométrica en torno a un eje o distribuidos en
pisos.

PALETA DE LAS JIRAFAS

Las figuras se hallan distribuidas en torno a un eje, que en este caso lo


marca la palmera central del anverso. Marcando los cuatro puntos
cardinales encontramos, tanto en una cara como en la otra, cuatro
chacales unidas por las patas. En cuanto el reverso, observamos una
cazoleta flanqueada por una leona, un cuervo y un camello. Esta paleta
tiene un mensaje positivo dado que la palmera significa algo agradable y
las jirafas, una buena noticia.

PALETA DEL LEÓN

No se conserva completa. En esta paleta vemos a un león abalanzándose


sobre un hombre. El león alude al poder del faraón, mientras que el personaje
abatido se ha interpretado como un mesopotámico ya que se cree que por
aquel entonces había luchas entre ambas civilizaciones. De hecho, los cuervos
picoteando los cadáveres y los heridos y los prisioneros atados son una clara
referencia a una victoria bélica.
En la parte superior aparecen dos estandartes sobre los cuales aparece un
cuervo, representando a Horus, conduciendo a dos prisioneros
mesopotámicos. También destacan el personaje de la derecha del cual sólo
alcanzamos a ver medio faldón. Se cree que podría ser el faraón vestido con el
atuendo mesopotámico como reflejo de la interacción que hubo entre ambos
pueblos.
PALETA DEL TORO DEL GRAN PODER

Observamos un toro corneando a una figura. Se trata del poder del faraón sobre un
mesopotámico. Bajo esta escena se vislumbra la representación de una ciudad
amurallada con un pequeño animal protector en su interior, algo que vendría a
representar la victoria y la recuperación de dicha ciudad a manos del faraón.
En el reverso aparece el toro y vemos con más claridad al personaje corneado. Bajo el
toro de la derecha, son perceptibles las manos de los prisioneros de guerra atados
por una soga.

PALETA DEL REY ESCORPIÓN

Está organizada en diferentes pisos. Se relaciona con el Vaso de Warka


mesopotámico. Se representan plantas y animales (carneros, asnos, bueyes) que
podrían formar parte de una procesión para ser sacrificados. Todo indica que se
preparan para una gran celebración, que en este caso correspondería con la victoria
del faraón representada en el reverso.
En el reverso aparecen ciudades almenadas, donde una serie de animales aparecen
intentando derribar los muros con ayuda de una azada, una clara alusión hacia el
faraón en su intento por derribarlos. El nombre de la paleta se debe a que, en el
interior de la ciudad más importante que aparece representada, Buto, hay un
escorpión procurando entrar.
PALETA DE NECKER

Labrada por los dos lados. En este lado están talladas dos figuras de
animales con cuerpo de león, cuello de jirafa y cabeza de cérvido que
están, a su vez, mordiendo a una cabra. Debajo hay otra serie de animales
representados sin ningún orden. En la parte superior de la paleta aparecen
nuevamente unos chacales que hacen alusión a los puntos cardinales y que
también se encuentran representados en la parte de atrás.
En la parte de atrás están representados un león, un toro, un perro, algún
animal con plumas… nuevamente sin ningún orden aparente. También
aparece otra figura que ha suscitado un gran misterio para los
historiadores: un burro tocando la flauta, como si intentara mediante la
música amansar a todo el resto de animales que no sigue ningún orden.

3. Arquitectura
El arte egipcio está al servicio del soberano, el faraón, y de la religión. Sus necesidades religiosas y
su idea sobre la vida de ultratumba van a impulsar todas las creaciones arquitectónicas; esto es lo
más representativo del arte egipcio.
Para entender la arquitectura egipcia debemos que tener en cuenta las condiciones sociales
predominantes en esta cultura: la mayor parte de la población era esclava y estaba sometida a un
duro trabajo bajo el mandato de un señor. Este tipo de sociedad reprimida dejó una profunda
huella en la arquitectura. También hay que tener en cuenta el medio geográfico, no sólo por la
aparición de la piedra como medio de construcción, sino en la identificación entre el paisaje y los
monumentos arquitectónicos; y es que el hecho de ser un país desértico y horizontal se
manifestará en sus edificaciones.

A partir del Imperio Antiguo se construirá en piedra, hecho que es característico de la cultura
egipcia puesto que en Próximo Oriente seguían utilizando el adobe de barro como material de
construcción, mientras el mundo occidental continuaba anclada en la prehistoria.
La piedra va a utilizarse desde principios del Imperio Antiguo en la tumba del faraón Zoser, por parte
del arquitecto Imhotep. En las épocas anteriores se utilizó la caña, la madera y el adobe para las
construcciones, pero a partir del Imperio Antiguo se impuso la piedra. Ésta era extraída de los
acantilados del Nilo en grandes bloques y transportada a través de balsas construidas mediante
troncos de árboles, siendo a su vez empujadas con ayuda de cañas a través el curso del Nilo. Los
medios técnicos van a ser bastante primitivos al principio, como mazas de piedra o de metal y cuñas
de madera. La razón de que sean de madera es que, al introducir las cuñas en una abertura y tras ser
empapadas por agua, la madera acaba dilatándose creando una presión capaz de resquebrajar el
bloque de piedra.

3.1. Elementos arquitectónicos


Los muros van a ser de un grosor considerable y para asegurar una mayor estabilidad van a ser en
talud, esto es, más gruesos por la parte inferior y más finos por la superior. Los sillares son regulares
y de gran tamaño y están colocados unos junto a otros en arista viva. Se trata de una arquitectura de
líneas y ángulos rectos, donde hay que destacar la armonía entre la naturaleza y la construcción
arquitectónica. Se trata de una arquitectura arquitrabada, lo cual no quiere decir que no conocieran
el arco y la bóveda, ya que eran utilizadas en las construcciones subterráneas como los desagües.
Es una arquitectura donde predomina el muro sobre el vano, es decir, es bastante cerrada y su
rasgo principal es el colosalismo. Las construcciones son tan enormes que resultan
desproporcionadas a su uso. Esto se debe a que los egipcios estaban obsesionados con la creencia
en las fuerzas superiores y con la idea de la eternidad, de ahí que quisieran que sus edificios
sobrepasaran la escala humana. Los elementos sustentantes de esta arquitectura son los pilares y
las columnas.

3.1.1. Pilares

Son de sección cuadrangular, sin basa ni capitel y troncopiramidales, es decir, más anchos abajo que
arriba. También los hay poliédricos o aristados, que constan de 8 a 16 aristas. Destacan el pilar
hathórico, rematado con un rostro de la diosa Hathor; y el osiriátor, cuadrangular y adosado en uno
de sus lados la figura del dios Osiris.

3.1.2. Columnas

Éstas son recuerdo de los bosques de palmeras y las plantas de loto y papiro que crecen a orillas
del Nilo. En un principio fueron simples troncos de palmera que posteriormente fueron
sustituidos por fustes de piedra. Estos comenzaron siendo macizos y abiertos en la parte superior,
simulando ser tallos vegetales unidos y atados. Sin embargo, a partir del Imperio Nuevo los fustes
acabaron siendo lisos.

En cuanto a los capiteles, pueden ser de diferentes formas: campaniformes, lotiformes,


papiriformes, palmiformes, hathóricos o protodóricas.

Estas columnas se empleaban de forma diferente dependiendo de su función o destino.

3.2. Arquitectura funeraria


En Egipto va a haber tres tipos de tumba: mastabas, hipogeos y pirámides. Han llegado hasta
nosotros en gran número y se ha reconstruido la historia de Egipto a partir de su interior.

3.2.1. Mastabas

Las mastabas son las construcciones más simples. Tenían forma troncopiramidal y estaban erigidos
con muros en talud, en un principio de adobe y más delante de piedra. Tenían una puerta de entrada
y dos niveles: en la parte subterránea, se escavaba y se construía una cripta a la que se accedía a
través de un largo pozo vertical. En dicha estancia se introducía el sarcófago antropoide junto con los
cuatro vasos canopes, y una vez depositada la momia, el conducto de acceso se cegaba con rocas.
Por otro lado, en la parte superior había dos habitaciones: la capilla y el serdab. La capilla era una
habitación donde se celebraban los ritos funerarios y se colocaban las ofrendas para el difunto. Esta
estancia disponía de una pequeña abertura que la comunicaba con el serdab, lugar que contenía el
doble del difunto y que estaba decorada con pinturas y relieves que hacían alusión a su vida. El doble
mencionado se trataba de una imagen física del muerto, una escultura donde pudiera residir su ka, y
que garantizaba la vida eterna. La imagen significa la supervivencia y la inmortalidad para los
egipcios.

En las mastabas se enterraban únicamente los grandes personajes como podían ser los sumos
sacerdotes, la nobleza y los primeros faraones.

3.2.2. Pirámides

El deseo de grandeza y la acumulación de poder del faraón motivo a la edificación de nuevas tumbas
diferentes a la del resto de mortales: la pirámide, que surge a partir de la superposición escalonada de
mastabas. La pirámide (tumba faraónica) se distingue del resto de las tumbas de los grandes señores
gracias a su colosal tamaño que remarca esa idea de superioridad. Las pirámides comenzaron siendo
escalonadas y después se empezaron a rellenar con piedras hasta adquirir una forma puntiaguda.

La pirámide responde a un ideal religioso. Está construida bajo un artificio numérico que sólo los
arquitectos sacerdotes conocían, y para quienes el número y la medida tenían un significado
sagrado. Respecto al simbolismo que esconden, se podría decir que sus aristas hacen referencia a
los rayos del Sol que caen sobre la tierra. Esto está estrechamente relacionado con las creencias
de los egipcios acerca de la vida de ultratumba, pues el Sol (la vida eterna) está por encima de la
muerte.

En cuanto a la distribución de la pirámide, es similar a la de las mastabas. Hay una parte subterránea
a la que se llega a través de un pozo, mientras que el resto de la pirámide es una enrevesada red de
galerías, pozos y cámaras de gran complejidad con la intención de despistar a los posibles
saqueadores y evitar así la profanación de la tumba. Junto a la pirámide, en las inmediaciones, solía
haber otro templo más pequeño donde se realizaban las ceremonias del sepelio del faraón. Las
pirámides de Imperio Antiguo tenían dos templos, uno al lado de la pirámide y otro situado a orillas
del Nilo, al que se llegaba a través de un largo pasillo. Allí era donde se celebraban las ceremonias de
apertura de la boca y de embalsamamiento del faraón.
3.2.3. Hipogeos

A partir del Imperio Medio empiezan a aparecer los hipogeos, tumbas excavadas en la roca
y precedidas de un pórtico monumental. Su interior estaba dividido: el serdab y la capilla, y
antes de la capilla una especie de sala hipóstila decorada con relieves y pinturas con una
temática procedente del Libro de los Muertos. Al fondo del hipogeo se encontraba el pozo
que comunicaba con la cámara funeraria. Los hipogeos más importantes son los de Beni-
Hassam (Egipto Medio), pertenecientes a la dinastía XII, y en los que aparecen por primera
vez la columna protodórica que se encuentra aristada y cuenta con una pequeña
almohadilla en la parte superior que precede al ábaco.

3.3. Arquitectura religiosa


3.3.1. Templos

Los templos eran considerados los palacios de los dioses. En el Imperio Antiguo eran templos de
construcción muy sencilla, situados alrededor de las pirámides para los ritos funerarios; y lo
mismo sucede en el
Imperio Medio. El escaso desarrollo de los
templos en esta época se debe a que el
faraón concentró en sus manos todos los
poderes, dejando escaso protagonismo a
los sacerdotes. Es por ello que será a partir
del Imperio Nuevo, cuando éstos adquieran
más importancia, cuando se realicen los
templos de Karnak y Luxor.

Tendrán un gran valor simbólico con relación al Sol. Su deseo de simbolizar la disminución de la
luz del Sol a lo largo del día será lo que condicione su arquitectura, y será la razón de que la
luminosidad en su interior vaya reduciéndose paulatinamente. Para conseguir esto, los suelos se
irán elevando y los techos irán degradando su altura.

Precediendo al propiamente templo, se disponía a ambos lados una larga avenida de esfinges o
carneros. Al final se llegaba al recinto protegido por una sólida y doble muralla. La entrada se
flanqueaba por dos grandes pilonos, en forma de pirámide truncada, dedicados a Isis y Neftis. Las
aristas de estos pilonos se suavizan con baquetones, que recuerdan los fustes de madera que se
colocan para reforzar las construcciones de barro. Cabe recordar que los pilonos son entradas
triunfales sin otra utilidad más que la decorativa. Son simples torres macizas que únicamente
disponen de una apertura interior con unas abrazaderas para sostener las astas de madera de
cedro que sujetaban banderolas y gallardetes en los días de fiesta. Los pilonos se prestaban
mucho a la decoración, estando la mayoría cubiertas con relieves que hacían alusión a la vida del
faraón que mandó construir el templo, y si este no había hecho nada reseñable, como tema
recurrente estaban las luchas con el mundo asiático. Delante de los pilonos solían colocarse dos o
cuatro grandes colosos del faraón, tanto de pie como sentados; aunque a veces también podían
ser figuras de animales protectores del templo. Delante de los pilonos también solían colocarse
dos sendos obeliscos dedicadas a Ra. Se accedía a continuación a un gran patio porticado,
rodeado por una fila de columnas. De aquí se pasaba a la sala hipóstila dividida en una nave
central más ancha y alta que las laterales. En su diferencia de altura hay unas pequeñas celosías
de piedra que se denominan claristorios y sirven para que entre la luz e ilumine la sala. Esta sala
estaba formada por numerosas columnas, las de la nave central solían ser campaniformes,
mientras que las de las laterales palmiformes, papiriformes o lotiformes. Hasta aquí era donde
tenía acceso el pueblo, más adelante se encontraba el santuario o sancta sanctorum, lugar al que
solamente podían entrar los sacerdotes y el faraón, y donde se colocaban las barcas de los dioses.
Detrás de esta estancia hay un segundo patio abierto rodeado de dependencias; éstas no son más
que almacenes y las habitaciones de los sumos sacerdotes y los guardianes del templo.
3.4. Etapas de la arquitectura
3.4.1. Época tinita (3000 – 2635 a.C.), dinastías I-II

Nos encontramos en una etapa en la que el adobe es el elemento primordial de la arquitectura, mientras
que la madera y la piedra son las secundarias. Se trata de un adobe realizado a partir del barro fluvial del
Nilo con desengrasantes realizados a base de paja, arena y mica. Respecto a la piedra, se empleaba para
los muros de contención, contrafuertes y revestimientos de algunas paredes. El tipo de piedra que
trabajaban era la piedra caliza traída desde el Libado, y sólo si la madera escaseaba. Se cree que toda esta
en adobe es sucesora de una anterior que estaría realizada en madera, pero no se han conservado
construcciones.

Se van a erigir principalmente grandes mastabas, las cuales serán diferentes según se construyan en
el Bajo o Alto Egipto:
En Bajo Egipto y durante esta época aparecerá lo que se conoce como tumba-casa. Se trata de
edificios de planta rectangular cubiertos con una bóveda de cañón. Tienen puertas en sus cuatro
lados, aunque la puerta de la entrada principal siempre se sitúa en uno de los laterales cortos.
También disponen de una serie de ventanas en la parte superior que servían para iluminar el interior
de la mastaba, donde se enterraban a los grandes faraones y dignatarios. Se han conservado algunas
de estas tumbas-casa en Saqqara. Tienen el aspecto de casa importante, decorada con torreones y
con entrantes y salientes que nos recuerdan al mundo mesopotámico.
En el Alto Egipto no se conservan restos de ninguna superestructura, pero hay indicios de que en
esta región era costumbre enterrar al rey no en una casa, sino bajo un túmulo rectangular de
tierra y cascotes, revestido de un caparazón de adobe. En la cabecera del túmulo se ponían una
mesa de ofrendas y dos estelas con los nombres de los difuntos allí enterrados. Paulatinamente el
túmulo se fue convirtiendo en una pirámide escalonada.

Tanto la tumba-casa como el túmulo estaban rodeados por un muro que delimitaba el recinto
sagrado, y alrededor del cual se abrían las sepulturas de las mujeres y del personal de servicio,
quienes eran sacrificados en el funeral de su señor para que le siguieran sirviéndole en el Más
Allá. La mastaba más antigua que se conserva es la del faraón Udimu, de la dinastía I. En la parte
baja de la mastaba se encontraba la cámara funeraria y en la parte superior una serie de
habitaciones secundarias en las cuales se guardaba el ajuar. La tumba estaba rodeada a su vez
por las de los 136 sirvientes sacrificados para acompañar a su señor. Entre las mastabas
conservadas también destaca la reina Merneith. Se trata de una tumba-casa cuya fachada está
decorada con dos torreones o bastiones y organizada del mismo modo que la anteriormente
mencionada.

3.4.2. Imperio Antiguo (2635 – 2155 a.C.), dinastías III-VI

El complejo funerario del faraón Zoser en Saqqara es muy importante en muchos aspectos: tiene
un gran simbolismo dado que insiste en la idea del faraón del Alto y Bajo Egipto. Además tiene
una serie de patios y templos dobles construidos en su totalidad con piedra, siendo la primera vez
que ésta se utiliza para construir un complejo funerario entero. Esta obra se le atribuye a Imhotep
debido a la inscripción hallada en la base de una de las esculturas de Zoser en Saqqara. Se trataba,
por tanto, del chaty del faraón, es decir, el más alto funcionario y el primer magistrado después
del faraón. Se sabe que no sólo era arquitecto, sino que también era médico y astrónomo.
COMPLEJO DE SAQQARA

La pirámide escalonada de Zoser se encontraba en medio de una gran terraza rodeada, como
todo el complejo, por una gran muralla decorada. Ésta estaba rodeada de torreones o bastiones
con puertas falsas y sólo una verdadera, la del lado Sureste (deseaban imitar la muralla de la
capital de entonces, Menfis). La
puerta conduce a un pasillo o corredor del
cual se conservan escasos restos. A ambos
lados tenía dos hileras de columnas con
capitales acampanados adosados al muro
que sostenían un techo de piedra. Este
corredor era más alto que las
construcciones situadas a ambos lados, de
modo que presentaban altos claristorios en
la parte superior que lo iluminaban. Entre
las columnas había inscripciones dedicadas
al faraón o a las divinidades protectoras del
territorio.
Más allá de este patio hay otro edificio, una sepultura, construido en mampostería y que ha
creado controversias en torno a su función. Se cree que puede tratarse de otra tumba o del lugar
donde se guardaban las vísceras del faraón en los vasos canopes. Esta falsa tumba tiene una
cámara en la parte inferior. Sus muros están recubiertos de baldosines azules y se llegaba a ella
través de un pozo con las paredes revestidas de granito rojo de Asuán. El que la cámara sea tan
pequeña es lo que ha hecho pensar que no podría contener al faraón, pero sí los vanos canopes.

En la zona Este estaba el patio del Heb-Sed. En él se celebraba una ceremonia donde se representaba
la coronación del faraón. A ambos lados encontramos unas falsas capillas dedicadas a los dioses
protectores del Alto y Bajo Egipto. No contienen nada, son bloques macizos de piedra que culminan
con una bóveda de cañón rebajada y presentan unas columnas muy finas que rematan en serpientes
puntiagudas, figuras que solían acompañar al faraón, protegiéndolo. Al lado de éste patio y junto a la
pirámide, hay otro que albergaba otros dos templos dedicados al Alto y Bajo Egipto, uno con capiteles
lotiformes y otro con palmiformes (en el plano superior están indicados como Casa del Norte y Casa
del Sur).
En el parte Oeste del complejo está situada la pirámide de Zoser, con sus seis escalones y, a su
lado, el serdab y el templo Norte dedicado a la celebración de ritos funerarios. En la parte baja
de la pirámide, en el subsuelo, encontramos una cámara de granito rojo de Asuán donde estaba
enterrado el faraón, a la cual se accedía a través de un pozo. La pirámide representa el
montículo donde apareció por primera vez Ra durante la Creación, y sus seis escalones vendrían
a simbolizar las seis etapas que el alma debe recorrer para alcanzar a la vida eterna

PIRÁMIDE DE NEYRUN

En un principio fue escalonada como la de Zoser, pero más tarde fue rellenada para dotarla de
esa forma piramidal. Se le atribuye a Snefru, de la IV dinastía, padre de Keops. En el lado Norte le
acompañaba el templo alto y de ahí se bajaba por una calzada al templo bajo, un templo situado
a las orillas del valle del Nilo. Allí se recibía, a través de una barca, al faraón ya lavado y purificado,
y se procedía a las ceremonias del embalsamamiento para su conservación. Después se sometía
al rito de la apertura de la boca, donde se le rompía la mandíbula con ayuda de una azada
creyendo que así podría pronunciar sus últimas voluntades. A continuación era llevado al templo
alto donde se realizaba el sepelio y finalmente era enterrado en la cámara funeraria.
PIRÁMIDES DE GUIZA

La necrópolis de Guiza es la mayor del Antiguo Egipto, con enterramientos datados desde las
primeras dinastías. Su esplendor lo alcanzó durante la IV dinastía, cuando se erigieron las pirámides
de Keops, Kefrén y Micerinos.

1. Pirámide de Keops
Es la más alta de todas con una altura de 147 metros. Tuvo un templo funerario que hoy día no se
conserva y una calzada que está aún sin escavar. Es la peor conservada de las tres pirámides y se
sabe que ha sido violentada dos veces: la primera en el Primer Periodo Intermedio y la segunda
en tiempos de los árabes, donde el califa se llevó lo poco que quedaba. Se comenta que estaba
revestida de roca caliza blanca y brillante y que en la parte superior tenía una especie de cúspide
de oro.
La entrada de esta pirámide está situada en el lado Norte. Nada más entrar nos encontramos con
un corredor que baja hasta una falsa cámara sepulcral, pero a tres cuartos de altura del pasadizo
nos topamos con otro corredor ascendente. El final de este último se divide en dos pasillos que
nos llevan, por un lado, a la cámara de la reina, y por el otro a la gran galería. Ascendiendo por
esta ancha galería llegamos por fin a la cámara de descarga y a la cámara funeraria de Keops.
Cabe destacar que en principio esta pirámide tenía junto a ella otras tres pequeñas (para su mujer y
sus hijos), una pirámide satélite, dos templos funerarios (uno alto y otro bajo junto al valle, unidas
por una calzada) y por último un cementerio de mastabas para su corte. Hoy en día sólo nos llegan
las tres pirámides y mastabas.

2. Pirámide de Kefrén
Así como en el pirámide de Keops no se conservan, en la de Kefrén sí podemos observar el templo
alto y la calzada que nos conduce hasta el templo bajo. Siempre se había considerado que la famosa
esfinge situada junto a este último templo hacía referencia a Kefrén, pero resulta que se trata de su
padre Keops, ya que muestra facciones negroides como él. La esfinge mira hacia el sol naciente y en
la frente podemos ver una pequeña áspid que protege al faraón.
El templo bajo tiene una planta cuadrada y una forma trapezoidal gracias a sus muros en talud.
Dispone de dos entradas, ambas flanqueadas por esfinges, que conducen a un vestíbulo que precede
a una cámara en forma de T invertida: la sala hipóstila. Su techo era de madera (de ahí que no se
haya conservado) y estaba apoyado sobre unos pilares cuadrangulares de granito rojo de Asuán; y el
suelo era de alabastro, para que reflejara la luz natural que entraba por los claristorios que se cree
que tenía. El interior estaba decorado por 23 figuras del faraón que vendrían a representar la
deificación de cada uno de los órganos de su cuerpo. Al lado de esta sala hipóstila podemos observar
otras tres salas dispuestas en forma de tridente que albergaban los vasos canopes. En cambio, en el
ala opuesta vemos un corredor de 500 metros que conecta con el otro templo, el templo alto. Sus
muros están decorados con pinturas y relieves que hace alusión a las diferentes fases de la
construcción de la pirámide y a la procesión de las ofrendas.

El templo alto tiene también una doble entrada. Está distribuido en cinco zonas diferenciadas, las
tres primeras públicas y las dos últimas únicamente accesibles para los sacerdotes. Al entrar nos
encontramos con una primera sala hipóstila que dispone de dos cámaras a ambos lados y que
contienen los vasos canopes y las coronas de las ciudades de Sais y Buto, haciendo alusión al Alto
y al Bajo Egipto. A continuación llegamos a una segunda sala hipóstila compuesta por una doble
hilera de columnas de granito rojo de Asuán, y de ahí pasamos a un patio central porticado con
cinco nichos. Estos daban cobijo a cinco estatuas del faraón, las cuales harían referencia a sus
cinco nombres protocolarios. Tras el patio llegamos al sancta sanctorum donde se colocaba la
figura del Dios al que se dedicaba el templo, y por último tenemos las dependencias del templo.
Respecto a la pirámide, ésta mide 143 metros de altura, por lo que es ligeramente más pequeña que
la de Keops. Tiene dos entradas, ambas situadas en la cara Norte: una a cierta altura y otra justo en
la base, a 30 metros de la pirámide. Siguiendo cualquiera de los dos corredores se llega a la cámara
funeraria, la cual se halla prácticamente al nivel del suelo y en el centro de la pirámide.
3. Pirámide de Micerinos

La pirámide de Micerinos, con una altura de 65 metros, es la más pequeña de las tres pirámides
de Guiza. Forma parte de un complejo funerario junto con las tres pirámides de las reinas, un
templo alto, uno bajo y una calzada profesional que vinculaba a ambos.

Tanto Keops, Kefrén como Micerinos fueron faraones pertenecientes a la IV dinastía. Los faraones
posteriores de la V dinastía continuaron construyendo pirámides, pero de menor tamaño y la
mayoría derruidas debido al empleo de piedra de peor calidad. No obstante, son de gran
relevancia puesto que sus relieves interiores nos han revelado mucha información acerca de la
construcción de las pirámides y su razón de ser. Respecto a los faraones de la VI dinastía, estos no
realizaron ninguna construcción.

3.4.3. Primer periodo intermedio (2155 – 2134 a.C.), dinastías VII-X

Se trató de una época de crisis entre el Reino Antiguo y el Medio a consecuencia de una ruptura
política. Se construyó muy poco y no se conserva prácticamente nada.

3.4.4. Imperio Medio (2134 – 1785 a.C.), dinastías XI-XII

Del Imperio Medio también se conservan pocos restos. Nos encontramos en una etapa en la que
Mentuhotep vuelve a unificar otra vez Egipto logrando así el poder de los faraones del Imperio
Antiguo. Vuelve a tener importancia la arquitectura funeraria, por lo que se retoma la
construcción de pirámides, pero sin la grandeza de las anteriores. Las del Imperio Medio tienen
proporciones más reducidas y están erigidas con ladrillo revestido de piedra calcárea. Sobre todo
se levantaron en las zonas de Dashour y Abydos.
La clase media-alta se sigue enterrando en mastabas, pero se van a empezar a imponer los
enterramientos en hipogeos, ejemplo de ello son las necrópolis de Asuán y Beni Hasan. Los hipogeos
eran enterramientos excavados en la roca, con la misma distribución que las mastabas pero con un
pórtico labrado. En esta época comienza a aparecer la columna protodórica y la columna poligonal de
aristas, algo que es reflejo del fraccionamiento político de Egipto en el Primer Periodo Intermedio, en la
Época de los Monarcas.
La arquitectura de los templos sigue sin estar desarrollada, pero ya empiezan a aparecer algunos de
sus elementos, como los pilonos y los obeliscos. Del Imperio Medio se conserva el famoso obelisco
del templo de Heliópolis de Sesostris I. Es considerado el obelisco más antiguo de la Historia.

TEMPLO DE MENTUHOTEP II

El Valle de Deir el-Bahari se trata de un acantilado en el cual se excavó un complejo de templos


funerarios. Se halla en la ribera occidental del río Nilo y en él podemos encontrar el templo de
Mentuhotep II (XI dinastía), el primero en construirse, y el de Hatshepsut (XVIII dinastía), el más
monumental de todos.
Mentuhotep II fue el faraón del Imperio Medio que volvió a unificar Egipto. De su templo-pirámide
apenas se conserva nada a pesar de las reconstrucciones llevadas a cabo; no existe ni el templo del
valle (templo bajo), ni la calzada que llegaba al templo funerario (templo alto). No obstante, es de
gran importancia por ser la primera vez en la que se procura aunar la naturaleza con la construcción
arquitectónica, acercándose de esta forma al espíritu de los griegos. Otra cosa a tener en cuenta es
que en él predomina el vano sobre el muro, es decir, es un edificio muy porticado.
A través de una espaciosa y larga avenida de unos 1200 metros se llegaba a una amplia plaza o
patio delantero fortificado. Estaba cerrado por tres muros lisos, mientras que el lateral sobre el
que se erigía el templo era porticado. El suelo de esta plaza estaba escavado. Delante del pórtico
mencionado, el cual contaba con una doble hilera de pilares cuadrangulares, había plantados
tamariscos e higueras para relacionar el paisaje con la construcción. Desde el patio y de cara al
pórtico salía una rampa que conducía hasta una terraza superior donde se encontraba el templo
alto. Sus paredes estaban en talud y cubiertas de relieves, y además, sus tres caras externas
estaban rodeadas por otro pórtico de doble hilera de pilares cuadrangulares. Una vez dentro,
llegábamos a una sala hipóstila en cuyo centro se cree que había una pirámide o mastaba. Fue
aquí donde se encontró la escultura o el doble del faraón. Esta sala hipóstila tenía en tres de sus
lados tres hileras de pilares octogonales, mientras que en el lateral posterior solamente tenía una
doble hilera. Tras esta sala se pasaba a un patio peristilo, pero a ambos lados de la puerta de
acceso a dicho patio había seis capillas dedicadas a las seis princesas que murieron durante el
reinado de Mentuhotep. A partir de este patio trasero, el resto está excavado en la roca: otra sala
hipóstila repleta de columnas y el sancta sanctorum.
Se han encontrado dos pozos de 170 metros de longitud que van de Este a Oeste y que conducen a
dos cámaras funerarias. Una da a la cámara real, donde se ha hallado el cadáver del faraón sin
momificar y sin sarcófago; el otro en cambio conducía a otra cámara donde había un sarcófago de
madera vacío con la inscripción “Mentuhotep hijo de Ra”. Existe también un tercer pozo que va
desde el pórtico inicial hasta el centro de la plaza delantera fortificada, en concreto hasta una
abertura conocida como Bab el-Hosan. Esta entrada nos lleva a una tumba inacabada donde se han
hallado la estatua sedente del faraón. Se trata, como vemos, de un templo muy enigmático, además
de la construcción más importante del Imperio Medio.

3.4.5. Segundo periodo intermedio (1785 – 1554 a.C.), dinastías XIII-XVII

No se construyó nada, las únicas producciones artísticas a destacar son los sellos de escarabajo.
Estos se hacían para sellar los paquetes de mercancías o como protección para los muertos.

3.4.6. Imperio Nuevo (1554 – 1080 a.C.), dinastías XVIII-XX

Va a ser uno de los periodos más gloriosos en el que el faraón va a tener todo el poder absoluto y
todo el control sobre Egipto. La arquitectura va a alcanzar su máximo esplendor y va a haber una
gran variedad de templos y tumbas. En el Imperio Nuevo se empiezan a abandonar los fustes
fasciculados y se comienzan a hacer las columnas lisas pero decoradas con relieves e inscripciones
jeroglíficas. Los capiteles que se usaran serán campaniformes, lotiformes y papiriformes.
Los enterramientos de los grandes dignatarios y la aristocracia se seguirán haciendo en hipogeos
y speos. De hecho, a partir de los faraones de la dinastía XVIII ya no se van a construir pirámides,
sino que todos serán enterrados en hipogeos. Los sepulcros reales van a sufrir una modificación
en esta dinastía: se va a separar a la capilla del sepulcro y la capilla saldrá hacia el exterior
formando un templo; esto es lo que se llama semispeos.

TEMPLO DE HATSHEPSUT

Junto al templo de Menduhotep II se encuentra el templo de la reina Hatshepsut, una faraona de


fuerte carácter que dominó todo Egipto. La construcción del templo la encargó al arquitecto
Seminut, quien se inspiró en el sepulcro de Mentuhotep para llevar a cabo el proyecto. No
obstante, Seminut renunció a la pirámide y organizó las capillas en tres niveles.
Para empezar el templo contaba con dos pilonos de entrada. Al traspasarlos se entraba a un gran
patio abierto que tenía una sucesión de esculturas de la reina sedente. Después se ascendía a
través de rampas a las siguientes dos terrazas con sus respectivas capillas. Los pórticos de estas
capillas estaban compuestos por pilares cuadrangulares, mientras que el pórtico Norte, es decir, el
pórtico lateral de la segunda terraza, estaba provisto de una serie de columnas protodóricas. Después
de las tres capillas vemos en la parte posterior un patio porticado, y más adelante, excavado en el
interior de la roca, encontramos el sancta sanctorum, el pozo y la cámara funeraria de
Hatshepsut. Actualmente se conservan las rampas, las columnatas de las capillas y algunos restos
del patio porticado.
TEMPLO DE KARNAK

El templo de Karnak es uno de los más bellos y monumentales templos construidos y estaba unido al
de Luxor a través de una larga avenida de esfinges. Se trata de un conjunto de construcciones de
carácter sagrado levantadas a lo largo de los siglos por numerosos faraones.

Era el principal centro de culto de la triada Tebana: Amón, Mut y Khonsu. Está situado a unos 3
kilómetros de Luxor, en la orilla oriental del Nilo, y abarca los tres templos dedicados a los dioses ya
mencionados. La importancia que tenía por aquel momento Tebas, capital del Imperio Nuevo, y el
hecho de que los sumos sacerdotes convirtieran a Amón en el dios estatal, implicó que su templo en
Karnak fuera el principal punto de culto del país. Aunque en su interior se han hallado restos de la
dinastía XII, se construyó durante la dinastía XVIII, pero su edificación continuó hasta la época
ptolemaica. El complejo de Karnak está compuesto por tres grandes recintos amurallados de ladillo
crudo, sin revestir.

El recinto de Amón, se compone por el gran templo de Amón, algunos templos menores y el lago
sagrado. Todo el conjunto está rodeado por una muralla perteneciente a la dinastía XXX que consta de
nueve puertas, aunque en su interior también se han encontrado restos de una antigua muralla de
menor tamaño correspondiente a la dinastía XVIII.
El eje principal de templo va del noroeste al sureste y es perpendicular al cauce del río. El recinto está
precedido por una avenida de 40 esfinges criocéfalas, con cabeza de carnero y cuerpo de león, que
unían la entrada con el embarcadero. El embarcadero a su vez comunicaba el templo con el canal que
llega del Nilo, por ello se empleaba como acceso al Nilo de las barcas sagradas durante las procesiones
religiosas.
La entrada principal al recinto está enmarcada por el pilono I. Este primer pilono muestra a cada uno
de sus lados cuatro ranuras verticales en las cuales se encajaban los mástiles de madera de cedro,
revestidos de cobre, que ondeaban las banderolas los días de fiesta. En la parte superior tenía cuatro
pequeñas ventanitas que servían para que de ahí salieran cuatro argollas que sujetaran dichos
mástiles. Este pilono, junto con los dos pórticos laterales del patio posterior, fue obra del faraón
Sheshonk I, fundador de la dinastía XXII. Tanto uno como lo otro quedaron en su momento
inacabados, por eso no presentan ni inscripciones ni relieves. El gran patio que se abre tras este
primer pilono es el más grande de los conocidos en Egipto, y únicamente están porticados dos de sus
lados, el Norte y el Sur. Su lado Norte cuenta con una hilera de 18 columnas con capiteles
papiriformes cerrados, mientras que el Sur dispone de una hilera de 9, interrumpida por el templo
reposadero de Ramsés III y los dos pilares y las dos columnas que componen el pórtico de los
Bubástitas. Dado que los pórticos laterales no fueron acabados, quedaron desprovistos de toda
ornamentación salvo allí donde los Bubástitas dejaron memoria de sí.
Situado en el centro del patio se encontraba una especie de templete de la dinastía XXV conocido
como el quiosco de Taharka, lugar donde se colocaba la barca procesional. Constaba de dos filas
paralelas de cinco columnas con capiteles papiriformes abiertos, de las que hoy sólo se conserva una.
En el ala Norte del patio nos encontramos con el templo reposadero de Sethy II. Se trata de un
templo ataludado compuesto por tres estancias con sus respectivas entradas independientes, todas
ellas destinadas a recoger las tres barcas procesionales consagradas a la triada tebana. Sus respectivos
destinos se hallan acreditados por los relieves de los muros: la estancia del Oeste, la de la izquierda,
correspondía a la barca de Mut; la del centro a la de Amón; y la del Este, la de la derecha, a la de
Khonsu. En el lado Sur y transversal al eje del templo, se encuentra el templo de Ramsés III. Este
edificio responde al prototipo del templo más simple del Imperio Nuevo: pilono, patio, vestíbulo, sala
hipóstila y santuario. El pilono está precedido y flanqueado por de dos colosos de Ramsés III. A
continuación accedemos a un patio porticado interior compuesto por pilares osiríacos, y a una
posterior sala hipóstila formada por columnas con capiteles papiriformes cerrados. Por último, al
fondo encontramos el sancta sanctorum, en este caso tripartito para alojar las tres barcas sagradas. Al
final del patio y precediendo al pilono II, vemos un pequeño vestíbulo flanqueado por dos colosos de
Ramsés II, ambos esculpidos en granito rosa y de las que sólo se conserva una. Tanto la construcción
del vestíbulo como la de este segundo pilono, fueron iniciadas por Horemheb y terminadas por
Ramsés I y Ramsés II, quienes no tuvieron reparo en usurpar las cartelas de su antecesor. Tras cruzar
el pilono II llegamos a la sala hipóstila, una de las más grandes creaciones de la arquitectura egipcia.
Esta sala está comprendida entre en segundo y el tercer pilono (obras de Horemheb y Amenofis III,
respectivamente). Cabe mencionar que su construcción se llevó a cabo en varias fases.
En su momento se trató de una sala que reposaba sobre 134 columnas. La nave central, más alta
que las laterales, se sostenía sobre 12 enormes columnas con capiteles campaniformes, todos
construidas por Amenofis III. No obstante, el resto de columnas que constituían el soporte de las
naves laterales, eran del tipo papiriforme cerrado y fueron obra de Horemheb. Esta diferencia de
altura entre la nave central y las laterales, permitía crear un claristorio por el que entrara la luz
natural. Respecto a los fustes de las columnas, tanto centrales como laterales, estaban cubiertos
de relieves y escritura jeroglífica, una decoración que partió de la mano de Sethy I, Ramsés II y
Ramsés IV. Después de la sala hipóstila se accede al pilono III, obra de Amenofis III como ya
hemos dicho. Cabe señalar que por aquel entonces ya existía el pilono IV y los cuatro obeliscos de
granito rosa que le precedían (ya que todo ello fue realizado por Tutmosis I con anterioridad); por
lo que, al erigir el pilono III para cerrar la sala hipóstila, Amenofis III creó una especie de patio
abierto que actuaba a modo de nexo entre la parte oriental y la occidental del templo, de ahí que
sea conocido como el patio de Amenofis III.
Pasamos ahora a estudiar la parte más antigua del templo de Amón, la parte oriental. Tanto el
pilono IV como el pilono V fueron realizados por Tutmosis I, pero fue Tutmosis III quien construyó
el pequeño vestíbulo que se encuentra delimitado entre ambos. Este recinto, conocido como el
vestíbulo de Tutmosis III, consta de 14 columnas y dos obeliscos de gratito rosa con la punta de oro,
ambos construidos en época de Hatshepsut. Tras el quinto pilono se accede a otro estrecho vestíbulo
cerrado por el pilono VI, ambos construidos por Tutmosis III. A continuación pasamos al patio del
santuario, donde encontramos dos pilares heráldicos de granito con los emblemas del Alto y Bajo
Egipto: el Alto representado con el loto y el Bajo con el papiro. Junto a ellos también podemos
observar dos colosales estatuas de gratino rojo representando a Amón y Amonet, ambas obras de
Tutankamón. Tras este patio se accede por fin al santuario propiamente dicho, conocido hoy en día
como el santuario de la barca sagrada, donde se colocaban las barcas de la tríada tebana. No
obstante, cabe aclarar que esta obra fue realizada con mucha posterioridad por el ptolomeo Filipo
Arrideo. Remontándonos al Imperio Medio, se cree que este espacio contenía, en un principio, un
edificio de caliza blanca con un santuario primitivo en el que se hallaba un pedestal de alabastro con
la inscripción de Sesostris I, de la dinastía XII. Este primigenio templo del Imperio Medio debió
conservarse hasta tiempos de Hatshepsut, quien edificó dos estancias rectangulares a los lados de
dicho santuario. Sin embargo, con la llegada de Tutmosis III, el centro del templo fue reformado. En
dicha reforma se instaló un nuevo santuario que duraría el resto del Imperio Nuevo y los siglos
siguientes hasta la época ptolemaica. Sólo fue entonces cuando, el ya milenario sancta sanctorum, fue
reemplazado por el ahora existente santuario de las barcas sagradas. Pero el afán de construcción de
Tutmosis III no se detuvo ahí, ya que en la zona posterior del templo mandó erigir una gran sala
hipóstila conocida como sala de los festivales. Fue Hatshepsut la primera en erigir esta gran sala, pero
Tutmosis III mandó destruirla para poder reconstruirla. El acceso a esta parte del templo se realizaba a
través de un portal situado en el ala Sur y flanqueado por dos colosos osíricos y dos pilares. A mano
derecha del vestíbulo se encuentra una serie de celdas, y a la izquierda, la entrada a la sala hipóstila.
La sala dispone de una nave central más elevada que consta de una doble hilera de 10 columnas, que
a su vez están rodeadas por una serie de pilares cuadrangulares; con lo cual, la nave central queda
totalmente envuelta por una nave lateral cerrada más baja. Tras esto pasamos al jardín botánico. Sus
relieves murales ofrecen el inventario de lo que los egipcios consideraban El Paraíso o la Tierra de los
Dioses. Está compuesto por cuatro enormes columnas papiriformes fasciculadas y por una serie de
representaciones de plantas, pájaros y animales exóticos.

Respecto al lago sagrado, cabe decir que se trata de un estanque rectangular al que se accede a través de
unas escaleras. Ningún testimonio escrito explica el porqué de este lago sagrado, y de ahí las
interpretaciones al uso: escenario de navegaciones rituales para las divinas barcas; piscina en que los
sacerdotes purificaban sus cuerpos como les estaba prescrito; lugar de natural esparcimiento para las
muchas aves, sobre todo gansos, que el templo albergaba, cebaba y sacrificaba al señor Amón. Quizá
la tercera de estas hipótesis tenga mayores visos de realidad que las dos anteriores, ya que las
célebres Ocas de Meidum hablan de la importancia de estas aves en el Egipto Antiguo.

A la altura del patio de Amenofis III y orientado al Sur, encontramos el llamado patio del escondrijo.
Aquí comienza una serie de cuatro patios separados por otros tantos pilonos: el pilono VII fue
erigido por Tutmosis III, el pilono VIII por Hatshepsut, y los pilonos IX y X por Horemheb. Con el
décimo se cerraba el recinto de Amón, dando pie a una larga avenida de esfinges que enlazaban el
templo de Amón con el de Mut.

Medio
Santuario primitivo de caliza
Pilono IV
Tutmosis I
Pilono V
Obeliscos del patio de Amenofis III
Obeliscos del primer vestíbulo
Estancias a los lados del santuario
Hatshepsut
Primera sala de los festivales
Pilono VIII
Primer vestíbulo (entre pilonos IV
y V)
Segundo vestíbulo (entre pilonos V
y VI)
Pilono VI
Patio del santuario con pilares
heráldicos
Tutmosis III
Dinastía
XVIII Nuevo santuario
Imperio
Sala de los festivales
Nuevo
Jardín botánico
Pilono VII
Pilono III
Amenofis III
Patio de Amenofis III
Nave central de la sala hipóstila
Pilono II
Vestíbulo del gran patio (pilono II)
Horemheb Pilono IX
Pilono X
Naves laterales de la sala hipóstila
Dinastía XIX Sethy II Templo de Sethy II
Dinastía XX Ramsés III Templo de Ramsés III
Tercer Pilono I
Dinastía XXII Sheshonk I
Periodo Pórticos laterales del patio
Intermedio
Dinastía XXV Taharka Templete de Taharka
Época Dinastía Filipo
Ptolemaic lágida Arrideo Santuario de las barcas sagradas
a
TEMPLO DE LUXOR

Uno de los más grandes egiptólogos de todos los tiempos, Masperó, consiguió rescatar el que hoy
es el más hermoso y armonioso de todos los templos egipcios: el templo de Luxor, un templo
construido por dos principales faraones: Amenofis III y Ramsés II. Al igual que el de Karnak, el
templo de Luxor también estaba dedicado a la triada tebana de Amón, Mut y Khonsu. Ambos
templos estaban estrechamente relacionados; de hecho, la función principal de este templo era la
procesión que una vez al año, durante la celebración del Año Nuevo, se celebraba y en la que la
imagen de Amón salía de su recinto de Karnak para, a través de la avenida de las esfinges, visitar
el templo de Luxor.

El templo de Amenofis III cuenta con una columnata procesional cuya entrada está flanqueada
por dos colosos sedentes de Ramsés II. Esta avenida de acceso está formada por una doble fila de
siete columnas campaniformes de fuste listo que sujetaba un techo de arenisca. A continuación se
encuentra el patio peristilo. El interior de este patio porticado está rodeado, en tres de sus lados,
por una doble hilera de columnas con capiteles papiriformes cerrados. El cuarto lado en cambio,
da acceso a la sala hipóstila que cuenta con 32 columnas con capiteles papiriformes cerrados. De
aquí pasamos al vestíbulo y al posterior sancta sanctorum de Amenofis III, estancia donde iba la
imagen del dios Amón. Con el tiempo Alejandro Magno reformó esta zona y construyó una serie
de habitaciones alrededor del santuario dejando este último con unas reducidas dimensiones.

Delante del templo de Amenofis III podemos observar el patio peristilo de Ramsés II. Este gran
patio porticado fue construido con posterioridad al templo, pero actualmente se presenta como el
primer patio del mismo. Está compuesto por dos hileras de columnas con capiteles papiriformes
cerrados y fustes lisos, no fasciculados. Precediendo este patio tenemos un gran pilono cuya
entrada se halla flaqueada por dos colosos de Ramsés II y dos obeliscos. En un principio, los dos
templos, tanto el de Karnak como el de Luxor, estaban edificados en torno a un eje paralelo al río. No
obstante, cuando Ramsés II decidió ampliarlo, se tomo la decisión de orientarlo todo mirando a
Karnak, lo que obligó a imprimir el torcimiento del eje en la nueva edificación.

TELL EL-AMARNA

El periodo armarniense designa una etapa de la historia de Egipto en la que reinó Amenofis IV o
Aketanón, quien abandonó Tebas, la capital religiosa, y edificó su nueva capital en un lugar
desértico del Egipto Medio, en Amarna o Tell el-Amarna.
En el plano religioso, este periodo estuvo marcado por un conjunto de reformas únicas y radicales
en la historia de Egipto: introdujo un nuevo culto religioso, el monoteísta, al convertir al dios Atón
en la única deidad oficial del Estado; cerró los templos del dios tebano Amón; y confiscó los bienes
del clero a favor del Estado. El abandono de la tradición religiosa anterior afectó a la iconografía, a
la arquitectura y en general, a la vida intelectual, que se desarrollaba en torno a la religión.
El arte amarniense se caracteriza por una representación expresionista y naturalista.
Arquitectónicamente no se construyó nada importante, tan sólo la nueva capital conocida como
Tell el-Amarna, al norte de Tebas. Sin embargo, es una ciudad que nos ha permitido ver cómo eran
las casas egipcias por aquel entonces. Se trata de ciudad nueva que tenía, por un lado, una zona
residencial cercana al río Nilo para las familias más pudientes; y por otro lado, numerosas casas de
adobe para la gente podre y la clase obrera. Una vez acabado el periodo amarniense, volvió a
retomarse el arte propio del Imperio Nuevo con la dinastía XIX.

RAMESEUM

Es el templo mortuorio de Ramsés II, un templo que hoy en día se encuentra prácticamente derruido
debido a que fue empleado a modo de cantera por los ptolomeos.
La necesidad de mantener la orientación hacia el templo de Luxor provocó la construcción de una
planta en forma de paralelogramo en lugar del habitual rectángulo. Contaba con un primer pilono
decorado con relieves relativos a la batalla de Qadesh y flanqueado por dos colosos de Ramsés II,
que a su vez daba pie a un patio cuyo lateral Sur estaba porticado. A continuación, y separado por un
segundo pilono, nos encontramos con otro patio. Dos hileras de columnas papiriformes orlan los
lados cortos del patio y una de pilares osíricos los largos. Sin embargo, el lateral del fondo también
está respaldado por detrás con una segunda hilera de columnas papiriformes. Tras este patio se
encuentra la sala hipóstila. Al igual que la de Karnak, las columnas correspondientes a la nave central
eran mayores y con capiteles campaniformes, mientras que las columnas que sostenían las naves
laterales eran más pequeñas y papiriformes. La diferencia de altura entre ambas naves daba pie a un
claristorio superior por el que entraba la luz natural. Por último, y tras atravesar tres salas sucesivas,
llegamos a la sala de la barca y el sancta sanctorum (cabe decir que la primera de ellas es famosa
por presentar un techo decorado con las constelaciones y otros motivos astronómicos). Los
almacenes que rodean todo el templo se han hecho justamente célebres porque si el templo es
descomunal, ellos ocupan una superficie tres veces mayor y ofrecen interesantísimos ejemplos de
bóvedas parabólicas.

TEMPLOS DE ABU SIMBEL

Se trata de dos templos labrados en la pura montaña de Nubia: uno dedicado a Re-Horakhte y
consagrado por Ramsés II; y otro más pequeño dedicado a su madre Hathor y consagrado por
Nefertari, su mujer. El de Re-Horakhte estaba orientado estrictamente hacia el Este, y el de
Hathor al Sudeste.
El templo de Ramsés II se trata de un speos o un templo rupestre, pero está dotado de los mismos
elementos que un templo normal no rupestre, salvo por la inversión forzosa de sus dos primeros
elementos, el pilono y el patio. Es decir, aquí el patio (escenario de los sacrificios y de las hogueras
sagradas) precedía al pilono, y no al revés. El pilono no era un edificio exento, sino que estaba tallado en
la roca, y en su centro se situaba una hornacina con la imagen del dios Re-Horakhte. Flaqueando la
entrada podemos ver cuatro enormes colosos de Ramsés II acompañados de pequeñas figuras,
colocadas entre las piernas, que representan a su madre, su mujer y sus hijos. Estos colosos están
representados con el nemes o klaft (el tocado de tela que cubría la cabeza), la doble corona de las
dos Tierras, el áspid en la frente y la barba postiza (símbolo del faraón en vida). Delante de los
pedestales de los colosos se alzan estatuas de halcones y del propio rey, éste en actitud de marcha.
La primera estancia a la que accedemos es la sala hipóstila, compuesta por ocho pilares
cuadrangulares osiríacos, cuatro a cada lado. Los de la izquierda llevan la corona del Alto Egipto y
los de la derecha doble corona de las Dos Tierras. Tras pasar por una segunda sala hipóstila de
cuatro pilares hathóricos, pasamos a un vestíbulo que da pie al sancta sanctorum. Aquí nos
encontramos con cuatro estatuas sedentes talladas en la roca, representando de izquierda a
derecha a Ptah, Amón-Ra, Ramsés II divinizado y Re-Horakhte.
La construcción fue planificada de manera que dos veces al año (20 de febrero y 20 de octubre),
los primeros rayos del amanecer penetraran hasta el santuario e incidieran sobre las estatuas allí
colocadas. Sin embargo, en los años 60, debido a la construcción de la presa de Asuán, tuvieron
que trasladar todo el speos piedra a piedra, por lo que hoy en día no es el Sol naciente el que
ilumina la sala, sino el poniente.
Junto a este gran speos, Ramsés II mandó construir otro: el templo de Hathor, en homenaje a su
esposa Nefertari y siguiendo el mismo esquema que el anterior. El pilono de la fachada está dividido
por contrafuertes en talud que flanquean un portal en saledizo. A cada lado se encuentra un coloso
de Nefertari entre dos de Ramsés, haciendo un total de seis figuras, todas en pie y encajadas en
nichos. La sala hipóstila que le acontece está reforzada por seis pilares hathóricos. El templo quedó
inacabado.
Aunque fue Tebas la capital de Imperio Nuevo durante la mayor parte del Imperio Nuevo, es gracias a los
restos encontrados Tell el-Amarna (capital durante el periodo armarniense de Akenatón) como podemos
reconstruir las zonas residenciales de aquel tiempo. Contaba con calles muy estrechas y casas con un gran
patio y amplia cocina. De ahí se pasaba a una sala iluminada por claristorios y a continuación a una
escalera que daba acceso al piso alto donde se encontraban las habitaciones. La casa la remataba una
terraza cuya balaustrada estaba decorada con hojas de palma entrelazadas. Mirando hacia el Nilo tenían
un pórtico para refrescarse por las tardes. Las casas ricas también gozaban de grandes espacios
dedicados para los telares, la carnicería, el ganado, la cosecha, la cervecería o panadería. Las
fachadas estaban pintadas de colores vivos.
3.4.7. Periodo bajo (665 – 323 a.C.), dinastías XXVI-XXX
Con la dominación etíope comienza el lento apagamiento del arte egipcio, ya que Egipto pierde
sus características propias y empieza a adaptarse a las etíopes. Dentro de esta época cabe
destacar el periodo saítico, donde los saítas restauraron el poder y fijaron la capital en Sais, en el
delta del Nilo. Por desgracia, no se conserva nada relevante.

3.4.8. Periodo ptolemaico (323 – 30 a.C.) y periodo romano (30 a.C. – 395 d.C.)

Cuando Egipto cayó a manos de los griegos, y más tarde de los romanos, se extendió un
importante afán constructivo por todo Egipto. Por estos siglos, los edificios pierden en tamaño
pero ganan en gracia y elegancia. Predomina el vano sobre el muro, se desarrollan nuevos tipos
de capiteles y desaparecen las antiguas divisiones de los templos egipcios.

TEMPLO DE HORUS EN EDFÚ

El templo, dedicado al dios halcón Horus, fue construido durante el periodo helenístico entre 237
y 57 a.C. La construcción se empezó durante el reinado de Ptolomeo III y se terminó con el de
Ptolomeo XII. Es el templo mejor conservado de Egipto y el más importante después del de
Karnak.
La entrada al templo la preside un gran pilono que da pie a un patio porticado. Tanto el pilono
como el patio fueron obra de los Ptolomeos IX y X. El pilono se encuentra decorado tanto por una
cara como por la otra por relieves cuyos perfiles están muy marcados y rehundidos. Estos relieves,
conocidos como ondo-oscuro, se desarrollaron con la intención de que el sol no las desdibujara y
se apreciaran perfectamente. En la parte baja podemos observar grandes figuras, mientras que en
la parte superior pero una serie de figuras más pequeñas.
Respecto a los capiteles del patio porticado, estos son de tipo compuesto, con elementos florales
como brazadas de lotos, de papiros o de hojas de palma. A continuación, vemos la entrada de la
primera sala hipóstila o pronaos, compuesta por seis columnas que alternan capiteles
palmiformes y compuestos, y unidos por unos muros bajos en los intercolumnios. Las 12
columnas que sostienen la primera sala hipóstila o pronaos alternan capiteles palmiformes y
papiriformes abiertos. La segunda sala hipóstila, también compuesta por 12 columnas, tiene en
cambio únicamente capiteles campaniformes. Tras esta sala, nos encontramos con un pasillo que
conduce hasta el sancta sanctorum que contenía la imagen de Horus.

TEMPLO DE HATHOR EN DENDERA


El templo de Hathor representa un típico ejemplo de edificación del periodo ptolemaico. La
construcción actual es de la época ptolemaica, pero se realizó sobre un antiguo templo mucho más
antiguo.
La planta del de Dendera se parece mucho a la de Edfú, con la diferencia de que aquél carece de pilono y
patio porticado; de modo que hoy se llega directamente a un estupendo pronaos o primera sala
hipóstila, cerrado hasta media altura por unos muros en los intercolumnios. Todas las columnas tienen
capiteles hathóricos y fustes decorados de relieves. La segunda sala hipóstila es la sala hipóstila
interior. Hace las veces de vestíbulo y consta de 6 columnas. Por último se encuentra el santuario
donde se guardaba la imagen de la diosa y delante la barca sagrada. Pivotando en torno el eje central
y el santuario encontramos pequeñas habitaciones.
TEMPLO DE ISIS EN FILÉ

El templo de Isis no es rectangular y los pilonos no son paralelos. Se accede a él a través de un


primer pilono al que le preceden dos largos pórticos con capiteles mixtos. Este pilono da acceso a
un patio abierto donde se encuentra un mammisi, compuesto por un pronaos y tres cámaras. El
segundo pilono conforma la fachada de la sala hipóstila, la cual está formada por 10 columnas
similares a las que veíamos en el tempo de Horus en Edfú. Al fondo observamos una serie de
estancias y finalmente el santuario. Fuera del recinto podemos ver el templete o quiosco de
Trajano. El monumento está sostenido por columnas en todo su perímetro, cuatro en las dos
fachadas más cortas y cinco en los laterales, con diferentes capiteles compuestos profusamente
labrados, y cerrado hasta media altura por unos muros en los intercolumnios. Originalmente, todo
este complejo se encontraba en la isla de Filé, pero debido a la subida del nivel del Nilo con la
construcción de la presa de Asuán, se trasladó a la isla de Agilkia.

4. Escultura
4.1. Función y naturaleza
El arte egipcio está al servicio del soberano, del faraón, y de la religión. Sus necesidades religiosas
y su idea sobre la vida de ultratumba van a impulsar todas las creaciones artísticas. De hecho, casi
la totalidad de las esculturas que hoy se conservan proceden de las tumbas y de los templos.

La reproducción de una figura significa supervivencia. Es la explicación de las numerosas figuras,


relieves y pinturas que aparecen decorando los templos y las tumbas, ya que la figura garantizaba
la inmortalidad del difundo y son el apoyo del alma del difunto en caso de que se destruya el
cuerpo. En ellas va a predominar la ley de la frontalidad que responde al deseo de evitar todo lo
narrativo que indique un avance, un paso; es un deseo de detener el curso de la vida.

4.1. Características
Las esculturas se van a caracterizar por ser hieráticas, rígidas, de expresión estática e inexpresiva,
ojos almendrados, mirada fija en el infinito, frente alta y rigidez en los dedos. Repetimos que
todas estas características se ponen al servicio de un lenguaje que no busca la representación de
la vida, sino ser el soporte del alma en la eternidad. Los brazos y piernas aparecen fijados al
cuerpo para evitar roturas, ya que cualquier desperfecto afectaría a la vida en el Más Allá. Es por
ello que la moción de los personajes estaba reservada únicamente para los relieves, nunca para la
escultura.

Cuando se representan varias figuras, es decir, grupos, éstas se yuxtaponen adoptando la misma
posición. No existe la perspectiva, tan sólo existe la segunda dimensión, pero tienen una
preocupación, algo subjetiva, por esa tercera dimensión. Para ello emplean, como ya hemos dicho, la
yuxtaposición de las figuras.

En los relieves, muestran partes de perfil y de frente para conseguir el máximo de elementos
definidores de la figura: la cabeza está de perfil, el ojo de frente, el tronco de frente, las piernas de
perfil y los brazos y manos también de frente.

4.4.1. Características básicas

Las esculturas y bajorrelieves se ceñían a una serie de cánones que se mantuvieron invariables en
casi todos los periodos, exceptuando el periodo amarniense de Akenatón.

1. Ley de la Frontalidad:
Las figuras son concebidas para ser vistas de frente; son muy simétricas, como si se
hubieran esculpido respecto de un eje central, siendo las dos partes muy semejantes.
2. Jerarquía:
Las figuras más importantes eran esculpidas más grandes y detalladas en comparación con
el resto de personajes.
3. Hieratismo:
Ausencia de expresividad y rigidez de actitudes; son signos de respeto y divinidad. Sólo en
algunos periodos se acercó al naturalismo.
4. Ausencia de perspectiva:
No había profundidad sino yuxtaposición de figuras que se encuentran en un mismo plano.
5. Uso de colores planos:
Se utilizaron colores de tonos uniformes, con un código que respondía más a criterios
simbólicos que realistas.
En la época de Akenatón hubo un cambio de cánones. Las figuras se representaron sin ser
idealizadas, haciéndolas realistas, naturalistas y muy estilizadas.
Predomina el carácter religioso y cortesano. A veces hay numerosas representaciones del mismo
personaje, como de los faraones, quienes suelen divinizarse apoderándose de los atributos propios de los
dioses: el aro solar, el halcón y el áspid, etc. La forma de la corona del faraón dependía del reino que
dominara: el Alto Egipto con la corona blanca en forma de tiara con la flor de loto; y el Bajo Egipto con
corona roja troncada y con la flor de papiro. La unificación de los reinos se representaba con una doble
corona o con el símbolo sema, compuesto por las dos plantas heráldicas, el pulmón y la tráquea.

El alma necesita hacer su día a día. Es por ello que al principio, la corte y los sirvientes se
sacrificaban para enterrarse junto con su señor o rey, luego simplemente pasaron a ser
representados icónicamente en su tumba.

4.1.1. Materiales

Los egipcios tallaron en materiales muy diversos, desde madera y caliza, hasta granito, basalto,
diorita u obsidiana. La madera y el barro se empleaban para la representación de los criados. A estos
se les aplicaba una capa de estuco para luego ser policromados: la piel de los hombres con ocre
oscuro, y la de las mujeres con un color claro amarillento. Para avivar la expresión de la escultura,
incrustaban vidrios en los ojos.

Hay que señalar que la escultura tenía una significación espiritual. El faraón se idealizaba para
destacarlo sobre el resto de los mortales, pero mantenían ciertas facciones propias para
distinguirlo del resto de faraones. Siempre eran plasmados jóvenes, pues la juventud era símbolo
de la eternidad. En cambio, a los personajes secundarios se les permitía algo más de realismo.

4.1.2. Tipos

1. Individuales: pueden estar de pie o sentadas.


2. Diadas: esculturas dobles con un hombre y una mujer. Indican la alta función de la mujer en
Egipto, son esculturas características del Imperio Antiguo.
3. Triadas: característica del Imperio Antiguo
4. Grupos familiares: se representa al marido, a la mujer y a los hijos (de menor tamaño y
desnudo); los niños se representaban con una coleta o trenza sobre el hombro y las niñas
sobre la espalda, llevándose el índice a los labios queriendo indicar silencio, paz y
tranquilidad para sus padres.

Los escribas eran personajes de gran relevancia, por su responsabilidad de narrar la Historia de
Egipto. Se les representaba sentados, con actitud de escribir y con un rollo entre las rodilla. Se
tallaron en todos los tamaños, desde lo colosal hasta lo diminuto.

4.2. Relieves
Tanto los templos como las tumbas y los palacios tenían las paredes cubiertas de relieves. En ellos
predominaba la temática religiosa, pero también se plasmaban las hazañas bélicas de los faraones.
Estos relieves siempre estaban acompañados de inscripciones jeroglíficas que explicaban las escenas,
hermanándose así la escritura con la imagen. La identificación entre el relieve y la palabra solía ser
perfecta.

Para realzar la figura del faraón se le representaba siempre con un tamaño superior, y para lograr
una mayor claridad se intentaba evitar el cruce de figuras. La mayoría de los relieves estaban
policromados, lo que hacía que destacaran notoriamente sobre la piedra. Al principio trabajaron
sobre todo los bajorrelieves, pero con el tiempo desarrollaron el relieve hundido, que consistía en
remarcar el contorno de las figuras creando una profunda sombra.

4.3. Etapas de la escultura


4.3.1. Época tinita (3000 – 2635 a.C.), dinastías I-II
PALETA DEL REY MENES O NARMER

Es una paleta de esquisto encontrada en el templo de Horus en Hieracómpolis. Se trata de una


paleta de tocador, no obstante, las paletas adquirieron una función conmemorativa y votiva. El
análisis iconográfico de los relieves de ambas caras nos revela el propósito de glorificación de la
figura de Narmer y documenta la lucha por unificar el Alto y el Bajo Egipto.

Anverso: está distribuido en cuatro registros horizontales. En el


de arriba vemos escrito dentro de un recuadro y mediante
símbolos el nombre de Narmer, flanqueado a su vez por dos
cabezas de vaca que representan a la diosa Hathor. Por otro lado,
en el registro de abajo vemos al faraón Narmer, representado en
un tamaño mayor, con la corona roja del Bajo Egipto y con otros
atributos que demuestran su autoridad, como la maza y el flagelo.
Está secundado por el portador de sandalias, quien también lleva
una pequeña vasija para purificaciones. Delante del rey se
encuentra su visir, un magistrado, y cuatro portaestandartes que
aluden a varios nomos de Egipto. A la derecha se exponen diez
cuerpos decapitados con las cabezas colocadas entre las piernas,
que aluden a la victoria de Narmer sobre sus adversarios. El tercer
piso está ocupado por dos leones con largos cuellos entrelazados
formando una cazoleta, y con dos sirvientes esforzándose por
aferrarlos firmemente con cuerdas. Con toda seguridad se trata
de una alegoría de la unificación de Egipto. Por último, en la base
de toda la composición se muestra a Narmer personificado como
un poderoso toro conquistando una ciudad amurallada y bajo el
cual yace un enemigo.

Reverso: el reverso está distribuido en tres pisos. Al igual que en


anverso, aquí también vemos en la parte superior a Hathor con
una forma hibrida, con rostro de mujer y cuernos y orejas de vaca,
y con la inscripción del nombre del faraón entre ambas cabezas.
En el registro central aparece a gran tamaño Narmer, ataviado
con los atributos típicos del soberano egipcio: la corona blanca del
Alto Egipto, una barba postiza y un faldellín corto con una cola de
buey. Con la mano derecha eleva una maza para masacrar a un
enemigo mesopotámico, al que sujeta por el pelo con la mano
izquierda. Esta representación alude a la conquista del Norte del
país por parte del rey. Narmer viene acompañado por un
personaje secundario identificado como su portador de
sandalias. Probablemente sea un sacerdote, tal como indican
su cabeza rapada y la jarra para libaciones que lleva en la mano
derecha. Al otro lado está el dios Horus personificado como
halcón. Se encuentra posado sobre seis tallos de papiro encima
de una barca con cabeza humana, y somete a un enemigo
agarrándolo con un gancho por la nariz. Los papiros aluden al
Bajo Egipto y en conjunto simboliza cómo el dios se apropia de
la respiración o de la vida de aquellos que se oponen a él. Los
nombres de Horus y de Narmer se escribían con símbolos
parecidos, por lo que es un reflejo del faraón conquistado que
sometiendo la región del Delta. Finalmente, en el piso inferior
se distinguen dos enemigos sometidos.
4.3.2. Imperio Antiguo (2635 – 2155 a.C.), dinastías III-VI

ESTATUA SEDENTE DE ZOSER

Esta obra apareció en el serdab del complejo de Saqqara. Se trata de


una estatua de caliza policromada, de carácter cúbico y formas
cerradas, completamente pegada al trono para que no exista peligro
de rotura. Es por tanto rígida, inmóvil, hierática y frontal.

Presenta unas grandes orejas, unos huecos oculares vacios, una barba
postiza, una peluca larga sin ningún tipo de ondulación (con líneas
paralelas para no romper con el hieratismo) y el típico klaft o nemes
propio de los faraones. Mientras apoya una mano abierta sobre la
rodilla, la otra se la lleva al pecho con el puño cerrado, símbolo de
respeto a la divinidad. Como vemos, aún se conservan restos de
policromía que nos permiten ver la existencia de un bigote propio de
la aristocracia.

ESTATUAS DE RAHOTEP Y NOFRET

Rahotep debió ser un personaje relevante en la


corte faraónica de su tiempo. Fue posiblemente
hijo del faraón Snefru. Aunque no constituyen una
díada propiamente dicha, resulta obvio que ambas
fueron creadas manteniendo un criterio unitario.

Rahotep: va vestido con un faldellín y está desnudo


de cintura para arriba. Muestra un carácter cúbico,
con formas cerradas, con las piernas juntas y
completamente pegadas al bloque. Su tronco es
triangular gracias a unos hombros anchos y una
cintura estrecha.Tiene ambos puños cerrados; un
brazo sobre la rodilla y el otro plegado y cruzado
sobre el pecho como símbolo de respeto a los dioses.
El color de su piel es ocre oscuro, algo propio de
todas las representaciones masculinas en Egipto. No
porta peluca, pero sí un bigote y un colgante
típicos de la clase aristócrata. Cabe destacar su
mirada fija en el infinito, especialmente llamativa
con esos ojos realizados con incrustaciones de
pasta vítrea.

Nofret: se trata de la esposa de Rahotep. El color de su piel es muy claro, en contraposición a


tono oscuro de los hombres, ya que, por aquel entonces, el color lívido y pálido de las mujeres era
sinónimo de belleza. Aparece vestida con una larga túnica de lino blanca muy ceñida al cuerpo y
con un profundo escote nube. El ajustado atuendo prácticamente sólo deja visible una mano que
estratégicamente se sitúa en las proximidades del corazón. Se trata, por tanto, de un gesto muy
similar al realizado por Rahotep y con idéntica simbología. Como ornamentos estéticos destacan
el amplio y llamativo colgante que se extiende sobre el pecho y la cinta con motivos florales sobre
la peluca. La peluca está superpuesta al pelo natural, que de hecho resulta parcialmente visible
en la zona del flequillo. Al igual que Rahotep, sus ojos están confeccionados con incrustaciones
vítreas y perfilados con kohl.

Cabe añadir que los tobillos de ambos son anchos y toscos, símbolo del arcaísmo.
ESTATUA SEDENTE DE KEFRÉN

Se trata de una escultura realizada en diorita y


perfectamente pulida. Vemos al faraón sentado en un
trono de respaldo alto, en cuyos lados podemos ver el
sema entrelazándose en torno a la tráquea y el pulmón,
símbolo de la unificación del Alto y Bajo Egipto.
Respecto a Kefrén, como única vestimenta lleva un
faldellín plisado, el klaft o nemes y la barba postiza
propia de los reyes de Egipto. Su rostro, hierático, está
idealizado pero manteniendo los rasgos característicos
del faraón para poder distinguirlo de los otros. El klaft
en un principio es corto, pero con el tiempo irá
alargándose y estilizándose al igual que el maquillaje
de los ojos. La musculatura está representada con gran
realismo. Lleva los brazos apoyados sobre los muslos
con una mano cerrada y la otra abierta. Como último
detalle tenemos a Horus, representado en forma de
Halcón, quien está situado detrás de la cabeza
otorgándole protección.

DÍADA DE MICERINOS

Ambas figuras están ligeramente yuxtapuestas,


quedándose la mujer ligeramente por detrás del faraón.
Micerinos muestra una actitud de marcha con el pie
izquierdo adelantado pero manteniéndose adosado a la
pared; su mujer también tiene el mismo pie en posición
de avance, pero no tanto como el del faraón, lo que
indica que ella le sigue por detrás. El hombre muestra un
tronco triangular con esos hombros anchos y cintura
estrecha. El hieratismo que presenta atiene a la cabeza
recta, la mirada perdida en el infinito, la inexpresividad
facial y los brazos completamente pegados al cuerpo. De
hecho, tiene los brazos firmes hacia abajo mientras
sostiene un cetro en cada mano, uno del Alto y otro del
Bajo Egipto. En cuanto a su vestimenta,
luce un faldellín cruzado, el klaft y la barba postiza. La
mujer en cambio aparece abrazando a su esposo y
viste una túnica que se adapta a su cuerpo, marcando
la anatomía femenina y dando la sensación de
transparencia. Además porta una larga peluca que
deja entrever su pelo natural en la zona frontal. Tanto
uno como el otro muestran unos tobillos y unos pies
anchos y toscos propios del arte arcaico.

TRÍADA DE MICERINOS

Micerinos, situado en el eje central y flanqueado por dos mujeres, presenta las mismas
características mencionadas anteriormente; tronco triangular, faldellín plisado y cruzado, barba
postiza, corona del Alto Egipto y en actitud de marcha con la pierna izquierda adelantada. Siguiendo
al faraón, y adelantando también tímidamente el pie izquierdo, se encuentra Hathor. Esta deidad
porta su tradicional corona integrada por el disco solar enmarcado entre cuernos de vaca. También
luce un vestido que se ajusta a lo largo del cuerpo, modelando su figura y sus curvas y extendiéndose
casi hasta los robustos tobillos. En la mano derecha sostiene el chen, símbolo de la eternidad,
mientras que la otra está unida a la mano del faraón. El hecho de representar a Hathor como su
cónyuge tiene sentido, pues Hathor era esposa de Horus, y el faraón se consideraba la
personificación de éste en la tierra. La otra deidad femenina que integra la tríada es portadora del
tocado identificador de Bat. Se encuentra en un tercer plano con respecto a las otras figuras, ya que
sus pies se representan juntos, lo que implica un alejamiento en contraposición con el avance
modesto de Hathor y destacado de Micerinos. Es más, la corona de Bat se representó en suave
relieve (en contraste con el altorrelieve de la corona de Hathor), diluyéndose así el protagonismo de
su presencia. Fue la diosa de uno de los nomos o provincias del Alto Egipto, por lo que su
representación alude a dicha región.

EL ESCRIBA MORGAN

El escriba era un importante personaje del Antiguo Egipto, por ser quien llevaba la contabilidad y
quien dejaba constancia de la Historia. Esta obra en concreto está hecha en caliza policromada y, a
diferencia del faraón, se le permiten rasgos más realistas y naturalistas. Lleva el faldellín típico, un
rollo de papiro entre las rodillas y en la mano un estilete, hoy perdido. En la cabeza porta una peluca
que parece despegarse y ondeada por el viento, y en torno al cuello hay indicios de haber lucido un
colgante. Los ojos, rellenos de pasta vítrea y perfilada con kohl, muestran una mirada fija y
penetrante.

CHEIK EL-BELED O EL ALCALDE DEL PUEBLO

Se trata de una escultura de madera, algo curioso pues la


madera en un material muy perecedero. El personaje
representado es Kaaper, un Jefe de Sacerdotes. Presenta el
naturalismo propio de la gente humilde, en contraposición
a la idealización que se otorgaba a las imágenes de los
faraones. Lo que más llama la atención es el realismo con el
que Kaaper fue representado: se le muestra como un
hombre maduro, con tendencia obesa y un vientre
pronunciado. Viste un faldellín largo hasta las rodillas y una
vara o bastón en la mano izquierda, donde tiene una
oquedad para encajarlo. Su expresión se remarca con unos
ojos constituidos por incrustaciones de material vítreo.

ESTATUAS DE SEPA Y NESA

Este conjunto escultórico e encontró en Saqqara y están


hechas en caliza policromada. Tanto el hombre como la
mujer muestran un brazo desproporciona-damente largo. El
hombre luce un faldellín hasta las rodillas y sujeta una vara
o bastón con el brazo plegado y cruzado. La mujer en
cambio, presenta una larga túnica muy ceñida al cuerpo con
un profundo escote nube y numerosas pulseras que nos
indica que pertenecía a la burguesía. Porta una larga peluca
y tiene los ojos delineados con kohl. Muestra un rostro
sumiso y prudente.

EL ESCRIBA DEL LOUVRE

Es el escriba más famoso que se conserva y está


considerada una obra maestra de la escultura egipcia.
Conserva buena parte de su policromía original. Dicha
policromía muestra a un hombre de cabello negro y corto,
sin peluca, de piel ocre oscuro y portador de un faldellín
sencillo y blanco. Se trata de una obra de gran realismo y
verosimilitud. La condición de escriba implicaba pasar
muchas horas sentado, de ahí los pliegues de grasa y los
pectorales caídos apreciables en el torso. En cuanto a su
rostro, muestra facciones angulosas, con una barbilla
puntiaguda y pómulos marcados, que contrastan con el
cuerpo flácido del hombre. Presenta unos labios finos y
unas orejas definidas y de tamaño razonable. Pero sin duda,
lo que más destacan son sus ojos de pasta vítrea, que
reflejan una mirada audaz y a un hombre astuto y de
negocios.
Respecto a su postura, se encuentra sentado con las piernas
cruzadas. Esta postura genera una superficie plana sobre las
rodillas que sirve como espacio de apoyo para realizar el
trabajo propio de escriba.
El personaje extiende sobre esa superficie un rollo de papiro, mientras que con la otra mano
sostendría el estilete para escribir. Esta herramienta era un elemento añadido a la escultura, tal y
como podemos deducir dada la hendidura que se observa entre los dedos.

ESTATUILLAS DE LA MUJER MOLINERA Y CERVECERA

Se trata de una desnuda que aparece amasando pan en


una tabla barquiforme. Es una escultura bastante tosca
que presenta el color de piel claro propio de las
mujeres. Respecto a la mujer cervecera, ésta lleva una
falda larga y los pechos desnudos mientras se dedica a
hacer cerveza en una vasija. Lleva colgantes y la peluca
deja entrever su cabello natural en la frente. Se trata de
la mujer del difunto ocupándose de las tareas
domésticas. Para los oficios la mujer tenía una doble
visión: por un lado, cuidar del marido en ésta y la otra
vida; y por el otro lado, ser su acompañante. El trabajo
doméstico no era una carga, sino un orgullo. Es por ello
que es típica la representación de las mujeres en estos
oficios.

EL ENANO SENEB Y SU FAMILIA

Este grupo escultórico está realizado en caliza


policromada. El personaje principal es un enano
llamado Seneb, quien fue representado tal cual era, sin
ningún tipo de idealización. Aparece sentado encima de
un pedestal con las piernas cruzadas, mientras que su
mujer se halla con las piernas estiradas. Esta última
presenta rasgos normales, lleva una túnica muy ceñida
al cuerpo y una peluca que deja entrever su pelo natural
en la frente. El tono de piel del hombre es ocre oscuro,
mientras que el de la mujer es amarillo claro. Por último
vemos a dos niños representados en un tamaño
diminuto, cuyos colores se adaptan a los
convencionalismos de género. Ambos llevan el peinado
típico: el niño una coleta a un lado y la niña una trenza
por la espalda. Tienen el dedo índice sobre los labios,
símbolo de silencio y tranquilidad para sus padres.
NIKAURRE Y SU FAMILIA

Era el inspector de los escribas. Se trata de un grupo


funerario en el que el marido está sentado en un
pedestal mientras su hijo y su mujer se encuentran de
pie. Todos ellos presentan las características propias del
arte de esta época, de hecho, comparte todos los
convencionalismos mencionados en el grupo
escultórico anterior.

4.3.3. Primer periodo intermedio (2155 – 2134 a.C.), dinastías VII-X

Por estos años decae la calidad de la escultura egipcia, y lo que hoy en día nos llega tan sólo son
algunas estatuillas de sirvientes, unas de barro y otras de madera.

ESTATUILLAS DEL EJÉRCITO DE ARQUEROS NUBIOS

Se trata de una colección encontrada en la


tumba del monarca Mesehti. La tumba
albergaba dos grupos de 40 pequeños
soldados de madera pertenecientes a dos
cuerpos de élite utilizados en el ejército: por
un lado los arqueros nubios, y por el otro los
lanceros egipcios. Los arqueros nubios tenían
la piel negra y vestían el tradicional shenti o
faldellín de colores rojizos. Llevaban un arco
curvo en la mano derecha y tres flechas en la
izquierda, y tenían la función de proteger al
difunto en caso de algún ataque exterior.

ESTATUILLAS DE LAS PORTADORAS DE OFRENDAS

Esta portadora de ofrendas luce una larga


túnica profusamente decorada, numerosos
colgantes, una larga peluca y unos ojos
delineados con kohl. Mientras con una mano
sostiene un cesto de alimentos sobre su
cabeza, con la otra porta lleva oca. Algunos
historiadores opinan que no sólo son eran
portadoras de ofrendas, sino también eran
concubinas, pues la oca era símbolo de la
sexualidad en el amor.
No obstante, en este segundo ejemplo vemos
una tipología muy distinta. La mujer muestra un
cuerpo muy fijo y delicado, de cintura estrecha,
caderas ondulantes y una túnica de ojo de
perdiz, es decir, con una decoración escamada. A
diferencia de la anterior, no hay confusión de
que esta mujer es tan sólo una auténtica
presentadora de ofrendas, pues lleva perfumes
consigo, lo que implica que no pueda ser una
concubina. El único defecto que podríamos
señalar sería el brazo, que parece
desproporciona-damente largo.
4.3.4. Imperio Medio (2134 – 1785 a.C.), dinastías XI-XII

La escultura se vuelve más pesada y torpe que en el Imperio Antiguo. Desaparecen los grupos
familiares pero aparece la estatua cubo. Los materiales que se emplearán serán la caliza y las
piedras más duras. Respecto a los detalles faciales, cabe destacar que las pelucas y los klaft se
irán extendiendo hacia el pecho, y que las cejas y el rabillo de los ojos irán alargándose también.

ESTATUA CUBO

La estatua cubo o cúbica fue un estilo estatuario egipcio que apareció a comienzos del Imperio
Medio y tuvo una larga duración, llegando hasta el Imperio Nuevo. Representaba a una persona
sentada con las rodillas dobladas y juntas y con los brazos cruzados por encima de ellas. A
menudo vestía una larga túnica, de modo que sólo la cabeza y los pies
permitían identificar al ser humano en dicho cubo. Las caras de éste
estaban grabadas con jeroglíficos con información acerca del
personaje representado y su forma cerrada garantizaba la buena
conservación de la escultura, pues no se exponía a ningún peligro de
rotura, lo que aseguraba la vida en el Más Allá. De hecho, a fin de
minimizar este peligro, el cuerpo se fue reduciendo todo lo posible
hasta el punto de desaparecer el contorno de las piernas y distinguir
únicamente la cabeza.

ESTATUA DE MENTUHOTEP II

Mentuhotep II fue un faraón nubio, de ahí sus rasgos negroides. Es


una obra esculpida en caliza policromada, algo atípico dado que se
trata de un faraón. Viste una túnica blanca hasta las rodillas y
aparece con los puños cerrados y los brazos cruzados frente al
pecho. Su postura es firme y hierática. Porta la corona roja del Bajo
Egipto y la barba postiza típica de los faraones, pero la tosquedad de
sus tobillos y sus pies son detalles que remiten al arcaísmo.

ESTATUA DE AMENEMHAT I

Es la estatua oficial de un faraón. Se representa joven por ser


símbolo de la eternidad. Viste un klaft más largo, con el áspid en
medio de la frente. Muestra una ligera sonrisa en su rostro.

ESTATUA DE SESOSTRIS I

Se trata de un conjunto de dos esculturas de caliza policromada: una con la corona roja del Bajo
Egipto y otra con la blanca del Alto Egipto. Se le ha representado joven, con un tono de piel ocre
oscuro, con el rabillo de ojos y las cejas alargadas y vistiendo un faldellín corto. Aparece en actitud
de marcha con un brazo adelantando y portando un cayado como símbolo de ser el pastor que dirige
al ganado, el gobernante que dirige al pueblo egipcio.
Retrato oficial esculpido en granito. Aparece representado como en el Imperio Antiguo: rígido y
hierático.
Tiene los atributos típicos del faraón: la barba, cada vez más larga; el klaft, también más alargado, y
el áspid en medio de la frente. Aparecer con ambos brazos extendidos sobre las rodillas, con una
mano abierta y boca abajo, y la otra cerrada y sosteniendo un pañuelo horizontalmente. Sus piernas
están totalmente pegadas al trono.

ESTATUA DE SESOSTRIS II

Está esculpido en diorita. Vemos a Sesostris II sentado en un trono sin respaldo. Presenta un tronco
triangular, un faldellín plisado, un áspid en el centro de la frente y unas orejas razonables. Muestra
una postura muy rígida, con las manos apoyadas en los muslos: la izquierda abierta, con la palma
hacia abajo; la derecha cerrada, en sentido vertical y sujetando un pañuelo enrollado. Va
desapareciendo ese signo de arcaísmo de los tobillos.

ESTATUA DE SESOSTRIS III

Así como hasta ahora hemos visto la idealización de la figura del


faraón, con Sesostris III vemos un cambio, ya que en lugar de
representarlo joven, se le representa de una manera más
naturalista, con facciones envejecidas y propias de un hombre
maduro: arrugas en el ceño, ojeras, comisura de los labios caídos,
etc. Destaca también el tamaño desproporcionado de sus orejas.

4.3.5. Imperio Nuevo (1554 – 1080 a.C.), dinastías XVIII-XX

La escultura del Imperio Nuevo va a seguir las características del Imperio


Medio pero tirando hacia la búsqueda de una mayor belleza física. En
este periodo habrá un paréntesis, un inciso conocido como la etapa de
Tell El-Amarna de Akenatón o Amenofis IV, donde se buscará la
sensualidad de las formas, lo que dará lugar a la estilización de los
cuellos y de las formas en general, a las largas túnicas en lugar de
faldellines, a un mayor desarrollo de las pelucas, a la ocupación de la
escritura en gran parte de la escultura, etc.

ESTATUA DE HATSHEPSUT

Esta mujer, de fuerte carácter, quiso ser representada como un


faraón, y por ello adoptó los atributos reales masculinos: el klaft, el
áspid en la frente, el faldellín plisado y la desnudez de cintura para
arriba, con los pechos poco marcados. No obstante, se aprecia su
feminidad en la suavidad y finura de sus rasgos, y en el detalle de los
colgantes que se extienden por su cuello. Muestra el rabillo del ojo y
la ceja alargados y las orejas gozan de un tamaño razonable. La figura
se muestra rígida, hierática y frontal, pegada al trono y sin ningún
tipo de movimiento para que no exista peligro de rotura. Los brazos,
pegados al cuerpo, están extendidos sobre las piernas con las manos
abiertas y boca abajo.

ESTATUAS DE AMENOFIS III

Esta primera obra de Amenofis III se adelanta a los rasgos que luego seguirán el arte clásico y griego, ya
que se le representa características que luego serán propios de dicho arte: ojos almendraos, nariz recta,
labios carnosos y sensuales y barbilla redondeada. También es perceptible un detalle propio del arte
mesopotámico, a saber, las cejas unidas en el entrecejo. En conjunto se trata de una joven con rasgos
idealizados que porta un casco o casquete con el uraeus en la frente.
La otra representación de Amenofis III (derecha) es muy naturalista y avanzada. Aquí si vemos unos
ojos rasgados pero el resto de características se mantienen.

COLOSOS DE MEMNÓN

Se trata de dos gigantescas estatuas esculpidas en grandes bloques de cuarcita de 18 metros y que
representan al faraón Amenofis III. Están situadas frente a la ciudad egipcia de Luxor. Las dos
estatuas gemelas están en posición sedente; sus manos reposan en las rodillas y su mirada se dirige
hacia el Este, al Sol naciente.
AMENOFIS IV

Con Amenofis IV o Akenatón se va a producir un cambio artístico tan profundo, que marcará un
paréntesis en el arte del Imperio Nuevo. Los retratos serán muy naturalistas, con rasgos un poco
exagerados incluso. En la propia representación del faraón vemos unos ojos muy pequeños y
achinados, una nariz con aletas exageradas y unos labios muy carnosos, siendo el inferior mayor que
el superior. Aparece con una larga barba postiza, el cetro y el látigo (símbolos de poder sobre el Alto
y Bajo Egipto), y el uraeus en la frente (símbolo de protección hacia el faraón). Cabe destacar que no
porta el típico klaft plisado, sino uno cuya parte superior es lisa y la inferior trenzada.

NEFERTIT

Nefertiti fue la mujer de Akenatón, pero a partir del


decimocuarto año de su reinado se pierde su pista, desaparece
de la Historia. ¿Qué sucedió? La teoría más aceptada es que se
convirtió en líder de una sociedad conspiradora en contra del
faraón, un grupo al cual pertenecía el propio Horemheb, aquel
jefe militar que llegó a faraón más tarde; de hecho, se piensa
que pudo ser la influencia de Nefertiti quien le llevó al trono.
El célebre busto policromado que nos llega hoy día de Nefertiti
está esculpido en caliza y yeso. Fue encontrada en 1912 por
Borchardt, y dado que se encontraba bajo un templo
derrumbado, se ha conservado misteriosamente en muy
buenas condiciones. El retrato presenta un cuello esbelto y
estilizado, barbilla redondeada, cejas finas, ojos almendrados y
con incrustaciones vítreas, nariz recta, labios sensuales y orejas
muy bien trabajadas. Porta numerosos colgantes y una curiosa
tiara, con un áspid en el centro y unas cintas decorativas
rodeando el tocado. El color de la carne es natural y no
amarillento. En general, se trata de una obra dotada de un
impresionante realismo y naturalismo.

RAMSES II

Esta representación de Ramsés II está realizada en granito


negro. Se trata de un retrato oficial pero no tiene nada que ver
con los vistos hasta ahora. El faraón ahora va vestido con una
larga túnica plisada que llega hasta los tobillos. Su brazo
derecho, con una manga acampanada, está plegado sobre el
pecho portando el típico cetro faraónico; su brazo izquierdo en
cambio, está desplegado sobre la rodilla con el puño cerrado.
Porta la tiara khepresh con el uraeus en medio de la frente. Sus
sandalias, junto con sus pies, están perfectamente detalladas,
por lo que vemos la desaparición ese arcaísmo en torno a los
tobillos. Franqueando los pies encontramos dos pequeñas
figuras, representaciones de su mujer y uno de sus hijos.

4.3.6. Periodo bajo (665 – 323 a.C.)

Desaparecen las esculturas colosales de los faraones para dar pie a las esculturas votivas y a las
esfinges. Las representaciones de los hombres comienzan a ser mucho más realistas, y como
ejemplo tenemos una de las obras más célebres de esta época: la cabeza verde de Berlín. Se trata
de un retrato de un hombre maduro, calvo, con patas de gallo y ojeras, sin duda una representación
de lo más veraz. Y es que, a partir de este momento, la escultura egipcia pierde sus características al
verse influenciado por la griega y posteriormente por la romana.
5. Pintura
5.1. Convencionalismos
Al igual que no sabían plasmar la tercera dimensión en la escultura, tampoco lo sabían hacer en la
pintura. En el Antiguo Egipto, las representaciones de los dibujos y pinturas son una especie de
escritura convencional que servía para revestir los templos y edificios y crear un ambiente de
acuerdo con los preceptos de los sacerdotes. Por tanto, se trata de un arte que tiene que
adaptarse a los convencionalismos regidos por la religión; esto es, se tiene que adaptar a un
equilibrio de formas, de líneas y a una paleta de colores marcadas por el espíritu religioso. Estos
convencionalismos son siempre respetados al pie de la letra.

5.1.1. Composición

1. Cabeza perfil.
2. Ojo de frente (representa la mirada hacia la divinidad).
3. Tronco de frente.
4. Extremidades de perfil.
5. Manos de frente.

Así como en la escultura no se permitía el movimiento por el riesgo de rotura, en la pintura si se


permite la moción de los personajes: si el personaje iba a la derecha adelantaban el pie izquierdo,
de lo contrario el pie derecho. La pelvis para ellos es el centro de la vida.

5.1.2. Colores

En cuanto a los colores, nos adentramos a una escritura con un lenguaje mágico, un código que
respondía más a criterios simbólicos que realistas. Es el color el que expresa la naturaleza de las
cosas y de los seres, no su aspecto:

Verde claro Alude al papiro tierno, representa frescor y juventud.


Negro Símbolo de la tierra, representa la fertilidad de la ribera del Nilo.
Rojizo Simboliza las arenas del desierto, representa la esterilidad.
Blanca Representa la luz del amanecer, del Sol naciente.
Amarillo intenso Utilizado para el tono de piel de los dioses, representa la eternidad.
Amarillo claro Utilizado para el tono de piel de las mujeres.
Ocre rojizo Utilizado para el tono de piel de los hombres.
Azul lapislázuli Utilizado para la cabellera de los dioses.
Simboliza el nacimiento del mundo antes de que apunte el alba.
Azul turquesa Representa el anuncio de una nueva vida, la transparencia de las aguas
en las que el hombre puede purificarse.
Utilizado para el tono del mar, se trata de un verde especial solamente
Verde mar
empleado para la representación del mar.
Simboliza la sangre, por tanto era tabú.
Rojo intenso
Solamente lo usaban para las letras capitales de los escritos.
5.2. Técnica
Los materiales sobre los que se pintaba solían ser tres: madera, piedra o adobe. Para realizar sus
pinturas previamente alisaban la pared y después le aplicaban una capa de escuco, enlucido o
lechada de cal. Se podría decir que era una especie de decoración al temple sobre un fondo
blanco, amarillo o gris; y en las tumbas de la dinastía XIX, azul. Respecto a la técnica, primero se
dibujaba el contorno de las figuras en un color rojo, y en negro los elementos de la figura que se
querían destacar. Los colores se obtenían de los siguientes materiales primos:

Negro Se extraía de humo o del carbón.


Blanco Se obtenía de la caliza o yeso pulverizado.
Ocre rojizo Se extraía de los ocres sembrados en la orilla, en la zona Yebel.
Azul Se extraía de la malaquita o de la pasta de vidrio: cobalto
Verde Se extraía de la azurita o de la pasta de vidrio: óxido de cobre
Rojo oscuro y violeta Se obtienen a partir del óxido de hierro.

Para que esa pintura se adhiriese al soporte, empleaban goma arábiga o yema de huevo a modo
de aglutinante; y a partir de la dinastía XVIII cera de abeja. Los pinceles eran simples cañas
machacadas en uno de sus extremos, y las brochas en cambio, se realizaban a partir de las raíces
de las palmeras. La preparación de los colores se llevaba a cabo en el interior de conchas marinas,
las cuales se empleaban a modo de paletas. Las paletas de los escribas contaban con 8 ó 10
colores, que servían para iluminar el libro de los muertos.
Cabe recordar que el arte de la pintura estaba al servicio de un colorido ritual que establecían los
sacerdotes, es decir, el empleo del colorido no era arbitrario, sino que respondía a un código
religioso. Existía, por tanto, una estricta regulación de la vida pintada.

5.3. Temática
Los temas recurrentes en la pintura eran tanto escenas de la vida cotidiana como de la
naturaleza. Las casas normales o de los grandes señores estaban escasamente pintadas, sólo
existen algunos excepciones en la época de Amenofis III y IV. Sin embargo, las paredes de los
templos y de las capillas estaban ricamente decoradas. Estas pinturas estaban distribuidas en una
serie de registros que se extendían en filas o bandas continuas sin separación entre las escenas.
En los templos las decoraciones solían ser de gran tamaño, y siempre hacían alusión a escenas
triunfales del faraón, tanto en el ámbito de la batalla como de la caza. Por otro lado, si el faraón
no había presidido ninguna guerra reseñable, como tema recurrente se acudía a la
representación del sometimiento de los mesopotámicos y los nubios. El objetivo era claro:
ensalzar el papel del faraón como rey del Alto y del Bajo Egipto.

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