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Material de uso interno de la sección de Filosofía Teórica.

La traducción estuvo a cargo de


DeepTranslator. La revisión inicial la hizo Luciano Silva.

La justificación no es interna
John Greco

1 El debate Internalismo-Externalismo en Epistemología


Cuando decimos que alguien sabe algo estamos emitiendo un juicio de valor:
estamos diciendo que hay algo intelectualmente bueno o correcto en la creencia
de esa persona, o en la forma en que la cree, o quizá en ella misma. Estamos
diciendo, por ejemplo, que su creencia es intelectualmente mejor que la mera
opinión de otra persona. Obsérvese que podríamos hacer este tipo de juicio de
valor aún si las dos personas estuvieran de acuerdo. Supongamos que dos personas
están de acuerdo en que la Tierra es el tercer planeta desde el Sol. Sin embargo,
podríamos pensar que una persona lo sabe mientras que la otra meramente lo cree.
Si es así, estamos haciendo un juicio de valor: estamos diciendo que hay algo
intelectualmente mejor involucrado en el caso del conocimiento. Otra forma de
plantear el punto es decir que el conocimiento es una noción normativa. Hay algo
normativamente mejor en el caso del conocimiento, en oposición al caso de la
mera opinión, o aún al caso de la opinión verdadera. Finalmente, decir que alguien
sabe algo no es el único tipo de juicio de valor que podemos hacer sobre su
creencia. Aún si estamos de acuerdo en que una creencia no llega a ser
conocimiento, sin embargo podríamos juzgarla justificada, o racional, o razonable
o responsable. En cada uno de esos casos, estamos diciendo que hay algo
normativamente mejor en el caso en cuestión, en contraposición al caso de la mera
opinión, o aún al caso de la opinión verdadera.
El internalismo en epistemología es una tesis sobre la naturaleza de este tipo de
normatividad. Más precisamente, es una tesis sobre qué tipo de factores
determinan el estatus epistémicamente normativo (o evaluativo) de una creencia.
Los internalistas afirman que el estatus epistémico de una creencia está totalmente
determinado por factores que son relevantemente "internos" a la perspectiva del
creyente sobre las cosas. Es decir, cuando una persona S tiene una creencia b, si
b está justificada (o es racional, o razonable, o responsable) para S es enteramente
una función de factores que son relevantemente “internos” de la perspectiva de S.
Por el contrario, el "externalista" en epistemología niega esto. El externalista
afirma que el estatus epistémico de una creencia no está totalmente determinado
por factores que son internos a la perspectiva del creyente. Cuando el internalismo
y el externalismo se caracterizan de este modo, se ponen de manifiesto varias
cosas.
En primer lugar, el internalismo es una tesis bastante fuerte, en el sentido de
que afirma que el estatus epistémico es enteramente una función de factores
internos. Por el contrario, la negación del internalismo es una tesis relativamente
débil. El externalismo en epistemología sostiene que algunos factores que son
relevantes para el estatus epistémico no son internos a la perspectiva del creyente.
En segundo lugar, es evidente que hay varios tipos de estatus epistémicamente
normativos, que corresponden a varios tipos de evaluación epistémica. Como ya
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se ha señalado, podemos decir que una creencia está justificada, o es racional, o


razonable, o intelectualmente responsable, y estos asertos no tienen por qué
significar lo mismo. Es posible, por tanto, ser un internalista sobre algunos tipos
de estatus epistémico y un externalista sobre otros. De ahí que haya una variedad
de internalismos y una correspondiente variedad de externalismos.
En tercer lugar, obtenemos diferentes comprensiones del internalismo (y del
externalismo) dependiendo de las diferentes formas en que entendamos "interno
a la perspectiva de S". La más común forma de entender la frase es la siguiente.
Algún factor F es interno a la perspectiva de S sólo en el caso de que S tenga algún
tipo de acceso privilegiado a si F ocurre. Por ejemplo, un factor F es
relevantemente interno a la perspectiva de S si S puede saber sólo por reflexión si
F ocurre.1 Una interpretación relacionada, aunque no equivalente, de "interno a la
perspectiva de S" es la siguiente. Algún factor F es interno a la perspectiva de S
sólo en el caso de que F forme parte de la vida mental de S.2 Por ejemplo, la
experiencia perceptual de una persona cuenta como interna en este sentido, ya que
la forma en que las cosas aparecen perceptualmente para S forma parte de la vida
mental de S en el sentido relevante. Asimismo, cualquier creencia o
representación que S tenga sobre cómo son las cosas sería interna en este sentido,
ya que las creencias y otras representaciones de una persona también forman parte
de su vida mental. Estas dos interpretaciones están relacionadas porque es
plausible pensar que uno tiene acceso privilegiado a lo que ocurre en su vida
mental, y quizá sólo a lo que ocurre en su vida mental. En ese caso, las dos
concepciones conducirían a lo mismo para los propósitos prácticos. El
internalismo sería entonces la tesis de que el estatus epistémico (de algún tipo
especificado) es enteramente una función de factores que forman parte de la vida
mental de uno y a los que, por tanto, uno tiene acceso privilegiado.
Finalmente, es evidente que algunas variedades de internalismo son
inicialmente más plausibles que otras. Es decir, algunos tipos de evaluación
epistémica son obviamente externalistas en el sentido expuesto arriba. Lo más
importante, y quizá lo más obvio, es que si una creencia cuenta como
conocimiento es una cuestión externa, aunque sólo sea porque una creencia cuenta
como conocimiento sólo si es verdadera, y si una creencia es verdadera es
típicamente una cuestión externa.
Sin embargo, hay otra razón por la que el conocimiento y muchos otros tipos
de evaluación epistémica deben entenderse como externalistas. Consideremos que
podemos evaluar tanto a las personas como a sus creencias de dos maneras muy
diferentes. En términos generales, podemos evaluar a las personas y sus creencias
o desde un punto de vista "objetivo" o desde un punto de vista "subjetivo". Desde
el punto de vista objetivo, podemos preguntarnos si existe un "buen ajuste" entre
las facultades cognitivas de la persona y el mundo. Por ejemplo, podemos
preguntarnos si la persona comprende bien el mundo que le rodea, o si tiene buena
memoria o una visión precisa. También desde este punto de vista, podemos
preguntarnos si los métodos de investigación de una persona son "fiables", en el
sentido de que es probable que produzcan resultados precisos. Obsérvese que
cuando una persona obtiene evaluaciones positivas en estas dimensiones, sus
creencias relevantes también lo harán: sus creencias serán en mayoría verdaderas,
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u objetivamente probables, u objetivamente bien formadas, o formadas de manera


fiable. Por otra parte, existe una segunda amplia categoría de evaluación
epistémica. Este tipo no se refiere a si una creencia está objetivamente bien
formada, sino a si está subjetivamente bien formada. Ello no pregunta por la
adecuación objetiva, sino por la subjetiva.
El sentido común nos dice que estos dos tipos de evaluación pueden separarse.
Por ejemplo, supongamos que alguien aprende la historia de su país a partir de un
testimonio no fiable. Aunque la persona tiene todas las razones para creer en
los libros que lee y en las personas que le enseñan, su comprensión de la historia
es, de hecho, el resultado de mentiras sistemáticas y otros tipos de engaño. ¿Cómo
deberíamos evaluar epistémicamente las creencias de esta persona? Por hipótesis,
no están bien formadas, objetivamente hablando: se basan en mentiras y
engaños. Sin embargo, hay sentidos claros en los que las creencias de esa persona
podrían estar subjetivamente bien formadas. Si la persona ha sido engañada sin
tener culpa de ello, podríamos decir que sus creencias son intelectualmente
responsables, o quizá epistémicamente racionales. Nos inclinamos a decir cosas
parecidas de la víctima de una alucinación convincente. Supongamos que
Descartes cree que hay un fuego ante él, y que lo cree basándose en una vívida
experiencia sensorial incrustada en un amplio y coherente conjunto de creencias
de fondo. Pero supongamos también que Descartes es víctima de una ilusión
masiva y sistemática. La ilusión, podemos imaginar, es indetectable y no se
produce por culpa suya. Una vez más, cualquier evaluación epistémica de la
creencia de Descartes se encuadrará en una de estas dos grandes categorías, o en
alguna combinación de ellas. La creencia puede evaluarse en términos de su
adecuación objetiva (en cuyo caso sale mal parada), o puede evaluarse en términos
de su adecuación subjetiva (en cuyo caso sale bien parada).
Y ahora vayamos al punto: el internalismo es prácticamente imposible con
respecto a las evaluaciones de la primera categoría. Las evaluaciones desde un
punto de vista objetivo involucran factores tales como la precisión, la fiabilidad y
relaciones causales adecuadas de uno con el entorno de uno. Y estos son factores
paradigmáticamente externos. Es decir, son factores que no pueden entenderse
como internos a nuestra perspectiva cognitiva, ya sea que entendamos "interno"
en términos de acceso privilegiado o en términos de lo que ocurre en la vida
mental de uno. Por eso no existen teorías internalistas del conocimiento. El
conocimiento, al parecer, requiere tanto factores objetivos como subjetivos. Dicho
de otro modo, una creencia sólo cuenta como conocimiento sólo si es tanto
objetivamente bien formada como subjetivamente apropiada. Pero dado que el
primer tipo de estatus involucra factores externos, entonces el conocimiento en sí
mismo es externo. El internalismo, por tanto, se entiende mejor como una tesis
sobre la segunda amplia categoría de evaluación epistémica: es una tesis sobre
qué factores determinan la adecuación subjetiva.
Hemos llegado ahora a la siguiente interpretación del internalismo:

(I) Si una creencia b es subjetivamente apropiada para una persona S es enteramente


una cuestión de factores internos a la perspectiva de S.3
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Supongamos que utilizamos el término "justificación epistémica" para


denominar el tipo de adecuación subjetiva que se requiere para el conocimiento.
Una forma estándar de internalismo dice que (I) se mantiene con respecto a la
justificación epistémica (por ejemplo, véase Ginet, 1975; Chisholm, 1977; Conee
y Feldman, 2001). Alternativamente, uno podría pensar que (I) se mantiene para
otros tipos de adecuación subjetiva, independientemente de sus conexiones con el
conocimiento. Por ejemplo, uno podría pensar que la racionalidad es una
propiedad normativa importante e independiente, y que si una creencia es racional
es enteramente una cuestión de factores que son internos a la perspectiva de S.
Yo argüiré que el internalismo es falso en todas sus variedades. Más
exactamente, yo argumentaré que el internalismo es falso en todas sus variedades
interesantes; que es falso como tesis sobre cualquier tipo interesante o importante
de estatus epistémico normativo. Y lo que es más importante, que el internalismo
es falso como tesis sobre la justificación epistémica, o sobre el tipo de adecuación
subjetiva que se requiere para el conocimiento. Esto ya es bastante malo, pero de
hecho la situación para el internalismo es mucho peor. El internalismo es falso
como tesis sobre cualquier tipo interesante o importante de evaluación epistémica,
y sobre cualquier tipo correspondiente de normatividad epistémica. En la sección
2, examinaré tres consideraciones que suelen esgrimirse a favor del internalismo
como tesis sobre la justificación epistémica, y argumentaré que ninguna de ellas
motiva adecuadamente la posición. De hecho, estas tres consideraciones motivan
el externalismo sobre la justificación epistémica. En la sección 3, daré un
argumento general contra el internalismo en todas sus variedades (interesantes).

2 Tres motivaciones para el Internalismo

Se suelen esgrimir tres consideraciones a favor del internalismo, entendiendo por


internalismo una tesis sobre la justificación epistémica, o el tipo de justificación
que se requiere para el conocimiento. Las consideraré sucesivamente.

2.1 La justificación epistémica como responsabilidad epistémica


La primera consideración comienza con una asunción sobre la naturaleza de la
justificación epistémica. A saber, una creencia b está epistémicamente justificada
para una persona S sólo en el caso de que la creencia b de S sea epistémicamente
responsable. Sin embargo, continúa el argumento, la responsabilidad epistémica
es enteramente una cuestión de factores que son internos a la perspectiva de S. Por
lo tanto, la justificación epistémica es enteramente una cuestión de factores que
son internos a la perspectiva de S.4
Lo esencial del argumento puede enunciarse así:

1. Una creencia b está epistémicamente justificada para una persona S sólo en


el caso de que el creer de S en b sea epistémicamente responsable.
2. La responsabilidad epistémica es enteramente una cuestión de factores que
son internos a la perspectiva de S.
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Por lo tanto,

3. La justificación epistémica es enteramente una cuestión de factores


que son internos a la perspectiva de S. (1, 2)

Concedamos por amor al argumento que la justificación epistémica sea una


cuestión de responsabilidad epistémica. En otras palabras, admitamos la premisa
1 del argumento. Sin embargo, la premisa 2 del argumento es falsa. En concreto,
no es verdad que la responsabilidad epistémica sea enteramente una cuestión de
factores que son internos a la perspectiva de S. Dos tipos de consideraciones
establecen este punto.
En primer lugar, la noción de responsabilidad está estrechamente ligada a las
nociones de culpa y elogio. Por ejemplo, los juicios sobre si una persona es
moralmente responsable con respecto a una acción o acontecimiento son a
menudo equivalentes a juicios sobre si la persona es moralmente culpable con
respecto a esta acción o acontecimiento. Similarmente, los juicios sobre si una
persona es epistémicamente responsable con respecto a una creencia b son a
menudo equivalentes a juicios sobre si la persona es epistémicamente culpable con
respecto a b. Y ahora el punto es el siguiente: si una persona es epistémicamente
culpable por tener una creencia es en parte una función del comportamiento previo
de la persona: si las razones de S para creer b son el resultado de una negligencia
previa, entonces S no está libre de culpa ahora por creer b. Un ejemplo ilustrará
el punto.

Ejemplo 1. María cree que Dean Martin es italiano. Ella cree esto porque ella parece
recordar claramente que es así, y en el presente ella no tiene ninguna razón para
dudar de su creencia. Pero supongamos también que María llegó a esta creencia
por descuido e irresponsabilidad (aunque ahora lo haya olvidado). Hace muchos
años, ella formó su creencia sobre la base del testimonio de su madre, quien cree
que todos los buenos cantantes son italianos. En aquel momento, María sabía que su
madre era una fuente no fiable en estas cuestiones y se dio cuenta de que no era
racional aceptar el testimonio de su madre.

Claramente, María no está libre de culpa ahora por creer que Dean Martin es
italiano. Una vez más, la negligencia previa es un factor determinante de la
responsabilidad presente, y aún si esa negligencia no es interna a la perspectiva
de S. Por tanto, la premisa 2 del argumento anterior es falsa.
Una segunda consideración también establece que la premisa 2 es falsa. En
primer lugar, podemos hacer una distinción entre (a) tener buenas razones para lo
que uno cree y (b) creer por buenas razones. Cualquiera que conozca los axiomas
de la aritmética tiene buenas razones para creer en un teorema del sistema. Pero a
menos que uno sume dos más dos, por así decirlo, uno no cree en el teorema en
cuestión por las razones correctas.5 Y ahora el punto es éste: una creencia es
epistémicamente elogiable sólo si se la cree por las razones correctas. Dos
ejemplos ilustran este punto.

Ejemplo 2. Un estudiante de matemáticas conoce todos los axiomas relevantes pero


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no ve cómo los axiomas fundamentan un teorema que debe ser probado en el


examen. Eventualmente, él razona falazmente el teorema y lo cree sobre la base de
su razonamiento falaz.
Ejemplo 3. Charlie piensa de acuerdo a sus deseos y cree que está a punto de llegar a su
destino a tiempo. Él tiene buenas razones para creerlo, incluyendo su memoria de los
horarios de los trenes, los mapas, la hora correcta en la salida y en las distintas paradas,
etcétera. Sin embargo, ninguna de estas cosas está detrás de su creencia: él no cree lo
que cree porque tenga esas razones. Más bien, es su pensamiento según sus deseos lo
que causa su creencia. Entonces, él creería que está a punto de llegar a tiempo aún si no
fuera así.

Claramente, la creencia del estudiante de matemáticas sobre el teorema no es


elogiable. Del mismo modo, Charlie no es elogiable al creer que llegará a tiempo.
La moraleja que hay que extraer de ambos ejemplos es que la "etiología
importa" para la responsabilidad epistémica. En otras palabras, si una creencia
cuenta como epistémicamente responsable depende, en parte, de cómo se formó
esa creencia. Dado que estas creencias se formaron sobre la base de malas razones
en vez de sobre de buenas razones, no son epistémicamente elogiables. De hecho,
la misma moraleja puede aplicarse al ejemplo 1. La negligencia previa también
figura en la etiología de una creencia y es un factor que determina si una creencia
es epistémicamente responsable. Y, por supuesto, la etiología de una creencia
concierne a factores que son externos a la perspectiva del creyente. Si juntamos
todo esto, podemos llegar a la conclusión de que la responsabilidad epistémica no
es enteramente una cuestión de factores que son internos a la perspectiva del
creyente. En consecuencia, entender la justificación epistémica en términos de
responsabilidad epistémica no motiva el internalismo sobre la justificación
epistémica. De hecho, motiva el externalismo sobre la justificación epistémica
(véase Greco, 1990).

2.2 Creyentes similares tienen justificación similar


Una segunda consideración que a veces se esgrime a favor del internalismo
invoca una fuerte intuición sobre la justificación epistémica. A saber, en muchos
casos parece que los creyentes que son similares en términos de perspectiva
interna también deben ser similares en términos de justificación epistémica. El
punto se ilustra a menudo considerando la víctima de Descartes de un engañador
malvado. Supongamos que la víctima es exactamente como usted en términos de
perspectiva interna. Aún si la víctima carece de conocimiento, dice el argumento,
seguramente sus creencias están tan justificadas como están las tuyas. Si tú estás
justificado para creer que hay una mesa ante ti, y si la perspectiva de la víctima
es exactamente como la tuya, entonces él debe estar justificado para creer que hay
una mesa ante él.6
Sin embargo, las consideraciones anteriores sobre la responsabilidad epistémica
bastan para rebatir esta línea de razonamiento. El problema es que dos creyentes
podrían ser similares internamente y, aún así, diferentes en cuanto a la génesis
causal de sus creencias. Y una vez más, la etiología importa. Supongamos que dos
personas llegan a la misma perspectiva interna, pero que una lo hace de un modo
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epistémicamente responsable, mientras que la otra lo hace a base de descuido,


torpeza y estupidez. Las dos personas no serán semejantes en justificación
epistémica, aunque compartan la misma perspectiva interna.

2.3 Responder al escepticismo


Una tercera consideración invocada a favor del internalismo es que el
externalismo da una respuesta demasiado fácil al escepticismo. Se supone que los
problemas filosóficos son difíciles. Si el externalista tiene una respuesta fácil al
problema del escepticismo, dice este argumento, entonces ello es una buena razón
para pensar que el externalismo es falso. Como mínimo, ello es una buena razón
para pensar que el externalista ha cambiado de tema: que ya no está hablando de
nuestras nociones tradicionales de justificación y conocimiento.7
¿De qué manera el externalismo da una respuesta demasiado fácil al
escepticismo? La idea es aproximadamente la siguiente. De acuerdo al escéptico,
uno puede conocer a través de la percepción sensorial sólo si uno sabe que la
percepción sensorial es fiable. Similarmente, uno puede conocer por razonamiento
inductivo sólo si uno sabe que el razonamiento inductivo es fiable. Esto crea
problemas para el internalista, porque es difícil ver cómo se puede construir un
argumento no circular para llegar a las conclusiones deseadas sobre la fiabilidad
de las propias facultades cognitivas. Sin embargo, no existe tal problema para el
externalista, dado que éste puede negar la suposición inicial del argumento
escéptico. Por ejemplo, un externalista puede insistir en que la percepción
sensorial da lugar al conocimiento siempre que la percepción sensorial sea
fiable. No hay necesidad de ningún requisito, para un punto de vista externalista,
de que uno sepa que la percepción de uno es fiable. Es más, para un punto de vista
externalista, uno puede saber que sus facultades cognitivas son fiables, y fácilmente.
Por ejemplo, uno puede utilizar una percepción fiable para comprobar la percepción,
y luego razonar a partir de ahí que la percepción es fiable. Similarmente, se puede
utilizar una inducción fiable para comprobar la inducción y, a partir de ahí, razonar
que la inducción es fiable.
En este contexto escribe Richard Fumerton,

Todo esto, por supuesto, volverá loco al escéptico. ¡No se puede utilizar la percepción
para justificar la fiabilidad de la percepción! ... ¡No se puede utilizar la inducción para
justificar la fiabilidad de la inducción! Tales intentos de responder a los cuestionamientos
del escéptico involucran una circularidad flagrante, de hecho patética. (Fumerton, 1995,
p. 177)
La objeción fundamental al externalismo puede resumirse fácilmente. Si entendemos los
conceptos epistémicos como el externalista sugiere que lo hagamos, entonces no habría
objeción en principio para utilizar la percepción para justificar la confianza en la
percepción... y la inducción para justificar la confianza en la inducción. Pero no hay
ningún concepto filosóficamente interesante de justificación o conocimiento que nos
permita utilizar un cierto tipo de razonamiento para justificar la legitimidad de utilizar
este razonamiento. Por lo tanto, el externalista ha fracasado en el análisis de un concepto
filosóficamente interesante de justificación o conocimiento. (Fumerton, 1995, p. 180)
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El problema de este argumento contra el externalismo es que se autoderrota. En


efecto, el argumento afirma que sólo el internalismo puede dar una respuesta
satisfactoria a los tradicionales cuestionamientos escépticos. Por el contrario,
quiero argumentar que si uno admite el internalismo, entonces es imposible dar
una respuesta satisfactoria a los cuestionamientos escépticos tradicionales. En
concreto, si uno admite que la justificación epistémica es internalista, entonces el
escéptico tiene todo lo que necesita para construir argumentos escépticos que,
por lo demás, son sólidos. En pocas palabras, el internalismo sobre la justificación
epistémica garantiza el escepticismo sobre la justificación epistémica.
Podemos ver el punto si consideramos el conocimiento no básico, o el
conocimiento basado en fundamentos evidenciales.8 Presumiblemente, S conoce
p basándose en la evidencia E sólo si E es una indicación fiable de que p es verdad.
Por ejemplo, consideremos el caso en el que S cree que hay un pájaro en el árbol
basándose en su evidencia sensorial. Presumiblemente, S sabe que hay un pájaro
en el árbol sólo si la evidencia sensorial que tiene es realmente una indicación
fiable de que hay un pájaro en el árbol. Eso parece ser algo que cualquiera debería
admitir. Pero ahora se deduce algo importante de esto. A saber, que la fiabilidad
de la evidencia de S es un factor que determina si la creencia de S tiene
justificación epistémica. En el supuesto del internalismo, entonces, S conoce p
sobre la base de E sólo si la fiabilidad de E es algo que está dentro de la perspectiva
de S.
Pero ahora, ¿qué significa eso? ¿En qué sentido podría la fiabilidad de la evidencia
de uno estar dentro de la perspectiva de uno? Presumiblemente, el internalista tendrá
que aceptar algo como esto: en los casos de conocimiento, la creencia de S de que "E
es una indicación fiable de que p" está en sí misma epistémicamente justificada. Pero
ahora, ¿cómo podría ser eso? ¿Cómo podría S tener justificación epistémica para esta
creencia sobre su evidencia? En el supuesto del internalismo, es difícil ver cómo
podría.
Consideremos proposiciones de la forma "E es una indicación fiable de que p".
Por ejemplo, consideremos la creencia de que tal y cual evidencia sensorial es una
indicación fiable de que hay un pájaro en el árbol. Claramente, esto es en sí mismo
una creencia sobre el mundo. Es decir, es una creencia sobre el carácter de las
apariencias sensoriales de uno y sobre la relación entre esos tipos de apariencias y
los pájaros y árboles reales. Ahora bien, este tipo de creencia no será cognoscible
a priori. Más bien, ello es el tipo de creencia que se conoce, si es que se conoce,
sobre la base de evidencia empírica. Y, por lo tanto, nos amenaza un regreso o un
círculo. Es decir, si S puede saber que hay un pájaro en el árbol sólo si sabe que
su evidencia de ello es fiable, y si puede saber que su evidencia es fiable sólo si
tanto (a) tiene evidencia de ello, como (b) tiene evidencia de que esta nueva
evidencia es fiable, entonces parecería no haber fin p a r a este tipo de problema.
Porque presumiblemente la creencia de S de que su nueva evidencia es fiable
requerirá más evidencia, y ahora será necesario que S sepa que esta evidencia es
fiable, y así sucesivamente.
Este problema se ilustró con el ejemplo de saber que hay un pájaro en el árbol
basándose en las apariencias sensoriales. Pero en realidad se trata de un problema
muy general, que se plantea en cualquier caso en que una creencia sobre el mundo
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se basa en evidencia empírica. Porque en cualquiera de esos casos, la creencia de


que la evidencia de uno es fiable será en sí misma una creencia sobre el mundo
basada en evidencia empírica, por lo que estaremos listos y en marcha. Por
ejemplo, consideremos la creencia de que todos los cuervos son negros, que se
basa en evidencia inductiva que involucra observaciones pasadas de cuervos. Si
el internalismo es verdadero, entonces uno está justificado para creer que todos
los cuervos son negros sólo si uno está justificado para creer que las
observaciones pasadas de uno son una indicación fiable de la creencia presente de
uno sobre los cuervos. Pero esta creencia sobre la evidencia de uno es en sí misma
una creencia sobre el mundo, y requerirá en sí misma evidencia empírica.
Una estrategia para evitar este tipo de problema es intentar un argumento a priori
a favor de que la evidencia de uno es fiable. Es decir, uno podría intentar mostrar
que la evidencia de uno es fiable, pero sin utilizar más evidencia empírica para
hacerlo. Ello detendría el regreso. Pero esta estrategia es un callejón sin salida. En
principio, requeriría mostrar que nuestra evidencia sensorial debe ser una
indicación fiable de nuestras creencias perceptuales, y que nuestra evidencia
inductiva debe ser una indicación fiable de nuestras creencias inductivas. Pero
ninguna de estas dos cosas es verdad. Por el contrario, que las apariencias
sensoriales sean una indicación fiable de las creencias perceptuales es, como
mucho, un hecho contingente sobre nosotros y nuestro mundo, no un hecho
necesario sobre nuestra evidencia. Del mismo modo, es a lo sumo un hecho
contingente sobre nosotros y nuestro mundo, no un hecho necesario sobre nuestra
evidencia, que las observaciones pasadas sean una indicación fiable de los casos
no observados.
La línea de razonamiento expuesta anteriormente es estrechamente análoga al
razonamiento escéptico de Hume. Al igual que nuestro internalista, Hume creía
que la evidencia empírica de uno da lugar al conocimiento sólo si uno sabe que la
evidencia de uno es fiable. Por ejemplo, Hume pensaba que uno debe saber que,
en general, las apariencias sensoriales son una guía fiable hacia la realidad. Del
mismo modo, Hume pensaba que uno debe saber que, en general, los casos
observados son una indicación fiable para los casos no observados. Pero no hay
manera de saber tales cosas, argumentaba Hume, sin razonar en círculo. Y por lo
tanto no hay manera de saber tales cosas en absoluto. El punto presente es el
siguiente: si uno adopta una aproximación internalista para la justificación
epistémica, entonces Hume tiene todas las premisas que necesita para construir
su argumento escéptico. Dicho de otro modo, no habrá nada más que cuestionar
en el razonamiento de Hume. He aquí ese razonamiento, expuesto más
formalmente:

Escepticismo sobre la percepción

1 Todas nuestras creencias perceptuales dependen para su evidencia de (a) las


apariencias sensoriales, y (b) la suposición (R) de que las apariencias
sensoriales son una indicación fiable de cómo son las cosas en el mundo.
2 Pero (R) es en sí misma una suposición sobre cómo son las cosas en el mundo
y, por tanto, depende para su evidencia, en última instancia, de creencias
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perceptuales que involucran apariencias sensoriales.


3 Por lo tanto, la hipótesis (R) depende para su evidencia de (R). (1, 2)
4 El razonamiento circular no puede dar lugar al conocimiento.
5 Por lo tanto, (R) no se conoce. (3, 4)
6 Todas nuestras creencias perceptivas dependen para su evidencia de
un supuesto que no se conoce. (1, 5)
7 Las creencias que dependen para su evidencia de un supuesto no conocido
son en sí mismas no conocidas.
8 Por lo tanto, nadie tiene conocimiento perceptual. (6, 7)

Escepticismo sobre la inducción

1 Todas nuestras creencias inductivas dependen para su evidencia de (a)


observaciones pasadas y/o presentes, y (b) la suposición R´ de que los casos
observados son una indicación fiable de los casos no observados.
2 Pero R´ es en sí misma una suposición sobre algo no observado y, entonces,
depende para su evidencia, en última instancia, de la inducción a partir de
observaciones pasadas y/o presentes.
3 Por lo tanto, la creencia R´ depende para su evidencia de R´). (1, 2)
4 El razonamiento circular no puede dar lugar al conocimiento.
5 Por lo tanto, R´ no se conoce. (3, 4)
6 Todas nuestras creencias sobre cuestiones de hecho no observadas
dependen para su evidencia de un supuesto que no se conoce. (1, 5)
7 Las creencias que dependen para su evidencia de un supuesto no
conocido son en sí mismas no conocidas.
8 Por lo tanto, nadie sabe nada sobre cuestiones de hecho no observadas. (6, 7)

¿Qué hay de erróneo en los argumentos de Hume? En cada caso, las premisas
independientes del argumento son 1, 2, 4 y 7. También, en cada caso, 2, 4 y 7
parecen incontrovertibles. Eso deja a la premisa 1 como lo único que queda por
cuestionar. Pero si el internalismo es verdadero, entonces, en cada caso, la premisa
1 es verdadera.
Una vez más, una mirada más atenta a una motivación para el internalismo
acaba proporcionando una motivación para el externalismo. El internalismo,
como hemos visto, hace imposible responder a los argumentos escépticos de
Hume. Por el contrario, podemos esperar evitar las conclusiones escépticas de
Hume sólo adoptando el externalismo.9

3 El Argumento general contra el internalismo


Los argumentos de la sección 2 se dirigen contra el internalismo sobre la
justificación epistémica, o el tipo de justificación subjetiva que se requiere para
el conocimiento. Hemos observado, sin embargo, que es posible ser un internalista
sobre otros tipos de estatus epistémico normativo. Más específicamente, uno
podría pensar que hay otros tipos de adecuación subjetiva, que son independientes
del conocimiento y de la justificación epistémica, pero que sin embargo
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corresponden a tipos interesantes e importantes de evaluación epistémica. Tal vez


este tipo de normatividad esté en juego cuando evaluamos las creencias de la
víctima del demonio de Descartes. No hay duda sobre si esta víctima tiene
conocimiento, e incluso podríamos estar de acuerdo en que carece de justificación
epistémica. Aun así, podríamos insistir, hay algún sentido en el cual las creencias
de la víctima son intelectualmente respetables, o están a la altura, o al menos no
son objetables. En esta sección argumentaré que no hay ninguna propiedad
normativa importante o interesante que también sea internalista. Quiero ser claro,
no pretendo negar que haya propiedades epistémicas importantes que sean
independientes del conocimiento y la justificación. Creo que las hay. Mi punto es,
más bien, que ninguna de esas propiedades es internalista.10
El argumento comienza recordando los dos grandes tipos de evaluación
señalados anteriormente. Nosotros dijimos que, en términos generales, podemos
evaluar a las personas y sus creencias o desde un punto de vista "objetivo" o desde
un punto de vista "subjetivo". El punto de vista objetivo se refiere (a grandes
rasgos) a si una creencia tiene buena adecuación objetiva con el mundo. Desde
este punto de vista, nos preguntamos cosas como si una creencia es exacta, o si se
ha formado de forma fiable, o si tiene una relación causal adecuada con los
hechos. El punto de vista subjetivo se refiere (a grandes rasgos) a lo que es
subjetivamente apropiado creer. Desde este punto de vista, nos preguntamos cosas
como si una creencia es subjetivamente plausible, o si se ha formado de forma
responsable, o si está bien motivada. El argumento, entonces, procede del
siguiente modo. En primer lugar, las evaluaciones desde el punto de vista objetivo
son obviamente externalistas. Las consideraciones relativas a la exactitud, la
fiabilidad y las relaciones causales involucran factores que son
paradigmáticamente externalistas. Pero, en segundo lugar, las evaluaciones desde
el punto de vista subjetivo también son externalistas. Por ejemplo, las
consideraciones de la sección 2 muestran que la responsabilidad epistémica, no
menos que la fiabilidad, es una función de la etiología. Pero la etiología de una
creencia es una cuestión externa: se refiere a tales cosas como la historia de la
creencia y de las razones por las que se mantiene, y éstas son cosas que
normalmente son externas a la perspectiva de uno.
Y ahora la premisa final del argumento: no hay ningún tipo interesante o
importante de evaluación epistémica que no se refiera ni a la adecuación objetiva
ni a la adecuación subjetiva. Por lo tanto, ningún tipo interesante o importante de
evaluación epistémica, y ningún tipo correspondiente de normatividad epistémica,
es internalista.
Un corolario de este argumento es que todos los tipos interesantes de
normatividad epistémica dependen de factores relacionados con la exactitud y/o la
etiología. Por supuesto, uno puede estipular un tipo de evaluación que se abstraiga
completamente de estos factores. Por ejemplo, podemos estipular que la creencia
de María sobre Dean Martin es "débilmente no culpable" en el siguiente sentido:
la creencia b de S es débilmente no culpable sólo en el caso de que S no sea más
culpable en ese momento por creer b de lo que lo era en un momento anterior. El
punto presente es que este tipo de normatividad no será interesante.
Una forma de ver por qué es así es examinar el propósito de la evaluación
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epistémica. A menudo se ha señalado que el conocimiento es un producto social


con un valor práctico. Somos seres sociales, altamente interdependientes, que
utilizamos y compartimos información. Como tales, es esencial para nuestra
forma de vida que seamos capaces de identificar la buena información y las
buenas fuentes de información. En este contexto, no es sorprendente que hagamos
evaluaciones sobre cómo se forman las creencias, su historia en relación con otras
creencias, por qué se cree en ellas, etcétera. En otras palabras, no es sorprendente
que evaluemos si las creencias se forman de forma fiable y responsable. Pero las
evaluaciones de estos tipos involucran consideraciones sobre la exactitud y la
etiología. Y, por lo tanto, las evaluaciones de estos tipos son evaluaciones
externalistas.
Este contexto también muestra por qué los juicios que se abstraen por completo
de los factores externos carecen de interés. Por ejemplo, ¿por qué debería
importarnos que María no sea más culpable por su creencia en este momento de
lo que lo era en el momento anterior? Nos importa si María es, en general, un
agente cognitivo responsable y fiable. También nos importa si, en este caso, María
llegó a su creencia de una forma fiable y responsable. También nos importa, por
supuesto, si la creencia de María es verdadera. Estas son consideraciones
importantes sobre María y sobre su creencia, consideraciones que son
importantes desde el punto de vista de seres que utilizan y comparten
información, como somos nosotros. Por otro lado, las evaluaciones "temporales"
que se abstraen por completo de la formación de las creencias, su relación con el
mundo y el carácter de los creyentes no serán muy importantes. Por supuesto, a
menudo queremos abstraernos de algunos factores externos: a menudo queremos
abstraernos de estos o aquellos. El punto aquí es que nunca queremos abstraernos
de todos ellos a la vez. En otras palabras, no nos interesan las evaluaciones
epistémicas que son (totalmente) internalistas.
Consideremos la analogía con la evaluación moral. Nos importa cuáles
personas son buenas y cuáles acciones son correctas. Es decir, nos importa si, en
general, una persona es un agente moral fiable y responsable. Y nos importa si, en
una instancia particular, una persona actuó de forma responsable y fiable. Lo que
no nos importa son las evaluaciones artificiales y temporales, como la de que S
no es más culpable en tal momento por provocar cierto estado de cosas que lo que
lo era en el momento anterior. Tampoco nos importa si una acción A es correcta
en relación con las propias normas morales de S, en abstracción de preguntas sobre
cómo S hizo A, o por qué S hizo A, o si las propias normas de S son buenas. Por
supuesto, a menudo queremos abstraernos de algunas consideraciones externas;
queremos abstraernos de unas u otras. El punto es que nunca queremos
abstraernos de todas ellas a la vez. En otras palabras, no nos interesan las
evaluaciones morales que son (totalmente) internalistas.
Estos últimos puntos pueden ilustrarse aplicándolos a una versión particular del
internalismo. Varios filósofos han vinculado el internalismo al evidencialismo
(por ejemplo, véase BonJour, 1985; Conee y Feldman, 2001). La idea principal
del evidencialismo es que una creencia tiene un estatus epistémico positivo (de un
tipo u otro) si y sólo si está adecuadamente relacionada con una buena evidencia.
Dicho de otro modo, la creencia b de S tiene estatus epistémico positivo sólo en
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el caso de que b "encaje" con la evidencia de S. El internalista agrega a esto que


nociones como "buena evidencia" y "encajar" deben entenderse de manera
internalista (por ejemplo, véase Conee y Feldman, 2001, 1985).
Consideremos un caso en el que S tiene una creencia b y una evidencia E. Por
ejemplo, dejemos que E sea un conjunto de observaciones junto con creencias de
fondo relevantes, y que b sea la creencia de que todos los cuervos son negros. Hay
muchas dimensiones a través de las que se puede evaluar la creencia de S. Por ejemplo,
podemos preguntarnos (a) si E es verdadera, (b) si E es objetivamente probable, (c) si
E se formó de manera fiable, (d) si E se formó de manera responsable, (e) si E
excluye información importante, (f) si E es una indicación fiable de que b es
verdadera, (g) si b es objetivamente probable en función de E, y (h) si S cree en b
porque cree en E. Todas estas son cuestiones externas, que involucran factores
que no forman parte de la vida mental de S ni son algo a lo que S tenga acceso
privilegiado en el caso típico. Ahora, ciertamente, en algunas situaciones
queremos abstraernos de algunas de estas cuestiones. Por ejemplo, podríamos
estar interesados en saber si la evidencia de S está formada de manera responsable,
con independencia de si la evidencia de S es verdadera o no. Alternativamente,
podríamos estar interesados en saber si la evidencia de S hace que su creencia sea
probable, con independencia de si su evidencia se ha formado de forma
responsable o no. Pero, ¿hay alguna situación en la que nos interese abstraernos
de todos estos factores a la vez? En otras palabras, ¿hay alguna situación en la
que nos interese abstraernos de todos los factores externos? Es difícil imaginar
que la haya.
Consideremos lo que quizá sea la posibilidad más plausible en este sentido. A
veces nos interesa saber, podría sugerirse, si la creencia de S está justificada en el
siguiente sentido: S cree b y S tiene E, y creer b sobre la base de E estaría
autorizado por las normas de evidencia que S acepta. Recordemos, sin embargo,
que se supone que estamos haciendo abstracción de todas las consideraciones
externas. No hay ninguna cuestión, por lo tanto, sobre: si las normas de evidencia
de S son de hecho fiables, o si E es en sí misma probable, o si se llegó a E por
negligencia previa, o si S cree en b porque cree en E, etcétera. Haciendo
abstracción de todo esto, ¿por qué nos interesaría saber si b está autorizada por
normas de evidencia que S acepta? ¿Por qué sería importante hacer esta
evaluación? Ello sería análogo a preguntarse si la acción A de S está autorizada
por las normas morales que S acepta, pero independientemente de cualquier
cuestión sobre la adecuación de las normas morales de S, o la negligencia previa
de S, o las consecuencias probables o reales de A, o los motivos de S para realizar
A. Como en el caso epistémico, es difícil imaginar una situación en la que ese tipo
de evaluación moral sea interesante o importante. Podemos concluir que tanto las
evaluaciones morales como las epistémicas están más estrechamente ligadas al
mundo que aquello. Estas evaluaciones no sólo se refieren a lo que es interno a la
perspectiva de uno, sino también a cómo esa perspectiva se relaciona con las cosas
que están fuera de ella.
Un inconveniente aparente de este argumento es que es difícil luchar sobre lo
que es "importante" o "interesante". Sin embargo, en mi opinión la disputa entre
internalistas y externalistas se reduce en gran medida precisamente a esta
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cuestión. En consecuencia, he intentado poner la pelota en el terreno de los


internalistas mediante (a) focalizar el argumento justo ahí y (b) hacer explícito
que las evaluaciones internalistas se abstraen de todas las consideraciones
externalistas.
Cuando enfocamos la disputa de este modo, creo que muchos estarán de acuerdo
en que los tipos de evaluaciones que restan - los tipos que cuentan como
internalistas - no son muy interesantes. No en la vida real, porque no sirven para
los propósitos de agentes cognitivos que utilizan y comparten información.
Tampoco en filosofía, porque una respuesta internalista a los argumentos
escépticos tradicionales es imposible y, por tanto, no puede servir para ese
propósito filosófico.

4 Conclusión
Ahora podemos hacer un balance de los argumentos presentados contra el
internalismo y a favor del externalismo. En la sección 2, examinamos tres
consideraciones que se suelen presentar como motivaciones para el internalismo
acerca de la justificación epistémica, o el tipo de justificación necesaria para el
conocimiento. En cada caso, vimos que la consideración en cuestión no motivaba
el internalismo. De hecho, cada consideración motivaba el externalismo sobre la
justificación epistémica. En la sección 3, consideramos un argumento general
contra el internalismo en todas sus variedades interesantes. El argumento era que
todas las evaluaciones epistémicas interesantes se hacen desde el punto de vista
objetivo o desde el punto de vista subjetivo. Estas evaluaciones epistémicas
interesantes se refieren a cuestiones sobre la adecuación objetiva, o la adecuación
subjetiva, o ambas. Pero todas esas evaluaciones involucran consideraciones
sobre la exactitud de las creencias y/o su etiología, y éstos son factores
paradigmáticamente externalistas. La conclusión es que no hay evaluaciones
epistémicas internalistas interesantes. Dicho de otro modo, todas las evaluaciones
epistémicas interesantes son evaluaciones externalistas.

Agradecimientos
Gracias a Richard Feldman, Stephen Grimm y Ernest Sosa por sus útiles comentarios
y discusiones.

Notas
1 Esto es lo que Alston denomina "internalismo de acceso" (véase Alston, 1985, pp. 57-89;
1986, pp. 179-221).
Véanse también Ginet (1975), Chisholm (1977) y Goldman (1980, pp. 27-51).
2 Ésta es la concepción de Earl Conee y Richard Feldman (véase Conee y Feldman, 2001, p. 233).
3 Si entendemos "interno a la perspectiva de S" en términos de acceso privilegiado, obtenemos:

(I-PA) Si b es subjetivamente apropiado para S es enteramente un asunto de factores a


los que S tiene un acceso epistémico privilegiado.
Si entendemos "interno a la perspectiva de S" en términos de lo que ocurre en la vida
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mental de S, obtenemos:
(I-M) Si b es subjetivamente apropiado para S es enteramente un asunto de factores que
forman parte de la vida mental de S.
En el resto del ensayo pasaré por alto esta distinción, ya que no es importante para
los argumentos que siguen.
4 Para argumentos en esta dirección, véanse Ginet (1975) y BonJour (1985).
5 Para un amplio debate sobre esta distinción y su importancia, véase Audi (1993,
especialmente el capítulo 7).
6 Para argumentos en esta dirección, véanse Foley (1984) y Luper-Foy (1988, p. 361).
7 Véase Fumerton (1995, especialmente el capítulo 6). BonJour (1985, pp. 36-37 y 56-
57) insinúa este tipo de objeción. Véase también Cohen (2002).
8 Muchos internalistas creen que todo conocimiento requiere fundamentos evidenciales,
en cuyo caso las siguientes consideraciones se aplican al conocimiento en general.
9 Para un debate más profundo en esta dirección, véase Greco (1999, 2000). Una
respuesta alternativa a Hume podría cuestionar la premisa 2 de cada argumento,
alegando que la suposición en cuestión se conoce porque está formada de manera
fiable o porque cumple algún otro criterio externalista de justificación y conocimiento.
Sin embargo, es difícil ver cómo el internalista podría seguir una estrategia análoga.
Para una discusión más detallada de esta respuesta alternativa a Hume, véase Greco
(2002, especialmente la sección V).
10 Otra posibilidad es que exista algún estatus interesante que sea un componente de la
justificación epistémica. Los argumentos que se exponen a continuación también irán
en contra de esta posibilidad.

Referencias

Alston, W. (1985) Concepts of epistemic justification. The Monist 68: 57–89.


Alston, W. (1986) Internalism and externalism in epistemology. Philosophical Topics 14:
179–221.
Alston, W. (1989) Epistemic Justification. Ithaca, NY: Cornell University Press.
Audi, R. (1993) The Structure of Justification. Cambridge: Cambridge University Press.
BonJour, L. (1985) The Structure of Empirical Knowledge. Cambridge, MA: Harvard University
Press.
Chisholm, R. (1977) Theory of Knowledge, 2nd edn. Englewood Cliffs, NJ: Prentice Hall.
Cohen, S. (2002) Basic knowledge and the problem of easy knowledge. Philosophy and
Phenomenological Research 65: 309–329.
Conee, E. and Feldman, R. (2001) Internalism defended. In Epistemology: Internalism and
Externalism, ed. H. Kornblith. Oxford: Blackwell.
Conee, E. and Feldman, R. (1985) Evidentialism. Philosophical Studies 48: 15–34.
Foley, R. (1984) Epistemic luck and the purely epistemic. American Philosophical Quarterly 21:
113–114.
Fumerton, R. (1995) Metaepistemology and Skepticism. Lanham, MD: Rowman & Littlefield.
Ginet, C. (1975) Knowledge, Perception and Memory. Dordrecht: Reidel.
Goldman, A. (1980) The internalist conception of justification. Midwest Studies in Philosophy 5:
27–51.
Greco, J. (1990) Internalism and epistemically responsible belief. Synthese 85: 245–277.
Greco, J. (1999) Agent reliabilism. In Philosophical Perspectives 13, ed. J. Tomberlin.
Atascadero,
CA: Ridgeview Press.
Greco, J. (2000) Putting Skeptics in Their Place. Cambridge: Cambridge University Press.
Material de uso interno de la sección de Filosofía Teórica. La traducción estuvo a cargo de
DeepTranslator. La revisión inicial la hizo Luciano Silva.

Greco, J. (2002) How to Reid Moore. Philosophical Quarterly 52: 544–563. Reprinted in The
Philosophy of Thomas Reid (2003), ed. J. Haldane and S. Read. Oxford: Blackwell.
Luper-Foy, S. (1988) The knower, inside and out. Synthese 74: 361.

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