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TEMAS SELECTOS DE FILOSOFÍA I 

 
Unidad I. Teoría del conocimiento 
 
Propósito: Explicará la función y los diversos tipos de conocimiento y su relación con

los supuestos ontológicos y epistemológicos para comprender su repercusión en la vida

social e individual. 

Aprendizaje: Analiza y evalúa las creencias en el proceso de construcción del

conocimiento, para formarse como un pensador crítico.

Tema: la justificación de las creencias.

Introducción

El tema del conocimiento es de suma importancia para la filosofía y uno de los

conceptos que concierne con el tema es la creencia. Esta junto con el saber han sido

parte de los estudios de muchos filósofos interesados en visibilizar la diferencia entre

dichos conceptos. El saber y la creencia son parte del conocimiento humano en general

y del científico en particular.

A continuación, te presentamos unos escritos que te permitirán conocer las posturas de

algunos pensadores al respecto de la creencia. Después de leerlos realiza las

actividades que te son propuestas.

Villoro. Creer, saber y conocer.

¿Qué es creer? La pregunta podrá aclararnos también lo que es saber, pues si el saber
es una especie de creencia, las notas que descubrimos en ésta se le aplicarán
también. Parece que algo debe pasar en el interior de un sujeto cuando cree y, por
ende, cuando sabe. La creencia sería el componente “subjetivo del saber”. La mejor
manera de analizarla no sería entonces examinar lo creído sino el acto de creer. Creer
sería realizar un acto mental de una cualidad peculiar.

Ésta es la concepción más antigua y común sobre la creencia. Los escritos de


Descartes, Locke, Hume coinciden en este enfoque general, aunque varían mucho al
caracterizar el tipo de acto mental de que se trate. Para Descartes la creencia es un
acto de la voluntad, para Hume un sentimiento peculiar, para Locke un acto de
asentimiento. En tiempos más cercanos, tanto la línea fenomenológica Brentano-
Husserl, como la empirista James-Russell vieron también la creencia como una
ocurrencia mental. Para Husserl es la “cualidad” de un acto, llamada “posición”, para
Russell, una “actitud proposicional” subjetiva.

La teoría de la creencia más elaborada e influyente fue la de Hume. Pensemos primero


en la diferencia entre la representación imaginaria de una escena, en cuya existencia
no creemos, y la percepción o el recuerdo, que se acompañan de la creencia en la
realidad de lo percibido o recordado. ¿En qué consistiría la diferencia? En que, en el
segundo caso -contesta Hume-, la escena se nos da con una especial “intensidad” o
“viveza”, se nos impone “con fuerza”, de modo que no tenemos un sentimiento de
firmeza, de realidad, el cual nos convence de la existencia de lo percibido o lo
recordado. Husserl diría más tarde que el objeto de la percepción se nos da “de cuerpo
presente”, “vivazmente”: está ahí imponiéndose a nosotros, no podemos menos que
asentir. Hume ya había escrito algo semejante: la creencia que acompaña a la
percepción o al recuerdo es un peculiar sentimiento que, por ser primario y simple, no
podemos definir, pero que cualquiera puede reconocer en sí mismo; cabe indicar, con
metáforas, como una sensación de seguridad o firmeza.

En otros casos, la creencia no versa sobre algo presente en la percepción o el


recuerdo, sino sobre lo representado en el juicio. Si creemos en una idea del
entendimiento tenemos también, observa Hume, un sentimiento de viveza o firmeza de
lo creído, semejante al de la percepción. Hume lo explica porque “transferimos” a la
idea representada, la viveza y firmeza de la percepción, mediante asociaciones de
ideas que remiten a impresiones sensibles. Por hábito, llegamos a acompañar las ideas
representadas en qué creemos, con la misma cualidad que tenían las que percibimos.
En todos los casos, la creencia es un sentimiento especial, indefinible, que nos permite
distinguir en nuestro interior lo que asentimos de lo que sólo imaginamos, dudamos o
negamos […] Lo que distingue a una idea creída no es pues nada que concierna a la
idea misma, sino a nuestro modo de aprehenderla; es un dato de conciencia, una
cualidad mental sui generis. (Villoro, 1996. 25-26)

“Saber” es equivalente a “percatarse”, “darse cuenta”, “aprehender” o “haber aprendido”


un objeto o situación objetiva. Sería pues un concepto epistémico distinto al de
“creencia verdadera justificada”. Equivaldrá al being aware inglés. Variaría desde una
aprehensión inmediata en la percepción […] hasta la recepción de una información más
elaborada, como en los primeros. No implica necesariamente creencia ni justificación.
Si digo, por ejemplo; “Ayer supe que Pablo no quería ser candidato (alguien me lo dijo)”
tiene sentido preguntar; “Pero tú no lo crees, ¿verdad?”; puedo haber recibido esa
información y no creer en ella. Si puedo no creerla tampoco tengo porqué dar razones
de ella. Al expresar que “sé” algo, en este sentido, sólo me comprometo a afirmar que
“he aprendido algo”, que “estoy al tanto”.

Saber”, en este sentido de'' aprehender ``” o “percatarse”, no es una especie de


creencia, sino, más bien, una condición para creer. Creer tiene entre sus condiciones
haber aprehendido el objeto o situación objetiva creída. Para creer es indispensable
percatarse de lo que se cree, lo cual puede, en muchos casos, expresarse con este
sentido de “saber”. Si creo que p, he tenido noticia o información de p. Pero a la inversa
no es cierta: si he tenido noticia de p, no se implica que crea p. Para evitar confusiones,
llamaremos “aprehensión” al saber entendido como condición de la creencia.
Reservemos el término de saber para la creencia verdadera y justificada. (Villoro, 1996.
128-129)

El conocimiento en general comprende varias formas; saber es sólo una de ellas […]
“Conocimiento” tiene, en el lenguaje ordinario, una ambigüedad: puede significar una
actividad o un estado de un sujeto. “Conocer”, “saber”, al igual que otros verbos como
“percibir”, “recordar”, “demostrar”, “inferir”, pueden referirse a un proceso activo por el
cual una persona llega a captar una realidad. Pero también pueden designar el
resultado de esa actividad: el estado del sujeto, que subsiste en él como una
disposición, determinada por esa realidad.

[… Hay] tres formas de conocimiento: aprehensión inmediata, saber y conocer en


sentido estricto. Puesto que el conocer, a diferencia del saber, es personal e
intransferible, podemos denominarlo también “conocimiento personal” […] La
aprehensión inmediata no denota un estado permanente de un sujeto, sino la actividad
de constatar un dato de sensación, de memoria o de fantasía. Es una manera por la
que un sujeto llega a adquirir un conocimiento […] Entendemos el término
“conocimiento”, en general como una propiedad interna de un sujeto. […] Es un estado
disposicional a actuar, adquirido, determinado por un objeto o situación objetiva
aprehendidos, que se acompaña de una garantía segura de acierto. (Villoro, 1996. 217-
221)

Después de haber leído el anterior escrito te pido que veas el siguiente video
https://youtu.be/N5S0TFyKx18 y contestes las siguientes preguntas:

¿Con qué concepto (creer, saber, conocer) harías referencia respecto al video que
acabas de ver?

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Ahora bien, si te digo que imagines a un unicornio ¿qué me dirías de su sentido de


magneto recepción? O ¿qué sentido seria importante en tu unicornio imaginario?

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Creo que en esta ultima pregunta tuviste que hacer uso del concepto (creer) para
hablar de alguno de los sentidos de tu unicornio. Espero hayas entendido la diferencia
entre el creer y el saber, tan importantes, en cuanto al conocimiento científico. Ahora te
presentamos un fragmento de un texto que habla de otro tipo de creencia.

Ortega y Gasset Historia como Sistema

De aquí que el hombre tenga que estar siempre en alguna creencia y que la estructura
de su vida dependa primordialmente de las creencias en que esté y que los cambios
más decisivos en Ia humanidad sean los cambios de creencias, la intensificación o
debilitación de las creencias. El diagnóstico de una existencia humana—de un hombre,
de un pueblo, de una época—tiene que comenzar filiando el repertorio de sus
convicciones. Son éstas el suelo de nuestra vida. Por eso se dice que en ellas el
hombre está. Las creencias son lo que- verdaderamente constituye el estado del
hombre. Las he llamado < repertorio > para indicar que Ia pluralidad de creencias en
que un hombre, un pueblo o una época está no posee nunca una articulación
plenamente lógica, es decir, que no forma un sistema de ideas, como lo es o aspira a
serlo, por ejemplo, una filosofía. Las creencias que coexisten en una vida humana, que
Ia sostienen, impulsan y dirigen son, a veces, incongruentes contradictorias o, por lo
menos, inconexas. Nótese que todas estas calificaciones afectan a las creencias por lo
que tienen de ideas. Pero es un error definir la creencia como idea. La idea agota su
papel y consistencia con ser pensada, y un hombre puede pensar cuanto se le antoje y
aún muchas cosas contra su antojo. En la mente surgen espontáneamente
pensamientos sin nuestra voluntad ni deliberación y sin que produzcan efecto alguno
en nuestro comportamiento. Ia creencia no es, sin más, la idea que se piensa. sino
aquella en que además se cree. Y el creer no es ya una operación del mecanismo <
intelectual >, sino que es una función del viviente como taI, Ia función de orientar su
conducta, su quehacer.

Hecha esta advertencia, puedo retirar Ia expresión antes usada y decir que las
creencias, mero repertorio incongruente en cuanto son sólo ideas, forman siempre un
sistema en cuanto efectivas creencias o, lo que es igual, que, inarticuladas desde el
punto de vista lógico o propiamente intelectual, tienen siempre una articulación vital,
funcionan como creencias apoyándose unas en otras, integrándose y combinándose.
En suma, que se dan siempre como miembros de un organismo, de una estructura.
Esto hace, entre otras cosas, que posean siempre una arquitectura y actúen en
jerarquía. Hay en toda vida humana creencias básicas, fundamentales, radicales, y hay
otras derivadas de aquéllas, sustentadas sobre aquéllas y secundarias. Esta indicación
no puede ser más trivial, pero yo no tengo Ia culpa de que, aun siendo trivial, sea de Ia
mayor importancia.

Pues si las creencias de que se vive careciesen de estructura, siendo como son en
cada, vida innumerables, constituirían una pululación indócil a todo orden y, por lo
mismo, ininteligible. Es decir, que sería imposible el conocimiento de la vida humana.

Después de haber leído este fragmento podrías compartirnos una de tus más grandes
creencias:
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Villoro, Luis (1989). Creer, saber, conocer. 9ª ed. México: Siglo XXI editores.

Ortega y Gasset, J. Historia como Sistema. Recuperado Mayo de 2019.


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