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UNІVЕRЅІDАD DЕL САRІBЕ

(UNІСАRІBЕ)

ASIGNATURA:
CRIMINOLOGIA

TEMA:
TRABAJO FINAL
LAS DISTINTAS ESCUELAS CRIMINOLÓGICAS Y SUS TEORÍAS
COMO TAMBIÉN SUS FUNDAMENTOS

ЅUЅTЕNTАDО PОR:
FREDDY MIESES DURAN
HEIDI YENISE PEGUERO SEGURA

DOCENTE:
JUAN APOSTOL MUNOZ PUELLO

ЅАNTО DОMІNGО DN., RЕPÚBLІСА DОMІNІСАNА


2023.
INTRODUCCIÓN

La Escuela Clásica de la criminología es una corriente de pensamiento que


aborda los delitos como concepto jurídico, es decir, como la ruptura del pacto entre
el ciudadano y la sociedad sobre la base del Estado y el Derecho, y la necesidad de
imponer un castigo acorde para corregir la conducta y disuadir de la comisión de
delitos.

Antes de profundizar en las características de la Escuela Clásica de la criminología,


recordamos que se denomina escuela al conjunto de principios y conceptos que
defienden y siguen un grupo de especialistas dedicados al estudio y aplicación de
una ciencia. Los autores que forman parte de una determinada escuela no tienen
por qué coincidir plenamente en todo, pero sí están de acuerdo en unas líneas
comunes que conforman el marco de pensamiento.
Escuelas de la criminología

El estudio de la conducta humana y las razones que llevan a una persona a cometer
un delito se remontan a la Antigüedad:

 Los grandes filósofos griegos como Sócrates, Platón o Aristóteles apuntaban


a causas biológicas (deficiencias físicas y mentales) para justificar las
conductas delictivas.
 En la Edad Media, los estudios médicos realizados sentaron las bases del
derecho penal.
 No fue hasta el siglo XVIII, con el despertar que supuso el periodo de
la Ilustración, cuando se desplazaron las creencias biológicas en pos de la
razón como base de la autoridad legal y se impuso el concepto de igualdad
entre los ciudadanos ante la ley. Así lo postulaba el filósofo y jurista Cesare
Becaria, considerado el padre de la Escuela Clásica.

Son los miembros de la Escuela Positivista quienes, en el siglo XIX, denominaron


Escuela Clásica a los postulados anteriores a ellos que quedaban fuera del marco
de las nuevas ideas. Para los juristas y pensadores de la Escuela Clásica, el ser
humano es dueño absoluto de sí mismo y de sus actos. Esa libertad es la clave para
defender que todas las personas son iguales ante la ley, sin diferencias entre el
hombre delincuente y el no delincuente, y pone el foco de la responsabilidad
delictiva en la decisión deliberada de quebrantar una norma. Es decir, el delincuente
elige cometer ese acto, pudiendo y debiendo haber respetado la ley; no lo impulsan
ni sus condiciones biológicas ni influencias externas.

Los autores clásicos defienden, además, las garantías individuales y están en


contra de la arbitrariedad y los abusos de poder. Además de Becaria, Pelegrino
Ross, Giovanni Carmenan y Francisco Carrara son otros autores destacados de la
Escuela Clásica.

Los postulados más relevantes de la Escuela Clásica son:


 Todos los individuos son libres e iguales en derechos.
 El hombre es dueño de sus acciones, se rige por el libre albedrío. Aquellos
que carecen de libre albedrío —como los locos y los niños— quedan
excluidos del derecho.
 El Estado es quien tiene la potestad de castigar por el quebranto de las leyes
—principio de legalidad y tutela jurídica—.
 El delito es un ente jurídico, no filosófico: es la infracción de la ley del Estado
promulgada para proteger la seguridad de los ciudadanos y resulta de un
acto del hombre.
 La comisión de un delito implica la responsabilidad moral —por el hecho de
actuar con libre albedrío—.

La pena que se impone por un delito es la retribución por el mal que su autor ha
causado a la sociedad. Esa sanción debe ser exacta, es decir, debe cumplir su
función de restablecer el orden social roto sin exceder las necesidades de tutela
jurídica. En resumen, la Escuela Clásica defiende que al vivir en sociedad, cada
individuo suscribe libremente un contrato social con la comunidad a la que
pertenece. Este ente social, el Estado, castigará a quienes actúen de forma
contraria a las normas establecidas para dar equilibrio y estabilidad. Las penas, que
serán proporcionadas y ejemplares, también buscan disuadir de la comisión de
delitos.

La Escuela Clásica junto con la Positivista son las dos grandes corrientes de
pensamiento jurídico penal que han marcado el rumbo de la criminología desde el
siglo XIX hasta la actualidad. La principal diferencia entre ambas escuelas es que
mientras la Clásica no profundiza en las causas del delito, ya que el delincuente
actúa bajo su libre albedrío y solo impone una sanción, la Escuela Positivista
persigue la readaptación del criminal, indagando en sus motivaciones y el
contexto en el que se comete un hecho delictivo.

Además de la Escuela Clásica y la Positivista, otros filósofos, juristas y criminólogos


han desarrollado relevantes postulados que han servido para que la ciencia jurídica
y la criminología evolucionen en su comprensión del hecho delictivo, del criminal y
de las demás esferas que abordan en su estudio. El plan del Grado en
Criminología proporciona a sus estudiantes los conocimientos necesarios para
abordar cada una de las áreas de estudio de esta ciencia.

Los graduados en Criminología están preparados para acceder a posiciones en


diversos ámbitos profesionales, tanto públicos como privados, como, por ejemplo,
asesor y perito criminológico independiente, experto en el desarrollo de políticas de
prevención de la delincuencia o puestos en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del
Estado en sus correspondientes procesos de oposición.

la Escuela Positiva

El positivismo criminológico surge en el contexto de una nueva era científica y como


contraposición a la etapa anterior en la que los planteamientos de la Escuela Clásica
sobre el libre albedrío a la hora de cometer un delito eran los que se imponían hasta
el momento en los foros de debate.

Uno de los principales cambios que introdujeron los criminólogos y teóricos de la


Escuela Positiva fue la aplicación del método científico para explicar la delincuencia,
defendiendo que una persona está condicionada biológicamente para delinquir.

Los criminólogos positivistas enfrentan los planteamientos clásicos que se


apoyaban en métodos abstractos y deductivos, con su método empírico e inductivo:
partiendo de las leyes naturales y de la observación objetiva de la realidad, los
positivistas planteaban conclusiones generales a partir de premisas y de los datos
que extraían de la observación.

Para el positivismo criminológico, una persona no tiene control sobre sus actos a la
hora de cometer un delito. Para esta corriente, el comportamiento humano es parte
de una dinámica de causas y efectos, con determinantes internos o biológicos y
externos o sociales. A diferencia de la Escuela Clásica, que no profundiza en la
causa del delito y se limita a imponer una sanción, los positivistas indagan en las
motivaciones y el contexto en el que se comete un hecho delictivo, con el objetivo
de adaptar los remedios a las causas que lo producen, como explicaba el propio
Ferri en una de sus obras y, además, aprender de la experiencia para prevenir que
ocurra.

Así, los principales postulados de la Escuela Positivista se resumirían en:

 Niegan el libre albedrío, una persona no tiene libertad de elección para


cometer o no un delito, la conducta humana está determinada por factores
biológicos, psíquicos y sociales.
 Se utiliza el método experimental para observar la realidad y extraer
conclusiones a partir de los datos extraídos.
 El delito es un fenómeno natural y social.
 La sanción que se imponga debe ser proporcional a la peligrosidad del autor.
 Aunque la pena es una medida de defensa social, apropiada porque el
delincuente es agresivo, se persigue la reforma y readaptación de los
delincuentes y la prevención es más importante que la represión.

Escuela Ecléctica

Esta escuela tiene su fundamento basado en el mismo que el de la Escuela Clásica,


no es una escuela en sí, sino que es la reunión de varias escuelas. La diferencia
entre la escuela clásica y positiva está en que estas tenían una serie de normas que
si no estás de acuerdo con una, rompes todas las demás.
La combinación entre derecho penal y criminología requiere entre toda una gran
madurez en ambas disciplinas, se recalca sobre la madurez de estas ciencias,
porque el derecho penal en aquella época estaba falto de madurez y la criminología
empezaba sus primeros pasos.

Esta escuela tiene su fundamento teórico basado en el mismo que el de la Escuela


Clásica.
La diferencia entre la escuela Clásica y Positiva está en que estas tenían una serie
de reglas que, si no estaba de acuerdo con una, rompía todas las demás. Era un
esquema casi perfecto y el fin de la escuela Ecléctica era la de romper con esas
reglas o esquemas y crear algo diferente.

La integración entre derecho penal y criminología requiere de gran madurez, porque


el derecho penal en aquella época estaba falto de madurez y la criminología
empezaba sus primeros pasos.

La escuela ecléctica rechaza la morbosidad de la naturaleza y el criterio de la


responsabilidad legal y acepta de la escuela clásica el principio de la
responsabilidad moral, distingue entre delincuentes imputables e inimputables.
Esta escuela no es una escuela en sí, sino que es el conjunto de varias escuelas.

Cuello Calón (1847-1943) Fue catedrático de derecho penal en las universidades


de Barcelona y de Madrid. Escribió diversas obras, entre las que destacan Derecho
penal: Penología (1920) y La nueva penología (1958).

Principios básicos según Cuello Calón:

Imputabilidad basada en la decisión de los actos del hombre.

La natural de la pena radica en la coacción psicológica.


La pena tiene como destino la defensa social.

Postulados:
a) Negación del libre albedrío.
b) El delito es un hecho individual y social.
c) Se enfoca más en el delincuente que por el delito cometido.
d) Señala las ventajas de método inductivo.
e) Se interesa la investigación científica en el delincuente.
f) Considera la responsabilidad moral
g) Distingue entre imputables e inimputables.
h) Plantea la reforma social como deber del Estado.

Imputabilidad: Es la capacidad del ser humano para entender que su conducta


lesiona los intereses de las demás personas y se adapta la actuación con su
comprensión. Se considera como la obligación de sufrir las consecuencias penales,
por la realización de un hecho delictivo. Es una acción u omisión que se genera a
libre albedrío atribuida a un sujeto, la cual produce consecuencias por las que se
debe cumplir y afrontar una determinada sanción.

Inimputabilidad: Es quien actúa sin voluntad y conciencia, es decir, no tiene la


capacidad de entender y querer, al momento de cometer un acto delictivo. La
inimputabilidad puede desarrollarse por trastornos psicológicos o por la falta de
madurez (este último caso corresponde a los delitos cometidos por niños). Al ser
inimputable, el sujeto no sólo no tiene responsabilidad penal sobre
su comportamiento, sino que tampoco es declarado culpable a nivel legal.

La Terza Scuola
Esta escuela nace como una corriente intermedia entre la escuela positiva
(Lombroso, Ferri), y la escuela clásica, también se le llamo Positivismo Critico.
Los principales fundadores de esta escuela son: Bernardino Alimona y Manuel
Carne vale.

La Escuela considera el delito como un hecho individual y social, propone que


realicen una investigación científica con referencia al delincuente y da gran
importancia a la responsabilidad moral.

Esta surge como respuesta a las dos grandes corrientes más caracterizadas de la
época, la escuela clásica y la escuela positiva, de las cuales aceptan algunos
postulados. El delito es observado como un fenómeno complejo determinado por
factores internos (enfoque antropobiológico) pero sobre todo por factores externos
o sociales (enfoque sociológico de Ferri).

Escuela social

Está apoyada por el filósofo Durkheim, esta escuela no tiene su fundamento en el


contrato sino en la dialéctica. Esta escuela tiene antecedentes en la Lyon, en
especial en La casanga, en la cartográfica y en la de intersicologia con Tarde. Son
famosas las sentencias lapidarias de La
casanga: "Las sociedades tienen los criminales que se merecen y el medio social
es el caldo del cultivo de la criminalidad mientras que el microbio es el criminal".
Tratándose del delincuente, la escuela social realiza los estudios de estos bajo un
enfoque sociológico., la patología se desplaza del campo individual al social. La
clasificación de delito y delincuente, Esta escuela nos dice que es normal, quedando
a salvo la anormalidad biológica y psicología del delincuente. Tiene una
interpretación legal Psicosocial jurídica.

Esta escuela fue dividida para su estudio en tres etapas:

- La primera etapa, Antropológica, Estudia al delincuente en sus particularidades


anatómicas morfológicas ,Cesar Lombroso.
- La segunda etapa, Jurídica. Trata de injertar las teorías anatómicas Lombrosianas
al derecho penal, Rafael Garofalo.
- La tercera etapa, Sociológica. Se preocupó por hacer notar la influencia del medio
social sobre el delincuente apartándose de la tesis del delincuente nato, Enrico Ferri.
En esta nueva escuela no se asienta ya en la responsabilidad moral, si no es
predominante determinista y se asienta sobre la responsabilidad social.

Escuela anímica
Su fundamento teórico está basado en la anomia, situación en la cual el desarrollo
social desborda al control institucional. El presupuesto operandi está fundamentado
en la desigualdad material y una mayor división del trabajo. Sigue la responsabilidad
en el campo individual, pero aparece la tendencia a socializarla.
Al centrar el foco eruptivo de la delincuencia en la sociedad y no en el individuo, la
medición punitiva en si pierde importancia pues resulta de poca utilidad en el
tratamiento de la delincuencia mantenida erróneamente dentro de rigurosos
esquemas individuales. Empieza otro tipo de cuestionamiento en derredor de la
facultad punitiva. El principal aporte fue el punto víctima de las peores críticas y
rechazos: interpretación de la delincuencia proletaria, estadísticamente muy
representada en las cifras policiales de criminalidad.

escuela ecológica

Su fundamento teórico es el que la formación de la sociedad es orgánica y no


contractual. El presupuesto operandi está basado en la desigualdad material y muy
grande división del trabajo. Su responsabilidad deja de ser individual y se convierte
en social y grupal. El hallazgo del equilibrio biótico-social es la finalidad del sistema
jurídico. El principal aporte de esta Escuela Ecológica, con sede en Chicago y
producto de las inmigraciones incontroladas de europeos, es la interpretación de la
delincuencia de la mafia.
Hablando de los precursores de la criminología en la republica dominicana,

Podemos mencionar a : Don Constancio Bernardo de Quirós, Freddy Presto Castillo


y Don Leoncio Ramos entre otros.

Constancio Bernardo de Quirós

(Madrid, 12 de diciembre de 1873-Ciudad de México, 11 de agosto de 1959) fue un


escritor, sociólogo, jurista español, catedrático de Derecho Penal y Criminología y
una de las figuras clave del regeneracionismo.

A los diecinueve años de edad se licenció en Derecho por la Universidad Central de


Madrid, incorporándose a continuación a la Cátedra de Filosofía del Derecho que
dirigía Francisco Giner de los Ríos, con el que también colaboró en la Institución
Libre de Enseñanza. A partir de 1896, inició una intensa labor como articulista en
la Revista General de Legislación y Jurisprudencia.

Su primer artículo, «Una polémica sobre la normalidad del delito», escrito a los
veintiún años de edad, está considerado hoy como uno de los textos fundacionales
de la sociología española, ya que en él aborda, por primera vez en España, el
problema del delito desde una óptica sociológica. Dicha perspectiva sociológica es
la que mantiene también en su primer libro, Las nuevas teorías de la
criminalidad (1898), una exposición sistemática sobre criminología que fue
inmediatamente traducida a diversas lenguas.

En 1899 se incorporó al Laboratorio de Criminología fundado ese mismo año


por Giner de los Ríos. Fruto de sus trabajos en el Laboratorio es La mala vida en
Madrid (1901), un estudio sociológico sobre el hampa madrileña de finales del
siglo XIX, escrito en colaboración con Llamas Aguilando, y cuya edición alemana de
1909 fue prologada por Cesare Lombroso. Los siguientes trabajos sobre
criminología que Bernardo de Quirós publicó en España, antes del exilio, tendrán
también una marcada orientación histórica: Criminología de los delitos de sangre en
España (1906), La picota. Crímenes y castigos en el país castellano en los tiempos
medios (1907), Figuras delincuentes (1909), La criminalidad es las Islas
Filipinas (1910), El espartaquismo agrario andaluz (1919), y, sobre todo, El
bandolerismo andaluz (1933), escrita en colaboración con Luis Ardila.

Como profesor, su labor fue intensa. Además de profesor en la Universidad Central


de Madrid y en la Institución Libre de Enseñanza, fue catedrático de Criminología en
el Instituto de Estudios Penales y profesor de Sociología y Psicología en la Escuela
de la Mujer, vinculada a la Institución Libre de Enseñanza.

Como jurista, ejerció la abogacía y redactó el Proyecto de Código Penal de 1902,


por encargo del ministro Juan Montilla y Adán, proyecto que no llegó a ver la luz por
la continuas crisis políticas. Fue también el redactor de buena parte de la producción
legislativa agraria de la Segunda República Española.

Destacado montañero y pionero del alpinismo en España, en 1913 fue uno de los
fundadores del Club de Alpinismo Pealara, del que fue presidente hasta 1916.

Escribió, entre otros trabajos sobre esta materia: Peñalara. Notas de camino por la
Sierra de Guadarrama (1905), Guía alpina de Guadarrama (1915), La Pedriza del
Real del Manzanares (1921) y Sierra Nevada (1923).

Al finalizar la Guerra Civil se exilió en Francia, teniendo que vivir durante más de un
año en un asilo para indigentes con su mujer, sus hijos y sus nietos, antes de poder
ser trasladado a la República Dominicana con fondos de ayuda para los refugiados.

En América prosiguió su labor teórica y pedagógica. Fue catedrático


de Criminología y Derecho Penal Comparado en la Universidad de Santo Domingo,
profesor de Derecho Penal en La Habana y, finalmente, catedrático
de Criminología y Derecho Penitenciario en la UNAM de México. En el exilio
publicó, entre otros libros, La picota en América. Contribución al estudio del Derecho
Penal Indiano (1948), Lecciones de Criminología (1953) y El bandolerismo en
España y en México (1959).
Freddy Presto Castillo

nació en San Pedro de Macorís el 24 de junio de 1914 y falleció en Santo Domingo


el 20 de febrero de 1981. Hijo del distinguido comerciante azucarero Miguel Ángel
Presto y Hortensia Castillo Marcano, emparentada con héroes domínico-cubanos,
entre ellos, el general Marcano.

Presto Castillo desde su juventud dio muestras de una brillante inteligencia y fue
reconocido y laureado a los 15 años en el colegio Santo Tomás de Aquino por tal
motivo. Se graduó de Licenciado en Derecho en la Universidad de Santo Domingo
con las más altas calificaciones.

Ocupó importantes posiciones en la era de la dictadura, sin nunca doblegar su


carácter independiente. No fue parte de ningún clan político, ni antes ni después de
terminada la misma.

Se jugó la vida en varias ocasiones por su responsabilidad y honestidad. Después


de la muerte de Marrero Arista escribió una carta de mucha importancia al dictador
donde “inocentemente” exponía una serie de considerandos sobre la misma, que
hicieron sin lugar a dudas grandes interrogantes en la mente del sátrapa. Rafael
Leónidas Trujillo al parecer supo interpretar el mensaje de Presto y lo respetó.
Presto Castillo fue un gran jurista en las ramas penal y tierra; orador brillante,
expositor excelente y culto. Su obra literaria más conocida es “El Masacre se pasa
a pie” traducida a varios idiomas.

El escrito que nos ocupa está dirigido a comentar una joya de la literatura
dominicana desconocida por la mayoría del pueblo dominicano que narra un
interesante período de nuestra historia: La guerra de los seis años contra
Buenaventura Báez: “Pablo Mamá” es un relato mágico e interesante del período
mencionado, pero a la vez fascinante, narra la vida y las miserias del hombre del
sur. Solamente leyendo el primer capítulo de dicha obra, el lector queda envuelto
en un hechizo que jamás podrá rehuir hasta terminar el libro de un tirón. Veamos:

“La aldea de San Bartolomé está lejos del mar. Es un caserío antiguo, triste,
abandonado en las secas tierras de la frontera. Tiene viejo prestigio de guerras y
diríase que nació con destino de vivaque”.

“En una esquina del Valle de Neiva destaca San Bartolomé las cabezas greñudas
de sus bohíos. Un calor de hornaza tuesta la piel y pinta cobre en los rostros. A la
espalda, la montaña de Panco, que en las noches envía un aire lento sobre la paz
de la aldea. A esta hora los viejos miran en cuclillas, las estrellas pequeñitas.
Enjutas viejas, gente cobrizas, vida sobria, sol!!”.

“Dramática vida desde los siglos pasados. La aldea de San Bartolomé está a la vera
de los caminos que conducen a Haití. Su estampa es dura, tono gris bajo la lluvia y
ocres pardos bajo el sol. Levanta su arquitectura de soldado en harapos sobre el
collado y parece la gran cruz del paisaje. No ríen sus gentes. Rostros secos como
los hombres; duros como sus árboles. Aquí la mujer en un ser borroso que pare con
resignación, y cuya vida discurre entre el humo ocre de la frugal cocina. Los otros
son los viejos, que fuman callados, en las noches. Cuando hay luna, conversan
lentos. ¿De qué hablan? De sequías y de guerras”.

Leoncio Ramos Jerez

nace en Cotí, República Dominicana, el día 14 de abril del 1895; obtiene la


licenciatura en derecho en la Universidad de Santo Domingo en abril de 1920,
desempeñó varios cargos en la judicatura nacional, hasta llegar a ser juez de la
Suprema Corte de Justicia.
Acusaba las características del tipo mixto: atlético-leptosomático, según
Kretschmer, expuestas en su libro «La Estructura del Cuerpo y el Carácter»; Enjuto,
estatura media, nariz saliente, calva dilatada; trabajador incansable e inteligente;
entregado al estudio del Derecho, la Criminología y la Ciencia Penitenciaria, Ramos
fue asimismo un ardoroso defensor de las mejores causas políticas, siendo miembro
importante del Partido Nacional. Por carta fechada el 31 de agoto de 1928 se dirigió
al entonces Presidente de la República Dominicana, y director de dicho partido,
Horacio Vásquez, criticándole acertadamente su ambición a reelegirse como
Presidente; denunciando que los males del país los encontramos entre aquellos que
han querido perpetuarse en el poder.

Fue asimismo diputado de la Asamblea Constituyente en el año 1959 y senador de


la Provincia de Santiago. Ganó por oposición la Cátedra de Derecho Constitucional.
Derecho Penal y Criminología, en la Universidad de Santo Domingo,
permaneciendo como docente durante 30 años.

Notable constituyó su lucha por la reforma del sistema penitenciario en el país,


pudiendo decirse que en esos empeños ha sido el propulsor sin precedente para
tratar de cambiar y modernizar ese sistema.

Entre sus obras se cuentan: «Notas de Derecho Penal Dominicano», «Notas para
un Derecho Procesal Penal Dominicano», y «Notas para una Introducción a la
Criminología».

En el año 1962 su voz se hizo sentir nuevamente en el ámbito nacional, al ser uno
de los primeros, sino el primero, en proponer que a los sobrevivientes del
dictanicidio de Trujillo, señores Luis Amiama Tío y Antonio Imbert Barrera se les
declarara Héroes Nacionales y se les invistiera con el grado de generales del
Ejército Nacional.

Esta propuesta fue recogida por la Ley No.6088, del 1ro. de noviembre del 1962,
derogada por la número 2124, del 7 de diciembre del mismo año, para que e1 grado
fuera de generales de Brigada, y ambas leyes votadas por el Consejo de Estado,
presidido por Rafael F. Bonelli, que a la sazón ejercía los poderes legislativo y
ejecutivo.

Es una ciencia tardía entre nosotros: Un nuevo movimiento científico está


permitiendo su resurrección en cuanto a los nuevos bríos del estudio formal de la
criminología como ciencia que no se soporta ya como doctrina, y que se prepara
para la acción. El acento ha sido puesto, ahora, en completar la obra de los
fundadores de la criminología y orientarse a la institucionalización de las actividades
criminológicas.

En el año de 1940, con la celebración del Primer Congreso de Procuradores llevado


a efecto en Santo Domingo, Ciudad Trujillo, los días 15, 16 y 17 de agosto,
marcando así el nacimiento de la criminología en nuestro país. Allí surgieron las
primeras voces que alertaron sobre las incipientes teorías criminológicas europeas.
Pero dos egregias figuras se dieron cita en aquel evento, interesan: Don Constancio
Bernardo de Quirós, que asistió como único invitado de honor y extranjero y don
Freddy Presto Castillo, al presentar su informe sobre la criminalidad en la región del
Este.

Era, en realidad, el primer documento de criminología dominicana. Más tarde,


surgirían los aportes de un catedrático lúcido, un autodidacta singular, consagrado
a la enseñanza universitaria de la criminología, al derecho penal; él compendiaría
las ideas más actualizadas del momento criminológico y el nivel alcanzado en sus
trabajos lo colocan como el más destacado de todos los autores nacionales; nos
referimos a la figura egregia de Don Leoncio Ramos Jerez (Cotí, 1894-1971), quien
con sus notas eruditas de la criminología positivista, debería ostentar entre nosotros
la paternidad de la criminología dominicana.
Esta distinción se ha señalado, en más de una vez, aunque no de manera
oficial. Debemos aquí y ahora, poner las cosas en claro: El precursor de la
criminología dominicana es, sin dudas, don Constancio Bernardo de Quirós, por
haber traído la criminología a nuestro país, poco antes de 1939. Fue el catedrático
auténtico que nos iluminó con su aura de maestro y erudito.

El lugar de pionero o de los precursores de la criminología nacional corresponde al


abogado distinguido que fue Don Freddy Presto Castillo, por haber publicado su
archiconocida monografía ya citada; y finalmente espero es a don Leoncio Ramos
–a quienes sus discípulos consideran el más eminente criminólogo del país–; a
quien debemos adjudicar la dignidad de fundador de la criminología: el padre de la
criminología dominicana.

Pero sobre ese particular, Leoncio Ramos no ha sido reconocido como el padre
legítimo de la criminología dominicana; era él, el "jinete armado de la ley" que
consagró toda su vida a la criminología: "un terco Quijote cuyos frutos
criminológicos, hoy celebramos".

Sin embargo, es escaso el conocimiento de las obras de estos tres maestros y casi
desconocida por las generaciones de hoy.

Y es lamentable, porque, tocó a ellos ser los precursores de introducir al país no


sólo las modernas teorías de la criminología y el derecho penal, junto a figuras como
Lombroso, Garrad, Luis Jiménez de Azua, Mariano Ruiz Funes, entre otros, sino
aquellas ideas que sobresalieron gran parte del pensamiento europeo, dentro de los
cuales llegaban a nuestro medio los autores y las teorías que se estaban
desarrollando ultramar.

En sus estudios de criminología era lógico que se aceptaran las ideas de César
Lombroso, Edmundo Mester y Ernst Exner, pero paulatinamente los estudios legado
por estas tres figuras, en sus diferentes contextos, estuvieron influenciadas por un
contexto intelectual más amplio.

Además de estos tres evangelistas de nuestra criminología, las publicaciones de


literatura criminológica dominicana cada vez más se engrandecen y ganan vigencia;
eso se ha echado de ver en la labor de los investigadores abogados. Muchos son
los nombres, porque muchos de ellos fueron sus alumnos y sus discípulos. Tales
son los juristas de los grandes casos penales, Artagnan Pérez Méndez, Ramón Pina
Acevedo e hijo, Marino Vinicio Castillo; en la docencia, Héctor Dotel Matos y Cabral
Ortega, entre otros. Pero la lista es extensa.

Actualmente ha surgido un interés mayor, todo un movimiento teórico científico


denominado Pensamiento Criminológico Dominicano, que ha tenido el acierto de
completar el esfuerzo científico iniciado por estos tres clásicos maestros de la
criminología criolla, continuando con la publicación de las obras legadas por ellos;
y en el interés emergente de ver, en primer lugar, el problema criminal en función
de la criminología profesional, urge de convocar a todos los autores que se están
animando a escribir sobres estos asuntos, a que puedan publicar sus trabajos a
través de este movimiento.

Este es el momento de la criminología. Una mayor acción profesional se está


demandando de los criminólogos cualificados; en estos tiempos, en que hay que
adecuar un modelo de Ministerio Público. En cuanto a que los fines teóricos que ha
perseguido históricamente la criminología, pues, deben considerarse nuevamente
la necesidad de ejercitarlos en las aulas de las universidades, en los institutos de
investigaciones criminales, en los departamentos de criminología (aún no los hay),
y con ellos ir logrando una mayor toma de conciencia de la cuota de compromisos
profesionales de los implicados en esta área del sable judicial.

Aunque no hemos sido educados para luchar contra la cultura de violencia que nos
agobia –a través los vicios de la ciudad y los factores corruptores– , no podemos
negar la evolución que se ha estado suscitando en nuestra criminología. Pero la
iniciativa que conviene a la sociedad dominicana es la que va a emanar del Estado,
que no ha podido satisfacer las necesidades del problema, mediante la creación de
un órgano público de estudio de la criminalidad que centralice todas las actuaciones
que puedan ser más o menos eficaces en materia de la llamada política criminal (en
la que actúan dos elementos necesarios e imprescindibles: la estadística y la
legislación penal científica).
CONCLUSIÓN

En la República Dominicana la criminología no es una profesión, sino una disciplina


que se ha invocado, casi siempre, para apellidar a otras ramas de las ciencias
penales, que en el particular medio judicial sirve de talón a quienes se ufanan
cuando de derechos humanos y de justicia penal se trata. Todos estamos
informados en cuanto a la criminología, pero de lo que se trata es de estar formado,
de poseer una acreditación universitaria.

Aunque, ella ha sido la fuente donde han abrevado todos los grandes del derecho
penal del país, y eso incluye a la nueva generación de verdaderos abogados con
que contamos hoy.

El auge alcanzado por la criminología profesional en otros países, se ha logrado


gracias a una verdadera síntesis metodológica, aplicable al conjunto de los
problemas llamados "criminales", y a cada uno de los fenómenos de la violencia
social y común, siendo decisivo en la búsqueda de soluciones al problema del delito
y de la delincuencia; en la República Dominicana, se le ha dado un trato de un saber
fragmentado y parcial, siendo considerada como "glosas" de las manifestaciones
violentas en todos sus aspectos que hemos señalado, de por sí fundamentales.

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