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Jamilet Gabriela Lino Ferrin

Teoría Penal

Taller #2

LAS ESCUELAS DE DERECHO PENAL

Pues la escuela penal es el conjunto de doctrinas, cada una ellas ordenadas bajo un sistema
y un método, que abarcan en su contenido concepciones distintas sobre el delito, el
delincuente, y el fin de la pena.

Es una sistematización de las diversas teorías para constituir un solo cuerpo de doctrina
y radica hoy en día su importancia en que las escuelas penales. Da la imposibilidad de
sistematizar o de "encajonar" en esta o aquella escuela una variedad de conceptos e ideas.

Y ellas mismas se caracterizan en que por dirección a cada idea que genere respeto si es
que no esta de acuerdo o polémica o irrespeto si no coinciden en pensamiento y por la
concepción de la naturaleza del delito, de la pena, y por el método que usan, por ejemplo,
la pena, para la Escuela Clásica es un mal, pero para la Escuela Positiva la pena es una
cura.

El método de la Escuela Clásica es el Deductivo o Lógico-abstracto; mientras de la


Escuela Positiva utiliza el Inductivo o Experimental.

Y por la naturaleza del delito Por ejemplo para la Escuela Clásica el delito es un ente
jurídico.

En cambio para la Escuela Positiva el delito es un fenómeno fáctico y jurídico.

La Escuela Positiva se caracteriza por considerar primero al delincuente y sólo luego al


delito. Es una reacción contra la Escuela Clásica.

A estas preguntas responden los Fundamentos Del Ius Punendi o Derecho De Castigar
del Estado.

Con respecto al positivismo en sí mismo, vale la pena recordar que a pesar de su


deslumbrante aparición en el mundo de lo jurídico, más tarde vino a denotar profundas
precariedades, a todas vistas luz de los intérpretes de la historia. No necesariamente de
los juristas. Las mismas que han conducido a los distintos replanteamientos de la ciencia
penal.

El positivismo está estrechamente ligado a la búsqueda metódica sustentada en lo


experimental, rechazando nociones religiosas, morales, apriorísticas o conceptos
abstractos, universales o absolutos, Lo que no fuese demostrable materialmente, por vía
de experimentación reproducible, no podía ser científico. El positivismo se expandió
exitosamente, como un pensamiento progresista, revolucionario, capaz de sacar al mundo
del atraso y del oscurantismo religioso o supersticioso de los siglos precedentes.

El hombre y la ciencia serían artífices de todas las explicaciones y los descubrimientos,


capaces de superar todas las enfermedades, los obstáculos sociales y hasta la propia
naturaleza. El Positivismo no niega la existencia de lo absoluto o metafísico, pero
tampoco se ocupa del problema, limitándose al estudio de lo real,

En materia penal, la Escuela Positiva se presenta igualmente corno la negación radical de


la Clásica, pues pretende cambiar el criterio represivo, suprimiendo su fundamentación
objetiva al dar preponderante estimación a la personalidad del delincuente. La primera
pregunta que se hacen los positivistas es cómo poder controlar el fenómeno
(criminalidad) y prevenirlo; la prevención no es nada diferente de la preparación y
disposición que anticipadamente se haga para evitar que algo acontezca.

Para poder caracterizar esta dirección de pensamiento, es también indispensable precisar


sus aspectos más importantes.

La denominación de “Escuela Positiva” o “Positivista”, como también se le denomina, le


fue dado por sus propios partidarios, quienes reivindican para el derecho penal el método
inductivo o galileano, propio de una época en la cual, gracias al aporte de las filosofías
positivistas, se observa un acelerado desarrollo de las ciencias del sobrenaturales, a las
cuales tenía que sumarse esta disciplina si quería alcanzar el rango de ciencia.
Surge entonces una nueva escuela contrapuesta a la anterior, con postulados
completamente diferentes y una concepción unitaria del fenómeno criminal; para ella la
elaboración científica de esta rama del saber tendrá que partir de la realidad empírica,
social, dejando atrás la época en que el derecho natural era el objeto de estudio de un
derecho penal indeterminista, basado en concepciones metafísicas Principales
representantes.
Los máximos defensores de la nueva tendencia fueron CESARE LOMBROSO (1836-
1909), quien a partir de la observación y estudio de los delincuentes creó una ciencia
denominada antropología criminal, que también incluía el estudio psicológico del hombre
delincuente al lado del orgánico; a él se debe la publicación de una obra titulada El
hombre criminal en relación con la antropología, y la jurisprudencia y la disciplina
carcelaria (1876), en la cual plantea que la ciencia por él descubierta era una “aliada” del
derecho penal.
Por la misma época, Enrico Ferri postuló, en su Teoría de la imputabilidad y negación del
libre albedrío, el fracaso total de los pensadores clásicos y que no se trataba de convertir
la antropología en una “ciencia aliada” del derecho penal, sino de “aplicar el método
inductivo (galileano) al estudio de la justicia penal”, como reiteraría muchos años
después, esto es, estudiar el delito como fenómeno natural y social, valorándolo como
expresión antisocial de cierta personalidad delincuente.
Con este pensador irrumpe otra disciplina nueva, la sociología criminal, cuando publica
sus Nuevos horizontes del derecho y del procedimiento penal (1880), obra de la cual se
harían ediciones posteriores bajo el título de Sociología criminal, en la que planteaba que
el delito era la resultante de una triple serie de causas: individuales, físicas y sociales, a
partir de lo cual pudo clasificar los delincuentes en cinco categorías: natos, locos,
habituales, ocasionales y pasionales.

En cambio en la Escuela Clásica

De la Escuela Clásica extraemos las siguientes premisas:

La culpabilidad del delincuente se funda en su libre voluntad. Aquel que comete un


crimen no es diferente de cualquier otra persona (no aplican los postulados positivistas o
deterministas). Es alguien que ha tenido la libertad de escoger entre hacer o no hacer mal,
y ha optado por hacer.

El derecho proviene de la ley natural.

El delito es un ente jurídico: consiste en la infracción de una ley estatal.


El método de razonamiento empleado es el lógico-deductivo. Se parte de uno o varios
principios generales y de ahí se extraen o deducen los principales fundamentos.

La pena debe ser proporcional, atenta a los derechos y garantías debidos al delincuente.
Se orienta a restablecer el orden quebrantado por la vulneración del derecho y,
complementariamente, a la prevención del delito.

La escuela clásica ha sido criticada por los siguientes motivos: Excesivamente formalista.
Es acertado que no se aferre al extremo determinismo propio de la Escuela Positiva. Sin
embargo, no parece adecuado que omita ciegamente el contexto o circunstancias del
criminal.

No resuelve de forma óptima el problema de la criminalidad. No parece tratar de dar una


respuesta al delito, simplemente se limita a aplicar una serie de postulados extraídos de
forma analítica e independientes de la realidad material.

Se ha señalado como aspecto negativo que no acepte medidas de seguridad y que no


restablece la tranquilidad de los ciudadanos (Quisbert, 2008).

El funcionalismo penal es una tendencia dogmática que orienta al Derecho penal al


mantenimiento de las expectativas. La pena, entonces, cumple finalidades preventivo-
generales y su imposición depende del rol de cada persona dentro de la sociedad.

El funcionalismo se origina alrededor de los años 60, bajo lo que ahora se denominaría
«funcionalismo clásico». La realidad es que esta postura entra en crisis más bien pronto,
y acaba siendo sustituida. De esto ya se hablará más adelante. Aunque quizás uno de los
primeros antecedentes se encuentre mucho más atrás, en el pensamiento de Auguste
Comte y, posteriormente, en el de Émile Durkheim. La consolidación del funcionalismo,
sin embargo, solo tiene lugar con la obra de Talcott Parsons. Esta obra es continuada por,
principalmente, Niklas Luhmann (Busquet, J., Medina, A. y Sort, J., 2006).
Conclusiones

La sociedad actual es moderna o compleja, lo que implica la existencia de un gran número


de posibilidades. El derecho actúa como un instrumento que asegura las expectativas,
delimitando esta amplitud de opciones.

Por tanto, el derecho contribuye a la reducción de la complejidad, al aseguramiento de las


expectativas y, en última instancia, a la estabilidad del sistema.

El funcionalismo abraza la finalidad de la pena de la prevención general positiva, esto es,


aquella que pretende integrar la norma y los valores del sistema en la conciencia moral
del ciudadano.

Esta orientación pretende destronar la tradicional teoría de protección de bienes jurídicos,


y se basa en el deber ser (en razonamientos lógicos), en lugar del ser (simple análisis y
descripción de las estructuras lógico-objetivas u ónticas).

Con todo, se acaba constituyendo como una postura que diverge de la teoría jurídica del
delito propuesta por el causalismo y por el finalismo. Para el funcionalismo, conclúyase,
el comportamiento reprochable es aquel que choca con los valores del sistema.

BIBLIOGRAFIA
Prado, Xavier (1889). El Método Positivista en el Derecho Penal. (Fragmento).
Ferrajoli, Luigi (2001, Enero). El Garantismo y la Filosofía del Derecho. Bogotá:
Editorial Universidad Externado de Colombia.
Quishber, M. (2008) La escuela Clásica, Perú

Sainz C. J. (1975). La Ciencia del Derecho Penal y su Evolución. Barcelona: Bosh, S.A

Niklas Luhmann (Busquet, J., Medina, A. y Sort, J., 2006).

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