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Según la lectura el final del proceso de una sentencia sobre el fondo pronuncia la
contradicción entre las partes, sentencia susceptible de alcanzar fuerza de cosa
juzgada formal y material, caben ciertos fenómenos, aludidos en parágrafos
precedentes, que dan origen a otros modos de terminación del proceso, ya porque no
hay sentencia (desistimiento, transacción y caducidad), ya que porque no hay, antes
de la sentencia, contradicción relevante entre las partes (renuncia, allanamiento), y
bien sea que la resolución final del proceso no contenga pronunciamiento relativo a su
objeto (caducidad, desistimiento) o que no produzca cosa juzgada material
(desistimiento). La anormalidad de estos especiales fenómenos y de sus
consecuentes desenlaces especiales del proceso no significa disconformidad con las
normas jurídicas relativas a la terminación del proceso.
2°) Un derecho subjetivo público a obtener una tutela jurisdiccional concreta, que
llamamos acción.
3°) La pretensión, que es un acto con una importante eficacia jurídica. La pretensión y
afirmación de la acción son inseparables. Sin embargo, son elementos diferentes que
deben distinguirse: la pretensión es un acto y la acción, un derecho.
En cualquier caso, aunque se adopte otra posición doctrinal que sostenga la existencia
de un verdadero derecho subjetivo privado, la consecuencia, en cuanto a la renuncia
procesal, es la misma: no cabe separar efectos propios de la renuncia a la acción y
otros propios de la renuncia al derecho.
De manera que, como mínimo, habría que distinguir dos tipos de renovación de la
pretensión. La simple que implica abandono del concreto proceso iniciado y la que
llamaríamos definitiva que implica renuncia a todo proceso para alcanza la satisfacción
de la pretensión que sería, sin ningún género de dudas, la que ahora nos interesa: una
renovación irrevocable, por así decirlo, de la pretensión. Lo que sucede, a nuestro
juicio, es que tal revocación de la pretensión necesariamente ha de implicar una
renuncia a la acción si se quiere que tenga la eficacia que hemos expuesto y que de
hecho tiene, puesto que sería ya excesivo conceptualismo predicar una distinción
entre la renuncia al derecho de acción y la renuncia absoluta al ejercicio de ese
derecho. En cambio, la revocación definitiva de la pretensión no tendría por qué
implicar renuncia al derecho subjetivo privado que tal vez fundamentase.
Allanamiento
El allanamiento, que se predica del demandado con total unanimidad, es, en cierto
modo, el reverso de la renuncia del actor. Mediante el allanamiento, el demandado
declara su voluntad de que, respecto de él mismo, al actor se le otorgue la tutela
solicitada. El allanamiento constituye una "declaración de voluntad del demandado por
la que éste muestra su conformidad con la pretensión del actor". El allanamiento
determina, por sí mismo, una sentencia condenatoria del allanado. Y hemos repetido
que el allanamiento afecta al allanado y sólo a él, porque en caso de litisconsorcio
pasivo, el allanamiento de un único demandado no puede perjudicar a los demás y,
por ende, únicamente surtirá efectos respecto del que manifieste su voluntad de
allanarse si la condena subjetivamente parcial para nada prejuzga desfavorablemente
la decisión sobre las pretensiones relativas a los restantes litisconsortes pasivos.
Como acto de disposición que es, el allanamiento precisa de poder especial y es
válido y eficaz si afecta a materia jurídica sustantiva de carácter disponible (no se trata
sólo de disponer del ejercicio del derecho procesal de defensa) y no contraría el
interés o el orden público ni resulta perjudicial para tercero ("tercero" en sentido no
estrictamente procesal). El allanamiento no se debe confundir con el reconocimiento o
admisión de hechos por parte del demandado respecto de lo alegado por el actor en la
demanda (y, eventualmente, en la réplica). El reconocimiento o la admisión de hechos
no determinan necesariamente una condena del demandado que reconoce o admite:
fijados los hechos admitidos como ciertos, aún es posible que su subsunción en las
normas jurídicas no conduzca a la sentencia condenatoria. El único efecto de la
admisión de hechos es fijarlos como ciertos y exentos de prueba.
Desistimiento
Transacción
Es un precepto del Código Civil. el art. 1.809, la norma jurídica que define este
fenómeno productos de una anormal terminación del proceso: la transacción es un
"contrato por el cual las partes, dando, prometiendo o reteniendo cada una alguna
cosa, evitan la provocación de un pleito o ponen termino al pleito ya comenzado". La
precedente definición legal presenta con claridad dos tipos de transacción: aquélla
anterior a un posible proceso y que precisamente tiende a evitarlo y la que se produce
estando ya pendiente un pleito y que le pone fin. Pero la doctrina ha acuñado una
distinción, aún más precisa, entre transacción judicial y transacción extrajudicial, según
que el llamado "contrato" se someta al órgano jurisdiccional y por su homologación
adquiera fuerza termine el proceso o que se trate de un pacto producido fuera del
proceso y con influjo simplemente indirecto sobre éste. Únicamente de la transacción
judicial nos ocuparemos aquí.
Es extrajudicial, no sólo la transacción que se produce antes del proceso para evitarlo,
sino también la que se produzca pendiente un proceso y para ponerle fin, pero que se
negocie y concluya fuera del proceso, influyendo luego en su terminación en forma de
desistimiento, allanamiento, renuncia o dejándolo caducar.
La transacción judicial supone, ante todo, un negocio jurídico material, que, no sólo,
como se ha dicho, se documenta en un acta mediante el correspondiente acto
procesal, sino que ha de ser homologada por el tribunal (comprobación de los
requisitos y presupuestos formales y materiales).
Caducidad