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para todos los demandados el plazo debe ser idéntico en su duración,

comenzando a correr desde la última notificación y, consecuencialmente,


terminando también para todos al mismo tiempo. Sin embargo, alguna
doctrina y los tribunales han aceptado que este término de emplazamiento
participa del carácter de ser un plazo individual en cuanto a su inicio, porque
se acepta que empiece a correr para cada uno de los notificados desde la
fecha de la respectiva notificación (pudiendo cada uno de ellos desde ese
momento contestar la demanda). Pero en cuanto a su terminación, el plazo
se prolonga hasta la expiración del último término parcial que corresponda a
los notificados, lo que es propio del plazo común.
No estamos de acuerdo con tal interpretación. Si se estimare que el
plazo aludido es derechamente un plazo común, como parece serlo, deberá
empezar a correr para todos los demandados desde que se practique la
notificación correspondiente al último de los demandados, como lo manda el
artículo 65 inciso final del CPC. Esta debe ser la correcta interpretación de la
norma legal, ya que los plazos son individuales o comunes, pero no pueden
participar de ambas características a la vez.
5.) Situación en que hay pluralidad de demandantes. Si son varios
los demandantes, el plazo para contestar la demanda se determina conforme
a lo dispuesto en los artículos 258 y 259 del CPC (o sea, 15, 18 o 18 días
mas el aumento de la tabla de emplazamiento), pero adicionalmente tiene un
aumento en un día por cada tres demandantes sobre diez que existan en
el proceso, sin que este plazo adicional pueda exceder de 30 días. Así lo
dispone el articulo 260 inciso 2 del CPC.

Características del término de emplazamiento.


Cualquiera que sea la duración del término de emplazamiento, se
trata de un plazo que presenta las siguientes características:
- Es de duración variable.
- Es legal, puesto que lo señala el legislador.
- Es fatal, ya que se establece en el CPC para que actue el
demandado.
- Es improrrogable, por ser legal.
- Es de días hábiles, suspendiéndose los feriados.
- Es común si hay pluralidad de demandados o, al menos, termina
para todos a la vez.

11.- Actitudes posibles del demandado después que ha sido notificado de la


demanda.

Son varias las actitudes procesales que puede adoptar un


demandado dentro del término de emplazamiento, después que ha sido
legalmente notificado de la demanda. Dicha notificación al demandado
genera para éste una carga procesal y no una obligación, ya que es libre de
adoptar la conducta que estime pertinente en su propio interés, pero en
función de ello puede perder oportunidades procesales para hacer valer su
derecho de defensa, quedando en evidente desventaja.
Veamos las distintas posibilidades que pueden darse:
1. Comparecer al juicio.
En este caso el demandado decide personarse al proceso y puede
defenderse o allanarse:
a) Si se allana significa que acepta la demanda contraria y
obviamente no se defiende. Esta actitud del demandado es vinculante para el
tribunal, debiendo en este caso dictarse una sentencia definitiva estimatoria
de las pretensiones del actor, ya que al aceptarse la demanda se aceptan
igualmente las pretensiones que contiene, siendo procedente que la
demanda sea acogida en todas sus partes.
b) Si se defiende puede hacerlo de varios modos, con o sin contestar
la demanda:
- oponiendo excepciones dilatorias, sin contestar la demanda.
- oponiendo ciertas excepciones perentorias como dilatorias
(denominasas mixtas por algunos), sin contestar la demanda.
- contestando la demanda pura y simplemente
- contestando la demanda y formulando reconvención.
2. No comparecer al juicio.
En este caso el demandado permanece en una actitud de absoluta
pasividad, de inactividad total, sin realizar ninguna gestión en el juicio debido
a su incomparecencia al inicio, por lo cual se encuentra en situación de
“rebeldía” como litigante debido a su ausencia en el proceso. Se trata de una
ausencia total e inicial del demandado. Esta es la verdadera rebeldía según
la doctrina especializada. En tal caso, el juez deberá darle curso al
procedimiento disponiendo todos los trámites siguientes que procedan,
pudiendo sin embargo este demandado comparecer en cualquier estado del
juicio.
La rebeldía del demandado no impide la continuación del proceso
hasta su final, ya que el trámite inicial y esencial de su emplazamiento se ha
cumplido (pues ha sido notificado y ha transcurrido el plazo legal para que se
defienda) y, en consecuencia queda afectado por relación procesal producida
que le impone la carga de comparecer y que obliga al tribunal a continuar
adelante con el procedimiento.
No es lo mismo la rebeldía inicial y total del demandado a su
inactividad parcial en relación a algún acto determinado del procedimiento
después de haberse personado, ya que si el demandado ha comparecido en
el proceso, el hecho de no realizar o evacuar posteriormente un acto
procesal concreto en el plazo legal, incluida la propia contestación de la
demanda, supone simplemente la pérdida de su derecho o de la oportunidad
de ejercerlo por la preclusión, sin que ello sea igual a la rebeldía inicial
referida.
La doctrina tradicional estima que en esta situación, habiendo
precluido el derecho del demandado a contestar la demanda por el
vencimiento del plazo para ejercer tal derecho, sin que se haya realizado la
actuación, se produce la “contestación ficta de la demanda”, denominación
que nos parece inadecuada e impropia ya que en un caso semejante
simplemente no existe contestación de ninguna especie, ni real ni ficta.
En efecto, el tribunal en estos casos no debe dar por cumplido el
trámite de que se trata, en la especie la contestación de la demanda, ya que
la ley no lo exige en atención a que el plazo para ello es fatal y la preclusión
opera de pleno derecho (articulo 64 inciso 1 del CPC) por el solo hecho del
vencimiento del plazo legal, sin necesidad de resolución judicial alguna. En
estas particulares condiciones parece claro que no puede existir contestación
ficta de la demanda ya que el trámite sencillamente no se cumplió y de este
silencio del demandado no pueden sacarse conclusiones procesales en
ningún sentido, pues la ley no le atribuye ningún significado o calificación a
tal silencio. Es decir, no se establece ficción legal alguna, de manera que el
silencio del demandado no significa ni allanamiento a las pretensiones del
actor, tampoco admisión, negación o contradicción de los hechos esgrimidos,
no significa nada.
Lo único que sucede por esta inactividad es que el demandado -por
el efecto propio de la preclusión- perdió la posibilidad de contestar la
demanda o de defenderse por otros medios ya que el plazo que la ley le
otorgaba se extinguió, debiendo seguir adelante la tramitación del juicio sin
haberse contestado la demanda.

Veremos a continuación la situación del demandado que decide


comparecer al juicio, estudiando las diversas actitudes que puede asumir:

A.- Allanamiento.
El allanamiento es el acto procesal del demandado mediante el cual
acepta expresamente la demanda interpuesta en su contra, admitiendo su
conformidad con la pretensión interpuesta por el actor, reconociendo que
debe ser acogida. Se refiere a este instituto el artículo 313 inciso 1 del CPC
cuando establece que el demandado puede “aceptar llanamente las
peticiones del demandante”.
Se trata de un acto unilateral a través del cual el demandado decide
no oponerse a las pretensiones del actor y manifiesta expresamente su
voluntad en el sentido de conformarse con ellas sin reservas ni condiciones
de ninguna especie, por estimarlas legítimas. Esto significa que acepta tanto
los hechos como el derecho invocado por el actor.
En virtud del principio dispositivo que informa el proceso civil, el
allanamiento produce el efecto de vincular al tribunal a dictar una sentencia
estimatoria de la pretensión, pero teniendo presente que el objeto del
allanamiento puede ser total o parcial, por lo cual dicha sentencia estimatoria
lo será de acuerdo con la extensión del allanamiento prestado. Será total si el
allanamiento se refiere a todas las pretensiones contenidas en la demanda y
será parcial si refiere a alguna de las varias pretensiones o a una parte de la
cantidad que ha sido pedida en la demanda.
Aun cuando la ley no lo dice expresamente, el allanamiento debe
referirse a derechos disponibles para las partes, de orden privado, que sean
renunciables, por lo que no puede aceptarse por el juez si los derechos
discutidos en el juicio fueren irrenunciables ya que en tal evento está
comprometido el interés público, o si pudieren resultar afectados derechos de
terceros, y en estos casos debe operar la jurisdicción pura y simplemente.
La norma legal antes citada, sin embargo, distingue dos situaciones
distintas que no deben confundirse:
a) Se refiere primeramente a la aceptación llana de las peticiones del
demandante o “allanamiento a la demanda”, aspecto que dice relación con la
pretensión procesal; y
b) Seguidamente, se refiere a la admisión de hechos, esto es, a la
falta de contradicción del demandado respecto de los hechos del juicio
afirmados en la demanda, en materia sustancial y pertinente. Esta situación
no importa allanamiento, ya que aceptar o admitir los hechos produce como
consecuencia el hacer en principio innecesaria la prueba de esos hechos, ya
que se produce con ello una verdadera confesión, pero ello no conduce
obligatoriamente a una sentencia estimatoria. En efecto, tal actitud del
demandado no significa aceptar las peticiones del actor, pues el demandado
puede atribuirle un significado jurídico distinto al derecho aplicable a los
mismos hechos admitidos, cuestión que corresponde al juez calificarla y
decidirla en la sentencia definitiva que, por lo mismo, podrá ser estimatoria o
desestimatoria de la demanda.
Debe considerarse que para los efectos de allanarse a la demanda,
atendido el significado que ello implica para la parte, es necesario que el
mandatario judicial del demandado cuente con la atribución extraordinaria de
“aceptar la demanda contraria”, contemplada en el inciso 2 del articulo 7 del
CPC, la que requiere de mención expresa en el mandato.
Presentado el escrito de allanamiento en el proceso, según se
desprende del articulo 313 del CPC, debe concluirse la tramitación del
período de discusión del juicio, esto es, el tribunal debe conferir  traslado al
actor para que replique y cumplido este trámite o vencido el plazo para
evacuarlo se debe conferir traslado para la dúplica. Seguidamente, el tribunal
debe citar  a las partes para oir sentencia definitiva.

B.- El demandado se defiende.


Cuando el demandado comparece para defenderse adopta una
actitud completamente diferente a la anterior ya que deja su estado de
pasividad y decide resistirse o hacer frente a la demanda del actor, para lo
cual tiene diversas posibilidades de actuación, ya que puede oponer
excepciones antes de contestar la demanda o bien puede contestar
derechamente la demanda mediante la presentación del escrito de rigor.
En relación a las excepciones que puede hacer valer el demandado
debemos recordar que el CPC reconoce la existencia de las excepciones
dilatorias (artículo 303) y de las perentorias (artículos 309 Nº 3 y 310),
pudiendo dos de estas últimas oponerse y tramitarse como dilatorias
(algunos las llaman mixtas, artículo 304). También es posible que el
demandado sin oponer excepciones haga valer defensas generales.
Las excepciones que haga valer el demandado pueden tener
distintas finalidades, lo que permite clasificarlas doctrinariamente en:
a) excepciones que paralizan la acción y el procedimiento pero sin
extinguir el derecho invocado por el actor, que se regulan en las leyes
procesales, bajo la denominación de excepciones dilatorias;
b) excepciones de fondo que extinguen la acción contempladas en
las leyes sustantivas y que de ser estimadas conducen a desestimar la
demanda, las que se denominan excepciones perentorias. Algunas de ellas,
sin embargo, pueden ser opuestas y tramitadas en el carácter de dilatorias,
en cuyo caso algunos autores las denominan excepciones mixtas; y
c) aquellas que están fundadas en un hecho extintivo, impeditivo o
modificativo que el demandado hace valer en su escrito de contestación de la
demanda, conocidas como defensas generales y que constituyen simples
alegaciones.
En doctrina se distingue entre excepciones y defensas. Se dice que
la defensa desconoce la existencia del derecho objeto de la acción deducida,
se niega el derecho reclamado por el actor. Ejemplo: el demandado que
niega la existencia de la deuda cuyo pago se le cobra.
En tanto que la excepción supone que el derecho ha existido y sólo
tiende a establecer que por un hecho independiente a su constitución, éste
se ha extinguido o puede referirse también a la corrección del procedimiento.
Ejemplos: reconocer que el crédito del acreedor existió y sostener que la
obligación se extinguió por el pago o la reclamación respecto la falta de
capacidad del actor para accionar o de personería de su representante.
Puede afirmarse que el concepto de defensa es más amplio que el
de excepción, en el entendido que toda excepción es evidentemente una
defensa y que entre ambas nociones existe una relación de género a
especie.
Las excepciones dilatorias.
Son aquellas defensas procesales que opone el demandado a la
demanda con la finalidad de que se corrijan vicios de procedimiento sin
afectar al fondo de la acción deducida.
Mediante el ejercicio de las excepciones dilatorias, el demandado no
se refiere al derecho material o de fondo alegado por el actor, no ataca o no
se opone a la pretensión contenida en la demanda, sino que alude a la
existencia de defectos formales o de procedimiento, que es necesario
corregir previamente antes de continuar adelante la tramitación del juicio con
el objeto que la relación procesal se forme válidamente.
Estas alegaciones son de orden procesal pues no enervan la acción
ya que no afectan al derecho material o sustantivo del actor. Están
enumeradas en el artículo 303 del CPC y tienen diferentes objetivos, como
por ejemplo evitar que se pronuncien sentencias contradictorias (excepción
de litis pendencia); evitar que se tramite un juicio nulo por falta de capacidad
procesal (excepción de falta de personería); exigir el respeto de las
disposiciones sobre competencia del tribunal (excepción de incompetencia);
exigir el cumplimiento de las formalidades legales de la demanda (excepción
de la ineptitud del libelo).
Estas excepciones dilatorias, según sus efectos en el proceso,
pueden clasificarse en excepciones de efectos permanentes y excepciones
de efectos transitorios. Las de efectos permanentes, si son acogidas, no
permiten continuar el juicio adelante por estar referidas a vicios de
procedimiento que resultan insubsanables y las de efectos transitorios son
aquellas que de acogerse permiten continuar el juicio adelante una vez que
se subsanen los defectos de procedimiento correspondientes.

Estudio particular de las excepciones dilatorias.


Están reguladas en el artículo 303 del CPC, disposición legal que
pareciera ser taxativa atendida su redacción inicial, que dice “sólo son
admisibles como excepciones dilatorias”, pero considerando lo expresado en
su numeral 6 debemos llegar a una conclusión distinta, ya que expresa “en
general las que se refieran a ....”. De este modo, pueden haber otras
excepciones no enunciadas en esta norma que se refieran a la corrección del
procedimiento.
Analicemos las excepciones que contempla la citada norma legal, en
el mismo orden.

1. La incompetencia del tribunal ante quien se haya presentado la demanda.


Esta excepción comprende tanto la incompetencia absoluta como la
relativa, ya que la ley no distingue. El tribunal será incompetente cuando
carezca de atribuciones para conocer del asunto objeto del juicio, en
atención a los factores de la materia, fuero, cuantía y territorio,
correspondiéndole su conocimiento a un órgano jurisdiccional distinto. No es
incompetente un tribunal si el demandante no dio cumplimiento a las reglas
sobre distribución de causas, atendida la naturaleza de estas normas.
Debe precisarse, en todo caso, que la incompetencia absoluta puede
ser alegada en cualquier estado del juicio dado que las normas legales
correspondientes son irrenunciables por ser de orden público, sin perjuicio de
la facultad del tribunal para declararla de oficio ya que debe tomar las
medidas que tiendan a evitar la nulidad de los actos de procedimiento
(artículos 84 inciso final del CPC y 10 inciso 2 del COT). La incompetencia
relativa, en cambio, debe ser siempre alegada por el demandado una vez
personado y antes de realizar cualquier otra gestión en el juicio, ya que de lo
contrario prorrogaría tácitamente la competencia.
Esta excepción dilatoria de incompetencia del tribunal es la forma de
promover una cuestión de competencia por vía declinatoria, al tenor de lo
señalado en el artículo 111 del CPC, ya que la reclamación se efectúa ante
el mismo tribunal que está conociendo del asunto para que se abstenga de
dicho conocimiento, debiendo indicarse cual es el tribunal que se estima
competente.
La referida excepción es distinta de la falta de jurisdicción del
tribunal, ya que esta última dice relación con el fondo de la acción deducida,
con la naturaleza del derecho que se ejercita y tiene como finalidad el
rechazo absoluto de la demanda por falta de acción en el actor para
presentarla ante los tribunales. Luego, se trata de una excepción perentoria y
como tal debe formularse en el escrito de contestación de la demanda. Esta
falta de jurisdicción no tiene por objeto corregir ningún vicio de
procedimiento, sino que va al fondo del asunto y de ser aceptada significa
que el asunto no podrá ser conocido por tribunales chilenos.
Asimismo queda comprendida en esta excepción de incompetencia
del tribunal la llamada “excepción de compromiso”, en los casos en que se
invoca el arbitraje pactado por las partes para someter la resolución de un
asunto litigioso de carácter civil al conocimiento de un árbitro con exclusión
de los tribunales ordinarios a quienes les hubiera correspondido conocer del
asunto si no hubiera existido ese compromiso.

2. La falta de capacidad del demandante, o de personería o representación


legal del que comparece en su nombre.
Esta excepción se refiere a dos casos: a la aptitud del demandante y
a la situación de su representante.
La falta de capacidad del demandante o, lo que es lo mismo, su
incapacidad, se refiere a la inhabilidad para que actuar en juicio por si
mismo, debiendo comparecer representado, lo que es incumplido. Dice
relación con la capacidad de ejercicio que regula la ley sustantiva, en el caso
que obre personalmente como demandante un incapaz, lo que es
improcedente.
La falta de personería se refiere a la falta de representación
convencional, en el caso en que actúa a nombre del demandante una
persona que no cuenta con mandato o si teniéndolo carece de las facultades
suficientes para representarlo ante los tribunales.
La falta de representación legal se refiere al caso en que una
persona actúa en el carácter de representante legal de otro sin serlo
realmente, de conformidad a las normas sustantivas que regulan esta
materia.

3. La litis pendencia.
Esta excepción pretende impedir la tramitación del juicio en el que se
hace valer esta alegación ( segundo juicio) fundado en el hecho de existir un
juicio anterior (primer juicio) que se encuentra pendiente y que se tramita
ante otro o ante el mismo tribunal, existiendo entre ambos identidad legal de
personas, de la cosa pedida y de la causa de pedir, a que alude el artículo
177 del CPC.
Existe un juicio pendiente o en actual tramitación desde que estando
radicado ese pleito ante un tribunal competente, se ha notificado legalmente
al demandado y no existe aún sentencia firme que le ponga término.
La litis pendencia es, por lo mismo, previa a la cosa juzgada, por
cuanto aún no existe sentencia ejecutoriada en el primer juicio desde que se
encuentra pendiente, por lo cual no es posible invocar la cosa juzgada, pero
es similar a ella en cuanto a sus requisitos de procedencia y propósito de
evitar que se dicten fallos contradictorios sobre una misma cuestión.
La litis pendencia no está definida por la ley, pero puede decirse que
es el estado y condición jurídica de una causa frente al hecho de su actual
tramitación a la espectativa de la decisión judicial.
La litis pendencia previene la cosa juzgada, desde que exige la
misma triple identidad legal y se anticipa a ella en el propósito de evitar la
dualidad de fallos sobre un mismo negocio judicia.l

4. La ineptitud del libelo por razón de falta de algún requisito legal en el modo
de proponer la demanda.
La expresión “libelo” que utiliza la norma es sinónimo de demanda,
debiendo relacionarse esta excepción principalmente con el artículo 254 del
CPC, que es la norma que establece sus requisitos formales específicos, sin
perjuicio que puede también adolecer de otros requisitos legales no
contemplados en dicha disposición legal (hay aquí una diferencia clara con lo
que a este mismo efecto dispone el artículo 464 N° 4 del CPC respecto de la
demanda ejecutiva).
La omisión o cumplimiento imperfecto de cualquiera de los requisitos
señalados en el artículo 254 del CPC permite al demandado oponer esta
excepción. Inclusive, es procedente oponerla si a la demanda le faltan alguna
de las tres primeras exigencias que establece dicha norma legal y el juez no
hace de su facultad oficiosa para no darle curso y la admite a tramitación.
La ley, entonces, no precisa que la falta de requisitos de la demanda
deban ser necesariamente los contemplados en el artículo 254 citado, ya que
puede tratarse de otras exigencias que se establezcan en otros preceptos
legales si su infracción no está especialmente sancionada.
Se trata de una excepción de efectos transitorios, ya que las
omisiones o defectos de la demanda admiten su corrección, según el artículo
308 del CPC
La jurisprudencia y la doctrina han entendido que para su
procedencia el demandado debe fundarla en deficiencias tales que hagan
ininteligible, vaga, imprecisa o contradictoria la demanda ya que en estas
condiciones la defensa del demandado se imposibilita o dificulta
enormemente.

5. El beneficio de excusión.
Este beneficio de excusión es un derecho que la ley concede al
fiador que ha sido demandado para exigir que antes de proceder en su
contra se persiga la deuda en los bienes del deudor principal y en las
hipotecas y prendas constituidas por éste para garantizar la deuda, de
acuerdo a lo señalado en los artículos 2355 y 2357 del C.C.
Es un beneficio que sólo puede hacerlo valer el fiador demandado
siempre que de acuerdo a las leyes de fondo no lo haya renunciado o
además se haya obligado como codeudor solidario.
Esta excepción produce el efecto de suspender el procedimiento
dirigido en contra del fiador mientras no se agote la persecución del deudor
principal en sus bienes, hipotecas y prendas.

6. Otras excepciones dilatorias. En general, como lo señala el numeral sexto


del artículo 303 en estudio, se trata de aquellas que se refieran a la
corrección del procedimiento sin afectar al fondo de la acción deducida.
Conforme a este numeral sexto, de amplísima aplicación, pueden
oponerse por el demandado muchas excepciones dilatorias distintas a las
anteriormente referidas, considerándose, por lo mismo, no taxativa la
enumeración de esta disposición legal. Puede en este caso suscitarse una
cuestión previa referida a si la alegación que haga el demandado fundado en
este numeral sexto constituye o no una excepción dilatoria, al no estar
tipificadas estas últimas excepciones como ocurría con las anteriores, siendo
una cuestión que corresponde calificar al tribunal que conoce del proceso,
Se comprenden en este caso aquellas situaciones referidas a la
utilización de un procedimiento inapropiado acorde a la naturaleza de la
acción y pretensiones de la demanda, que sea distinto del que la ley señala;
el caso de la falta de capacidad del demandado o de representación de la
persona o mandatario que según la demanda debe actuar por él; los defectos
en la notificación de la demanda; etc.

Oportunidad para oponer las excepciones dilatorias.


De acuerdo al artículo 305 inciso 1 del CPC, las excepciones
dilatorias deben oponerse todas en un mismo escrito, o sea
simultáneamente, y dentro del término de emplazamiento que establece ley,
pero sin contestarse la demanda. Es obvio que se hagan valer antes de
dicha contestación, ya que tienen por finalidad precisa corregir previamente
vicios de procedimiento.
El inciso 2 de esta misma norma legal establece que “si así no se
hace, se podrán oponer en el progreso del juicio sólo por vía de alegación o
defensa y se estará a lo dispuesto en los artículos 85 y 86”. Esta frase
significa que el demandado después de vencido el término de
emplazamiento para contestar la demanda puede efectuar alegaciones
fundadas en los hechos que configuran las excepciones dilatorias siempre
que ellos hayan llegado a su conocimiento con posterioridad a dicho plazo,
debiendo formular la incidencia correspondiente. Serán inaceptables estas
alegaciones si el demandado hubiere practicado gestiones en el juicio que
importen conocimiento de los hechos en que se fundaren, salvo el caso de la
incompetencia absoluta.
El inciso 3 de la disposición legal referida señala que pueden
oponerse en segunda instancia las excepciones de incompetencia del
tribunal y la de litis pendencia, las que deben alegarse como incidentes. Esto
se debe a la importancia y trascendencia de ellas. Habrá que entender que
en el caso en comento, las aludidas excepciones no fueron opuestas ni
ventiladas en primera instancia, ya que de otro modo se aceptaría su
renovación, lo que es contrario a la ley.

Tramitación de las excepciones dilatorias.


En lo que respecta a su tramitación, según el artículo 307 del CPC,
ella está sujeta al procedimiento incidental. Este procedimiento es el común
que se regula en los artículos 82 y siguientes para los denominados
incidentes ordinarios.

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