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TEMA 12

OTROS MODOS DE TERMINACIÓN DEL PROCESO*

SUMARIO: 1. ASPECTOS GENERALES. —2. RENUNCIA DEL ACTOR. —3.


ALLANAMIENTO DEL DEMANDADO. —4. DESISTIMIENTO. —5. TRANSACCIÓN.
—6. CADUCIDAD EN LA INSTANCIA. —7. SOBRESEIMIENTO DEL PROCESO. —
8. TERMINACIÓN DEL PROCESO POR SATISFACCIÓN EXTRAPROCESAL DE
LAS PRETENSIONES O CARENCIA SOBREVENIDA DE INTERÉS LEGÍTIMO.

1. ASPECTOS GENERALES

Cuando dos partes en posiciones contrapuestas se dirigen en solicitud de una


determinada tutela ante un órgano jurisdiccional, la finalización del proceso se suele
producir por medio de una resolución judicial —sentencia— que decida el fondo del
asunto y condene o absuelva al demandado total o parcialmente.
Sin embargo, pueden concurrir ciertas circunstancias que determinen la
finalización del proceso pero no a través de una resolución judicial que decida el fondo
del asunto. Dependiendo de la naturaleza de tales circunstancias, la decisión que
ponga fin al proceso adoptará la forma de auto ─cuando no hay acuerdo entre las
partes en la subsistencia del litigio─, transacción, de sentencia (renuncia o
allanamiento), de sobreseimiento-archivo (por sumisión de la cuestión litigiosa a
arbitraje, por falta de competencia judicial internacional, por estimación de la
litispendencia o cosa juzgada alegada, entre otros); o, incluso, a través de decreto,
resolución dictada por el Secretario Judicial en los supuestos como la satisfacción
extraprocesal de las pretensiones y carencia sobrevenida de objeto. En unos casos
estas resoluciones tienen fuerza de cosa juzgada sobre el objeto sometido al proceso
(renuncia, allanamiento, transacción judicial), mientras que en otras, no concurre este
efecto de cosa juzgada lo que permite una solicitud posterior del mismo objeto
procesal que había quedado imprejuzgado (desistimiento, caducidad en la instancia o
sobreseimiento).
Como complemento a lo anterior, hemos de hacer referencia a las
modificaciones que introduce en este ámbito el Real Decreto-ley 5/2012, de 5 de
marzo de mediación en asuntos civiles y mercantiles. En efecto, se habilita a través de
este Real Decreto-ley otra vía alternativa a la Jurisdicción o el arbitraje para dirimir
controversias civiles y mercantiles entre partes. Lógicamente su entrada en vigor ha
provocado la modificación de ciertos preceptos de la Ley de Enjuiciamiento Civil, entre
otras cuestiones, por el valor que como título ejecutivo puede tener el acuerdo
alcanzado en la mediación.
En todo caso, todas ellas pueden ser calificadas como formas de terminación
anormal del proceso en la medida en que constituyen la excepcionalidad frente a la
habitualidad de que los procesos sean resueltos a través de sentencia que decide el
fondo del asunto. No obstante, todas ellas están reguladas en la LEC dentro del
Capítulo IV del Título I dedicado al poder de disposición de las partes sobre el proceso
y sobre sus pretensiones (arts. 19 y ss. LEC).
Efectivamente, el art. 19 LEC permite a las partes disponer del objeto del juicio
y podrán renunciar, desistir del juicio, allanarse, someterse a mediación o arbitraje y
transigir sobre lo que sea objeto del proceso. Se establecen como únicas limitaciones,
que este tipo de disposiciones no sean contrarias a la ley o deban prohibirse por
razones de interés general o en beneficio de tercero.
Asimismo, las partes pueden de mutuo acuerdo solicitar la suspensión del
proceso con la misma limitación anterior ─no perjudicar el interés general o de
tercero─ y por un plazo que no supere en ningún caso los sesenta días ─aunque en
pocas ocasiones nuestros tribunales lo conceden apurando este plazo─. Será el
Secretario Judicial el que, mediante decreto, acuerde esta suspensión (art. 19.4 LEC).

2. RENUNCIA DEL ACTOR

El artículo 6.2 CC establece el principio de la libre renunciabilidad de los


derechos. Esta posible renuncia a los derechos de los sujetos sólo tiene como
limitación el que se trate de un derecho de libre disposición para las partes y que dicha
renuncia sea legalmente admisible en el sentido de que no sea contraria a la Ley por
perjudicar el interés de terceros o ser contraria al orden público.
La falta de disposición sobre materias como las referidas al estado civil de las
personas, cuestiones matrimoniales, alimentos futuros, capacidad, filiación y otros,
hace que no quepa la renuncia como acto dispositivo del actor que pone fin al proceso
en este tipo de materias.
A diferencia de otras formas de terminación anormal del proceso, la renuncia
implica que se dicte una sentencia que absuelve al demandado en cuanto al fondo,
adquiriendo fuerza de cosa juzgada material que impedirá un ulterior proceso sobre el
mismo objeto entre las mismas partes.
La renuncia ha de formularse por un acto expreso e inequívoco del actor, para
lo que necesita de poder especial conforme al artículo 25.2.1 LEC. Esta declaración
tiene carácter unilateral pues no requiere de la participación del demandado como
otras figuras de terminación anormal —el desistimiento— y que puede producirse en
cualquier momento del proceso, esto es, de la primera instancia, de los recursos o de
la ejecución (art. 19.3 LEC).
— ¿A qué puede renunciar el actor? El artículo 20 LEC reconoce que se puede
renunciar tanto a la acción ejercitada como al derecho en que funde su pretensión. En
este punto no podemos sino seguir a DE LA OLIVA cuando —atribuyendo a ambas los
mismos efectos—, señala que cuando se renuncia al derecho en que el actor funda su
pretensión, se extingue el derecho y, como consecuencia, priva de fundamento a la
acción; en cambio, cuando se renuncia a la acción, los efectos del acto dispositivo,
sólo a ella afectan, sin que tenga que repercutir necesariamente en el derecho que le
sirve de fundamento.

La renuncia puede ser total o parcial, lo que nos obliga a distinguir brevemente
la naturaleza de la pretensión o pretensiones deducidas por el actor en la demanda:

a) Si se trata de una única acción siempre cabrá renuncia total y sólo será
posible la renuncia parcial cuando la misma pueda medirse en términos cuantitativos y
pueda renunciarse a parte de lo solicitado (v. gr., inicialmente pedía 100 y ahora
renuncia a obtener 50).
b) Si estamos ante una acumulación objetiva de acciones que son
independientes entre sí y, por tanto, escindibles, se podrá renunciar totalmente a todas
ellas o parcialmente a cualquiera de las acumuladas.
c) Más problemas presenta la acumulación de acciones en las que exista
vinculación entre las mismas por razón del título o de la causa de pedir.

3. ALLANAMIENTO DEL DEMANDADO

Puede definirse el allanamiento como un acto de voluntad del demandado por


el que muestra su conformidad con la pretensión del actor (G ÓMEZ ORBANEJA). El
principio dispositivo que inspira el proceso civil permite a las partes disponer sobre lo
que sea su objeto. En el supuesto del allanamiento, al contrario de cómo ocurre con la
renuncia, el demandado acepta —utilizando de base el mismo proceso iniciado por el
actor— la tutela jurídica pretendida por el demandante en el proceso, esto es, su
voluntad de que la sentencia que el tribunal dicte le sea favorable al actor.
Se establecen como únicas limitaciones a este tipo de ejercicio por el
demandado que el allanamiento no se produzca en fraude de ley o que suponga una
renuncia contraria al interés general o realizada en perjuicio de terceros. Fuera de
estos casos, la declaración de voluntad del demandado en que consiste el
allanamiento vincula al órgano judicial del proceso donde se produce, de tal manera
que éste deberá dictar una sentencia condenatoria con efectos de cosa juzgada. En
caso contrario, si el tribunal no acoge el allanamiento, concurrirá un supuesto de
incongruencia en relación con las normas reguladoras de la sentencia.
Por las importantes repercusiones que esta decisión comporta sobre el
proceso, se requiere que este acto dispositivo del demandado se realice por medio de
poder especial artículo 25.2.1 LEC.
El allanamiento no produce eficacia cuando en la parte demandada se da un
supuesto de litisconsorcio pasivo necesario, ya que al afectar por igual la resolución
que se dicte a todos los demandados, se requerirá el concurso de todos ellos para
tomar la decisión de allanarse. Así, el allanamiento de uno de los litisconsortes no sólo
no perjudicará a los demás sino que tampoco lo hará al que se allanó.
En el litisconsorcio voluntario tampoco se permitirá el allanamiento de uno sólo
de los litisconsortes cuando pudiera darse el riesgo de resoluciones contradictorias.
El allanamiento puede ser total o parcial. El apartado 2 del artículo 21 LEC
reconoce la opción del allanamiento parcial siempre que, por la naturaleza de las
pretensiones, sea posible un pronunciamiento separado que no prejuzgue las
restantes cuestiones no allanadas.
Cuando la pretensión es única, además del allanamiento total, cabrá
allanamiento parcial, aunque la ley no diga nada, cuando la tutela solicitada por el
actor pueda ser medida en términos cuantitativos y pueda caber disposición del
demandado sobre parte de lo reclamado por el actor (v. gr., se pide 100 por el actor y
se allana el demandado a 50); en cambio, cuando en el proceso exista una
acumulación objetiva de acciones, cabrá allanamiento sólo respecto de aquellas
acciones que no tengan conexión entre sí, que sean por tanto independientes y
permitan un pronunciamiento separado por el tribunal.
El allanamiento no implica el reconocimiento y la admisión de hechos por parte
del demandado respecto de los hechos constitutivos en los que el actor funda su
demanda. El demandado tan sólo admite la tutela jurídica solicitada por el actor sin
discutir ni los aspectos fácticos ni jurídicos del proceso.
La condena en costas en esta forma de terminación anormal del proceso se
hace depender del momento procesal en el que se produzca este acto de voluntad del
demandado y de la buena o mala fe que se deduzca de su actuación (art. 395.1 LEC).
Si el allanamiento tiene lugar antes de la contestación a la demanda, no habrá
condena en costas salvo que el tribunal aprecie mala fe, haciendo depender esta
circunstancia, a su vez, de la existencia o no de un requerimiento de pago previo al
inicio del proceso dirigido al demandado y que pueda ser acreditado, o que se acredite
haber iniciado procedimiento de mediación o dirigido contra él solicitud de conciliación
[vid. SAP Alicante (Secc. 7ª) de 22 de octubre de 2002, junto con otras situaciones
que, aunque no previstas expresamente en el precepto permiten la misma
interpretación: requerimientos sobre obligaciones de hacer o no hacer, requerimientos
de pago en documentos no fehacientes] (art. 395.1
LEC).
Si el allanamiento en cambio tiene lugar después de la contestación a la
demanda habrá condena en costas al demandado (art. 395.2 LEC), no aplicándose
este criterio cuando el tribunal aprecie que el caso presenta serias dudas de hecho o
de derecho (art. 394.1 LEC).

4. DESISTIMIENTO
El actor puede separarse en cualquier momento del proceso por él entablado.
El desistimiento se produce cuando el actor manifiesta su voluntad de no querer
continuar con el proceso, de no mantener el ejercicio de la acción que estaba
deduciendo en juicio. Esta decisión del actor es viable tanto durante el transcurso de la
primera instancia como en el desarrollo de los recursos ordinarios y extraordinarios
que tengan lugar, y para ello, el actor no ha de dar causa o razón alguna de tal
decisión.
Efectivamente, cuando el actor manifiesta su intención de separarse del
proceso estando pendiente en primera instancia, la consecuencia será la finalización
del mismo mediante decreto acordado por el Secretario Judicial que deja imprejuzgada
la acción, por tanto, una resolución que carece de efecto de cosa juzgada y que
permitirá al actor volver a incoar un ulterior proceso sobre el mismo objeto.

El efecto, en cambio, varía cuando el desistimiento tiene lugar durante el


desarrollo de la segunda instancia o de los recursos extraordinarios que hubieran
podido interponerse, pues lo que el recurrente —que puede ser el primigenio actor o
no— manifiesta es su intención de no proseguir el proceso pero en el sentido de no
impugnar la resolución objeto de recurso. Por consiguiente, la sentencia de primera o
segunda instancia por virtud de esa declaración adquirirá firmeza pasando, en
consecuencia, en autoridad de cosa juzgada material.
Todo demandante tiene la potestad de someter a un proceso a cualquier
demandado por el simple hecho de dirigir la demanda contra él, no obstante, cuando
de desistimiento se habla, el actor puede llegar a necesitar el consentimiento del
demandado para que al proceso se le ponga fin.

a) Cuando el actor manifiesta su voluntad de desistir antes del emplazamiento


del demandado para contestar en el juicio ordinario o, de su citación para la vista del
juicio verbal, se habla de desistimiento unilateral (art. 20.2 LEC) pues no se precisa del
concurso del demandado, esto es, depende en exclusiva de la decisión del actor.
b) Cuando el actor desiste en algún momento posterior a los apuntados en el
apartado a) o durante el transcurso de alguno de los recursos, se requiere de la
participación del demandado que podrá mostrar su conformidad u oponerse
(desistimiento bilateral). Y es que, la defensa del demandado hasta el momento en
que concurra el desistimiento del actor, ha podido generar importantes gastos y
esfuerzos que generen un interés en la parte pasiva de que haya un pronunciamiento
sobre ese objeto procesal con efectos de cosa juzgada. Al mismo tiempo, se evitan
solicitudes futuras entabladas por el actor con el mismo objeto que ahora queda
imprejuzgado como consecuencia del desistimiento, adquiriendo toda su relevancia el
desistimiento bilateral cuando éste no es en un momento inicial del pleito.
En los casos de desistimiento bilateral, del escrito del actor desistiendo del
proceso se da traslado al demandado por plazo de diez días para que preste su
conformidad al desistimiento o se oponga. En el primer caso, y como novedad, será el
Secretario Judicial el que mediante decreto acordará el sobreseimiento del proceso; en
el segundo, resolverá el juez lo que estime oportuno (art 20.3 LEC).
Como acto de disposición que constituye del objeto del proceso que provoca
además su finalización, se requiere de poder especial del artículo 25.2.1 LEC.
En los supuestos de litisconsorcio pasivo necesario la admisión de esta figura
de terminación anormal del proceso requiere del consentimiento de todos los
litisconsortes para que pueda ser efectiva, de lo contrario, el proceso proseguirá a
pesar de que alguno de ellos pudiera estar conforme con el desistimiento.
En sede de condena en costas, el artículo 396 LEC hace depender la
imputación de las costas del proceso del momento procesal en el que tenga lugar el
desistimiento o, dicho de otro modo, del carácter unilateral o bilateral del desistimiento:
habrá condena en costas cuando el desistimiento es unilateral (art. 396.1 LEC) y no se
condenará en costas a ninguno de los litigantes cuando el desistimiento fue consentido
por el demandado o demandados (art. 396.2 LEC).
c) Desistimiento por sumisión de la cuestión litigiosa a mediación o arbitraje.
Tratamiento aparte merece este tipo de desistimiento por numerosos motivos. Sin
ánimo de ser exhaustivo, sabemos, que cualquier controversia entre dos partes sobre
materias de libre disposición conforme a derecho puede ser resuelta tanto por órganos
jurisdiccionales como por sumisión del conflicto al arbitraje para que sea resuelto por
uno o varios árbitros. Asimismo, las partes pueden igualmente acudir a la vía de la
mediación para dirimir sus controversias cuando el conflicto jurídico afecta a derechos
subjetivos de carácter disponible. El marco normativo de referencia para la mediación
se contiene en el Real-Decreto Ley 5/2012, de 5 de marzo, de mediación en asuntos
civiles y mercantiles
Pues bien, el recurso al arbitraje se puede producir con carácter previo a que
surja la controversia mediante la ratificación por las partes de un convenio arbitral que
les somete a unos determinados árbitros o a una institución arbitral; o bien, surgido el
conflicto —aun estando ya pendiente ante órganos jurisdiccionales— que las partes,
de mutuo acuerdo, sometan la cuestión litigiosa a arbitraje. Por su parte, el recurso a
la mediación se produce cuando exista un pacto por escrito que exprese el
compromiso de someter a mediación las controversias surgidas o que puedan surgir,
se deberá intentar el procedimiento pactado de buena fe, antes de acudir a la
jurisdicción o a otra solución extrajudicial. Dicha cláusula surtirá estos efectos incluso
cuando la controversia verse sobre la validez o existencia del contrato en el que
conste.
Éste último es el caso que comentamos, el artículo 19 LEC reconoce como una
más de las formas de disposición de los litigantes del objeto del proceso, la posibilidad
de que éstas se separen del mismo y se sometan al arbitraje o a mediación para
solucionar el conflicto. En definitiva, es una clase más de desistimiento bilateral al que
el legislador ha preferido hacer referencia de forma específica entre las restantes
formas de disposición del artículo 19 LEC.

5. TRANSACCIÓN

La vigente LEC regula la transacción como un medio por el que se puede poner
fin al proceso. Su definición la seguimos encontrando en el artículo 1809 CC: «contrato
por el cual las partes, dando, prometiendo o reteniendo cada una alguna cosa, evitan
la provocación de un pleito o ponen término al pleito ya comenzado».
La transacción es extrajudicial cuando los acuerdos a los que llegan las partes
se producen fuera del proceso. Podríamos analizar aquí este tipo de transacción en la
medida en que puede afectar de manera indirecta al proceso que se hubiere iniciado,
ya que podría dar lugar a supuestos de allanamiento, desistimiento o renuncia en el
mismo —o, en su caso, como una manifestación más de la falta sobrevenida de
interés legítimo en el pleito del artículo 22 LEC, la que tiene que ver con la satisfacción
extraprocesal de la pretensión—.
Por otro lado, la transacción es judicial cuando las partes pretenden que el
acuerdo al que han llegado para poner término al conflicto, se homologue en el mismo
proceso y tenga fuerza cosa juzgada entre las mismas. En este sentido, el artículo
517.2.3.º
LEC señala que son título ejecutivo las resoluciones judiciales que homologuen
transacciones judiciales o acuerdos logrados en el proceso.
Sin embargo, la mayoría de la doctrina (DE LA OLIVA-CORDÓN MORENO) niegan
la fuerza de cosa juzgada de las transacciones de naturaleza extrajudicial. En todo
caso, en el ulterior proceso podrán dar lugar a una excepción material de transacción
— excepcio pacti— y no a la excepción de cosa juzgada.
La transacción puede tener lugar en cualquier momento de la primera o
segunda instancia, así como durante el transcurso de los recursos extraordinarios o la
ejecución de la sentencia. Para poder transigir se exige poder especial (art. 25.2.1.º
LEC).
Aunque la LEC recoge la transacción de forma genérica en el artículo 19.2
LEC, es en el juicio ordinario donde se alude a la posibilidad que tienen las partes de
llegar a un acuerdo que ponga fin a la controversia en el trámite de la audiencia previa
al juicio.
Este acuerdo puede llegar tanto al inicio de la audiencia (art. 415 LEC), para lo que
será necesario acreditar los requisitos de capacidad jurídica y poder de disposición de
las partes o de sus representantes debidamente acreditados; como en la parte final de
la misma (art. 428 LEC), momento procesal que podrá ser más adecuado para dicho
acuerdo a la vista de la concreción del objeto del proceso en esos instantes.

6. CADUCIDAD EN LA INSTANCIA

Un determinado objeto procesal no puede estar sometido a los tribunales de


forma permanente o, dicho de otro modo, los efectos de la litispendencia no pueden
perdurar indefinidamente. Por este motivo, el artículo 237 LEC recoge la caducidad en
la instancia: «se tendrán por abandonadas las instancias y recursos de toda clase de
pleitos si, pese al impulso de oficio de las actuaciones, no se produce actividad
procesal alguna en el plazo de dos años, cuando el pleito se hallare en primera
instancia; y de uno, si estuviere en segunda o pendiente de recurso extraordinario por
infracción procesal o de recurso de casación. Estos plazos se contarán desde la última
notificación a las partes».
El punto de partida por tanto lo constituye el impulso procesal de oficio que
contempla el art. 179 LEC y que se atribuye al Secretario Judicial dictando las
resoluciones que estime necesarias tras la Ley 13/2009 de reforma de la legislación
procesal para la implantación de la nueva Oficina judicial. Si a pesar de dicho impulso
y sin perjuicio de las consecuencias para el instituto de la preclusión, el proceso se
encuentra paralizado por causas imputables directamente a las éstas, se producirá la
caducidad en la instancia en los plazos de uno o dos años dependiendo de la fase o
instancia en la que se encuentre el proceso.
No cabe la caducidad en la instancia cuando la paralización del proceso se ha
debido a fuerza mayor o causas no imputables a las partes (art. 238 LEC) (v. gr.,
suspensión del proceso por prejudicialidad penal, a pesar de que una de las partes
haya puesto de relieve la apariencia delictiva y/o promovido la incoación de proceso
penal prejudicial).
Tampoco se da la caducidad en la instancia en procesos de ejecución (art. 239
LEC) ─cuestión distinta, no confundir, son los cinco años de caducidad de la acción
ejecutiva previstas en el art. 518 LEC─. En primer lugar, porque en la ejecución
forzosa el ejecutado responde con todos sus bienes presentes y futuros lo que haría
inviable esta circunstancia si fuera de aplicación la caducidad en la instancia. En
segundo lugar, porque el proceso de ejecución no finaliza hasta la plena satisfacción
del acreedor (art. 570 LEC).
El art. 19.4 LEC contempla la posibilidad de suspender el proceso por acuerdo
de las partes por un determinado plazo de tiempo —cuestión que será estudiada como
crisis procesal en el tema correspondiente—. Así, si la reanudación no se produce tras
dicho plazo, el Secretario Judicial archivará provisionalmente los autos hasta que se
solicite por alguna de las partes la reanudación o se produzca la caducidad en la
instancia por el transcurso de los plazos señalados en el art. 237 LEC (art. 179.2 LEC).

En cuanto a los efectos que provoca la caducidad en la instancia, nos obliga


igualmente a distinguir si ésta ha tenido lugar en la primera instancia o pendiente la
segunda o los recursos extraordinarios:
a) En el primer caso, se entenderá producido el desistimiento en dicha
instancia por lo que podrá interponerse nueva demanda sobre el mismo objeto
procesal. Es decir, la cuestión ha quedado imprejuzgada y no ha concurrido una
resolución que adquiera fuerza de cosa juzgada. La interposición de la nueva
demanda queda supeditada, no obstante, a que no se haya producido la caducidad de
la acción —no confundir con la caducidad de la instancia— (art. 240.2 LEC).
b) Si la caducidad se produce estando pendiente la segunda instancia o los
recursos extraordinarios por infracción procesal o de casación, se tendrá por desistido
también la apelación o el recurso extraordinario correspondiente, pero aquí el efecto
es diverso: la resolución recurrida —de primera o segunda instancia— adquiere
firmeza lo que impide un ulterior proceso con el mismo objeto entre las mismas partes,
devolviéndose los autos al tribunal del que procedieren (art. 240.1 LEC).
c) El decreto del Secretario Judicial que declare la caducidad en la instancia
sólo será susceptible de un recurso de revisión (art. 237.2 LEC), pues se trata de una
de las resoluciones frente a las que el legislador permite interponer directamente este
recurso en virtud de lo establecido en el art. 454.bis.1. III LEC.
Por último, no habrá condena en costas para ninguna de las partes toda vez
que la caducidad de la instancia ha tenido lugar por la inactividad de todas ellas, por
tanto, cada una de ellas tendrá que abonar las causadas a su instancia y las comunes
por mitad (art. 240.3 LEC).

7. SOBRESEIMIENTO DEL PROCESO

El sobreseimiento es una resolución judicial que pone fin al proceso sin


resolver la cuestión de fondo. A esta resolución se puede llegar a través de alguna de
las formas de terminación anormal del proceso que hemos comentado con antelación.
Lo cierto es que, también el Secretario Judicial, podrá optar por esta resolución para
poner término al proceso como ocurre con ocasión del desistimiento bilateral. Pero, al
mismo tiempo, la LEC a lo largo de su articulado, recoge diversos supuestos en los
que el proceso se ve abocado a esta resolución y que podemos sistematizar en los
siguientes:

— Cuando el tribunal entiende que carece de competencia internacional o se


inhibe por sometimiento del asunto a arbitraje (art. 65 LEC).

— En relación con alguna de las actuaciones de la audiencia previa al juicio


puede decretarse el sobreseimiento cuando:

a) No comparece ninguna de las partes a la audiencia (art. 414.3 LEC).


b) No comparece el demandado y no alega interés legítimo en continuar con el
pleito para que se dicte sentencia de fondo (art. 414.3, párrafo 2.º, LEC).
c) No comparece el abogado del demandante, salvo que el demandado alegue
interés legítimo en la continuación del proceso (art. 414.4 LEC).
d) Cuando ante defectos procesales relacionados con la capacidad o
representación de las partes, no sean subsanados en plazo o tengan la consideración
de insubsanables (art. 418.2 LEC).
e) Cuando se estime la existencia de cosa juzgada o litispendencia (art. 421
LEC).
f) Cuando en la audiencia previa surge cuestión acerca del procedimiento
adecuado ya sea por razón de materia o de la cuantía, determinante de un cambio de
juicio ordinario a verbal, el juicio ordinario deberá ser sobreseído (arts. 422.2. II LEC).
Sin embargo, en este punto aparece otra de las novedades que introduce la Ley
13/2009, para la reforma de la legislación procesal para la implantación de la nueva
Oficina judicial ya que modifica este apartado 2 del art. 422 LEC. En el caso de que el
trámite a seguir fuera el juicio verbal, será el Juez el que ponga fin a la audiencia
además de señalar fecha para la vista de este juicio, manteniéndose dentro de la
competencia del Juez el sobreseimiento del proceso.
Si el señalamiento pudiera hacerse en el mismo acto, se realizará por el Juez
aunque teniendo en cuenta la agenda de señalamientos contenida en el art. 182.4
LEC. Sólo en los demás supuestos, se atribuirá al Secretario Judicial la fijación de la
fecha para la vista conforme a lo prevenido en el art. 182 LEC.
Si el señalamiento pudiera hacerse en el mismo acto, se realizará por el Juez
aunque teniendo en cuenta la agenda de señalamientos contenida en el art. 182.4
LEC. Sólo en los demás supuestos, se atribuirá al Secretario Judicial la fijación de la
fecha para la vista conforme a lo prevenido en el art. 182 LEC.

8. -TERMINACIÓN DEL PROCESO POR SATISFACCIÓN EXTRAPROCESAL DE


LAS PRETENSIONES O CARENCIA SOBREVENIDA DE INTERÉS LEGÍTIMO

En virtud del artículo 22 LEC el proceso puede finalizar de forma anticipada


cuando alguna de las partes ponga en conocimiento del tribunal la concurrencia de
circunstancias que provoquen la desaparición del interés legítimo en el proceso, bien
por una satisfacción extraprocesal de la pretensión o por cualquier otra causa.
Son muchos los hechos o circunstancias que pueden dar lugar a una carencia
sobrevenida de interés en el pleito y que han sido expuestos por la doctrina y la
jurisprudencia: piénsese en el pago de la cantidad reclamada en el proceso, el
fallecimiento del demandado en procesos matrimoniales o de incapacidad, el
abandono voluntario del local o vivienda objeto del procedimiento de desahucio, la
pérdida o destrucción absoluta de la cosa reivindicada, la satisfacción extraprocesal de
los litigantes, el acceso a vía pública del predio dominante durante la sustanciación del
proceso para la construcción forzosa de servidumbre de paso o la declaración de
inconstitucionalidad de la norma aplicable para resolver el conflicto.
Como presupuesto para que se dé este medio de finalización del proceso se
requiere la completa desaparición del interés, es decir, que como consecuencia de las
circunstancias sobrevenidas tras la demanda, contestación y posible reconvención, el
proceso haya dejado de ser necesario al no reportar ningún tipo de utilidad para las
partes.
Tanto actor como demandado pueden manifestar al tribunal la concurrencia de
las referidas circunstancias que provoquen la terminación anticipada del proceso
aunque, probablemente, será una actuación más utilizada por el demandado. No
obstante, la parte contraria puede mostrar su conformidad o disconformidad con la
desaparición del interés legítimo en el pleito:

a) Si las partes están de acuerdo: el Secretario Judicial acordará, entendemos


que por decreto, la terminación del proceso, tratándose de una resolución que, según
el art. 20.1, párrafo. 2º LEC, produce los mismos efectos que una sentencia
absolutoria firme, esto es, produce efecto de cosa juzgada por lo que este objeto
procesal no podrá quedar sometido ante otro tribunal en un ulterior proceso, pero sin
que se produzca condena en costas.
b) Si una de las partes no está de acuerdo y aboga por la subsistencia del
interés legítimo en el pleito, será necesario emplazar a las partes a una
comparecencia en el plazo de diez días, emplazamiento que realiza el Secretario
Judicial para que se produzca ante el tribunal y será éste quien decidirá, mediante
auto, la continuación del proceso o la finalización del mismo de forma anticipada (art.
22.2. párrafo 1.º, LEC.
A diferencia del desistimiento donde el actor no tiene que alegar razón alguna
que justifique esa declaración de voluntad, en relación con la aplicación de este
artículo 22 LEC, se exige justificar la desaparición del interés por la satisfacción
extraprocesal o por otra causa.
Frente al auto que ordena la continuación del proceso no cabe recurso alguno
mientras que si la decisión es la de dar por finalizado el mismo, cabrá recurso de
apelación (art. 22.3 LEC).
Dos cuestiones más es necesario afrontar en este punto:

— Uno de los efectos de la litispendencia es el denominado según el aforismo


latino como ut lite pendente nihil innoventur (nada se innova pendiente el proceso).
Esta regla, recogida en el artículo 413 LEC tiene precisamente una excepción: cuando
la innovación privare definitivamente de interés legítimo las pretensiones deducidas en
la demanda por satisfacción extraprocesal o por cualquier otra causa. Cuando así sea
será de aplicación en los términos expuestos el artículo 22 LEC, provocando la
finalización anticipada del pleito.
— El apartado 4.º del artículo 22 LEC hace referencia a un supuesto concreto
de satisfacción extraprocesal de la pretensión quizás con la intención de regular
específicamente el ámbito y alcance que ha de tener en nuestro ordenamiento la
enervación del desahucio.
En el proceso de desahucio de finca urbana o rústica por falta de pago de las
rentas o cantidades debidas, el proceso finalizará por medio de decreto dictado por el
Secretario Judicial si, requerido el arrendatario previamente a la celebración de la vista
en los términos del art. 440.3 LEC, éste paga al actor o pone a disposición del tribunal
o notarialmente el importe de las cantidades debidas, produciendo en consecuencia el
pago efectuado la enervación del desahucio, siendo necesario, no obstante, la
conformidad del demandante para que pueda tener lugar esta finalización del proceso.
Si no se produjera la conformidad del arrendador, será necesario acudir a la
vista regulada en el art. 443 LEC.
No será de aplicación este apartado 4.º cuando el arrendador hubiere requerido
de pago al arrendatario por cualquier medio fehaciente con un mes de antelación a la
presentación de la demanda ─tras la aplicación de la Ley 19/2009, 23 de noviembre,
de medidas de fomento y agilización procesal del alquiler y la eficiencia energética de
los edificios (BOE 24.11.2009) ─ o se hubiera producido la enervación en un supuesto
anterior (art. 22.4, párrafo 2.º, LEC). En puridad, en este caso, el legislador entiende
que a pesar del posible pago o consignación de la cantidad por el demandado,
subsiste un interés para el actor en el proceso consistente en querer poner fin por una
resolución judicial con fuerza de cosa juzgada a la relación arrendaticia que evite de
esta forma la reiteración de estas conductas por el arrendatario en el futuro.

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