Está en la página 1de 56

Examen de Seminario Multidisciplinario:

Módulo Uno: Ingreso Básico Universal:


Texto 1): Van Parijs(2017):
“Personas y Sociedad”:
Una propuesta para el mejoramiento de la condición humana: que se pague a todos una
RB(renta básica), a un nivel suficiente para la subsistencia.
Una RB serviría como un poderoso instrumento de justicia social: promovería una libertad
real para todos, proporcionando los recursos materiales que la gente necesita para alcanzar
sus objetivos. Al mismo tiempo, ayudaría a resolver los dilemas políticos de la pobreza y el
desempleo, y atendería los ideales asociados con los movimientos feministas y verdes.
Sostuvo el senador brasileno Eduardo Suplicy también es relevante para los países menos
desarrollados. no sólo porque ayuda a mantener viva la remota pobreza de un alto nivel de
solidaridad social, sin la perversidad del alto desempleo, sino también porque puede inspirar
y guiar reformas más inmediatas y modestas.
Hacia una definición de la RB:
RB universal: ​Por una RB universal nos referimos a un ingreso pagado por un gobierno, a
un nivel uniforme y a intervalos regulares, a cada miembro adulto de la sociedad. La
subvención se paga, y su nivel fijo, independientemente si la persona es rica o pobre, si vive
sola o con otros y, si está dispuesta a trabajar o no.
Una Renta Básica es un pago que el Estado realiza mensualmente a cada ciudadano (o
residente de un territorio) de forma individual, incondicionalmente, e independientemente de
cualquier otro ingreso del que se pueda disponer, porque es algo en lo que una persona
puede contar con seguridad, una base material sobre en lo que una vida puede descansar
firmemente. Cualquier otro ingreso ya sea dinero o bienes, de trabajo o de ahorro, del
mercado o del Estado, puede ser legalmente añadido a ella.
Una RB tal como se define puede ser insuficiente o exceder lo que se considera necesario
para una existencia decente. Todos los países más ricos ahora pueden estar al alcance de
pagar un ingreso básico por encima de la subsistencia. La manera más fácil y segura de
avanzar consiste en la promulgación de una RB primero, a un nivel inferior a la subsistencia
y luego, aumentarla con el tiempo.
La idea de una RB tiene por lo menos 150 años. Sus dos primeras formulaciones conocidas
fueron inspiradas por Charles Fourier el prolífico socialista utópico francés.
RB: “En la distribución, se asigna primero un mínimo para la subsistencia de cada miembro
de la comunidad, capaz o no del trabajo. El estro del producto se comparte en ciertas
proporciones, a determinar de antemano, entre los tres elementos, trabajo, capital y
talento”(Mill, 1849: 279).
La RB y algunos programas existentes:
La RB difiere de los sistemas de beneficios existentes. Difiere de las instituciones de
protección social tradicionales, cuyos beneficios se limitan a los trabajadores asalariados
que han contribuido lo suficiente de sus ganancias pasadas para ser beneficiados. También,
difiere de los sistemas de ingreso mínimos condicionales de Europa Occidental o de
Norteamérica(como el bienestar). ​Estos sistemas siguen siendo condicionados: para
recibir una subvención de ingresos, el beneficiario debe cumplir con tres variantes más o
menos estrictas, tres requisitos 1) si es capaz de trabajar, debe estar dispuesto aceptar un
empleo adecuado, o a someterse a una formación adecuada, si se le ofrece; 2) debe pasar
una prueba de recursos, en el sentido de que sólo tiene derecho al beneficio si hay razones
para creer que no tiene acceso a un ingreso suficiente de otras fuentes; 3) si tiene un
derecho a un beneficio y, en caso de ser así, cuán alto este sea, dependerá de su situación
familiar(ejemplo) si vive sola, con una persona que tiene un trabajo, con una persona
desempleada. Por el contrario, una RB no requiere satisfacción ninguna de estas
condiciones.
RB y algunas alternativas:
Lo más cercano a una RB son las diversas propuestas de Impuesto Negativo sobre la
Renta(INR).
1er alternativa, Impuesto Negativo sobre la Renta:
La idea básica de un impuesto negativo sobre la renta(INR) es conceder a cada ciudadano
un ingreso básico, pero en la forma de un crédito fiscal reembolsable. De la obligación de
impuestos personales de cada hogar, se resta la suma de ingresos básicos de sus
miembros. Si la diferencia es positiva, debe pagarse un impuesto positivo. Si es negativa, el
gobierno le paga un beneficio(un impuesto negativo) al hogar.
Una RB tiene tres ventajas principales sobre un INR. En primer lugar, cualquier esquema de
INR tendría los efectos deseados sobre la pobreza sólo si se complementará con su sistema
de pagos anticipados suficiente para evitar que la gente se muera de hambre antes de
examinar sus formularios de impuestos al final del año fiscal.
Por lo que sabemos de los programas de bienestar social, la ignorancia o la confusión
probablemente podría impedir que algunas personas tengan acceso a esos pagos
anticipados.
En segundo lugar, aunque un INR podría, en principio, ser individualizado opera de manera
más natural y suele proponer a nivel de hogar. Si la distribución de ingresos entre hogares
fuera exactamente bajo un INR y la RB correspondiente, la distribución dentro del hogar será
bajo la RB.
En tercer lugar, se puede esperar que una RB ligue mucho mejor con un INR, “trampa del
desempleo” para una persona desempleada tenga sentido buscar o aceptar un trabajo, no
sólo depende de la diferencia entre ingresos en el trabajo y fuera de él. Lo que disuade a la
gente de salir al trabajo, es a menudo el temor razonable de la incertidumbre. Mientras que
intentan un nuevo trabajo, o apenas después de que pierdan uno, el flujo regular de
beneficios es a menudo, interrumpido. El riesgo de retraso administrativo especialmente
entre las personas que pueden tener un conocimiento limitado de sus derechos y el miedo a
endeudarse o para las personas que probablemente, no tienen ahorro a los que recurrir
pueda ser que aferrarse a los beneficios sea la opción más sabia.
A diferencia de INR, una RB proporciona una base firme de ingresos que sigue fluyendo si
uno está dentro o fuera del trabajo. Y, por lo tanto, es mucho más adecuada para lidiar con
este aspecto de la trampa de la pobreza.
La propuesta de Ackerman y Alsteott(1999) es que, al llegar a la edad de 21 años todos los
ciudadanos ricos y pobres deberían recibir una suma global de 80.000 US$. Este dinero
puede ser utilizado de cualquier manera que el ciudadano desee.
Segunda alternativa, la dotación:
No está condicionada a que los receptores sean merecedores, o a que hayan mostrado
intención de contribuir a la sociedad. El financiamiento sería proporcionado por un impuesto
sobre el patrimonio que sería de 2%, que podría ser reemplazado gradualmente con el
tiempo, por un impuesto de suma total de 80.000US$ (en efecto forzando al receptor de
devolver la dotación).
Otorgar una gran dotación al principio de la vida adulta podría ser considerado como
formalmente equivalente con alguna libertad adicional a dar una cantidad equivalente como
un ingreso condicional de por vida. Si se puede que la dotación se devuelve al final de la
vida de una persona, como en la propuesta de Ackermanialstott, la cantidad anual
equivalente es sencillamente la dotación multiplicada por la tasa real de interés, digamos
una cantidad en el orden de US$ 2000 anuales.
¿Por qué una RB? Algunas justificaciones:
ARGUMENTOS A FAVOR:
Justicia:
El ​argumento principal de una RB se basa en una visión de justicia. La justicia social,
creemos, requiere que nuestras instituciones sean diseñadas para asegurar la verdadera
libertad a todos(Van Parijs, 1995). Concepción real- libertad de la justicia combina dos ideas.
En primer lugar, los miembros de la sociedad deben ser formalmente libres, con una bien
asegurada estructura de derecho de propiedad, que incluye la propiedad de cada cual sobre
sí.
En una primera aproximación el valor o el valor real de la libertad de una persona depende
de los recursos que la persona tiene a su disposición, para hacer uso de su libertad.
Por lo tanto, es necesario que la distribución de oportunidades entendida como el acceso a
los medios necesarios que permiten a las personas hacer lo que quieran hacer, sea
diseñada para ofrecer la mayor oportunidad real posible aquellos con peores oportunidades,
a condición de que la libertad formal de todo sea respetada.
Empleo y crecimiento​:
Una segunda forma de ​defender la RB está orientada a las políticas. ​Una RB podría ser
vista como una forma de resolver el aparente dilema entre una combinación del estilo
europeo de pobreza limitada y alto desempleo y una combinación de estilo norteamericano
de bajo desempleo y pobreza generalizada.
El sentido común recibido fue hacer frente al desempleo masivo, acelerando la tasa de
crecimiento. Pero considerando la velocidad con que el progreso tecnológico eliminaba los
empleos, se hizo evidente que una tasa fantástica de crecimiento sería necesaria incluso
para mantener el empleo estable, pero no mencionar siquiera la reducción de números de
desempleados.
En el otro extremo encontramos la RB, que también puede ser entendida como un subsidio,
pero uno que se le paga al empleado, dándole así la opción de aceptar un trabajo con un
salario inferior por hora o con horas más cortas. En el medio, hay un gran número de otros
esquemas, tales como el crédito de impuestos sobre la renta ganado en los EE.UU, o varios
esquemas de beneficios registrados a la gente que trabaja realmente está buscando
activamente un trabajo a tiempo completo.
Con las subvenciones del empleador, la presión para acceder al empleo se mantiene intacta,
posiblemente incluso aumentada; con una RB, esa presión se reduce.
En cambio, una RB hace que sea más fácil tomar un descanso entre dos puestos de trabajo,
reducir el tiempo de trabajo, dar cabida a más formación, asumir el autoempleo, o unirse a
una cooperativa. Con una RB los trabajadores sólo aceptarán un trabajo si lo encuentran
convenientemente atractivo, mientras que los subsidios del empleador hacen que los
trabajos poco atractivos y de baja productividad sean económicamente más viables. Si el
motivo para combatir el desempleo no es una especie de fetichismo laboral, una obsesión
por mantener a todos ocupados, sino más bien, una preocupación por dar a cada persona la
posibilidad de tener un empleo remunerado en el que pueda encontrar logros y
reconocimientos, entonces la RB debe preferirse.
Preocupación de feministas y verdes:
Una tercera parte del argumento de la RB toma nota particular de su contribución a la
promesa de los movimientos feministas y verdes.
Dada la división sexista del trabajo en el hogar y las funciones especiales de cuidados que
las mujeres asumen desproporcionadamente, su participación en el mercado de trabajo y su
variedad en el empleo está mucho más limitada que la de los hombres.
Una RB está por lo tanto destinada a beneficiar a las mujeres mucho más que a los
hombres.
No es sólo contra la tiranía a los jefes que la RB proporciona cierta protección, sino también
contra la tiranía de los maridos y los burócratas. Proporciona una base modesta pero segura
en la que los más vulnerables pueden apoyarse ya que los matrimonios colapsan o la
discrecionalidad administrativa es mal utilizada.
Para discutir la conexión entre la RB y el movimiento verde, es útil ver a este último como
una alianza entre dos componentes. De manera muy esquemática, la preocupación central
de los componentes ambientales es con la contaminación generada por la sociedad
industrial y su objetivo central es el abastecimiento de una sociedad que pueda ser
sostenida por su entorno físico. La preocupación central del componente verde alternativo es
la alineación generada por la sociedad industrial; su objetivo central es establecer una
sociedad en que las personas pasen gran parte de su tiempo en actividades autónomas,
gobernadas ni por el mercado ni por el Estado. Para ambos componentes hay algo muy
atractivo, la idea de una RB.
El principal enemigo de los ambientalistas, es el productivismo, la obsesiva búsqueda del
crecimiento económico. Y una de las justificaciones más poderosas para un crecimiento
rápido, en particular entre la clase obrera y sus organizaciones, es la lucha contra el
desempleo. Lo que la idea de una RB proporciona, es una estrategia coherente para abordar
esta última sin depender del crecimiento más acelerado.
Parte de este impacto consiste en que la RB da a todos una verdadera libertad por oposición
a un derecho absoluto de retirarse del empleo remunerado para realizar actividades
autónomas, como la militancia social o el trabajo social no remunerado. Pero parte del
impacto también consiste en dar a los menos dotados un mayor poder de rechazar empleos
considerados no suficientemente satisfactorios y crear así incentivos para diseñar y ofrecer
empleos menos alineados.
Algunas objeciones a la propuesta:
ARGUMENTOS EN CONTRA:
¿Cuáles son las objeciones?
La más común es que una RB costaría demasiado, sin sentido si la cuantía y la escala se
deja sin especificar.
Se han realizado estimaciones del coste presupuestario neto de varios esquemas de RB y
de INR. Cuanto más completo y generosos sean los regímenes de ingresos mínimos más
probados, más limitados será el costo neto de un esquema de RB a un nivel elevado.
Una segunda objeción frecuente es que la RB tendría efectos perversos en la oferta de la
mano de obra.
El aumento de la oferta de mano de obra no es un objetivo en sí mismo. Nadie puede
razonablemente querer una sociedad hiperactiva y sobrecargada de trabajo. Demos a la
gente de todas las clases, la oportunidad de reducir su tiempo de trabajo o incluso tomar un
descanso completo del trabajo con el fin de cuidar a sus hijos y parientes mayores. No sólo
se ahorrará en prisiones y hospitales, también mejorará el capital humano de la próxima
generación.
Una RB modesta es un instrumento sencillo y eficaz al servicio de mantener un equilibrio
social y económicamente sólido entre la oferta del trabajo remunerado y el resto de nuestras
vidas.
Una tercera objeción es moral más que simplemente pragmática. Una RB se dice a menudo,
da a los inmerecidos, pobres algo por nada, según una versión de esta objeción, una RB
entra en conflicto con el principal fundamental de la reciprocidad: la idea de que las
personas reciben beneficios deben responder haciendo contribuciones. Precisamente
porque es incondicional, asigna beneficios incluso a aquellos que no hacen contribución
social.

Texto 2): Apéndice III Rallo(2015):


“Los efectos de la Renta Básica sobre los receptores:”
Antes de describir las repercusiones de la implantación de una Renta Básica conviene
reiterar cuál es el rasgo económico más característico y distintivo de la misma. Y es que
resulta bastante habitual afirmar que el rasgo más distintivo de una Renta Básica es el de
desvincular trabajos e ingresos; es decir, una persona puede obtener ingresos sin necesidad
de trabajar. Esto no es correcto: existen otras formas de desvincular el trabajo e ingresos,
(ejemplo) las rentas del capital, las que se denominan Rentas Patrimoniales. En realidad, el
rasgo más verdaderamente distintivo de la Renta Básica es que permite desvincular
producción e ingresos para todos los ciudadanos.
En este mundo, es evidente que producción e ingresos coinciden para cada uno de los
individuos: lo que cada individuo produce(producción) es igual a los bienes o servicios que
esa persona recibe para su uso y disfrute(ingresos). En ese mundo, nadie puede ingresar
aquello que uno mismo no haya producido y ninguna producción propia integra los ingresos
de otras personas.
Esta división de especialidades productivas es lo que habitualmente se ha conocido como
división del trabajo​(sería más correcto llamarlo división de las ocupaciones productivas ya
que no refiere únicamente a una división del trabajo por cuenta ajena).
Y el marco dentro del que se intercambian entre sí estas distintas producciones se denomina
mercado. Con la aparición de la división del trabajo, los ingresos de una persona deja de ser
materialmente idénticos a su producción.
Que no existiera una coincidencia material entre lo que se produce(trigo) y lo que se
ingresa(dinero) no significa que no exista una coincidencia en términos de valor entre
producción e ingresos y es que la cantidad de dinero que recibe el agricultor posee un valor
monetario equivalente al trigo que ha producido.
La igualdad entre producción e ingresos no se rompe en el caso de la división de trabajo
dentro de un mercado libre: sólo sucede que deja de ser una identidad material cada uno
ingresa exactamente a aquello que produce, para convertirse en una equivalencia de
valor(cada uno ingresa el valor monetario de aquello que produce).
Tanto en un mundo de individuos autosuficientes como en un mundo donde se dividen las
ocupaciones profesionales, la auténtica conexión no se da entre trabajo e ingreso, sino entre
producción e ingreso.
La Renta Básica desvincula producción e ingreso​: mediante una RB, todo ciudadano
puede obtener ingresos, sin haber producido nada. Si unos ciudadanos obtienen ingresos
sin producir nada, es porque, se apropian de la producción que han generado otros
ciudadanos, la distribución de la producción deja de estar basada en relaciones de
intercambios recíprocos y mutuamente beneficiosos para pasar a estar fundamentada en
relaciones unilaterales, la implantación de una RB permite que la distribución de la
producción dentro de una sociedad no se efectúe exclusivamente a través de los medios
económicos sino también recurriendo a los medios políticos.
(Medios económicos) para la satisfacción de las necesidades humanas al trabajo propio o al
intercambio equivalente del trabajo propio por el trabajo ajeno; en cambio, denominaremos
(medios políticos) a la apropiación coactiva del trabajo ajeno.
La separación universal de ingresos y producción es el rasgo verdaderamente característico
de la RB.
Menor trabajo y menor producción:
La primera consecuencia de desvincular producción e ingreso es que los ciudadanos
pueden obtener más rentas sin necesidad de contribuir a generales; se permite a cada
ciudadano apropiarse coercitivamente de una parte de la producción generada por otro
ciudadano.
La introducción de la RB permite que una parte de la ciudadanía se especialice no en
fabricar bienes y servicios valiosos para otros, sino en la [exacción de la producción ajena
(que abandone los medios económicos como vía para satisfacer sus necesidades y
especialmente en recurrir los medios políticos); ​la crítica que más habitualmente se ha
dirigido contra la implantación de una RB haya sido que mucho de sus receptores dejarían
de trabajar y se concentrarían en vivir de las transferencias estatales. La crítica intuitiva,
fundamentada, teoría económica cuanto por la evidencia empírica.
La teoría económica expone que los incrementos de ingresos tienen dos efectos
contradictorios sobre la oferta laboral. El incremento del salario percibido por una persona
incrementa su demanda de tiempo libre: dado que se vuelve más rico, desea disfrutar de
más ocio(a menos que esta persona sea adicta al trabajo). A este primer efecto se le
denomina ​efecto renta(a más renta, más demanda de ocio; a menos renta menos
demanda de ocio).
El incremento del salario percibido estimula que esa persona desee trabajar más horas:
dado que cobra más por cada hora de trabajo, le saldrá más caro renunciar a horas
laborales para disfrutar del tiempo libre.
Efecto sustitución​:​(a más renta salarial, menos demanda de ocio, a menos renta
salarial, mayor demanda de ocio)​.
El efecto sustitución y el efecto renta se mueven en direcciones opuestas, no puede
terminarse a priori si un aumento de los salarios incentivará un aumento de las horas de
trabajo productivo o un incremento del tiempo de ocio; todo dependerá de las preferencias
relativa de los trabajadores( si deciden disfrutar de mayores ingresos o de mayor ocio en el
presente).
El establecimiento de una RB supone un aumento de los ingresos personal independiente
del tiempo que se trabaje, podemos concluir que una RB estimulará una reducción de
jornada laboral entre todas aquellas personas que no sean adictas al trabajo, el efecto
sustitucional será inexistente (no hay mayor ingresos vinculados a un mayor trabajo) y el
efecto renta estimulará la mayor demanda de ocio.
El establecimiento de una RB tenderá a reducir la oferta de la mano de obra entre los
beneficiarios netos de la misma y a igualdad de circunstancias, su producción de bienes y
servicios con valor de mercado.
El resultado generalizado de los cinco experimentos ​(cuadro) fue de una reducción de la
oferta de trabajo, especialmente entre las mujeres (no sólo de las casadas: las mujeres
solteras con hijos a su cargo experimentaron una reducción todavía mayor de su oferta de
trabajo). En concreto, los hombres redujeron sus horas de trabajo anuales entre 1% y el 9%,
mientras que las mujeres lo hicieron hasta un 28%. A su vez, sus ingresos procedentes del
trabajo se redujeron en un porcentaje similar a sus horas de trabajo.
La reducción de las horas medias de trabajo consecuencia de una reducción de la jornada
laboral y sobretodo por el incremento del tiempo que las personas permanecían
desempleadas.
No hay evidencia que se produjera una mejora salarial entre las personas que alargaron su
período de desempleo, lo que significa más bien que la RB fue utilizada para financiar una
semanas adicionales de descanso cuál subsidio incondicional del paro.
Tengamos presente que reducciones muy moderadas en las horas de trabajo y en los
ingresos puede suponer aumento muy cuantiosos en el coste total de la RB.
La respuesta de la oferta laboral fue artificialmente baja: los cinco programas anteriores de
RB tenían una duración limitada en el tiempo, de modo que no resulta demasiado sensato
abandonar empleos moderadamente buenos a cambio de recibir una renta garantizada
durante sólo algunos ejercicios
Si se produce una reducción generalizada de la oferta de trabajadores en el mercado
laboral, los salarios aumentarán (los empresarios tendrán que ofrecer sueldos mayores para
inducir a que las personas trabajen durante más horas), de modo que el efecto neto final
sobre los ingresos (menor número de horas trabajadas pero mayor salario por hora) no tiene
porqué estar predeterminado: si el salario por hora aumenta, semejante incremento podría
compensar el menor número de horas trabajadas, incrementando los ingresos totales.
El problema de esta réplica es que supone con demasiada ligereza que los salarios subirán
en caso de incorporarse una RB. Es verdad, que una RB permite al trabajador declinar
ofertas laborales escasamente remuneradas y que, en ese sentido, el empresario sólo podrá
contratarle si le ofrece salarios más elevados, pero eso no significa necesariamente que
termine ofreciéndoles, ya que el empresario podría optar por declinar contratarle.
Si un empleado no está dispuesto a trabajar por menos de 20.000 euros anuales pero su
contribución a la generalización de beneficios dentro de la empresa no supera los 12 euros
ese trabajador no será contratado por el empresario, no será el asalariado sino el
desempleado, la variable que aumentará. Cuando el puesto de trabajo no sea prescindible
para el empresario podrá darse alguna de estas dos opciones tradicionales, ​la primera es
que el salario de ese trabajador se incremente a costa de que se reduzca los salarios de los
trabajadores más cualificados; la segunda es que el salario se incremente a costa de que
los beneficios del capitalista se reduzcan. Sólo estos dos últimos casos la RB podría como a
través de una reducción de la oferta laboral, incrementar los salarios de los trabajadores
menos cualificados (aquellos beneficiados por la implantación de la RB).
En el primer caso, cuando la RB induce un aumento de los salarios de los trabajadores no
cualificados a costa de los cualificados, lo que sucederá es que los diferenciales salariales
entre ambos tipos de empleados se estrecharán. Esto tendrá dos efectos, uno a corto
plazo y otro a largo plazo: a corto plazo, es que parte de los trabajadores cualificados
tendrán a reducir su oferta laboral; el efecto a largo plazo, es que como los
diferenciales salariales actúan como indicador e incentivo sobre que la
especialización formativa deben comprender cada trabajador, su artificial convención
repercutiría en una forma insuficiente, inadecuada formación de los trabajadores
cualificada a futuro.
Cuando la RB permite un alza salarial a costa de los beneficios de la empresa, debe
distinguir dos situaciones: 1) si una empresa disfruta de beneficios extraordinarios, los
salarios podrán incrementarse sosteniblemente, si bien se incentivará a medio plazo la
mecanización empresarial para reemplazar a esos trabajadores; si, en cambio, la empresa
no goza de beneficios extraordinarios (obtiene los beneficios indispensables para pagar la
remuneración mínima que exigen los capitalistas para compensarles por la finalización que
extiende a la compañía), no habrá margen para que esos beneficios se reduzcan sin que los
capitalistas opten por ir desvinculando en la empresa como dando lugar a medio plazo a una
reducción de empleo o de salarios dentro de la empresa.
Dentro de la economía no todas las empresas pueden gozar de beneficios extraordinarios
de manera sostenida en el tiempo, ya que los beneficios extraordinarios son el resultado de
algún tipo de ventaja competitiva frente al resto de empresas y por definición no todas las
empresas pueden tener ventajas competitivas.
La RB sólo podrá los salarios de una parte de los trabajadores; parte generalmente pequeña
ya que las empresas con ventajas competitivas devienen empresas grandes y las empresas
grandes tienden ya a pagar mayores salarios que las empresas pequeñas.
Los beneficiarios netos de una RB tenderán a reducir su oferta laboral y en la mayoría de los
casos también sus ingresos previos de su percepción de la RB incrementando el coste del
programa.
Aún en el muy improbable caso de que los ingresos totales de los trabajadores aumentaran
como consecuencia del establecimiento de una RB, estos ingresos se incrementarían a
costa de los capitalistas o de otros trabajadores con mayores salarios dentro de la empresa.
Los efectos más nocivos de la RB no afectan a la cantidad total de bienes y servicios, sino a
su calidad.
En una sociedad caracterizada por la división del trabajo, los bienes y servicios deseados se
adquieren a través del intercambio voluntario: es necesario ofrecerles a las personas que
tienen los bienes que nosotros queremos aquellos bienes que esas personas quieren. Es así
como se mantiene la reciprocidad de las relaciones de distribución de los bienes: se truecan
productos que ambas partes reputan mutuamente provechosos. Por consiguiente, para
conseguir productos que poseen otros, cada persona debe dedicarse a fabricar aquellos
bienes que esos otros desean, no los bienes que desea ella misma.
La RB, le confiere a cada persona el derecho a apropiarse forzosamente de una parte de la
producción ajena.
Las relaciones de la reciprocidad mutan en parasitismos multilateral de modo que se
generan los incentivos sociales para que no se produzcan aquellos bienes que otros desean,
hundiéndose la calidad de la producción agregada que la RB pretende distribuir.
Contradicción lógica: Si nadie produce bienes que sean valorados por los demás, nadie
podrá usar su RB para adquirir tales bienes inexistentes.
La RB, en suma, pretende mantener los beneficios de la división del trabajo imposibilitando
la división del trabajo, pretende que cada cual pueda dedicarse a aquello que quiera al
tiempo que se lo garantiza acceso a determinados bienes que sólo pueden producirse si
cada cual no se dedica a aquellos que quiere(sino a aquello que quieren los demás).
A mayor RB, mayor independencia teórica del individuo frente a las relaciones sociales y
menor posibilidades de aprovecharse de la riqueza generada por unas interdependencias
sociales que la propia RB destruye al garantizar coactivamente independencia frente a tales
interdependencias.
No se trata de que la RB destruya la división del trabajo, sino de que amplía lo que
tradicionalmente entendemos por trabajo socialmente beneficioso. La división del trabajo
debería incluir al menos otras dos características de trabajo beneficioso, que, también
deberían ser merecedoras de los frutos de esa división del trabajo: ​el trabajo doméstico y
el trabajo voluntario.
La apelación del trabajo doméstico que al trabajo de voluntariado ofrece razones de peso de
por qué la RB si destruye la reciprocidad sobre la que se asienta la división del trabajo.
Uno puede dedicarse a producir bienes y servicios para uno mismo (economía de
autoconsumo) o para los demás (economía de mercado o división del trabajo).
El trabajo doméstico es un caso de la economía de autoconsumo donde quién se beneficia
es el propio productor. Por eso es absurdo pretender que los demás nos remuneren (a
través de una RB) el trabajo doméstico que desempeñamos para nosotros mismos. Si la RB
estimula una situación de trabajo remunerado por trabajo doméstico, la división del trabajo
en la calidad de la producción total si se estarán resquebrajando: trabajaremos menos para
los demás (fabricar ordenadores) y más para nosotros mismos (trabajo doméstico), de modo
que los bienes accesibles para los demás se reducirán sustancialmente.
En el caso del trabajo de voluntariado no es el fondo demasiado distinto del anterior aunque
podría parecerlo. El beneficiario del trabajo voluntariado no es quien presta la labor del
voluntariado, sino quien la recibe (por tanto no estamos en economía de autoconsumo).
La persona que ejerce voluntariado puede prestar ese servicio en favor de terceros bien
porque se autorrealiza ayudando a los demás o bien porque tiene un fuerte sentido moral
por el que cree necesario ayudar a otros sin exigir nada a cambio. El trabajador voluntario se
auto remunera por el simple dicho de ayudar a los demás, la cual la persona necesitada y
ayuda no remunera a quien se le presta voluntariamente: porque carece de ingresos con los
que pagarle. Lo que no tendría ningún sentido es sostener que todo trabajo voluntario
merece una remuneración por el mero hecho de ser trabajo voluntario: dar voluntariamente
clases de esgrima a mi vecino es un trabajo voluntario cuya remuneración le corresponderá
en todo caso a mi vecino pero no al resto de la sociedad.
La RB incentiva una sustitución de trabajo remunerado por trabajo doméstico o por trabajo
voluntario no modifica su problema de fondo esencial: la RB promueve una disolución del
trabajo al tiempo que pretende aprovecharse de los frutos derivados de esa división del
trabajo.
Si todo el mundo, bajo la influencia de una RB, se dedicara al trabajo voluntario o al trabajo
doméstico, no habría forma de cobrarse la RB, ya que no existirían los biene y servicios que
desean adquirir aquellas personas que reciben la RB y que se dedican al trabajo doméstico
y al voluntariado.
En definitiva, el efecto previsible de la RB sobre sus beneficiarios netos es el de una
importante reducción del valor social generado con su trabajo, tanto por la
minoración de la cantidad de trabajo cuanto por la merma de su calidad.

Texto 3) Rallo Capítulo 7(2015):


“Contra la Renta Básica, la alternativa liberal a la Renta Básica”.
Parece bien que la mayoría de las defensas filosóficas de la renta básica tengan solución de
racionalización ética a posteriori de un legítimo interés humano mucho más profundo: el
deseo de tener garantizada las necesidades básicas.
Según Abraham Maslow, se organizaban en una pirámide con distintos niveles:
necesidades básicas ​(alimentación, descanso y homeostasis); necesidades de
seguridad​(propiedad privada, seguridad física o salud), ​necesidades sociales ​(amistad,
pareja o vínculos comunitarios), ​necesidades de reconocimiento ​(autoestima, confianza o
éxito) y ​necesidades de autorrealización ​(hallar sentido a la vida desarrollando las
potencias propias como ser humano).
El liberalismo proporciona una alternativa en tres niveles a la RB:
El ser humano se preocupa, ante todo y sobre todo, de cubrir sus necesidades básicas y de
seguridad antes que insertarse a la sociedad. Solo una vez cubierto esos dos primeros
niveles, cada persona busca un encaje cooperativo dentro de la sociedad. (Las personas
tienden a comportarse éticamente sólo cuando sus intereses primarios se hallan
satisfechos). Un comportamiento bastante humano: si la cooperación social de carácter
voluntario que propugna el liberalismo fuera incapaz de cubrir las necesidades humanas
esenciales entonces el liberalismo sería una herramienta disfuncional para estructurar
éticamente las bases de esa cooperación social amplia, dicho de otra forma: si la única
alternativa que supiera ofrecer el liberalismo a la muy humana búsqueda de una garantía
generalizada para las necesidades humanas esenciales que se propone asegurar con la RB
fuera una renta de sacrificio (muy probablemente tus necesidades básicas no queden
satisfechas, pero tienes que satisfacerte por el bien del resto de la sociedad), entonces es
dudoso que todas las prolijas argumentaciones anteriores, tratando de demostrar la falta de
un sólido soporte ético para la RB, no resulta demasiado conveniente.
La alternativa que proporciona el liberalismo a la RB se articula a lo largo de tres niveles
ordenados jerárquicamente de mayor a menor importancia, siendo además unos
subsidiarios de los otros: el primero y más importante escalón estaría vinculado a las
a)​garantías individuales (​renta patrimonial derivada del ahorro propio y contrataciones de
seguros); el segundo, las b) garantías sociales voluntarias ​(relaciones familiares,
mutualidades y filantropía); y el último, a la c) garantía social obligatoria( rentas mínimas
de inserción).
a) La garantía individual​: Si los planes de acción son individuales, la responsabilidad
fundamental por impulsarlos también deberán serlos: si un individuo desea tener
garantizada la satisfacción de sus necesidades básicas y de seguridad, la carga
principal para lograrlo le corresponderá a él mismo. Una sociedad asentada sobre
principios de convivencia, liberales le ofrece a cada persona esencialmente dos
herramientas: ​el ahorro y los seguros.
El ahorro consiste en apartar periódicamente una porción de nuestros ingresos corrientes
para acumular un fondo al que poder recurrir aquellos momentos en los que estos ingresos
corrientes se reducen anormalmente o incluso desaparecen. El ahorro no se queda
estérilmente inmovilizado debajo del colchón, sino que contribuye a generalizar nuevos
ingresos que pueden ser ahorrados e reinvertidos para generar otros nuevos ingresos. Es lo
que se conoce como intereses compuestos: intereses que generan intereses de manera
exponencial (capital que se inmoviliza en inversiones cuyas rentas se reinvierten en nuevas
inversiones).
Es decir, tan sólo dejando de arrebatarles a los trabajadores aquel dinero que hoy se les
sustrae coactivamente para financiar un programa estatal de redistribución de la renta (la
seguridad social) las personas podrían acumular un patrimonio suficiente para cubrir sus
necesidades básicas y de seguridad social durante la ancianidad.
La renta patrimonial desvincula ingresos y trabajos, pero no ingresos y producción:
La inversión del ahorro personal, permite que los individuos constituyan un patrimonio propio
cuya rentabilidad proporciona unos ingresos que no dependen de su trabajo.
Las diferencias de fondo son esenciales: mientras que la renta patrimonial se paga a partir
de la nueva producción que el capital invertido contribuya generar (los bienes de capital
actúan como un factor de producción más), la RB se abona a merced a la rapiña estatal de
los bienes que otros factores productivos contribuyen a generar. Si una persona decide
aumentar su ahorro para invertir, obtendrá una renta adicional por esa inversión en tanto, en
cuanto su capital contribuya a producir nuevos bienes y servicios; la RB es distribuida aún
cuando su perceptor no contribuye en absoluto a generar bienes y servicios valiosos para
los demás (poner cuadro) RB y renta patrimonial.
En suma, como la renta patrimonial desvincula el trabajo-ingreso, pero no producción e
ingreso (el valor de la renta patrimonial que cobra una persona= al valor de la nueva
producción que ella, a través de su inversión, contribuye a generar).
La renta patrimonial coordina a los individuos en torno a una sociedad de propietarios.
Los seguros cubren al individuo frente a contingencias variadas:
Un seguro es un contrato por el que el asegurador cobra una prima periódica del asegurado
para proteger determinados riesgos.
Se trata de una protección más que razonable para superar situaciones de necesidad en las
que una persona no ha dispuesto de tiempo para capitalizar suficiente ahorro.
Los seguros tienen una notable ventaja frente a la RB a la hora de gestionar riesgos:
inducen a la gente a ahorrar (a través de los seguros) para hacer frente a las contingencias
futuras. Las pérdidas vinculadas a esas contingencias se cubren, precisamente, con el
ahorro acumulado, de modo que socialmente no se producen pérdidas extraordinarias e
imprevistas.
En definitiva, una sociedad libre donde el Estado no proporcionará una RB o ni siquiera se
encargará de redistribuir la renta, las personas podrían disponer de una más que suficiente
protección frente a riesgos a través de los instrumentos que nacen de la cooperación
voluntaria y mutualmente beneficiosa entre las personas: la renta patrimonial y el
aseguramiento; dos instrumentos que a diferencia de la RB, no descoordinan socialmente a
las personas llevándolas a cometer errores generales que ellas mismas terminan
padeciendo. El primer nivel de cobertura garantizada de las necesidades básicas, le
corresponden a cada individuo: su responsables decisiones les bastan para lograrlas.
Garantía social voluntaria:
Las garantías individuales para protegernos frente a cualquier contingencia podrían no ser
suficientes. Existen riesgos que ni las rentas patrimoniales ni los seguros son capaces de
cubrir.
Las mutualidades proporcionan auxilio mutuo basado en la igualdad entre las partes:
Las familias a veces no cuentan con recursos suficientes para sostener dignamente a todos
sus miembros. Aquí interviene el resto de la comunidad: en aquellos casos en los que un
individuo no cuenta ni con recursos personales ni familiares propios y sea incapaz de
proveerselos, puede demandar auxilio al resto de la sociedad. Ese auxilio será provisto
idealmente de manera voluntaria y sólo subsidiariamente por medios coercitivos.
Examinando los rasgos de la responsabilidad social extrafamiliar de carácter voluntario
dirigida a satisfacer las necesidades básicas de las personas. ​Cabe distinguir dos
Instituciones sociales que cumplen esta función:​ las mutualidades y la filantropía​.
Las mutualidades, también conocidas como sociedades de ayuda mutua, son acuerdos
horizontales entre una pluralidad de personas con lazos comunes para ayudarse
recíprocamente en caso de necesidad. Esto significa que las personas necesitada de ayuda
no la reciben en virtud de la generosidad del resto de los integrantes de la mutualidad, sino
del derecho personal que se deriva de ese acuerdo previo. La mutualidad se asemeja a una
especie de seguro que socializa voluntariamente los riesgos entre todos sus integrantes,
pero en realidad va mucho más allá: las sociedades de ayuda mutua son asociaciones
mucho más flexibles y conducentes a proporcionar un apoyo integral a cada uno de sus
miembros. La formalidades legales no sirven como excusa para dejar desatendido a nadie,
ya que ello atendería contra la misma base sobre la que se construye la mutualidad: la
confianza y la buena fe entre todas las partes.
Las sociedades de ayuda mutua tenían como efectivo proporcionar ayuda a sus miembros,
no en forma en caridad desinteresada, sino para saldar las obligaciones asumidas en base
al acuerdo mutuo formulando en la constitución de las respectivas organizaciones.
El desarrollo del Estado de Bienestar comenzó a desplazarlas a comienzos del siglo XIX.
Los servicios que ofrecían estas sociedades de ayuda mutua en los albores del siglo XX: la
asistencia más común era la compensación por los sueldos perdidos en caso de
enfermedad y el pago de los gastos por funeral, pero a lo largo del siglo XIX fue haciéndose
cada vez más frecuente que también cubrieran los desembolsos sanitarios, seguros de vida,
pensiones de jubilación, viudedad y orfandad o incluso los gastos de viaje por cambio de
trabajo. Para prestar esta variedad de servicios, existían diversos tipos de sociedades de
ayuda mutua: las sociedades divisorias​(cada miembro realizada una aportación monetaria
anual para cubrir los gastos de la comunidad y el sobrante final del año era repartido
proporcionalmente entre todos); ​sociedades de depósito​(a cada miembro se le añadía una
cuenta de ahorro personal con la que en parte se costeaba su jubilación); ​sociedades de
sepelio​( encargadas específicamente de proporcionar este seguro); o ​sociedades fabriles
(creadas en el seno de la empresa a instancias del propio capitalista interesado en que sus
trabajadores contaran con seguros de desempleo, accidente y enfermedad). Las distintas
mutualidades solían asociarse entre sí, llegando a formar comunidades regionales, para
prestarse asistencia recíproca en caso de que alguno tuviera una deficiencia no culpable de
recursos, aquellas personas que integraban una mutualidad era muy importante que vieran
desatendidas sus necesidades.
Ahora bien, que los miembros tuvieran derecho a recibir ayuda de la mutualidad no significa
que esta ayuda sea condicional (tal como exige la RB): la supervisión y del control dentro de
las sociedades de ayuda mutua era permanente para que la confianza entre todos sus
miembros se mantuviera. Era habitual que las personas de baja por enfermedad fueran
visitadas con cierta frecuencia por otros miembros de la mutualidad tanto para interesarse
por su estado de salud como para minimizar la tentación del enfermo de engañar la
mutualidad (poner cuadro de RB y de mutualidad).
Una persona que ha adoptado ​actitudes individuales irresponsables ​(no ahorrar y no
contratar un seguro) y actitudes sociales irresponsables ​(romper relaciones con su familia
y no integrar ninguna mutualidad) podría ser víctima de una interrupción de ingresos que no
le permitiría cubrir ni siquiera sus necesidades básicas. Una sociedad libre sigue
proporcionando soluciones de carácter voluntario: ​la filantropía.
La filantropía sería la otra parte de la garantía social a la satisfacción de las necesidades
básicas:
La filantropía consiste en la ayuda desinteresada y unilateral que una persona le otorga a
otra por muy diversos motivos, entre ellos, la necesidad. La ayuda puede otorgarse en
dinero, en especie o en trabajo. Que la ayuda sea desinteresada y unilateral no significa que
sea incondicional: el filántropo puede condicionar la ayuda a que la persona necesitada
desarrolle ciertas actividades ejp que se reintegre en la sociedad, la filantropía constituye
una modalidad de ayuda subóptima para la persona necesitada. En la existencia filantrópica
las condiciones las marca unilateralmente el donante cuando el donatario necesita ayuda.
Las relaciones que se restablecen en la filantropía no son de tipo horizontal sino de tipo
vertical: el donante está en una posición de preeminencia sobre el donatario y el donatario
se halla en una situación de dependencia frente al donante.
Muchas personas consideran que este tipo de relación vertical es degradante para el
donatario, no trata a la persona desamparada como sujeto de derecho sino como un objeto
del servicio de las preferencias caritativas del rico filántropo. La persona que depende de la
caridad dentro de una sociedad libre lo hace como consecuencia de su propia
irresponsabilidad individual o social: son aquellas personas que no han ahorrado, que no
han contratado seguros, que han roto sus lazos familiares o que no han buscado integrarse
a una mutualidad, las que necesitaran de la caridad.
Personas que han vivido sus vidas sin asumir las cargas individuales y sociales que así han
asumido otras personas como un comportamiento más responsable y prudente, personas
que han consumido la totalidad de sus ingresos y que han mantenido un comportamiento
manifiestamente antisocial frente a su familia o frente a su comunidad. Nada de ello implica
que esas personas no merezcan una segunda oportunidad para reinsertarse dentro de la
sociedad: pero es del todo razonable que asuman a posteriori parte de las cargas que no
quisieron asumir a priori esto es que soporten las condiciones que les reclaman aquellos que
les proporcionan una asistencia que no deberían necesitar en caso de haberse comportado
más diligentemente con anterioridad.
El modo en que las personas que no han sido individual y socialmente responsables con
anterioridad pueden materializar su responsabilidad social con posterioridad es justamente
esa: aceptando las condiciones de los filántropos y sobretodo esforzándose para dejar de
depender de la filantropía.
La combinación de las garantías individuales y de las garantías sociales voluntarias tanto las
manifestadas a través de las mutualidades o de la filantropía parecen resultar más que
suficientes para garantizar las necesidades básicas de los miembros de una comunidad.
¿Qué sucedería si hubiesen circunstancias que no podrían salvaguardarse entre los citados
mecanismos? Estaría el último y más subsidiario de los niveles de la alternativa liberal a la
RB: ​la garantía social obligatoria.
Las Rentas de Inserción deben ser subsidiaria condicionadas, mínimas y reintegrables:
Primero, las rentas mínimas de inserción han de ser subsidiarias frente a todas las otras
opciones posibles de remediar las situaciones de necesidad extrema en la que se halla la
persona que merece ser socorrida.
Segundo, las rentas mínimas de inserción deber ser de inserción; es decir no son
prestaciones incondicionales, sino condicionadas a que las personas en estado de extrema
necesidad se reinsertan en la sociedad, siendo por tanto capaces de volver a cooperar de
buena fe con el resto de los ciudadanos. Las rentas mínimas de inserción aspiran a
restablecer la autonomía de las personas socorridas, no a consolidad su heteronomía.
Tercero​, las rentas mínimas de inserción han de ser las mínimas imprescindibles para lograr
ese objetivo: preservar la capacidad de agencia de las personas en un estado de extrema
necesidad mientras que se desfavorece su autosuficiencia. No sólo deben ser más elevadas
de lo imprescindible para lograr que las que permitan lograr este objetivo, sino que además
deberán tener un carácter complementario; es decir, si el individuo goza de otras fuentes
propias de renta que no permiten alcanzar el mínimo vital, las rentas mínimas de reinserción
sólo deberán de abonarse por la diferencia.
Cuarto​, las rentas mínimas de inserción han de ser reintegradas a quiénes las financien tan
pronto como sea posible.
La responsabilidad social de la comunidad para con los desamparados debe ir de la mano
de la corresponsabilidad de los desamparados para con la comunidad y ellos implica no solo
reinsertarse en la sociedad para dejar de depender coercitivamente de los demás, sino
también de devolver a la sociedad la ayuda recibida a la medida de lo posible.
Estos tres niveles de auxilio contribuyen a proporcionar una más que aceptable alternativa
de la RB para garantizar las necesidades básicas de todo individuo. La renta básica,
garantía universal incondicional.
La primera obligación social de todo ciudadano es respetar los derechos ajenos: si uno
puede evitar violarlos, aunque sea a costa de sus preferencias personales, debe evitar
violarlos. Y así mismo si uno puede sobrevivir sin RB debe forzarse por no obligar a los
demás a que se la transfieran.

Texto 4) Noguera(2000):
“La Renta Básica y el Estado de Bienestar”:
Introducción: definición y modalidad de la Renta Básica:
1) RB totalmente incondicional y universal​, como la que defienden Van Parijs o
Raventós.
2) RB incondicional y universal (pero parcial)​, respecto a su cuantía: en una primera
fase, la RB tendrá una cuantía baja, que no permitiría una subsistencia digna sin
disponer de otros ingresos y que consistiría con muchas de las actuales prestaciones
sociales. Otra modalidad de la RB “parcial” lo sería no respecto a la cuantía, sino a
los colectivos beneficiarios: pueden empezarse por pagar la RB únicamente a ciertos
colectivos más desfavorecidos.
3) RB condicional a la realización de algún tipo de trabajo(socialmente útil)
4) RB como un “segundo cheque” pagado por el Estado una vez implantada una
reducción sustancial de la jornada laboral y un reparto del empleo entre toda la
población.
La RB se plantea como un mero implementario de los ingresos salariales, para compensar la
reducción salarial debido a la reducción de jornada.
5) (Impuesto Negativo) sobre la renta. Se trata de garantizar un nivel de ingresos
mínimos (equivalente al umbral de la pobreza o a la prestación asistencial mínima) a
toda la población mediante la política fiscal: si en la declaración de ingresos se
supera ese nivel, se pagan impuestos correspondientes, sino el Estado abona la
diferencia hasta alcanzar el mínimo establecido. El NIT(implica comprobación de
ingresos)
6) (Renta Mínima Garantizada) Una unificación de todas las actuales prestaciones
asistenciales que asegura unos ingresos mínimos a la población que carezca de
ellos.
7) Medida condicional: Exige comprobación de medios y en caso de personas en
edad activa y capacidades, disponibilidad para el empleo. Su cuantía suele ser
bastante baja.
La RB: es un pago que tiene como objetivo la desmercantilización de los individuos, esto es,
que puedan sobrevivir al margen del mercado de trabajo.
Modelos del Estado de Bienestar y Renta Básica:
La introducción de una RB supone una transformación bastante radical de los actuales
sistemas de bienestar social existentes en los países capitalistas desarrollados.
Efectos: ​Estado de Bienestar, implantación de una RB, serían según la literatura al respecto:
1) La RB superaría la fragmentación entre beneficiarios de distintas prestaciones
sociales, así como los déficit de cobertura.
2) Superaría los problemas de estigmatización social.
3) No existiría ya el control de la vida privada que supone los subsidios condicionales
means-test ted.
4) Ahorraría coste de administración de las prestaciones y simplificaría legalmente la
acción protectora del Estado.
5) Haría desaparecer las “trampas”de la pobreza y el desempleo; erradicaría la pobreza
y disolvería la propia problemática del desempleo.
6) Superaría también el posible fraude en el cobro de prestaciones, ahorrando muchos
recursos en materia de inspección.
7) La RB se adaptaría mejor a los cambios sociales en curso en el mercado de trabajo,
en las formas de familia o en los estilos de vida antes los cuales las políticas sociales
tradicionales flojean.
Van Parijs, según este autor la RB debe superar las concepciones éticas clásicas del
seguro y de la solidaridad ​(los modelos bismarckiano-continental y
beveridgiano-anglosajón. La RB constituiría un tercer modelo que él llama paineano,
suponía renunciar a ciertos ingresos para pagar una renta universal, basándonos en la
“equidad” más que en el “seguro” o en la “solidaridad”.
Siguiendo a Van Parijs, el modelo bismarckiano consiste en asegurar contra la pérdida o
disminución de los ingresos y en las prestaciones son condicional a la cotización previa y a
la carencia o insuficiencia de ingresos.
Puede existir una cierta solidaridad, aunque involuntaria: lo malo de estos sistemas
contributivos es que están atados y bien atados al empleo asalariado; son redistributivos
entre los trabajadores y ello en una sociedad crecientemente dual y con un mercado de
trabajo segmentado resulta cada vez más insolidario.
El modelo bvdigiano basado en la solidaridad exige probar la falta de ingresos (es un modelo
de prestaciones ex ante). Se tiene derecho a un ingreso mínimo por el interés colectivo en
erradicar la pobreza o las necesidades extremas. Noción más fuerte de solidaridad,
intensidad mucho menor de protección y un mayor control sobre la vida de los beneficiarios
(siempre en riesgo de ser vistos como vagos subsidiados).
En tercer lugar, Van Parijs propone un modelo “paeneando”que se basaría en la existencia
de un ingreso básico (no simplemente mínimo) que no exige cotización previa ni falta de
recursos y que se conduce como la parte igual del patrimonio común que a todos
corresponden. La RB conectaría con esta filosofía. ​Van Parijs nota que los tres principios
no son totalmente incompatibles​:los discapacitados o ancianos pueden disfrutar de
transferencias específicas más allá de la RB; o determinados beneficiarios de una RB
pueden establecer sus propias Instituciones de previsión contributiva complementaria. Una
RB lo suficientemente alta permitiría endurecer las condiciones para acceder a cualquier
beneficio adicional (enfermedad, vejez,etc): tal situación estaría justificado el establecimiento
de controles para asegurar que las prestaciones adicionales fuesen realmente necesarias,
más allá de la cobertura vital que ya ofrecería la RB.
El modelo universalista-socialdemócrata de Esping Andersen también se acerca a la filosofía
de la RB, aunque sin llegar del todo a ella.
Protección pública de alta intensidad (y bastante desmercantilizadora) que alcanzaría a la
práctica totalidad de la población y no únicamente a los colectivos necesitados o sin
recursos.
El modelo de Esping Andersen tiende a oscurecer el hecho de que también en esos países
gran parte de las prestaciones monetarias responden a esquemas distributivos.
Cuanto más contributivo y continental sea el modelo, cuanto más ligado estén los derechos
al mercado de trabajo, cuanta más alta sea la reproducción pública de las desigualdades de
las rentas previas, cuanto mayor sea la interiorización de una filosofía meritocrática y
contributiva por parte de los trabajadores cotizantes, más dificultades encontraremos para la
transición hacia una RB.
Una RB supondría también un trastocamiento radical de los esquemas asistenciales de tipo
anglosajón, al establecer la incondicionalidad de la prestación como uno de sus pilares y
suprimir así la comprobación de medios.
Algunas modalidades o variantes de las RB podrían adecuarse perfectamente a un esquema
asistencial: sería el caso de las “rentas mínimas garantizadas” unificadas, o de “impuesto
negativo”sobre la renta que defendían economistas liberales como Milton Friedman.
La financiación y la cuantía de una Renta Básica en España:
La inicial perplejidad que provoca la idea de la RB está dando paso a un apreciable número
de trabajos y de expertos interesados en ella y a la aparición de la multitud de fórmula, de
financiación y aplicación de la RB en sus diversas modalidades posibles.
Con una cuantía baja y no suficientemente desmercantilizadora, las virtudes de la RB se
podrían venir literalmente abajo, incluso se podrían transformar en desventajas se daría así
lugar para un frente crítico y de rechazo que probablemente iría a fracasar el programa.
La propuesta de RB “parcial” como las de Van Parijs y Genet o Aticson pueden ser
contraproducentes si se mantienen durante un período excesivamente largo de tiempo.
El cálculo de la cuantía y de las posibilidades de financiación de una RB es una cuestión
central.
Evidentemente, la amortización de muchas de las prestaciones monetarias actuales serían
necesarias para la financiación de una RB mínimamente digna.
Prestaciones monetarias no dependiente de contribución previa (pensiones no contributivas
y asistenciales, complemento de mínimo de las pensiones, subsidios de desempleo,
subsidio del PER, renta mínima de inserción, ayuda familiar no contributiva, becas y otras
prestaciones) no tendrían ya razón de ser una vez implantada la RB.
En suma podemos concluir que en un país como España un nivel aceptable (aunque quizás
no muy generoso) de RB (que tuviese casi todos sus efectos positivos esperados) debería
alcanzar como mínimo a un tercio del PIB actual; por le contrario, por debajo del 20 o 25%
del PIB no cumplía sus funciones de evitar la asistencialización, ni constituiría una
desmercantilización suficiente. Si el objetivo de la RB fuese únicamente eliminar la pobreza,
la cuestión de su viabilidad sería irrelevante por evidente: la línea de pobreza (menos de la
mitad de la renta disponible) estaría en España en unas 45.000 pz, lo que daría una tasa del
22% para 1996; bastaría 7791.104 millones de pz( 1,08% del PIB) para erradicarla que
unidos de esta renta media de las familias pobres, pondrían a todos por encima de dicho
umbral. Pero si la RB ha de ser instrumento de libertad real para todos y de transformación
social en un sentido igualitarista es necesario ir más allá.
La RB y el problema de las prestaciones contributivas:
La transición de los esquemas contributivos a la Renta Básica:
Relación entre la RB y las actuales prestaciones monetarias del Estado:
a) que la RB amortice y sustituya solo las prestaciones asistenciales: eso llevaría con toda
probabilidad a una RB relativamente baja, a menos que se incrementase notablemente la
presión fiscal directa o indirecta;
b) ​que la RB amortice y sustituya también (total o parcialmente) las prestaciones
contributivas: en ese caso sería sin duda de cuantía superior y de efecto mucho más
redistributivos e igualitarios. Pero esta segunda posibilidad nos situaría ante algunos
problemas y objeciones que es necesario tratar con algún detenimiento.
Una transformación automática, que destinase todos los recursos obtenidos mediante las
cotizaciones a la financiación de la RB, crearía una percepción de injusticia y de falta de
inequidad entre la mayoría de los cotizantes que podrían ser inviables para la implantación
de la propuesta.
Paradoja: Amortizando las cotizaciones y prestaciones contributivas, la RB no sería viable
políticamente, pero sin hacerlo podría ser viable económicamente.
Calibrar tres estrategias distintas ante este problema. Primero, convertir simplemente las
cotizaciones en impuestos sobre las rentas del capital y del salario. Dejando aparte la
dificultad de aplicación política de esta medida, el efecto distributivo de la misma sería
mucho mayor que el de los actuales sistemas de prestaciones contributivas: los mismos
recursos, las cotizaciones de empresarios y trabajadores no financiarían ya el
mantenimiento de rentas salariales previas, sino que se distribuirían por igual entre toda la
población, incluyendo el crecimiento colectivo de excluidos o semi excluidos de la vida
laboral asalariada.
En segundo lugar, una estrategia más viable pero más “pactista” sería mantener el nivel de
prestaciones contributivas públicas complementarias a la RB. Ese nivel podría disminuir la
cuantía de la RB, así como el margen de redistribución que haría posible.
Tercera estrategia, de carácter “intermedio”, sería la de una sustitución progresiva a medio o
largo plazo de los esquemas contributivos por la RB. Por ejemplo, un sistema temporal y
provisional de compensaciones a los cotizantes durante un período transitorio de unos cinco
a diez años, durante el cual se irían bajando las cotizaciones e integrándolas con el resto del
sistema fiscal, al mismo tiempo que se van implantando la RB.
Amortizar todo nivel contributivo origina problemas difíciles de solventar sin un cierto período
de transición, más largo o más corto. El objetivo final sería la unificación de cotizaciones
sociales (que ahora agravan el trabajo asalariado) con los impuestos generales sobre la
renta y los beneficios( sobre cualquier ingreso sea cual sea su origen), eliminando el actual
sistema dual (cotizaciones e IRPF) de distribución sobre el trabajo. En este caso la RB sería
complementaria de otras prestaciones públicas que se extinguirían progresivamente y que
podría instaurarse también por fases en relación con los diferentes colectivos de la población
(empezando por los más necesitados).
Pero volviendo al problema de la viabilidad política, cabe observar que el problema lo
constituirían, sobre todo, los cotizantes actuales (que exigirían derechos adquiridos) por sus
cotizaciones y no tanto los jubilados o parados actuales.
Al ser RB individual y no familiarista, muchos hogares de pensionistas que ahora sólo
cobran una renta pasarían a cobrar dos (pongamos la del pensionista y su cónyuge o incluso
más si conviven con sus hijos u otras personas).
Muchos hogares encabezados por asalariados con ingresos bajos o medios podrían mejorar
su situación con una RB en muchos casos, la RB multiplicaría x2 los ingresos del hogar.
Todo muestra que aunque la RB sea individual, para observar realmente sus efectos sobre
la equidad y la estructura social sería deseable trabajar el nivel de hogares familiares.
En cuanto a las prestaciones por desempleo una RB alta estaría por debajo de la prestación
contributiva pero mejoraría sustancialmente las asistenciales. Con una RB más moderada la
pérdida de los beneficiarios contributivos sería no obstante mayor. El problema no lo
tendríamos tanto con los actuales beneficiarios de las prestaciones sociales, sino con los
asalariados que contribuyen ahora y con sus expectativas creadas. Además al estar más
presentes las mujeres que los hombres en los niveles asistenciales, una RB que acabase
con la contributividad disminuiría mucho las desigualdades que sufren las mujeres en el
sistema de bienestar español.
En conclusión: una RB mediana y en comparación con el sistema de prestaciones públicas
actual serían mucho más los hogares beneficiados que los hogares perjudicados. Los
perjudicados por la RB o bien tienen recursos adicionales y se podrían costear fondos de
provisión complementarios o bien para casos flagrantes, podrían establecerse alguna
compensación hasta que se extingan sus derechos.
Los individuos podrían percibir las siguientes fuentes de renta:
1) una RB universal condicional,
2) algunas ayudas públicas complementarias para situaciones especiales (invalidez, vejez,
minusvalía);
3) fondos contributivos públicos voluntarios: todo el mundo podría decidir libremente ahorrar
parte de sus ingresos para el futuro y que éste ahorro fuese administrado por el Estado con
fines públicos y de intereses social;
4) fondo de provisión complementario privado (sin incentivos fiscal y grabados);
5) salario por trabajo en el mercado;
6) otros ingresos no salariales.
La discusión de fondo:
Igualitarismo vs Meritocracia:
Oposición entre dos principios éticos distributivos distintos: entre una lógica meritocrática y
una igualitarista de distribución de recursos, en relación con las respectivas contribuciones o
aportaciones para generar esos recursos.
La lógica meritocrática apoyada por diversas razones históricas por gran parte del
movimiento obrero y sindical en su defensa a ultranza de los niveles contributivos se
encuentran hoy debilitada por el hecho de que la riqueza es cada vez más una creación
colectiva.
Gran parte de la protección social actual está ligada al trabajo remunerado,en el mercado
funciona sobre la base de criterios meritocráticos en cuanto a la distribución y el cálculo de
las prestaciones y de criterios productivistas en cuanto a la generación del derecho a las
mismas.
Los sistemas contributivos consideran un mérito lo que en el fondo es producto de los
haceres del mercado y una distribución de recursos, talentos y cualificaciones, para las que
casi nunca existen igualdad de oportunidades. Van Parijs rechaza la proporcionalidad entre
esfuerzo e ingreso cuando existen desigualdades azarosas y arbitrarias en el acceso de las
condiciones que permiten ese esfuerzo, talentos, cualificaciones, aptitudes adquiridas y en
las oportunidades materiales de realizarlas. Cuestionar la proporcionalidad entre esfuerzo e
ingreso no es para Van Parijs eliminar cualquier correlación entre ambos: incluso con una
RB alta que implica una enorme distribución el trabajo remunerado haría que el ingreso
fuese presentado positivamente, si bien de forma no es estrictamente proporcional.
El propio Estado de Bienestar se encuentra con el problema de introducir el mecanismo no
contributivos, igualitaristas sin haber resuelto primero las injusticias meritocráticas del
capitalismo, no es sólo que la RB sería más igualitarista es que probablemente sería mejor
que la situación actual incluso desde el punto de vista meritocrático. Van Parijs y Genet
también advierten que la RB no sólo rompe necesariamente con la idea de reciprocidad sino
que en la circunstancias actuales, nos acerca ,mucho más a su realización: actualmente
mucha gente( amas de casa, voluntarios, etc) trabajan sin obtener nada a cambio. La RB
nos llevaría a una sociedad más justa en la actualidad incluso visto desde el punto de vista
de la justicia, como reciprocidad según el principio de cada uno según su trabajo.
Este carácter igualitarista de la RB no es extraño que se trate de una medida fuertemente
redistributiva: igualitariza mucho las rentas, trasvasando recursos de las clases medias y
altas a las clases bajas, de los pensionistas ricos a los pobres, de los beneficiarios
contributivos a los no contributivos, de los adultos a los jóvenes y ancianos.
Incluso una RB baja tendría la ventaja de acabar con estos absurdos agravios comparativos,
igualando y racionalizando el actual(maremagnum) de medidas asistenciales y de protección
social.
Los salarios se pueden acumular a la RB. Amortizarlas podría suponer una reducción
encubiertos de los salarios, así como de discriminación arbitraria entre los trabajadores
asalariados actuales y que los que ya están jubilados, separados. Existe una sola línea de
argumentación contra este punto de vista: como ya se ha observado esa discriminación
puede no producirse si se transforman las cotizaciones en impuestos directos sobre la renta,
haciéndolo de forma progresiva y compensada durante un período de transición y en base a
la justicicación de que el empleo se ha convertido en un bien escaso y por tanto gravable.
Sustitución por una RB así financiada no sería una reducción salarial, sino una medida de
redistribución a gran escala, es una situación en que bastantes asalariados son ni mucho
menos proletarios, que no tienen mucho más que sus cadenas que perder. Este cambio de
perspectiva debería ir conectado con el reconocimiento de que hoy en día estamos ante más
desigualdades que la tradicional entre el capitalista y el asalariado. La situación de las
prestaciones contributivas por una RB implica en efecto que algunos salarios deban bajar
para que la mayoría de la población gane un mínimo de subsistencia digna.
La identificación entre necesitados y trabajadores hace tiempo que dejó de responder a la
realidad.
Conclusión: La RB supera el Estado de Bienestar tradicional en cualquiera de sus modelos
desde el punto de vista igualitarista y solidario y favorece el aumento de la autonomía
individual y libertad real.
En un contexto de crisis irreversible del pleno empleo (en que en realidad no lo fue nunca:
muchas mujeres estaban excluidas), la RB aparece como una vía de transformación lo
suficientemente atractiva como para arriesgarse a desarrollarla.
Sea la única modalidad posible de una RB: Una RB condicionada a la prestación de algún
tipo de servicio a la comunidad o al desempeño de algún tipo de empleo público o privado es
probablemente la propuesta alternativa más robusta. La RB apunta hacia el cuestionamiento
y estilo de vida consumista y productivista que domina nuestra sociedad que hacia el
reconocimiento de que el empleo asalariado se está configurando más como mecanismo de
exclusión que de integración social.
La ​RB como el Estado de Bienestar esa una medida contradictoria en el sentido marxiano
del término: subvierte la lógica capitalista sin atacar, sin salir de ella directamente; pero va a
un paso más allá que el Estado de Bienestar tradicional en su subversión, un paso
importante: otorga la libertad de vivir fuera del mercado de trabajo capitalista. Y eso
resulta decisivo.

Módulo dos: Acciones Afirmativas:


Texto 1) Velazco(2007):
“Discriminación positiva, diversidad cultural y justicia”:
Las políticas públicas conocidas con el nombre de discriminación positiva en favor de
determinados grupos minoritarios se suelen encuadrar dentro de las llamadas políticas del
multiculturalismo o de la diferencia (cfr. Wieviorka, 2004).
Resulta preciso dejar constancia desde un principio que la discriminación positiva no apunta
necesariamente a la consecución de objetivos fijados en términos culturales o identitarios.
Su práctica se enmarcaría, más bien, dentro de un proyecto político destinado a configurar
una sociedad más justa y equitativa.
La presencia de amplios grupos marginados o discriminados atenta contra valores políticos
tan elementales como la igualdad o la justicia social con los que se identifica el orden
constitucional de la mayoría de los Estados contemporáneos.
Entre las diversas iniciativas encaminadas a hacer efectivo el principio de igualdad así como
a erradicar las expresiones de discriminación social, destacan aquellas medidas que otorgan
un tratamiento preferencial en el reparto de ciertos recursos básicos a los miembros de los
grupos que han estado sometidos en el pasado a un régimen discriminatorio. Se trata de
programas diseñados específicamente para compensar a dichos individuos, así como para
eliminar aquellos efectos derivados de esta situación de desventaja que de otro modo se
perpetuarían. Los primeros programas conformados con tales criterios se idearon a
mediados del siglo XX en los Estados Unidos, momento en el que se empezaron a
implementar una serie de medidas legales en favor de minorías tradicionalmente
marginadas que recibieron el nombre de ʻacción positivaʼ (affirmative action), etiqueta que
corresponde a lo que en otros lugares se conoce como ʻdiscriminación positivaʼ o
ʻdiscriminación a la inversa’. Como respuesta a la presión ejercida por el movimiento de
derechos civiles contra la segregación racial y recibieron posteriormente la cobertura jurídica
de diversas sentencias del Tribunal Supremo estadounidense.
Los programas de discriminación positiva consisten básicamente en la puesta en marcha de
medidas que, aunque formalmente discriminatorias, están destinadas a eliminar o a reducir
desigualdades fácticas; se aplican, preferentemente, en el ámbito laboral, el sistema
educativo y la política de vivienda. Un rasgo característico de estos programas sociales y
reglamentaciones especiales es que se establecen en virtud de criterios étnicos o de género.
Las objeciones más frecuentes formuladas contra los programas de discriminación
positiva:​(1) posteriormente se revisarán las principales razones que aducen quienes
abogan por ella. (2) para luego tratar de señalar los requisitos que deberían cumplirse para
que la implementación de tales programas responda satisfactoriamente a las exigencias de
las diversas dimensiones de la justicia. (3) se hará una defensa de la discriminación positiva
condicionada a la consecución de una sociedad integrada tanto en términos sociales como
económicos (4). El marco normativo general desde el que se aborda esta cuestión responde,
por un lado, a criterios de justicia de inspiración rawlsiana (aunque sin aferrarse a la letra de
su autor) y, por otro, a intuiciones actualizadas de una tradición republicana que entiende la
asociación política como una comunidad de ciudadanos libres e iguales.
1. Cuestionamiento de la discriminación positiva
Los esfuerzos deliberados por corregir los tratos discriminatorios a las minorías raciales, los
grupos étnicos y las mujeres se tradujeron en políticas y leyes concretas diseñadas para
igualar las oportunidades de trabajar, votar e instruirse. Tales políticas públicas y normativas
legales.El resultado de importantes movilizaciones reivindicativas.Sin embargo, escasos
años después, ya en la década de los ochenta, fueron puestos en la diana y muchos
programas fueron interrumpidos, estrictamente limitados o burocráticamente saboteados.
Quienes se muestran contrarios a tales medidas esgrimen motivos variopintos.
Para quienes se muestran partidarios de una sociedad regida por el mérito personal como
máximo criterio de justicia, la inadecuación de la discriminación positiva no podría ser mayor.
En esta dirección, una objeción tópica es la formulada por Giovanni Sartori (2003, 51) con
total sencillez y contundencia: «La discriminación consiste en favorecer o desfavorecer
injustamente a grupos de personas basándose en cuestiones que son ajenas a sus méritos
y habilidades». Por su parte, los liberales de carácter más conservador y radical, los
llamados libertarios, sostienen que las tentativas de rectificar legalmente las circunstancias
desiguales conducen «inevitablemente, como en una pendiente resbaladiza, a la
intervención social opresiva» (Kymlicka, 1995, 174). Se muestran convencidos de que los
poderes públicos no deberían intervenir para corregir las desigualdades sociales: el respeto
por la igual libertad implica que todos los individuos en la sociedad deben pasar por las
mismas pruebas.
Particularmente incisivas son aquellas que denuncian los controvertibles argumentos
utilitaristas con los que los defensores de esas políticas tienden a silenciar el quebranto de
derechos que algunos individuos han de padecer por el hecho de pertenecer a la mayoría
social, incluso aunque ellos mismos sean miembros marginales de la misma.
Ronald Dworkin, este comprometido filósofo del derecho señala que el mayor riesgo de tales
prácticas estriba en que lo que se inicia de forma localizada y temporal acabe convirtiéndose
en un modo de proceder permanente y extensivo (y que además sea interiorizado por los
beneficiados como derechos adquiridos), contraviniendo así su razón inicial, que no era otra
que la superación de toda clase de discriminación.
La negación de derechos a algunos individuos, incluso, a grupos enteros, puede resultar una
fuente de utilidad para el conjunto de la sociedad, siguiendo la famosa distinción de John
Rawls (1996, 79-85) no es necesariamente irracional desde el punto de de vista del cálculo
de utilidad colectiva, aunque sea algo profundamente irrazonable desde el punto de vista de
la justicia o de la distribución equitativa e imparcial de bienes y derechos. Semejantes
argumentos son los que mueven a Dworkin a admitir la discriminación positiva tan sólo bajo
severas condiciones.
2. Razones en favor de la discriminación positiva
En la medida en que la discriminación positiva institucionaliza un trato preferencial y, en
definitiva, una forma de discriminación que infringe el principio general de igualdad de trato,
requiere un especial esfuerzo de justificación, pues la carga de la prueba indudablemente le
corresponde a quienes abogan por ella. ​Las políticas de discriminación positiva tienen
como objetivo prioritario atender a una razón de estricta justicia​: •eliminar el daño
injustamente inferido a un determinado grupo social. •Una segunda finalidad, derivada
igualmente de la idea de justicia, sería compensar a los miembros de grupos específicos por
las consecuencias de la discriminación de la que han sido objeto en el pasado y en el
presente en los distintos ámbitos de la vida social: en la escuela, los servicios públicos, la
distribución de la vivienda, la presencia en los medios de comunicación y, particularmente,
en el mercado de trabajo (atendiendo así la dimensión retrospectiva de la justicia).
Compensar las injusticias percibidas de exclusión y negación del reconocimiento. •Una
tercera finalidad, complementaria con las anteriores, sería lograr mediante tales
compensaciones una igualdad de oportunidades real y no meramente formal para esos
grupos que se han encontrado o se encuentran infrarrepresentados en los puestos decisivos
de la sociedad y, en consecuencia, han estado o están en una situación de subordinación
(atendiendo ahora a la dimensión prospectiva de la justicia).
Las estrategias argumentativas empleadas para justificar exhiben generalmente dos
modalidades diferentes, que en los debates públicos suelen esgrimirse conjunta o
alternativamente: se tratan o bien de argumentos de carácter retrospectivo o bien de
argumentos de carácter prospectivo.
Los argumentos de carácter retrospectivo inciden en que las medidas de trato preferente
deben ser consideradas como una compensación por daños indebidos recibidos en el
pasado, que suponían graves violaciones del principio de igualdad de oportunidades. Por su
parte, los argumentos de carácter prospectivo defienden tales medidas en virtud de sus
consecuencias supuestamente buenas al contribuir a equiparar oportunidades, así como a
socavar los estereotipos raciales y sexuales​.
La discriminación positiva suele ser presentada como medidas tendentes a solventar una
discriminación histórica, a reparar o a compensar alguna injusticia profundamente arraigada
en las actitudes, comportamientos y estructura de una sociedad, de modo que determinados
grupos menos favorecidos se ven forzados a competir en continua desventaja.
Mediante la concesión de oportunidades especiales en favor de los colectivos en desventaja
yendo, más allá de la igualdad de oportunidades aparentemente neutral se trataría de
superar una situación de desigualdad fáctica que la mera igualdad formal no puede alterar:
«Hay que admitir que no basta con garantizar la igualdad en los derechos por encima de la
diferencia racial para conseguir una igualdad efectiva, entre otras razones porque hay una
desigualdad heredada, que impide hablar de igualdad en el punto de partida y exige un trato
desigual, es decir, medidas de discriminación positiva» (De Lucas, 1994, 192). Los
programas específicos de discriminación positiva pretenden romper con esos mecanismos
que perpetúan la transmisión hereditaria del capital económico, cultural y social entre
generaciones y que impide el acceso igualitario a los bienes sociales.
El mero hecho de no corregir las situaciones de subordinación contribuye a su reproducción.
3. ¿Reconocimiento o distribución? Discriminación positiva y dimensiones de la
justicia
La puesta en marcha de programas de discriminación positiva denota el seguimiento de una
política oriendada a la erradicación de las desigualdades de oportunidades que padecen
determinados miembros de una sociedad y, en esa misma proporción, indica la observancia
de una política muy contrapuesta a la ausencia de medidas que caracteriza habitualmente al
liberalismo, que en gran medida no es sino un universalismo abstracto a la defensiva y, en
definitiva, un discurso impotente en la práctica a la hora de hacer retroceder la injusticia
social.
Sin embargo, de esta tradición de pensamiento político surge una grave impugnación de la
discriminación positiva, a saber: en nombre del principio de igualdad republicana se afirma
que en el espacio público no hay el menor lugar para las minorías, pues en él sólo debe
haber individuos libres e iguales en sus derechos. Formulada de otra manera, esta objeción
invoca una condición elemental de la justicia social: disponer de un escenario
jurídico-político unificado en el que todos los individuos sean iguales ante la ley y estén
sometidos a los mismos criterios generales.
Con todo, esta objeción afectaría, a decir verdad, más a la consideración de la
discriminación positiva como instrumento de una política del reconocimiento de las minorías
inspirada por el multiculturalismo que a su consideración como herramienta de redistribución
de los recursos sociales.
Corrección política, son cada día más quienes desde tribunas progresistas alzan su voz en
favor de la revisión de los programas de discriminación positiva. Denuncian que unas
políticas bienintencionadas, eso sí, rehabiliten, alimenten e institucionalizan una noción
científicamente tan sospechosa y políticamente tan perniciosa como es la de la división de la
humanidad en razas y géneros. El uso de nociones biológicas favorecería, por un lado, la
reactualización del antiguo sistema de separación por razas y contribuiría, por otro, al
empobrecimiento de la noción de diversidad cultural.
En ningún caso deberían pasarse por alto las posibles consecuencias fatales de aplicar el
factor étnico o de género pensando ingenuamente que siempre va a ser tenido en cuenta
sólo para beneficiar a las minorías en desventaja: nada ni nadie nos garantiza
desgraciadamente que, en manos de un grupo de ideología racista en el poder, el sistema
de cuotas no fuera empleado precisamente en contra de esas minorías.
4. La discriminación positiva en el marco de una sociedad integrada
Las políticas de discriminación positiva, que pueden darse por plenamente legitimadas
invocando una interpretación integral y no formalista del principio general de igualdad,
pueden ser, objeto de usos instrumentales ajenos a su planteamiento original y de este
modo pueden ser puestas en entredicho. Esto es lo que sucede cuando se las presenta
como un medio para mantener la identidad cultural de determinados grupos minoritarios.
Situar un conflicto de intereses en el nivel de la identidad desplaza a menudo la controversia
a un plano mucho más intangible, no exento de emociones: dentro de los conflictos sociales,
los conflictos de identidad quizás sean los más difíciles de resolver, pues las diferentes
partes implicadas tienden a insistir en la naturaleza no negociable y no argumentable de sus
respectivas reivindicaciones.
Un grupo minoritario, esto es, un grupo candidato a reclamar derechos diferenciados en
función de grupo, debe poseer al menos dos rasgos que lo caracterice como tal: ser una
ʻminoría estructuralʼ esto es, que en virtud de sus características constitutivas está destinada
a ser minoría incluso después de que sus miembros hayan ejercido sus derechos
individuales al máximo de sus posibilidades y ser un ʻgrupo (injustamente) oprimido. Si no
fuera así, no podría decirse que un grupo minoritario sea una minoría estructural
injustamente oprimida (cfr. Offe, 2004, 194-195).
Dicho de otro modo, esos grupos son el resultado de una definición política, un acto que no
es inocuo en sus consecuencias, pues divide a la población de un Estado.
A esta circunstancia, con las indeseables consecuencias ya señaladas, se le une además el
hecho de que la asignación de derechos especiales bien sea como privilegios legales o
exenciones de deberes en función de grupos implica admitir un fuerte estatus
cuasi-corporativo: los individuos se insertan en un determinado grupo y el grupo, en cuanto
que cuerpo colectivo, se erige en el destinatario de tales derechos.
La aplicación de medidas de discriminación positiva debería estar siempre supeditada al fin
superior de la consecución de una sociedad integrada tanto en términos sociales como
económicos.
Con el objeto de impedir que la concesión de determinados derechos especiales, por muy
justificados que estén, dé lugar a una dualización de la sociedad o incluso a un
irreconciliable desgarramiento del demos, resulta conveniente determinar alguna cláusula de
expiración de tales derechos o al menos un procedimiento de revisión.
Es preferible otorgar un reconocimiento legal a las diferencias basadas en la cultura, en la
identidad de los grupos y comunidades, pues ello supone, en gran medida, volver a la época
de los privilegios y las desigualdades.

Texto 2) Cristina Palomar(2017):


“La figura de la víctima: límite de la acción afirmativa”:
Las acciones afirmativas son medidas que suelen producir en la opinión pública dos fuertes
reacciones contraproducentes: son muy bien recibidas por el sector al que se busca
beneficiar, y son mal recibidas por quienes están en contra del carácter populista que tienen
estas medidas de trato preferencial y compensatorio. Quienes las promueven como formas
de combatir la discriminación, asumen la postura de que son buenas en sí mismas y, por lo
tanto, que hay que convencer s ls opinión pública de que se trata de políticas de la igualdad
que convienen a todos.
Entendemos a la acción afirmativa como un mecanismo congruente con el paradigma de la
modernidad, el cual sostiene la ilusión de lo unitario , lo sólido y lo durable, y que dibuja un
escenario propio de las identidades igualmente sólidas, como reflejo del Yo moderno; desde
ese paradigma, ls discriminación es una reacción lógica e igualmente moderna: se
discrimina a todos aquellos que sean tal o tal cosa, de manera esencial, sólida y compacta:
negros, mujeres, gays, pobres. La acción afirmativa se basa en la idea de que esas
identidades están en desventaja frente al ideal moderno de la igualdad de derechos y tiene
como objetivo no solamente correguir esa desventaja, sino reparar los daños producidos por
la desigualdad y resarcir a las víctimas de la discriminación. No se busca replantear la
manera de entender la diferencia que funda la discriminación, sino que esta es forzada con
la acción afirmativa al proveerla de mecanismos especialmente diseñados para los grupos
diferentes. Viva la diferencia, que así se refuerzan las identidades.
Las acciones afirmativas para las mujeres:
La acción afirmativa, en relación con un sector social específico: las mujeres.
El nacimiento de estas medidas es claramente un producto de la tradición democrática
norteamericana.
En 1968 se formalizó en Estados Unidos el Decreto de Ley que prohibía la concesión de
contratos federales a empresarios que ejercen cualquier tipo de discriominación respecto a
las mujeres, y establecía líneas concretas para asegurar la representatividad de las minorías
en todos los puestos de trabajo y en todas las categorías de la organización y de carrera.
Dicho decreto se consideraba una acción afirmativa y estaba basado en la convicción de
que, lejos de comprometer el principio de igualdad, esta medida era parte esencial del
programa para llevar a cabo dicho principio.
En la Convención sobre la eliminación de todas las formas de dicriminación contra la mujer
(documento aprobado en 1979 por la Asamblea General de Naciones Unidas), se define en
su artículo cuarto lo que se entiende por este concepto, adelantándose a una de las
objeciones más usuales que se plantean a éste: “la adopción de medidas especiales, de
carácter temporal , encaminadas a acelerar la igualdad de hecho entre el hombre y la mujer,
nunca puede considerarse un acto discriminatorio respecto al hombre”(ONU,1979).
Es así como el gobierno de Noruega, en su documento Equal status between men and
women (​ 1983), explica que la igualdad en el estatus social entre el hombre y la mujer no se
logrará solamente con la prohibición de los tratos discriminatorios, sino que se vuelven
necesarias medidas para corregir la diferencia existente que den ventajas en determinados
campos a las mujeres, ​con lo que incorpora a las acciones afirmativas como tales
medidas.
Algunos años después, ​el Comité para la igualdad del hombre y la mujer del Consejo de
Europa,​ define la acción afirmativa como: ​“una estrategia destinada a establecer la
igualdad de oportunidades a través de medidas que permitan contrarrestar o corregir
aquellas discriminaciones que son el resultado de prácticas o de sistemas sociales.
Se trata de medidas que van más allá del control de la aplicación de las leyes de
igualdad, puesto que su finalidad es poner en marcha programas concretos para
proporcionar a las mujeres ventajas concretas.”​(Osborne,1995:301)
La acción afirmativa ha sido relacionada con recuencia por el campo laboral, los primeros
años de aplicación de estas medidas se consideraba el ámbito que más urgentemente
requería la atención de la discriminación femenina, esta estrategia también se ha aplicado
en otros campos como: la formación profesional, la salud, la información y la participación
política.
Las acciones afirmativas han implicado la generación de un movimiento social para
obtenerlas, como en Italia, en donde tuvo lugar la campaña “Vota mujer” de la Comisión
Nacional para invitar y convencer a la ciudadanía a elegir como candidata a una mujer de las
incluidas en las listas de los partidos políticos.
En América Latina, la principal medida afirmativa formal que se ha promovido para avanzar
en la equidad de género, es el sistema de cuotas que, desde los años noventa, la mayoría
de los países han adoptado para promover la participación política de las mujeres. Han
surgido en los últimos años otras acciones afirmativas para las mujeres sobre todo en
relación con el tema de la seguridad y de la violencia, desde autobuses o carros de metro
especiales, hasta silbatos “contra el acoso” o leyes e instancias legales para su protección,
sin que estas agoten las distintas medidas especiales para las mujeres que han surgido en
relación con lo que se considera necesidades especiales derivadas de la condición
femenina.
El tema de la violencia contra las mujeres. En nuestro país(LA TIPA ES MEXICANA), este
grave tema ha sido planteado como un aspecto del más amplio fenómeno de discriminación
de este sector de la población.
Como parte de dichas medidas tomadas en nuestro país se aprobó la Ley General de
Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia(Congreso de la Unión de los Estados
Unidos Mexicanos,2007).
La violencia contra las mujeres y las medidas para combatirla:
Las muertes violentas de mujeres vinculadas con el género, suceden en todas las
sociedades, a veces como resultados de prácticas culturales naturalizadas y también
como resultado de diversas situaciones de conflicto​. Entre algunas causas de dichas
muertes, se encuentran los crímenes cometidos en contextos de conflictos armados, pero
también están los asesinatos en el nombre del “honor” o en conexión con acusaciones de
brujería, resultados de algunos ​valores culturales.
Muertes debidas a abortos mal practicados y/o clandestinos; las muertes derivadas de
prácticas dañinas para la salud, como la abolición genital o las cirugías y otros
procedimientos estéticos; las muertes vinculadas al tráfico humano, cn el narcotráfico, con el
crimen organizado y con las actividades de pandillas, así como por pactos deliberados de la
omisión por parte de los Estados. ​Se entiende el asesinato como el último eslabón de
una larga cadena de violencia contra las mujeres y las niñas.
Marcos normativos para erradicar la violencia contra las mujeres, hemos logrado establecer
el discurso global en torno a este fenómeno está marcado, en lo general, por los siguientes
rasgos: su consideración como grave pandemia; la falta de datos claros, útiles y confiables
para medir con precisión el problema; y las discusiones en torno a los términos con los
cuales hay que referise a este.
Se hablaba de expresiones que formaban parte de un continuum de vilencia sexual
sistemática hacia las mujeres, que tenía en un extremo el menosprecio y en el otro, el
asesinato.
Se partía de la consideración de las mujeres como clase promida y de la sexualidad como la
base de dicha opresión, tambié se asumía que la supremacía masculina se basaba en el
poder de los hombres para tratar a las mujeres como objetos sexuales, localizada en los
orígenes de la especie como la violación.
Los hombres son el enemigo de las mujeres contra el que hay que luchar para lograr un
mundo mejor, y en esa lucha es fundamental modificar las leyes y recurrir a los tribunales.
Se desató en Estados Unidos un fuerte ánimo de censura que restringía la libertad sexual y
que convocaba a la guerra entre los sexos, muy coherente con la ética puritana propia de la
cultura norteamericana hegemónica; y, aunque muchas feministas liberales protestaron, los
planteamientos restrictivos fueron afirmándose en muchos campos de la vida social hasta
desembocar en acciones tales como nuevas y detalladas formas de definir fenómenos de
violencia, la aparición de nuevos delitos, entre los cuales el más importante fue
probablemente el acoso sexual, configurado a partoir del viejo concepto de abuso de
autoridad. Definía de esta manera el nuevo delito: “un comportamiento no deseado, verbal,
no verbal o físico, con connotación sexual, que intenta atacar la dignidad de una persona,
creando una situación intimidatoria, hostil, degradante, humillante u ofensiva”.
Posteriormente aparecieron otros delitos como: “acoso moral”; “traumatismo interior “;
“sufrimiento psicológico”; “violencia moral y psicológica”. Por reglamentar, prevenir, castigar
y controlar la violencia contra las mujeres, fenómeno que, empezó a tornarse tan
ampliamente abarcador, tómo muy rápido proporciones apocalípticas.
Según este informe, los países europeos con mayor porcentaje de mujeres víctimas de
violencia son los nórdicos.
Estos resultados ocasionaron fuertes reacciones entre algunos ciudadanos europeos;
algunos dudaron de la veracidad de las cifras y otros cuestionaron qué es lo que realmente
se consideró como violencia, además de preguntarse si la perspectiva de la encuesta
encajaba con el contexto europeo.
En los países nórdicos hay una mayor expectativa de equidad de género y que, por lo
mismo, hay una mayor sensibilidad frente a la violencia de género, y más tradición en
denunciarla, lo cual puede conducir a un registro sesgado de los datos.
Una medida especial que llegó para quedarse​:
Partiendo de los textos Palomar Verea y Krook identifique desventajas de las
políticas de acción afirmativa para las mujeres.f
En este contexto, la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia,
aprobada en el 2007 en el poder Legislativo de México.
Evidentemente esta ley no fue fruto del gobierno que la aprobó, sino el resultado local de un
proceso largo de impacto global de ciertos sectores del movimiento feminista internacional y
de un largo camino de acciones realizadas anteriormente por las feministas mexicanas.
Provocó también una fuerte reacción y numerosas críticas en la opinión pública general.
Algunos especialistas en Derecho señalaron diversos errores técnicos en su diseño, así
como el riesgo de que no tendría ningún futuro en la práctica real de la justicia debido a sus
debilidades y ambigüedades.
El geminismo mexicano llegó a reconocer que la ley tenía muchas incosistencias e
incogruencias, aunque se le reconocía un importante valor en tanto que era una manera de
enviar un contundente mensaje a la sociedad acerca de lo inaceptable que resulta la
violencia contra las mujeres. Se consideraba indispensable en tanto acción afirmativa
largamente propuesta: se tomó tanto como una medida temporal que buscaba el tratamiento
igualitario de las mujeres en las leyes mexicanas a mediano plazo, como un instrumento
legal preferencial.
La ley aprobada mostró pronto que tenía implicados diversos problemas serios en su
formulación, entre los cuales resaltaremos dos por considerarlos los más
importantes: por una parte, el texto legal mostraba la misma imprecisión en la concepción
de lo que debe entenderse por violencia que se ha señalado en la manera de referirse a este
fenómeno en otros contextos. En dicho texto, aunque parecen distinguirse “tipos de
violencia” (psicológica, física,y patrimonial, económica sexual) de las “modalidades de
violencia” (familiar, laboral, docente, hostigamiento sexual, acoso sexual, en la comunidad,
institucional y femicida), no se discriminan ni categorizan los criterios de inclusión y
exclusión de los fenómenos que son considerados como parte de la violencia. Estos últimos
abarcan tanto la negligencia, en abandono o el descuido reiterado, las conductas misóginas,
el homicidio y otras formas de muerte violenta de las mujeres, como la percepción de un
salario menor por igual trabajo en un mismo centro laboral, el hostigamiento sexual a través
de conductas verbales relacionadas con la sexualidad y “de connotación lasciva”. Todas
estas acciones aparecen dentro del mismo gran saco “la violencia contra las mujeres”
definida en general como “cualquier acción u omisión, basada en el género, que le cause
daño o sufrimiento psicológico, físico, pátrimonial, económico sexual o la muerte tanto en el
ámbito privado como en el público”.
Una definición tan general como esta explica que se haya llegado a afirmar que hasta el
95% de las mujeres han sido víctimas de dicha violencia: es difícil imaginar a alguien que no
haya estado, por lo menos en alguna ocasión, pero eso no hace que todas sean “violentas”
ni que se debe a que son mujeres, aunque sean ellas quienes la hayan padecido. Se hizo
obvia la necesidad de precisar los criterios que configuraban el fenómeno de la violencia en
contra de las mujeres, así como ampliar la discusión acerca de las formas para combatirlo.
Habría que ponderar si la única manera de hacerlo es con acciones afirmativas, con la
creación de leyes e instituciones que vigilen su cumplimiento, ya que estos mecanismos
podrían tener algunos efectos perversos.
Esta definición establece una clara equivalencia entre la mujer y la víctima, lo cual produce
un efecto de sentido bastante serio, ya que sustancializa la figura de la víctima en las
mujeres y, por lo tanto, implica una generalización del victimismos y la automática
culpabilidad masculina. Además de considerar si la misma existencia de tal ley no abandona
a la reproducción de un imaginario adverso al objetivo perseguido. Nos referimos al
imaginario que presenta a las mujeres como débiles e impotentes, como incapacitadas para
reaccionar frente a quienes buscan someterlas, en tanto se refuerza la representación de
éstas en tanto víctimas-carentes-de-todo, que necesitan ser tuteladas y protegidas.
Las mujeres, son puestas en una posición en la que renuncian a asumir su propia
capacidad de acción y protección para poder cumplir cabalmente con la “calidad de la
víctima”, con lo que quedan despojadas de su capacidad de agencia​.
El aspecto “positivo” de tal acción afirmativa se torna así en un factor negativo ya que, lejos
de ampliar los márgenes de libertad y de participación de las mujeres, y de su plena
inclusión en todos los ámbitos de la vida social, ​la mencionada ley consolida una
diferencia pensada como incapacidad y encapsula a las mujeres en la figura de las
víctimas, tan sobrecargada y central en el escenario público en los últimos tiempos.
El lado oscuro de la posición de la víctima:
Es posible decir que ser víctima es ser “una persona” que se encuentra en una posición
indeseable: será sacrificada, está en riesgo, padece daño o muere.
Gati(2016) afirma que ser víctima se ha tornado, inclusive, una posición deseable; este autor
evoca algunos ejemplos de individuos que han pretendido asumir la identidad de víctima
(desapariciones políticas en Argentina, de los campos de concentración nazi) con la finalidad
de tener, no solamente compasión, sino visibilidad política y reconocimiento.
La posición de la víctima produce cierta seguridad respecto al lugar que le corresponde a
uno, es decir, a quien es uno/a es, al establecer una distancia entre quien la ocupa y quien
no está ahí.
La autora retomó algunos estudios feministas que situaban los delitos contra las mujeres en
relación con el control de este sector social y señaló que la consecuencia más seria de
dichos estudios fue su participación en la construcción social de las mujeres como víctimas .
“Las mujeres pasaron de la cosificación como propiedad masculina a la recosificación como
víctimas”(Madrid,op.cit:107)
Las mujeres como víctimas tienen un gran impacto en la vida de las mujeres y hombres,
contribuyendo al miedo, a la delincuencia en las mujeres y a las limitaciones que esto pone
en su vida.
Las mujeres son blancos fáciles de la violencia, son vulnerables, necesitan la protección
masculina y deben limitar sus comportamientos y actividades para que “no pase nada malo”.
También aprendemos que las calles son peligrosas y el hogar es seguro, aunque en realidad
es muy diferente.
Las representaciones de la víctima en los medios de comunicación coinciden con las
imágenes hegemónicas y amantes de la familia, de manera que “la víctima digna de
aparecer en los titulares es porque es una buena persona”. En relación con la
representación de las mujeres como víctimas en los medios afirma que: Estas
representaciones no sólo hacen que las mujeres tengan más miedo que los hombres; nos
llevan a creer también que las mujeres tienen el monopolio de la sumisión y los hombres el
de la agresión, que los hombres tienen el control de las calles mientras que las mujeres
deberían volver al hogar, que en realidad, es donde más probablemente sufrirán asalto.
Gamez y Nuñez(2013) plantearon que la cada vez mayor visibilidad de la violencia de
género en los medios de comunicación, se construye el fenómeno de la victimización de la
mujer, que lleva implicada la idea de indefensión de las mujeres frente a la violencia y que
conduce a restringir la posibilidad de que estas se afirmen como sujetos de transformación
social y política.
La figura de la mujer como víctima se ha reedificado, con el efecto suplementario de
presentar el sufrimiento femenino como algo ajeno y, así, produciendo dificultades para que
los espectadores/as asuman cualquier compromiso político.
¿Qué tanto se podría tolerar que las mujeres sean “tan iguales” como los varones, es decir,
que dejen su lugar de víctimas, considerando que este mantiene la distancia de la diferencia
que separa a hombres y mujeres? ¿no sería demasiada la proximidad y, por lo tanto,
imposible su consideración en tanto sujetos no vulnerables?
Esta idea significa que para amar a las mujeres hay que reforzar su posición de mujeres. Y
si ser mujer es ser una víctima, tanto mejor, ya que entonces se asegura su posición
desventajosa y lastimera , no solamente en una confrontación entre los sexos, sino también
entre las mismas mujeres.
“La creación de una (mujer como) víctima sirve para crear jerarquías de mujeres: son pobres
mujeres , sobre las que nos sentimos superiores, marcando así una distancia social entre
“ellas”, a las que tratamos de forma maternalista, y “nosotras”, que nos creemos en posesión
de la verdad que a ellas concierne”.
Cuando no se puede ser más que víctima:
Gatti, señala que hasta hace algunos años , eran víctimas solamente quienes sufrían lo que
el autor llama “violencias trascendentes”, es decir, los perseguidos políticos o los que sufrían
genocidio, figurar cercanas a los hérores o mártires, en tanto que alimentaban el imaginario
de las narrativas nacionales como figuras extraordinarias. Sin embargo, eso ha cambiado en
nuestros días hasta el punto de que este sustantivo (víctima) se ha hecho común y ordinario;
tanto que ahora la víctima es un personaje central de la vida social contemporánea.
Ley de Víctimas(Cámara de Diputados del H.Congreso de la Unión,2013), esa nueva ley ha
dado a luz un fenómeno insólito cada vez más extendido: el deseo de ser víctima. En tanto
que esta “calidad” otorga reconocimiento, ayuda a salir de la invisibilidad social y colectiva, y
permite existir a quienes, desde otras categorías raramente resultan aludibles, ser víctima se
ha convertido hoy por hoy en una identidad apetecible. Gatti plantea que “hoy, ser víctima es
nada más y nada menos que una vía de acceso a la condición de ciudadano”.
Se produce la confusión de la política de la ciudadanía con la política de las identidades . Tal
escenario, aquellos a quienes no se les reconoce, o aquellos que no reconocen en sí
mismos la sustancia o atributos que supuestamente otorga la ciudadanía, son discriminados
y quedan excluidos del acceso a esta, lo cual conduce a la necesidad de buscar en el
catálogo disponible de las identidades al uso otra posibilidad que permita participar en el
ámbito público con mayor éxito que él tendió a partir de lo que dentro de la elección de la
paradójica identidad de la víctima, que en los últimos tiempos ha demostrado un enorme
potencial para dar visibilidad a quienes la asumen, para el reconocimiento de sus derechos y
hasta para la obtención de recursos. Se trata de una identidad que desborda las
características subjetivas de los actores ya que ofrece un lugar colectivo que trae aparejada
la garantía automática de los derechos ciudadanos y que en nuestro país asegura, entre
otras cosas, “asistencia, protección, atención, verdad, justicia, reparación integral, debida
diligencia y protección”.
Conclusiones:
El tema de las identidades no puede dejarse fuera de la discusión en torno a las acciones
afirmativas. En tanto que estas medidas se basan en el reconocimiento de las diferencias,
no solamente las reconocen, sino que las solidifican, con la complicación suplementaria de
operar como si la diferencia fuera parte de aquello que se discrimina y no entendiendo que
la diferencia más bien está en las estructuras mentales que se aplican al mundo para
entenderlo. Es decir, somos nosotros quienes sembramos la diferencia en un mundo social
caracterizado por la diversidad, para ordenarlo: establecemos líneas a partir de nuestros
esquemas mentales, construimos categorías, establecemos diferencias, ​DISCRIMINAMOS.
El paradigma de la modernidad se ha desgastado y ha dado paso a lo que se ha llamado la
“tercera modernidad” o ”modernidad líquida”, en la que ya no reina el Estado, figura central
de la segunda modernidad o modernidad sólida, sino que ​ES EL MERCADO EL QUE
REGULA LA VIDA SOCIAL. ​Dice Bauman(lo amamos) “Lo que se ha roto ya no puede ser
pegado. Abandonen toda esperanza de unidad, tanto futura como pasada, ustedes, los que
ingresan al mundo de la modernidad fluida”. En el nuevo escenario se sigue buscando la
identidad en una “lucha constante por detener el flujo, por solidificar lo fluido, por dar forma a
lo informe”. ​Las identidades son ahora volátiles e inestables, y la libertad se entiende
como la capacidad de “ir de compras” en una tienda que ofrece identidades que se
pueden elegir y mantener el tiempo que uno quisiera; la fantasía es que hay libertad para
hacer y deshacer identidades a voluntad. La lógica consumista de la modernidad líquida ha
penetrado las identidades que también han tornado líquidas, en concordancia con las
mercancías de nuestros tiempos: son efímeras y perecederas, circunstanciales y
“asociativas”.
Las características de la modernidad líquida nos llevan a pensar que el fenómeno de la
discrminación que vivimos en ese contexto es también igualmente líquido, han cambiado las
expresiones de la discriminación al parejo que se han licuado las identidades, de tal manera
que en la modernidad líquida parece que ya no se discrmina a las identidades, sino a las
prácticas, tales como el uso drogas, el portar tatuajes, etc.
La acción afirmativa, responde al paradigma de la modernidad, en el que las
identidades son sólidas y fijas, por lo que las nuevas coordenadas de la vida social
parecen requerir el tránsito da otro paradigma, y, por lo tanto, a inventar otras
medidas más flexibles que protejan a las prácticas de la discriminación y se desliguen
de las identidades y de sus particularidades o diferencias​.
Consideramos importate reformular la visión que se produce a traves de la ​narrativa
cultural sobre la violencia contra las mujeres para transformar el mensaje subliminal, que se
transmite tanto a ellas como a la sociedad en general, al compartirlas a todas en un mismo
cintingente y al equipararlas con la figura de la víctima. Habría que buscar más bien ir hacia
la producción de una representación alternativa de las mujeres como sujetos de plenos
derechos más allá de las identidades de género, como ciudadanas con el poder de
apelar a la condición de ciudadanas sin tener que recurrir a la necesidad de asumir la
posición de victimas para lograr esos derechos.
Exigir ciertamente, el empleo de toda la fuerda del Estado para que vigile, al margen de toda
diferencia de sexo, de raza y de condición social, el cumplimiento de la ley y la priotección
de los derechos de todos. Pero no solamente para defender a las mujeres de los varones,
sino para garantizar que lo que funcione sea un Estado de Derecho​, con todo lo que eso
implica.

Texto 3):Rita Laura Segato:


“Racismo, discriminación y acciones afirmativas:herramientas conceptuales:”
Convención Internacional para la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial.
La CERD define la discriminación racial como “cualquier distinción, exclusión, restricción o
preferencia basada en raza, color, descendencia u origen nacional o étnica que tenga el
propósito o el efecto de anular o perjudicar el reconocimiento, gozo o ejercicio en pie de
igualdad de los derechos humanos y de las libertades fundamentales”.
RACISMOS
1. Esferas del acto racista
Un primer deslinde se refiere a la diferencia entre racismo como prejuicio o como
discriminación. Prejuicio es una actitud racista de fuero íntimo, de la intimidad, de las
convicciones personales generalmente al respecto de personas no blancas, en tanto que
discriminación es el efecto que esa convicción personal en la esfera pública, la exclusión
que resulta como consecuencia, consciente y deliberada, o no, de los miembros de la raza o
grupo humano considerado inferior de recursos, servicios y derechos disponibles en el
espacio público. El prejuicio racial, para existir, necesita y se alimenta de la diferencia, es
decir, de la producción de otredad a partir de trazos visibles que puedan ser fijados como
indicación de otras – supuestas- diferencias no visibles. En otras palabras, el prejuicio se
nutre de la constante notificación del prójimo.
La discriminación, consiste en ofrecer oportunidades y tratamiento negativamente
diferenciados a las personas sobre las cuales recae el prejuicio racial, lo que acaba por
restringir su acceso al pleno usufructo de recursos, servicios y derechos. El tratamiento
diferenciado negativo puede reducirse simplemente a no actuar, es decir, a no realizar
ningún gesto de atención específica con relación a una persona que necesita de esta
atención, mientras sí se dispensa esa atención a personas del grupo no discriminado.
2. Las víctimas de Racismo
Es posible hablar de tres tipos de destinatarios del prejuicio y de la discriminación racista
2.1. Aquéllos que conjugan una diferencia racial. Se trata, entonces, de un grupo
étnico-racial discriminado.
2.2. Pero también existen aquellas personas que exhiben trazos raciales como color de piel,
tipo de cabello, formato de los labios y de la nariz, etc. pero sin necesariamente ser
portadoras de un patrimonio cultural diferenciado.
2.3. Finalmente, personas pertenecientes a pueblos marcados por el cultivo y la transmisión
de un patrimonio cultural idiosincrático y conductores de una trama histórica que reconocen
como propia pero que, debido a un antiguo proceso de mestizaje, no necesariamente
exhiben trazos raciales que las distinguen de la población de su región o nación.
Categoría históricamente formada, para los iberoamericanos la raza es una condición de
marca, es decir, visible, un dato de la apariencia física, en tanto que en los países
anglo-sajones es una condición dada por el origen, o sea la descendencia y el grupo
familiar.
En el caso de la etnicidad, es muy importante entender la diferencia entre dos tipos de
identidad étnica: por un lado, la identidad de pueblo separada de otros grupos étnicos y de la
sociedad regional y nacional blanca por una frontera que se fue constituyendo desde
tiempos prehispánicos y a través de los períodos colonial y nacional.
Alteraciones históricas. Por otro lado existe un tipo de identidad constituida a posteriori, a
partir de la referencia a un sufrimiento común causado por la discriminación y de la
necesidad de concebir estrategias para la superación de ese sufrimiento y la eliminación del
racismo que lo inflige. Hablamos, en este caso, de identidades políticas y de una política de
la identidad.
3. Modalidades de racismo
Cuatro tipos de racismo:
1. Un racismo de convicción, axiológico: se expresa a través de un conjunto de
valores y creencias explícitas que atribuyen predicados negativos (o positivos) en
función del color, trazos físicos o grupo étnico al que la persona pertenece. Afirmar
que la gente negra es mejor dotada para los deportes o la música popular que para
las actividades que necesitan de pensamiento abstracto es un ejemplo de este tipo
de racismo.
2. Un racismo político-partidario-programático que sirve de base para la formación de
agrupaciones políticas que votan mancomunadamente y abogan un antagonismo
abierto contra sectores de la población racialmente marcados, como el Ku-Klux-Klan.
3. Un racismo emotivo, que se expresan manifestando miedo, rencor o resentimiento
con relación a personas de otra raza o grupo étnico. Es el caso de aquéllos que se
asustan al tener que compartir un elevador a solas con una persona no-blanca, o
sentir su presencia próxima en la calle.
4. Un racismo “de costumbre”, automático o “acostumbrado”: irreflexivo, naturalizado,
culturalmente establecido y que no llega a ser reconocido o explicitado como
atribución explícita de valor diferenciado a personas de grupos raciales y étnicos.
El último más frecuente en nuestro continente y, curiosamente, a pesar de presentarse como
la forma más inocente y bienintencionada de racismo, está lejos de ser la más inocua. Esta
modalidad de racismo es la que más víctimas hace en la convivencia diaria y, en especial,
en la vida escolar. La acción silenciosa de la discriminación automática hace del racismo
una práctica establecida, acostumbrada y, por eso mismo, más difícilmente notificable.
Este racismo considerado ingenuo y, sin embargo, letal para los no-blancos, es el racismo
diario y difuso del ciudadano común, del “buen ciudadano”.
Crimen es, por lo menos en apariencia, el de estar desavisado sobre el asunto. Es este
racismo de los que nos consideramos bien intencionados que constituye el filtro de los
alumnos negros en la vida escolar y universitaria, impidiéndolos de avanzar en el sistema
educativo, haciéndolos caer en el camino sin que siquiera puedan a veces apuntar y
nombrar aquello que los perjudica. Su acción es silenciosa, pero acaba delatándose en el
hecho de que en el mundo iberoamericano los espacios de mayor prestigio y poder de la
sociedad están siempre habitados por personas más blancas, y se constata, una y otra vez,
la baja frecuencia de personas no-blancas en las profesiones más valorizadas.
5. Racismo como violencia
Es importante observar que la “costumbre” que reproduce estos aspectos de nuestra
sociedad es una costumbre cruel, de fondo violento, y está basada en el ejercicio
sistemático y enmascarado de violencia psicológica, cuando inferioriza al no blanco por
medio del tratamiento diferenciado que puede consistir, simplemente, en ignorar su
presencia, o el maltrato verbal o gestual, y de la violencia moral, cuando se lanza sobre esa
persona una sospecha a respecto de su moralidad, honradez o incapacidad. Por lo tanto, el
racismo es una forma de violencia.
El trato diferenciado se manifiesta de forma particularmente cruel en el sistema educativo y
en los medios masivos de comunicación. En el sistema educativo este tipo de violencia es
ejercida por educadores, autoridades escolares y colegas cuando asumen la inferioridad
cognitiva, la falta de confiabilidad o la fealdad de las personas no-blancas. Por su parte, los
medios de comunicación incurren habitualmente en su invisibilización, su representación
caricaturesca y estereotipada, y su asociación a las tareas menos valorizadas del universo
social.
6. Racismo institucional y racismo estructural
El racismo emotivo y el de costumbre producen los efectos sociales que llamamos hoy
racismo institucional y racismo estructural.
Llamamos racismo estructural a todos los factores, valores y prácticas que colaboran con la
reproducción de la asociación estadística significativa entre raza y clase todo lo que
contribuye para la fijación de las personas no-blancas
En las posiciones de menor prestigio y autoridad, y en las profesiones menos remuneradas.
Llamamos racismo institucional a las prácticas institucionales que llevan a la reproducción
de las desventajas de la población no-blanca. Muchas veces, lo que inhibe el acceso a los
servicios y recursos que las instituciones ofrecen puede resultar de que las exigencias de la
atención al público no puedan ser bien comprendidas o satisfechas.
Para que lo legal se aproxime a lo legítimo y a lo ético, es necesario generar políticas
públicas y normas que impongan modificaciones en todas las prácticas institucionales que
reproducen la exclusión y promuevan un tratamiento diferenciado ahora positivo a los
sectores históricamente perjudicados por el racismo.
7. Formaciones nacionales de alteridad
El racismo es siempre un producto de la historia, es decir, de relaciones que se dieron,
históricamente, entre pueblos, con sus respectivas marcas raciales. El racismo es la
consecuencia de la lectura, en los cuerpos, de la historia de un pueblo. Es la lectura del
aspecto físico de los pueblos en tanto que vencedores y vencidos, y la atribución
automática, prejuiciosa, de características intelectuales y morales que de forma alguna son
inherentes a esos cuerpos.
La racialización tiene dos estratos que es importante reconocer: por un lado, sobre
todas las sociedades nacionales del continente latinoamericano pesa una marca racial, y
todas ellas, a partir de la mirada generalizadora y tipificadora de los países que dominan el
mundo, son vistas como sociedades no-blancas. Por otro lado, en cada una de estas
naciones, a lo largo de su historia, se ha instalado una matriz de construcción de alteridad
racialmente marcada al interior, que sirve de base para los mecanismos de exclusión por
parte de las élites que controlan el estado y sus recursos.
Es por eso que podemos decir que cada nación debe ser entendida como una “formación de
alteridades” particular.
Aunque la expresión hispano-americana: “crisol de razas”, las luso-brasileñas “cadinho de
raças” (a veces substituída por “tripé das três raças”: trípode de las tres razas) y la
norteamericana “melting pot” significan exactamente lo mismo - la fundición de los pueblos
constitutivos en una nación unitaria -, al interior de sus contextos nacionales, cada una de
ellas hace referencia a procesos diversos. En Argentina. La representación hegemónica de
un “ser nacional”, que nace con la fundación de la nación y es, en ese sentido, un ser nuevo,
arquitectado rigurosamente por la inteligentzia vinculada al estado y esculpido por tres
instituciones que tuvieron a su cargo su formación indiferenciada, étnicamente neutra: la
escuela, la salud pública y el servicio militar.
El circuito de la nación y la minoría es circular, cerrado, retroalimentado; una doble realidad
integrada: dos caras de la misma moneda. Por otro lado, las articulaciones y la retórica del
poder en el interior de la nación y sus clivajes internos en los países de colonización ibérica
no son iguales a los de del mundo anglosajón. Por eso, solamente dentro de un cuadro de
formación nacional en tanto matriz idiosincrásica de producción y organización de la
alteridad interior de la nación es posible hablar del racismo y formas de prejuicio y
discriminación étnica inherentes a ese orden particular, acuñado en una historia propia.
Ideas de una “formación racial” generalizable, en la que la raza es un hecho naturalizado
que cruza fronteras contextuales pueden llevar a fracasos irreversibles de políticas públicas
bienintencionadas aplicadas regionalmente.
Raza es signo, y su único valor sociológico radica en su capacidad de significar. Por lo tanto,
su sentido depende de una atribución, de una lectura socialmente compartida y de un
contexto histórico y geográficamente delimitado.
En una sociedad de estas características, ser negro significa exhibir los rasgos que
recuerdan y remiten a la derrota histórica de los pueblos africanos frente a los ejércitos
coloniales y su posterior esclavización. De modo que alguien puede ser negro y no formar
parte directamente de esa historia - esto es, no ser descendiente de ancestros apresados y
esclavizados -, pero el significante negro que exhibe será sumariamente leído en el contexto
de esa historia.
En un país como Brasil, cuando las personas ingresan a un espacio públicamente
compartido, clasifican primero - inmediatamente después de la lectura de género -
binariamente, los excluidos y los incluidos, echando mano a un conjunto de varios
indicadores, entre los cuales el color, esto es, el indicador basado en la visibilidad del rasgo
de origen africano, es el más fuerte. Por lo tanto, es el contexto histórico de la lectura y no
una determinación del sujeto lo que lleva al encuadramiento, al proceso de “otrificación” y
consecuente exclusión. Por otro lado, ser negro como “identidad política” significa formar
parte del grupo que comparte las consecuencias de ser pasible de esa lectura, de ser
soporte para esa atribución, y sufrir el mismo proceso de “otrificación” en el seno de la
nación.
Ese carácter de las identidades francamente dependiente de las culturas nacionales,
impacta también la percepción de la raza y de la diferencia en general, modifica lo que se
ve, impregna el campo de lo que creemos que es objetivamente “visible”.
Raza es signo y, como tal, depende de de contextos definidos y delimitados de lectura para
obtener significación, definida como aquello que es socialmente relevante. Estos contextos
están localizados y profundamente afectados por los procesos históricos de cada nación.
cuando el sistema (el contexto), primero colonial y más tarde nacional (coloco estos dos
momentos en continuidad y, a los efectos de este análisis, su diferencia resulta irrelevante),
se constituye, y en el mismo acto de su emergencia e instauración idiosincrásica, como
efecto de este movimiento de emergencia, el sistema crea sus otros significativos en su
interior: todo estado –colonial o nacional- es otrificador, alterofílico y alterofóbico
simultáneamente. Se vale de la instalación de sus otros para entronizarse, y cualquier
proceso político debe ser comprendido a partir de ese proceso vertical de gestación del
conjunto entero y del arrinconamiento de las identidades, de ahora en adelante
consideradas “residuales” o “periféricas” de la nación. El proceso de producción de
alteridades como resultado de la entronización de un grupo en el control de las instituciones
llamadas “estatales” no significa que elementos del repertorio de la cultura característicos de
aquellas identidades subalternizadas no sean, frecuentemente, apropiados por los grupos
que se confunden con la administración estatal y con la nación en sí. Esta frecuente
apropiación, que, en los países de América Ibérica resulta, en algunas épocas, de un
“nativismo” de las elites, es estratégica en la simbolización del control que estas elites
nacionales y regionales ejercen sobre los territorios socio-político-geográficos que “sus
otros” habitan.
LAS ACCIONES AFIRMATIVAS Y EL CASO BRASILERO.
1. El concepto de acción afirmativa.
Importa recordar aquí que no basta hablar de prejuicio y discriminación para hablar de
racismo. Es necesario también identificar, en toda sociedad, dónde se encuentra
posicionado el poder, entendido aquí como una combinación de tres factores en dosis
variables: prestigio social, poder económico y poder político. Porque cuando la
discriminación se opera desde el poder, desde las posiciones de alta jerarquía en la
sociedad, las consecuencias son diferentes que cuando se discrimina para corregir la
exclusión y la desigualdad históricamente acumuladas como resultado de la discriminación
por parte de las élites. Esta discriminación compensatoria se llama discriminación positiva, y
las acciones institucionales que se apoyan en este tipo de discriminación: acciones
afirmativas.
El enunciado de estas medidas que nos afecta directamente es el que forma parte de estos
instrumentos de Derechos Humanos, hoy adoptados e incorporados en la legislación
nacional de la mayoría de los Estados. Sin embargo, debemos reconocer aquí el mérito del
intelectual hindú que las concibió por primera vez: Bhimrao Ramji Ambedkar, líder de los
dalits o intocables, que luchó desde la década del 20 del siglo pasado hasta conseguir incluir
en la primera Constitución de la India independiente, en 1948, la ley de cupos especiales
para los intocables y grupos tribales en las instituciones de enseñanza y en el servicio
público.

(Preg 6)
2. Acciones afirmativas como parte de proyectos políticos diversos.
Uno de los aspectos que causan perplejidad con relación a las acciones afirmativas es que
sus defensores y opositores se dividen de forma no coincidente con las afiliaciones
político-partidarias u otros alineamientos como parecería previsible. En otras palabras,
encontramos defensores y opositores de estas medidas a la derecha y a la izquierda del
espectro político, y grupos ideológicos aparentemente cohesionados se parten cuando se
trata de discutir esta cuestión.
Los defensores de las acciones afirmativas provienen de cuatro posturas o proyectos
ideológicos discordantes entre sí. Así, podemos hablar de aquéllos que obedecen a una
razón socialista y distributiva, y que persiguen la supresión de las desigualdades; aquéllos
que persiguen una razón neoliberal, es decir, la expansión del mercado a nuevos grupos de
consumidores marcados racial y étnicamente; otros que se orientan por una razón
reparadora e invocan el deber del estado de pagar una deuda histórica a los pueblos
conquistados y explotados en el trabajo esclavo y servil; y, finalmente, los que se defienden
el valor de la nación plural, habitada por pueblos en pie de igualdad entre sí.
El argumento de la razón socialista desagrada a aquéllos que, aun desde una perspectiva
de izquierda, afirman que las acciones afirmativas son reformistas y distraen del verdadero
objetivo: la conciencia y la lucha de clases. La razón neoliberal desagrada a quiénes temen
el papel redistribuidor de esta medida y la fragilización del monopolio de algunos recursos
como, por ejemplo, la educación superior, por parte de la élite. Los críticos de la razón
reparadora argumentan que las generaciones actuales no pueden reparar un crimen
perpetrado por sus ancestros. Los nacionalistas temen la posibilidad de una fragmentación
de la nación como consecuencia del ideal pluralista.
4. Las acciones afirmativas en la educación superior brasileña.
El informe que resultó de esa solicitación dejó perpleja a las autoridades y a la opinión
pública: un país que se representaba tanto hacia el exterior como a sus propios ciudadanos
por medio de una serie de narrativas hegemónicas que hablaban de una conciliación
nacional exitosa entre las élites blancas y los descendientes de los africanos esclavizados
vio, por primera vez, su verdadero rostro. Las estadísticas exhumaron lo que los blancos no
podían percibir: el resultado de la exclusión sistemática y persistente de los negros durante
un siglo de libertad del trabajo esclavo.
A partir de ese momento, las “cotas” o reserva de plazas nunca dejaron de ser tema del
debate político y de los medios. Fue a respecto de las cuotas para estudiantes negros la
primera pregunta del último debate previo entre los candidatos a las elecciones que
conducirían a Luiz Inácio (Lula) da Silva a la presidencia de la nación en 2003. Y fue sobre
la democratización del acceso de la población negra a la educación superior la última frase
del candidato Lula a la reelección en 2006, luego exitoso en las urnas. Esto da una medida
de la atención pública que el tema vendría a obtener, y del vacío previo que revelaba.
En diciembre de 2006 son seis las universidades federales que ya aprobaron un programa
de “cuotas” para estudiantes negros: Universidad de Brasilia, Universidad Federal de
Alagoas, Universidad Federal de Bahía, Universidad Federal de Paraná, Universidad
Federal de Maranhão y Universidad Federal de São Carlos (Estado de São Paulo).
Aproximadamente 25 universidades públicas, entre federales, estaduales y municipales, ya
cuentan con una medida de reserva de cupos, que varía regionalmente acompañando de
forma aproximada las proporciones de población negra e indígena. Solamente en una de
ellas, la Universidad Federal de Alagoas, se incluye el corte de género, lo que ha sido
bastante discutido, ya que la educación, en todos los niveles, es el único campo en que las
mujeres negras superan, sin necesidad de cotas, a los hombres negros. En muchas de ellas,
la medida incorpora algún tipo de cruzamiento entre ingresos de la familia (una aproximación
a la clase social) con la pertenencia étnica o racial.
A este avance se le suma la implementación del PROUNI, lanzado en 2005 por el gobierno,
y que ofrece becas para cursar estudios en universidades, dando preferencia a estudiantes
negros e indígenas. Y comenzamos lentamente a hablar de reserva de cupos en los
programas de postgrado y en el profesorado de nivel terciario.
Dos tipos de acciones afirmativas que contemplan el acceso de estudiantes indígenas a
universidades públicas han sido implantadas: en una modalidad, representada por la
Universidad de Brasilia, se han abierto cupos para estudiantes indígenas en todas las
carreras; en la otra, se han creado cursos específicos de nivel terciario planeados y
adaptados exclusivamente para atender las necesidades de la formación intercultural de
profesores indígenas que actuarán en la educación de nivel secundario. Entre las
instituciones que implementaron acciones afirmativas de este segundo tipo, la Universidad
Estadual de Mato Grosso – Un EMat, creó en 2001 el primer curso de nivel terciario para
formación de profesores indígenas en su campus de Barra do Bugre. Con un ingreso anual,
recibió, en su primer año, 200 estudiantes de 36 etnias diferentes provenientes de 11
estados de la Federación; ya, en 2005, atendió a 100 estudiantes de 43 etnias todas ellas
del estado de Mato Grosso. La Universidad Federal de Roraima creó en 2003 un segundo
Curso de Profesorado Intercultural Indígena y el Núcleo Inspiran de Formación Superior
Indígena. Recibió, en el primer año, 60.

Texto 4) Moana Lena Krook(2008):


Capítulo 1: “La adopción e impacto de las leyes de cuotas de género: una perspectiva
global”:
Las mujeres constituyen más de la mitad de la población, pero sólo hasta hace muy poco
constituían una pequeña minoría de todos los sectores políticos.
La mayoría de los Estados se han comprometido a través de declaraciones nacionales e
internacionales a promover el acceso de ellas a los cargos políticos.
La mayoría de los países han registrado aumentos en el número de mujeres elegidas para
los Parlamentos nacionales. Este cambio ha sido gracias a la adopción de políticas de
cuotas para facilitar la selección de mujeres candidatas.
Este trabajo aborda estas temáticas en cuatro partes. En primera sección, se analizan las
cuotas de género como fenómeno global. Se esbozan tres categorías de las políticas
(escaños reservados, cuotas de partidos y cuotas legislativas​).
En la segunda sección, se ofrecen cuatro explicaciones para la adopción de cuotas
relacionadas con la movilización femenina, las estrategias de élites políticas ,las normas de
igualdad y representación y el rol de los actores internacionales y transnacionales. En la
tercera y cuarta parte, el trabajo se focaliza, específicamente, en el impacto de las leyes de
cuotas de género.
Se concluye que las cuotas de género no siempre tienen el efecto deseado.
Las cuotas de género como fenómeno global:
Veo estas políticas como equivalentes , porque todas buscan promover la representación de
las mujeres a través de políticas concretas para el incremento de la selección de candidatas
a cargos políticos. Los escaños reservados aparecen principalmente en África, Asia y el
Medio Oriente; las cuotas de partidos son más bien comunes en la Europa occidental; y las
legislativas se encuentran principalmente en América Latina.
Sólo diez países han establecido cuotas, seguidos por doce más en los ochenta. En los
noventa, las cuotas aparecieron en más de cincuenta Estados, a los cuales se les han
adicionado casi cuarenta más desde 2000. Como resultado, más de cien países tienen
actualmente alguna política de cuotas.
Las cuotas, por ende, parecen reflejar una norma internacional creciente con respecto a la
necesidad de promover la representación política de las mujeres.
Los tres tipos de cuotas de género varían dependiendo de sus características básicas, los
países en los cuales aparecen y el momento de su adopción. Los escaños reservados son
políticas que literalmente reservan escaños para las mujeres de las asambleas políticas.
Garantizan la presencia de estas al revisar los mecanismos de elección para exigir un
número mínimo de actores femeninos.
En efecto, se han convertido en una solución cada vez más importante en países con
niveles muy bajos de representación femenina en los Parlamentos.
Los escaños reservados son usualmente decretados a través de reformas constitucionales
que establecen listas electorales separadas para las mujeres, designan distritos separados
para las candidatas femeninas o asignan escaños femeninos a los partidos de acuerdo a su
proporción en el voto popular.
El esquema más común, sin embargo, es aquel en el que los escaños femeninos se
distribuyen entre los partidos políticos en base a su proporción en el voto.
Las ​cuotas de partidos son medidas adoptadas voluntariamente por los partidos políticos
para requerir una proporción determinada de mujeres entre sus candidatos.
Fueron adoptadas por primera vez a comienzos de la década de los 70 por varios partidos
de izquierda de Europa Occidental. Hoy en día, son el tipo de cuotas de género más
comunes, ya que aparecen en los partidos de todo el espectro político y en todas las
regiones del mundo. También coexisten en África y América Latina.
Las cuotas se introducen a través de cambios en los estatutos de los partidos. Estas
políticas establecen nuevos criterios para la selección de candidatos de manera de estimular
a las élites partidarias a reconocer los sesgos existentes y considerar esferas alternativas de
reclutamiento político. Esto quiere decir que las élites han tenido que encontrar nuevas
formas de hallar posibles candidatas femeninas y persuadirlas a postular para algún cargo
político, por ende superando sesgos importantes que tiene como resultado una cantidad
menor de mujeres que se presentan y que son elegidas como candidatas de un partido.
Finalmente las ​cuotas legislativas​, son medidas decretadas por los Parlamentos
nacionales que obligan a todos los partidos a nominar una cierta proporción de candidatas
femeninas.
Atienden a los procesos de selección más que al número de mujeres realmente elegidas.
Son provisiones obligatorias que se aplican a todos los grupos políticos. Las cuotas
legislativas, disponen que las mujeres formen entre un 25 y 50% de todos los candidatos. Se
conocen como el tipo más reciente de cuota de género. Estas medidas tienden a ser
encontradas en países en vías de desarrollo, particularmente en América Latina y/o en
sociedades post conflicto, África, Medio Oriente y Sureste de Europa.
Las cuotas legislativas generalmente involucran reformas a la Constitución o a la ley
electoral para poder alterar el significado de la igualdad y representación que conforman los
procesos de selección de candidatos. Buscan legitimar la acción afirmativa y reconocer el
“género” como una entidad política.
Las leyes de cuotas de género en América Latina y otros países:
La difusión global de cualquier política es inusual , pero la rápida propagación de las cuotas
es especialmente sorprendente, ya que muchas personas(incluyendo las feministas) abogan
objeciones fuertes y convincentes contra las cuotas en sí como una estrategia para
aumentar la representación política de las mujeres.
Algunos argumentan en contra de las cuotas, por ejemplo, sobre la base de que no son
democráticas, porque violan la noción de que debiese haber una libre elección de quien es
nominado o elegido para un cargo político. Que las cuotas son injustas porque discriminan a
los hombres, ya que, no permiten que hombres y mujeres compitan abiertamente por los
escaños.
Un tercer argumento en contra de las cuotas, señalado por algunas feministas y
mayoritariamente por miembros de los partidos conservadores, es que son ofensivas para
las mujeres, ya que sugieren que estas no son capaces de ganar un cargo “por su propia
cuenta”.
La difusión de cuotas es desconcertante porque contradice las expectativas acerca del rol de
los intereses propios en la política. Las cuotas para las mujeres parecieran desafiar el
estatus de los mismos políticos hombres y de los líderes de los partidos, que instauran estas
políticas. Requieren que los hombres como grupo cedan algunos escaños a las mujeres
como grupo.
Las cuotas reflejan el reconocimiento de los procesos de selección de candidatos están
infundidos con un sesgo favorable a los hombres, lo cual necesita ser corregido. Las cuotas
han sido aceptadas en países alrededor del mundo.
La primera explicación tiene que ver con los grupos femeninos que persiguen las cuotas
tanto por razones normativas como pragmáticas. Creen que debería haber más mujeres en
la política de manera de promover la justicia, los intereses y los recursos.
Reconocen que en ausencia de una tendencia “natural” hacia el cambio, es probable que
esto se pueda alcanzar mediante acciones específicas que apunten a promover a las
candidatas femeninas.
La segunda explicación, es que las elites políticas adoptan las cuotas por razones
estratégicas, adoptan las cuotas cuando uno de sus rivales hacen lo mismo.
Las elites ven las cuotas como una manera de demostrar un cierto compromiso con las
mujeres sin tener realmente la intención de alterar los patrones existentes de desigualdad, o
alternativamente, como una manera de promover otros fines políticos, como mantener el
control sobre rivales políticos dentro o fuera del partido.
La adopción de las cuotas no trae aparejado un significado acerca del empoderamiento de
las mujeres en política, sino más bien se trata de cómo las cuotas encajan con varias otras
luchas entre élites políticas.
La tercera explicación es que las cuotas se adoptan cuando se fusionan con nociones
existentes o emergentes de igualdad y representación.
Las cuotas como un método para reconocer las diferencias y la necesidad de tener una
representación proporcional.
Las cuotas para las mujeres son una extensión lógica de las garantías dadas a otros grupos
en base a la lingüística, la religión, la raza y otras divisiones. Las cuotas tienden a aparecer
durante períodos de innovación democrática.
Las cuotas pueden ser vistas como una manera de establecer la legitimidad del nuevo
sistema político durante una transición democrática o, la creación de nuevas instituciones
democráticas.
Estos argumentos analizan las cuotas en relación a cómo “calzan” con las características del
contexto político: no reflejan el asunto de principios respecto de empoderar a las mujeres.
La cuarta explicación, refiere a las normas internacionales que apoyan las cuotas y que son
difundidas a través de intercambios transnacionales.
La ​imposición internacional ocurre en casos en donde los actores internacionales están
directamente involucrados en la adopción de las cuotas, ya sea en la decisión de aplicarlos
ellos mismos, o bien al apremiar a los líderes nacionales a hacerlo. La ​emulación
trasnacional ​acontece cuando los movimientos femeninos locales y las organizaciones no
gubernamentales transnacionales comparten información acerca de las estrategias de las
cuotas en las fronteras nacionales. Los ​consejos internacionales ​aparecen en casos
donde los eventos internacionales entregan nuevas fuentes de apalancamiento en los
debates nacionales, cambiando el balance a favor, o en la presión de actores locales y
transnacionales para que se adopten las cuotas. Los ​bloqueos internacionales ocurren
cuando los actores internacionales buscan prevenir la adopción de las cuotas de género, a
pesar de las movilizaciones de los grupos femeninos locales y de las ONG transnacionales a
favor de estas políticas.
La acción política juega un rol crucial para crear el acceso de las mujeres a los cargos
políticos. La difusión de las cuotas desafía la idea de que el aumento en el número de
mujeres en la política sigue “naturalmente” luego de los cambios en el estatus social y
económico de ellas.
Las leyes de cuotas de género y la elección de mujeres:
Los escaños reservados y las cuotas de partidos ofrecen un rango amplio de estipulaciones
relacionadas con la representación de las mujeres. Las variaciones en el impacto de las
leyes de cuotas, son algo más sorprendentes: la mayoría de las políticas exige niveles
similares de candidatas mujeres y se aplican a todos los partidos políticos dentro de un país
determinado.
Algunos estudios afirman que el impacto de las cuotas está conectado muy de cerca con el
tipo de medida involucrada.
Algunos señalan que las cuotas de los partidos son más efectivas porque son voluntarias,
adoptadas a partir de inquietudes internas acerca de las ventajas electorales; mientras que
otros insisten en que las cuotas legislativas son más efectivas porque obligan a todos los
partidos políticos, y no sólo a aquellos que eligen adoptarlas, y son reforzadas por las
burocracias del Estado y las Cortes, en vez de serlo sólo por los líderes de los partidos.
Las leyes de cuotas de género y el empoderamiento de las mujeres:
Las cuotas no son una demanda feminista, sino que, son un intento cínico entre elites, de
enmascarar otras luchas bajo la apariencia de una preocupación por el estatus político de
las mujeres.
La primera intuición es que las cuotas contribuyen a una separación cada vez mayor entre el
empoderamiento político, y el empoderamiento social y económico.
1.1 desventajas de las políticas de acción afirmativas para las mujeres.
Las cuotas cierran ser una concesión importante a las demandas de los movimientos de las
mujeres, pero, de hecho, sirven a dos fines decididamente no feministas: frentar los
movimientos de las feministas bajo la apariencia de promesas vacías y enmascarar las
desigualdades duraderas entre las mujeres, particularmente respecto de clase y raza.
Las cuotas y el neoliberalismo no son mutuamente excluyentes , son socios en la búsqueda
de un nuevo orden mundial.
Las cuotas de género pueden socavar la causa feminista, pero también peroporcionar una
energía renovada a las organizaciones feministas.
Una segunda posibilidad planteada por las feministas críticas de las cuotas es que estas
políticas resultan en la elección de más mujeres, pero sólo de aquellas que reforzaran el
status quo y no de las que lo desafían. Este argumento apunta a exponer por qué las
políticas de cuotas son frecuentemente adoptadas de manera relativamente rápida oír los
líderes de los partidos y casi unánimemente por los Parlamentos nacionales.
Una tercera expectativa, las cuotas sirven para cosificar a “mujeres” como categoría política.
Restringe la envergadura de las mujeres como actores políticos, así como el reconocimiento
de las diversas necesidades de ellas como grupo, al anticipar que sólo pueden representar
los “asuntos femeninos”.
Las cuotas varían considerablemente respecto al grado en el que le son esenciales a las
mujeres: algunas medidas son específicas para cada sexo, lo cual indica que las mujeres
son el grupo que requiere un trato especial, mientras que otras son neutrales en cuanto al
género, lo cual entrega una representación mínima tanto para mujeres como para hombres.
Una cuarta preocupación, relacionada con las cuotas de género, reducen la efectividad de
las mujeres como actores políticos.
Estos efectos son percibidos tanto individualmente como colectivamente. Las mujeres
elegidas, con o sin el efecto de las cuotas, se enfrentan a la posibilidad de ser consideradas
como “mujeres cuotas”, como personas que no ganaron un cargo público por sí mismas y,
por lo tanto, reduciendo el valor de su logro a los ojos de los votantes y de sus colegas.
Estas percepciones llevan a reducir el rango de acción, haciendo que muchas mujeres
elegidas, con o sin el efecto cuotas, desconozcan sus asociaciones con lo que se considera
como un conjunto “estrecho” de preocupaciones femeninas.

Módulo Tres: Globalización, desigualdad y


democracia:
Texto 1): Sala I Martín, Xevier(2005).
“Globalización y reducción de la pobreza”:
En la ONU se cree básicamente lo mismo, que por culpa de la “Globalización neoliberal”la
pobreza y la desigualdad en el mundo aumentan, que estos contrastes entre ricos y pobres
van aumentando progresivamente.
La idea que defienden es que la pobreza va subiendo y que la culpa es de la “globalización
neoliberal”, como ellos la llaman.
Antes de empezar voy a explicar la metodología que emplean para acusar a la “globalización
neoliberal” de sus supuestos efectos. Utiliza la simultaneidad en el tiempo. No sé por qué
razón dicen que la globalización empieza en el año 1980. Supongo que será porque es el
año de llegada al poder de Thatcher Reagan y que a partir de ese momento vienen todos los
males. Cualquier economista sabe que la simultaneidad no tiene porqué implicar casualidad.

En el caso de los EEUU vemos que no hay pobres bajo la definición del Banco Mundial, la
ONU si inventa otra definición de pobreza para este país, que es la mitad de la Renta
Mediana. Que la distancia entre ricos y pobres aumenta. En el gráfico se ve que la economía
americana va creciendo, y que la distancia entre ricos y pobres aumenta. La mejora de los
ricos no quiere decir que los pobres estén cada día peor, porque los pobres mejoran con el
tiempo, sino que la renta de los ricos aumenta más rápidamente que la de los pobres. Ha
disminuido la pobreza y la desigualdad.

El número de pobres hasta 1980 aumentaba, pero cuando comienza la llamada


“globalización neoliberal salvaje” y cuando en China liberaliza su economía, introduce el
mercado como pilar de su sistema económico y se abre al exterior, la pobreza baja de 1200
millones a menos de 800 millones de habitantes. (desde 1980 ha aumentado el número de
pobres pero se ha reducido la tasa de pobreza).
En todo caso, voy a considerar que las desigualdades también son interesantes y las voy a
calcular. Calcula las desigualdades porque es un problema interesante.
Las desigualdades crecieron en la historia contemporánea.
Creo que esto es un fenómeno muy importante porque es nuevo en la historia de la
humanidad.
Antes de la Revolución Industrial, casi todos los ciudadanos del mundo eran iguales, es
decir, igual de pobres. Había un rey, había un césar, había un burócrata chino, había gente
rica, pero eran poquísimos. La mayor parte de la gente, la mayor parte de los ciudadanos del
planeta eran agricultores, en China, en Argentina y en Europa y vivían en niveles de
subsistencia. Comían, se vestían y morían. Es decir, estaban al nivel de subsistencia. Por lo
tanto, en todo el planeta la gente era más o menos igual de pobre. Pero de repente en
Inglaterra se inició la Revolución Industrial.
La Revolución Industrial tiene dos características. La primera es que la gente se hace rica, y
la segunda es que se produce una tasa de crecimiento explosiva, es decir que se hace cada
año más rica. De manera que en la Inglaterra de hoy, los ciudadanos de a pie viven mucho
mejor de lo que vivía el césar o los reyes siglo XV. Todo lo que antes no existía. Y esto
empieza primero en Inglaterra. Si lo comparamos con la población de hoy, la situación previa
a la Revolución Industrial sería equivalente a la de 6000 millones de personas iguales de
pobres. De repente, los ingleses que son pocos empiezan a crecer. La distancia va
creciendo. Luego apuntan los norteamericanos, el resto de Europa, Australia, Japón. Las
diferencias van subiendo y en términos de la población mundial había 1000 millones de
ciudadanos LA OSDE, esencialmente creciendo sin parar y 5000 millones de personas
pobres como ratas, viviendo en niveles de subsistencia.
Pero en 1980 pasan cosas fantásticas. 1300 millones de chinos empiezan a crecer. 1100
millones de indios empiezan a crecer. 300 millones de indonesios empiezan a crecer. 50
millones de malayos y tailandeses también. Más de la mitad de la población del planeta de
repente empieza a crecer. Y lo hace al 6, 7 y al 10%. Es decir que la mitad de los que
estaban äbajo”convergen rapidisimamente hacia nuestros niveles. Y esto es lo que causa
que las desigualdades empiecen a bajar. Porque en la mayor parte del planeta se ha
apuntado a la Revolución Industrial y sus rentas por primera vez en la historia convergen
con las nuestras. Desde que se inventó por primera vez la agricultura, hace diez mil años,
hasta la Revolución Industrial, las desigualdades eran más o menos constantes. De repente
en los siglos XIX y buena parte del XX subieron y ahora desde 1980 por primera vez están
volviendo a bajar.
Países(globalizadores).Vemos que la pobreza va bajando en el mundo de forma sistemática
desde 1970. A los países que se han globalizado no les ha ido nada mal.

Vamos a ver que pasa en los países “anti-globalizadores” los países que se han cerrado.
Desde 1980 en adelante la pobreza ha comenzado a subir. Este fenómeno contrasta con el
hecho de que a los ricos les ha ido bien en estos países globalizados. A los pobres les ha
ido fatal.
Los países “globalizadores” han reducido la pobreza en 500 millones de ciudadanos, en los
países que no se han globalizado la pobreza ha aumentado en 80 millones.

La fracción de pobres ha disminuido enormemente en Asia, en Extremo Oriente, en Asia


central, en América Latina y en el mercado árabe. Pero existe una región del planeta que
cada día va peor y en la que la fracción de pobres va subiendo, esa región es África.
Por lo tanto vivimos en un mundo que no es perfecto, en un mundo que en su globalidad va
mejorando, pero también en un mundo en el que África es un desastre. Lo que nos podemos
preguntar es si la culpa del desastre de África es la globalización
¿Qué es la globalización?
Yo diría que la globalización económica es el libre movimiento de cinco cosas: capital,
trabajo, mercancías(comercio), tecnología e información.
Así que decir, que el problema de África es que hay demasiado capital extranjero, que hay
demasiada movilidad de capital, es irónico
En Asia sí que hay empresas extranjeras por todas partes, capital extranjero por todas
partes, inversión directa extranjera por todas partes. En África no.
Decir que los africanos sufren por el exceso de movilidad de las personas es como mínimo
una ironía
¿Acaso el problema de África es que comercien demasiado?
Los africanos no pueden producir aviones de dos pisos, ni siquiera pueden producir coches,
ni televisores, ni radios, ni siquiera relojes, ni textil de calidad. La única cosa que pueden
producir son productos agrícolas. Comprar leche europea en África, leche holandesa en
África, es más barato que comprar leche africana. Lo que implica que millones de litros de
leche van a parar al mar porque los africanos y cuando digo africanos no digo empresas
africanas, sino niños, de los que 14 millones son huérfanos por culpa del SIDA, en algunos
casos niños que tienen dos o tres vacas no pueden vender su leche.
Decir que el problema en África es que hay exceso de comercio internacional y que la
globalización comercial les perjudica es a mi juicio una obscenidad.
Cuatro elementos, la tecnología. El problema de África es que las tecnologías que nosotros
utilizamos no les llegan a ellos.
Niños que necesitan trabajar para sobrevivir. Existe la tecnología para evitar que el SIDA
pase de madre a hijo a través de la placenta. Pero esta tecnología no se está utilizando en
África. Decir entonces que África sufre un exceso de tecnología invasora del mundo
occidental es una obscenidad. Comparemos todo esto con lo que pasa en China, con lo que
pasa en Asia y podremos apreciar dónde está la globalización.
Y finalmente la información. La información sí que llega. Una cosa que sorprende cuando
uno va a África es que en cada casita o choza hay una antena de televisión y todo el mundo
sabe si llegás un domingo si Eto'o ha marcado un gol o no.
De los cinco factores que caracterizan la globalización este es el menos importante.
Creo sinceramente que si la globalización explica, desde luego no es el desastre de África.

Texto 2): Rodrik, Dani(2012):


“La paradoja de la globalización: la democracia y el futuro de la economía mundial”:
El trilema político de la economía mundial:
En marzo de 1990, la inflación ascendió a más del 20.000% dando lugar a caos y confusión.
Se refugiaron en el humor negro. Puesto que los precios subían de un minuto al siguiente,
se decía que tomar un taxi era más barato que tomar un autobús.
¿Se puede salvar una economía atándola al mástil de la globalización?:
Demasiada discrecionalidad por parte del gobierno había dado como resultado una total falta
de confianza en los responsables políticos. El sector privado había respondido produciendo
su inversión y huyendo de la moneda nacional. Para recuperar la credibilidad con los
inversores nacionales y extranjeros, el gobierno necesitaba comprometerse con un conjunto
claro de reglas.
Ley de convertibilidad, que anclaba legalmente la moneda Argentina al dólar
estadounidense, a un tipo de cambio de un peso por un dólar y prohibía toda restricción a
los pagos al exterior. Venía a obligar al Banco Central de Argentina a operar según las
normas del patrón oro. Podría aumentar la oferta de moneda nacional y bajar los tipos de
intereses solamente si había dólares entrando a Argentina.
Cavallo aceleró la privatización, desregulación y apertura de la economía Argentina. Él creía
que una economía abierta y una profunda integración en el mundo reforzarían la confianza
empresarial al excluir cualquier decisión discrecional del gobierno y el secuestro de la
política por parte de intereses particulares.
Cavallo vio la globalización como motor y la vía de la economía Argentina. La globalización
no proporcionaba no sólo disciplina, sino un atajo eficaz para lograr la credibilidad de las
políticas económicas, también iba a deliberar fuerzas enormes que propulsarían la economía
hacia adelante. Las importaciones del extranjero obligarían a su vez a los productores
nacionales a ser más competitivos y productivos.
Esto era el consenso de Washington llevado al extremo y resultó ser adecuado a corto
plazo, pero no a largo plazo.
La Ley de Convertibilidad eliminó la hiperinflación y restauró la estabilidad de los precios
prácticamente de la noche a la mañana. Generó credibilidad y confianza, provocó grandes
entradas de capital. Las inversiones, las exportaciones y los ingresos aumentaron
rápidamente. La Ley de Convertibilidad no había formado parte del Consenso de
Washington.
Al final de la década la crisis financiera asiática golpeó con fuerza al país reduciendo el
apetito de los gestores internacionales, del dinero por los mercados emergentes, pero el
auténtico asesino fue la devaluación brasileña a principios del 1999. La devaluación redujo
el valor de la moneda brasileña en un 40% frente al dólar, lo que permitió a los exportadores
brasileños vender a precios mucho más bajos en dólares en el mercado extranjero. Puesto
que Brasil es el principal competidor global de Argentina, la ventaja de costes de Brasil dejó
al peso argentino decididamente sobrevalorado. La confianza desapareció bruscamente y
antes de que pasara mucho tiempo la valoración crediticia de Argentina había caído por
debajo de algunos países africanos.
El presidente Fernando de la Rúa sucesor de Menem, volvió a invitar a Cavallo al gobierno
de marzo 2001 con la intención de recuperar la confianza perdida. Pero los nuevos
esfuerzos de Cavallo no tuvieron efecto. Cuando su intervención inicial en los regímenes
comercial y monetario dio escasos resultados, se vio obligado a recurrir a las políticas de
austeridad y a fuertes recortes fiscales en una economía en la que 1 de cada 5 trabajadores
ya estaban sin empleo.
En julio lanzó un plan de “déficit cero” y lo reforzó con recortes en los salarios de los
funcionarios y en las pensiones de hasta de un 13%.
Teniendo una devaluación del peso los depositantes nacionales corrieron a sacar su dinero
de los bancos que a su vez obligaron al gobierno a limitar la retirada de efectivo el llamado
corralito​.
Los recortes fiscales y la restricción para sacar dinero de los bancos provocó protestas en
masas.
Privados de fondos, el gobierno argentino acabó viéndose obligado a congelar las cuentas
bancarias nacionales, incumplir el pago de su deuda extranjera, re-implantar los controles de
capital y devaluar el peso.
¿Qué salió mal?
La política internacional interfirió con la hiperglobalización. Los dolorosos ajustes
económicos nacionales requeridos por la profunda integración no encajaron bien con el
electorado nacional y al final triunfó la política.
El choque inevitable entre política e hiperglobalización:
El gobierno hubiera abandonado la Ley de Convertibilidad o lo hubiera reforzado a favor de
un índice cambiario más flexible digamos en 1996, la crisis de confianza que envolvió al país
más tarde podría haberse evitado.
El país se había topado con una de las verdades fundamentales de la economía global:
democracia nacional y globalización profunda son incompatibles. Una política democrática
proyecta una larga sombra sobre los mercados financieros y hace imposible que una nación
se integre a fondo en la economía mundial.
Al final, los mercados acertaron. Cuando la globalización choca con la política nacional, los
inversores saben que la política acaba ganando.
Para Cavallo, Menem y De la Rúa, la globalización no era una obligación que hubiera que
respetar a regañadientes; era su máximo objetivo.
Obligó a todos los países a ponerse una “camisa de fuerza dorada”. Libre comercio,
mercados de capitales libres, libre empresa y sector público pequeño. Cuando te la pones,
continuaba suceden dos cosas: “tu economía mejora y tu política se encoge.”Puesto que la
globalización no permite que los países adopten estas reglas, la política nacional se reduce
al elegir entre cocacola y pepsicola. Todos los demás sabores especialmente los locales
quedan afuera.
La hiperglobalización requiere el encogimiento de la política nacional y el aislamiento de los
tecnócratas de las exigencias de las masas.
Estándares laborales. ​Esta reglamentación determina quién puede trabajar, el salario
mínimo, el máximo de horas de trabajo, las condiciones de trabajo, lo que el empresario
puede pedirle al trabajador que haga y con la facilidad que se puede despedir al empleador.
Garantiza la libertad del trabajador para formar sindicatos que representen sus intereses y
establezcan las reglas de los convenios colectivos sobre salarios y beneficios.
Competencia en el impuesto de sociedades. La movilidad internacional de las empresas y
del capital también restringen la capacidad de un país, la estructura impositiva que reflejen
mejor sus necesidades y preferencias. En particular, esta movilidad ejerce una presión a la
baja en el impuesto de sociedades y traslada la carga impositiva desde el capital, que se
mueve internacionalmente, hasta el trabajo, que se mueve mucho menos.
Estándares de salud y seguridad. Muchas personas apoyarían el principio de que cada
país fuera libre para determinar sus propios estándares de salud y seguridad pública.
¿Qué sucede cuando estos estándares cambian de unos países a otros por su propio diseño
o por diferencias en su aplicación?¿Cómo deberían tratarse los bienes y servicios cuando
cruzan las fronteras de países con estándares diversos?.
“Expropiaciones regulatorias”. ​Hay miles de tratados bilaterales de inversión y cientos de
acuerdos comerciales bilaterales o regionales en vigor. Los gobiernos lo utilizan para
fomentar los vínculos comerciales y de inversiones en forma que trascienden lo que la OMS
y otros acuerdos multilaterales permiten. Un objetivo clave es proporcionar un nivel más alto
de seguridad a los inversores extranjeros, adoptaron compromisos exteriores más fuertes.
Políticas industriales en países en vías de desarrollo. Probablemente, delimitación
externa más significativa a la que se enfrentan las naciones en vías de desarrollo, como
consecuencia de la hiperglobalización son las restricciones a las políticas industriales que
hacen más difíciles que los países de Latinoamérica, África y otras regiones emulen las
estrategias de desarrollo que los países de Asia Oriental han utilizado con tan buenos
resultados.
El trilema​:
¿Cómo gestionamos la tensión entre una democracia nacional y los mercados globales?
Tenemos tres opciones. Podemos limitar la democracia con el propósito de minimizar los
costes de transacción internacionales, sin tener en cuenta los trastornos económicos y
sociales que la economía global produce en ocasiones. Podemos limitar la globalización,
con la esperanza de reforzar la legitimidad democrática en el país. O podemos globalizar la
democracia a costa de la soberanía nacional. Esto nos proporciona un menú de opciones
para la reconstrucción de la economía mundial.
Este menú capta el trilema político: no podemos tener hiperglobalización, democracia y
autodeterminación nacional todo a la vez. Podemos tener como mucho dos de las tres. Si
queremos hiperglobalización y democracia, tenemos que renunciar a la Nación-Estado. Si
hemos de mantener la Nación-Estado y también queremos la hiperglobalización tendremos
que olvidarnos de la democracia. Y si queremos combinar democracia con Nación- Estado
adiós a una globalización profunda.
El trilema político de la economía mundial:

Texto 3): Garcia,Canclini(2006):


“Construyendo colectivamente la convivencia en la diversidad:”
Globalización:
La “internacionalización” designa la ampliación geográfica de la actividad económica más
allá de las fronteras nacionales como comenzó a ocurrir desde el siglo XVI con las
navegaciones europeas América, Asia, África y la colonización consiguiente.
Se distingue el proceso anterior de la “transnacionalización”, etapa iniciada en la primer
mitad del siglo XX, cuando gran parte de la economía pasó a depender de empresas
multinacionales, cada una con actividades productivas y comerciales en varios países. El
poder económico de estas empresas y su escala de acción más bastan que los estados fue
permitiéndoles desenvolverse con relativa independencia de las leyes nacionales.
La “globalización” puede ser vista como la culminación de dos procesos anteriores. Sin
embargo se manifiestan los rasgos nuevos:
a) el desarrollo tecnológico, sobre todo los satélites y la informática contribuyeron a crear en
las dos últimas décadas un mercado económico y financiero mundial, donde la producción
se desterritorializa (marcas como Peugeot, Ford y Nissan) debilitan su asociación originaria
con Francia, Estados Unidos y Japón, en tanto sus coches son producidos en muchos
países: lo mismo puede decirse de Benetton y Cristian Dior para la ropa o de las cadenas
globalizadas de Fast food con la particularidad de que en estos casos a veces la
globalización incluye adaptaciones, estilos locales.
b) ​Estos cambios en la producción son acompañados por la formación de una “cultura
internacional-popular” que organiza los consumidores de casi todos los países con
información y estilo de vida no homogeneizados, pero si compartidos en un imaginario
multilocal constituido por los ídolos del cine de Hollywoodense y música pop, los héroes
deportivos y los diseños de ropa.
c) Se genera a través de estos procesos a la vez económicos y culturales una
“intensificación de las dependencias recíprocas”, iniciadas por la internacionalización y
transnacionalización.
d) Esta integración de productos y consumidores vuelve obsoleta muchas restricciones
aduanales, leyes de protección a la industria y culturas nacionales, acentúa la competitividad
entre todas las sociedades y obliga a reducir costos en cada lugar para poder participar en el
mercado mundializado.
e) La pérdida de empleos en algunos países o regiones y la generación de nuevas
oportunidades en otros asociados a mutitudinarios flujos migratorios, favorecen la
interconexión transnacional.
2) La globalización no sólo homogeniza e integra a las culturales también genera
procesos de estratificación, segregación y exclusión.
En los campos culturales no predomina simplemente la mercantilización y uniformización de
bienes y mensajes. Más bien se aprecia una tensión entre las tendencias homogeneizadoras
y comerciales de la globalización, por un lado y al mismo tiempo, la valoración del arte y la
informática como instancias para continuar las referencias simbólicas.
3) La globalización no es lo opuesto a las culturas locales.”Globalización.”A veces estos
desplazamientos de los focos de generación cultural derivan del ordenamiento trasnacional
de la producción y circulación de las industrias; en otros casos, de las comunidades
consumidoras, de migrantes que se trasladan masivamente para otros países.
Aún las formas innovadoras de repensar lo local son desafiadas por esta movilidad
incesante de las experiencias y las culturas.
Hibridación:
“Entiendo por hibridación procesos social-culturales en los que estructuras o prácticas
discretas que existían de forma separada se combinan para generar nuevas estructuras
objetos y prácticas.
¿​Cómo funciona la hibridación estructuras o prácticas sociales discretas para generar
nuevas estructuras y nuevas prácticas?.
A veces esto ocurre de modo no planificado o es el resultado imprevisto de procesos
migratorios turísticos de intercambio económico o comunacional. La hibridación surge de la
creatividad individual y colectiva. No sólo en las artes, sino en la vida cotidiana y el
desarrollo tecnológico. Se busca “reconvertir”un patrimonio para ser reinsertado en nuevas
condiciones de producción y mercado.
La palabra “creolización” también hace ruido para referirse a las mezclas interculturales. En
el sentido estricto designa la lengua y la cultura creada por variaciones a partir de la lengua
básica y otros idiomas en el contexto del tráfico de esclavos.
Bajo el nombre de “fusión interamericana” abarcó el conjunto de procesos de
norteamericanización de los países latinoamericanos “latinización” de Estados Unidos. Me
inclino a llamar funciones a estas hibridaciones, ya que esa palabra, usada perfectamente
en música, emblematiza el papel preeminente de los acuerdos entre industrias fonográficas.
trasnacionales, el lugar de Miami como “capital de cultura latinoamericana” y la interacción
de las américas en el consumo intercultural.

Texto 4): Martín Hopenhayn(2005):


¿Integrarse o subordinarse? Nuevos cruces entre política y cultura:
A modo de introducción: nuevas relaciones entre política y cultura:
En primer lugar, la era de la aldea global pone en lugar privilegiado de la economía
componentes de conocimiento-información, bienes simbólicos pasan a ocupar un lugar más
importante en la pugna redistributiva.
En segundo lugar, el papel cada vez más preponderante de los medios de comunicación de
masas hace que la política desarrolle, sobre todo, su componente mediático.
Con ellos se modifica la mediación simbólica de la competencia política, menos referida a la
producción de proyectos y más definida por la circulación de imágenes.
En tercer lugar, la fluidez global de la circulación del dinero, la información, las imágenes y
los símbolos, diluye la idea unitaria de Estado-nación como principal referente de
pertenencia territorial y cultural. A medida que se deslocalizan los sistemas productivos y los
emisores de mensajes, prolifera un cierto “nomadismo identitario” que va de la mano con el
carácter transnacional de la economía.
En cuarto lugar, la vida de la gente, el consumo material (de bienes y servicios) y el
consumo simbólico al punto que se afirma que estamos pasando de la sociedad basada en
la producción y la política, a la sociedad basada en el consumo y la comunicación. Con ello,
la política se inviste de cultura y la cultura se inviste de política.
Finalmente, la globalización comunicacional y la nueva “sociedad de la información”alteran
también las formas de ejercicio ciudadano, que ya no se restringen a un conjunto de
derechos y deberes consagrados constitucionalmente, se expanden a prácticas cotidianas
que podríamos considerar a medias políticas y a medias culturales, con la interlocución a
distancia, el uso de la información para el logro de conquistas personales o grupales, la
redefinición del consumidor y sus derechos y el uso del espacio mediático para devenir actor
frente a otros actores.
Los derechos sociales y económicos encuentran mayores dificultades de materializarse en
compromisos reales entre el Estado y la sociedad, sobre todo con la fisura del Estado de
Bienestar. La globalización trae consigo una mayor conciencia de las diferencias entre
identidades culturales, sea porque se difunden en los medios de comunicación de masas,
sea porque se intensifican las olas migratorias, sea porque hay culturas que reaccionan
violentamente ante la ola expansiva de la “cultura mundo”y generan nuevos tipos de
conflictos regionales que inundan las pantallas de todo el mundo. Aumenta la visibilidad
política, por ejercer derechos sociales y económicos, por el fin del fordismo, pero también
ajustes de las economías nacionales abiertas al mundo.
Las relaciones entre cultura y política. Cambian las culturas políticas en la medida en que
crece la exclusión social y se atomiza el mundo laboral. Se rompe la relación tan estrecha,
entre poder político y actores productivos, o entre Estado y trabajo, o entre pugna distributiva
y derechos laborales. El colapso de los proyectos socialistas y la pérdida de legitimidad del
Estado-Providencia desplazó las culturas políticas.
En tercer lugar, ​los conflictos culturales hacen más políticos, se toman más descarnados
y violentos y, fuerzan a la intervención del poder, se hacen más políticas las demandas
culturales, dadas las dificultades del sistema político para responder a demandas sociales
tradicionales y para comprometerse con grandes proyectos de cambio.
Ciertos aspectos de la cultura se politizan sin constituir culturas políticas, viejos problemas
propiamente culturales se convierten en temas de conflicto, de debate, de diferencias
álgidas y, finalmente, de interpelación a los poderes centrales.
Los nuevos movimientos sociales, sea porque la industria cultural hoy permite el
devenir-público y el devenir-público de actores culturales que antes no encontraban
representatividad en los espacios deliberativos, lo cierto es que asistimos a un cambio que
pasa por la politización de ámbitos culturales.
La irrupción política y pública de los temas de género, de etnia, de sexualidad, de consumo,
y otros. Temas donde se alternan demandas propias de los actores sociales en el sistema
político, con otras demandas que son más propiamente culturales y, difíciles de traducir en
políticas de reparto social: nuevos roles de la mujer en la sociedad y en la familia,
autoafirmación de la cultura por uso institucionalizado, publicitación de la sensibilidad “gay”,
relaciones entre identidad y consumo. ​Temas de la cultura interpelan a los agentes
políticos y los sorprenden indefensos para responder​.
Integración/subordinación: tensiones políticas de la globalización cultural:
Los discursos de la modernidad y el desarrollo lograron generar conceptos como los de
Estado-nación, territorio e identidad nacional. Hoy estos conceptos se ven mirados por
afuera y por debajo: la globalización económica y cultural borra las fronteras nacionales y las
identidades asociadas a ellas, mientras la diferenciación sociocultural se hace más visible
dentro de las propias sociedades nacionales. La relación establecida entre cultura y política
queda cuestionada en la medida en que el Estado-nación pierde su carácter de unidad
político cultural y tiende a restringirse al carácter de una unidad político-institucional.
Si el Estado-nación deja de ser el espacio de integración cultural, y la cultura se constituye
en las tensiones entre lo local y lo global, la tensión entre la cultura y política, en un espacio
globalizado de intercambio simbólico, se da como tensión integración/subordinación. La
cultura se politiza en la medida en que la producción de sentido, las imágenes, los símbolos,
iconos, conocimientos, unidades informativas, modas y sensibilidades tienden a imponerse
según cuáles sean los actores hegemónicos en los medios que difunden todos estos
elementos.
Mientras avanza, a escala global, un statu quo que estandariza económicamente por el lado
del capitalismo, y políticamente por el lado de las democracias formales, adquiere mayor
conflictividad el ámbito de la cultura y la identidad.
“Optimismo relativo.”Según Mato, en el terreno de lo cultural la globalización se caracteriza
principalmente por la transnacionalización en la producción de representaciones sociales,
dinámica en la cual se entrecruzan tanto actores locales como globales y que modifica
expresiones culturales como “identidad”y “sociedad civil, sobre las cuales tradicionalmente
se ha construido el orden político.
La formulación de nuevas representaciones de raza, etnicidad, ambiente y desarrollo
sustentable en nuevas redes globales se ha desenvuelto, de acuerdo con Mato, a partir de la
producción de códigos y categorías lingüísticas trasnacionales como biosfera, biodiversidad,
sociedad civil y otras. El autor, a la conformación de un discurso y un sentido traslacional
que orienta la acción de los actores alternativos tanto globales como locales, sustenta una
suerte de alianza de intereses entre estos orientada hacia un programa de acción
transnacional alternativo. El diagnóstico de Mato advierte la interesante posibilidad de
producir una “globalización desde abajo”, que actúe como respuesta a la globalización
desde arriba liderada por los grupos trasnacionales hegemónicos.
Para Néstor García Canclini(1999), la agenda integradora de la globalización, en el campo
del intercambio mercantil, contrasta con la otra agenda “segregadora”y “dispersiva” de la
globalización en las hibridaciones culturales de quienes permanecen diferentes se
exteriorizan los choques y las segmentaciones de una globalización cultural.
Canclini lleva la cultura y a sus actores al campo de la lucha por el sentido, “los grupos
subordinados”. Volverse capaces de actuar en circunstancias diversas y distantes, y a la vez
fortalecer los organismos locales frente a los flujos transnacionales de capitales y dinero.
Este Estado reencuentra su lugar como actor importante al estimular el interés público, de lo
colectivo multicultural. Desde esta perspectiva, se esfuerza y se transforma su vínculo de
interacción con la ciudadanía.
“Se trata de estudiar si esa oferta y esos modos de apropiarla son los más adecuados para
los que diversos sectores de la sociedad puedan reconocerse en sus diferencias, logren una
distribución, más justa de los recursos materiales y simbólicos, se confronten solidariamente
dentro de la nación y con las otras naciones”
La crisis y consecuente erosión en los mapas ideológicos institucionalizados por la
modernidad ha provocado el desmoronamiento de las categorías interpretativas existentes
hasta ahora.
Estos procesos se encuentran en la médula de la tensión entre desfallecimiento y
autoafirmación cultural: pueden constituir otra forma de amenaza a la supervivencia cultural
o también una nueva posibilidad de romper con la exclusión. Afirman Martín Barbero y
Ochoa, para revertir la exclusión por el lado de la mayor polifonía de voces en el intercambio
simbólico. Los propios autores advierten sobre los obstáculos para este desenlace positivo
respecto de la auto-afirmación.
Los autores ven en la cultura un ámbito desde el cual puede interpelar al Estado de manera
que éste renueve su propia disposición. Depositan fuertes expectativas en la cultura como
un campo crucial de transformación tanto de lo político como de lo público, y las
transformaciones puedan apuntar a revertir prácticas endémicas de exclusión. La cultura
sería el lugar desde el cual repensar canales de integración siempre que lo político se abra a
esta suerte de “vocación democrática”del espacio cultural.¿ Esta vocación democrática de la
cultura y esta fuerza integradora, tanto en el ámbito nacional como global, de la producción
cultural?
Segundo, la puesta en escena de lo latinoamericano en los medios globales. Señales desde
la cultura son los elementos para una nueva construcción utópica, a saber: reinventar y
reconstruir el relato de la identidad a partir de la conjugación de lo oral, lo escrito y lo
audiovisual/informático.
Mosonyi, de la globalización la ratio económica-financiera se impone de manera absoluta
tanto sobre el bienestar como sobre la identidad, conformando un nuevo modelo
hegemónico. Se sitúa en el campo de la lucha política por la producción de sentido a escala
global, modelo predominante integración con una lógica de subordinación total.
Mosonyi ve una fuerza contrahegemónica en el cruce entre el reclamo de los grupos étnicos
y de los ecologistas. Según ,Mosonyi, de un campo de negociación estratégica entre el
Estado-nación y los grupos étnicos que asegure la sobrevivencia de los primeros ante la
dinámica excluyente de la globalización.
Para Gustado Lins el cruce cultura-política toma cuerpo el desafío de contrabalancear la
cultura hegemónica, transformar las condiciones de ciudadanía y regular y ordenar el nuevo
contexto que surge de la transnacionalización. La creación y el fortalecimiento de una
“sociedad civil global”que a su juicio se representa actualmente en “una comunidad
transnacional imaginada/virtual cuya dinámica material es un símbolo de las nuevas
tecnologías de comunicación, sobre todo internet”.
La condición de “post-imperialismo” de “transnacionalidad”conlleva también la superación de
algunas formas institucionalizadas por la modernidad, principalmente en lo relativo a la
superación del Estado- nación.
Para Lins Ribeiro, lo que es importante ante esta situación es “aumentar el pluralismo y el
peso específico de la circulación “hëteroglósica”de narrativas y matrices de sentir en los
aparatos que dominan las redes globales de comunicación” y en el ámbito nacional redefinir
el lugar de las entidades atribuidas a segmentos étnicos minoritarios.
La relación entre cultura y política no puede reducirse entonces al formato convencional de
las políticas culturales. Las relaciones de poder expresan, producen y comunican
significados, por lo cual también tienen una dimensión simbólica fundamental​.
En la medida en la que se redefina la ciudadanía sobre la base de la nueva centralidad de lo
cultural en muchos movimientos de defensa y promoción ciudadana lo cual remerge en lo
público con mayor fuerza y vocación democrática. Es en “lo público”, más que en lo estatal,
donde se da hoy la luchas por la apropiación de sentidos y la visibilidad de actores. En lo
público se reconoce al otro como portador de interés y de derechos legítimos, vale decir “se
hace” cultura democrática.
Las brechas entre integración material e integración simbólica en la nueva fase de
modernización latinoamericana el campo de la industria cultural como espacio central se
disputa por la integración y la hegemonía cultural; las asimetrías simbólicas de la
globalización cultural y los problemas de integración/ subordinación cultural que ellas
suponen; y finalmente una reflexión sobre la ciudadanía en las tensiones igual, diferencia
que se dan hoy.
Lo simbólico y lo material en la relación cultura-política:
En primer lugar, es la brecha creciente entre mayor inequidad material y mayor integración
simbólica. América Latina: a la vez que la integración social/material se ve amenazada por la
crisis del empleo y la persistencia de la brecha de ingresos, nuevos ímpetus de integración
simbólica irrumpen desde la industria cultural, la democracia política y los nuevos
movimientos sociales.
Hoy hay más pobres que a comienzos de los ochenta en la región; la distribución del ingreso
no ha mejorado y en algunos países se ha deteriorado claramente; la inferioridad laboral
hecha a base de ingresos bajos y baja capitalización crece y se constituye en el sector que
más absorbe a las masas de trabajadores que van creando al margen de la modernización
productiva o a la mayoría de los jóvenes de baja capacitación que ingresan al mercado de
trabajo, el sector rural tradicional se va siendo cada vez más marginal respecto del resto de
los sectores y la sociedades se van fragmentando cada vez más por la acumulación de
estos fenómenos.
El acceso al conocimiento, la información, la publicidad, tuvo un ritmo totalmente asimétrico
en relación al acceso de mayores ingresos, mayor bienestar y mayor consumo.
Esta situación nos hace plantearnos la rearticulación entre la política y la cultura. En primer
lugar, la mayor distribución de bienes simbólicos por sobre los bienes materiales pueden
trasladar la pugna distributiva hacia el lado de bienes culturales como son el acceso a
conocimiento, información y educación oportunidad.
Si implica cambios en la composición de las agendas políticas, la publicidad política, los
contenidos de la competencia por votos y los temas objetos de gran consenso societales.
En segundo lugar, esta brecha entre bienes simbólicos y bienes materiales pueden ser
motivo de creciente conflictividad social del devenir/político de dicha brecha. A medida que
se expande el consumo publicitario y permanece estancada la capacidad adquisitiva para
responder a lo que este consumo publicitario promueve la sociedad se “recalienta”y esto
impacta sobre la pugna distributiva y por ende sobre la gobernabilidad.
En tercer lugar, la comunicación a distancia tiende a ser cada vez más importante para
incidir políticamente, ganar visibilidad pública y ser interlocutor válido en el diálogo entre
actores. Esto nos plantea un nuevo problema o dilema: si en la trama cultural se empiezan a
politizar algunos problemas, vale decir si ciertos temas que antes sólo se procesaban o
reprimían “hacia adentro”, ahora interpelan políticamente.
Si bien se politizan problemas que han sido tradicionalmente del ámbito restringido de la
cultura, no es clara la “democracia simbólica”, como se distribuye la visibilidad pública de
estos problemas y sobre todo los actores culturales que están detrás. Y la visibilidad pública
es la condición para que estos actores sean parte activa de la pugna distributiva, la
negociación política, y las decisiones que afectan al nivel macro.
La industria cultural como espacio de disputa entre la articulación cultura-política:
El campo decisivo de lucha en la articulación entre cultura y política se da cada vez más en
la industria cultural, y dicha articulación no se decide tanto en “el modo de producción”como
en las “condiciones de circulación.”No es tanto la producción del sentido sino en su
circulación donde se juegan proyectos de vida, autoafirmación de identidades estéticas y de
valores.
En la circulación, mucho más que en la producción, la cultura deviene de política y en la
nueva fase de la globalización, dicha circulación se multiplica exponencialmente, rebasa las
fronteras espaciales y los límites en el tiempo: los mensajes circulan globalmente a tiempo
real.
Al considerar no sólo que en las industrias culturales se juega mayoritariamente la lucha por
difundir, defender, plantear e imponer sentidos. También esta industria es hoy el lugar
central en la articulación entre dinámicas cultural y dinámica productiva. La lucha por estas
presente en la industria cultural es una lucha elemental de identidad.
SI se considera la industria de comunicación y de información como parte de este complejo
industrial cultural, se trata entonces del sector de actividad económica que hoy día goza de
los más altos ritmos de expansión.
Las nuevas formas de articulación entre lo económico y lo cultural se traduce en estas dos
caras complementarias. Primero en el carácter rentable de los procesos de creación,
distribución y consumo de un número creciente de obras culturales que entran el
consentimiento de sus actores, en el circuito de circulación mercantil industrial de la cultura.
Segundo, la presencia cada vez más fuerte del componente cultural y estético en la
actividad económica, donde las empresas discográficas del espectáculo y la diversión
crecen a un ritmo inédito, y donde la publicidad y el entretenimiento tienden que estetizar sin
tregua para seducir a públicos cada vez más estimulados.
La politización de la cultura se juega en la lucha al interior de las industrias culturales: entre
un ratio generalizada que opera como “valor de cambio”y le imprime esa lógica a todo lo que
hace circular en su interior, y su esfuerzo incesante por subordinar el “destino mercantil”de la
cultura a la producción de sentidos. La lucha política se da allí, con fuerza inédita, entre
economía y cultura.
“Lo político”de la cultura no sólo pasa por una lucha entre identidades, sino ante todo por
una lucha de subordinación entre “racionalización”y “subjetividad”, o bien entre ratio y
sentido, o bien entre racionalidad económica y racionalidad cultural. Esta tensión se da en la
música, en el cine, en la artesanía, en el intercambio académico, en las letras, y en el
folklore, entre otros.
La democracia cultural es el reverso de la racionalización de los símbolos y la moneda sigue
girando en su canto, sin saber todavía de qué lado dejarse caer. Por eso se trata de un
campo de lucha: porque hay un amplio margen de incertidumbre respecto de los desenlaces
que se van dando entre los triunfos de los sentidos o la sordera de la circulación mercantil.
Nuevos espacios abren las nuevas formas de producir cultural por vía de la industria cultural
y deben aprovecharse para que no sólo la racionalidad económica impere bajo el alero de
las nuevas formas de producción.
El complejo industrial/cultural es actualmente el campo de múltiples mediaciones en el que
se define los actores del mundo simbólico: influye cada vez más sobre el mundo material
mediante expectativas, gustos y exigencias, pero también mediante el desarrollo de la
inventiva, la adquisición de conocimientos y el uso de la información. Campo de lucha por
difundir sentidos, ideologías y sensibilidades. Hemos extendido la lucha de clases a la lucha
de símbolos, la lineación del trabajo a la lineación en el intercambio mediático y la escasez
de recursos a la sobreabundancia de imágenes.
Las asimetrías simbólicas de la globalización cultural:
Una lucha atávica de la modernidad que se hace más intensa cuanto más se difunde la
circulación mercantil de la cultura y cuanto más se pluralizan los signos y los símbolos a
escala global. Otra dimensión de esta lucha: de las profundas asimetrías entre distintos
sujetos para imponer su visión del mundo en la circulación mediática.
En el intercambio de naciones son los países industrializados más grandes quienes se
hacen oír con más fuerzas mientras que el interior de nuestras naciones en desarrollo son
los grupos económicos dominantes quienes se apropian de la prensa y la televisión. La
globalización comercial, la industrial cultural, también asisten a vertiginosas fusiones donde
los más grandes compran a los más pequeños, hacen sus alianzas estratégica y diversifican
sus negocios en las tantas puertas de entradas que hoy ofrece el intercambio simbólico.
Es tan dinámico el movimiento interno de la industria cultural, es tan vertiginosa su
proliferación de signos y símbolos, que un movimiento en el margen pueda rápidamente
captar audiencias masivas.
Además, la industria cultural es tan diversificada y multiarticulada, que entrar en un punto
significa salir por muchos puntos. La conexión entre teléfonos, internet, juego y software
cibernéticos opera con una lógica de red: no importa por donde uno entre, sale por todos
lados y circula en todos los espacios. Esta lógica se expande día a día hacia los medios
convencionales que tienen que operar re-edificandose. Por último, el descenso en los costos
y en la flexibilización de componentes hace más accesible el poder de emitir mensajes. Si
bien la producción de hardware y software se concentra mayoritariamente en Estados
Unidos y Japón, el descenso en los costos de tecnologías audiovisuales favorecen la mayor
generación de mensajes desde nuestras culturas.
El rol del Estado es crucial para pasar “políticas culturales”, convencionales y pasivas a una
politización del problema de la cultura a partir de la centralidad que se le reconoce a la
industria cultural en la formación de conciencia colectiva, en la danza de los símbolos y en la
reformulación del espacio público.
A modo de cierre:la ciudadanía entre la igualdad y la diferencia:
El campo de la ciudadanía se enriquece a medida que la porosidad de la industria cultural
permite al reclamo y la promoción de derechos culturales. La bandera de la comunicación
democrática se alza con toda su carga funcional y muchos sueñan con una nueva utopía
que sustituye el viejo valor de la igualdad por el emergente valor de la diferencia.
Tensión propias de las democracias actuales: ​Por un lado se busca recobrar o
redinamizar la igualdad, entendida sobre todo como una inclusión de los excluidos sin que
ello conlleve a la homogeneidad cultural, mayor concentración del poder político o la
uniformidad en los gustos y estilos de vida. Se trata de apoyar y promover la diferenciación,
entendida doblemente como diversidad cultural, pluralismo en valores y mayor autonomía de
los sujetos, pero sin que esto se convierta en justificación de la desigualdad o de la no
inclusión de los excluidos. La interacción sin subordinación pasaría por el doble eje de los
derechos sociales y culturales. En que una mejor distribución de activos materiales va de la
mano con un acceso más igualitario a los activos simbólicos, con una presencia más
equitativa de los múltiples actores socioculturales en la deliberación pública y con un
pluralismo cultural.
Las políticas de igualdad deben conciliar la no/discriminación en el campo cultural con el
reparto social frente a las desigualdades. Esto incluye a su vez políticas de acción positiva
frente a minorías étnicas y también frente a otros grupos de corte socioeconómico, cultural,
etario y/o de género que presentan situaciones de mayor vulnerabilidad. Las políticas contra
la discriminación de la diferencia deben complementarse con políticas sociales focalizadas
hacia aquellos grupos que objetivamente se encuentran más discriminados, en condiciones
más desventajosas para afirmar su especificidad, satisfacer sus necesidades básicas y
desarrollar capacidades para ejercer positivamenmte su libertad.
La acción positiva debe extender los derechos particularmente a quienes menos los poseen.

También podría gustarte