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ALUMNO:
MATRICULA:
GRUPO: SC18
DOCENTE:
ACTIVIDAD 4 BLOQUE 12
HIPÓTESIS
En relación con la primera variable tenemos entendido que todo Estado debe
allegarse de los recursos necesarios para cumplir con las tareas que la sociedad le
asigna. Sin ellos, el Estado no estaría en posibilidad de brindar a sus ciudadanos
seguridad, justicia y bienestar social. No obstante, entregar parte de la riqueza
generada por nuestro trabajo es una obligación que disgusta. Pagar impuestos es una
obligación que provoca resistencia. Por ello, los gobiernos deben idear medidas de
convicción y coerción para que los contribuyentes cumplan con sus obligaciones.
El éxito de estas medidas puede evaluarse a través del tamaño de la base de
contribuyentes, el nivel de recaudación y los grados de evasión. Por desgracia, México
figura entre los países con peores indicadores en cada uno de estos rubros. Nuestra
base de contribuyentes efectivos (los que realmente pagan impuestos) es muy
reducida. Los ingresos tributarios como porcentaje del PIB alcanzan tan sólo el 9% y la
evasión fiscal consigna niveles altos.
Para analizar con mayor detalle la cultura tributaria de la población, tomaremos
el siguiente índice a partir de interrogantes de carácter factual. Este índice se
considera los siguientes rubros:
► Impuestos que cobra el gobierno.
► Porcentaje de IVA.
► Productos que pagan IVA.
► Autoridad responsable de aprobar los impuestos.
Entonces se dirá que la mayoría de la población sabe a cuánto asciende el
porcentaje de IVA. Sin embargo, hay un nivel alto de desconocimiento respecto a los
productos que están sujetos a este impuesto. Por ejemplo, un gran porcentaje de la
población tiene conocimiento que tanto libros, revistas y periódicos, como medicinas,
están sujetos al cobro del IVA. En el caso de las medicinas, el gobierno paga un doble
costo: no recabar este impuesto y el que proviene de que la población piensa que el
gobierno cobra el IVA sobre un producto tan sensible como los medicamentos.
Lo interesante de los impuestos es la clasificación que tiene cada uno, sino no
abría ese sentido o manera de justificar su cobro, aunque en muchas ocasiones se
tornan en impuestos sin sentido e injustificados que solo causan un daño económico al
encargado de pagar, es importante tener conocimiento de porque estas pagando tal
impuesto y a que te comprometes, si tus responsabilidades aumentan seas una
persona física o moral.
El incentivo inicial para el ciudadano debería ser la satisfacción por contribuir a
la mejora de su sociedad, gracias a sus aportaciones, lamentablemente no existe esta
cultura, principalmente por toda la corrupción existente en las organizaciones
tributarias, lo que conlleva a una gran desconfianza y que convierte al miedo a las
represalias en el principal motor para realizar el pago de impuestos. De no hacerlos
entran en vigor los castigos que pueden variar en varios grados de severidad que
inclusive pueden llevar a prisión.
En conclusión la fuente de ingresos públicos son los tributos, y dentro de estos
los impuestos. Un fin importante es la redistribución de la renta. Para ello se debe
establecer una obligación de pagar en función de la capacidad económica. Deben
ser los más ricos los que más proporción paguen de su renta en impuestos y otros
tributos. Un tercer objetivo es buscar una mayor eficiencia en la economía. Por
ejemplo, los impuestos pueden gravar actividades que generan perjuicios en personas
que no participan de la decisión de llevar a cabo esa actividad. El cuarto es suavizar
las crisis. La política fiscal puede ser un instrumento de política económica.
Eso sí, una cosa es que esos sean los principales objetivos y otra muy
diferente, es que se consigan siempre. Puede haber situaciones de falta de recursos
para sostener los gastos públicos que lleven a un importante endeudamiento, puede
haber deficiencias en la progresividad del sistema tributario, los impuestos se pueden
mostrar incapaces de aportar eficiencia o las políticas fiscales incapaces de resolver
las crisis. La política fiscal es un instrumento que unas veces consigue sus objetivos,
otras avanza parcialmente hacia ellos y en otras no es capaz de lograr los efectos que
se pretendían.
De la segunda variable vamos a responder Estamos obligados a pagar
impuestos por ser la más importante fuente de ingresos públicos con los cuales
deberían sustentarse los gastos públicos.
Ahora bien, en todos los sistemas tributarios formalmente progresivos se han
planteado en las últimas décadas intensos debates acerca de los posibles
desincentivos a la generación de renta que éstos pueden provocar. De manera muy
resumida, se dice que unos tipos impositivos muy elevados pueden hacer que algunas
personas decidan trabajar menos porque no les merezca la pena su salario neto
(después de impuestos). Este es el argumento básico que ha llevado a disminuir los
tipos impositivos que gravan la renta de las personas en prácticamente todo el mundo
en las últimas décadas.
En los últimos años la sociedad parece estar revisando el grado de
redistribución y de solidaridad interpersonal que el conjunto de servicios públicos y de
impuestos pretende efectuar. Ahora bien, ¿es realmente cierto que el sistema tributario
es progresivo? ¿Es posible que existan esos desincentivos al trabajo? Lo cierto es que
la inmensa mayoría de los trabajos académicos nos demuestran que el sistema
tributario, en el mejor de los casos, es proporcional. Es decir, que cada persona
contribuye al erario público en un porcentaje fijo (y no creciente) de su renta. ¿Por qué
ocurre esto, si uno de los principales impuestos, el que grava la renta personal, es
progresivo? Hay distintas razones, pero la más importante es, sin duda, el fraude
fiscal. Los contribuyentes de renta alta cuentan con más medios (físicos y humanos)
para eludir el pago de impuestos que los de renta baja.
Es cierto que la aversión a la desigualdad cambia en el espacio y en el tiempo.
Como también lo hacen las fuerzas relativas de los distintos grupos sociales. Y, en
este sentido, es posible que en la actualidad se esté revisando el “contrato social”
sobre el que se asienta nuestro sistema tributario por una de esas.
En México, las personas físicas, sobre todo los asalariados, son los que pagan
más impuestos. El presidente del Instituto Mexicano de Contadores Públicos,
Francisco Macías, explicó que si bien en general los contribuyentes pagan una tasa de
30% por el ISR, los asalariados tienen deducciones más limitadas. Indicó que las
empresas tienen más posibilidades de deducir y lo hacen de acuerdo con su actividad.
Éstas pueden ser propias y normales sobre sus costos, es decir, gastos que tienen
que ver con el sector en el que se desempeñan.
Bibliografía