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MEJOREDU
¿Qué es la reflexión sobre la práctica?
Repensar la práctica docente, reflexionar sobre ella, indagar sobre lo que se hace, encontrar los motivos que
llevan a un maestro o maestra a actuar de tal o cual modo, es una actividad que debería realizarse
cotidianamente. Ello no significa que no reflexionen, es evidente que es una actividad común a todas las
personas. Si el docente no reflexionara difícilmente podría resolver las inusitadas demandas que se le
presentan a diario en los intercambios con los estudiantes o con colegas, pero de lo que se trata es de
desarrollar procesos reflexivos sistemáticos, colectivos y críticos.
Reflexionar significa plantearse preguntas sobre lo que se hace o lo que siempre se ha hecho y modificar los
saberes y conocimientos con los que se actúa todos los días, inclusive de manera automática, sin cuestionarlo.
La reflexión es un proceso de pensamiento, búsqueda de razones y explicaciones, meditación de causas y
efectos de los actos personales y sociales. Los docentes pueden reflexionar sobre sus prácticas en las distintas
funciones educativas que desempeñan y las dudas o inseguridades que éstas les ocasionan, de tal manera
que desarrollen formas críticas de pensar y actuar. (Contreras, 1997. La autonomía del profesorado. Morata).
La reflexión sistematizada sobre la propia práctica es la mejor herramienta que poseen los docentes para
avanzar y superarse profesionalmente. Sin reflexión y análisis permanentes la práctica se mecaniza, se
convierte en malignamente rutinaria y se empobrece. Librada a su propia inercia, la práctica puede enseñar
poco, puede enseñar mal, puede enseñar a repetir los mismos errores, y anquilosarse en una pedagogía
impermeable a la experimentación y al cambio (Fullan, M., y Stiegelbauer, S. 1997. El cambio educativo: guía
de planeación para maestros. Trillas).
Una vez que el ciclo reflexivo impulsa la reconstrucción de la práctica, es importante regresar a aquellos
momentos que valdría la pena mirar de nuevo para encontrar otras respuestas e identificar aspectos que
podemos mejorar.
A partir de tu experiencia ¿cómo llevarías a tu práctica docente la espiral reflexiva? Comparte tus ideas con
otros colegas.
Cómo enseñan otros, cómo lo hago yo. Comparación de la práctica. Espiral reflexiva
Cuando las y los maestros trabajamos en soledad, nos aferramos a lo que nos “funciona”, sin pensar en que
las consecuencias de esto pueden ser más desfavorables de lo que nos imaginamos: a veces creemos que los
estudiantes nos entienden cuando no es así; suponemos ignorancia en ellos cuando no la hay; los
consideramos como iguales, cuando en realidad son muy diferentes y a veces creemos que nos ha ido “bien”
en la clase, cuando tal vez los estudiantes se han aburrido fatalmente.
¿Qué puede hacerse para darnos cuenta de las cosas que pasan desapercibidas durante el proceso de
enseñanza? ¿Cómo hacemos para identificar errores, omisiones en la enseñanza, defectos en el trato y la
comunicación con los estudiantes?
Para mejorar la práctica el docente puede hacer lo que hacen otros profesionistas: observarse entre sí,
comparar su práctica comentando el cómo y el porqué de lo que se hace. A este momento reflexivo se le
denomina de comparación de la práctica y es, junto con la descripción y la resignificación, otro momento
reflexivo clave para pensar y movilizar la práctica para su mejora. Sería muy importante que pudiera
convertirse en una tarea habitual para todos los docentes.
Para desarrollar este momento reflexivo los docentes podemos:
• Enseñar de forma conjunta, en parejas o en equipo y reflexionar sobre lo realizado
• Realizar videos de clases propias u observar clases en vivo de otros profesores, para
posteriormente, comentarlas y proporcionar la retroalimentación necesaria
• Participar en actividades conjuntas de enseñanza con diferentes grupos
• Realizar planeación didáctica colaborativa de una clase o de una secuencia didáctica que requiera
varias clases
Acuerde con algún colega o equipo de colegas, compartir una o varias clases, para compararlas, comentarlas
y buscar su mejora.
Somos narradores
La narrativa, referente clave para pensar y movilizar la práctica docente, acompaña toda la historia de la
humanidad, está reconocida como campo de conocimiento y estudio independiente. Desde Mejoredu la
definimos como un recurso -lingüístico, cultural, social y educativo- para construir, deconstruir, compartir
experiencias y producir saberes pedagógicos, distanciándonos de mirar el lenguaje como simple medio de
comunicación.
Los relatos están por todas partes, nombrando y transformando la realidad con su potencia creadora. Si algo
nos asombra, nos gusta o nos inquieta, narramos, dejamos una huella.
El lenguaje verbal, que nos da la voz y traduce el lenguaje de las cosas, es fundamental para nosotros los
docentes. Más aún, somos en el relato, comprendemos al escribir, leemos los gestos, reflexionamos sobre
nuestra práctica. Al narrar nos hacemos presentes, indagamos, nos abrimos, exploramos historias,
aprendemos nuevos sentidos de la experiencia propia y ajena, acompañamos, entendemos más la vida del
aula, de la escuela, de la educación, compartimos conocimientos, interpelamos el mundo. Sobre todo,
promovemos un pensar y un saber franco y revelador.
En los procesos de formación…, las historias y relatos …, se prestan a un pensar encarnado, porque tratamos
de poner en movimiento la implicación personal y subjetiva… (ya sea como autores o como receptores). Un
saber narrativo que, frente al… saber descontextualizado y despersonalizado…, guarda estrechas relaciones
con el modo en que nos vivimos en el flujo de la vida y de sus acontecimientos (Bruner, 1988). … que es el
modo en que… vivimos la experiencia de nuestro oficio educativo. En este sentido, practicar y cultivar la
narrativa y el saber narrativo [es] … un modo que nos ayuda a prepararnos como docentes y que nos
mantiene en una relación sensible y cuidadosa con lo vivido. (Contreras et al, 2019, p. 65).
Cómo narramos?
Narramos desde la experiencia, desde lo que nos toca interiormente. Obsérvala, preséntala, déjala aparecer,
decide si la muestras o le das preminencia. En la escuela cualquier situación: el aula, el recreo, los estudiantes
jugando, un objeto como el pizarrón, el cuaderno, todo puede detonar un relato.
Aceptando el reto de empezar… soltamos la pluma, el pensamiento y las emociones. Antes que buscar una
intención, un formato, deja llegar las ideas, imágenes, recuerdos.
Seamos fotógrafos, relatemos en detalle, hagamos “descripción densa” (Geertz), registrando modos de ser y
actuar, pensamientos, emociones; encontremos significados múltiples en las cosas y la gente, interpretemos.
La escuela es memoria de muchos, narremos presencias y ausencias.
Escribiendo y reescribiendo, en primera persona, narrarnos al otro, dejando aflorar una escritura más
auténtica. Necesitamos leer, volvernos amigos de los escritores, viajar con ellos en tiempo y espacio,
Visitemos a los grandes (Shakespeare, Cervantes).
Seamos conscientes de que coexisten dos escrituras: “…una que se había manifestado desde la época escolar,
y que me había garantizado siempre las alabanzas de los profesores: muy bien hecho, llegarás a ser escritora;
y otra, que asomaba por sorpresa y se eclipsaba después dejándome insatisfecha” (Ferrante, 2022, p. 25). En
los cuadernos de la primaria -el margen rojo, las líneas normalizadoras- ahí nació la “buena escritura”. Como
docentes seguimos buscándola, la otra “es impetuosa, irrumpe y desaparece” (Ferrante, 2022).
Narramos para entender, sentirnos más sujetos, ganar en libertad, por el gusto de escribir, interpelar al otro,
investigar, revelar, mostrar lo que queremos cambiar, lo que nos duele, lo que nos gusta, la belleza, proponer
otros mundos.
Al narrar nos hacemos autores, atravesados por otros. Elegimos si somos el narrador, si escribimos solos o
en el colectivo docente. Seguro aparecerán situaciones y personajes.
Resonancias de la narración
En la escuela coexisten múltiples formas narrativas que nacen de nosotros y al mismo tiempo nos afectan:
un diario pedagógico, un ensayo, un artículo, el relato de un incidente crítico de nuestra experiencia, la
historia de vida (mía o de otros), la biografía de un maestro memorable, nuestras autobiografías, notas en el
pizarrón, una poesía escrita en la pared, una foto, un video. Todos los anteriores son relatos- individuales o
colectivos, complejos o simples, breves o extensos- detonadores a su vez de la reflexión, generadores de
efectos o resonancias en los docentes que pueden mejorar su práctica:
• Escribiendo un diario pedagógico entendemos mejor qué nos pasa, volvemos a leerlo, sale algo
nuevo; reescribimos, seguimos aprendiendo, con una lógica de la espiral, no de línea.
• Una maestra lee su diario a sus colegas, escuchamos, reflexionamos, crece la empatía entre
nosotros, la experiencia compartida nos acerca.
• Organizamos un cuaderno rodante que circula entre el colectivo docente y hacemos memoria de
todos.
• Leo el trabajo de un estudiante, conversamos y escribimos juntos sobre su aprendizaje;
compartimos el relato en el consejo técnico.
• Escuchamos una noticia, nos preguntamos, propongo escribir un texto colectivo para compartirlo
en la escuela, con los estudiantes. Reflexionamos y actuamos.
Relaten, miren las resonancias en ustedes de las situaciones descritas y de la fotografía anterior, lejana a
nuestra realidad y al mismo tiempo tan cerca, escriban acerca de las resonancias.