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Te m a 1 . L A P O E S Í A A P R I N C I P I O S D E S I G L O .
MODERNISMO Y GENERACIÓN DEL 98. RUBÉN DARÍO Y
ANTONIO MACHADO
A finales del siglo XIX, se produce un profundo cambio en las más diversas manifestaciones de la vida y del arte.
El progreso, la industrialización, la ciencia son mirados con desconfianza debido a la deshumanización
progresiva y al desarrollo del materialismo. La misma actitud se observa ante los más sólidos y asentados
principios literarios, sociales y políticos. Estamos, por consiguiente, ante la crisis de fin de siglo; según los
críticos "crisis universal de las letras y del espíritu, que se inicia hacia 1885, se manifiesta en todos los campos
del saber humano y representa la expresión del hondo cambio histórico que se produce, coincidiendo con el paso
del siglo XIX al siglo XX.
La crisis lleva a una desconfianza en la razón y en el positivismo y como consecuencia se produce una
valoración de lo irracional y una revitalización de lo sentimental, íntimo y emotivo.
Este pesimismo intelectual contó con el respaldo de conocidos filósofos, entre los que destacan Kierkegaard,
filósofo danés, precursor del existencialismo, en cuya obra explica cómo el hombre, atrapado en los límites que
le marca la muerte, y proyectado al mismo tiempo hacia la infinitud que ansía, se ve obligado a vivir en angustia;
Schopenhauer, filósofo alemán para quien el mundo se mueve impulsado por fuerzas ciegas e irracionales,
definía la vida como "una cosa oscura y ciega, potente y vigorosa, sin justicia, sin fin, una fuerza movida por una
corriente x -la voluntad-" y Nietzsche, filósofo alemán que desarrolla la filosofía del vitalismo, exalta la vida y
rechaza el pensamiento racional, su ideal es la subversión de todos los valores realizada por el superhombre,
personaje que encarna una voluntad de poder irracional, fuerte y creadora.
El malestar y la protesta ante un mundo de ideas caducas, de creciente mercantilismo, de ramplonería y
vulgaridad, se van a traducir a finales del siglo XIX en múltiples formas:
• Los nuevos escritores llevan a cabo una cerrada defensa de los más altos ideales artísticos. De ahí́ el frecuente
desprecio de la realidad circundante y la evasión hacia mundos o épocas de perfección, armonía y belleza.
Alguna que otra vez se recurre a todo aquello que pueda transportar a unos "paraísos artificiales".
• La reiterada tendencia a la evasión deja paso en algunos de estos autores a actitudes críticas y comprometidas.
Proponen soluciones diversas y, algunas veces, abogan por una vuelta a la naturaleza y a formas de vida
precapitalista.
• El desprecio de una moral convencional e hipócrita los lleva a adoptar con frecuencia comportamientos
antisociales o provocadores y a exaltar placeres prohibidos.
En España, el siglo XIX había significado una continua lucha para modernizar el país y dotarlo de unas
estructuras sociales y políticas adecuadas. El esfuerzo, sin embargo, no había dado los frutos deseados. A
finales de siglo el panorama de desaliento recogido en la literatura por autores de la talla de Clarín, Galdós,
Baroja o A. Machado, hizo que se extendiera la impresión de crisis social y política. Intelectuales como Joaquín
Costa o Ángel Ganivet proclamaron entonces la necesidad de regenerar el país, y la palabra regeneración se
convirtió́ en una palabra clave en la época. Un hecho transcendental se añadió́ a esta situación: el desastre del
98 y la consiguiente pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. De lo que había sido un vasto imperio, solo
quedaban algunos enclaves situados en África.
A comienzos del siglo XX siguen sin resolverse los problemas heredados del siglo pasado (desigualdades
sociales, alternancia de partidos, caciquismo, atraso cultural y económico, etc.), la sociedad española cada vez
se crispa más.
La rapidez con la que suceden los acontecimientos decisivos a nivel nacional y mundial (dictadura de Primo de
Rivera, Primera Guerra Mundial, crisis económica de 1929, Segunda República y Guerra Civil) y la necesidad de
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tomar partido ante las circunstancias, influyen de manera determinante en la literatura de estos años. En la
primera década los autores modernistas, descontentos con la realidad, se enfrentan a la estética dominante y
realizan una profunda renovación literaria que afecta tanto a la forma como al contenido. A la época de
entreguerras y a su ansia de experimentación le corresponden la actitud aristocrática y escapista de Juan
Ramón Jiménez y el juego intrascendente de las vanguardias; por el contrario, la década de los años treinta
está marcada por el compromiso de los poetas de la generación del 27 y un autor veterano como Antonio
Machado.

1. Modernismo y Generación del 98. 



El Modernismo surgió como reacción al Realismo y
al Naturalismo y al prosaísmo poético, es decir,
como cristalización de las corrientes de tipo
inconformista que surgen desde finales del siglo
XIX, relacionadas con la llamada "crisis de la
conciencia burguesa", y que en literatura, se
traducen por impulsos renovadores opuestos a las
tendencias anteriores. Desde muy pronto, se agrupó
bajo ese rótulo de "modernista" a todos los
escritores en los que se reflejó en España la
mencionada crisis finisecular y que dieron un nuevo
rumbo al arte y a la literatura. Para referirse a ellos,
Azorín propuso como más adecuado el de
"generación del 98".
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1.1.El Modernismo

El modernismo es, ante todo, una renovación estética, y más en concreto del lenguaje poético, que surge de
una síntesis del parnasianismo y el simbolismo, dos corrientes poéticas francesas. De la primera toma la
noción del arte por el arte, el gusto por lo refinado y la perfección formal; del simbolismo recibe el gusto por la
música y la tendencia a incorporar imágenes sensoriales.
Se gesta en Hispanoamérica a partir de 1870 y es introducido en España entre 1892 y 1899 por Rubén Darío.
En 1900 había triunfado de la mano de Juan Ramón Jiménez.

La renovación temática:

La poesía modernista insiste en una serie de temas relacionados directamente con su concepción del mundo:
a. El exotismo: búsqueda de un mundo exótico como forma de evasión. Los poemas se llenan
de alusiones a Oriente o a la antigüedad clásica
b. El cosmopolitismo: París, ciudad cosmopolita por excelencia se convierte para los
modernistas en el centro del mundo.
c. Utilización del símbolo y el mito: para crear sensaciones y evocar lo inefable.
d. Lo indígena: se valoran las culturas precolombinas de los pueblos hispanoamericanos, se
expresa un sentimiento de nostalgia por el pasado legendario y se utilizan mitos guerreros
como el de Caupolicán.
e. Lo oculto o religioso: se recogen elementos del Budismo, el Cristianismo y la filosofía o
religión griegas.
f. El amor y el erotismo: se sublima el sentimiento amoroso y se resaltan los aspectos más
sensuales.

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g. La angustia romántica: se manifiesta en un sentimiento de soledad y hastío y en el tono de
tristeza melancólica que impregna algunos poemas modernistas.

La renovación de la lengua poética

Utilizan los siguientes recursos:


a. El colorido o cromatismo en una gama que va de los colores suaves a los fuertes
b. Los efectos sonoros de las palabras, que consiguen gracias al uso de las esdrújulas, la
adjetivación y las más variadas figuras retóricas (aliteraciones, sinestesias, etc.)
c. Un vocabulario insólito que alude a realidades exóticas, exquisitas o fantásticas.

La innovación métrica

No se persigue solo una nueva sonoridad, sino también la correspondencia entre sentimiento y musicalidad, se
busca captar y expresar el ritmo de las ideas. La renovación métrica afectará a:
a. Los versos. Se utilizan versos antiguos como el hexámetro grecolatino y otros de procedencia
francesa. Los preferidos son el alejandrino, eneasílabo, dodecasílabo y los tradicionales
endecasílabo y octosílabo.
b. Las estrofas. La preferida sigue siendo el soneto, aunque también se usan la de pie quebrado y
la silva asonantada.
c. La acentuación. Además del abundante uso de esdrújulas, se traslada al castellano la métrica
clásica, basada en la alternancia de sílabas largas y breves, que se sustituyen por tónicas y
átonas.
d. La rima. Se alterna la consonante y asonante.

1.2.La generación del 98

Tradicionalmente se incluyen en la nómina de autores del Grupo del 98 a Pío Baroja, Azorín, Ramiro Maeztu,
Miguel de Unamuno, Antonio Machado y Valle-Inclán. Sin embargo la crítica moderna tiende a excluir a los dos
últimos autores

Los autores del 98 muestran una serie de coincidencias ideológicas y estéticas entre las que podemos destacar
las siguientes:

§ Se detecta en sus obras la influencia de los filósofos irracionalistas Schopenhauer y Kierkegaard,


de los que toman el tema de la angustia vital, las preocupaciones existenciales y el pesimismo; de
Nietzsche proviene el tema del eterno retorno/ la actitud religiosa ante el cristianismo, la valoración
de la vida y la voluntad frente a la razón, y la predilección por el superhombre (el Pío Cid de Ganivet,
el Quijote de Unamuno, el Caballero de la Hispanidad de Maeztu, el César Moneada de Pío
Baroja...).

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§ Adoptan una postura idealista ante la regeneración social. Frente al pragmatismo de los
regeneracionistas, los del 98 muestran su incapacidad para pasar a la acción y aplicar las reformas
que proponen. A los problemas concretos solo ofrecen respuestas filosóficas.

§ Su preocupación por la situación nacional convierte el tema de España en eje central de sus obras.
Los autores del Grupo del 98 parten de un conocimiento profundo de la realidad española que
consiguen a través de sus viajes y de la lectura de los autores clásicos. Exaltan el paisaje y los
pueblos, y se interesan por su historia en la que esperan descubrir la esencia de lo español. En sus
escritos realizan una revisión del pasado y muestran una sensibilidad especial ante los aspectos más
desoladores de la realidad nacional. Critican sobre todo, a los gobernantes corruptos, el atraso del
campo y los vicios nacionales. Creen que los problemas de España hallarán solución en la medida
en que se produzca en el pueblo un cambio de mentalidad.

§ El deseo de modernizar el país les hace volver sus ojos a Europa y expresar la necesidad de
«europeizar a España». En una segunda etapa, reivindican los valores nacionales, los valores «más
castizos», y hablan de «españolizar a Europa».

§ Los autores del Grupo del 98 buscan la esencia de lo español y de los valores eternos en las
tierras de Castilla, en su historia y en su literatura. Aman los viejos pueblos y el paisaje castellano, y
reivindican a escritores españoles medievales y clásicos: Gonzalo de Berceo, Juan Ruiz, Arcipreste
de Hita, el Marqués de Santillana, Luis de Góngora... Admiran a Larra, al que consideran como «el
más libre, espontáneo y destructor espíritu contemporáneo».

§ Todos ellos muestran su afán por renovar literariamente nuestra lengua. Recuperan palabras
tradicionales y utilizan abundantes arcaísmos. Con el fin de transmitir con claridad sus ideas,
defienden un estilo antirretórico caracterizado por la sobriedad y la precisión. § Además del auge del
ensayo y del periodismo, cauces apropiados para el desarrollo de sus ideas, modernizan los géneros
tradicionales; por ejemplo, las nivolas de Unamuno, mezcla de reflexión y relato, supusieron un
profundo cambio en la narrativa de la época. Sus obras ofrecieron nuevos caminos a la creación
literaria.

2. Rubén Darío y Antonio Machado.

2.1.Rubén Darío

Rubén Darío nació en Nicaragua en 1867. Pronto


comenzó a viajar por países hispanoamericanos y
europeos. Sus viajes y estancias en París le
permitieron conocer la poesía francesa. En calidad de
diplomático visitó España en varias ocasiones, lo que
le permitió entrara en contacto con los escritores
españoles más jóvenes, a quienes comunicó las
bases del Modernismo. En 1907 fue nombrado cónsul
de Nicaragua en Madrid. En 1916, escapando de un
continente en crisis por la Primera Guerra Mundial
regresó a América; murió ese mismo año en
Managua.

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Rubén Darío no llegó a publicar todos sus poemas en libros. De las diez obras que publicó, las más importantes
son:
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• Azul (Chile 1888): es un libro en el que mezcla la prosa y el verso y con el que inicia su etapa modernista más
brillante y formal.
En una segunda edición añade tres cuentos y varias composiciones poéticas más, entre las que destacan una
serie de sonetos. Aparece aquí por primera vez el tema indigenista y se incorpora el soneto en alejandrinos
(“Caupolicán”)

• Prosas profanas (Buenos Aires 1896). En una segunda edición añade veintiún poemas. Esta obra supone la
consolidación del Modernismo. Sus composiciones, cuidadas y aparentemente herméticas, están llenas de
alusiones mitológicas, literarias y artísticas. Él mismo en el prólogo de la obra explica la razón “veréis en mis
versos princesas, reyes…¡qué queréis!; yo detesto la vida y el tiempo en el que me tocó nacer”. Disminuyen en
este libro el cromatismo intenso y se incorporan temas nuevos, como el misterio del más allá, el sentimiento
religioso, la vida, la muerte, el poeta y la creación artística.

• A partir de 1905, dará un giro a su obra con Cantos de vida y esperanza, libro en el que incorpora
preocupaciones existenciales y patrióticas.
Destacan algunos poemas de exaltación del espíritu hispánico y otros de inspiración religiosa. Una actitud
introspectiva tiñe algunos poemas de tristeza y desazón por el paso del tiempo.

Sus últimos poemarios, El canto errante (1907), Poeta de otoño y otros poemas (1910) o Canto a la
Argentina y otros poemas (1910) son obras sin unidad temática, pues recogen composiciones de diversas
épocas.
El estilo de Rubén Darío se caracteriza por la riqueza y variedad léxica, por la intensa adjetivación, por el uso del
hipérbaton y la presencia de figuras retóricas como aliteraciones, anáforas, personificaciones, sinestesias,
metáforas, símbolos, etc.
Rubén Darío busca la belleza y trata de ser preciso en la utilización de un léxico rico que se refiere a nombres de
flores, piedras preciosas, animales reales y mitológicos, personajes de la mitología y nombres geográficos.
Rubén Darío utiliza extranjerismos, tomados del francés, del italiano y del inglés, reflejo de su actitud
cosmopolita, y cultismos o neologismos acuñados por él.
Algunos términos se cargan de significados simbólicos: el cisne (la perfección, la elegancia), el azul (lo etéreo, lo
ideal, lo infinito), la hipsípila y la mariposa (la psiquis y el alma del poeta) etc.

2.2.Antonio Machado
Poeta español. Aunque influido por el modernismo y el simbolismo, su obra es expresión lírica
del ideario de la Generación del 98.
Nació en Sevilla en 1875, pero su trabajo como catedrático de francés lo llevó a Soria, donde
conoció a Leonor y con la que se casó cuando ella tenía 16 años. Tres años después Leonor
murió, y Soria y Castilla se convirtieron en temas esenciales de su obra. Tras la muerte de su
esposa, se trasladó a Baeza donde permaneció desde 1912 hasta 1919, año en que regresó a
Castilla. En 1928 se enamoró de Pilar de Valderrama, “la Guiomar” de sus versos, evolucionó
ideológicamente hacia la izquierda y murió en el exilio en 1939
Su poesía sintetiza el clasicismo de formas, el simbolismo del mundo sensorial y la
indagación de sus galerías interiores. Su obra comprende tres etapas:
• La primera representada por Soledades (1903), libro ampliado en Soledades, Galerías y otros
poemas (1907).
Algunos rasgos de Soledades son: el tono intimista; la presencia de temas como la angustia por
el paso del tiempo, la muerte, el sueño o el recuerdo; la utilización de símbolos como el camino,
representación de la vida, o la fuente de la monotonía del vivir; el constante diálogo del poeta
consigo mismo y con el paisaje, la tarde o la noche.
Soledades, galerías y otros poemas enlaza con el libro anterior pero incorpora novedades: en
“Soledades” aparecen 29 poemas del primer libro, pero Machado ha suprimido aspectos formales del
Modernismo e incorpora nuevas imágenes. Los poemas incluidos en “Galerías” son breves y se
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caracterizan por su capacidad de evocación y potencia simbólica, en ellos el poeta indaga en sí


mismo. En “Otros poemas” comienza a mirar al mundo exterior y enlaza sus preocupaciones
personales con un objeto externo, recuerda episodios de su niñez y aparece ya un poema
descriptivo, “Orillas del Duero”, punto de partida de una nueva etapa de su poesía.

• La segunda representada por Campos de Castilla (1912), obra cuyas composiciones corresponden a poemas
escritos en un periodo en el que sucedieron graves acontecimientos personales (muerte de Leonor) e históricos.
Consta de cincuenta y seis poemas en los que se aprecia la evolución del poeta desde una actitud inicial más
individualizada a otra con mayor acento social. Temáticamente se caracteriza por prestar más atención a temas
político-sociales. Campos de Castilla es la obra en la que más se acerca el autor a las preocupaciones
noventayochistas. Sin embargo el amor a Castilla no excluye una actitud crítica frente a la realidad histórica del
país al que se ve empobrecido, despoblado, inculto.
Además de los poemas en los que analiza de forma crítica la realidad española, Machado incluye
una serie de elogios dedicados a aquellos a los que admira y que proponen una vía de progreso
(Francisco Giner de los Ríos, Ortega y Gasset, Unamuno…); poemas de paisajes como “A orillas
del Duero”, descriptivos como “A un olmo seco”, y otros que expresan preocupaciones
existenciales e inquietudes religiosas.
La obra incluye también un extenso romance, “La tierra de Alvargonzález” sobre la envidia y sed de
tierra. En él unos hijos matan al padre para quedarse con los campos.

• La tercera etapa comprende Nuevas canciones (1924), y dos grupos de poemas que no llegaron a
publicarse en forma de libro: Canciones a Guiomar, dedicadas a su musa de madurez, y Poesías
de guerra.

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