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Literatura Española de Segundo de

Bachillerato

TEMA 1

LA POESÍA A PRINCIPIOS DE SIGLO. MODERNISMO Y GENERACIÓN DEL


98. RUBÉN DARÍO Y ANTONIO MACHADO.

1. El siglo XX: contexto histórico y cultural (temas 1-4)

En lo político, a finales del XIX toda Europa asiste al enfrentamiento ideológico


entre un liberalismo en crisis y las corrientes socialistas moderadas y extremas,
consecuencia, estas últimas, de la Revolución industrial. En España, el desastre del
98 (pérdida de las últimas colonias de ultramar: Cuba, Filipinas y Puerto Rico)
mueve a los intelectuales a reflexionar críticamente sobre la situación del país y a
proponer ideas modernizadoras. Sin embargo, durante el reinado de Alfonso XIII
crecen las tensiones ideológicas y sociales. El atraso económico, agudizado a lo
largo del siglo XIX, impide la modernización del país. La proclamación de la
Segunda República en 1931 abrirá para muchos un tiempo de esperanzas y de
inquietud.

Por otra parte, el siglo XX puede definirse como una época de constantes
transformaciones, tanto en la cultura, como en la ciencias, ideologías y tendencias
artísticas.

Pueden resumirse los cambios ideológicos explicando cómo se superan los


planteamientos del Positivismo: las nuevas teorías científicas (teoría de la
relatividad, teorías del subconsciente…) acaban con la imagen ordenada del
mundo y dan paso al Relativismo. En filosofía, frente al materialismo, surgen el
vitalismo y el espiritualismo:

- Nietzsche, representante del vitalismo filosófico, exalta la fuerza como método.


Sus teorías sobre el “superhombre” (el hombre nuevo debe romper con las normas
morales tradicionales y debe ser independiente e individualista) lo convierten en el
filósofo de mayor influencia a comienzos del XX.

-Bergson, representante del espiritualismo, considera que el tiempo vivido no


puede medirse mecánicamente, sino que exige un modo de conocimiento distinto,
la “intuición”, a través de la cual conocemos la realidad de nuestro “yo”.

En cuanto a los cambios estéticos que se derivan de estas corrientes


filosóficas, pueden resumirse del siguiente modo:

- Se eluden las referencias a la realidad exterior, lo que supone la superación del


Realismo.

- Las obras, pobladas de símbolos y alejadas de la realidad, no siempre son


comprendidas por el público, principalmente burgués.

- Las formas artísticas presentarán dos tendencias: la de un arte de vanguardia,


que intenta un arte puro, desconectado de la realidad; y la tendencia al
compromiso con la realidad y con los problemas sociales.

2. La Generación de fin de siglo: Modernismo y Generación del 98

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Tradicionalmente, la crítica literaria ha considerado la existencia de dos


movimientos literarios diferentes en el tránsito del siglo XIX al XX:

 El Modernismo, caracterizado por la búsqueda de la belleza formal y el


alejamiento de la realidad sociopolítica hacia mundos fantásticos y exóticos.
Su principal representante sería el nicaragüense Rubén Darío. En España se
incluye en el Modernismo a poetas como Manuel Machado y Salvador Rueda
y, en parte, a Antonio Machado y Ramón María del Valle-Inclán.

 La Generación del 98, formada por intelectuales que reflexionan sobre la


realidad española y buscan soluciones en la historia y en los valores
tradicionales de Castilla. Los temas objeto de crítica son los mismos que los
de los ilustrados: educación y atraso económico como origen de todos los
males.
Formarían parte de este grupo Miguel de Unamuno, Pío Baroja, José
Martínez Ruiz (Azorín) y Ramiro de Maeztu, además de Antonio Machado y
Valle-Inclán, ya en su madurez.

Sin embargo, hoy se tiende a aceptar que tanto los autores modernistas como los
de la Generación del 98 pertenecen a un mismo movimiento renovador, que
reacciona contra el modo de vida burgués y contra los movimientos estéticos que lo
plasmaban, básicamente el Realismo y el Naturalismo (incluso aunque estos fuesen
críticos en muchas ocasiones con la burguesía). Podemos hablar, por lo tanto, de
una Generación de fin de siglo como grupo general que lleva la literatura
hispánica hacia una nueva era. Es cierto, no obstante, que cada autor adopta
posturas artísticas e ideológicas parcialmente distintas: así, Rubén Darío renueva
profundamente el lenguaje y las imágenes de la poesía; Unamuno convierte su
literatura en expresión de preocupaciones filosóficas y religiosas; Azorín se
convierte en el mejor retratista de la Castilla tradicional.

Literariamente, esta generación está en deuda con el parnasianismo y el


simbolismo franceses. También influyen ciertos movimientos pictóricos: el
impresionismo y el expresionismo, que constituyen intentos de mostrar la realidad
desde un ángulo diferente al usual. En lo ideológico, hay que subrayar la
repercusión del krausismo y el regeneracionismo (heredero de las ideas ilustradas),
especialmente en los autores que más reflexionan sobre la situación de España: la
reforma del país ha de ser una tarea colectiva, basada en una educación
progresista, tolerante y libre de dogmas.

3. El Modernismo.

El Modernismo literario es un movimiento que surge a finales del siglo XIX, como
reacción al Realismo, y que se prolonga hasta 1914, coincidiendo con el estallido de
la Primera Guerra Mundial. Refleja la rebeldía de los jóvenes escritores, que se
manifiesta, por un lado, en la ruptura con la estética vigente y por otro en el
inconformismo ante la sociedad burguesa y el ambiente de vulgaridad que los
rodea.

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El germen del Modernismo se halla en dos corrientes francesas de finales del XIX,
el parnasianismo y el simbolismo:

El parnasianismo fue iniciado por Téophile Gautier. Critica el exceso de


sentimentalismo romántico, defiende la serenidad y el distanciamiento de las
emociones, busca la perfección formal y gusta del exotismo en la ambientación de
sus poemas. Su máxima será “el arte por el arte”.

El simbolismo tiene como autores destacados a Baudelaire, Verlaine, Rimbaud y


Mallarmé. Emplea un lenguaje sensorial, colorista y musical, así como abundantes
sinestesias y símbolos. Propone ir más allá de lo sensorial y aparente, siendo
misión del artista descubrir esas otras realidades y hacerlas accesibles mediante un
lenguaje simbólico.

El Modernismo hispánico es, en buena medida, una síntesis de estas dos


corrientes. Del parnasianismo toma el anhelo de perfección formal, mientras que
del simbolismo toma el arte de sugerir. Otras influencias serían Poe, Whitman,
Wilde, D´Annunzio y Bécquer. Se extiende desde 1888, con la publicación de Azul
de Rubén Darío, hasta 1916, año de la publicación de Diario de un poeta recién
casado de Juan Ramón Jiménez.

Las principales características del Modernismo son las siguientes:

1. Desazón romántica. Frente al mundo y la sociedad, los autores modernistas


muestran una actitud de rechazo y de rebeldía muy cercana a la de los autores
románticos. Del mismo modo se exalta de nuevo lo pasional e irracional, dando
entrada a lo fantástico y onírico; todo ello impregnado de sentimientos de
melancolía, angustia y pesimismo heredados del Romanticismo.

2. Esteticismo. Los autores modernistas se deleitan en la búsqueda de perfección


formal, con un lenguaje musical y sensorial. Esto se plasma en el empleo de
recursos fónicos (aliteraciones) y semánticos (sinestesias, metáforas), así como de
un léxico ornamental y refinado (cultismos, términos exóticos y lujosos,
adjetivación sensorial). En cuanto a la métrica, se experimenta con nuevos ritmos y
metros: utilizan versos no habituales en la poesía española (9, 12, 14) y usan
también la versificación basada en pies acentuales (dáctilos, anfíbracos y
anapestos).

3. Amor y erotismo. Por una parte, se concibe el amor a la manera romántica,


cargado de idealismos y melancolías; pero por otra, conectando con la sensibilidad
clásica y pagana, se vive de forma sensual y carnal.

4. Escapismo y cosmopolitismo. Como consecuencia del rechazo a la sociedad


burguesa, el modernista trata de evadirse hacia lugares y culturas exóticas, así
como hacia tiempos remotos o míticos (incluida la propia historia y mitología de la
América precolombina). El cosmopolitismo será un aspecto más de su necesidad de
evasión, del anhelo de buscar lo distinto, el cual desemboca en su devoción por
París.

5. Indigenismo e hispanismo. Se tratan temas indígenas, inicialmente


precolombinos, como evasión hacia el pasado, y posteriormente como búsqueda de

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la propia identidad. Del mismo modo esta búsqueda de identidad explica la


aparición de temas hispanos, que suponen una reivindicación como valor cultural
frente a la civilización norteamericana.

El iniciador del movimiento será el nicaragüense Rubén Darío, pero también se


encuentran ejemplos de esta corriente en otros poetas, como es el caso de Antonio
Machado, Juan Ramón Jiménez, Salvador Rueda, Manuel Machado, Francisco
Villaespesa, Valle-Inclán y Miguel de Unamuno.

4. Rubén Darío.

Poeta nicaragüense, cuya llegada a España supone también la del Modernismo


hispanoamericano a la literatura española. Su profesión de diplomático y su
estancia en París como embajador le permiten el contacto directo con las nuevas
corrientes estéticas y su capacidad para adaptarlas al castellano facilitarán su
difusión en España.

Pueden diferenciarse dos etapas en su producción.

-1ª etapa. - Es la etapa de formación del Modernismo, en las que se fijan las
características de este movimiento. Su primera obra es Azul (1888), a la que sigue
Prosas profanas (1896). Suponen la plenitud de los elementos sensoriales y
plásticos, junto con la idealización de la identidad nacional hispanoamericana.

Estas obras se caracterizan por la influencia del parnasianismo, lo que explica su


preocupación por la búsqueda de la belleza formal (empleo de epítetos, metáforas,
sinestesias), elección de un vocabulario sonoro y exótico en el que abundan las
aliteraciones y los términos hasta entonces no utilizados en la poesía, como
nombres indígenas o nuevos cultismos griegos y latinos.

En cuanto a los temas, prefiere lo exótico y lo cosmopolita. La generación de un


espíritu nacional que sustituya a la tradicional castellana, identificada con la
metrópoli opresora. Se recuperan, por tanto, los héroes prehispánicos, la cultura
indígena; aunque, por otro lado, la búsqueda de ese cosmopolitismo relacionado
con el lujo le lleva a modelos franceses, también en la recuperación del verso
alejandrino (7+7).

-2ª etapa. –Coincide con la aparición de Cantos de vida y esperanza (1905), a


partir de la cual se van a moderar los excesos formales y las referencias externas
de su primera etapa. La creciente influencia del simbolismo se aprecia en la
búsqueda de nuevos temas existenciales e intimistas en los que el autor se
interroga por el sentido de la vida y de los problemas del ser humano. También en
esta segunda etapa aparecen temas sociales y políticos, sigue insistiendo en la idea
de la identidad hispanoamericana, aunque ahora lo que rechaza es el imperialismo
yanqui, visto como una creciente amenaza para las naciones sudamericanas.
Algunos de sus más memorables poemas, como "Salutación del optimista" y "A
Roosevelt son un ejemplo de esta temática.

La obra de Rubén Darío supone una renovación de la poesía tanto por el uso de
un nuevo lenguaje como por la búsqueda de nuevos temas, sensuales y exóticos a

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menudo. En la métrica busca versos poco empleados como el alejandrino, el


eneasílabo o el dodecasílabo. Le interesa la sonoridad del poema, su fuerza rítmica
para lo que no duda en utilizar un lenguaje refinado y llamativo. Siguiendo a los
simbolistas franceses, es importantísimo en su obra el uso del símbolo, la metáfora
y la sinestesia.

5. Antonio Machado.

Antonio Machado es, junto a Juan Ramón Jiménez, quizá, uno de los poetas
más renovadores y de mayor influencia durante todo el siglo XX español. Ambos se
inician en distintas versiones del Modernismo e irán desarrollando un estilo muy
personal. Todos los autores de la Generación del 27, así como los de otros
movimientos posteriores, los considerarán sus modelos.

Datos biográficos

Nació en Sevilla en 1875. Su padre fue un estudioso del folclore, lo que le permitió
conocer de primera mano la métrica y estrofas tradicionales. A los ocho años se
trasladó a Madrid, donde se educó con su hermano Manuel, también literato, en la
Institución Libre de Enseñanza. Tras la muerte de su padre y su abuelo, a los
hermanos les sobrevinieron problemas económicos.

Trabajó por un tiempo como actor teatral, y en 1899 se trasladó con su hermano a
París, donde ejerció como traductor. Allí fue donde conoció a Rubén Darío con quien
entabló una gran amistad que le permitió asimilar los principios del Modernismo.

Tras regresar a España, colabora con publicaciones en Madrid. Más adelante, en


1907, Machado obtiene la cátedra de Francés del Instituto de Soria. Dos años
después se casa con Leonor Izquierdo, una muchacha de 16 años. Juntos se
marchan a vivir a París, pero Leonor acaba enfermando, por lo que la pareja se ve
obligada a volver a España. Finalmente, Leonor muere en 1912.

Ese mismo año de 1912 Machado fue nombrado catedrático del Instituto de Baeza
(Jaén), donde vivió con su madre y se dedicó a estudiar Filosofía. Se licenció en
1918 y un año después obtuvo el traslado al Instituto de Segovia. En 1927 fue
elegido miembro de la Real Academia Española. Al año siguiente apareció una
nueva mujer en su vida, Pilar Valderrama, a quien dio el nombre de Guiomar en su
poesía.

En 1931 se marcha a vivir a Madrid. Al estallar la Guerra Civil, Machado se alió con
la causa republicana y se trasladó a Valencia, por lo que, al final de la contienda,
tuvo que emprender el éxodo de España que lo condujo al pueblo de Colliure
(Rosellón, Francia), donde murió en 1939.

Producción literaria

Comienza Machado su andadura poética con una poesía en la que predomina el


componente de inspiración modernista, con influencias procedentes sobre todo del
Romanticismo tardío y del simbolismo; sin embargo, pronto llevará a cabo una
progresiva depuración estilística enfocada hacia un lenguaje más sobrio y una
temática más comprometida con la problemática social.

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Su primer libro fue Soledades, publicado en 1903 y ampliado en 1907 con el título
de Soledades, galerías y otros poemas. Fue un libro de carácter modernista
(simbolista), que toma sus fuentes de inspiración del Romanticismo tardío y de
Verlaine. El poeta se refugia en su yo interior y busca una respuesta a los grandes
enigmas del ser humano: el paso del tiempo, la existencia de Dios, y la muerte. En
su mundo interior, Machado mantiene un diálogo con su propio tiempo: con su
juventud perdida, con el dolor del presente y con la muerte que le aguarda, en un
ambiente onírico poblado de visiones y espejismos (subjetivismo intimista).

Pero esta reflexión interior no da ningún fruto, y todo se vuelve soledad, melancolía
y angustia (pesimismo existencial). En cuanto a la métrica, emplea la silva-romance
(combinación ilimitada y libre de versos heptasílabos y endecasílabos con rima
asonante en los pares) y versos de inspiración modernista (dodecasílabos,
alejandrinos, pies acentuales, etc.). El lenguaje está repleto de símbolos (tarde -
otoño = tristeza, melancolía, declive vital / camino = paso de la vida, incertidumbre
ante la muerte / agua = vida (si brota), fugacidad (si corre [río]), muerte (si está
estancada [mar]), monotonía (noria) /espejos = ilusiones, sueños frustrados, etc.).

Su segunda obra fue Campos de Castilla, publicada en 1912 y aumentada


posteriormente en 1917. En esta obra el poeta rompe su intimismo y se abre al
mundo, identificándose sentimentalmente con el paisaje castellano, que, al ser
descrito por el poeta, lleva a este a reflexionar acerca del pasado, presente y futuro
de España (preocupaciones en consonancia con la Generación del 98). Con actitud
crítica, Machado denuncia las causas de la decadencia española. El poeta anhela el
progreso de la nación, objetivo que sólo se conseguirá a partir de un esfuerzo
colectivo, con trabajo y educación. Es por ello que Machado muestra en esta obra
optimismo social y político, así como fe en el futuro (ideas republicanas y
socialistas). Emplea un verso extenso y narrativo, con un lenguaje sencillo pero
sugerente en el que se introduce el empleo de la métrica consonante. Un grupo
autónomo de poemas importantes en esta obra es el romance titulado “La tierra de
Alvargonzález”, historia fratricida que aúna la envidia y la codicia por la posesión de
la tierra, y los “Proverbios y cantares”, poemas breves de carácter sentencioso.

El tercer libro de Machado es Nuevas canciones, publicado en 1924. Es un libro


breve y heterogéneo en el que muchos de sus poemas recuerdan a los de Campos
de Castilla, pero otros están dedicados a las tierras andaluzas, a veces con adornos
mitológicos. En este poemario, además de sonetos, abundan las composiciones
breves, inspiradas en la tradición folclórica, así como poemas sentenciosos y
aforísticos, continuación de los “Proverbios y cantares”. A esta tercera época
pertenecen también Canciones a Guiomar y De un cancionero apócrifo. La obra
poética de Machado concluye con la veintena de textos que se han denominado
Poesías de la Guerra.

Por último, cabe destacar igualmente la faceta como prosista de Machado (Juan de
Mairena), así como su vertiente teatral, en colaboración con su hermano Manuel
(La Lola se va a los puertos). Juan de Mairena es un conjunto de artículos
(publicados en prensa a partir de 1934) atribuidos a este personaje ficticio,
heterónimo del autor, que trata sobre temas muy diversos (filosofía, política,
sociedad); todo ello con un tono entre serio e irónico.

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La obra de Antonio Machado evoluciona desde el Modernismo hacia temas más


profundos. De ahí que sea problemática su inclusión tanto en el apartado
modernista como en el de la llamada Generación del 98. Hay, sin embargo, varios
temas recurrentes en su obra. En primer lugar, los temas metafísicos sobre la
temporalidad del ser humano y la muerte. Aparece este asunto ya desde un ámbito
filosófico general como en la realidad concreta, especialmente a partir de la muerte
de Leonor. Como otros autores de su tiempo, Machado se pregunta por la
existencia de Dios.

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