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LITERATURA ESPAÑOLA TEMA 1

EL MODERNISMO Y LA GENERACIÓN DEL 98

“Después de 1900 ni el ámbito del alma humana, ni el contenido psíquico de la


memoria, ni la percepción subjetiva del tiempo ni la existencia de Dios tuvieron ya el
mismo significado que antes” (J.C. Mainer)

 Contexto intelectual. Crisis de la conciencia positivista

En las últimas décadas del siglo XIX se produce una crisis del positivismo que comienza
a socavar los principios y valores de la burguesía liberal (basados en el materialismo, el
utilitarismo y el pragmatismo). La consecuencia en el arte será una reacción contra el
realismo artístico.

A finales del siglo XIX se produce una fuerte conmoción en el mundo del pensamiento
que tambalea la verdad absoluta que parecía ofrecer la ciencia hasta ese momento.
Figuras científicas como Einstein, Plank, Rutheford contribuyen al ambiente de la
“relatividad” de las ciencias; en filosofía destacan las figuras de Marx, que abre la
puerta a los movimientos obreros y que parte de la radical injusticia social, filósofos
del irracionalismo y existencialismo como Kiergaard, Sopenhauer y Nietzsche. -este
último realiza una devastadora crítica a la cultura occidental. Y con la figura de Freud,
en las primeras décadas del siglo XX, se tendrá en cuenta el lado oculto de la
conciencia (el subconsciente) y el nacimiento de la psicología.

Como consecuencia de todo el clima de crisis radical de creencias y valores, surge el


llamado “mal del siglo” (mal de siècle), es decir, una sensación que se extiende entre
los jóvenes escritores provocado por una sentimiento de hastío vital, que se expresa
en escepticismo, pesimismo, insatisfacción, melancolía y abulia. Y que en España
coincide además con la “crisis del 98”.

 La Edad de Plata de la literatura española.

En el umbral del siglo XX existe un conflicto en la periodización literaria: la distinción


entre modernismo y 98. Se pretendió decir que el primero era más estetizante y
escapista y el segundo más intelectual y crítico. Pero lo cierto es que tal distinción no
es tan evidente. Ambos movimientos enlazan con una posición más universal de
Con respecto a los movimientos artísticos o culturales, la Ortografía de la lengua española (2010, cap. IV, 4.2.4.8.6.1) afirma que se escriben con mayúscula inicial «los

1 nombres de los grandes movimientos artísticos y culturales que abarcan todas o la mayor parte de las disciplinas artísticas (arte, literatura, música, etc.) e identifican
grandes periodos histórico-cronológicos, culturalmente diferenciados»; por ejemplo: Renacimiento, Barroco, Romanticismo, Neoclasicismo. En cambio, los sustantivos que
designan movimientos, estilos o escuelas propios de disciplinas artísticas concretas, se escriben con minúscula «ya que el periodo histórico en el que se encuadran no
puede identificarse en exclusiva con ninguno de ellos» (4.2.4.8.6.2): modernismo, cubismo, gótico, indigenismo, etc.
ruptura con el arte burgués y hay en ambos una conciencia de nueva generación que
se nutre del “mal del siglo “y se expresa mediante una posición de rebeldía contra los
cánones vigentes.

Al principio, todos se llamaron “modernistas” y no fue hasta 1913 cuando Azorín


acuñó el término de Generación del 98. A partir de entonces se extiende esta
distinción aceptada por su mayor facilidad expositiva.

Con el modernismo y al generación del 98 se inicia la llamada “Edad de Plata”:

"Entre 1875 y 1936 se extiende una verdadera Edad de Plata de la cultura española, durante la
cual la novela, la pintura, el ensayo, la música y la lírica peninsulares van a lograr una fuerza
extraordinaria como expresión de nuestra cultura nacional, y un prestigio inaudito en los
medios europeos... Este prestigio europeo de lo español... no tenía precedentes desde
mediados del siglo XVII” (Hernán Urrutia)

 El modernismo hispánico

El modernismo es la crisis hispánica de las artes y de las letras de fines del siglo XIX; en
literatura es un movimiento surgido en Hispanoamérica de la mano de Rubén Darío y
cuyo fin máximo fue renovar el lenguaje poético. Aunque tradicionalmente fue
distinguido del noventayochismo figuras como A. Machado o Valle- Inclán dificultan tal
distinción.

Se trata d un arte anti-burgués, la máxima que rige este movimiento es la belleza


absoluta, la elegancia formal. Así lo define Juan Ramón Jiménez: “Era el encuentro con
la belleza sepultada durante el siglo XIX por un tono general de poesía burguesa. Eso es
el modernismo: un gran movimiento de entusiasmo y libertad hacia la belleza”.

- INFLUENCIAS DE LA LITERATURA FRANCESA

Dos movimientos poéticos franceses serán importantes precursores del modernismo:


parnasianismo y simbolismo.

PARNASIANISMO: la poesía no tiene otro fin que ella misma (su máxima será “el arte
por el arte”). Entienden la poesía como una escultura que hay que cincelar hasta llegar
a la perfección. Su máximo representante es T. Gautier.

SIMBOLISMO: la poesía simbolista pretende ir más allá de lo aparente, se convierte así


en un instrumento de conocimiento, mediante la cual a través de los símbolos se capta
la realidad suprarracional. El simbolismo es un medio para aprehender lo incognoscible
y expresar lo inefable, de ahí la importancia que se concede a la imaginación, a la
intuición y a los sueños. Destacan en esa poesía los llamados “poetas malditos”
(Verlaine, Baudelaire (autor de Las flores del mal) y Rimbaud).
Otras literaturas también dejaron huella, así en lengua inglesa las figuras de E.A. Poe o
Walt Whitman.

- CARACTERÍSTICAS TEMÁTICAS

Se combinan en el modernismo dos actitudes temáticas: el modernismo sensorial y


escapista y el modernismo intimista.
Modernismo sensorial: caracterizado por su deseo de evasión (lugares y tiempos
exóticos; fabulosas leyendas, mitología grecolatina, cultura oriental,…); sensualidad
(gusto por todo aquello que apele a los sentidos: sensaciones táctiles, auditivas, …);
cosmopolitismo (devoción especial por París); esoterismo (atracción por lo misterioso
y enigmático); hedonismo.
El propio Rubén Darío nos dices en el prólogo a Prosas profanas: “Veréis en mis versos
princesas, reyes, cosas imperiales, visiones de países lejanos, … ¡qué queréis! Yo
detesto la vida y el tiempo en que me tocó nacer”
Modernismo intimista: poesía cargada de desazón romántica, desarraigo, hastío y
angustia interior.
Ambas líneas temáticas podemos encontrar en la obra de R. Darío.

- CARACTERÍSTICAS FORMALES

El lenguaje poético amplia su musicalidad y recursos de forma inconmensurable.


Poesía que busca la elegancia y exquisitez en oposición a la ramplonería burguesa del
momento. Se trata de una literatura para los sentidos, por ello sobresale el lenguaje
sensorial, el cromatismo y la musicalidad (tomada del francés Verlaine “de la musique
avant tout chose”).
Destacamos entre los recursos:
- De carácter fónico: las aliteraciones (“ con el ala aleve del leve abanico”),
los ritmos internos, los esquemas acentuales, el gusto por los términos
esdrújulos “Ínclitas razas ubérrimas …”
- De carácter léxico-semántico: las sinestesias (pálpitos azules, áureos besos,
risa de oro), la adjetivación ornamental (ebúrneo cisne), neologismos.
- Innovaciones en ritmos métricos. Uso de alejandrinos, dodecasílabos, …

- OBRA DE RUBÉN DARÍO (1867-1916)

La obra de este poeta nicaragüense entre el periodismo y la literatura. Entre sus obras
de poesía destacamos.
Azul (1888): incluye cuentos breves y poemas. Con esta obra Darío configura el mundo
modernista como un mundo de hadas, princesas, cisnes y fuentes... En ella rinde culto
al parnasianismo. Explica el título como un símbolo de elegancia y perfección (“El azul
es el color del ensueño, el color del arte, un color helénico y homérico, oceánico y
firmamental”)

Prosas profanas (1896): esta obra deslumbró en el mundo hispánico por sus audacias
verbales y por sus innovaciones métricas. El tema principal es el placer y el erotismo. A
este libro pertenecen poemas tan conocidos como la Sonatina (“La princesa está
triste…”) o “Era un aire suave de pausados giros”

Cantos de vida y esperanza (1905), esta obra supone la evolución hacia un


modernismo de carácter intimista y de lenguaje más sobrio. Expresa ahora su
intención de salir de su “torre de marfil” (expresión metafórica mediante la cual se
simboliza al poeta alejado de sus circunstancias que se encierra en un mundo bello e
ideal que él mismo construye). Abandona cierta voluntad elitista de obras anteriores
para adentrarse en la problemática social de los pueblos hispánicos. Destacan los
poemas de reflexión existencial teñidos de melancolía (Juventud, divino tesoro / ya te
vas para no volver/ cuando quiero llorar no lloro/ y a veces lloro sin querer).

La renovación literaria que supuso el modernismo tuvo una amplia repercusión de las
letras españolas en las primeras décadas del siglo XX y así lo confirman figuras como
Valle-Inclán, Antonio Machado o Manuel Machado.

 La generación del 98

Conocemos con este nombre a un grupo de escritores e intelectuales que en España se


propusieron una renovación estética de la literatura y una regeneración socio-cultural
del país.
El término “generación del 98” fue acuñado en 1913 por Azorín en un artículo
publicado en ABC, en el cual mostraba como características comunes del grupo el
espíritu de protesta y el amor al arte. El término hace referencia a la fecha histórica del
“desastre del 1898” en el que España pierde las últimas colonias de ultramar y con ello
se hace patente su declive histórico.
Incluimos a los siguientes autores en la mencionada generación: Miguel de Unamuno,
Ramiro de Maeztu, Pío Baroja, José Martínez Ruiz (Azorín), Ramón María del Valle-
Inclán y Antonio Machado.
-EVOLUCIÓN IDEOLÓGICA

El conjunto del grupo mantuvo unas constantes ideológicas cuya evolución podemos
formular en tres etapas sucesivas:
- Ideales de Juventud: en los comienzos de la andadura de estos escritores un
espíritu de rebeldía y protesta les caracterizaba. Esta posición les llevo a
una posición política de carácter revolucionaria; así, un Unamuno, marxista,
milita en un incipiente PSOE; Azorín se declara anarquista, ideario que
propagó en explosivos folletos y Baroja está próximo a esta posición.
De signo contrario se muestra en estos años Valle-Inclán, de marcadas ideas
tradicionalistas. La figura de Antonio Machado, de tradición familiar liberal
progresista, permanece ajeno a las inflamas revolucionarias de sus
compañeros.
- Regeneracionismo y Krausismo: la tendencia revolucionaria dejó pronto
paso a un reformismo de tipo regeneracionista y como consecuencia
constituyeron el grupo de Los Tres (Baroja, Azorín y Maeztu). (“No podía el
grupo –dirá Azorín- permanecer inerte antes la dolorosa realidad española.
Había que intervenir”). Analizan el caos social de la sociedad española y
proponen mejoras de las condiciones de la vida española, mejoras basadas
en el progreso material, pero sobre todo centradas en la educación. Se trata
de un reformismo de tipo “regeneracionista” y de base krausista.
[Recordemos que el regeneracionismo fue un movimiento de intelectuales,
-antecedentes del 98-, que arremeten contra la oligarquía y el caciquismo
español de la época del Restauración y ofrecen vías de solución basadas en
una adecuada política educativa y económica (“despensa y escuela”).
Por su parte, el krausismo es un movimiento ideológico que llega a España a
mediados del siglo XIX y que se convierte en un poderoso instrumento de
transformación socio-cultural y cuya influencia duró hasta el comienzo de la
Guerra civil. De aquí nació en 1876 la Institución Libre de Enseñanza, cuyo
fundador fue francisco Giner de los Ríos. De ideas liberales y fe en la razón,
combatió el absolutismo y aspiraba a educar con un sentido de apertura y
aspiración a la verdad y al estudio de la ciencia, al mismo tiempo que se
cultivaban las artes. Su empeño central fue la elevación del nivel educativo
e intelectual de España.]
Los del 98 sintieron gran afinidad por estos grupos de intelectuales liberales
y progresistas. Pero todo ello supuso el fracaso de un ideal, pues no vieron
cambios sustanciales en la realidad española. Aunque su función fue
positiva en cuanto que inyectaron en generaciones sucesivas el “dolor por
España”.
- Problemas espirituales y existenciales: Tras el desengaño de la etapa
anterior, los autores se centraron en actitudes más individuales sobre la
existencia, ya sea en una religiosidad angustiada (el caso de Unamuno) o en
un pesimismo existencialista que les conduce a una actitud contemplativa
(Azorín o Baroja).
La evolución ideológica. Política fue cuando menos curiosa: Unamuno
abandonó el PSOE, Azorín evolucionó hacia posiciones conservadoras,
Baroja se recluye en el escepticismo,…, mientras que Valle-Inclán y
Machado avanzan hacia posiciones cada vez más progresistas y
comprometidas.

- TEMAS DEL 98

El tema de España.

Se denomina así a la preocupación por la realidad española vista con dolor y actitud
crítica. “A los escritores del momento les preocupó España. Se trata de una honda,
dolorosa y digna actitud humana” (C.J. Cela).

Esta visión crítica hacia la realidad española tiene una larga ascendencia en nuestras
letras desde Quevedo pasando por Cadalso y Larra. Los del 98 se dedicaron a hacer un
análisis histórico y espiritual de la decadencia española y en sus páginas mezclan
actitud crítica, sentimiento de dolor, a la vez que amor hacia su tierra y sus gentes.
Unamuno lo expresó con gran sentimiento en sus palabras “Me duele España”.

Encontramos grandes obras con el “tema de España”; así, En torno al casticismo de


Unamuno.

Uno de sus objetivos fue la búsqueda del alma española, de la esencia de sus gentes y
lo hicieron a través de dos temas, que podemos considerar como distintas vertientes
del “tema de España”: el paisaje y la historia.

El paisaje

“El paisaje es un estado del alma” (Unamuno)

Se produce una exaltación lírica de los pueblos y muy especialmente de Castilla, hay
una mitificación del paisaje castellano. En Castilla ven la médula de España y sienten
atracción por lo austero y sencillo de estos pueblos. No son descripciones realistas,
sino meditaciones subjetivas del paisaje, pues les interesa el alma de esa naturaleza.

Destacamos en este tema la obra de Machado Campos de Castilla.

La historia y la cultura

Buscan los valores permanentes de España en su cultura a pesar de los vaivenes de la


historia. Toman del Krausismo la distinción entre historia externa e historia interna,
considerando esta última como verdadera. Cada pueblo representa una manera de
sentir, la originalidad de cada pueblo se determina en la continuidad de su tradición.
Unamuno dedicó parte de sus páginas a estos conceptos (sobre todo, en En torno al
casticismo, y acuñó el término de “intrahistoria” que definió como ”la vida callada de
los millones de hombres sin historia”. Bajo la historia entendida como una relación de
grandes acontecimientos, yace el espíritu español como una manera particular de
sentir y ver la vida que se manifiesta en la continuidad de su tradición. De ahí que
intenten buscar las costumbres y la esencia de los pueblos.

-Preocupaciones existenciales y conflictos espirituales

Ya en su madurez, adquieren relevancia las inquietudes sobre el sentido de la vida, el


destino del hombre, el sentimiento de hastío y angustia, …, enlazan con el conocido
“mal de siglo”. Los personajes de las narraciones recogen este malestar y encontramos
el enfrentamiento entre el intelectualismo y el vitalismo; tienden a evitar el
sufrimiento renunciando a la actitud vital y refugiándose en la ataraxia.

Asimismo, encontramos también un sentimiento de religiosidad angustiada como en el


caso de Unamuno (Del sentimiento trágico de la vida).

En estas preocupaciones de carácter filosófico, vemos la influencia de Sopenhauer,


Kiekegaard y Nietzsche.

- LENGUAJE, ESTILO Y CARTACTERÍSTICAS LITERARIAS

Esta generación contribuyó de manera notable a la renovación literaria, al reaccionara


contra el prosaísmo de la literatura anterior. Entre sus preferencias literarias estaban
nuestros clásicos: Fray Luis de León, Quevedo, Cervantes, … y también la literatura
medieval (Manrique, Libro de buen amor).

Entre las características de su lengua literaria, destacamos:

-la sobriedad y la voluntad antirretórica (retorno a la sencillez y a la claridad);

- gusto por el léxico de carácter rural (“palabras terruñeras”), con ello aumentaron el
caudal léxico utilizado;

- léxico impregnado de valoraciones subjetivas.

Realizaron también importantes innovaciones en géneros literarios: impulsaron el


género del ensayo, renovaron el concepto de novela (recordemos las nivolas de
Unamuno), revolucionaron del teatro en las obras de Valle Inclán.

Veamos ahora un recorrido individualizado de los principales autores y obras.


MIGUEL DE UNAMUNO

(Bilbao, 1864 –Salamanca, 1936)

Miguel de Unamuno se convierte en un referente intelectual de primer orden en la


España de la primera mitad del siglo XX. Catedrático de griego y rector de la
Universidad de Salamanca, su vida gira en torno a la vida académica. Exiliado durante
la dictadura de Primo de Rivera, es también una voz crítica de la situación española.

Hombre de gran personalidad, contradictorio y paradójico, siempre polémico y en


lucha consigo mismo. Su obra es prolífica, ensayos, novelas, artículos, poesía,… El tema
central de su obra es el anhelo de eternidad.

Nos centraremos en sus ensayos y novelas.

ENSAYOS

En 1895 publica En torno al casticismo, se trata de un conjunto de ensayos donde


analiza la decadencia española con afán regeneracionista. El autor considera necesario
alejarse del tradicionalismo paralizante y reclama acercarse a Europa (“europeizarse”).
Es en esta obra donde acuña el término “intrahistoria”, en ella encuentra la fuerza de
la regeneración, en el héroe anónimo que se levanta cada día y forma la tradición
eterna.

Las olas de la Historia, con su rumor y su espuma que reverbera al sol, ruedan sobre un mar continuo,
hondo, inmensamente más hondo que la capa que ondula sobre un mar silencioso y a cuyo último fondo
nunca llega el sol. Todo lo que cuentan a diario los periódicos, la historia toda del “presente momento
histórico”, no es sino la superficie del mar, una superficie que se hiela y cristaliza en los libros y registros,
y una vez cristalizada así, una capa dura no mayor con respecto a la vida intrahistórica que esta pobre
corteza en que vivimos con relación al inmenso foco ardiente que lleva dentro. Los periódicos nada
dicen de la vida silenciosa de los millones de hombres sin historia que a todas horas del día y en todos
los países del globo se levantan a una orden del sol y van a sus campos a proseguir la oscura y silenciosa
labor cotidiana y eterna, esa labor que como la de las madréporas suboceánicas echa las bases sobre las
que se alzan islotes de la historia. Sobre el silencio augusto, decía, se apoya y vive el sonido; sobre la
inmensa humanidad silenciosa se levantan los que meten bulla en la historia. Esa vida intrahistórica,
silenciosa y continua como el fondo mismo del mar, es la sustancia del progreso, la verdadera tradición,
la tradición eterna, no la tradición mentira que se suele ir a buscar al pasado enterrado en libros y
papeles, y monumentos, y piedras.

[…]

Abrir de par en par las ventanas al campo europeo para que se oree la patria. Tenemos que
europeizarnos y chapuzarnos en pueblo.

Unamuno sufre una fuerte crisis espiritual en 1897 y a partir de este momento, sus
preocupaciones sociales y políticas dejan paso a las de orden religioso. En el ensayo
Del sentimiento trágico de la vida (1914), expone su duda existencial que se basa en su
miedo a la muerte, la necesidad de creer en un dios que garantice la vida eterna y en la
certeza racional de que ese dios no existe. (“La cuestión humana es la cuestión de
saber que habrá de ser de mi conciencia, de la tuya, de la del otro y de la de todos,
después de que cada cual de nosotros se muera”). De este sentimiento angustioso de
la necesidad de creer nace el “hambre de Dios” y la fe agónica (la fe que lucha por
creer) y entiende la religión como una lucha, como una agonía para escapar del
destino inexorable de la muerte. Encontramos la huella del danés Kierkegaard en su
obra.

NOVELAS

Sus obras narrativas son una proyección de sus inquietudes existenciales y entroncan
con la narrativa experimental propia de principios del siglo XX.

Su primera novela, Paz en la guerra (1897), es aún de corte realista. Pero ya en Amor y
pedagogía (1902) se produce el cambio a una nueva forma de narrar y acuña el
término de nivola. En esta obra pretende mostrar el absurdo de la racionalización de la
vida.

En 1914 publica su obra Niebla, donde el protagonista, Augusto Pérez, vaga por una
vida sin sentido. Es famoso el episodio donde el propio personaje se encuentra con su
autor, don Miguel de Unamuno, a cuyo despacho ha acudido para consultarle su idea
de suicidio, a lo que Unamuno le espeta que no puede suicidarse porque no es más
que un ente de ficción. Se desdibuja así la frontera entre realidad y ficción y se
potencia en el diálogo entre criatura y creador el absurdo de la existencia. La obra
desarrolla las características de la nivola unamuniana: la desaparición del paisaje para
dejar vivo el conflicto humano, la abundancia de diálogos, la introducción del
monólogo interior, la novela como vehículo de exposición de conflictos, próxima al
ensayo.

Otra de sus grandes novelas es San Manuel Bueno, mártir (1930). Narra la historia de
un párroco que ha perdido la fe, pero aparenta tenerla y desarrolla una gran actividad
a fin de que sus feligreses mantengan intactas sus creencias religiosas y de esta
manera mantengan “el contento de vivir”. Breve pero inquietante novela sobre el
misterio de la fe del personaje.
JOSÉ MARTÍNEZ RUIZ, AZORÍN

(1873-1967) Nació en Monóvar (Alicante). A partir de 1904 adopta el seudónimo de Azorín


(protagonista de sus novelas). Progresivamente abandonó la ideología anarquista para
sumergirse en un desánimo próximo al conformismo: fue elegido diputado por el Partido
Conservador en 1907. En 1924 ingresó en la Real Academia. Murió en Madrid.

Su obra narrativa destaca por la ausencia del hilo narrativo y la tendencia al intelectualismo,
así como por el deseo de anular el tiempo. Sus primeras novelas La voluntad (1902), Antonio
Azorín (1903), Las confesiones de un pequeño filósofo (1904) tienen abundancia de rasgos
autobiográficos que dan rienda suelta a reflexiones y a evocaciones de paisaje. En ellas el
protagonista, Antonio Azorín, es un ser pasivo, contemplativo, pesimista y falto de voluntad; es
el protagonista-intelectual típico del 98 que se debate ente acción y contemplación y que se
obsesiona por “la inexorable marcha de todo nuestro ser y de las cosas que nos rodean hacia el
océano misterioso de la Nada” (La voluntad)

En una segunda etapa, destacamos Doña Inés (1925) que incorpora una minuciosa descripción
del ambiente y la sensibilidad de los personajes.

Por lo que respecta a su obra ensayística, Azorín dedicó especial atención al tema de España,
así como a la reinterpretación de obras clásicas. En los ensayos dedicados a la situación
española se observan las mismas preocupaciones que marcaron a toda la generación del 98.
Así en Castilla (1912) lleva a cabo una evocación de las tierras castellanas y sus gentes. De
entre los ensayos literarios de Azorín, destacamos La ruta de don Quijote (1905) y Al margen
de los clásicos (1912). Destaca en ellos la fina sensibilidad de sus lecturas.

El tema que subyace en toda su obra, tanto narrativa como ensayística, es la conciencia
dolorosa del tiempo y por ello pretende aprehender la eternidad estática en los pequeños
detalles. En sus textos parece como si el tiempo se hubiera quedado suspendido y no hubiera
evolución alguna. Esta ausencia temporal se advierte en el detallismo característico de Azorín
o “primores de lo cotidiano” en palabras de Ortega y Gasset, que se refiere a esa búsqueda en
lo pequeño y en el momento la esencia de lo intemporal. Otra de sus ideas fundamentales es
el carácter reiterativo de las vivencias (“vivir es ver volver”), idea del eterno retorno de
Nietzsche.

Sobre su estilo hay que indicar que su lengua es modelo de concisión, claridad y precisión, de
extraordinaria agilidad sintáctica, con predominio del estilo nominal. Destaca el subjetivismo
de sus textos con lirismo contenido, su estilo miniaturista de atención al detalle.
PÍO BAROJA (1872-1956)

Pío Baroja hereda todo el buen hacer de la mejor novela realista del siglo XIX, pero la
aligera con un lenguaje natural, lejos de todo retoricismo y la acerca a la vida en lo que
tiene de confusa y diversa. Por este motivo, Baroja es uno de los novelistas que más ha
influido en la novela moderna. En las décadas de posguerra Baroja fue modelo de
narradores, así lo atestigua el novelista Camilo José Cela. “Quiérase o no se quiera –
proclamándolo o callándolo- de Baroja sale toda la novela española a él posterior”.

Su pensamiento entronca en el pesimismo existencial de Sopenhauer; para el autor el


mundo es absurdo y la naturaleza de la vida es el sufrimiento, que es proporcional a la
conciencia intelectual, y toda acción tiende a intensificarlo. Como solución nos queda
la ataraxia (“matar la voluntad de vivir”), basada en la indiferencia y en la
imperturbabilidad.

Se trata del gran novelista de la generación. Su primera obra, Camino de perfección, se


publica en 1902, año que se puede considerar constituyente de la novela del 98. En
1902, además de la obra de Baroja se publican Amor y pedagogía de Unamuno, La
voluntad de Azorín y Sonata de otoño de Valle-Inclán. Cada uno con su peculiar estilo
se alejó de realismo en busca de una expresión profunda de la realidad interior. La
principal característica de esta nueva narrativa es la centralización en el mundo
interior del personaje, la técnica descriptiva es subjetiva y la acción cede terreno a la
divagación intelectual.

- OBRA NARRATIVA

Baroja agrupó sus novelas en trilogías y él mismo dividió su obra en dos etapas:

1ª etapa (1900-1914): La tierra vasca (a la que pertenece por ejemplo, Zalacaín el


aventurero); La lucha por la vida (La busca); La raza (El árbol de la ciencia).

2ª etapa (1914-1949) Las ciudades (El mundo es ansí); El mar (Las inquietudes de
Shanti Andía) y Memorias de un hombre de acción (compuesto por 22 volúmenes).

Baroja nos ofrece en sus novelas una estructura abierta, desordenada, fragmentaria,
que se aproxime a la vida.

En cuanto a sus personajes, como el propio autor, son seres solitarios, inadaptados,
inconformistas que se rebelan y luchan por cambiar la sociedad. Encontramos en sus
obras dos prototipos de personajes: el hombre de acción (Zalacaín) y el hombre
abúlico (Andrés Hurtado). Baroja utiliza a sus personajes, sobre todo al protagonista,
como portavoz de sus ideas.
Por lo que respecta a la lengua literaria, su estilo se caracteriza por la sencillez,
comparte con sus compañeros de generación la voluntad antirretórica. Prefiere las
frases cortas y el léxico sencillo. Sus descripciones y diálogos son muy abundantes y
producen sensación de espontaneidad, frescura y autenticidad conversacional. Baroja
pretende reflejar el habla común, con sus coloquialismos y vulgarismos.

El autobiografismo de la novela de Baroja es esencialmente evidente en El árbol de la


ciencia (1911). Andrés Hurtado se convierte en el alter ego del autor, que ve frustradas
sus expectativas y sus sueños. La existencia aparecerá como algo hostil y sin sentido.

ANTONIO MACHADO (1875- 1939)

Con la figura y la obra de Antonio Machado –esencialmente poética-, culmina la


estética y la ideología que emanan del 98 y del modernismo. Junto al poeta Juan
Ramón Jiménez abre la puerta a la nueva poesía española del siglo XX, puesto que
transforma el concepto de poesía misma en el paso del “yo al nosotros” con una
influencia decisiva en los autores de las décadas de posguerra. Su poesía significa
ahondar en los problemas humanos.

Educado en la Institución Libre de Enseñanza, su contacto con Soria y la muerte de su


esposa, Leonor, despertó una nueva sensibilidad en su obra poética. Intelectual y firme
defensor de la Segunda República española, muere en el exilio.

Su poética recoge el latir vital de la existencia para ser aprehendido cordialmente, el


poeta debe reflejar las palpitaciones de la existencia (base filosófica del francés
Bergson, a cuyas clases acudió en la universidad de París). Define Machado que la
poesía “es la palabra esencial en el tiempo”. De herencia simbolista, su poesía utiliza
como método la intuición. Su obra que nace en un ambiente modernista, rechaza, sin
embargo, el modernismo sensorial (“Pensaba yo que el elemento poético no era la
palabra por su valor fónico, ni la línea, ni el color, ni un complejo de sensaciones, sino
una honda palpitación del espíritu, lo que pone el alma”, en su prólogo a la edición de
1907 de Soledades). A Machado le llega la línea intimista del modernismo.

Por otra parte Machado supone la superación del 98 (en palabras del crítico Tuñón de
Lara) pues Campos de Castilla marca la ruptura con el posible elitismo y con el
pesimismo de la abulia y se transformó en el poeta “a la altura de las circunstancias”,
comprometido con su tiempo.

-OBRA POÉTICA

Soledades, galerías y otros poemas (edición definitiva de 1907), obra de raíz


modernista y simbolista, es una honda meditación sobre los temas del tiempo y la
memoria. Con mirada introspectiva, el poeta busca lo que está lejos, dentro del alma y
ahonda en los universales del sentimiento (donde sobresalen temas como la soledad,
la angustia, la melancolía, la muerte, la búsqueda de Dios, el fluir monótono del
tiempo,…). Su mirada es introspectiva y el poeta solitario vaga por un mundo de niebla
donde busca interlocutores para su diálogo: la noche, la fuente, la tarde ( “Me dijo un
alba de primavera”; “Llamó a mi corazón un claro día / con un perfume de jazmín/ … el
viento” ).

Son frecuentes los símbolos: la tarde, la fuente, la noria, el camino, las galerías del
alma,…

Campos de Castilla se publica por 1ª vez en 1912 y la edición definitiva es de 1917.La


obra supone una cambio fundamental en su poética: de la introspección a la reflexión
regeneracionista porque como dice Machado “un corazón solitario no es un corazón”.
Recoge ahora temas como la preocupación histórica, el paisaje, el carácter de los
castellanos. El romance “La tierra de Alvargonzález” vertebra el libro. Conviven
poemas muy diversos como los que se centran en torno a la enfermedad y muerte de
Leonor (“A un olmo seco” “Palacio, buen amigo”); sobre el paisaje y las gentes de
Castilla, poemas que se convierten en meditaciones subjetivas y donde se incorpora la
reflexión regeneracionista; poemas escritos desde Baeza donde se hace una crítica de
la España tradicional (Coplas de don Guido), poemas que desarrollan “el tema de
España” (“El mañana efímero”); Proverbios y cantares (breves composiciones de
carácter sentencioso y filosófico que incorporan problemas existenciales o sutiles
ironías)

En prosa destaca la obra Cancionero apócrifo de Juan de Mairena, conjunto de


artículos atribuidos a un personaje ficticio que publicó en 1936; en ellos, a veces con
tono serio y a veces irónico, trata de las cuestiones más diversas (metafísicas,
estéticas, existenciales, …)

[LA OBRA DE VALLE-INCLÁN LA RECOGEREMOS EN EL TEMA DEDICADO AL TEATRO]

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