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En las últimas décadas del siglo XIX se produce una crisis del positivismo que comienza
a socavar los principios y valores de la burguesía liberal (basados en el materialismo, el
utilitarismo y el pragmatismo). La consecuencia en el arte será una reacción contra el
realismo artístico.
A finales del siglo XIX se produce una fuerte conmoción en el mundo del pensamiento
que tambalea la verdad absoluta que parecía ofrecer la ciencia hasta ese momento.
Figuras científicas como Einstein, Plank, Rutheford contribuyen al ambiente de la
“relatividad” de las ciencias; en filosofía destacan las figuras de Marx, que abre la
puerta a los movimientos obreros y que parte de la radical injusticia social, filósofos
del irracionalismo y existencialismo como Kiergaard, Sopenhauer y Nietzsche. -este
último realiza una devastadora crítica a la cultura occidental. Y con la figura de Freud,
en las primeras décadas del siglo XX, se tendrá en cuenta el lado oculto de la
conciencia (el subconsciente) y el nacimiento de la psicología.
1 nombres de los grandes movimientos artísticos y culturales que abarcan todas o la mayor parte de las disciplinas artísticas (arte, literatura, música, etc.) e identifican
grandes periodos histórico-cronológicos, culturalmente diferenciados»; por ejemplo: Renacimiento, Barroco, Romanticismo, Neoclasicismo. En cambio, los sustantivos que
designan movimientos, estilos o escuelas propios de disciplinas artísticas concretas, se escriben con minúscula «ya que el periodo histórico en el que se encuadran no
puede identificarse en exclusiva con ninguno de ellos» (4.2.4.8.6.2): modernismo, cubismo, gótico, indigenismo, etc.
ruptura con el arte burgués y hay en ambos una conciencia de nueva generación que
se nutre del “mal del siglo “y se expresa mediante una posición de rebeldía contra los
cánones vigentes.
"Entre 1875 y 1936 se extiende una verdadera Edad de Plata de la cultura española, durante la
cual la novela, la pintura, el ensayo, la música y la lírica peninsulares van a lograr una fuerza
extraordinaria como expresión de nuestra cultura nacional, y un prestigio inaudito en los
medios europeos... Este prestigio europeo de lo español... no tenía precedentes desde
mediados del siglo XVII” (Hernán Urrutia)
El modernismo hispánico
El modernismo es la crisis hispánica de las artes y de las letras de fines del siglo XIX; en
literatura es un movimiento surgido en Hispanoamérica de la mano de Rubén Darío y
cuyo fin máximo fue renovar el lenguaje poético. Aunque tradicionalmente fue
distinguido del noventayochismo figuras como A. Machado o Valle- Inclán dificultan tal
distinción.
PARNASIANISMO: la poesía no tiene otro fin que ella misma (su máxima será “el arte
por el arte”). Entienden la poesía como una escultura que hay que cincelar hasta llegar
a la perfección. Su máximo representante es T. Gautier.
- CARACTERÍSTICAS TEMÁTICAS
- CARACTERÍSTICAS FORMALES
La obra de este poeta nicaragüense entre el periodismo y la literatura. Entre sus obras
de poesía destacamos.
Azul (1888): incluye cuentos breves y poemas. Con esta obra Darío configura el mundo
modernista como un mundo de hadas, princesas, cisnes y fuentes... En ella rinde culto
al parnasianismo. Explica el título como un símbolo de elegancia y perfección (“El azul
es el color del ensueño, el color del arte, un color helénico y homérico, oceánico y
firmamental”)
Prosas profanas (1896): esta obra deslumbró en el mundo hispánico por sus audacias
verbales y por sus innovaciones métricas. El tema principal es el placer y el erotismo. A
este libro pertenecen poemas tan conocidos como la Sonatina (“La princesa está
triste…”) o “Era un aire suave de pausados giros”
La renovación literaria que supuso el modernismo tuvo una amplia repercusión de las
letras españolas en las primeras décadas del siglo XX y así lo confirman figuras como
Valle-Inclán, Antonio Machado o Manuel Machado.
La generación del 98
El conjunto del grupo mantuvo unas constantes ideológicas cuya evolución podemos
formular en tres etapas sucesivas:
- Ideales de Juventud: en los comienzos de la andadura de estos escritores un
espíritu de rebeldía y protesta les caracterizaba. Esta posición les llevo a
una posición política de carácter revolucionaria; así, un Unamuno, marxista,
milita en un incipiente PSOE; Azorín se declara anarquista, ideario que
propagó en explosivos folletos y Baroja está próximo a esta posición.
De signo contrario se muestra en estos años Valle-Inclán, de marcadas ideas
tradicionalistas. La figura de Antonio Machado, de tradición familiar liberal
progresista, permanece ajeno a las inflamas revolucionarias de sus
compañeros.
- Regeneracionismo y Krausismo: la tendencia revolucionaria dejó pronto
paso a un reformismo de tipo regeneracionista y como consecuencia
constituyeron el grupo de Los Tres (Baroja, Azorín y Maeztu). (“No podía el
grupo –dirá Azorín- permanecer inerte antes la dolorosa realidad española.
Había que intervenir”). Analizan el caos social de la sociedad española y
proponen mejoras de las condiciones de la vida española, mejoras basadas
en el progreso material, pero sobre todo centradas en la educación. Se trata
de un reformismo de tipo “regeneracionista” y de base krausista.
[Recordemos que el regeneracionismo fue un movimiento de intelectuales,
-antecedentes del 98-, que arremeten contra la oligarquía y el caciquismo
español de la época del Restauración y ofrecen vías de solución basadas en
una adecuada política educativa y económica (“despensa y escuela”).
Por su parte, el krausismo es un movimiento ideológico que llega a España a
mediados del siglo XIX y que se convierte en un poderoso instrumento de
transformación socio-cultural y cuya influencia duró hasta el comienzo de la
Guerra civil. De aquí nació en 1876 la Institución Libre de Enseñanza, cuyo
fundador fue francisco Giner de los Ríos. De ideas liberales y fe en la razón,
combatió el absolutismo y aspiraba a educar con un sentido de apertura y
aspiración a la verdad y al estudio de la ciencia, al mismo tiempo que se
cultivaban las artes. Su empeño central fue la elevación del nivel educativo
e intelectual de España.]
Los del 98 sintieron gran afinidad por estos grupos de intelectuales liberales
y progresistas. Pero todo ello supuso el fracaso de un ideal, pues no vieron
cambios sustanciales en la realidad española. Aunque su función fue
positiva en cuanto que inyectaron en generaciones sucesivas el “dolor por
España”.
- Problemas espirituales y existenciales: Tras el desengaño de la etapa
anterior, los autores se centraron en actitudes más individuales sobre la
existencia, ya sea en una religiosidad angustiada (el caso de Unamuno) o en
un pesimismo existencialista que les conduce a una actitud contemplativa
(Azorín o Baroja).
La evolución ideológica. Política fue cuando menos curiosa: Unamuno
abandonó el PSOE, Azorín evolucionó hacia posiciones conservadoras,
Baroja se recluye en el escepticismo,…, mientras que Valle-Inclán y
Machado avanzan hacia posiciones cada vez más progresistas y
comprometidas.
- TEMAS DEL 98
El tema de España.
Se denomina así a la preocupación por la realidad española vista con dolor y actitud
crítica. “A los escritores del momento les preocupó España. Se trata de una honda,
dolorosa y digna actitud humana” (C.J. Cela).
Esta visión crítica hacia la realidad española tiene una larga ascendencia en nuestras
letras desde Quevedo pasando por Cadalso y Larra. Los del 98 se dedicaron a hacer un
análisis histórico y espiritual de la decadencia española y en sus páginas mezclan
actitud crítica, sentimiento de dolor, a la vez que amor hacia su tierra y sus gentes.
Unamuno lo expresó con gran sentimiento en sus palabras “Me duele España”.
Uno de sus objetivos fue la búsqueda del alma española, de la esencia de sus gentes y
lo hicieron a través de dos temas, que podemos considerar como distintas vertientes
del “tema de España”: el paisaje y la historia.
El paisaje
Se produce una exaltación lírica de los pueblos y muy especialmente de Castilla, hay
una mitificación del paisaje castellano. En Castilla ven la médula de España y sienten
atracción por lo austero y sencillo de estos pueblos. No son descripciones realistas,
sino meditaciones subjetivas del paisaje, pues les interesa el alma de esa naturaleza.
La historia y la cultura
- gusto por el léxico de carácter rural (“palabras terruñeras”), con ello aumentaron el
caudal léxico utilizado;
ENSAYOS
Las olas de la Historia, con su rumor y su espuma que reverbera al sol, ruedan sobre un mar continuo,
hondo, inmensamente más hondo que la capa que ondula sobre un mar silencioso y a cuyo último fondo
nunca llega el sol. Todo lo que cuentan a diario los periódicos, la historia toda del “presente momento
histórico”, no es sino la superficie del mar, una superficie que se hiela y cristaliza en los libros y registros,
y una vez cristalizada así, una capa dura no mayor con respecto a la vida intrahistórica que esta pobre
corteza en que vivimos con relación al inmenso foco ardiente que lleva dentro. Los periódicos nada
dicen de la vida silenciosa de los millones de hombres sin historia que a todas horas del día y en todos
los países del globo se levantan a una orden del sol y van a sus campos a proseguir la oscura y silenciosa
labor cotidiana y eterna, esa labor que como la de las madréporas suboceánicas echa las bases sobre las
que se alzan islotes de la historia. Sobre el silencio augusto, decía, se apoya y vive el sonido; sobre la
inmensa humanidad silenciosa se levantan los que meten bulla en la historia. Esa vida intrahistórica,
silenciosa y continua como el fondo mismo del mar, es la sustancia del progreso, la verdadera tradición,
la tradición eterna, no la tradición mentira que se suele ir a buscar al pasado enterrado en libros y
papeles, y monumentos, y piedras.
[…]
Abrir de par en par las ventanas al campo europeo para que se oree la patria. Tenemos que
europeizarnos y chapuzarnos en pueblo.
Unamuno sufre una fuerte crisis espiritual en 1897 y a partir de este momento, sus
preocupaciones sociales y políticas dejan paso a las de orden religioso. En el ensayo
Del sentimiento trágico de la vida (1914), expone su duda existencial que se basa en su
miedo a la muerte, la necesidad de creer en un dios que garantice la vida eterna y en la
certeza racional de que ese dios no existe. (“La cuestión humana es la cuestión de
saber que habrá de ser de mi conciencia, de la tuya, de la del otro y de la de todos,
después de que cada cual de nosotros se muera”). De este sentimiento angustioso de
la necesidad de creer nace el “hambre de Dios” y la fe agónica (la fe que lucha por
creer) y entiende la religión como una lucha, como una agonía para escapar del
destino inexorable de la muerte. Encontramos la huella del danés Kierkegaard en su
obra.
NOVELAS
Sus obras narrativas son una proyección de sus inquietudes existenciales y entroncan
con la narrativa experimental propia de principios del siglo XX.
Su primera novela, Paz en la guerra (1897), es aún de corte realista. Pero ya en Amor y
pedagogía (1902) se produce el cambio a una nueva forma de narrar y acuña el
término de nivola. En esta obra pretende mostrar el absurdo de la racionalización de la
vida.
En 1914 publica su obra Niebla, donde el protagonista, Augusto Pérez, vaga por una
vida sin sentido. Es famoso el episodio donde el propio personaje se encuentra con su
autor, don Miguel de Unamuno, a cuyo despacho ha acudido para consultarle su idea
de suicidio, a lo que Unamuno le espeta que no puede suicidarse porque no es más
que un ente de ficción. Se desdibuja así la frontera entre realidad y ficción y se
potencia en el diálogo entre criatura y creador el absurdo de la existencia. La obra
desarrolla las características de la nivola unamuniana: la desaparición del paisaje para
dejar vivo el conflicto humano, la abundancia de diálogos, la introducción del
monólogo interior, la novela como vehículo de exposición de conflictos, próxima al
ensayo.
Otra de sus grandes novelas es San Manuel Bueno, mártir (1930). Narra la historia de
un párroco que ha perdido la fe, pero aparenta tenerla y desarrolla una gran actividad
a fin de que sus feligreses mantengan intactas sus creencias religiosas y de esta
manera mantengan “el contento de vivir”. Breve pero inquietante novela sobre el
misterio de la fe del personaje.
JOSÉ MARTÍNEZ RUIZ, AZORÍN
Su obra narrativa destaca por la ausencia del hilo narrativo y la tendencia al intelectualismo,
así como por el deseo de anular el tiempo. Sus primeras novelas La voluntad (1902), Antonio
Azorín (1903), Las confesiones de un pequeño filósofo (1904) tienen abundancia de rasgos
autobiográficos que dan rienda suelta a reflexiones y a evocaciones de paisaje. En ellas el
protagonista, Antonio Azorín, es un ser pasivo, contemplativo, pesimista y falto de voluntad; es
el protagonista-intelectual típico del 98 que se debate ente acción y contemplación y que se
obsesiona por “la inexorable marcha de todo nuestro ser y de las cosas que nos rodean hacia el
océano misterioso de la Nada” (La voluntad)
En una segunda etapa, destacamos Doña Inés (1925) que incorpora una minuciosa descripción
del ambiente y la sensibilidad de los personajes.
Por lo que respecta a su obra ensayística, Azorín dedicó especial atención al tema de España,
así como a la reinterpretación de obras clásicas. En los ensayos dedicados a la situación
española se observan las mismas preocupaciones que marcaron a toda la generación del 98.
Así en Castilla (1912) lleva a cabo una evocación de las tierras castellanas y sus gentes. De
entre los ensayos literarios de Azorín, destacamos La ruta de don Quijote (1905) y Al margen
de los clásicos (1912). Destaca en ellos la fina sensibilidad de sus lecturas.
El tema que subyace en toda su obra, tanto narrativa como ensayística, es la conciencia
dolorosa del tiempo y por ello pretende aprehender la eternidad estática en los pequeños
detalles. En sus textos parece como si el tiempo se hubiera quedado suspendido y no hubiera
evolución alguna. Esta ausencia temporal se advierte en el detallismo característico de Azorín
o “primores de lo cotidiano” en palabras de Ortega y Gasset, que se refiere a esa búsqueda en
lo pequeño y en el momento la esencia de lo intemporal. Otra de sus ideas fundamentales es
el carácter reiterativo de las vivencias (“vivir es ver volver”), idea del eterno retorno de
Nietzsche.
Sobre su estilo hay que indicar que su lengua es modelo de concisión, claridad y precisión, de
extraordinaria agilidad sintáctica, con predominio del estilo nominal. Destaca el subjetivismo
de sus textos con lirismo contenido, su estilo miniaturista de atención al detalle.
PÍO BAROJA (1872-1956)
Pío Baroja hereda todo el buen hacer de la mejor novela realista del siglo XIX, pero la
aligera con un lenguaje natural, lejos de todo retoricismo y la acerca a la vida en lo que
tiene de confusa y diversa. Por este motivo, Baroja es uno de los novelistas que más ha
influido en la novela moderna. En las décadas de posguerra Baroja fue modelo de
narradores, así lo atestigua el novelista Camilo José Cela. “Quiérase o no se quiera –
proclamándolo o callándolo- de Baroja sale toda la novela española a él posterior”.
- OBRA NARRATIVA
Baroja agrupó sus novelas en trilogías y él mismo dividió su obra en dos etapas:
2ª etapa (1914-1949) Las ciudades (El mundo es ansí); El mar (Las inquietudes de
Shanti Andía) y Memorias de un hombre de acción (compuesto por 22 volúmenes).
Baroja nos ofrece en sus novelas una estructura abierta, desordenada, fragmentaria,
que se aproxime a la vida.
En cuanto a sus personajes, como el propio autor, son seres solitarios, inadaptados,
inconformistas que se rebelan y luchan por cambiar la sociedad. Encontramos en sus
obras dos prototipos de personajes: el hombre de acción (Zalacaín) y el hombre
abúlico (Andrés Hurtado). Baroja utiliza a sus personajes, sobre todo al protagonista,
como portavoz de sus ideas.
Por lo que respecta a la lengua literaria, su estilo se caracteriza por la sencillez,
comparte con sus compañeros de generación la voluntad antirretórica. Prefiere las
frases cortas y el léxico sencillo. Sus descripciones y diálogos son muy abundantes y
producen sensación de espontaneidad, frescura y autenticidad conversacional. Baroja
pretende reflejar el habla común, con sus coloquialismos y vulgarismos.
Por otra parte Machado supone la superación del 98 (en palabras del crítico Tuñón de
Lara) pues Campos de Castilla marca la ruptura con el posible elitismo y con el
pesimismo de la abulia y se transformó en el poeta “a la altura de las circunstancias”,
comprometido con su tiempo.
-OBRA POÉTICA
Son frecuentes los símbolos: la tarde, la fuente, la noria, el camino, las galerías del
alma,…