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Se trata de un varón de siete años y un mes al que llamaremos JM.

Los padres de
JM acuden al gabinete de un psicólogo en demanda de orientación y —en su
caso— tratamiento de su hijo. Se efectúa una primera entrevista con ellos, a
través de la cual se recogen las siguientes informaciones. Llevan nueve años
casados y dicen mantener excelentes relaciones de pareja. Proceden ambos de
familias acomodadas: el padre es abogado y tiene un bufete propio; la madre,
licenciada universitaria, compatibiliza sus labores en el hogar con el trabajo, a
tiempo parcial, en una editorial. Viven en una zona residencial de una gran ciudad.
Tienen dos hijos, una niña de dos años y un varón de siete años y un mes. La niña
no presenta
ningún tipo de problema; no así el niño, JM, motivo de la consulta. Ambos están
muy preocupados por la falta de rendimiento escolar de su hijo. JM asiste a un
centro escolar, privado, situado en la misma zona del domicilio, donde acude
desde los cuatro años de edad. JM cursa 2do de Primaria y desde el año anterior
obtiene calificaciones insuficientes. En el primer curso fue suspendido en junio en
cuatro materias, que tuvo que recuperar en septiembre, lo cual consiguió después
de que un profesor particular le ayudará en el trabajo durante los meses de julio y
agosto. Los informes durante el presente curso del colegio son insatisfactorios y
califican a JM de «infantil y poco maduro para su edad». En casa, JM presenta un
comportamiento que sus padres consideran normal, y en el mismo sentido informa
el profesor particular que el niño tuvo durante el verano. Los padres están
desconcertados y acuden al psicólogo para que éste les aconseje sobre cómo
tratar al niño y, después de proceder a un estudio detallado de él, decida si
requiere algún tratamiento especial. Para ambos es importante que su hijo realice
los estudios con buenos resultados. Un primer sondeo biográfico permite
establecer que JM nació después de un año de matrimonio. El embarazo fue
ampliamente aceptado por ambos y no presentó problemas dignos de mención. El
parto a término fue distócico, con fórceps; el niño presenta algunas dificultades
respiratorias, por lo que tuvo que permanecer 24 horas en una incubadora.
Posteriormente, el pediatra les tranquilizó respecto a que tal episodio no revestía
importancia alguna. Pesó en el paritorio 3,800 kg, siendo alimentado con lactancia
natural durante el primer mes de vida, pasando después, paulatinamente, a
lactancia artificial. Durante el primer año no sufrió ningún trastorno físico digno de
mención. Las pautas de desarrollo motor aparecieron normalmente: se sentó a los
ocho meses y anduvo a los 14, nunca gateó. Montó en triciclo a los 18 meses y en
la actualidad lo hace en bicicleta. El desarrollo del lenguaje fue normal, y asimismo
el aprendizaje del control esfinteriano (establecido entre los 18 meses y los tres
años). Acudió al jardín de infancia a los tres años y su adaptación fue excelente.
Los padres describen a JM durante la primera infancia como «un niño inquieto,
alegre y sociable». El aprendizaje de los conceptos espaciales parece haber sido
normal. Tuvo dificultades, no especificadas, en el aprendizaje de la lectura y la
escritura durante el curso de preescolar y la madre tuvo que ayudarle durante los
períodos extraescolares con el fin de que llegase con un nivel suficiente de
habilidades lectoescritoras en 1.o de Primaria. Las calificaciones escolares son
insuficientes desde el curso pasado y los responsables del colegio les han
aconsejado que el niño sea explorado por un psicólogo. La maestra, que se ocupa
de 2.o de Primaria y, por tanto, del niño el presente curso, es la misma que el año
anterior. La conducta del niño en casa es descrita como normal. Los exámenes
médicos a los que ha sido sometido no arrojan ningún déficit físico ni sensorial. Sin
embargo, los padres temen que la causa de su escaso rendimiento sea «algo
cerebral». La historia familiar de JM no presenta datos dignos de mención. Se cita
a los padres y al niño para una segunda entrevista y se les pide aporten a ella: un
informe del colegio sobre el rendimiento escolar y el comportamiento del niño, en
parte basado en un listado que se facilita a los padres (véase tabla 5.3, «Inventario
Eyberg de conducta en niños para padres», de Eyberg, 1978), en parte en los
cuadernos y trabajos escolares de años anteriores y los del actual curso. Mientras
tanto, el evaluador, en su primera entrevista con JM, advierte que es un niño bien
desarrollado físicamente, comunicativo, con un lenguaje aparentemente normal
que presenta una escritura sin errores de omisión o trasposición, pero con un
trazado vacilante, con irregularidades de dirección, dimensión y entre líneas, con
errores ortográficos; sin embargo, todo ello en los límites aceptables para su edad.
Lee lentamente, pero sin cometer errores groseros, y el nivel de comprensión
lectora es adecuado. El niño informa de que el «cole» no le gusta nada porque la
profesora le hace estar quieto mucho tiempo y le regaña por todo»; prefiere mil
veces los deportes que practica después del colegio y los fines de semana. De los
listados de conducta cumplimentados por los padres, puede deducirse que JM
destaca fundamentalmente en el deporte y que los padres dan una gran
importancia a esto. La práctica de los deportes no parece estar asociada al
cumplimiento de las tareas escolares, pues dedica gran parte de la jornada
extraescolar a ello. El niño no ocupa ningún tiempo en realizar trabajos escolares y
paraescolares en casa. De los listados de conducta cumplimentados por la
maestra se obtiene la siguiente información: el niño se distrae con facilidad, tiene
dificultades de concentración, presta poca atención y es hiperactivo, a lo que la
maestra parece responder prestando atención. Por los trazos o productos de
conducta escolar (cuadernos, trabajos manuales), parece comprobarse que, en
efecto, el niño presenta unos niveles de habilidades escolares deficientes. El
problema que presenta JM se sitúa en el contexto escolar y, concretamente, en
«su clase», teniendo en cuenta que el niño tiene una sola profesora para todas las
materias escolares. El problema parece localizarse en el rendimiento escolar, ya
que no parece presentar otros trastornos en sus relaciones interpersonales, ni con
sus iguales, ni con los adultos. La maestra informa de que, al margen de las tareas
escolares, JM mantiene un comportamiento adecuado, pero que en clase el niño
supone un problema que ella no sabe resolver y que ha agotado sus recursos. Los
informes y observaciones tomados del individuo, de la propia situación de
evaluación y de los contextos relevantes al caso van a permitir pasar a la segunda
fase de la evaluación
TAREA
1. Recogida de información:
Llevan nueve años casados y dicen mantener excelentes relaciones de pareja.
Proceden ambos de familias acomodadas: el padre es abogado y tiene un bufete
propio; la madre,licenciada universitaria, compatibiliza sus labores en el hogar con
el trabajo, a tiempo parcial, en una editorial. Viven en una zona residencial de una
gran ciudad.Tienen dos hijos, una niña de dos años y un varón de siete años y un
mes. La niña no presenta ningún tipo de problema; no así el niño, JM, motivo de la
consulta. Ambos están muy preocupados por la falta de rendimiento escolar de su
hijo. JM asiste a un centro escolar, privado, situado en la misma zona del
domicilio, donde acude desde los cuatro años de edad. JM cursa 2do de Primaria
y desde el año anterior obtiene calificaciones insuficientes.
2. Hipótesis:
Un primer sondeo biográfico permite establecer que JM nació después de un año
de matrimonio. El embarazo fue ampliamente aceptado por ambos y no presentó
problemas dignos de mención. El parto a término fue distócico, con fórceps; El
niño presenta algunas dificultades respiratorias, por lo que tuvo que permanecer
24 horas en una incubadora.Posteriormente, el pediatra les tranquilizó respecto a
que tal episodio no revestía importancia alguna. Pesó en el paritorio 3,800 kg,
siendo alimentado con lactancia natural durante el primer mes de vida, pasando
después, paulatinamente, a lactancia artificial. Durante el primer año no sufrió
ningún trastorno físico digno de mención. Las pautas de desarrollo motor
aparecieron normalmente: se sentó a los ocho meses y anduvo a los 14, nunca
gateó. Montó en triciclo a los 18 meses y en la actualidad lo hace en bicicleta. El
desarrollo del lenguaje fue normal, y asimismo el aprendizaje del control
esfinteriano (establecido entre los 18 meses y los tres años). Acudió al jardín de
infancia a los tres años y su adaptación fue excelente. Los padres describen a JM
durante la primera infancia como «un niño inquieto, alegre y sociable». El
aprendizaje de los conceptos espaciales parece haber sido normal. Tuvo
dificultades, no especificadas, en el aprendizaje de la lectura y la escritura durante
el curso de preescolar y la madre tuvo que ayudarle durante los períodos
extraescolares con el fin de que llegase con un nivel suficiente de habilidades
lectoescritoras en 1.o de Primaria.
3. Validación de hipótesis:
El niño se distrae con facilidad,tiene dificultades de concentración, presta poca
atención y es hiperactivo, a lo que la maestra parece responder prestándole
atención. Por los trazos o productos de conducta escolar (cuadernos, trabajos
manuales), parece comprobarse que, en efecto, el niño presenta unos niveles de
habilidades escolares deficientes. El problema que presenta JM se sitúa en el
contexto escolar y, concretamente, en «su clase», teniendo en cuenta que el niño
tiene una sola profesora para todas las materias escolares. El problema parece
localizarse en el rendimiento escolar, ya que no parece presentar otros trastornos
en sus relaciones interpersonales, ni con sus iguales, ni con los adultos. La
maestra informa de que, al margen de las tareas escolares, JM mantiene un
comportamiento adecuado, pero que en clase el niño supone un problema que ella
no sabe resolver y que ha agotado sus recursos. Los informes y observaciones
tomados del individuo, de la propia situación de evaluación y de los contextos
relevantes al caso van a permitir pasar a la segunda fase de la evaluación.

4. Tratamiento:
Los exámenes médicos a los que ha sido sometido no arrojan ningún déficit físico
ni sensorial.
JM destaca fundamentalmente en el deporte y que los padres dan una gran
importancia a esto. La práctica de los deportes no parece estar asociada al
cumplimiento de las tareas escolares, pues dedica gran parte de la jornada
extraescolar a ello.

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