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EL ESTRÉS DE SOBREVIVENCIA
BACHILLER:
Frente a una situación desfavorable donde se vea afectada la vida, incluso la posibilidad de
perderla, las personas reaccionan con lo que se conoce como el estrés de sobrevivencia. En este
sentido este estrés de sobrevivencia esta basado en el deseo de vivir, que se enfrenta con la
amenaza directa del entorno hacia la vida, por lo que se produce una tensión anímica, que si esta
fuera de control, impedirá tomar las acciones mas inteligentes para protegerse. Es por ello que el
primer paso para superar esa tensión y dominarla, es asumir la condición en la que se encuentra
viviendo, que es un sobreviviente del desastre que haya ocurrido.
A los 115 latidos por minuto (lpm) la mayoría de las personas perderán habilidades motoras
sutiles como destreza con los dedos, coordinación ojo/mano o hacer múltiples tareas se dificulta.
A los 145 lpm, la mayoría de las personas perderán habilidades motoras complejas (3 o más
habilidades motoras con intención de trabajar al unísono).
Efectos en el sistema visual: El sistema visual es el órgano sensorial primario para los que
podemos ver, por el hecho de que el sistema visual envía información al cerebro necesaria
durante el combate/auto protección.
Aproximadamente a los 175 lpm una persona experimentará una retracción palpebral, las
pupilas se dilatarán. Debido a esta reacción, la persona experimentará una estrechez del campo
visual (conocida comúnmente como visión túnel). Esta es la razón de que una persona se eche
hacia atrás ante una amenaza, para poder obtener más información dentro de este túnel. También
en este punto, la persona se vuelve “binocular” más que monocular. Esto es el porqué de que, en
disparos en Combate a Corta Distancia, se enseñe a disparar de manera “binocular” con los dos
ojos en vez de disparar apuntando con un ojo.
A los 175 lpm, El rastreo visual se dificulta. Esto es muy importante en relación a múltiples
amenazas. Cuando hay varios agresores o amenazas potenciales, el cerebro querrá que el sistema
visual se quede con lo que ve como amenaza primaria. Una vez esta amenaza ha sido
neutralizada, el cerebro y el sistema visual buscarán la próxima amenaza. Esto se conoce como
efecto “faro”. Según estudios, una persona en SSR experimentará una disminución de
aproximadamente 70% en su campo visual. Esta es una razón de porqué en combate necesitamos
enseñar a los estudiantes a estar analizando constantemente el terreno, buscando el segundo y el
tercer oponente.
A los 175 lpm también se vuelve dificultoso enfocarse en un objeto cercano. Una de las
primeras cosas que se van bajo SSR es la percepción de la profundidad. Un luchador se volverá
hipermétrope, es decir, verá mejor las cosas lejanas que las cercanas. Es por esto que es muy
común para la gente que experimenta SSR decir que la amenaza estaba más lejos o más cerca de
lo que estaban en realidad. Estudios en SSR han mostrado que la lucha/disparo binocular
mejorará la percepción de distancias en un 20-30%
Efectos en el sistema auditivo: A unos 145 lpm, la parte del cerebro que procesa la audición,
se desactiva durante dicha reacción de estrés. Por esto no es raro que personas digan: “No oí eso”,
“Oí voces, pero no podía entender lo que decían” o “Escuché partes” y “No oí ningún disparo”.
Efectos en el cerebro: A los 175 lmp aproximadamente, no es raro que una persona tenga
dificultades recordando qué ocurrió o qué hicieron durante una confrontación.
Este problema para recordar se conoce como “Amnesia ante Stress Crítico”. Después de un
incidente crítico, no es raro que una persona recuerde sólo el 30% de lo que ocurrió durante las
primeras 24 horas; 50% en 48 horas y 75-95% en las primeras 72-100 horas.
Este estado es también en el que la gente se encuentra cuando describe que no se pueden
mover o gritar. Una vez que la persona cae en este estado de hipervigilancia, es una espiral
descendente de la cual es muy difícil salir. Una vez en estado de hipervigilancia, la información
de la amenaza se reduce en el cerebro, lo que lleva a un tiempo de reacción mayor. Este tiempo
de reacción aumentado lleva a un aumento en el estado de estrés, que exacerba aún más la
hipervigilancia.
Amenaza mortal: Una situación denominada “de vida o muerte” tiene una incidencia directa
sobre las reacciones de estrés, incrementándolo de forma significativa.
La amenaza está muy cerca: Ante la presencia de una amenaza inminente y próxima, los
niveles de estrés aumentan junto con la adrenalina de la persona afectada.
Quién no ha corrido cuando se encuentra frente a frente a una amenaza que puede atacarnos y
hacernos daño? En una situación así, se experimentan muchos cambios en el organismo; por
ejemplo, se dilatan las pupilas, comenzamos a sudar frío, se seca la boca y se aceleran el corazón
y la respiración. Estas sensaciones, de las cuales quizá ni siquiera nos percatamos, están bajo el
control de la adrenalina, una de las principales hormonas que se liberan en situaciones de alerta,
la que aumenta su producción en sucesos de esta naturaleza e incrementa la liberación de glucosa
desde el hígado al torrente sanguíneo, proporcionando así la suficiente energía para mover las
extremidades en cuestión de segundos. Paralelamente, el organismo pone en marcha otros
mecanismos, tales como la disminución de la actividad digestiva, a fin de que se concentre toda
la energía en la huida o para hacer frente al problema. Todos estos mecanismos los ha diseñado el
organismo a lo largo de la evolución de una manera tan perfecta, que es posible salir de una
situación estresante o peligrosa y conseguir con ello la sobrevivencia.
Lo que es sorprendente es la velocidad con la que estos cambios ocurren; podría decirse que si
no fuera tan rápida la activación de todas estas funciones, lo más probable es que suceda algo
antes la reacción, y cause daño. Después, cuando estamos a salvo, experimentamos la
desaceleración de la velocidad con la que estaba latiendo nuestro corazón y de prácticamente casi
todas las demás funciones, las que vuelven a su estado normal. Si nos mantuviéramos en un
estado acelerado y no disminuyera la frecuencia de los latidos del corazón, por ejemplo, muy
probablemente sufriríamos un paro cardiaco. Estos dos procesos: el estado de alerta y
posteriormente el estado relajado, se llevan a cabo sin que podamos regularlos de manera
consciente o voluntaria; lo anterior significa que no podemos ordenarle al corazón aumentar su
actividad y hacer que lata un mayor número de veces o con mayor fuerza solo porque así lo
queramos; en otras palabras, funciona autónomamente. Así, el sistema nervioso autónomo se
encarga de la regulación de estas funciones y es parte de nuestro sistema nervioso.
Es el estudio de las reacciones defensivas que constituyen una de las principales vías de
conocimiento de los mecanismos psicológicos y neurofisiológicos del miedo y la ansiedad. En
este sentido, el modelo de la cascada defensiva entiende que las reacciones defensivas siguen un
proceso secuencial con fases iniciales en las que predominan los factores atencionales dirigidos a
la detección y análisis de la posible amenaza y fases posteriores en las que predominan los
factores motivacionales dirigidos a facilitar las acciones defensivas de lucha o huida. Este modelo
asume un circuito cerebral de activación de las reacciones defensivas cuyos principales centros
serían el núcleo central de la amígdala y el núcleo del lecho de la estría terminal, los cuales, a
través de sus conexiones con otras estructuras subcorticales, explicarían las diversas
manifestaciones del miedo y la ansiedad (inmovilidad, hipervigilancia, reacciones vegetativas,
potenciación del sobresalto motor, expresiones faciales de miedo, acciones defensivas). El
modelo se inserta, a su vez, dentro de una concepción de las emociones como disposiciones para
la acción que se han ido desarrollando a lo largo de la evolución a partir de reacciones de carácter
adaptativo ante situaciones relevantes para la supervivencia y que están relacionadas con los dos
sistemas motivacionales primarios: el apetitivo, relacionado con las emociones positivas, y el
defensivo, relacionado con las emociones negativas. La emoción se produciría cuando se activa
cualquier estructura de información en el cerebro que conecte con estos sistemas motivacionales;
por lo tanto se produce, una secuencia dinámica o cascada de reacciones defensivas que varían en
función del tipo y severidad del peligro, de su proximidad espacial y temporal, y del éxito o
fracaso de las respuestas defensivas iniciales.
Condición Amarilla:
Conciencia general de los alrededores donde se percibe los eventos y condiciones cambiantes que
le rodean. Una persona puede permanecer en condición amarilla las veinticuatro horas del día.
Condición Anaranjada:
Estado realzado de alerta. Se identifica una amenaza posible y se adoptan planes de
eventualidades para hacer frente a la situación. La amenaza se vigila de cerca para determinar si
se necesita emprender acción (defensa o fuga). Una persona sólo puede permanecer en esta
condición por unas horas.
Condición Roja:
Estado de acción - “Luchar o huir". Una persona en este estado ha emprendido ya la acción o
permanece dispuesta y preparada para emprender acción inmediata. Una persona sólo puede
permanecer en la condición roja por unos cuantos minutos.
Condición Negra:
Estado de shock. Una persona en este estado se ve tan abrumada por la situación que entra en
estado de shock, incapaz de reaccionar. Es como si la persona hubiera cerrado sus ojos ante el
evento, bloqueándolo así totalmente de su mente. Un ataque contra una persona que se halla en
este estado seguramente tenga éxito.
Esta pirámide es una escala que muestra los niveles de alerta que pudiese tener un individuo y
a la cual también se le denomina Pirámide de colores, en la cual mediante el uso de colores
clasifica los niveles de alerta a los que puede estar sometida una persona.
Dicha pirámide ayuda al estudio del uso progresivo y diferenciado de la fuerza policial, ya
que, dependiendo del tipo de acción desplegada por el ciudadano o ciudadana abordada, así será
la respuesta del efectivo policial, todo esto de conformidad con los principios de legalidad,
necesidad y proporcionalidad que deben ser sine quanon en lo que respecta al uso progresivo y
diferenciado de la fuerza.
En la Pirámide del Miedo, se observa una serie de estados de alerta, los cuales determinarán
las acciones a tomar por el ciudadano o ciudadana; en la parte de la base logramos observar que
el estado expuesto es el de relajación, el cual es representado con el color blanco; seguidamente,
un peldaño arriba en la pirámide logramos divisar el estado de prevención, el cual es representado
con el color amarillo, arriba de este logramos observar el estado de alerta, representado con el
color naranja; siguiendo este orden ascendente logramos encontrar ya el estado de planificación,
el cual es representado con el color rojo, y finalmente, en la cúspide de la pirámide logramos
observar el estado de ejecución, el cual es representado con el color negro. Esta se trata de la
pirámide básica de estado de alerta.