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Programa de manejo de

LA ANSIEDAD Y EL ESTRÉS
Índice
¿Qué es el estrés?�������������������������������������������3
Las seis áreas del estrés�����������������������������������7
Estresores normativos y no normativos�����������9
Síntomas de estrés ���������������������������������������11
Mitos sobre el estrés�������������������������������������14
¿Qué es la ansiedad? �����������������������������������16
¿Qué es el estrés?

Estrés es un concepto creado por Hans Selye en 1974. La


palabra estrés significa “golpe” y tiene que ver con un agente
externo que golpea al sujeto. En realidad, lo que sucede cuando
se habla de estrés es lo que Selye describió como “síndrome
general de adaptación”. Tanto la mente como el organismo
necesitan acomodarse después de ese golpe, a todo esto, se le
llama síndrome general de adaptación, este proceso es lo que
realmente le sucede a la persona cuando se habla de estrés.

Truco define el estrés como el “conjunto de procesos y


respuestas neuroendocrinas, inmunológicas, emocionales y
conductuales ante situaciones que significan una demanda de
adaptación mayor que lo habitual para el organismo o que son
percibidas para la persona como amenaza o peligro ya sea para
su seguridad biológica o psicológica”.

Esto significa que cuando una persona está estresada no solo


está involucrada su conducta o su estado de ánimo, sino que,
además, están involucradas áreas orgánicas que se relacionan

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con lo glandular, las hormonas o neurotransmisores y el sistema
inmunológico (es por esta razón que vulgarmente cuando alguien
está estresado se dice que “le bajaron las defensas”).

Todos estos cambios están relacionados con cómo una persona


percibe la realidad que lo rodea. Todos estos cambios internos
y externos suceden cuando “se percibe” que las demandas son
mayores que los recursos que se poseen. Si una persona entiende
que tiene más demandas que recursos necesarios para responder
a esas demandas, es cuando se siente bajo una sensación de
amenaza, que lo sitúa en una sensación de alerta constante.

Esta situación de “alerta constante” es lo que produce cambios


a nivel orgánico en el sistema endocrino. Cuando una persona
está en situación de alerta por algo que considera una amenaza,
las glándulas suprarrenales comienzan a liberar adrenalina. La
adrenalina cumple una función vital en el organismo, ya que, ante
una situación de amenaza, prepara al cuerpo para pelear o para
huir. Por esta razón, el corazón comienza a palpitar más fuerte y
la respiración se vuelve más acelerada, ya que el cuerpo necesita
que la sangre oxigenada llegue a las extremidades para darle lo
necesario para que las piernas puedan correr o los brazos puedan
golpear. (Más adelante explicaré más sobre la adrenalina).

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Cuando el hombre primitivo se encontraba con un león en
la selva tenía dos opciones, o corría lo más rápido que podía y
trataba de escapar, o buscaba algún tipo de palo para golpearlo y
defenderse. Es por esta razón que la adrenalina se libera y perdura
en el cuerpo diez minutos, el tiempo necesario para escapar o
defenderse, aunque sus consecuencias pueden durar varios
minutos más.

Frente a esto la realidad es que, si la situación de alerta permanece,


aun cuando la adrenalina bajó, es entonces que el organismo pone
en marcha otros neurotransmisores, como el cortisol. El cortisol,
que cumple una función similar a la adrenalina, es liberado también
por las glándulas suprarrenales, pero su duración es mucho más
amplia. El problema del cortisol es que, además de sostener el
estado de alerta, pone en pausa el sistema inmunológico, por lo
cual, cuando una persona está en constante estado de alerta (es
decir, estresado) su sistema inmune no funciona, por eso está más
propenso a adquirir cualquier enfermedad o malestar que esté
fuera del cuerpo o que el mismo organismo genere. (Más adelante
hablaremos más sobre la adrenalina, el cortisol y su relación con
el estrés).

Lo importante de esto es advertir que todos estos cambios


glandulares, fisiológicos, orgánicos, comienzan por un
pensamiento, por una idea, o una creencia. La creencia que
los genera es la de que los recursos con que se cuenta no son

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suficientes para las demandas que el contexto presenta. Ante esta
situación de amenaza, más allá de todo lo orgánico que explicamos
anteriormente, surgen emociones como la angustia, la ansiedad
y la preocupación mental. Todo esto produce un sufrimiento
anticipado, es decir, se empieza a sufrir solo por creer que algo
puede llegar a suceder, aún sin que eso suceda.

Cuando, ante una situación diferente, la persona entiende que


los recursos que posee sirven para abarcar las demandas que se
le presentan, esa situación se percibe como un desafío, lo que
moviliza tanto los recursos internos como los externos para el
crecimiento personal.

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Las seis áreas del estrés

No todos los estresores son iguales. Ni todo el estrés es igual,


por lo cual es necesario diferenciar lo que es el estrés positivo del
estrés negativo, el eustrés de lo que es el distrés.

Eustrés es probablemente una palabra que pocos conocen.


Esta palabra se refiere al estrés positivo, a ese que es necesario
en la vida de una persona. Este estrés ayuda a las personas a
ser conscientes de sí mismos, a salir de su zona de comodidad
y a correr riesgos calculados que no son peligrosos, sino que los
ayudan a mejorar el desarrollo personal y a crecer como personas.

Dentro de este tipo de eustrés se encuentran tres áreas. En el


área 1 se encuentra el más alto eustrés, donde las actividades
son interesantes, pero a la vez son muy agitadoras, cuando el
trabajo es agradable, pero es excesivo en intensidad y tiempo, o
los deportes que son muy extenuantes o riesgosos.

En el área 2 hay tareas y deportes o actividades interesantes que


presentan un desafío a la propia capacidad. Está involucrada la
capacidad artística, los viajes y los cambios dentro de la capacidad
tolerable.

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En el área 3, el eustrés es insuficiente. Los estímulos son inferiores
a los mínimos requerimientos para la vida interesante y divertida.
Cuando un trabajo es cómodo, repetitivo, y la seguridad social y
económica no presentan exigencias.

El distrés es el estrés desagradable, el estrés en sí mismo.

En el área 4 se encuentra el bajo distrés, la estimulación o las


exigencias son escasas o muy simples, en contextos desagradables.
Por ejemplo, un trabajo repetitivo, o un bajo nivel socioeconómico.

En el área 5 es un nivel de distrés tolerable, los estímulos o


situaciones son displacenteros, las tareas o exigencias se entienden
como superiores a la capacidad de la persona, los plazos son
insuficientes. Pueden surgir enfermedades de adaptación, como
por ejemplo, hipertensión o enfermedades reumáticas.

El área 6 presenta un nivel intolerable de distrés. Conduce a


la fase de agotamiento, ya con afecciones graves (infarto, ACV,
úlceras).

El secreto, por lo tanto, está en  saber distinguir entre un y


otro tipo de estrés, saber eliminar nuestro  distrés  y producir las
cantidades adecuadas de eustrés para avanzar en nuestras vidas.
¡Si lo conseguimos, seremos mucho más felices!

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Estresores normativos y no
normativos

Dentro de las diferencias en cuanto al estrés están los que se


llaman estresores normativos y estresores no normativos. Los
estresores normativos son aquellos estresores que son esperables
a lo largo del ciclo vital. Hay ciertas situaciones que pueden
producir estrés, que la mayoría de las personas vive.

Estos estresores normativos son exigencias específicas que van


a enfrentar las personas para lograr los cambios evolutivos propios
de cada etapa. Como se dijo anteriormente, el tema no está en
que la situación sea estresante de por sí, sino en cómo puede ser
nuestra interpretación de dichas situaciones, lo que puede hacerlas
más o menos estresantes. Dentro de los estresores normativos se
encuentra el nacimiento, el ingreso a la escuela, el comienzo de
una relación, el matrimonio o el comienzo de una convivencia, el
nacimiento de hijos, nido vacío (cuando los hijos dejan el hogar),
muerte.

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Hay también estresores no normativos, estos hacen referencia
a situaciones que no son esperadas y que de acuerdo a la propia
interpretación de las mismas pueden ser generadoras de estrés.
Estos estresores no normativos pueden ser normales o catastróficos.

Entre los estresores no normativos normales se puede hablar de


conflicto de valores, problemas con compañeros de trabajo o jefes
(mobing), enfermedades, adulterio, falta de pareja, situaciones de
discriminación, malas relaciones interpersonales, robos donde no
estuvo en juego la vida, enfermedades.

Dentro de los estresores no normativos catastróficos se puede


poner como ejemplo: incendios, robos violentos, situaciones de
rehenes, terremotos, tsunamis, otros problemas climáticos graves,
enfermedades crónicas o muerte inesperada de alguien cercano,
prisión, violaciones.

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Síntomas de estrés: consecuencias
en el cuerpo y en la conducta

Los síntomas del estrés pueden estar afectando la salud


de una persona, aunque no se dé cuenta de ello. Quizás se
pueda pensar que una enfermedad sea la culpable del dolor de
cabeza persistente, el insomnio frecuente o la disminución de la
productividad en el trabajo. Pero, en realidad, es probable que
sea el estrés el que causa esto.

Efectos comunes del estrés


Los síntomas del estrés pueden afectar el cuerpo, los
pensamientos, las emociones y el comportamiento. Saber
identificar los síntomas comunes del estrés ya es un gran paso
para poder manejarlos. Si no se controla, el estrés puede
desencadenar muchos problemas de salud, como presión arterial
alta, enfermedades cardíacas, obesidad y diabetes.

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Efectos comunes del estrés en el cuerpo:
• Dolor de cabeza

• Tensión o dolor muscular

• Dolor en el pecho

• Fatiga

• Cambios en el deseo sexual

• Malestar estomacal

• Problemas de sueño

Efectos comunes del estrés en el estado


de ánimo:
• Ansiedad

• Agitación

• Falta de motivación o de concentración

• Agobio

• Irritabilidad o ira

• Tristeza o depresión

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Efectos comunes del estrés en el comportamiento:
• Comer en exceso o comer poco

• Arranques de ira

• Abuso de alcohol o de drogas

• Consumo de tabaco

• Retraimiento social

• Hacer menos ejercicio

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Mitos sobre el estrés

Hay varios mitos en cuanto al estrés.

1. El estrés es malo. Esto no es una verdad completa. Es


malo cuando una persona sufre de distrés de grado 5 o 6. De
todas maneras, cierto grado de estrés es necesario para el buen
funcionamiento del organismo, el eustrés es necesario para mejorar
la calidad de vida. La clave se encuentra en saber cómo manejarlo,
ya que en dosis adecuadas ayuda a que la persona se sienta más
productiva y de mejor ánimo. Pero en demasía es nocivo.

2. El estrés nos afecta a todos por igual. Esto claramente no es


cierto, ya que como se expresó anteriormente, no son los hechos
que rodean a una persona lo que lo estresa, sino su interpretación
de los mismos. Por lo cual, dos personas, ante los mismos hechos,
pueden tener interpretaciones diferentes, lo que lleve a una
persona a estar estresada o no.

3. El estrés es exterior. Esto está en relación al punto anterior,


nada externo estresa a una persona, no pasa por un problema
fuera de ella, sino más bien, de cómo interpreta esa circunstancia.
De todas maneras, es claro que hay circunstancias que pueden ser
mucho más inductoras a una situación de estrés, de todas maneras
siempre va a depender de cómo cada persona lo tome.
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4. Si no hay síntomas, no hay estrés. Si a una persona no le
duele la cabeza o si no se siente agotado, no significa que no
sufra del síndrome general de adaptación. Cada persona recibe el
“golpe” de una manera diferente, por lo que puede suceder que
en algunos la respuesta se dé de formas más sutiles, lo que no
significa que esté bien. Además, muchas personas suelen tener
más rápidamente síntomas externos y otras personas, síntomas
internos, por lo cual cada respuesta al estrés es diferente. En
esto es importante aprender a leer el propio cuerpo y ver en qué
situación se encuentra.

5. Comer y beber demasiado bajan el estrés. Muy al contrario,


querer escapar de este problema con bebida o comida en exceso
solo lo perjudican. Hay algunas comidas (chocolate, helado) que
pueden producir una sensación momentánea de placer, de todas
maneras es momentánea y hacer esto en exceso es realmente
perjudicial.

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¿Qué es la ansiedad?

Es una preocupación intensa, excesiva y persistente que produce


temor en todas las situaciones de la vida diaria. A menudo, los
trastornos de ansiedad se manifiestan con episodios repetidos
de sentimientos repentinos de ansiedad intensa y miedo o terror
que llegan a su máximo en solo unos minutos (por ejemplo, los
llamados “ataques de pánico”).

La ansiedad, cuando se convierte en un estado crónico, es


un predecesor del estrés, y ambos pueden pasar primero por
una fase adrenérgica (liberación de adrenalina por las glándulas
suprarrenales) y, luego, por una fase corticoide (liberación de
cortisol por las glándulas suprarrenales).

Para poder entender mejor todo el cambio orgánico que se


produce en el cuerpo a la hora de estar en estado de alerta, es
necesario poder reconocer que el sistema nervioso central del
ser humano está dividido en dos partes, por un lado, el sistema
nervioso simpático, y por otro, el sistema nervioso parasimpático.

El sistema nervioso simpático es el responsable de prepararnos


para la situación de alerta con sus reacciones de lucha y huida.
Este libera adrenalina, y en ese momento se dilatan las pupilas

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para una mejor visión, aumentan los latidos del corazón, dilata
los bronquios, detiene el trabajo del sistema digestivo (sería
difícil para alguien comer o defecar cuando está huyendo), por lo
cual disminuye las contracciones estomacales y las intestinales, y
estimula las glándulas suprarrenales.

El sistema parasimpático es el que se pone en funcionamiento


cuando estamos tranquilos, es decir, es el que nos ayuda a renovar
energía. Cuando el sistema parasimpático está en funcionamiento,
los latidos del corazón son más lentos, la respiración es mucho
más lenta (recordá como ronca una persona, en el momento de
descanso la respiración es muy pausada), y en este momento, el
sistema digestivo se activa, por lo que se puede comer bien, ya
que se activan las contracciones estomacales, el páncreas y el
intestino.

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