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SENDEROS
¿QUÉ ES EL ESTRÉS?
-Es una respuesta de nuestro organismo frente a una situación amenazante, que se manifiesta en el funcionamiento demasiado
intenso de algunos órganos y sistemas del cuerpo, otros disminuyen su funcionamiento; y en 2ª instancia puede aparecer dolor, por
la sobre-exigencia del órgano o sistema involucrado. Haciendo una comparación: la persona en su desempeño normal se puede
homologar a un auto andando a la velocidad normal. Si sobre-exigimos al motor, (generalmente con más de 4.000 revoluciones por
minuto), es posible que funcione a su máxima capacidad, por un tiempo sin dañarse; si se mantiene en máxima exigencia, por un
tiempo prolongado, “se funde el motor, y ya no puede seguir funcionando… Allí aparecen daños en el cuerpo: las enfermedades
psicosomáticas.
-Por ejemplo: si contraemos los músculos de la parte baja de la espalda, o del cuello, durante varias horas, mal sentados, y en
condiciones de estrés, podemos sentir cansancio o dolor durante un rato, después de terminar la actividad. Si se mantiene la
sobrecarga de contracción, en los músculos de la región lumbar, puede llegar el momento en que se produce una contractura
muscular, o lumbago agudo, y en el cuello dolores de cabeza, o de la espalda. Si, aun así, se mantiene la sobrecarga de actividad en
la misma musculatura, incluso se pueden dañar los huesos y los nervios en la columna, ya no solo el músculo.
-Al nivel del funcionamiento del cuerpo, al tomar conciencia de la amenaza o conflicto, (incluso si tan solo lo imaginamos), y de la
dificultad que tenemos para superarlo, se producen reacciones nerviosas y hormonales.
-En ambas la molécula responsable se denomina “adrenalina, o epinefrina”, que actúa en milisegundos a nivel cerebral activando uno
de 2 circuitos: el de “huida” o el del “ataque”.
-La adrenalina no solo es secretada por las neuronas, sino también por las glándulas supra-renales, que son un pequeño órgano, que
está sobre ambos riñones.
-El efecto “hormonal” de la adrenalina, es sobre la mayoría de los órganos del cuerpo, pero de modo diferente:
-Si yo percibo que tengo las competencias (yo me la puedo), necesarias para “atacar” o enfrentar con éxito la situación amenazante,
el desafío o conflicto y superarlo. Con frecuencia se asocia cierta cuota de rabia, y de gran satisfacción al superar el conflicto,
reforzando la propia auto-estima.
-si yo percibo que no tengo las competencias (yo no me la puedo) para superar la situación, y “me la va a ganar el problema”.
Generalmente se asocian el agobio, y el miedo, que tienden “paralizarnos” y afectan los circuitos de solución de los problemas.
-Este es un aspecto crucial: esa decisión (atacar el problema, o dejarme paralizado o huir de ese problema, o ignorarlo, evadirlo),
generalmente es espontánea e inconsciente, independiente de nuestra voluntad, y en la mayoría de las situaciones estresantes, es la
respuesta que mi cuerpo ha decidido tomar muy temprano en la vida, a veces inclusive durante el embarazo, mientras estamos en el
útero materno (Trauma relacional precoz).
-Sin embargo, también es susceptible de ser planteada (la decisión), de modo voluntario y consciente; es decir: aun cuando yo piense
que “no me la puedo” puedo “tratar de convencerme, voluntaria y conscientemente, de que “sí me la puedo” y activar los circuitos del
“yo me la puedo”, bloqueando los otros.
-En el contexto de “yo me la puedo”, o reacción de ataque, hay cambios en la piel, la saliva, la respiración, la humedad nasal, la
contracción de “músculos de ataque”, el intestino disminuye su actividad, los que aumentan su actividad son: vista, oídos, olfato,
corazón y pulmones, por nombrar los más notorios, a nivel cerebral se activan “circuitos de búsqueda de soluciones”, y de alerta.
-Cuando “yo no me la puedo, voy a perder en el enfrentamiento de esta situación o persona”, también hay cambios, varios diferentes,
en los elementos ya señalados de la reacción de ataque, pero a nivel cerebral, se inhiben los circuitos que se activaron en la reacción
de ataque, y se desorganiza el circuito de “lo que hay que hacer”, el de tomar decisiones, y se exacerban el circuito del miedo y la
frustración, disminuye la fuerza, puede aparecer temblor muscular, manos heladas, sudoración, etc.
-Si el estrés es agudo, al pasar la situación amenazante, o al ir logrando control de la misma, los síntomas deberían desaparecer,
con frecuencia gradualmente.
-Podríamos homologar la situación posterior al enfrentamiento de una situación muy estresante, a una “borrachera”: en que perdemos
el control sobre nosotros mismos (durante la crisis, o el emborrachamiento), y al ir pasando el efecto del alcohol, viene la llamada
“resaca”: el período posterior, en que suele haber una reacción de “desmoronamiento”: mayor sueño, mayor decaimiento y debilidad,
y la necesidad de “darnos un descanso”, después de una situación muy estresante; este descanso y el retomar nuestra vida normal,
forman parte importante del proceso que debe ocurrir para superar un evento de estrés agudo; si omitimos “la resaca”, la
enmascaramos, y no nos damos la opción de recuperarnos bajando el ritmo de nuestra actividad, o derechamente con un periodo de
ocio y sueño, no se logra una recuperación completa, y quedamos en situación de vulnerabilidad, en que un estímulo similar al que
provocó el estrés inicial, puede reproducir la respuesta de estrés de modo casi inmediato, con duración e intensidad, incluso mayores.
-El estrés crónico, (independiente de que sea mucho o poco, el problema es si yo lo percibo como “demasiado”), durante meses o
años, sostenido, se produce la situación del motor fundido, en algún órgano o sistema, fallando en forma permanente, pueden aparecer
enfermedades físicas crónicas, por el agotamiento del sistema u órgano sobre-exigido; las más frecuentes son: cefaleas, lumbagos
graves, con hernia del núcleo pulposo, en la región lumbar incluso parálisis de las extremidades inferiores, y requiere de cirugía para
corregir el daño, úlcera gástrica, diabetes mellitus, hipertensión arterial, colon irritable, fibromialgias, úlceras gástricas o duodenales,
constipación o diarrea crónicas, crisis de pánico, trastorno ansioso y/o depresivo: las llamadas enfermedades psicosomáticas.
-Cuando yo tomo la decisión de que no me la puedo, además del daño más intenso, y, a largo plazo, irreversible, sobre ciertos órganos
o sistemas, a nivel mental, se generan síntomas depresivos, baja de la auto-estima, percepción de fracaso, frustración, aumentando
el riesgo de enfermedades cardio-vasculares, y la incidencia de suicidios.
-Cada persona suele tener uno o varios “órganos blancos”, o puntos débiles, cuyo funcionamiento generalmente se intensifica y
sobrecarga; si esto se mantiene durante mucho tiempo, aparece el daño irreversible; si se trata sólo el síntoma, y no la causa del
estrés, generalmente se logra atenuar las molestias, incluso evitar mayores daños, pero el estrés se va a “descargar”, en otro órgano
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o sistema. Ejemplo: alguien que logra superar un lumbago, después aparecen cefaleas crónicas, si las supera puede aparecer colon
irritable, etc. Si mantenemos el estrés crónico, se va a descargar, migrando el órgano blanco, al más débil.
-Muchas situaciones de estrés crónico afectan a los seres queridos más cercanos, familia, equipos de trabajo, etc., Así, con frecuencia
se requiere también el compromiso de la familia para apoyar a la persona que tiene el problema.
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de responsabilidades escolares, evaluaciones, trabajos y tareas para la casa, y otras exigencias académicas, (auto-impuestas o
reales, impuestas por los padres o el establecimiento).
- A partir de un buen diagnóstico sobre las situaciones de estrés asociadas al sistema escolar, es necesario implementar medidas,
para evaluar el nivel de estrés de los alumnos, y prevenir situaciones que impidan estabilidad física y/o mental-emocional, en los
escolares; el adecuado manejo del estrés debe ser una responsabilidad conjunta de la familia y del sistema escolar, y el ideal es que
ambas instancias trabajen en coordinación, como un equipo, para apoyar a los alumnos más susceptibles de estrés crónico.
-Las interacciones sociales, pueden ser causa de estrés crónico, si hay conflictos, amedrentamiento o bullying, a partir del entorno
familiar o escolar, tanto por parte de los pares, (otros alumnos, o hermanos, en el hogar), o por las figuras de autoridad, (padres y
docentes.
-En niños pequeños, suelen aparecer trastornos del desarrollo asociados al estrés crónico; los más frecuentes son la aparición de:
enuresis, o encopresis, dificultades del lenguaje, tartamudez o mutismo selectivo, tics, dificultades del sueño, con insomnio, pesadillas
y fobias, obesidad, incluso algunos síntomas característicos de los trastornos del espectro autista, reacciones que no existían previo
a la situación estresante.
-Incluso en lactantes, y niños menores de 2 años, aparecen otros cuadros asociados al estrés crónico: estereotipias o movimientos
anormales, insomnio que puede ser severo y asociado a llanto, llanto e irritabilidad recurrente sin causa aparente, cólicos recurrentes,
alopecia y reacciones cutáneas similares a las de cuadros alérgicos.
-Es importante identificar qué genera ese estrés, y adquirir destrezas para superar el conflicto, o la forma como lo enfrentamos.
Generalmente esto requiere una psicoterapia, a cargo de un profesional de salud mental: psicólog@ y/o psiquiatr@, y puede requerir
apoyo con medicamentos, que puede ser prolongado.
-Lo más eficiente es buscar la causa del estrés, y asociar tratamiento farmacológico de los síntomas mientras se logra superar el
conflicto, es decir: tratar la causa y el síntoma simultáneamente. A largo plazo, la superación del estrés crónico requiere de cambios
permanentes en el estilo de vida o hábitos de alimentación.
-Entre las actividades que podrían ayudar a futuro, están: práctica regular de algún arte marcial, de yoga, mindfulness, de alguna
actividad deportiva, no competitiva, (natación, trekking, running, etc.), o técnicas de relajación a aplicar a diario, y antes de dormirse;
todos estos son apoyos complementarios que pueden atenuar e incluso evitar el uso de medicamentos.
-Las enfermedades psicosomáticas, son señales del cuerpo, que apuntan a un mal manejo del stress. Independientemente de las
recomendaciones posteriores, debe desarrollar estrategias a largo plazo para una elaboración más “sana” de las situaciones de stress,
a fin de prevenir enfermedades psicosomáticas.
-Muchas veces, el apoyo a una persona que sufre de estrés crónico, requiere una cuidadosa evaluación de las causas, y la elaboración
de un plan para superar la situación, entrenar en actividades “preventivas del estrés crónico”, cambiar estilos de estudio, trabajo,
alimentación, y también de estilos de vida, y el concurso de medicamentos y/o profesionales de salud mental.
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-Ahora más que nunca, se hace indispensable entender el impacto del estrés en nuestras vidas, y lo que es necesario hacer para
evitar un colapso, (burn out), a nivel personal, familiar o social.
-Esperamos que este documento genere una profunda reflexión personal, y comenzar a “vivir de otro modo”.