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Análisis de Una Problemática de Índole Jurídico - Nicole Guzman
Análisis de Una Problemática de Índole Jurídico - Nicole Guzman
derechos de los propietarios, ya que el estado los asegura a través de mecanismos tales como
estatutos de limitaciones de nombres de dominio, derechos de reclamo, derechos de propiedad,
creencia en el registro público y, en última instancia, imparcialidad aprecio compensación.
Asimismo, se explicó que no se puede sancionar a un tercero por la compra del
inmueble, ya que cumplió con los requisitos establecidos en la legislación peruana, y, además,
también fue afectado junto con el verdadero propietario, ambos víctimas de estafa. como
también dijo el demandado Nosotros, el bien, no se lo pueden quitar.
FALLO
Primero, dice el tribunal que el asunto en cuestión se refiere al artículo 5 y a la Ley
30313; son constitucionales en cuanto que un tercero actuó de buena fe y actuó con prudencia,
como lo exige el artículo 2014 reformado por la Ley; segundo, nos dice que si los Titulares
legítimos que son víctimas de falsificación, suplantación de identidad, deberán presentar
igualmente motivos calificativos, es decir, condiciones necesarias para demostrar dificultad en
el cumplimiento de su deber de diligencia, tales como situación económica y deficiencias
similares.
LA MOTIVACIÓN JURÍDICA DE LA DECISIÓN
En este proceso, el motivo legal es un "motivo calificado". Por ello, se debe a que,
según la decisión anterior, derechos básicos como la propiedad se verán afectados
negativamente por personas que no son iguales al resto de la sociedad.
El tercero que de buena fe adquiera un derecho a cualquier persona a quien el Registro
tenga poder para otorgar ese derecho, una vez inscrito su derecho, conservará el derecho que ha
adquirido, aunque el derecho del otorgante sea posteriormente anulado, revocado, cancelado o
resuelto debido al motivo de esto no está documentado en la clave de registro y los
encabezados que lo respaldan.
El acusado tiene derecho a un motivo adecuado. La fuerza normativa de la ley está
limitada por los tribunales. Al respecto, cabe señalar que, con anterioridad a la modificación
anterior, existía controversia en la doctrina y jurisprudencia del poder judicial en cuanto a si la
buena fe debe entenderse como el desconocimiento o desconocimiento de las causales de
nulidad, revocabilidad, revocación o liquidación. Debe incluirse en la entrada de registro o
documento de título, ya que en la práctica la Corte Suprema ha determinado repetidamente que
los títulos presentados para proteger los registros de buena fe deben revisarse, pero esto ahora
se ha modificado.
A través de la citada interpretación de las cláusulas legales, el tribunal se esfuerza por
llegar a un acuerdo efectivo entre los derechos de propiedad y la seguridad jurídica, y aclara el
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alcance de las condiciones necesarias para la aplicación del principio de notarización y buena
fe y exigiendo una motivación cualificada al órgano jurisdiccional competente para dirimir la
controversia.
El Tribunal ha sostenido en reiterada jurisprudencia que la libre iniciativa privada, en
tanto derecho, comprende, entre otras posiciones ius fundamentales, la facultad de toda persona
natural o jurídica, de emprender y desarrollar, con plena autonomía, cualquier actividad
económica de su preferencia, a través de la disposición e intercambio de bienes, con la
finalidad de obtener un beneficio o ganancia material (Sentencia 02111-2011-AA/TC,
fundamento 11).
Asimismo, el Tribunal ha reconocido que esta faceta de la libertad debe ser coherente
con la garantía de posibilidades adecuadas de autorrealización para el ser humano en todos los
ámbitos de su personalidad (Sentencia 0011-2013-PI/TC, fundamento 17). Por ello, el tribunal
ha enfatizado que esta libertad económica no puede entenderse desvinculada del marco de la
constitución, sino como parte integrante de ella y, en particular, de la directriz que contiene el
artículo 58 de la constitución (Sentencia 0011- 2013-PI/TC, fundamento 18).
RELEVANCIA DE LA SENTENCIA
Los demandantes suelen alegar ciertos casos, cuya aplicación descansa en un gran
principio, la creencia pública, en casos de falsificación, como el documento y la usurpación de
identidad, por la misma razón que generalmente sostenemos que en tales casos no es necesario
el uso externo de documentos falsificados. para la perfección del delito, pero sí exige que la
falsificación de documentos sea de alta competencia e idoneidad para que pueda tener
influencia potencial en transacciones legítimas sin la necesaria verificación del daño.
ANALISIS DE LA RESOLUCION DE INDOLE JURIDICO
La creencia en los registros públicos como solución a los casos de defraudación
inmobiliaria es contraria a todo el ordenamiento jurídico porque implica despojar a los
esforzados propietarios de sus derechos de propiedad protegidos constitucionalmente para
inscribir sus derechos en el registro. a fin de proteger su ejercicio frente a terceros.
Si bien la SUNARP sí implementa mecanismos como alertas registrales, esto solo
genera una carga mayor para el titular y no soluciona el problema de mejorar los filtros
contenidos en los documentos que ingresan al registro para evitar este tipo de situaciones.
Incluso podría ser posible dar un paso atrás y confirmar que se debe mejorar el filtro en la
elaboración de los expedientes que requieren registro. Un ejemplo de ello es la integración de
los sistemas de información de las entidades públicas y el otorgamiento de derechos de acceso
a los funcionarios públicos encargados de autenticar los actos antes mencionados. Como hemos
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visto, existe un registro para dar seguridad en la transmisión a partir del conocimiento de cierta
información, pero si su contenido no se corresponde con la realidad, es decir, carece de
precisión, entonces se vuelve inútil. Esta certeza presupuestaria puede generar confianza en la
contratación, sin embargo, no termina ahí.
El registro no solo tiene que asegurarse de que la persona que parece ser el dueño de la
propiedad es realmente el dueño de la propiedad, sino que también debe mantener esto público
para evitar la pérdida del título. De no ser así, desde el punto de vista del propietario, no tiene
sentido registrar la transferencia si perderá la propiedad según el artículo 2014 del Código
Civil.
De hecho, sería más productivo comenzar a ser dueño de la propiedad desde el
momento en que se compra, porque, como señaló la Corte Constitucional, los compradores
potenciales deben verificar quién es el propietario y qué título tiene antes de comprar. En otras
palabras, existe la realidad de registros adicionales, no de registros. En todo caso, la inscripción
sólo debe realizarse cuando se decide vender el inmueble, considerando que el único factor que
asegura la inscripción es un negocio jurídico.
Entonces, ¿de quién es esta responsabilidad? Eso sí, ni de un tercero ni del propietario.
Coincidimos con Bances Chávez (2019) quien afirma que “el fraude causado por la
falsificación de documentos es responsabilidad directa de la SUNARP por no tener la
capacidad técnica, legal o estructural para evitar que documentos falsificados ingresen o se
filtren en los registros públicos” (p. 24). Asimismo, “el fraude por usurpación de identidad es
responsabilidad del funcionario que expide el documento” (Bances Chávez, 2019, p. 24).
Sin perjuicio de las responsabilidades anteriores, consideramos que la entidad más
afectada es el propietario y por tanto debe ser protegida. Si queremos usar términos civiles, el
dueño de la propiedad puede sufrir de dos maneras: (i) económicamente y (ii) moralmente. La
primera es porque se le privará de bienes con valor monetario en el mercado sin recibir pago
alguno.
Asimismo, perderá la posibilidad de determinar el destino de sus bienes, lo que lo
llevará a elevar el estándar de precaución a un nivel excesivamente oneroso. Eventualmente,
perderá la fe en su registro, lo que hará que les dé más peso a otros factores, como compartir.
Todos ellos afectarán de alguna manera el proyecto de vida del sujeto, cuya realización puede
verse interrumpida por procesos judiciales y pérdida de bienes.
Por el contrario, los registros de terceros también sufrirán en dos niveles: financiera y
moralmente. Respecto al primer punto, destaca la pérdida de pagos realizados a falsos
propietarios. En cuanto a la segunda pregunta, encontramos que la pérdida de confianza en el
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registro y la afectación en su proyecto de vida fue por el mismo motivo que el titular.
No hay duda de que tanto los propietarios legítimos como los registros de terceros son
víctimas de falsificación de documentos y robo de identidad, pero ambos comparten una
confianza mutua en los registros. Ante esta falla, el Estado ha implementado muchos
mecanismos técnicos, no solo a nivel registral, sino también a nivel notarial y judicial, para
ayudar a evitar estos delitos. La integración de los sistemas de información nacionales significa
el acceso a una herramienta invaluable para verificar la identidad de las personas y verificar
acciones legales.
Bajo este contexto, resulta cuestionable que la Ley N° 30313 - Ley de Oposición al
Registro y cancelación por usurpación o falsificación de documentos y reformas a los artículos
2013 y 2014 del Código Civil, así como a los artículos 4, 55 y 5 y 5 de las Disposiciones
Complementarias Provisionales y Finales del Decreto-Ley N° 5 Procedimiento 1049 de
Registro: tiene la intención de continuar aplicando estándares descaradamente
inconstitucionales, injustos y obsoletos en casos de fraude inmobiliario que surjan de la
falsificación de documentos y el robo de identidad. Sólo viene a demostrar que esta excepción
se incorpora ciegamente a la regla, aun cuando viola las normas imperativas y las buenas
costumbres de nuestro ordenamiento jurídico.
CONCLUSIONES
Con base en esta investigación, creemos que la buena voluntad es un estado mental que
en realidad se logra progresivamente al participar en eventos externos para validar la
creencia de que uno no está causando daño a los demás. Así, en principio sólo existe la
creencia, que luego se valida en el contexto de la realidad fáctica, por lo que
entendemos que los factores objetivos superan y complementan a los subjetivos,
posibilitando configuraciones benignas.
Sabemos que la buena fe es un principio, que se manifiesta por la creencia subjetiva del
sujeto de que sus acciones o actos no causarán daño a los demás.
No vulneren las normas de obligado cumplimiento, la legalidad, el orden público y las
buenas costumbres.
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Bibliografía
Villarreal, MLN (2009). Buena fe subjetiva y buena fe objetiva. Equívocos a los que conducen a la falta
de claridad en la distinción de tales conceptos. Revista de derecho privado, 17, 45–76.
https://revistas.uexternado.edu.co/index.php/derpri/article/view/410