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5. La práctica de vivir con propósito: Vivir con propósito es fijarse metas productivas en
consonancia con nuestras capacidades. Fijarse metas concretas y actuar para
conseguirlas. Para ello es necesario cultivar la autodisciplina, es decir, la capacidad de
organizar nuestra conducta en el tiempo al servicio de tareas concretas y no
procrastinar. Hay que prestar atención al resultado de nuestros actos para averiguar si
nos conducen a donde queremos llegar. Y como dice Jaime Bacás: “completar las
acciones que me acercan a mis objetivos equilibrando mi vida personal y profesional”.
6. La práctica de la integridad personal: Tiene que haber una coherencia entre nuestros
valores, nuestros ideales y la práctica de nuestro comportamiento. Nuestra conducta
debe reconducir a nuestros valores. Significa cumplir con nuestros compromisos, con
nuestra palabra y genera confianza en quienes nos conocen. Es el aspecto moral de la
autoestima del que no se puede prescindir.
Resiliente
una persona resiliente o personas resilientes como aquellas que son capaces de
afrontar situaciones adversas y de, incluso, salir beneficiado de ellas. Las personas
que encajan en esta descripción tienen mucho camino avanzado tanto a nivel personal
como profesional. Como Nelson Mandela cuando decía «yo nunca pierdo; o gano o
aprendo», las personas resilientes muestran que pueden salir ilesos de momentos
difíciles y además poner en valor el aprendizaje de las malas experiencias.
Asertividad
El asertividad se define como la habilidad que permite a las
personas expresar de la manera adecuada, sin hostilidad ni
agresividad, sus emociones frente a otra persona. Las personas
que poseen esta cualidad expresan de manera directa y adecuada
sus opiniones y sentimientos, tanto positivos como negativos.
• Dieta equilibrada: una alimentación saludable se rige por incluir todos los
alimentos contemplados en la pirámide nutricional, pero en las proporciones
adecuadas y en la cantidad suficiente (no más) para mantener las necesidades
nutricionales del organismo en función del consumo energético que éste realiza
con la actividad diaria. El valor energético diario de la dieta debe ser de 30-40
kilocalorías por hilo de peso. Los hidratos de carbono deben ocupar un 50-55%
de los nutrientes, con no más de un 10% de azúcares simples. Las grasas han
de ser un 30% del valor energético total, repartiéndose del siguiente modo: un
15-20% de grasas monoinsaturadas, un 5% de poliinsaturadas y no más de un
7-8% de saturadas. Las proteínas consumidas no deben superar el 10% de la
dieta. Finalmente, se debe aportar al organismo unos 20-25 gramos de fibra
vegetal.