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UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL URUGUAY

FACULTAD DE PSICOLOGÍA
LICENCIATURA EN PSICOMOTRICIDAD

Psiquiatría Pediátrica

“Trastorno bipolar y depresión


en la infancia y la adolescencia”

Nombres:
Ana Machado
Valentina Nebel

Docente: Enrique Sabaj

10 de Noviembre de 2017
Montevideo, Uruguay
Introducción:

En el siguiente trabajo se enmarca en la materia Psiquiatría Pediátrica, de la


Licenciatura en Psicomotricidad. Dicho trabajo se basa en los trastornos del estado
de ánimo, en el que se desarrollarán los trastornos asociados a la bipolaridad y los
asociados a la depresión, enfocados a niños y adolescentes.

A su vez, se buscará relacionar dichos trastornos con una intervención psicomotriz


que se considere adecuada, logrando así, proporcionar al grupo una idea general de
los tratarnos e intervenciones hacia los sujetos con dicha patología.

Primeramente se desarrollarán tres tipos de episodios, para luego poder definir los
trastornos con mayor claridad. Estos episodios son, maníaco, hipomaníaco y de
depresión mayor, y se los planteará a partir del criterio del DSM V.

Episodio maníaco:

Refiere a un estado de ánimo anormal y persistente que se considera elevado o


irritable. Existe también, un aumento anormal y persistente de la energía que el
sujeto le dirige hacia un objetivo. Este episodio tiene una duración mínima de una
semana, y está presente la mayor parte del día.

La alteración lleva a consecuencias funcionales en lo laboral y/o social. Se


considera que el sujeto necesita internación para evitar que se genere un daño a sí
mismo o a otro, o por características psicóticas.

Deben presentarse tres o más síntomas de los planteado a continuación durante el


período de alteración en el estado de ánimo:
1) Aumento de la autoestima o sentimiento de grandeza.
2) Disminución de la necesidad de dormir.
3) Más hablador que lo normal.
4) Fuga de ideas o experiencias subjetivas de que los pensamientos van a gran
velocidad.
5) Facilidad de distracción.
6) Aumento de la actividad dirigida a un objetivo (social, o en lo laboral, en la
escuela o sexual), agitación psicomotora (realización de movimientos sin un
fin determinado).
7) Participación excesiva en actividades que tienen muchas posibilidades de
consecuencias dolorosas. (dedicación desenfrenada a las compras, el juego,
indiscreciones sexuales o inversiones de dinero imprudentes)

La alteración lleva a consecuencias funcionales en lo laboral y/o social. Se


considera que el sujeto necesita internación para evitar que se genere un daño a sí
mismo o a otro, o por características psicóticas.
Estos síntomas deben desasociarse de efecto de sustancias o otra afección médica.

Episodio hipomaníaco:

Refiere a un estado de ánimo anormal y persistente que se considera elevado o


irritable. Existe también, un aumento anormal y persistente de la energía que tiene
una duración mínima de cuatro días consecutivos y está presente en la mayor parte
del día.

Al estar alterado el ánimo y aumentada la energía y actividad de la persona, deben


presentarse tres o más síntomas de los planteados a continuaciòn, y cuatro si el
estado de ánimo es sólo irritable. Dichas alteraciones son observables por otros
individuos.
1) aumento de la autoestima o sentimientos de grandeza
2) disminución de la necesidad de dormir (sintiéndose descansado después de
dormir solo tres horas).
3) más hablador de lo habitual
4) fuga de ideas o experiencia subjetiva de que los pensamientos van a gran
velocidad
5) facilidad de distracción (la atención cambia fácilmente a estímulos externos
de poca importancia o que son irrelevantes)
6) aumento en la actividad dirigida a un objetivo (social, trabajo, escuela, sexual)
o de agitación psicomotora
7) participación de forma excesiva en actividades con mucha posibilidad de
tener consecuencias dolorosas (compras desenfrenadas, juergas,
indiscreciones sexuales o imprudentes inversiones de dinero)

El episodio no se considera lo suficientemente grave para producir alteraciones


funcionales en lo social o laboral, o que el sujeto requiera hospitalizaciòn. Si llegan a
presentarse caracterìsticas psicòticas, pasa a ser un episodio manìaco. Además, al
episodio no se le deben atribuir los efectos fisiológicos de una sustancia.

Episodio de depresiòn mayor:

En este episodio se presentan 5 o más sìntomas que se plantean a continuación,


durante un período de dos semanas. En el estado de ánimo deprimido o la pérdida
de interés o de placer deben estar presentes:
1) Estado de ánimo deprimido la mayor parte del día, casi todos los días. En
niños y adolescentes, se puede llegar a observar un estado de ánimo
irritable.
2) Disminución importante del interés o el placer por todas o casi todas las
actividades la mayor parte del día, casi todos los días.
3) Gran pérdida de peso sin realizar una dieta, o aumento considerable de peso,
o aumento o disminuciòn del apetito casi todos los días. En niño se puede
observar un déficit de peso esperado.
4) Insomnio o hipersomnia casi todos los días.
5) Agitación o retraso psicomotor casi todos los días.
6) Fatiga o pérdida de la energía casi todos los días.
7) Sentimientos de inutilidad o de culpabilidad excesiva o inapropiada casi todos
los días.
8) Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o de tomar
decisiones, casi todos los días.
9) Pensamientos de muerte o ideas suicidas recurrentes sin un plan
determinado, intento de suicidio o un plan específico para llevarlo a cabo.

La alteración causa un déficit en lo laboral, lo social u otras áreas del


funcionamiento del sujeto. Por otra parte, no se debe atribuir al episodio los efectos
fisiológicos de una sustancia.

Cabe aclarar que las respuestas que pueda tener el individuo ante una pérdida
significativa, pueden presentar diversos síntomas presentados anteriormente ,
pudiendo así simular un episodio de depresión mayor. De igual forma, se debe
observar cuánto es la duración del episodio por una pérdida significativa, siendo
esta excesiva se podría comenzar a hablar de depresión mayor.
TRASTORNO BIPOLAR Y TRASTORNOS RELACIONADOS

En este capítulo, en el DSM V, se encuentran variados trastornos, los cuales son:


- Trastorno bipolar I
- Trastornos bipolar II
- Trastornos ciclotímico
- Trastorno bipolar y trastorno relacionado inducido por
sustancias/medicamentos
- Trastorno bipolar y trastornos relacionados debido a otra afección médica
- Otro trastorno bipolar y trastorno relacionado especificado
- Trastorno bipolar y trastorno relacionado no especificado
- Trastorno bipolar y trastorno no especificado

Para realizar un diagnósticos en de alguno de estos trastornos se debe especificar


si el mismo es con ansiedad o no, si tiene o no características mixtas, si presenta
ciclos rápidos, si es de características melancólicas o características atípicas,
características psicóticas congruentes (o no) con el estado de ánimo, con catatonía,
con inicio en el periparto, o con patrón estacional.

Trastorno bipolar I:

Criterios diagnósticos:

Para la realización del diagnóstico se necesita la presentación de al menos un


episodio maníaco durante la vida. Tanto antes como después de este episodio se
pueden presentar episodios de hipomanía o de depresión mayor. Por más que esto
sucede a menudo, no se considera necesario para el diagnóstico.

La aparición de este episodio no se corresponde a otro trastorno como


esquizofrenia, trastorno esquizoafectivo, trastorno delirante u otros trastornos del
espectro de la esquizofrenia o psicóticos.

Procedimiento de codificación y registro:

Se basa en el tipo de episodio actual o más reciente, en la gravedad actual, la


presencia de características psicóticas y el estado de remisión.

Características asociadas que apoyan el diagnóstico:


En esta enfermedad los pacientes no suelen percibir que están enfermos, ni
reconocer que requieren tratamiento, tanto es así, que llegan al punto de negarse al
mismo. Se observan cambios en la forma de vestir y/o maquillaje. Algunos pacientes
sufren agudización de sentidos como oído o vista.

La dificultad que se presenta en los niños radica en diferenciar lo esperable para la


edad y lo correspondiente al diagnóstico bipolar I, por eso, es importante considerar
al niño en su propia situación basal.

Se estima que más del 90% de los pacientes que han tenido un único episodio
maníaco vuelven a tener episodios recurrente. y que el 60% de los episodios
maníacos ocurre inmediatamente antes de un episodio depresivo mayor.

En cuanto a los factores de riesgo, estos son, ambientales (por ejemplo más
frecuente en países ricos), genéticos y fisiológicos (importancia de antecendentes
familiares, que aumenta hasta 10 veces la probabilidad de padecer la enfermedad),
modificaciones del curso.

En relación al género el trastorno tiende a ser igual, de todas maneras las mujeres
se diferencian por presentar mayor frecuencia de ciclos rápidos y estados mixtos,
con patrones de comorbilidad distintos al de los hombres (mayor trastornos
alimenticios, síntomas depresivos, riesgo de trastorno por consumo de alcohol).

En cuanto al riesgo de suicidio, se considera 15 veces mayores en este trastorno


que para la población general, y estos suicidios representan el 25% de la cantidad
general de los mismos.

Consecuencias funcionales:

Si bien el 30% de los individuos presentan alteraciones graves de la función en el


ámbito laboral, muchos de ellos recuperan el nivel funcional entre los episodios,
además, suelen existir alteraciones cognitivas.

Suele existir una comorbilidad con los trastornos mentales, siendo el más frecuentes
la ansiedad y afectando aproximadamente a las tres cuartas partes de los pacientes.
Se estima que más de la mitad de los pacientes presentan TDAH, cualquier
trastorno de conducta o diversos trastornos inferidos por uso de sustancias.
Frecuentemente se presenta el síndrome metabólico y la migraña.

Trastorno bipolar II:

Criterios diagnósticos: Para realizar el diagnóstico de trastorno bipolar II es


necesario que presente al menos un episodio hipomaníaco (actual o pasado, de por
lo menos cuatro días) y uno o más episodios de depresión mayor (de al menos dos
semanas). A diferencia que el trastorno bipolar I, estos episodios son más
prolongados y frecuentes. Cabe destacar que para el diagnóstico se debe verificar
que nunca se hubiera presentado un episodio maníaco.

Los síntomas se deben presentar la mayor parte del día, casi todos los días, y
además presentarse un malestar clínicamente significativo o un deterioro a nivel
social o laboral a causa de los síntomas de depresión o la incertidumbre causada
por la alteración frecuente entre los períodos depresivos y de hipomaníaco.

La aparición de estos episodios, hipomaníaco y depresión mayor, no refiere a otro


trastorno como esquizofrenia, trastorno esquizoafectivo, trastorno de idea delirante u
otros trastornos del espectro de la esquizofrenia u otros trastornos psicóticos no
especificados.

Anteriormente se consideraba este trastorno más “leve” que el trastorno bipolar I,


pero actualmente se reconoce una mayor cronicidad en éste, además del gran
deterioro funcional y social a causa de la gran cantidad de tiempo que el sujeto
padece depresión o la incertidumbre por la inestabilidad de humor.

Procedimientos de codificación y registro:

Se debe especificar si el episodio actual o más reciente corresponde a la hipomanía


o a la depresión.

Características diagnósticas:

Los individuos que padecen este trastorno generalmente no presentan quejas


durante los episodios hipomaníacos, y no suelen causarles disfunciones, sin
embargo por lo general se presentan estas dificultades de funcionalidades en el
episodio depresivo y por la incertidumbre frente al cambio.

A causa de esto, los pacientes suelen frecuentar consultas durante el transcurso del
episodios depresivos. En estos pacientes se destaca la información clínica de otros
informantes como familiares o amigos.

Luego del episodio de depresión mayor, cuando el sujeto comienza a recuperarse,


se presentan los días de eutimia, y a este último no se lo debe confundir con
episodios hipomaníacos.

A causa de la impulsividad que es un rasgo esperado, se presenta un aumento de


suicidios y posible consumo de sustancias.

El trastorno bipolar II, puede iniciar en la adolescencia tardía o en la edad adulta,


pero lo más común es alrededor de los 20 años. Suele presentarse con un episodio
depresivo, y cuando aparece el episodio hipomaníaco es cuando se reconoce el
trastorno bipolar II.

Por otro lado, el diagnóstico en los niños se considera un reto, sobre todo en
aquellos quienes tienen irritabilidad e hiperactivación no episódica. Para considerar
un episodio hipomaníaco en un niño este debe exceder lo esperado para la edad en
su contexto. De los pacientes con trastorno bipolar mayores de 60 años, el 0,34%
eran diagnosticados a los 3 años.

En este tipo de trastorno bipolar, tienden a presentarse más episodios del estado de
ánimo, con mayor tendencia a la depresión. Pueden preceder al diagnóstico la
ansiedad, el abuso de sustancias y los trastornos de conducta alimentaria.

Factores de riesgo y pronóstico:

Existen diversos tipos de factores, por un lado se encuentran los factores genéticos
y biológicos, los cuales se considera que la incidencia es mayor en quienes tienen
familiares que padecen el trastorno, y por otro, los modificadores de curso, que son
ciclos rápidos que se asocian a un peor pronóstico. Se considera que una mayor
educación y estar casado son factores que se asocian con la recuperación funcional
mayor.
Riesgo de suicidio:

El riesgo de suicidio es mayor en este tipo de trastorno, donde aproximadamente un


tercio de los pacientes han tenido intentos de suicidios.

En lo que respecta a las consecuencias funcionales, la mayoría de los pacientes


vuelven a tener un nivel normal de funcionamiento, pero el 15% aproximadamente
mantiene algún tipo de disfunción entre los episodios, y un 20% no tiene
recuperación entre ellos. El deterioro cognitivo que se presenta es similar al de los
pacientes con trastorno bipolar I.

Comorbilidad:

Por lo general suele asociarse a uno o más trastornos mentales, con una frecuencia
de 75% de trastornos de ansiedad, 37% por el uso problemático de sustancias , y el
60% presentan tres o más trastornos mentales.

Trastorno ciclotímico

Para realizar el diagnóstico en niños y adolescentes, estos deben experimentar un


año, o en adultos dos, diversos períodos con síntomas hipomaníacos y depresión,
pero que nunca han llegado a ser episodios de manía, hipomanía o depresión
mayor. Estos períodos deben haber estado presentes al menos la mitad del tiempo,
sin presentar síntomas por más de dos meses seguidos.

La aparición de estos episodios hipomaníacos y depresión no se corresponde a otro


trastorno como esquizofrenia, trastorno esquizoafectivo, trastorno de idea delirante u
otros trastornos del espectro de la esquizofrenia u otros trastornos psicóticos no
especificados; ni se pueden atribuir al efecto fisiológico de sustancias o a otra
afección médica. Estos síntomas deben causar a su vez un malestar que sea
clínicamente significativo o deterioro a nivel social o laboral.

Desarrollo y curso: En la adolescencia tardía o la adultez temprana, el trastorno


comienza de forma persistente y insidiosa. En los niños se comienza a observar
dicho trastorno a los seis años y medio aproximadamente.

Factores de riesgo y pronóstico:


En los familiares directos del paciente con este trastorno, existe una prevalencia
mayor de que desarrollen trastorno bipolar I y II que en la población en general.

Estos sujetos pueden presentar trastornos relacionados al uso de sustancias y


trastornos del sueño. La gran mayoría de los niños tienen trastornos mentales y la
probabilidad que padezcan TDAH es mayor. es más probable que tengan TDAH.

Trastorno bipolar y trastorno relacionado inducido por


sustancias/medicamentos:

Este trastorno hace referencia a una alteración importante, persistente, en el estado


de ánimo, la cual se caracteriza por un estado de ánimo elevado, expansivo o
irritable, que puede o no presentar un estado de ánimo deprimido o disminución de
interés/placer.

Para realizar un correcto diagnóstico de que los síntomas anteriormente


mencionados se desarrollaron durante o poco tiempo después de una intoxicación o
abstinencia de sustancia/medicamento, se debe encontrar evidencias a través de
historias clínicas, exploración física o exámenes de laboratorio . Además no causa
malestar clínicamente significativo o deterioro funcional.

A su vez, es de gran importancia especificar si el inicio se dio a partir de una


intoxicación o durante una abstinencia. Por otro lado, debe diferenciarse de efectos
secundarios de un medicamento y de la intoxicación con sustancias.

Características diagnósticas:

Por un lado, la relación causal con el uso de medicamentos psicotrópicos o abuso


de sustancias se considera esencial en este tipo de trastorno bipolar, por otro, la
historia del uso de las sustancias puede ser de gran ayuda en el diagnóstico.

Es menester mencionar que el desarrollo de este trastorno dependerá del tipo de


sustancia que lo cause.

Trastorno bipolar y trastorno relacionado debido a otra afección médica:

Es clave para el diagnóstico, que se presente un período importante y persistente de


estado de ánimo elevado de forma anormal, expansivo o aumento anormal de
actividad o energía.
A través de la historia clínica, exploración física o análisis de laboratorio se debe
poder determinar que el trastorno es consecuencia fisiopatológica directa de otra
afección médica.

Para determinar las consecuencias fisiopatológicas directa de otra afección médica,


se debe estudiar la historia clínica, realizar exploración física o análisis de
laboratorio. También debe causar un malestar clínicamente significativo, deterioro
social o funcional o requerir hospitalización, y no debe explicarse mejor por otro
trastorno mental.

Otro trastorno bipolar y trastorno relacionado especificado:

Esta categoría se plantea ya que se logra observar cómo muchos individuos, sobre
todo niños y en menor medida adolescentes, vivenciaban fenómenos que se
presentaban varias características del cuadro bipolar, pero no cumplían con los
requisitos del trastorno bipolar I, II o ciclotímico.

Es así que esta categoría presenta síntomas característicos de un trastorno bipolar


y un trastorno relacionado, con malestar clínicamente significativo o deterioro
funcional, pero no llegan a cumplir todos los criterios necesarios para pertenecer a
alguno de los trastornos.

Es de gran importancia que se especifique el motivo por el cual no cumple con todos
los requisitos.

Trastorno bipolar y trastorno relacionado no especificado:

Al igual que el anterior trastorno desarrollado, esta categoría se determina cuando


predominan síntomas correspondientes a un trastorno bipolar y trastorno
relacionado, además de que con un malestar clínicamente significativo o deterioro
funcional, pero de igual forma no cumple todos los criterios de ningún trastorno
bipolar y trastornos relacionados.

El no especificado refiere que el profesional decide no especificar el motivo de


incumplimiento de los criterios. Haciendo que esta la gran diferencia entre el
especificado y el no especificado.

Posible intervención psicomotriz:


En el tratamiento del TBP infanto-juvenil, lo principal, es su reconocimiento. Se
plantea a la psicomotricidad como abordaje no farmacológico, luego de haber
cursado un tratamiento agudo de los trastornos, ya que es ahí cuando el paciente se
encontraría en condiciones para implicarse en este tipo de abordaje psicomotriz.

Se plantea para esta población posibles objetivos a trabajar, siendo uno de los
principales, el reconocimiento de las emociones debido a las características de los
trastornos bipolares y trastornos relacionados. Además se plantea la promoción de
tiempos de espera, haciendo hincapié en los individuos que padecen episodios
maníacos e hipomaníacos, reconocimiento de las capacidades propias y
favoreciendo la pertenencia al grupo, los cuales se consideran fundamentales en los
sujetos que padecen episodios de depresión mayor.

El psicomotricista puede utilizar como estrategia en la ronda de socialización, a


partir de las vivencias en la sala, explicitar las emociones que han surgido en cada
uno de las actividades que se presentaron a lo largo de la sala, y por otro lado, en el
ritual de entrada, poder poner en palabras nuevamente dichas emociones surgidas
en las experiencias de la sesión anterior.

A partir de esto, el psicomotricista busca que el niño logre controlar y reconocer sus
emociones, que debido a las características del trastorno bipolar y trastornos
relacionados, no es posible por las variaciones del mismo.
TRASTORNOS DEPRESIVOS:

Según Martínez, A., Bouquet, R. (2007), “en la infancia y en la preadolescencia se


presentan diversas problemáticas de salud mental que requieren atención
diferencial y prioritaria por la prevalencia y el impacto que generan en el desarrollo
socioafectivo, entre las cuales se encuentran la ansiedad y la depresión”. (Martínez,
A., Bouquet, R., 2007, p. 36). Además las autoras plantean que el tema es de gran
importancia, ya que es una de las problemáticas de salud mental de la infancia que
tiene un riesgo de suicidio de gran importancia, y de depresión severa en la
población adolescente.

Según Martinez-Marin (2014), los trastornos depresivos en la adolescencia están


asociados a graves trastornos de la conducta como: el consumo de drogas, la
promiscuidad sexual, las conductas delictivas y la agresividad, por lo que, además
del propio costo a nivel personal, pueden conllevar una gran carga negativa a nivel
social.

Esta autora, en su planteo, establece que a diferencia de los adultos, la depresión


en los niños no aparece como un estado de ánimo que esta alterado y que es facil o
claro de identificar por el paciente, sino que el mismo se presenta como un conjunto
de síntomas que varían según el estado evolutivo, y que abarca desde alteraciones
conductuales (conductas delictivas, agresividad, consumo de tóxicos), hasta un
retraso del desarrollo psicomotor, la disminución del rendimiento escolar o la posible
aparición de síntomas somáticos, llevando a que se dificulte el diagnóstico.

Aguilar (2002), en Martínez, A. y Bouquet, R. (2007), menciona factores que tienen


interrelación con la depresión, por un lado se encuentra los factores personales,
influidos por el temperamento y la personalidad, entre otros. Por otro lado, se
encuentran los factores ambientales, siendo estos, por ejemplo, la separación de los
padres, cambios de la vida cotidiana, enfermedades, maltrato infantil, fracaso
escolar, etc.

Traspasando la depresión a la población de adolescentes,Cantoral, G., Méndez, M.,


y Nazar, A. (2002), plantean que la misma es una “etapa de cambios significativos
tanto físicos como psicológicos, puede pensarse que se trata de una población de
alta vulnerabilidad; de aquí que la depresión en los adolescentes sea considerada
como objeto de estudio en diversas investigaciones…” (Cantoral, G., Méndez, M., y
Nazar, A., 2002, p. 27).

Comorbilidad:

La comorbilidad aparece entre un 40 y un 90% de los casos, siendo las


enfermedades comórbidas más frecuentes la ansiedad y los trastornos de conducta
graves (consumo de alcohol y drogas, actos delictivos con agresividad y violencia,
promiscuidad sexual, etc.).

En cuanto al DSM-5, este realiza una clasificación sobre los diferentes trastornos
depresivos:
● Trastorno de depresión mayor
● Trastorno depresivo persistente
● Trastorno disfórico premenstrual
● Desregulación disruptiva del estado de ánimo
● Trastorno depresivo inducido por sustancia-medicamento
● Trastorno depresivo debido a otra afección médica
● Otros trastornos depresivos especificados y no especificados.

Trastorno de depresión mayor:

Criterios diagnósticos:

Representa el trastorno más común de este grupo. Los episodios, se caracterizan


por durar al menos dos semanas, teniendo por lo general, una duración mayor.
Dichos episodios implican cambios a nivel de lo afectivo, lo cognitivo, las funciones
neurovegetativas y remisiones interepisódicos.

Si bien tiende a darse episodios recurrentes, se puede diagnosticar ante la


presencia de un solo episodio.

Características diagnósticas:

A menudo, el paciente suele a negar la presencia de la tristeza, pero de igual forma


esta es identificable a través del discurso o su expresión facial, como también las
posibles manifestaciones somáticas.
El rango más común de prevalencia, es entre los 18 y 29 años, bajando
significativamente la incidencia después de los 60 años. Y tiene una prevalencia
mayor en mujeres que en hombres, iniciando en la adolescencia temprana.

Factores de riesgo:

Como se mencionó anteriormente, existen factores de riesgo de tipo


temperamentales, ambientales, genéticos y fisiológicos, y modificadores del curso.

Este trastorno se asocia con el consumo, presentando entonces, comorbilidad con


el trastorno por abuso de sustancias. Se ha visto asociado también a ataques de
pánico, trastorno obsesivo compulsivo, anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y
trastorno límite de la personalidad.

Trastorno depresivo persistente:

Conocido también como distimia. Su diagnóstico se da cuando la sintomatología, en


los niños tiene una duración mayor al año, y en adultos dura más de dos años. En
este periodo no debe presentarse un período mayor a dos meses sin síntomas,
además de la existencia de episodios maníacos, hipomaníacos, ni trastornos
ciclotímicos.

Los síntomas refieren a estado de ánimo deprimido, durante la mayor parte del
día,casi todos los días. Dicha información se desprende desde fuentes objetivas o
subjetivas, notándose persistentes por más de dos días.

Presencia de dos o más de los síntomas mencionados a continuación: poco apetito


o sobrealimentación, poca energía o fatiga, insomnio o hipersomnia, baja
autoestima, falta de concentración o dificultad para toma de decisiones,
desesperanza.

Estos síntomas no se asocian al consumo de sustancias, o afecciones médicas.


Además causan deterioro tanto en lo social, laboral y otras áreas del funcionamiento
del sujeto.

Desarrollo y curso:
Este trastorno suele tener un inicio temprano e insidioso, comienza muy
comúnmente en la infancia, adolescencia o juventud. Por definición, el paciente en
este trastorno padece un curso crónico.

Los factores de riesgo pueden ser de tipo temperamentales, ambientales, genéticos


y fisiológicos Tienden a tener comorbilidad con trastornos de ansiedad y consumo
de sustancias.

Trastorno disfórico premenstrual:

Criterios diagnósticos:

Su comienzo es un poco después de la ovulación y remite poco después de la


menstruación, lo cual impacta notoriamente en lo funcional. Los síntomas tienen que
perdurar en el período de un año o más.

En los ciclos menstruales, deben presentarse por lo menos cinco de los siguientes
síntomas:
● Por lo menos uno de los siguientes: labilidad afectiva intensa, irritabilidad
intensa, enfado o aumento de los conflictos interpersonales, estado de ánimo
intensamente deprimido, desesperanza, ideas de autodesprecio y/o
ansiedad, tensión, excitación.
● Uno o más de los síntomas planteados a continuación, hasta llegar a un total
de cinco síntomas, pudiendo ser estos combinados con los síntomas
anteriores:

Disminución de interés por actividades habituales, dificultad subjetiva en


concentración, fatiga, letargo o falta de energía, cambios importantes en el apetito
sobrealimentación o anhelo de alimentos específicos, hipersomnia o insomnio,
sensación de falta de control o agotamiento, síntomas físicos como dolor mamario,
dolor articular o muscular, sensación de aumento de peso o hinchazón.

Estos síntomas logran generar interferencia con actividades sociales, laborales,


escolares, entre otras. Además, no deben estar asociados a consumo de sustancias
u otras enfermedades.El trastorno puede iniciar en cualquier momento luego de la
primera menstruación y finaliza con la aparición de la menopausia.

Desregulación disruptiva del estado de ánimo


Criterios diagnósticos:

En ocasiones, los trastornos depresivos se confunden con los diagnósticos del


trastorno bipolar, llevando a un tratamiento que desborda a los niños. Por esto, el
DSM-5 incorpora el trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo, que
refiere a la presentación de irritabilidad y descontrol conductual en niños menores a
12 años.

Se cree pertinente destacar la importancia de esta aclaración debido a que el propio


manual lo hace, esto es gracias a que los niños que padecen este trastorno, al
pasar del período de la adolescencia hacia el período de la edad adulta, tienen con
mayor frecuencia trastornos depresivos unipolares o trastornos de ansiedad, que
trastornos bipolares.

El primer diagnóstico no se debería realizar antes de los 6 años de edad, ni


después de los 18 años. Los síntomas no pueden ser atribuibles al consumo de
sustancias, o de afección médica o neurológica

El verdadero rasgo característico de este trastorno es un estado de irritabilidad


continuo en el tiempo. Dicha irritabilidad se manifiesta a través de los accesos a
cólera frecuentes, funcionando a modo de respuesta ante frustraciones,
manifestándose a través de la conducta o de lo de verbal. Dichos episodios deben
ocurrir dos o tres veces a la semana, durante al menos un año y por lo menos en
dos ambientes distintos, pudiendo ser esto, la casa y la escuela.Este estado de
cólera, debe no corresponderse con conductas propia de la edad.

Acompañando a la cólera, se encuentra la manifestación de irritabilidad grave y


persistente, donde el estado de ánimo del individuo se caracteriza por un enfado de
tiempo completo.

La prevalencia en dicho trastorno es de 2 y 5% de los niños, de los cuales la


mayoría son varones de edad escolar. El porcentaje se calcula a partir de los niños
que llegan a las consultas de salud mental.

Los pacientes tienden a tener fuertes afectaciones en el entorno familiar, en las


relaciones con pares y hasta en el rendimiento académico. También se logra
observar que una gran cantidad de niños que padecen este trastorno, cumplen con
diagnóstico de TDAH y el diagnóstico de trastorno depresivo mayor.

Trastorno depresivo inducido por una sustancia o medicamento:

Criterios diagnósticos:

Existe un vínculo directo con el consumo, la intoxicación y el período de abstinencia


por parte del sujeto, debido a eso, es generador de un malestar significativo, de
deterioro social y laboral.

Los síntomas que presenta este trastorno, se asocian con el consumo, la inyección
o inhalación de sustancias y, dichos síntomas, en ocasiones persisten aún durante
un tiempo mayor que el mismo período de desintoxicación o de abstinencia.

Para la realización del diagnóstico debe tenerse en cuenta la historia clínica,


exploración física y análisis de laboratorio.

Los síntomas incluyen alteraciones persistentes e importantes del estado de ánimo,


que se caracteriza por un estado deprimido, una disminución del interés o el placer
por actividades.

Subyace una serie de sustancias psicoactivas que son las principales causantes,
por ejemplo, el alcohol, fenciclidina, otro alucinógeno, inhalante, opiáceo, sedante,
hipnótico o ansiolítico, anfetamina, cocaína, otras.

Los factores de riesgo pueden ser de tipo temperamentales (ej.antecedentes de


trastornos depresivo), ambientales (ej.alto contenido de estrógenos en
anticonceptivos), genéticos y fisiológicos (ej. antecedentes familiares).

En cuanto a la comorbilidad, esta es elevada con cualquier trastorno mental del


DSM IV, teniendo mayor incidencia los trastornos por juego, de personalidad
paranoide, histriónica y antisocial.

Trastorno depresivo debido a otra afección médica:

Criterios diagnósticos:

Los diferentes síntomas se observan durante un período prolongado de tiempo y se


vinculan con otra afección médica.
Es necesario para el diagnóstico el uso de los elementos clínico, es decir, estudios
físicos, historia clínica, análisis de laboratorio. Este trastorno se vincula con infarto
cerebral, daño cerebral traumático, enfermedad de Huntington, enfermedad de
Parkinson, hipotiroidismo y enfermedad de Cushing.

En este trastorno el estado de ánimo se encuentra deprimido y hay disminución de


interés o el placer. Además propicia malestar clínicamente significativo o deterioro
social, laboral, o de otras áreas.

Otro trastorno depresivo especificado:

Para realizar el diagnóstico de este trastorno, la sintomatología del paciente no se


vincula con las clasificaciones anteriormente nombradas, pero de igual forma
presenta un cuadro depresivo que causa malestar significativo y deterioro funcional
en el individuo.

Otro trastorno depresivo no especificado:

Criterios diagnósticos: Se diagnostica este trastorno, cuando el paciente, si bien


presenta la sintomatología de algún otro subtipo de trastorno de depresión, no
cumple con todos los criterios para su diagnóstico.

Posible intervención psicomotriz:

A partir de los conocimientos adquiridos sobre los trastornos del estado de ánimo,
considerando las características de los mismos y sus repercusiones en la vida de
los individuos con este diagnóstico; se propone una posible intervención psicomotriz
para abordar el trastorno.

Al igual que las posibles intervenciones planteadas para el trastorno bipolar y los
trastornos relacionados, como el reconocimiento de las emociones, la promoción de
tiempos de espera, reconocimiento de las capacidades propias y favoreciendo la
pertenencia al grupo, el psicomotricista busca además, propiciar vivencias familiares
y sociales que puedan aportar al niño un mayor entorno de confianza.

El trabajo con la familia se torna algo vital, junto al trabajo individual con el niño o el
joven que presenta este tipo de trastornos, para rescatar su autoestima y ayudarle
de esta manera a descargar su enojo.
Por otro lado, fomentar actividades motora las cuales buscan abordar algunas
características que se presentan a causa de estos trastornos , como por ejemplo, la
torpeza y el enlentecimiento.

Para intervenir sobre los aspectos cognitivos, el psicomotricista podría proponer


actividades las cuales aluden a la memoria, el lenguaje, la atención, etc.
Referencias bibliográficas:

● Psicopatología del niño y del adolescente. Ed. 4. Madrid: Psicología Pirámide.

● Martinez-Marin, N. (2014). Trastornos depresivos en niños y adolescentes.


An Pediatr Contin. Vol 12 ( N° 6): pág 294-9.

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