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Apunte Académico N°9

Clase: Clase 9.
Unidad: Depresión y Bipolaridad.
Asignatura: Salud Mental.
Escuela: Escuela de Técnico en Enfermería de Nivel Superior.
Introducción:
La depresión y bipolaridad son trastornos del estado de ánimo o, también llamados, trastornos afectivos,
forman parte de los principales problemas de salud mental en la población general y constituyen un gran
problema de salud pública a nivel nacional e internacional.
Estos trastornos se caracterizan por la presencia de un malestar significativo y disfunción en diversas áreas de
la vida del sujeto, donde el estado de ánimo puede ser elevado o estar deprimido y el sujeto pierde la
sensación de control sobre su ánimo y experimenta malestar general.
Todos nos hemos sentido felices y tristes a lo largo de nuestra vida e incluso hemos experimentado una amplia
gama de emociones, sin embargo, cuando estas van más allá de lo normal en cuanto a intensidad, frecuencia
y la interferencia en las funciones diarias, podríamos hablar de un trastorno del estado anímico.
Como profesionales de la salud es importante conocer estos trastornos, ya que representan una alta
prevalencia a nivel de la población general, pueden producir incapacidad a nivel personal y laboral, su
presencia puede agravar, mantener o causar una serie de patologías físicas y porque tienen un riesgo de
mortalidad significativo asociado al suicidio.

Desarrollo:
Para el diagnostico de los trastornos del estado de ánimo utilizaremos las descritas por el Manual diagnóstico
y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5), este manual clasifica los trastornos del estado de ánimo en
depresivos y bipolares.
Dentro de los trastornos depresivos encontramos:
• Trastorno depresivo mayor.
• Distimia (También llamado trastorno depresivo persistente).
Dentro de los trastornos bipolares encontramos:
• Trastorno bipolar I.
• Trastorno bipolar II.
• Ciclotimia.
En este apunte describiremos cada uno de ellos.

1. TRASTORNOS DEPRESIVOS:
Criterios diagnósticos:
Para realizar el diagnostico de un trastorno depresivo mayor es necesario considerar la presencia de los
siguientes criterios diagnósticos:
A. Cinco o más de los síntomas siguientes han estado presentes durante un período de dos semanas y
representen un cambio respecto del funcionamiento previo; al menos uno de los síntomas debe ser
el número 1 y/o 2 de esta lista:
1. Estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, casi todos los días, indicado por el sujeto (ej.
sentirse triste o vacío) u observado por otros. Nota: en niños y adolescentes puede ser humor
irritable.
2. Disminución del interés o placer en cualquier actividad (Anhedonia).
3. Pérdida significativa de peso sin estar a dieta o aumento significativo de peso (ej. variación del 5%
del peso corporal en un mes), o bien una disminución o aumento del apetito casi todos los días. Nota:
en niños considere no alcanzar la ganancia de peso esperada.
4. Insomnio o hipersomnia.
5. Agitación o enlentecimiento motor
6. Fatiga o pérdida de energía
7. Sentimientos inutilidad o culpa
8. Problemas concentración o toma de decisiones
9. Pensamientos recurrentes de muerte (no sólo temor de morir), ideación suicida recurrente sin plan
específico o un intento de suicidio o un plan de suicidio específico.

B. Los síntomas provocan malestar clínicamente significativo o deterioro del funcionamiento social,
laboral o en otras esferas importantes.
C. Los síntomas no obedecen a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (ej. Abuso de drogas,
medicamentos), ni a una enfermedad médica general (ej. Hipotiroidismo).

Para realizar el diagnóstico de Distimia (Trastorno depresivo persistente) es necesario considerar la


presencia de los siguientes criterios diagnósticos:
Los usuarios deben haber tenido un estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, con más días presente
que ausente durante un periodo igual o mayor a 2 años, más 2 o más de los siguientes síntomas:
1. Falta o exceso de apetito.
2. Insomnio o hipersomnia.
3. Baja energía o fatiga.
4. Baja autoestima.
5. Falta de concentración o dificultad para tomar decisiones.
6. Sentimientos de desesperanza (Minsal, 2013a).
La distimia a diferencia del trastorno depresivo mayor es un tipo de depresión en donde los síntomas tienen
mayor tiempo de duración, pero se presentan con menor severidad e intensidad.

Tipos de depresión:
Los trastornos depresivos se pueden clasificar como leves, moderados o graves, esta clasificación está dada
por el número, el tipo y la intensidad de los síntomas, así como en el deterioro funcional (Minsal, 2013a).
• Forma leve: El usuario suele consultar por la falta de ánimo que verbaliza como un “no te ner ganas
de nada”, es frecuente que consulte por otros motivos que no asocia a una enfermedad anímica,
como irritabilidad, falta de sueño o síntomas somáticos (Dolor de cabeza, acidez, dolor
gastrointestinal, etc.). El usuario no se explica lo que le pasa, porque, aunque existen diversos
problemas en su vida, ninguno de ellos le parecen suficientemente graves como para gatillar el
estado desagradable que está experimentando. Estos usuarios pueden manejarse a nivel primario
sin ningún problema.
• Forma moderada: Los usuarios tienen los mismos síntomas que en la forma leve, pero más
acentuados. El desánimo es más intenso y comienza a aparecer de preferencia por la mañana,
después de una noche de sueño irregular. Tareas habituales son enfrentadas con pesimismo y
cansancio por anticipado. La alteración del sueño es mayor y ocurre la mayoría de los días de la
semana, incluso los fines de semana cuando no tiene obligaciones que cumplir. El sueño es poco
reparador, interrumpido frecuentemente durante la noche, estando sus momentos de insomnio
llenos de pensamientos sombríos, pesimistas sobre lo que le espera al día siguiente o en el futuro
cercano. Estos usuarios requerirán de mayor control, lo que posiblemente requerirá especialistas en
la atención secundaria.
• Forma grave: Todos los síntomas descritos anteriormente se presentan aún más acentuados, la falta
de energía y ánimo llega a perturbar funciones muy básicas como el cuidado personal e, incluso, su
higiene. Hay tres elementos fundamentales para considerar que un trastorno depresivo es grave:
presencia de riesgo suicida, delirios y alucinaciones (Denominados síntomas psicóticos) (Perez, 2008).
Estos usuarios requerirán centros de mayor complejidad, considerando la hospitalización en centros
psiquiátricos.

Etiología:
La mayoría de los investigadores cree que la depresión es el resultado de la interacción entre las características
biológicas y las vulnerabilidades fisiológicas de una persona y la frecuencia de sucesos estresantes o
situaciones difíciles de superar en su vida. Entre los factores etiológicos encontramos:
• Herencia: Los estudios de gemelos y de familias sugieren con claridad un componente genético tanto
en la depresión grave como en los trastornos bipolares.
• Aspectos bioquímicos: Se relaciona con el déficit de ciertos neurotransmisores a nivel cerebral,
existen varias teorías para explicar este origen, entre ellas se encuentra la teoría de las catecolaminas
y de serotonina, estas teorías proponen que la depresión puede ser el resultado de una deficiencia
de estos neurotransmisores en algunas sinapsis en el cerebro.
• Factores psicosociales: Acontecimientos estresantes pueden generar un nivel de tensión que puede
llegar a ocasionar estos trastornos, por ejemplo, vivir en un medio ambiente tensionante, pérdida
del cónyuge, familiar o de un progenitor, malas relaciones en la familia, violencia intrafamiliar. En
niños y adolescentes, la presencia de conflictos entre los padres, desestructuración familiar, acoso o
humillación en el colegio, situaciones de abuso físico, emocional o sexual, consumo de tóxicos,
embarazos no deseados, entre otros. En adultos mayores, maltrato, abandono, presencia de
enfermedades crónicas, falta de recursos, etc. Los datos clínicos recalcan la importancia de evaluar
la vida familiar del usuario e identificar los posibles factores estresantes relacionados con el entorno
familiar.
• Personalidad premórbidos: Hay ciertos tipos de personalidad que presentan un mayor riesgo de
depresión. Personas que tienen una pobre opinión de sí mismas, o que consistentemente se juzgan
a ellas mismas o al mundo con pesimismo, o bien que se dejan embargar por las presio nes están más
propensas a la depresión (Baena y cols, 2005).

Epidemiologia:
En los estudios internacionales, la prevalencia de los trastornos depresivos se sitúa entre el 5 -10% en
población adulta (siendo del 10% al 15% en mujeres y del 5% al 12% en hombr es).
Esta patología aumenta en el grupo de usuarios con alguna patología física y en personas mayores alcanza un
15%. Asimismo, el 15% de la población padece depresión en algún momento de su vida.
La edad más frecuente de presentación oscila entre los 35-45 años. El suicidio se presenta en un 3-4% de las
depresiones mayores (Alarcón y cols, 2010).
El estudio chileno de prevalencia de patología psiquiátrica realizado por Vicente y cols en el 2002, mu estra
que la prevalencia de vida de depresión en mujeres alcanza un 9% y un 8% para la distimia. En el caso de los
hombres alcanza un 6.4% y un 3.5% para cada trastorno respectivamente . Otro estudio de Vicente y cols
(2012) de prevalencia de trastornos mentales en niños y adolescentes chilenos, encontraron que la
prevalencia total de trastornos de depresión mayor y distimia alcanzaba a un 6.1% de la población naciona l
entre los 4 y 18 años (MINSAL, 2013a).

Instrumentos de tamizaje:
El diagnóstico de un episodio depresivo es clínico y se realiza mediante una completa anamnesis y una
exploración acuciosa del estado mental del usuario.
Existen cuestionarios y escalas que permiten detectar síntomas depresivos en los usuarios y complementar el
diagnóstico y que pueden ser aplicados por profesionales de enfermería. Entre ellos encontramos:
• Cuestionario de Salud General de Goldberg (GHQ-12), para ser auto aplicado en toda persona de 15
años y más, considerándose sospecha de depresión un puntaje igual o mayor de 5 puntos .
• Escala de Depresión Geriátrica Yesavage en la población geriátrica, con un puntaje de corte mayor o
igual a 2 puntos, es capaz de identificar a los sujetos presumiblemente deprimidos.
• Escala de Edimburgo para la detección de la depresión en el posparto y embarazo, con un puntaje de
corte de 12 a 13 puntos en el embarazo y de 9 a 10 puntos en el post parto.
• Para niños y adolescentes menores de 18 años no hay una evaluación estandarizada que se aplique
de forma sistematizada, en esta población la anamnesis y examen mental es fundamental para la
detección de síntomas depresivos. En adolescentes podría aplicarse la escala de Suicidalidad de
Okasha para detectar riesgo suicida.

Tratamiento:
El tratamiento de la depresión plantea un abordaje integral, de manera que existirán casos que requieran una
perspectiva farmacológica, atención psicológica y apoyo social y otras que sólo precisen uno o dos aspectos
(Minsal, 2010).
1. Fármacos: En el tratamiento de la depresión se utiliza una familia de los antidepresivos, es el medico
quien elige el medicamento de acuerdo a cada usuario. Muchos efectos secundarios suelen aparecer
al inicio del tratamiento y desaparecen progresivamente a lo largo del primer mes, lo que será
importante advertir al usuario (Para más información sobre antidepresivos consultar apunte
académico N°5).

2. Atención psicológica:
Este tipo de tratamiento incluye:
• Entrenamiento en solución de problemas: Ha demostrado ser eficaz aplicado en usuarios
deprimidos, se puede llevar a cabo en forma individual y en grupo.
• Terapia cognitivo-conductual: Es una forma específica de terapia psicológica que utiliza técnicas
cognitivas y conductuales, ha demostrado ser al menos tan eficaz como el tratamiento farmacológico
en depresiones leves a moderadas.
• Terapia de apoyo o consejo: Puede ser valioso como apoyo en circunstancias sociales complejas, no
obstante, no existe aún evidencia científica que mida su eficacia (Alarcón, 2009).

3. Intervención social: En caso de que se detecte algún factor de riesgo social se debe explicar al usuario
la posible repercusión en su estado de salud y la conveniencia de derivación al Trabajador Social de
referencia. La actuación del trabajador social estará coordinada con los profesionales sanitarios que
intervengan en la atención, el abordaje de los problemas sociales es una exigencia básica para dar
una atención integral en la salud.

Tratamiento según severidad de la depresión:


• Depresión Leve: En este tipo de depresiones el tratamiento más efectivo es la atención clínica de
apoyo, complementada con psicoeducación y con herramie ntas de resolución de problemas.
• Depresión Moderada: De acuerdo con el modelo de atención por niveles escalonados, el tratamiento
de personas con trastornos depresivos de intensidad moderada incluye las intervenciones descritas
para el episodio depresivo leve y se agrega el uso de medicamentos antidepresivos.
• Depresión Grave: El tratamiento de las personas con episodios depresivos de intensidad grave,
incluye intervenciones descritas para la depresión leve, antidepresivos para el tratamiento de la
depresión moderada y psicoterapia. En casos de depresión grave con síntomas psicóticos, se ha
mostrado la efectividad del uso de fármacos antidepresivos asociados a antipsicóticos (Minsal,
2013a).

Terapia electroconvulsiva en el tratamiento de los usuarios con trastornos depresivos:


Se utiliza en adultos y adolescentes con depresión grave y refractaria a otras formas de tratamiento, según
Norma Técnica del Ministerio de Salud. Puede ser indicado cuando las condiciones del usuario configuran un
riesgo vital para sí mismo o para terceros (Para más información ver apunte académico N°6).

Pronóstico:
Un episodio no tratado suele durar entre 6 y 12 meses, mientras que la mayoría de los episodios tratados
duran alrededor de 3 meses.
Los episodios remiten completamente en dos terceras partes de los casos, mientras que lo hacen sólo
parcialmente en un tercio de los casos (especialmente si vienen precedidos de un trastorno distímico). A
medida que aumenta el número de episodios, éstos tienden a ser más frecuentes y prolongados (Alarcon,
2009).

Detección del riesgo suicida:


Es largamente reconocido que el riesgo de suicidio de los usuarios diagnosticados con depresión mayor es tres
veces mayor que en la población general y se estima que el 80% de los suicidios consumados presentan un
cuadro depresivo (Baca, 2014). Por esta razón, identificar oportunamente el riesgo suicida es una de las
medidas más importantes para su prevención, para ello la Escala de suicidalidad de Okasha nos proporciona
una ayuda para identificar síntomas asociados al suicidio en los adolescentes.
Por otra parte, es importante identificar que uno de los principales factores de riesgo suicida en el adulto es
un intento de suicidio previo y que los factores de riesgo suicida en los adultos mayores se pueden clasificar
en médicos (Asociados a enfermedades crónicas o discapacitante, polifarmacia), psiquiátricos (depresión),
familiares (viudez y perdida de seres queridos), psicológicos (abandono) y socio ambie ntales (jubilación,
asilamiento social).
La ideación suicida debe pesquisarse precozmente en los trastornos depresivos y un objetivo principal es
disminuir la potencialidad suicida.
El comportamiento suicida, puede predecirse, intervenirse, revertirse y, p or tanto, es prevenible mediante
una oportuna intervención conjunta de distintos profesionales (médicos, psicólogos, trabajadores sociales,
orientadores).
La hospitalización es una medida terapéutica útil cuando la ideación suicida se asocia con factores de riesgo
(Minsal, 2013a).

Rol de profesionales de enfermería:


La intervención de enfermería activa consiste en:
• Aplicar escalas de depresión y riesgo suicida según corresponda.
• Detectar síntomas de depresión en usuarios con enfermedades crónicas, inmovilizados y adultos
mayores.
• Detectar de la depresión posparto en la visita puerperal que se realiza de forma protocolizada.
• Comprobar si el usuario está siguiendo las pautas adecuadas de tratamiento.
• Informar sobre posibles efectos secundarios de la medicación.
• Favorecer la mayor adherencia a los tratamientos farmacológicos y a los controles médicos.
• Educar al usuario y la familia con relación a patología, sus complicaciones, factores que favorecen su
recuperación, etc.
• Mantener seguimiento en usuarios según corresponda.
• Controlar signos vitales y la satisfacción de sus necesidades básicas cuando el usuario se encuentre
hospitalizado.
• Mantener un trato digno y humanizado con el usuario.
• Mantener actualizado los conocimientos para derivar oportunamente.

2. TRASTORNOS BIPOLARES:
Los trastornos bipolares son alteraciones crónicas y recurrentes que se caracteriza por fluctuaciones del
estado del ánimo entre polos opuestos: La manía, hipomanía y la depresión. Dentro de estos trastornos
encontramos:
• Trastorno bipolar I.
• Trastorno bipolar II.
• Ciclotimia.
A continuación, veremos cada uno de ellos.

a. Trastorno bipolar I:
Para el diagnostico de este trastorno el usuario requiere la presencia de un episodio maniaco con o sin historia
previa de un episodio depresivo mayor.
El episodio maniaco se caracteriza por:
A. Presencia de un estado de ánimo anormal y persistentemente elevado durante, al menos, una
semana, en el que se presentan al menos tres de los siguientes síntomas:
1. Autoestima exagerada o grandiosidad.
2. Disminución de la necesidad de dormir (p. ej., se siente descansado tras sólo 3 horas de sueño).
3. Más hablador de lo habitual o verborreico.
4. Fuga de ideas o experiencia subjetiva de que el pensamiento está acelerado.
5. Distraibilidad (p. ej., la atención se desvía demasiado fácilmente hacia estímulos externos banales o
irrelevantes)
6. Aumento de la actividad intencionada (ya sea socialmente, en el trabajo o los estudios, o
sexualmente) o agitación psicomotora.
7. Implicación excesiva en actividades placenteras que tienen un alto potencial para producir
consecuencias graves (p. ej., enzarzarse en compras irrefrenables, indiscreciones sexuales o
inversiones económicas alocadas).

B. La alteración del estado de ánimo es suficientemente grave como para provocar deterioro laboral o
de las actividades sociales habituales o de las relaciones con los demás, o para necesitar
hospitalización con el fin de prevenir los daños a uno mismo o a los demás, o hay síntomas psicóticos.
C. No es debido a medicamentos, drogas o a una condición médica general.

b. Trastorno bipolar II:


Para el diagnostico de este trastorno el usuario requiere la presencia de un episodio hipomaniaco con una
historia previa de un episodio depresivo mayor.
El episodio hipomaniaco se caracteriza por:
A. Presencia de un período con un estado de ánimo persistentemente elevado, expansivo o irritable
durante al menos 4 días en el que se presentan tres o más de los siguientes síntomas.
1. Autoestima exagerada o grandiosidad
2. Disminución de la necesidad de dormir (p. ej., se siente descansado tras sólo 3 horas de sueño)
3. Más hablador de lo habitual o verborreico
4. Fuga de ideas o experiencia subjetiva de que el pensamiento está acelerado.
5. Distraibilidad (p. ej., la atención se desvía demasiado fácilmente hacia estímulos externos banales o
irrelevantes)
6. Aumento de la actividad intencionada (ya sea socialmente, en el trabajo o los estudios o
sexualmente) o agitación psicomotora.
7. Implicación excesiva en actividades placenteras que tienen un alto potenc ial para producir
consecuencias graves (p. ej., compras irrefrenables, indiscreciones sexuales o inversiones
económicas alocadas)

B. El episodio no es suficientemente grave como para provocar un deterioro laboral o social importante
o para necesitar hospitalización, ni hay síntomas psicóticos.
C. No debido a medicamentos, drogas o a una condición médica general.

La diferencia entre un episodio maniaco e hipomaniaco está en el tiempo de duración, intensidad de los
síntomas y el deterioro en la esfera social, personal y laboral. El episodio maniaco tiene más días de duración
y los síntomas son más intensos, por el contrario, el episodio hipomaniaco tiene menos días de duración y
menos intensidad de los síntomas.

c. Ciclotimia:
Se define como un trastorno de ánimo fluctuante, crónico, con síntomas hipomaniacos y depresivos leves y
que tiene una duración mayor o igual a 2 años.

Estos criterios para los trastornos bipolares están definidos en el Manual diagnóstico y estadístico de los
trastornos mentales (DSM-5).

Etiología:
Al igual que los trastornos depresivos, se desconoce la causa exacta del trastorno bipolar.
La herencia desempeña un papel importante, también existe evidencia de una desregulación de la serotonina
y la noradrenalina.
Se hace referencia a la importancia de factores psicosociales asociados, como algunos eventos vitales
estresantes se asocian con el desarrollo inicial de síntomas y las exacerbaciones posteriores, aunque no se ha
establecido relaciones causa-efecto (Minsal, 2013b).
Manual Merck, en su versión on-line 2018, hace referencia a que ciertos fármacos pueden desencadenar
exacerbaciones en algunos usuarios con trastorno bipolar; estos fármacos incluyen: Simpaticomiméticos (p.
ej., cocaína, anfetaminas), alcohol y ciertos antidepresivos (p. ej., tricíclicos, Inhibidores de la
monoaminoxidasa).

Epidemiologia:
La edad promedio del diagnóstico de trastorno bipolar habitualmente es a los 21 años, específicamente para
el trastorno bipolar I es a los 18,4 años y para el bipolar II es 20 años. El inicio temprano se asocia al género
femenino y a mayor número de síntomas psicóticos.
El 90% de los usuarios con trastorno bipolar tendrán, al menos, una hospitalización psiquiátrica.
Se ha estimado que entre el 25 al 50% de los de los usuarios con este trastorn o tienen, al menos, un intento
de suicidio en su vida y que el 7 al 15% muere por suicidio (Minsal, 2013b).

Curso y evolución:
De acuerdo con lo señalado en la guía clínica de Trastorno Bipolar (Minsal, 2013b), el curso clínico del
trastorno es presentar recaídas y remisiones, a menudo alternando entre episodios de depresión y manías. El
90% de los usuarios que presentan episodios maniacos tendrán otro dentro de los 5 años.
El curso del trastorno se ve influenciado por la alta tasa de comorbilidad con abuso de sustancias y alcohol y
existe cada vez más evidencia de que los acontecimientos ambientales adversos pueden incidir en la aparición
y posterior recaída de los usuarios. La evolución del trastorno bipolar tiende a la cronicidad a lo largo de la
vida.

Instrumentos de tamizaje:
El diagnóstico del trastorno bipolar es clínico y se realiza mediante una completa anamnesis y una exploración
acuciosa del estado mental del usuario.
Todo usuario que haya presentado un cuadro depresivo se debe indagar sobre historia de manías e
hipomanías, antecedentes familiares y se complementa el diagnostico con la aplicación de instrumentos de
tamizaje como el Cuestionario sobre estado del ánimo MDQ (Minsal,20 13b). Es preciso y necesario evaluar en
cada control el riesgo suicida en estos usuarios.

Tratamiento:
Pese a los claros beneficios de la intervención farmacológica en el tratamiento del trastorno bipolar, esta
estrategia por sí sola no es suficiente para lograr una adecuada recuperación funcional de los usuarios, por lo
que el tratamiento debe incluir los aspectos psicosociales.
En adolescentes, el tratamiento del trastorno de be incluir siempre a la familia e idealmente al ámbito escolar.
Para el Minsal, el objetivo del tratamiento es retrasar y/o prevenir la ocurrencia de episodios, ya sea de manía,
hipomanía y depresión, reducir síntomas residuales y reducir el riesgo suicida y mejorar el funcionamiento
social del sujeto.
Es fundamental en este punto, controlar los factores que promueven la inestabilidad (Ej.: abuso de sustancias,
irregularidad del sueño, efectos secundarios de los medicamentos) y promover los factores que promueven
la estabilidad (Ej.: Adherencia al tratamiento, detección de síntomas de descompensación, hábitos de vida
saludable, etc.).

Los psicofármacos de primera línea que se utilizan para tratar los episodios maniacos son los estabilizadores
del ánimo como el Litio y los anticonvulsivantes que actúan como estabilizadores del ánimo.
Se puede complementar el tratamiento psicofarmacológico con benzodiacepinas para reducir la ansiedad y
antipsicóticos en caso de que el usuario presente síntomas psicóticos asociados a delirios y alucinaciones (Eby
y Brown, 2010), (Para mayor comprensión, revisar apunte académico N°5).

Las principales intervenciones psicosociales utilizadas en los trastornos bipolares son:


• Psicoeducación: En cuanto a conciencia de enfermedad, identificación de nuevos episodios,
cumplimiento terapéutico, manejo del estrés, evitar abuso de sustancias, prevenir conducta suicida,
mejorar el bienestar y calidad de vida. En los adolescentes, la psicoeducación es a nivel familiar, con
sesiones con los adolescentes, padres y familiares.
• Terapia cognitivo conductual: Se basa en la existencia de la interacción entre pensamiento, emoción
y conducta, tomando en consideración que la forma de pensar condiciona como las personas se
sienten y actúan. El objetivo de la terapia es ayuda al sujeto a tomar conciencia de sus pensamientos
imprecisos o negativos para que puedan ser modificados y responder en forma más efectiva.
• Intervenciones familiares: Implica ofrecer apoyo a la familia para incrementar su nivel de
conocimientos sobre la enfermedad, tratamiento y entrenamiento en estrategias de enfrentamiento
con el objetivo de optimizar el manejo de la enfermedad y reduzcan el estrés (Minsal, 2013b).

Terapia electroconvulsiva:
Se utiliza como tratamiento de segunda elección cuando las otras opciones terapéuticas han sido ineficac es o
bien la situación actual del usuario es potencialmente amenazante para el usuario.
La TEC puede ser el tratamiento de elección para la manía o depresión bipolar en usuarias embarazadas, para
evitar posibles efectos teratógenos (Minsal, 2013b).

Rol de profesionales de enfermería:


La intervención de enfermería activa consiste en:
• Identificar signos y síntomas en usuarios en controles por patologías crónicas, controles de salud del
adulto o en otras instancias.
• Evaluar riesgo suicida según corresponda.
• Identificar signos y síntomas de descompensación.
• Comprobar si el usuario está siguiendo las pautas adecuadas de tratamiento.
• Informar sobre posibles efectos secundarios de la medicación.
• Favorecer la mayor adherencia a los tratamientos farmacológicos y a los controles médicos.
• Educar sobre psicofármacos (Litio) y con relación a signos y síntomas de intoxicación aguda.
• Controlar con exámenes de litemia.
• Educar sobre alimentación, hidratación, sueño, descanso, etc.
• Educar al usuario y la familia con relación a patología, sus complicaciones, factores que favorecen su
recuperación, etc.
• Controlar signos vitales y la satisfacción de sus necesidades básicas cuando el usuario se encuentre
hospitalizado.
• Mantener un trato digno y humanizado con el usuario.
• Mantener actualizado los conocimientos para derivar o informar oportunamente.

Conclusiones:
Los trastornos del estado de ánimo constituyen un gran problema de salud pública, tanto es así que en nuestro
país tanto la depresión como la bipolaridad tienen guías clínicas GES para la orientación en el diagnóstico,
tratamiento y seguimiento de los pacientes.
Uno de los aspectos fundamentales son los aspectos preventivos como medida para reducir la prevalencia de
estos trastornos y un adecuado manejo en la red asistencial.
El tratamiento es multidimensional e integral y debe abarcar las intervenciones sociales, psicológicas y
farmacológicas.
Es recomendable que tanto el paciente como la familia tengan un papel activo en el proceso de salud -
enfermedad y en la toma de decisiones sobre el tratamiento y el desarrollo de este.
La función del personal de enfermería es establecer comunicación efectiva y construir una relación de
confianza con el usuario, de manera que ellos se sientan apoyados durante todo su proceso.
Referencias bibliográficas:
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Recuperado de: http://www.eafit.edu.co/ninos/reddelaspreguntas/Documents/dsm -v-guia-
consulta-manual-diagnostico-estadistico-trastornos-mentales.pdf
2. Eby, L., Brown, N. (2010). Cuidados de Enfermería en salud mental. Madrid: Prentice Hall.
3. Ministerio de salud (2013a). Guía Clínica AUGE, Depresión en personas de 15 años y más. Recuperado
de: https://www.minsal.cl/portal/url/item/7222754637c08646e0400101 1f014e64.pdf
4. Ministerio de salud (2013b). Guía Clínica AUGE, Trastorno bipolar en personas de 15 años y más.
Recuperado de: https://www.minsal.cl/portal/url/ite m/db835d0231c5115fe0400101640126b7.pdf
5. Baca, E; Fuensanta, A. (2014). Factores de riesgo de la conducta suicida asociados a trastornos
depresivos y ansiedad. Recuperado de:
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0185-33252014000500003
6. Alarcon, R. et al. (2010). Guía de práctica clínica de los trastornos depresivos. Recuperado de:
https://consaludmental.org/publicaciones/GPCtrastornosdepresivos.pdf
7. Perez, J. (2008). Trastornos del ánimo. Recuperado de: https://www.u -
cursos.cl/medicina/2008/1/MPSIQUI5/2/material_docente/bajar?id_material=157467
8. Baena, A. et al. (2005). Los trastornos del estado de ánimo. Recuperado de:
http://www.revista.unam.mx/vol.6/num11/art110/nov_art110.pdf

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