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Las características que Bobbio atribuye a esta escuela siguen una misma
línea teórica respecto de la manera en que se debe interpretar la ley,
dejando entre ver así, una visión bastante formalista y literal del Derecho.
Sus partidarios son cómplices de una exacerbación en la relevancia que
tiene el texto legal como única fuente reproductiva del derecho, siendo este
la respuesta correcta para una serie de situaciones jurídicas de diversa
índole, teniendo el carácter suficiente para resolver cualquier controversia,
esto porque desde su perspectiva nos enfrentamos a un sistema jurídico
robusto, que se encuentra diseñado de manera coherente e integra, capaz
de dar cabida a distintas hipótesis que se pueden dar en la práctica.
En el fondo, quienes están encargados de la administración de justicia son
meros aplicadores del derecho escriturado, no tienen facultades amplias
para su interpretación, quedando coartados y limitados al mero análisis
estricto del texto legal. Se posee una especie de desconfianza a la
subjetividad que se pueda aplicar, viendo en esta una instancia en que se
puede desvirtuar la norma y con esta la intención que posee el legislador
sobre la misma, dando margen a errores, arbitrariedades, entre otras
consecuencias nefastas para la finalidad con la cual se creo una
determinada norma.
Los administradores de justicia en su formación deben realizar un estudio
completamente estructurada que no hace más que analizar lo dispuesto
por la ley, siguiendo el esquema que este mismo ordena, sin alejarse de lo
meramente formal, ni alterar su esencia, pudiendo deducir determinadas
consecuencias siempre y cuando estas no se aparenten de lo literal.
Cuando resuelven no deben más que aplicar el silogismo subsuntivo que
nos permita a partir de 2 premisas llegar a una conclusión, todo lo cual se
realiza bajo parámetros lógicos y razonables.
Quienes apoyan esta teoría se fundamentan en un ordenamiento jurídico
estático, en virtud de que, si la normativa es clara, se entrega certeza
jurídica a la comunidad, quienes de antemano tienen conocimiento del
desenvolvimiento de la ley ante distintas situaciones pudiendo moldear su
comportamiento en relación con esta sin el riesgo de concepciones
diferentes ante un mismo hecho.
En síntesis, los presupuestos claves que proponen son:
1) Inversión de las relaciones tradicionales entre Derecho Natural y
Derecho positivo:
2) Concepción rígidamente estatalista del Derecho: Pone una presión en el
reconocimiento que debe tener la norma por el ente estatal.
3) La interpretación de la ley está fundada en la intención del legislador:
Señala que en aquellos casos excepcionales en que pueda darse
inquietud sobre el tenor de determinada norma, la interpretación del
jurista debe ir única y exclusivamente dirigida a desenvolver la
intención que tuvo el legislador al momento de establecer dicha norma,
toda interpretación que se aparte de lo señalado, cae en un error y
excede las facultades del interprete.
4) Culto al texto de la ley: Habla de una clara inclinación positivista que
considera el texto legal como la única fuente del derecho, siendo está a
la única que debe ceñirse rígidamente el jurista, todo aquello que
exceda esta fuente no es derecho y, por tanto, no debe ser parte del
sistema jurídico.
5) Respeto al argumento de autoridad: Existe una obediencia en virtud de
un ente determinado, que por dicha trayectoria no debería tener
comentarios contrarios, en este caso es la figura del legislador…
El punto de vista analítico que desarrolla J. Wróblewski. distingue tres formas y tipos de
interpretación: la interpretación sensu largissimo (comprensión de un objeto cultural como
defienden los autores hermenéuticos), la interpretación sensu largo (comprensión de signos
lingüísticos, de modo que para entender un signo hay que interpretarlo atribuyéndole un
significado siguiendo las reglas de sentido de ese lenguaje), y la interpretación sensu stricto
(propiamente la interpretación y que describe como la “determinación de un significado de
un expresión lingüística cuando existen dudas referentes a este significado en un caso
concreto de comunicación). Esta última es la que en rigor le interesa. Lo esencial aquí es la
duda. La duda es un estado de conciencia que surge cuando hay dificultades para atribuir un
significado. Llevándolo a la actividad interpretativa, dividiéndose en objeto, método y
justificación:
a. En cuanto al objeto, la teoría de Wróblewski apunta a un objeto lingüístico; a las
palabras se les atribuye el significado, conforme las reglas de significación del
lenguaje. Un pequeño grupo de palabras tiene un significado técnico especial y,
por lo mismo, su significado está estipulado en alguna definición. La atribución de
significados consiste en establecer la relación entre el término o palabra y el
significado por el cual dicho término o palabra está.
b. Metodología: para enfrentar la duda, la interpretación operativa adopta el carácter
de un proceso metódicamente estructurado, sometido a reglas, que el autor llama
directivas. Según su función existen directivas de primer y segundo nivel. Las de
primer nivel operan directamente en la búsqueda y establecimiento de un
significado, en tanto las de segundo nivel fijan orden de precedencia entre las
reglas, qué reglas utilizar en tal o cual situación, y también se hacen cargo de
situaciones en que por el empleo de unas reglas se llega a un resultado y por el
empleo de otras a un resultado diferente, por lo cual hay que preferir una
interpretación sobre otra. Las directivas tienen, además, otra función: la función
heurística y la función justificativa. Esto quiere decir que las mismas reglas que
sirven para indagar y establecer un significado, son al mismo tiempo las que sirven
para justificar ese significado que se atribuye. En conexión con las estrategias
metodológicas y las opciones del intérprete para seguir distintas vías, señala este
autor que en la base de la interpretación se encuentran valores y directivas
valóricas, que dirigen la actividad del intérprete
c. en cuanto a la justificación, señala este autor que toda interpretación tiene que
justificarse en razones, que son las premisas de la actividad argumentativa en que
consiste la justificación. Esto quiere decir que no puede plantearse aquí el tema de
la verdad de las interpretaciones, sino solo el de las correcciones de los
argumentos. Esta se realiza en base a argumentos.
Este artículo lo analizan los primeros comentaristas, entre ellos, Enrique Cood, José
Clemente Fabres y Paulino Alfonso. Tales autores estaban conscientes de que el artículo
24 del Código Civil era un artículo que recogía la teoría moderna de los autores del siglo
XVII y XVIII que veían el Derecho Natural como complementario o supletorio del derecho
positivo.
Para los autores modernos, existe un modelo dual de derechos (derecho positivo y
derecho natural), pero el derecho positivo se concibe como autónomo y no depende del
derecho natural, el derecho positivo tiene su origen en el pacto político que faculta a la
asamblea legislativa para imponer sus mandatos. El quebrantamiento del Derecho natural
no trae consigo ninguna consecuencia en la vida civil, tal como lo manifiesta Hobbes.