Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ATENCIÓN
Introducción
Atención
Observar, escuchar, tocar, oler y gustar requieren entre otras cosas, la habilidad de atender; esta
habilidad se conoce mejor como un proceso psicológico básico e indispensable para el
procesamiento de la información y para la realización de cualquier actividad. No es proceso
unitario, sino un conjunto de diferentes mecanismos que trabajan de forma coordinada. Su
función es seleccionar del entorno los estímulos que son relevantes para el estado cognitivo en
curso del sujeto y que sirven para llevar a cabo una acción y alcanzar objetivos. Es por tanto un
proceso activo no estático que mantiene un programa en función de una serie de determinantes
basados en la experiencia como los motivos el contexto y otros.
Este proceso ocurre simultáneamente con otros procesos, como la percepción y la memoria a
corto y largo plazo. La atención y la memoria son dos procesos íntimamente ligados y necesarios
para nuestro funcionamiento y adaptación en la vida cotidiana. Es una función neuropsicológica
que nos permite enfocar los órganos de los sentidos sobre determinada información, aquella que
es relevante para la realización de la actividad en curso, mientras se inhiben otros estímulos
presentes, pero irrelevantes. No es un proceso cognoscitivo como tal, ya que no tiene en sí mismo
contenidos informativos, pero facilita y participa en toda la actividad cognoscitiva y, además, no se
trata de un sistema homogéneo ni desde el punto de vista anatómico ni funcional, es decir, no es
un proceso simple, ni fisiológica, ni psicológicamente hablando, ya que posee varios componentes.
La atención es un proceso que se ve influenciado por lo aprendido con anterioridad lo que guía el
foco atencional; a su vez, en ella influyen aspectos motivacionales y expectativas que pueden
modificar la estructura psicológica de la atención.
Componentes
Existen diferentes componentes constitutivos del proceso de atención, los cuales participan de
forma interna del procesamiento de la información de cualquier modalidad sensorial. La atención,
no opera de manera unitaria cuenta con la ayuda o colaboración de “unidades” capaces de realizar
tareas específicas que posibilitan la respuesta necesaria según la demanda del medio. A
continuación, se detallan algunas de ellas.
Arousal o energía de activación: tiene que ver con el papel de la formación reticular del tallo
cerebral, que otorga el tono cortical necesario y suficiente para que la corteza cerebral reciba
procese y almacene la información. Se refiere también, a la capacidad de estar despierto y de
mantener la alerta. Implica la activación general del organismo.
Atención focalizada: es una función básica para la realización de nuevos aprendizajes; se refiere a
la habilidad para dar una respuesta discreta, simple y de manera estable ante uno o varios
estímulos. Es también la habilidad para enfocar la atención a un estímulo.
Atención sostenida: es la habilidad para mantener una respuesta conductual durante una
actividad continua o repetitiva; es la atención focalizada que se extiende por un tiempo mucho
mayor. Esta habilidad se requiere para mantener una conversación, realizar una tarea en casa o el
trabajo, se utiliza para realizar actividades por largos periodos. Es también la capacidad de
mantener una respuesta de forma consistente durante un período prolongado.
Atención selectiva: incluye la habilidad para realizar continuamente una tarea en presencia de
distractores. Se requiere para seguir una conversación de temas variados y para inhibir respuestas
inadecuadas o perseverativas. Es también la capacidad para seleccionar de entre varias posibles la
información relevante a procesar. La atención selectiva procesa solo parte de la información.
Atención alternante: la habilidad para ejecutar tareas que requieran cambiar rápidamente de un
grupo de respuestas a otro. Es precursora de la atención dividida. Estas habilidades que requieren
para el mantenimiento de la atención en presencia de distractores. Este componente atencional
requiere o implica redirección de la atención y cambios repetidos en la demanda de las tareas.
También se entiende por atención alternante la capacidad que permite poder cambiar el foco
atencional entre tareas que implican requerimientos cognitivos diferentes.
Atención dividida: habilidad para responder simultáneamente a dos tareas de atención selectiva.
Es el nivel más elevado y difícil del área de la atención/concentración. Por ejemplo, al igual que,
mientras se escucha la radio o se conversa mientras se lee el periódico. Es la capacidad de atender
a dos cosas al mismo tiempo. Habilidad para distribuir los recursos atencionales entre diferentes
tareas.
Características
Sistema Atencional Anterior (SAA) o Red de Ejecución: Este sistema se hace cargo de la
Atención Selectiva, de la Atención Sostenida y de la Atención Dividida. Está relacionado con la
corteza prefrontal dorsolateral, con la corteza orbitofrontal, con la corteza cingulada anterior,
con el área motora suplementaria y con el neoestriado (núcleo caudado). También conocida
como atención supervisora.
Fuentes y Lupiáñez (2003) también postulan la existencia de tres redes atencionales: de alerta, de
orientación y ejecutiva, los cuales trabajan de forma coordinada y complementaria.
Desarrollo de la atención
El niño, desde sus primeros días de vida, recibe multitud de estímulos que provienen del medio a
través de los sentidos. La atención involuntaria comienza a desarrollarse en las primeras semanas
de vida, poco después de que aparezcan el reflejo de orientación y la capacidad orientadora.
Paulatinamente irá mostrando su interés en relación a los objetos que le rodean y a las acciones
realizadas con ellos.
Cuando los niños son pequeños les resulta difícil concentrarse mucho tiempo en una actividad, y
más si ésta es monótona y poco atractiva; por ello, pocas veces logran ocuparse de una misma
tarea durante un tiempo prolongado. Poco a poco, aumentarán el tiempo de su interés por algo
(mantendrá su atención mientras no decaiga su interés) y dirigirán su atención hacia el objeto de
su interés, a guiarla conscientemente y a mantenerla dirigida hacia el centro de su atención,
siendo ésta cada vez más concentrada y estable. El niño llegará con posterioridad a guiar la
atención por sí mismo.
En el segundo año de vida, la atención se hace más selectiva. Los niños de 3 y 4 años pueden jugar
a un mismo juego durante 30 o 50 minutos, mientras que a los 5 o 6 años la duración del juego
aumenta hasta hora y media. Esto es debido a que en el juego se reflejan las relaciones e
interrelaciones más complejas entre las personas, y el interés hacia él se manifiesta en la
constante introducción de situaciones nuevas. El niño va aumentando su nivel de atención, sobre
todo cuando observa láminas ilustradas, escucha cuentos, etc. De esta manera, el tiempo de
permanencia en la contemplación de una lámina aumenta mucho al final de la etapa infantil. Pero
un niño de seis años no sólo permanece más tiempo que uno de tres sobre una lámina, sino que la
capta mejor, destacando más detalles en ella.
A lo largo de la infancia aumenta notablemente el uso del lenguaje para organizar la atención. Al
principio, los adultos organizan la atención del niño mediante indicaciones verbales, recordatorios
y explicaciones. Más tarde, el niño comienza por sí solo a denominar verbalmente los objetos y
fenómenos sobre los que debe prestar atención para lograr el resultado deseado. Esto se
manifiesta, por ejemplo, por el hecho de que a la hora de cumplir las tareas siguiendo las
instrucciones del adulto, los niños de 5 a 6 años se ponen de acuerdo en lo que van a hacer con
una frecuencia diez o doce veces mayor que los niños de 4 a 5 años. De este modo, la atención
voluntaria se forma a lo largo de la etapa infantil en relación con el aumento general del papel del
lenguaje en la regulación de la conducta del niño. A medida que se desarrolla la función
planificadora del lenguaje, el niño es capaz de organizar previamente su atención en relación a las
condiciones de la actividad a realizar, expresar verbalmente hacia qué se debe orientar. El
lenguaje, pues, juega un papel fundamental en el desarrollo de la atención.
En síntesis, la primera infancia se caracteriza por una mayor elaboración de las conductas
sensoriales y motoras, con un importante incremento en la capacidad de respuesta del niño
respecto a los estímulos del medio ambiente. La segunda infancia (entre los 6 y 12 años) y la
adolescencia (entre los 12 y 18 años) se caracterizan por el desarrollo de funciones cognitivas cada
vez más complejas. Por tanto, la atención se desarrolla durante la infancia y adolescencia, se dirige
hacia estímulos relevantes y se hace cada vez más flexible. A su vez, las habilidades cognitivas
maduran y se vuelven más eficientes siendo el lenguaje el principal regulador de la atención
cuando el niño es mayor ya que organiza la atención y la motivación incide sobre la dirección y la
estabilidad de la atención.
Control emocional
Uso de técnicas de respiración, relajación muscular, etc.
Uso de estrategias cognitivas como la técnica conocida con el nombre de “STOP” o “Parada de
pensamiento”, o focalizar nuestra atención a otro tipo de pensamientos.
Existen diversas patologías relacionadas con la atención, estas se pueden dividir en alteraciones
cuantitativas y cualitativas: Las alteraciones de la atención cuantitativas son aquellas en las
que el nivel atencional es excesivo o deficiente, y las alteraciones cualitativas son aquellas
donde la calidad o tipología de la misma está alterada. Dentro de ellas encontramos
únicamente una: la perplejidad atencional.
El trastorno más conocido de la atención es, probablemente, el Trastorno por Déficit de Atención
con Hiperactividad (TDAH) o sin hiperactividad (TDA). Este trastorno conlleva una dificultad para
dirigir y controlar la atención, así como la conducta en general. Se ha descubierto que el cerebro
de las personas con TDAH muestra una serie de diferencias anatómicas en el núcleo accumbens,
en el núcleo caudado, en el putamen, en la amígdala, en el hipocampo, en áreas prefrontales y en
el tálamo. Estos síntomas y estas diferencias neuroanatómicas pueden ser consecuencia de una
maduración tardía del cerebro.
Además del TDAH, existen diversos tipos de trastornos característicos de la alteración de los
diferentes tipos de atención. Los estados de alteración del nivel de consciencia, como el estado de
coma (o aprosexia), el estado vegetativo y el estado de mínima conciencia, cursan con una
alteración en el nivel de alerta (arousal), o de atención focalizada y subprocesos atencionales más
complejos. Estos trastornos son provocados principalmente como consecuencia de un daño
cerebral, ya sea un ictus o un Traumatismo Craneoencefálico (TCE). Tras un daño cerebral,
también pueden aparecer trastornos de atención en general (con una distractibilidad y
fatigabilidad excesiva), o algunos más específicos como la heminegligencia (incapacidad para
atender al lado contralateral de la lesión cerebral). Además, pueden darse alteraciones de la
atención en patologías como la esquizofrenia, la dislexia, las demencias como la Enfermedad de
Alzheimer. Por el contrario, en los trastornos de ansiedad, como el TOC (Trastorno Obsesivo-
Compulsivo), o en trastornos depresivos se da un aumento de la atención, pero hacia los estímulos
ansiógenos o negativos, descuidando el resto.
Bibliografía