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Tema 5: La novela española en el siglo XX (1936-1975)

La posguerra española coincidió con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, que terminó en 1945
con las bombas nucleares sobre Hiroshima y Nagasaki y con la rendición de la Alemania de Hitler.
En España, los tres años de guerra civil habían provocado el empobrecimiento y el exilio de gran parte
de los intelectuales que habían apoyado a la República. La dictadura produjo una ruptura de la vida
cultural de la nación.
Esta situación cambia en los años 60, cuando comenzó el desarrollismo. Gracias a la relajación de la
censura, al turismo y a la emigración, España se abrió a nuevas influencias y costumbres procedentes
del extranjero.
En 1975 falleció Franco y en 1977 se convocaron las primeras elecciones democráticas después de la
guerra. Con la vuelta de la democracia, se recuperaron para el público español obras que habían sido
prohibidas durante la dictadura.

La guerra civil supuso una profunda ruptura entre el esplendor cultural del primer tercio de siglo y la
ruina posterior. Los mayores, como Unamuno o Machado, murieron antes o durante la guerra; Lorca y
Miguel Hernández murieron a causa del conflicto; muchos, como Pedro Salinas, Juan Ramón Jiménez o
Jorge Guillén, marcharon al exilio, algunos para no volver jamás.
En el ámbito de la cultura, las voces contrarias al régimen eran silenciadas por el Estado. Los autores
que se quedaron en España, practicaron el llamado exilio interior.

En la narrativa de las primeras décadas de posguerra, muchas obras y autores concretos fueron
prohibidos. Otras obras nunca llegaron a ser creadas. Así, los jóvenes novelistas que empezaban a
escribir en estos años se vieron obligados a partir desde cero.
Características del realismo social de los años cincuenta: limitación de la presencia del narrador;
protagonismo de la situación y del contexto más que de los personajes, que se sienten oprimidos; y, el
personaje funciona como arquetipo, representante de una clase social.

La primera novela de Camilo José Cela es La familia de Pascual Duarte. Aparece en ella una visión
negativa de los seres humanos (el asesinato, el sexo, la crueldad, la envidia, etc).
Posteriormente, evolucionó a formas narrativas más complejas. Entre ellas, destaca La colmena, en la
que se enfrenta a la dura realidad de la posguerra.

Carmen Laforet fue ganadora del primer Premio Nadal a los 22 años con Nada. La protagonista de esta
obra es una joven que llega ilusionada a Barcelona para estudiar en la universidad, pero el tenso
ambiente que encuentra en la casa familiar y el choque con el falso e hipócrita mundo universitario la
llevan a una crisis existencial y a un pesimismo que refleja muy bien el estado de ánimo de muchos
jóvenes de la época.

La primera novela de Miguel Delibes, La sombra del ciprés es alargada, está dominada por la angustia
existencial y la obsesión por la muerte. Esta actitud estará presente en El camino. Los santos inocentes
es otra de sus obras, un durísimo retrato de la explotación por parte de los terratenientes de una
humilde familia campesina.

Gonzalo Torrente Ballester es el autor de la trilogía Los gozos y las sombras.

En los años cincuenta aparece una generación de jóvenes escritores que han vivido la guerra siendo
niños y comienzan a mostrar una visión crítica de ésta y del mundo de sus padres.

Jesús Fernández Santos habla en su obra Los bravos de un pequeño pueblo leonés carcomido por la
violencia.

Rafael Sánchez Ferlosio escribió El Jarama, quizás la novela más representativa del realismo social. En
ella nos ofrece una crónica objetiva de un grupo de jóvenes madrileños que van de excursión al río
Jarama.
La primera novela extensa de Carmen Martín Gaite, Entre visillos, denunciaba la difícil y opresiva
situación de las mujeres en una capital de provincia como Salamanca, su ciudad natal.

La obra de Ana María Matute, siempre entre la ficción y la autobiografía. Obras: Pequeño teatro o
Primera memoria.

Ignacio Aldecoa, autor de numerosos y excelentes cuentos y de novelas como El fulgor y la sangre o
Gran sol.

José Manuel Caballero Bonald, poeta antes que novelista, es autor de dos de las novelas más
representativas del realismo social: Dos días de septiembre y Ágata ojo de gato.

Juan Benet es el novelista español más importante de la segunda mitad del siglo XX. Volverás a Región
o Herrumbrosas lanzas. Sus novelas transcurren en un territorio mítico, Región.

La narrativa de los años sesenta se plantea dejar atrás los presupuestos del realismo social.
Características: incorporación del punto de vista múltiple, uso del monólogo interior y del flujo de
conciencia y ruptura del tiempo cronológico.

La novela de Luis Martín Santos, Tiempo de silencio, narra la odisea que vive un joven médico
dedicado a la investigación del cáncer.

Juan Goytisolo y su obra Señas de identidad.

Juan Marsé, en Últimas tardes con Teresa una, “burguesita comprometida” se hace amiga de un
personaje vividor y arribista, “el obrero”.

Manuel Vázquez Montalbán, autor de novela policial. Destacan obras como Tatuaje o Yo maté a
Kennedy.

Eduardo Mendoza y su parodia, Sin noticias de Gurb, donde narra las peripecias de un extraterrestre
por la Barcelona previa a los Juegos Olímpicos.

Miguel Espinosa, que ha sido reivindicado póstumamente. Su primera novela, Escuela de mandarines.

Francisco Umbral, que en Mortal y rosa, escribe sobre la muerte de su hijo de seis años a causa de la
leucemia.

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