Está en la página 1de 2

Ley de Responsabilidades Políticas (09-02-1939)

Este texto titulado “Ley de Responsabilidades Políticas”, recogido en el Boletín Oficial del Estado de 13 de febrero de
1939, nos muestra, a través de su articulado, las decisiones tomadas por el Gobierno franquista para con las personas
que antes (1934) o durante la Guerra Civil española (1936-1939) se opusieron al Movimiento Nacional. Para
comentarlo seguiremos el siguiente procedimiento: localización del texto, análisis del mismo y contextualización.
Finalizaremos con unas breves conclusiones, señalando la importancia que tuvo el texto.
1- TIPO DE TEXTO (CLASIFICACIÓN COMPLETA).
Estamos ante un Decreto Ley, por lo que clasificamos al texto como informativo, de lenguaje técnico e impersonal; y
jurídico (o legal), por ser una Ley de obligado cumplimiento. De contenido político, aquí lo que se plantea es el
castigo para todas las personas, jurídicas o físicas, que se opusieron o en el futuro se opongan al Movimiento Nacional.
Por su origen, estamos ante una fuente histórica, pues manejamos el documento coetáneo de 9 de febrero de 1939.
En cuanto a la época y el tiempo, esa fecha nos traslada prácticamente al final la Guerra Civil (1936-1939) y a la
situación que se plantea después, en la necesidad de “liquidar las culpas” de quienes forjaron la “subversión
roja”. El texto está recogido en el Boletín Oficial del Estado de 13 de febrero de 1939.
Su autor es individual: Francisco Franco, jefe del Estado, que había recibido la suprema potestad de dictar normas
jurídicas de carácter general, como recoge la Ley de Administración Central del Estado de 30 de enero de 1938.
Texto de finalidad pública, los destinatarios aparecen en los artículos 1º y 2º: todas las personas, partidos, y
agrupaciones que integraron el Frente Popular o que se opusieron o se opongan al Movimiento.
2.-ANÁLISIS.
El tema central del texto es, como su título indica, delimitar y castigar las actuaciones de quienes se han opuesto al
Movimiento Nacional y las principales ideas se refieren al objetivo de la ley (“liquidar culpas”), indicar los tribunales
que juzgarán, remarcar los destinatarios de la ley y señalar algunas sanciones. Veámoslo.
‒ Primero, el objetivo de la ley: “liquidar las culpas” de quienes contribuyeron “la subversión roja”, es decir,
republicanos, e integrantes y partidarios de los partidos de izquierda y sindicatos obreros.
‒ Se especifica, en segundo lugar, el Tribunal encargado de juzgar esas culpas. Estará integrado por representantes
del Ejército, de la Magistratura, de la Falange (extrema derecha fascista) y de las J.O.N.S. (el Partido Único
creado durante la Guerra Civil por el bando franquista y del cual Franco era presidente). El conjunto será
denominado como “Movimiento Nacional”.
‒ En el tercer párrafo, el artículo 1º declara la responsabilidad política de todas las personas, jurídicas o físicas, que
entre el 1 de octubre de 1934 (Revolución de Octubre) y el 18 de julio de 1936 (inicio del Alzamiento)
contribuyeron a la subversión del orden o se opusieron, u opongan, al Movimiento Nacional.
‒ En el artículo 2º se recoge que quedan fuera de ley todos los partidos integrantes del Frente Popular (coalición de
las izquierdas que venció las elecciones de 16 de febrero de 1936), todas las agrupaciones que lo apoyaron, las
organizaciones nacionalistas y todas las opuestas al triunfo del Movimiento.
‒ Por último, el artículo 3º habla de las consecuencias para los implicados, plasmadas en la pérdida de todos sus
derechos y de todos sus bienes. Y es que no había llegado la paz; había llegado la victoria.
3.- CONTEXTUALIZACIÓN.
Tras la proclamación de la República y el posterior Gobierno Provisional, en 1931 se convocaron elecciones generales,
en las cuales venció una coalición de republicanos y socialistas. Durante el Gobierno republicano-socialista (1931-
1933), con Niceto Alcalá Zamora como presidente de la República y Manuel Azaña como jefe del gobierno, se aprobó
una nueva Constitución, la de 1931, y se llevó a cabo una serie de reformas (educativas, militares, agrarias, sociales y
territoriales) destinadas a mejorar la situación de España,
Con las elecciones de 1933 inauguramos el llamado bienio radical-cedista (la CEDA derechista de José María Gil
Robles y Partido Radical de centro de Alejandro Lerroux), en el que asistimos a la polarización del país (izquierda y
derecha), al auge de los fascismos (la extrema derecha), la ralentización de las reformas llevadas a cabo en la etapa
anterior (fundamentalmente la reforma agraria), amnistía para los detenidos en la“ Sanjurjada”, el enfrentamiento con
Cataluña por la ralentización del proceso del Estatuto catalán y la paralización del Estatuto vasco. Momento clave en
este período fue la “Revolución de octubre de 1934”, especialmente virulenta en la zona minera de Asturias y el norte
de León. En Cataluña, el momento fue aprovechado por Companys para proclamar el Estado catalán.
Las políticas antirreformista, y la represión, unidas al desprestigio por escándalos como el del “estraperlo” hacen caer a
Lerroux. Ante esta situación, Alcalá Zamora disuelve las Cortes y convoca elecciones para el 16 de febrero de 1936.
Para poder ganar estas elecciones todos los partidos de izquierdas, más el PNV, se presentaron unidos bajo la
denominación de Frente Popular. Está coalición significó un intento de renovación de la experiencia republicana del
Primer Bienio, aunque su programa presentaba un amplio plan de gobierno más avanzado que el llevado a cabo en
1931. Consiguieron ganar las elecciones frente a las derechas desunidas, aunque con poca diferencia.
La victoria del Frente Popular en febrero de 1936 permite conformar un gobierno - Manuel Azaña presidente y Casares
Quiroga como jefe de gobierno, y con el apoyo en el Parlamento de los partidos de base obrera (como el socialista
Largo Caballero) - que reanuda el proceso reformista interrumpido en 1933: reanudación de la reforma agraria,
amnistía, restablecimiento de la Generalitat, inicio de conversaciones en Galicia y País Vasco para sus Estatutos, etc.
Esta etapa está caracterizada por una España radicalizada: de un lado, los partidos de izquierda y los sindicatos se
lanzaron a la movilización popular, y la izquierda más radical soñaba con unos cambios revolucionarios; del otro, la
derecha conspiraba un alzamiento militar. De este modo, lo que pudo haber sido un freno al fascismo y un nuevo
intento de modernización de España se fue al traste por los extremismos, desembocando en los asesinatos del teniente
Castillo y de Calvo Sotelo, en el "Alzamiento" del 17 de julio, y en la posterior sublevación del 18 de julio de 1936.
Si en el bando republicano, las disensiones estaban a la orden del día, en el llamado bando nacional la situación era
totalmente la contraria. Con la creación de la Junta de Defensa Nacional (24 de julio de 1936): integrada por militares
(Mola, Dávila… y, posteriormente, Franco), se asumió la representación del Estado español.), designando a FRANCO
jefe militar (nombrado Generalísimo en sept. de 1936) y jefe político (jefe del Estado) el 1 de octubre de 1936. Ese
mismo día se extingue la Junta de Defensa Nacional y se crea la Junta Técnica en Burgos, embrión del nuevo gobierno.
Después, en 1937, asistimos a la unificación de toda España sublevada por Franco. Franco, además, se erige en jefe del
partido único: Falange Española Tradicionalista y de las JONS.
En 1938 se forma el primer gobierno integrado por conservadores, tradicionalistas, falangistas y militares. Y comienza
la obra legislativa del franquismo: la Ley de la Administración Central del Estado (30 de enero de 1938) establece que
corresponde “al Jefe del Estado la suprema potestad de dictar normas jurídicas de carácter general”. El Fuero del
Trabajo (marzo de 1938) supone la prohibición de libertades sindicales y la creación de un sindicato único. Por último,
antes de acabar la guerra, la Ley de Responsabilidades Políticas de 9 de febrero de 1939, que considerará “rebeldes”
a todos los que se opusieron al Movimiento, una ley que retomaba la idea de castigo presente ya en el Decreto de
abolición de los Conciertos Económicos de Bizkaia y Gipuzkoa – provincias traidoras - de 1937.
La guerra civil termina el 1 de abril de 1939, día en que se firma el último parte de guerra. Podría parecer que había
llegado la paz, pero lo que en realidad había llegado era lo que el propio régimen llamaba la victoria.
En efecto, la represión política y la marginación social de los vencidos fueron, con el hambre, lo primero que apareció
en la escena de la posguerra Como hemos dicho, la Ley de Responsabilidades Políticas se dicta para todos los
“rebeldes” que se opusieron al Movimiento Nacional y combatieron en el bando republicano: juicio, encarcelamiento,
campos de concentración y trabajos forzosos (construcción de vías férreas y carreteras, edificación del Valle de los
Caídos, etc.). Esta ley supone uno de los ejemplos más claros de vulneración del derecho como se concibe en
Occidente: tiene carácter retroactivo y une en una misma ley las responsabilidades de personas físicas y de personas
jurídicas, imponiendo penas no previstas en la legislación penal de la época. Establece, además, la represión política
permitiendo la condena de acusados ausentes o desaparecidos. Finalmente, establece un sistema judicial extraordinario,
quebrando el principio de que la responsabilidad penal era personal e intransferible y ordenando que las sanciones
económicas impuestas a una persona responsable muerta fueran transmisible a sus herederos.
Esta ley, de cualquier modo, no será la única sobre la que se base el castigo del vencido. De 1940 es la Ley sobre
Represión de la Masonería y el Comunismo.
Si vamos a las cifras, diremos que mediante la instrucción de expedientes de depuración fueron encausadas todas
aquellas personas y asociaciones que no apoyaron el Alzamiento. El resultado fue cientos de miles de personas
condenadas a cárcel y a campos de trabajo (en 1945 había todavía unos 100.000 españoles encarcelados), un número
indeterminado de ejecutados - se calcula que 60.000 entre 1939 y 1945 – y, según manejemos distintas fuentes, entre
300.000-500.000 exiliados forzosos.
Acabaremos diciendo que el sistema de leyes que hemos mencionado se enmarca en un contexto más amplio de leyes
que deben solucionar necesidades políticas puntuales. Son las Leyes Fundamentales: Fuero del Trabajo (1938), Ley
Constitutiva de las Cortes (1942), Fuero de los Españoles (1945), Ley del Referéndum (1945), Ley de Sucesión en la
Jefatura del Estado (1947), Ley de Principios del Movimiento Nacional (1958) y Ley Orgánica del Estado (1966).
4. CONCLUSIONES.
La represión y violencia ejercida por los “nacionales” durante la contienda, se puede ver dentro de la estrategia militar
de eliminación de enemigos, y aterrorizar a la población resistente, sin embargo esta Ley, ya a finales de la guerra
cuando su resultado estaba claro, presenta otro planteamiento: un espíritu revanchista que queda claro al solo admitir la
rendición incondicional del enemigo, al que a partir de este momento ya derrotado se sigue persiguiendo su
eliminación física y psicológica, introduciendo el terror y el miedo en los vencidos. El espíritu de esta ley está lejos del
espíritu del discurso pronunciado por el presidente de la República, Manuel Azaña, el 18 de Julio de 1938, conocido
por las últimas palabras del mismo: “Paz, Piedad, Perdón”.

También podría gustarte