Está en la página 1de 2

LA DICTADURA FRANQUISTA EN EL PAÍS VASCO (1939-1975)

El régimen franquista basó su concepto de Estado en el totalitarismo: una España sin divisiones y con una
fuerte represión que afectó tanto a los derechos humanos y políticos como a las lenguas y costumbres
territoriales. Es así como se entendía la “España una, grande y libre”.

1.- La Posguerra y los inicios del Régimen.


La caída del “Cinturón de Acero” en Bilbao el 19 de junio de 1937 supuso, en la práctica, el fin de la guerra,
aunque prosiguió hasta la firma del Pacto de Santoña (24 de agosto de 1937). A partir del momento se
configuran dos bandos: los “vencedores” (carlistas, conservadores, falangistas, franquistas) y los “vencidos”
(nacionalistas vascos, izquierdistas). Así mismo, y derivando el castigo ante la postura de los diferentes
territorios en el Alzamiento, cuando el gobierno “franquista” finiquite la guerra en el País Vasco abolirá el
Estatuto y suspenderá el Concierto en las “provincias traidoras” de Bizkaia y Gipuzkoa, manteniéndolo en
Álava: Decreto de Abolición de Conciertos Económicos en Bizkaia y Gipuzkoa (23-06-1937).
Consecuencias fundamentales también del fin de la guerra en Euskadi son la pérdida de libertad y los
procesos a los detenidos, fusilamientos, encarcelamientos, exilios y confiscaciones de bienes. Sin embargo,
la “gran represión” no se produjo hasta la finalización de la guerra, siguiendo el mandato recogido en la Ley
de Responsabilidades Políticas (febrero de 1939).
Los años de posguerra son económicamente muy duros. Las causas devienen tanto de las propias de una
guerra civil como de la política autárquica (autoabastecimiento). Se pasó hambre y la economía quedó vasca
debilitada (a pesar del mantenimiento de las infraestructuras). Pero la burguesía vasca no tardaría mucho en
recuperar con el franquismo el poder perdido durante la República, sino que consiguió que el Estado contase
con ella y, así, en ministerios, diputaciones, ayuntamientos y embajadas los apellidos vascos estuvieron muy
presentes, con nombres como José María de Areilza, Javier de Ibarra, José Fèlix Lequerica, Esteban Bilbao,
etc. Pero en el entramado social que apoyo al franquismo en el País Vasco se incluyeron también otros
sectores como el empresariado pequeño y medio, el funcionariado, gentes de los ámbitos agrícola y
ganadero, profesionales del sector servicios . . . En definitiva, un mundo rural identificado con el catolicismo
del régimen y una burguesía urbana protagonista del desarrollismo franquista
En cuanto a la oposición al régimen, diremos que, políticamente, son años de esperanza derivados de la
evolución de la 2ª Guerra Mundial (la posible victoria aliada serviría para derrotar al régimen y reinstaurar la
República y el Estatuto Vasco de 1936). Pero son años también en que el nacionalismo vasco se aleja de las
posturas de otros partidos de la oposición republicana en el exilio. De hecho, los nacionalistas del PNV
crearán en Londres en 1941 un Consejo Nacional de Euskadi que se alejaba del gobierno republicano y
afirmaba el independentismo.  Colaboraron con EE.UU. en acciones diversas y espionaje, pero el gobierno
de Aguirre no consiguió tener ni de los norteamericanos ni de los países occidentales respaldo suficiente.   En
1945 volvió al acuerdo con las fuerzas republicanas españolas del exilio, firmando el pacto de Bayona.
En cuanto a la oposición interna en el País Vasco, ésta estuvo muy relacionadas con el exilio por su
proximidad a Francia.  Muestra de ello fueron las primeras huelgas generales de 1947 y 1951 que se
extendieron por las empresas de la ría de Bilbao y de algunas zonas de Gipuzkoa.   No obstante, los grupos
opositores no tenían aún capacidad de maniobra y hasta los años 70 no contarían con una capacidad de
respuesta significativa.

2.- La consolidación del Régimen y sus consecuencias.


La Guerra Fría (enfrentamiento no armado entre las potencias triunfadoras de la II Guerra Mundial) trunca
las esperanzas de la oposición vasca ya que Franco pasa a ser aliado de las potencias occidentales por su
anticomunismo. Esta oposición reaccionó para romper esta dinámica bien con la abstención en el referéndum
de 1947 (Ley de Sucesión) o con las huelgas de 1947 y 1951 con trasfondo político. Las consecuencias
fueron inútiles porque no se consiguió ningún apoyo, la represión acabó con la oposición interna y el
gobierno franquista logró ser reconocido internacionalmente en los años cincuenta (Concordato con el
Vaticano, acuerdos con los EE.UU. y entrada de España en la O.N.U.).
Un nuevo intento de reacción fue el Congreso Mundial Vasco de 1956. Sus objetivos fueron: reafirmar la
confianza en el Gobierno Vasco y reivindicar el Estatuto Vasco y el Pacto de Bayona. Su éxito fue muy
relativo por las discrepancias surgidas: las fuerzas españolas no apoyaron su autonomía, se expulsó a los
miembros comunistas en la oposición vasca (que crearon sus propias infraestructuras) y nacieron fuertes
disensiones internas en el seno del PNV.
La Iglesia en el País Vasco (por otra parte) estuvo controlada radicalmente por el régimen franquista,
aunque, en la clandestinidad, bastantes sacerdotes y religiosos eran proclives al nacionalismo. Las “ramas
obreras” de la Iglesia (JOC, HOAC) tuvieron cierta importancia en estos años.
El Gobierno Vasco en el exilio firmó en 1957 el Pacto de París (renuncia a la República y apoyo a la
democracia para aunar a las fuerzas opositoras más moderadas).

3.- El nacimiento de una oposición (los años 60)


A nivel político son años de consolidación de la legitimación internacional (política anticomunista). La
oposición es débil, aunque comienza a fortalecerse. A nivel económico existe un giro aperturista (se
abandona la política autárquica) propiciado por los tecnócratas del Opus Dei. Se inicia la época del
“desarrollismo” que, junto a resultados económicos muy positivos, trae consigo, también, algunas
consecuencias negativas (urbanización masiva y caótica, contaminación…).
El movimiento opositor tradicional se articula en torno a los siguientes puntos: relevo generacional, nueva
estrategia (infiltración en el sindicato oficial), iniciación del cooperativismo, aumento de las huelgas (que
conllevan despidos, estados de excepción, represión), medidas liberalizadoras y manipulación de medios.
La lentitud de reacción por parte del PNV (debilitamiento interior por represión, pérdida de apoyo
internacional y disputas internas) motiva la aparición de EKIN (1950: grupo juvenil universitario de familias
nacionalistas, aconfesional, defensa del euskera y de la independencia de Euskal Herria. En 1955 se integran
en el PNV -Euzko Gaztedi-. En 1957 se escinde del PNV y en 1959 se autodisuelve para formar ETA
(Euskadi ta Askatasuna). Txabi Etxebarrieta, miembro de una familia acaudalada de Bilbao, fue el principal
teórico del incipiente está introduciendo el maoísmo en la organización terrorista.
En este contexto, y siguiendo un hilo cronológico, en 1964 se procedió a convocar por primera vez después
de la República el Aberri Eguna en Gernika, logrando reunir a más de 35000 personas. Pero la represión
impide que se celebre el de 1965, no sin importantes disturbios y protestas.
Volviendo a ETA diremos que, en sus tres primeros años de vida, se dedica a realizar pintadas en muros y
colocar explosivos. De junio de 1968 es el primer asesinato de la organización – el guardia civil José
Pardines – cometido, según diversas fuentes, por el propio Txabi Etxebarrieta, que será también el primer
militante de ETA muerto en un enfrentamiento armado con la Guardia Civil,
La represión consiguiente motiva los primeros exilios a Francia. Son años en los que el influjo de los
movimientos independentistas de Argelia o Cuba es evidente y se suma a la ideología marxista y a la
violencia directa. El juicio de ETA de Burgos en diciembre de 1970 a 16 miembros de ETA dará a conocer la
organización a nivel internacional y servía para legitimar la violencia contra el régimen su acción más
espectacular será el asesinato del presidente Carrero Blanco el 20 de diciembre de 1973.
En cuanto a la Iglesia en el País Vasco, a partir de los 60, adquiere una postura militante y nacionalista, en
especial a partir del Concilio Vaticano II. En 1960 339 sacerdotes firman un escrito denunciando la política
del régimen en contra de libertades humanas, democráticas y vascas. De 1968 data el encierro del Seminario
de Derio.

4.- Oposición y fin del franquismo.


Los años finales del Franquismo (1970-1975) avivan la oposición en la sociedad vasca que, como en otros
lugares, vive la contradicción entre el fuerte desarrollo económico-social y la nula apertura política, con
consecuencias evidentes: desigualdades, los contrastes territoriales y la violenta reacción del Régimen.
La Iglesia acentúa su crítica siendo su momento álgido el conflicto con el Obispo de Bilbao, don Antonio
Añoveros (“Homilía” referente a la situación que vive la cultura vasca). La respuesta del gobierno no se hizo
esperar y fue amenazado de expulsión por el mismísimo jefe de gobierno Arias Navarro.  Lejos de mejorar la
situación se radicaliza y en abril de 1975 se decreta el estado de excepción para Gipuzkoa y Bizkaia.  El
punto más álgido y el escándalo internacional llegó con la ejecución, en septiembre de 1975, de la pena de
muerte a la que habían sido condenados dos miembros de ETA y tres del FRAP.
A partir de estos momentos, ETA adquiere un singular protagonismo, que no va a abandonar hasta entrado el
siglo XXI, con su último episodio de abandono de la lucha armada en mayo de 2018.
El Movimiento obrero amplifica la protesta social, política y económica. A CC.OO. se suman UGT, USO y
ELA, junto al PCE y PSOE.
El 20 de noviembre de 1975 moría el dictador. La agenda de las reivindicaciones estaba ya diseñada y el
ambiente social anunciaba que se entraba en tiempos de cambio.

También podría gustarte