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Historia de España 2º de Bachillerato Profesor: Fernando Borrero Hernández

Historia de España 2º de Bachillerato Profesor: Fernando Borrero Hernández

8.1 La crisis de la Restauración: intentos


regeneradores y oposición al régimen
En 1902, Alfonso XIII alcanza la mayoría de edad. Comienza de este modo la segunda fase de la
Restauración, en la que el miedo a los riesgos de una democracia más participativa blindará el
turnismo. El régimen, incapaz de asumir las reformas necesarias, acabará quebrando.

8.1.1 Los partidos dinásticos

A finales del siglo XIX, el asesinato de Cánovas y la crisis desatada en 1898 traerá consigo una crisis de
liderazgo en los principales partidos. Surgirán nuevos líderes en los dos grandes partidos que
protagonizarán los principales intentos regeneradores. Antonio Maura (conservador) y José Canalejas
(liberal) serán los más destacados líderes.

El gobierno largo de Maura se dio entre 1907 y 1909. Durante sus mandatos, intentará llevar a cabo lo
que él llamó la ‘revolución desde arriba’. Buscó el apoyo de las ‘masas neutras’, y crear un nuevo
escenario político donde los caciques no tuvieran tanto poder, al tiempo que las clases populares
tampoco adquiriesen demasiado protagonismo. Reforma la ley electoral, haciendo más difícil el
fraude, concede mayor autonomía a ayuntamientos y diputaciones e impulsará la política social (Ley
del Descanso Dominical).

Entre 1910 y 1912, gobernó José Canalejas, que pretendió modernizar la vida política. Para ello, trató
de acentuar la separación entre Iglesia y Estado a través de la Ley del Candado (1910), en la que limitó
la actividad de las órdenes religiosas. Asimismo, establece un impuesto progresivo que generó
malestar entre las clases acomodadas, y promulga una serie de leyes que buscarán mejorar las
condiciones laborales y regular el trabajo de la mujer. Fue asesinado en 1912 en la Puerta del Sol por
un anarquista.

Otro líder conservador que también gobernó en varias ocasiones durante este periodo fue Eduardo
Dato, asesinado por un anarquista en 1921 cerca de la Puerta de Alcalá. Suya fue la aprobación de la
Ley de Mancomunidades que permitió la creación de la Mancomunidad de Cataluña.

8.1.2 Las fuerzas de oposición

La oposición durante las primeras décadas del siglo XX estará formada por una serie de fuerzas,
incapaces de poner fin a la hegemonía de los partidos dinásticos tras 1898.
★ Republicanos. Fueron la principal fuerza opositora, siempre con representación en el
parlamento. Salmerón creó la Unión Republicana, aunque el principal problema de este
grupo fue su división interna. Alejandro Lerroux fundará el Partido Radical y en Valencia
tendrá fuerza el blasquismo, la fuerza republicana liderada por Vicente Blasco Ibáñez.
★ Socialistas. El PSOE colaboró puntualmente con las fuerzas republicanas, sin renunciar a
los principios revolucionarios de su ideario marxista. En 1910, tras la caída de Maura,
socialistas y republicanos se presentan en coalición a las elecciones, bajo el liderazgo de
Benito Pérez Galdós. Pablo Iglesias consigue ser elegido diputado. La UGT pasó de 33.000
afiliados (1902) a 240.000 (1921).
★ Nacionalistas. El movimiento nacionalista creció exponencialmente en Cataluña y en el
País Vasco. Los partidos de gobierno, especialmente Canalejas y Maura, tratarán de
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integrar estos grupos en el tablero político. La Ley de Mancomunidades y la mayor


autonomía para las instituciones locales y diputaciones serán algunas de las concesiones
en esta línea. En 1901 se funda la Lliga Regionalista en Cataluña, que pronto se convierte
en fuerza hegemónica en la región. El PNV suaviza el discurso de Arana, pero no tendrá
mucho protagonismo en la escena nacional, a pesar de su fuerte implantación en la región.
En su seno se producirán diferentes escisiones durante las tres primeras décadas del siglo
XX. Nacionalistas vascos y catalanes radicalizan su discurso después de la Primera Guerra
Mundial, alentados por el cierto reconocimiento a la autodeterminación de los pueblos que
siguió al conflicto. Aparecen también fuerzas de corte independentista y más radicales.
★ Anarcosindicalistas. El anarquismo tuvo una fuerte implantación en Cataluña, donde nace
en 1907 Solidaridad Obrera. De esta organización surgirá en 1910 la CNT (Confederación
Nacional del Trabajo) en Barcelona, desde donde se extiende a otros puntos de España,
con especial fuerza en Andalucía y Valencia. Abogaba por el fin del capitalismo, las huelgas
generales revolucionarias y la independencia del proletariado respecto del Estado y de la
burguesía. Su crecimiento fue imparable.

8.2 El impacto de los acontecimientos


internacionales: Marruecos, la Primera Guerra
Mundial y la Revolución rusa
9.2.1 La intervención en Marruecos

España participará en la Conferencia de Algeciras (1906) y firma con Francia el tratado hispano-
francés (1912), con el que se establece un protectorado español en el norte de Marruecos y los
enclaves de Ifni y Río de Oro. España buscaba, con ello, beneficios económicos y, ante todo, prestigio.

En la región del Rif, en el norte de África, las tribus locales, organizadas en cabilas, propinaron
constantes ataques a los españoles, obligados a intensificar su presencia allí. Este conflicto en
Marruecos resultó enormemente impopular para la sociedad española. De hecho, el 18 de julio de
1909, se inicia en Barcelona una movilización contra el envío de un contingente de soldados hacia
Marruecos que iba a partir del puerto. Esta se tiñe poco a poco de antimilitarismo y anticlericalismo,
dando lugar a la Semana Trágica de Barcelona, en la que en la capital catalana se dieron numerosos
y graves incidentes, duramente reprimidos.

La orografía del protectorado dificultaba enormemente el control del territorio y el aprovechamiento


económico de la zona era escaso. Tras la Primera Guerra Mundial, España retoma las actividades
militares en la zona, donde envía al general Silvestre. Un mal cálculo estratégico favoreció la reacción
de los rifeños, que condenan a los españoles a una dura derrota en Annual, liderados por Abd-el-
Krim (1921). Las consecuencias del fracaso fueron 13.000 bajas y el principio del fin del régimen de la
Restauración. El rey y el ejército fueron los principales señalados por la opinión pública y la oposición.

9.2.2 Repercusiones de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) en España

España se mantuvo neutral ante el conflicto, en la línea del aislacionismo que había caracterizado la
política internacional española del siglo XIX en parte porque, a nivel exterior, España carecía de
importancia. Aunque a nivel interno la sociedad se divide entre aliadófilos y germanófilos.
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La neutralidad favoreció una importante expansión económica, ya que la guerra redujo la capacidad
productiva de los países en guerra y España se convirtió en un importante suministrador de
productos para todos ellos, aunque este fenómeno también se tradujo en una intensa inflación entre
1914 y 1919. La inflación provocó un empeoramiento del nivel de vida, materializada en huelgas y
conflictos sociales.

9.2.3 La crisis de 1917 y los ecos de la revolución rusa

La coyuntura económica tras la Gran Guerra acentuó las diferencias sociales y sembró un clima de
tensión y radicalización políticas. En 1917, el agotamiento del régimen turnista se suma al
descontento militar, el anticlericalismo y la conflictividad social, lo que desata en el país una protesta
generalizada que se conoce como trienio bolchevique, coincidiendo con el estallido de la revolución
rusa.

Los militares denunciaban los bajos salarios, el excesivo número de oficiales y el sistema de ascensos
por méritos de guerra, que favorecía a los ‘africanistas’. Los militares descontentos fundan en
Barcelona las Juntas de Defensa y firman el manifiesto de junio de 1917, donde se suman al discurso
regeneracionista.

A nivel político, Eduardo Dato actúa. Clausuró las Cortes y suspendió las garantías constitucionales, a
lo que el nacionalismo catalán responde convocando una Asamblea de Parlamentarios, primero solo
catalanes y después de toda España. Esta iniciativa acabó fracasando por la división entre fuerzas
opositoras y la falta de apoyo de los partidos dinásticos. Sin embargo, dejó entrever los primeros
síntomas de debilidad del régimen. A la crisis política se suma una crisis social motivada por el
descenso de renta disponible en pleno clima inflacionista. Las centrales sindicales UGT y CNT
convocaron una huelga general en agosto de 1917, que fue duramente reprimida. Las fuerzas
políticas opositoras exigían, además, una reforma constitucional.

Asimismo, el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia sembró el pánico en amplios sectores de la


sociedad española, al tiempo que dio alas a las fuerzas obreristas. En este contexto nacerá el Partido
Comunista de España (PCE) en 1921. El régimen comienza a descomponerse a partir de 1917 con
sucesivos gobiernos de concentración poco duraderos e incapaces de dar respuesta a la realidad
social y política del momento. El turnismo recurría frecuentemente a la coacción y la represión para
mantener el orden ante los acontecimientos violentos cada vez más frecuentes.

Por otro lado, las fuerzas opositoras se ven incapaces de plantear una alternativa real a los partidos
dinásticos, por la fuerte división interna y la enorme heterogeneidad. En este clima, la afiliación a
sindicatos no deja de crecer (la CNT pasa de 15.000 en 1915 a 700.000 en 1919). En Andalucía y la
mitad sur, las revueltas campesinas se multiplican, materializadas en quemas de cosechas,
ocupaciones de tierras y comités de huelga que se hicieron con el control de localidades. En
Barcelona, la huelga general de la empresa eléctrica ‘La Canadiense’ se prolongó durante meses y
logró la aprobación de la jornada de ocho oras, mientras que se extiende la violencia anarcosindicalista
en la capital catalana, donde la CNT tuvo una fuerza muy destacada. Por todo el país se extiende el
‘pistolerismo’ (1919-1923), un periodo en el que se dieron más de 800 atentados.

La sociedad se polarizó y se radicalizó cada vez más, haciendo imposible la pervivencia del régimen y
cualquier tipo de entendimiento. A este clima de agitación obrera se le conoce por parte de la
historiografía española como trienio bolchevique (1918-1921).
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8.3 La dictadura de Primo de Rivera. El final del reinado de Alfonso XIII


El 13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera se pronunció contra la legalidad constitucional y
exigió el poder para los militares. Alfonso XIII finalmente le encomendó la formación de gobierno,
dando comienzo una dictadura que durará siete años y que constará de dos fases: el directorio militar
(1923-1925) y el directorio civil (1925-1930), así llamados por el predominio de militares o civiles en el
gobierno. En cuanto a las causas del golpe de Estado hay varias teorías: regenerar el país, evitar la
democratización que se estaba planteando, acabar con un régimen bloqueado y desprestigiado o
evitar una revolución social.

9.3.1 Directorio militar (1923-1925)

Durante este periodo, Primo de Rivera tratará de acabar con el sistema caciquil, mediante el
Estatuto Municipal y el Estatuto Provincial. Se funda un nuevo partido, la Unión Patriótica, que dará
apoyo político al régimen y que pretendía sustituir a los partidos dinásticos de la Restauración. Sin
embargo, sus proyectos regeneradores no cumplieron con las expectativas.

El directorio pondrá fin al problema de Marruecos tras el desembarco de Alhucemas (1925) en una
estrategia coordinada con Francia que termina con la rendición del Abd-el-Krim. En Barcelona, donde
más fuerza tuvo la CNT, el gobierno de Primo de Rivera consigue acabar con el pistolerismo.

9.3.2 Directorio civil (1925-1930)

Este periodo se caracteriza por la coyuntura de bonanza económica y por las grandes obras
públicas, especialmente hidráulicas y carreteras. Durante este periodo, se refuerza la oposición al
régimen. Esta vendrá principalmente de los militares veteranos, que protagonizan en 1926 la
Sanjuanada, un fallido golpe de estado, y de los republicanos. Además, en estos años Primo de Rivera
concederá grandes monopolios, como el de teléfonos a Telefónica o el del petróleo a Campsa.

Primo de Rivera tratará de institucionalizar el régimen, a través de la creación de la Asamblea


Consultiva Nacional y con la redacción de un anteproyecto de constitución, en 1929, año del estallido
de la crisis mundial.

9.3.3 La caída de Primo de Rivera y de Alfonso XIII

En 1930, en plena crisis tras el crack de 1929, Primo de Rivera dimite y Alfonso XIII entrega el poder a
Dámaso Berenguer, con la intención de devolver al país la normalidad constitucional. Durante un año
y medio gobernó, tratando sin éxito y con lentitud de poner en marcha los proyectos del rey, tanto es
así que a su gobierno se le llamó la ‘dictablanda’. Tras el fracaso político de Berenguer, Juan Bautista
Aznar y el conde de Romanones trataron de restaurar la normalidad constitucional sin éxito. Mientras,
en 1930, fuerzas republicanas, el PSOE y los nacionalistas firman el Pacto de San Sebastián, en el
que se organizan y diseñan un plan para derrocar a la monarquía.

Romanones convocó elecciones municipales el 12 de abril de 1931. En ellas, las fuerzas republicanas
vencen en muchas de las grandes ciudades españolas. Alfonso XIII, temeroso de una revolución al
estilo ruso y ante el clima social de agitación y atentados terroristas (sufrió un atentado el día de su
boda), decide abandonar el país. El ayuntamiento de Éibar (Guipúzcoa) será el primero en proclamar
la II República el 14 de abril. En las siguientes horas, fue proclamada en las principales ciudades
españolas.

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