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DIMENSIÓN
POLÍTICA E INTERNACIONAL DEL CONFLICTO. EVOLUCIÓN DE LAS DOS ZONAS.
CONSECUENCIAS DE LA GUERRA.
1. INTRODUCCIÓN
La Guerra Civil es la culminación del enfrentamiento entre las dos Españas, siendo el hecho más
relevante y trágico de nuestro siglo XX. Dicho enfrentamiento alcanzó su punto álgido al final de la
II República, llevando a la conjura y pronunciamiento de un sector militar para asaltar rápidamente
el poder. Sin embargo, el golpe de Estado acabó derivando en una guerra civil de tres 3 años.
La explicación se halla en el hecho de que ambas Españas tenían un peso social muy semejante, así
como se habían concentrado muchos problemas irresueltos desde hacía siglos: conflicto entre las
clases dominantes y populares, cuestión agraria, retraso económico, tema eclesiástico, etc.
-Causas Estructurales.
-Desequilibrios Socioeconómicos. Destaca el problema agrario, donde las condiciones del campo
español (concentración de la tierra, masa jornalera en pésimas condiciones, etc.) favorecieron la
penetración del anarquismo, promotor de levantamientos y ocupación de tierras; mientras la
reforma agraria republicana contó con la oposición frontal de los propietarios. Asimismo, el
problema industrial pasaba por la escasez de regiones industrializadas muy agrupadas, fomentando
la organización proletaria frente a los empresarios (Asturias y Bilbao con la U.G.T., Cataluña con la
C.N.T.), con huelgas y manifestaciones. Por tanto, existía un conflicto latente entre los grupos
emergentes y los dominantes tradicionales, cuyos privilegios estaban amenazados por las reformas.
-Cuestión Religiosa. Ante la laicización para modernizar España, la Iglesia se sintió amenazada por
la II República; al tiempo que el fascismo español consideró el catolicismo como base esencial,
empleando el término cruzada y tomando los símbolos de los Reyes Católicos. A consecuencia de
esto, y de la vinculación de la Iglesia con las clases altas conservadoras, se había ido creando un
fuerte sentimiento anticlerical.
-Causas Coyunturales.
-Contexto Internacional. Se produjo un acercamiento de la II República a las democracias
occidentales: República Alemana de Weimar (modelo para la Constitución de 1931) o la III
República francesa (gobernada por el Frente Popular Francés, coalición radical-socialista, entre
1936-37). Asimismo, la creación de Falange y las J.O.N.S., unidas desde 1934, estuvieron influidas
por la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini, con quienes contactaron. En otro aspecto, la
influencia de las consignas de la U.R.S.S. marcaron al comunismo internacional (creación de
Frentes de izquierda).
-Contexto Interior. La Revolución de 1934, en contra de las medidas cedistas, manifestó las
posiciones contrarias izquierdistas, para ya con la victoria del Frente Popular, en febrero de 1936,
reiniciar las reformas del Bienio de Izquierdas. A su vez, el creciente desorden público entre febrero
y julio de 1936 precipitó el colapso del régimen, con repartos espontáneos de tierras, ataques a
centros católicos, atentados individuales, fusión militar de las juventudes políticas, etc.
En definitiva, a lo largo del tiempo se había ido gestando un potente caldo de cultivo para el
conflicto.
3. EL ESTALLIDO DE LA GUERRA
El golpe de Estado se fraguó en una conspiración militar que comenzó tras la victoria del Frente
Popular, integrada por: el general Emilio Mola, organizador de la trama; el coronel Yagüe, de
enorme prestigio legionario; el general Sanjurjo, exiliado en Lisboa tras el fallido golpe de Estado
de 1932; el teniente general Queipo de Llano; el general Manuel Goded, el general Cabanellas; y el
general Francisco Franco Bahamonde, que se reservó su postura respecto al plan hasta el último
momento. Al sospechar los planes, el gobierno destinó a Mola a Navarra, Goded a Baleares y
Franco a Canarias.
A pesar de ello, los conspiradores siguieron sus planes y los comunicaban al ejército a través de la
U.M.E. (asociación de oficiales de grado medio y reservistas), mientras Mola negociaba con
carlistas, monárquicos de derechas, grupos católicos y falangistas. Sin embargo, no había acuerdo
para decidir las acciones tras el golpe (dictadura militar y recomposición con un poder civil, vuelta
de la monarquía alfonsina, régimen fascista o monarquía carlista).
En medio de todo ello, el 13 de julio varios pistoleros de extrema derecha asesinaron en Madrid al
teniente socialista de la Guardia de Asalto, José Castillo, cuyos compañeros secuestraron a Calvo
Sotelo y lo asesinaron el día 17. Esto aceleró el levantamiento, iniciándose el 17 de julio de 1936,
en Melilla, cuando Yagüe detuvo a los generales no implicados de mayor graduación y empezó la
ocupación del territorio africano.
El 19 de julio fue decisivo, pues el control del Valle del Guadalquivir permitió el paso de las tropas
africanas al mando de Franco, mientras los sublevados se fortalecían en Pamplona, Sevilla, Castilla
la Vieja y parte de Aragón. Durante la noche intentaron controlar Barcelona y Madrid, pero
fracasaron por la resistencia combinada de civiles, guardias de asalto y C.N.T. En Barcelona Goded
fue derrotado y se rindió; en Madrid, se sustituyó a Casares Quiroga por José Giral (Izquierda
Republicana), quien entregó armas a las milicias de los sindicatos y partidos del Frente Popular,
para frenar a los sublevados. Asimismo, parte del ejército permaneció fiel a la república y el
levantamiento fue frenado en muchas zonas, generando una doble división y una guerra civil.
El bando sublevado, autodenominado nacional, se extendió por las zonas agrarias de predominio
latifundista o pequeños propietarios muy conservadores: Canarias, Baleares, Galicia, Castilla la
Vieja, Álava, Navarra, oeste de Aragón, Baja Andalucía y 29 capitales, además de Marruecos. Sus
apoyos sociales eran monárquicos de derechas, grupos católicos, falangistas, carlistas y todos los
opuestos a las reformas republicanas. El apoyo militar vino del ejército de tierra, el africano y la
Guardia Civil (menos en Cataluña), con parte de los altos mandos y la gran mayoría de los
intermedios. A su vez, el soporte económico provenía de los cerealistas y ganaderos de Castilla, el
carbón leonés, las minas de Riotinto y la financiación internacional.
El bando republicano, denominado rojo por los sublevados, se mantuvo donde las fuerzas obreras y
de izquierdas tenían más peso: Cataluña, Levante, Madrid, sur de Extremadura, La Mancha,
Andalucía Oriental, Asturias, Cantabria, Vizcaya, Guipúzcoa y 21 capitales. Su composición social
contaba con mayor población, proveniente de las clases populares y medias republicanas: obreros,
jornaleros, empleados urbanos, pequeña burguesía ilustrada, intelectuales y artistas, que defendían
la legitimidad republicana y sus reformas. Los apoyos militares vinieron del ejército de aviación
mal equipado, la armada falta de oficialidad y la Guardia de Asalto; con soldados y mandos
inexpertos, material anticuado e incapacidad para explotar la superioridad numérica. El soporte
económico se derivó de la producción industrial y minera, la agricultura levantina y las reservas de
oro del Banco de España.
La II República pidió ayuda a Francia, donde gobernaba otro Frente Popular. Pero Gran Bretaña
exigió a Francia no intervenir por miedo a la revolución social española y a la extensión de la guerra
al resto de Europa (política de apaciguamiento contra Alemania). Así, Francia cedió e impulsó en
Londres, en agosto de 1936, la creación de un Comité de No Intervención para vigilar que España
no recibiese ayuda internacional, con el fin de no extender el conflicto. A este acuerdo se sumaron
27 países europeos (Italia, Alemania, Portugal, U.R.S.S.), pero no impidió que la ayuda exterior,
siendo una farsa y una injusticia que contribuyó a la derrota republicana.
En el caso de los sublevados, pidieron ayuda a los gobiernos autoritarios, acelerando la alianza entre
Alemania e Italia, con el Eje Roma-Berlín. A su vez, se vieron favorecidos por los diplomáticos
españoles, quienes los apoyaron mayoritariamente, retrasando las peticiones de ayuda y armamento
de la República. Con todo, los principales apoyos exteriores vinieron de Alemania e Italia con
dinero, minerales, armas, artillería, tanques, infantería (Corpo Truppe Volontarie) y aviones (Legión
Cóndor); considerando la guerra su banco de pruebas. Portugal proporcionó apoyo logístico,
permitiendo la comunicación entre los ejércitos del norte y el sur, concediendo el tránsito a
suministros, repatriando refugiados republicanos y aportando armamento y combatientes (viriatos).
Además, el Papado dio la concesión de cruzada, de Irlanda llegaron voluntarios, desde Marruecos
se sumaron 70.000 soldados, y Francia, Gran Bretaña y EE.UU. siguieron comerciando con este
bando.
Por su parte, la II República recibió el envío de material de la U.R.S.S., sin apenas hombres, sino
consejeros militares para organizar la táctica de guerra. A cambio exigió una contrapartida
económica inmediata, por lo que el gobierno autorizó el traslado a Rusia de una parte del oro del
Banco de España. Sin embargo, la gran ayuda internacional en unidades de combate fueron las
Brigadas Internacionales, en las que había voluntarios de toda Europa y América. Por ellas
desfilaron unos 40.000 mil hombres, en su mayoría de ideología izquierdista (demócratas,
socialistas, anarquistas y comunistas), durante toda la guerra. Por último, también recibió el apoyo
del mundo intelectual europeo por la lucha contra el fascismo.
5. EL DESARROLLO DE LA GUERRA
La guerra se divide en varias fases:
2ª) La batalla de Madrid y la fijación del frente sur (noviembre de 1936-marzo de 1937):
·Sublevados: ante el fracaso terrestre se recurre a ataques aéreos alemanes e italianos, intentando
una maniobra envolvente para aislar Madrid con las batallas del Jarama y Guadalajara, pero los
republicanos resisten.
·Republicanos: se encarga el gobierno de la Junta de Defensa de Madrid al general Miaja, que salvó
el avance nacional, con la acción del Quinto Regimiento comunista, las J.S.U., las milicias
reorganizadas, las brigadas procedentes de Aragón y las brigadas internacionales.
En marzo se produjo un golpe de Estado en Madrid contra el gobierno de Negrín, dirigido por el
coronel Segismundo Casado, partidario de la rendición. Tras su victoria sobre los comunistas y el
exilio de Negrín, Casado constituyó un Consejo Nacional de Defensa formado por Miaja, Julián
Besterio y Cipriano Mera (C.N.T.). Este Consejo trató de negociar una paz honrosa, rechazada por
Franco, que exigió una rendición sin condiciones, entrando en Madrid el día 28. Posteriormente se
ocupó la zona mediterránea, y el 1 de abril de 1939 Franco anunciaba el final de la guerra.
Al pasar el control a los comités, éstos activaron la revolución social mediante decretos que dieron
reformas drásticas: colectivización de la propiedad industrial, siendo su explotación en régimen de
autogestión; colectivización de los transportes y servicios urbanos; control de los suministros
militares; y expropiación de tierras y ocupación masiva, siendo colectivizadas en las zonas de
influencia anarquista o marxista (Andalucía).
Asimismo, en todo el territorio se produjo una represión espontánea por parte del pueblo contra los
facciosos (Iglesia, burguesía, propietarios, clases acomodadas), derivando en: asesinatos,
detenciones ilegales, saqueos, etc. Aquí destacan los asesinatos de presos políticos de derechas en
Paracuellos del Jarama (noviembre de 1936) o de José Antonio Primo de Rivera en Alicante,
sobresaliendo el papel del sector más radical del anarcosindicalismo (F.A.I.) y el P.O.U.M.
Ante la necesidad de un poder central fuerte, Largo Caballero formó gobierno (septiembre 1936-
mayo 1937) con republicanos, socialistas, comunistas y anarcosindicalistas, y se asentaron en
Valencia. Éste pretendía crear una alianza antifascista, recomponer el poder del Estado, eliminar
comités y juntas, dejar los consejos regionales y crear un ejército popular con las milicias. Pero los
reveses militares enfrentaron al P.C.E. y los socialistas (cuya prioridad era ganar la guerra), contra
la C.N.T. y el P.O.U.M. (cuya prioridad era la revolución social). Así tienen lugar los Hechos de
Mayo en Barcelona, con el enfrentamiento de cenetistas y poumistas contra el P.S.U.C., E.R.C. y
U.G.T., que se salda con 200 muertos, la intervención estatal y la derrota de cenetistas y poumistas,
evidenciando la crisis del gobierno.
Estos resultados fortalecieron al P.C.E. y debilitaron a los anarquistas, al tiempo que la U.R.S.S.
comenzó a mandar su ayuda e impuso la persecución de los trotskistas, considerados enemigos de la
revolución. Así, Largo Caballero dimite por negarse a disolver el P.O.U.M., y el socialista Juan
Negrín forma gobierno (mayo 1937-marzo 1939), decretando dicha disolución.
Este nuevo gobierno priorizó el esfuerzo bélico, unificando la dirección de la guerra, integrando
todas las milicias en el ejército popular y estableciendo un control sobre la producción industrial y
agraria. Su sede se instaló en Barcelona para controlar los principales recursos económicos y
militares que les quedaban a los republicanos, entrando en conflicto con la Generalitat.
Finalmente, ante el avance sublevado, se intentó una negociación con los Trece Puntos de abril de
1938, que fracasó por la rendición sin condiciones exigida por Franco. Así, el gobierno planteó una
resistencia a ultranza, pese a la carestía y el cansancio, en espera de la Segunda Guerra Mundial y la
ayuda europea (¡Resistir es Vencer!). Pero con la pérdida de Cataluña en febrero de 1939 el
gobierno se exilió a Francia, y ante el reconocimiento del gobierno de Franco por Gran Bretaña y
Francia, Azaña dimitió como presidente de la República, en marzo de 1939.
Con todo, Negrín regresó de Francia, pero no pudo evitar la derrota final, debido al golpe de Estado
del general Casado, partidario de la rendición.
Tras la muerte del general Sanjurjo en julio de 1936, se estableció la Junta de Defensa Nacional en
Burgos, presidida por Miguel Cabanellas para gobernar el territorio nacional. Ésta inició las
primeras medidas contrarrevolucionarias: suspensión de la Constitución, prohibición de los partidos
políticos del Frente Popular y sindicatos de clase, paralización de la reforma agraria y represión
sistemática en los territorios controlados.
Los militares monárquicos y africanistas insistieron en la necesidad de una mayor unidad a través
de una jefatura única, la cual recayó en Franco, quien contaba con más adeptos entre los generales,
siendo elegido en septiembre de 1936 como jefe del alzamiento. El 1 de octubre se le nombró Jefe
del Gobierno del Estado y Generalísimo de los Ejércitos, acaparando todo el poder con carácter
dictatorial. Además, se sustituyó la Junta de Defensa Nacional por una Junta Técnica de Estado con
sede en Burgos y Valladolid.
A raíz de esto, se consolidó el liderazgo de Franco, reforzado con el Decreto de Unificación en abril
de 1937, que propugnaba un régimen de partido único con la unión de falangistas y carlistas en
Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S. Este partido sería llamado Movimiento,
designando al Estado como totalitario (inspirado en el modelo fascista) y a Franco como jefe del
partido y del Estado. Ya en agosto de 1937 se publicaron los estatutos del partido, encarcelando o
desterrando a los disconformes.
El proceso de institucionalización del nuevo estado franquista culminó en enero de 1938, con la
disolución de la Junta Técnica y la formación del primer gobierno de Franco, quien concentró la
jefatura del Estado y la presidencia del gobierno, pasando a llamarse caudillo de España. El régimen
se basó en los principios del fascismo, conservadurismo y catolicismo, por lo que recibió el apoyo
de la Iglesia (Pastoral Colectiva de los Obispos españoles, julio de 1937) y el Vaticano. Así, se
configuró un Estado confesional católico, que derogó las leyes del matrimonio civil, divorcio y
libertad religiosa, y estableció el culto religioso en las escuelas y el ejército.
Por otra parte, se siguió la represión para imponer el terror entre los vencidos e impedir toda
contestación, mediante la Ley de Responsabilidades Políticas de febrero de 1939, que facultaba a
los tribunales mixtos (ejército, poder judicial y representantes de Falange) para la aplicación de
penas a los vinculados con partidos de izquierda. Así se implantó una violencia extrema: asesinatos
de políticos republicanos, militares contrarios al alzamiento, intelectuales, simpatizantes de
izquierdas, etc.; propiciando los entierros en fosas comunes.
En esta misma línea, se promulgó la Ley de Prensa e Imprenta (abril de 1938), que establecía la
censura; así como se experimentó un fuerte retroceso del papel de la mujer, que volvió a su rol
tradicional de ama de casa y esposa, mientras que en las costumbres se impuso una moral católica
muy conservadora.
Las víctimas de los vencedores fueron muy superiores, al incluir la represión de la postguerra. Entre
ellas destacan Federico García Lorca (primeros días de la guerra), Lluis Companys (ejecutado tras
el conflicto) o Miguel Hernández (muerto en prisión en 1942). A ello se suman los miles de
exiliados republicanos ante el avance de los sublevados, desde el inicio de la contienda. Como era
imposible evacuarlos a todos, se priorizó a los niños, embarcando unos 13.000 con destino a
diversos países europeos, americanos o la U.R.S.S.
-Políticos. Interiormente se estableció una dictadura militar que se prolongó casi 40 años, con la
pérdida de libertades y la persecución de cualquier disidencia. La Ley de Responsabilidades
Políticas envió a las cárceles y campos de concentración a todos los combatientes republicanos que
no se exiliaron. Exteriormente, el régimen se comprometió con las potencias totalitarias que lo
habían apoyado en el conflicto, pero tras la derrota de éstas en la Segunda Guerra Mundial, inició
una fase de aislamiento con la condena del régimen por la O.N.U. Éste derivó en la autarquía y duró
hasta 1953, cuando EE.UU. realizó los acuerdos con el régimen de Franco, que llevarían a la
incorporación de España a la O.N.U. en 1955.
-Económicos. Los años 40 fueron de hambre y racionamiento, pues la destrucción de los recursos e
infraestructuras, el arrasamiento de los campos y la pérdida del tejido industrial resultaron
incalculables. La Hacienda pública quedó arruinada y sin reservas financieras, mientras la inflación
fue feroz, desarrollándose un fuerte mercado negro. España tampoco se benefició del Plan Marshall
de 1947, por lo que la postguerra se mantuvo más de una década.
9. CONCLUSIÓN
En definitiva, la Guerra Civil supuso un conflicto fratricida, el cual se venía gestando a causa de los
problemas arrastrados y no resueltos desde siglos, que estallaron ante la intensidad y la aceleración
del cambio y la modernización del país.
Así, ante el inicial fracaso de un pronunciamiento de corte clásico, el conflicto se tornó largo, arduo
y sangriento; esquilmando la demografía, política, economía, cultura y sociedad españolas, ya
previamente afectadas por la situación de atraso.
Con todo, el resultado fue de nuevo la victoria de la clase conservadora, apoyada por la ayuda y
cooperación internacional, debido al miedo a la revolución social y al erróneo apaciguamiento
aplicado.
Como resultado, la dictadura llevó a una vuelta atrás en todos los sentidos, auspiciada por la postura
internacional, ya fuese en la fase de aislamiento o de posterior aceptación. Así, tendremos que
esperar a la muerte del dictador y al proceso de Transición política, para poder acceder a la
normalidad democrática. No obstante, las secuelas del enfrentamiento aún permanecen, siendo
necesaria una reconciliación nacional para superar definitivamente el pasado.