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El detonante: el golpe de Estado de julio de 1936
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Las operaciones militares
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Evolución de la zona sublevada
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La dimensión internacional del conflicto y la intervención extranjera
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La guerra civil en el arte
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Guerra civil española
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Guerra civil española
Parte de período de entreguerras
La guerra tuvo múltiples facetas, pues incluyó lucha de clases, guerra de religión,
enfrentamiento de nacionalismos opuestos, lucha entre dictadura militar y
democracia republicana, entre contrarrevolución y revolución, entre fascismo y
comunismo.23
A las partes del conflicto se las suele denominar bando republicano y bando
sublevado:
Antecedentes
Artículo principal: Segunda República española
En enero de 1930 el general Miguel Primo de Rivera reconoce el fracaso de la
dictadura que había instaurado en septiembre de 1923 con el apoyo del rey y
dimite.30 Alfonso XIII nombra entonces como presidente del gobierno al general
Dámaso Berenguer, pero este no consigue devolver a la monarquía la «normalidad
constitucional» (este período fue conocido como «Dictablanda») y es sustituido en
febrero de 1931 por el almirante Juan Bautista Aznar, quien convoca elecciones
municipales para el domingo 12 de abril.31 Las elecciones son ganadas en las
ciudades por las candidaturas republicano-socialistas surgidas del Pacto de San
Sebastián de agosto de 1930 y el martes 14 de abril el rey Alfonso XIII, ante las
dudas de la Guardia Civil y del Ejército a utilizar la fuerza para frenar las
multitudinarias manifestaciones prorrepublicanas que inundan las principales
ciudades, abandona el país. En Madrid el «comité revolucionario» republicano-
socialista proclama la República y asume el poder como Gobierno Provisional
presidido por Niceto Alcalá-Zamora.32
Manuel Azaña reunido con un grupo de militares, entre los que se encuentra
Francisco Franco (a la derecha).
El miércoles 19 de febrero de 1936, Manuel Azaña, el líder del Frente Popular,
formaba un gobierno que, conforme a lo pactado con los socialistas, solo estaba
integrado por ministros republicanos de izquierda (nueve de Izquierda Republicana y
tres de Unión Republicana).42 Una de sus primeras decisiones fue alejar de los
centros de poder a los generales más antirrepublicanos: el general Manuel Goded fue
destinado a la Comandancia militar de Baleares; el general Francisco Franco, a la
de Canarias; el general Emilio Mola al gobierno militar de Pamplona. Otros
generales significados como Luis Orgaz, Rafael Villegas, Joaquín Fanjul y Andrés
Saliquet quedaron en situación de disponibles.43
Logo de las Juventudes de Acción Popular (JAP), grupo que fue adoptando la retórica
fascista y aclamaron al líder de la CEDA José María Gil Robles como su "Jefe". Tras
las elecciones de febrero de 1936, muchos afiliados a las JAP pasaron a integrarse
en las milicias de la Falange Española.
La medida más urgente que hubo de tomar el nuevo gobierno fue la amnistía de los
condenados por los sucesos de octubre de 1934, «legalizando» así el asalto a varias
cárceles por la multitud, pero dando cumplimiento también al punto principal del
programa electoral del Frente Popular.44 Otra de las medidas urgentes era reponer
en sus puestos a los alcaldes y concejales elegidos en 1931 y sustituidos durante
el bienio conservador.45 El 28 de febrero el gobierno decretaba no solo la
readmisión de todos los trabajadores despedidos por motivos políticos y sindicales
relacionados con los hechos de 1934, sino que, presionado por los sindicatos,
ordenaba a las empresas que indemnizaran a estos trabajadores por los jornales no
abonados.46 Asimismo, fue restablecido el gobierno de la Generalidad de Cataluña,
cuyos miembros habían salido de la cárcel beneficiados también por la amnistía.44
La «cuestión agraria» fue otro problema que el nuevo gobierno tuvo que abordar con
urgencia a causa de la intensa movilización campesina que se estaba produciendo con
el apoyo decidido de las autoridades locales repuestas y que amenazaba con provocar
graves conflictos en el campo, especialmente en Extremadura.4748 Así el 19 de abril
el ministro de Agricultura, Mariano Ruiz Funes, presentaba varios proyectos de ley,
entre ellos uno que derogaba la Ley de reforma de la Reforma Agraria de agosto de
1935, que se convirtió en ley el 11 de junio, por lo que volvía estar en vigor
plenamente la Ley de Reforma Agraria de 1932. Gracias a varios decretos y a esta
ley entre marzo y julio de 1936 se asentaron unos 115 000 campesinos, más que en
los tres años anteriores.49 Sin embargo, continuó la alta conflictividad en el
campo, debida sobre todo a la actitud de los propietarios y a la radicalización de
las organizaciones campesinas, saldándose todo ello con incidentes violentos. El
caso más grave se produjo en la localidad albaceteña de Yeste, donde a finales de
mayo de 1936 «la detención de unos campesinos que pretendían talar árboles en una
finca particular condujo a un sangriento enfrentamiento entre la Guardia Civil y
los jornaleros, en los que murieron un guardia y 17 campesinos, varios de ellos
asesinados a sangre fría por los agentes».50
Uno de los problemas a los que tuvo que hacer frente el gobierno fue la oleada de
huelgas que se produjeron declaradas y sostenidas muchas veces por comités
conjuntos de la CNT y la UGT, en muchas de las cuales se hablaba de revolución,54
pero ni UGT ni CNT preparaban ningún movimiento insurreccional después de los
fracasos continuos de 1932, 1933 y 1934, y la única posibilidad de que se produjese
alguno sería como respuesta a un intento de golpe militar.55
José María Gil-Robles, líder de la CEDA, José Calvo Sotelo, líder de los
monárquicos alfonsinos y José Antonio Primo de Rivera, líder de la Falange.
Otro de los problemas del gobierno de Casares Quiroga fue la división interna del
PSOE, el partido más importante del Frente Popular,56 que enfrentaba a los sectores
«prietista» y «largocaballerista», ya que Francisco Largo Caballero, que dominaba
UGT y el grupo parlamentario del PSOE, continuó oponiéndose a la entrada en el
gobierno de los socialistas y defendiendo el entendimiento entre las
«organizaciones obreras» para esperar el momento en que el fracaso de los
«burgueses republicanos» facilitara la conquista del poder por la clase obrera.57
Otro problema fue que el sector de la CEDA liderado por Gil Robles se decantaba por
realizar un boicot a las instituciones republicanas y por apoyar la posición
defendida de la derecha monárquica del Bloque Nacional de José Calvo Sotelo, que
propugnaba abiertamente por la ruptura violenta del orden constitucional mediante
un golpe de Estado militar en cuya preparación ya estaban colaborando (por su parte
los monárquicos carlistas aceleraron la formación de sus milicias requetés con
vistas al alzamiento militar con cuyos dirigentes mantenían contactos).58
La violencia política
Véanse también: Asesinato del teniente Castillo y Asesinato de Calvo Sotelo.
Los gobiernos del Frente Popular también tuvieron que hacer frente a un aumento de
la violencia política provocada por grupos armados de las organizaciones obreras y
por el partido fascista Falange Española, que a principios de 1936 era una fuerza
política marginal, pero que tras el triunfo del Frente Popular recibió una
avalancha de afiliaciones de jóvenes de derechas dispuestos a la acción violenta.59
El primer atentado importante que cometieron los falangistas fue el perpetrado el
12 de marzo de 1936 contra el diputado socialista y «padre» de la Constitución de
1931 Luis Jiménez de Asúa, en el que este resultó ileso, pero su escolta, el
policía Jesús Gisbert, murió.60 La respuesta del gobierno de Azaña fue prohibir el
partido y detener el 14 de marzo a su máximo dirigente José Antonio Primo de
Rivera, aunque el paso a la clandestinidad no impidió que siguiera perpetrando
atentados y participando en reyertas con jóvenes socialistas y comunistas.5961
También continuó realizando una labor de violencia e intimidación contra los
elementos del orden institucional de la República. En la noche del 13 de abril, dos
pistoleros falangistas asesinaban en la calle a Manuel Pedregal, magistrado del
Tribunal Supremo, como represalia por haber actuado como ponente en el juicio por
intento de asesinato a Jiménez de Asúa. El juez ya había recibido amenazas de
muerte con anterioridad por este motivo. Varios de los implicados huyeron a Francia
en avión pilotado por el entonces colaborador de Falange, Juan Antonio Ansaldo.6263
64 De hecho, Falange difundió listas negras de jueces con el propósito de
intimidarlos, y su boletín clandestino No Importa amenazó a magistrados como
Ursicino Gómez Carbajo o Ramón Enrique Cardónigo, que habían intervenido en causas
con sentencia desfavorable a sus intereses.65
Entre abril y julio los atentados y las reyertas protagonizadas por falangistas
causaron más de cincuenta víctimas entre las organizaciones de izquierda obrera, la
mayoría de ellas en Madrid. Unos cuarenta miembros de Falange murieron en esos
actos o en atentados de represalia de las organizaciones de izquierda.61 También
fueron objeto de la violencia los edificios religiosos (un centenar de iglesias y
conventos fueron asaltados e incendiados)66 aunque entre las víctimas de la
violencia política de febrero a julio no hubo ningún miembro del clero.67
Según un estudio publicado en 2006 sobre las víctimas mortales como resultado de la
violencia política entre febrero y julio de 1936, antes de iniciarse el golpe de
Estado, hubo un total de 189 incidentes y 262 muertos, de ellos 112 causados por la
intervención de las fuerzas de orden público. De las 262 víctimas, 148 serían
militantes de la izquierda, 50 de la derecha, 19 de las fuerzas de orden público y
45 sin identificar. Además ese estudio constata que el número de víctimas mortales
causadas por la violencia política fue disminuyendo en esos cinco meses.71
Ruta del Dragon Rapide, el avión que llevó a Francisco Franco a Tetúan donde tomó
el mando de las tropas sublevadas.73
Nada más conocerse la victoria del Frente Popular en las elecciones, se produjo un
primer intento de «golpe de fuerza» por parte de la derecha para intentar frenar la
entrega del poder a los vencedores. Fue el propio Gil Robles el primero que intentó
sin éxito que el presidente del gobierno en funciones Manuel Portela Valladares
declarase el «estado de guerra» y anulara los comicios. Le siguió el general
Franco, aún jefe del Estado Mayor del Ejército, que se adelantó a dar las órdenes
pertinentes a los mandos militares para que declarasen el estado de guerra (lo que
según la ley de Orden Público de 1933 suponía que el poder pasaba a las autoridades
militares), pero fue desautorizado por el todavía jefe de gobierno Portela
Valladares y por el ministro de la guerra el general Nicolás Molero.74
El 8 de marzo de 1936 tuvo lugar en Madrid, en casa de un amigo de Gil Robles, una
reunión de varios generales (Emilio Mola, Luis Orgaz Yoldi, Rafael Villegas,
Joaquín Fanjul, Francisco Franco, Ángel Rodríguez del Barrio, Miguel García de la
Herrán, Manuel González Carrasco, Andrés Saliquet y Miguel Ponte, junto con el
coronel José Enrique Varela y el teniente coronel Valentín Galarza, como hombre de
la UME), en la que acordaron organizar un «alzamiento militar» que derribara al
gobierno del Frente Popular recién constituido y «restableciera el orden en el
interior y el prestigio internacional de España». También se acordó que el gobierno
lo desempeñaría una Junta Militar presidida por el general Sanjurjo, que en esos
momentos se encontraba en el exilio en Portugal.75
Desde finales de abril, fue el general Mola quien tomó la dirección de la trama
golpista (desplazándose así el centro de la conspiración de Madrid a Pamplona),
adoptando el nombre clave de «el Director». Este continuó con el proyecto de
constituir una Junta Militar presidida por el general Sanjurjo, y comenzó a
redactar y difundir una serie de circulares o «Instrucciones reservadas» en las que
fue perfilando la compleja trama que llevaría adelante el golpe de Estado.76 La
primera de las cinco instrucciones la dictó el 25 de mayo y en ella ya apareció la
idea de que el golpe tendría que ir acompañado de una violenta represión.77
Mapas que representan los planes esbozados por Mola para dar el golpe de Estado que
derribase a la Segunda República.
A principios de julio de 1936 la preparación del golpe militar estaba casi
terminada, aunque el general Mola reconocía que «el entusiasmo por la causa no ha
llegado todavía al grado de exaltación necesario» y acusaba a los carlistas de
seguir poniendo dificultades al continuar pidiendo «concesiones inadmisibles». El
plan del general Emilio Mola era un levantamiento coordinado de todas las
guarniciones comprometidas, que implantarían el estado de guerra en sus
demarcaciones, comenzando por el Ejército de África, que entre los días 5 y 12 de
julio realizó unas maniobras en el Llano Amarillo donde se terminaron de perfilar
los detalles de la sublevación en el Protectorado de Marruecos. Como se preveía que
en Madrid era difícil que el golpe triunfase por sí solo (la sublevación en la
capital estaría al mando del general Fanjul), estaba previsto que desde el norte
una columna dirigida por el propio Mola se dirigiera hacia Madrid para apoyar el
levantamiento de la guarnición de la capital. Y por si todo eso fallaba también
estaba planeado que el general Franco, después de sublevar las islas Canarias, se
dirigiría desde allí al Protectorado de Marruecos a bordo del avión Dragon Rapide,
fletado en Londres el 6 de julio por el corresponsal del diario ABC Luis Bolín
gracias al dinero aportado por el financiero Juan March, para ponerse al frente de
las tropas coloniales, cruzar el estrecho de Gibraltar y avanzar sobre Madrid.8182
Los generales Sanjurjo y Mola, considerados los principales artífices del Golpe de
Estado de 1936. El fallecimiento de ambos, en 1936 y 1937 respectivamente,
posibilitó el liderazgo del bando sublevado por Francisco Franco.
El 17 de julio por la mañana en Melilla, los dos coroneles y otros oficiales que
estaban al tanto del alzamiento militar se reúnen en el departamento cartográfico y
trazan los planes para ocupar el 18 los edificios públicos, planes que comunican a
los dirigentes falangistas. Uno de los dirigentes locales de la Falange informa al
dirigente local de Unión Republicana, llegando esta información al General
Romerales, Comandante Militar de Melilla, que a su vez informa a Casares Quiroga.
Romerales envía por la tarde una patrulla de soldados y guardias de asalto a
registrar el departamento cartográfico. El coronel al mando del mismo retrasa el
registro y llama al cuartel de la Legión, desde donde le envían un grupo de
legionarios. Ante estos, la patrulla se rinde y los sublevados proceden a arrestar
a Romerales (que fue fusilado junto con el delegado del gobierno y el alcalde de
Melilla que se habían resistido a la rebelión), proclaman el estado de guerra e
inician anticipadamente el levantamiento, informando a sus compañeros del
protectorado de Marruecos que habían sido descubiertos. Esto hizo que se adelantase
en Marruecos la fecha prevista.86 En los tres días siguientes el golpe se extendió
a las guarniciones de la península, Canarias y Baleares.
Así pues, el resultado del levantamiento era incierto pues tuvo éxito en unos
sitios y fracasó en otros, por lo que España quedó dividida en dos zonas: una
controlada por los militares que se habían alzado contra la República (la zona
sublevada) y otra que permaneció fiel al gobierno (la zona republicana).
Aproximadamente un tercio del territorio español había pasado a manos rebeldes, con
lo que ninguno de los dos bandos tenía absoluta supremacía sobre el otro. La
intentona de derrocar de un golpe a la República había fracasado estrepitosamente.
Ambos bandos se prepararon para lo inevitable: un enfrentamiento que iba a
desangrar España durante tres largos años. La guerra civil española acababa de
empezar.
También desde la ciudad condal se organizó una expedición a las islas Baleares, de
las que solo Menorca continuaba republicana. La operación iniciada el 8 de agosto
al mando del capitán Bayo tuvo un éxito inicial al conseguir ocupar una franja de
la costa de Mallorca, pero el desembarco de Mallorca acabó en un completo
fracaso.101 Otro fracaso fue la ofensiva de Córdoba, «donde la situación estaba
indecisa, lo que constituyó una de las pocas iniciativas estratégicas
republicanas». Fue organizada desde Albacete por el general Miaja, cuyo jefe de
Estado Mayor era el teniente coronel José Asensio Torrado, pero el avance se detuvo
pronto (el general Miaja situó su cuartel general en Montoro) y los republicanos no
pudieron reconquistar la Andalucía occidental, en manos de los sublevados
especialmente después de la llegada de las primeras unidades procedentes del
Protectorado de Marruecos.101
La rapidez con que cayeron una tras otra las poblaciones en el avance por
Extremadura y el Tajo se debió fundamentalmente a que el Ejército de África estaba
integrado por las tropas mejor entrenadas y curtidas en combate (legionarios y
regulares), quizá las únicas verdaderamente profesionales en los primeros caóticos
meses de guerra.105 En cambio las fuerzas republicanas estaban integradas en su
mayoría por milicianos a los que les faltaba adiestramiento militar. «Eran
indisciplinadas y tendían a huir, presas del pánico, abandonando las armas, las
cuales constituían fusiles y piezas sueltas de artillería, dado que el desbarajuste
originado en la capital por la sublevación no permitía una adecuada planificación
militar. En julio y agosto se perdió mucho material militar. En contraste, los
sublevados se armaban cada vez más con material extranjero, aparte del que tomaban
al enemigo».103 Además los milicianos, cuya inmensa mayoría procedía de las
organizaciones obreras y los partidos de izquierda, desconfiaban de los militares
profesionales que pretendían mandarlos y por motivos ideológicos rechazaban la
disciplina y la organización militares, a excepción de los comunistas que
propugnaban la completa militarización de las milicias y la creación de un Ejército
Popular siguiendo el modelo del Quinto Regimiento organizado por ellos.106
Visita a las ruinas del Alcázar de Toledo por Francisco Largo Caballero en 1936
(izquierda) y por Heinrich Himmler y el general Moscardó en 1940 (derecha).
El 21 de septiembre el Ejército de África tomaba el pueblo de Maqueda, a menos de
60 kilómetros de Madrid. Ese mismo día se reunían los generales sublevados en una
finca de los alrededores de Salamanca para nombrar al general Franco como mando
único y supremo de las fuerzas sublevadas. Una semana después volverían a reunirse
para dilucidar el mando político. En ese intervalo de tiempo, el general Franco
decidió desviar hacia Toledo las columnas que avanzaban hacia Madrid para levantar
el asedio del Alcázar de Toledo, donde guardias civiles y algunos pocos cadetes de
la Academia de Infantería al mando del director de la Escuela Central de Educación
Física, el coronel José Moscardó, llevaban dos meses resistiendo los ataques
republicanos.107 Esta decisión, que según algunos historiadores hizo perder a los
sublevados la posibilidad de tomar Madrid antes de que se organizase su defensa,108
ha suscitado un debate entre los historiadores. Para una buena parte de ellos fue
una decisión más política que militar, pues afianzó el prestigio del general Franco
ante sus compañeros cuando se estaba discutiendo ya el mando único político.108 «El
Alcázar encerraba un tesoro de legitimidad simbólica: academia militar, los
sitiados resistían en medio de las ruinas, con los muros de la poderosa fábrica
medio destruidos, refugiados en los sótanos. Con su liberación, Franco recibió un
enorme capital político: el Alcázar era el símbolo de la salvación de España que,
como una mártir, resucitaba del sepulcro al que la habían conducido sus
enemigos».109 Además tuvo un enorme valor propagandístico para la causa de los
sublevados. «Del Alcázar se hizo posteriormente un mito por los franquistas, cuyos
principales extremos —el episodio de los diálogos de Moscardó y su hijo en manos de
los asediadores, por ejemplo— están hoy absolutamente desacreditados».108 Sin
embargo algunos historiadores afirman que también tuvo una motivación militar.
«Parece convincente la explicación usual: el compañerismo militar y el valor
propagandístico de rescatar a los asediados en el Alcázar imponían levantar el
asedio cuanto antes. Es posible que hubiera motivos políticos, no separados de la
ambición de Franco de ser generalísimo y jefe civil, que impusieran ese gesto
heroico. Ahora bien, el hecho de tomar primero Toledo podía justificarse
militarmente: asegurar esta ciudad permitiría atacar Madrid desde el sur y el este,
protegiendo los flancos por el Tajo y contando con dos carreteras de primera
categoría en lugar de una».107 El mismo día que era levantado el asedio, el 28 de
septiembre, el general Franco era nombrado por sus compañeros de sublevación no
solo «generalísimo de las fuerzas nacionales de tierra, mar y aire», sino también
«jefe del Gobierno del Estado Español, mientras dure la guerra».108
Mientras se iniciaba la batalla del Jarama, se producía la toma de Málaga por los
sublevados el 8 de febrero de 1937, gracias especialmente a la intervención de las
unidades motorizadas de la división de milicias fascistas italianas («legionari»
del CTV, Corpo di Truppe Volontarie) que había comenzado a llegar a España dos
meses antes enviada por Mussolini, imbuido de la idea de que el soldado fascista
era muy superior al combatiente «rojo». El ataque había comenzado el 14 de enero de
1937 avanzando desde Ronda por el norte, siguiendo la carretera costera avanzando
hacia Marbella por el oeste (con el apoyo de los dos modernos cruceros Baleares y
Canarias que bombardeaban desde el mar y contra los que poco podían hacer los
destructores y los más viejos y peor armados cruceros republicanos) y desde Granada
hasta Alhama por el noreste. Aunque las milicias republicanas consiguieron contener
el ataque tierra adentro, el día 5 de febrero convergieron varias columnas sobre
Málaga encabezadas por las fuerzas italianas. Esto obligó a retirarse a las
milicias a la capital pero allí faltas de mandos, de fortificaciones para la
defensa y del apoyo de la flota republicana no tuvieron más remedio que emprender
la huida hacia el este por la carretera costera de Málaga y Almería acompañadas de
miles de civiles mientras eran ametrallados y bombardeados por la aviación italiana
y los barcos de guerra de los sublevados. A los pocos días los sublevados llegaban
a Motril haciendo numerosos prisioneros y obteniendo grandes cantidades de
material.121 «Para el Gobierno republicano, la derrota demostró una profunda
ineficacia y una falta de energía moral y señaló el comienzo de la decepción de los
comunistas con respecto a la actuación de Largo Caballero como Jefe de Gobierno y
ministro de la Guerra. Las salpicaduras llegaron a los mandos que Largo había
nombrado, los cuales fueron procesados como resultado de las investigaciones
llevadas a cabo después del desastre».122
«Con la ayuda rusa la República había podido responder a la amenaza que suponía la
llegada de armamento desde Italia y Alemania para el bando nacional. El Ejército
Popular ya no consistía en bandas sueltas de milicianos con improvisados mandos.
Había demostrado saber retirarse a fortificaciones preparadas, resistiendo con
pequeñas retaguardias a la espera de refuerzos. Responder a esta técnica iba a
exigir otras capacidades de las que poseía el CTV».124
Mapa del entorno donde se desarrolló la batalla de Belchite con indicación de las
situaciones inicial y final.
La segunda ofensiva republicana para aliviar la presión de los «nacionales» en el
Norte llegó tarde pues comenzó el mismo día de la caída de Santander. Esta vez se
desarrolló en el frente de Aragón, que se mantenía prácticamente inalterado desde
el inicio de la guerra cuando las columnas de milicias confederales anarquistas y
del POUM salieron de Cataluña y ocuparon la mitad oriental de Aragón (donde crearon
un ente casi independiente llamado Consejo de Aragón) aunque no consiguieron su
objetivo de conquistar Zaragoza, y que tras los «sucesos de mayo de 1937» habían
sido incorporadas a las unidades regulares del Ejército del Este. El 24 de agosto
comenzó la ofensiva de Zaragoza cuyo propósito era romper el frente y alcanzar la
capital aragonesa, lo que obligaría al general Franco a suspender su ofensiva del
Norte. Al norte del Ebro combatían las divisiones anarquistas y al sur las
comunistas dirigidas por Enrique Líster y los dos generales internacionales Walter
y Kleber. Después de la toma de los pueblos de Codo y Quinto cercaron Belchite el
día 26, dando inicio a la batalla de Belchite el hecho bélico más destacado de la
campaña. Los «nacionales» que defendían el pueblo resistieron encarnizadamente
hasta el 3 de septiembre. Cuatro días antes los «nacionales» habían iniciado la
contraofensiva que al norte del Ebro hizo retroceder a las divisiones anarquistas y
al sur en Fuentes de Ebro, un pueblo situado a 26 kilómetros de Zaragoza, consiguió
derrotar a las unidades de tanques soviéticos BT5 y a la XV Brigada
Internacional.134
Infantería del bando sublevado cruzando el Río Llobregat (enero de 1939), durante
la Ofensiva de Cataluña.
Así pues, a partir de la primera semana de enero de 1939 el avance de las tropas
«nacionales» fue prácticamente imparable (gracias de nuevo a la mejor preparación
de sus mandos intermedios —comandantes, tenientes-coroneles y coroneles—, a su
superioridad artillera y aérea por la presencia permanente de la Legión Cóndor y de
la aviación italiana y a que la flota sublevada bombardeó los puertos impidiendo la
llegada de material para las fuerzas republicanas). Los «nacionales» en su avance
hacían cada vez mayor número de prisioneros, lo que «siempre constituye un indicio
de la descomposición de un ejército».156 Artesa de Segre fue tomada el 4 de enero,
Tárrega el 15, el 21 Villafranca del Panadés, el 22 Igualada y el 24 alcanzaron el
río Llobregat. Los destrozados ejércitos republicanos se retiraron hacia la
frontera francesa acompañados por una inmensa muchedumbre de civiles y de
funcionarios y de autoridades que colapsaba las carreteras. El 26 de enero los
«nacionales» sin encontrar apenas resistencia entraban en Barcelona, abandonada por
el gobierno y las autoridades militares que cruzaron la frontera francesa el 5 de
febrero después de celebrar la última reunión de lo que quedaba de las Cortes
republicanas en el castillo de Figueras. Un día antes, el 4 de febrero, los
«nacionales» habían ocupado Gerona.157 El general Vicente Rojo Lluch comparó un año
después desde el exilio lo que había sucedido en Madrid en noviembre de 1936 y lo
que había pasado en Barcelona en enero de 1939:158
¡Qué ambiente tan distinto! ¡Qué entusiasmo entonces! ¡Y qué decaimiento ahora!
Barcelona cuarenta y ocho horas antes de la entrada del enemigo era una ciudad
muerta... [Se] perdió lisa y llanamente porque no hubo voluntad de resistencia, ni
en la población civil, ni en algunas tropas contaminadas por el ambiente.
Entre el 5 y el 11 de febrero los últimos restos de los dos ejércitos republicanos
del GERO cruzaron ordenadamente la frontera deponiendo sus armas y siendo
internados a continuación en campamentos improvisados situados en las playas
francesas a la intemperie.159
En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas
nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. Burgos, 1.º de
abril de 1939, año de la victoria. El Generalísimo. Fdo. Francisco Franco
Bahamonde.
La guerra naval
Artículo principal: Guerra civil española en el mar
A pesar de contar con una flota tan importante, el problema residió en que a lo
largo de la guerra no se consiguieron superar los efectos de la represión que tuvo
lugar en el momento del golpe de Estado de julio de 1936 cuando la marinería y los
suboficiales se rebelaron para impedir que los barcos se sumaran a la sublevación,
ya que la inmensa mayoría de la oficialidad era partidaria del golpe.174 En una
fecha tan avanzada como mayo de 1938, un informe presentado al presidente Juan
Negrín sobre la situación de la flota señalaba la ausencia de eficacia y de
disciplina. «En general la moral ofensiva de los mandos es pequeña y la moral de
combate de las dotaciones es baja». Además, apuntaba la presencia de la quinta
columna franquista tanto en la Flota como en la base naval de Cartagena («Moral
derrotista. Mucho fascista con entera libertad de acción», se decía). Informes
posteriores indicaban que la situación no había mejorado.180
A diferencia de lo que ocurrió con el bando sublevado, que fue apoyado por las
armadas italiana y alemana, la República solo recibió de la URSS cuatro lanchas
torpederas de clase G-5, además de unos pocos mandos y especialistas en submarinos
que, según un informe «reservado y confidencial» presentado al presidente Negrín,
eran «considerados —dentro de la Flota— como huéspedes molestos a los que hay
soportar con amabilidad. Lo mismo ocurre en la base naval de Cartagena».180 Por su
parte, Francia y Gran Bretaña solo participaron en alguna ocasión puntual para
evitar el apresamiento de buques propios por la flota «nacional».
Así pues, por encima de alguna victoria ocasional, como el hundimiento del crucero
Baleares a principios de marzo de 1938 en la batalla del cabo de Palos, «la
realidad era que la marina republicana se había centrado en el servicio de
protección del tráfico mercante, en el mantenimiento de un canal suministrador de
pertrechos de guerra y de alimentos».181 Pero ni siquiera esa función de escolta la
desempeñó con pleno éxito, como se señalaba en un informe del servicio secreto
republicano (SIM) de enero de 1939 en el que después de afirmar la «notoria
inferioridad» de la marina de guerra republicana respecto de la Marina de los
«nacionales» se decía:180
Lo cierto es que la Marina de Guerra facciosa se ha incrementado sin hostilización
por nuestra parte... y que su Marina Mercante navega sin contratiempos por todos
los mares, en tanto la nuestra, perseguida y prácticamente indefensa, es presa
fácil de los facciosos.
Al principio de la Guerra Civil, la marina del bando sublevado era muy inferior a
la marina gubernamental pues solo contaba con el acorazado España (botado en 1913 y
que en julio de 1936 se encontraba en dique seco); los cruceros ligeros República,
rebautizado como Navarra, (botado en 1920 pero que se encontraba en reparaciones y
no entró en servicio hasta muy avanzada la guerra, en agosto de 1938), y el
Almirante Cervera (botado en 1928); el destructor Velasco (botado en 1923); cinco
torpederos; tres cañoneras y cinco guardacostas. Pero esta inferioridad se vio
compensada muy pronto gracias al control de los sublevados del principal astillero
de la marina en Ferrol donde estaba prácticamente terminado el crucero pesado
Canarias —que entró en servicio en septiembre de 1936— y otro, el Baleares, a punto
de ser entregado (entró en servicio en diciembre de 1936), junto con los dos únicos
dragaminas de España (de la Clase Júpiter, el Júpiter, que entró en servicio a
principios de 1937, y el Vulcano, que entró en servicio a finales de ese mismo
año).178183
Acceso a un refugio antiaéreo en Valencia, una de las ciudades más castigadas por
los bombardeos.
Así en cuanto a las ciudades más devastadas por los bombardeos la lista la
encabezan las tres principales ciudades republicanas, Barcelona, Madrid y Valencia,
seguidas por Tarragona, Reus, Lérida, Badalona, Granollers, Gerona, San Feliu de
Guíxols, Palamós, Figueras, Colera, Portbou y Perelló en Cataluña; Alicante,
Sagunto, Gandía, Denia y Cartagena en la costa de Valencia y Murcia; y en Vizcaya
Durango y Guernica, esta última convertida en el símbolo de las atrocidades de los
bombardeos del bando sublevado, y que tuvo un enorme impacto a nivel
internacional.191 En cuanto al número de víctimas también existe una enorme
diferencia entre las causadas por los bombardeos republicanos, unas 1100, y las
causadas por los bombardeos del bando franquista, alrededor de 9000 (Barcelona 2500
muertos; Madrid, 2000; Valencia, cerca de 1000; Alicante cerca de 500; Durango,
Guernica, Lérida, Tarragona, Granollers, Figueras y Cartagena más de doscientos
muertos cada una; Bilbao, Reus, Badalona y Alcañiz cerca de 200; Játiva más de 100
muertos; y pequeños pueblos cuyos muertos fueron inferiores a este número).192
Otros hitos de la guerra aérea durante la guerra civil española son que durante la
misma probablemente se efectuó el primer puente aéreo de la historia; que en los
aviones de caza empezó a primar el techo y la velocidad lo que supuso el fin de los
biplanos y además se demostró su importancia para el dominio del aire y evitar así
los bombardeos enemigos (incluso por la noche); que se realizaron ataques aéreos a
unidades navales, en puerto y en el mar; que se emplearon aviones de bombardeo en
picado para lanzar víveres y mensajes de ánimo a posiciones sitiadas, como el
Alcázar de Toledo o el Santuario de Santa María de la Cabeza, y para los
«bombardeos ideológicos», mediante el lanzamiento de octavillas y soflamas a las
ciudades que estaban en la retaguardia, como el «bombardeo del pan» sobre Alicante.
Desde el Cuartel General del Generalísimo el nuevo asesor de Franco Ramón Serrano
Súñer (cuñado del «caudillo» y antiguo diputado de la CEDA que había llegado a
Salamanca evadido de la «zona roja») propició un acercamiento entre la Comunión
Tradicionalista y Falange Española y de las JONS con vistas a su fusión, pero las
diferencias ideológicas y políticas que les separaban eran casi insalvables (pues
eran las que separaban el tradicionalismo del fascismo), y además había otro
obstáculo que era innegociable: que al frente del «partido único» se situara el
propio general Franco. Es decir, que ambas partes tenían que aceptar que la nueva
formación política quedaría supeditada al poder personal del «Generalísmo», vértice
del poder militar y político. Para apoyar esta idea se difundió desde el Cuartel
General de Salamanca el lema Una Patria, un Estado, un Caudillo; copia del lema
nazi Ein Volk, ein Reich, ein Führer ('Un Pueblo, un Imperio, un Líder').205
En España amanece. Arriba España, propaganda falangista que muestra las siluetas de
tres hombres realizando el saludo fascista.
Se produjeron contactos entre falangistas y carlistas pero no fructificaron y todo
el proceso no dejó de crear tensiones en el seno de ambos partidos que se
tradujeron en el caso de los falangistas en los «sucesos de Salamanca» de abril de
1937, durante los cuales varios falangistas murieron en los enfrentamientos entre
los partidarios de la fusión y de la supeditación al poder militar (encabezados por
Sancho Dávila y Agustín Aznar) y los contrarios a ella (encabezados por Manuel
Hedilla).206
Finalmente, el Cuartel General de Franco decidió actuar, y el mismo día en que los
falangistas contrarios a la fusión celebraron un Consejo Nacional en el que
eligieron a Manuel Hedilla como «jefe nacional», el domingo 18 de abril,207 el
propio general Franco anunció que se iba a promulgar al día siguiente un Decreto de
Unificación de Falange y la Comunión Tradicionalista, que pasaban a estar ahora
bajo su jefatura directa como «jefe nacional» del mismo.208
Dos meses antes, el 3 de junio, en plena Campaña del Norte el general Mola, el
«director» de la conspiración militar que había dado el golpe de Estado de julio de
1936 con el que comenzó la Guerra Civil, moría cuando el avión en el que viajaba se
estrelló en una colina del pueblo de Alcocero, cerca de Burgos.213 Mola solía
emplear el avión con frecuencia en sus desplazamientos y no existen pruebas de que
hubiera sabotaje, aunque la muerte favorecía claramente a Franco al eliminar al
«director» como rival.213 El embajador alemán escribió poco después: «Sin duda
Franco se siente aliviado por la muerte del general Mola».214
En octubre de 1937 fueron nombrados por el «Generalísmo» Franco los 50 miembros del
Consejo Nacional de FET y de las JONS, pero no pasó de ser un órgano meramente
consultivo.215 Lo mismo se podía decir de la FET y de las JONS, cuya única
actividad quedaba reducida en la práctica a efectuar propaganda.216 Sin embargo,
los dirigentes de Falange ocuparon muchos de los puestos más importantes en la
administración del «Nuevo Estado» y en el partido.214
Según Julián Casanova el fascismo y el catolicismo fueron las dos ideologías sobre
cuya amalgama se construyó el «Nuevo Estado». El proceso de fascistización era
evidente por la exaltación del líder, el «Caudillo», como el Führer o el Duce; el
saludo brazo en alto establecido como «saludo nacional»; los uniformes y la
simbología falangista; etc. Y al mismo tiempo proliferaban los ritos y
manifestaciones religiosas católicas como las procesiones, las misas de campaña o
las ceremonias político-religiosas que imitaban supuestas formas medievales.219
El 19 de abril de 1939, diecinueve días después del «último parte» en el que Franco
declaraba «la guerra ha terminado», se celebró en Madrid el desfile de la Victoria
presidido por el «caudillo». Antes de empezar la parada militar el general Varela
le impuso «en nombre de la Patria» a Franco la Gran Cruz Laureada de San Fernando,
«que tanto había ambicionado desde sus campañas africanas y que tuvo que acabar
autootorgándosela» en un decreto firmado por él mismo y que fue leído por el
general conde de Jordana al inicio del acto. Al día siguiente el diario ABC de
Madrid titulaba su crónica: «España, en el gran desfile militar ante el Caudillo,
muestra al mundo el poderío de las armas forjadoras del nuevo Estado». Un mes
después el general Franco ofrendaba su espada de caudillo victorioso a Dios en una
ceremonia celebrada el 20 de mayo en la iglesia madrileña de Santa Bárbara y
presidida por el cardenal primado de Toledo Isidro Gomá.222
Pero el gobierno Giral, a pesar de que el poder real no estaba en sus manos, no
dejó de actuar, especialmente en el plano internacional. Fue este gobierno el que
pidió la venta de armas al gobierno del Frente Popular de Francia, y al no
conseguirla, luego a la Unión Soviética, para lo cual dispuso de las reservas del
oro del Banco de España. En el plano interior destituyó a los funcionarios
sospechosos de apoyar la sublevación y dictó las primeras medidas para intentar
controlar las «ejecuciones» indiscriminadas, arbitrarias y extrajudiciales de
«fascistas» que llevaban a cabo decenas de «tribunales revolucionarios», también
conocidos como «checas», montadas por las organizaciones y partidos obreros que
habían impuesto el «terror rojo» en Madrid y en otros lugares. Así el gobierno
Giral creó los tribunales especiales «para juzgar los delitos de rebelión y
sedición y los cometidos contra la seguridad del Estado». Sin embargo estos
«tribunales populares» no acabaron con las actividades de las «checas» que
siguieron asesinando «fascistas» mediante los «paseos» (detenciones ilegales que
acababan con el asesinato del detenido y cuyo cadáver eran arrojado en una cuneta o
junto a la tapia de un cementerio) o las «sacas» (excarcelaciones de presos que
supuestamente iban a ser puestos en libertad pero que en realidad eran llevados al
paredón).231
Manuel Azaña, Juan Negrín y el general Miaja visitan a las fuerzas de la 46.ª
División, en la Plaza de Cervantes de Alcalá de Henares (noviembre de 1937).
La crisis estalló por los enfrentamientos iniciados en Barcelona el lunes 3 de mayo
de 1937 cuando un destacamento de la Guardia de Asalto por orden de la Generalidad
intentó recuperar el control sobre el edificio de la Telefónica en la plaza de
Cataluña, en poder de la CNT desde las jornadas «gloriosas» de julio de 1936.
Varios grupos anarquistas respondieron con las armas y el POUM se sumó a la lucha.
En el otro bando, la Generalidad y los comunistas y socialistas unificados en
Cataluña bajo un mismo partido (el PSUC) hicieron frente a la rebelión, que ellos
mismos habían provocado, y la lucha se prolongó varios días. El viernes 7 de mayo
la situación pudo ser controlada por las fuerzas de orden público enviadas por el
gobierno de Largo Caballero desde Valencia, ayudadas por militantes del PSUC,
aunque la Generalidad pagó el precio de que le fueron retiradas sus competencias
sobre orden público.240 El enfrentamiento en las calles de Barcelona fue relatado
por el británico George Orwell en su Homenaje a Cataluña.
La política del nuevo gobierno tuvo cinco ejes fundamentales, algunos ya iniciados
por Largo Caballero: la culminación de la formación del Ejército Popular244 y el
desarrollo de la industria de guerra (lo que llevó al gobierno a trasladarse de
Valencia a Barcelona en noviembre de 1937 para, entre otras razones, «poner en
pleno rendimiento la industria de guerra» catalana);138 la continuación de la
recuperación por el gobierno central de todos los poderes, con la justificación de
que la dirección de la guerra así lo reclamaba (fue disuelto el Consejo de Aragón,
último baluarte de la CNT; el traslado del gobierno de Valencia a Barcelona para
«asentar definitivamente la autoridad del gobierno en Cataluña» relegó al gobierno
de la Generalidad de Lluís Companys a un papel secundario).245 mantenimiento del
orden público y la seguridad jurídica (con Zugazagoitia en Gobernación e Irujo en
Justicia, se redujeron las ejecuciones «extrajudiciales» y las actividades de las
«checas», pero en la «desaparición» del líder del POUM el gobierno dejó hacer a los
comunistas y a los agentes soviéticos del NKVD);246 se dieron garantías a la
pequeña y mediana propiedad;247 se intentó cambiar la política de «no-intervención»
de Gran Bretaña y Francia por la de mediación en el conflicto, para que presionaran
a Alemania e Italia y cesaran en su apoyo a los sublevados, con el objetivo final
de alcanzar una «paz negociada», pero no se consiguió nada.248 El gran derrotado de
esta línea política fue el sindicalismo, tanto el de la UGT y como el de la CNT.249
Por el contrario, los que resultaron más reforzados fueron los comunistas, de ahí
la acusación lanzada contra Negrín de ser un «criptocomunista».
Juan Negrín pasa revista a los combatientes antes de la batalla del Ebro (1938).
Poco antes de que finalizara la batalla del Ebro se produjo otro hecho que también
fue determinante para la derrota de la República, esta vez procedente del exterior.
El 29 de septiembre de 1938 se firmaba el Acuerdo de Múnich entre Gran Bretaña y
Francia, por un lado, y Alemania e Italia, por otro, que cerraba toda posibilidad
de intervención de las potencias democráticas a favor de la República. De la misma
forma que ese acuerdo supuso la entrega de Checoslovaquia a Hitler, también supuso
abandonar a la República española a los aliados de nazis y fascistas.154 De nada
sirvió que en un último intento desesperado de obtener la mediación extranjera
Negrín anunciara ante la Sociedad de Naciones el 21 de septiembre, una semana antes
de que se firmara el Acuerdo de Múnich, la retirada unilateral de los combatientes
extranjeros que luchaban en la España republicana, aceptando (sin esperar a que los
«nacionales» hicieran lo propio) la resolución del Comité de No Intervención, que
proponía un plan de retirada de voluntarios extranjeros de la guerra de España. El
15 de noviembre de 1938, la víspera del fin de la batalla del Ebro, las Brigadas
Internacionales desfilaban como despedida por la avenida Diagonal de Barcelona. En
el campo rebelde, por su parte, en octubre de 1938, seguros ya de su superioridad
militar y de que la victoria estaba cerca, decidieron reducir en un cuarto las
fuerzas italianas.251
La idea partió del gobierno francés, consciente de que, ya que no podían ayudar a
la República (porque ello supondría abrir un gran conflicto interno en la sociedad
francesa y además enturbiaría las relaciones con su aliado «vital», Gran Bretaña),
al menos podrían impedir la ayuda a los sublevados. El gobierno británico se sumó
enseguida al proyecto, aunque el mismo «ponía en el mismo plano a un Gobierno legal
y a un grupo de militares rebeldes».261 El primer ministro galo, el socialista Léon
Blum, tras denegar a los negociadores de Largo Caballero el paso del armamento
adquirido por la República española a través de territorio francés, llegó a
exclamar: «¡Es un crimen el que todos estamos cometiendo con España!».262
Entrada de las tropas del general Mola en San Sebastián (12 de septiembre de 1936).
El desfile estuvo encabezado por las banderas nacionales acompañadas por las de
Italia y de Alemania, las dos potencias fascistas que apoyaban a los sublevados.
Una postal italiana de 1937 celebrando el avance de los fascistas hacia Barcelona.
Los combatientes alemanes, italianos y portugueses eran soldados regulares a los
que se les proporcionaba una paga en su país de origen, aunque la propaganda de los
sublevados siempre los presentó como «voluntarios». Los voluntarios genuinos fueron
unos mil o mil quinientos hombres, entre los que destacaron la Brigada Irlandesa
del general Eoin O'Duffy, integrada por unos 500-900 efectivosd que habían venido a
combatir a España para «librar la batalla de la cristiandad contra el comunismo»
(aunque solo participaron en la batalla del Jarama y unos meses después volvieron a
Irlanda), y 300-500 franceses de la organización ultraderechista Croix-de-feu
(luego convertida en el Partido Social Francés) que constituyeron el batallón
Jeanne d'Arc.268e También hubo voluntarios de la Guardia de Hierro rumana, que
acudieron para la «batalla contra la bestia de color escarlata del Apocalipsis». En
menor medida, combatieron entre los sublevados algunos rusos blancos, así como
ultraderechistas, católicos y antisemitas de toda Europa.271 También hay que contar
entre los extranjeros que participaron en el bando sublevado a los miles de
marroquíes del Protectorado español de Marruecos que fueron enrolados de forma
intensiva en las tropas de Regulares del Ejército de África a cambio de una
paga.265
La propaganda franquista dijo que el oro del Banco de España (al que llamó el «oro
de Moscú») había sido robado por la República y entregado a Stalin sin
contrapartidas,288 pero las investigaciones de Ángel Viñas han demostrado que el
«oro de Moscú» se gastó en su totalidad en compras de material bélico. Por su parte
el Banco de Francia adquirió 174 toneladas de oro, una cuarta parte del total de
las reservas, por las que pagó a la Hacienda republicana 195 millones de dólares.
En total, entre el «oro de Moscú» (tres cuartas partes de las reservas del Banco de
España) y el «oro de París» (una cuarta parte, del que la propaganda franquista
nunca habló) las autoridades republicanas obtuvieron 714 millones de dólares que
fue el coste financiero de la Guerra Civil para la República. En Rusia no quedó
nada del oro español y las reservas estaban prácticamente agotadas en el verano de
1938. El problema fue que debido a la política de «no intervención» en muchas
ocasiones los emisarios de la República fueron estafados por los traficantes de
armas que les vendieron equipos obsoletos a precios mucho mayores del coste
real.289 Los gobiernos republicanos también fueron estafados por la propia Unión
Soviética, como ha señalado Gerald Howson, o por Polonia y otros países que
abusaron de la precaria situación republicana para venderles «chatarra bélica».290
Por su parte el bando sublevado, como no contaba con oro, sufragó la mayor parte
del coste de la guerra (unos 700 millones de dólares, una cantidad similar a la
gastada por la República) mediante créditos obtenidos de Italia y de Alemania.291
La Alemania nazi se cobró una parte del material de guerra que suministró «en
especie» (un sistema ideado por Hermann Goering) con alimentos, materias primas y
minerales españoles que llegaban a Alemania a través de dos compañías creadas con
tal fin (HISMA y ROWAK). Algo parecido ocurrió con Italia, por lo que las dos
potencias fascistas sustituyeron a Francia y Gran Bretaña como los primeros
clientes comerciales de España.292 Asimismo los sublevados también obtuvieron ayuda
económica y financiera de empresas y hombres de negocios de Gran Bretaña, Francia y
los Estados Unidos, especialmente de aquellos que más simpatizaban con la «causa
nacional» (por ejemplo, las empresas norteamericanas y británicas Texaco y Shell
les vendieron a crédito petróleo durante toda la guerra)293 o que poseían intereses
comerciales en España (como la corporación norteamericana ITT, que aportó al menos
10 millones de dólares y facilidades crediticias a cambio de conservar sus
monopolios de telecomunicaciones en el país).294 El bando sublevado también recibió
ayuda financiera de españoles ricos como Juan March, que aportó 15 millones de
libras esterlinas, o del exrey Alfonso XIII, que donó 10 millones de dólares.295296
Retrato del obispo de Vitoria Mateo Múgica, quien denunciaría ante la Santa Sede
los crímenes cometidos por los sublevados, reprochando el silencio y la pasividad
de las autoridades eclesiásticas españolas. Fue obligado a renunciar y a partir al
exilio por la Junta de Defensa Nacional en 1936.
Se planteó un grave problema para la idea de «cruzada» defendida por el bando
sublevado cuando el Partido Nacionalista Vasco (PNV), un partido católico,
permaneció fiel a la República (por lo que en el País Vasco republicano, que
comprendía Vizcaya y Guipúzcoa, no hubo persecución religiosa, ninguna iglesia fue
incendiada ni clausurada y el culto católico se desarrolló con normalidad), lo que
debilitaba la concepción de la Guerra Civil como una «cruzada». Por eso el 6 de
agosto de 1936, solo tres semanas después del golpe de julio, el obispo de Vitoria
(cuya diócesis abarcaba entonces también Vizcaya y Guipúzcoa, además de Álava)
Mateo Múgica y el obispo de Pamplona Marcelino Olaechea, publicaron conjuntamente
una «Instrucción Pastoral» (que en realidad había sido escrita por el cardenal
primado de Toledo Isidro Gomá) en la que instaban a los nacionalistas vascos a que
pusieran fin a su colaboración con la República.304 En la «instrucción pastoral», y
en otros escritos posteriores del cardenal Gomá sobre la «cuestión vasca», se hace
referencia a los sacerdotes asesinados en las primeras semanas de la guerra por los
«nacionales», y no por los «rojos», y cuya muerte en cierta forma justifica por ser
«separatistas». El asesinato de estos sacerdotes motivó las protestas del obispo de
Vitoria Mateo Múgica Urrestarazu que fue respondida por la Junta de Defensa
Nacional con la exigencia al Vaticano de que fuera destituido de su obispado y
abandonara España, a pesar de haber apoyado el «alzamiento» (el 14 de octubre de
1936 el obispo Múgica salió camino del exilio).305 Esta «cuestión vasca» reapareció
cuando el País Vasco republicano fue ocupado por los «nacionales» en junio de 1937,
a causa de que la represión también incluyó a numerosos sacerdotes vascos
«separatistas» que fueron encarcelados por el delito de «rebelión».306
Fotografía del Cardenal Gomá, autor y promotor de la Carta colectiva de los obispos
españoles con motivo de la guerra en España en la que dieron apoyo y justificación
la causa del bando sublevado.
Dos meses después se hizo pública la Carta colectiva de los obispos españoles con
motivo de la guerra en España que fue redactada por el cardenal primado de Toledo
Isidro Gomá a instancias del «Generalísimo» Francisco Franco que le pidió el 10 de
mayo de 1937 que, dado que el episcopado español le apoyaba, publicara «un escrito
que, dirigido al episcopado de todo el mundo, con ruego de que procure su
reproducción en la prensa católica, pueda llegar a poner la verdad en su punto».307
La «verdad» que pretendía el general Franco que se difundiera en este documento
estaba destinada a contrarrestar la condena hecha por amplios sectores del
catolicismo europeo y americano más avanzado de los asesinatos cometidos por los
«nacionales» de catorce sacerdotes en el País Vasco y de miles de obreros y
campesinos en toda la zona sublevada, además de su rechazo a considerar a la guerra
civil española como una cruzada o guerra santa.308
Milicianos vestidos con ropas litúrgicas tras el saqueo de una iglesia. Madrid,
1936.
Sobre todo durante los primeros meses de la guerra en la zona republicana se desató
una salvaje persecución religiosa con asesinatos, incendios y saqueos cuyos autores
fueron «los extremistas, los incontrolados y los delincuentes comunes salidos de
las cárceles que se les sumaron», todo ello inmerso en la ola de violencia desatada
contra las personas y las instituciones que representaban el «orden burgués» que
quería destruir la revolución social española de 1936 que se produjo en la zona
donde el alzamiento militar fracasó.299 «Durante varios meses bastaba que alguien
fuera identificado como sacerdote, religioso o simplemente cristiano militante,
miembro de alguna organización apostólica o piadosa para que fuera ejecutado sin
proceso».318
Fotografía del Cardenal Vidal, obispo de Tarragona, quien destacó por mantenerse
neutral y abogar por una reconciliación entre enemigos, así como por reclamar que
la Iglesia tampoco debería posicionarse a favor de ningún bando. Se negó a firmar
la Carta Colectiva de los Obispos tachándola de propaganda, lo que le valió el
exilio al terminar la guerra.
Sin embargo, a pesar de todas estas iniciativas, la Iglesia y el culto católico en
la zona republicana, excepto en el País Vasco, habían desaparecido. En un informe
interno presentado ante el Consejo de Ministros el 7 de enero de 1937 el ministro
católico sin cartera del PNV Manuel Irujo denunció que en el «territorio leal»
«todas las iglesias se han cerrado al culto, el cual ha quedado total y
absolutamente suspendido». Asimismo, afirmaba Irujo, «todos los conventos han sido
desalojados y suspendida la vida religiosa en los mismos» y «sus edificios, objetos
de culto y bienes de todas clases fueron incendiados, saqueados, ocupados o
derruidos». «Sacerdotes y religiosos han sido detenidos, sometidos a prisión y
fusilados sin formación de causa por miles, hechos que, si bien amenguados,
continúan aún».329 Acabado su informe Irujo pidió al resto de miembros del gobierno
de Largo Caballero que aprobaran el restablecimiento de la libertad de conciencia y
de la libertad de cultos reconocida en la vigente Constitución de 1931, pero su
propuesta fue rechazada por unanimidad por entender que la opinión pública lo
desaprobaría debido al alineamiento de la Iglesia católica con el bando sublevado,
además de aducir el viejo (y falso) argumento, pero muy extendido, de que desde los
templos se había disparado contra las fuerzas leales y contra «el pueblo».330
Fotografía del Cardenal Segura, quien fue muy crítico con el gobierno republicano
desde antes de la guerra.
La excepción la constituyó el País Vasco republicano pues allí no hubo persecución
religiosa y el culto católico se desarrolló con normalidad. La razón fue que el
Partido Nacionalista Vasco (PNV), un partido católico, permaneció fiel a la
República.304
En el gobierno que formó el socialista Juan Negrín tras los sucesos de mayo de 1937
el católico y nacionalista vasco Manuel Irujo ocupó el Ministerio de Justicia que
era el departamento que tradicionalmente en España se ocupaba de los asuntos
religiosos. El encargo que recibió Irujo de Negrín fue que intentara normalizar la
vida religiosa en la zona republicana.331 El primer fruto de la nueva política fue
la tolerancia al culto doméstico por lo que las misas celebradas en casas
particulares ya no fueron perseguidas ni, con algunas pocas excepciones, daban
lugar a detenciones, a pesar de que en ocasiones se convertían en reuniones
favorables a los sublevados.332
Propaganda y cobertura
Otro de los actos propagandísticos más populares de los sublevados eran los
desfiles militares. Cuando tomaban una ciudad, se festejaba con un gran desfile de
militares, carros blindados y pancartas, con el objetivo de impresionar a la
población y dar una imagen de fuerza y orden. Frecuentemente, representantes de las
potencias fascistas participaban en estos eventos, que también eran promocionados
en sus respectivos países. Como culmen de estos actos, el 19 de mayo de 1939 se
celebró el multitudinario Desfile de la Victoria en la capital, para celebrar el
triunfo de los sublevados en la guerra. Presidido por el general Franco, este
evento serviría para presentar el nuevo Estado y cerrar definitivamente el episodio
de la Guerra Civil.
Al igual que había ocurrido con otros sectores como la industria o la agricultura,
la prensa del momento también se vio afectada por la Revolución Social344. Los
sindicatos se hicieron con el control de imprentas y medios de comunicación y
pronto comenzaron a promover artículos, revistas, carteles y pancartas propagando
los ideales de la CNT-FAI, anticlericalismo y colectivismo autogestionario345346. A
pesar de esto, en ciertas ocasiones el gobierno republicano prohibió algunas de
estas publicaciones que se mostraban críticas o bien de los sectores más radicales
de la revolución. Tal es el caso del periódico de la FAI Nosotros, que fue
clausurado en febrero de 1937. Más que frenar la propaganda anarquista, esto solo
evidenció las disidencias que existían en el núcleo de la Revolución Social, así
como en el propio Gobierno Republicano347.
Barrer España, póster propagandístico del bando sublevado que incita a la represión
contra comunistas, anarquistas, masones, intelectuales y separatistas para
"limpiar" el país.
Posiblemente el más divulgado de los crímenes llevados a cabo por el bando
sublevado, debido a la relevancia del protagonista, sea el del poeta y dramaturgo
Federico García Lorca en el barranco de Víznar en Granada. También adquirió gran
relevancia la masacre de Badajoz, perpetrada por las tropas sublevadas tras la toma
de la ciudad. Por parte del bando republicano el crimen de consecuencias más
trágicas fueron las Matanzas de Paracuellos entre el 7 de noviembre y el 4 de
diciembre de 1936 (presos de las cárceles de Madrid, entre los que se encontraba el
dramaturgo Pedro Muñoz Seca junto otras personas, intelectuales, religiosos,
políticos y militares, que fueron asesinados, la mayoría en la localidad de
Paracuellos de Jarama). Especialmente cruel para la población fue el caso de las
localidades que fueron intermitentemente ocupadas por ambos bandos, con las
consiguientes y repetidas ejecuciones y venganzas.
Retrato del obispo de Jaén, Manuel Basulto Jiménez, una de las víctimas de los
Trenes de la Muerte de Jaén (agosto de 1936).
En la zona bajo control de la República, los enfrentamientos entre milicias y
facciones opuestas también sirvieron de coartada a episodios de represión
sangrientos, como en el caso de las jornadas de mayo de 1937 en Barcelona, narradas
por el escritor inglés George Orwell en su obra Homenaje a Cataluña, basada en su
experiencia de primera mano.
Ruinas de la Iglesia del Colegio de las Escuelas Pías de San Fernando, en el barrio
de Lavapiés, en Madrid. El edificio fue incendiado y destruido al comienzo de la
guerra en 1936.
Por su parte, los delitos de los vencedores nunca fueron investigados ni
enjuiciados. Numerosas voces del ámbito jurídico como Baltasar Garzón (exmagistrado
español de la Audiencia Nacional), Carlos Jiménez Villarejo (fundador de la
asociación Justicia Democrática),26 Raúl Zaffaroni (penalista y magistrado de la
Corte Suprema de Argentina),27 así como diversas asociaciones de víctimas del
franquismo y otros, sostienen que el bando sublevado cometió actos de genocidio y
crímenes contra la humanidad, ya que en la documentación ahora disponible, como los
archivos militares de la época, se demostraría que sus planes incluyeron el
exterminio y persecución sistemática de la oposición política, la violación de las
mujeres de la zona republicana,356357 la imposición de tests físicos y psicológicos
a presos para vincular su ideología con enfermedades mentales o el robo sistemático
de niños a padres republicanos para eliminar la «contaminación» ideológica, a los
que todavía se oculta su verdadera identidad.
Por considerar que dichos actos, por su naturaleza de crímenes contra la humanidad
no pueden prescribir ni ser absueltos, el magistrado-juez Baltasar Garzón inició un
proceso para investigar los hechos, basándose en el que ya había impulsado
infructuosamente contra el exdictador chileno Augusto Pinochet, afirmando que no se
buscaba «hacer una revisión en sede judicial de la Guerra Civil».28 Entre otras
consideraciones, argumentó la acusación de genocidio de acuerdo con el derecho
español,f citando al auto 211/2008 del Juzgado Central de Instrucción número dos
(caso SS-Totenkopf o Genocidio nazi), mediante el cual se consideraba delitos de
genocidio y lesa humanidad los cometidos contra los españoles recluidos en los
campos de concentración nazis con motivaciones políticas o ideológicas.2829358 La
Audiencia Nacional decidió por mayoría de votos y sin hacer ninguna valoración
acerca del carácter delictivo de los hechos denunciados, que el Juzgado Central de
Instrucción número cinco dirigido por Garzón carecía de competencia objetiva para
investigarlos, al considerar extinguida la posible responsabilidad penal de los
investigados a causa de su fallecimiento.359 Los magistrados discrepantes
consideraron que el juzgado sí era competente al ser los hechos investigados
«delitos de lesa humanidad y genocidio», por constituir una «sistemática y masiva
eliminación de adversarios políticos» tras la contienda.360
Consecuencias
Esta guerra, que ha durado 989 días, ha sido una de las luchas intestinas más
largas, sangrientas, costosas y brutales de la historia moderna.
Teniente coronel Henry B. Cheadle, agregado militar de Estados Unidos, 3 de abril
de 1939362
Consecuencias económicas
Puente del ferrocarril sobre el río Llobregat a la altura de Martorell, volado por
los republicanos en retirada.
Fosa común en Estépar, provincia de Burgos, con 26 víctimas del bando republicano.
La excavación tuvo lugar en el mes de julio de 2014.
Vista frontal del Valle de los Caídos, un conjunto monumental construido a partir
de 1940 para dar sepultura a combatientes del bando sublevado y a sus líderes como
Primo de Rivera o el propio Franco. Poco antes de su inauguración en 1959 se
inhumaron también combatientes del bando republicano. Oficialmente contiene los
restos de 33 847 personas de ambos bandos.
El número de muertos en la guerra civil española solo puede ser estimado de manera
aproximada. El bando sublevado estableció una cifra de 500 000, incluyendo además
de los muertos en combate, a las víctimas de bombardeos, ejecuciones y asesinatos.
Estimaciones recientes arrojan esa misma cifra de 500 000 muertos o algo menos, sin
incluir a quienes murieron de malnutrición, hambre y enfermedades engendradas por
la guerra. La cifra de un millón de muertos, a veces citada, procede de una novela
de Gironella, que la justifica entre los 500 000 reconocidos y otros tantos cuya
vida resultó irremediablemente destrozada. Sin embargo, Gerald Brenan escribía ya
en el prólogo de El laberinto español (1943): "Además del millón o dos millones de
muertos, la salud del pueblo se ha visto minada por su secuela de hambre y
enfermedades. Cientos de miles están todavía en la cárcel. Tanto física como
moralmente, España es una ruina".
Relaciones internacionales
El yate Vita, que fue utilizado por Juan Negrín para enviar al extranjero un
valioso cargamento de obras de arte y una enorme colección numismática y de joyería
requisadas por toda España. La embarcación acabó en México, donde se pierde la
pista del cargamento, que nunca regresó.
Última fotografía conocida del poeta Federico García Lorca en una terraza del paseo
de Recoletos en el verano de 1936. Lorca sería fusilado cerca de Granada en agosto
de 1936 y enterrado en una fosa común aún sin descubrir.
La guerra tuvo un impacto significativo en el patrimonio cultural español. Este
conflicto devastador dejó una profunda huella en la historia del país y afectó
negativamente a numerosos aspectos de su legado cultural.
Retrato del Cardenal Tavera, obra de El Greco (hacia 1610). La pintura fue
apuñalada y la cara desgarrada durante el asalto de milicianos armados al Hospital
de San Juan de Toledo en 1936. Aunque pudo ser restaurado con fotografías de la
época, las marcas del incidente aún se pueden apreciar en el lienzo.
Retrato del Cardenal Tavera, obra de El Greco (hacia 1610). La pintura fue
apuñalada y la cara desgarrada durante el asalto de milicianos armados al Hospital
de San Juan de Toledo en 1936. Aunque pudo ser restaurado con fotografías de la
época, las marcas del incidente aún se pueden apreciar en el lienzo.
Ruinas del centro de Éibar después del ataque aéreo sublevado del 25 de abril de
1937.
Durante la guerra civil española de 1936 a 1939, muchos pueblos y ciudades
resultaron total o parcialmente destruidos. Una vez finalizada la guerra, se
constituyó la Dirección General de Regiones Devastadas, que asumió la función de
reconstruirlos.
Cine
Véase Categoría:Películas sobre la guerra civil española377
Realizadas durante la propia guerra, aunque también hubo películas de ficción (las
republicanas Aurora de esperanza —Antonio Sau, Barcelona, 1937—, Barrios bajos —
Pedro Puche, Barcelona, 1937— y Nuestro culpable —Fernando Mignoni, 1938— y cinco
películas nacionales de Benito Perojo y Florián Rey rodadas en los estudios
alemanes de la UFA, de género folclórico —ambiente reconstruido en La niña de tus
ojos, Fernando Trueba, 1998—),378 fueron fundamentalmente de género documental:
Bando republicano:
Frente de Madrid (Edgar Neville, 1939), adaptación de la novela homónima del mismo
autor383384
Sin novedad en el Alcázar (Augusto Genina, 1940) italoespañola
Raza (José Luis Sáenz de Heredia, 1941) con guion del propio Franco
Rojo y negro (Carlos Arévalo, 1942) censurada por su crudeza, a pesar de su
orientación falangista
El santuario no se rinde (Arturo Ruiz Castillo, 1949)
Desde 1975:385Ficción:
Las largas vacaciones del 36 (Jaime Camino, 1975); del mismo autor:
Dragon Rapide, que utiliza como título el nombre del avión en el que Franco salió
de Canarias
El largo invierno
Los niños de Rusia
Una vita venduta (Aldo Florio, 1976)
Las bicicletas son para el verano (Jaime Chávarri, 1984) adaptación de la obra de
Fernando Fernán Gómez
La vaquilla (Luis García Berlanga, 1985)
Réquiem por un campesino español (Francesc Betriu, 1985) adaptación de la novela de
Sender
¡Ay, Carmela! (Carlos Saura, 1990)
Tierra y libertad (Ken Loach, 1995)
Libertarias (Vicente Aranda, 1996)
La hora de los valientes (Antonio Mercero, 1998)
La lengua de las mariposas (José Luis Cuerda, 1999)
El espinazo del diablo (Guillermo del Toro, 2001)
Soldados de Salamina (David Trueba, 2003)
La buena nueva (Helena Taberna, 2008)
La mujer del anarquista (Marie Noelle y Peter Sehr, 2009)
Mientras dure la guerra (Alejandro Amenábar, 2019)
Documental:
Teatro
Bando sublevado:
La obra en árabe 'Yusuf Melik Ispaniya' (يوسف ملك إسبانياYusuf Rey de España) (de Alí Al
Tuma علي عدنان آل طعمة- Sharjah/Emiratos Árabes, 2015) trata de las aventuras de un
Regular durante el conflicto español. Engañado por sus hermanos, Yusuf emprende
escapar del ejército y de España. Es herido durante una batalla, se implica en una
relación prohibida con una española, encarcelado, rehabilitado y llega a ser
sargento en la policía militar y vengarse la injusticia a la que le sometieron sus
hermanos. La obra trata de temas de religión, propaganda de guerra, el orden
colonial y relaciones interculturales. Ganó el 'Premio de Sharjah por la
Creatividad Árabe' del año 2015.
Bando republicano:
A las barricadas399
La Internacional
Bandera Roja
Posteriores a 1975
Flecha
Pelayos (dibujante: Valentín Castany)
Flechas y Pelayos (producto de la fusión de ambas, paralela a la fusión de las
distintos partidos en FET y de las JONS)
Chicos (Jesús Blasco, Emilio Freixas, Alcaide, Tomás)
Bando republicano
Pionero Rojo
En la democracia
Vértice (revista)402
Jerarquía (revista)
Ilustradores: Teodoro y Álvaro Delgado, José Caballero, J.J. Acha, J. Olasagasti y
Carlos Sáenz de Tejada.
Bando republicano
Hora de España
Mono Azul
Fotomontador: Josep Renau.
Cartelista: Carles Fontseré.403
Gran difusión tuvo el sello de ayuda internacional Aidez l'Espagne, de Joan Miró.
Fotografía
La fotógrafa alemana Gerda Taro cubrió el frente de guerra, falleciendo tras ser
arrollada por un tanque en la Batalla de Brunete.
Robert Capa, autor, entre muchas otras, de la polémica instantánea Muerte del
miliciano (identificado como Federico Borrell, pero que podría ser otro de los
muertos en Cerro Muriano el 5 de septiembre de 1936), convertida en icono del siglo
xx.404
Agustí Centelles
Pelayo Más, recopilador de la serie de 169 fotos Martirio del arte y la destrucción
de la Iglesia en la España roja (80 de ellas de Toledo).405
Guglielmo Sandri, teniente del ejército italiano, tomó 4000 fotografías,
recuperadas en 1992.406
Videojuegos
Algunos videojuegos cubren combates de la guerra civil española:
1936, España en llamas, un mod del juego de la Segunda Guerra Mundial, Call of Duty
2.
El juego completo Sombras de guerra.
El juego Hearts of Iron IV.407
Véase también
Simbología del franquismo
Operación Úrsula
Pabellón de la República española
Nombramiento de Francisco Franco como Generalísimo
Nombramiento del general Franco como Jefe del Gobierno del Estado
Prostitución en la guerra civil española
Anexo:Aviones de la Guerra Civil Española
Anexo:Buques utilizados en la Guerra Civil Española
Anexo:Armamento portátil utilizado durante la Guerra Civil Española
Anexo:Tanques en la Guerra Civil Española
1936 Guerra Civil
Notas
Tanto en la zona republicana como en la sublevada, incluyendo el protectorado de
Marruecos, Guinea, Saguia el Hamra, Río de Oro e Ifni.
En el auto por el que queda extinta la responsabilidad penal, se detalla que es
por «delitos contra Altos Organismos de la Nación y la Forma de Gobierno, así como
respecto del delito de detención ilegal con desaparición forzada de personas, en el
contexto de crímenes contra la humanidad».
El 16 de octubre de 2008, fueron imputados altos cargos de la Dictadura por el
entonces magistrado-juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón, acusado de
«presuntos delitos permanentes de detención ilegal, sin dar razón del paradero, en
el contexto de crímenes contra la humanidad».28 El auto llegó a dar por hechos
constados los siguientes:
De lo dicho anteriormente y de los hechos que acontecieron posteriormente al 18 de
julio de 1936, se constata que el alzamiento o insurrección armada que se
materializó en esa fecha, fue una decisión perfectamente planeada y dirigida a
acabar con la forma de Gobierno de España, en ese momento, atacando y ordenando la
detención e incluso la eliminación física de personas que ostentaban
responsabilidades en los altos Organismos de la Nación y ello, como medio o al
menos como paso indispensable para desarrollar y ejecutar las decisiones
previamente adoptadas sobre la detención, tortura, desaparición forzada y
eliminación física de miles de personas por motivos políticos e ideológicos,
propiciando, asimismo, el desplazamiento y exilio de miles de personas, dentro y
fuera del territorio nacional, situación que continuó, en mayor o menor medida,
durante los años siguientes, una vez concluyó la Guerra Civil, y cuya realidad
pretende concretarse en esta investigación, así como los autores, en cada caso, con
el fin de individualizar las conductas y los responsables de las mismas, y resolver
sobre la extinción de su posible responsabilidad penal, de haber fallecido. [...]
La categoría de crimen contra la humanidad parte de un principio básico y
fundamental, que estas conductas agredan en la forma más brutal a la persona como
perteneciente al género humano en sus derechos más elementales como la vida, la
integridad, la dignidad, la libertad, que constituyen los pilares sobre los que se
constituye una sociedad civilizada y el propio Estado de Derecho.
Auto del 16 de octubre de 2008 del Juzgado Central de Instrucción n.º 5 de la
Audiencia Nacional.28
Posteriormente, el 18 de noviembre del mismo año, el mismo tribunal decidió
extinguir su responsabilidad al haberse certificado su fallecimiento.b29
Julián Casanova apunta medio millar de irlandeses,266 sin embargo otros autores
elevan esta cantidad a un número indeterminado entre 700-900 combatientes.267
Julián Casanova menciona 300 combatientes franceses,269 sin embargo otros estudios
apuntan un número superior, en torno a 500.267270
El artículo 607 del Código Penal español exige para que concurra el delito de
genocidio que el autor tenga el «propósito de destruir total o parcialmente un
grupo nacional, étnico, racial, religioso o determinado por la discapacidad de sus
integrantes».
Referencias
Hasta marzo de 1937, cuando pasó a ser el I Cuerpo de Ejército de Euzkadi y
posteriormente XIV Cuerpo de Ejército, denominación que recibió tras su integración
oficial y orgánica en el Ejército Popular de la República con motivo de la política
gubernamental de integrar todas las agrupaciones militares de la zona republicana
bajo una misma organización y dirección.
Hasta principios de 1937, cuando fueron integradas en el Ejército Popular.
Militarizadas en los primeros meses de la guerra.
Hasta principios de 1937, cuando fueron integradas en el Ejército Popular.
Disueltas tras las Jornadas de Mayo de 1937.
«Unidad cívica por la República. Barcelona. Exposición Aviadores de la República».
Desde abril de 1937 como parte de la Milicia Nacional de FET y de las JONS tras el
Decreto de Unificación.
Desde abril de 1937 como parte de la Milicia Nacional de FET y de las JONS tras el
Decreto de Unificación.
Desde abril de 1937 como parte de la Milicia Nacional de FET y de las JONS tras el
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El número de pérdidas es debatible; las estimaciones sugieren que entre 500 000 y
un millón de personas fallecieron. Con los años, los historiadores disminuyeron
estas cifras, y estudios modernos concluyen que 500 000 muertes es la cifra más
acertada. Hugh Thomas, The Spanish Civil War (2001), pp. xviii & 899-901,
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alpargatas los pies, pero no fue en menor medida guerra de religión, de
nacionalismos enfrentados, guerra entre dictadura militar y democracia republicana,
entre revolución y contrarrevolución, entre fascismo y comunismo».
Malefakis, 2006, p. 24. «Aunque una parte de los militares iniciara la contienda,
la guerra no puede definirse —como a veces sigue haciéndose— como la lucha de los
militares —o del Ejército más un puñado de terratenientes ricos y jerarcas
eclesiásticos— contra el resto de la sociedad. Sin el apoyo de muchos españoles —en
especial de las clases medias y altas, pero también de las humildes: millones de
pequeños propietarios y gente religiosa—, el alzamiento no se hubiera convertido en
guerra civil, pese a la mayor eficacia militar con que los rebeldes contaban al
principio»..
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Gil Pecharromán, 1997, p. 121. «A los pocos días de las elecciones, unos ochenta
mil campesinos andaluces, manchegos y extremeños convocados por la FNTT
[socialista], se lanzaron a ocupar las fincas de las que habían sido desalojados en
el invierno de 1934-35 [por los gobiernos radical-cedistas]. Se producía así un
hecho consumado, que obligó al Ministerio de Agricultura a adoptar medidas
oportunas para volver a poner en vigor la legislación del primer bienio».
Gil Pecharromán, 1997, p. 122.
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Casanova, 2007, pp. 162-163.
Juliá, 1999, pp. 112-116. «De esta forma, el gobierno quedó desasistido por sus
aliados naturales y hostigado desde la derecha por una envalentonada oposición
monárquica que arrastraba ya con fuerza a los católicos y desde la izquierda por un
sector del PSOE que, si había renunciado a la revolución esperaba con impaciencia
la hora de sustituir al gobierno republicano por uno exclusivamente socialista»..
Gil Pecharromán, 1997, pp. 126-127.
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Juliá, 1999, p. 115. «Las divisiones que se habían manifestado en el seno del
propio ejército desde la Dictadura... durante la República habían alcanzado un
singular grado de virulencia con la creación de uniones militares enfrentadas por
la cuestión del régimen político [la UME, Unión Militar Española, monárquica; y la
republicana Unión Militar Republicana Antifascista, UMRA, con una influencia mucho
más reducida]».
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Aróstegui, 1997, p. 25. «Azaña y muchos elementos de su partido, y el propio
Casares Quiroga, jefe del gobierno, no creyeron que después de haber neutralizado
con facilidad el golpe de Sanjurjo en 1932 en el ejército hubiera capacidad para
preparar una acción seria, estimando además que tenían controlados a los posibles
cabecillas y que en el caso de que esa rebelión se produjese sería fácil
abortarla».
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acostumbrada a desempeñar un determinado papel político, no tanto desde el poder,
escarmentados por la mala experiencia de la dictadura de Primo de Rivera, sino como
garantes del mantenimiento del orden público e institucional. Culpaban a la
República de su descrédito social y profesional, de la postración del Ejército y,
en última instancia, de todas las desdichas de la nación española"
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Bahamonde y Cervera Gil, 1999, pp. 422-424.
Bahamonde y Cervera Gil, 1999, p. 423.
Bahamonde y Cervera Gil, 1999, pp. 421-422. «la base de Cartagena podría
convertirse, por sus condiciones naturales y su magnífico emplazamiento, en el
bastión sobre el que se asentara cualquier hipótesis de una resistencia
escalonada».
Alpert, 1987, pp. 378-379.
Jorge Martínez Reverte «Guerra contra Hitler. Documentos inéditos prueban que el
coronel Vicente Rojo, jefe del Estado Mayor de la República, propuso al Gobierno de
Negrín que provocara una guerra con la Alemania nazi.» El País, 18 de octubre de
2008; avance de un libro que va a titularse El arte de matar, a publicar en el año
2009.
Bahamonde y Cervera Gil, 1999, p. 424.
Solé i Sabaté y Villarroya, 2003, p. 9.
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Casanova, 2007, pp. 313-315.
Aróstegui, 1997, pp. 69-70.
La guerra civil española, Dir. Edward Malefakis, cap. 6.
Como decía el luchador y pensador anarquista Errico Malatesta: «Yo soy comunista,
estoy a favor del acuerdo y creo que con una descentralización inteligente y un
intercambio continuo de informaciones podrían llegar a organizarse los necesarios
intercambios de productos y satisfacer las necesidades de todos sin recurrir al
símbolo moneda. Como todo buen comunista aspiro a la abolición del dinero, y como
todo buen revolucionario creo que será necesario desarmar a la burguesía,
desvalorizando todos los signos de riqueza que puedan servir para vivir sin
trabajar».
Juliá, 1999, pp. 126-129.
Casanova, 2007, pp. 318-321.
Casanova, 2007, pp. 317; 323-324.
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Juliá, 1999, p. 132.
Juliá, 1999, p. 133.
Casanova, 2007, pp. 328; 332.
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Juliá, 1999, p. 137.
Aróstegui, 1997, p. 98.
Casanova, 2007, pp. 335-336.
Bahamonde y Cervera Gil, 1999, p. 77. «Es verdad que España estuvo “invadida” de
presencia extranjera en los dos bandos, pero fue más la que se observó del lado del
gobierno de Burgos y, sobre todo, ésta persistió hasta el final. Y es indudable que
el argumento que esgrimía Negrín de que el bando nacional no era español, sin ser
ni mucho menos verdad, tenía mucha más razón de ser que cuando Burgos afirmaba que
la España republicana era prácticamente un satélite de Stalin»..
Juliá, 1999, p. 142.
Ansó, Mariano (1976). Yo fui ministro de Negrín. Memorias ineludibles. Planeta. p.
238 y 241. ISBN 84-320-5621-9.
Aróstegui, 1997, p. 40.
Aróstegui, 1997, p. 60.
Casanova, 2007, pp. 261-262.
Casanova, 2007, pp. 273-274. «[A partir del inicio de la batalla de Madrid], la
guerra ya no era un asunto interno español. Se internacionalizó y con ello ganó en
brutalidad y destrucción. Porque el territorio español se convirtió en campo de
pruebas del nuevo armamento que estaba desarrollándose en esos años de rearme,
previos a una gran guerra que se anunciaba [la Segunda Guerra Mundial]»..
«EL ASILO DIPLOMÁTICO: UN CONDICIONANTE DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES DE LA
REPÚBLICA DURANTE LA GUERRA CIVIL Antonio Manuel Moral Roncal Universidad de Alcalá
de Henares». Archivado desde el original el 18 de diciembre de 2009.
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Aróstegui, 1997, p. 42.
Casanova, 2007, p. 278.
Casanova, 2007, p. 277. «De los voluntarios genuinos [que combatieron en las
tropas del ejército de Franco], entre mil y mil quinientos, destacaron los
católicos irlandeses... Sólo combatieron en la batalla del Jarama, en febrero de
1937, donde, dada su inexperiencia militar, no salieron muy airosos y unos meses
después volvieron a su patria. Además de ese medio millar de “camisas azules”
irlandeses, hubo en las tropas de Franco rusos blancos curtidos en la lucha contra
los bolcheviques, un grupo variado de fascistas y antisemitas procedentes de la
Europa oriental y unos trescientos franceses de la ultraderechista Croix de Feu que
constituyeron el batallón Jeanne d'Arc».
Stradling, R. A. «Campo de batalla de las reputaciones: Irlanda y la Guerra Civil
española,». En Paul Preston, ed. La República asediada. pp. 185-224. ISBN 84-8307-
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Casanova, 2007, p. 277.
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tropas del ejército de Franco], entre mil y mil quinientos, destacaron los
católicos irlandeses... Sólo combatieron en la batalla del Jarama, en febrero de
1937, donde, dada su inexperiencia militar, no salieron muy airosos y unos meses
después volvieron a su patria. Además de ese medio millar de “camisas azules”
irlandeses, hubo en las tropas de Franco rusos blancos curtidos en la lucha contra
los bolcheviques, un grupo variado de fascistas y antisemitas procedentes de la
Europa oriental y unos trescientos franceses de la ultraderechista Croix de Feu que
constituyeron el batallón Jeanne d'Arc».
Dewaele, H. (2002). Revista Historia y política: Ideas, procesos y movimientos
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Casanova, 1997, p. 42. «El problema de la evaluación cuantitativa de esas entregas
de armamento sigue en pie y la valoración de su utilidad también»..
José Mª Manrique Lucas Molina Franco, Las armas de la Guerra Civil Española, La
esfera de los libros, ISBN 84-9734-475-8.
Casanova, 2007, p. 273.
El C-6, comandado por el ruso Nikolai Yegipko.
Submarino C-1 Archivado el 9 de noviembre de 2007 en Wayback Machine.. En agosto
de 1936 es nombrado comandante el oficial ruso Burmistrov, que sustituyó al C.C.
Lara.
Para jefe de la flotilla de los tres submarinos, el C-2, el C-4 y el C-6, se nombró
al ruso Burmistrov, pasando el C-6 al mando de su compatriota Eguipko, que aunque
no tengo noticia de que llegara a hundir ningún barco, sí que, por lo menos,
mantuvo a su submarino en actividad hasta el último momento. Ambos alcanzarían el
almirantazgo en la Marina soviética, y Eguipko desempeñaría en los años setenta el
puesto de almirante-jefe de la base de Leningrado.
¡El «Cervera» a la vista!
Casanova, 2007, pp. 274-275.
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Garrido Martin, Aurora; Amalvi, Christian (2013). Españoles durante la Segunda
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«¿Quién financió la Guerra Civil?».
Casanova, 2007, pp. 286-287.
Casanova, 2007, pp. 287-288. «Sin ese petróleo, la maquinaria de guerra del
ejército de Franco no hubiera funcionado, pues Italia y Alemania, como España,
dependían del petróleo angloamericano para sus suministros. Franco recibió 3 500
000 toneladas de petróleo a crédito, más del doble de las importaciones que
consiguió la República, y además algunos de esos magnates del petróleo
entorpecieron el comercio hacia la República y bloquearon los créditos a su sistema
bancario».
Cortada, James W. (2014). La guerra moderna en España. Barcelona: RBA Libros. p.
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Error en la cita: Etiqueta <ref> no válida; no se ha definido el contenido de las
referencias llamadas casanova190
(Casanova 2005; 217)
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Raguer, 2001, pp. 354-358. «Así, por unos pocos días, no fue posible restablecer
el culto público en un punto de la España republicana, ni siquiera en una sola
capilla, antes de la llegada de los “cruzados” vencedores».
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Fotografía oficial del general Queipo para los escaparates y centros oficiales [2]
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«Oficina Comarcal de Regiones Devastadas de Huesca», DARA. Documentos y archivo de
Aragón.
«El Ministerio de Justicia cuelga en Internet el mapa de las fosas de la Guerra
Civil».
«Rubalcaba explicará el mapa de fosas».
«Los ayuntamientos no podrán obviar los lugares de la represión franquista».
««España debería aclarar dónde y quiénes están en las fosas comunes», según la
ONU».
«Estas son las principales medidas de la ley de Memoria Democrática».
La bibliografía sobre la guerra civil española es gigantesca. Se ha dicho que
supera ampliamente a la existente respecto a cualquier otro gran conflicto del
siglo veinte, incluida la segunda guerra mundial, y es cierto. (Carlos Artola:
Reseña de España traicionada). Una búsqueda en Dialnet da 5108 documentos. Una
búsqueda en una librería especializada da 571 libros comercializados a 2 de julio
de 2009.
[4]. En algunas listas se incluyen películas en las que la relación con la guerra
civil es muy lejana: [5]
Caparrós Lera, J. M. La Guerra Civil española en el cine, ABCD las Artes y las
Letras, 15-VII-2006.
Algunas claves acerca de la producción de documentales durante la guerra civil
franquista
«http://cinepolitico.blogspot.com/2007/05/defensores-de-la-fe-russell-palmer-
1938.html».
J. M. Caparrós (op. cit.) hace un cómputo de 45 películas, 14 de ellas en los
primeros años de la posguerra.
«FRENTE DE MADRID 1939: B/N. 91′». Cineteca Nacional. 8 de septiembre de 2007.
Consultado el 31 de diciembre de 2018.
«Ficha de la película - Frente de Madrid». Cervantes Virtual. Consultado el 31 de
diciembre de 2018.
Según el cómputo de J. M. Caparrós (op. cit.): «En cuanto a la visión de los
“perdedores”, en la democracia he contabilizado 44 películas sobre la Guerra Civil,
casi tantas como en cuarenta años de dictadura. Así, en la Transición se produjeron
15 títulos, en la primera época socialista otras 17 películas, en el período del
Partido Popular llegaron a 11, y en la presente etapa del PSOE de momento solo hay
un film de ficción: Iris, de Rosa Vergés.»
Rocío García «Una legendaria venganza contra la miseria. Carlos García Alix
estrena El honor de las injurias, un documental que se adentra en el horror de la
guerra y del fanatismo a través de la figura de Felipe Sandoval, pistolero
anarquista que se quitó la vida en julio de 1936 (sic, es 1939) en un centro de
detención», El País, 8 de noviembre de 2008
[6] Premio al mejor documental en el Festival de Cine de Tribeca (Nueva York). La
película, creada a partir de las cintas caseras que personajes como Joan Salvans y
Alberto Noriega grabaron en esa época, ofrece una visión intimista y poética de las
circunstancias que rodearon el conflicto.
[7] Archivado el 13 de mayo de 2013 en Wayback Machine. Cineteca Nacional de
México.
Véase el ensayo de Maryse Bertrand de Muñoz, en AIH. Actas V (1974). La novelas
recientes de la guerra civil española.en Centro Cervantes
SANZ VILLANUEVA: «Inquietud en el Paraíso», El Cultural [suplemento del diario El
Mundo], 22-XII-2005.
MARTOS, David: «[Juan Eslava Galán: «Lo que toca es acomplejarnos de ser
españoles. ¡No tenemos de qué
avergonzarnos!»http://www.abc.es/cultura/20130505/abcp-juan-eslava-galan-toca-
20130505.html]», ABC, 5 de mayo de 2013.
Maryse Bertrand de Muñoz (1982). José Porrua Turanzas, ed. La guerra civil
española en la novela: bibliografía comentada. España. ISBN 84-7217-114-4 |isbn=
incorrecto (ayuda).
CLEMENTE, Josep Carles: Historias de la Transición: el fin del apagón, 1973-1981.
Editorial Fundamentos, 1994.
Antología Partes de guerra, RBA, 2009: «Cuando reuní los 35 cuentos de 31 autores
de diferentes generaciones, diferentes lugares, que hablan del campo y en la
ciudad, desde el frente y en la retaguardia, la idea era que la antología abarcase
la guerra en su totalidad; y que este libro de relatos llegara a sustituir a esa
novela colectiva sobre la Guerra Civil que no se ha escrito; y no sabemos si alguna
vez se escribirá» (Relatos que suplen la gran novela sobre la Guerra Civil
española, por David González Torres, en Avión de Papel, 15 de febrero de 2009). Los
autores citados son: Ignacio Aldecoa, Bernardo Atxaga, Max Aub, Francisco Ayala,
Arturo Barea, Pere Calders, Juan Campos Reina, Manuel Chaves Nogales, Miguel
Delibes, Jesús Fernández Santos, Juan García Hortelano, Francisco García Pavón,
Rafael García Serrano, Xosé Luis Méndez Ferrín, Ana María Matute, Edgar Neville,
Lino Novás Calvo, Ramiro Pinilla, Fernando Quiñones, Manuel Rivas, Mercè Rodoreda,
Tomás Segovia, Ramón J. Sender, Manuel Talens, Andrés Trapiello, Juan Eduardo
Zúñiga.
«Revista de Literatura n.º 262-263. Especial La LIJ y la Guerra Civil Española».
Vicente Muñoz Puelles, La Perrona, Anaya, 2006; La Guerra de Amaya, Anaya, 2010.
Víctor R. Alfaro, Alejandro y la gorra del tiempo, Origami, 2013.
José María Martínez Cachero Talía en la Guerra Civil: sobre el Teatro de la zona
nacional en cervantesvirtual.
De La Ossa Marínez, Marco Antonio (2009). La música en la Guerra Civil Española.
Tesis doct.dir. J.A.Sarmiento (UCLM). ISBN 978-84-8427-677-7
«Humorisme gràfic — història». Archivado desde el original el 3 de mayo de 2009.
Más noticias de la AACE: «Los cómics y la Guerra Civil», por J. M. Varona «Ché»
«El Arte de la Guerra Civil en España» Consultado el 6 de enero de 2014.
«Aproximación al arte español, 1936–1939 — Manuel García i García». Archivado
desde el original el 13 de octubre de 2008.
Miguel Ángel Villena. «Un documental desmonta el mito del miliciano de Robert
Capa. La sombra del iceberg sostiene que el soldado muerto no es Federico Borrell»,
El País 16 de diciembre de 2008
Con ellas, y con las procedentes del monográfico de 1938 de la revista francesa
L'Illustration se montó por el Arzobispado de Toledo en 2008 la exposición Toledo,
ciudad mártir. 1936
Miguel Mora España, vista por un fascista italiano. El teniente Sandri tomó 4.000
fotografías durante su servicio en la Guerra Civil - El material, rescatado de la
basura, devuelve la memoria de la contienda a Roma, El País 6 de noviembre de 2008;
Álbum de guerra del teniente Sandri (cuatro fotografías en la galería del mismo
artículo).
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Documento: Comunicado de Alfonso XIII. 14 de abril de 1931.
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Documento: Solicitud de conformación de una cooperativa agrícola para explotación
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Documento: POUM: ¡Queremos ganar la guerra! 15 de febrero de 1937
Moscú revela documentos inéditos de Stalin sobre la guerra civil española
Texto de la Constitución de la República Española
La Guerra Civil, 70 años después — Elmundo.es
Historia de España — La Guerra Civil Española (1931–1936) en Historiasiglo20.org
Memoria republicana: «Objetividad y neutralidad en el estudio de la Guerra Civil
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La intervención alemana en la guerra civil española, por Walther L. Bernecker
En el sitio web The European Library Harvest se encuentra material referido al tema
La República en la paz como en la guerra por Paul Preston. Letras Libres, mayo de
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Liberados del Olvido, memorial sobre la guerra civil en Aragón.
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