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B. F.

Skinner
(Burrhus Frederic Skinner; Susquehanna, 1904 - Cambridge, Estados Unidos,
1990) Psicólogo estadounidense. Obtuvo el doctorado en psicología por la
Universidad de Harvard en 1931, y continuó sus investigaciones en la misma
universidad como asistente de laboratorio de biología con el profesor Crozier; en
1936 empezó a trabajar como profesor en la Universidad de Minnesota, donde
permaneció nueve años.

B. F. Skinner

En 1938 Skinner publicó su primer libro, Las


conductas de los organismos, y tras un breve período
en la Universidad de Indiana, se estableció en
Harvard (1948). Influido por la teoría de los reflejos
condicionados de Pavlov y por el conductismo
de John B. Watson, Skinner creyó que era posible
explicar la conducta de los individuos como un conjunto de respuestas fisiológicas
condicionadas por el entorno, y se entregó al estudio de las posibilidades que
ofrecía el control científico de la conducta mediante técnicas de refuerzo (premio
de la conducta deseada), necesariamente sobre animales.
Entre los experimentos más célebres de Skinner cabe citar el adiestramiento de
unas palomas para jugar al pimpón, la llamada caja de Skinner, todavía hoy
utilizada para el condicionamiento de animales, o el diseño de un entorno artificial
específicamente pensado para los primeros años de vida de las personas.
Su conductismo radical levantó abundante polémica en su país, y alcanzó una
fama notable con la publicación de la novela Walden 2 (1948), en la que
especulaba sobre una sociedad futura totalmente programada con técnicas de
ingeniería de la conducta.
En su ensayo Más allá de la libertad y la dignidad (1971), Skinner defendió que
tales conceptos resultaban en último término perniciosos para la sociedad, y que
la única manera de alcanzar una convivencia óptima pasa necesariamente por
aplicar unas técnicas adecuadas en el diseño de la conducta de sus miembros.
La teoría de B. F. Skinner y el conductismo
Burrhus Frederic Skinner no es solo una de las figuras históricas más
importantes de la psicología; es, en muchos aspectos, el responsable de que
esta se haya afirmado como ciencia.  Sus aportaciones a este ámbito no son solo
metodológicos, sino también filosóficos, y su conductismo radical, a pesar de no
ser ni mucho menos hegemónico actualmente, permitió entre otras cosas que en
la segunda mitad del siglo XX se fuese perfeccionando una herramienta tan útil
como la Terapia Cognitivo Conductual, muy inspiradas por este investigador.
Veamos cuáles fueron las principales claves de la teoría de B. F. Skinner.

Un giro hacia el condicionamiento operante

Cuando B. F. Skinner empezó sus estudios, el conductismo se fundamentaba


básicamente en el condicionamiento simple heredado del fisiólogo ruso Iván
Pavlov y popularizado por John B. Watson. 
Explicado muy por encima, este primer enfoque de la psicología conductista
proponía modificar el comportamiento haciendo que estímulos agradables o
desagradables que se presentaban a la vez que otros estímulos a los que se
quería que el individuo desarrollase aversión o agrado. Digo "individuos" y no
"personas" porque el condicionamiento simple era tan rudimentario que
funcionaba incluso con formas de vida con un sistema nervioso tan simple como el
de los reptiles o moluscos.
Por ejemplo, en los famosos experimentos de los perros de Pavlov, este
fisiólogo hacía que los animales empezasen a salivar al oír un cierto sonido,
ya que este había sido asociado con la comida en anteriores ensayos. La clave del
condicionamiento simple estaba en asociar estímulos entre sí.
Skinner admitía que el condicionamiento simple podía ser útil en ciertos casos,
pero descartaba la posibilidad de que la conducta pudiera ser explicada solo a
través de este mecanismo, entre otras cosas porque las condiciones para que se
produzca raramente se dan fuera de un laboratorio. Sin embargo, sí creía que
nuestro comportamiento (y el de muchas otras formas de vida) puede ser
entendido como un proceso de adaptación a experiencias agradables y
desagradables, útiles y no útiles. 
El cambio que supuso la teoría de B. F. Skinner fue en otro sentido: en vez de
poner el foco en el modo en el que se asocian entre sí los estímulos, se fijó en la
manera en la que quedan asociadas las acciones que se realizan y las
consecuencias de estas acciones. Lo que nos ocurre a causa de algo que hemos
hecho es, en sí, un estímulo del cual tomoamos nota. Así, Skinner tiene en cuenta
el bucle percepción-acción-percepción.
El condicionamiento operante

Para Skinner, el aprendizaje a partir de las consecuencias que tiene el modo en el


que se interactúa con el mundo era el principal mecanismo de modificación de la
conducta. Tanto los seres humanos como los animales estamos realizando
siempre todo tipo de acciones, por insignificantes que sean, y estas tienen siempre
una consecuencia para nosotros, que recibimos en forma de estímulos. Esta
asociación entre lo que hacemos y lo que notamos que son las consecuencias de
nuestras acciones son el fundamento del condicionamiento operante, también
conocido como condicionamiento instrumental, que según Skinner era la forma
básica de aprendizaje en buena parte de las formas de vida.
Pero que los mecanismos del condicionamiento operante fuesen básicamente los
mismos en muchos tipos de organismos no significa que los contenidos sobre los
que se producen fuesen a ser iguales independientemente de si somos un ratón o
un ser humano. Los miembros de nuestra especie tenemos la capacidad de crear
conceptos abstractos y generar memoria autobiográfica, pero para Skinner la
aparición de estas formas refinadas de pensamiento eran la punta de la pirámide
de un proceso que empezaba aprendiendo de nuestros aciertos y de nuestros
errores en tiempo real.
Además, la metodología a la que normalmente recurrían los psicólogos
conductistas se basaba en los modelos animales (experimentación con ratas,
palomas, etc.), lo cual en cierto modo es una limitación.

La caja negra y Skinner

Los conductistas siempre han sido muy conocidos por su conceptualización de los
procesos mentales como fenómenos que ocurren dentro de una "caja negra",
metáfora que sirve para indicar la imposibilidad de observar desde fuera lo que
ocurre en la mente de las personas. Sin embargo,la caja negra de la teoría de
Skinner no era la misma que la de los primeros conductistas. Mientras que
psicólogos como John B. Watson negaban la existencia de un mundo mental,
Skinner sí creía que el estudio de los procesos mentales podría ser útil en
psicología. Eso sí, para B. F. Skinner, a la práctica no era necesario hacer eso, y
bastaba con partir del análisis de las relaciones entre acciones medibles y
directamente observables y las consecuencia de estas acciones. El motivo de su
postura en este tema era que no consideraba que nuestra mente fuese algo más
que una parte del trayecto que va desde la realización de la acción hasta el
registro de los estímulos que son (o parecen ser) consecuencia de estas acciones,
aunque con la dificultad añadida de que es prácticamente imposibles de estudiar
de manera objetiva. 
De hecho, el mismo concepto de "la mente" era engañoso para Skinner: lleva a
pensar que hay algo dentro de nosotros que hace aparecer de la nada
pensamientos y planes de acción, como si nuestra vida psíquica estuviese
desconectada de nuestro entorno. Es por eso que en la teoría de B. F. Skinner el
objeto de estudio de la psicología es la conducta, y no la mente o la mente y
la conducta a la vez.
Según este conductista, todo aquello a lo que se le suele llamar "proceso mental"
era en realidad una forma de conducta más, algo que se pone en marcha para
hacer que el ajuste entre nuestras acciones y las consecuencias esperadas sea
óptimo.

El legado de la teoría de B. F. Skinner

El legado teórico del padre del conductismo radical supuso un rechazo total a


los métodos de investigación especulativos propios del psicoanálisis y una
propuesta de investigación al margen de la introspección y centrada solo en
variables objetivas y fáciles de medir. 
Además, indicó el riesgo de transformar constructos teóricos muy abstractos
(como "mente" o "desmotivación") en elementos causales que expliquen nuestros
comportamientos. Por decirlo de algún modo, para Skinner decir que alguien ha
cometido un crimen a causa de su sentimiento de soledad es como decir que una
locomotora avanza a causa del movimiento.
Al estar tan apoyada en el condicionamiento operante, la obra de
Skinner reivindicaba la experimentación con animales como una fuente útil de
conocimiento, algo que ha sido muy criticado tanto por psicólogos de la corriente
cognitivista como por varios filósofos, según los cuales hay un salto cualitativo
entre la vida mental de los animales no humanos y los miembros de nuestra
especie. Sin embargo, los modelos animales siguen siendo muy utilizados en
psicología para realizar aproximaciones a tipos de comportamientos presentes en
nuestra especie.

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