Incidencia del liderazgo directivo en la animación y organización de la escuela católica

Introducción
¿Qué es el Liderazgo? ¿Cómo se relaciona con la función directiva? ¿Cómo se

desarrolla el liderazgo en las instituciones educativas? ¿Qué relación tiene con la

Gestión de los Centros Educativos? ¿Cuál es su impacto para alcanzar las metas

planteadas por la organización? ¿Cuál es el ‘tinte’ que debiera distinguir al liderazgo

directivo en una escuela marista a la luz del último documento de la congregación?

En este breve ensayo se tratará de mostrar que un líder que cumpla con ciertas

características puede -y debe- llevar a una institución educativa a alcanzar la triada

Misión-Visión-Valores, a través de una serie de competencias, actitudes y valores

que le permitan contagiar al grupo completo de un ímpetu que los lleve a mantener

un esfuerzo sostenido en el tiempo, comprometidos de forma personal con la visión.

Pero, además, que es posible y necesario desarrollar estas habilidades, de forma

que se asegure la continuidad del trabajo de la institución.

1. Concepto de Liderazgo
Cuando escuchamos la palabra “Liderazgo”, es muy posible que varias imágenes y

conceptos nos lleguen a la cabeza; tanto la literatura como el cine se han encargado

de formar nuestra imagen del líder: aquella persona que encarna valores superiores,

valiente, con una gran capacidad para luchar contra las adversidades y que además

es capaz de contagiar este ánimo a todos sus seguidores; una persona que triunfa

-generalmente- en un momento donde parecía que todo era oscuridad y a través de

su lucha y/o su sacrificio lograr el bien para todos.

Si pensamos en el ámbito empresarial, nos imaginamos al líder como aquella

persona que tiene todas las respuestas, hábil, inteligente, algunas veces
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manipulador y que tiene muy claro cuáles son sus metas, aunque algunas veces

deba pasar por encima de otras personas para conseguirlas.

Como bien sugiere Noah Harari, el ser humano requiere de ‘relatos’ para

comprender el mundo en el que se encuentra, para encontrarle sentido. Y este relato

del líder es muy común.

¿Pero que pasa con el liderazgo en una institución como la escuela, que además

actualmente no tiene el respeto de la sociedad como antaño? Ya (Torralba, 2017)

menciona la dificultad de encontrar personas que quieran liderar organizaciones si

no encuentran el incentivo económico debido al temor a la exposición, al estrés que

implica la toma de decisiones complejas y que involucran a tantas personas. Y hace

énfasis en la necesidad de preparar líderes que sepan lidiar con el fracaso: “Más

allá de los conocimientos, de las técnicas y de las habilidades comunicativas

básicas para poder liderar grupos, se necesita la formación del carácter, del

‹‹ethos›› como decían los filósofos griegos, de aquel recurso intangible que mueve

a la persona a asumir responsabilidades en situaciones de gran volatilidad”.

2. La labor directiva en la escuela católica

Si ya de si es complejo el rol de liderazgo, ¿cuáles son las implicaciones de dirigir

una escuela? (Cortes y Viguera, 2014) lo definen muy bien: “una vez constituidos

en responsables de ejercer una función directiva ¿qué es lo que tenemos que

dirigir?... El objetivo de la función directiva en los centros educativos consiste en

dirigir procesos educativos… en dirigir educación. Todo lo demás que nos

corresponde gestionar, la organización escolar, los medios económicos y

materiales, las personas, etc., no son un fin en si mismo, sino instrumentos que

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debemos manejar de manera flexible y creativa al servicio de ese gran proceso

educativo que representa un centro escolar”.

Luego entonces, ¿qué es educar?

“Educar es cooperar a que la persona lleve a plenitud todas sus dimensiones:

espiritual, intelectual, afectiva, volitiva, corporal, comunitaria. Pero el objetivo es

doble. En primer lugar, el crecimiento integral de la persona del alumno. Pero tan

importante como este es el del crecimiento integral de la persona del docente. Sin

lo segundo, lo primero no sería posible”. (Prieto, 2012)

Como podemos se pone énfasis en el desarrollo del docente junto con el del alumno,

y ampliando este concepto, todo aquel que colabora en una institución educativa.

Todas las acciones que se desarrollan en la escuela deben estar orientadas a un

modelo cristiano de persona que se desarrolla en todas sus dimensiones en el

contexto histórico que le corresponde definido a través de un conjunto de

características, valores y competencias que hacen sentido a la comunidad.

Este proyecto educativo se hace realidad a través de las personas que conforman

la institución educativa y su compromiso con esta visión de persona. La labor del

directivo es reunir a las personas adecuadas o involucrar a las personas con las que

cuenta, a través de la motivación necesaria alrededor de un objetivo común: educar

a la persona.

El directivo además debe estar centrado en las personas que conforman la

comunidad; todos los esfuerzos que realiza deben estar encaminados a buscar el

crecimiento personal y profesional de todos los miembros de la comunidad

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educativa. También son importantes los medios para hacer realidad este modelo de

persona; medios que involucran los procesos educativos, los recursos materiales,

financieros y humanos destinados al desarrollo de cada una de las dimensiones de

la persona, además de buscar que cada uno de estos esfuerzos vayan en la

dirección deseada, pues de nada nos serviría poner un esfuerzo enorme en formar

en excelencia académica a nuestros alumnos, si no los hacemos personas que

encarnen los valores cristianos, o excelentes deportistas incapaces de ser

empáticos.

3. Características del liderazgo

¿y cuáles son las características que debe poseer un buen líder en una escuela

católica? Obviamente existen distintos puntos de vista.

(Torralba, 2017) considera que el líder debe de contar con ciertos pilares:

 La inteligencia, considerando las dimensiones:

o Social o interpersonal: Es la que da el poder del nexo, hace posible la

interrelación, la fluidez comunicativa.

o Intrapersonal: El autoconocimiento permite darse cuenta de las

cualidades y de los propios límites, abrir las puertas a buscar las

oportunas colaboraciones para hacer realidad la misión.

o Emocional: El buen líder debe saber qué es lo que siente y qué es

lo que sienten sus colaboradores, es clave para identificar los

momentos en que hay que animar y para gestionar las emociones

tóxicas que afectan el desempeño de la organización.

 La memoria emocional:

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Determinante para no incurrir en errores pasados, para realizar un

discernimiento más justo de la situación.

 La imaginación:

Es la facultad que permite ser creativos, desarrollar nuevas prácticas,

metodologías o experimentos. Permite imaginar nuevos escenarios y

visualizar un futuro probable.

 La fuerza de voluntad:

Entendida como motor vital, impulso del ser humano; faculta al líder a

mantener un esfuerzo sostenido y transmitirlo a sus colaboradores, para

hacer realidad la misión.

Por su parte, (Cortes y Viguera, 2014) plantean un esquema con ocho capacidades

básicas para una buena función directiva:

 Capacidad estratégica: Imaginar el futuro, trazar el camino y conducir hacia

ello.

 Capacidad de innovación y desarrollo: Estar al día en las innovaciones y ser

capaz de embarcar a la organización en un proceso de cambio.

 Capacidad de autoformación: Una de las bases que le confieren autoridad,

el directivo debe invertir tiempo en su formación.

 Capacidad de estimulación intelectual: Sensibilidad de sentirse retados por

los nuevos contextos con una mentalidad abierta y en constante búsqueda.

 Capacidad de automotivación: Todas las capacidades relacionadas con la

motivación íntima y trascendental que se manifiestan en la resiliencia,

fortaleza y perseverancia.

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 Capacidad de autoconocimiento: Si el líder no es capaz de conocerse a si

mismo, no podrá apoyarse en sus fortalezas y gestionar de mejor manera

sus debilidades y áreas de mejora.

 Capacidad de empatía y comunicación: Esta es una de las más significativas,

pues de ella dependen elementos tan importantes como la motivación de las

personas y la gestión de los equipos.

 Capacidad de inspiración: Un buen directivo es capaz de inspirar a las

personas y los equipos retándoles con su forma de ser y actual,

convirtiéndose en un motivo para la creatividad.

4. Importancia del directivo para la institución

La labor del director o responsable de comunidad es tan es importante que ya San

Marcelino Champagnat destinaba tiempo a la preparación de los líderes de las

comunidades: “Marcelino elaboró (para los Hermanos) un sistema de formación

permanente que incluía tanto teoría como experiencia práctica y que se basaba en

la comunidad… Estableció un sistema similar para la formación de responsables,

especialmente los directores de las escuelas en áreas como la administración, la

contabilidad, el ejercicio de la corresponsabilidad, la relación con los otros

hermanos, y el trabajo en consejo o en equipo” (Martínez, 1998).

La importancia de un directivo radica en el impacto que tiene en el desarrollo de la

comunidad educativa a través de las actividades que realiza:

1. Orientadas a la persona:

a. Cuidar a través del proyecto educativo la formación académica de los

alumnos, motivo de ser de la escuela, si la escuela no proporciona una

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educación de calidad, corre el riesgo de desaparecer. La educación

es el medio a través del cuál la escuela católica cumple su misión de

evangelizadora, por ello debe buscar ser la opción referente para los

padres de familia.

b. Fomentar el desarrollo de las personas que lo acompañan en el

proyecto; es a través de los docentes como se logra el punto anterior,

por lo que debe velar por una capacitación constante, con una

intencionalidad clara, a través de una adecuada selección de los

cursos, de forma que todo el esfuerzo y los recursos logren aportar de

forma eficaz a la misión.

c. Mantener activa la comunidad a través la promoción de proyectos

creativos, que le permitan a la institución y a las personas que forman

la comunidad estar activas y motivadas y no caer en una monotonía

que atrapa y estanca.

d. Favorecer que los valores de los colaboradores tiendan hacia los

valores institucionales. Es una realidad que las personas que se

integran a la escuela no lo hacen de inicio por que conozcan o

comulguen con la triada misión/visión/valores de la institución. Muchas

personas llegan a la escuela por el salario, por ser su primera

oportunidad o quizás mientras encuentran otra opción. Sin embargo,

es labor del directivo fomentar un ambiente que invite a quedarse, a

formar parte de algo más grande que solo lo económico -sin

descuidarlo- y que signifique un medio de trascendencia para las

personas. Es labor del directivo buscar reorientar o conciliar los

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valores personales con los de la institución, de forma que sean

congruentes.

e. Cuidar la coherencia entre el proyecto educativo y la Misión/Visión. Es

muy fácil perder de vista el bosque cuando nos enfocamos en los

árboles. Un aspecto importante del directivo es mantener la vista fija

en la meta y constantemente mostrarla a los demás colaboradores, de

forma que todas las actividades sumen a lograr el modelo de persona

explicitado en la visión. No olvidar que la tecnología y los métodos

pedagógicos, son solamente medios para conseguir el fin.

2. Orientadas a la gestión:

a. Buscar los recursos necesarios para el desarrollo de las actividades

docentes, cocurriculares y extracurriculares. Todas las actividades

que se plantean en el proyecto educativo deben contar con los

recursos humanos, financieros y materiales necesarios para llevarlos

a cabo. De otra manera se reducen a buenas intenciones sin impacto.

b. Atender las cuestiones financieras de la organización, de forma que

se cuide la viabilidad y permanencia de la institución. Aunque suelen

ser uno de los aspectos que más conflictos presentan, el directivo

tiene la responsabilidad de cuidar que la escuela mantenga finanzas

sanas, y que puede asegurar su permanencia en el largo plazo. En

ello se ponen en riesgo no solo los alumnos sino los colaboradores y

sus familias, por lo que las decisiones financieras deben ser

acompañadas de una reflexión profunda y del consejo de los expertos.

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Ante un panorama como el que se presenta, pareciera que se requiere de personas

extraordinarias para encabezar las instituciones educativas. ¿Cómo sería posible

que una sola persona sea capaz de realizar por si sola todas estas actividades?

¿existe una persona que tenga todas estas características?

Durante la reunión de Directivos de la Provincia Marista de México Occidental

realizada el 16 de octubre, el Hno. Ken McDonald, quien nos hablaba acerca de las

características del Liderazgo Servicial y Profético, ante la preocupación acerca de

si se debía buscar lideres que tuvieran estas características o formar equipo con

las personas que -a través de sus propios dones- suplieran aquellas con las que no

se cuenta, brinda una respuesta tranquilizadora: un poco de ambas: el líder debe

encontrarse en un continuo crecimiento personal buscando desarrollar las áreas de

oportunidad personales, pero también debe rodearse de las personas adecuadas

que le permitan llevar a cabo su servicio de la mejor forma. Establecer las redes

necesarias con las organizaciones adecuadas, formar equipo y confiar en él, pero

sobre todo, poner a la persona en el centro de toda labor.

Conclusión
La responsabilidad de dirigir una escuela requiere de una decisión muy meditada,

una dirección no es un puesto para quienes buscan reconocimiento, en primer lugar,

porque las decisiones que se tomen pueden afectar el proceso educativo de los

alumnos, la carrera profesional de los compañeros o la propia.

Cada acción, cada gesto es visto, compartido y criticado; los triunfos son de todos

en la comunidad, pero los fracasos se deben aceptar como propios.

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A pesar de las dificultades, del cansancio, del desanimo, se debe estar atento para

escuchar y acompañar a los demás. Cada mañana hay que buscar la motivación

necesaria para enfrentar los retos pendientes y los que se acumulen en el día.

Y, sin embargo, la oportunidad de ver desarrollarse a los colaboradores, de ver

crecer a los alumnos y ser cada vez mejores personas, de trascender a través de

ellos, no tiene precio.

En ello radica la importancia y la incidencia de un directivo en la escuela: porque

formamos personas, porque nos interesamos por ellos, por sacar a la superficie su

mejor versión, por desgastar la vida por el bienestar de la comunidad, agradeciendo

la oportunidad de formar parte de un grupo de personas que son “rostro y manos de

la misericordia de Dios”.

Las escuelas requieren líderes humildes, empáticos, que reconozcan sus errores,

sepan establecer relaciones que complementen su servicio y puedan comunicar una

visión de futuro. Son necesarios e importantes para ayudar a que las organizaciones

escolares se mantengan vivas, dinámicas y activas en un proceso de continua

búsqueda de hacer realidad la misión institucional (el carisma) y al mismo tiempo

buscando su propia misión en el mundo; y se tiene que trabajar para formarlos.

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Referencias
CEM. (2012). Educar para una nueva sociedad. Reflexiones y orientaciones sobre
la educación en México. Conferencia del Episcopado Mexicano.

Cortes, J., & Viguera, J. Á. (2014). Gestionar para Educar, la función directiva en
la escuela católica. PPC.

Martínez, C. F. (1998). Misión Educativa Marista. Progreso.

Prieto, X. M. (2012). El Profesor Cristiano: Identidad y Misión. PPC.

Torralba, F. (2017). Liderazgo Ético, La emergencia de un nuevo paradigma. PPC.

Recuperado el 24 de sep de 2022

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