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Presentación

LAS CLAVES DEL PROYECTO DE PASTORAL CON JÓVENES

Vivimos un tiempo de cambios sociales y culturales que nos afectan a todos y especialmente
a los jóvenes: nuevos modos de comprender, nuevos modos de aprender, nuevos modos
de crecer..., nuevas formas -que no fondo- de acompañar a los jóvenes en su encuentro
personal con Jesús de Nazaret.
Con este proyecto queremos ofrecer una propuesta para la pastoral con jóvenes, que,
asumiendo y profundizando los valores de los procesos catecumenales y experienciales
desarrollados en las últimas décadas, responda a la forma de comprender y aprender propia
de la cultura que vivimos y viven los jóvenes. Se trata de cambiar la mirada de modo que
pasemos:
 De procesos lineales-selectivos (donde empezaban muchos y se producía un proceso
de criba), a procesos circulares-inclusivos (donde todos caben y se interrelacionan
en diferentes niveles).
 De secuencias fijas de aprendizaje, a procesos personalizados.
 De la priorización de una única dimensión (la afectiva o la cognitiva), a la integración de
las distintas dimensiones de la persona en el seguimiento de Jesús.
 Del acento en el deber ser, al aprendizaje de la libertad responsable.
 De caminos prefijados, a experimentar itinerarios siempre nuevos y únicos para
cada joven, para cada persona... abiertos a la novedad del misterio, siempre
sorprendente, de Dios y del ser humano.
Este libro ofrece las claves de este proceso, profundizando en los fundamentos para
facilitarla comprensión de lo que sucede con los jóvenes que acompañamos. Abre, así, la
colección en la que se desarrolla el proyecto a través de dos tipos de materiales:
 Contenidos: aquello que hemos de compartir con los jóvenes para facilitarles su
crecimiento personal, el encuentro con Jesús y el crecimiento en la fe.
 Fichas: de uso fácil y práctico, para que el acompañante cuente con herramientas,
sugerencias y subsidios para la realización de su tarea de educador y testigo en la fe.
La colección en su conjunto responde a esa mirada más circular de los procesos. Por eso, no
pretende ofrecer un conjunto de temas o actividades secuenciados cronológicamente, sino
que propone, como un mecano o un juego modular, distintas piezas intercambiables y
polivalentes para ir construyendo, con cada joven y con cada grupo de jóvenes, el proceso
original e irrepetible de su crecimiento. De ahí que la estructura del material -que se
explica al finalizar este libro- sea más flexible y dúctil, y menos automática, para poder
adaptarse y construir siempre nuevos desarrollos. Siguiendo el modelo de las historias de fe
bíblicas, siempre originales y personalizadas, sugiere alternativas para acompañar múltiples
historias dentro de la gran aventura de vida y plenitud que nos propone Jesús de Nazaret.
En estos tiempos de cambio y de búsqueda, sería pretencioso e ingenuo pensar que tenemos la
clave para la educación y la pastoral con jóvenes. Las dificultades que encontramos
cotidianamente nos invitan a acercarnos a los jóvenes con humildad, pero también con
esperanza.
La pastoral con jóvenes es también para los agentes pastorales una aventura y un camino por
descubrir. Queremos seguir intentando, aprendiendo y contrastando juntos, en Iglesia, y dejar que
los propios jóvenes, con su palabra y su silencio, vayan enseñándonos a compartir con ellos el
tesoro de la fe que hemos recibido gratuitamente.

Coordinadora del proyecto Jóvenes y Dios


Introducción
UN PROYECTO GENERAL, FLEXIBLE Y ADAPTABLE

CON UNA CIERTA INTENCIÓN DE PROVOCAR


Atreverse a presentar un título como "Jóvenes y Dios" no deja de ser una osadía o una provocación.
La verdad es que nos lo planteamos más como provocación: hablar de jóvenes y Dios, a secas, es
lanzar un título de tal calibre que en él cabe todo al tiempo que, por mucho que escribamos, nunca
lograríamos agotar el terna. Por ello, vaya por delante la advertencia de que, evidentemente, no
pretendemos explicar a los jóvenes y mucho menos a Dios con estas páginas, y tampoco ofrecer
recetas y soluciones que expliquen la relación entre ellos y nos den la respuesta mágica a
nuestras preguntas y conflictos respecto a esta relación.
Lo que sí pretendemos con este título es provocar y sugerir, precisamente por su desmesura y
simplicidad. Lo fundamental en esto de la pastoral con jóvenes son simplemente los propios
jóvenes y el mismo Dios; todo lo que podamos hacer, buscar, pensar y proponer son únicamente
materiales, mediaciones que Dios puede usar en su búsqueda de los jóvenes y los jóvenes
en su búsqueda de Dios. Porque, eso sí, estamos convencidos de que Dios sale a buscar a los
jóvenes y toma la iniciativa, y también creemos que, para eso, fiel a su estilo -sirviéndose de
mediaciones humanas, como siempre en la historia-, también nos desafía y se sirve de nosotros
para ello. Y estamos convencidos de que los jóvenes, lo sepan o no, lo formulen o no, como todo
ser humano, buscan a Dios, necesitan a Dios, desean a Dios, que ya ha tomado la iniciativa para
salir a su encuentro.

LOS JÓVENES: LUGAR DE ENCUENTRO CON DIOS


Un paso más: ¿Dios y los jóvenes están radicalmente separados y alejados? ¿Podemos encontrar
a Dios fuera del ser humano? ¿O realmente creemos que Dios está ya presente en los jóvenes
(como en todo ser humano) y que los jóvenes son, para nosotros, rostro de Dios, lugar donde nos
descubrimos llamados a amar y buscar a Dios?
Cuando a los jóvenes les cuesta tanto descubrir a Dios, que ya está presente en su corazón, y
a nosotros nos cuesta tanto reconocer a Dios que está presente en los jóvenes, ¿no será que
a veces nuestros lenguajes, nuestras maneras de presentar a Dios, son más opacos que
transparentes, ocultan más que revelan? ¿No tendremos que preguntarnos, sobre todo, cómo
nosotros, testigos y educadores, estamos desvelando a los jóvenes al Dios que ya está
presente en su vida y en la historia?

Son preguntas retóricas, porque sí creemos que muchos de nosotros estamos convencidos de la
necesidad de repensar nuestra forma de vivir y hacer. En el fondo, lo que esperamos con este
documento es poder contribuir a la búsqueda de alternativas concretas que nos hagan ir
experimentando nuevos caminos…o los viejos caminos en este tiempo que nos toca vivir.

UN DOCUMENTO NACIDO DE UNA BÚSQUEDA Y UNA EXPERIENCIA


El presente documento nació como un proyecto pedagógico pastoral de las comunidades
Adsis. Surgió como una necesidad sentida en nuestras comunidades, en un momento en el
que, como tantos otros agentes pastorales en la Iglesia, experimentábamos nuestra torpeza
para llegar a los jóvenes y percibíamos que los modelos con los que estábamos trabajando
pastoralmente nos resultaban obsoletos e inadecuados para la realidad juvenil y la cultura en
la que nos encontramos actualmente.
Este proyecto parte de nuestra experiencia y de la reflexión compartida con tantos otros; parte
de la inquietud por buscar y proponer un modelo pedagógico que refleje la pastoral con
jóvenes que nos sentimos llamados a desarrollar: una pastoral dinámica y desafiante, que
muestre y ayude a crecer como Iglesia de comunión y misión.
Estamos convencidos de que lo que vivimos -nuestra fe, el seguimiento de Jesús, la
experiencia comunitaria- es un tesoro, una buena noticia, una propuesta que merece la pena
ser comunicada. Así que nos toca preguntarnos cómo la estamos comunicando, no vaya a
ser que no encontremos respuesta precisamente porque lo que hacemos contradice lo que
decimos querer.

SÓLO SE TRANSMITE LO QUE SE VIVE


Porque partimos también de la convicción de que transmitimos lo que vivimos. Esto es un
postulado claro cuando nos referimos a nuestra experiencia de fe -la fe se contagia, se
comunica vitalmente-, pero también encuentra su fundamento desde una perspectiva
educativa.
Una de las aportaciones que nos legó la pedagogía crítica es que la educación es un reflejo
de la sociedad que la realiza, y que en la educación se transmite lo que esta sociedad es y
quiere. La educación es un mecanismo de reproducción (aunque también pueda ser un
mecanismo de cambio) y genera lo que la sociedad que educa necesita para perpetuarse.
Esta tarea la realiza a través de mecanismos muy diversos, unos visibles (contenidos,
objetivos, estructura) y otros "invisibles" (relaciones profesor-alumno, organización educativa,
currículo oculto). La Iglesia no es una excepción: también es una sociedad que educa y se
transmite en la educación.
Revisar nuestros procesos pastorales implica revisar nuestra vida eclesial, no solo a nivel
macro, sino también en lo micro, la vida de las comunidades que acompañan a los jóvenes. La
educación es un mecanismo de reproducción, pero también de cambio social: como
mecanismo de reproducción tiende a ser conservadora y a buscar la seguridad, pero como
mecanismo de cambio tiene la capacidad y la necesidad imperiosa de ir transformando la
sociedad... para la propia supervivencia de ésta: la vida es evolución y si las sociedades se
quedan ancladas en formas sur-para otro momento cultural se esclerotizan y mueren.

CULTURA, SOCIEDAD, EDUCACIÓN Y PASTORAL

No es preciso que nos detengamos ahora a considerar las transformaciones culturales que
hemos vivido en los últimos años y que han reclamado y continúan reclamando de la Iglesia
nuevas respuestas pastorales que implican audacia y cambio. Pero sí vamos a llamar la
atención en el hecho de que no han afectado solo ni fundamentalmente a la Iglesia, sino al
conjunto de la sociedad y específicamente, han introducido grandes modificaciones en la
educación. Es un tópico decir que la educación está en crisis, pero lo cierto es que la transfor-
mación social ha desbordado el modelo tradicional de la educación (que, en realidad, solo es el
modelo de los dos últimos siglos) y ha puesto en crisis profunda la misma institución escolar, y,
evidentemente, los métodos y formas de aprender. Digamos solo lo siguiente:
Los objetivos de la educación hace cincuenta años no tenían nada que ver con los que tiene
ahora.
 La pretensión de formar para un oficio en el que uno se desempeñe toda su vida es a
todas luces inútil en nuestra actual dinámica de vida en permanente cambio, de
tecnología creciente y de multifuncionalidad de todas las cosas.
 La vida es cada vez más larga (al menos en las sociedades del bienestar) y los
cambios en la vida cada vez más rápidos, que los cambios en la estructura social han
provocado cambios en los sistemas de apoyo y de crecimiento afectivo de las
personas...

Resulta imposible enumerar en este momento todos los elementos que confluyen en la
necesidad de buscar nuevos horizontes y nuevas formas de hacer en el campo educativo.
Lo que queremos resaltar aquí es que los procesos pastorales son procesos educativos, y,
por tanto, también se ven afectados por esta necesidad de nuevos horizontes.

DEL OPTIMISMO A LA PERPLEJIDAD


En el terreno de la pastoral de jóvenes, en España, hemos pasado casi brutalmente de una
etapa de optimismo y renovación a una experiencia brusca y desconcertante de aridez y
desierto. Cuando acabábamos de lograr que en muchas parroquias se desarrollaran
procesos de corte catecumenal con un modelo que creíamos contribuía a formar personas
críticas y comprometidas, partiendo del "público cautivo" que acudía a recibir el sacramento
de la confirmación; después de habernos vuelto más bien exigentes señalando que las
parroquias no eran clubs juveniles (para eso estaba la administración pública), sino lugares
para ir a crecer en el seguimiento de Jesús de forma comunitaria, nos encontramos con que
los jóvenes ya no estaban. Estábamos convencidos de que ofrecíamos "un buen producto",
apasionante y motivador, y descubrimos perplejos que no parecía interesarle a casi nadie.
Las causas de este cambio brusco en la realidad pastoral son muy complejas y de diversos
orígenes. Desde luego, no creemos que se deban en primer lugar a la propia propuesta pastoral,
aunque es un elemento más. Lo que es innegable es que tenemos conciencia de que nos
encontramos ante una realidad algos distinta a la que vivíamos años atrás, cuando comenzamos
estos procesos, tanto por la realidad sociocultural de los jóvenes como por la propia evolución de
la mayoría de los agentes de pastoral que protagonizamos el cambio de los años setenta y
ochenta (Adsis, 2003, 5), Y nuevos momentos requieren nuevas síntesis y nuevas propuestas
propuestas pedagógicas que sean fieles a la Buena Noticia de Jesús, y, al mismo tiempo,
pedagógicamente adecuadas a los jóvenes con los que trabajamos, a la cultura en la que nos
movemos y a nuestras propias capacidades y posibilidades como sujetos evangelizadores (cf. EN
40).

CÓMO MIRAMOS A LOS JÓVENES


Para hacer esto, creernos que hemos de partir de una mirada positiva hacia los jóvenes (DGC
14; VEJ, 2000,14), Los jóvenes son lo que les dejamos ser, pero pueden ser mucho más
siempre; están llenos de potencialidad. Los adultos tienden siempre a proyectar en los
jóvenes las características negativas de la sociedad en la que viven, características que
forman parte, al fin y al cabo, de la cultura que ellos les han inculcado.
Nosotros queremos partir de una mirada que, sin dejar de ser consciente de las dificultades y
oscuridades que en primer lugar sufren los propios jóvenes, rescate lo positivo; principalmente
porque ésta es la mirada con la que Dios les mira.
Creemos que Dios está presente en los jóvenes hoy y nos dice algo a nosotros, personal y
comunitariamente, en su realidad. Toda cultura está preñada de semillas del Reino (Jn 4,30-
38; DGC 203): nos toca descubrirlas y facilitar su crecimiento (Mt 13,24-30).
Estas semillas, esta luz presente en la cultura de los jóvenes hoy será la que podrá iluminar
las oscuridades de esta misma cultura.

APUESTA POR UN PROCESO EDUCATIVO EVANGELIZADOR


En este nuevo tiempo, necesitamos más que nunca formular las líneas generales del proceso
educativo evangelizador que queremos desarrollar con los jóvenes y aterrizarías de forma
práctica, a fin de poder evaluar sí estas concreciones son adecuadas y hasta qué punto. La
cultura actual cornplejiza sensiblemente los procesos educativos y es necesario que
respondamos a esa realidad. Si hace unos años era posible plantearse procesos más o
menos lineales, donde el principio, el final y los pasos intermedios eran claros y comunes a
todos; hoy las palabras que definen el proceso son personalización y flexibilidad.
Cuando hasta el propio sistema educativo se propone como un proceso "a la carta", donde
progresivamente los jóvenes van eligiendo su propio itinerario diferenciado; cuando la
cantidad de ofertas de las que disponen los jóvenes es tan grande que la propuesta de
proceso de educación en la fe ha de "competir" con muchas otras ocupaciones y propuestas;
cuando vivimos en una cultura en la que todo se pretende hacer compatible y en la que el
valor principal es el individuo y lo que le haga feliz, y tantas otras características de la llamada
postmodernidad... es necesario que el proceso pastoral, sin perder su radicalidad y
profundidad, se configure de manera que permita itinerarios alternativos y confluyentes. No
es un desafío fácil. Corremos el riesgo de, simplemente, "bajar el listón" y, en vez de procesos
"flexibles", realizar procesos "descafeinados", light, al estilo de lo que se lleva hoy. O, para evitar
este riesgo, también corremos el peligro de atrincherarnos en el estilo de proceso que hemos
hecho siempre, aunque dejemos fuera de él al gran número de jóvenes que, como
valorábamos los hermanos de las comunidades Adsís y de acuerdo con la imagen que ellos
mismos han introyectado de sí mismos (como señala el Informe Jóvenes españoles 2005, W.
AA., 2006a), "tienen poca capacidad de esfuerzo, compromiso..." (Adsis, 2003, 16) y se escapan
a nuestros moldes.
Es preciso evitar la simplificación en ambos sentidos. Hemos de buscar una propuesta, una
forma de hacer que, manteniendo y afirmando la radicalidad y globalidad propias del
seguimiento de Jesús, diseñe caminos más circulares, más flexibles, más afectivos, más
personalizados y personalizables para acercarse a este seguimiento. Abrir más puertas,
establecer más puentes, facilitar la entrada. Una vez que uno descubre el "tesoro
escondido", y solo entonces, puede vender todo lo que tiene para comprarlo. La primera tarea
de los procesos es facilitar que tengan esa experiencia, habilitando diferentes caminos para
que todos, sean cuales sean sus características, tengan espacio para acercarse a Jesús.

PROCESO CIRCULARES FRENTE A PROCESOS LINEALES


¿A qué nos referimos con procesos "circulares" o espirales? En realidad, es solo una imagen
que pretende ayudarnos a cambiar la perspectiva con la que valoramos los procesos y
proyectamos el camino que ha de recorrer un joven. Si cuando nos imaginamos un proceso
lineal lo que imaginamos es que "una cosa va detrás de otra", la "circularidad" querría decir
que "no necesariamente". En un círculo, o en una espiral, todo está más cerca, y es posible
tanto dar saltos que acorten el camino como permanecer mucho tiempo en los círculos más
alejados. Se trata de pensar más en términos de círculos concéntricos, donde las experiencias
y los medios de crecimiento están a la mano de todos y cada uno las aprovecha
personalmente en distintos niveles de profundidad.
 Hablamos de círculo y pensamos que las cosas son polivalentes: una misma actividad
o experiencia será aprovechada de forma diferente por diferentes jóvenes.
 Hablamos de círculo y pensarnos en un proceso inclusivo, donde es mayor la
vinculación de participar juntos que la diferencia de "niveles" por los diferentes
momentos del proceso.
 Hablamos de círculo y pensamos en caminos que, como la propia vida, no son rectos,
y a veces dan vueltas y revueltas que parecen incomprensibles, pero que sirven
para enriquecernos.
El proceso no se realizará necesariamente ni siempre por el camino más corto; y nos
corresponde acompañar, esperar y acoger las idas y venidas, las entradas y salidas.

CON ACOMPAÑANTES EXPERTOS, CAPACES DE GUIAR EN MEDIO DE LA COMPLEJIDAD


Estos procesos más flexibles, más circulares, requieren que las personas que los
acompañan tengan una gran claridad en las líneas de fondo, en el horizonte o los objetivos
del proceso y de cada momento del proceso y en los elementos con los que cuentan para ello.
Han de ser expertos "guías de montaña" que conozcan bien el terreno para poder buscar el
camino más adecuado para cada uno.
 Este proyecto pretende formular estas "grandes líneas" que hemos de conocer y con
las que hemos de jugar en el acompañamiento de los jóvenes: los objetivos, los
contenidos, los elementos o medios de los que disponemos, algunas experiencias y
actividades...
 Es una propuesta que pretende recoger la radicalidad y profundidad de la pastoral con
jóvenes que queremos realizar y, al mismo tiempo, proponer un estilo pedagógico
que sea facilitador para la cultura juvenil actual.
 Recoge apuestas y estilos que las comunidades Adsís hemos venido desarrollando
en estos años, pero pretende dar un paso más en coherencia con ellos y con los
análisis que vamos realizando.
Nos descubrimos en sintonía, confluyendo y enriqueciéndonos con diversas reflexiones que
se van haciendo en este sentido en otras comunidades y ámbitos eclesiales.
La puesta en práctica del proyecto y el contraste con la realidad nos dirá si estos pasos son
adecuados: es una base para la experimentación y evaluación buscando siempre las
mejores herramientas pedagógicas para anunciar a Jesús a los jóvenes.

UN PROYECTO NACIDO DE LA VIVENCIA Y EXPERIENCIA DE LAS COMUNIDADES ADSIS


Este proyecto se elaboró en el año 2003 como propuesta para impulsar la pastoral con
jóvenes de las comunidades Adsís. Alo largo de estos años hemos ido compartiéndolo y
enriqueciéndolo, y poniendo en marcha algunas concreciones a las que nos invita que nos
han ido confirmando en las apuestas principales. Por eso creernos que puede ser un buen
instrumento que merece la pena poner a disposición de otros hermanos y comunidades
implicados en la pastoral con jóvenes.
 Como proyecto Adsis, está marcado y orientado según los acentos de nuestro carisma,
acentos que compartimos con otros muchos carismas edesiales en mayor o menor
grado.
 Al mismo tiempo, al surgir de nuestra realidad concreta, pretende ser aplicable y tener
en cuenta tanto la realidad de España como la de Latinoamérica. Aunque somos
conscientes de las grandes diferencias culturales que existen entre los jóvenes de uno
y otro lugar, también nos damos cuenta de que hay muchos rasgos que se van
haciendo comunes en este mundo globalizado y queremos aprovechar los aprendizajes
y riquezas de unos en beneficio de otros.
 En todo caso, creemos que este proyecto puede ser aplicable y útil desde la realidad
de otras comunidades y movimientos en la Iglesia y esperamos que suponga una
aportación a la pastoral común.

LA PASTORAL CON JÓVENES REFLEJA LA VIDA DE LA COMUNIDAD QUE LA ACOMPAÑA


Para evitar, sin embargo, caer en utopismos pedagógicos, no hemos de olvidar que la
pastoral con jóvenes no se juega solo en sí misma. Ningún proceso educativo está aislado
del contexto ni se juega solo en lo que ocurre estrictamente en él. No solo la realidad de
partida de los jóvenes -siempre diversa- y el contexto sociocultural en el que viven, sino la
propia organización de la presencia y la propia realidad de la comunidad inciden en nuestra
práctica pastoral tanto o más que los planteamientos pedagógicos que hagamos, por bien
contrastados que estén.
Todo proceso educativo es reflejo de un proceso más amplio, y expresa a la sociedad que lo
diseña y ejecuta: la pastoral refleja la comunidad que es sujeto de la misma, y toda
renovación pastoral implicará, para poder llevarse a la práctica, una renovación en el sujeto
comunitario.
En este proyecto no vamos a profundizar en esas implicaciones, que, sin embargo,
consideramos sumamente importantes. Asumirnos y remitimos para ello al estudio de
José Luís Pérez Álvarez (1993) Dios me dio hermanos. Comunidad cristiana y Pastoral de
Juventud, cuyos planteamientos están en la base y fundamento de la experiencia Adsís en
pastoral con jóvenes y, consiguientemente, de estas páginas.

CON ELEMENTOS PERMANENTES Y NUEVAS APUESTAS


En el desarrollo concreto del proyecto, muchas cosas son "como siempre".
 No cambian, ni pueden cambiar fácilmente, los grandes objetivos del proceso (los
formulemos como los formulemos), ni los contenidos, ni las grandes etapas (que un
proceso no sea lineal no quiere decir que no avance), porque no cambia la propuesta
ni lo. más profundo del ser humano.
 También seguimos apoyándonos principalmente en intuiciones y estilos pastorales
característicos de los procesos pastorales Adsís desde el principio de nuestra historia.
Pero la forma de ordenar pedagógicamente estos elementos intenta adaptarse a la realidad
de los jóvenes y la cultura actual, y destaca algunas herramientas pedagógicas que tal vez
hemos tenido olvidadas.

UNA ESTRUCTURA PARA UN PROYECTO FLEXIBLE Y ADAPTABLE


La primera parte del proyecto desarrolla los presupuestos en los que se apoya el desarrollo
posterior y da cuenta de la mirada de fondo a la pastoral con jóvenes que estamos
realizando,
 Sin pretender un estudio acabado de ninguno de los elementos (hay otros análisis y
estudios a los que remitimos), quiere compartir la mirada a los jóvenes, la perspectiva
teológico-pastoral y la perspectiva psicopedagógica de la que partimos y que está en
la base del proyecto que se desarrolla a continuación.
 Las decisiones que tomamos no son aleatorias ni discrecionales, sino que pretenden
ser concreciones que aprovechen los aportes de las ciencias humanas y la reflexión
pastoral de la que disponemos. Comprender de dónde nacen estas decisiones y
concreciones, que luego se expresan en el proyecto, nos ayudará a asumirlas o
refutarlas y a realizar, así, una pastoral de mayor calidad pedagógica.
La segunda parte del proyecto es la central, y establece las líneas generales del proceso: los
objetivos, los contenidos, los elementos, los criterios metodológicos, las etapas, la
organización y la evaluación.
En la tercera parte se llevan a un mayor nivel de concreción estas líneas generales. En ella
las etapas se desarrollan de forma más aterrizada.
 Hemos de tener en cuenta que, cuanto mayor es el nivel de concreción, más relativa
es la propuesta, ya que cada concreción que se proponga es una entre otras posibles.
 Sin embargo, sin concretar y aterrizar no es posible evaluar. Esta tercera parte se
coloca un poco a modo de estructura básica que pueda ayudar para la concreción,
pero tendrá que ser contrastada y reformulada desde la práctica. En cualquier caso, si
asumimos y dominamos las líneas expresadas en la segunda parte, seremos capaces
de concretar el proyecto de formas diferentes en diferentes contextos.
Hemos intentado elaborar, a través de esta estructura, un proyecto general, flexi ble y
adaptable, que esperamos que sea de aplicación en diferentes ámbitos, recogiendo la
pluralidad de ámbitos en los que trabajamos con jóvenes:
 En plataformas propiamente pastorales parroquias, colegios católicos, pastoral
universitaria, movimientos, comunidades.
 En plataformas no explícitamente pastorales: voluntariados, otros centros educativos,
programas con jóvenes desfavorecidos, etc.
A todos los jóvenes queremos hacerles la misma propuesta evangelizadora, aunque cada
uno acogerá lo que desde su libertad, historia y vivencia quiera y pueda.

COMO INVITACIÓN A LA CREATIVIDAD Y CON LA PROMESA DE CONCRECIÓN


Por último, somos conscientes de que, por mucho que sea el nivel de concreción al que llega el
proyecto, es difícil de llevar a la práctica en lo concreto sin materiales que lo desarrollen, por lo
que los estamos preparando y contrastando actualmente compartirlos posteriormente.
Pero queremos llamar la atención la necesidad de profundizar en una formación y una
mirada más de fondo que •nos permita ser creativos y adaptar en cada momento los
procesos a la realidad siempre cambiante de los jóvenes. Las concreciones son necesarias
para llevar a la práctica, pero siempre limitan. Esperamos que el proyecto sea un estímulo
para la creatividad y la innovación, y que los materiales en los que se concrete el proyecto -
adaptados a cada realidad- sean siempre puntos de apoyo y nunca estructuras rígidas que
ahoguen la flexibilidad y personalización por la que precisamente aboga el proyecto.
Ojalá esta propuesta pueda ser un estímulo para ir creando una pastoral más abierta, más
dinámica y flexible, más personalizada, capaz de facilitar a los jóvenes una respuesta
personal a la llamada de Jesús. Porque, sí bien la fe es un misterio de gratuidad y libertad,
podemos y debemos trabajar la tierra, huyendo tanto del espontaneismo como del
fundamentalísimo, así como de absolutizar y sacrali-zar los medios pastorales.
Esperamos que este proyecto que nos pueda ayudar a centrar lo importante, cambiar
esquemas de fondo y aprender a relacionarnos con los jóvenes y acompañarles de otra
manera, más personalizada, más libre, más crítica... al viento del Espíritu.
1 FUNDAMENTACIÓN

1. LOS JÓVENES. MIRADA A LA REALIDAD Y LA CULTURA


2. DIOS. LA PERSPECTIVA TEOLÓGICO PASTORAL
3. EL PROCESO. FUNDAMENTACIÓN PSICOPEDAGÓGICA
4. ACENTOS DE FONDO DEL PROYECTO
1. LOS JÓVENES.
MIRADA A LA REALIDAD Y LA CULTURA

1. ¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE LOS JÓVENES?

Con este título publicaba en 1991 Cristianismo y Justicia un cuadernillo de Josep M. Lozano (Lozano, 1991) que
ofrecía algunos apuntes muy lúcidos sobre la realidad de los jóvenes y el discurso adulto sobre ellos, y orientaba
algunos de los elementos emergentes de la realidad y percepción subjetiva de los jóvenes que aún hoy (quince
años después) están vigentes. Vamos a situar algunos puntos de partida para poder hablar de la realidad de los
jóvenes y plantearnos propuestas pedagógico-pastorales para ellos.

DIVERSIDAD DE JÓVENES
En primer lugar, recordamos y rescatamos el hecho de que necesitamos hablar de los jóvenes y no de la juventud,
porque si algo caracteriza a los jóvenes es su diversidad. No existe un modelo de "joven" más que como constructo
e imaginario social; la condición social de ser joven está matizada por la cultura en que se vive, el nivel
socioeconómico y cultural, el género y las propias diferencias individuales y de biografía personal.
Los jóvenes son mucho más diversos que homogéneos, y solo les unifica la mirada externa que, finalmente, ellos
asumen como propia; una mirada que les coloca en una categoría a la que se dota de unas características con las
que ellos, individualmente, se esfuerzan por identificarse o desidentificarse.
La nota de la diversidad y la pluralidad interna del colectivo juvenil es, además, cada vez más relevante y de mayor
alcance en la medida en la que la sociedad toda se va pluralizando y diversificando, al menos en algunos aspectos.

REFLEJO DE LA CULTURA Y SOCIEDAD QUE VIVEN


Un paso más: hablamos de los jóvenes y necesitamos dejar constancia de que partimos de la convicción -
ampliamente justificada en todos los estudios y análisis- de que lo que viven los jóvenes es reflejo de la sociedad y
la cultura que les toca vivir. Son un grupo social que, precisamente porque están estrenando la vida y no disponen
para ello más que de las categorías culturales que están vigentes en su momento, manifiestan con especial claridad
(y a veces virulencia) las características y las contradicciones de toda la sociedad.
Como señalaba Lozano en el ensayo antes mencionado, "los jóvenes no anticipan el futuro, sino que concentran las
tensiones del presente" (Lozano, 1991,4). Así que no olvidemos que, cuando los describimos, estamos
describiendo, en realidad, la cultura creada por los adultos.
Los jóvenes no han tenido tiempo de crear su propia cultura. En ellos se manifiesta y refleja la cultura de una
sociedad determinada, la que está vigente en el momento en que les toca incorporar los valores y prácticas sociales
(esto es, realizar su proceso de socialización), sea como afirmación o como rechazo.
Esto es así incluso cuando esta cultura se expresa en comportamientos exclusivos de los jóvenes, que, si bien
pueden recibir la reprobación de la sociedad adulta, normalmente están manifestando valores culturales com-
partidos. Por poner un ejemplo, la práctica del botellón, aún siendo un comportamiento juvenil, expresa valores y
contravalores que, en los adultos, se manifiestan en otras prácticas. Lo que los jóvenes hacen cuando se reúnen a
beber no es muy diferente de lo que hacen los adultos, con otros medios propios de su edad.
El que en la cultura de los jóvenes se expresen con tanta nitidez los rasgos de la cultura que viven es lo que permite
que se pueda descubrir en cada generación en cada sociedad, dentro de su pluralidad, un perfil determinado.
La existencia de este perfil generacional que podemos descubrir aún reconociendo la diversidad de los jóvenes es lo
que Javier Elzo expresa como "tesis de singularidad" (Elzo, 2005); una tesis que hay que entender en relación a las
otras dos tesis que menciona -de diversidad y de socialización- y que nos permite señalar rasgos destacados en
cada generación.
EL LUGAR DESDE EL QUE SE MIRA A LOS JÓVENES
Una tercera cuestión, no menos importante y que está en relación con la anterior: normalmente, de los jóvenes se
habla desde una perspectiva adultocéntrica. Esta perspectiva es la que les especifica y, hasta cierto punto, segrega
como grupo social. Y, así, a veces, lo que se opina de los jóvenes tiene que ver más con los que formulan estas
opiniones que con los propíos jóvenes.
Todos hemos leído en alguna ocasión algún escrito de hace aproximadamente dos mil años que señala los males
de los jóvenes de la época en términos muy parecidos a los que podemos encontrar en un columnista de un diario
de nuestro tiempo.
Sin negar las diferencias entre generaciones, fruto de la evolución cultural y social, el hecho de que los adultos de
diferentes época opinen sobre los jóvenes cosas muy similares a las que los adultos opinaban de ellos cuando eran
jóvenes es suficiente para sospechar que estas críticas dicen más de la evolución que se ha producido en los que
las formulan que de los propios jóvenes.
Y es que parece ser cierto que la realidad y la vida de los jóvenes tiende a incomodar de diferentes maneras a los
adultos. En nuestras sociedades vivimos la contradicción entre la exaltación de lo joven con fines comerciales y el
rechazo a los jóvenes concretos: se ansian y envidian los atributos de los jóvenes mientras que molestan sus
comportamientos.
Ciertamente, la vida adulta se caracteriza por una mayor estabilidad y responsabilidad -eso es lo que la hace adulta-
, mientras que el momento vital que viven los jóvenes se caracteriza por el cambio y la falta de un lugar social
estable y definido. Esto hace que estén en los intersticios de la sociedad de una forma que resulta incómoda para
los que ya están situados y acomodados en ella.
En la propia Iglesia vivimos una contradicción bastante similar: exaltamos la importancia de que los jóvenes se
incorporen a la dinámica de las comunidades y afirmamos que son el centro de nuestra preocupación, pero, muchas
veces, en lo concreto y real de la vida parroquial o comunitaria, tenemos que reconocer que lo que se les está
pidiendo a los jóvenes es que se incorporen a la dinámica ya hecha sin desestabilizarla ni modificarla. Se les pide
que se adecúen a los comportamientos que a los adultos (la mayoría de la comunidad y la que ya está establecida)
les resultan cómodos y funcionales en su momento vital, que no coinciden con los comportamientos funcionales
para los jóvenes, que tienen otras tareas vitales que resolver.
La verdad es que la dinámica de los jóvenes, que necesitan hacer experiencias nuevas y que aún no saben dónde
encajan vital y socialmente, suele resultar incómoda y desestabilizadora para los adultos, que precisamente son los
que, después de bastante esfuerzo, han logrado conseguir un lugar social estable y adecuarse a él.
 En Europa (sobre todo en España) nos quejamos de que los jóvenes no están en nuestras estructuras
eclesiales, pero tenernos que reconocer que fuera de la Iglesia tienen muchísimas ofertas que encajan
bastante mejor con sus lenguajes, formas de hacer y con sus necesidades inmediatas.
 Por otra parte, en América (sin pretender generalizar entre situaciones tan distintas como las que se dan
en distintos países) más bien nos encontramos con jóvenes que sí quieren estar en la Iglesia -tienen
muchas menos ofertas fuera- pero con los que la comunidad adulta no sabe muy bien qué hacer y por los
que se siente, en muchas ocasiones, invadida.

EL MITO DEL INCONFORMISMO JUVENIL


Antes de analizar la realidad de los jóvenes, es importante que desmontemos mitos y prejuicios con los que los
adultos tendemos naturalmente a enfrentarnos a esta realidad. Tendemos a valorar que los jóvenes han de ser, por
definición, inquietos, buscadores, críticos, idealistas...
 Una mirada objetiva nos hace reconocer que los jóvenes inquietos han sido siempre una minoría: lo son
actualmente, pero también lo fueron en los 80, en los 70 e incluso en los idealizados 60.
 Otra cosa es reconocer que lo "normativo", la "moda" de otras décadas era el inconformismo: por eso los
jóvenes, mayoritariamente, se sumaban a determinadas formas de expresar.
Pero el tiempo, que hace de criba para valores y opciones, ha puesto progresivamente de manifiesto cuánto había
de valor arraigado y cuánto de conformismo cultural y social en aquellas expresiones,

EL MITO DE LA FALTA DE ESFUERZO


Paradójicamente, este mito del inconformismo juvenil persiste en nosotros junto con el de que los jóvenes han de
ser esforzados y disciplinados, que es fruto de otro momento cultural.
Y, de nuevo, es conveniente echar una mirada desapasionada a la realidad: los jóvenes, como cualquier otra
persona, se esfuerzan y sacrifican verdaderamente por aquello que les importa o les interesa. El problema es si lo
que nosotros les ofrecemos les resulta suficientemente interesante y vital como para hacer sacrificios por ello.
El modelo idealizado de joven con el que inconscientemente actuamos habla más de lo que los adultos añoran que
de lo que un supuesto "deber ser" de los jóvenes. Éstos, como cualquier otra persona o grupo social, simplemente
son; no "deben ser", sino que son.
Por eso, nuestra primera tarea como educadores es situarnos ante su realidad con infinito respeto a lo que son, a su
libertad y a su derecho a ser lo que elijan ser, incluso aunque contradiga nuestros deseos. Solo así podremos
ayudarles en la tarea a la que se enfrentan de orientar su vida.

2. ALGUNOS RASGOS QUE ENMARCAN LA REALIDAD DE LOS JÓVENES


La juventud es una "condición social", esto es, una característica que se atribuye a las personas, pero que está
configurada y definida por la sociedad; depende del conjunto social.
Esto quiere decir que la juventud no existe en sí misma, al menos tal y como la concebimos, sino que es producto de
la organización social y, por tanto, asume características diferentes en función de la sociedad en la que se
desarrolla. No es lo mismo la vivencia y la experiencia de la juventud en la cultura occidental que en la oriental, ni la
definición de juventud actual que la que ha ido habiendo a lo largo de los siglos.
Sin embargo, el hecho social de la juventud se apoya en el hecho psicobiológico del desarrollo humano. Entre el
conjunto de características sociales, psicológicas y biológicas hay algunas que podemos considerar estables y, por
tanto, con mayor capacidad de definición de la realidad de los jóvenes. El ser humano vive en continuo crecimiento,
y podemos situar la adolescencia y la juventud como el período enmarcado por la infancia y la adultez dentro de
este continuo. Aunque se puede definir este período según distintos criterios, legalmente suele asumirse un cierto
rango de edad, ya que, sí bien se trata de un criterio convencional, es casi el único que permite una definición nítida
y objetiva.
Esta clasificación convencional-legal suele considerar "jóvenes" a aquellas personas de edades comprendidas entre
15 y 30 años, sí bien la edad de término en algunas ocasiones se sitúa cinco años antes o incluso cinco años
después.
No pretendernos entrar a definiciones rígidas de lo que es la adolescencia y la juventud ni a los períodos que
abarcan cada una de ellas. Asumimos la delimitación de la juventud convencional arriba mencionada, y no pre-
tendemos delimitar cuáles de esos años corresponden a la adolescencia y hasta qué punto ésta se ha prolongado
en las sociedades actuales y se convierte en sinónimo de juventud.
Entendemos que cada persona vive su juventud, definida por las características que a continuación vamos a
señalar, en un período determinado, para algunos más corto y para otros más largo, para algunos más tardío y para
otros más temprano, que, en la mayoría de los casos, se desarrolla dentro de ese rango de edad.
Situamos la adolescencia corno la primera parte de la juventud, sin pretender definir exactamente hasta cuándo; y,
en definitiva, nos vamos a manejar con una definición operativa de la juventud (incluyendo la adolescencia) como el
período de la vida humana entre la infancia y la adultez, caracterizado por ser una etapa de transición en la que la
persona tiene la tarea de definir su identidad y tomar las decisiones vitales que configurarán su vida adulta.
Se puede argumentar, sin duda, que todo período del desarrollo humano es un período de transición, sin embargo,
entendemos que lo que la sociedad demanda a los jóvenes y lo que establece como tareas propias de la etapa de la
juventud es precisamente que realicen ese "tránsito" a la vida adulta. Ninguna otra etapa de la vida está definida en
esos términos, aunque realmente todas las etapas sean la base sobre la que se sustenta el desarrollo posterior.
Así situado el punto de partida, podemos decir que lo que define a la juventud y la delimita es, por tanto, tratarse de
una etapa de transición donde la persona tiene dos tareas principales, que se encuentran fuertemente
interrelacionadas: la definición autónoma de la propia identidad y la toma de decisiones (también autónoma) sobre
los elementos fundamentales de la propia vida. Estos tres rasgos que desarrollamos a continuación establecen un
marco y un punto departida para plantearnos el trabajo pastoral con los jóvenes.

a. ETAPA DE TRANSICIÓN
Manuel Delgado (2005), desde la perspectiva antropológica, realiza una interesante aplicación a la adolescencia
de la teoría de los ritos de paso formulada por Van Gennep a principios del siglo XX. En toda sociedad, el paso de un
status social a otro se realiza a través de ritos de paso protocolizados de una u otra manera,

TRANSICIÓN CADA VEZ MÁS COMPLEJA


El paso de la niñez a la adultez es, precisamente, un rito de paso, que se ha visto amplificado y prolongado por la
creciente complejidad de la sociedad, que hace que cada vez sea mayor la cantidad de procesos que la persona
necesita hacer para pasar al estatus de adulto.
Ciertamente, en una sociedad menos compleja, el paso de la niñez a la adultez, como estado social, se realizaba
con mayor rapidez: en una estructura social rígidamente establecida eran pocas las decisiones que las personas
tenían que tomar. Su profesión y su lugar social venía prácticamente definido por el nacimiento. Sin embargo, la
complejízación de la sociedad y el aumento de los elementos que cada individuo tiene que definir personalmente en
su vida, la ampliación del número de opciones disponibles, la mayor libertad de decisión; han complejizado y
alargado también el espacio de transición al nuevo estatus.

SITUACIÓN DE DISPERSIÓN Y EXCLUSIÓN


Según la descripción de la adolescencia (juventud, añadiríamos nosotros) como rito de paso que realiza M.
Delgado, los adolescentes son las personas que se encuentran, dentro del proceso del rito de paso, en la fase
liminar o de margen (en términos de Van Gennep).
Ésta es una fase en la que la persona ya no dispone de las características del status anterior, pero aún no goza de
las del siguiente. Esto es, el adolescente (el joven) ya no es niño, y no le son socialmente permitidos, por tanto, los
comportamientos infantiles; pero tampoco es adulto, y por ello tampoco se le conceden las ventajas de ese nuevo
estatus, que, de alguna forma, ha de ganar. Se encuentra en una zona de umbral, que pertenece a ambas
realidades y a ninguna, y, por tanto, también de margen: está situado momentáneamente fuera de la estructura
social normal.
Como señala este mismo autor, es una situación como de "punto muerto", necesaria para pasar al siguiente estado.
Esta transición supone, por tanto, una situación de desposesión y exclusión necesaria para poder tomar un lugar
nuevo en la sociedad, punto de vista, los jóvenes viven una situación de pobreza.
 En la infancia, los niños comparten y asumen como propio lo que poseen los padres o las personas que
se hacen cargo de ellos (en todos los sentidos), ya que la definición de la infancia incluye, precisamente,
que se trata de un momento dependiente, no autónomo.
 Los adolescentes y jóvenes son expropiados de estas "posesiones" en la medida en la que se les
empieza a demandar que sean personas autónomas, y aún no han "adquirido" características y
posesiones propias.

INDEFINICIÓN QUE PROVOCA INSEGURIDAD


Es una situación de indefinición, inestabilidad e incertidumbre que provoca, más o menos conscientemente, una
cierta inseguridad y angustia que se pretende llenar y enmascarar con diversos medios (el consumo, la imagen, la
identificación grupal), tomando prestadas otras características, pero, al mismo tiempo, es precisamente la condición
necesaria para crecer y abrirse a nuevas posibilidades.
Esta es, asimismo, la razón por la que los adolescentes y los jóvenes son percibidos por el resto de la sociedad
como un peligro: todos los que no están firmemente instalados de manera estable en el sistema social se convierten
en un peligro para él.

ESPACIOS: LA CALLE Y LA NOCHE


No es extraño (como señalaba M. Delgado en la conferencia correspondiente al artículo antes citado) que el espacio
físico propio del adolescente sea la calle -los bares forman parte de la calle-; precisamente el espacio intersticial, lo
que hay "entre", el espacio de tránsito; y la noche -el espacio del margen- el tiempo preferido.
La adolescencia y la juventud están marcadas por esa desposesión que supone la transición y que, creemos, la
convierten por definición en un período de búsqueda y apertura que es especialmente propicio para nuevos
horizontes y nuevas propuestas, incluida la fe y el seguimiento de Jesús,

b. LA IDENTIDAD COMO TAREA


La primera tarea con la que se enfrentan los adolescentes en esa etapa de transición es la configuración de la
propia identidad,
 Hasta la fecha han vivido con una identidad en cierta medida "prestada" por los adultos. Cuanto menos,
podernos decir que su identidad incluía la relación de dependencia con los adultos.
 Al iniciarse la adolescencia se ven impelidos, por el desarrollo de sus propias capacidades y por las
demandas que se les comienzan a hacer socialmente, a definirse autónomamente ante sí mismos y ante
los otros, y a construirse una identidad coherente que les permita reconocerse y orientarse ante las
múltiples decisiones que tienen tomar cada día.

DIFERENTES PERSPECTIVAS SOBRE LA IDENTIDAD


Lozano señalaba hace ya años que "hemos pasado de unas generaciones que tenían o habían tenido como
problema central la represión (política, sexual, moral, familiar, educativa,.,), a unas generaciones que tienen como
problema central la identidad" (Lozano, 1991,18).
La identidad como problema o tarea central de la adolescencia ya había sido planteada en los años 60 por Erikson
(1980). Desde entonces, el propio concepto de identidad ha ido evolucionando.
Es posible tratar el tema de la identidad desde perspectivas muy diferentes, incluso cuestionando la posibilidad de
hablar de ella como una realidad unitaria; así, hay miradas que interpretan que las personas no nos definimos por
una única identidad sino por un conglomerado de ellas que reaccionan y se relacionan más o menos
desordenadamente (cf. Blasi,2005).
 Una mirada que está en relación con la percepción de la realidad como fragmentaría propia de nuestra
cultura, y que aplica esta fragmentariedad a la realidad de la persona.
 Una mirada que tiene que ver también con la pretensión de no tener que realizar elecciones, al deseo de
no asumir la carga de renuncia que elegir conlleva.

UNA IDENTIDAD MÁS COMPLEJA


Nuestra perspectiva cultural afecta, por tanto, al propio concepto de identidad y a la forma en la que la construimos
y nos la formularnos a nosotros mismos.
Frente a la concepción/pretensión de una identidad estable y permanente, definida de una vez por todas en la
adolescencia, hoy caemos en la cuenta de que la identidad es algo más complejo y dinámico, que está muy influida
por el contexto y que está en permanente evolución a lo largo de la vida.
Sí antes uno definía en la adolescencia y juventud su profesión y su estado de vida, y de la misma manera fijaba los
rasgos principales de su carácter que asumía como estables y permanentes ("Yo soy así"), hoy casi nada tiene ese
carácter de definitividad.
Las profesiones y la realidad laboral cambian aceleradamente, los conocimientos evolucionan, las circunstancias se
modifican y las personas han de estar en permanente adaptación, lo que hace que nos percibamos a nosotros
mismos como mucho más contextúales e incluso que no nos atrevamos a hacer definiciones radicales sobre
quiénes somos.
Eso no quiere decir necesariamente que no exista una identidad, pero sí que la identidad será más compleja, más
sutil y subyacente, menos evidente y objetivable de lo que lo era hace unas décadas.
Esta realidad complica la tarea que tienen los adolescentes y jóvenes de responderse a la pregunta de quién son, y
ni siquiera los que no desean complicarse la vida con respuestas elaboradas pueden escapar a tarea y a esta
complejidad.
CARACTERÍSTICAS PERSONALES QUE ELEGIMOS
La realidad de la individualidad de la persona (precisamente definida por la indivisión) obliga a que, a lo largo de la
biografía personal, todos vayamos realizando elecciones, príorizando valores y opciones, que van configurando una
identidad donde cada uno de los aspectos van colocándose en relación y resituándose mutuamente. En ese
proceso hay cosas que "caen" y desaparecen y otras que se consolidan y con las que nos vamos identificando cada
vez con mayor profundidad.
A. Blasi (2005) define precisamente la identidad en función de esas características que asumimos como propias y
que "defendemos" de los embates externos, esas características personales que elegimos como definitorias de
nosotros mismos y que pretendemos conservar a lo largo de nuestra biografía.
"Una persona no tiene identidad a menos que él o ella experimente y, al menos implícitamente,
se reconozca con algunas características personales como más reales y uerdaderas que otras,
como más profundas, como el núcleo o la esencia del propio ser. Las otras características se
sienten más superficiales, más prescindibles, y en conjunto menos importantes para el sentido
del propio yo. (...) Una característica es importante, no por sus consecuencias o por lo que me
aporta, sino exclusivamente porque me hace ser quien soy" (Blasi, 2005, 24).
La identidad se va definiendo entre apuestas y conflictos, en la medida en la que me voy comprometiendo no solo
con un valor, un gusto, una actividad, sino con que ese valor, ese "gusto", esa actividad, esa pertenencia, va siendo
permanente en mi vida.
 En los conflictos de valores y opciones a los que nos enfrenta permanentemente esta realidad nuestra, tan
llena de opciones y ofertas, solo sobreviven las características que colocamos como centrales de nuestra
identidad y, por tanto, imprescindibles.
 Las características que no priorizamos se vuelven prescindibles, y, poco a poco, desaparecen de mi
horizonte a medida que se complejiza nuestra vida.

IDENTIDAD Y PERTENENCIA
La cuestión de la identidad tiene que ver con la pertenencia (Pérez Álvarez, 1993, 52-53). No es separable la
identidad personal –las características que elijo como centrales en mi vida- con el grupo social al que pertenezco: la
propia identidad personal se define en buena medida como afirmación o como negación de la identidad del grupo al
que pertenezco.
Ninguno somos solos:
 La identidad me hace pertenecer (al grupo de personas con los que comparto rasgos de identidad)
 La pertenencia me presta, en un primer momento, y me afirma, posteriormente, rasgos de identidad con
los que identificarme.

PROCESO PERSONAL Y SOCIAL


El proceso es complejo y siempre, como todo proceso humano, es simultáneamente personal y social; la identidad
que voy configurando va provocando reacciones en los otros que entran en dialéctica con mis propios intereses.
 Hay rasgos de identidad que son socialmente más aceptados y nos resultarán, por tanto, más fáciles de
asumir, aunque tal vez superficialmente.
 Hay rasgos de identidad más conflictivos que requieren una convicción mucho mayor para consolidarse y
necesitan buscar otros ámbitos de apoyo grupal.
"Quién soy" tiene que ver con "con quien soy", y viceversa, de la misma manera que la cuestión de la identidad tiene
que ver con el futuro: nadie está definido únicamente por su presente.
El presente se apoya en el pasado y se orienta en función del futuro, la esperanza, la expectativa. Quién soy incluye
con quién soy, y quién soy incluye quién quiero ser.

EL PROCESO DE IDENTIDAD CRISTIANA


En la medida en que ser cristiano es una característica de identidad compartida por el grupo social de pertenencia
(como sucede en los lugares donde hay una fuerte religiosidad popular), es fácil que permanezca durante el
proceso de socialización y configuración de la propia identidad como seña de identidad personal, en algunos
jóvenes de forma más personalizada y como característica central y, en muchos otros, como característica
congruente con el conjunto de la identidad personal.
Por el contrario, en las sociedades más secularizadas, el ser cristiano carece de apoyo social al haber dejado de ser
un rasgo de la identidad compartida; así, o se convierte en un rasgo fuerte de identidad personal (central) o, sí
permanece en un lugar periférico, tarde o temprano quedará, cuanto menos prácticamente, anulado por otros
rasgos: se trata de una característica que entrará en conflicto con otras demandas sociales y tendrá que reforzarse
o desaparecer (Pérez Álvarez, 1993,15-13),
Los procesos de pastoral con jóvenes han de acompañar proceso de construcción de la propia identidad en este
momento vital, conscientes de que la identidad es una realidad dinámica a lo largo de toda la vida, pero también de
lo crucial del momento de la adolescencia y la juventud en su configuración. Y, desde la libertad y en libertad,
queremos proponerles y ayudarles a desarrollar una identidad cristiana: que la característica de mí mismo con la
que me comprometo centralmente, me da unidad y jerarquiza las demás, sea el seguimiento de Jesús.

c. MOMENTO DE TOMA DE DECISIONES VITALES


Si bien una de las realidades que nos obliga a enfrentar la sociedad actual (no tanto desde el punto de vista cultural
cuanto económico) es que hay pocas cosas que resistan el embate del cambio permanente, y por lo tanto se ponen
en cuestión todas las definitividades; sigue siendo cierto que todas nuestras decisiones quedan irremediablemente
acotadas por las que hemos tomado anteriormente.
La etapa de la adolescencia y la juventud no solo continúa siendo la etapa en la que se dan las condiciones
psicosociológícas para tomar decisiones de gran importancia en lo que será la vida adulta, sino también una etapa
crucial en el aprendizaje del propio proceso de la toma de decisiones autónoma.

LA ILUSIÓN DE MÚLTIPLES ELECCIONES DISPONIBLES


Tanto el aprendizaje de la toma de decisiones como el rango de opciones disponible ante esta toma de decisiones
en los distintos aspectos de la vida estará, evidentemente, condicionada y acotada por las distintas circunstancias
personales y sociales.
 Las opciones reales disponibles en grupos socialmente desfavorecidos son mucho más limitadas (o, al
menos, distintas) que aquellas de las que disponen los jóvenes de grupos sociales privilegiados.
 De la misma manera, la forma en la que se aprende a tomar las decisiones está muy condicionada por las
características del entorno familiar y social, y también por las propias características individuales.
Pero todos vivimos en un entorno social y cultural que, cuanto menos, nos provoca la ilusión de que tenemos miles
de opciones disponibles. Los adolescentes se ven impelidos a tomar postura (sea activa o pasivamente) ante
multitud de reclamos que encuentran en su vida cotidiana: reclamos de consumo, de relaciones, de diversión, de
estudio y trabajo, de aficiones... Con la novedad, frente a la niñez, de que comienzan a ser considerados, tanto por
los demás como por sí mismos, como sujetos de decisión sin el intermedio permanente de las personas de las que
dependen.

TOMA DE DECISIONES Y FORMACIÓN DE ACTITUDES


La identidad recién formulada se confronta, se configura y se consolida en un proceso de toma de decisiones.
Los seres humanos tenemos una gran necesidad de coherencia interna: necesitamos percibir que nuestras
opciones son coherentes con nuestras ideas y convicciones. De lo contrario, nos vemos obligados a modificar
nuestras ideas, a cambiar nuestro comportamiento o (cuando eso nos re-sulta imposible o no deseamos asumir el
coste que supone) a vivir con falsas conciencias que nos permitan una apariencia de coherencia ante nosotros
mismos.
La disonancia cognitiva -el conflicto entre lo que pensamos y lo que hacemos- genera una tensión interna en la que
no podemos permanecer demasiado tiempo; nos escinde interiormente.
La configuración de la identidad se revalida, así, en dos terrenos: en la toma de algunas decisiones especialmente
importantes -por su peso en la vida y el comportamiento de las personas- que se van tomando a lo largo de la
juventud, y en la formación de actitudes ante la vida.
La actitud se define en psicología como una disposición globalmente estable a actuar de una determinada manera.
La identidad cristaliza en decisiones vítales y en actitudes que configuran nuestra tendencia a tomar las decisiones
cotidianas de acuerdo a unos valores. La coherencia global de estas dimensiones dará la medida de la solidez de la
estructura personal.
Ayudar a que la identidad que se va configurando se concrete en unas decisiones y actitudes que configuren un
estilo de vida que dé coherencia y solidez a esta identidad en los jóvenes implica un proceso:
 Formular y consolidar los valores que eligen como centrales para sus vidas.
 Descubrir y aterrizar las consecuencias prácticas de elegir estos valores.
 Asumir los conflictos inherentes a la toma de decisiones.
Toda elección implica una renuncia, y no es posible ejercer la libertad sin elegir. Cualquier decisión tiene
consecuencias y nos obliga a priorizar valores, a elegir entre cosas buenas en sí mismas. La forma en la que vamos
tomando esas decisiones va reformulando y afianzando nuestra identidad.

ELECCIÓN DE LA PROPIA VIDA


Las grandes opciones de elección profesional y de pareja -que hay que situar al lado de muchas otras opciones
menos visibles, pero no menos configuradoras- son propias de la juventud, aunque una de las posibles opciones
sea la indefinición. Son opciones que, además, son irrenunciables e inexorables: el tiempo pasa y si bien los
jóvenes pueden eludirlas demorándolas, esa misma demora condicionará su vida. Y los jóvenes son agudamente
conscientes de ello.
La identidad se consolida en la toma de decisiones y cristaliza en un proyecto o estilo de vida que es preciso
capacitar para llevar a la práctica (para poder cuidar la propia identidad)
Solo se podrá dar este proceso de elección libre, consciente y responsable de la propia vida sí la persona:
 Comprende y acepta la necesidad de elegir, renunciando a la pretensión infantil de "tenerlo todo".
 Desarrolla una cierta capacidad de análisis que le permita comprender las consecuencias que tienen las
distintas opciones.
 Desarrolla su capacidad de autocrítica para comprender y relativizar si acaso, las propias motivaciones.
 Adquiere suficiente capacidad de esfuerzo, de tolerancia a la frustración, de asunción de los conflictos y
de resistencia para llevar a la práctica las decisiones. Unas capacidades tanto más necesarias cuanto
más contraculturales y arriesgadas sean las opciones que se eligen.
Identidad y toma de decisiones, identidad y proyección son, así, dos dimensiones conjugadas, dos momentos de un
mismo proceso que se reali-mentan mutuamente:
 Es en la toma de decisiones donde se refuerzan o niegan las características centrales de la propia
identidad a las que antes aludíamos.
 Es la toma de decisiones concretas la que va favoreciendo y permitiendo una determinada construcción
de la identidad, en un proceso que se prolongará toda la vida, pero que tiene en la adolescencia y la
juventud un momento decisivo.

EN SÍNTESIS
 Lo que caracteriza el momento de la juventud es la necesidad de encontrar identidad, pertenencia y
sentido para la vida que se abre.
 Esto hace de esta etapa vital un momento privilegiado para hacer propuestas globales de sentido.
 Los jóvenes son, por ello, pobres, desposeídos de características e identidad, están abiertos, están en
búsqueda.
 Esto los sitúa en un momento privilegiado para el encuentro con Jesús: solo los insatisfechos pueden
abrirse a algo nuevo,
 Ante su búsqueda de identidad, queremos ayudarles a descubrirse como hijos de Dios, abriéndose a la
trascendencia.
 Ante la búsqueda de pertenencia, queremos proponerles la fraternidad, como nuevo estilo de relación.
 Ante la búsqueda de sentido, hemos de ayudarles a descubrir la propuesta del Reino corno proyecto
motor y horizonte para sus vidas.

3. EN UN MOMENTO DE CAMBIO CULTURAL


a. UNA REALIDAD DISTINTA

LA SITUACIÓN DE AMÉRICA LATINA


En América, dentro de la diversidad de situaciones, la mirada es bastante positiva.
 Pero nos encontramos también con la dificultad de realizar procesos que ayuden a integrar la fe y la
vida, que formen en profundidad y que permitan que los jóvenes se integren en la comunidad eclesial
de forma adulta. En muchas ocasiones, los procesos de corte europeo, con mucho texto y mucho
concepto, resultan muy lejanos a la cultura latinoamericana, con mayor presencia de lo afectivo; y el
avance y la riqueza que supuso la incorporación a la pastoral de estilos de proceso de educación
popular se ha visto frenado o limitado por las corrientes pastorales más conservadoras y por la
dificultad que ha tenido, en ocasiones, para incorporar formación más sistemática en la fe.
 Por otra parte, si bien el contexto de religiosidad popular sitúa un punto de partida muy diferente por el
valor social que tiene la fe, también las sociedades (y especialmente los jóvenes) de América Latina
participan de las corrientes culturales de nuestro mundo occidental globalizado, que inciden sobre las
características propias de cada sociedad y cultura.

UN PROBLEMA DE LOS PASTORES


Ante esta realidad, es importante partir de la premisa que "el problema de la pastoral es un problema de los
pastores", no de los destinatarios. Sea como sea la realidad de los jóvenes, somos nosotros los que tenemos la
tarea de conectar con su realidad y proponerles la Buena Noticia de Jesús, y en nosotros debemos buscar el
problema si no nos entienden.
Y nosotros somos herederos y fruto de unos procesos que los obispos de Québec denominarían "de río": unos
procesos que configuraban un gran cauce en el que confluía la formación que recibíamos desde todos los ámbitos
sociales: la familia, la escuela, el ambiente, la cultura; un gran cauce que enmarcaba nuestra vida y en el que nos
veíamos arrastrados, un cauce del que algunos se fueron saliendo, pero que nos ayudaba a llegar al final, hasta el
punto de que algunos avanzaban, sobre todo, por fuerza de la corriente... algo de lo que solo nos dimos cuenta
cuando la corriente comenzaba a ser contraria y descubrimos con sorpresa y dolor, en nosotros mismos y en otros,
lo poco personalizado de algunas opciones y apuestas. Y es que el río se nos ha desarmado, y solo podemos
calmar la sed yendo más al fondo, a "las fuentes" que a cada uno nos alimentan...

UNA REALIDAD CULTURAL DISTINTA


Nos encontramos ante una realidad cultural distinta y en cambio, y, como se ha dicho hasta la saciedad, en cambio
acelerado. La mayor parte de los que acompañamos actualmente los procesos de pastoral con jóvenes somos
también fruto de este cambio cultural (somos más nietos que hijos de la modernidad), pero aún fuimos
mayoritariamente educados en las coordenadas anteriores. Tal vez no era nuestro lenguaje, pero lo pudimos
aprender, y ahora pretendemos que los jóvenes realicen el mismo proceso de aprendizaje. Pero el cambio se ha
agudizado y cada vez son menos los que tienen interés o capacidad y referencia para traducir las coordenadas en
las que nos movemos y los conceptos que usamos.

DESAFÍOS DE FONDO
La sociedad ha cambiado, la cultura está cambiando, los parámetros de verdad, sentido, horizonte, se han movido,
y eso ha hecho que nuestros procesos educativos y nuestra forma de expresarse se descubran repentinamente
fuera del núcleo vital donde transcurren las cosas.
Ante esta realidad que constatamos nos encontramos con un desafío de fondo:
 ¿La racionalidad y la cultura actual tienen algo del Espíritu, del Reino, nos está diciendo algo, nos está
desafiando a algo nuevo?
 ¿O, en realidad, todo llegó a la perfección con Aristóteles leído por Santo Tomás y cualquier otro
desarrollo cultural posterior es solo una desviación, como pensaba el personaje de Jorge de Burgos en El
nombre de la Rosa ?
 ¿Hay elementos de avance en la historia, o ésta es un proceso de degradación?
 Aplicado a nuestro tema, ¿necesariamente "lo bueno" es una cultura unitaria o podemos descubrir la
llamada y la presencia del Espíritu que mueve la historia en la propia cultura fragmentaria? (cf, GS
4,11;DGC 32)

b. ASUMIR LOS DESAFÍOS DE LA MODERNIDAD Y LA POSMODERNIDAD


La racionalidad moderna nos invitaba y nos hizo desarrollar procesos de modernidad. La vida como proyecto,
dirigida por la persona, centrada en un valor, ordenada y orientada por él...
No renunciamos ni podemos renunciar a esas conquistas, que son fruto de la apuesta por la libertad de la persona
humana, pero la realidad actual nos complejiza la situación. Profundizar en esa misma dinámica de libertad nos
obliga a salirnos de los esquemas unidireccionales y unívocos como los que han dominado nuestra pastoral hasta
ahora. Vamos a desarrollar un poco más esta idea. Los límites de la modernidad no son razón para dejarse llevar
por lo que José Luis Moral denomina "respuesta romántica" (Moral, 2005), obviando los avances y desafíos que in-
trodujo el paradigma de la modernidad a nuestra fe y a nuestra pastoral. Se trata, precisamente, de asumir los
desafíos de la modernidad y los nuevos que introduce la crítica de la postmodernidad, entendiendo que esta crítica
es un paso más en el proceso de humanización y desarrollo del ser humano que el Espíritu va empujando en la
historia de una forma que no podemos controlar.
No se trata de dar marcha atrás renunciando a los pasos dados, sino de continuar avanzando: hay algunas
concepciones de la persona y de la realidad que orientaron nuestros procesos educativos y que actualmente se
conciben de otra manera.
No estamos hablando de cuestiones de fondo de la fe, ni de la antropología cristiana, ni de la pastoral, sino de los
ropajes culturales en los que necesariamente ésta se expresa. A modo de ejemplo, podríamos señalar algunos de
estos cambios:

DE LA RACIONALIDAD CIENTÍFICA A OTRAS RACIONALIDADES


Si en la modernidad el principio rector que se consideraba como argumento válido y definitivo para orientar la vida
humana era la racionalidad científica y filosófica, la postmodernidad se ha caracterizado por la incorporación de
otras racionalidades (afectiva, emocional, intuitiva, artística,...) en plano de igualdad con la racionalidad intelectual,
formal, lógica. Se entiende que la vida humana es compleja y que no hay un único tipo de racionalidad capaz de dar
cuenta de todos los fenómenos que vivimos, así que se opta por aplicar en cada ámbito concreto el tipo de
racionalidad que se percibe corno más adecuado, y precisamente en eso se cifra la capacidad de adaptación y la
propia inteligencia.
 La consecuencia pastoral es que ya no podemos considerar que la racionalización de la fe y la formación
intelectual es la única base sólida para la educación en la fe. No se trata de convencer intelectualmente de
la existencia de Dios.
 La buena noticia es que este cambio de perspectiva da carta de ciudadanía a la propia racionalidad de la
fe, la sabiduría, la intuición y la experiencia religiosa.

DEL PROYECTO A LA EXPERIENCIA


De la vida concebida como proyecto, en la modernidad, pasamos a la vida concebida como sucesión de
experiencias de la postmodernidad. No se trata ya de tomar unas decisiones a las que ser fieles para alcanzar una
meta en la que, supuestamente, permanecer (la familia, el trabajo, la propia vocación), sino de vivir en profundidad
el presente y la experiencia que toca vivir en cada momento. Esta experiencia es la que va a hacer que la persona
vaya seleccionando y eligiendo lo más valioso de lo que se encuentra en el camino, y busque la forma de seguir en
ello.
La vida es más una aventura, con lo que supone de riesgo y de angustia (a no todas las personas ni a todos los
jóvenes les gusta la aventura) que un proyecto previsible y ordenado que está bajo mi control. La experiencia nos
dice que es muy difícil que los proyectos se lleven a término. La postmodernidad ha perdido la ingenuidad de la
modernidad que estaba convencida de que, por fin, había encontrado la solución a todos los males humanos a
través de la racionalidad y que solo quedaba aplicarla. Junto con la experiencia de poder "dominar el mundo" como
nunca antes, coexiste y destaca la experiencia (vivida muchas veces con amargura) de que lo más importante de la
vida escapa a nuestro control.
 Esto hace, lógicamente, que hoy no seduzcan mayoritariamente las ideas de futuro (el Reino como meta a
conquistar), sino las experiencias vitales de plenitud. Lo que, en realidad, concuerda bastante bien con el
Evangelio: los jóvenes tienen que tener experiencia de encontrar el tesoro para venderlo todo.
 No lo venderán como medio para comprar nada que no hayan experimentado; lo venderán solo como
respuesta ilusionada a una experiencia vivida y sentida.

DE LA UNIDAD A LA FRAGMENTACIÓN
La modernidad concebía a la persona con un ser unitario y racional, que tomaba decisiones sobre la propia vida con
la voluntad. La racionalidad postmoderna ha descubierto la ingenuidad y lo relativo de ese planteamiento en tantas
realidades de grupos sociales cuya capacidad de decisión sobre la propia vida está tan limitada, y concibe, sin
embargo, al ser humano como ser fragmentario y contextual, con libertad, pero muy condicionada, marcado y a
veces aprisionado y zarandeado por muchas fuerzas internas y externas entre las que se va bandeando con las
herramientas que tiene.
 La unidad de la persona es así una conquista, no un presupuesto, y necesitamos dotar a la persona de
herramientas para construirla en diálogo con las distintas realidades entre las que se desenvuelve.

DE LA AUTONOMÍA A LA RELACIÓN
En la modernidad se puso el acento sobre la autonomía del sujeto. La persona es un ser libre, autónomo, completo
en sí mismo, capaz de dominar el mundo, de actuar sobre él, comprenderlo y someterlo.
Se funcionaba hasta cierto punto con un modelo de ser humano ideal, el superhombre, sin que el hecho de que las
personas concretas fueran tan limitadas afectara mayormente a esa convicción: el ser humano era ese ser humano
autónomo.
La postmodernidad, sin embargo, acentúa la realidad del ser humano como ser relacional, sin que esto se
contradiga con el individualismo reinante, que tiene más que ver con la priorizacíón absoluta de los propios
intereses. Todo es relativo, todo es relacional, los otros son evidentemente mi límite y mi posibilidad, la conciencia
de la necesidad de los otros para mi propia supervivencia es cada vez más aguda, hasta las empresas hacen
cursos de trabajo en equipo y relaciones humanas.
Habiendo perdido tanto las seguridades absolutas -Dios, el orden social estable- como la fe ingenua en la
autosuficiencia personal, "los otros" son el piso -móvil, por cierto- en el que me asiento. Nos sabemos dependientes
y relativos. Y se acentúa la importancia de los núcleos cálidos y cercanos, de la familia y los amigos, porque
sabemos que los necesitamos para vivir.
 No es necesario señalar la oportunidad que esto supone pastoral-mente, en tanto en cuanto nuestra
concepción del ser humano acentúa precisamente la dimensión relacional y vivirnos una fe que nos invita
a vincularnos comunitariamente.
 Para los hombres y mujeres, jóvenes y adultos de la postmodernidad tendrá sentido un estilo de vida
comunitario, siempre y cuando sea una comunidad vital y afectiva, y no solo funcional o de proyecto.

DEL PROCESO LINEAL A LA RED


A la racionalidad moderna correspondía un modelo de proceso lineal en todos los ámbitos de la vida. Se fijaba una
meta y se ponían los medios necesarios para llegar a ella; se daba un paso detrás de otro. Hoy los modelos de
proceso son mucho más complejos. La red, con diferentes caminos para llegar al mismo sitio, es lo que garantiza
que un mensaje pueda cruzar el mundo en segundos.
 No hay un único camino para llegar a ninguna parte, e incluso no está claro que haya un lugar único al
que llegar.
 Nadie ni nada agota las posibilidades del ser humano, no hay un modelo único al que conformarnos, o, al
menos, no hay una única forma de realizarlo.
 Los caminos no son en línea, sino que implican muchas curvas, idas y venidas.
 La vida es tan compleja, y se desarrolla en tantas dimensiones que es, de nuevo, una ingenuidad pensar
que se la puede manejar como el proceso de fabricación de un tornillo.
La educación ha tenido que adaptarse a esta realidad, y nuestros procesos pastorales también tendrán que hacerlo.
 Y es importante que lo hagamos reconociendo el valor de la pluralidad y la diversidad, la riqueza de los
distintos caminos, y la aceptación humilde y agradecida de que los procesos tienen más que ver con el
Espíritu, que sopla donde quiere y cuando quiere e inventa siempre caminos nuevos, que con la
fabricación en serie de cristianos en condiciones controladas de laboratorio.

DE LA VOLUNTAD AL CONVENCIMIENTO VITAL


Si durante años se consideró que el motor de las decisiones personales debía ser la voluntad (la fidelidad a las
opciones hechas, el deber ser), hoy solo se aprecia como justificación de estas decisiones el convencimiento y la
adhesión personal vital. Ha perdido peso hacer las cosas "porque debo", y ha ganado hacerlas "porque lo creo, lo
quiero".
No creamos que necesariamente esto ha de llevar al olvido la dimensión ética de la persona. Pero los valores éticos
habrán de estar más fuertemente interiorizados para que no sean únicamente convicciones racionales más o menos
superficiales, sino que toquen ese motor de las decisiones que tiene que ver .con el convencimiento y la adhesión.
 Pastoralmente esto nos revela la insuficiencia de afianzar dogmas y doctrinas, nos pone en alerta ante el
peligro de las opciones tomadas por cuestiones de imagen y superego -el deber ser- y nos obliga a rea-
lizar procesos de mayor profundidad que toquen el corazón de la persona y provoquen adhesiones vitales.

DEL CAUCE UNIFICADO A LA ELECCIÓN PERSONAL


Si el cauce para desarrollar los procesos pastorales y socializadores en general era de carácter afectivo y vital (los
grandes grupos que arropaban), hoy prima la libertad de elección que coloca a la persona en situación de soledad
ante la mayoría de las decisiones de su vida. El cauce se diversifica muy pronto y obliga a la toma de decisiones
personal, que no siempre puede ser personalizada.
En otros momentos eclesiales y sociales, el desarrollo de las personas estaba bastante más rígidamente orientado.
El grupo social de pertenencia hacía de estructura que enmarcaba y orientaba este desarrollo. La formación escolar
y los grupos de jóvenes de las parroquias hacían, en las sociedades de cristiandad y en el primer momento de la
secularización, de lugares naturales donde se transmitía la fe y se asumía. Sin embargo, hoy existen cada vez
menos cauces sociales fijos o naturales. Incluso la formación escolar tiende a diversificarse y a obligar a la toma de
decisiones personales; de la misma manera que el desarrollo profesional, cada vez más móvil y personalizado.
 En lo pastoral, los grupos de jóvenes de parroquias y movimientos, en la sociedad española, ya no forman
parte para la mayoría de los jóvenes de sus ámbitos de socialización.
 Por ello, la función de cauce que cumplía el grupo social se ha debilitado en favor de la libertad de
elección personal, dejando al sujeto más solo y desprotegido en la orientación de la propia vida.

DE LA COHERENCIA A LA INTUICIÓN
Porque si tuviéramos que decir una palabra mágica que años atrás justificaba cualquier toma de decisión, al menos
teóricamente, era la "coherencia", mientras que la palabra que hoy podría definir eso que justifica las decisiones
personales podría serla "intuición".
Ser coherente es importante, es un valor, pero np es el máximo valor. Sí lo es, sin embargo, el "verlo", estar
convencido, creérselo, no solo racionalmente, sino vitalmente.
No es meramente el gusto (que también tiene mucho peso), sino el conjunto que me hace identificarme vitalmente
con la opción; la intuición, la "tincada", en expresión chilena.
No es lo lógico, sino lo significativo, lo vitalmente significativo, lo afectivo, lo vivencia!. Como señalaba Juan Pablo II,
"los hombres de nuestro tiempo, quizá no siempre conscientemente, piden a los creyentes de hoy no solo "hablar"
de Cristo, sino en cierto modo hacérselo "ver"" (NMI 16). Resumimos lo expuesto en el siguiente cuadro:

Modernidad Posmodernidad Consecuencia pastoral


No sólo ni principalmente
Principio rector Racionalidad lógica Otras racionalidades
formación intelectual
Provocar experiencias
La vida como… Proyecto Experiencia/aventura
vitales significativas
Acompañar procesos de
El ser humano Racional y unitario Fragmentario y contextual construcción de la
identidad
Característica central La comunidad como
Autonomía Relacionalidad
del ser humano referente significativo
Cambio en el estilo de
Procesos Lineales Circulares/en red
proceso pastoral
Convencimiento/adhesión Procesos de mayor
Motor de decisiones Deber ser
vital profundidad
Personalización de los
Cauce de los procesos Afectivo y social Libertad de elección
procesos
Significatividad del
Razón para las
Coherencia Intuición testimonio y la
decisiones
experiencia

c. COHERENCIA CON LA REALIDAD


En definitiva: se trata de ser coherentes con nuestro propio discurso y con el análisis de la realidad que hacemos.
Hace años ya que reconocemos que los jóvenes de hoy van construyendo su identidad más bien como un puzzle, a
partir de fragmentos; o a través del radar (relativo y contextual) más que de la brújula de concepciones inamovibles
(Lozano, 1991). Y, sin embargo, parece que continuamos empeñados en acompañarles sin tener en cuenta esa
realidad que, en el fondo, quizás no nos gusta.
Sin embargo, ante esta realidad compleja, tendríamos que reconocer que los jóvenes...:
 Tal vez son constructores más activos hoy que antes de su identidad, ya que están obligados a serlo sí
quieren tener identidad...
 Tal vez no (o sí) son más libres, pero lo que es cierto es que tienen menos elementos determinados. La
sociedad de hoy ofrece tal abanico de ofertas, aunque muchas estén fuera de su alcance, y ofrece tan
pocos caminos fijos, que se encuentran permanentemente con
multitud opciones posibles y, al mismo tiempo, eso les hace más complicada la libertad...
 Admiten grados de adhesión variable, como señalan los obispos de Québec. Nada es todo o nada, todo
requiere síntesis, y, por eso, es muy difícil lograr la identidad.
 Se niegan a renunciar a elementos valiosos de su propia identidad sin una buena razón. Y eso tiene su
lado positivo. No están dispuestos a renunciar a la afectividad, al placer, al encuentro... a cambio de nada
o en respuesta a unas normas percibidas como arbitrarias.
El peso social de la Iglesia, especialmente en España, ha disminuido de forma muy importante. Y la vinculación de
los jóvenes a la fe y a la Iglesia es y será progresivamente cada vez más voluntaría y libre, o no será, lo que nos
obliga a enfrentarnos con la pregunta de hasta qué punto estamos siendo Buena Noticia para ellos, vehículo y
testigos de la Buena Noticia de Jesús para sus vidas.
Es una invitación a renovar nuestra pastoral y abrirnos a que estos cambios en la praxis sean ocasión para que el
Espíritu nos haga crecer y evolucionar en la forma de encarnar la fe y el seguimiento de Jesús en la historia y la
cultura que nos toca vivir (cf. Moral, 2005, 63-64).

4. RASGOS DE FONDO EN EL DESARROLLO DEL PROYECTO


Queremos concluir esta mirada a la realidad de los jóvenes destacando algunos rasgos que están como referencia
de fondo en el desarrollo del proyecto y que justifican muchas de las decisiones que se toman en él:

LOS PROTAGONISTAS
Los jóvenes (hoy como antes) necesitan ensayar las capacidades que van descubriendo. Esto es, necesitan
protagonismo, espacio donde ser ellos mismos, descubrir sus capacidades y probarse fuera de la mirada protectora
o crítica (da lo mismo)'de los adultos.
 En América Latina muchas veces carecen de espacios propios y los buscan fácilmente en parroquias y
estructuras eclesiales.
 En Europa, los jóvenes hoy son minoría, y los que no son excluidos están superprotegidos. La sociedad
europea parece montada de tal manera que los jóvenes tienen muy poco que aportar y muy poco espacio
para aportar; así que se refugian en la noche, en las fiestas o en el chat y en Internet. Es necesario darles
espacio y ayudarles a ser protagonistas de su propia historia y la de los demás.

DESCUBRIR ALGO VALIOSO Y MOTIVADOR


El proceso que les ofrezcamos ha de aportarles algo de forma clara y directa. Como hemos señalado, hoy los
jóvenes no se van a vincular a un proceso únicamente porque "consideren" intelectualmente que es interesante.
Están saturados de ofertas y acuden y permanecen donde algo les resulta significativo y valioso de modo inmediato.
El valor de permanecer por permanecer (por fidelidad, por constancia) es ajeno a su cultura. Participarán en los
procesos, en, los grupos, en las actividades, sí estos muestran cada día su valía, si los descubren
experiencialmente como algo valioso, motivador y desafiante para ellos.

OFRECER UN ESPACIO ACOGEDOR


La necesidad de pertenencia y la primacía de la relación en la vida de los jóvenes hace que lo primero que el
proceso ha de aportarles es la referencia relacional.
Necesitan saberse dentro de algo, necesitan saberse parte de redes -ojo, que son siempre espacios abiertos-, y con
una pertenencia capaz de protegerles del sentimiento de orfandad que, en el fondo, provoca la falta de estabilidad y
de referencias permanentes, sea personal (desestructuración familiar) o cultural y social.
El proceso ha de ser capaz de ofrecer a los jóvenes un espacio acogedor donde puedan crecer y desarrollarse, lo
que hemos llamado, en expresión de G. Espina, "acompañamiento ambiental" (Espina, 1999, 71).

EMPLEAR EL LENGUAJE DEL CORAZÓN


Vivimos en la cultura de la estética. El lenguaje que hoy se entiende no es solo ni principalmente el verbal, que hace
más relación a la cabeza, sino el simbólico, estético y artístico que se vincula al corazón y a lo afectivo. Los jóvenes
son más sensibles a los gestos que a las palabras, tanto en la relación como en las actividades y contenidos.

QUERERLOS GRATUITAMENTE
La puerta de entrada es lo afectivo tanto por la necesidad expresada u oculta de ser queridos por encima de la
sofisticacíón de la cultura europea y de los jóvenes acomodados o en medio de la pobreza de los jóvenes pobres y
de los sectores populares de América Latina como por la centralidad del corazón y de lo subjetivo en la cultura
actual (cf. Elzo, 2006, 43). "¿Vos me querés ayudar o vos me querés?" -como le decía una persona a un hermano
de nuestras comunidades- es una pregunta pertinente, que los jóvenes tienen derecho a hacernos. Ellos no esperan
de nosotros razonamientos teóricos: están aburridos de discursos. Se vinculan a los espacios y proyectos donde se
sienten y saben queridos gratuitamente.
Inmersos como estamos en la cultura de la eficacia (no solo de la subjetividad), del éxito y de la competitividad
(tanto haces, tanto vales, con la presión de responder a un futuro en el que se espera que obtengan dinero, trabajo
y éxito), ahí intuyen algo valioso y nuevo.

NARRAR MÁS QUE ARGUMENTAR


El lenguaje es narración antes que discurso lógico (Tonelli, 2003, 212-223). Los jóvenes entienden mejor un
lenguaje al estilo de Jesús, que narraba parábolas, que al estilo escolástico de silogismos.
La narración, que siempre ha sido más cercana al lenguaje popular, vuelve a ser, también para los "ilustrados", el
tipo de lenguaje que tiene más capacidad de recoger la complejidad de la realidad humana y de las búsquedas, de
hablar de la trascendencia sin limitarla, de Dios sin reducirlo, del ser humano sin cosificarlo.
El gusto de los jóvenes por la narración y la búsqueda de nuevas utopías y nuevos héroes en la narración aparece
fuertemente reflejado en la industria cinematográfica, que sabe muy bien lo que la gente y especialmente los
jóvenes buscan.

ACOGER Y PROYECTAR SOLIDARIDAD


La sensibilidad solidaria sigue siendo motor e interrogante, si bien hay que reconocer que son pocos los jóvenes
que son capaces de dar el paso a la práctica solidaria. Los jóvenes viven una "implicación solidaria distanciada",
donde no se busca una transformación radical, sino una especie de ética práctica del cada día, centrada poco en las
causas y con una mezcolanza de altruismo y de individualismo.
El miedo a la soledad, la incapacidad de establecer un proyecto global, la falta de motivos y proyectos junto con la
abundancia de recursos (en Europa) les lleva a buscar relaciones en la solidaridad. La experiencia solidaria,
necesaria para salir de sí mismos y mirar el mundo "desde otro lado", ampliando horizontes, es una oportunidad que
necesita ser acompañada para que cale en las raíces de la propia identidad.

PARTIR DE SUS CONDICIONES SOCIALES Y RELIGIOSAS


Y, por último, un par de características o matices diferenciales (pero también complementarios) entre España y
América Latina.
 El primer contrapunto es que, en España los jóvenes son una generación numéricamente pequeña,
globalmente acomodada, que, en el campo del bienestar, tiene mucho que puede perder y muy poco por
ganar. En América Latina nos encontramos con generaciones numéricamente amplias (sigue siendo
globalmente un continente joven), y mayoritariamente pobres, con poco que perder y mucho por hacer, lo
que da un gran espacio a la esperanza, dolorosa en muchas ocasiones, pero más humanizante que el
temor que respiran los jóvenes europeos. Un contrapunto que los jóvenes europeos ya encuentran en
España a través de los inmigrantes y que, para unos y otros puede ser enriquecedor siempre y cuando se
realice con mucha humildad, especialmente por parte de los que hoy son privilegiados.
 Una característica de los europeos que también toca a los latinoamericanos: se trata de la primera
generación no socializada religiosamente. Esto no se da en América Latina, donde la religiosidad popular
tiene mucha fuerza, pero tiene su correlato en la "ignorancia religiosa", falta de formación cristiana
sistemática de los jóvenes americanos, motivada más bien por la pobreza formativa.
 Y una característica de los latinoamericanos que toca a los europeos: la necesidad de acompañar
procesos de maduración humana que palien los efectos de una desestructuración familiar y afectiva que
les deja sin apoyos para desarrollar una estructura personal sólida y sana. Realidad a la que no es tan
ajena como pudiera parecer la realidad europea, en la medida en la que muchos jóvenes van arrastrando
ya las secuelas de las separaciones de sus padres, de la soledad o de la hiperprotección.

2. DIOS
LA PERSPECTIVA TEOLÓGICO-PASTORAL

1. LA FE QUE VIVIMOS Y COMUNICAMOS


Este documento y este proyecto nacen de la vivencia de un carisma en la Iglesia, y esa experiencia colorea todas
sus páginas. Un carisma nacido bajo el impulso del Vaticano II, en diálogo con la cultura, como movimiento
comunitario de presencia entre los jóvenes y los pobres. Los rasgos que caracterizan nuestra forma de vivir la fe y el
seguimiento de Jesús no son privativos nuestros, simplemente resaltan algunos acentos de la fe de la Iglesia
compartida por todos, acentos que, a su vez, compartimos con muchos de los movimientos y carismas eclesiales
nacidos o renovados a raíz del Concilio, Este es nuestro tesoro, esta es nuestra experiencia y, por tanto, ésta es la
Buena Noticia que podemos anunciar a los jóvenes y los pobres:
"Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y han tocado nuestras
manos acerca de la palabra de la vida - pues la vida se manifestó y nosotros la hemos visto y damos testimonio, y
os anunciamos la vida eterna que estaba junto al Padre y se nos manifestó -, lo que hemos visto y oído os lo
anunciamos..." (1 Jn 1b-3a).
Solo podemos anunciar con autoridad y credibilidad lo que vivimos. Por eso nos parece importante señalar en esta
fundamentación los acentos con los que vivimos nuestra fe dentro de la fe común de la Iglesia.

a. LA FE CRISTIANA COMO SEGUIMIENTO DE JESÚS


La experiencia de fe en el Evangelio es siempre una experiencia de encuentro personal con Jesús, que provoca en
la persona un cambio radical que le hace orientar toda su vida de acuerdo con un único criterio central: seguir a
Jesús, asumir como propio su proyecto, su misión, su forma de ser y vivir, seguir sus pasos, vivir en relación con Él
(DGC, 53). Ser cristiano es ser discípulo, seguidor; es una actitud y una implicación no únicamente intelectual, de
adhesión a unas verdades, sino vital, integrando cabeza, vida y corazón.

UNA EXPERIENCIA DE ENCUENTRO


Todo seguimiento nace de una experiencia de encuentro. Desde los primeros discípulos (Jn 1,35-51; Mt 1,18-22; Mc
1,16-20; Lc 5,1-11) hasta la experiencia de Pablo (Hch 9,1-6), todo el Evangelio está jalonado de encuentros de
Jesús con distintas personas (EA 8, 9) para las que ese encuentro supuso un cambio radical en sus vidas y los
convirtió en discípulos de ese hombre que había irrumpido en sus vidas mostrándoles un horizonte nuevo (Jn 3,1-
21; Jn 4,1-26; Me 2,13-17; Mt 19,16-22; Lc 7,36-50; Lc 10,38-42; Lc 19,1-10 y muchos otros).
Después de la Pascua de Jesús, el Espíritu provoca una experiencia vital de reconocimiento del Señor Resucitado a
los que acogen la Buena Noticia comunicada por los primeros testigos. Ya no es la experiencia de en-cuentro físico
con el Jesús histórico, pero sí es una experiencia de encuentro personal con el Señor Jesús, que se nos revela
como salvador de nuestra vida. Acceder a esta experiencia de encuentro requiere tener:
 El corazón y los sentidos abiertos.
 Una cierta actitud de búsqueda.
 Una conciencia de insatisfacción.
 Una necesidad de salvación.
Quien ya tiene todo, o quien se empeña en vivir en la superficie, corriendo permanentemente a cubrir todos los
deseos superficiales, es difícil que abra el corazón al encuentro con los otros y con el Otro. Aunque, como señala
Jesús, "no hay nada imposible para Dios..." (Me 10,27b). Pero el ser humano tiene una insatisfacción profunda que
busca ser llenada, un vacío y una ruptura interna que son, precisamente, la brecha de apertura para el encuentro
con Dios.
Vivir en ese encuentro requiere tomar contacto y vivir en contacto, no solo con nuestros deseos superficiales, sino
con nuestros deseos profundos, asumiendo el dolor y el desasosiego de encontrarnos con nuestra insatisfacción
profunda y nuestra soledad radical. Como señalan las Orientaciones sobre Pastoral de Juventud de la Conferencia
Episcopal Española de 1991 citando Christifideles laici, creemos que "la fe en Cristo es la única respuesta
plenamente válida a los problemas de cada hombre y cada sociedad" (OPJ 14; ChL 34); por eso no podemos menos
que invitar a otros a este encuentro.

UN ENCUENTRO REPETIDO Y ACTUALIZADO


No hay seguimiento sin esa experiencia de encuentro, que se da a través de mediaciones (la comunidad, los
sacramentos, la Iglesia, los hermanos, los pobres) donde Jesús está presente, pero que resuena y se realiza en el
propio corazón, en lo más íntimo de la persona. Un encuentro prolongado, repetido, actualizado permanentemente
que alimenta y orienta la vida del creyente ("el cristiano del futuro será un místico o no será", como señalaba
Ranher) y que provoca una adhesión vital no solo-a un proyecto, sino a una persona: Jesús de Nazaret, en la que
reconocemos el Reino en plenitud.
 La fe es, así, buena aventura de seguimiento, de camino, de itinerario. La brújula del seguidor no es el
norte, sino la relación: "Donde tú tengo que ir", que decía santa Teresa.
 Es una vinculación de corazón que lleva a aceptar la cruz y el dolor que implica todo amor, y el proyecto
de entrega de la vida que realiza Jesús y al que nos invita, porque se apoya en la experiencia gozosa de
saberse salvado, amado y liberado por encima de todas nuestras fuerzas y de toda circunstancia (Km
8,31-39).
 Es una vinculación que, sin .embargo, puede tener mucho más sentido y capacidad de seducción para los
jóvenes que la mera adhesión intelectual o ética a unas verdades o a una causa.
 Es una experiencia de enamoramiento capaz de cambiar la vida porque, realmente, Jesús nos lleva a
encontrarnos con un Dios "del que las personas se pueden enamorar" (Cerezo y Gómez Serrano, 2006,
75).

b. EL REINO COMO CENTRO


Jesús es inseparable de su proyecto y de su propuesta: el Remado de Dios. Éste es el contenido del seguimiento, el
contenido de la propuesta: el proyecto de Dios para la humanidad en el que nos invita a participar. Vivir el
seguimiento de Jesús implica aceptar como central en la propia vida lo que fue el centro de la vida y misión de
Jesús: el Reino de Dios; un mundo y una historia donde todos nos podamos vivir como hijos de Dios y como
hermanos. Por ello, todo lo que atenta contra la dignidad humana y que no permite que los seres humanos, hombres
y mujeres, vivamos en plenitud la dignidad de hijos de Dios atenta contra este proyecto de Dios, y todo lo que
contribuya a la fraternidad, la justicia y la vida de los seres humanos, aunque no se confiese explícitamente como
cristiano, va en la dirección del Reinado de Dios: "el que no está contra vosotros, está a favor vuestro" (Le 9,50).
El Reinado de Dios es, en primer lugar, una Buena Noticia, la Buena Noticia que proclamó Jesús, y como tal la
queremos vivir y compartir con los jóvenes, porque responde al deseo profundo del corazón del ser humano.
 Dios ha decidido llevar a cabo su proyecto para la humanidad y se ha comprometido radicalmente con el
ser humano para llevar a término todas sus búsquedas de plenitud, justicia y fraternidad. Es un Dios pre-
sente en la historia.
 Por lo tanto, para saber qué nos está diciendo tendremos que escrutar los signos de los tiempos con una
mirada positiva, que implica que no podemos pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor; porque el
Espíritu está actuando y empujando la historia hacia la plenitud.
 La Buena Noticia es que Dios no deja al ser humano a su suerte, sino que se compromete con él en la
historia y que, tarde o temprano, de una manera u otra, llevará a cabo su proyecto: un mundo de hijos y
hermanos.
Acoger la Buena Noticia del Reino supone, también, una cierta actitud de apertura y búsqueda: reconocer que este
no es el mejor de los mundos posibles, ni para uno mismo ni, sobre todo, para la mayor parte de la humanidad a la
que le es negada su dignidad y su vida, Y requiere estar dispuesto a acoger con gratitud el Reino que ya está
presente, y ya puede estar presente, en las relaciones cercanas, en los gestos de solidaridad, en las personas que
se comprometen; y estar dispuesto a incorporar la propia vida, las propias capacidades y los propios proyectos a
propuesta de vida y plenitud.
Asumir la centralidad del Reino de Dios implica vivir la historia corno lugar donde Dios habita -"la eternidad ha
entrado en el tiempo" (TMA 9)- y vivir en profundidad el acontecimiento de la Encarnación de Cristo, que estarnos
llamados a prolongar en la historia por obra del Espíritu que continúa llevándola a la plenitud. La fe y el seguimiento
de jesús no pueden reducirse nunca, por tanto, a una cuestión privada, intimista o espiritualista, sino que tienen
claras implicaciones sociales y políticas. El Reino de Dios no se identifica con ninguna cultura ni con ningún proyecto
político-social, pero es la instancia crítica y el horizonte que, para los cristianos, discierne todas las opciones. Los
cristianos son muy conscientes de que ninguna de estas opciones realiza el Reino en plenitud, pero también esta-
mos atentos a descubrir la presencia del Reino actuando por obra del Espíritu ya en ellas, más allá de nuestras
intenciones y nuestros cálculos. Porque el Reino es tarea, pero también es don. No está aquí en plenitud todavía,
pero ya está entre nosotros.
Vivir el Reinado de Dios como centro del mensaje liberador de Jesús implica que toda la dimensión moral es
consecuencia de estas apuestas primeras. Esto, que es evidente en la doctrina, no es muchas veces comunicado
así en los procesos pastorales. Que el Reino de Dios sea el centro de nuestra vida y de nuestra pastoral, igual que
lo fue de Jesús, implica que nuestra propuesta para los jóvenes no sea tanto una colección de normas y verdades,
cuanto adherirse a un proyecto de ser humano y de mundo del que se irán derivando, consecuentemente, opciones
y decisiones concretas que, en todo caso, no pueden tener el mismo peso y la misma centralidad que la apuesta
central por acoger y asumir como proyecto vital y horizonte el Reinado de Dios.

c. LA OPCIÓN POR LOS POBRES Y LA LUCHA POR LA JUSTICIA


La vocación Adsis surge de una experiencia de límite: "Ante la injusticia y pecado en que viven sumidos tantos
hombres, sobre todo jóvenes y pobres; ante el egoísmo de unos y la desesperanza de otros; ante la insensibilidad
de no pocos por los valores del Reino y la imposibilidad de ser Pueblo de Dios mientras haya opresores y
oprimidos..." (Credo Adsis, introducción).
Desde el seguimiento de Jesús y la centralidad del Reinado de Dios, entendemos nuestra fe y nuestra vocación
como indisociables del compromiso y la lucha por la justicia, apostando por todo aquello que contribuya a un mundo
según los valores del Evangelio a nivel personal y estructural. Como seguidores de Jesús, que vino a "anunciar la
buena noticia a los pobres, proclamar la liberación a los cautivos y dar vista a los ciegos, libertar a los oprimidos y
proclamar un año de gracia del Señor" (Le 4,13-19), nos reconocemos enviados a participar en la historia de la
misión liberadora de Jesús.
Asumimos la opción preferencial por los pobres (OPJ 21-23), con los que Jesús ha querido identificarse
definitivamente (Mt 25,31-46) como criterio y referencia para toda nuestra vida, más allá de los servicios concretos.
Esto es, entendemos que el servicio y la opción preferencial por los pobres se pone en práctica en los gestos y
tareas concretas de amor servicial (EN 30-31; DCE 31; NMI 41), pero también en todas las opciones de nuestra vida
que siempre tienen una repercusión social: en el trabajo profesional, en el estilo de vida y de consumo, en la
participación socio-política (EN 41; AA 7, 13, 16; DCE 28; NMI 52).
Esta perspectiva implica realizar permanentemente un "serio afronta-miento y profundo análisis de la realidad, e
implica un compromiso radical cristiano de transformación de la misma" (Credo Adsis, 2). Los pobres y el servicio a
los pobres son siempre criterio de validación de nuestro seguimiento de Jesús, e instancia crítica contra toda
vivencia acomodada de la fe que pretenda reducirla a un esplritualismo al servicio de nuestro bienestar personal y
comunitario.

d. LA SECULARIZAD E HISTORICIDAD
Uno de los rasgos que caracterizan la vocación y la presencia Adsis es la secularidad "desde las distintas
situaciones familiares, culturales y sociales propias del hombre de hoy" (Estatutos Adsis, 2.2.). Nos sentimos llama-
dos a descubrir la presencia de Dios y prolongarla en las situaciones que viven los hombres y mujeres de nuestro
tiempo. No hay nada de la realidad que sea ajeno al Evangelio: todos estamos llamados a vivir nuestra vocación
cristiana en las distintas profesiones, estados de vida, ministerios y servicios, insertos en plenitud en la historia,
buscando y reconociendo en esa misma historia la presencia y la llamada de Dios. La secularidad propia de la
vocación cristiana, a imagen de Jesús que no reconoció distinciones entre lo sagrado y lo profano, implica reconocer
al ser humano como templo de Dios, lugar donde Dios se hace presente, y rechazar toda sacralízación de las
mediaciones. No es necesario huir del mundo para encontrar a Dios; a Dios hay que buscarlo precisamente en lo
más profundo de las realidades humanas: es un Dios encarnado, presente en la historia y que nos envía a la
presencia en la historia.
La secularidad es consecuencia de la encarnación y conecta con la sensibilidad actual acerca de la inmanencia (cf.
Cerezo y Gómez Serrano, 2006,66-67) La trascendencia de Dios se encuentra precisamente asumiendo en toda
profundidad toda la realidad humana, no huyendo de ella: nada humano nos es ajeno.
La vivencia en profundidad de la fe y el seguimiento de jesús se realiza en la historia y, por tanto, en diálogo con la
cultura de cada momento. El Evangelio siempre será contracultural, pero necesita encamarse en las distintas
culturas (EN 20). En las sucesivas y siempre progresivas incultu-raciones es necesario discernir la contraculturalidad
e irreductibilidad del propio Evangelio de la caducidad del ropaje cultural con el que lo habíamos revestido.
Ser cristiano de forma radical no puede ser constituirse en "casta aparte", "sagrada", ni tampoco en la actitud
vergonzante del que oculta su fe: somos cristianos precisamente en medio de la historia cotidiana, porque ahí está
la radicalidad y porque precisamente esa historia es el lugar sagrado, porque es el lugar donde están los seres
humanos en los que Dios ha elegido habitar.

e. LA FRATERNIDAD Y LA ECLESIALIDAD
La propuesta del Reino se concreta en unas relaciones humanas nuevas: la fraternidad; vivir como hijos de Dios y
hermanos entre nosotros desde la referencia a Dios. La conversión y la incorporación a la dinámica del Reinado de
Dios se expresa en la vinculación a la comunidad (EN 23; CT 24), al igual que en las primeras comunidades, donde
"el Señor agregaba cada día los que se iban salvando al grupo de los creyentes" (Hch 2,47b). Las relaciones nuevas
que Dios construye entre nosotros están bajo el signo de la fraternidad: una fraternidad amplía a la que estamos
llamados a incorporar a todos los hombres y mujeres, y que es la raíz y la actitud desde la que salimos al servicio de
los pobres y los que sufren. La realidad de la exclusión social daña la fraternidad radicalmente. La fraternidad es una
dinámica de inclusión, de acercamiento y de incorporación. La Iglesia, Pueblo de Dios, fraternidad de hermanos,
"sacramento de unidad de todo el género humano" (LG 1), está llamada a ser "la casa y escuela de comunión" (NMI
43), viviendo una espiritualidad de la comunión (NMI 43), cultivando espacios de comunión (NMI 44) y creciendo en
la unidad en la diversidad: "una unidad que no es uniformidad, sino integración orgánica de las legítimas
diversidades" (NMI 45).
Esta vinculación y pertenencia a la comunión eclesial necesita expresarse y concretarse en comunidades cercanas,
sean éstas parroquiales, de base, de movimientos, etc. Pero solo entrando en la tierra de la fraternidad, en el ámbito
donde reinan unas relaciones nuevas, podemos palpar la propuesta y la presencia de Jesús (donde están dos o
más) y pueden los jóvenes descubrir experiencialmente la novedad de la propuesta de Jesús (Pérez Álvarez, 1993,
55-65)

f. FERMENTO EN LA MASA (PÉREZ ÁLVAREZ, 1993,90-98)


"Vosotros sois la sal del mundo: si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán?" (Mt 5,13) Nos descubrimos invitados
a estar presentes en medio del mundo en lo concreto y cotidiano.
El Reino no se impone, sino que requiere una labor de "contagio" desde la cercanía, se teje a base de relaciones y
acciones concretas en la historia; no se instaura desde arriba o mediante decisiones de unos pocos, sino en el día a
día, a través de muchas acciones pequeñas que van provocando cadenas de amor, solidaridad y justicia.
Se instaura, en la línea del Vaticano II, desde la valoración de lo humano como lugar de encuentro con Dios y la
necesidad de testigos cercanos y concretos que anuncien la Buena Noticia de su presencia, Adsis siempre se ha
reconocido con una misión de fermento, que se traduce ante todo en un "estilo de vida" y fraternidad (Ideario Adsis,
3.2.). No se trata tanto de hacer grandes cosas cuanto de ser, con la propia vida, testimonio y signo de la presencia
de Dios y de su propuesta, viviendo unas relaciones nuevas desde la fraternidad, y orientando las decisiones
cotidianas desde los valores del Evangelio.
Este estilo de presencia, secular y de fermento, se concreta en un proceso permanente de identificación, denuncia y
liberación, al estilo de Jesús.
 No se puede ser fermento si no se está en la masa, si no se puede comprender, vivir y sentir desde dentro
lo que suponen las condiciones de vida en las que viven la mayoría de las personas, sobre todo las que
más condicionan y empobrecen.
 Tampoco se puede ser fermento si dejamos de ser distintos en lo que nos toca, si dejamos de ser signo y
producir cambios; si la sal se vuelve sosa (cf. Le 14,34-35): la identificación ha de llevarnos a ser capaces
de ser, desde la implicación vital, denuncia y profecía, realizando signos concre
tos de liberación y servicio.
Asumir la identificación como el primer paso y el requisito indispensable de la misión y la presencia cristiana implica
situarse ante la realidad y en medio de la historia en actitud de aprendizaje y de implicación integral en la realidad
humana: "ser yo, aquí, ahora, con esta gente y por ellos", en una actitud permanente de encarnación (Ideario Adsis,
2.2). La profecía y denuncia cristiana ha de ser, ante todo, ser "signos de vida" en medio de las personas entre las
que vivimos, si bien es preciso aceptar que la presencia cristiana implica también, al estilo de Jesús, ser en oca-
siones "signos de contradicción" y asumir la persecución y la cruz correspondiente. Aceptar esta realidad evitará
que pretendamos, sin más, acomodarnos a la sociedad que vivimos.
Por otra parte, reconocer que nuestra presencia ha de concretarse en servicios significativos y eficaces de
liberación a y con las personas entre las que estamos presentes nos ayudará a vivir cotidianamente en coherencia,
desde nuestras limitaciones, y a buscar a Dios cotidianamente en medio de los hombres y mujeres, y especialmente
entre los pobres, donde ha elegido estar.

g. GLOBALIDAD Y RADICALIDAD
El Reino de Dios, concretado en la persona de Jesús, es la "perla preciosa" por la que merece la pena venderlo
todo, capaz de provocar una conversión global y radical que toca todos los aspectos de la vida. La llamada de Jesús
está marcada por ese tono de radicalidad y globalidad-que no se puede obviar al proponer el mensaje cristiano (Lc
9,57-62; Lc 14,25-33 y otras). Así, la vida de todo cristiano está llamada a ser respuesta a la vocación que ha
recibido.
La globalidad y radicalidad en la vivencia de la fe no es, sin embargo, tanto requisito previo cuanto consecuencia de
una experiencia vital. El acento no es la renuncia sino la elección, no la venta sino el seguimiento, no el
desprendimiento sino el tesoro, aunque una cosa implique a la otra. Ser cristiano, seguidor de Jesús, se va
convirtiendo en el núcleo de la identidad personal en la medida en la que vamos teniendo que tomar decisiones en
la vida cotidiana, sin olvidar que la globalidad se puede traducir, y se traduce de hecho, para cada persona en cosas
distintas: tan globalizante y radical puede ser la vivencia de la fe en un estado de vida como en el otro, en una u otra
forma de participación eclesial, en una u otra profesión, ministerio o servicio (cf. Pérez Álvarez, 1993, 52).

2. LA PERSPECTIVA PASTORAL
Como en tantos otros aspectos" de la fundamentación, no podemos ni pretendemos realizar aquí un análisis
profundo de la reflexión y praxis de la pastoral con jóvenes en la Iglesia, sino únicamente contextualizar el proyecto
que presentamos dentro de esta reflexión y praxis y destacar los acentos pastorales que privilegia este proyecto.

a. LA APUESTA DE LA IGLESIA POR LOS JÓVENES


Para comenzar, cabe señalar la importante apuesta que tanto la Iglesia en España como en Latinoamérica ha
realizado, aunque de diversas maneras, por la pastoral con jóvenes en las últimas décadas.
Desde el Concilio Vaticano II, y apoyados en experiencias anteriores, especialmente de los movimientos de Acción
Católica, los jóvenes se han convertido en foco del esfuerzo de muchos agentes pastorales en la Iglesia y se han in-
corporado como referencia obligada en muchos documentos magisteriales a diferentes niveles, hasta el punto de
que la Iglesia Latinoamericana, en Puebla, estableció la opción preferencial por los jóvenes junto a la opción
preferencial por los pobres ya asumida en Medellín y ratificada en Santo Domingo.
La renovación comunitaria fruto del Concilio permitió nuevos e importantes avances en la pastoral con jóvenes
(Espina, 1987,40-49; Pérez Álvarez, 1993,18-20).
Si bien la concreción de interés ha podido ser desigual, no podemos negar la cantidad de esfuerzos, búsquedas y
frutos que ha provocado y el dinamismo que ha generado en nuestras iglesias locales.

b. ALGUNOS ELEMENTOS RELEVANTES


Esta apuesta pastoral por los jóvenes se concretó en distintas acciones en diferentes lugares; sin embargo,
consideramos que podemos mencionar algunos elementos especialmente relevantes (Espina, 1987, 42-46):
 Los jóvenes como evangelizadores de los jóvenes (AA 12), no sólo destinatarios de la evangelización,
sino sujetos preferentes de la misma, capaces de ser testigos eficaces entre sus iguales de la Buena
Noticia de Jesús, apoyándose en la sensibilidad propia de cada generación y en su capacidad de cercanía
e identificación con los jóvenes no creyentes. Esta apuesta se tradujo por la presencia de muchos jóvenes
como catequistas y animadores en los procesos de pastoral con jóvenes, en la apuesta por la formación
de líderes, en el surgimiento y promoción de movimientos de jóvenes, etc.
 El protagonismo de los jóvenes (OPJ18-20), probablemente más desarrollado actualmente en América
Latina, en la medida en la que se ha acentuado el alejamiento entre los jóvenes y la Iglesia en España. Un
protagonismo consecuencia de este reconocimiento como sujetos evangelizadores y de la insistencia en
la necesidad de propiciar su participación plena en la Iglesia, en la conciencia de que la Iglesia necesita
de los jóvenes.
 La apuesta por procesos de corte catecumenal en la pastoral española, con algún eco en América Latina,
y la importancia que adquirió la preparación para el sacramento de la confirmación como proceso de
Iniciación Cristiana.
 La apuesta por la pequeña comunidad o el grupo como ámbito para la realización de los procesos de
pastoral con jóvenes, si bien no siempre acompañada de la existencia de comunidades adultas de re-
ferencia o desembocadura para los jóvenes (Pérez Álvarez, 1993, 43; CEAS, 1992, 71). .
 La pedagogía existencial en algunas ocasiones o lugares enfrentada a una pedagogía de tipo doctrinal
(DGC 30), con la intención de integrar la fe y la vida y de favorecer la significatividad de la fe en la
experiencia vital de los jóvenes.

c. INSUFICIENCIA DE ESTAS APUESTAS


Estas apuestas (y otras similares que podríamos enumerar) pretendían ayudar a salvar el foso que ya se estaba
abriendo entre los jóvenes y la Iglesia, entre el lenguaje y estilo eclesial y el lenguaje y estilo de vida contemporáneo
que tenía en los jóvenes su punta de lanza. Fueron, sin duda, eficaces y generaron procesos y generaciones de
jóvenes con formación y protagonismo en la Iglesia; sin embargo, los cambios sociales han hecho que resulten
insuficientes,
 En España, la caída del catolicismo sociológico ha hecho que los lugares e instancias tradicionales de
convocatoria de jóvenes hayan disminuido drásticamente y que los procesos que se realizaron,
sustentados por esos grandes cauces (parroquias, colegios) ya no sean lugares de encuentro para los
jóvenes.
 En América Latina, la falta de formación básica de los jóvenes y el estilo de pensamiento y discurso
"europeo" en el que se daba la formación dificultaron procesos de mayor calidad y calado, provocando
una cierta disociación entre lo experiencial y lo intelectual y con dificultad para realizar una integración
coherente entre la fe y la vida.
En ambos lugares se han dado fenómenos comunes:
 El cambio acelerado en los lenguajes ha puesto en crisis la metodología pastoral.
 La pluralidad y el cambio acelerado de la sociedad han roto el estilo de procesos lineales y unívocos.
 Tanto la falta de formación religiosa de partida como la falta de herramientas psicológicas y de
maduración personal con la que se encuentran muchos jóvenes requieren una mucho mayor
personalización de la fe para poder asumir los desafíos que implica ser cristiano/a en el mundo actual.

d. ALGUNAS TENTACIONES
Ante la constatación de las dificultades en los procesos pastorales con jóvenes existen diversas tentaciones.
 Una tentación es simplemente continuar haciendo lo de siempre, en la convicción de que está bien y que
son los jóvenes los que han de adaptarse al proceso que les ofrecemos, confundiendo el horizonte -que
no cambia- con el camino -que ha de ajustarse a los distintos puntos de partida- y consolándonos con la
afirmación de que esto del cristianismo no es cosa de mayorías, lo que puede ser cierto, pero no es
excusa dejar de buscar la forma de comunicar la Buena Noticia.
 Otra tentación es, en palabras de Cerezo y Gómez Serrano (2006, 131), "crear un invernadero socio-
cultural cristiano (,.,) reservas para especies en peligro de extinción", esto es, refugiarnos en estructuras
que nos permitan "aislar" jóvenes del entorno de manera que asuman, con una cierta actitud beligerante
ante el mundo, la defensa de las propuestas de la Iglesia.
 En otra línea, podemos dar por fracasado el esfuerzo educativo de la pastoral de los últimos años y dejar
los procesos entregados a un conjunto de experiencias sugerentes y valiosas (encuentros de oración,
celebraciones, microclimas, actividades..,), facilitando el acceso de más jóvenes a los entornos y las
experiencias eclesiales, favoreciendo distintos grados de pertenencia y adhesión (lo que en sí mismo
consideramos positivo y necesario), pero abandonando, o al menos relativizando mucho, la pretensión de
realizar procesos educativos integrales que acompañen la
formación de cristianos/as adultos, integrados y capaces de estructurar su vida desde la fe y el
seguimiento de Jesús.

e. UN ESTILO PEDAGÓGICO-PASTORAL
Somos conscientes de que el Espíritu, que trabaja persona a persona, es la iniciativa de Dios saliendo al encuentro
de cada joven, y este encuentro escapa absolutamente a nuestras programaciones y pretensiones. No podernos
planificar la fe ya que ésta es, en último término, un misterio de encuentro entre la libertad de Dios y la libertad del
ser humano, de cada joven concreto.
Pero nos sentimos llamados a trabajar para facilitar e invitar a ese encuentro: Dios sale al encuentro de los jóvenes
también a través nuestro. Queremos proponer un modelo pastoral que:
 Aune profundidad y flexibilidad, radicalidad y capacidad de adaptación.
 Sea fiel tanto al mensaje que queremos comunicar como a la realidad cultural en la que nos encontramos
hoy (DGC 145).
 Se apoye en la pedagogía de Dios, manifestada en el estilo educativo de Jesús: dialógíco, personalizador,
acogedor, amoroso, propositivo, esperanzado.
 Desarrolle la pedagogía de la Iglesia y profundice en la pedagogía original de la fe.
 "Evangelice educando y eduque evangelizando" (DGC 139-147).
Enumeramos a continuación algunos de los acentos pastorales que fundamentan este proyecto:
 Apostar por un proceso educativo conscientes de que en la fe se educa y esto requiere tiempo, paciencia,
acompañamiento, gratuidad, pasos sucesivos, objetivos claros... La fe no es solo producto de la
educación pero requiere un proceso educativo que permita que la persona la interiorice y asuma (OPJ 16),
 Apostar por el trabajo desde la adolescencia continuando asimismo los procesos con jóvenes mayores. La
formación religiosa y de valores recibida en otros-espacios (familia, colegios, parroquias) en las generacio-
nes anteriores nos permitieron, durante mucho tiempo, apostar por el trabajo con jóvenes mayores de 18
años. Hoy es difícil encontrar jóvenes de esa edad con los fundamentos formativos necesarios para
acoger la fe y la vocación en un breve espacio de tiempo. Eso nos invita a trabajar también en procesos
más largos, de forma que podamos acompañar el crecimiento de la persona y el desarrollo de valores,
hábitos y estructura personal capaz de realizar opciones radicales.
 Cuidar la personalización de la fe. El eje y objetivo del proceso educativo es la personalización de la fe,
esto es: que el joven tenga experiencia personal de encuentro con Jesús y asuma en su vida, con libertad
y responsabilidad, el seguimiento como opción personal y creciente.
 Desarrollar una pedagogía experiencial conscientes de que el Espíritu actúa en la historia y se expresa en
la historia y de que toda vivencia y experiencia del joven, adecuadamente leída, habla de esta presencia
de forma más elocuente que cualquier discurso. Apostamos por una pedagogía de la experiencia, ligada a
la vida, que recoge y tiene presente toda la vida en globalídad y que orienta hacia una fe vivida en todos
los aspectos de la vida (profesión, estado de vida, relaciones, etc).
 La relación como medio principal de los procesos, tanto a través del testimonio como del acompañamiento
personal formal o informal. La centralidad de la persona: no dejar que las actividades se coman a las per-
sonas, favorecer espacios de intimidad y encuentro, aprovechar la actividad para desarrollar la confianza y
la vinculación.
 La referencia comunitaria es central en nuestros procesos, que se desarrollan de forma comunitaria,
acompañados por la comunidad, con la meta de la comunidad y en la apuesta por una Iglesia más
comunitaria y participativa (cf. Ideario Adsis, 62.1 y 62.2, Espina, 1987, 58-67), sintiéndonos "parte y
fermento de la base" (Ideario Adsis 51.2).
 La orientación solidaria: convocamos a los jóvenes desde los pobres y para los pobres. La solidaridad y el
encuentro con la pobreza es ocasión para despertar en los jóvenes interrogantes, es experiencia que les
hace (como a nosotros) trascenderse y descubrir a Dios en los pobres, es el lugar donde Dios les llama y
les convoca a entregar la vida junto con nosotros y corno a nosotros (OPJ 20-22). Todo proceso pastoral
de Adsis está en referencia concreta a los pobres (Directorio Adsis, 28.1), y desde esta referencia
elaboramos este proyecto concreto. Porque, como señala el Directorio General de Catequesis (1997), "la
obra evangelizados de la Iglesia tiene (.,.), una tarea irrenunciable: manifestar la dignidad inviolable de
toda persona humana. (...) La catequesis ha de prepararles para esa tarea" (DGC 19).
 La perspectiva vocacional (cf. Directorio Adsis 29.3 y 29.5.; Pérez Álvarez, 1993, 287-335, Espina, 1987,
74-80 y 97-99). Entendemos que todo proceso de educación en la fe tiene como horizonte que cada
persona asuma el seguimiento de Jesús como globalizador de su vida y descubra la forma concreta en la
que se siente personalmente llamada a vivir este seguimiento. El proceso, por tanto, recorre todos los
pasos necesarios para llegar a este horizonte desde el punto de partida de cada persona, y va
favoreciendo opciones sucesivas que concreten el seguimiento y comprometan la vida.
 Potenciar el protagonismo de los jóvenes. Los jóvenes pueden y están llamados a evangelizar a otros
jóvenes (AA 12, OPJ 18-20). Nuestros proyectos pastorales han de procurar acompañar a los jóvenes sin
suplirlos, ofreciéndoles espacios de protagonismo e iniciativa que, por una u otra razón, son actualmente
escasos en la sociedad y en la Iglesia. Estimular la responsabilidad hacia otros y la participación es la
mejor manera de educar a personas particípativas y responsables.
Favorecer la interrelación entre todos los jóvenes, el acompañamiento ambiental permite generar un
espacio donde se van transmitiendo otros valores, otro estilo de relación, otra forma de vivir y relacionarse
(Adsis, 2002), creando espacios donde los jóvenes puedan palpar, experimentar y aprender los valores
del Reino y la experiencia de fe y donde pueden ser referencia unos para otros (Espina, 1987,106).

3. EL PROCESO
FUNDAMENTOS PSICOPEDAGÓGICOS

Tras el análisis que hemos ofrecido de la realidad de los jóvenes, y una vez recogidos los acentos de la perspectiva
teológico pastoral en la que nos situamos, nos queda una pregunta de suma importancia cuando nos queremos
plantear cómo ayudar a los jóvenes a encontrarse con el Dios de Jesús y crecer en la fe: la pregunta por el proceso.
¿Cómo se da nuestro crecimiento como personas y, específicamente, nuestro crecimiento en la fe?
La complejidad de la realidad actual ante la que se encuentran los jóvenes, el acento en la libertad personal y la falta
de soporte sociológico -en Europa- para ser cristianos o católicos hace que cada vez sea más relevante la calidad
de la acción educativa en los procesos con jóvenes (Cerezo y Gómez Serrano, 2006,164; Moral, 2005, 67; OPJ 16),
Vamos a hacer referencia a algunas aportaciones de las Ciencias de la Educación que nos pueden ayudar a
comprender con más profundidad qué es lo que pasa y cómo pasa en los procesos de educación y crecimiento
humano y también en los de crecimiento en la fe.

1. APRENDEMOS SOCIALMENTE

a. EL SER HUMANO ES UN SER SOCIAL


Una de las aportaciones de las ciencias de la educación del último siglo ha sido la profundización en el alcance de la
dimensión social del aprendizaje.
El ser humano aprende socialmente y no existe aprendizaje sin dimensión e intervención social. Es más: los rasgos
que identificamos como humanos (el pensamiento, el lenguaje, los valores) no se desarrollan fuera de la influencia
social.
Por lo mismo, no existe ser humano fuera de la educación: es imposible no educar. Y es que el ser humano es un
ser social, y no se puede deslindar en la persona lo propio e individual de lo social. No somos fuera de la historia y
las relaciones en las que nos hemos desarrollado.

b. LAS APORTACIONES DE LA PEDAGOGÍA CRÍTICA


La pedagogía crítica nos hizo caer en la cuenta del alcance de esta dimensión social, que va mucho más allá de la
relación interpersonal o grupal educador-educando, y que transmite a través de estas relaciones la propia estructura
social, normalmente según los intereses de los grupos sociales dominantes.
Esta perspectiva nos obligó a desarrollar una mirada crítica hacía todo proceso educativo y a las propias actitudes
como educadores, ya que en ellas comunicarnos, muchas veces sin saberlo, estereotipos, expectativas e sociales
(Rosenthal y Jakobson, 1968).
Desde entonces no podemos ser ingenuos respecto a la supuesta neutralidad de los contenidos y los métodos de
aprendizaje.

c. LA TEORÍA DEL APRENDIZAJE SOCIAL


Por su parte, Albert Bandura, con su teoría del aprendizaje social (Bandura, 1982), profundizó el análisis del
aprendizaje de la conducta humana más allá de la propia experiencia, llamando la atención sobre los procesos de
aprendizaje a través de modelos. No solo aprendemos de lo que nos sucede a nosotros mismos, sino que
aprendemos a través de lo que observamos que les sucede a otros, a través de los procesos de aprendizaje vicario.
Y estos procesos son, en muchas ocasiones, inconscientes por parte de modelos y de aprendices, y, sin embargo,
son los más eficaces en el aprendizaje de actitudes y valores.
La teoría del aprendizaje social simplemente aporta una explicación al hecho constatado de que no aprendemos lo
que se nos dice, sino lo que se nos muestra, y que, en una contradicción entre las actitudes y las palabras, damos
mayor crédito a las actitudes. Aprendemos los comportamientos que observamos.

LAS CARACTERÍSTICAS DE UN MODELO EFICAZ


Si bien todos nos convertimos en modelos para los otros en cierta medida, no todos los modelos tienen la misma
eficacia. Según Bandura, los modelos más eficaces son los que reúnen determinadas características:
 Proximidad física, relacional, de encuentro, con la persona, de forma que ésta pueda observar su conducta
de forma directa.
 Permanencia: que esta cercanía y relación se mantenga a lo largo del tiempo. Por estas dos condiciones,
los modelos inmediatos y cercanos son más eficaces que los que se transmiten por los medios de
comunicación u otros más lejanos.
 Atracción: que resulten atractivos para la persona, esto es, que la conducta de los modelos y sus
consecuencias resulte deseable.
 Distancia óptima: los modelos más eficaces son aquellos cuya conducta se considera imitable con un
cierto esfuerzo asequible. Esto es, un modelo excesivamente ideal no se imitará, porque se considera
inalcanzable. De la misma manera, un modelo cuya imitación no suponga ningún desafío o crecimiento
tampoco se imitará, ya que carecería de objeto.

APRENDEMOS DE LO QUE SUCEDE A NUESTROS MODELOS


La teoría del aprendizaje social establece que vamos aprendiendo de lo que les sucede a nuestros modelos:
aprenderé las actitudes y los comportamientos que veo que resultan recompensantes para el modelo, y aprenderé a
evitar los comportamientos y actitudes que para el modelo tienen consecuencias negativas.
La recompensa no es solo, ni tanto, el éxito objetivo, también -y en ocasiones, en mayor grado- la propia lectura que
el modelo hace de su conducta: su propia capacidad de autorrecompensa, su grado de satisfacción con su propia
vida.

d. LA APORTACIÓN DE VYGOTSKI
Dentro de las muchas aportaciones en esta línea de la dimensión social del aprendizaje, vamos a centrarnos
brevemente en la teoría de Vygotski, ya que tiene relevancia en la forma de plantear el proceso pedagógico pastoral
que proponemos.
Vygotski (1396-1934) fue un psicólogo soviético que miró de una forma un poco diferente los procesos de
aprendizaje y la relación entre el aprendizaje y el desarrollo a la predominante en aquel momento. Simplificando, si
para los conductistas todo era aprendizaje y para la epistemología genética de Piaget el aprendizaje solo se podía
dar cuando el desarrollo evolutivo lo permitía, para Vygotski el aprendizaje "tira" del desarrollo, esto es, va abriendo
nuevos campos de desarrollo y va estimulando el desarrollo. El ser humano no es la tabla rasa en la que no hay
nada hasta que la educación lo crea, pero tampoco está de antemano limitado estrictamente por sus posibilidades
genéticas. El aprendizaje juega un papel de humanización y tiene capacidad de abrir permanentemente nuevos
campos y nuevas posibilidades de crecimiento.
Este proceso se da a través de mediaciones, lo que resalta el papel de lo social en el desarrollo individual. El ser
humano es un ser social hasta el punto de que todo lo que es y aprende está mediado por otros, el desarrollo
humano se produce a través de la interacción social y la asunción personal de los productos culturales, creados
socialmente. Vygotski expresa esto en dos grandes leyes:
 Ley de doble formación de las funciones psicológicas superiores, que son las propias de los seres
humanos.
Esta ley indica que todos los procesos psicológicos aparecen en las personas en dos momentos: primero
en el nivel social y luego en el nivel personal. Esto implica que no "pensamos" y luego formulamos lo que
pensamos en el lenguaje, sino que, precisamente, aprendemos a pensar porque antes hemos hablado.
Todas las habilidades y capacidades que tenemos las hemos vivido antes a nivel interpersonal, solo
cuando las hemos adquirido como competencias sociales las desarrollamos a nivel intrapersonal. ¿No
sucede a veces que pretendemos que los jóvenes tengan en su interior una experiencia que requiere unas
capacidades que aún no han desarrollado en la interacción social? Dicho de otra manera: nos
relacionamos con Dios como nos relacionamos con los otros.
 La ley de mediación que implica que aprendemos a través de mediaciones simbólicas o personales. Los
seres humanos necesitamos aprehender los conceptos abstractos a través de objetos, que se convierten
así en símbolos, depositarios de una experiencia humana, que nos ayudan a adquirir nuevos conceptos,
creciendo paulatinamente en capacidad de abstracción. ¡Cómo no van a ser importantes los símbolos para
acercarnos y formular la experiencia de fe!
Vygotski acuñó otro concepto interesante: la zona de desarrollo próximo o Potencial (ZDP). Este concepto hace
referencia a que hay una diferencia entre lo que somos capaces de hacer solos y lo que somos capaces de hacer
con ayuda de otros; lo primero es la zona de desarrollo actual, el aprendizaje adquirido, y la diferencia entre ésta
zona y lo que somos capaces de llegar a hacer con otros es el lugar donde se sitúa nuestra capacidad de
aprendizaje, lo "siguiente" que podremos desarrollar. Además de resaltar la importancia de la ayuda y el
acompañamiento para el desarrollo humano (también en la fe, insistimos nosotros), nos invita a buscar cuáles son
las ZDP de cada joven y de cada grupo de jóvenes, acompañándoles. ¿Por dónde apuntan los siguientes pasos de
aprendizaje y de experiencia?
e. IMPLICACIONES PARA LOS PROCESOS PASTORALES
La fe se educa, y también se educan los prerrequisitos de la fe. Se trata de un proceso que se realiza de forma
gradual, apoyándose en las fortalezas de los jóvenes como punto de partida para dar nuevos pasos con la ayuda y
el acompañamiento de otros, que posibilitarán ampliar la zona de desarrollo actual a partir de la zona de desarrollo
potencial. Para realizar este proceso educativo, necesitamos ofrecer a los jóvenes:
 Mediadores, esto es, personas capaces de ayudarles a realizar lo que aún no son capaces de realizar
solos y mostrarles el camino para hacerlo. Mediadores que recorran con el joven los caminos de
autonomía, asunción de valores, torna de decisiones, encuentro con Jesús, oración, compromiso, relación
interpersonal, que puedan llevarle de la mano para realizar esos aprendizajes e ir soltándole
paulatinamente. Nadie aprende solo. Todos necesitamos que en un primer momento nos lleven de la
mano: tanto para aprender a sumar como para aprender a rezar y a encontrarnos con Jesús.
 Modelos que muestren en su vida lo que supone el seguimiento de Jesús. El modelo por excelencia es,
evidentemente, Jesús mismo; pero todos necesitamos modelos intermedios en los que podamos constatar
las consecuencias de ser cristiano y de los que podamos aprender actitudes y valores de una forma más
asequible para nosotros. Solo si hay modelos, testigos que muestren con su vida la plenitud y
humanización a la que lleva el seguimiento de Jesús, esto es, que vivan y manifiesten la fe como buena
noticia para sus vidas, podremos ofrecer a los jóvenes espacios de aprendizaje para el seguimiento. Como
señalaba Pablo VI, "el hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los
que enseñan, o si escuchan a los que enseñan, es porque testimonio" (Pablo VI, 1974).
 Símbolos que nos ayuden a dar el salto a la trascendencia, a relacionarnos con lo que no podemos
aprehender, con Dios; y que se asocien a nuestra experiencia vital.
o Necesitamos ofrecer a los jóvenes mediaciones simbólicas con las que puedan elaborar
conceptos y formular las intuiciones que escapan a lo concreto y palpable.
o Esto implica, asimismo, profundizar y desarrollar la pedagogía implícita en los propios signos de
nuestra fe.

2. PARA DAR EL SALTO DE LA FE ES PRECISO CRUZAR EL UMBRAL


José M.a Bautista (Bautista, 2006), en la Escuela de Verano del Movimiento Adsis realizada en septiembre de 2005,
nos invitó a profundizar en la pastoral del umbral -una pedagogía que, por otra parte, ha estado siempre presente en
los procesos pastorales Adsis- en los que se asume la "necesidad de educar al joven para que sea capaz de recibir
una propuesta y de asumir una adecuada respuesta" (Pérez Álvarez, 1993,185). Desde esta perspectiva, Bautista
nos ponía el ejemplo de un gran río: los jóvenes y todo lo que conocen se encuentran en una orilla; pero, de vez en
cuando, llegan unos tipos muy entusiastas que hablan de otra orilla que los jóvenes no ven, de la que nadie más les
habla y que ni siquiera tienen constancia de que exista. No sirve de nada hablarles sí no hacemos que tengan
experiencia de esa otra orilla, que crucen el umbral a partir de cual la misma realidad adquiere otro sentido (esa
estructura sacramental de la realidad), y para eso, necesitan y necesitarnos puentes, mediaciones en el sentido
vygotskiano.

a. PUENTES Y MEDIACIONES EN LA PASTORAL DEL UMBRAL


Bautista propone nueve "puentes" agrupados en tres tipos de mediaciones: la mediación pedagógica, la mediación
simbólica y la mediación pastoral.

LA MEDIACIÓN PEDAGÓGICA
Se apoya en la ley de doble formación que antes mencionamos: la experiencia de Dios es una experiencia
comunicativa, emocional y ética. Y todas esas capacidades se desarrollan primero en el nivel interpersonal y luego
intrapersonal, así que, si queremos ayudar a los jóvenes a tener herramientas para acercarse y profundizar en la
experiencia de Dios, tendremos que ayudarles a desarrollar la capacidad comunicativa, la emocional (la experiencia
de Dios es experiencia amorosa... Ya lo decía Cortés en una de sus geniales viñetas: "¿Qué es el cristianismo sino
un estado permanente de enamoramiento?") y la capacidad ética.
LA MEDIACIÓN SIMBÓLICA
Desarrolla la ley de mediación. Solo aprehendemos la realidad abstracta desde la mediación simbólica, material y
social. José M.a Bautista lo desarrolla señalando tres "puentes" para ayudar a los jóvenes a cruzar el umbral, o tres
umbrales:
 El umbral metafórico o estético, que hace referencia a lo que refleja de nuestra experiencia vital, lo que
nos conmueve, lo que nos toca.
 El umbral ontológico, que nos introduce en la cuestión y la pregunta por el sentido.
 El umbral metafísico, que se pregunta qué hay más allá de las cosas... Esta es ya la pregunta y el salto a
la trascendencia.

LA MEDIACIÓN PASTORAL
Tiene que ver con la forma en la que nosotros acompañamos e incidimos en la ZDP de los jóvenes para
acompañarles a cruzar el umbral:
 Una pastoral encarnada, que se concrete, encarne y exprese en la cultura y el lenguaje de los jóvenes.
 Una pastoral mística, que se atreva a hablar de Dios en el lenguaje del amor, a trabajar y expresar lo
afectivo, a vivir el seguimiento más como adhesión vital y afectiva que como adhesión intelectual y del
deber ser... o que al menos equilibre el énfasis en el deber ser en el que hemos sido educadas otras
generaciones.
 Una pastoral profética, al lado de los pobres, remitiendo a los pobres, incomodando, interrogando y
comprometiendo la vida.

Mediación 1 Umbral 2 Umbral 3 Umbral


pedagógica comunicativo emocional ético

Mediación 4 Umbral 5 Umbral 6 Umbral


simbólica metafórico ontológico metafísico

Mediación pastoral 7 Pastoral 8 Pastoral 9 Pastoral


encarnada mística profética

b. ALGUNAS IMPLICACIONES PARA EL PROCESO


El salto a la fe y la apertura a la trascendencia son también un proceso de aprendizaje mediado, que requiere una
iniciación acompañada para, profundizando en la propia realidad, aprender a descubrir y dialogar con el Dios
presente en la historia. Para esto existen "umbrales", lugares donde ambas realidades se hacen presentes -a modo
del armario de Las crónicas de Narnia-, y los catequistas y acompañantes hemos de acompañar a los jóvenes a
adentrarse en esos umbrales donde pueden reconocerla realidad de la trascendencia, presente en esta realidad. En
ese sentido:
 Hemos de trabajar los prerrequisitos para que los jóvenes puedan dar el salto a la trascendencia y
profundizar en un encuentro vital con el Señor:
o Las capacidades de diálogo y comunicación, de expresión de los propios sentimientos.
o La capacidad de vincularse, amar y expresar y acoger el amor.
o La perspectiva ética y valórica que sirva de urdimbre para reconocer y acoger los valores del
Reino.
 Hemos de acompañar, como mediadores, a través de los lenguajes y experiencias simbólicas
(metafóricas, ontológicas, metafísicas) presentes en la cultura juvenil para ayudar a reconocer la
trascendencia de la mano de las propias mediaciones culturales.
 El estilo pastoral que desarrollemos -concretado en actividades, relaciones, testimonio- es lo que puede
acercar a los jóvenes estos umbrales. La forma en la que la comunidad cristiana vive y comunica la fe es,
por tanto, de suma importancia para que los jóvenes puedan palpar la dimensión trascendente de la vida y
la presencia de Dios en la historia.

3. CRECEMOS EN PROCESOS NO LINEALES ORIGINALES E IRREPETIBLES


Que la educación y el crecimiento en la fe son procesos es algo que podemos pensar que tenemos asumido desde
la incorporación de los procesos de corte catecumenal y la insistencia en los años de preparación para el
sacramento de la confirmación. Sin embargo, ¿de qué hablamos cuando hablamos de proceso? ¿Corno se dan los
procesos?

a. LOS SALTOS DE CRECIMIENTO


En nuestra historia personal, todos tenemos momentos que sentimos como cruciales y que nos hacen separar
etapas que percibimos como diferenciadas, aunque dentro del continuo de la vida, y aun cuando se solapan unas a
otras. No sabemos qué pasó ahí, pero hay momentos en los que todo se ve de otra manera, las cosas adquieren un
sentido y una densidad distinta, y, a partir de ese momento, aunque nada cambie, cuando miramos con distancia
nos damos cuenta de que nada volvió a ser lo mismo. Nuestras opciones se apoyan en esos momentos
privilegiados que nos ofrecieron las certezas y el sentido que necesitamos para dar pasos, y que, sin embargo, no
podríamos explicar.
En realidad, se trata de momentos de insight que provocan los "saltos de crecimiento", ínsight es un término de la
psicología de la Gestalt que se refiere a la reorganización del espacio perceptivo. Hay un momento en el que, por la
razón que sea, cambiamos nuestra mirada sobre la realidad y ésta adquiere un sentido y unas posibilidades nuevas.
Es como si apareciera una pieza que faltaba en el puzzle, y, de repente, nos damos cuenta de que hay otro orden
posible, deshacemos lo que teníamos y reordenamos con un sentido diferente y coherente. Son momentos en los
que tenemos una experiencia de plenitud y certeza capaz de orientar toda nuestra vida.

b. UNA PASTORAL DE PROCESOS


Ciertamente, el proceso es muy importante en la pastoral. La fe se educa y esto requiere un antes y un después, un
proceso educativo, un punto de partida, un horizonte y un desarrollo intermedio. Hay itinerario, el crecimiento es algo
gradual: en lenguaje coloquial diríamos que hay que comer todos los días y no solo los de fiesta. La conciencia de
proceso nos hizo y nos hace dar importancia a los medios para ir caminando, a la cotidianeidad y no solo a la
experiencia extraordinaria; una pastoral de procesos se opone a una pastoral únicamente de actividades.
En la pastoral de actividades el supuesto subyacente es que lo que importa son las experiencias fuertes, muchas
veces inducidas por el grupo y el ambiente; la pastoral de procesos reconoce que, sí bien las experiencias fuertes
pueden ser importantes, lo son principalmente como desencadenantes, y que, para que la experiencia se asiente y
purifique, es preciso aquilatarla en el tiempo dando pasos graduales que se asienten sobre los pasos anteriores.
Hubo muchos que tuvieron experiencias extraordinarias de encuentro con Jesús, pero sus discípulos vivieron con Él
un proceso educativo largo y progresivo, que fue el que les permitió (precariamente) mantenerse cuando las cosas
se pusieron difíciles...
La pastoral exclusivamente de actividades ignora la dimensión educativa del seguimiento de Jesús y se fija solo en
el carácter gratuito, de don, de la fe; obviando o dando menos importancia a la dimensión humana de respuesta
libre, consciente y responsable al don de Dios.
A lo largo de estas páginas hemos señalado ya varias veces la necesidad de romper con el esquema de proceso
lineal en el que hemos desarrollado preferentemente los procesos con jóvenes. Esto no quiere decir que estemos
renunciando a la dimensión educativa y procesual de la pastoral. Pero, cuando lo que nos resulta evidente en el
término proceso es que hay un antes y un después, una meta y un punto de partida, "proceso" y "circular" puede
parecer una contradicción en los términos. ¿Dónde se encuentra el antes y el después en un proceso circular?

c. LO QUE NO ES Y LO QUE ES LA CIRCULARIDAD DEL PROCESO


Aclaremos primero qué es lo que no queremos decir. Si bien podemos utilizar tanto el término circular como espiral,
no nos estamos refiriendo a la espiralidad de los procesos en cuanto a que hay una serie de contenidos o
experiencias que se van tocando recurrentemente, pero con distinto grado de profundidad, cada vez mayor, al estilo
de los contenidos escolares.
Tampoco queremos decir, evidentemente, que el punto de llegada sea el mismo que el de salida sin que haya
avance, como también se podría entender al hablar de círculo. Todas las imágenes tienen sus límites; en la imagen
del círculo, el punto de llegada correspondería más bien al centro del círculo, y el de partida a la periferia, si bien
cualquier punto intermedio puede funcionar como punto de llegada y puede haber saltos hacia delante y retrocesos.
La imagen tendría más que ver con el funcionamiento de los electrones en el átomo, tomando una analogía surgida
en los diálogos en las comunidades. Cada electrón permanece en una de las órbitas hasta que "gana" la suficiente
energía como para pasar a la órbita siguiente. Cuándo se dé ese momento, en los procesos humanos, es
difícilmente previsible.
Hablamos de un proceso circular, porque el grado de amplitud de ofertas en las que se desarrollan las personas hoy
no permite vivir en la ingenuidad de un único camino para todos, que cada uno sigue de igual manera. Y, sin
embargo, el crecimiento de la persona está compuesto de muchos pequeños procesos simultáneos, cada uno de
ellos sí lineales y sí acumulativos. Lo que no es lineal, ni en realidad lo ha sido nunca, es el proceso central en el
que la persona va asimilando, interiorizando e integrando los diferentes procesos que se dan en ella.
En realidad, vamos acumulando experiencias, percepciones, paulatinamente, poco a poco, inconscientemente, y en
un momento determinado, más o menos prolongado o puntual, se produce una especie de "salto" que nos coloca en
una situación nueva. ¿Qué es ese salto? Viene a ser una especie de insight, nueva mirada, donde recolocamos todo
lo vivido y podemos integrar lo que hemos ido lenta e inconscientemente acumulando, una vez que tenemos,
además, las capacidades necesarias para dar ese paso y mantenernos en la nueva situación.

d. EN SÍNTESIS
El crecimiento es un proceso, pero se dan "saltos" de crecimiento: momentos donde pasamos a una situación
cualitativamente nueva.
Hay muchas cosas que pueden desencadenar ese salto; llamamos "experiencia" y especialmente "experiencia
mayor" a aquella vivencia, acontecimiento, ocasión, que provoca en nosotros ese salto cualitativo, porque nos da la
pieza que nos faltaba.
La experiencia, ese término tan querido en la pastoral, siempre es el desencadenante de los saltos cualitativos y la
pieza clave de todo aprendizaje; solo se aprende lo que se experimenta o, mejor, lo que se "experiencia"; pero la
experiencia es personal: las mismas actividades, las mismas situaciones, no producen idénticas experiencias en las
personas, y menos idénticos saltos, porque el background de los procesos lentamente acumulados no son los
mismos nunca. Y porque, de todas maneras, nunca sabemos dónde Dios espera a cada uno...

4. EN EL EJE DE LA LIBERTAD

a. EL DESAFÍO DE LA LIBERTAD
Tal vez otro de los grandes desafíos de este tiempo y cultura para la vivencia de la fe y la Iglesia, y para la pastoral
con jóvenes en particular, es el desafío de la libertad. La libertad es uno de los grandes dogmas que se consideran
como definitivos en el discurso social: el derecho de cada uno a elegir en qué creer, qué vivir, cómo vivir. Estamos
de acuerdo y somos conscientes de que la libertad, en estos tiempos de neolíberalismo, está siendo bastante
maltratada y tergiversada:
 Se pretende hablar de libertad sin responsabilidad, de libertad sin elección.
 Se habla de libertad como excusa y engaño para hacernos menos libres que nunca, para una mejor tiranía
del mercado, del consumo, de nuestros propios miedos e inseguridades...
 Nos proponen una esclavitud aparentemente dulce so capa de libertad de elección ante la que es más
difícil rebelarse, ya que nos mantienen tan ocupados y con tanta apariencia de satisfacción eligiendo lo
irrelevante (y pagando las consecuencias de estas elecciones, que nadie publicita, pero nos exigen) que
no alcanzamos a elegir lo que verdaderamente determina nuestra vida.
b. FORMAR PARA LA LIBERTAD
Siendo esto así, y precisamente por ello, lo cierto es que es más urgente que nunca formar para la libertad y en la
libertad. Las sociedades más rígidas y obviamente estructuradas prestaban a sus integrantes estructuras externas
que les servían de cauces para caminar, y las elecciones que debían de hacer eran limitadas y evidentes. En esas
sociedades (como fueron las nuestras hasta hace poco tiempo) eran y es fácil delimitar los espacios de libertad y de
determinación y tomar postura ante ellos.
En la cultura actual nada es tan claro; por eso, la estructura personal (identidad, solidez, capacidades) con las que
debe contar una persona para poder elegir realmente su vida y ser fiel a sí misma y sus opciones es cada vez más
grande. Y la fe, y más una fe liberadora, crítica y comprometida, no es uno de los elementos impuestos en la
sociedad occidental.
Ser cristiano implica cada vez una opción libre, responsable y personalizada, y a una opción de ese estilo no se
puede educar mediante procesos del estilo de los que Freiré llamaba "educación bancaria", que privilegian la
formación de personas dóciles y sumisas, sino mediante procesos de educación liberadora, cuestionadores y
críticos.
No se trata de inculcar normas externas, sino de interiorizar crítica y personalizadamente valores, criterios y
opciones que les permitan realizar una opción personal por Jesús y su Reino, en la Iglesia, capaz de sostenerse,
orientarse y crecer en medio de la complejidad de la sociedad que les toca vivir, siendo cristianos capaces de "dar
razón de su esperanza" en medio de la historia.

c. LAS TAREAS EDUCATIVAS


Asumirla libertad como eje del proceso implica dos tareas fundamentales:
 Equipar para la libertad, de manera que los jóvenes sean capaces de
 Crecer en libertad desde la opción fundamental por el seguimiento de Jesús.

EQUIPAR LA LIBERTAD
Si bien la libertad es el axioma que se da por supuesto en la cultura actual, ser libre y actuar en libertad es un
ejercicio que requiere muchas herramientas y capacidades que no están al alcance de todas las personas, y que la
misma sociedad que propone la libertad como norma de vida no se responsabiliza al mismo tiempo en proporcionar.
Sin ese equipamiento básico, las personas quedamos a la deriva en un espacio de múltiples ofertas donde nos
sentimos perdidos y desamparados, y al final nos dejamos fácilmente manipular por los intereses dominantes en la
sociedad.
Actuar con libertad requiere algunos presupuestos que será preciso desarrollar en los procesos:
 La libertad requiere un mínimo de seguridad afectiva básica en las personas. Los seres humanos
asentamos nuestra autoestima sobre la experiencia de ser valiosos para otros. Las grandes carencias
afectivas restan libertad, porque demandan con tanta intensidad ser cubiertas que impiden a la persona
que pueda elegir por sí misma. Equipar para la libertad supondrá favorecer en los jóvenes esa experiencia
básica de ser queridos y valiosos que les permita afrontar la inseguridad y el rechazo cuando sea
necesario.
 Elegir implica una cierta capacidad de discernimiento que requiere que las personas tengan algunas
herramientas cognítivo-intelectuales básicas. Ciertamente, lo más importante en los procesos no son los
contenidos intelectuales. Pero sin conocer y comprender conceptos, y sin desarrollar una capacidad crítica
y de análisis de la vida y la fe, no se puede tener los elementos mínimos para juzgar por uno mismo.
Aunque estemos en una época de reacción a la formación memorística, esto no debe hacernos olvidar que
la formación intelectual siempre fue un arma de libertad y personalización. Equipar para la libertad es dotar
a los jóvenes de las herramientas cognitivas que necesitan para comprender y profundizar en la fe que
viven y en el mundo y la historia en la que les toca vivirla.
 El desarrollo de capacidades y habilidades personales es, asimismo, un valioso equipaje para poder elegir
en libertad y responsabilidad. Será importante, por lo tanto, ayudar a los jóvenes a descubrir y desarrollar
sus talentos y capacidades personales a todos los niveles, a fin de que cada uno pueda crecer como
persona y sujeto activo en la construcción del proyecto y la historia con el que elija comprometerse.
 Equipar para la libertad supone acompañar los procesos de los jóvenes para la liberación de los distintos
tipos de dependencias que les estancan en su crecimiento, y para la asunción de los límites de la vida, las
relaciones y los proyectos: sin asumir los límites y la necesidad de rupturas, aunque impliquen dolor, no es
posible hacer opciones en libertad.
Será especialmente importante cuidar este .equipamiento para la libertad con los jóvenes que, por historia social y
personal, han tenido más carencias y menos apoyo. Sin embargo es importante no darlo por supuesto en ningún
caso y ser especialmente cuidadosos con cómo el proceso que vamos desarrollando va ayudando a los jóvenes a
ser capaces de enfrentarse con la vida con autonomía y responsabilidad.

CRECER EN LIBERTAD
Solo se crece en libertad ejerciéndola, y el ejercicio de la libertad implica tomar opciones desde las que configurar la
vida. La propuesta de fe es que la opción fundamental de la vida sea ser cristiano, seguidor de Jesús. Crecer en
libertad es crecer en capacidad de reafirmar las grandes opciones elegidas libremente en la toma de decisiones
cotidianas; esto es, asumir con responsabilidad las consecuencias de lo que se elige. Solo es posible elegir
renunciando; solo es posible ser libre eligiendo.
Este crecimiento en libertad implica:
 Acompañar la toma de decisiones cotidianas, aprendiendo a valorar las implicaciones y consecuencias de
las decisiones que tomamos cada día, y tornando conciencia de que es en ellas donde nos jugamos la
fidelidad a las grandes opciones.
 Ayudar a asumir las consecuencias de las propias decisiones, sean estas agradables o desagradables,
creciendo en capacidad de mirar la propia vida como un todo donde las opciones, valores y comporta-
mientos se implican mutuamente.
 Ayudar a identificar claramente y a afianzar los valores y opciones que configuran el estilo de vida que
queremos vivir, con conciencia de los propíos límites y aprendiendo a diferenciar entre lo importante y lo
accesorio, a establecer prioridades y a reconocer y cuidar especialmente los medios que reconozco y
experimento como cruciales para el seguimiento de Jesús.
Si queremos educar personas libres, todo nuestro proyecto habrá de estar orientado por estilo de libertad y
responsabilidad. Habrá que trabajar más el fondo que las formas, más el corazón que la apariencia, más la sin-
ceridad que las normas. Habrá que aprender, en realidad, a buscar la verde cada joven y ayudarle a ser él mismo. . .
al estilo de Jesús.

5. ENSAYO DE CAMINOS: EL MODELO RED


En coherencia con el análisis realizado, tratamos de diseñar un proceso que sea más modelo red que modelo
camino:
 Ofrece muchas posibilidades para llegar al mismo lado.
 Al mismo tiempo, da muchas puertas de entrada y permite muchas salidas
 Ofrece un horizonte claro
Este estilo de proceso “modelo red” nos invita a tener muy presente que:

HAY PLURALIDAD DE SITUACIONES DE PARTIDA Y DE LUGARES DE ENCUENTRO DE LOS


JÓVENES
El primer momento es de salir a buscarlos donde están, no solo físicamente, sino vitalmente, y el proyecto ha de ser
suficientemente flexible como para adaptarse a esa pluralidad de situaciones.

HAY PLURALIDAD DE ITINERARIOS Y MODOS DE HACER


El conjunto de experiencias y de pasos que permiten a un joven avanzar en el proceso se puede dar de muchas
maneras.
Hay elementos que requieren una secuencia determinada (un paso antes que otro), pero hay otros elementos que
se pueden dar en diferente orden según el punto de partida de la persona.
Un joven voluntario, con experiencia de solidaridad y compromiso, tendrá que avanzar en el proceso trabajando
otras dimensiones (interioridad, relación, etc), mientras que, para otro, la experiencia de solidaridad puede ser
asignatura pendiente que es preciso introducir rápidamente (a modo de ejemplo). Y las mismas experiencias se
pueden realizar en contextos diferentes y a partir de actividades o situaciones diferentes.
Al acompañante corresponderá tener claridad de cómo se va desarrollando el itinerario.

HAY PLURALIDAD DE “SITUACIONES DE SALIDA” O TÉRMINO DEL PROCESO


El horizonte general es el seguimiento de Jesús y el discernimiento de la propia vocación, pero esto se concreta de
maneras muy distintas y en diferentes opciones para los diferentes jóvenes, sin que consideremos como fracaso
todo lo que no sea el "máximo nivel de adhesión", sino valorando, desde la gratuidad, libertad y pluralidad, todos los
niveles de adhesión al proyecto del Reino y al seguimiento de Jesús: desde la asunción de valores y opciones
solidarias o una cierta experiencia de trascendencia y sentido, aún sin llegar a ser creyentes, a la opción vital por
una vocación concreta en la Iglesia y el mundo.

4. ACENTOS DE FONDO DEL PROYECTO


La fundamentación que hemos intentado recoger confluye en unas grandes opciones e intuiciones que están en el
fondo de nuestro proyecto de Pastoral con Jóvenes y que son lo central del mismo. De cada uno de ellas se extraen
algunas consecuencias que van confluyendo en la realización concreta del proyecto.

1. CIRCULARIDAD
Esta es una palabra que ha estado muy presente en toda la redacción del proyecto. Con ella hacemos referencia a
muchas de las cosas que hemos ido mencionando:
 Entendemos que ya no nos valen los itinerarios rectos y unívocos, donde hay una única recta en la que
sumarse,
 Hay muchos itinerarios posibles que son en sí mismos múltiples, con muchas dimensiones, y que pueden
desarrollarse con diferentes ritmos, y hay bucles en el camino que permiten llegar al mismo lado por dife-
rentes caminos.
 Hay actividades, realidades, elementos, válidos para distintos momentos del camino, polivalentes en
función del momento del proceso.
 Hay crecimiento en espiral y recurrente.

CONSECUENCIAS
 Necesitamos generar un ambiente que soporte estos itinerarios, en cuyo seno se puedan dar microclimas -
espacios donde los jóvenes puedan estar e ir haciendo su proceso-, lugares abiertos y permeables a la
realidad, atractivos y sugerentes, lugares donde puedan encontrar experiencias y desafíos que no se
encuentran en otros sitios.
 La pastoral con jóvenes ha de procurar que estos espacios ofrezcan una identidad clara y atractiva para
los jóvenes. Necesitan sentirse pertenecientes, parte de algo, incluidos, identificados, para poder ir
configurando su propia identidad, desde esta pertenencia e identidad grupal. Necesitan sentirse
vinculados y, al mismo tiempo, diferenciados de la comunidad adulta: ver reconocida su capacidad de ser
cristianos sin renunciar a su propio estilo generacional y a las tareas que les toca vivir.
 Necesitamos ofrecer un acompañamiento personal permanente, más allá del tiempo dedicado en lo
concreto a entrevistas o diálogos personales. Con los jóvenes, y más con los adolescentes, muchas veces
no es posible llevar a cabo un tipo de acompañamiento sistemático propio de los manuales de
acompañamiento espiritual Tampoco es "solo" estar mucho tiempo con ellos. Acompañar a los jóvenes
supone estar accesible y al tanto, desarrollando una mirada paciente, amorosa, inteligente y profunda que
nos permita ir descubriendo en medio de las actividades concretas por dónde van los procesos de creen
miento interior y las chispas del Espíritu en sus vidas, para dar la indicación concreta en el momento
oportuno.
 Un proceso de este estilo, con estos requisitos de acompañamiento, supone una formación mucho más
profunda y completa en los acompañantes. Lo fundamental es, evidentemente, su propia experiencia de
seguimiento, pero también necesita una profunda comprensión de la realidad de los jóvenes, una
perspectiva global del proceso que queremos acompañar y herramientas concretas para desarrollar este
acompañamiento con una mirada larga y de fe que le permita resistir la frustración, valorar los avances
concretos y reconocer la presencia y la llamada de Dios en la vida de cada joven.

2. PROFUNDIDAD Y RADICALIDAD
Queremos formar bien y sólidamente a los jóvenes.
No queremos "bajar el listón" ni descafeinar la propuesta.
Nos negamos a una pastoral con jóvenes que rebaje o reduzca el seguimiento de Jesús a una vaga ideología, a un
sentimiento, a una pertenencia difusa, a unos valores, por loables que sean, a una referencia de sentido
tranquilizadora sin intervención en la vida cotidiana... o a una pertenencia institucional que da seguridad, a una
pertenencia acrítica y poco personalizada,...
Como señalaba Guillermo Aso en la ponencia sobre acompañamiento (Adsis, 2002b), apostamos por intensidad de
los procesos para formar seguidores de Jesús críticos, comprometidos y coherentes.

CONSECUENCIAS
Identidad fuerte y progresiva
 Necesitamos poder ofrecer una identidad fuerte y progresiva, donde quepan diferentes tipos de modelos y
diferentes grados de adhesión y crecimiento. Necesitamos que nuestras comunidades cristianas sean un
espacio donde los jóvenes puedan sentirse pertenecientes y en crecimiento, donde puedan ser referencia
unos para otros...
 Esto requiere una gran implicación de toda la comunidad que acompaña el proceso, sea esta la
comunidad parroquial u otro tipo de comunidades. Una implicación que se traduce en la capacidad de
realizar cambios en la propia vida para estar disponible a los jóvenes y permitirles palpar en su vida y en
sus relaciones la propuesta del Reino. Se trata de que las comunidades sean testimonio personal y
comunitario del estilo de vida y relaciones que les proponemos a los jóvenes.
 Realizar un acompañamiento que sea desafiante: no tan exigente que no pueda ser asumido, pero
tampoco tan complaciente que no suponga estímulo. Las personas necesitamos desafíos para crecer, y
los desafíos que están a nuestro alcance, pero que nos exigen esfuerzo, son la mayor fuerza de
motivación.

3. ADAPTACIÓN (DGC 169-170)


La apuesta por realizar la propuesta del Reino con toda su radicalidad no se contradice con la necesidad de adaptar
los procesos. Profundidad y radicalidad no significa rigidez. No reducimos los objetivos, sino que adaptamos los
caminos; se trata de ser utópicos al plantearnos la meta y realistas en los medios.
El proyecto apuesta por la mayor adaptación a la hora de:
 Salir a buscar a los jóvenes allí donde están y de la forma en la que entienden, que conecta con sus
intereses, inquietudes, necesidades y deseos.
 Utilizar un lenguaje y metodología que ellos comprendan sin pretender en primer lugar que aprendan el
nuestro. Esto vale tanto para el lenguaje oral, para los estilos metodológicos como para las formas, estilos,
el uso de la lectura o no, estética, ambientes...
 Buscar una forma y un estilo de ser educadores que conecte con sus necesidades, que los acoja, que
responda a su demanda. Y también de ser casa, comunidad, referencia...

CONSECUENCIAS
 Esta opción de adaptación incide de nuevo en la necesidad de cuidar un ambiente donde quepan, se
expresen y se experimenten distintos lenguajes, estilos y formas que conecten con la sensibilidad de los
jóvenes, en vez de pretender que, para conocer a Jesús, tengan que aprender un lenguaje que les resulta
absolutamente lejano y probablemente obsoleto. No puede ser que permitamos que la capacidad de leer o
de formular ideas en un lenguaje discusivo, el gusto o la capacidad de adaptación a normas o a una
estética tradicional siga siendo un filtro que impide a tantos jóvenes acercarse a la experiencia de Jesús.
No solo aprendemos en el discurso verbal, sino que todos los elementos que nos rodean comunican y, por
tanto, educan. Necesitamos generar ambientes donde el lenguaje predominante sea acorde con la
sensibilidad de los jóvenes... sea comprensible para ellos. De nuevo el ambiente.
 Se trata, en definitiva, de ofrecer una pastoral misionera, que a buscar a los jóvenes; que no se contente
con los que llegan (en España, cada vez menos), sino que vaya a buscarlos allá donde están, no solo
físicamente, sino culturalmente. Una pastoral que involucre a los jóvenes en esta misma dinámica de
comunicar a otros jóvenes la experiencia que van teniendo. Una pastoral en misión que eduque a la
misión.

4. FLEXIBILIDAD
La vivencia de la realidad es hoy más fragmentada y caleidoscópica que en otros momentos culturales y hace
imprescindible la personalización, jugando con muchos elementos, con horizonte claro y con creatividad en el
desarrollo de los itinerarios concretos. Por eso, el proyecto de pastoral con jóvenes:
 No trae recetas, porque no hay receta válida universalmente.
 Se plantea en un modelo mecano, "hágalo usted mismo", e intenta ofrecer las piezas que se necesitan
para que el acompañante vaya construyendo el camino junto con el joven.
 Requiere una construcción personalizada para cada realidad.
 Ofrece una estructura que intenta facilitar este desarrollo.
 Se plantea de forma modular; con pequeños bloques intercambiables con los que cada uno ha de
construir el puzzle original del proceso de cada grupo y cada joven.

CONSECUENCIAS
 Esta flexibilidad vuelve a insistir en la necesidad de cuidar el acompañamiento personal. Los procesos,
aunque se desarrollen en grupo, son originales en cada persona, y, dentro del espacio flexible y abierto,
será necesario y posible ir construyendo el proceso de cada uno de forma original y permitiendo que vaya
realizando su propio camino. Esto solo se puede hacer si consideramos a cada joven en sí mismo y
acompañamos ojalá grupalmente, pero sin perder de vista el itinerario de cada uno.
 Para que se pueda dar esta flexibilidad y esta personalización, vuelve a ser necesario el soporte ambiental
que nos permita contar con alternativas adecuadas a distintos tipos de jóvenes. En cualquier caso, no
renunciaremos a acompañar procesos personales sin soporte ambiental si no tenemos otra opción, pero el
ambiente arropa los procesos y facilita su desarrollo.
 Será necesario que los acompañantes tengan un buen manejo de distintos elementos y recursos
pedagógico-pastorales con los cuales ir orientando y dinamizando el proceso, saliendo de la dinámica del
"libro de texto" y las "clases de confirmación" o sus equivalentes en estructuras de proceso lineal.
 Para todo ello, será necesario facilitar que existan muchas puertas de entrada al proceso y muchas
puertas de salida. Que se pueda acceder al proceso a través de distintas actividades, grupos, espacios,
vinculaciones; y que se pueda dejar el proceso sin conciencia de culpa ni de fracaso, temporal o
definitivamente (eso solo el tiempo lo dice) de diferentes maneras y con diferentes opciones. Esto requiere
que haya diferentes formas de vinculación a la comunidad y a la iglesia, incluso con grados de adhesión
variable. Colaborar en iniciativas solidarias, por ejemplo, no requiere necesariamente compartir la fe, pero
sí es un grado de adhesión y vinculación a la Iglesia y al Reino.
5. INTEGRACIÓN
Que la vivencia de la realidad sea fragmentada no quiere decir que no sigamos considerando como un valor y una
necesidad del ser humano vivir con centro, integrado, con identidad, unificado en torno a una apuesta, un proyecto,
un horizonte. Solo que tal vez en esta realidad no lo podemos pretender hacer meramente subordinando unas
dimensiones a otras, sino buscando puntos de unión, aunando y sumando, caminando.
El proyecto pretende facilitar la integración de todas las dimensiones de la persona: afectiva, relacíonal, cognítíva,
activa, solidaria y de valores, etc, en el seguimiento de Jesús y el horizonte del Reino, dando espacio a todas y
unificándolas en torno a la experiencia mayor de encuentro con Jesús.

CONSECUENCIAS
 De nuevo habremos de cuidar un acompañamiento que sea capaz de ir planteando desafíos concretos y
ayudando a buscar los puntos de unión, integración, suma y crecimiento. El acompañamiento personal es
el lugar privilegiado para apoyar ese proceso fino y delicado de ir configurando la propia identidad y
transformando la vida y la persona entera desde la fe.
 Es importante que los jóvenes perciban y comprendan que no hay un modelo único ni unívoco de vivir el
seguimiento de Jesús. Habrá que ofrecer a los jóvenes diferentes modelos que expresen y encarnen di-
ferentes maneras de concretar la vocación cristiana común.
 En el acompañamiento, será necesario ayudar a los jóvenes a ir descubriendo lo que es realmente
significativo y valioso en su vida y en su historia, desde la relación concreta y la comunicación de lo que es
significativo para nuestra vida como cristianos adultos. La integración y definición de la propia identidad en
el seguimiento de Jesús se irá fraguando y concretando en esta dinámica de relación interpersonal y
experiencia significativa, en el testimonio, la comunicación y la fraternidad.
EL PROCESO
2 PASTORAL CON
JÓVENES

5. A QUIÉN SE DIRIGE
6. LOS “LUGARES” DONDE SE DESARROLLA EL PROCESO
7. LOS OBJETIVOS QUE GUÍAN EL PROCESO
8. LOS CONTENIDOS QUE NUTREN EL PROCESO
9. ELEMENTOS EDUCATIVOS
10. CRITERIOS METODOLÓGICOS PARA EL DESARROLLO
DEL PROCESO
11. ACTIVIDADES
12. ETAPAS DEL PROCESO
13. LOS SUJETOS DEL PROCESO
14. EVALUACIÓN
EL PROCESO PASTORAL CON JÓVENES
1. A QUIÉN SE DIRIGE
El proceso que proponernos tiene como destinatarios a los jóvenes, situados en una franja de edad amplia,
aproximadamente entre los 15 y los 25 años, susceptible de ampliarse algunos años más, A esa diversidad de eda-
des y momentos de maduración hemos de añadir la diversidad cultural y la diversidad de formas de ser y encarar la
vida de los jóvenes que recogen diferentes tipologías: pretende ser un marco que ofrezca pautas tanto:
 Para jóvenes que inician este momento vital con un sustrato creyente básico como aquellos alejados de la
fe y de la Iglesia.
 Para los jóvenes que parten con una sensibilidad e inquietudes solidarias.
 Para los que viven otro tipo de búsquedas; para jóvenes de diferentes situaciones socioculturales y
económicas de partida y para jóvenes con diferentes intereses y grados de maduración personal.
Esta opción de partida no es tan obvia como pudiera parecer, pero es la consecuencia lógica de los análisis que
venimos haciendo en la fundamentación. Entendemos que la propuesta de Jesús se dirige a todos los jóvenes, y
que en todos ellos existe una búsqueda de fondo, un anhelo y un deseo profundo de Dios, sean o no conscientes de
ello. Y creemos que la propia diversidad es un elemento educativo importante.
No nos corresponde a nosotros definir de partida qué jóvenes pueden ser más susceptibles de responder a la fe, ni
tenemos derecho a hurtarles nuestro testimonio y nuestra propuesta, al menos en estos planteamientos generales.
A la hora de desarrollar el proyecto ninguna comunidad puede trabajar con "todos" los jóvenes. Corresponde a cada
comunidad cristiana, desde su realidad concreta, discernir a qué jóvenes dirige su proyecto concreto evangelizador,
analizar su realidad y sus características principales y diseñar, desde estas características concretas, el proceso
educativo en el que se ha de concretar el proyecto general.
Esto es, queremos diseñar un proceso abierto y adaptable a todo tipo de jóvenes (OPJ 29, DGC 163), Esto nos
obliga a que el proceso tenga un marcado carácter misionero y evangelizador; y también a estructurarlo de manera
que permita diversos desarrollos concretos adaptados a toda esa amplia diversidad de situaciones. Intentamos
responder a esta necesidad señalando con claridad los elementos principales del proceso, trabajando con una
estructura modular y ofreciendo, en los materiales que desarrollen el proyecto, concreciones variadas para que cada
acompañante pueda seleccionar lo que sea más adecuado para los jóvenes concretos que acompaña o el ámbito
donde desarrolla el proceso.
Esta pretensión de abarcar a una amplía tipología de jóvenes –coherente fija, con su corto análisis- nos obliga a no
definir secuencias temporales fijas para cada etapa ni itinerarios secuenciales fijos. El proceso tendrá diferente
duración dependiendo de la realidad de partida de los jóvenes y también recorrerá diferentes caminos según las
características de los jóvenes concretos y de la propia comunidad cristiana que los acompaña.

2. LOS “LUGARES” DONDE SE DESARROLLA EL PROCESO


El proceso se realiza en diferentes ámbitos. Tiene puntos de partida, ámbitos de desarrollo del proceso y puntos de
salida.

EL PUNTO DE PARTIDA
El punto de partida del proceso será el lugar donde cada joven se encuentra "vitalmente" (OPJ 28). Esto es: el
proceso empieza en el momento propio de maduración de cada joven y en sus intereses concretos. La diversidad de
puntos de partida supone tener en cuenta dos dimensiones:
 La maduración y los intereses personales, fruto de la edad, de las características personales y de la
historia vivida.
 Los ámbitos sociales y eclesiales donde se encuentran los jóvenes y donde podemos encontrarnos con
ellos: centros educativos, parroquias, otros ámbitos.
No todos los jóvenes empezarán el proceso de la misma manera, ni siquiera en la misma "etapa". Por otra parte,
pueden acercarse al proceso por diferentes intereses y motivaciones, y todos ellos son válidos: tanto los que buscan
un proyecto, los que tienen inquietudes solidarias, como los que buscan relación y afecto o se mueven por intereses
artísticos y culturales.
El punto de partida es el joven ahí donde está; por eso, tendremos que empezar siempre por salir a buscarlos a
esos lugares, por colocarnos cerca de los pozos donde van a buscar agua, por salir a los caminos, acercarnos a
ellos, escucharles y aprovechar sus inquietudes para ayudarles a descubrir lo que en el fondo buscan.

ÁMBITOS DE DESARROLLO
Los ámbitos para el desarrollo del proceso son también diversos: voluntariado, proyectos sociales, parroquias,
pastoral universitaria, colegios... Pero será preciso ir creando un ámbito de encuentro y acompañamiento en torno a
la comunidad que les acompaña donde los jóvenes provenientes de diferentes ámbitos se puedan ir vinculando y
donde se pueda generar un microclima adecuado para ayudar al crecimiento corno cristianos que, sin anular el resto
de los ámbitos (que también serán educativos en la medida en la que los integremos en el proceso), se configure
progresivamente como ámbito de referencia para el proceso.
Este ámbito privilegiado podrá ser la propia parroquia o el centro educativo, pero también centros de encuentro de
jóvenes vinculados a movimientos o comunidades cristianas que asumen la misión de evangelización y educación
en la fe de jóvenes.

EL PUNTO DE SALIDA
El punto de salida o de término del proceso será también diverso (OPJ 32). Aún conscientes de su ambigüedad,
elegimos el término "salida" porque entendemos que el proceso no termina, sino que desemboca en otros espacios
o en nuevos procesos.
Es preciso reconocer la necesidad de "puntos de salida", desembocaduras del proceso (Pérez Álvarez, 1993, 238)
en la pastoral con jóvenes. Los jóvenes no pueden permanecer eternamente en un proceso de jóvenes. Pero
también es cierto que cada uno tendrá sus ritmos. Y, en la medida en la que hay círculos concéntricos, niveles de
profundidad a los que se va pasando libremente, habrá muchos puntos de salida que sean válidos, y es importante
que los valoremos así.
Así pues, habrá jóvenes que, tras un tiempo de proceso, hayan recorrido o no todas las etapas, opten por vincularse
de diferentes maneras a la comunidad de referencia que acompaña el proceso. Pero también habrá otros jóvenes
que se planteen permanecer en un compromiso voluntario con otra organización, o continuar con un cierto
compromiso en otras instancias eclesiales, o simplemente participar eclesialmente sin vinculación comunitaria. Y sin
duda muchos continuarán su vida con unos valores incorporados que vivirán en su profesión, su familia, en las
relaciones o en otros compromisos. No hay un único punto de salida.
Y, por eso, tampoco hay un único momento de salida del proceso. La propuesta recorre diferentes etapas: habrá
jóvenes que las recorran todas y jóvenes que recorran solo algunos tramos. Y habrá otros que, después de haberse
distanciado durante tiempo, vuelvan a incorporarse cuando su experiencia vital se lo pida.
Evidentemente, es desafío para nosotros motivarles para que alcancen el mayor nivel de profundidad que quieran y
puedan. Pero no depende de nosotros; tampoco todos los que seguían a Jesús lo hacían con el mismo nivel de
cercanía y profundidad.

3. LOS OBJETIVOS QUE GUÍAN EL PROCESO


Los objetivos son las guías del proceso. Definen aquello a lo que tendemos y que pretendemos conseguir,
desencadenar o facilitar en nuestra relación con los jóvenes.
Los objetivos siempre "mandan": los contenidos, las actividades, las experiencias, cualquier otro elemento
educativo, están siempre al servicio de los objetivos.
El avance o retroceso en dirección a la consecución de los objetivos es lo que nos orienta respecto a la marcha
general del proceso y los pasos que se han de seguir en un momento determinado.
Hemos de entender los objetivos que planteamos desde una visión antropológica y teológica adecuada,
comprendiendo, al mismo tiempo, que su consecución no depende únicamente de nosotros. Nuestro horizonte y
nuestro objetivo es que el joven se encuentre con Jesús y se convierta en seguidor suyo; sin embargo, esto
depende en última instancia del encuentro de libertades entre Dios y el joven, no de nuestro trabajo concreto.
Por ello, aunque los objetivos son el horizonte al que tendemos, no pueden ser el criterio de evaluación último; para
eso estableceremos criterios fijándonos en lo que sí depende de nosotros y valorando positivamente todo paso dado
en la dirección señalada. Desde una adecuada perspectiva, podremos valorar positivamente todo el crecimiento
humano y en los valores del Reino de los jóvenes, independientemente de lo que decida o sea capaz de asumir en
un momento concreto.
Señalamos un objetivo general y unos objetivos generales para dos grandes etapas que explicaremos y
desarrollaremos posteriormente. En otro momento desarrollaremos estos objetivos generales en las áreas de
contenido, ya que cada uno de ellos implica avances en diferentes dimensiones, y se secuenciarán en las diferentes
subetapas. Pero estos objetivos generales nos ayudan a centrar la intención del proceso en estos dos grandes
momentos,

a. OBJETIVO GENERAL DEL PROYECTO


 Que los jóvenes entren en un proceso personal de seguimiento de Jesús que les lleve a crecer como
personas y a orientar su vida en el horizonte del Reino, en una vocación concreta en la Iglesia y en el
mundo.

b. OBJETIVOS GENERALES POR ETAPAS

CONVOCATORIA EVANGELIZADORA
 Que los jóvenes descubran y acojan a la persona de Jesús y su proyecto como respuesta a las búsquedas
personales y sociales del ser humano.

INICIACIÓN CRISTIANA
 Que los jóvenes opten por orientar la vida en el seguimiento de Jesús en globalidad y radicalidad.
 Que los jóvenes inicien la búsqueda de la vocación personal en la que realizar y desarrollar este
seguimiento, contando con las herramientas necesarias para ello.

4. LOS CONTENIDOS QUE NUTREN EL PROCESO


Los contenidos no son solo "lo que se aprende". O, mejor dicho, son "lo que se aprende" en todos los aspectos: lo
que se "aprende y comprende" intelectualmente, pero también lo que se aprende intuitivamente, actitudinalmente,
los valores que se asumiendo, los hábitos que se adquieren... Es todo aquello que queremos transmitir a los jóvenes
a lo largo de este proceso, independientemente de la metodología y el lenguaje que utilicemos para ello.
Existen contenidos básicos o fundamentales, vinculados al conocimiento de los sujetos de la historia: Dios, el ser
humano, la sociedad y el mundo en que vivimos. Los jóvenes necesitan adquirir una comprensión básica de lo que
es la persona de Jesús, el Reino, la Iglesia...; también conocerse a sí mismos, comprender y ser capaces de
analizar el mundo en que viven...
Otros contenidos tienen un carácter más sintético, donde los contenidos asumidos y trabajados se interrelacionan en
la vida concreta de la persona y la vivencia de la fe, y que nosotros clasificamos desde nuestras "claves"
vocacíonales: interioridad, comunitariedad, compromiso.
En el desarrollo del proceso los contenidos se trabajarán, sin duda, de forma interrelacionada la mayoría de las
veces. Sin embargo, clasificarlos de algún modo nos puede servir, como educadores, para procurar no dejar de lado
ningún tenia o área fundamental en el desarrollo del proceso. Por eso, y en orden a esta clasificación, se proponen
seis áreas de contenido, tres vinculadas a los contenidos "básicos" y tres "de síntesis":

a. CONTENIDOS BÁSICOS
FORMACIÓN TEOLÓGICA
Todo el proceso pretende facilitar que los jóvenes conozcan, amen y sigan a Jesucristo, Hijo de Dios. Esto requiere
que les ofrezcamos contenidos que les ayuden:
 A reconocer y abrirse a la trascendencia, al misterio que habita en el ser humano y en el mundo.
 A contactar con sus búsquedas de sentido y analizar las respuestas que se nos ofrecen culturalmente.
 A conocer a Jesús, su vida y su mensaje.
 A abrirse al Dios trinitario.
 A descubrir y vincularse a la Iglesia como Pueblo de Dios...
El área de formación teológica es un área con una cierta densidad de contenido conceptual que tendremos que
trabajar metodológicamente para facilitar su comprensión. Es el área que sintetiza y resume el contenido central del
proceso, imprescindible para alimentar el encuentro personal con Jesús y formar cristianos capaces de "dar razón
de su esperanza" en el tiempo y lugar que les toca vivir.

DESARROLLO PERSONAL
El proceso, como hemos mencionado tantas veces, es un diálogo de libertades entre Dios y el joven. La maduración
personal no es un prerrequisito para la fe, es un don de Dios gratuito y privilegiadamente acogido por los pobres.
Pero el proyecto de Dios para el ser humano es un proyecto de vida y plenitud, y el proceso de evangelización
implicará, por tanto, ayudar a la persona a desarrollarse en plenitud, creciendo en capacidad de amar y servir.
De la misma manera, la integración de la fe y la vida, la capacidad de configurar la vida desde la fe de forma
coherente, implica el desarrollo en la persona de capacidades que le permitan ser dueña de su vida y sus opciones.
Esta área supone desarrollar una verdadera pastoral del umbral. El área de desarrollo personal ofrece, por tanto,
contenidos para acompañar a los jóvenes en este proceso de maduración personal en diálogo con el crecimiento en
la fe; para relacionarse consigo mismo y con los demás de forma sana y constructiva; aprendiendo a vivir y amar en
libertad.

EL MUNDO Y SU HISTORIA
Este diálogo entre Dios y la persona no se da fuera de un contexto social e histórico. La historia es lugar de
presencia de Dios, y el mundo es el escenario donde Él nos habla. Esta historia y este mundo donde Él ha elegido
habitar y que ha venido a salvar.
Entendernos que no podemos desarrollar un proceso de educación y maduración en la fe dando la espalda al
mundo y reduciendo el diálogo entre Dios y el joven a una relación intimista. Si Dios ha querido encarnarse en esta
historia, la forma de encontrarle no será nunca huyendo del mundo, sino precisamente profundizando en este
mundo y esta historia que nos toca vivir.
El área del mundo y su historia quiere ayudar a los jóvenes a asumir con profundidad y responsabilidad la realidad
en la que viven, descubriendo la presencia y la llamada de Dios en ella. Es la historia donde, a su vez, están
llamados a ser testigos y a transformarla desde los valores del Reino.

b. CONTENIDOS DE SÍNTESIS

INTERIORIDAD
La interioridad de la persona es el espacio donde se da el encuentro personal con Dios. El desarrollo de esta
interioridad requiere, como señalábamos en la fundamentación pedagógica, un proceso que va de lo interpersonal a
lo intrapersonal.
Es necesario ayudar a los jóvenes a desarrollar un espacio interior de silencio, reflexión, contemplación, donde
puedan encontrarse consigo mismos y con Dios, que habita en lo más profundo del corazón humano. Una
interioridad que no se opone a la exterioridad, sino que se nutre de ella (V.V.A.A.,2004b).
Esta interioridad se alimenta en la oración personal, en la formación, en la celebración y en los sacramentos, y
requiere de unas capacidades que se construyen en un proceso educativo que va permitiendo desarrollar este
espacio interior cada vez más amplio y profundo.
El área de interioridad incorpora, así, contenidos que tienen ver con las tres áreas básicas, pero desde la
perspectiva de la construcción y el desarrollo de este espacio interior donde el joven se juega vitalmente su proceso
en el encuentro personal con Dios.

COMUNITARIEDAD
El seguimiento de Jesús es comunitario y eclesial. La comunidad cristiana es la tierra del seguimiento, la referencia,
el punto de partida y el punto de llegada. La propuesta del Reino se condensa en ser hijos y hermanos, generando
unas relaciones guiadas por el amor y la comunión (NMI 42-43). Crecer como personas capaces de comunión,
capaces de vivir como hermanos, requiere desarrollar en nosotros las capacidades de diálogo, comunicación y
relación y dejarnos transformar el corazón del egoísmo a la generosidad, a imagen de Jesús.
El área de comunitariedad propone contenidos desde la perspectiva de ayudar a los jóvenes a configurarse como
personas fraternas, capaces de amar y comprometer la vida con otros en la Iglesia, en diferentes ámbitos
comunitarios, en la familia, y a generar fraternidad en todos los ámbitos en los que se relacionan. Pretende ofrecer
elementos para ayudar a la vivencia de la fraternidad ya en el grupo concreto en el que se va desarrollando el
proceso y a ir tiñendo con esta dimensión fraterna todas las relaciones que van viviendo y construyendo a lo largo
del mismo.

COMPROMISO
El crecimiento en la fe supone, en definitiva, ir aprendiendo a entregar la vida al estilo de Jesús al servicio de los
hermanos, especialmente de los pobres. Esta actitud de entrega es un lento aprendizaje durante toda la vida en
todos los ámbitos de la existencia. Implica desarrollar actitudes de solidaridad, generosidad y servicio, así como una
mirada crítica y profunda a la realidad que nos haga responsables con ella de forma profética y comprometida
(Espina, 1987, 81-89).
Los contenidos del área de compromiso quieren ayudar a formar personas comprometidas con la realidad que viven
desde la fe en Jesús, con una comprensión amplia de la evangelización y capaces de asumir las implicaciones de su
fe en los diferentes ámbitos de la vida personal y social.

5. ELEMENTOS EDUCATIVOS
Una vez definido a dónde queremos llegar y qué es lo que querernos transmitir, nos queda la gran pregunta de
cómo realizar ese proceso. Lo que denominamos elementos del proceso son las herramientas con las que contamos
lograr esos objetivos transmitiendo esos contenidos. Preferimos denominarlos elementos educativos, haciendo notar
que son parte de un todo que hay que conjugar y utilizar para avanzar en la dirección los objetivos que nos
planteamos.
Ninguno de estos elementos puede estar absolutamente ausente del proceso. Sin embargo, su proporción e
importancia será diferente en cada momento del proceso e incluso en el proceso de cada grupo o cada joven. Sin
embargo, hemos de saber que cada uno de ellos es especialmente adecuado para algo que es importante en este
proceso. Tal vez no podamos utilizarlos todos en algunos momentos, pero hemos de tener en cuenta cómo cubrirlas
ausencias.
Vamos a clasificar los elementos del proceso también según el esquema de interioridad, comunitariedad y
compromiso. Comenzamos, sin embargo, señalando los elementos que tienen que ver con la relación y pertenencia,
ya que son los que van a servir de estructuradores del proceso, especialmente en los primeros momentos. Sea cual
sea la razón por la que los jóvenes se incorporan al proceso, sus búsquedas y sus motivaciones, ellos se van a
definir a sí mismos en función de su grado, nivel y forma de pertenencia, esto es, a través de las relaciones que
establezcan y el grado de formalización de las mismas.

a. RELACIÓN Y PERTENENCIA
Como hemos señalado, estos elementos son los que van a permitir al joven situarse a sí mismo en un momento
determinado del proceso, ya que también son los que le ubican respecto a otros, le ofrecen el reconocimiento de
otros y estructuran globalmente y formalmente su proceso.
Hay diferentes niveles, y todos ellos juegan un papel determinado. Es importante conjugar adecuadamente los tres
niveles de acompañamiento que mencionamos a continuación: el acompañamiento personal, el grupal y el
ambiental, como nos proponía e insistía Gonzalo Espina en el encuentro forrnativo sobre acompañamiento (Adsis,
2002a, 21-26).
La comunidad cristiana es el sujeto que realiza este acompañamiento, a través de los acompañantes o catequistas,
y, a su vez, referencia permanente y horizonte del proceso.

LA RELACIÓN Y EL ACOMPAÑAMIENTO PERSONAL


El acompañamiento personal recorre un amplio abanico de situaciones, comenzando por la relación personal
informal, que puede dar pie al inicio de un proceso al acompañamiento espiritual sistemático. La referencia personal
permite al joven sentirse reconocido y reflejado, comprenderse a sí mismo y es un ámbito privilegiado para la
profundidad, para entrar en temas no tan fáciles de hacer públicos, para proponer desafíos, reconocer debilidades,
escuchar al Señor en la propia vida e historia... El acompañamiento y la relación personal juega un papel diferente a
lo largo del proceso, pero es una referencia necesaria. Cuando el proceso se desarrolla en grupo, el catequista o
acompañante del grupo no ha de olvidar nunca la necesidad de atender esta dimensión de relación personal,
aunque otras personas pueden un jugar un papel de acompañamiento y relación a lo largo del proceso.

EL GRUPO PEQUEÑO (DGC 159)


La referencia principal en los procesos de pastoral de jóvenes Adsis ha sido siempre el grupo (Pérez Álvarez, 1993,
101-103). Y no solo por una opción pedagógica, sino por una opción de fondo, en coherencia con la relevancia que
damos a la dimensión comunitaria de la fe.
El hermano es presencia de Dios, la comunidad y el grupo es lugar de presencia y de manifestación del Señor, y es
el ámbito privilegiado para aprender a amar y ser amado, para perdonar, acoger, responsabilizarse de la vida del
otro, servir... para dejarse modelar por las necesidades de los demás.
El grupo pequeño es el grupo de los que caminan juntos, están en el mismo momento, avanzan juntos, se ayudan
unos a otros y establecen relaciones de amistad y cercanía. Aunque no siempre sea espontáneo, especialmente sí
los grupos son heterogéneos, es importante cuidar la calidad de las relaciones interpersonales en el grupo y la
responsabilidad e implicación de unos con otros.
Pedagógicamente, el grupo tiene toda la fuerza que da la relación de iguales, que se convierten en modelos de gran
influencia unos para otros. De la misma manera, la necesidad de explicar a otros o motivar a otros afianza las
propias convicciones y refuerza hábitos y actitudes. Es el principio de aprendizaje cooperativo, que es aún más
importante cuando queremos educar para la cooperación, la solidaridad y la comunitariedad.
Los criterios para establecer los grupos, desde la segunda etapa de Convocatoria Evangelizadora, han de ser
fundamentalmente criterios de proceso: esto es, el momento en el que los jóvenes se sitúan y sus objetivos in-
mediatos de crecimiento personal.
Puede ser interesante que los grupos sean heterogéneos respecto a los grupos de origen, sean éstos de
voluntariado, talleres, parroquia, etc, siempre que sea posible, ya que esto posibilita un mayor enriquecimiento al
permitir que se compartan diferentes experiencias y que se centre con claridad la identidad del grupo en referencia
al proceso pastoral, y no tanto respecto a otras referencias.
Es interesante que los grupos sean, en la medida de lo posible, homogéneos en la edad, dentro de unos márgenes
amplios y siempre teniendo en cuenta que lo que se busca es que sea el grupo adecuado para avanzar en el
proceso de cada joven.
A lo largo del proceso es muy posible que sea necesario cambiar la configuración de los grupos o que estos sufran
variaciones por abandonos, incorporaciones nuevas... Esto es una oportunidad de aprender a desarrollar nuevas
relaciones, ejercitar la apertura y asumir el grupo como opción personal con un objetivo fuera de sí mismo, evitando
que se reduzca a un refugio afectivo donde todos han de ir permanentemente juntos sin personalizar las opciones.
La configuración de los grupos y su acompañamiento corresponde a la comunidad que acompaña a través del
equipo responsable del proceso educativo,
EL GRUPO GRANDE O AMBIENTE
El grupo pequeño tiene una gran capacidad de incidir en la vida del joven por su cercanía y por la profundidad de los
vínculos que se pueden establecer, pero es muy frágil como referencia de pertenencia. El joven necesita formular la
propia identidad en referencia a otros, al grupo al que pertenece, y esto se ve facilitado a través del grupo grande o
ambiente. El propio grupo pequeño adquiere sus señas de identidad en referencia a esta pertenencia mayor, tanto
en sus rasgos comunes como en los diferentes (respecto a los "mayores" o los "más jóvenes").
Mientras que en el grupo pequeño es importante la homogeneidad de edad y proceso que permita que los
participantes puedan apoyarse unos a otros, el grupo grande es el espacio de la heterogeneidad, donde se resaltan
los rasgos que les unen a todos más allá del momento concreto: la referencia a Jesús, la solidaridad, la relación con
la comunidad y la pertenencia a la Iglesia...
Estos rasgos se concretan en un determinado estilo de relaciones, unos determinados temas de interés, unas
acciones y lugares de encuentro. El grupo grande es el caldo de cultivo de valores, actitudes y habilidades, y
permite superar las limitaciones del grupo pequeño, ofreciendo espacio para otras relaciones, otras referencias, más
horizonte.
Una nota importante: los grupos tienen y generan su propia dinámica, que también expresa y comunica valores, que
también educa. Esta dinámica está sujeta a algunas tentaciones, como la autorreferencia y el encerramiento. Es
preciso que cuidemos la dinámica que se establece en los ambientes en torno a la comunidad cristiana a fin de que
no contradigan los valores que pretendamos transmitir. El "estilo" ambiental que se imponga condicionará muy
fuertemente los jóvenes que se van a acercar y los que se van a sentir rechazados o van a rechazar ese ambiente.
Es importante que cuidemos, por tanto, que sea un ambiente lo más abierto posible, donde haya espacio para muy
distintos intereses, sensibilidades y formas de ser: donde cada uno tenga derecho a ser en libertad y
responsabilidad.

LA COMUNIDAD
Este proyecto está pensado siempre con una comunidad de referencia que acompaña el proceso.
La referencia de la comunidad ha de estar presente a lo largo de todo el proceso, de forma cada vez más explícita.
La comunidad es el sujeto educativo principal: educa a través de su testimonio de relaciones, referencia a Jesús y
compromiso con los jóvenes y los pobres. Es el núcleo generador de encuentro y la propuesta concreta y actual de
que es posible vivir según los valores del Reino, según el proyecto de Jesús, y que esto genera vida y alegría.
Esta referencia de la comunidad se realiza a través de diferentes medios: las personas que acompañan los grupos,
el trabajo en equipo de acompañantes-catequistas, la participación de otros miembros de la comunidad, la invitación
a los jóvenes a las actividades y celebraciones comunitarias, la vinculación de toda la comunidad a celebraciones o
acciones con los jóvenes, y también, cuando esto se da, a través de la vida en común y la casa abierta, según los
momentos del proceso y la realidad de cada comunidad.
Lo importante es ser conscientes de que el movimiento de jóvenes en torno a la comunidad cristiana es
responsabilidad de la comunidad en su conjunto, y prolongará los valores que vivan sus miembros.
La comunidad y su presencia entre los jóvenes y los pobres es un medio pedagógico y evangelizador insustituible:
"por el amor que os tengáis unos a otros reconocerán todos que sois discípulos míos" (Jn, 13,35). Se trata de que
los jóvenes puedan "tocar" y experimentar la presencia de Jesús en medio de su comunidad, en la Iglesia.

b. INTERIORIDAD
Si bien la dinámica y las formas relaciónales y grupales son los que van a dar el soporte externo al proceso, éste se
juega y se concentra en la dinámica interior. Hay varios elementos pedagógicos en esta dimensión interior que han
de estar presentes en el proceso.

FORMACIÓN INTELECTUAL
La formación no se reduce a la adquisición de contenidos cognitivos. En ocasiones, el desplazamiento de de todo el
peso de la formación sobre la dimensión intelectual ha podido hacer olvidar la relevancia de otras dimensiones
empobreciendo el proceso. Pero esto no resta valor al hecho de que la formación intelectual sea necesaria como
base objetiva para el crecimiento en la fe. Se trata de lograr una comprensión lúcida de la fe.
Los jóvenes necesitan comprender en profundidad el mensaje de Jesús, el Dios que Jesús manifiesta, el proyecto
del Reino, la Iglesia... comprenderse a sí mismos y al ser humano, comprender y ser capaces de analizar la so-
ciedad en que viven... Dar una sólida formación intelectual es capacitar a las personas para ser autónomas, críticas,
responsables y libres, contando con los datos que necesitan para tomar sus propias decisiones. Como señalan
Cerezo y Gómez (2006, 71-72) 'precisamos de una fe ilustrada, una fe que proporcione agarraderos racionales a la
experiencia de Dios, (.,.) Una fe crítica para distinguir lo esencial de lo accesorio".
Otra cuestión, que hace referencia a la metodología, es la forma en la que se transmite esa formación; esto es, la
cuestión del lenguaje.
No todos los conceptos se transmiten únicamente de forma verbal y discursiva (a través de lecturas o charlas),
aunque esta forma sea también necesaria.
Será preciso buscar el lenguaje adecuado para la formación intelectual de los jóvenes en los distintos momentos del
proceso y según sus diferentes características: evidentemente, es diferente trabajar con jóvenes universitarios que
con jóvenes con un menor nivel educativo.
Habrá que suplir, en algunos casos, otras carencias de formación básica para poder profundizar en la formación del
proceso.
Pero en ningún caso podemos renunciar a ofrecer la formación de mayor calidad posible en función de las
características de los jóvenes. Eso es tratarlos como adultos.

ORACIÓN PERSONAL
Igual que el hilo conductor del proceso "exterior" es la pertenencia a un grupo, el hilo conductor de fondo es la
dinámica de encuentro personal con Jesús que se manifiesta con mayor claridad en la oración personal. Todo el
proceso está al servicio de esta relación, ahí es donde se juegan las opciones y la vinculación de corazón, en la
relación entre Dios y el joven.
La oración personal es simultáneamente un objetivo y un elemento pedagógico que hay que incluir paulatinamente.
Es una experiencia en la que introducir a los jóvenes, guíándoles al principio y soltándoles de la mano poco a poco.
Requiere educar la capacidad de hacer silencio, de escuchar, de estar con uno mismo.
No se puede dar por supuesto que los jóvenes saben rezar: hay que enseñarles y acompañarles paso a paso.
La capacidad de encontrarse con el Señor, buscarle y cuidar la relación con Él de forma autónoma será uno de los
indicadores más claros de y avance en el proceso.

ORACIÓN COMUNITARIA
La oración en grupo, la participación en la oración de la comunidad, los momentos y encuentros de oración con
otros grupos, van abriendo paulatinamente a los jóvenes a la referencia a Jesús como aquél que nos vincula. Estas
experiencias les ayudan a reconocer su presencia en medio de nosotros y a acercarse al encuentro personal con Él.
La oración comunitaria ayuda a la oración personal, enseña a hacerla y, simultáneamente, recoge y da dimensión
comunitaria y eclesial a la relación personal con Jesús.
Es importante facilitar experiencia de oración común con todos aquellos con los que se comparte proceso e
identidad: grupo pequeño, ambiente, comunidad.

CELEBRACIÓN Y SACRAMENTOS
La liturgia y los sacramentos en la Iglesia tienen una función y una capacidad pedagógica de gran importancia. No
se trata solo de formar para la participación en los sacramentos, sino de que la participación en los sacramentos
sirva para la formación y el crecimiento en la fe.
La celebración, sacramental o no, recoge además una dimensión fundamental de la vida humana especialmente
presente en los jóvenes: la necesidad de hacer fiesta, celebrar, alegrarse juntos. Sí el lenguaje que utilizamos no
permite que se manifieste y recoja la dimensión festiva y celebrativa de la vida, los jóvenes necesitarán otros
espacios donde hacerlo.
La celebración es también el ámbito privilegiado para educar en la dimensión simbólica, más vinculada a lo afectivo
e intuitivo. Es importante, pues, que la celebración esté adecuadamente integrada en el proceso.
 Al inicio del proceso, es puerta de entrada desde la que el joven puede asomarse a descubrir un universo
de significados y vida.
 A lo largo del proceso ofrece momentos densos donde se condensa la experiencia personal y comunitaria
de crecimiento, encuentro y vida.
Para que la celebración cumpla esta función pedagógica y vital, es preciso cuidar un lenguaje simbólico
comprensible para los jóvenes, sin dejar de rescatar los signos propios acuñados por la Iglesia a lo largo de los
siglos.

c. COMPROMISO
La dimensión de compromiso es tanto fuente de crecimiento como manifestación de este crecimiento. La dinámica
de identificación, denuncia y liberación provoca interrogantes y obliga al joven a buscar nuevas respuestas,
creciendo en profundidad, en generosidad, en conciencia y capacidad de entrega.
Esta experiencia necesita ser provocada, estimulada y acompañada, ya que requiere una lectura sin la cual resulta
estéril, o incluso puede convertirse en un objeto más de consumo sin mayor trascendencia en la vida del joven.
Señalamos tres elementos principales en esta dimensión de compromiso, como experiencias a estimular en el
proceso, sea de forma puntual o permanente.

SOLIDARIDAD Y SERVICIO
El encuentro con los pobres tiene un gran potencial evangelizador. Los pobres nos evangelizan. Es en los pobres
donde Jesús quiere ser descubierto: el encuentro con ellos suscita interrogantes, interpela personalmente, desafía a
una respuesta, rompe con la indiferencia. Los jóvenes-son sensibles, además, a las necesidades concretas de los
otros: la solidaridad es una puerta de entrada al proceso capaz de vincular a jóvenes alejados de la fe.
Las experiencias puntuales o permanentes de servicio a los pobres han de ser adecuadamente complementadas
con una reflexión que ayude a tomar conciencia de las implicaciones más allá de la experiencia y la situación
puntual. Estamos en una cultura que parcializa -curiosamente cuando vivimos el tiempo de la globalización-; esto es,
limita cada situación a sí misma sin establecer vínculos con otras situaciones. Esta parcialización impide que se
desarrollen actuaciones globales que puedan provocar cambios más profundos.
Es necesario acompañar la experiencia solidaria y de encuentro con los pobres para abrir horizontes más allá de la
acción concreta, que puede agotar el campo de visión del joven y su capacidad de actuación.
Habrá momentos en el proceso adecuados para experiencias más fuertes de pobreza y solidaridad y momentos que
requieran experiencias más cercanas y fáciles de asumir.
También habrá que ubicar estas experiencias de forma diferente en función de la experiencia previa de los jóvenes
(es distinto un voluntario social que un joven de parroquia).
Sin embargo, en cualquier caso la experiencia de solidaridad y servicio habrá de ser creciente a lo largo del proceso,
procurando que se vaya creciendo en la asunción del compromiso con los pobres como referente para todos los
aspectos de la vida personal a lo largo de toda la vida.

EVANGELIZACIÓN Y TESTIMONIO
Descubrir a Jesús lleva implícita la necesidad de anunciarlo, y este anuncio consolida el propio seguimiento (EN 24).
El anuncio de la experiencia que están teniendo y la invitación a otros jóvenes a participar de ella han de formar
parte del propio proceso de crecimiento en la fe. De igual manera, forma parte del proceso de crecimiento en el que
se asume responsabilidad en la vida de otros.
Es importante estimular a los jóvenes a atreverse a realizar propuestas a otros jóvenes, organizar actividades, o
acompañar grupos en la medida en la que van creciendo en su propio proceso, así corno a mostrar lo que son y van
descubriendo en los ambientes en los que se mueven.
TRABAJO Y ESTUDIO
La responsabilidad con la propia vida se manifiesta de forma clara en la experiencia de trabajo o estudio.
La experiencia de trabajar para dar respuesta a las necesidades personales y a las de los otros, sea puntual o
permanente, permite desarrollar una relación de mayor responsabilidad en el uso del tiempo y el dinero, tomando
conciencia de su valor. También favorece la identificación y la inserción en la realidad y la autonomía personal, y
obliga a contrastar y ejercitar los valores que se van asumiendo en espacios menos protegidos.
La forma, en la que se introduzca este elemento será diferente en función de la edad de los jóvenes y de la realidad
en la que vivan; para muchos no es una opción, sino una necesidad. En la medida de lo posible conviene favorecer
los pasos y experiencias de mayor autonomía económica y de responsabilidad con la propia vida y con la de los
otros.
Para muchos jóvenes, el estudio hace las veces de realidad laboral, incluso aunque se compatibilice con pequeños
trabajos esporádicos. En esta realidad se manifiesta también el compromiso y la responsabilidad con la propia vida y
con la de los otros, ejercitando la capacidad de esfuerzo y de disciplina que necesitan para orientar la vida desde la
perspectiva del servicio.
Las relaciones que se establecen en los ámbitos de estudio son también espacio de contraste de los valores que se
van proponiendo y de testimonio y evangelizacíón de otros jóvenes.

6. CRITERIOS METODOLÓGICOS PARA EL DESARROLLO DEL PROCESO


Hablamos de "criterios metodológicos" y no de metodología porque queremos referirnos a algo más amplio que una
secuencia metodológica, que será distinta según las características concretas de los destinatarios. Con criterios
metodológicos nos referimos a aquello que consideramos importante tener en cuenta a la hora de planificar el
proceso día a día, abordar los contenidos y desarrollar actividades y experiencias con los jóvenes.
El método es contenido: los jóvenes van a aprender y formarse tanto de lo que vean que hagamos y cómo lo
hagamos, como de lo que les digamos,

a. LA EXPERIENCIA COMO MOTOR DEL PROCESO (ESPINA, 1987, 111; PÉREZ


ÁLVAREZ, 1993, 183-190)
La referencia principal para la descripción de los criterios metodológicos es el principio de la experiencia.
La experiencia personal, interiorizada, leída, comunicada, es el motor del crecimiento y lo que puede provocar en la
persona saltos cualitativos y opciones vitales, como señalábamos en los fundamentos pedagógicos.
Concebir los procesos de pastoral de jóvenes como procesos inductivos supone situar la experiencia como ritmo de
fondo y centro del proceso.
Como señala Pérez Álvarez (1993), "todo el proceso de evangelización de los jóvenes ha de estar vinculado a una
metodología inductiva en la que la experiencia sea la fuente de interpelaciones cada vez más profundas y
globalizadoras. El secreto para licuar a los jóvenes a ser "capaces de Evangelio", está en la naturaleza de las
experiencias que les ofrecemos y el dinamismo que se suscita a partir de ellas".
La centralidad de la experiencia y la metodología inductiva no se concreta, sin embargo, exclusiva ni
fundamentalmente en la organización de actividades o de "ambientes o ámbitos" que, en todo caso, solo pueden ser
ocasión para provocar la experiencia concreta en los jóvenes. La experiencia es lo que sucede "en" la persona, que
puede ser suscitado en situaciones extraordinarias o con una vivencia distinta de la vida ordinaria.
Algunas experiencias concretas posibilitan esas vivencias intensas que cambian la perspectiva ante la vida y
permiten tirar de todo lo demás de la persona en maduración personal y seguimiento de Jesús, el "insight". Tampoco
existe "una" experiencia que sea la que para todos sirve como experiencia mayor o como catalizador de nuestro
proceso:
 Para alguno será el encuentro con los pobres.
 Para otros, una experiencia profunda de reconciliación.
 Para otros, el encuentro y la comunicación interpersonal o un encuentro radical en la interioridad con el
Señor.
En ese sentido, las actividades, siendo importantes, son siempre relativas, medios y recursos a utilizar para provocar
o ayudar a explicitar las experiencias que queremos suscitar,
Por eso preferimos situar el principio de la experiencia en los criterios metodológicos, como referencia central de
nuestro proceso. En todas las acciones educativas tendremos corno centro de atención la experiencia que los
jóvenes van viviendo en todas las direcciones:

PARTIR DE LA EXPERIENCIA
La experiencia de la propia vida es el principal recurso educativo. Se trata siempre de partir de esta experiencia que
la vida le ofrece a cada joven-e integrarla en el proceso evangelízador educativo.
Toda realidad de la vida es susceptible de una lectura de fe; en cualquier experiencia y acontecimiento podemos
encontrarnos con el Dios que nos sale al encuentro.
La experiencia que la vida va provocando en el joven y las situaciones en las que le va colocando es el material más
importante con el que contamos en el acompañamiento educativo pastoral.

SUSCITAR EXPERIENCIAS
Como educadores complementamos y estimulamos esta experiencia vital a través de experiencias "mayores" en los
momentos oportunos del proceso.
Podemos definir estas experiencias "mayores" como "aquellas situaciones puntuales que se provocan para
proporcionar una nueva conciencia, que invite a las necesarias rupturas por la elaboración y ejecución de decisiones
queridas y reflexionadas" (Adsís, 1999).
Lo que da el carácter de "mayor" a la experiencia es su capacidad de provocar esta nueva conciencia en los
jóvenes. Hay actividades, situaciones, que, en momentos adecuados del proceso para cada joven, pueden ayudar
especialmente a dar ese salto cualitativo: ejercicios espirituales, encuentro con los pobres... Sin embargo, hemos de
ser conscientes de que la potencialidad de estas experiencias para cada joven dependerán de su momento personal
y de lo que haya ido viviendo en lo profundo, que muchas veces escapa de nuestro control.

VOLVER A LA EXPERIENCIA
La experiencia es también la forma de consolidar y contrastar lo que se va intuyendo y descubriendo. Es fácil asumir
un determinado lenguaje o unos determinados planteamientos, sobre todo si se está inmerso en un ambiente que
invita a ello o si refuerza rni autoimagen.
La criba de la experiencia concreta es la que nos permite contrastarnos con el ideal y asumir humildemente nuestros
límites y nuestras posibilidades, incorporando con mayor madurez y profundidad los valores y actitudes que vamos
descubriendo.

LEER LA EXPERIENCIA
Toda experiencia -ordinaria o extraordinaria, cotidiana o "mayor"- ha de ser acompañada y leída para pasar a formar
parte del entramado vital personal. Solo así podrá servir para abrir nuevos caminos de crecimiento, superando la
tendencia a la acumulación de experiencias y experimentos tan en boga en la cultura actual.
Vivimos en un momento donde se busca la adrenalina y las experiencias límite para compensar una vida segura que
no se está dispuesto a poner en riesgo. Entendemos que hay que asumir positivamente, como oportunidad, esta
búsqueda de experiencias, pero guardando un cierto equilibrio que nos evite simplemente dar juego a una escalada
de experiencias "cada vez más fuertes" con los pobres que pueden ayudar a evitar tomar opciones de vida
comprometidas y aceptar probarse en lo gris y lo difícil del compromiso en la vida cotidiana.
Es necesario ayudar a leer y "posar" las experiencias que los jóvenes van viviendo para ayudar a que dejen huella
en su vida y su proceso.
b. CRITERIOS METODOLÓGICOS DE LAS ACCIONES EDUCATIVAS
En el diseño de las acciones educativas, además del principio de la experiencia o como concreción de este,
considerarnos que es preciso tener en cuenta algunos criterios que surgen tanto de la realidad de los jóvenes como
desde los objetivos y contenidos que pretendemos transmitir:

LO CONCRETO
La centralidad de la experiencia se manifiesta en la importancia de que el proceso aterrice los grandes
planteamientos en acciones y gestos concretos en acciones y gestos concretos donde los jóvenes puedan ir
contrastando y palpando la propuesta que se les ofrece.
En la cultura del siglo XXI las abstracciones son poco creíbles: se desconfía profundamente de un amor o una
solidaridad que no se encarne en gestos concretos, aunque no sean del todo eficaces.
La propuesta que les hacemos a los jóvenes ha de expresarse en concreciones en las que ellos la puedan tocar,
tanto en el testimonio que observan como en la experiencia que realizan.
Al diseñar las actividades educativas será importante privilegiar acciones y gestos que permitan a los jóvenes
remontarse desde lo concreto -encuentros, tareas, etc.- hasta los interrogantes y planteamientos que están en la
base de la realidad, y, en un camino de ida y vuelta, procurar que cualquier planteamiento, valor o descubrimiento
se plasme en acciones y gestos concretos en la vida de cada uno.

LO SIMBÓLICO
La mediación simbólica va construyendo nuestro aprendizaje. Nos permite condensar la experiencia e ir más allá de
ella. Para poder abrirse a la presencia y propuesta de Jesús en la propia vida e historia es necesario educar y
trabajar desde lo sacramental. Y para ello es necesario educar en lo simbólico, en lo que no se transmite por el
exclusivo concepto, y necesita el concurso de la sensibilidad y la creatividad. Es necesario iniciar en la comunicación
de vivencias y realidades inefables desde la palabra, con el gesto. La dimensión simbólica surge de la necesidad de
aprehender lo que nos supera, lo inabarcable. No es necesaria y no se desarrolla cuando todo lo que se desea y se
busca está al alcance de la mano.
La dimensión simbólica requiere una cierta experiencia de conflicto y de distancia entre lo deseado y lo alcanzable.
La experiencia personal y concreta del conflicto, acompañada y profundizada, es necesaria para ir más allá de lo
evidente y abrirse a otros niveles de comprensión de la realidad y vivencia de la misma.

LO NARRATIVO
Otra de las características de la cultura actual es que ha recuperado el gusto por la narración, en detrimento del
discurso racional. La narración:
 Expresa conceptos y valores, pero lo hace de una manera muy ligada a la vida, a las personas, a los
sentimientos, a la experiencia.
 Incorpora en sí misma lo conceptual, lo afectivo y lo ético.
 Nos permite identificarnos con los personajes y descubrirnos a nosotros mismos en ellos y en su
experiencia.
 Es un espejo donde podemos descubrir algo más del misterio que somos para nosotros mismos y del
misterio que, en el fondo, sentimos que es el mundo que nos rodea.
Más que demostrar, justificar o convencer con argumentos, los jóvenes necesitan que se les cuente, que se les
sugiera y que se les implique en el estilo de vida que les queremos proponer desde la narración. Se trata de utilizar
géneros evangélicos como la parábola, incorporar cuentos y narraciones y aprovechar tantas historias que nos
rodean en la cultura desde la música y el cine. Comunicar la experiencia, más que el concepto, la sugerencia, más
que la demostración.
El testimonio es, también, una narración: debemos ser capaces de narrar nuestra propia historia desde la fe. Lo que
se narra sabe a lo auténtico y es más creíble que lo aprendido pero no experimentado. Lo que hemos visto y oído es
lo que debemos transmitir.

LO AFECTIVO
Solo el amor es creíble, y solo el amor concreto en gestos y actitudes.
Los jóvenes viven una gran necesidad de relaciones, de encuentro, de reconocerse en la aceptación de los otros. El
gran temor es la soledad, el aislamiento, la irrelevancia personal, que dispara la búsqueda permanente de
relaciones, sean profundas o superficiales, por Messenger o a través de las llamadas perdidas, en la calle y en la
fiesta.
Los jóvenes detectan claramente cuándo son utilizados de forma funcional sin ser aceptados ni buscados
integralmente, confiarán en la propuesta que se les hace desde un interés genuino por ellos y por su felicidad. Solo
confiarán en las propuestas que les hagan personas por las que se sepan aceptados y queridos.
La dimensión afectiva de la relación ha de ser una de las claves del hacer y del decir de los acompañantes. Los
miembros de la comunidad cristiana tendremos capacidad de ser testigos los jóvenes si los acogemos y
queremos.
El amor se transmite de forma casi inconsciente. El joven percibe cuando es acogido y no juzgado, cuando nos
importa lo que él nos cuenta, allá y por encima de todo interés o toda distancia educativa.
Este clima de confianza, acogida e incondicionalidad será indispensable para que se fíen de nuestras palabras y
propuestas.
Para los jóvenes en esta cultura, el componente afectivo no es, en absoluto, una cuestión accesoria. Para ellos es,
en muchas ocasiones, uno de los criterios de verificación más importantes en su vida y en sus decisiones. "Lo que
siento" es un elemento muy importante a la hora de optar, no solo "lo que pienso". Tal vez porque han aprendido a
desconfiar de la cabeza y los argumentos y prefieren fiarse del corazón, aunque también éste les conduzca en
ocasiones a engaño.
Las actividades educativas han de tener en cuenta este componente afectivo y permitir que los jóvenes aprendan a
expresar y verbalizar sus sentimientos, a integrar cabeza y corazón.
Han de ser actividades donde puedan "sentir" y no solo "pensar", donde puedan hacer vínculos y no solo conocer,
donde puedan ir haciendo ejercicio de amor, integrando cabeza y corazón.

LA INTERIORIZACIÓN
Todo el proceso trata de ir ayudando a los jóvenes a construir una persona interior capaz de situarse con libertad y
responsabilidad ante la vida y las opciones que se le ofrecen. Toda experiencia necesita ser interiorizada para que
pueda ser asumida y deje huella real en la persona (Pérez Álvarez, 1993, 101-102).
Para poder ir realizando esta interiorización es preciso ir educando progresivamente la capacidad de silencio,
reflexión y encuentro con uno mismo. El ritmo de vida cotidiano de los jóvenes ofrece muy pocas ocasiones,
normalmente, para que vayan desarrollando esa capacidad: se tiende a huir de la soledad y el silencio, que suele
aparecer como un vacío amenazador.
Las actividades del proceso han de ir incorporando progresivamente momentos de silencio y soledad de forma
acompañada. La capacidad de reflexión e interiorización se encuentra en la zona de desarrollo próximo para la
mayoría de los jóvenes: es preciso ofrecer mediaciones -en forma de pautas o guías de reflexión, a través de
lenguaje simbólico, a través de momentos de reflexión guiada en grupo- que sirvan de apoyaturas para aprender a
encontrarse con uno mismo en profundidad y desarrollando un espacio interior donde uno pueda habitar y
encontrarse con Dios.

EL PROTAGONISMO Y LA PARTICIPACIÓN
Como hemos señalado en la fundamentacíón del proyecto, sí hay algo que caracteriza la etapa juvenil es la
necesidad de protagonismo, de ensayar capacidades, de probarse a uno/a mismo/a como sujeto autónomo. Los jó-
venes necesitan ser protagonistas de su proceso.
Corno evangelizadores y educadores, hemos de confiar en sus posibilidades y capacidades de crecer, cambiar y
aportar a su vida y al proyecto solidario. El crecimiento en libertad, la formación de la identidad y la capacitación
para la toma de decisiones requiere que los jóvenes puedan asumir paulatinamente, en un contexto adecuado, las
riendas de su vida y su proceso.
La sobreprotección es una tentación muy frecuente en todo educador. Los jóvenes desean conseguir la aprobación
de sus modelos de referencia, y es fácil cruzar la línea del acompañamiento y suplirles en las decisiones que les
corresponde tomar. Progresivamente, debernos arriesgar en darles responsabilidades acordes a su situación y
capacidad que les hagan crecer, identificarse y contrastarse. No hay madurez sin responsabilidad, no hay confianza
si no perciben que apostamos y creemos en ellos. No pueden ser objeto, sino sujetos de su propio proceso.
Este criterio se concreta de muchas formas en el diseño de las actividades educativas.
 Se trata de revisarlas siempre desde la perspectiva del grado de participación y protagonismo que les
estarnos ofreciendo a los jóvenes, y procurar que siempre sea el más adecuado dentro del momento del
proceso, respetando los objetivos que nos proponemos y reservándonos el papel formativo que nos
corresponde como educadores y acompañantes.
 Y se trata de ser, como educadores, fieles a las normas de la participación, respetando las decisiones de
los jóvenes en los aspectos en los que las hemos delegado en ellos, aún a costa de la eficacia.
Las actividades solidarias o culturales, todo el ámbito del "hacer" son un buen espacio para el protagonismo de los
jóvenes. Pero también tendremos que plantearnos su participación en la elección de contenidos o actividades que
realizar, o en el propio planteamiento de los objetivos del grupo.
Los catequistas-acompañantes, enviados por la comunidad cristiana, no pueden delegar la responsabilidad global
del proceso que acompañan, pero parte de este proceso ha de consistir en ofrecer a los jóvenes espacios para
aprender a ser protagonistas de su propia vida y de la de los otros.

PERSONALIZACIÓN Y SOCIALIZACIÓN
La persona está por encima de procesos, fases y métodos (Pérez Álvarez, 1993,16-18). Debemos ser flexibles para
no aplicar moldes, para pensar en cada uno de forma específica y ser capaces de saltarnos etapas, experiencias
desde la prioridad de su proceso personal.
Pero, precisamente porque entendemos que la persona se realiza en la relación y en la comunidad, la
personalización remite a los otros, se realiza con otros (el grupo) y a través de los otros. Nos conocemos en relación
con los demás, con la historia y con el mundo; crecemos cuando nos relacionamos.
Esta dialéctica implica que, en el desarrollo de las actividades concretas, necesitamos incorporar tanto la atención
personal como la comunicación y la relación entre los propios jpvenes, facilitando el crecimiento personal desde la
relación y el crecimiento en la relación y en el conocimiento mutuo desde la maduración de cada uno de los jóvenes.

c. EN SÍNTESIS: CRITERIOS METODOLÓGICOS


Podemos sintetizar lo que hemos desarrollado en este capítulo a través de doce criterios que hemos de tener en
cuenta cuando diseñemos las actividades:
1. Procurar que todo contenido se comunique apoyándose en una experiencia de los jóvenes, sea cotidiana o
provocada a través de una actividad educativa.
2. Aprovechar siempre las oportunidades educativas que ofrece la vida de los jóvenes y del grupo, especialmente
las experiencias mayores de la propia vida: muerte o enfermedad, fracaso, conflictos, encuentros y desencuentros
relaciónales, encuentro con la realidad, temores y deseos, logros y gratificaciones...
3. Concretar cada descubrimiento y reflexión que realizamos en el proceso en experiencias, acciones, compromisos
y cambios concretos de vida de los jóvenes.
4. Dejar siempre espacio y ayudar a que las experiencias de la vida y del proceso se puedan ir reflexionando,
verbalizando y compartiendo en el acompañamiento personal y en el grupo
5. Trabajar siempre con apoyaturas concretas para tratar las grandes abstracciones: pensar globalmente y actuar
localmente y, viceversa, pensar localmente y actuar globalmente.
6. Incorporar habitualmente en las actividades signos y símbolos que vayan educando la dimensión simbólica y
ayudando a los jóvenes a expresar y concretar su experiencia.
7. Trabajar con lenguajes y formas de expresión artísticas, incorporando lo corporal, tanto para facilitar el encuentro
con uno mismo como para provocar experiencias o comunicar la experiencia.
8. Introducir y potenciar la narración como forma de comunicación de contenidos tanto a través de productos
culturales (cuentos, canciones, películas) como a través de la narración de la vida y la fe.
9. Cuidar la acogida y la experiencia afectiva positiva -de aceptación y cariño^ de los jóvenes en las actividades.
10. Estar atentos a incorporar la toma de conciencia y la expresión de los sentimientos, positivos y negativos, en el
grupo y en las actividades. Ayudar a verbalizarlos y situarse frente a ellos.
11. Incorporar siempre espacios -inicialmente breves, progresivamente más amplios- de silencio y reflexión
personal motivados y acompañados, sea de forma conjunta en el grupo o personalmente a través de guías, que
vayan progresivamente ocupando mayor espacio en la vida de los jóvenes hasta que los realicen de forma
autónoma, fuera del espacio grupal.
12. Dar espacios de compartir y comunicar la experiencia que se va teniendo y la vida en su conjunto en todas las
actividades, potenciando el crecer juntos, aportando al crecimiento del otro y dejándome contrastar por él.

7. ACTIVIDADES
El proceso está dinamizado por diferentes actividades que se proponen a los jóvenes para suscitar en ellos algunas
experiencias. Cada tipo de actividad ofrece unas posibilidades diferentes que es importante conjugar a lo largo del
proceso.

a. REUNIONES Y ENCUENTROS DE GRUPO


Las reuniones de grupo, una vez que este se configura, son la actividad rítmica que va marcando el proceso como
un tono de fondo permanente. La periodicidad de estas reuniones dependerá del momento del proceso y de las
características del grupo. El que haya ritmo periódico, sin embargo, es imprescindible para que el grupo pueda
cumplir la función que le corresponde en el proceso.
Las reuniones y encuentros de grupo son la referencia principal del proceso. A través de ellos, el grupo se va
configurando como espacio de pertenencia, generando vínculos afectivos y vitales que van permitiendo
progresivamente mayores niveles de profundización y contraste, de manera que el grupo se convierta en un espado
facilitador para el crecimiento humano y en la fe.
Los contenidos de las reuniones y encuentros de grupo pueden ser muy variados. Son ámbito privilegiado para
tratar temas de formación y debate, pero también para la comunicación, para la oración y la celebración. De igual
forma, en ocasiones lo más oportuno puede ser la realización de encuentros distendidos y lúdicos. El hecho de
juntarse y encontrarse con ritmo es en sí mismo un valor, y la dinámica que esto genera permite crear en las
reuniones de grupo un espacio de confianza y comunicación que permitirá la expresión y profundización en el
proceso.

b. ACTIVIDADES PROPIAS DE LAS DISTINTAS PLATAFORMAS


El punto de partida a partir del cual se propone a los jóvenes el proceso pastoral es, en muchas ocasiones, su
participación en otro tipo de actividades: voluntariados y/o actividades solidarias, actividades culturales, actividades
deportivas, otros procesos educativos...
Las actividades propias de la dinámica de estos ámbitos u otros en los que participan los jóvenes juegan un papel
en el proceso pastoral: son espacios para suscitar inquietudes y para educar y formar en valores y hábitos.

c. ACTIVIDADES DE ENCUENTRO
La formación de un ambiente y una pertenencia grupal requiere la existencia de actividades que aglutinen y
favorezcan el encuentro entre los jóvenes que provienen o participan en los diferentes grupos.
Estas actividades juegan un doble papel: pueden servir como actividades "puerta", que permiten la incorporación de
nuevos jóvenes al gran grupo; y como actividades "puente" para avanzar dentro del proceso.
Son, asimismo, actividades donde los propios jóvenes pueden desarrollar su protagonismo e iniciativa en la
convocatoria a otros jóvenes. Se caracterizan por ser abiertas y de libre participación: ni requieren pertenecer a un
grupo ni son necesarias para participar en un grupo.
Estas actividades -por otra parte de larga historia en la dinámica pastoral-pueden ser de muy diferentes tipos.
Destacamos los siguientes:

ENCUENTROS DE ORACIÓN Y CELEBRACIONES


Es importante contar con espacios de oración y celebración abiertos, donde puedan celebrar juntos jóvenes que
están en distintos momentos del proceso y que, a su vez, puedan ofrecer un espacio orante y celebra -tivo que sirva
para que los jóvenes que no tienen esa experiencia puedan palparla, en un lenguaje accesible para ellos.

ACTIVIDADES CULTURALES, DEPORTIVAS Y RECREATIVAS…


La cultura es también una puerta de entrada en la medida en la que responde a los intereses de los jóvenes y, a su
vez, permite desarrollar determinados valores, contenidos, búsquedas, diálogos... Este tipo de actividades ofrecen
un gran espacio para la relación con los jóvenes y entre los jóvenes, que van generando pertenencia y permiten el
modelado y el contraste.

CURSOS Y ENCUENTROS DE FORMACIÓN Y DEBATE


La formación, las charlas, el diálogo continúa siendo un centro de interés para algunos jóvenes. El trabajo en los
grupos no agota las necesidades ni los intereses formativos. Puede ser interesante construir espacios comunes para
la formación y el debate en ternas de actualidad, teología, cultura, política...
La existencia de este tipo de actividades forrnativas favorece también que cada joven pueda encontrar espacios
para completar su formación y su proceso de acuerdo con sus necesidades e intereses.

ACTIVIDADES PUNTUALES DE COOPERACIÓN O SOLIDARIDAD


La solidaridad y la cooperación internacional ofrece la posibilidad de realizar muchas actividades que, además de su
valor intrínseco, permiten que los jóvenes crezcan en conciencia social y pongan en práctica sus capacidades al
servicio de los otros.
Son también actividades donde se pueden aunar esfuerzos entre jóvenes que se encuentran en distintos momentos
del proceso en función de un objetivo común.

d. EXPERIENCIAS MAYORES
Con esta denominación nos referimos, como señalamos con anterioridad, a aquellas actividades que pretenden
profundizar en el proceso y facilitar saltos cualitativos; situaciones que se provocan para proporcionar una nueva
conciencia, que invite a las necesarias rupturas por la elaboración y ejecución de decisiones queridas y
reflexionadas.
El proceso de crecimiento humano y en la fe está jalonado de pequeñas y grandes decisiones en las que el joven va
orientando el rumbo de su-vida.
Las experiencias mayores pretenden proporcionar elementos que ayuden a estas decisiones al enriquecer la
experiencia personal, sea de encuentro con Dios, con los pobres o con los otros. Han de ser situadas a lo largo del
proceso procurando que se puedan aprovechar de la mejor manera posible para el crecimiento personal.
En algunos casos las experiencias mayores pueden ser, además, actividades de entrada en el proceso o de paso de
una etapa a otra ("puerta" y "puente"). Podemos señalar algunas de ellas:

CONVIVENCIAS
Las convivencias (o jornadas) son espacios de encuentro prolongado (día completo, fin de semana) que permiten
conjugar la experiencia de relación y fraternidad, la experiencia de oración y la formación y el diálogo.

EJERCICIOS ESPIRITUALES Y ENCUENTROS DE ORACIÓN


Con este tipo de actividades se pretende profundizar en el encuentro personal con Dios en un ambiente que lo
favorezca. Es importante proponerlos en momentos determinados del proceso y generar a su vez un gusto por ellos
que permita que los jóvenes los busquen autónomamente.

CAMPOS Y MINICAMPOS DE TRABAJO


Son espacios privilegiados para el encuentro con los pobres y para el aprendizaje del servicio y la solidaridad.
El encuentro cercano y servicial con los que sufren es fuente de interrogantes que es importante profundizar para
que estas actividades sean punto de partida y refuerzo para generar una actitud y un estilo de vida solidario, al
servicio de los pobres.

PASCUAS
La celebración de la Pascua es un espacio privilegiado para profundizar en lo nuclear de la fe cristiana y para el
encuentro personal y comunitario con Jesús.
Es importante acompañar a los jóvenes a esta celebración y ayudarles a que dejen tocar su vida por esa
experiencia.
Como experiencias mayores se pueden configurar otras muchas actividades: peregrinaciones, experiencias de
trabajo, experiencias vitales en general. Corresponde al acompañante aprender a discernir la potencialidad
educativa de cada experiencia para cada joven y ayudarle a aprovechar sus posibilidades.

e. ACTIVIDADES GENERALES
A lo largo del proceso, puede ser importante que los jóvenes se encuentren con otros jóvenes que realizan procesos
similares en otros lugares o ámbitos: sea la diócesis, el movimiento, etc. Estas actividades que incluyen a más
jóvenes (y en ocasiones son más masivas) tienen la función, ante todo, de favorecer la experiencia de pertenencia
y, de esta manera, fortalecer la identidad naciente.
En ocasiones las actividades generales podrán ser, a su vez y en ocasiones, experiencias mayores, en todo caso,
han de estar también adecuadamente integradas en el proceso.

8. ETAPAS DE PROCESO
La concepción abierta del proceso no impide, sino que refuerza, la necesidad de establecer algunas etapas en el
itinerario, que funcionan como "metas parciales", nudos de confluencia de diferentes itinerarios.
Si bien en la mayor parte de los proyectos de pastoral con jóvenes se ha optado por diferenciar tres etapas, en este
proyecto preferimos diferenciar únicamente dos. La diferencia principal en las dos etapas estriba en los acentos de
cada una de ellas: mientras que en la Convocatoria Evangelizadora el acento principal es preparar el terreno para la
propuesta de Jesús (incluso cuando no es explícitamente rechazada), el acento de la Iniciación Cristiana es la
propia experiencia de seguimiento.
La opción por dos etapas en lugar de tres pretende facilitar la flexibilidad del proceso y su aplicación con grupos de
jóvenes heterogéneos. Supone incorporar a la Iniciación Cristiana la etapa de opción o de primer discernimiento
vocacional, que se incluye como la última subetapa. Una razón que lo justifica es que la Iniciación Cristiana se
verifica y completa en la configuración de unas opciones y un estilo de vida cristiano.
Por otra parte, con la diversidad de situaciones de entrada de los jóvenes y atendiendo a lo que hemos llamado
circularidad de los procesos, estas opciones se van tomando, en la práctica, al mismo tiempo que se asumen y
consolidan los aspectos básicos de la Iniciación Cristiana, y no necesariamente con posterioridad.
La opción básica por seguir a Jesús se concreta necesariamente en un estilo de vida; toda conversión desemboca
en una concreción vocacional. Entendemos que incorporar el primer discernimiento vocacional en la propia
Iniciación Cristiana asume en profundidad la convicción de que es preciso acompañar este discernimiento (Espina,
1987).
Una última razón: como señalaremos al describir las subetapas, situamos la celebración del sacramento de la
Confirmación, cuando esto sea pertinente, al final de la segunda subetapa de la Iniciación Cristiana. La incor-
poración de la subetapa de opción, posterior a la celebración del sacramento, dentro de la Iniciación Cristiana,
quiere llamar la atención sobre el hecho de que la Confirmación no ha de ser punto de término en el proceso de
crecimiento cristiano.
Por todo ello, y simplemente en orden a facilitar la flexibilidad y personalización del proceso, hemos preferido
reservar el concepto de cambio de etapa -más radical- para lo que consideramos el gozne decisivo en el proceso: la
primera conversión (AG 13), e incorporar el primer discernimiento vocacional como última subetapa de la Iniciación
Cristiana, que la completa y proyecta. Presentamos a continuación una breve descripción de las etapas que
desarrollaremos en mayor profundidad en el capítulo tercero.

a. CONVOCATORIA EVANGELIZADORA

Descripción Se trata de una etapa que se caracteriza por la necesidad de salir al encuentro de los
jóvenes allá donde están (en sus intereses, motivaciones, necesidades, ámbitos) para
suscitar, a través del testimonio, el encuentro y relación educativa, la experiencia y el
descubrimiento de los valores del Reino, la actividad y la experiencia, la apertura y el interés
por la fe. Es una etapa necesaria para los jóvenes no creyentes, importante para que los
adolescentes y aconsejable todos los jóvenes, en la medida en la que permite preparar el
terreno para un encuentro en profundidad con Jesús.
Destinatarios Todos los jóvenes en sus diferentes condiciones y situaciones vitales y en los diferentes
ámbitos de relación en los que se encuentran.
Obvetivos  Contribuir a la formación de un estilo de persona fundada en los valores del Reino.
 Facilitar la toma de conciencia de los interrogantes, necesidades y deseos profundos
personales que abren a la trascendencia... (la necesidad de sentido, de identidad, de
relación, de justicia...)
 Testimoniar la presencia liberadora de Jesús en medio de su comunidad y su Iglesia.
 Presentar a la persona de Jesús y su proyecto como respuesta a las búsquedas
personales y sociales del joven (y del ser humano).

SUBETAPAS

ACOGIDA
La Convocatoria Evangelizadora comienza con la acogida y la convocatoria a los jóvenes. Éste es un momento
esencialmente misionero, donde se trata de salir a buscar a los jóvenes a los ámbitos donde estos viven y se
relacionan y ofrecerles ámbitos de relación, protagonismo, encuentro y actividad en torno a los valores de
solidaridad y fraternidad para, a partir del testimonio de la comunidad cristiana, proponerles caminos de desarrollo
personal y apertura y crecimiento en la fe.
Por eso, esta subetapa se caracteriza por la absoluta flexibilidad y diversidad tanto en cuanto a los ámbitos de
presencia y de encuentro con los jóvenes como en cuanto a su duración.
Lo que la caracteriza es la intencionalidad evangelizadora de la presencia y relación de la comunidad cristiana con
los jóvenes a través del testimonio, la acogida y la propuesta. Puede haber jóvenes que se incorporen casi
directamente en la segunda subetapas (o en la Iniciación Cristiana) y jóvenes que permanezcan en relación abierta,
sea como relación personal o en de solidaridad o acción (voluntariado, Campos de Trabajo).
Otros tal vez sólo participen en esta etapa, donde, en todo caso, se van educando valores y actitudes en el
horizonte del Reino. En espacios eclesiales tradicionales, como la parroquia, la incorporación de esta subetapa
implica desarrollar un espacio abierto de actividades y relaciones donde los jóvenes puedan palpar y descubrir la
oferta que se les realiza en los procesos pastorales.
De igual forma, esta subetapa implica que la comunidad cristiana -apoyándose especialmente en los jóvenes que ya
están vinculados al proceso- desarrolle estrategias y acciones para salir a buscar a los jóvenes alejados.

BÚSQUEDA
Desde la relación establecida en la etapa de Acogida se pueden realizar propuestas más concretas de iniciar un
proceso educativo -preferentemente grupal- de forma sistemática.
En esta subetapa se trata de facilitar la primera conversión inicial, personal y personalizada, al tiempo que se
profundiza en valores, actitudes, hábitos, que pueden facilitar el encuentro con Jesús y favorecer un seguimiento
maduro.
Esta subetapa trata de "equipar para la libertad", como señalábamos en la fundamentación, apoyando el proceso de
maduración de los jóvenes, y ayudarles a tomar conciencia de los interrogantes y deseos profundos de su vida, a fin
de que puedan acoger la propuesta de Jesús, respuesta a este deseo profundo de plenitud y vida.
El desarrollo de esta subetapa, por tanto, será muy variado dependiendo del punto de partida de los jóvenes, tanto
en duración como en la forma de tratar los contenidos. Será diferente la forma de realizar la Convocatoria
Evangelizadora con jóvenes en una cultura de religiosidad popular que con los jóvenes provenientes de una cultura
sociológicamente atea o agnóstica. También la duración variará en función del punto de partida de los jóvenes y de
su edad y madurez.

ELEMENTOS CENTRALES

Acogida  La relación personal informal es el elemento principal de este momento, que va


facilitando la vinculación del joven. Actividades que se realizan desde distintas
plataformas (voluntariado, cooperación, etc)
 Relación con el grupo grande a través de actividades "puerta" y "puente".
 La propuesta de participar en un grupo de profundización, que se realiza a nivel
personal y da paso a la siguiente subetapa.
Búsqueda  El grupo pequeño. El proceso se puede realizar sin vinculación a un grupo, pero es
preferible conformarlo.
 Actividades (igual que en la etapa anterior).
 Acompañamiento ambiental.
 Acompañamiento y diálogo personal.
 Experiencias mayores de presentación de la propuesta de Jesús.

ACENTOS
 El enganche, la motivación, la vinculación afectiva. Algo que me dice algo, algo donde tengo espacio, algo
donde descubro algo nuevo.
 Suscitar y profundizar en los interrogantes personales y sociales, los deseos profundos, las necesidades.
Tomar conciencia de la necesidad de salvación y vida a la que responde Jesús.
 Los signos y la propuesta explícita de la fe como respuesta a los interrogantes y deseos profundos de todo
ser humano.

PASO DE ETAPA
En el momento en que hay apertura e interés personal por descubrir a Jesús, acompañado de un cierto grado de
madurez y compromiso con el propio proceso (me interesa, participo, soy responsable, voy a las reuniones...).
Esta apertura e interés habrá de ser interpretado en función del contexto en el que se encuentra el joven; esto es,
los mismos signos o expresiones pueden significar cosas distintas en un contexto de gran religiosidad popular que
en un contexto de secularización y dificultad de apertura a la fe.
El paso de etapa se propone cuando hay un interés personalizado por Jesús que puede permitir que se inicie un
camino de seguimiento, momento que el acompañante habrá de descubrir dentro del contexto concreto y en la
propia historia del joven.
Habrá jóvenes que, aún valorando el proceso realizado y la propuesta cristiana, no deseen comenzar la Iniciación
Cristiana.
Es importante acompañar estas "salidas" del proceso, reconociendo cuándo la aportación al crecimiento personal
que el grupo podía hacer se ha agotado y ofreciendo otras vías de crecimiento dentro de la propia comunidad o en
otros ámbitos de compromiso.
Hay jóvenes que necesitan más tiempo para dar el salto al encuentro con Jesús: es importante las puertas siempre
queden abiertas, construyendo fraternidad entre todos, y permitiendo que, en otro momento, se vuelva a incorporar
al proceso según se vaya desarrollando su proceso personal.

b. INICIACIÓN CRISTIANA

Descripción Se trata de la etapa donde se construye la persona desde la fe. Es la etapa principal, donde
se "forman cristianos" y se realiza y consolida una opción por seguir a Jesús como eje
globalizador de la vida. Ha de seguir, por tanto, el ritmo de maduración del/la joven y no solo
el ritmo de los contenidos o experiencias. Si se inicia pronto (en torno a los 16/17 años),
necesitará por tanto un amplio espacio de tiempo para ir acorde con el proceso personal de
maduración.
Destinatarios Jóvenes con interés explícito por conocer a Jesús y descubrir la fe y una primera
experiencia de encuentro, provenientes (o no) de la Convocatoria Evangelizadora.
Objetivos  Acompañar el proceso de conversión y encuentro personal con Jesús.
 Asumir personalmente los valores y actitudes del Reino.
 Adquirir herramientas para continuar creciendo en la fe.
 Realizar una opción personal por el seguimiento de Jesús como eje central de la vida.
 Desarrollar la conciencia y experiencia de pertenencia a la Iglesia.
 Suscitar el interés y la toma de conciencia de la necesidad de concretar
vocacionalmente el seguimiento de Jesús.

SUBETAPAS
Las subetapas de la Iniciación Cristiana no están tan claramente definidas como las de la Convocatoria
Evangelizadora, marcadas por el inicio de un proceso sistemático.
Probablemente, lo más habitual en contextos donde hay pocos jóvenes sea que en el mismo grupo convivan
jóvenes en diferentes subetapas, o incluso que convivan aspectos de una subetapa determinada con otros propios
de subetapas anteriores. En todo caso, consideramos útil describirlas a modo de narración del proceso de los
jóvenes.

ENCUENTRO
El primer momento en la Iniciación Cristiana pretende consolidar la experiencia de encuentro con Jesús, ofreciendo
elementos para conocer su persona y su proyecto, acogerlo vitalmente y vincularse afectivamente a Él.
Éste es el núcleo de esta primera subetapa, cuya duración también variable en función del proceso de Convocatoria
Evangelizadora que se haya realizado y de las propias características de los jóvenes. En todo caso, podríamos
estimar como duración aproximada mínima/máxima entre seis meses y un año.

SEGUIMIENTO
La Buena Aventura de seguir a Jesús se descubre y se contrasta poniéndose en camino, intentando vivir según el
proyecto de Jesús y descubriendo lo que eso provoca en mi vida y en mi corazón. La etapa central de la Iniciación
Cristiana tiene como acento fundamental la vivencia y el protagonismo como "constructores del Reino": se trata de
procurar un tiempo algo prolongado de hacer experiencia de vivir como cristiano, cuidando el encuentro personal
con Jesús, la vinculación comunitaria y eclesial, la participación en la Eucaristía y los sacramentos -en los jóvenes
bautizados- y el compromiso social y evangelizador y el testimonio de vida. Por ello esta subetapa no debería durar
menos de seis meses y podría durar hasta dos años, aproximadamente, a fin de dar a los jóvenes espacio para
profundizar y madurar desde la fe.
Cuando los jóvenes no han recibido previamente los sacramentos de la Iniciación Cristiana, esta subetapa puede
concluir con el sacramento de la Confirmación o con el Bautismo, Eucaristía y Confirmación para los jóvenes no
bautizados.

OPCIÓN
La última subetapa de la Iniciación Cristiana -que podría considerarse una etapa en sí misma- busca acompañar el
primer discernimiento vocacional e inserción eclesial adulta. Es un momento de búsqueda de cómo continuar
viviendo el seguimiento de Jesús y creciendo en él, que llevará a los jóvenes a tomar distintas opciones de acuerdo
con su vocación personal.
No ha de ser una etapa excesivamente larga (aproximadamente entre seis meses y un año), ya que no implica
tampoco decisiones definitivas, sino inicio de nuevos caminos.

ELEMENTOS CENTRALES
 El acompañamiento personal.
 El grupo pequeño, de la misma forma que en la subetapa de Búsqueda.
 La interioridad y relación personal con Jesús.
 El compromiso solidario y evangelizador
 La relación con la comunidad cristiana y participación eclesial

ACENTOS
Habrá diversos acentos en las distintas subetapas. Sin embargo, podemos señalar algunos más o menos centrales
a lo largo de toda la etapa:
 El encuentro personal con Jesús y la personalización de la fe.
 La integración fe-vida.
 Los sacramentos, especialmente la Eucaristía.
 El compromiso, o una fe "práctica" que se proyecta: vivir desde los otros.
 La opción y toma de decisiones respecto a la propia vida desde la fe descubierta y vivida.

PASOS DE ETAPA
El paso de una a otra subetapa habrá de ser "celebrado": es el momento en el que se expresan las sucesivas
opciones personales por el seguimiento de Jesús. Es especialmente importante celebrar el paso a la subetapa de
opción, que, como hemos señalado, puede coincidir con algunos sacramentos de Iniciación.
A lo largo de todo el proceso habrá jóvenes que-vayan descubriendo otras opciones o que, simplemente, necesiten
más tiempo para madurar el proceso que van realizando. Es importante acompañar estas salidas, al igual que
señalamos en la Convocatoria Evangelizadora.
El término de la Iniciación Cristiana, tal y corno la proponemos en este proyecto, se da cuando hay una opción clara
y "probada" por el seguimiento de Jesús y un interés claro y una primera orientación por concretar este seguimiento
de forma vocacional15. Este discernimiento se completará, en los casos de inserción en movimientos o grupos
eclesiales, en relación con éstos y según sus propios procesos.

9. LOS SUJETOS DEL PROCESO


Sí entendemos por sujetos del proceso aquellos que son responsables del mismo, hemos de empezar por decir que
los propios jóvenes son los primeros y principales sujetos del proceso. Ellos son, en último término, los que realizan
el camino, acompañados por la comunidad y acompañándose unos a otros en este mismo camino.
No podernos olvidar su capacidad de orientar el proceso: no son "producto" de un proceso que se desarrolla en
ellos, sino protagonistas del mismo. Si no es así, no se dará una personalización real de lo vivido y el proceso, los
contenidos y las experiencias que les ofrezcamos "pasarán por ellos" sin que les sirva para estructurar su vida
desde experiencia, Y, evidentemente, todo proceso de fe es un diálogo entre Dios y el ser humano en el que la
iniciativa es siempre de Dios.
Sin embargo, es preciso reconocer que este proceso está guiado: existe una intencionalidad, un acompañamiento y
una orientación que corresponde a la comunidad, que actúa como tal y a través de los hermanos concretos que
asumen roles directos en el proceso pastoral de los jóvenes. A esto nos referimos en primer lugar cuando
señalamos que la comunidad es el sujeto principal del proceso de pastoral de jóvenes (Espina, 1987, 109; Pérez
Álvarez, 1993, 11-15),
La Iglesia y la comunidad cristiana concreta, que es el ámbito de Iglesia cercana, es la que propone, acompaña y
orienta un itinerario determinado para facilitar a los jóvenes su desarrollo como personas al estilo de Jesús,
Asimismo, sin una renovación y crecimiento de la comunidad no hay pastoral de jóvenes posible.
Mencionamos brevemente el rol que juegan distintos sujetos o agentes en este proceso:

a. LA COMUNIDAD CRISTIANA
La Comunidad es la referencia del proceso, quien lo suscita y lo acompaña (DGC 158; Pérez Álvarez, 1993). Es la
responsable, por tanto, de todo proceso de educación en la fe de pastoral y de relación con jóvenes que se dé en su
ámbito. Su responsabilidad se concreta en:
 Ser signo: testimoniar y significar con su vida la propuesta del Reino.
 Salir a buscar a los jóvenes; como instrumento de la iniciativa de Dios.
 Acoger la realidad de los jóvenes, sus necesidades y sus búsquedas.
 Interpelar y proponer: ofrecer experiencias y espacios donde los jóvenes puedan encontrarse con Jesús.
 Acompañar el proceso de apertura y crecimiento en la fe.
Estas tareas las realiza a través de:
 Los responsables de pastoral y de otros proyectos y los catequistas y acompañantes de los grupos.
 Todos los miembros de la comunidad (Cf. OPJ 12), en diálogo e interés, conjugando el respeto a los roles
que. a cada uno le corresponde jugar y los servicios que se han encargado y delegado con la libertad e ini-
ciativa para proponer, acompañar y apoyar a los hermanos responsables cuando sea necesario, siempre
cuidando la unidad y sumando para avanzar en el objetivo común. Por otra parte, otras personas de la
comunidad pueden jugar roles subsidiarios de acompañamiento y relación, aunque no sean los
acompañantes establecidos formalmente, aprovechando relaciones informales

b. EL CATEQUISTA O ACOMPAÑANTE
Es el responsable directo del desarrollo del proceso de un grupo de jóvenes o un joven determinado (Cf. OPJ 47,
DGC 156; Pérez Álvarez, 194-198), Podemos señalar dos tipos de tareas principales:
 Planificación, preparación y evaluación. Todo proceso implica un cierto grado de planificación, previsión y
preparación. Sean cuales sean los recursos metodológicos que se utilicen, es preciso dedicar tiempo a
pensar en el proceso, a orientar objetivos y a las actividades que se van a realizar, así como a
evaluar y valorar los pasos dados.
 Acompañamiento y relación grupal y personal. En el acompañamiento y la relación se juega el desarrollo
de lo que pretendemos y planificamos. Esto requiere el desarrollo de habilidades adecuadas para realizar
acompañamientos personales y grupales, para dinamizar reuniones y facilitar la relación interpersonal. En
momentos concretos, también pueden jugar el rol de acompañantes otros hermanos, coordinándose
adecuadamente con el catequista.

c. EL EQUIPO PRESENTE EN UNA DETERMINADA REALIDAD PASTORAL


Es aconsejable que todos los agentes pastorales tengamos espacio de contraste respecto a nuestra tarea pastoral.
Es importante que la comunidad en sí funcione como equipo, pero especialmente los equipos a los que la
comunidad pide que cumplan esa función (OPJ 46).
Estos equipos, cumplen funciones de "representación" de la comunidad y de contraste, apoyo y enriquecimiento del
catequista. Trabajar en equipo supone avanzar en un estilo de hacer pastoral menos personalista, sin que esto
suponga (en absoluto) menor implicación y responsabilidad personal.
Al equipo le corresponde:
 Planificar, organizar y evaluar en conjunto.
 Formarse y reflexionar juntos,
 Ser signo..., mostrar los valores de fraternidad
 Contrastar y seguir los procesos de cada grupo: programación, acompañamiento, relación.
 Ser apoyo para cubrir diferentes espacios y roles necesarios.
 Procurar y cuidar las condiciones para que se vaya dando el acompañamiento ambiental necesario.

d. LOS JÓVENES
En diferentes niveles, los jóvenes son también conductores del proceso:
 Como sujetos principales y protagonistas de su propio proceso.
 Como acompañantes unos de otros.
 Como coordinadores, equipo, organizadores de actividades, servidores de otros, convocantes..., poniendo
sus capacidades al servicio de los otros, aprendiendo a su vez a ser equipo y a ser fraternos.

10. EVALUACIÓN
La evaluación es parte integrante de todo proceso educativo, aunque muchas veces no seamos conscientes de ello.
Evaluamos permanentemente: para tomar cualquier decisión tenemos partir de una valoración del momento o del
punto de partida.
Cualquier apuesta pedagógica tiene un gran margen de incertidumbre: partimos de determinados supuestos y de
una cierta experiencia y "apostamos" porque un recurso va a dar un resultado equis. Tanto los "errores" como los
"aciertos" nos ayudarán a crecer como educadores y a realizar de mejor manera los procesos solo si los evaluarnos
y comprendemos cada en mayor profundidad los mecanismos que están funcionando.
Así, necesitamos evaluar tanto el proyecto que realizamos como el proceso concreto que realiza cada joven al que
acompañarnos.
Nos interesan más los "porqués" que los "qués", los "cornos" que los "cuántos", lo cualitativo que lo cuantitativo,
pero lo cuantitativo también nos puede dar pistas que no debemos desechar.
La función de la evaluación, tanto del proyecto como del proceso de cada joven es ofrecernos información para
continuar el proceso.
a. EVALUACIÓN DEL PROCESO DEL JOVEN
En un proceso educativo estamos evaluando constantemente. Lo importante es que explicitemos en base a qué
estamos realizando esta evaluación, para evitar que cuestiones subjetivas o vinculadas a nuestro propio momento
personal (o a nuestras habilidades y dificultades) nos confundan en la evaluación del joven.
Los catequistas y acompañantes también tenemos empatias, simpatías y antipatías, dificultades de conectar con
unos jóvenes y facilidad de empa-tizar con otros. Es importante que a la hora de evaluar el proceso intentemos
hacerlo en base a criterios objetivos que nos ayuden a contrastar la valoración intuitiva.
En cada etapa definiremos algunos criterios de evaluación acompañados de los correspondientes indicadores. Para
medirlos, conviene no dejar de utilizar algunos instrumentos que permitan verificar los criterios:
 Programación concreta. Si no definimos previamente qué queremos hacer será muy difícil que
posteriormente evaluemos cómo ha resultado. Definir, aunque sea brevemente, objetivos, contenidos y
dinámicas y actividades previstas para un período determinado, y hacerlo por escrito, es condición
necesaria para orientar el proceso y evaluarlo posteriormente.
 Cuaderno o diario de reuniones, para anotar lo más significativo, el tema tratado, los asistentes, la
dinámica utilizada...
 Diario de acompañamiento, anotando con cada joven (después de la entrevista) los principales acuerdos,
las impresiones principales, los desafíos planteados. Estos es más necesario a medida que acompañamos
a más jóvenes y no nos podemos fiar tanto de la memoria.

b. DEL PROYECTO
El propio proyecto de pastoral de jóvenes que guía el proceso necesita ser evaluado. Es en sí una propuesta
susceptible de ser mejorada. Necesitamos también criterios de evaluación que nos permitan saber sí el proyecto
responde a las necesidades detectadas, y en qué lo hace y en qué no, así como indicadores que nos permitan
evaluarlos.
 Varios de estos indicadores son de carácter cuantitativo. Si bien más arriba hemos señalado que nos
importa más lo cualitativo que lo cuantitativo, los números también nos dan datos para valorar lo cua-
litativo, aunque sea necesario interpretarlo posteriormente.
 Si el número de jóvenes que acuden, que permanecen o que pasan a la Iniciación Cristiana es muy bajo,
esto nos indicará que hemos de revisar lo que está sucediendo en esos momentos del proceso para com-
prender por qué está sucediendo esto: siempre hay razones por las que las personas nos comportarnos
de una determinada manera, aunque estas razones no sean siempre conscientes ni explícitas.
 Por otra parte, es importante también preguntarse por qué determinadas actividades resultan o atraen a
los jóvenes o facilitan su permanencia y su paso: eso nos puede ir dando la clave para futuras actividades
y propuestas.
Para contrastar los indicadores de evaluación (ver el cuadro en la página siguiente), es necesario también contar
con algunos instrumentos:
 Registro de participación en actividades y grupos.
 Programaciones anuales e informes de evaluación del equipo de acompañantes-catequistas y de cada
uno de ellos.
 Material pedagógíco-pastoral utilizado.
 Diario de reuniones del equipo de acompañantes.
 Reuniones, dinámicas o cuestionarios de evaluación periódica de los jóvenes.

Criterios de Evaluación Indicadores


Participación de los jóvenes en el proceso Número de jóvenes que participan.
 En actividades.
 En grupos.
Permanencia media de los jóvenes.
 En relación.
 En grupos.
El paso de los jóvenes a la Iniciación Cristiana Porcentaje de jóvenes que pasan de los grupos de
Convocatona Evangelizadora a los de Iniciación
Cristiana
La calidad del proceso Que los acompañantes trabajen con planificaciones
contrastadas y evaluadas en equipo.
Temas y materiales elaborados y utilizados
La adecuación de los objetivos y contenidos a la El grado de logro de los objetivos en los distintos grupos
realidad de los jóvenes
Adecuación de los métodos a los criterios Dinámicas realizadas en los diferentes grupos
metodológicos propuestos
Capacidad de las dinámicas de motivar la participación Participación de los jóvenes y permanencia
y el interés de los jóvenes
Evaluación de los propios jóvenes
DESARROLLO DEL
3 PROCESO POR
ETAPAS
15. CONVOCATORIA EVANGELIZADORA
16. INICIACIÓN CRISTIANA
PLANTEAMIENTO
Los objetivos, contenidos, elementos, criterios metodológicos, actividades, etc., que hemos descrito en el capítulo
anterior habrán de conjugarse y ordenarse en cada una de las etapas del proyecto para cada joven y cada grupo de
jóvenes concreto. Como hemos venido señalando, este proyecto quiere facilitar una mirada lo suficientemente
amplia como para contar con los recursos necesarios para desarrollar, en la práctica, estos procesos reales y
siempre originales. Esta mirada se halla recogida globalmente en el capítulo II.
Como nos estamos planteando un proyecto y un proceso flexible, sería una incongruencia ofrecer ahora una pauta
sesión por sesión o tema por tema. Sin embargo, dejar el proyecto en una descripción tan global como la que hemos
desarrollado hasta ahora haría muy difícil su puesta en práctica, y más aún su puesta en práctica común.
El proyecto en sí requiere una gran creatividad, discernimiento y capacidad de adaptación por parte de los
catequistas y acompañantes. Entendemos que, sin pretender ofrecer un desarrollo uniformador del proceso, sí
podemos facilitar y estimular esta creatividad ofreciendo una mayor concreción del desarrollo del proceso por etapas
que pueda servir a modo de guía para que cada acompañante, cada equipo, cada comunidad, concrete y desarrolle
el proyecto de forma personalizada y adaptada a cada grupo de jóvenes.
Esto es lo que pretendemos con este tercer capítulo: hacer un recorrido más detallado por las dos grandes etapas
del proceso que puedan servir como guía y referencia a la hora de concretar los procesos. Esto supone describir de
forma más prolija el itinerario que proponemos a los jóvenes, y puede ayudar a los catequistas y acompañantes a
tener en cuenta los diferentes aspectos que hemos de considerar en la práctica y que fácilmente se nos escapan
cuando las urgencias o necesidades concretas nos reclaman.
Esta descripción no pretende ser y no ha de ser usada como una receta ni de manera exhaustiva:
 No se trata de recoger uno por uno todos los elementos que ahí aparecen.
 Muchas veces, trabajando un tema, nos daremos cuenta de que hemos recogido otros.
 Habrá objetivos que este joven o este grupo de jóvenes ya han cumplido de antemano, otros que
requieren más tiempo.
 Habrá actividades diferentes y otras que, simplemente, no tienen razón de ser en lo concreto.
 Habrá elementos que no tenernos a nuestra disposición y otros con los que contamos y que no están
recogidos y que pueden cumplir funciones semejantes...
Esta descripción no es una receta ni una lista de tareas que cumplir; pero sí puede servir como referencia para
orientar, revisar y desarrollar el proceso desde la realidad concreta de cada comunidad y de cada joven. Y es
importante que lo aprovechemos como tal: nos puede ofrecer un contraste objetivo y común a los diferentes
procesos que todos necesitamos no dejarnos llevar únicamente por nuestra subjetividad, intuición y conocimientos,
sean estos los que sean.

EN SÍNTESIS

Ofrecemos un proceso...
 Orientado por un gran objetivo general
 Desarrollado en dos grandes etapas:
o Convocatoria Evangelizadora
o Iniciación Cristiana.
 Estas etapas están orientadas por sus objetivos de etapa
 Los objetivos de etapa:
o Son sucesivos: los objetivos de la Convocatoria Evangelizadora sirven de punto de partida
para la Iniciación Cristiana.
o Dibujan un itinerario. Los jóvenes realizarán ese itinerario en totalidad o en parte
dependiendo de sus diferentes puntos de partida y de cuánto camino quieran, puedan o
necesiten recorrer.
CUADRO 1: ÁRBOL DE OBJETIVOS

Objetivo General

Que los jóvenes opten por orientar la vida en el seguimiento de Jesús en globalidad y radicalidad, e inicien la
búsqueda de la vocación personal en la que realizar y desarrollar este seguimiento, contando con las herramien-
tas, hábitos y formación necesarias para ello.

Objetivos
por Etapas

Convocatoria Evangelizadora Iniciación Cristiana


Que los jóvenes descubran y acojan a la persona de Que los jóvenes opten por orientar la vida en el
Jesús y su proyecto como respuesta a las búsquedas seguimiento de Jesús en globalidad y radicalidad, e
personales y sociales del ser humano. inicien la búsqueda de su vocación personal en la
que realizar y desarrollar este seguimiento,
 Contribuir a la formación de un estilo de persona
contando con las herramientas, hábitos y formación
fundada en los valores del Reino.
necesarias para ello.
 Facilitar la toma de conciencia de los inte-
 Facilitar un proceso de conversión y encuentro
rrogantes, necesidades y deseos profundos
personal con Jesús.
personales que abren a la trascendencia... (la
necesidad de sentido, identidad...}  Asumir personalmente los valores y actitudes
del Reino.
 Testimoniar la presencia liberadora de Jesús en
medio de nosotros.  Realizar una opción personal por el segui-
miento de Jesús como eje central de la vida.
 Presentar a la persona de Jesús y su proyecto
como respuesta a las búsquedas personales y  Suscitar el interés y la toma de conciencia de
sociales del joven (y del ser humano) la necesidad de concretar vocacional-mente el
seguimiento de Jesús.

Subetapas Subetapas
Acogida Encuentro
Búsqueda Seguimiento
Opción

CUADRO 2:
ACENTOS PRINCIPALES DE CADA SUBETAPA
BÁSICOS
 Formación teológica
 Desarrollo personal
Del proceso  El mundo y su historia
Del Proyecto
DE SÍNTESIS
 Interioridad
 Comunitariedad
Comunidad  Compromiso
Catequista
Equipo de
pastoral
Jóvenes
EVALUACIÓN

CONTENIDOS
Para la consecución Determinan los objetivos
de los objetivos podemos específicos de cada etapa
emplear muchos factores
e ingredientes que intervienen
SUJETOS en el proceso.

OBJETIVOS – ETAPAS

Aquí se indican las “herramientas” para recorrer los


caminos, las etapas en función del momento y situación de
los jóvenes.
Son las piezas para armar
nuestro propio proyecto.

ELEMENTOS
ACTIVIDADES EDUCATIVOS

CRITERIOS
METODOLÓGICOS
RELACIÓN Y PERTENENCIA
Reuniones, experiencias  El acompañamiento y la relación
mayores, encuentros, interpersonal
iniciativas propias y  El grupo pequeño
generales, etc.  El grupo grande o ambiente
La experiencia: lo concreto, lo  La comunidad
simbólico, lo narrativo, lo
afectivo, la interiorización, el INTERIORIDAD
protagonismo y la participación,  Formación intelectual
personalización y socialización  Oración personal
 Oración comunitaria
 Celebración y sacramentos

COMPROMISO
 Solidaridad y servicio
 Evangelización y testimonio
 Trabajo y estudio
En este capítulo describimos el itinerario que se puede realizar en cada una de las
etapas. Para esto se describe:
 El punto de partida de cada etapa, especificando los ámbitos en los que
se va a desarrollar.
 El punto de salida de la etapa, esto es, el punto al que pretendernos llegar, que está definido por los
objetivos de la etapa y que se convierte en el punto de partida de la siguiente etapa. Para valorar sí los
objetivos se han cumplido en un grado suficiente, se proponen criterios e indicadores de evaluación.
Para recorrer esta distancia entre el punto de partida y los objetivos o punto de salida, se proponen en cada etapa
diferentes piezas para que cada uno construya el "mecano" del proceso de cada joven,
 Así, se desarrollan objetivos específicos y contenidos por áreas, que no son un listado exhaustivo de
temas a tratar, sino un amplio abanico de temas y orientaciones del que el acompañante o catequista irá
seleccionando los que le resulten más necesarios u oportunos en cada momento,
 De igual forma, para cada subetapa se proponen objetivos para poder situarnos en lo prioritario en cada
momento del proceso, se destacan los elementos más relevantes en esa subetapa y se sugieren algunas
actividades posibles para dinamizar ese momento.
Todo ello, repetimos, son ingredientes o piezas que cada acompañante o catequista habrá de combinar en función
de la realidad concreta en la que se desarrolle el proceso.

CUADRO 3: ESQUEMA DE DESARROLLO DE LAS ETAPAS

Punto de llegada o salida


Punto de partida de de la Etapa
la Etapa Objetivos Generales

Subetapas
 Objetivos
 Elementos
 Actividades
Criterios e indicadores
Ámbitos del paso de Etapa

Objetivos y
Contenidos por Áreas

1. CONVOCATORIA EVANGELIZADORA

a. PUNTOS DE PARTIDA
La Convocatoria Evangelizadora es una etapa de búsqueda. Comienza a través de iniciativas que puedan ayudar a
los jóvenes a reconocerse en búsqueda o que provoquen necesidad y deseo de búsqueda; es etapa de suscitar
interrogantes que abran al mensaje de jesús, que solo tiene algo que decir a los insatisfechos.
El punto de partida para iniciar este proceso de búsqueda que es la Convocatoria Evangelizadora es el joven no
evangelizado o con una evangelización superficial. Habrá, por tanto, multitud de “puntos de partida”, definidos por
los distintos intereses y necesidades de los distintos jóvenes: solidaridad, encuentro, relación, promoción personal,
etc.
El inicio de la Convocatoria Evangelizadora, será, así, salir a buscar a los jóvenes a través de estos intereses y
necesidades.
b. ÁMBITOS
La Convocatoria Evangelizadora se inicia en todos los ámbitos de relación con jóvenes:
 Voluntariado.
 Programas de promoción humana y social. « Iniciativas de cooperación.
 Parroquias
 Colegios.
 Relaciones personales
 Otras iniciativas que puedan surgir
La segunda subetapa de la Convocatoria Evangelizadora se realiza en relación directa con la comunidad que
acompaña o en plataformas pastorales estructuradas en las que la comunidad está presente.

c. OBJETIVOS

OBJETIVOS GENERALES
Los objetivos generales de etapa señalan el horizonte y los acentos que pretendemos trabajar especialmente en
esta etapa. Definen la dirección hacia la que se orientan todas las actividades, dinámicas, relaciones, elementos,
etc., en este momento.
 Contribuir a la formación de un estilo de persona fundada en los valores del Reino.
 Facilitar la toma de conciencia de los interrogantes, necesidades y deseos personales profundos que
abren a la trascendencia: la necesidad de sentido, de identidad, de justicia, de libertad.
 Testimoniar la presencia liberadora de Jesús en la comunidad cristiana.
 Presentar a la persona de Jesús y su proyecto como respuesta a las búsquedas personales y sociales del
joven (y del ser humano)

OBJETIVOS ESPECÍFICOS POR ÁREAS DE CONTENIDO


Los objetivos de la etapa dan lugar a una serie de objetivos específicos por áreas, a través de los cuales
describimos experiencias, logros, pasos que pueden ayudar a avanzar en la dirección de los objetivos de la etapa.
Probablemente no se trabajarán todos en cada proceso ni todos al mismo nivel, muchos quedarán pendientes para
etapas posteriores. Pero ofrecen una visión panorámica de los diferentes aspectos en los que es preciso acompañar
el crecimiento de los jóvenes.

 Despertar y explicitar la pregunta por el sentido y/o la trascendencia.


Formación
 Descubrir a Jesús de Nazaret como Buena Noticia, respuesta a las búsquedas
teológica
personales y sociales.
 Descubrir y conocer el proyecto de Dios para el ser humano y la humanidad.
 Profundizar en el conocimiento personal: las fortalezas y des, las búsquedas y
Desarrollo
necesidades, poniendo las bases para una buena autoestima.
personal
 Reconocer y profundizar en la vivencia de la afectivo-sexual.
 Hacer una primera lectura y toma de conciencia sobre la propia historia: dolores,
posibilidades, relaciones, búsquedas...
 Descubrir la experiencia de límite en la propia historia y en la realidad que me rodea,
aprovechándola como apertura y necesidad para nuevos saltos de crecimiento.
 Realizar un primer análisis de la realidad cercana, descubriendo sus contradicciones y
El mundo y su
potencialidades.
historia
 Reconocerse parte de la sociedad concreta que le toca vivir, tanto en el papel de
artífice y responsable, cuanto como víctima de las dinámicas sociales.
 Descubrirse protagonista, capaz de hacer, intervenir, provocar cambios o reafirmar la
estructura social heredada.
 Desarrollar capacidad crítica frente a la historia y los acontecimientos a escala cercana.
 Descubrir los signos de la presencia de Dios en la historia.
 Desarrollar la capacidad de silencio, contemplación, reflexión y encuentro con uno
Interioridad
mismo.
 Facilitar la experiencia del misterio: de aquello que no podemos controlar y ante lo que
solo cabe contemplar y acoger. Facilitar un encuentro inicial personal, vital, racional y
afectivo con Jesús.
 Descubrir la necesidad de encuentro con uno mismo para la vida cotidiana.
 Desarrollar la capacidad de relación interpersonal, expresión, acogida y respeto al otro.
Comunitariedad
 Reconocerse "ser en relación" otros.
 Valorar la relación y el encuentro como ayuda a crecer.
 Favorecer la experiencia de pertenencia amplia y concreta.
 Desarrollar actitudes comunitarias: diálogo, respeto, participación, solidaridad, cariño,
delicadeza...
 Entrar en relación con la comunidad que acompaña el proceso corno lugar de
referencia.
 Tener experiencia de que el sen/icio a otros me enriquece personalmente.
Compromiso
 Desarrollar y profundizar en valores de justicia, solidaridad, fidelidad y compromiso,
tolerancia y libertad.
 Desarrollar la fidelidad y permanencia en servicios concretos.
 Desarrollar la iniciativa y creatividad para el servicio.
 Favorecer experiencias de responsabilidad hacia otras personas.

d. CONTENIDOS
Los contenidos siguen la estructura de los objetivos específicos por áreas. No son temas (entendidos como
discurso) y no están pensados para ser tratados necesariamente como tales; habrá experiencias en las que se
tratarán simultáneamente distintos contenidos. Son contenidos que es interesante tener en cuenta durante esta
etapa, sea en el acompañamiento personal, en el trabajo de los grupos o en las experiencias y actividades.

 La pregunta por el sentido.


Formación
 Cosmovisiones y actitud ante la vida.
teológica
 ¿Qué es la trascendencia?
 Imagen e imágenes de Dios.
 La Buena Noticia de Jesús de Nazaret.
 La Creación.
 La propuesta de Dios para la humanidad.
 La visión cristiana del ser humano.
 Conocimiento personal e identidad.
Desarrollo
 Autoestima y autoconcepto.
personal
 La historia personal, límites y posibilidades.
 Comunicación, diálogo y desarrollo personal.
 Asumir nuestra realidad corporal.
 Afectividad y sexualidad.
 Identidad personal, deseos y búsquedas.
 Análisis de la realidad cercana.
El mundo y su
 Consumo y estructura social.
historia
 La realidad de la pobreza y la exclusión.
 Piensa global, actúa local: vida cotidiana y repercusión social.
 Mecanismos y alternativas de cambio social.
 Los valores en el modelo social actual/ los valores del Reino.
 El silencio como espacio de crecimiento y encuentro.
Interioridad
 Contemplar la naturaleza, contemplar la historia, contemplar la vida.
 La experiencia de lo que no dominamos: el misterio.
 Hacer de uno mismo el mejor aliado.
 El encuentro con el Dios de Jesús.
 La relación como constitutiva del ser humano
Comunitariedad
 Las relaciones interpersonales
 Las relaciones grupales
 La fraternidad como propuesta de relación desde el Reino
 El servicio: otra forma de entender las relaciones.
Compromiso
 La justicia como horizonte.
 La solidaridad, camino para la justicia.
 El compromiso y la fidelidad.
 Libertad, respeto, tolerancia y paz.

e. SUBETAPAS
La Convocatoria Evangelizadora se desarrolla en dos grandes subetapas: la de Acogida, centrada sobre todo en
conectar con los jóvenes y crear un clima cercano, acogedor y motivador para iniciar procesos, y la de Búsqueda, en
la que se trabaja de forma más sistemática las búsquedas de los jóvenes con el objetivo de proponerles a Jesús
como respuesta a sus búsquedas.
Si lo central de la Convocatoria Evangelizadora es la búsqueda, en la primera su-betapa se trata de que el joven
tome conciencia inicial de sus búsquedas y, en la segunda, ayudarle a profundizar en ellas y abrirse a la propuesta
de Jesús como respuesta.

Acogida Búsqueda
 Conectar con los intereses de los  Profundizar y asumir inicialmente los
Objetivos
jóvenes valores del Reino como deseables y
 Ofrecer, proponer y testimoniar un deseados para la propia vida y para el
estilo de vida, actividades y relación mundo.
que suscite interrogantes e interés.  Tomar conciencia de los interrogantes,
 Facilitar una experiencia de acogida y necesidades y deseos profundos
relación que suscite una vinculación personales que abren a la
afectiva. trascendencia; la necesidad de sentido,
 Iniciar en los ámbitos de relación y de identidad, pertenencia, horizonte,
pertenencia la temática formativa y de etc.
crecimiento personal que queremos  Comprender que la comunidad, la vida
ofrecer. de los hermanos y su presencia se
 Suscitar el interés por una mayor fundamentan en la fe y la presencia de
profundización en lo que se va Jesús, y valorarlo afectivamente.
descubriendo.  Acoger a la persona de Jesús y su
proyecto como respuesta -al menos
posible e interesante- a las búsquedas
personales y sociales.

Elementos Acogida Búsqueda


 Experiencia de formación y actividad en  Acompañamiento personal sistemático
Relación y
el voluntariado, cooperación ... (sea o no explícito).
pertenencia
 Relación informal.  El grupo siempre que sea posible, a ser
 Participación en actividades "puerta" posible con jóvenes de diversas
y "puente" organizadas por la procedencias. Caso de no serlo, habrá
comunidad cristiana y otros jóvenes. que tener mayor sistematicidad en el
 Referencia a la comunidad cristiana acompañamiento personal.
desde la relación y la actividad.  Participación en las actividades
mencionadas anteriormente.
 Relación con la comunidad.

 Experiencias puntuales de oración  Se un inicia un trabajo sistemático de


Interioridad
comunitaria y celebración. formación.
 Experiencias de iniciación a la oración
personal y de silencio y escucha.
 Participación en oraciones y cele-
braciones de otros grupos o de la
comunidad.
 Alguna experiencia de oración guiada
en grupo.
 Alguna experiencia de celebración de
grupo.
 Experiencias puntuales de solidaridad  Convocatoria y acompañamiento a otros
Compromiso
jóvenes, a participar en actividades.
 Diálogo en torno a los ámbitos de
trabajo y estudio.

Acogida Búsqueda
 Las propias actividades y formación en  Reunión de grupo quincenal o semanal,
Actividades
los ámbitos de participación: o, en su defecto, acompañamiento
posibles
voluntariado, cooperación, programas personal sistemático.
de promoción humana y social, etc.  Las mencionadas para la etapa anterior.
 Encuentros de oración.  Experiencias mayores de silencio,
 Convivencias. solidaridad, grupo.
 Actividades solidarias puntuales.
 Foros de diálogo.
 Actividades culturales.
 Eucaristías.
 Todas aquellas actividades que la
comunidad cristiana pueda abrir a la
participación de los jóvenes, procurando
acoger y acercarse a su lenguaje.

f. CRITERIOS E INDICADORES DE PASO DE ETAPA


El paso de etapa se da cuando hay un interés claro y manifiesto de los jóvenes por conocer a Jesús, a raíz de una
primera experiencia de encuentro y/o por la confianza en el proceso que se está haciendo. Es importante que, en
cualquier caso, sea una decisión libre que permita una apertura de corazón a lo que se va a presentar en la
siguiente etapa.
Para esto, es importante que este interés de conocer a Jesús sea real, esto es, que se haya desencadenado un
proceso de búsqueda en el joven. Que tenga preguntas y una primera disposición a esforzarse en conseguir
respuestas.
Todos los elementos de maduración humana pueden trabajarse en la Iniciación Cristiana. Sin embargo, es
conveniente que se den en la Convocatoria Evangeliza-dora para poder centrar el proceso en el crecimiento en la fe.
Cuando el joven, tras este recorrido, no desea profundizar o abrirse a la experiencia de fe, puede continuar
vinculado a la participación esporádica en actividades, a voluntariados o servicios, sin perjuicio de que más adelante
desee reincorporarse al proceso. En cualquier caso, es importante acompañar este fin de etapa.

INDICADORES
 Que haya tenido alguna experiencia de sentirse interrogado, de apertura a la trascendencia, de encuentro
o apertura al misterio de Dios.
 Fidelidad a la participación en las reuniones.
 Capacidad de superar alguna dificultad en función del interés por el proceso o por el bien de los otros.
 Capacidad de relación sana con los otros: diálogo, cooperación, respeto, libertad.
 Interés personalizado de conocer a Jesús, expresado en la petición de paso a la Iniciación Cristiana o en
otros gestos.
 Sensibilidad por las situaciones de los otros, cercanos y lejanos.

2. INICIACIÓN CRISTIANA

a. PUNTO DE PARTIDA
El punto de partida de la Iniciación Cristiana es el joven que está dispuesto a entrar en un proceso de conocer a
Jesús y su mensaje, y que ya ha adquirido unos mínimos hábitos de participación en grupo, encuentro consigo
mismo y con los otros, conocimiento personal y compromiso. Por eso, la dinámica de la primera etapa de la
Iniciación Cristiana (IX) irá dirigida a provocar y consolidar este encuentro fundante con Jesús,
Los jóvenes que se incorporan a la Iniciación Cristiana pueden provenir de procesos de Convocatoria
Evangelizadora realizados con nosotros o haber tenido sus propios procesos de fe y encuentro con Jesús en otros
ámbitos. Es importante en esos casos situar adecuadamente al joven en su momento del proceso en función de su
recorrido anterior y sus desafíos personales y creyentes.

b. ÁMBITOS
La Iniciación Cristiana se realiza en relación a la comunidad de referencia y en el entorno cercano de la comunidad,
conformado por los propios grupos de jóvenes vinculados a ella. Aunque el joven siga participando en otros ámbitos
y actividades, el grupo de Iniciación Cristiana se convierte en el grupo de referencia principal.

c. OBJETIVOS

OBJETIVOS GENERALES
Los objetivos generales sitúan, de nuevo en esta etapa, los grandes temas y horizontes que hemos de tener
presentes en todo el desarrollo de la etapa. La Iniciación Cristiana está centrada en la formación de la persona de
forma integral desde la fe en Jesús, centrando los ejes que a lo largo de su vida le van a permitir continuar creciendo
como cristiano/a adulto. Con esta intención señalamos los siguientes objetivos generales para la etapa:
 Facilitar un proceso de conversión y encuentro personal con Jesús. « Asumir personalmente los valores y
actitudes del Reino.
 Adquirir herramientas para continuar creciendo en la fe,
 Realizar una opción personal por el seguimiento de Jesús como eje central de la vida.
 Suscitar el interés y la toma de conciencia de la necesidad de concretar vocacionalmente el seguimiento
de Jesús y buscar el ámbito adecuado para ello.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS POR ÁREAS DE CONTENIDO


Los objetivos específicos por áreas de contenido tienen la intención que ya habíamos señalado en los objetivos
específicos de la Convocatoria Evangelizadora: ofrecer una perspectiva general de las distintas dimensiones que
implica esta formación básica en la fe. La tarea del catequista será seleccionar, aglutinar y priorizar en función del
momento de cada joven y cada grupo corno trabajar las diferentes dimensiones y los diferentes contenidos.

 Conocer y profundizar en la persona de Jesús: actitudes, historia, Encarnación,


Formación
Pascua.
teológica
 Conocer, profundizar y asumir el proyecto del Reino. Acoger y descubrir el Dios que
Jesús nos revela. Reconocer la Iglesia como pueblo de Dios, comunidad de seguidores
de Jesús.
 Conocer el momento histórico de la Iglesia, sus hitos fundamentales, los ministerios y
servicios dentro de ella.
 Reconocer y comprender la liturgia y los sacramentos como celebración de la vida
donde Dios se hace presente en la comunidad.
 Descubrir las implicaciones concretas del seguimiento de Jesús para la vida cotidiana:
valores, actitudes y opciones.
 Descubrir y acoger la vocación cristiana como llamada de Dios que globaliza la vida.
 Reconocer la necesidad de descubrir la vocación específica personal dentro de la
opción por el seguimiento de Jesús.
 Crecer en el conocimiento y aceptación personal. Desarrollar capacidades de
Desarrollo
constancia, permanencia, fidelidad, vivir desde opciones.
personal
 Descubrir las propias capacidades como don de Dios y tarea para ponerlos al servicio
de los otros.
 Descubrir y asumir los propios límites como ámbito de la misericordia de Dios.
 Vivencia integrada de la afectividad y sexualidad como una dimensión de la persona
que está en relación a otras, una dimensión rica a vivir con libertad y responsabilidad.
 Crecer en libertad y responsabilidad ante las opciones cotidianas y las grandes
opciones.
 Hacer una lectura creyente de la propia historia. Desarrollar un equilibrio afectivo que
permita reconocer y expresar los sentimientos, vivirlos con libertad, afrontar situaciones
de conflicto.
 Estructurar la identidad y la escala de valores propia desde Jesús y el Reino,
desarrollando actitudes evangélicas.
 Consolidar una capacidad de análisis crítico y positivo de la realidad.
El mundo y su
 Conocer y descubrir los mecanismos que generan pobreza y marginación.
historia
 Reconocer los signos de los tiempos, descubriendo la presencia y la llamada de Dios
en los acontecimientos concretos que le toca vivir.
 Ampliar la mirada, reconociendo la realidad mundial como interrelacionada.
 Incorporar un análisis personal de la realidad global, siendo capaz de situar los
acontecimientos en su contexto y sacar consecuencias.
 Asumir la oración como necesidad vital, desarrollando un hábito y actitud orante.
Interioridad
 Familiarizarse con la Palabra e incorporarla como guía de discernimiento cotidiano,
 Desarrollar la confianza en Dios como convicción y actitud.
 Acoger y profundizar en los sacramentos de Iniciación Cristiana.
 Desarrollar una actitud de valoración, hábito y "disfrute" de la Eucaristía y la
Reconciliación,
 Contrastar cotidianamente las propias actitudes con la Palabra.
 Buscar espacios de silencio y soledad para el encuentro con uno mismo y con Dios de
forma habitual.
 Cuidar la formación personal como herramienta necesaria para alimentarse y crecer.
 Consolidar actitudes de apertura, diálogo, contraste y comunicación de la propia vida.
Comunitariedad
 Desarrollar y consolidar actitudes de misericordia, atención al detalle, cuidado de los
hermanos, preocupación por los otros...
 Comprender el grupo y la comunidad cristiana concreta como el lugar donde Dios me
llama a vivir el mandamiento del amor y caminar en el seguimiento.
 Comunicación global de lo que soy y vivo con libertad y transparencia.
 Acoger de forma solidaria y responsable las necesidades de los otros y compartir y
dejarse ayudar en las propias.
 Situar la afectividad en el contexto comunitario y relacional, desarrollando la capacidad
de vivir relaciones recíprocas e interdependientes.
 Asumir vitalmente una actitud de servicio desde el Evangelio, desde la conciencia de
Compromiso
que Dios está presente en el pobre.
 Situar la profesión inicialmente (estudios, etc) en el horizonte del Reino y el servicio a
los pobres.
 Desarrollar la capacidad de esfuerzo, creatividad, iniciativa, al servicio de los otros.
 Integrar la fe y la vida, desarrollar actitudes de búsqueda de la justicia, testimonio, etc.,
en los ambientes en los que toca vivir.
 Tener experiencia de anunciar a Jesús y su evangelio a otros jóvenes.

d. CONTENIDOS POR ÁREAS


Los contenidos que señalamos a continuación hacen un recorrido por diferentes cuestiones que es importante que a
lo largo de la Iniciación Cristiana se vayan comprendiendo y clarificando, en estrecha relación con los objetivos
específicos planteados,
De nuevo señalamos que no son un temario a cumplir, se pueden trabajar de muy diversas maneras (la lectura de
un libro sencillo da una mirada general a muchos de estos temas), y al catequista corresponde ver en cuáles debe
profundizar más y cuáles debe dejar para más adelante. Sería importante, sin embargo, que no se dejen áreas
concretas sin tocar aunque algunas se profundicen más o dentro de cada una se seleccionen algunos contenidos.

 La persona de Jesús.
Formación
 El Reino de Dios,
teológica
 Encarnación y Pascua.
 El Dios que Jesús revela.
 El Espíritu, presencia de Dios.
 La Iglesia, Pueblo de Dios.
 La liturgia y los sacramentos.
 La vocación cristiana y las vocaciones específicas.
 María, modelo de seguidora.
 El Reino definitivo: la escatología.
 Identidad personal y seguimiento de Jesús.
Desarrollo
 Un Dios que nos ama.
personal
 Un Dios presente en nuestra historia.
 La asertividad y la comunicación.
 Las relaciones y los conflictos.
 Afectividad y sexualidad desde el seguimiento de Jesús.
 Toma de decisiones y vida cotidiana: libertad, responsabilidad, opción.
 Proyecto de vida, estilo de vida, valores y opciones.
 Características de la sociedad actual.
El mundo y su
 Elementos para un análisis crítico y permanente de la realidad.
historia
 La realidad de pobreza: mecanismos económicos y socioculturales que la generan.
 Signos de esperanza en la realidad actual.
 Las relaciones internacionales, el sistema económico y la realidad de pobreza.
 Consecuencias y causas de los acontecimientos cotidianos.
 La incidencia de las acciones solidarias.
 Hábito y actitud de oración personal.
Interioridad
 Recursos y estilos de oración.
 Meditación de la Palabra.
 Experiencia de contemplación.
 La Eucaristía.
 La Reconciliación.
 Bautismo y Confirmación.
 El discernimiento en la vida cotidiana desde la oración.
 El grupo y la comunidad como lugar de presencia de Dios.
Comunitariedad
 La apuesta por el amor.
 La comunicación.
 La afectividad y sexualidad.
 El estado de vida.
 Las relaciones familiares.
 El servicio como actitud vital.
Compromiso
 La evangelización.
 El testimonio.
 La solidaridad.
 Trabajo y profesión.
 Participación y compromiso sociopolítico.
 Estilo de vida y fe.

e. SUBETAPAS
En la Iniciación Cristiana se proponen tres grandes subetapas. Cada una de ellas tiene unos determinados acentos
marcados por el proceso de crecimiento en la fe que es esperable. No todos los jóvenes realizarán las tres etapas, y
mucho menos en el mismo tiempo. Es importante centrar los temas fundamentales y facilitar "salidas" de los
procesos que sean opciones personales positivas y ojalá orientadas en el horizonte del Reino y el seguimiento de
Jesús, sea en la etapa que sea.
De igual forma, los tiempos, intensidad, etc, de la Iniciación Cristiana variará mucho en función del tipo de jóvenes.
No es lo mismo realizar una Iniciación Cristiana con 16-17 años que con más de 20 años, o de 25, ni con diferentes
situaciones socioculturales y formativas de partida. Será preciso ajustar el proceso a estas realidades, y mantener el
principio de personalización, tanto a la hora de que se incorporen los jóvenes al proceso, como al ir dando pasos
entre las diferentes subetapas, buscando con el joven el mejor grupo y ámbito para continuar su proceso, lo que, a
su vez, le ayuda a tomar conciencia de su momento y hacerse más protagonista de su vida y de su proceso.
En cada etapa situamos, de nuevo, los objetivos que centran los acentos de la su-betapa, los elementos principales
para lograrlos y sugerencias de actividades.

ENCUENTRO
Porque éste es el momento de encuentro vital, de dar el primer sí, de consolidar la primera decisión de seguimiento
desde el encuentro personal con Jesús y la implicación ilusionada en su proyecto.

SEGUIMIENTO
Este segundo momento de la Iniciación Cristiana tiene el acento en la vivencia cotidiana con protagonismo e
iniciativa del seguimiento de Jesús. Es tiempo de caminar junto a Jesús, como hermanos, creciendo en la relación
con Él, sirviendo a los jóvenes y los pobres y testimoniando a otros la propia experiencia de encuentro y salvación.

OPCIÓN
Esta tercera subetapa se caracteriza por el discernimiento inicial del proyecto de vida como conclusión del proceso
de Iniciación Cristiana. Se trata de discernir dónde y con quién va a continuar el seguimiento de Jesús
experimentado y querido. Es una etapa de realizar una primera opción por mi forma personal de aterrizar de forma
adulta lo vivido (Espina, 1987, 95-127).

Encuentro Seguimiento Opción


 Tener experiencia de  Consolidar y afianzar la  Situar de forma
Objetivos
conocimiento y opción por el integrada las diferentes
encuentro personal con seguimiento de Jesús dimensiones de la vida
Jesús y de adhesión como eje globalizador (trabajo-profesión,
vital a su proyecto de la vida. afectividad-estado de
(primera conversión).  Asumir personalmente vida, relaciones,
 Adquirir una visión los valores y actitudes compromiso,
global de los elementos del Reino en la vida vinculación comunitaria,
fundamentales del cotidiana. crecimiento interior)
mensaje de Jesús en la  Adquirir herramientas desde el seguimiento
Iglesia. para continuar de Jesús.
 Iniciar la experiencia y creciendo en la fe.  Profundizar en las
hábito de oración  Consolidar el hábito de propias capacidades,
personal y celebración. oración personal y de necesidades,
 Comenzar a revisar la contrastar y discernir intuiciones y deseos de
propia vida desde los las opciones cotidianas futuro para concretar el
criterios del evangelio. desde la Palabra. proyecto de vida.
 Adquirir hábitos y  Incorporar la dimensión  Crecer en el deseo y la
capacidades de de compromiso actitud de buscar la
comunicación, diálogo y solidario y voluntad de Dios para
participación grupal y evangelizador de forma la propia vida.
comunitaria. permanente en la vida  Realizar un primer
 Descubrir y asumir personal. discernimiento de su
acciones solidarias y  Crecer en la capacidad forma de seguir a Jesús
evangelizadoras como de comunicación y de en la Iglesia.
consecuencia de la fe responsabilidad en la
en Jesús. vida de los otros.
 Descubrir la necesidad
de concretar
vocacionalmente el
seguimiento de Jesús.

Elementos Encuentro Seguimiento Opción


 Acompañamiento  Acompañamiento  Acompañamiento
Relación y
personal, apoyando el personal sistemático. personal como
pertenencia
proceso del grupo.  Participación en grupo elemento central de
 Grupo, salvo que no pequeño, al igual que esta etapa de
sea posible. Es un en la etapa anterior. discernimiento.
momento de darle  Comunicación  Grupo pequeño,
importancia al grupo interpersonal en el siempre que sea
pequeño. grupo. posible, como contraste
 Participación con un  Participación como y referencia.
cierto grado de responsable en las  Relación y
responsabilidad en las actividades del grupo comunicación con los
actividades comunes grande. hermanos y referencia
en el grupo grande.  Contacto más estrecho a la vida en común.
 Relación con la con la comunidad y
comunidad: pasar por hermanos jóvenes.
casa, participación en
oraciones...
 Se inicia la formación  Formación sistemática  Elementos de
Interioridad
sistemática en la fe. en la fe. formación para el
 Iniciación a la oración  Ritmo habitual de discernimiento
personal guiada y oración. cristiano.
profundización  Oraciones de grupo  Mayor profundidad,
progresiva en la con ritmo. ritmo y experiencia de
experiencia de  Participación en oración personal.
meditación y oraciones comunitarias.  Cuidado de la oración
contemplación.  Participación en comunitaria y la
 Oraciones de grupo. celebraciones de la celebración.
 Oración al iniciar las comunidad, grupo
reuniones. grande, etc.
 Participación en
oraciones de la
comunidad.
 Organización y
participación en las
celebraciones de la
comunidad y grupo
grande.
 Iniciación a la
Eucaristía y la
Reconciliación.
 Invitación a  Compromiso en los  Se mantienen los
Compromiso
experiencias puntuales lugares de estudio y elementos de la etapa
de solidaridad o trabajo y/o en otros anterior.
experiencia ámbitos, contrastado en
permanente en el caso el grupo.
de los voluntarios.  Asunción de hábitos y
 Iniciación a compromisos solidarios
compromisos estables estables.
de solidaridad.  Testimonio personal y
 Testimonio de su experiencia o
experiencia de fe en compromiso
sus ambientes y evangelizador.
relaciones.  Experiencia de asumir
 Trabajar la la responsabilidad
responsabilidad con el económica a través de
uso del dinero y del trabajos puntuales o
tiempo. permanentes.

Encuentro Seguimiento Opción


 Reunión de grupo  Reunión de grupo  Reunión de grupo
Actividades
semanal, o, en su semanal, o, en su semanal, o, en su
posibles
defecto, defecto, defecto,
acompañamiento acompañamiento acompañamiento
personal sistemático personal sistemático personal sistemático
 Experiencias mayores  Experiencias mayores  Retiro personal de
de silencio, solidaridad, de silencio, solidaridad, discernimiento
grupo. grupo.  Encuentro y diálogo
 Se mantiene la  Experiencia de con los hermanos de
participación en las compromiso estable comunidad, con otras
actividades de grupo  Participación en las opciones eclesiales,
grande actividades de grupo contraste con jóvenes
grande mayores

f. CRITERIOS E INDICADORES DE PASO DE ETAPA


La Iniciación Cristiana concluye cuando el joven apuesta por:
 Continuar el proceso de discernimiento vocacional en relación a la comunique lo acompaña o con
otras vocaciones específicas en la Iglesia.
 Desarrollar sin otra vinculación institucional el proyecto personal de vida en la línea del seguimiento
de Jesús en Iglesia,
Esta es una decisión personal que ha de ser compartida en el grupo, pero especialmente acompañada en el
acompañamiento personal. El acompañante ha de ser también capaz de orientar y apoyar la apuesta del joven.

INDICADORES
 Ritmo de oración personal asumido,
 Participación en la Eucaristía y la Reconciliación.
 Referencia a la palabra y a criterios evangélicos en la toma de decisiones en la vida cotidiana.
 Vivencia de la afectividad y las relaciones integrada.
 Capacidad de expresar y comunicar la propia vida.
 Fidelidad al compromiso solidario o evangelizador.
 Capacidad de realizar renuncias concretas en función de los otros, cercanos y lejanos.
 Capacidad de responsabilizarse y preocuparse por la vida de otros.
 Vivencia responsable del horario, del dinero, de las propias capacidades (estudio, trabajo).
 Capacidad crítica respecto a la realidad que le rodea.
 Capacidad de tomar iniciativas.
 Capacidad de tomar decisiones autónomamente y con libertad en los distintos ámbitos en que se
desenvuelve.
CUADRO 4: ESQUEMA DEL PROCESO DE CONVOCATORIA EVANGELIZADORA

Calle y ámbitos
Iniciativas de
Centros naturales
cooperación
educativos

Voluntariado Otras iniciativas

S
U
Actividades B
E
de Encuentro T
A
P
A

Propuesta

Grupos de profundización
S
U
B
E
T
Formación en Acompañamiento Relación con la Experiencias A
grupo personal comunidad mayores
P
A

Propuesta
CUADRO 5: EL PROCESO DE PASTORAL DE
JÓVENES Iniciación
Cristiana
Distintos puntos Distintas
de Partida vocaciones
en la Iglesia

VOLUNTARIADO
CE
ACOGIDA

IX
OPCIÓN
Otras opciones
solidarias
CE
BÚSQUEDA

IX SEGUIMIENTO
IX
ENCUENTRO

Convocatoria Evangelizadora (CE)


Iniciación Cristiana (IX)
CONVOCATORIO EVANGELIZADORA INICIACIÓN CRISTIANA
Elemento de
ACOGIDA BÚSQUEDA ENCUENTRO SEGUIMIENTO OPCIÓN
etapa
Relación informal. Es el Se inicia un Apoyando el proceso Acompañamiento Es el elemento
elemento fundamental acompañamiento del grupo espiritual sistemático central
Acompañamiento
de este momento sistemático no
personal
necesariamente
explícito
Encuentro quincenal Encuentro Semanal Encuentro semanal Contraste y
Grupo pequeño o semanal. A ser referencia
posible, heterogéneo
Participación en Se mantiene la Protagonismo en la Responsabilidad en
actividades “puerta” y participación en las organización y la organización y
Grupo Grande “puente” organizadas actividades con desarrollo de las desarrollo de
por la comunidad y mayor protagonismo actividades actividades
otros jóvenes
Referencia a través de Igual que en la etapa Referencia y relación Relación con los Igual que la
la relación con los anterior con los hermanos. hermanos y anterior
Comunidad hermanos y la Pasar por la casa, referencia en la vida
participación en participación en común
actividades oraciones…
Solo la que se de en Trabajo de temas, Sistemática, Profundización Elementos de
actividades comunes o charlas, debates y formación teológica: discernimiento
la que se pueda diálogos en grupo temas, lecturas, etc.
Formación
plantear Es el momento de
Interna
personalizadamente a fundamentar
criterio del
acompañante
Experiencias de Iniciación a la Ritmo habitual de
iniciación a la oración oración personal oración personal
personal y de guiada y
silencio y escucha: profundización
Oración personal Salidas a la progresiva en
naturaleza, experiencia de
momentos de meditación y
silencio, contemplación
imaginerías…
Experiencias de Participación en las Oraciones de grupo Oraciones del grupo
participación en oraciones de otros rítmicas. Oración al y participación en las
Oración oraciones de otros grupos iniciar las reuniones. oraciones
comunitaria grupos de jóvenes Participación en comunitarias
Alguna experiencia oraciones
de oración guiada en comunitarias
el grupo
Invitación a participar Participación en las Organización y Igual que en la etapa
en celebraciones del celebraciones del participación en anterior
grupo grande o la grupo grande o la celebraciones de la
comunidad comunidad comunidad y grupo
Celebración grande.
Alguna celebración
de grupo Iniciación a la
eucaristía y
reconciliación
Invitación a Igual que en la etapa Igual que en la etapa Asunción de hábitos
Solidaridad experiencias puntuales anterior anterior y compromisos
o experiencia solidarios
Iniciación a
permanente en el caso compromisos permanentes
de los voluntarios permanente
Convocatoria y Experiencia de Testimonio y
acompañamiento a testimonio concreto experiencia o
otros jóvenes en el de su experiencia de compromiso
grupo grande. fe evangelizador
Testimonio Invitación a participar
en actividades,
compartir su
experiencia con otros
jóvenes
Presencia y reflexión Igual que en la etapa Experiencia de
sobre los ámbitos de anterior. asumir la
trabajo y/o estudio Responsabilidad con responsabilidad
Trabajo el dinero y el tiempo económica con la
propia vida a través
de trabajos puntuales
o permanentes
PARA CONTINUAR
DE NUEVO DIOS Y LOS JÓVENES
Los procesos educativos son siempre complejos. Después de intentar dibujar y describir tantos elementos y tantas propuestas
que nos surgen de la experiencia de encuentro con los jóvenes concretos en muy distintas circunstancias, volvemos al punto de
partida: los jóvenes y Dios, Dios y los jóvenes, y el deseo de ser cauce para ese encuentro, de transmitir y comunicar gratis lo
que hemos recibido gratis. Este es el deseo de fondo que ha motivado este esfuerzo de sistematización: ofrecer pistas por las
que caminar, grandes caminos y orientaciones que, como todo en la vida, se construyen con piezas pequeñas.

PARA DESCUBRIR NUEVOS HORIZONTES


Damos por bueno el esfuerzo si nos ha servido para descubrir otras perspectivas y abrir horizontes en esta tarea de comunicar
la fe a los jóvenes. El campo es demasiado amplio para abarcarlo, pero tal vez no tenemos que pretender controlarlo todo, sino
atrevernos a profundizar y a descubrir que existen siempre nuevas posibilidades, que el Espíritu va delante; a "remar mar
adentro" (NMI 15,58), aún a riesgo de que las riendas se nos escapen de las manos y a pesar del miedo que nos provoca tanto
la hondura de nuestro propio corazón como la inmensidad de la vida y de la historia, que siempre nos sorprende. Pero no
temamos: somos nosotros los que nos sentimos desbordados, no Dios. Él conoce esta realidad y está ya presente en ella.

UN ESTÍMULO A LA CREATIVIDAD
Este proyecto quiere ser, ante todo, estímulo para la creatividad; eso sí, de forma responsable, atreviéndonos a asumir los
desafíos de la cultura actual y los procesos educativos. Esperamos que, al menos, pueda ofrecer líneas inspiradoras que
generen nuevos desarrollos, a la vez que requiere la participación activa de quien lo aplica. Su ambición es que pueda ser
llevado a la práctica concreta y, desde ella, contrastado y enriquecido, de forma que a partir de esta experiencia podamos
aprender más de cómo se da este proceso de acompañamiento y crecimiento en la fe de los jóvenes en la realidad que vivimos,
a fin de hacernos mejores instrumentos para facilitarlo.

PARA CONCRETAR: UNA PROPUESTA METODOLÓGICA EN ELABORACIÓN


El proyecto queda abierto para que cada equipo de acompañantes y catequistas, cada comunidad cristiana que desee asumirlo,
lo adapte y lo desarrolle en lo concreto de su realidad. Pero somos conscientes de que este es un trabajo considerable, si se
quiere realizar con rigor y profundidad. Por eso, nuestra intención es desarrollar materiales concretos que, respetando la
flexibilidad y el carácter modular del proyecto, ofrezcan piezas ya elaboradas y contrastadas que puedan servir para que cada
catequista y equipo pueda construir el proceso adaptado a los jóvenes que acompaña. Los materiales previstos, que están en
proceso de elaboración, tienen la siguiente estructura:

CONTENIDOS DEL PROCESO


Para cada una de las dos grandes etapas del proceso (Convocatoria e Iniciación), este material desarrolla y concreta los
contenidos que incluye. Hablamos de contenidos en el sentido amplio al que nos referimos en el proyecto, esto es, incorporando
no solo lo cognitivo, sino también los hábitos, actitudes y procesos vitales. Este material servirá, así, para tener una visión global
de los contenidos del proceso y como material de consulta y referencia para el desarrollo del mismo.

GUÍAS PARA EL SEGUIMIENTO DE LA ETAPA


Para cada una de las etapas se propone una guía general para el acompañante. En cada guía se desarrollan los criterios
pedagógicos y las referencias y subsidios necesarios para diseñar y evaluar el desarrollo de cada una de las etapas
adaptándolas a las distintas realidades de los jóvenes y a las comunidades introduciendo los elementos básicos para orientar el
proceso.

FICHAS
Los contenidos necesitan propuestas metodológicas de reuniones y actividades con los jóvenes que sean adaptables a
diferentes situaciones. No pretendemos ofrecer una secuencia fija de reuniones, sino un conjunto de posibilidades que el
catequista o acompañante habrá de secuenciar según la realidad de los jóvenes que acompañan. El material incluirá, para ello,
orientaciones y guía para la programación concreta. Las fichas se ordenan según las subetapas del proyecto:
 Dos de Convocatoria Evangelízadora, en orden a la presentación y primera adhesión a Jesús y su proyecto.
 Y tres de Iniciación Cristiana, de profundización en su seguimiento y primer discernimiento vocacional.
Los títulos corresponden, a partir de la etapa de Búsqueda, a bloques temáticos, dentro de los cuales habrá diferentes
alternativas de fichas para que cada acompañante o catequista pueda elegir la más adecuada a sus necesidades.
En la etapa de Acogida (Convocatoria Evangelizadora), además de ofrecer las fichas de la etapa, se presentan las Plataformas
de jóvenes con el menú de actividades.
Se ofrecen fichas para orientar la subetapas en los diferentes ámbitos

FICHAS
 Parroquias.
Acogida
 Voluntariado.
 Jóvenes en situación desfavorecida.
 Centros educativos.
 Calle.
 [Plataformas de jóvenes]
 La realidad que vivimos.
Búsqueda
CONVOCATORIA  Conocimiento personal.
EVANGELIZADORA  Para dónde va esto.
 La existencia de Dios.
 Mi mundo interior.
 Las relaciones interpersonales.
 Afectividad y sexualidad.
 Valores y opciones personales.
 Otro mundo es posible.
 La Buena Noticia de Jesús.
 Jesús.
Encuentro
 El Reino y la historia.
 El seguimiento de Jesús.
 La Iglesia y los sacramentos.
Seguimiento
 Afectividad y sexualidad.
 El mundo en que vivimos.
 Interioridad.
INICIACIÓN  Comunitariedad.
CRISTIANA  Compromiso.
 La vocación cristiana.
 El estado de vida.
Opción
 La profesión.
 Pertenencia y participación eclesial.
 Compromiso sociopolítico.
 Evangelización y servicio.
 El discernimiento vocacional.
PARA CAMINAR JUNTO A LOS JÓVENES...
Esperamos que todo ello nos pueda servir para caminar junto a los jóvenes, conscientes siempre de que no hay programación ni
análisis que supla la mirada atenta, abierta y esperanzada a los jóvenes concretos que Dios pone en nuestro camino
Los proyectos y los recursos pedagógicos nos servirán si aprendemos a mirar a los jóvenes con la mirada de Dios y dejamos
que ellos mismos -Dios en ellos- vayan modelando nuestra vida personal y comunitaria. Ellos nos enseñarán a comuni-caries la
Buena Noticia, porque ellos la están esperando y necesitan palparla en nuestras vidas.

…ABIERTOS A LA PRESENCIA DE DIOS


Dios busca a los jóvenes y los jóvenes, sin saberlo, buscan y necesitan a Dios. Si nos dejarnos contagiar del amor Dios les tiene,
no dejaremos de buscar medios y recursos que nos ayuden a acompañarles en sus búsquedas. Y, casi sin darnos cuenta, ellos
mismos nos obligarán a vivir en fidelidad y radicalidad la propuesta de Jesús, para poder ser testigos fieles y veraces de su
presencia entre nosotros.
Claves del
Jóvenes y Dios. Proyecto de Pastoral con jóvenes
proceso
Etapas del Iniciación Cristiana
Convocatoria Evangelizadora (CE)
proceso (IX)
Abrir los ojos Mirar como Jesús
Contenidos  Formación teológica  Formación teológica
del proceso  Desarrollo personal  Desarrollo personal
 El mundo y su historia  El mundo y su historia
Aprender a vivir Andar el camino de Jesús
Guía para el  Interioridad  Interioridad
seguimiento  Comunitariedad  Comunitariedad
 Compromiso  Compromiso
Acogida Búsqueda Encuentro Seguimiento Opción
 Plataformas de  La realidad  Jesús  La Iglesia y los  El estado de
jóvenes que vivimos  El Reino y su sacramentos vida
 Ámbitos de  Quién soy historia  Afectividad y  La profesión
encuentro con  Para dónde  El seguimiento sexualidad  Pertenencia y
jóvenes: va esto de Jesús  El mundo en participación
 Voluntariado  La existencia que vivimos eclesial
 Parroquias de Dios  Interioridad  Compromiso
 Centros  Mi mundo  Comunitarieda sociopolítico
Educativos interior d  Evangelización
 Otros…  Las  Compromiso y servicio
Fichas de
relaciones  La vocación  El
trabajo en el
interpersonal cristiana discernimiento
grupo
es vocacional
 Afectividad y
sexualidad
 Valores y
opciones
personales
 Otro mundo
es posible
 La Buena
Noticia de
Jesús

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