Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
SOCIAL
TEMA 1: CONCEPTO DE PSICOLOGÍA SOCIAL
Como la necesidad de pertenencia es una de las motivaciones más poderosas de los seres
humanos, cuando una persona es excluida socialmente puede generar en esta persona un daño
emocional terrible, que para evitarlo, opta por una pasividad y un gran aislamiento de sí
mismo. Este mecanismo ayudaría a explicar el aumento de violencia en los países
industrializados, pues cada vez más personas se sienten aisladas, un claro ejemplo son los
terribles sucesos ocurridos en Estados Unidos de asaltos armados en escuelas por personas que
se sentían rechazadas socialmente.
El ostracismo también ocurre también con las nuevas tecnologías (por ejemplo, Internet), es
decir, no es necesario un contacto físico, pues las personas se llegan a sentir rechazadas cuando
no reciben respuesta a un correo electrónico. Por otro lado, estudios recientes han encontrado
que la exclusión social produce activación del córtex cerebral que también se produce con el
dolor físico, por lo que el rechazo social puede ocasionar incluso, dolor físico. Esto ayuda a
comprender las penosas consecuencias del acoso laboral.
El hecho de tener al menos una relación estable (estar casado, por ejemplo) ayuda a evitar la
conducta criminal. También es cierto que las conductas agresivas pueden aislar aun a la persona
agresiva, formando una especie de bucle.
Necesidad de poseer una identidad positiva
El concepto de yo o autoconcepto (self) es el más estudiado en la Psicología social actual. El
sentido del yo es el que organiza nuestros pensamientos, sentimientos y acciones.
El autoconcepto es «quién soy yo para mí», así el concepto del yo que tengamos explicará la
probabilidad que tenemos de implicarnos en un tipo determinado de conducta, lo que no
significa que este sea inamovible, pues este se puede modificar y ayudar a los demás a que
modifiquen su identidad.
El autoconcepto mejorará en función de las habilidades sociales que poseamos o si tenemos
éxito social. Las creencias específicas con las que cada persona se define a sí misma son los
esquemas del yo, que son los patrones mentales con los que cada persona organiza el mundo.
Así, las ideologías pueden definirse como grandes esquemas para organizar e interpretar los
hechos y recordar nuestras experiencias pasadas. Por este motivo, un mismo hecho puede ser
interpretado de manera muy diferente por distintas personas y aquello que es relevante para
nuestros autoconceptos lo procesamos más rápidamente y lo recordamos mejor. Se recordarán
mejores aspectos relacionados con nosotros mismos que aspectos de otras personas.
En cambio, el que la identidad individual sea algo esencial para cada individuo es un hecho
que está relacionado con el marco cultural de socialización. Así, los occidentales son más
profundamente individualistas, teniendo un yo individual e independiente, y otras culturas
como la africana, la indígena americana y, sobre todo, la asiática, tienen un yo social e
interdependiente, definiendo su identidad social en relación a los demás.
La civilización por la que han pasado durante varios siglos los occidentales, en realidad se
trataba de un proceso de individualización, por este motivo es tan importante su identidad
individual. Pero, aunque los occidentales hayan ganado en cuestiones de libertad, han perdido
en seguridad y en sentido de pertenencia, así pueden sentirse solos y aislados socialmente a
pesar de vivir en su entorno, en cambio en las culturas colectivistas solo se sienten aislados
cuando están lejos de su entorno.
Necesidad de autoestima
La autoestima es la valoración que tenemos de nosotros mismos. Como norma general tener
una autoestima alta incrementa la iniciativa, la resistencia y los sentimientos agradables, por el
contrario, una baja autoestima predice un mayor riesgo depresión, abuso de drogas y algunas
formas de delincuencia.
Pero no siempre una alta autoestima tiene efectos positivos, pues, aunque tienen más éxitos,
también suelen ser más peligrosos, así en los casos más extremos, los abusadores, los líderes
de bandas callejeras o dictadores presentan elevadas autoestimas.
La explicación a este hecho está en diferenciar entre poseer una autoestima elevada pero
satisfactoria y estar obsesionado con la propia autoimagen, lo que probablemente sea
consecuencia de una creación de una alta y falsa autoestima compensatoria a varios complejos
de inferioridad.
Una autoestima segura, basada en sentirse bien con uno mismo, más que en la apariencia, el
dinero o tener éxito frente a los demás, genera un bienestar a largo plazo.
Necesidad de reconocimiento
Es una necesidad que todos tenemos, aunque unos en mayor medida que otros. Necesitamos
imperiosamente elogio y halago. Aunque el elogio que necesitamos ha de ser sincero o, al
menos, que se perciba como tal.
Es tan fuerte esa necesidad que, en ocasiones, se puede utilizar con fines manipulativos.
Estas cuatro necesidades son tan necesarias para los seres humanos que justifican determinadas
conductas, que puedan resultar irracionales, con el objetivo de ser aceptados.
Sesgo hacia lo atractivo
Las primeras impresiones son más importantes de lo que solemos creer, pues tendemos a dar
mucha importancia al atractivo físico, aunque en público nos cueste reconocerlo.
Pero es algo que ya aparece en edades bien tempranas y sin condicionamiento social. Por
ejemplo, se ha encontrado que los bebés suelen mostrar preferencias por las caras atractivas.
Así, se establece el estereotipo del atractivo físico, aquello que es bello es bueno.
Aunque las necesidades psicosociales son muy importantes para la explicación de la conducta
humana, es fundamental tener en cuenta también el ambiente social.
Para el entendimiento de la conducta humana es importante tener en cuenta la persona
(emociones, sentimientos, cogniciones, motivaciones y necesidades psicosociales), el
ambiente y la interacción entre persona y ambiente. Esto explicaría por qué en unas ocasiones
se actúa de una manera y en otras de otra, como por ejemplo, en las situaciones de ayuda a los
demás. Así, cuantas más personas contemplen la situación de emergencia, menos
probabilidades hay de que se ayude a la víctima, las razones a este hecho son las siguientes:
→ Difusión de la responsabilidad. Cuando estamos solos ante una emergencia nos
sentimos más responsables de ella, que cuando hay más gente, donde la responsabilidad
se irá diluyendo.
→ Imitación o influencia social. Si nadie ayuda es poco probable que alguien lo haga. Y
lo contrario, si alguien toma la iniciativa de ayudar es muy probable que se imite dicha
conducta.
→ Desindividualización fomentada por el grupo, que será mayor cuanto más numeroso
sea este.
→ Introducción.
→ El objeto de la psicología de la cognición social.
→ El papel del conocimiento previo en el procesamiento de la información.
→ El procesamiento elaborado y el pensamiento lógico en la racionalidad humana.
→ La motivación, el afecto y las emociones en la racionalidad humana.
→ El pensamiento automático en la racionalidad humana.
1.2. INTRODUCCIÓN
Los seres humanos vivimos en un entorno altamente complejo. A través de nuestros sentidos
recibimos de forma constante una enorme cantidad de información. Mucha más de la que
nuestro cerebro es capaz de procesar y analizar al detalle. Además, el entorno en el que nos
desenvolvemos requiere inmediatez en la toma de decisiones.
¿Cómo es posible entonces que los seres humanos seamos capaces de desenvolvernos de forma
adaptativa en un entorno tan complejo y exigente? Hemos desarrollado estrategias que nos
permiten acomodar nuestras capacidades a las diferentes demandas cognitivas.
Nuestras expectativas, estereotipos, metas y deseos influyen en el modo en que vemos la realidad.
Para responder adecuadamente a la información procedente del medio necesitamos dar sentido a
los estímulos y a la situación. Esto obviamente, es imposible si no se dispone de creencias, actitudes
y expectativas almacenadas en la memoria.
Uno de los ámbitos en los que más ha prosperado esta concepción dual del procesamiento humano
es en el de la formación de impresiones proponiéndose dos tipos de teorías, las secuenciales y las de
procesamiento en paralelo.
1.2. INTRODUCCIÓN
El reconocimiento de emociones, la formación de impresiones y la interpretación de la
conducta han tenido una importancia crucial en la evolución de nuestra especie y la tienen en
nuestra supervivencia (entendida en sentido amplio) como individuos, pues esta pasa por una
adecuada percepción del medio físico y sobre todo social: las demás personas.
Así, ante una determinada situación o interacción, nuestra respuesta será adecuada (y no nos
acarreará consecuencias negativas) en función de la certeza de nuestra percepción. Imaginemos
lo perjudicial que puede ser pasar por alto indicios de la intención de alguien de robarnos.
Cotidianamente necesitamos predecir la conducta, sentimientos, pensamientos y reacciones
de las demás personas, sobre todo cuando nos afectan.
1.3. COMUNICACIÓN NO VERBAL
Cuando percibimos a otra persona, un aspecto importante que contribuye a la impresión que
nos formamos es su conducta verbal: qué dice y cómo lo dice. No obstante, tan importante o
más que esta impresión puede ser la conducta no verbal (expresión facial, mirada, gestos, tono
de voz, ...).
Como son muchas las conductas no verbales posibles, nos centraremos en la expresión
emocional y los movimientos físicos.
→ Expresión facial de las emociones
Si bien las emociones y el estado de ánimo pueden expresarse a través de muchas vías, el rostro
humano ocupa un lugar privilegiado en el estudio de la expresión y el reconocimiento de las
emociones.
Existen 6 emociones básicas que se expresan de forma clara en el rostro: ira, miedo, alegría,
sorpresa, tristeza y asco. Estas expresiones faciales emocionales son innatas y universales.
No obstante, la universalidad de las expresiones emocionales no excluye la importancia de los
factores situacionales o culturales. Es decir, aunque las expresiones faciales revelan mucha
información del estado emocional de la persona, nuestros juicios también se ven afectados por
el contexto en el que aparecen dichas expresiones.
→ Movimientos corporales
El estado de ánimo de una persona también puede inferirse a través de sus movimientos o
posturas corporales diferentes de la expresión facial. Por ejemplo, un gran número de
movimientos (sobre todo aquellos en los que la persona se toca: rascarse, frotarse las manos,
...) suelen interpretarse como signos de excitación o nerviosismo.
El engaño
La capacidad de engaño añade una extraordinaria complejidad a nuestras percepciones de los
demás. Las personas intentamos regular o controlar, ya sea de forma consciente o inconsciente,
la información que presentamos, sobre todo aquella que se refiere a nosotros mismos. A esto
se le conoce como manejo de la impresión. ¿Qué conseguimos con ello? Lo que perseguimos
es mantener o incrementar nuestra autoestima y ser coherentes con la imagen que tenemos de
nosotros mismos.
Son varias las estrategias utilizadas al servicio de este manejo de la impresión:
→ Las personas tratamos de encontrar sentido del mundo físico y social en el que vivimos
al objeto de que este nos parezca más predecible.
→ Distingue entre causas personales y situacionales.
→ Al explicar una conducta tendemos a darle más importancia a las causas personales que
a las situacionales.
Kelly: covariación y configuración
La teoría de la atribución de Kelly (1967, 1972) diferencia dos procesos:
Sesgos atributivos
Cuando realizamos atribuciones no siempre funcionamos de la manera lógica y racional que
sugieren los modelos que acabamos de ver, sino que con frecuencia cometemos ciertos sesgos
o errores:
→ Error fundamental de atribución: tendencia a sobreestimar la importancia de los
factores personales en comparación con las influencias ambientales a la hora de explicar
las conductas.
→ Diferencias actor—observador: del mismo hecho, actores y observadores tienden a
dar explicaciones diferentes: los primeros tienden a hacer atribuciones externas y los
segundos internas.
→ Atribuciones defensivas: tendencia a culpar a una persona de la adversidad,
especialmente cuando esta es grave.
→ Atribuciones auto—favorecedoras: tendemos a pensar que cuando tenemos éxito, la
causa está en nosotros, mientras que cuando fracasamos, la culpa es de otras personas
o de las circunstancias.
→ Atribuciones centradas en el yo: cuando se lleva a cabo una tarea entre dos o más
personas, cada una cree que ha contribuido más de lo que realmente ha contribuido.
1.6. APLICACIONES
La percepción de las personas y de sus acciones son procesos muy importantes en la vida
cotidiana y con clara aplicabilidad también en ámbitos específicos como el de justicia.
El aspecto físico de una persona es una característica que influye claramente en cómo los demás
la perciben. De hecho, se ha comprobado que a las personas atractivas (hombre y mujeres) se
les suelen atribuir, además, otros rasgos positivos («lo bello es bueno»). De esta forma, se ha
encontrado que a una persona sonriente o atractiva se le suele asignar castigos menos severos
que a una persona no sonriente o menos atractiva. A este fenómeno se le ha denominado sesgo
de lenidad.
Los acusados sonrientes suelen ser percibidos como más honestos que los no sonrientes y, a
su vez, esta percepción de honestidad es la que lleva a pensar que merecen castigos menos
severos.
El estudio de las actitudes se ha fundamentado en que estas predicen las conductas de los
seres humanos y, por tanto, son útiles. Pero algunos estudios han demostrado que esto en
ocasiones no es así.
Por ejemplo, Wicker (1969) revisó más de 30 estudios sobre consistencia de las actitudes y las
conductas, encontrando que la correlación entre las medidas de las actitudes y las medidas
de las conductas tan solo era del 30%. Encontrándose que la situación predice más la
conducta que las disposiciones personales.
Esto llevo a pensar que no tenía sentido seguir buscando la posible consistencia entre actitud y
conducta. Pero otros estudios posteriores, como los de Cialdini y otros (1981), encontraron
relaciones más moderadas, donde la relación entre actitud y conductas sería la regla más que
una excepción.
Y a partir de ahí se empezó a establecer que la actitud era un variable a tener en cuenta
para predecir la conducta, pero no la única.
Pero, ¿por qué las actitudes influyen en las conductas?, para responder a esta pregunta,
existen dos enfoques:
→ Existe un enfoque que dice que las actitudes influyen en la conducta porque estas se
activan en la memoria. Siendo más accesibles las que se han activado con la
experiencia directa o si las personas están especialmente motivadas. En estos casos la
gente tiene más presentes o accesibles las actitudes por lo que actuará según ellas. Por
tanto, el factor clave es la accesibilidad de las actitudes.
→ Otro enfoque dice que las actitudes influyen sobre las conductas cuando las
personas son capaces de reconstruirlas en el momento de actuar. Y si es así, actuará
según esas actitudes porque son más estables y relevantes para esas personas. En este
enfoque la clave está en la estabilidad de las actitudes.
Algunos autores como Glasman y Albarracín (2006) defienden que ambos enfoques son
importantes, pues para que las actitudes influyan sobre las conductas estas deben estar
accesibles y ser estables.
Por otro lado, hay que mencionar que se pueden dar actitudes múltiples ante un mismo
objeto. Para explicar este hecho existe un factor de tipo motivacional, así la actitud será de
una manera u otra en función de si el resultado beneficia o no al individuo. Por otro lado,
también está implicado un proceso cognitivo, pues los objetos de las dimensiones pueden tener
muchas dimensiones y algunas veces serán evaluadas positivamente y otras de manera
negativa. Y, por último, también es importante el significado que se le dé al objeto de la
actitud, de modo que si cambia el significado cambiará la actitud.
En la actualidad se aboga por considerar a la actitud como un proceso mediador, en este
sentido la actitud predecirá la conducta cuando la actitud medida esté íntimamente
relacionada con la situación, no así cuando sea general.
Aunque parezca que lo único importante es la conducta y no tanto la actitud, para conseguir
un cambio en la conducta también es importante producir un cambio en la actitud.
Así, los autores Stroebe y Jonas (1990) indican que mediante la persuasión se pretende influir
sobre la conducta, permaneciendo esta, bajo control interno.
La persuasión o cambio de actitud es, por tanto, cualquier cambio que ocurra en las actitudes
como consecuencia a la exposición a la información proveniente de otras personas (Olson y
Zanna, 1993).
En ocasiones los términos persuasión, cambio de actitud o manipulación se utilizan
indistintamente, aunque en el caso de la manipulación suele tener connotaciones más
negativas que los otros dos términos.
→ Ruta central: mediante esta ruta los receptores han estudiado cuidadosamente los
aspectos más importantes del mensaje y dicha información ha sido procesada e
integrada con el conocimiento previo del receptor sobre ese objeto, manteniendo la
misma actitud o modificándola a partir de esa información. Las actitudes formadas a
partir de esta ruta serán más duraderas y estables y la conducta será más predecible a
partir de ellas.
→ Ruta periférica: desde esa ruta no es necesario realizar muchos esfuerzos por parte del
receptor para analizar el mensaje, solo bastará en fijarse en pequeños detalles
situacionales del mensaje. Las actitudes generadas a partir de esta ruta serán, por
tanto, menos duraderas, más influenciables por otras comunicaciones persuasivas
y menos predictoras de la conducta. Aunque en ocasiones la ruta periférica es eficaz,
pues a veces utilizamos esta ruta por cansancio o exceso de estímulos, como ocurre con
los anuncios publicitarios de televisión.
El modelo de Petty trata de corregir el Programa de Yale en los diferentes factores que
afectan a la persuasión: fuente, mensaje, receptor y canal.
La fuente de la persuasión
Aunque el elemento más importante en la persuasión sea el receptor, cabe destacar que entre
la fuente y el receptor existe una serie de relaciones que no se deben menospreciar. De modo
que las características de la fuente también influirán sobre cómo se recibe el mensaje. Por
tanto, no solo importa el mensaje sino quién lo transmite. Kelman (1958) estableció que la
persuasión estaba estrechamente vinculada con los procesos de influencia social, de modo que
para que una fuente de persuasión pueda resultar persuasiva, esta debe ser o parecer poderosa
(es decir, conformidad simulada), atractiva (por tanto, identificación) o creíble
(interiorización).
→ Credibilidad: existe una tendencia general a prestar más atención a quien
consideramos creíbles. Las siguientes variables hacen que una fuente sea considerada
creíble:
o Competencia o experiencia atribuida: un mensaje será más persuasivo si
quien lo emite lo consideramos experto.
o Confianza o fiabilidad: de modo que tendremos más confianza a aquellas
fuentes que consideramos sinceras.
→ Atractivo o simpatía: está demostrado que las fuentes más atractivas (físicamente
hablando) son las más persuasivas. Pero también influye que la fuente además de
atractiva esté cercana, o que se perciba semejanza en algún aspecto, como puede ser
la nacionalidad o creencia religiosa. A su vez, si la fuente nos resulta familiar nos puede
resultar más atractiva. Y por el hecho de que le gustemos a la fuente, por ejemplo, si
esta nos elogia nos puede resultar atractiva. También puede ocurrir por la situación que
rodee al acontecimiento, es decir, por mera asociación, por ejemplo, si estamos más
relajados, se percibirá mejor una fuente como atractiva, que si estamos estresados.
→ El poder: una fuente será persuasiva si tiene el suficiente poder sobre la persona a la
que se quiera persuadir. Poder entendido en sus diferentes modalidades: sancionador,
de experto, referente o de identificación.
El mensaje persuasivo
Para analizar la eficacia del mensaje persuasivo se debe atender al contenido y a la forma.
→ El contenido del mensaje: esto es la información que conlleve el mensaje, y esta puede
ser verbal, visual o ambas. Y los factores más importantes del contenido son:
o Deseabilidad de las consecuencias contenidas en el mensaje y probabilidad
de ocurrencia, de modo que los mensajes más eficaces son aquellos que
presentan algún tipo de consecuencia y que esta puede ocurrir de verdad.
o Novedad de los argumentos: cuanto más nuevos y originales sean los mensajes
aumenta la eficacia de persuasión de los mismos.
o Cantidad de argumentos: en este aspecto es necesario tener en cuenta otros
factores, de modo que el incremento en el número de argumentos será eficaz si
estos son fuertes y si los receptores están dispuestos a analizar el contenido de
los mismos.
o El grado de racionalidad o emocionalidad: el que se utilice un mensaje
racional o emotivo, dependerá de las características del receptor. Así una
audiencia culta y analítica será más influenciable por mensajes más racionales
y viceversa. Es decir, una audiencia menos interesada por el tema en cuestión y
menos analítica será más fácilmente influenciable por un mensaje más emotivo.
En ocasiones es más eficaz una estudiada mezcla de ambos factores.
o Los llamamientos al miedo: en diversos estudios se ha demostrado que inducir
un temor moderado es eficaz para influir en una determinada conducta. Pero
para que resulte realmente eficaz, además, se debe conseguir que se perciba una
solución y que el sujeto se sienta capaz de llevarlo a cabo. Y que el grado de
temor inducido variará en función del tipo de receptor. De modo que si el temor
es alto este será capaz de modificar las actitudes y conductas de los sujetos
siempre que estos presenten una autoestima elevada, pero si presentan una
autoestima baja, lo ideal es inducir un temor moderado. A su vez, si las
personas son adultos inducir un temor será más eficaz que si se hace en niños o
adolescentes, por tener mayor sentido del peligro. Aunque inducir un temor
siempre es más eficaz para modificar una actitud que para modificar una
conducta.
→ La forma del mensaje. En cuanto a la forma del mensaje se destacan los siguientes
factores:
o Presentación positiva versus presentación negativa de los argumentos: si
los receptores están motivados en recibir los argumentos de un mensaje, la
presentación negativa de los mismos influirá más que la positiva y de manera
inversa si los receptores no están motivados.
o Argumentación unilateral o bilateral, es decir, si los argumentos expuestos
en el mensaje son sobre un único punto de vista a favor o son de forma bilateral,
que es cuando se ofrece la información de otro punto de vista en contra de este
primer punto de vista expuesto. En este caso los receptores que ya estén
predispuestos sobre un determinado punto de vista preferirán la
argumentación unilateral. Por otro lado, cuanto menor sea la información que
el receptor tenga del mensaje a transmitir serán más eficaces los argumentos
unilaterales y, estos últimos, también serán más eficaces para los mensajes
publicitarios a los que nos enfrentamos todos los días. Finalmente, a mayor
capacidad intelectual del receptor serán menos eficaces los argumentos
unilaterales.
o Organización interna del mensaje: como norma general suelen ser más
eficaces cuando los argumentos van colocados al principio del mensaje (efecto
de primacía).
o Grado de discrepancia entre la posición defendida por el mensaje y la de
los receptores: normalmente el cambio de actitud será mayor cuando la
discrepancia sea moderada.
o Conclusiones explícitas versus conclusiones implícitas: así, si los receptores
están poco motivados o con baja capacidad para extraer conclusiones, serán más
eficaces los mensajes que incluyan las conclusiones.
El receptor
Es el elemento clave en el proceso de persuasión. Diversos estudios indican que hay personas
más fácilmente influenciables o persuasivas que otras. Y en estas diferencias intervienen
diferentes factores:
→ Características personales:
o Inteligencia: si el mensaje es complejo y está bien razonado será más
persuasivo para las personas más inteligentes.
o Autoestima: los mayores índices de persuasión se encuentran en niveles
intermedios de autoestima.
o Ansiedad: con niveles altos o muy bajos de ansiedad la probabilidad de
persuasión disminuye.
→ Variables demográficas:
o Género: en líneas generales no hay diferencias estadísticamente significativas
entre hombres y mujeres en cuanto a qué género es más fácilmente persuasible.
Pero los resultados que sí los han encontrado indican que las mujeres son más
fácilmente influenciables. Como respuesta a este hecho estaría la consistencia
en cuanto al comportamiento propio de su rol de género, y los hombres suelen
ser más consistentes.
o Edad: los niños son más fácilmente influenciables que los adultos.
Canal
La persuasión directa o cara a cara es más eficaz que la que se realiza mediante medios de
comunicación de masas. Por otro lado, el abuso de la publicidad en los medios de
comunicación le ha hecho perder eficacia.
Con respecto a la compresión del mensaje, los mensajes impresos son más fácilmente
comprensibles que los visuales por la gran cantidad de estímulos de estos últimos. Y con
respecto a la aceptación del mensaje, se recomienda que se utilice más de un medio de
comunicación. Pero lo que es innegable es la capacidad de seducción de los medios de
comunicación televisivos porque son más rápidamente inducidos que el resto de medios de
comunicación.
1.3. CONFORMISMO
Según Cialdini y Goldstein (2004), el conformismo consiste en el acto de cambiar la propia
conducta para hacerla coincidente con la del resto del grupo.
Los principales estudios y experimentos en el campo de la Psicología social sobre conformismo
los realizó Solomon Asch. Elaboró diversos trabajos con el objetivo de poner a prueba la
hipótesis de que el ser humano es un ser racional capaz de conservar su capacidad de resistirse
a actuar de una determinada manera si ven que lo otros están en un error. Pero lo resultados de
dichos experimentos indicaron justo lo contrario así, en ciertas circunstancias, existe un
conformismo sin cuestionar nada, principalmente para no sentirse diferente al resto.
Los experimentos de Asch consistían en presentar a un grupo de sujetos, de los que todos
excepto uno, eran falsos sujetos experimentales, pues eran cómplices. A los sujetos se les
presentaba una línea en una cartulina y, en la otra cartulina, tres líneas donde solo una era
idéntica a la de la primera cartulina. El auténtico sujeto experimental debía contestar en
penúltimo lugar la respuesta después de recibir las respuestas mayoritarias de sus compañeros.
Los resultados de tales experimentos indicaron que en condiciones normales (situación control)
los sujetos respondían acertadamente en un en un 92,6% y, cuando la respuesta estaba falseada
por los miembros cómplices, de manera unánime el porcentaje de acierto disminuye al 66,8%.
Y teniendo en cuenta los resultados de manera globalizada, el 37% de los sujetos estuvo de
acuerdo con los demás, a pesar de que la respuesta correcta era evidente.
Experimento de Asch.
Estos datos mejoran cuando hay otra persona que contesta en la misma línea que la que tenía
pensado responder el sujeto experimental, otros estudios como los de Allen y Levine (1968,
1969) indicaron que la respuesta a este fenómeno es la percepción del apoyo social.
Tales experimentos también encontraron que el tamaño del grupo influye para el fenómeno del
conformismo, de modo que una sola persona no genera tal efecto, pero con tres ya se
alcanzaba un significativo porcentaje de conformismo (33%).
Sin embargo, estos estudios no tuvieron en cuenta factores tan importantes como el afecto o
la similitud percibida. De modo que, si sentimos cariño por una determinada persona o nos
parecemos en algún factor, aumenta las posibilidades de conformarnos a sus peticiones. Por
otro lado, y relacionado con lo anterior, las personas con problemas de identidad o baja
autoestima son más conformistas.
Como norma general en los experimentos de Asch se encontró dos tipos de sujetos: los
sumisos y los independientes. Estos últimos se caracterizan por mantenerse firmes y seguros
en su oposición a la mayoría a pesar de las posibles molestias que les pueda ocasionar. En
cuanto a los sumisos podrían existir tres grupos:
→ Sometimiento por una distorsión de la percepción: generando una distorsión
cognoscitiva enfocada a la percepción.
→ Sometimiento debido a la distorsión del juicio: aunque son conscientes de que lo que
perciben es lo que creen correcto, cambian su respuesta porque piensan que los otros
deben tener razón.
→ Sometimiento debido a la distorsión de la acción: perdiendo de vista la tarea y su
exactitud, y como temen ser excluidos, responden como el resto, siendo conscientes de
su error.
Todos los sujetos experimentales reportaban el aspecto traumático de los experimentos a
pesar de no ofrecer presión explicita, es decir, sin ofrecer ningún tipo de refuerzo o castigo. La
mayoría se basaba en la idea de que seis personas ven más que una y que por supuesto deben
estar en lo correcto, y sobre todo lo hacen por el deseo de no parecer diferentes al resto.
1.4OBEDIENCIA A LA AUTORIDAD
En este apartado es necesario mencionar los experimentos sobre la obediencia del psicólogo
social Stanley Milgram. Aunque este término se ha definido como algo básico en la estructura
social humana, por otro lado, puede tener un efecto muy negativo. Algunas de las atrocidades
de la historia del ser humano se cometieron por obediencia a la autoridad. De hecho, tales
experimentos se realizaron para intentar dar repuesta al fenómeno del Holocausto, pues muchos
de los protagonistas de estas atrocidades indicaban que simplemente obedecían a las órdenes
de sus superiores.
Milgram quería saber hasta qué punto una persona puede hacer daño a otra simplemente por
obedecer a una autoridad que se lo ordena. Sus experimentos ponían a prueba a las personas en
una situación en la que las exigencias de la autoridad se oponen a la conciencia de los
sujetos experimentales. A los sujetos, supuestamente, se les asignaban el rol de maestro o el
de alumno, pero en realidad el que tenía el rol de aprendiz siempre era el cómplice del
investigador. Así, el aprendiz se sentaba para soportar las supuestas corrientes eléctricas que
iba a recibir.
La tarea consistía en el aprendizaje de una serie de palabras y se elegía una palabra al azar
por el maestro, el aprendiz debía responder cuál era la palabra correcta de ese par. De modo
que, si no respondía de manera adecuada, recibiría una descarga eléctrica, con diferentes
intensidades, que iría aumentando a medida que el aprendiz siguiera respondiendo de manera
errónea.
Los experimentos estaban preparados para que los aprendices contestaran una gran cantidad de
respuestas de manera incorrecta, el maestro desobedeciera a la autoridad o aplicara descargas
eléctricas muy intensas. Antes de aplicar tales descargas, el maestro debía anunciar al aprendiz
la descarga que le iba a aplicar. En caso de que el maestro se negara a tal conducta, este era
presionado por el investigador para que continuara con el experimento porque era
especialmente importante para la consecución del mismo.
Experimento Milgram.
Autor: Maksim.
Como a este primer experimento los sujetos obedecían sin poner objeciones, añadió otra
variable. Los aprendices debían protestar y quejarse del dolor de las descargas eléctricas y pedir
al experimentador que acabara con el estudio porque les dolía mucho. Ante esta nueva variable
los maestros (sujetos experimentales) dudaban si continuar y preguntaban al investigador,
respondiendo este que debían continuar con el experimento. El experimento se llevaba al
extremo en el sentido de que a medida que iban aumentando las descargas el aprendiz se
quejaba y tras las más intensas se dejada de quejar, lo que podía presuponer que había muerto.
Esta situación provocaría un claro dilema al maestro que, en situaciones normales, se
resolvería de manera sencilla dejando de aplicar la descarga, como ocurrió en el caso del
grupo control. Pero esto no ocurrió en la situación experimental, pues aquí los sujetos se
encontraban en una situación sin autonomía y aislados social y moralmente.
En estos mismos experimentos se encontró que cuando el experimentador se ausentaba, la
obediencia a la autoridad descendía considerablemente, por tanto, era una razón considerada
para la desobediencia. Cabe destacar que estos resultados eran similares en hombres y mujeres.
Estos experimentos fueron criticados por diferentes autores, tanto por cuestiones éticas como
por metodológicas, aunque diversos autores han replicado dichos estudios, en diferentes
contextos y diferentes épocas manteniéndose los mismos resultados.
La importancia de los experimentos realizados por Milgram radica en el fenómeno de la
obediencia destructiva y por pretender investigar cómo personas normales son capaces de
cometer atrocidades como las del Holocausto Nazi o cualquier tipo de guerra.
La principal conclusión a la que llega este autor es la siguiente: la gente posee un repertorio
sorprendentemente amplio de potenciales respuestas a la influencia social, donde la opción
elegida (mantenerse obediente o desafiar a la autoridad) dependerá de la situación en concreto,
más que por las variables internas como los rasgos de la personalidad propios de cada persona
(Ovejero, 2015).
Aunque existen además otra serie de razones que, de forma conjunta, ayudan a entender los
resultados de tales experimentos:
1.4OBEDIENCIA A LA AUTORIDAD
→ La técnica del contacto físico. Esta técnica se basa en los buenos resultados que
obtiene el hecho de realizar un pequeño contacto físico, por ejemplo, tocar el brazo de
la otra persona para persuadir a los demás.
→ Técnica del pie en la boca. Consiste en introducir antes de la petición una pregunta de
cortesía como, por ejemplo, «¿cómo está usted?» Por cortesía social casi siempre se
responde a esta pregunta «bien», de esta manera nos cuesta más resistirse a una petición
seguida de ese saludo.
→ Técnica del etiquetado positivo. Consiste en etiquetar a las personas en el sentido que
queramos que respondan, por ejemplo, si queremos que tengan una conducta de
limpieza les etiquetaremos como limpios, aumentando así la probabilidad de que
presenten una conducta limpia.
→ La técnica del «pero si usted es libre de». Para que a una persona se le pueda
manipular esta se debe sentir libre, por lo que si antes de realizar una petición se
introduce esta frase aumentará la probabilidad de obtener del otro la conducta deseada.
→ La técnica de «más vale un poco que nada». Esta técnica tiene la estrategia de
legitimar las contribuciones más modestas, de tal manera que cualquier excusa resulta
inadmisible.
→ La técnica del «eso no es todo». Consiste en aumentar una petición de manera
considerable y antes de que aparezca el posible rechazo por parte del sujeto a manipular,
se rebaja a la petición deseada de manera que así se perciba un descenso o rebaja
considerable.
1.2. INTRODUCCIÓN
¿Quién soy? ¿Cómo me defino a mí mismo? Para responder a estas cuestiones probablemente
tengamos en cuenta nuestras características positivas, negativas, nuestras experiencias alegres
y tristes, la forma en que nos vemos a nosotros mismos, la forma en que creemos que nos ven
los demás, …, la forma en que nos gustaría que nos viesen…
El conocimiento y la imagen que tenemos de nosotros mismos como individuos, y la
consciencia de la pertenencia a uno o varios grupos junto con la evaluación que hacemos de
ello, son los dos principales procesos en los que se centrará el presente tema.
Conocernos nos ayuda a decidir qué y cómo debemos pensar y qué tenemos que hacer en cada
situación. Por otro lado, saber (o creer que sabemos) cómo son los demás nos permitirá predecir
lo que esas otras personas pensarán y harán.
La conciencia de nuestra identidad y de la de otros, así como de la de los grupos a los que
pertenecemos y aquellos a los que no, nos hace la vida más sencilla y facilita nuestras
relaciones interpersonales e intergrupales.
1.3. EL AUTOCONCEPTO
¿Qué es el autoconcepto?
Es la idea o imagen que el individuo tiene de sí mismo, lo que sabe de sí mismo. Sería la
respuesta a la pregunta «¿quién soy?». El autoconcepto está formado por los distintos roles que
desempeña, los contextos en los que se desenvuelve, las actividades que realiza, los rasgos que
posee, el estado de ánimo que presenta en cada ocasión, etc. Por supuesto, puede variar en el
tiempo.
Conocerse a uno mismo
Para formarse un concepto de uno mismo es necesario conocerse. El autoconocimiento es la
comprensión de cómo es uno mismo y de cómo son las propias metas y habilidades. Para lograr
esta comprensión organizamos la información que tenemos de nosotros mismos mediante
auto—esquemas.
Los autos—esquemas son esquemas de nosotros mismos, es decir, estructuras cognitivas que
representan el conocimiento sobre un concepto (por ejemplo, padre) en relación a nuestra
persona.
Independientemente de cómo nos representamos esa información sobre nosotros mismos,
¿cómo podemos llegar al conocimiento de cómo somos realmente? Existen dos formas:
→ Haciendo inferencias sobre nuestro comportamiento: teoría de la autopercepción
(Bem, 1967, 1972).
→ Comparándonos con los demás: aprendemos de nosotros mismos comparándonos con
los demás.
¿Cómo se forma y se modifica nuestro autoconcepto?
→ La teoría de la autodiscrepancia (Higgins, 1987)
Cuando se producen diferencias entre cómo creemos que somos y cómo nos gustaría
ser, nos solemos sentir incómodos y tratamos de reducir la disonancia. Según esta teoría
existen otros autoconceptos que sirven de guía para comparar el autoconcepto real y
solventar las posibles discrepancias entre ellos:
o Autoconcepto ideal: cómo nos gustaría ser.
o Autoconcepto responsable: cómo creemos que deberíamos ser.
o Autoconcepto potencial: cómo pensamos que podemos llegar a ser.
o Autoconcepto esperado: cómo esperamos ser en el futuro.
Cuanta menos discrepancia exista entre los distintos tipos de autoconcepto, más positivo será
nuestro estado emocional.
→ El yo espejo
Este término representa el fenómeno mediante el cual las personas construyen un autoconcepto
congruente, no con la forma en la que las ven los demás, sino con la forma en que pensamos
que nos ven los demás.
Además, la valoración que hace el individuo de sí mismo es lo que influye en cómo cree
que le evalúan los demás, y no al revés.
¿Qué motivos nos impulsan a buscar información sobre cómo somos y sobre la forma en
que nos ven los demás?
→ La autoevaluación
Nos lleva a buscar información precisa sobre nosotros mismos al objeto de llevar a cabo una
valoración positiva o negativa del yo, teniendo en cuenta el grado en que las circunstancias o
contextos influyen en esta valoración.
Para mantener una autoevaluación positiva, las personas pueden utilizar tres tipos de
estrategias: comparación social, reducción de la incertidumbre, y expresión de valores.
→ La autoverificación
Es la motivación para confirmar la imagen que tenemos de nosotros mismos. Según la teoría
de la autoverificación (Swann, 1983), debido a la necesidad de coherencia psicológica, a las
personas nos gusta que los demás nos vean tal como nos vemos nosotros mismos.
→ El autoensalzamiento
Es la motivación para obtener y/o mantener evaluaciones positivas de uno mismo. Es decir,
según esta teoría, las personas no solo buscan tener una imagen favorable de sí mismas, sino
que también se esfuerzan por mostrar a los demás sus aspectos positivos.
La Autoestima
Es la actitud del individuo hacia sí mismo, es decir, la valoración que cada persona hace de
todo lo que está incluido en su autoconcepto. Todo ser humano tiene la necesidad de sentirse
especial y contento consigo mismo. Es una necesidad universal.
La evaluación que hacemos de nosotros mismos no solo se basa en cómo nos percibimos,
sino también en qué imagen creemos que los demás tienen de nosotros.Además, nos
evaluamos comparándonos con otras personas. En función de con quién nos comparemos,
saldremos ganando (autoestima más positiva) o perdiendo (más negativa).
¿Cómo conseguir o aumentar una autoestima positiva? Por ejemplo, mediante el
autoensalzamiento, escapando de una situación amenazante, negando la realidad, expresando
el problema, …
Aunque una alta autoestima puede producir sentimientos positivos, también es posible que
dichos sentimientos (e.g., felicidad) aumenten la autoestima.
1.4. EL AUTOCONCEPTO
No podríamos llegar a un conocimiento completo de cómo somos si no incluimos en nuestro
autoconcepto nuestra pertenencia grupal, lo que sentimos por dichos grupos, y la influencia
que tienen sobre nuestras creencias, sentimientos y comportamientos, es decir, la identidad
social.
¿Qué es la identidad?
«Es una construcción personal desarrollada través de la integración de varias identificaciones
y des—identificaciones con otras personas significativas y grupos de referencia, y una
construcción social generada a través de la interiorización de roles y del reflejo de las
valoraciones de otros» (Western y Heim, 2003, p. 646).
¿Qué es la identidad social?
Hay dos tipos de identidades que definen a su vez distintos tipos de autoconcepto:
→ Identidad personal: define el autoconcepto en términos de rasgo y relaciones
personales.
→ Identidad social: es la parte del autoconcepto que deriva de la pertenencia a grupos
sociales.
La teoría de la identidad social (TIS)
Fue desarrollada por Henri Tajfel a mitad de los 70. Se basa en la idea de que las personas se
categorizan a sí mismas como pertenecientes a la vez a diferentes grupos o categorías sociales.
Dicha pertenencia constituye parte de su autoconcepto. La identidad social se forma entonces
por la pertenencia a uno o varios grupos.
Son tres los conceptos básicos de la TIS:
La teoría de la autocategorización
La teoría de la categorización del yo incluye y amplía la TIS, poniendo su foco de atención en
cómo las personas son capaces de llegar a actuar como un grupo.
Según Turner, esto se logra debido a un cambio en el nivel de abstracción. De la identidad
individual se pasa a la identidad grupal. Es decir, el individuo deja de percibirse como persona
individual y comienza a verse como miembro de un grupo.
Por tanto, los grupos se forman cuando un determinado número de personas que no han
mantenido relaciones entre sí, entran a formar parte de un grupo con metas comunes, se
definen roles y posiciones jerárquicas y a lo largo del tiempo esa interacción se mantiene y
se van consolidando, poco a poco, los siguientes elementos: la forma de hacer las cosas y
de relacionarse con los otros (las normas), así como las posiciones del status y roles dentro
del mismo.
→ Atracción hacia el grupo, que creará una resistencia a abandonar el grupo, y esta
resistencia será mayor cuando mayor sea la cohesión.
→ Nivel de motivación que muestran los miembros para pertenecer al grupo, así
cuanto más motivados estén, mayor será la cohesión.
→ Coordinación de los miembros para alcanzar las metas comunes.
Cuanto mayor sea la cohesión de un grupo mayor será también:
→ La atracción entre sus miembros.
→ Interacción interpersonal.
→ La comunicación entre sus miembros.
→ La interacción social.
→ El rendimiento y la productividad del grupo.
Los grupos se clasifican en función de su estructura y de las funciones que cumplan.
→ Grupos primarios: por ejemplo, la familia y grupo de amigos. Presentan las siguientes
características:
o Presentan una relación cara a cara.
o Relación desde la persona, no desde el rol.
o Duración permanente.
o Número reducido de miembros.
o Relativa intimidad entre ellos.
o Relación emocional.
→ Grupos secundarios: por ejemplo, los trabajadores de una empresa grande,
presentando las siguientes características:
o Formada por mayor cantidad de miembros.
o La relación es impersonal.
o Relación instrumental.
o Regulados por normas y pautas no espontáneas.
→ Grupos formales, por ejemplo, una empresa. Presentan las siguientes características:
o Fruto de una planificación estudiada.
o Definen sus actividades según las normas.
o Las tareas se realizan en función de la cualificación.
o Están orientadas en función de un determinado objetivo.
→ Grupos informales, presentan las siguientes características: (por ejemplo, un grupo de
amigos):
o Los roles giran en torno a personas.
o El grupo es sensible a la idiosincrasia de quienes lo forman.
o La interacción fluye por espontaneidad.
o Basada en acuerdos personales y prácticas habituales de relación y de
interacción.
Una persona no nace líder, sino que se hace, de este modo el liderazgo dependerá del
contexto, consistiendo en un juego de relaciones interpersonales dominado por el poder y la
influencia del líder hacia sus seguidores. La eficacia del líder dependerá del estilo del liderazgo
y del control sobre una situación.
Según Lewin, Lippitt y White (1939) existen tres tipos de liderazgo:
→ Líder autoritario o autocrático: muy preocupado por el poder, estilo coercitivo, con
sentido estricto de control. Utiliza el poder legítimo, coercitivo y de recompensa, pero
esto genera poca influencia a corto plazo.
→ Líder democrático o participativo: delega parte de su poder en los miembros del
grupo, pero sin dejación de sus funciones. Suele utilizar el poder de referente y el de
identificación, por tanto, favoreciendo la influencia a largo plazo.
→ Líder permisivo: cuando hace dejación excesiva de sus funciones. No utiliza ningún
tipo de poder en sentido estricto, se trataría de un líder formal que no ejerce influencia.
Ser líder consiste en influir a los demás, por tanto, ejercer poder.
Una repuesta a los fenómenos de facilitación y holgazanería social podría ser la siguiente:
un ser al sentirse observado aumenta su preocupación por la evaluación y se produce el
fenómeno de facilitación social, pero si nos encontramos perdidos u ocultos entre la multitud,
la preocupación por la evaluación disminuye y se produce la holgazanería social.
De ahí la importancia de reconocer siempre el esfuerzo individual, que es clave en las
técnicas de aprendizaje cooperativo. Por otro lado, se ha comprobado que los individuos
holgazanean menos si se siente identificados con el grupo o son amigos, que cuando son
desconocidos A su vez, este fenómeno de holgazanería se daría en mayor proporción en
las sociedades individualistas que en las colectivistas, pues en estas últimas hay mayor
sentimiento de lealtad a la familia y a los grupos.
1.3. DESINDIVIDUALIZACIÓN
La desindividualización consiste en la pérdida de la autoconciencia y de la preocupación
por la evaluación, favoreciendo el anonimato, sobre todo, en situaciones grupales. Es
decir, en algunas ocasiones es probable que algunas personas pierdan el sentido de su identidad
individual al olvidarse de los controles habituales que ejercen influencia sobre su conducta,
reaccionando según las normas del grupo, al margen de su idiosincrasia.
Este fenómeno se ve favorecido por dos factores:
→ Tamaño del grupo: cuanto más numeroso sea el grupo, menor será la aprensión a la
evaluación y, por tanto, los miembros del mismo se dejarán llevar por la conducta de
los demás.
→ Anonimato físico: este fenómeno viene a decir que si se oculta el físico se produce
mayor pérdida de autoconciencia.
La desindividualización no siempre fomenta las conductas agresivas, pues diversos
estudios han comprobado que una persona que se sienta desindividualizada da más dinero que
si no lo está. Pues se sienten menos conscientes de sí mismos y más conscientes del grupo y a
responder a situaciones negativas del grupo, pero en algunos casos también positivas.
Para reducir los efectos negativos de la desindividualización hay que incrementar la
autoconciencia de las personas, desde este modo aumentaría la preocupación por la
evaluación.
→ Alta cohesión de grupo: cuanto más cohesionado esté el grupo, hay más probabilidad
de que ocurra el pensamiento de grupo, aunque, más que cohesión, los estudios hablan
de deseo de no romper el consenso.
→ Aislamiento relativo del grupo a otros puntos de vista que puedan existir: es normal
que existan ciertos impedimentos para que esos puntos de vista lleguen al grupo y se
discutan.
→ Líder tan directivo que siempre es él el que propone las decisiones a tomar: esta es
la variable más importante, porque los miembros del grupo en estos casos no se oponen
a estas decisiones, aunque no les convenzan. Y no se oponen, por un lado, para no
contradecir al líder y, por otro, para no perder la cohesión grupal, produciéndose el
denominado pensamiento de grupo que es el responsable de que esas decisiones
tomadas sean claramente erróneas.
Existen una serie de síntomas que producen este pensamiento grupal:
→ Síntomas que sobreestiman el poder y los derechos del propio grupo
o Ilusión de invulnerabilidad: los individuos del grupo desarrollan un optimismo
excesivo que les impide ver el peligro.
o Creencia indiscutible en la moralidad inherente del grupo, por lo que no toman
en consideración las consecuencias morales o éticas de sus decisiones.
→ Los miembros del grupo también se convierten en mentalidades cerradas, utilizando
estos mecanismos:
o Racionalización, es decir, racionalizar las decisiones tomadas, en lugar de
sopesar las ventajas e inconvenientes de las mismas.
o Estereotipos compartidos del oponente, tomando a los que se consideran
enemigos como más débiles o torpes.
→ Los miembros del grupo sufren presiones hacia la uniformidad:
o Presión directa del grupo hacia la conformidad: por lo que el grupo rechaza a
los miembros del grupo que dudan sobre lo que se plantea en el grupo.
o Autocensura: los propios miembros del grupo autocensuran para no perder la
cohesión el grupo.
o Ilusión compartida de unanimidad, para no romper el consenso, basada en la
creencia de «el que calla otorga».
o Existencia de persona guarda- mentes, así, algunos miembros del grupo,
guardan toda la información que pueda poner en tela de juicio la moralidad de
las decisiones del grupo.
→ Técnicas de tipo cognitivo: los dos tipos de técnicas anteriores tienen importantes
efectos de tipo cognitivo, aunque, además, las sectas profundizan en técnicas de tipo
cognitivo para captar y retener a sus miembros:
o Denigración del pensamiento crítico, renunciando a sus valores previos y a
los métodos de análisis privados. Enseñando a los miembros de la secta a no
pensar.
o Uso de la mentira y el engaño: de manera continua los líderes de las sectas
mienten y engañan a sus adeptos, ocultando los verdaderos propósitos.
o Exigencia de identificación con el grupo: se presiona de manera extrema para
conseguir la unanimidad dentro del grupo. Les enseñan la importancia del grupo
por lo que en seguida les convierten en miembros activos del mismo para
afianzar su pertenencia a él y la identidad grupal, más que para captar nuevos
adeptos, pues cuanto mayor sea el compromiso personal mayor será la
necesidad de justificarlo.
El poder de las sectas no es invencible, pues existen diferentes técnicas para resistir la
influencia de las sectas:
Existen dos líneas a la hora de estudiar, a nivel experimental, la reducción del prejuicio:
→ La hipótesis del contacto (Allport, 1954). Basándose en la idea de que se recomienda
el contacto entre los miembros de cada grupo. Partiendo de esta hipótesis se
desarrollaron posteriormente diversas técnicas de aprendizaje cooperativo.
→ La teoría de la categorización y la identidad social. Recomendado intervenciones
que rompan o reordenen las fronteras entre los grupos.
Por la enorme complejidad para reducir los prejuicios se recomienda la combinación de
diferentes técnicas y mediante un punto de vista interdisciplinar.
→ Agresión hostil: surge del enojo y tiene como objetivo hacer daño.
→ Agresión instrumental: surge del interés y su objetivo es conseguir un fin.
Teorías biológicas
Considerando que la raíz de la conducta agresiva está en los genes o en el cerebro. Se
concibe la agresión o la violencia como algo connatural al ser humano, llegando incluso a
afirmar que la violencia es adaptativa, siendo algo propio del género masculino (Nell, 2006).
Aunque a esta teoría le surgen bastantes críticas pues la violencia no está igualmente extendida
en todas las culturas y que no existe tanta diferencia entre hombres y mujeres. Llegando a
concluir que la conducta violenta depende más de variables ambientales que de variables
internas. De todos modos, sobre lo que parece que sí hay acuerdo es que se nace agresivo,
pero el violento se hace, pues también disponemos de mecanismos para inhibir esa
agresividad, por tanto, la violencia es causada por la cultura (factores externos).
Teorías del aprendizaje
Esta teoría indica que la violencia se aprende directamente y es el responsable en el refuerzo
positivo aplicado a tales conductas violentas, por ejemplo, mediante tal conducta agresiva, se
consigue lo que se quiere. Por otro lado, también la violencia es aprendida mediante
aprendizaje social, Bandura (1963) es el principal responsable de esta teoría indicando que
para que se produzca una conducta violenta tan solo es necesario observar cómo otros al
realizarla obtienen refuerzo (premio). Y a la inversa, si se castiga socialmente la conducta
violenta tenderemos a ser menos violentos. Existen al menos tres fuentes de conducta violenta
o agresiva.
→ La influencia familiar: en muchas ocasiones los padres intentan corregir la conducta
violenta de los hijos castigándoles físicamente también, de modo que se sigue
reforzando la conducta violenta para conseguir algo.
→ La influencia de la cultura: aunque socialmente se rechaza cualquier conducta
violenta, por otro lado, en nuestra cultura se justifica y apoya otro tipo de violencia que
produce muchas muertes: la guerra.
→ Influencia de los medios de comunicación. En la actualidad dedicamos muchas horas
a ver la televisión y ahí se difunden gran cantidad de escenas violentas. Por otro lado,
se ha incrementado el uso de videojuegos con juegos violentos. Y diversos estudios han
demostrado que ver conductas violentas en la televisión o mediante los videojuegos
aumenta comportamientos violentos en los espectadores. Por otro lado, se ha
incrementado el uso de videojuegos violentos. Este fenómeno se explica principalmente
por dos variables:
o La inhibición: visualizar conductas agresivas o violentas en la televisión puede
verse como algo normal, desinhibiendo los mecanismos de resistencia a la
violencia.
o La imitación: tendencia a imitar las conductas violentas de los demás.
Por otro lado, es necesario tener en cuenta diversas variables importantes para explicar la
conducta violenta:
→ Es incorrecto decir que hemos heredado una tendencia a guerrear de nuestro pasado
animal.
→ En nuestra naturaleza humana las conductas violentas no están genéticamente
programadas.
→ En la evolución de la naturaleza humana no ha habido una selección de las conductas
violentas.
→ Tampoco es correcto que los humanos tengan un cerebro violento.
→ Y, por último, es incorrecto que la guerra sea causada por instinto o por otra motivación
única.
De modo, que, si los humanos inventaron la guerra, también pueden inventar la paz (Ovejero,
2015).