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LA NEUTRALIDAD EN LA I
GUERRA MUNDIAL
España ante la I Guerra Mundial
Una obligada neutralidad
Consecuencia de la neutralidad
a) Económicas. La consecuencia de la neutralidad sobre la economía
española fueron las siguientes:
1. En el sector industrial. En líneas generales los efectos fueron muy
positivos para la industria.
2. En el sector del comercio exterior. Los beneficios obtenidos por las
industriales españolas fueron enormes, y debido al importante
crecimiento de las exportaciones la balanza de pagos españoles pasó
con carácter excepcional de ser deficitaria a ser positiva en los años
que van de 1915 a 1919. Ese superávit permitió acumular
importantes reservas de oro, así como cancelar gran parte de las
desudas exterior y la adquisición de importantes inversiones
extranjeras en los ferrocarriles y minería españolas.
3. En el sector agrícola. Las consecuencias de la guerra fueron
globalmente negativas para el sector agrícola. Las exportaciones de
vino, plátanos, naranjas se vinieron abajo, los precios cayeron en
picado y estos sectores tuvieron importantes pérdidas, al dejar los
países contendientes de importar estos productos. Asimismo, España
tuvo grandes dificultades para abastecerse del cereal, debido a
problemas de transporte.
b) Sociales. Este acelerado desarrollo de la economía española va a
suponer, a su vez, importantes transformaciones sociales: hubo un
importante éxodo rural y provocó un acelerado crecimiento de la
población urbana; un incremento de los sectores secundario y
terciario en detrimento del sector primario; un aumento de la clase
obrera y de las clases medias y un importante desarrollo de las
centrales sindicales.
Sin embargo, los grandes beneficios económicos obtenidos a lo largo de
la guerra no fueron distribuidos de una forma equitativa entre la sociedad
española. Lo que provocó algunos de los problemas de la crisis de 1917.
El final de la I Guerra mundial y su incidencia negativa en la
economía española.
Una vez finalizada la guerra, un gran número de empresas que
aparecieron durante la contienda bélica se vieron obligadas a cerra tras la
desaparición de sus anteriores mercados. El paro se incrementó, lo que
provocó una radicalización de las centrales sindicales, quienes
protagonizaron diversas huelgas, ante las cuales los empresarios
reaccionaron con el cierre patronal (lock out).
La década de las grandes crisis políticas (1913-23) y de la
inestabilidad política.
Causas de la inestabilidad política
Los hechos tuvieron lugar de forma consecutiva, entre los meses de junio
y agosto, sin conexión entre ellos.
A. De tipo político
1. El fracaso de los gobiernos de concentración nacional.
2. La actitud reticente hacia el sistema parlamentario de gran parte de
la alta burguesía española y de ciertos sectores de las clases medias.
3. El intervencionismo arbitrario de la Corona y de los militares en la
vida política.
B. Causas de tipo económico
La finalización de la guerra europea en 1918 supuso un duro golpe
para la economía española, pues los países participantes en la
misma, al poner en funcionamiento sus economías, dejaron de
importar gran parte de los productos españoles.
Este cambio supuso una caída importante de las exportaciones y de
la producción, la reducción de los puestos de trabajo, el incremento
del desempleo y la bajada de los salarios reales.
Los obreros, con el apoyo de las grandes centrales sindicales,
responden a esa situación con gran número de huelgas violentas.
C. Causas tipo social
El periodo de tiempo comprendido entre 1918 y 1923 se caracteriza
por la agudización de las tensiones sociales. Prueba de ello son los
siguientes hechos:
1. La agitación obrera y campesina.
2. Un crecimiento importante del número de afiliados de las
centrales sindicales.
3. La huelga de la Canadiense en 1919.
D. El Desastre de Annual. Hacia la Dictadura.
El “desastre” de Annual en Marruecos conmovió a la opinión pública y
tuvo graves consecuencias políticas y acabó siendo una de las causas
del fin del régimen parlamentario.
Finalmente, unos días antes del inicio de los trabajos por la comisión,
el general Miguel Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña, se
subleva (12 de septiembre de 1923) al frente de la guarnición de
Barcelona contra el gobierno y lanzaba su manifiesto Al país y al
Ejército españoles (publicado el día 13). El golpe de Estado triunfa,
impotente y sin el decidido apoyo del rey, dimite.
Entre los aplausos de la Lliga y del Somatén, Primo de Rivera dejaba
Barcelona y llegaba a Madrid el día 15. Por un real decreto Primo de
Rivera era nombrado por el rey presidente o ministro único asistido
por un Directorio Militar “encargado de la gobernación del Estado”.