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Circulación renal y tasa de filtración glomerular

El aporte sanguíneo a los riñones por término medio es el 20% del volumen cardiaco. La sangre entra en
el riñón a través de las arterias renales y pasa a través de varias porciones (interlobar, arcuata,
interlobular) antes de entrar en el glomérulo por la pared capilar, después abandona el glomérulo por las
arteriolas eferentes y entra en los capilares posglomerulares. En la corteza, estos capilares discurren
paralelos a los túbulos contiguos, aunque no necesariamente a los segmentos tubulares del mismo
glomérulo. Además, las porciones de las arteriolas eferentes de los glomérulos yuxtamedulares entran en
la médula y forman los capilares vasa recta. La sangre regresa a la circulación a través de venas similares
en nombre y localización a las arterias.
Anatomía y función glomerular
El glomérulo está formado por una madeja de capilares que se interponen entre las arteriolas aferente y
eferente. Cada glomérulo se encuentra rodeado de una cápsula de células epiteliales (cápsula de
Bowman). De este modo, la pared capilar glomerular, a través de la cual debe pasar el filtrado, consta de
tres capas: la célula endotelial fenestrada, la membrana basal glomerular (MBG) y la célula epitelial. Las
células epiteliales están unidas a la MBG mediante sencillos sistemas pediculados. Los poros entre los
procesos pediculados (poros fisurados) están cerrados mediante una fina membrana denominada
diafragma de fisuras, que funciona como una unión adhesiva modificada. La MBG es un producto
fusionado de material de membrana basal producido por las células endoteliales y epiteliales del
glomérulo. Realiza múltiples funciones, incluida la del mantenimiento de la arquitectura glomerular
normal, el anclaje de las células contiguas y además actúa como una barrera para la filtración de
macromoléculas. Consta principalmente de colágeno tipo IV y una variedad de sustancias que ocupan
completamente los espacios entre los cordones, incluyendo la laminina, nidogén, y proteoglicanos
heparán sulfato.

Barrera de filtración y excreción proteica


Una de las principales funciones del glomérulo es permitir la filtración de solutos pequeños (como el
sodio y la urea) y el agua, mientras se restringe el paso de moléculas grandes. Los solutos de mayor
tamaño que la inulina (peso molecular 5.200) se filtran de forma libre. Por otra parte, la mioglobina (peso
molecular 17.000) se filtra menos completamente que la inulina, mientras que la albúmina (peso
molecular 69.000) se filtra sólo en menor grado. La filtración también se limita en los iones o fármacos
que están ligados a la albúmina, como el 40% del calcio circulante. Esta diferencia en la filtración de los
solutos es de gran importancia fisiológica, puesto que la libre filtración del sodio, potasio y urea, por
ejemplo, permite al riñón mantener un estado estable por la excreción de la carga derivada del aporte
dietético y del metabolismo endógeno. Por otra parte, la filtración restringida de las proteínas grandes
evita el problema potencial de un balance de nitrógeno negativo, del desarrollo de hipoalbuminemia y de
la infección debida a la pérdida de gammaglobulinas (IgG).
Sistema de renina-angiotensina
La arteriola aferente de cada glomérulo contiene células especializadas, denominadas células
yuxtaglomerulares. Estas células sintetizan el precursor prorrenina que se divide en la renina, que es la
enzima proteolíticamente activa. La renina activa es almacenada y liberada desde gránulos secretores. Las
células más proximales de las arterias interlobulares pueden también ser reclutadas para la liberación de
renina cuando el estímulo sea prolongado. La hipoperfusión renal, producida por hipotensión o por
depleción de volumen, y el aumento de la actividad simpática son los principales estímulos fisiológicos
para la secreción de renina. La renina inicia una secuencia de pasos que comienzan con la escisión del
decapéptido angiotensina I desde el sustrato de la renina (angiotensinógeno), una α2 globulina producida
en el hígado (y otros órganos, incluyendo el riñón). La angiotensina I después se convierte en el
octapéptido angiotensina II. Esta reacción está catalizada por una enzima denominada enzima
convertidora de la angiotensina (ECA), localizada en el pulmón, la membrana luminal de las células
endoteliales vasculares, el propio glomérulo y otros órganos.
Acciones de la angiotensina II
La angiotensina II tiene dos efectos sistémicos principales: la vasoconstricción sistémica y la retención de
agua y sodio. Estas dos acciones tienden a revertir la hipovolemia o la hipotensión, que generalmente es
la responsable de la estimulación de la secreción de renina. Los efectos de la angiotensina II están
mediados por la unión a los receptores específicos de la angiotensina II: AT1, y AT2. Las acciones
vascular y tubulorrenal están principalmente mediadas por los receptores AT1. Se conocen menos los
efectos de los receptores AT2; pueden contribuir a las acciones tubulares de la angiotensina II y a la
regulación de la proliferación celular en la pared arterial.
Control de la secreción de renina
En los sujetos normales, el principal determinante de la secreción de renina es el aporte de Na+: un aporte
alto expande el volumen extracelular y disminuye la liberación de renina, mientras que un aporte bajo (o
pérdida de fluidos desde cualquier punto) produce una reducción del volumen extracelular y la
estimulación de la secreción de renina. Los aumentos bruscos en la secreción de renina, como en la
depleción de volumen, reflejan fundamentalmente la liberación de renina preformada desde los gránulos
secretores. Los estímulos más crónicos producen un aumento de síntesis de nuevas prorrenina y renina.
Los cambios asociados a la producción de angiotensina II y aldosterona inducida por la renina permiten
entonces al Na+ ser excretado con la expansión de volumen retenido con la depleción de volumen. La
angiotensina II producida dentro del riñón probablemente desempeña un papel de cooperador en esta
respuesta, como demuestra el aumento del RNAm, tanto de la renina como del sustrato de angiotensina,
en la corteza renal que sigue a una dieta baja en sodio. Estos cambios en el volumen se aprecian
fundamentalmente en tres puntos y producen la activación de efectores que controlan la secreción de
renina. (1) barorreceptores (o receptores de distensión) en la pared de la arteriola aferente; (2) los
barorreceptores cardiacos y arteriales, que regulan la actividad neural simpática y el nivel de
catecolaminas circulantes, que estimulan la secreción de renina por la vía de los receptores adrenérgicos;
y (3) las células de la mácula densa y del principio del túbulo distal, que parecen ser estimuladas por la
reducción en el aporte de cloro, especialmente por la concentración de CI en el fluido administrado a este
nivel.
Determinantes de la tasa de filtración glomerular
El paso Inicial de la formación de orina es la separación de un ultrafiltrado de plasma a través de la pared
del capilar glomerular. Como con otros capilares, el movimiento del líquido a través del glomérulo se rige
por las Leyes de Starling, es proporcional a la permeabilidad de la membrana y al equilibrio entre los
gradientes de presión hidráulica y oncótica:
Lp es la unidad de permeabilidad (o porosidad) de la pared capilar, S es el área de superficie capacitada
para la filtración, Pgc y Pbs son las presiones hidráulicas en el capilar glomerular y en el espacio de
Bowman, πp y πbs son las presiones oncóticas en el plasma que entra al glomérulo y al espacio de
Bowman, y s representa el coeficiente de reflexión de las proteínas a través de la pared del capilar con
valores que varían
desde 0 si es completamente permeable, a 1 si es completamente impermeable). Puesto que el filtrado está
principalmente libre de proteínas, πbs es 0 y s es 1. De este modo:

La TFG en adultos normales es aproximadamente de 95 ± 20 ml/min en mujeres y 120 ± 25 ml/min en


hombres. Este grado de filtración es más de 1.000 veces mayor que el de los capilares musculares. Dos
factores justifican esta diferencia: (1) la LpS de los glomérulos es de 50 a 100 veces la de un capilar
muscular, y (2) la presión hidráulica del capilar y por lo tanto, el principal gradiente a favor de la
filtración (Pgc-Pbs-πp), es mucho mayor en el capilar del glomérulo que en del músculo. Aunque casi todos
los electrolitos y el agua filtrados se reabsorben, se requiere una TFG más alta para permitir la filtración y
la excreción posterior de una diversidad de productos metabólicos de desecho, como urea y creatinina.
Regulación de la tasa de filtración glomerular y del flujo plasmático renal
La regulación de la hemodinámica renal se alcanza fundamentalmente mediante cambios en la resistencia
arteriolar, los cuales pueden afectar tanto al FPR y a la TFG (por la alteración de la P cg y del FPR. En
sujetos normales, por ejemplo, los cambios en la postura o en la dieta pueden producir alteraciones en la
presión de perfusión renal. En este contexto, dos fenómenos intrarrenales íntimamente relacionados, la
autorregulación y el feedback tubuloglomerular interactúan para mantener la TFG y el FPR a un nivel
relativamente constante. En comparación, los estados fisiopatológicos, tales como la depleción de
volumen, pueden llevar a la activación de factores neurohumorales sistémicos que pueden invalidar estos
efectos intrarrenales.

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