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Lucía Fenoglio – 2021 Página 1 de 62

Teoría social – Resumen


UNIDAD TEMÁTICA 1: TRANSFORMACIONES DE LA MODERNIDAD
Álvarez Uría, Varela: Cap. II: “Liberalismo económico, sociedad industrial y pauperismo”
El pensamiento liberal es una doctrina que le confiere una posición central al mercado, en tanto que
instancia la regulación de la vida social, proponiendo una sociedad comercial, de libre mercado. Los seres
humanos y la naturaleza son considerados meras mercancías. Se postula que la libertad, la justicia y el
progreso social están inexorablemente unidos al desarrollo de un mercado autosuficiente que conforma los
marcos de organización y desarrollo de la sociedad.
El liberalismo es caracterizado por el solipsismo económico, que contempla el afán de lucro en lo más
hondo de la naturaleza humana. Sostiene que la libertad del individuo sólo se obtiene en tanto existe una
economía central sin opresión burocrática, es decir, sin la intervención del estado. Los seres h tienen un
deseo natural de mejorar su condición, deseo que, para la mayoría, significa aumentar la propia fortuna. Para
cumplirlo, es preciso que los individuos puedan actuar y comerciar sin trabas. El resultado de esta dinámica
económica es la sociedad de mercado, una sociedad de abundancia en la que los intereses particulares
coinciden con el interés general gracias a la existencia de una especie de ley de la gravitación universal de los
intereses: la mano invisible.
La tesis de que el dulce comercio atempera las pasiones, evita la guerra, facilita los encuentros entre
los pueblos, y favorece la paz, le sirvió a Adam Smith para creer que la expansión del comercio y la
opulencia iban acompañadas de la libertad e independencia de los sujetos. Así, el deseo de adquirir dinero y
poder por medios económicos, pasaba a ser la clave del sistema de pensamiento del liberalismo económico,
que hace de la libertad de trabajo y de la propiedad privada dos columnas básicas del desarrollo social.
El individualista posesivo es aquel que deriva de la justificación del egoísmo económico en términos
sociales, aquel que hace coincidir el interés particular con el interés general. Es caracterizado como egoísta y
ansioso de ganancia, un ser sociable que necesita compartir la vida con sus semejantes, y sobre todo
intercambiar bienes. El individuo se encuentra regido por la lógica de la razón práctica: es bueno lo que me
es provechoso.
Para Adam Smith, la principal fuente de la riqueza es el trabajo productivo. Así, la división del
trabajo, y la especialización laboral, acrecientan esa productividad. Esta riqueza se mide por tres fuentes: la
renta de la tierra, que le corresponde al grupo social de los propietarios agrícolas, los beneficios de los
capitales, a cargo de los capitalistas y empresarios, y los salarios del trabajo, en manos de los trabajadores
manuales.
El trabajo es la medida real del valor de cambio de todas las mercancías. Al afirmar esto, se afirma
también que la pobreza es el producto del no trabajo, de la ociosidad. El trabajo es el principal antídoto para
combatir la pobreza, que deja de ser percibida como una maldición divina, para convertirse en el efecto de
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una organización social inadecuada. De esta manera, para acrecentar la riqueza y el progreso de las naciones,
era necesario que desapareciese la población que vivía sin trabajar.
Bajo el capitalismo industrial, el liberalismo económico pasó de ser una doctrina abstracta de
gobierno económico a un sistema de gobierno al servicio de un nuevo orden social, que prometía, a partir del
desarrollo del mercado y del trabajo, una futura sociedad de abundancia y riqueza sin límites para todos. Sin
embargo, esta concepción trastabilla con la miseria del proletariado, con el fenómeno del nuevo pauperismo
(existencia de gran número de pobres en un estado), que reclama una respuesta a la aporía: ¿cómo puede
proliferar tanta miseria allí donde se encuentra la fuente de toda la riqueza?
El modo de producción fabril concentró a la masa de trabajadores en las ciudades industriales,
convirtiéndose en centros de la vida política, económica e intelectual. En las ciudades la riqueza se hacía
visible, pero también la miseria, la enfermedad, los delitos, una plaga social que suponía una refutación de las
expectativas creadas por el liberalismo económico. Para defender el sistema liberal, para imponer la lógica
del libre mercado, el gobierno se veía obligado a echar mano de la represión, de negar las libertades, sobre
todo la libertad de expresión y la de asociación, reconocidas por el primer liberalismo como derechos
inalienables.

Malthus  los seres humanos no actúan siempre guiados por principios de racionalidad para
satisfacer sus intereses y deseos personales. Buena parte de la humanidad se deja guiar por pasiones
irracionales – la mayoría de los hombres son perezosos. La desigualdad de los hombres no radica únicamente
en las diferencias físicas y en las distintas capacidades intelectuales, sino que intervienen también factores
ambientales.
Las situaciones de bienestar tienden a ennoblecer el carácter, mientras que las situaciones de miseria
tienden a favorecer conductas depravadas. La mayor parte de los miembros de clases altas se rigen por
criterios de racionalidad y moralidad, mientras que las clases bajas son propensas a vivir movidos por las
pasiones. La sexualidad incontrolada de los pobres alimenta la pobreza. Se produce un desequilibrio entre
población y recursos que se paga inevitablemente con privaciones, con miseria.
Malthus habla de una ley de población: la población crece en progresión geométrica mientras que los
recursos en progresión aritmética.
La desigualdad natural entre los hombres conduce a la desigualdad de bienes y esta desigualdad en la
propiedad materializa una sociedad estratificada, jerarquizada. Cada uno tiene la suerte que se merece. En la
cima de la pirámide se ubican los terratenientes, aristocráticos. En el medio las clases medias, propietarios
agrícolas, comerciantes, industriales, hombres de estado. Debajo de todo están las clases bajas, trabajadores,
asalariados y pobres. Una parte de la población que no es productiva y por lo tanto merece ser eliminada.
Esta clase acarrea cierta peligrosidad social, falta de instrucción, ignorancia.
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Para poner fin al desenfreno de los pobres, propone la implantación de un sistema de educación
elemental gestionado por las parroquias y basado en una educación moral que ayude a eliminar las falsas
ilusiones de igualitarismo y a corregir los hábitos inmorales. El verdadero bienestar es fruto del trabajo
individual y del compromiso personal. La filantropía según Malthus implica un diagnóstico de las raíces de
los males sociales, así como avanzar en propuestas de solución que pasan por inculcar a los pobres las
virtudes morales. Medidas correctivas compatibles con medidas represivas. Remarca la necesidad de un
estudio de las clases bajas, que den estadísticas que reflejen las maneras de vivir. La ley de población se
convirtió en la explicación oficial de la nueva pobreza, se buscaba sacar datos de tres ámbitos: población,
salud y pobreza.
El liberalismo económico surgió como una utopía productivista a partir de una separación entre la
economía y la moral, pero la contención del nuevo pauperismo, para restaurar los vínculos sociales rotos por
la propia expansión del mercado, apela al imperio de la moral individual como garantía del orden interior.

Revolución francesa (1789)  inicia con la caída de la Bastilla (cárcel de muchas víctimas de la
actividad monárquica). Los gobiernos liberales crean nuevas Bastillas: cárceles y manicomios que a
diferencia del encierro absolutista van a contar ahora con el aval de la ciencia del hombre. Se encierra con un
aval científico y no con una arbitrariedad monárquica.
La rta de Malthus convence a buena parte de las élites de la sociedad liberal, pero el pueblo se sentía
engañado y humillado. La rta de una parte de las clases populares ante esto fue negar la capacidad del
liberalismo para resolver la cuestión social. Se ataca el corazón del sistema liberal al cuestionar la legitimidad
de la propiedad privada y la posición de privilegio otorgada al mercado. Se formula una utopía alternativa, en
postular como verdadera solución de la cuestión social la socialización de la riqueza, el triunfo del socialismo
de todo género.
La doctrina del liberalismo económico constituye la base para la revolución industrial y, a la vez, la
industrialización triunfante hace posible la materialización del liberalismo en el campo social. A un
liberalismo de corte teórico le seguiría un liberalismo político que intentó hacer realidad la utopía liberal. La
Revolución Industrial fue el resultado a la vez de la acumulación de capital y del crecimiento de la demanda.

Castel: El ascenso de las incertidumbres. Conclusión.


Para poder realizarse como individuos libres y responsables, se requiere de una serie de “condiciones”
que sostienen al individuo y le dan su consistencia. Castel los llama soportes. Estos son condiciones de base
que presentan los individuos, necesarias para conducirse en la sociedad como actores capaces de garantizar
su independencia por sus propios medios. Desde el punto de vista sociológico, los individuos se encuentran
respaldados de manera desigual para ser individuos, y se puede ser más o menos individuos, de acuerdo a la
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presencia o ausencia de soportes. Estos se encuentran en una zona en la que el individuo aún no se expresa en
su subjetividad, por eso es un abordaje “objetivista”, pero sin ellos no podría alcanzar ningún grado de
consistencia.
El individuo, mucho antes de la modernidad, fue reconocido como tal y valorizado por sí mismo en el
universo religioso, en las religiones monoteístas. La religión cristiana propagó una concepción altamente
positiva del individuo: este está dotado de un valor inconmensurable y sagrado porque fue creado por Dios y
es hijo de Dios. Por ello los hombres conforman una comunidad de individuos en la cual sólo cuenta la
esencia sustancial de los individuos creyentes. Se dice entonces que la prehistoria del individuo fue religiosa,
y que el primer soporte del individuo fue Dios, y su reconocimiento pasó por su participación en un orden
trascendente. Esto quiere decir que los individuos poseemos un alma que debemos salvar, y esa salvación es
asunto del individuo en su relación con Dios. Así, solamente el santo o mártir que vive y muere
exclusivamente por Dios es íntegramente un individuo realizado.
Se da una tensión a nivel personal y político entre ambos mundos (idea del cristianismo), uno en el
que se encuentra lo pasional, el pecado y las ambiciones, aquel que transita durante su vida, y aquel en donde
reina la paz del Señor, por lo que la plenitud de la calidad de individuo se realiza en la muerte. Estas
tensiones desembocan en una transformación esencial: a través del retorno del individuo fuera del mundo
como individuo en el mundo. Se da un proceso de secularización de lo religioso que hace que el individuo
moderno habite completamente el mundo. La realización del individuo religioso pasaba por la renuncia al
mundo, haciendo nacer la figura del mártir, mientras que la realización del individuo moderno pasa más bien
por el dominio del mundo, y sus figuras serán el ciudadano, el sabio, el empresario, el vendedor y el
trabajador.
De esta manera, el sentido de la existencia del individuo va a dejar de jugarse en su relación con Dios
bajo el reino de la trascendencia, para interesarse en lo que hace y construye, y convertirse en amo y
poseedor de la naturaleza.
La salida de la sociedad holística consiste en el aflojamiento de las coerciones colectivas, de la
omnipresencia de las tradiciones, de la costumbre, de las jerarquías tradicionales que asignaban a los
individuos a lugares y funciones con las que debían identificarse y a las que debían “servir”. Existir como
individuo es dejar de estar inmerso en sistemas de dependencia colectivos que hacían que el individuo no
pudiera ser valorizado por él mismo.
La propiedad privada pasa a ser soporte del individuo cuando este se desprende de los puntos
de apoyo tradicionales o trascendentes. Aquello que le garantiza consistencia es ser un individuo
propietario. El individuo moderno, es aquel que es indisociablemente propietario de sí mismo y poseedor de
bienes. Al ser propietario de sí mismo, no se encuentra bajo dependencia de otro o de la necesidad, ya que
puede tener como soporte la propiedad, que es la condición de posibilidad necesaria de esta independencia.
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En los comienzos de la modernidad, la propiedad se convierte en la condición de posibilidad de la


ciudadanía. De esta manera, aquellos no poseedores de propiedades, quedaban exentos de toda posibilidad de
proclamarse como individuos, ya que no poseían aquel soporte que les garantizara independencia y
consistencia. Aquellos que no poseían nada, no eran nada socialmente hablando. No podían por ende ser
responsables, independientes, ni responder por sí mismos, ya que estaban sumidos en una miseria que no les
acreditaba una seguridad y estabilidad social. Ser propietario es tener un estatuto ya que, de acuerdo a la
ley, la propiedad protege, dignifica, da derechos y consideración al individuo, y así, le garantiza la
posibilidad de proclamarse como tal.
Debido a que el acceso a la propiedad se torna imposible para la gran mayoría de los no propietarios,
se hace evidente la necesidad de otorgar protecciones al trabajo mismo. Así, la propiedad social se
convierte en el conjunto de nuevas garantías asociadas con la condición salarial. A falta de ser propietario de
bienes, el trabajador se vuelve propietario de derechos. Ocurre la invención de nuevas instituciones que
darían a los trabajadores las garantías de capital humano, para garantizarles un mínimo de seguridad y
protección.
En cuanto a la relación entre empleador y empleado, el primero siempre prevalece ya que dispone de
reservas que le permiten imponer sus condiciones, mientras que el segundo se encuentra obligado a
aceptarlas en la urgencia de la necesidad. Aun así, el estatuto del empleado consiste en una serie de reglas
que le otorgan derechos y protecciones como individuo a aquel que no se encuentra protegido por la
propiedad.
El perfil del hombre moderno es el de aquel que no es necesariamente propietario, su presente es
estable, tiene todas las posibilidades de progresar en su carrera y su porvenir parece garantizado. No vive en
la opulencia, pero puede tomarse vacaciones y participar en la vida política y asociativa. Tendrá problemas
psicológicos, pero podrá prestarles atención y tener “preocupación de sí”. El individuo con derecho propio es
el que dispone de las condiciones para desarrollar su independencia social.
Una vez que se deja atrás la idea de la propiedad como el soporte necesario de la independencia
social, pueden existir y ser reconocidos como individuos de pleno derecho los miembros de la sociedad que
disponen, con o sin propiedad, de ese basamento de recursos y derechos que extraen de su trabajo.
La noción de individuo que plantea Gauchet corresponde a aquel que tiene un perímetro subjetivo que
le es propio, y se define tanto a partir de sus pertenencias colectivas como por su interioridad. Tiene una
familia, un oficio, adhiere a un partido, va a la iglesia y/o milita en alguna asociación, etc. pero es un
individuo personalizado porque no es solamente un miembro incorporado a esos colectivos, adhiere a ellos y
actúa en su marco, pero en su propio nombre.
La figura ejemplar de esta noción de individuo es el burgués del siglo XIX, que es un individuo por sí
mismo porque está liberado delos sistemas de dependencia tradicional que lo incorporaban en grupos de
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pertenencia. Pero no está liberado de los deberes, debe ser padre de familia, gestor de su patrimonio, buen
ciudadano, buen cristiano, etc. Es atravesado y estructurado por su adhesión a valores colectivos. Es lo
contrario de un individuo solipsista. El individuo contemporáneo tendría la exclusividad de ser el primer
individuo en vivir ignorando que vive en sociedad.
Existen corrientes psicológicas que utilizan técnicas derivadas del psicoanálisis pero rebajadas al
objetivo de trabajar aquí y ahora sobre la subjetividad de los participantes para maximizar su “potencial”
psíquico. Sostienen que el individuo en sociedad funciona siempre por debajo de sus potencialidades, por lo
que hay que trabajar sobre sí mismo para mejorar y ampliar sus capacidades. Para ello se movilizan estas
técnicas cuya elaboración remite a una crítica del psa: es demasiado largo, costoso, sofisticado, intelectual, y
no cumple con el objetivo del trabajo sobre sí, que es liberar al individuo aquí y ahora, y colocarlo en el nivel
máximo de sí mismo. Las intervenciones sobre el otro no tienen la finalidad de curar o reparar un déficit sino
de maximizar su propio potencial y llegar a ser más rico y más productivo.
Se habla de una sociabilidad asocial: una manera de hacer sociedad pero vaciándola de todos sus
determinantes objetivos para no conservar más que el punto de vista del individuo, teniendo como modalidad
única la de maximizar su propio interés y realizar sus propias aspiraciones.
Muchos individuos contemporáneos están en una suerte de vacío social porque no están encuadrados
por regulaciones colectivas ni conducidos por aspiraciones colectivas. Su objetivo principal es realizarse
como individuos en una especie de solipsismo, y esto puede derivar en la neurosis. “La sensación de no ser
ya nada ni de ninguna parte, el vértigo ante su propio vacío, es el precio que hay que pagar por cierta manera
de ejercer la propiedad de sí”. El individuo en busca exclusiva de sí mismo se ahoga en sí mismo porque no
tiene ni referencias ni referentes exteriores.
Una de las características esenciales del tipo de sociedad en la que vivimos es el hecho de que un gran
número de individuos que la componen tienen la capacidad de ser autosuficientes: tienen en sí mismos los
soportes necesarios para garantizar su independencia social. Estos soportes no son sólo bienes materiales,
sino también “capitales” sociales, culturales, relacionales, simbólicos. En las sociedades anteriores, no
democráticas, los individuos no tienen en sí mismos esos “capitales”, los tienen por el lugar que ocupan en
un orden jerárquico. Incluso el rico y el poderoso dependen de sus dependientes. Por el contrario, en una
democracia, se puede no necesitar o creer que no se necesita a nadie.
Lo que el autor llama individuo hípermoderno consta de dos formatos: Los “individuos por exceso”,
cuyo objetivo principal es realizarse como individuos. Viven ignorando la pertenencia a un colectivo y hay
una fuerte focalización sobre el yo, su potencial psíquico. Están saturados, en exceso de soportes, de la
propiedad privada. Los nuevos cambios sociales hicieron que los ricos multiplicaran su riqueza y se logra
este exceso. Y los “individuos por defecto”, aquellos que carecen de los recursos necesarios para asumir
positivamente su libertad de individuos. Por ejemplo, los desocupados. Realmente son individuos por
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defecto, porque están en falta. Les falta un motor para poder realizarse como los individuos que querrían ser.
Para estos, la precariedad puede convertirse en un estado, un estrato permanente de la división del trabajo,
una suerte de sub-salariado, si se entiende por asalariado al estatuto del empleo de la sociedad salarial dotado
de las prerrogativas completas del derecho del trabajo y la protección social.
¿Cuáles son las condiciones que hacen posible la existencia del individuo?
- No hay individuos sin soportes, porque es una experiencia terrible ser solamente un individuo. Para
ser positivamente un individuo hay que estar afiliado, es decir, el individuo debe disponer de puntos
de apoyo sobre cuya base pueda asegurar su independencia social.
- No hay individuo sin Estado, porque el Estado es el soporte de los soportes, ya sea porque los
garantiza y los defiende (derecho de propiedad), o porque es el ejecutor que presidió su constitución
(derechos sociales). La posibilidad de ser un individuo, por lo menos para la "clase no propietaria",
fue sustentada por el Estado social, y sus producciones están como "implantadas" en el individuo. Se
puede sostener sin paradoja que cuanto más individualizada es una sociedad, más Estado necesita.

UNIDAD TEMÁTICA 2: LOS PARADIGMAS FUNDAMENTALES DE LA TEORÍA SOCIAL Y SU


FORMULACIÓN DE LOS PROBLEMAS PROPIOS DE LA SOCIEDAD MODERNA.
CONTENIDOS:
2.1. Karl Marx. El materialismo histórico como teoría del modo de producción: formas en que los hombres producen
y reproducen su vida material. Caracterización de las relaciones sociales de producción como relaciones determinantes
de toda la vida social; relación entre formas de conciencia y existencia. Aspectos superestructurales: Ideología,
Derecho y Estado. El modo de producción burgués: explotación de la fuerza de trabajo como mercancía y alienación
del trabajo.
Marx: La ideología alemana
Marx analiza la realidad por medio de su concepción materialista de la sociedad, que asegura que
aquello que diferencia a los hombres de los animales es el momento en el que el hombre comienza a producir
sus medios de vida, ya que al hacer esto, produce indirectamente su propia vida material. Este modo de
producción es un modo de actividad de vida, por lo que lo que producen coincide con su modo de ser, y así,
lo que los individuos son depende de las condiciones materiales de su producción.
Marx sostiene que las condiciones materiales de vida condicionan, moldean y forman la conciencia de
los hombres. No es la conciencia individual lo que determina el ser, sino el ser social lo que determina la
conciencia. Esto quiere decir que la conciencia individual emerge de la conciencia social. Para el autor la
consciencia es un producto de la realidad material concreta. La producción de las ideas y representaciones, de
la cc, aparece entrelazada con la actividad material y el comercio material de los hombres. A partir de que los
hombres toman conciencia de que para producir su vida material, necesitan relacionarse con otros, se
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desarrollan las relaciones de cooperación, en consecuencia, se crea la división del trabajo, y se separan el
trabajo físico y el intelectual.
El trabajo físico o manual lo realizan los productores directos, la clase dominada, que mantiene a
quienes realizan el trabajo intelectual realizado quienes no son productores, la clase dominante, que dirige a
quienes realizan el trabajo físico. Existen dos clases antagónicas y complementarias, ya que ni el capital
existe sin el trabajo asalariado, ni el trabajo asalariado existe sin el capital. La ddt trae aparejada las
siguientes consecuencias: 1) distribución desigual del trabajo y su producto, 2) aparición de la propiedad
privada, 3) formación de clases sociales, 4) alienación.
La primera premisa de toda historia humana es que los hombres se hallen, para hacer historia, en
condiciones de vivir. Esto implica la producción de los medios indispensables para satisfacer las necesidades,
la producción de la vida material misma como condición fundamental de toda historia. Lo segundo es que, a
partir de la satisfacción de esta primera necesidad, se crean nuevas necesidades, y esto constituye el primer
hecho histórico. En tercer lugar, está el hecho de que los hombres que renuevan diariamente su propia vida
comienzan al mismo tiempo a procrear, formar familias. Esta familia al principio constituye la única relación
social pero más tarde, cuando las necesidades, al multiplicarse, crean nuevas relaciones sociales y brotan
nuevas necesidades, pasa a ser una relación secundaria.
La cuarta premisa es la cooperación entre los hombres. Esta producción de la vida material se
manifiesta como una doble relación, natural en la producción de la vida ajena, en la procreación; y social en
la producción de la vida propia por el trabajo, donde se establecen relaciones de cooperación entre los
hombres. Estos son cuatro momentos de la historia de la humanidad que coexisten y siguen forjando a la
historia. Se habla de una conexión materialista de los hombres entre sí, condicionada por las necesidades y el
modo de producción, que ofrece una historia.
Cc falsa – ideología
Las ideas de la clase dominante son las dominantes en cada época. La clase que tiene a disposición los
medios para la producción material dispone con ello de los medios para la producción espiritual, lo que hace
que se le sometan las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente.
El hombre tiene conciencia pero ésta no es de antemano una conciencia pura. El espíritu nace lleno de
materia y se manifiesta bajo la forma del lenguaje. Este lenguaje es la conciencia práctica y real que existe
también para los otros hombres y nace de la necesidad del intercambio con estos. La primera vez que unos
producen más hacen posible que otros no trabajen y vivan de ese excedente; esto equivale a la aparición de la
propiedad, porque hay algo de que apropiarse. A partir de ese momento las relaciones entre los hombres son
relaciones de explotación, de dominación.
Con la formación de las clases sociales aparece la conciencia de clase, que se dirige a los intereses de
cada clase en particular. Marx va a desarrollar su teoría de la historia como una lucha de clases, de opresores
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y oprimidos. Las clases sociales se determinan por una cuestión económica, comparten una misma
conciencia de clase y los mismos intereses. Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de
las relaciones materiales dominantes. Se presenta el interés particular de la clase dominante como interés
común a todos. La clase dominante enmascara sus intereses y propósitos en base a su ideología. La crítica es
el arma para desnaturalizar los acontecimientos. La crítica intelectual, sin embargo, no basta para producir un
cambio en la estructura. La ideología es lo que nos dirige en la lucha, lo que nos permite comprender cómo
funciona la dominación.
Estado y Derecho de Propiedad
La primera forma de la propiedad es, tanto en el mundo antiguo como en la Edad Media, la propiedad
tribal (donde no existe la propiedad privada de los medios de producción, sino la propiedad colectiva), que
aparece como propiedad del Estado y el derecho del individuo a disfrutarla. En los pueblos surgidos de la
Edad Media, la propiedad tribal se desarrolla pasando por varias etapas hasta llegar al capital moderno,
condicionado por la industria y la competencia universal, a la propiedad privada pura, que se ha despojado ya
de toda comunidad y ha eliminado la influencia del Estado sobre la propiedad.
A esta propiedad privada moderna corresponde el Estado moderno, paulatinamente comprado
mediante el sistema de impuestos en rigor, por los propietarios privados, entregando completamente a éstos a
merced de la deuda pública y cuya existencia depende del crédito comercial que le concedan los propietarios
privados, los burgueses.
En el capitalismo industrial se elimina la influencia del Estado, que ya no es propietario, carece de
fuentes de financiamiento. Hay dos formas de financiarlo: mediante impuestos, sosteniéndolos frente a los
que tienen la capacidad de pagarlos, por lo que irían sobre la clase que tiene un excedente. Al estado le es
muy difícil imponerse ante la burguesía ya que es la clase dominante. La segunda forma es a partir de la
deuda pública.
Mediante la emancipación de la propiedad privada con respecto a la comunidad, el Estado cobra una
existencia propia junto a la sociedad civil, que no es más que la forma de organización a la que se someten
los burgueses para la mutua garantía de su propiedad y de sus intereses. El Estado brota desde la sociedad
civil pero se constituye separado de ésta cuando se conforma.
Como el Estado es la forma bajo la que los individuos de la clase dominante hacen valer sus intereses
comunes y en la que se condensa toda la sociedad civil de la época, todas las instituciones comunes se
objetivan a través de él y adquieren una forma política. El derecho privado se desarrolla conjuntamente con
la propiedad privada a partir de la desintegración de la comunidad natural. Todos los órganos del Estado se
vuelven orejas, ojos, brazos, piernas con los cuales el interés del propietario escucha, observa, valora y
camina. La autoridad estatal, siguiendo esta lógica, se convierte en un dependiente del propietario. De ahí la
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ilusión de que la ley se basa en la voluntad, y, además, en la voluntad libre. Y del mismo modo, se reduce el
derecho, a la ley.
El derecho privado proclama las relaciones de propiedad como el resultado de la voluntad general,
afianzando una ilusión jurídica que reduce el derecho a la mera voluntad, el derecho a disponer
arbitrariamente de una cosa. Esto conduce necesariamente, en el desarrollo ulterior de las relaciones de
propiedad, a que una persona pueda tener el derecho jurídico a una cosa sin llegar a poseerla realmente.

Marx: Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política


Marx toma de referencia la obra de Hegel para realizar una revisión, lo que lo lleva a sacar sus
propias conclusiones. Sostiene que tanto las relaciones jurídicas como las formas de Estado no pueden ser
comprendidas por sí mismas por la evolución general del espíritu como pretendía Hegel, sino que tienen sus
raíces en las condiciones materiales de vida, que Hegel llama “sociedad civil”, y que la anatomía de la
sociedad civil debe buscarse en la Economía política.
a) Relaciones sociales de producción: en la producción social de su vida, los hombres entran en determinadas
relaciones necesarias e independientes de su voluntad, que son las relaciones de producción, y dependen de
un grado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales.
b) La base de un modo de producción: estas relaciones de producción en su conjunto constituyen la estructura
económica de sociedad, la base sobre la cual se erige la superestructura jurídica y política y a la que
corresponden determinadas formas de conciencia social.
c) La superestructura: el modo de producción de la vida material
condiciona el proceso de vida social, político y espiritual en
general. No es la cc de los hombres la que determina su ser, sino,
por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia.
Estas formas de cc e ideologías son las que corresponden a la
superestructura, aquello que está por fuera de la estructura en sí.
Las relaciones de producción se convierten en trabas de la estructura, ahí es cuando se abre una época
de revolución social. Al cambiar la base económica, se transforma toda la superestructura. Cuando las
relaciones de producción resultan ilógicas, insostenibles, se produce una época de revolución social en la que
se modifican la estructura y la superestructura. Cada idea o estado de cosas (tesis) contiene un problema
(antítesis) que hay que resolver. La resolución es la síntesis. Esa síntesis surge como una nueva tesis, de la
que emerge una nueva antítesis, y así sucesivamente. Progresa, evoluciona.
Existen contradicciones entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción que
deben ser resueltas por un cambio en la base económica. Estas formas ideológicas son las que permiten que
los hombres tomen cc del conflicto y luchen por resolverlo.
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Una formación social sólo desaparece cuando se han desarrollado todas las fuerzas productivas que
caben dentro de ella, y no aparecen relaciones de producción nuevas antes de que hayan madurado, en el
seno de la sociedad antigua, las condiciones materiales para su existencia. El propio problema sólo surge
cuando las condiciones para resolverlo ya existen o están en formación.

Marx: Trabajo Asalariado y Capital


El salario es la cantidad de dinero que el capitalista paga por un determinado tiempo de trabajo o por
la ejecución de una tarea determinada. El obrero vende su fuerza de trabajo por la mercancía del capitalista,
el dinero, el cual utiliza para adquirir más mercancías. Entonces, este dinero expresa la proporción en que el
trabajo se cambia por otras mercancías, o sea, el valor de cambio de la fuerza de trabajo. Así, el salario es el
nombre con el que se designa el precio de la fuerza de trabajo. El salario es el dinero que el obrero
recibe por parte del capitalista al venderle su fuerza de trabajo.
Debido a que el capitalista compra con una parte de su capital la materia prima y los instrumentos de
trabajo (entre ellos, la fuerza de trabajo), el salario no es la parte del obrero en la mercancía por él producida.
El salario es la parte de la mercancía ya existente, con la que el capitalista compra una determinada cantidad
de fuerza de trabajo producida.
El esclavo no vende su fuerza de trabajo al esclavista, él es vendido de una vez y para siempre, con su
fuerza de trabajo, a su dueño. Es una mercancía que pasa de las manos de un dueño a otro. El siervo de la
gleba sólo vende una parte de su fuerza de trabajo, no es él quien obtiene un salario del propietario del suelo,
sino que éste es quien percibe del siervo un tributo. El obrero libre, en cambio, se vende él mismo y en
partes, subastando horas de su vida al capitalista. El obrero, así, no puede desprenderse de la clase de los
capitalistas, sin renunciar a su existencia, ya que su única fuente de ingresos es la venta de su fuerza de
trabajo.
Lo que determina el precio de una mercancía es la relación entre la demanda y la oferta, la
competencia entre compradores y vendedores, que se da en tres aspectos: los vendedores se disputan
mutuamente el mercado, todos quieren vender lo más que puedan y, si es posible, eliminando a los demás. Se
da así una competencia entre vendedores, que abarata el precio de las mercancías puestas a la venta. Existe
también una competencia entre compradores, que a su vez hace subir el precio de las mercancías puestas a
la venta y, en tercer lugar, está la competencia entre compradores y vendedores. Unos quieren comprar lo
más barato posible, los otros quieren vender lo más caro que puedan.
A mayor demanda  menor oferta  sube el precio de las mercancías
A menor demanda  mayor oferta  baja el precio de las mercancías.
Puede afirmarse que las mercancías se cambian unas por otras con arreglo a su coste de producción, y
su precio se determina por éste. La determinación del precio por el coste de producción equivale a la
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determinación del precio por el tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de una
mercancía, ya que el coste de producción está formado por las materias primas y el desgaste de los
instrumentos (productos cuya fabricación ha costado cierta cantidad de tiempo de trabajo) y por el trabajo
directo, cuya medida también es el tiempo.
El costo de producción de la fuerza de trabajo es lo que cuesta sostener al obrero como tal y educarlo
para este oficio. Así, cuanto menos tiempo de aprendizaje exija su trabajo, menor será el coste de producción
del obrero, más bajo su salario. De esta manera, el precio de su trabajo está determinado por el precio de los
medios de vida indispensables, y los gastos de existencia y reproducción del obrero. Este precio es el que
forma el salario, así determinado salario mínimo, que no rige sólo para el individuo sino para la especie.
El capital está formado por materias primas, instrumentos de trabajo y medios de vida que se emplean
para producir nuevas materias primas, nuevos instrumentos de trabajo y nuevos medios de vida. Todas estas
partes integrantes del capital son productos del trabajo acumulado. El trabajo acumulado que sirve de medio
de nueva producción es el capital. Los hombres no pueden producir sin asociarse entre sí, contraen vínculos y
relaciones sociales a través de los cuales producen. Estas relaciones sociales de producción forman
sociedades que representan, cada una, un grado especial de desarrollo en la historia de la humanidad.
El capital es una relación social de producción. Los medios de vida, los instrumentos de trabajo, las
materias primas que componen el capital, han sido producidos y acumulados bajo determinadas relaciones
sociales. Y el capital no solo se compone de estos elementos, sino también de valores de cambio: todo capital
es una suma de mercancías, de valores de cambio, y se conserva y aumenta por medio del intercambio con la
fuerza de trabajo inmediata, viva. De esta manera, el capital consiste en que el trabajo vivo sirva al trabajo
acumulado como medio para conservar y aumentar su valor de cambio.
El obrero obtiene a cambio de su fuerza de trabajo medios de vida, pero a cambio de estos medios de
vida de su propiedad, el capitalista adquiere la actividad productiva del obrero, con la cual no solo repone lo
que consume, sino que da al trabajo acumulado un mayor valor del que antes poseía. Por consiguiente, el
capital presupone el trabajo asalariado, y éste, el capital. Se condicionan recíprocamente. El capital sólo
puede aumentar cambiándose por la fuerza de trabajo, engendrando trabajo asalariado. La fuerza de trabajo
sólo puede cambiarse por capital, acrecentándolo, fortaleciendo la potencia que lo esclaviza.
El salario nominal es la suma de dinero por la que el obrero se vende al capitalista, es la expresión
monetaria del precio del trabajo, la cual no coincide con el salario real, que corresponde a la cantidad de
mercancías que se pueden comprar con este dinero. A su vez, el salario relativo se relaciona con la ganancia
que obtiene como beneficio el capitalista. Salario relativo: De los valores creados por el obrero, la parte que
se le concede al trabajo directo en proporción a la parte que se le reserva al capital.
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El salario real expresa el precio del trabajo en relación con el precio de las mercancías; el salario
relativo contempla la parte del nuevo valor creado por el trabajo en proporción a la parte del valor que se
incorpora al trabajo acumulado, al capital.
El precio de venta de la mercancía producida por el obrero se divide para el capitalista en tres partes:
la primera, para reponer el precio de las materias primas utilizadas, y el desgaste de máquinas e instrumentos
de trabajo; la segunda, para reponer los salarios por él adelantados, y la tercera, el dinero que queda después
de saldar las dos partes anteriores, la ganancia del capitalista.
La ley que rige el alza y la baja del salario y la ganancia es la razón inversa. La parte de que se
apropia el capital, la ganancia, aumenta en la misma proporción en que disminuye la parte que le toca al
trabajo, el salario, y viceversa.
Cualquiera que sea la proporción en que la clase capitalista se reparta los ingresos netos de la
producción, la suma global de éstos es la suma en que el trabajo vivo incrementa en bloque el trabajo
acumulado. Esta suma global crece en la proporción en que el trabajo aumenta el capital; en la proporción en
que crece la ganancia, en comparación con el salario. Así, aunque nos circunscribimos a las relaciones entre
el capital y el trabajo asalariado, los intereses de éstos son diametralmente opuestos.
Un aumento rápido del capital equivale a un aumento rápido de la ganancia. La ganancia sólo crece
rápidamente si el precio del trabajo (salario relativo) disminuye con la misma rapidez. El salario relativo
puede disminuir aunque aumenten el salario real y el salario nominal, siempre que éstos no suban en la
misma proporción que la ganancia, por lo tanto si, con el rápido incremento del capital, aumentan los
ingresos del obrero, al mismo tiempo se ahonda el abismo social que separa al obrero del capitalista y crece
el poder del capital sobre el trabajo.
Si crece el capital productivo de la sociedad burguesa en bloque, se produce una acumulación
multilateral del trabajo, crece el número de capitales que hace aumentar la concurrencia entre los capitalistas.
Sólo vendiendo más barato pueden unos capitalistas desalojar a otros, pero deben, para esto, producir más
barato, aumentar todo lo posible las fuerzas productivas de trabajo. Esto lo logran a partir de una mayor
división del trabajo, y una aplicación en mayor escala de la maquinaria. Así disminuye el coste de
producción, y el capitalista puede bajar sus precios, desalojando a la competencia.
Sin embargo, otros capitalistas, en competencia, pasan a emplear las mismas máquinas y la misma
división del trabajo, hasta encontrarse en la misma situación. El capitalista, a pesar de todo, se encuentra
limitado por la ley de la razón inversa, que nivela necesariamente el precio de una mercancía con su coste de
producción, haciendo que, en la medida que pueda producirse más barato, haya que abaratar la producción, y
suministrar cantidades cada vez mayores por el mismo precio. El burgués se encuentra ante la obligación de
rendir más en el mismo tiempo de trabajo, lo que resulta en condiciones más difíciles para el aumento del
valor de su capital. Mientras que la concurrencia lo persigue constantemente con su ley del coste de
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producción, el capitalista se esfuerza por burlar la competencia empleando nuevas máquinas que producen
más barato e implantando nuevas divisiones de trabajo.
Una mayor división del trabajo aumenta la competencia entre los obreros, viéndose obligados a
venderse más baratos. Además, en la medida que aumenta la división del trabajo, éste se simplifica, y cuanto
más sencillo de aprender es un trabajo, menor coste de producción supone y disminuye el salario. A medida
que el trabajo va haciéndose más desagradable, más repelente, aumenta la competencia y disminuye el
salario. El obrero, ante su necesidad, trabaja más y gana menos, ya que al hacer competencia a sus
compañeros, se ofrece al patrono en condiciones tan malas como los demás.
La maquinaria produce los mismos efectos al sustituir obreros diestros por inexpertos y, donde se la
perfecciona, se la mejora o se la sustituye por máquinas más productivas, va desalojando a los obreros.
Cuanto más crece el capital productivo, más se extiende la división del trabajo y la aplicación de maquinaria
y, así, más se acentúa la competencia entre los obreros y se reduce su salario.

Marx: Manuscritos económico-filosóficos de Paris – “El Trabajo alienado”


El trabajador se convierte en una mercancía tanto más barata cuanto más mercancías produce. Se
desvaloriza el mundo humano en función de la valorización del mundo de las cosas. Así, el producto del
trabajo, se enfrenta al productor como un ser extraño. El producto del trabajo es un objeto. La objetivación se
da como pérdida del objeto y servidumbre a él, la apropiación como extrañamiento, como enajenación. La
realización del trabajo como desrealización del trabajador. El trabajador se relaciona con el producto de su
trabajo como un objeto extraño.
La enajenación del trabajador en su producto significa no solamente que su trabajo se convierte en un
objeto, sino que existe fuera de él, independiente, extraño. Cuanto más se apropia el trabajador del mundo
exterior por medio de su trabajo, tanto más se priva de víveres, medios de subsistencia; en primer lugar
porque el mundo exterior deja de ser un medio de vida de su trabajo; en segundo lugar porque este mismo
mundo deja de representar medios para la subsistencia física del trabajador.
El trabajador se convierte en siervo de su objeto, primero porque recibe un objeto de trabajo, porque
puede existir como trabajador; segundo porque recibe medios de subsistencia, porque puede existir como
sujeto físico. Sólo en cuanto trabajador puede mantenerse como sujeto físico, y sólo como sujeto físico es ya
trabajador.
El hombre en su trabajo no es feliz, sino desgraciado; sólo se siente en sí fuera del trabajo, y en el
trabajo fuera de sí; su trabajo pasa a ser trabajo forzado. No es la satisfacción de una necesidad, sino un
medio para satisfacer las necesidades fuera del trabajo. En el trabajo, el hombre no se pertenece a sí mismo,
sino a otro. El hombre sólo se siente libre en sus funciones animales (comer, beber, engendrar), y en sus
funciones humanas se siente como animal.
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La alienación como acto destructor, en el sentido de que despoja al Hombre de su esencia, de su


auténtica naturaleza y lo vuelve extraño a sí mismo, asume cuatro modalidades:
 Respecto del objeto producido: se habla de la relación del trabajador con el producto del trabajo como un
objeto ajeno y que lo domina. Esta relación es la relación con el mundo exterior sensible, con los objetos
naturales, como con un mundo extraño para él y que se le enfrenta con hostilidad. El trabajador pone su
vida en el objeto, pero a partir de entonces ya no pertenece a él, sino al objeto. Cuanto mayor es el
producto de su trabajo, tanto más insignificante es el trabajador. La enajenación del trabajador en su
objeto se expresa así: cuanto más produce, tanto menos consume; cuanto más valores crea, más indigno,
sin valor es; cuanto más civilizado el objeto, tanto más bárbaro el trabajador.
 Respecto de la actividad productiva: se refiera a la relación del trabajo con el acto de la producción dentro
de éste, como con una actividad extraña, que no le pertenece, la acción como pasión, la fuerza como
impotencia, su vida personal como una actividad que no le pertenece, independiente de él, dirigida contra
él. Si el producto del trabajo es la enajenación, la producción ha de ser la enajenación activa.
 Respecto del ser genérico: el hombre es un ser genérico no sólo porque toma como objeto suyo el género,
sino también porque se relaciona consigo mismo como el género actual, viviente, como un ser universal y
libre. La vida genérica consiste en que el hombre vive de la naturaleza inorgánica, y cuanto más universal
es el hombre, tanto más universal es el ámbito de la naturaleza inorgánica de la que vive.
 En la relación entre unos hombres y otros: es la alienación constitutiva de la relación social capitalista de
necesidad y explotación al mismo tiempo.

2.2. Emile Durkheim. La sociología como ciencia objetiva. Caracterización de los hechos sociales y su
tratamiento. La división del trabajo: sus causas y función. Solidaridad y derecho. Caracterización del Estado.
El suicidio como hecho social. El problema de la integración social y el egoísmo; la regulación social y la
anomia en el ámbito de la industria y el comercio, su relación con el suicidio.

Durkheim: Las Reglas del Método Sociológico


Prólogo a la segunda edición
Durkheim habla de la existencia de una sociología objetiva, específica y metódica que ha ido ganando
terreno. Esta es su causa, su esfuerzo por constituir a la sociología como una ciencia.
Ante las críticas formuladas a la necesidad de tratar a los hechos sociales como a cosas, responde que
éstos no son cosas materiales, pero son cosas de otra manera. La cosa se opone a la idea. Cosa es todo objeto
que no se compenetra con la inteligencia de manera natural, todo aquello de lo que no podemos hacernos una
idea por un simple procedimiento de análisis mental, todo lo que el espíritu no puede comprender más que
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con la condición de que salga de sí mismo, por observaciones y experimentaciones. Tratar a los hechos como
cosas tiene que ver con una actitud mental determinada para abordar su estudio.
Todo objeto de la ciencia es una cosa, salvo los de las matemáticas, ya que estos últimos son producto
de nuestra actividad mental, los construimos de los más simples a los más complejos. Pero, cuando se trata de
hechos, en el momento en que comenzamos a hacer ciencia con ellos son para nosotros incógnitas, cosas
ignoradas, ya que las representaciones que pudimos hacernos de ellos durante la vida, fueron hechas sin
método y sin crítica, por lo que carecen de valor científico.
Durkheim habla de la existencia de una psicología objetiva, que estudia los hechos mentales desde
afuera, porque aunque tales hechos pertenezcan a nuestro interior, la conciencia que tenemos de ellos no nos
revela su origen y naturaleza. Por esta otra razón es que debe existir también una sociología objetiva.
Los hechos sociales son exteriores a los individuos ya que, siempre que se combinan elementos y se
originan nuevos a partir de esta unión, esos resultados no pertenecen al ámbito de los elementos, sino al del
todo formado por la unión. La importancia reside en el todo y no en las partes. La síntesis sui generis que
constituye toda sociedad produce fenómenos nuevos, distintos a los de las conciencias solitarias, y tales
hechos residen en la sociedad misma que los produce y no en sus partes, sus miembros.
Los hechos sociales se diferencian de los hechos psíquicos porque tienen otro sustrato, no dependen
de las mismas condiciones. Si bien ambos tipos de hechos son psíquicos de alguna manera, ya que consisten
en modos de pensar y actuar, los estados de conciencia colectiva son diferentes a los de conciencia
individual. La mentalidad de los grupos no es la de los individuos, tiene sus leyes propias.
La materia de la vida social no puede explicarse por factores puramente psicológicos o de conciencia
individual. Lo que las representaciones colectivas traducen es la manera en que el grupo se piensa en sus
relaciones con los objetos que lo afectan. Para comprender cómo la sociedad se representa a sí misma y el
mundo que la rodea, es necesario considerar la naturaleza de la sociedad y no la de los individuos
particulares. Ambos tipos de representaciones (individuales y colectivas) se asemejan en que son
representaciones, pero se diferencian en las esferas en que se desarrollan y tienen lugar.
Definición de hecho social: consisten en maneras de hacer o de pensar, y se les reconoce por la
particularidad de que son susceptibles de ejercer una influencia coercitiva sobre las conciencias individuales.
El propósito de Durkheim es indicar por cuáles signos exteriores se pueden reconocer los hechos de
los que la sociología debe ocuparse, delimitando el campo de acción. El autor acepta las críticas relativas a
que no expresa todos los caracteres del hecho social, reconociendo que puede tener más de una propiedad
distintiva. Lo único que hace falta es, como se trata de una definición inicial, delimitar las características que
permitan discernir entre qué es un hecho social y qué no.
Durkheim menciona que se le ha objetado que los medios físicos, al igual que los morales, pueden
ejercer coacción. En este punto diferencia la presión que uno o varios cuerpos pueden ejercer sobre otros
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cuerpos, con la que la conciencia de un grupo ejerce sobre la conciencia de sus miembros. No se trata de una
presión material. Lo extraordinario de la coacción social no se debe a la rigidez de ciertas disposiciones sino
al prestigio de ciertas representaciones. Las creencias y prácticas sociales son representaciones sociales que
actúan sobre nosotros desde afuera. Las maneras colectivas de actuar o de pensar tienen una realidad fuera de
los individuos. Nos coaccionan y se nos imponen.
Los individuos pueden participar en la formación de los hechos sociales, siendo preciso que varios
combinen su acción y que resulte un producto nuevo. Esta síntesis tiene lugar fuera de cada uno, teniendo
como efecto, instituir fuera de nosotros ciertos juicios que no dependen de las voluntades particulares.
Se puede llamar institución a todas las creencias y modos de conducta instituidos por la comunidad.
Así, podemos definir la sociología como la ciencia de las instituciones, su génesis y su funcionamiento.
Capítulo I
No hay acontecimiento humano que no pueda llamarse social, por lo que es necesario deslindar las
características de un hecho social. Los modos de actuar, de pensar y de sentir presentan la propiedad notable
de que existen fuera de las conciencias individuales. Estos tipos de conductas o pensamientos, no son solo
exteriores, sino que están dotados de un poder imperativo, coercitivo en virtud del cual se imponen.
No pueden confundirse con los fenómenos orgánicos, pues consisten en representaciones y actos; ni
con los fenómenos psíquicos, que sólo existen dentro de la conciencia individual y por ella.
Puede pensarse que los hechos sociales son aquellos impuestos por instituciones, por lo que presentan
un cierto nivel de formalización y organización. Lo cierto es que, además, hay hechos que sin presentar las
formas de instituciones definidas, tienen la misma ascendencia sobre el individuo: las corrientes sociales.
Los grandes movimientos de entusiasmo, de indignación, de piedad que nos llegan desde fuera y son
susceptibles de arrastrarnos a pesar nuestro. Somos entonces juguetes de una ilusión que nos hace creer que
hemos elaborado nosotros mismos lo que en realidad se nos impone desde fuera.
Toda educación consiste en un esfuerzo continuo por imponer al niño las formas de ver, de sentir y de
actuar a los cuales no llegaría espontáneamente. Si se deja de sentir la coacción, es porque engendra hábitos,
tendencias internas que la hacen inútil. La educación tiene por objeto constituir al ser social.
Un pensamiento que se encuentra en todas las conciencias, o un movimiento que repiten todos los
individuos, no por ello son hechos sociales. No debe ser confundido con las encarnaciones individuales. Lo
que constituye a los hechos sociales son las creencias, las tendencias, las prácticas del grupo considerado
colectivamente. Lo que permite separar hecho social de sus manifestaciones individuales son las estadísticas.
Comprenden todos los casos individuales, más allá de circunstancias individuales, lo que expresa en cierto
sentido el estado del alma colectiva.
Los hechos sociales que proporcionaron base a la segunda definición de Durkheim, fueron siempre
“modos de HACER” de orden sociológico. Pero también hay hechos sociales de orden anatómico o
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morfológico que expresan el “modo de SER”. Estos modos de ser se imponen al individuo como los modos
de hacer ya trabajados. Ej: formas de las viviendas, distribución en un territorio en función de aspectos
geográficos, toda una serie de cuestiones que se imponen a los individuos generando una forma de SER.
Segunda definición: un hecho social es toda manera de hacer, establecida o no, susceptible de ejercer
sobre el individuo una coacción exterior; o también, el que es general en la extensión de una sociedad
determinada teniendo al mismo tiempo una existencia propia, independiente de sus manifestaciones
individuales.

Durkheim: El suicidio
Introducción
La definición de suicidio que desarrolla Durkheim es: toda muerte que resulta, mediata o
inmediatamente, de un acto, positivo o negativo, realizado por la propia víctima, a sabiendas del resultado.
Se tiene que tener en cuenta que lo que tienen en común estas formas de renuncia suprema es que el
acto que las consagra se realiza con conocimiento de la causa, cuando la víctima sabe cuál ha de ser el
resultado, sea cual sea la razón que la llevó a obrar así. Esta definición ayuda a pensar el lugar que ocupan los
suicidios en relación con el conjunto de la vida moral.
La suma del conjunto de suicidios en una sociedad constituye por sí misma un hecho nuevo y sui
generis, con su propia unidad e individualidad, de una naturaleza eminentemente social. Así, cada sociedad
tiene una aptitud definida para el suicidio, y se calcula en relación a la tasa de mortalidad-suicidio propia de
cada sociedad. La tasa de suicidios constituye, de este modo, un sistema de hechos, único y determinado, en
relación permanente con un conjunto de características distintivas, solidarias, que se afirman de modo
simultáneo. Lo que expresan estos datos estadísticos es la tendencia al suicidio de cada sociedad
colectivamente considerada. La tendencia existe por un motivo u otro y cada sociedad tiende a generar un
número determinado de muertes voluntarias, lo que se constituye como objeto de un estudio especial que
elaborará el autor.
El punto central del planteo de la sociología de Durkheim supone que un fenómeno es social – como
el suicidio – siempre que se pueda determinar que sus causas son sociales. Para esto, el autor agrupa los
suicidios en diferentes tipos que corresponden cada uno a una causa diferente.
Libro Segundo. Causas sociales y tipos sociales
Durkheim sostiene que sólo existen diferentes tipos de suicidio si dependen de causas también
distintas. Para que cada uno tenga una naturaleza propia, se deben tomar en cuenta las condiciones
particulares que determinen su existencia. Así, el autor opta por definir los tipos sociales de suicidio
clasificándolos según las causas que los producen.
Al estudiar la tasa social de suicidios, los únicos tipos que le interesan al autor son los que
contribuyen a formarla y hacerla variar.
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Tanto el catolicismo como el protestantismo contemplan de igual manera la idea del suicidio,
tomando en cuenta aspectos morales y castigos divinos. Sin embargo, los protestantes se suicidan mucho más
que los católicos. La única diferencia esencial entre el catolicismo y el protestantismo consiste en que el
segundo admite el libre examen. El católico recibe todo hecho, sin examen, y no puede someterlo a una
comprobación histórica ya que contempla un sistema jerárquico y organizado de autoridades que convierten a
la tradición en algo invariable, de modo que todo lo que constituye una variación causa horror en el
pensamiento católico. Por el otro lado, el protestante es el autor de su propia fe, no se le impone ninguna
interpretación de la Biblia, ni existen jerarquías en el clero.
Puede que la tendencia al suicidio del protestantismo se deba al espíritu de libre examen. Si precisan
esta libertad, es debido a la decadencia de las creencias tradicionales. La reflexión solo evoluciona cuando no
tiene más remedio, es decir, cuando ciertas ideas aceptadas irreflexivamente, que hasta entonces dirigían las
conductas, han perdido su eficacia.
De esta manera, Durkheim afirma que una sociedad religiosa socializa a los individuos adhiriéndolos
a un mismo cuerpo de doctrinas, que es mejor mientras más sólido sea. La ventaja del protestantismo
proviene, desde el punto de vista del suicidio, de que es una iglesia menos integrada que la iglesia católica.
El matrimonio ejerce sobre el suicidio una acción preservativa, pero no lo hace más que en función
de un solo sexo. Más allá del matrimonio, es la familia el factor esencial de la inmunidad, el grupo completo
de padres e hijos. Los esposos contribuyen a esta preservación, pero no ya como marido o mujer, sino como
padre y madre, como elementos de la asociación familiar. De este modo, la desaparición de uno de ellos
acrecienta el riesgo de matarse del otro debido a que resulta de ello una perturbación de la familia, cuyo
superviviente sufre el golpe. Así, la sociedad doméstica es un poderoso medio de preservación contra el
suicidio, y es mucho más completa cuanto más densa es la familia.
También, el suicidio suele ser raro en sociedades jóvenes en vías de evolución y formación, mientras
que se multiplica a medida que se desintegran. Suele pensarse que las grandes conmociones políticas
multiplican los suicidios, sin embargo, cuando un golpe ha sido muy fuerte, los efectos se sienten mucho
tiempo después, se elevan lentamente.
Las grandes conmociones sociales avivan los sentimientos colectivos estimulando el espíritu de
partido y el patriotismo, logrando una mayor integración de la sociedad política debido al hecho de dirigir
toda actividad a un mismo fin. Esta saludable influencia no se debe a las crisis, sino a las luchas que genera
esa crisis. Como los hombres deben asociarse para hacer frente al peligro general, piensan menos en sí
mismos y más en la idea común.
Durkheim llega a la conclusión de que "el suicidio varía en razón inversa al grado de integración
de los grupos sociales de los que forma parte el individuo" tras analizar que la religión no debe su
eficacia a la naturaleza especial de lo religioso, ya que las sociedades domésticas y las comunidades políticas
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producen los mismos efectos cuando están integradas. No es lo que tienen de específico cada uno de estos
grupos, sino una misma propiedad que poseen todos, lo que explica la inmunidad que confieren, y esta
propiedad es la integración, cualquiera sea el grupo.
La sociedad no puede desintegrarse sin que el individuo se desapegue de lo social, y cuanto más
débiles son los grupos a los que pertenece, menos depende de ellos. Durkheim llama egoísmo al estado en el
que el yo individual se afirma en exceso frente al yo social y a expensas de este último. El suicidio egoísta
será aquel que resulta de una individuación desmesurada.
Si la fuerza colectiva que reprime el suicidio se debilita, éste tenderá a aumentar. A la inversa, cuando
la sociedad está muy integrada y los individuos dependen de ella, consideran que están a su servicio y no les
permite disponer de sí mismos a su antojo. Se opone a que eludan sus deberes optando por la muerte. Cuando
los individuos niegan esta subordinación, la fuerza colectiva no tiene la autoridad necesaria para retenerlos y,
conciente de su debilidad, llega a reconocerles el derecho a hacer libremente lo que ya no puede impedir. A
estos individuos les falta una razón para soportar con paciencia las miserias de la vida porque, cuando son
solidarios con un grupo al que aman, ponen más obstinación en vivir. El lazo que les liga a la causa común
les une a la vida, ya que existe un continuo intercambio de ideas, sentimientos y una asistencia moral que
hace que el individuo participe de la energía colectiva y la busque para fortalecer la suya cuando se debilita.
El individualismo excesivo es en sí mismo una causa suicidógena, ya que no sólo elimina un
obstáculo al suicidio, sino que crea esa inclinación, dando inicio al tipo de suicidio egoísta. La vida sólo es
tolerable cuando se vislumbra en ella una razón de ser, así, cuando no tenemos más objetivo que nosotros
mismos, no tenemos el valor de vivir, porque pensamos que todo esfuerzo quedará en la nada.
El hombre puede obrar racionalmente sin tener que proponerse fines que le excedan, sin embargo, el
hombre civilizado adulto, se caracteriza por una multitud de ideas, sentimientos y prácticas que no tienen
ninguna relación con las necesidades orgánicas. La sociedad suscita ciertos sentimientos de simpatía y
solidaridad que nos inclinan hacia el otro, y es para desempeñar nuestro cometido social que hemos
expandido nuestra inteligencia (arte, moral, religión, fe, política, ciencia). Esas formas superiores de la
actividad humana, tienen un origen y un fin sociales, y para que tengan una razón de ser a nuestros ojos, es
preciso que el objeto al que tiendan no nos sea indiferente.
"Así, en el mismo momento en que se libera con exceso del medio social, todavía padece su
influencia". Durkheim sostiene que, debido a que somos obra de la sociedad, se forman corrientes de
depresión y desencanto que no emanan de un individuo particular, pero expresan el estado de desintegración
de la sociedad. Estas corrientes son colectivas y se le imponen al individuo, empujándolo en la misma
inclinación del desamparo moral que ha suscitado en él la desintegración social. Esto hace que, aún aunque el
individuo se libere del ambiente social, sigue sufriendo su influencia, porque siempre queda algo de lo
colectivo.
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Tanto las crisis económicas como las crisis de prosperidad aumentan el número de suicidios debido a
que son crisis en sí, perturbaciones del orden colectivo. Toda ruptura del equilibrio incentiva la muerte
voluntaria.
La mayor parte de las necesidades del hombre no dependen del cuerpo, van más allá del mínimo
indispensable con el que la naturaleza se conforma. El intelecto vislumbra condiciones mejores, que aparecen
como fines deseables y requieren actividad. No hay nada orgánico o psicológico que marque un límite a estas
inclinaciones. Los deseos son insaciables y así, perseguir un fin inaccesible es condenarse a un perpetuo
estado de descontento.
Las pasiones deben dejar de ser ilimitadas, para armonizarlas con nuestras facultades y satisfacerlas.
Puesto que no hay nada en el individuo que lo limite, éste debe serle impuesto por la sociedad. Sólo la
sociedad está en situación de desempeñar ese papel moderador porque es el único poder moral superior al
individuo y cuya superioridad acepta éste. Sólo la sociedad tiene la autoridad necesaria para promulgar
normas y limitar las pasiones.
Durkheim afirma que existe, en la conciencia moral de cada sociedad, una idea de lo que valen los
diferentes servicios sociales, de la remuneración que debe tener cada uno, y del nivel de vida que conviene al
promedio de los trabajadores de cada profesión. Las diferentes funciones están jerarquizadas en la opinión
pública, forjando una cierta reglamentación sobre el máximo de bienestar que cada clase social puede
legítimamente buscar o alcanzar. Bajo esta presión, cada uno percibe el extremo al que pueden llegar sus
ambiciones y no aspira a más.
En las crisis que provocan desastres económicos, los individuos deben rebajar sus exigencias,
restringir sus necesidades y contenerse más. Al perder todos los beneficios de la acción social, rehacen su
educación moral. En cambio, en situaciones en las que se da un aumento del poderío y la fortuna, la escala de
las necesidades varía constantemente, a tal punto que toda reglamentación se vuelve defectuosa, no se sabe lo
que es posible y lo que no, por lo que se aspira a todo. Los apetitos que no se ven limitados por una opinión
pública desorientada no saben dónde están los límites, y así, la lucha se hace más violenta, ya que está menos
regulada y la competitividad es mayor.
La pobreza protege contra el suicidio ya que, en sí misma, es un freno. Lo que se tiene determina lo
que se quiere tener, por lo que cuanto menos posea uno, menos intenta ampliar el círculo de sus necesidades.
Donde la mediocridad es general, nada viene a excitar el deseo. En cambio, la riqueza crea la ilusión de
nuevas necesidades. Al disminuir la resistencia que oponen las cosas, creemos que podemos vencerlas. De
esta manera, cuando menos limitado esté uno, más insoportable le resulta toda limitación.
El progreso económico consiste en eximir a las relaciones industriales de toda reglamentación. Las
escuelas enfrentadas, economistas ortodoxos y socialistas radicales buscan reducir al poder regulador de los
gobiernos al papel de intermediario entre las diferentes funciones sociales. Se busca instaurar que el único y
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principal objetivo de las naciones debe ser prosperar industrialmente, en relación al dogma del materialismo
económico.
La anomia constituye una causa de suicidios en relación a la regulación de éstos. El suicidio
anómico es aquel que ocurre debido a fallas en la regulación social. El suicidio egoísta se comete porque
los hombres no ven la razón de vivir, por falta de integración social. Lo que tienen en común es que ambos
tipos de suicidio se cometen porque la presencia de la sociedad es insuficiente, pero no de la misma manera.
En el suicidio egoísta, está ausente la actividad colectiva, dejándola desprovista de significado. En el suicidio
anómico, las pasiones individuales quedan desprovistas de normas que las regulen.
Debido a que no hay nada en el organismo que regule al hombre en sus excitaciones psíquicas y sus
deseos, debe contenerlas la sociedad. Así, el matrimonio regula la vida pasional del hombre, al obligarlo a
unirse a una única mujer, asigna la necesidad de amar a un objeto rigurosamente definido y cierra el
horizonte. El esposo no puede, sin faltar a sus deberes, buscar otras satisfacciones que las que le están
permitidas, limitando sus deseos. De esta manera, el matrimonio le obliga a hallar su felicidad en su
condición, y lo mantiene seguro, conservando su coherencia mental.
Los solteros, en cambio, al poder ligarse a lo que les plazca, aspiran a todo y nada les satisface. Este
mal del infinito afecta su conciencia, resultando en un estado de perturbación, agitación y descontento que
aumenta las probabilidades de suicidio.
El divorcio, a su vez, implica un debilitamiento de la reglamentación matrimonial, haciendo que, al
igual que en los solteros, se produzca un estado de inquietud que impide al hombre conformarse con lo que
tiene, y le importe poco ligarse al presente porque el goce no está del todo asegurado. En los países en los
que existe el divorcio, el hombre casado se vuelve menos inmune a los suicidios, debido a que puede salir de
la reglamentación matrimonial y caer en esa inquietud.
El divorcio no tiene como consecuencia la elevación de la tasa de suicidios de las esposas, debido a
que para ellas la relación matrimonial no constituye una reglamentación social estrecha. Las mujeres cuentan
con un freno, por lo cual no precisan del matrimonio. Para ella la monogamia es una obligación estricta que
le resulta intolerable, por lo que todo lo que la ablande y aligere ha de mejorar su situación. Así es como el
divorcio la protege.
Se creía que el matrimonio favorecía a la mujer y no al hombre, debido a que éste se veía limitado en
sus pasiones. Lo cierto es que ese límite es necesario para él, por lo que sale beneficiado. La mujer, quien
puede por sí misma satisfacer sus deseos, pierde su libertad por motivos distintos a los de su esposo y, al
someterse a la misma regla, es ella quien se sacrifica.
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Durkheim: La división del trabajo social (1893)


Preguntar cuál es la función del trabajo es buscar a qué necesidad corresponde. Es necesario, para una
ciencia objetiva, interrogar la función de un hecho social, relacionado con la necesidad de su existencia, que
siempre tiene un fin social. Una función no puede especializarse más que si ésta es una necesidad para la
sociedad. Toda nueva especialización tiene por resultado aumentar y mejorar la producción. Pero esta ventaja
no es la razón de ser de la división del trabajo, sino la consecuencia necesaria. Si nos especializamos no es
para producir más, sino para poder vivir en condiciones nuevas de existencia que nos han sido dadas. Lejos
de los fines económicos, la verdadera función de la división social del trabajo es crear entre dos o más
personas un sentimiento de solidaridad social.
La moral, para Durkheim, es aquel conjunto de reglas y conductas establecidas socialmente, que están
investidas por una autoridad y un prestigio social, lo cual hace que se tenga necesidad de obedecerlas, pero al
mismo tiempo deseo e interés de hacerlo. La solidaridad social es un fenómeno completamente moral que,
por sí mismo, no se presta a observación exacta, ni al cálculo. Su símbolo visible es el derecho. A esa
manifestación de la potencia de la solidaridad social, Durkheim la ubica en la lógica del derecho. La división
del trabajo une al mismo tiempo que opone. Es preciso que los individuos entre los que la lucha se entabla
sean ya solidarios y pertenezcan a una misma sociedad.
Tipos de sociedad y solidaridad

Sociedad Arcaica o Segmentaria Sociedad Industrial o Moderna


No división del trabajo División del trabajo
Solidaridad mecánica: semejanza Solidaridad orgánica: complementariedad
Predomina la cc colectiva, escaza individuación. Avanza la individuación, menos cc colectiva
Derecho represivo Derecho Restitutivo
Crimen / sanción penal No crimen / sanción no expiatoria
Regula relación individuo-sociedad Regula relación individuo-individuo
La vida colectiva ha nacido de la vida individual, solo con esta condición se puede explicar la manera
como la individualidad personal de las unidades sociales ha podido formarse y engrandecerse sin disgregar a
la sociedad.
Tipos de solidaridad social y tipos de derecho
Conviene clasificar las reglas jurídicas según las diferentes sanciones que a ellas van unidas. Hay dos
grandes especies de reglas jurídicas, según les correspondan sanciones represivas, o sanciones restitutivas.
 Sanciones represivas: ubicadas en la lógica del derecho penal, consisten en una disminución que se
ocasiona al agente, y tienen por objeto perjudicarle en su fortuna, su honor, su vida, o su libertad,
privarle de alguna cosa que disfruta.
Un acto es criminal cuando ofende los estados fuertes y definidos de la cc colectiva. No reprobamos
un acto porque es un crimen, sino que es un crimen porque lo reprobamos. El acto, cualquiera sea, se
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constituye en un crimen porque hay una sociedad que lo reprueba, debido a que hay actos que lesionan esa cc
colectiva.
No hay sociedad donde no existan actos criminales, por lo que el crimen es un fenómeno normal en la
sociedad, y por esto existen las penas para sancionarlos. La pena consiste en una reacción pasional, de
intensidad graduada, que la sociedad ejerce sobre aquellos miembros que han violado ciertas reglas de
conducta. Se habla de la pena como una “venganza” expiatoria, que expía el daño ocasionado a la cc
colectiva.
De ahí resulta una solidaridad sui generis que, nacida de la semejanza, liga directamente al individuo
a la sociedad. La solidaridad mecánica no se puede fortalecer más que en la medida en que las ideas y las
tendencias comunes a todos los miembros de la sociedad sobrepasan en número y en intensidad a las que
pertenecen personalmente a cada uno de ellos. Esta solidaridad no puede aumentarse sino en razón inversa a
la personalidad.
En cada una de nuestras cc tenemos dos cc: una que es común en nosotros, a la de todo el grupo al
que pertenecemos que, no es nuestra sino de la sociedad viviendo y actuando en nosotros. Y otra que, por el
contrario, sólo nos representa a nosotros en lo que tenemos de personal y de distinto, en lo que hace de
nosotros un individuo. La solidaridad que deriva de las semejanzas alcanza su máximum cuando la cc
colectiva recubre nuestra cc total y coincide con ella, pero en ese momento, nuestra individualidad es nula.
 Sanciones restitutivas: no implican necesariamente un sufrimiento del agente, sino que consisten tan
sólo en poner las cosas en su sitio, en el restablecimiento de las relaciones perturbadas bajo su forma
normal, bien volviéndolo por la fuerza el acto incriminado al tipo de que se había desviado, o bien
anulándolo, privándolo de todo valor social.
Las reglas de sanción restitutivas son extrañas a la cc común, se establecen entre aquellas partes
limitadas y especiales de la sociedad, los individuos.
Ese derecho (restitutivo) desempeña en la sociedad una función análoga a la del sistema nervioso del
organismo, que tiene por misión regular las diferentes funciones del cuerpo en forma de que puedas concurrir
armónicamente.
Solidaridad orgánica: esta solidaridad se parece a la que se observa en los animales superiores. Cada
órgano tiene en ellos su fisonomía especial, su autonomía, y sin embargo, la unidad del organismo es tanto
mayor cuanto que esta individuación de las partes es más señalada. Unidad debida a la complementariedad.
En razón a esa analogía, proponemos llamar orgánica la solidaridad debida a la división del trabajo.
Causas de la división social del trabajo
A la causa que explica los progresos de la división del trabajo hay que buscarla, no en la forma
individual, sino en las variaciones del medio social.
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La estructura segmentaria se desvanece, los segmentos sociales pierden individualidad, los tabiques
que los separan se hacen más permeables. De esos grupos primitivos que sostienen una fuerte cohesión
interna pero están aislados entre ellos, se van rompiendo las separaciones de tribus, hordas, para constituir la
sociedad moderna. Esta condensación progresiva de las sociedades se produce de tres maneras principales:
1- mientras que las sociedades inferiores se extienden sobre áreas inmensas con relación al número de
individuos que las componen, en los pueblos más adelantados la población se va concentrando.
2- esta concentración da lugar a la formación de ciudades y su desarrollo, que mantienen el contacto continuo
entre los individuos y su densidad moral.
3- por último, cambian sustancialmente las formas de relacionarse, el número y rapidez de las vías de
comunicación y de transmisión, haciendo que la materia social sea más densa.
La división del trabajo varía en razón directa al volumen y a la densidad (moral y material) de las
sociedades, y si progresa de una manera continua en el transcurso del desenvolvimiento social, es que las
sociedades de manera regular se hacen más densas y más voluminosas.
- Aumento del volumen: aumenta el número de miembros que integran un segmento.
- Aumento de densidad moral: crece el número de intercambios e interacciones entre los integrantes
de los segmentos que se van coaligando.
- Aumento de densidad material: crecen los medios y vías de comunicación.
Es necesario que al mismo tiempo exista un aumento de la densidad moral y la material para aumentar
el volumen de la sociedad. El crecimiento y la condensación de la sociedad necesitan una mayor división del
trabajo. No se trata de un instrumento del cual ésta se realice, es la causa determinante.
Si el trabajo se divide más a medida que las sociedades se hacen más voluminosas, no es porque las
circunstancias exteriores y ambientales sean más variadas (crítica a Spencer), es que la lucha por la vida es
más ardua. Nos encontramos en una sociedad donde se han roto los tabiques sociales, y en esa ruptura se da
una superposición de funciones, debido a la lucha por la vida.
Darwin ha observado muy justamente que la competencia entre dos organismos es tanto más viva
cuanto son más análogos. Otra cosa sucede cuando coexisten especies o variedades muy diferentes. Los
organismos no entran en competencia sino que se alimentan de diferentes materias. Así como Darwin trabaja
con la relación entre las especies animales, Durkheim sostiene que los hombres están sometidos a la misma
ley. En una ciudad se encentran diferentes profesiones, y su existencia demuestra que se puede existir
pacíficamente sin verse perjudicadas recíprocamente, ya que los objetos perseguidos son diferentes. Cuanto
más próximas están las funciones, más dispuestos están los hombres a combatirse.
De todos esos cambios ¿resulta un aumento de la felicidad media?
La mayor intensidad en la lucha implica nuevos y penosos esfuerzos que no hacen más felices a los
hombres. La división del trabajo es, pues, un resultado de la lucha por la vida: pero es una solución
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dulcificada. Gracias a ella, los rivales no se ven obligados a eliminarse, sino que pueden coexistir unos al
lado del otro (sociedad inclusiva).

En Marx hay una oposición a la división del trabajo social, ya que implica una precariedad y simplificación
del trabajo, salario y existencia de los hombres. Durkheim no habla de una sociedad capitalista sino moderna
que, a diferencia de Marx, esa nueva sociedad no está regida por el conflicto social, los cauces sociales. Ese
nuevo orden social trae aparejado a partir de la división del trabajo, una mejora en las condiciones y un
cambio en la forma en que los hombres son solidarios. Aquellos que estamos en estas sociedades, para
Durkheim, somos más inclusivos, al contrario que Marx, que sostiene que esta situación pone de manifiesto
una nueva forma de explotación y pone cadenas mucho más fuertes a los obreros.

2.3. La sociología comprensiva de Max Weber. Su propuesta sociológica, acción y acción social, la
cuestión del sentido en la comprensión. Tipos ideales de acción social. Relaciones sociales. La dominación:
sus tipos puros. Estado: dirección política y profesional – burocracia. Un “individuo histórico”: el moderno
capitalismo occidental. Sentido de una construcción racional de los motivos del „ethôs‟ económico
protestante: el papel de la profesión. El „espíritu‟ del capitalismo y las prácticas religiosas ascéticas.
Weber: economía y sociedad
Max Weber es un sociólogo que busca una nueva forma de entender algunos hechos de la realidad.
Propone como forma de análisis la sociología comprensiva, definida como una ciencia que pretende
entender interpretando la acción social, para explicarla causalmente en su desarrollo y sus efectos. La
sociología de Weber es comprensiva porque busca comprender la realidad.
El método científico planteado por Weber es el de la construcción de tipos ideales. Un tipo ideal es
una descripción fenomenológica de la realidad acentuada en una característica fundamental seleccionada por
sobre las otras para poder describir ese fenómeno social. Esa acentuación la hace una construcción, un objeto
que es meramente conceptual. Nunca encontraremos un tipo ideal en la vida real. En la definición de tipo
ideal se ve el carácter subjetivista de Weber, ya que son conceptos construidos por el investigador,
herramientas interpretativas que simplifican y sintetizan la realidad tomando las características más
destacadas de un fenómeno social para poder analizarlo.
La acción es una conducta humana (bien consista en un hacer interno o externo, en un omitir o
permitir), siempre que el sujeto o los sujetos de la acción enlacen a ella un sentido subjetivo.
La acción social es una acción en donde el sentido mentado por su sujeto está referido a la conducta
de otros, orientándose por ésta en su desarrollo. Esta conducta tiene elementos: la conducta como un hecho
externo y observable, y el sentido, como lo que no es observable y es objeto de interpretación. La acción
social se orienta por las acciones de otros, las cuales pueden ser pasadas, presentes o esperadas como futuras.
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Estos “otros” pueden ser individualizados y conocidos o una pluralidad de individuos indeterminados y
completamente desconocidos. No toda clase de acción es “social”, lo es cuando está orientada a acciones de
otros, cuando tiene que ver con la actividad de terceros. No toda clase de contacto entre los hombres tiene
carácter social, sino sólo una acción con sentido propio dirigida a la acción de otros.
Las acciones sociales pueden ser:
1) Racional con arreglo a fines: determinada por expectativas en el comportamiento tanto de objetos
del mundo exterior como de otros hombres, y utilizando esas expectativas como “condiciones” o “medios”
para el logro de fines propios racionalmente perseguidos.
2) Racional con arreglo a valores: determinada por la creencia consciente en el valor (ético, estético,
religioso o cualquier otra forma) propio y absoluto de una determinada conducta, sin relación alguna con el
resultado, o sea puramente en méritos de ese valor.
3) Afectiva: especialmente emotiva, determinada por afectos y estados sentimentales.
4) Tradicional: determinada por una costumbre arraigada.
Cuando las acciones sociales se entrelazan entre sí, tenemos una relación social. Una de las cuales es
el poder, la capacidad de imponer nuestra voluntad frente a otros incluyendo si estos se resisten. El poder es
la posibilidad de ejercer mi propia voluntad por sobre otro independientemente de la resistencia. Para evitar
esa resistencia tiene que haber cierto grado de legitimidad, y cuando tienen esa justificación, hablamos de
"dominación" y dicha justificación está dada por tres características: carismática, tradicional o legal
racional.
Por dominación debe entenderse la probabilidad de encontrar obediencia a un mandato determinado
contenido entre personas dadas. Toda dominación procura despertar y fomentar la creencia en su legitimidad.
Por disciplina debe entenderse la probabilidad de encontrar obediencia para un mandato por parte de
un conjunto de personas que, en virtud de actitudes arraigadas, sea pronta, simple y automática.
La dominación carismática está basada en la creencia de que el líder tiene cualidades sobrenaturales
tales como heroísmo, fuerza, inteligencia. Es extraordinario. Su palabra es la ley. Pero cuando el líder falta
entonces es difícil la sucesión y puede constituirse un cuerpo especializado que haga cumplir los mandatos
del líder, haciéndose paso a un tipo de dominación tradicional a través de los usos, las costumbres, las
tradiciones orales y tácitas, sosteniendo que las cosas se han hecho de cierta forma y deben seguir así.
El último modo de dominación es a través de la racionalidad y de la legalidad propia del estado
moderno y basada en el orden racional, leyes universales aplicables para todos por igual en una democracia.
La burocracia, que es la herramienta fundamental del Estado, es una forma de organizar estas grandes masas
humanas de la forma más eficiente posible. Siempre hay un orden jerárquico, solo el dirigente posee el
mando, la autoridad, ya sea por apropiación, por elección o por designación de sus predecesores.
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El cuadro administrativo burocrático está integrado por funcionarios que están sometidos a la
jerarquía administrativa, poseen un cargo, y sus competencias están determinadas por un contrato o por una
selección en base a su calificación (título). Los funcionarios tienen un sueldo fijo, determinado por el rango
jerárquico, y tienen una posibilidad de ascenso, lo cual es un modo de dominación más eficaz que la
carismática y la tradicional ya que hay mayor precisión, continuidad, disciplina, distribución estable y
homogénea y una responsabilidad jerárquica. El Estado es sostenido en el tiempo, se mantiene en su
estructura ya sea burocrática, tradicional o carismática, a lo largo de los años.

Weber: La ética protestante y el espíritu del capitalismo


Weber sostiene que el afán de lucro existió siempre en todas las clases y condiciones de hombres, en
todo lugar donde haya existido la posibilidad de lucrar. Sin embargo, este afán de lucro ilimitado no
representa al espíritu del capitalismo, sino que éste se identifica más bien con una moderación racional de
este impulso, que anhela obtener una ganancia dentro del marco de la continuidad y la racionalidad de la
empresa capitalista, aspirando a una ganancia siempre renovada, a una “rentabilidad”, porque de otro modo
estaría condenada a sucumbir.
Acción económica “capitalista”: será aquella que se apoya sobre la expectativa de ganancia por medio
del aprovechamiento de posibilidades de intercambio, posibilidades lucrativas pacíficas.
Donde se persigue racionalmente un ingreso capitalista, la acción se halla orientada por un cálculo de
capital: el ingreso se halla integrado a una utilización planificada de prestaciones útiles por parte de personas
y cosas consideradas como medios para ese ingreso. La integración tiene lugar de tal modo que, en el monto
final del balance total calculado, el valor monetario de los bienes poseídos supere el “capital”, o sea, el valor
estimado en el balance de los medios que hacen posible ese ingreso.
Antes de que exista el Estado Nación moderno, había otras instituciones que también recolectaban
cierta información sobre los miembros de esa organización para poder administrarla. Eran fundamentalmente
la iglesia y también los gremios. Ese tipo de modelo fue copiado por los estados-nación modernos. Por el
crecimiento de la población fue necesario recolectar esa información para poder administrar a grandes
cantidades. Cada acto debe basarse sobre un cálculo.
Durante la época moderna sucedió un proceso de burocratización, es decir, esta burocracia que habían
empleado los medios administrativos de las monarquías absolutas, que dieron como resultado el Estado-
Nación fue aplicable luego a otras instituciones modernas como los hospitales y las escuelas, generando así
más burocracias. Este es un proceso que Weber llama proceso creciente de racionalización. Para que avance
la racionalidad debe haber un retiramiento de lo “mágico”, el desencantamiento del mundo.
Occidente ha conocido un capitalismo, no desarrollado en ningún otro lugar de la tierra: la
organización racional capitalista del trabajo (formalmente) libre. Las condiciones de posibilidad de esta
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organización moderna de la empresa capitalista son: La separación de la economía doméstica y la industria


(sólo en Occidente se da la separación jurídica entre el patrimonio personal y el patrimonio industrial); y la
contabilidad racional (que permite dicha separación).
La racionalidad del capitalismo moderno occidental está condicionada por la previsibilidad de los
factores técnicos decisivos, que son los que constituyen la base del cálculo exacto. Un cálculo exacto sólo es
posible sobre la base del trabajo libre. El desarrollo de la ciencia y la tecnología posibilitaron una ganancia al
capitalismo por su utilización.
El moderno capitalismo empresarial necesita tanto de previsibles medios técnicos de trabajo como del
Derecho previsible y de una administración sujeta a reglas formales porque si no, no podría existir una
empresa capitalista con una seguridad jurídica. No se puede establecer un cálculo seguro si las reglas
cambian constantemente y no remiten a la objetividad del capitalista.
No solo las determinaciones económicas sino también las ideas, modos de pensar, condicionan el
nacimiento de distintas prácticas y desarrollos históricos. Hacen de un punto de vista, una cosmovisión.
Para Weber la realidad es infinita, no hay en las cosas mismas algo que nos diga qué es lo que
debemos investigar, es el punto de vista del investigador lo que determina aquello que se estudia. Lo esencial
es aquello que merece ser conocido, y algo merece ser conocido de acuerdo a la valoración del fenómeno en
un momento histórico. Que el investigador sea subjetivo a la hora de elegir investigar sobre un tema u otro,
no significa que sus resultados no sean objetivos.
¿De qué trata la ética protestante y el espíritu del capitalismo?
Del condicionamiento de una “mentalidad económica” (un ethos) por parte de ciertos contenidos de la
fe religiosa. Hay algo de la fe religiosa que apunta al espíritu del capitalismo, que es la mentalidad que
aspira al lucro ejerciendo sistemáticamente una profesión y una ganancia racionalmente legítima. Esta
mentalidad ha encontrado su realización más adecuada en la empresa moderna. Weber estudia las relaciones
entre el ethos de la economía moderna y la ética racional del protestantismo ascético. Se investiga sólo un
aspecto de la relación causal, que es cómo esta mentalidad religiosa condiciona cierto comportamiento
económico. A su vez, la mentalidad religiosa también está condicionada por factores económicos. El
catolicismo “trababa” el progreso del capitalismo.
Con esta teoría Weber se opone a Marx, que postula que la religión es una superestructura que
depende de la economía. Para Weber la aparición del capitalismo responde a la ética religiosa calvinista, que
ve en el éxito una prueba de la gracia divina. Para él las creencias religiosas son factores fundamentales para
la transformación económica de la sociedad.
El origen del capitalismo moderno está marcado por el surgimiento de los valores de la ética
protestante, ya que el capitalismo moderno apareció primero en países protestantes, como Inglaterra y países
bajos. Para Weber la ética protestante, es decir, la de la secta calvinista que procuraba que los bienes no
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fueran para la acumulación, el disfrute o el consumo sino para el trabajo y la reinversión, fue al auge del
espíritu capitalista. Trabajar, invertir, producir, reinvertir.
Esta rama cree en la predestinación, el hecho de que cada sujeto cuando nace está predestinado a ser
salvo o a ser condenado y que uno no puede saber si pertenece a un grupo o a otro. Lo que ve Weber es que
en las sociedades donde se dio fuertemente el protestantismo y sus variantes calvinistas también surgió el
capitalismo. No es una relación causal sino que hay afinidades electivas entre uno y otro, entre la ética del
protestantismo y el espíritu del capitalismo. Esto es porque la gente cree que la salvación es el éxito, entonces
el protestantismo calvinista renunciará a los placeres mundanos en una práctica ascética, que es la renuncia
de los placeres terrenales y un vínculo a lo espiritual. Se va a renunciar a todo lo que tiene que ver con la
lujuria, ya que la peor consecuencia de la riqueza es el ocio. El obrar sirve para aumentar la gloria de Dios, y
el primero y principal de todos los pecados es la dilapidación (pérdida, gasto) del tiempo. El principio
paulino “quien no trabaja que no coma” se aplica a todos.
Dios no exige el trabajar por trabajar, sino el trabajo como profesión. El ascetismo se dirige en contra
del goce despreocupado de la existencia y de todo aquello que produjera alegría o no tuviera como fin un
obrar al servicio a la gloria de Dios. La riqueza se impone como un precepto divino, por lo que además de la
estrangulación del consumo, se le suma la quita de las restricciones al espíritu de lucro, cuyo resultado
inevitable es la formación de un capital que necesariamente va a ser invertido en finalidades productivas.
Entonces se va a concentrar todo el excedente, se va a reinvertir en el trabajo y en el propio comercio.
Esa constante reinversión, esa búsqueda de éxito profesional de ética del trabajo, es lo que va a generar la
base para el auge del capitalismo. Esas son las bases del capitalismo: que se acumule capital y que ese capital
se reinvierta para que genere aún más capital. Weber define al espíritu del capitalismo como aquellos hábitos
e ideas que favorecen el comportamiento racional para alcanzar el éxito económico y maximizar las
ganancias.
Las consecuencias de estas creencias son:
- Se van especializando los trabajos, quedando atrás la profesión no estable que lleva al ocio y al
desorden de la vida.
- No hay una lucha contra el lucro racional, sino que se está en contra del uso irracional de la riqueza,
el lujo, el goce desmedido y la despreocupación.
- Respecto a la producción de bienes, se está en contra de la sed de bienes instintiva, no hay que gastar
inútilmente. Se debe invertir en un fin productivo y no en su propio goce, es así cómo se forma el
capital, como consecuencia de la obligación ascética del ahorro.
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2.4. Pierre Bourdieu: La sociología reflexiva: espacio social, tipos de capital y lucha. „Habitus‟, „illusio’,
sentido práctico y disposiciones relativas a las posiciones. Poder simbólico y violencia simbólica en la
construcción social de la realidad. Aproximación a la cuestión del Estado. La estructura del campo
económico, las luchas y el habitus económico.
Bourdieu: Espacio social y poder simbólico
Constructivismo estructuralista: por estructuralista se entiende que existen estructuras objetivas en
el mundo social, independientes de la conciencia y la voluntad de los agentes, que son capaces de orientar o
coaccionar sus prácticas o representaciones. Por constructivismo se entiende que hay una génesis social 1) de
los esquemas de percepción, pensamiento y acción que son constitutivos del habitus, y 2) de las estructuras
de campos y grupos, clases sociales. Bourdieu utiliza esta mirada para su estudio.
Objetivismo Subjetivismo
Reduce el mundo social a las representaciones que de él
Trata a los hechos sociales como “cosas” y deja de
se hacen los agentes. La tarea de la cs social es producir
lado el hecho de que son objetos de conocimiento en la
un “informe de los informes” producidos por los objetos
existencia social
sociales
La vida social debe explicarse no por la concepción de La realidad social tiene un sentido y una estructura de
aquellos que en ella participan, sino por las causas pertinencia específica para los seres humanos que viven,
profundas que escapan de la cc actúan y piensan en ella
Por una serie de construcciones de sentido común, los
Inclinación positivista a concebir las clasificaciones individuos preseleccionan y preinterpretan ese mundo
como recortes operatorios o como un registro que aprehenden como la realidad de su vida cotidiana.
mecánico de discontinuidades objetivas Los objetos de pensamiento determinan el
comportamiento, motivándolo
El conocimiento científico se obtiene por una ruptura
El conocimiento está en continuidad con el
con las representaciones primeras (“prenociones” en
conocimiento de sentido común, que es una
Durkheim e “ideología” en Marx) que conduce a las
“construcción de construcciones”
causas inconscientes
Marx y Durkheim Schutz (fenomenología) y Garfinquel (etnometodología)
Error: nos induce a deducir las acciones y las Error: nos induce a reducir las estructuras a las
interacciones de la coacción estructural interacciones

Por un lado, las estructuras objetivas que construye el sociólogo, al apartar las representaciones
subjetivas de los agentes, son el fundamento de las representaciones subjetivas y constituyen las coacciones
estructurales que pesan sobre las interacciones; por el otro lado, esas representaciones también deben ser
consideradas si se quiere dar cuenta de las luchas cotidianas que tienden a transformar o a conservar esas
estructuras. Esto significa que los dos momentos, obj y subj, están en una relación dialéctica.
Para superar la oposición entre las estructuras y las representaciones hay que romper, dejar atrás el
pensamiento sustancialista, el del sentido común, que no reconoce ninguna otra realidad que aquella que se le
ofrece a la intuición directa en la experiencia ordinaria. El pensamiento relacional es el pensamiento
científico, que sostiene que la realidad es relacional. La “realidad social” es un conjunto de relaciones
invisibles que constituyen un espacio de posiciones definidas las unas por relación a las otras.
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La sociología, en su momento objetivista, es una topología social, un análisis de las posiciones


relativas y de las relaciones objetivas entre esas posiciones. El espacio social está construido de tal manera
que los agentes, los grupos o las instituciones que en él se encuentran colocados tienen tantas más
propiedades en común cuanto más próximos estén en este espacio.
Las estrategias de condescendencia son aquellas por las cuales los agentes que ocupan una posición
superior en una de las jerarquías del espacio objetivo niegan simbólicamente la distancia social que no deja
por eso de existir, asegurándose así las ventajas del reconocimiento acordado en una denegación puramente
simbólica de la distancia que implica el reconocimiento de la distancia.
El espacio social está construido de manera tal que los agentes que ocupan en él posiciones
semejantes son situados en condiciones semejantes, y tienden a tener disposiciones e intereses semejantes.
Las disposiciones adquiridas en la posición ocupada implican una adaptación a esta posición, haciendo que
todos tengan un sense of one‟s place, que hace que se mantengan en su lugar y guarden las distancias. Estas
estrategias pueden ser perfectamente inconscientes. Las distancias sociales están inscriptas en los cuerpos, en
la relación con el cuerpo, el lenguaje y el tiempo.
Bourdieu critica la noción de “clase” de Marx: las “clases en el papel” no son grupos reales. Los
agentes son distribuidos en el espacio social global, según el volumen y la estructura del capital que poseen.

El capital es todo lo socialmente valioso, disputable, acumulable en torno al cual surge un mercado
(gente que está dispuesta a comercializar con él), instituciones que lo regulan, agentes que se lo disputan (es
decir un campo social). Al ser el capital una relación social, es decir, una energía social que ni existe, ni
produce efectos sino en el campo en el que se produce y reproduce, cada una de las propiedades agregadas a
la clase recibe su valor y su eficacia de las leyes específicas de cada campo. Ahora bien, esa “energía de la
física social” se presenta en diferentes clases: el económico, el cultural, el social y el simbólico.
Capital económico: bienes de producción, materia prima, intereses financieros. Cumple todas las
características del capital, es acumulable, transferible. Cuanto más capital poseas, más fácil será conservarlo.
Capital social: son las relaciones de interdependencia, amistad, solidaridad, estables y duraderas.
Todo aquello que brinda la relación con otra persona. Puede hacerte un préstamo, un favor social, prestar sus
servicios. Pone a tu disposición los tres tipos de capitales.
Capital cultural: Es la cultura que posee una persona y requiere una condición, que los agentes
puedan entender o disfrutar ese bien cultural. Tiene tres formas: incorporado en forma de saberes en los
sujetos, objetivado en forma de bienes culturales como libros, o institucionalizado mediante títulos que
acreditan mi aportación de capital cultural. El capital cultural incorporado es en forma de Habitus.
Capital simbólico: tiene que ver con el reconocimiento, es el quantum de energía que tienen los
capitales que hacen que sean reconocidos como tal frente a otros agentes y puedan entrar en el sistema de
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conversión de capitales. Hace referencia a la forma que revisten las distintas especies de capitales cuando son
reconocidos como legítimos. Toda diferencia reconocida, aceptada como legítima, funciona como capital
simbólico que proporciona un beneficio de distinción. También pueden estar institucionalizados.
Todas estas formas de capital luchan por la adquisición de su posición y distribución a través de un
determinado campo social. El campo social es un campo de lucha, de disputa pero también de interjuego
social. Es donde se disputan los cuatro tipos de capital y hay tantos capitales como formas de capital
específico. Cada campo se estructura en torno a un capital específico, ej campo de la psicología, la salud, etc.

Habitus: Sistema de disposiciones, de modos de percibir y apreciar, y modos de disposición para la


acción, adquiridos a lo largo de la vida en las distintas prácticas sociales. Es un proceso de adquisición
constante. Las estructuras en las que estamos inmersos en las prácticas sociales se hacen carne en el habitus.
Las categorías, los esquemas de representación con los cuales se busca conocer la realidad social emergen de
estas estructuras objetivas. El habitus y el espacio social son conceptos inseparables, se definen
relacionalmente.
El Habitus son disposiciones durables, duraderas y transferibles; perduran en el tiempo y su objeto es
la reproducción. Es inconsciente, una vez incorporado está naturalizado. Se forma en una determinada clase y
posición social porque cada agente social ocupa un lugar en el campo social respecto de la cantidad de capital
que posee. Esto es lo que origina el Habitus de clase, y tenderá a reproducir esa distribución desigual del
capital que origina la estructura del campo. Cada uno intentará conservar la posición social y la cantidad de
capital que tiene y acrecentarlo.
El espacio social se organiza en términos de lucha. Puede estar desagregado en dimensiones, o sea, en
campos específicos que se configuran según lo que está en juego. Las posiciones de los agentes en estos
campos marcan cierta trayectoria, y tendrán que ver con la apropiación y acumulación de sus capitales.
El campo es el lugar de disputa donde se distribuye desigualmente el capital. Dicha desigualdad
distributiva dará lugar a la estructura misma del campo. Bourdieu postula que la reproducción social (es decir
que se reproduzca la desigual distribución del capital dentro del campo social) es producto de la educación
estatal pública, porque en la escuela se transmite una doble imposición de un arbitrario cultural, se ejerce la
violencia simbólica de transmitir un recorte arbitrario de la cultura, porque no se podría transmitir la cultura
en su totalidad. Lo que se hace en la escuela es hacer un recorte de la cultura y eso es lo que se transmite pero
no como un recorte arbitrario sino como un recorte humano, universal, natural, irremplazable. Lo que no se
transmite es una sub-cultura degradada que no tiene la altura para ser transmitida oficialmente. Se transmite
la cultura de la clase dominante, la alta cultura. Las bellas artes, las letras, lo científico, lo artístico.
Bourdieu propone entender como poder simbólico al poder de constituir lo dado al enunciarse, de
actuar sobre el mundo, de producir un efecto mediante una relación definida que da origen a la creencia en la
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legitimidad de las palabras y de quienes las pronuncian. Y por violencia simbólica, a aquella que se ejerce
sobre un agente social con el consentimiento de este poder. Es la violencia ejercida en una relación
asimétrica entre dominantes y dominados; no es una violencia física, es más bien una violencia tácita,
invisible, implícita e interiorizada por los sujetos mediante el habitus conformado en la familia, la clase
social y la educación. Oculta las propias relaciones de fuerza que la sostienen y que le dieron origen. Esto se
parece al concepto de ideología en Marx.
La violencia simbólica tiende a reproducir las condiciones materiales que le dieron origen, en la cual
las clases dominantes van a tender a conservar su posición social, material, económica, simbólica, y negar el
acceso a las propias clases subalternas. Está naturalizada, es percibida por los dominados como natural o
incluso beneficiosa; incuestionable, en los límites de lo pensable.
Se dan al mismo tiempo luchas políticas y simbólicas porque se trata de adquirir capitales y de hacer
reconocer por parte de los demás los capitales adquiridos. El reconocimiento implica que los demás tienen
que ver, apreciar y tener una cierta disposición a actuar según lo que determinados agentes proponen.
El eje central de las luchas políticas y simbólicas es por la nominación, por hacer reconocer una
nominación como legítima. Quien da el estatuto de legitimidad es el Estado, porque fija jurídicamente cómo
se denominan determinadas cosas en el espacio social y esa forma de nominarlas actualiza poderes. El
Estado para Bourdieu es quien tiene el monopolio de la nominación legítima.
La nominación implica acción, el uso del discurso es siempre un modo de hacer social porque al
hacer uso del lenguaje estamos haciendo existir un cierto estado del espacio social. Nominar es siempre hacer
algo. El Estado ejerce siempre violencia simbólica legítima porque desplaza a otras nominaciones, y es
simbólica porque no es reconocida como violencia por quien la sufre, no la percibe como tal.

Bourdieu: Algunas propiedades de los campos


Los campos son espacios estructurados de posiciones cuyas propiedades dependen de su posición en
dichos espacios y pueden analizarse en forma independiente de las características de sus ocupantes. Un
campo puede definirse por aquello que está en juego, por sus intereses. Para que un campo funcione es
necesario que algo esté en juego, y que dentro del mismo haya gente dispuesta a jugar, dotadas del habitus de
las leyes inmanentes al juego. Existen leyes generales de los campos: campos tan diferentes como el de la
política, el de la filosofía o la religión tienen leyes de funcionamiento invariantes.
La estructura de un campo es un estado de relación de fuerzas entre los agentes o las instituciones que
intervienen en la lucha, o bien podría decirse, la distribución del capital específico que ha sido acumulado
durante luchas anteriores y que orienta las estrategias ulteriores. Las relaciones dependen del capital, y
pueden ser de dominación, de subordinación o de isonomía.
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Hablar de capital específico significa que el capital vale en relación con un campo determinado, es
decir, dentro de los límites de este campo, y que sólo se puede convertir en otra especie de capital dentro de
ciertas condiciones. La lucha en los campos se da porque aquellos que, dentro de un estado determinado de la
relación de fuerzas, monopolizan el capital específico, que es el fundamento del poder o de la autoridad
característica del campo, se inclinan hacia estrategias de conservación, defienden la ortodoxia. Mientras
tanto, los que disponen de menos capital se inclinan a utilizar estrategias de subversión, las de la herejía.
El terreno común de lucha se da porque toda la gente comprometida con un campo tiene una cantidad
de intereses fundamentales comunes, es decir, todo aquello que está vinculado con la existencia misma del
campo, de allí que surja una complicidad objetiva entre ellos. La lucha presupone un acuerdo entre los
antagonistas sobre aquello por lo cual merece la pena luchar.
Los recién llegados tienen que pagar un derecho de admisión que consiste en reconocer el valor del
juego y en conocer ciertos principios de funcionamiento del juego. Ellos están condenados a utilizar
estrategias de subversión pero estas deben permanecer dentro de ciertos límites, so pena de exclusión.

UNIDAD TEMÁTICA III: TRANSFORMACIONES SOCIALES ENTRE EL SIGLO XX Y SIGLO XXI


3.1 Mutaciones sociales durante el siglo XX. Caracterización de las innovaciones en el capitalismo.
Advenimiento de las sociedades del bienestar. Del estado benefactor al estado neoliberal. Caracterización del
neoliberalismo como racionalidad gubernamental. Estado neoliberal en Argentina y en la región.
Monteverde, Allevi: De las sociedades del bienestar a la generalización del precariado: la
construcción histórica de los derechos sociales y su desmantelamiento contemporáneo
Christian Laval y Pierre Dardot (2013) proponen trascender la visión reduccionista – y hasta el
momento clásica – de pensar al neoliberalismo como ideología o como política económica surgida alrededor
de la década de los setenta, para pensarlo, por el contrario, como la configuración de una normatividad
práctica y una racionalidad política que arrasó con las concepciones y prácticas que signaron el siglo XX para
configurar no sólo nuevos fundamentos para el ejercicio del gobierno, sino también (y especialmente)
subjetividades específicas que habiten estas nuevas sociedades.
Luego de la doble revolución (industrial y francesa), el liberalismo como corriente de pensamiento se
impulsó paulatinamente para la organización estatal y la económica. Se da una nueva racionalidad liberal de
gobierno, donde el mercado es el espacio natural de los intercambios, con una regulación espontánea de ese
mercado, y además se debe intervenir lo menos posible en él.
Sin embargo, comienzan dificultades económicas en los estados capitalistas, que llevan a los
gobiernos a pensar en la intervención económica en la política y el mercado. Las crisis económicas de 1873 y
1890 impulsaron a distintos estados europeos a intervenir en la economía y planificación social.
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Esas crisis tienen una intensa conflictividad social generada por las condiciones económicas del
pauperismo que el mismo capitalismo generaba. Esto lleva inevitablemente a que se piensen las
intervenciones estatales, ligadas a la necesidad de incorporar derechos en la esfera de lo público, los soportes
del individuo. Se deben mejorar las condiciones de vida, existe la necesidad de regular el funcionamiento del
mercado de trabajo y del sistema económico.
Intervenciones estatales (inicios del “Estado de Bienestar” occidental luego de la SGM):
- Otto von Bismark – Alemania: 1° legislación social – leyes de seguro de enfermedad obligatorio
(1883), de accidentes de trabajo (1884) y de invalidez y vejez (1889). Este es el primer antecedente
histórico en relación al bienestar de los trabajadores y al Estado de Bienestar.
- F. D. Roosevelt – Estados Unidos: 1932 New Deal
- John Maynard Keynes – Teoría económica 1936 – Modelo Keynesiano
- William Beveridge – Inglaterra 1941
Contexto: fines del siglo XIX y principios del XX. Órdenes generales históricos:
Imperialismo: consiste en la colonización sistemática de espacios no europeos (África) por las
naciones del viejo continente. Responde a recurrentes crisis del modo de producción, que requería nuevos
espacios para canalizar las inversiones, y ampliar sus mercados. Fortalecimiento de idearios de Nación en
función de su capacidad de dominación y superioridad. Se trasladan las condiciones internas de esos países
europeos a otras latitudes.
Primera Guerra Mundial (1914-1918): competencia y violencia por el reparto de mercados.
Revolución Bolchevique (1917): triunfan las ideas marxistas, ofreciendo a los sectores obreros
politizados otro modelo societal posible donde se velaba por sus derechos.
La gran depresión: crisis económica de 1929 debido a la caída de la bolsa de Wall Street: millones de
trabajadores sin empleo, se volvió ociosa la capacidad productiva instalada, se desmoronó la demanda de
mercancías y servicios. Impacta no sólo en EEUU sino también en Europa. Ascenso de los fascismos:
Mussolini (Italia 1922-45) Hitler (Alemania 1933-45) Franco (España 1936-75).
Roosevelt en 1932 establece el New Deal (nuevo pacto), un programa de intervención estatal en el
ámbito social, brindando asistencia a desocupados, y económico, regulando precios agrícolas. Se lanza un
programa de obras públicas, remoldeando el conjunto del sistema bancario e imponiendo garantías para los
depósitos.
Políticas Keynesianas: las crisis no son un fenómeno extraño del sistema capitalista, sino que las
crisis son un fenómeno recurrente y estructural de este sistema. Allí es necesario que el Estado intervenga
para regular los flujos de circulación del capital financiero y productivo, y también para actuar con medidas
contracíclicas cuando la crisis acontece. Las políticas Keynesianas buscan promover el crecimiento de la
demanda a partir de la intervención del Estado, aumentar el gasto público para generar una demanda que
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movilice los recursos ociosos, pudiendo el Estado transformarse en empleador, y promover la obra pública o
estimular al sector privado para solventar transitoriamente la crisis.
Estas iniciativas políticas requirieron una mayor redistribución de la renta social, que la renta pública
no dependa solamente del sector más rico, sino también de la sociedad en general, a fin de promover la
reactivación de la demanda global, para la superación de la desocupación y el logro del pleno empleo. Esta
teoría económica y la experiencia del New Deal conformaron una serie de propuestas de política económica
que fueron implementadas por la mayor parte de los Estados una vez terminada la SGM.
Otro puntapié inicial es el del plan Beveridge: la Cámara de los Comunes de Gran Bretaña nombró
una Comisión Interministerial del Seguro Social y Servicios Similares encargada de estudiar un plan de
Seguridad Social para la reconstrucción del país después de la guerra. Este plan consistía en un proyecto de
seguros sociales (seguros de enfermedad, de pensiones a la vejez, a las viudas y huérfanos, ampliación de la
cobertura a los trabajadores por accidentes y enfermedades de trabajo, etc.) que abarcaba a todos los
ciudadanos y no solo a quienes trabajan en relación de dependencia. Las características fundamentales eran
su universalidad (porque cubría a toda la población), y su uniformidad (porque las prestaciones debían ser
aseguradas de igual manera cualquiera sea el estatuto social de los individuos).
En este modelo se brindan prestaciones equitativas a todos los ciudadanos, financiadas con impuestos
y contribuciones, independientemente del nivel de aporte del beneficiario.

Se puede definir entonces al Estado de Bienestar como un fenómeno histórico y político del
capitalismo, cuyos orígenes se remontan a procesos gestados entreguerras, su desarrollo concreto se dio al
finalizar la SGM, y sus límites se esbozaron a mediados de los años setenta. El Estado de Bienestar supuso
una forma estatal diferente a la manera que hasta entonces el liberalismo había pensado la relación entre
sociedad, gobierno y economía.
Los “treinta gloriosos” – 1945-1975 – son años en los que primó el Estado de Bienestar, y estuvieron
signados por dos procesos:
a) un crecimiento económico sostenido y antes nunca alcanzado, motorizado por la necesidad de
reconstruir la Europa arrasada luego del conflicto bélico.
b) la denominada guerra fría, conflicto geopolítico entre dos bloques que representaban propuestas
societales antagónicas, representadas y comandadas cada una de ellas por EEUU y la URSS.
Estado Keynesiano Estado de Bienestar
Motivaciones fundamentalmente económicas. Motivaciones de índole político-social.
Instituciones caracterizadas por su rigidez, ya que crean
Instrumentos flexibles para ser utilizados
derechos garantizados jurídicamente e incorporados
anticíclicamente.
como derechos adquiridos en la cc de la población.
Opera en el campo de la inversión y la producción. Opera en el terreno de la redistribución, que pretende
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permitir el acceso de amplios sectores de la población al


consumo de bienes y servicios.
Ambas pugnan por alcanzar el pleno empleo, financian políticas sociales con el aumento de la recaudación
fiscal y suponen un mayor protagonismo del E en la esfera económica, como regulador y como empresario.

Esping-Andersen (1996): sostiene que el desarrollo del Estado benefactor implicó algo más que una
actualización de las políticas sociales vigentes hasta ese momento, representó un esfuerzo de reconstrucción
económica, en tanto se apartó de la ortodoxia de los mecanismos del mercado y apuntó a la ampliación del
nivel de ingresos y de la seguridad laboral como derechos de la ciudadanía; moral, ya que promovió ideas de
justicia social, solidaridad y universalidad; y política, dado que formó parte de un proyecto de construcción
nacional que procuraba reafirmar la democracia liberal contra los peligros del fascismo y el comunismo.
El Estado benefactor supone una legitimación de la dominación del capital compatible con la
democracia, permitiendo que la ganancia de los capitalistas (al tiempo que los beneficia privadamente)
implique una inversión social, lo que hace posible un crecimiento económico basado en el pleno empleo. De
aquí que tanto los capitalistas como los trabajadores se encuentran en condiciones de pagar impuestos al
Estado a fin de que éste pueda solventar los costos que le implica cumplir con la promoción del bienestar
general. El seguro social se impone como forma de gestión social en tanto permite salir de una visión
individualista de la sociedad.
Nueva fase del capitalismo, en la cual una producción masiva requiere un consumo masivo, que sólo
será posible a partir del aumento del poder adquisitivo de los trabajadores. Se da una transformación
sustancial en la concepción del salario, el consumo y la ciudadanía tuvieron un trasfondo político de
envergadura, lo que se llama el “pacto constitución de posguerra”, que derivó en una institucionalización del
conflicto de clases mientras que los sindicatos centraron sus luchas en aspectos económicos políticos,
alejándose el peligro revolucionario de occidente.
Por primera vez en la historia generaciones de jóvenes nacieron no sólo con amplios niveles de
cobertura social y en medio de un periodo de paz, sino que también eso implicó su posibilidad de
escolarizarse en todos los niveles, exentos de la necesidad de emplearse para ello. Esto abrió la posibilidad al
cuestionamiento que desde los sesenta los jóvenes comenzaron a realizar sobre ciertos patrones de conducta y
organización que regían a sus padres, quienes veían como conquistas superlativas los derechos de los cuales
gozaban. Consecuencias: el desarrollo del movimiento hippie en EEUU y su oposición a la guerra de
Vietnam, el mayo francés en 1968 e incluso los pronunciamientos de las izquierdas respecto a la rigidez de
los mecanismos productivos y su carácter monótono y alienante sobre la personalidad.
Del fin del bienestar a la gran crisis de las hipotecas: El fin de este periodo está marcado por:
- Desaceleración del crecimiento económico de los países centrales hasta su virtual estancamiento.
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- Disminución de la tasa de ganancia, como resultado de la necesidad de invertir un monto creciente de


capital para obtener determinado aumento de la producción.
- Aumentos de los precios de las commodities en los años 70, en especial del petróleo, condujeron al
aumento de la tasa de inflación. No obstante, los mayores costos no pudieron ser trasladados
absolutamente a los precios debido a la creciente competencia.
- La financiarización de la economía, en relación al creciente dominio que los mercados y la lógica
financiera ejercen sobre el conjunto de la dinámica económica desde finales de la década de los 70.
Esta financiarización implica:
- Un aumento de la importancia del capital financiero que se traduce en el creciente protagonismo
económico y político de los agentes que lo representan y, por tanto, en el incremento de su capacidad
para imponer sus intereses.
- Este ascenso origina la expansión y transformación de los espacios en los cuales el capital financiero
se valoriza, así como la configuración de una nueva lógica denominada financiarizada, que se impone
al grueso de los ámbitos de la actividad y de las relaciones económicas.
Los economistas liderados por Hayeck lograron un creciente consenso en torno al origen de la crisis
que el capitalismo atravesaba en la década de los setenta: ésta se vinculaba al excesivo poder del movimiento
obrero, que habría socavado la base de acumulación capitalista y conducido a una política de intervención
estatal que elevó el gasto público a un nivel insostenible. Hayeck sostiene que la crisis del estado benefactor
se debe al poder que adquirió la clase obrera debido a la política intervencionista.
Estas ideas llevan al triunfo en los años 80 de Margaret Tatcher en Reino Unido y Ronald Reagan en
EEUU, marcando la hegemonía del pensamiento neoliberal y del capital financiero. Se dan políticas
orientadas a desregular los mercados (privatización de empresas y servicios públicos), y se eliminan las
restricciones de operatoria del sistema financiero. El rápido incremento de la rentabilidad y la proliferación
de nuevos instrumentos financieros, impactan en un cambio sustancial en el manejo de las empresas
productivas.
Los mecanismos de desregulación afectan en el mercado de trabajo, ocurre un aumento de la tasa de
desempleo y un estancamiento de los salarios. Existe un carácter regresivo de la distribución del ingreso.
Aumenta la desigualdad social, condenando a las familias de bajos recursos a sostener su consumo bajo la
forma del crédito, y por ende ingresar en una lógica de endeudamiento de la cual difícilmente salgan.

Germain, Ragone, Costa: El proyecto neoliberal en sus diferentes dimensiones


1934 – es empleado por primera vez el término “neoliberalismo”
1938 – Lippmann publicó su libro "La buena sociedad" para discutir los destinos del neoliberalismo.
Reconstruye un proyecto sobre las ideas neoliberales.
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1947 – Se retoma el ideal coloquio de Lippmann, se forma una sociedad Mont Pélerin, que buscan
influir a la opinión pública, sobre todo a una élite económica, tratando que se proponga una serie de valores
morales que devuelvan la fe en el neoliberalismo.
1957 – Se realizó el coloquio de Ostende (en la ciudad de Ostende), una continuidad del coloquio de
Lippmann con el objetivo de analizar las propuestas del liberalismo después de la segunda guerra.
Las ideas de la sociedad Mont Pélerin son la restricción de la emisión monetaria, defensa del libre
mercado como mecanismo de asignación de recursos, desregulación económica y financiera, baja del costo
de la fuerza de trabajo, el orden social no podía provenir de las economías de Planificación.
Antecedentes en los que se encarnan las ideas liberales:
Dictadura de Chile 1973 | Dictadura Argentina 1976
UK – Margaret Thatcher | EEUU – Ronald Reagan
¿Cómo entender al neoliberalismo hoy? La perspectiva teórica de abordaje utilizada es en torno a la
problematización foucaultiana de gobierno. Se habla de gubernamentalidad como esos modos de acción más
o menos reflexionados y calculados, destinados a obrar sobre las posibilidades de acción de otros individuos.
El gobierno es entendido como estructuración de un campo de acción actual o eventual por medio de técnicas
y procedimientos destinados a dirigir la conducta de los hombres.
Caracterizamos al neoliberalismo como una racionalidad gubernamental específica que articula un
conjunto de elementos:
- Es una nueva manera de entender al Estado (una nueva forma de gestión, administración).
- Es un repertorio de saberes científicos y no científicos que se orientan a nuevas formas ontológicas
del mundo (el mercado como conjunto de reglas de juego que se independizan de la voluntad de los
generadores de las reglas).
- Es una nueva modalidad de subjetivación que suscita nuevas formas de sí mismo entendidas como
capital, recurso o valor que debe orientarse al máximo desempeño de las competencias sociales.
- Es una estrategia direccionada a la concentración e incremento constante de riquezas.
- Es un modo de producción e incremento de desigualdades.
- Es un programa de desolidarización social.
- Es un modo de organización de la vida colectiva que disuelve a largo plazo las instituciones
modernas, y es incompatible con la democracia tal como la conocemos.
Dardot y Laval caracterizan al neoliberalismo como un modo de gobierno productor de cierto tipo de
relaciones sociales, de ciertas maneras de vivir, de ciertas subjetividades. Lo que está en juego es la forma de
nuestra existencia, el modo en que nos vemos llevados a comportarnos, a relacionarnos con los demás y con
nosotros mismos. El neoliberalismo define cierta norma de vida que es la competencia generalizada.
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En la racionalidad gubernamental neoliberal puede reconocerse un principio lógico estructurante: la


generalización de la competencia y la generación de sujetos que se conduzcan a sí mismos como a una
empresa. Se trata de promover y orientar toda acción en torno al enriquecimiento monetario como sentido
único de la existencia. En este sentido su dirección somete cualquier aspecto de la vida de los hombres,
incluso la limitación de sus derechos, en función de la búsqueda de maximización de las ganancias. Así se
extiende e impone la lógica del capital a todas nuestras relaciones, dando forma a nuestra vida.

El movimiento de interiorización de los mecanismos de mercado, productores de una subjetividad


acorde, permite a Foucault desplazar el problema de la gubernamentalidad y así plantear al gobierno político
la cuestión de la importancia de hacer valer la racionalidad económica fuera de su campo de aplicación
tradicional. El mercado, así, no opera como aquello que limita las pretensiones del Estado sino que el
mercado define un modo de inteligibilidad que puede extenderse indefinidamente a las relaciones
humanas/sociales y a la acción pública. A partir de esta racionalidad cada uno es llevado a ser gerente de
su propia existencia, a ser empresario de sí, y el Estado será llevado a remodelar sus políticas públicas
pasando por el filtro del cálculo costo-beneficio. Esta racionalidad implica interrogar a la acción pública no
por su condición de legítima o ilegítima, justa o injusta, sino por su rentabilidad.
El imperio de la lógica empresarial en el Estado y sus consecuencias:
El proyecto neoliberal enuncia que el ideal del liberalismo es una sociedad de derecho privado. Las
reglas que protegen la propiedad tienen primacía sobre otros derechos (humanos, sociales, laborales).
Se constitucionalizan no sólo las reglas del derecho privado sino las tres “reglas de oro” de la
economía neoliberal: estabilidad monetaria, equilibrio presupuestario y principio de la libre
competencia. (Este objetivo es acompañado por una hostilidad hacia la soberanía popular y la democracia,
en la medida en que esa democracia sería la expresión de una voluntad popular de reconocimiento de
derechos por la justicia social).
La crisis como “arma de guerra” tiene como consecuencias una sistemática desolidarización,
desactivación de las protecciones y respuestas que impliquen organización colectiva. Un régimen que
descansa en el endeudamiento masivo de los individuos, de los hogares y los Estados, que genera una
inestabilidad económica permanente y en el límite la captura de recursos naturales que se destruyen de modo
irreversible por un uso extrativista.
El E deja de jugar como contrapeso del mercado para pasar a regirse por sus propias reglas. Las
agencias estatales intervienen reforzando la lógica de mercado, facilitando la privatización o tercerización de
los servicios públicos, que se someten a la lógica de la eficiencia y la competencia. No se procura atacar las
causas del empobrecimiento, para atenuarlo se insta a convertirse en empresarios de sí mismos,
constituyendo pobres cada vez más pobres, ricos cada vez más ricos, democracias cada vez más débiles.
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Fuerzas sociopolíticas y económicas que gestionan a nivel global el proyecto neoliberal: sector
financiero (oligarquía financiera); aparato político que genera o administra políticas generadas por el sector
financiero; comunicadores e intelectuales de pantalla/medios de comunicación, destinados a fabricar el
consentimiento de la población.
Mutaciones en la subjetivación:
Las transformaciones neoliberales necesitaron una fuerte caladura psicológica basada en la promoción
de acciones para consolidar la idea de un individuo que, como un átomo aislado, actúa desde el
emprendimiento individual en menoscabo de la idea de una sociedad que quiere vivir junta.
Son conocidas dos declaraciones de Margaret Thatcher en las que plantea que la implementación de
un modelo económico implica modificar el alma y que no existe lo que llamamos sociedad, en todo caso
habría familias, individuos, vecinos. En ese sentido, esta sociedad de individuos modifica modos de
existencia a través de la colonización cultural.
Estamos en una sociedad de hiperconsumo. La industria produce en la dirección de un consumo que
radicaliza el individualismo. Consumos que se demarcan de regulaciones o convenciones sociales –
femenino/masculino; populares/exclusivos; modernos/tradicionales – el consumo se vuelve fragmentado.
Cultura del placer: consumo para tener experiencias placenteras. Cambia el modo de percibir y
relacionarnos con el tiempo y el espacio. La espera es ausencia de experiencia, se deben romper los tiempos
muertos. Se pasa de la cultura del esfuerzo a la eterna juventud (medicalización de los estilos de vida).
Cuando la exploración de lo psicológico se erige como medio para resolver los conflictos sociales, lo
que se obtura es la posibilidad de plantear una alternativa política pública transformadora de los
condicionamientos que exceden lo singular.

Ferrer: La construcción del Estado neoliberal en la Argentina


Condición necesaria para la construcción del Estado neoliberal: eliminar la libertad de acción del
Estado nacional; crear restricciones tales que la libertad de maniobra de las obras públicas quede recortada.
Objetivo político del Estado neoliberal: permitir el libre despliegue de las fuerzas del mercado y
consolidar los intereses hegemónicos establecidos. Se deben realizar reformas y compromisos que
condicionen las políticas públicas.
La globalización cumple el mismo objetivo, ha borrado las fronteras nacionales y ha transferido el
poder a la esfera transnacional, por lo que el Estado nacional ha desaparecido, su acción se reduce a
transmitir señales amistosas para administrar los mercados. Con estos mismos objetivos y fines, se constituyó
el Estado neoliberal en la Argentina. Abarca la dictadura (1976-1983) y los años entre 1989 y la crisis del
2001. El resto fue gob de Alfonsín, que heredó la crisis de la dictadura y la democracia y la inspiración
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nacional no alcanzaron; y en 1999 gobernó la Alianza (UCR y Frente País Solidario), con De la Rúa, en
donde se propuso sólo la prolijidad de un régimen cuya segunda etapa se acercaba a su crisis terminal.
La formación del Estado neoliberal en Argentina tuvo lugar en un contexto internacional
caracterizado por el predominio de la financiarización en los países centrales y una activa globalización
financiera. En los países centrales, durante la crisis de los años 30, prevaleció el paradigma keynesiano y el
protagonismo de los estados nacionales. El rechazo de la ortodoxia en el mismo centro del sistema generó un
vacío teórico donde surgió el pensamiento desarrollista latinoamericano liderado por Prebisch y la CEPAL.
Primera etapa
Los países de débil densidad nacional volvieron a caer bajo la hegemonía del pensamiento céntrico.
En esta época, América Latina abandona el pensamiento desarrollista y prevalece el pensamiento único y su
énfasis en la apertura de los mercados, la desregulación financiera, la preferencia por la inversión extranjera
por sobre la nacional y la reducción del Estado para garantizar el orden público y la libertad económica.
En Argentina la instalación del Estado neoliberal fue en forma de dictadura. Dentro del país estalló el
desorden económico y social, la violencia, y la debilidad de nuestra densidad nacional. El régimen fue
impuesto por la fuerza, en el marco del terrorismo de Estado. Los instrumentos fundamentales del estado
neoliberal fueron: la desregulación financiera y la apreciación del tipo de cambio, los consecuentes
desequilibrios macroeconómicos y el aumento de la deuda fueron acompañados por el deterioro del tejido
económico y social. La desindustrialización afectó a las pequeñas y medianas empresas, aumentó el
desempleo y agravó la desigualdad en la distribución del ingreso. Sus consecuencias fueron el agravamiento
de los problemas sociales, una deuda impagable, un desborde inflacionario.
Segunda etapa
Se sostuvo dentro de un régimen constitucional. Se volvió a recurrir a la desregulación financiera y a
la apreciación cambiaria, no como en la primera etapa, mediante una devaluación programada, sino con un
régimen más riguroso de convertibilidad, con un tipo de cambio fijo con el dólar estadounidense. En la
primera etapa la construcción del estado neoliberal tropezaba con el obstáculo de un gobierno de facto, en los
cuales los titulares del poder administraban el sector público (que abarcaba empresas públicas de la
infraestructura de transportes, energía y comunicaciones). La dictadura sostenía que sobreviviera ese sector
público y carecía de las condiciones necesarias para modificar el régimen institucional. En cambio, en la
segunda etapa, bajo el marco del estado de derecho, contaba con toda la legitimidad necesaria para avanzar
en el terreno jurídico constitucional, de la construcción del estado neoliberal. Así, con el apoyo de la opinión
y los intereses neoliberales y el aplauso de mercados internacionales, el gobierno puso en marcha la
experiencia más extrema de la construcción de un estado neoliberal dentro del orden mundial
contemporáneo.
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Era indispensable avanzar sobre las bases legales ya que la desregulación financiera y la apreciación
cambiaria podían ser revertidas por un cambio de política. Entonces, lo importante era transformar el
ordenamiento legal y transferir el comando de sectores fundamentales a manos privadas, sobre todo
extranjeras, de modo que el poder del Estado fuera incapaz de ejecutar políticas públicas amenazantes para la
financiarización y la distribución existente del poder.
Los principales instrumentos fueron, entonces, la desregulación financiera y la apreciación del tipo de
cambio, que deteriora la competitividad de la producción doméstica. Aumenta el desequilibrio de las finanzas
públicas. El impuesto inflacionario fue el mecanismo de ajuste para reducir el gasto interno y servir a la
deuda. Las medidas fueron la convertibilidad, el tipo de cambio fijo, la privatización del régimen de
previsión social y la formación de las AFJP.
Se da la privatización de empresas públicas, sobretodo de las TIC y la energía. Existe una deuda
externa impagable con recursos propios, lo que requiere el refinanciamiento continuo y la subordinación a los
criterios de los mercados y el FMI. Se privatizan empresas públicas como estrategia de renuncia a un
proyecto nacional de desarrollo, de demolición de la libertad de maniobra del Estado nacional y
extranjerización de las fuentes de acumulación de capital y tecnología.
Ocurre la provincialización de la propiedad de los recursos naturales, realzando los conflictos entre
los intereses de las provincias sobre la gestión de esos recursos. Se instalan también restricciones externas en
la economía pero más aún internas, que responden a los intereses y visiones alienadas al interés nacional.
En conclusión se puede decir que en ambas etapas del Estado neoliberal, la evidencia mayor fue la
debilidad de la densidad nacional. La vigencia del Estado nacional es lo que asegura una gran densidad
nacional, cosa que en el Estado neoliberal no se encuentra presente. Son necesarias la cohesión e inclusión
social, la impronta nacional de los liderazgos, la estabilidad de las instituciones de la democracia y la
capacidad de ver el mundo desde nuestras perspectivas.

Morresi, Germain: Efectos de la ola neoliberal en nuestra región y nuestro país


1944 – Acuerdos de Bretton Woods: queda fijado el dólar estadounidense como patrón de cambio
internacional. Se plantea crear organizaciones supranacionales que se ocuparan de implantar políticas para
evitar crisis o ayudar después de ocurridas.
1944 – Fundación Banco Mundial: impulsar el desarrollo de los países subdesarrollados.
1945 – Se funda el Fondo Monetario Internacional (FMI): dependiente de la ONU y dedicado a regular el
sistema monetario internacional, a asistir financieramente a miembros en caso de necesidad y a funcionar
como organismo consultivo de los gobiernos.
1947 – Emerge el Acuerdo General sobre Aranceles y Aduanas y Comercio (GATT): regula relaciones
comerciales entre los firmantes.
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1948 – Nace la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL): promueve estrategias
de desarrollo inicialmente apoyadas en el proceso de sustitución de importaciones debido a las restricciones
ocasionadas por la guerra mundial.
Si bien los fines explícitos de estos organismos eran estimular el crecimiento económico y disminuir
la pobreza, la preocupación central era controlar crisis económicas en países o regiones que pudieran
comprometer al mercado mundial.
Tres experiencias neoliberales en nuestro país:
1976-1983: Dictadura militar | 1989-2001: Gobiernos de Menem | 2015-2019: Gobierno de Macri.
En la segunda etapa del siglo XX se van a producir una serie de transformaciones económicas en
América Latina. Los países centrales cierran y esto hace que a Argentina se le haga difícil vender sus
productos.
▪ Crack del „29 y 2da. Guerra Mundial: impulsan el proceso de sustitución de importaciones de la
mano de decisivos apoyos e incentivos estatales. Conflictos por la redistribución de la renta, es decir, la
industria estaba destinada al mercado interno, era una industria que necesitaba de sectores trabajadores con
gran poder adquisitivo. Esa redistribución favoreció a los industriales y a los trabajadores. Los golpes
militares garantizaron la concentración de capitales en los sectores de la oligarquía.
▪ 1959 Triunfo de la Revolución Cubana. Estados Unidos lanza una alianza para el progreso para
contrarrestar esta revolución socialista en los países latinoamericanos.
▪ Gobiernos progresistas y golpes de Estado: en 1964 en Brasil contra João Goulart; en 1968 en Perú
contra Fernando Belaunde Terry; en 1973 en Uruguay autogolpe de Juan Bordaberry y en Chile contra
Salvador Allende; en 1976 en Argentina contra Isabel Martínez de Perón.
Los golpes de Estado en Argentina y Chile dieron lugar a políticas neoliberales, instigadas por EEUU.
La experiencia de Chile, fue guiada directamente por los representantes de la Escuela de Economía de
Chicago encabezados por Friedman y la llevada adelante en Argentina por el ministro de la dictadura José
Alfredo Martínez de Hoz, tenía la misma fuente teórica.
• Retiro de los controles y regulaciones estatales de la actividad económica
• Reorientación de la actividad económica hacia lo rentístico financiero
• Retiro de los controles cambiarios y correlativa apertura comercial
• Déficit de la balanza comercial y la escasez de divisas
• Endeudamiento (créditos blandos) continuo, creciente y a tasas cada vez más graves
• Estatización de deuda privada
Desde el punto de vista económico, se destruyó el aparato productivo, había una alta tasa de inflación,
el precio del dólar había subido. La gestión económica de la dictadura había dejado como saldo una
tendencia inflacionaria creciente, déficit del sector público, escasas reservas para afrontar los pagos de deuda,
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reducción de la tasa de empleo, especialmente en el sector manufacturero. Saldo económico tan catastrófico
como el de su criminal política represiva.
El lento proceso de recuperación de las instituciones democráticas en América latina se da con
particularidades en los años 80 signado por una doble coacción: por un lado a nivel político, la continuidad
del autoritarismo que se resiste a la democracia y la sanción jurídica y social de los crímenes del periodo de
la dictadura, por otro, a nivel económico, limitaciones económicas que la deuda impone para intentar
recuperar el crecimiento y redistribución de la riqueza.
En 1989, en el “Consenso de Washington” se acuerdan una serie de propuestas de las principales
reformas que los países de América Latina debían realizar para volver a generar crecimiento económico. Se
impulsa a reducir el Estado a su mínima expresión, siendo este un mero facilitador de los negocios del sector
privado, se impulsa la apertura al capital transnacional.
Las políticas impulsadas por el presidente Menem son afines a las impulsadas por el consenso de
Washington. Queda excluida la cuestión de la equidad, la problematización de la desigualdad como conflicto
económico/social pero también como obstáculo al desarrollo de la región.
Cavallo, Ministro de economía, implementó el plan de convertibilidad y privatizaciones de empresas
estatales (YPF, Aerolíneas Argentinas, distribuidoras de Gas, Electricidad y Agua entre las más importantes)
y del sistema jubilatorio pasando al sistema Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP).
Se flexibilizaron las leyes laborales para favorecer la competitividad, se desreguló el ingreso de capitales
especulativos y se abrieron las importaciones. Se produjo una estabilidad de precios pero también crecía el
déficit, la deuda externa y el desempleo.
En 1999 asume la gestión de la Alianza, Pte. De la Rúa. Se da un incremento de la deuda. Cavallo era
ministro de economía también. En enero de 2001 se anunció un “blindaje” de 20.000 millones de dólares
aportados por el FMI y otras fuentes de financiamiento público a fin de garantizar el repago de deudas e
intereses para ese año, condicionado por un severo ajuste en una situación ya recesiva, y se aseguró que
estaban disponibles otros 20.000 millones de privados para garantizar los pesos=dólares depositados en los
Bancos por la población argentina. “Megacanje” y corrida bancaria, “corralito” y crisis de gobierno. La gente
no podía sacar sus ahorros del banco. Hubo un cacerolazo.
La aplicación de políticas neoliberales en los 90 en los países latinoamericanos dio como resultado
estabilidad de precios y estancamiento económico, pero como consecuencia de esas políticas creció el
desempleo, el empobrecimiento de sectores medios y se profundizó la pobreza en sectores bajos. Por eso,
surgió la necesidad de superar situaciones de inestabilidad que dio lugar a la emergencia de nuevas
experiencias políticas en la región.
Los gobiernos progresistas de la región llevaron adelante políticas coordinadas para salir de la
profunda crisis regional, resultado de las lógicas administrativas neoliberales, impulsando modelos
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productivistas y de cooperación regional, de autonomía frente a las estrategias impulsadas por EEUU, de
defensa de los Derechos Humanos, de inclusión y de respeto a la diversidad. Se los caracterizó
despectivamente como “populismos".
Se formaron alianzas regionales como UNASUR y BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica se
unieron formando esta asociación económica y comercial).
En Argentina, después de un periodo de convulsión política, la declaración de “default” de la deuda
externa, se llama a elecciones en 2003 y asume Néstor Kirchner, que inicia una etapa caracterizada por un
crecimiento basado en el mercado interno y la redistribución del ingreso en favor de los trabajadores. Se
abrió una nueva etapa de expansión de la economía en 2003 a 2008. En 2006, Kirchner decidió cancelar en
un solo pago la deuda que la Argentina mantenía con el FMI por más de 9800 millones de dólares para poder
de ese modo evitar la injerencia del organismo multilateral de crédito en las decisiones soberanas del Estado
y en la economía argentina en recuperación. Se sancionaron leyes que fortalecieron el rol del Estado en el
manejo de recursos como la nacionalización de los fondos previsionales que estaban desde los años „90 en
manos de empresas privadas, las AFJP, y la creación del Fondo de Garantía de Sustentabilidad del sistema
previsional.
En 2008 hubo una crisis internacional donde el gobierno sube las retenciones a las exportaciones
agrarias y el sector agroexportador empieza una protesta. Crisis de las “Hipotecas” 2008 y repercusión local;
crisis con las patronales agrarias. Esto frena el crecimiento económico que había hasta ahora.
Esas políticas nacionales y populares se dieron en el marco del crecimiento del BRICS, entonces la
unión de estos países para comerciar, es una amenaza para la hegemonía de EEUU. La multiplicación de
gobiernos latinoamericanos que responden a intereses nacionales y populares fue resistida por las derechas
locales y los centros de poder, en especial EEUU.
Se empiezan a dar políticas neoliberales en la región por medio de “Golpes blandos” o “guerra
judicial”, porque no es un golpe de Estado pero los gobiernos de Paraguay, Honduras y Brasil fueron
destituidos por mecanismos legales. En Argentina y Ecuador no pasó esto pero muchos procesos judiciales se
inventaron para frenar sus gobiernos.
La tercera ola neoliberal en Argentina es en 2015 con el triunfo de la alianza Cambiemos, la novedad
política es que la derecha política que representa a los sectores económicos concentrados llega al poder por el
voto popular y con partido propio. La gestión Cambiemos busca en primer lugar transformar la estructura
estatal conformada durante el kirchnerismo dejándola en manos de sectores oligopólicos. También pone en
marcha un proceso de ajuste económico: devaluación e incremento de tarifas; cuyo resultado es la caída del
salario real.
Se tomaron medidas para la Liberalización del mercado de capitales: entre ellas, desregulación del
mercado financiero y movimientos de capitales, apertura de las importaciones, eliminación de restricciones a
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la venta de granos y carnes, reducción de subsidios y fuerte aumento de las tarifas de gas, electricidad, agua,
transporte. La ceocracia, los gerentes de las empresas, ocuparon cargos políticos y ministerios.
Este conjunto de medidas implican un ajuste y realineamiento de la economía argentina al mercado
mundial, que se produce a partir del pago a los “fondos buitre” y el inicio de un nuevo ciclo de
endeudamiento externo. Como consecuencia de dichas medidas, subió la tasa de desocupación, se perdieron
puestos de trabajo, reducción en la jornada laboral, el PBI cayó por el descenso de la producción industrial y
la actividad comercial.
Se trata de una política centrada en la lógica del mercado, en este caso ya no de productos, sino de
capitales, donde incluso los gerentes locales del capital lo depositan fuera de la frontera del país. Fuga de
dólares (los que entraron por deuda no se destinaron a obras de infraestructura ni para el desarrollo
productivo. Entraron en el circuito financiero y volvieron a salir).

3.2 Michel Foucault: Gubernamentalidad neoliberal, la propuesta norteamericana. Racionalidad analítica


económica extendida al conjunto de las conductas. Concepción del “capital humano”. Redefinición del
“homo economicus” como empresario de sí.
Foucault: Nacimiento de la biopolítica – Clase del 14 de marzo de 1979
En la clase del 10 de enero de 1979 de Nacimiento de la Biopolítica Foucault plantea que una vez que
se sepa qué es la gubernamentalidad del liberalismo, se podrá entender qué es la biopolítica.
El análisis de los dispositivos de seguridad relativos a la población puso de relieve para Foucault
(1978) el concepto de gobierno. La problemática de la gubernamentalidad señala la entrada de la cuestión del
Estado en el análisis del poder. El sentido históricamente determinado de la gubernamentalidad tiene por
blanco principal a la población, por forma mayor de saber a la economía política y por instrumento técnico
esencial a los mecanismos de seguridad. Luego se desliza a un significado más amplio: la manera como se
conduce la conducta de los hombres sirve de grilla de análisis para las relaciones de poder en general. Allí
donde los individuos dejan de ser libres, desaparecen.
La gubernamentalidad implica dos ejes: la relación entre los sujetos y la relación consigo mismo.
El liberalismo es una modalidad que plantea límites a la decisión de Estado, limita la intervención
estatal. Foucault estudia al neoliberalismo norteamericano desde tres aspectos conceptuales:
1- La existencia del New Deal: políticas y planes económicos impulsadas por Roosevelt a partir de
1933. “Nuevo contrato social” con intervención estatal que implicó la generación de políticas de empleo.
2- El plan Beveridge (proyecto de conformación del Estado de Bienestar) y todos los proyectos de
intervencionismo económico y social que se implementaron durante la 2da Guerra Mundial (los “pactos de
guerra”). Proyectos sociales y económicos con fuerte intervención estatal, una especie de pactos sociales con
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el objetivo de restablecer la economía y garantizar la seguridad (seguridad laboral, de enfermedades,


jubilación) Se implementó en EEUU y países europeos.
3- Programas sobre la pobreza, educación y segregación desde la administración de Truman hasta la
de Johnson (intervención del Estado, crecimiento de la administración federal).
Esos tres elementos constituyeron el adversario, el blanco del pensamiento neoliberal, que se opuso a
todo eso para formarse y desarrollarse.
El neoliberalismo norteamericano no es una mera elección económica y política, sino que es una
forma de ser y pensar. Un tipo de relación entre gobernantes y gobernados. Un método de pensamiento, una
grilla de análisis económico y sociológico.
Teoría del capital humano: Se centra en el trabajo, en el análisis económico de procesos
inexplorados por la economía anterior. Mutación epistemológica: Desde Adam Smith el análisis económico
tiene por objeto el estudio de los mecanismos de producción, de intercambio y de consumo de una estructura
social dada. Para los neoliberales el análisis económico debe tener por objeto el modo de asignación de
recursos escasos a fines que son entre sí excluyentes (decisiones sustituibles). Lo que se analiza es el
comportamiento humano y su racionalidad interna: cuál ha sido el cálculo por el cual, a pesar de la
escasez de recursos, uno o más individuos lo han destinado para tal fin y no a otro. La economía ya no es el
análisis de procesos, sino de la actividad estratégica de los individuos. Esto abre a que se pueda pensar
cualquier elemento no económico dentro de la racionalidad interna de la economía.
Se considera capital al conjunto de factores físicos, psicológicos, capacidades, talentos, que permiten
a alguien hacer un trabajo, es decir, ganar un salario. Ese salario es un capital, ese capital le permite seguir
reforzando sus capitales (capacidades) para seguir desarrollándose y perfeccionándose.
Hay que situarse desde la perspectiva de quien trabaja ¿Por qué trabaja la gente? Para conseguir un
salario, ¿qué es un salario? Es un ingreso, ¿qué es un ingreso? Es la renta de un capital. Se denomina
“capital” a todo lo que puede ser fuente de ingresos futuros. ¿Qué es el capital cuya renta es el salario? Es el
conjunto de factores físicos y psicológicos que le otorgan a alguien la capacidad de ganar un salario. Es una
aptitud, una idoneidad.
De esta manera, el capital es indisociable de su poseedor. La idoneidad del trabajador es el aspecto en
el que éste es una máquina, que va a producir un flujo de ingresos. La máquina tiene una vida útil, un
período de utilidad. El salario comenzará siendo bajo,luego aumentará y terminará bajando.
El trabajador es como una empresa para sí mismo. Una economía y una sociedad hecha de
unidades empresas: éste es a la vez el principio de desciframiento ligado al liberalismo y su programación
para la racionalización de una sociedad y una economía. El homo economicus, ya no es un socio del
intercambio como para la economia clásica, sino un empresario de sí mismo. El consumo ya no es uno de los
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términos del intercambio. El hombre del consumo es un productor, en tanto produce su propia satisfaccion,
sobre la base del capital que dispone.
Se trata de un capital que en tanto es idoneidad-máquina no puede separarse del individuo, ¿de qué
está compuesto el capital humano? De elementos innatos y adquiridos. La constitucion de un capital
humano sólo tiene interés para los economistas en la medida en que el mismo se conforma a partir de
recursos escasos cuyo uso es alternativo para un fin dado.
Los elementos innatos del capital humano son las buenas constituciones genéticas (capaces de
producir individuos de bajo riesgo), constituyen algo escaso y por ello son objeto de cálculo económico.
Elementos adquiridos del capital humano: se obtienen al hacer inversiones educativas cuyos
componentes son el tiempo que los padres le dedican a sus hijos, el conjunto de estímulos culturales,
elementos concernientes a la salud de los individuos, la movilidad (la inmigración), etc.

Lo que interesa es plantear el modo en que el sistema económico (en este caso el neoliberalismo)
produce los individuos que requiere y por esto se fabrican todo una serie de tecnologías que tienden a
elaborar una subjetividad: se gestan tecnologías destinadas al refuerzo del sí mismo, del yo para la
competencia, ya que la alianza entre el neoliberalismo y el capitalismo es el sujeto competitivo.
Estas tecnologías son trasladadas a la vida personal no laboral, así existen diversas propuestas
destinadas a reforzarlas, tales como el “coaching”, la programación neurolingüística, etc. Así la lógica de la
empresa se articula a la vida social e individual. El yo es llevado a acumular diversos capitales: intelectuales,
afectivos, sociales.
Pero si el sujeto está dispuesto a trabajar sobre sí mismo es porque lo mueve el deseo, así como en el
liberalismo el motor de la acción es el interés, en el neoliberalismo se suma el deseo, un deseo que se amplía
constantemente porque no tiene horizonte. Al mismo tiempo, al deseo hay que dominarlo elaborando
estrategias.
El poder según Foucault, es:
- Una multiplicidad de relaciones de fuerza, inseparables al dominio en que se ejercen.
- El juego que por vía de las luchas y confrontaciones incesantes las transforma, las refuerza, las
invierte.
- Un sistema de apoyos que esas relaciones encuentran en otras y como desfasajes, contradicciones que
las aíslan unas de otras.
- Las estrategias en las que se hacen efectivas y cuya cristalización se encarna en aparatos de Estado,
leyes, hegemonías sociales.
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- Una fuerza no se define por lo que es, no tiene esencia, ni naturaleza; se define por lo que puede. Una
fuerza se define por su capacidad de afectar a otra fuerza –capacidad de incitar, suscitar, provocar,
etc.– o de ser afectada por otra fuerza.

Que el Estado se gubernamentaliza significa que concentra la función de gobierno en la conducción


de conductas. Según Foucault, la matriz subjetiva en la cual opera el liberalismo es la del homo economicus,
el individuo racional, egoísta y calculador, maximizador de beneficios y minimizador de costos.
La racionalidad gubernamental centrada en la libertad como tecnología y apoyada en el individuo con
intereses comienza a ser puesta en cuestión con la agitación social de mediados del siglo XIX, cuando las
luchas dejan en evidencia que la libertad y la igualdad que promete la democracia no incluyen a las clases
que menos tienen. Las luchas obreras del siglo XIX, el saldo de la primera guerra mundial y la crisis de 1929
limitan al itinerario del régimen liberal, así el ascenso de totalitarismos y el modelo keynesiano promueven
una revisión del liberalismo, por eso el prefijo neo.
A partir de las últimas décadas del siglo XX, se expandió la figura del homo economicus, la
mercantilización de áreas de la vida humana antes alejadas a la lógica de mercado, la exacerbación del
consumo como práctica significante constitutiva del subjetividad, entre otros.
La configuración de una racionalidad gubernamental neoliberal tiene efectos políticos: quebrar las
solidaridades de grupos y restituir al homo economicus como paradigma de pensamiento y acción humana.
El neoliberalismo propone al mercado como el más eficaz distribuidor de recursos. Es ciego y por lo
tanto reparte sin mirar a quien, de la manera más democrática, premia con oportunidades a los que se
muestran con más capacidades para competir. Según Foucault el neoliberalismo reactiva la concepción
liberal de que el mercado es formador de una verdad, capaz de mostrar cómo y cuánto intervenir. Si con el
Estado de Bienestar esto queda en suspenso, a partir de la segunda mitad de la década de 1970 se convierte
en una guía política. Se trata de gestionar al Estado como si fuera una empresa, aplicarle a éste principios
propios de una empresa.
El neoliberalismo potencia elementos ya presentes en el liberalismo clásico. El liberalismo sitúa al
mercado en el lugar de la verdad, y ese régimen puesto en suspenso durante el Estado de Bienestar, es
reinstalado con vigor a partir de 1960/1970. En relación al tipo subjetivo, ese homo economicus como sujeto
gobernable, que participa de intercambios calculados que no siempre tienen la lógica de la economía ya que
en su cálculo interviene la afectividad, creencias religiosas, no tiene las mismas características en el
neoliberalismo. Con él, la economía abarca todo los intercambios y el punto de apoyo de esas tecnologías de
subjetivación es el deseo: el homo economicus es un sujeto de deseo, en un paisaje social poblado de
empresarios de sí que compiten y se endeudan para satisfacer su deseo.
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Iriart: Medicalización, biomedicalización y proceso salud-padecimiento-atención


El objetivo de este texto es dar cuenta de las diferencias entre medicalización y biomedicalizacion, el
contexto de emergencia y la importancia que tiene este concepto para entender el actual modelo médico
hegemónico y las consecuencias que tiene en la reconfiguración del proceso salud-padecimiento-atención. La
autora utiliza como analizador el “trastorno de déficit de atención e hiperactividad” para ejemplificar cómo se
dan estos procesos en la práctica.
La biomedicalizacion es entendida como una estrategia de gobierno en las poblaciones. Supone
la internalización de la necesidad de autocontrol y vigilancia por parte de los individuos mismos, sin requerir
la intervención médica. No se trata solamente de definir, redefinir, detectar y tratar procesos mórbidos, sino
de que la población esté informada y alerta de potenciales riesgos e indicios que pueden derivar en una
patología. Esto se puede ver claramente en la emergencia de nociones tales como prehipertensión,
hipercolesterolemia, prediabetes, etc.
Se puede entender a la medicalización como la expansión de la jurisdicción médica sobre
situaciones previamente no consideradas como padecimientos; por ejemplo, el embarazo y el parto no
patológicos. En este tema, los procesos de medicalización se consolidaron a partir de deslegitimar
prácticas que no se realizaban bajo supervisión médica e instituir la necesidad de control médico ante
el riesgo de complicaciones. Esto, a su vez, implicó el continuo agregado de procedimientos diagnósticos
que los avances tecnológicos fueron aportando a controles de rutina. De esta forma, continuando con el
mismo ejemplo, el embarazo y el parto comenzaron a ser visualizados como una condición médica. Así, se
institucionalizaron distintos procedimientos médicos como una práctica regular y necesaria, sobre todo
si se trata de pacientes de clase alta o con buenas coberturas. Toda medicina es política.
Mientras que la medicalización se centra en el padecimiento, la enfermedad, el cuidado y la
rehabilitación, la biomedicalización se enfoca en la salud como un mandato moral que internaliza el
autocontrol, la vigilancia y la transformación personal.
Los procesos que facilitaron el pasaje de la medicalización a la biomedicalización fueron dos:
- Por un lado, la posibilidad de masificar el consumo de biotecnologías, incluyendo los medicamentos e
instrumentos diagnósticos y equipamientos domésticos;
- Y por otro, los desarrollos en computación y comunicaciones que facilitaron tanto la captura de
enormes cantidades de datos de salud de individuos y colectivos por parte de las corporaciones como
la diseminación masiva de información sobre enfermedades, padecimientos y riesgos, y las formas de
detectarlos, tratarlos y prevenirlos.
Los fenómenos que dieron lugar al concepto de medicalización se produjeron en un contexto socio-
económico-ideológico muy diferente al actual, caracterizado por profundas disputas inter capitalistas en el
ámbito sanitario.
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Estos procesos se vinculan en el nivel macro con las estrategias que el complejo médico-industrial,
especialmente la industria farmacéutica, generó a partir de la década de 1990 para contrarrestar las reformas
que el capital financiero desarrolló al entrar como administrador de programas de salud y planes de cobertura
de atención médica. Estos fenómenos produjeron transformaciones en los agenciamientos subjetivos
producto de las disputas por la hegemonía del sector salud y por los reagrupamientos entre el capital
financiero y el ligado a la producción de bienes y servicios.
Una de las características del neoliberalismo es la financiarización, característica que se refiere al
incremento del dominio de los mercados financieros sobre el conjunto de la economía.
En el afán de disminuir gastos para aumentar las ganancias, el capital financiero logró controlar a los
prescriptores, especialmente los médicos, en quienes las farmacéuticas habían centrado sus esfuerzos de
captura para expandir el consumo de sus productos. Hacia mediados de los 90, las grandes corporaciones
farmacéuticas y productoras de tecnología comenzaron a generar silenciosas reformas con el fin de
reposicionarse en el mercado.
La estrategia del complejo industrial-farmacéutico para la promoción de sus productos se orienta
hacia la población. El desarrollo de las biotecnologías y la masificación de su consumo, junto con los
progresos informáticos y comunicacionales, son condiciones para el advenimiento de la biomedicalizacion.
El TDAH sirve como analizador de la biomedicalización de la infancia porque es un trastorno que se
diagnostica con diferentes nombres desde las primeras décadas del siglo XX y que se medica desde la década
de 1950, y constituye un problema que se puede encuadrar en el concepto de medicalización de la infancia.
Sin embargo, la visibilidad que adquirió a partir de la década del 2000, a través de un discurso alarmista que
plantea un sostenido crecimiento de las prevalencias, obliga a que sea reexaminado a la luz del concepto de
biomedicalización. Se ponen en manos de la población criterios diagnósticos y potenciales tratamientos, para
que desde allí se demande la intervención especializada. De esta forma se transforma al sufrimiento infantil
en un desbalance bioquímico de fácil diagnóstico, del que hay que estar alerta para controlarlo con base en
medicamentos y/o tratamiento del niñe.

3.3 Subjetividad neoliberal: Los aportes del campo psi en sus diferentes vertientes a la constitución de las
subjetividades contemporáneas. Cultura terapéutica. Medicalización y nuevas modalizaciones de la identidad.

Bianchi; Rodríguez Zoya: (Bio)medicalización en los extremos de la vida.


Tecnologías de gobierno de la infancia y el envejecimiento
Como resultado del cruce de las genealogías de los procesos de medicalización y gobierno de la
infancia y del envejecimiento, en ambos procesos actúa una lógica anticipatoria del riesgo y una búsqueda de
mejoramiento de la salud y la vida, con dos vectores que operan coincidentemente: la epidemiologización de
la vida y la presentificación vital de riesgos futuros.
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El texto toma como eje dos nociones capitales que operan como tecnologías de la vida en la
medicalización y gobierno de la infancia y el envejecimiento: el riesgo y el mejoramiento. Es necesario
situar la relevancia de los estudios de la medicalización en el pensamiento social, que se encuentra en
conexión con la corriente de la biomedicalización y con los análisis de las estrategias biopolíticas del
gobierno de la vida.
Medicalización: hacer o volver médico algo, apelando a su definición, su problematización, su
teorización y su tratamiento. Se ha definido a la medicina y a la psiquiatría como instituciones de control
social.
En la década del 80 se sitúa el inicio de un doble movimiento. Por un lado, los pacientes fueron
adquiriendo prácticas asociadas a una lógica de consumo en relación a las políticas de salud y la búsqueda de
servicios médicos. Por el otro lado, las organizaciones de atención gerenciada, la industria farmacéutica y
algunas especialidades médicas como la cirugía estética tomaron a los pacientes como consumidores o
mercados potenciales. De esta manera, la tecnología médica y la genética tienen un cambio de funcionalidad
que las convierte en actores principales de la medicalización. Se crean mercados de salud y se pone el acento
sobre los usuarios del sistema de salud como consumidores. Se desarrollan permanentemente nuevas
tecnologías, tratamientos y fármacos que despierta el interés de los consumidores y la publicidad amplifica
sus demandas.
Los profesionales médicos mantienen el rol de “guardianes de la expansión o contracción de la
medicalización”, que velan por el predominio de la tecnociencia, de las intervenciones médicas y del sector
sociocultural y económico de la medicina.
Se toma el concepto de tecnociencia y se lo relaciona con la noción de biomedicalización para
referirse al “proceso crecientemente complejo, multiusado y multidireccional de la medicalización en la
actualidad, que se encuentra en extensión y reconstrucción a través de formas de vida emergentes y prácticas
de una medicina alta y tecnocientífica”. Por esto el concepto de biomedicalización no desestima la tesis de la
medicalización, sino que subraya el aporte de las sofisticaciones técnicas y las nuevas herramientas que
produce la tecnociencia.
Rose ubica una tercera posición teórica que es la de las políticas de la vida, que sostiene que las
políticas de la biotecnología son políticas de la vida misma, en tanto producen y enmarcan a los seres
humanos como tipos de entidades cuya existencia está simultáneamente capacitada y gobernada por su
organización al interior de un campo tecnológico; inciden en la formación y moldeado de subjetividades,
identidades y biosociabilidades.
Estas tecnologías, para Rose, no son neutrales, sus propósitos no se limitan a generar conocimientos
nuevos, ni a la prevención y cura de enfermedades, sino que también se orientan al control de los procesos
vitales y por ello son concebidas como tecnologías de la vida.
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La epidemiologización de la vida es un mecanismo por el cual los individuos son construidos como
expresión directa de una tendencia poblacional. Una disciplina que puede aportar información para la salud
de la población es utilizada de manera inversa, ya que se produce información que es incorporada por los
individuos en tanto consumidores de la salud.
Ya no se trata de una persona que puede enfermarse y luego curarse sino que se trata de alguien que
está en población de riesgo y siempre está en un patrón pero en una escala poblacional. Pero no queda claro
cuál sería el riesgo en sí mismo. Esto hace que todos nos volvamos enfermos potenciales.
En el caso de la infancia en general y del diagnóstico del TDAH en particular, la epidemiologización
de la vida ocurre a través de la saturación con un lenguaje de corte estadístico en la definición y abordaje del
cuadro clínico. Se da un exceso de diagnóstico descuidado que requiere una prescripción farmacológica. Bajo
estas condiciones, el riesgo no sería el resultado de un peligro concreto para el individuo o la población, al
contrario, sería un efecto de la correlación de datos abstractos o factores que hace más o menos probable la
materialización de comportamientos indeseables.

En conclusión, el conjunto de procesos de medicalización y gobierno de la infancia y el


envejecimiento es estudiado en términos de una tecnología de modulación de aspectos vitales conformada
por dos vectores: la epidemiologización de la vida y la presentificación vital de riesgos futuros. Estos dos
mecanismos se relacionan con la biomedicalización. El vector de la epidemiologización de la vida tiene que
ver con la concepción de la estadística como tecnología biopolítica creadora de normas en virtud de las
cuales se establecen blancos de acción. El vector de la presentificación de riesgos futuros manifiesta un
desplazamiento de la focalización desde la enfermedad hacia la salud misma y la búsqueda de mejoramiento.
Además, estos dos mecanismos ponen en juego lo que Rose llama “prácticas divisorias”, que separan
a los individuos aptos para administrar su yo, de aquellos que fallan, y también distinguen a aquellos que
presentan factores de determinado diagnóstico, de los que no lo tienen. Se pone de manifiesto en ambos casos
las nuevas formas de normalización organizadas bajo las lógicas del riesgo y el mejoramiento.

Papalini: Culturas terapéuticas: de la uniformidad a la diversidad


La cultura terapéutica puede ser pensada como un dispositivo de adecuación de subjetividad a las
exigencias actuales de la sociedad capitalista. Este proceso de subjetivación tiene como cometido dar
soluciones a los problemas del sujeto en el mundo pero concibiéndolos como problemas o contradicciones
del sujeto consigo mismo, por eso apelan a la responsabilidad individual. Al mismo tiempo los cursos de
acción que proponen llevan a renovar la adhesión a la sociedad instituida.
“Quiero sentirme bien” y “¿cómo puedo ser feliz?” son dos expresiones frecuentes que dan cuenta de
sensaciones de malestar e insuficiencia que son frecuentes en amplios grupos humanos y emergen en
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comparación con un ideal de bienestar asequible pregonado en los discursos sociales. Este ideal tiende al
logro del wellness, asociado a la salud, el optimismo y el éxito.
Se estimula la necesidad de estar bien en todo momento, aun cuando las condiciones sean adversas y
reclamen otros procesos. A nivel subjetivo, la exacerbación de este ideal promueve el registro de la “falta”:
falta de entusiasmo, de vitalidad, de juventud. Las carencias son identificadas por el propio agente,
comparando sus estados habituales con los estándares de lo “normal” y lo “bueno” enaltecidos en la cultura.
Los estados inferiores a lo óptimo no son tolerados, por ende se generaliza la sensación de malestar
creando demanda de prácticas y productos terapéuticos dirigidos al tratamiento de las experiencias dolorosas
o sufrientes y a alcanzar un mayor grado de bienestar y plenitud.
Esta demanda de bienestar y felicidad, esta compulsión al optimismo constante y el rechazo a las
emociones paralizantes (tristeza, vacilación, introspección, cansancio), es movilizada por los intereses de
industrias farmacológicas o biomédicas que se expresan en los medios masivos y en boca de especialistas,
dando lugar a un lucrativo mercado que comercializa bienestar, salud y belleza bajo el manto de una
pretendida objetividad informativa y científica.
Papalini señala que el giro hacia el sí mismo de la década del 90 (búsqueda de un sí mismo singular,
que nos incluye dentro de un proceso cultural de conformación de subjetividad neoliberal) dio lugar a
configuraciones culturales denominadas “culturas terapéuticas”. La “configuración etnomédica” permite
comprender las complementariedades que implica la combinación, frente a un mismo episodio de
enfermedad, de estrategias terapéuticas diversas.
Culturas terapéuticas: discursos, saberes, prácticas y creencias científicas y religiosas que conciben
al malestar subjetivo y la dolencia física como un sufrimiento inaceptable o sólo admisible en niveles muy
bajos. Proponen una serie de recursos para “estar bien” de manera permanente. Son recursos de apoyo
subjetivo inmediatamente disponibles en las sociedades, a los que se accede fácilmente.
Se amplía el rango de lo que se considera patológico. Tanto la enfermedad, como la vejez, la fealdad,
la tristeza, la timidez, la angustia, pueden ser concebidas como “anomalías” o estados no deseados. Los
problemas se vuelven resolubles dentro de un mercado terapéutico que ofrece armonización, tratamiento,
sensación, estilos de vida, belleza, salud y bienestar.
El sujeto invierte capital económico y psíquico en productos farmacéuticos que organizan la nueva
economía emocional bajo la relación dominante de costo-beneficio; se trata de maximizar los resultados
minimizando el esfuerzo y el involucramiento propio. Es obligatorio cuidar y mejorar el cuerpo.
La autoayuda es un fenómeno peculiar de nuestro tiempo. Su configuración actual se articula con
condiciones sociales y políticas que ponen el acento en las capacidades del sujeto. Éste, que debe sostenerse
con sus propios recursos, se sirve de una cultura terapéutica que lo invita a auto comprenderse, auto
diagnosticarse y superar por sí mismo sus malestares. Los intelectuales también apelan a ella como
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consumidores, otros prestan servicios en tanto autores: periodistas reconocidos, psicólogos, sociólogos,
filósofos y encuentran así un camino rentable y exitoso.
La autoayuda es un género de la cultura masiva que ofrece una técnica para la resolución de
problemas. Hay una promesa: si el lector sigue el camino prefigurado, conseguirá bienestar en su vida. La
autoayuda trata la dimensión subjetiva como fundamento de un cambio vital individual, orientado a una
finalidad específica: superar el dolor, la angustia, desarrollar capacidades, liderar grupos humanos, etc.
La extensión de las formas terapéuticas es condición de posibilidad de una forma de capitalismo que
descansa en los recursos personales: primero, reconvierte a los sujetos sobre el molde “empresario de sí
mismo” y segundo los provee de un lenguaje y conceptos que les permitan identificar las metas como
diagnosticar las situaciones por las que atraviesa y los recursos que necesita. Tercero, ofrece técnicas para
mejorar sus performance y finalmente pone a su alcance recursos como los grupos, libros, terapias, prácticas
físicas y psicológicas, complementos nutricionales, etc.
Cuando no son suficientes las terapias alternativas, las constelaciones, las prácticas reflexivas, se
recurre a los psicotrópicos para restaurar el humor o lograr una energía psíquica para no detenerse.
La autoayuda es un fenómeno funcional al neoliberalismo, en el sentido de que apunta a la resiliencia.
Es una herramienta que le quita responsabilidad al Estado y se lo atribuye a la persona que vive el malestar
producto de ciertas políticas. Se le atribuye el problema y su solución al individuo.
La continua revisión subjetiva y el control de las emociones se asocia con el “neoprudencialismo”,
que refiere a un sujeto que se autorregula y auto provee, que vive con previsión y precaución constante. Si el
sujeto puede por sí solo modificar sus condiciones se vuelve responsable por ellas. Si las padece, pero no las
cambia, es porque no se lo propone con suficiente decisión y compromiso.
Las culturas terapéuticas hablan de una sensibilidad particular, una manera de pensar cuerpo y
subjetividad, una preocupación por las dolencias y el bienestar, que se resuelven de maneras muy distintas.
En cada ejercicio, también se expresa algo que va más allá del sí mismo; se manifiesta un modo de ser en
conjunto, una manera de vivir con otros.

Cabanas: Psiudadanos, o la construcción de individuos felices en las sociedades neoliberales


Los psicólogos de la ps positiva proponen un tipo de subjetividad que corresponde al ciudadano feliz.
Es un modelo de ciudadanía altamente individualista y psicológico, característico de las sociedades
neoliberales y predominante en ellas. Son individuos autogobernados cuyos comportamientos y aspiraciones
tienen como base y como limitación sus propias personalidades, gustos, motivaciones, sueños, etc. todos
aspectos inherentes a la “psique”. Este modelo convierte a los ciudadanos en psiudadanos, un tipo de
subjetividad individualista y consumista que convierte a los ciudadanos en clientes cuya funcionalidad como
individuos está totalmente ligada a la búsqueda y el desarrollo de su propia felicidad.
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Estos psiudadanos son el resultado de un proceso de individuación y psicologización que ha


transformado progresivamente los órdenes políticos y sociales de responsabilidad en las soc neoliberales. De
esta manera los déficitis, contradicciones y paradojas son responsabilidades individuales. Se da un colapso
general de lo social en favor de lo psicológico, mediante Políticas que se sustituyen por políticas terapéuticas,
y a través del discurso de la felicidad que legitima el individualismo en la definición del modelo neoliberal de
ciudadanía.
Se consolida una “industria de la felicidad” que se centra en la comodificación de la felicidad,
utilizando técnicas de la ps positiva, que ofrecen a los individuos el manejo eficiente de sus emociones, y una
amplia variedad de textos de autoayuda, coaching, consejos profesionales, hasta bienes farmacéuticos. Esos
“emodities” de felicidad (servicios psi que apuntar a aumentar la construcción de psiudadanos) son efectivos
ya que implican y apuntan a una estructura de sentimientos, una forma específica de ser, actuar y entender el
mundo. No se entiende a la felicidad como una emoción, sino más bien como un tipo de subjetividad
específico y normativo.
Esta idea de felicidad oculta su trasfondo ideológico para neutralizar y legitimar a ideología
individualista del neoliberalismo. Se presenta a la felicidad como una meta natural y evidentemente universal
(naturalización) y como una variable científica, objetiva y cuantitativa (conmensuración) que guía decisiones
e intervenciones educacionales, organizacionales, económicas y políticas.
La ps positiva sostiene que la felicidad depende de variables cognitivas, motivacionales y
emocionales individuales, más que de variables políticas, sociales o económicas. Esta idea se expresa en lo
que llaman la “fórmula de la felicidad”, según la cual la genética es responsable del 50% de la felicidad del
individuo, factores psicológicos del 40% y las circunstancias de la vida del individuo como ingresos,
educación, situación social, género, etc. explican el 10% restante.
A partir de esta industria se ha creado una red institucional difundida a través de programas, libros,
simposios, talleres, doctorados y maestrías, etc. que fomentan los ideales de la ps postiva. Esta expansión ha
contado con un gran apoyo económico del gobierno de EEUU, de Coca-Cola, del National Institute of
Mental Health, entre otros.
La industria de la felicidad comodifica la felicidad como un conjunto de técnicas psicológicas que
apuntan a moldear tres características del psiudadano: racionalidad emocional (autocontrol, dominar sus
propios sentimientos, etc.), autenticidad (hacer elecciones estratégicas, reflexivas y satisfactorias) y
florecimiento (estar continuamente ejercitando y trabajando sus emociones y pensamientos positivos).
¿Qué diferencias hay entre la ética liberal de autogobierno y la neoliberal? El liberalismo
clásico establecía una distinción entre cómo los individuos se comportan (naturalmente) y cómo debían
comportarse (éticamente), mientras que el neoliberalismo afirma que su ética deriva de la naturaleza, y el
autogobierno se justifica pq los individuos están congénitamente equipados con mecanismos psicológicos de
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autocontrol. Las emociones se consideran una de las principales fuentes de felicidad, salud y adaptación
social, pero también causan sufrimiento, desajustes, desórdenes, por eso los individuos deben luchar por
regularlas y manejarlas. Así surge todo un mercado alrededor de la demanda de técnicas psi que permitan a
los consumidores mejorar sus habilidades de autorregulación.
Una de las técnicas utilizadas es el mindfulness, conciencia plena. Enseña a los individuos a
concentrarse en sus emociones y las señales de su cuerpo para alcanzar su bienestar personal. Estas técnicas
ofrecen diagnósticos rápidos y lineamientos sencillos para reforzar la sensación de autonomía y la capacidad
de transformar los tropiezos en productividad.
Estas técnicas obliteran el icc, ahora la psique es accesible, cognoscible y manipulable. Ofrecen a los
individuos un lenguaje no técnico y más coloquial para hablar de la psique, facilitando su uso y comprensión,
haciendo que los individuos sean “autoterapeutas”.
La autenticidad pasa a ser una demanda social de primer orden, una vida auténtica es sinónimo de
vida sana, y de adaptación y competencia. En la esfera económica, la autenticidad es sinónimo de utilidad.
Los psicólogos positivos ofrecen muchas metodologías basadas en la felicidad que apuntan a descubrir el ser
auténtico y no se ocupan de traumas, problemas o aspectos negativos profundos, sino que ofrecen a los
clientes un proceso amable, rápido e indoloro de autodescubrimiento que enfoca solo cuestiones positivas.
El branding personal considera a los individuos como marcas que deben definir lo que las hace
diferentes, autenticas, indispensables a fin de venderse a sí mismos más productivamente como marca y por
consiguiente mejorar las chances de éxito en el trabajo y los negocios.
La ps positiva plantea una relación causal entre felicidad y éxito. Como las personas felices están más
motivadas, se desempeñan mejor, construyen relaciones positivas, manejan mejor la incertidumbre, etc.
Tras la concepción neoliberal de la felicidad subyace la idea de que los individuos son self-made men,
hombres que se han hecho a sí mismos. Se presupone que siempre se puede ser mejor y estar más completo.
El “individuo feliz” por definición siempre está incompleto y exige el ejercicio continuo y frecuente de
emociones, afectos y cogniciones positivos para alcanzar el éxito en cualquier meta que pueda perseguir.
Busca alcanzar los niveles más altos posibles de felicidad a través de la inversión constante de tiempo y
esfuerzo en uno mismo, y para esto la industria de la felicidad ofrece a los consumidores una amplia variedad
de commodities para apoyar la continua superación personal de los individuos.
La felicidad no es una alternativa al sufrimiento, al contrario, la felicidad genera sus propias formas
de sufrimiento, descontento y segregación social. Las sociedades neoliberales culpan a los que sufren por no
lograr ser felices, al igual que culpan a los fumadores por no llevar una vida sana, a los desempleados por no
desarrollar sus proyectos de trabajo o a los desesperanzados por no tener esperanza y optimismo. La felicidad
convierte a los ciudadanos en psiudadanos haciéndolos cargar con la responsabilidad de las contradicciones y
las paradojas económicas inherentes a la sociedad.
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Cabanas, Illouz: Happycracia. Cap. 5: Ser feliz, la nueva normalidad


Detrás de la promesa de la felicidad existe una industria de la felicidad, couches, curanderos, gurúes,
etc. que producen material sobre los modos de ser feliz. Hay un consenso de que la felicidad es aquello a lo
que aspiramos llegar en esta vida. Las cs de la felicidad sostienen que la felicidad es buena y que está ahí
afuera. Es posible medirla objetivamente mediante la ciencia.
La psicología de la felicidad se plantea como una forma de corregir algo que la propia psicología
tradicional en tanto disciplina procuró, que es la existencia de “estados negativos” como ser la depresión, la
ansiedad, etc. La ps positiva pretende encontrar la felicidad en aquello que da felicidad. La felicidad se
convierte en una forma de direccionamiento que nos conduce por la “buena senda”.
Las personas piensan a su felicidad como proyecto de vida. Comprender la vida como el camino hacia
la felicidad tiene como consecuencia que la felicidad sirve para evaluar la propia vida en términos de éxito o
fracaso. Los individuos tienen el proyecto de trabajar sobre sí, gobernar sus almas. La felicidad pasa a ser un
objeto medible, cuantificable, teniendo como respaldo a la ciencia. La felicidad queda ligada a la moral.
Hacer el bien es ser feliz, una mala persona no es feliz. Se le da un sentido altruista a la felicidad.
Los libros de autoayuda, la literatura de consejos, programas y películas de superación, etc. están
dentro del día a día de nuestras vidas. Pero esto no es así solamente porque los psicólogos positivos han
difundido estas ideas, sino que también la dicotomía feliz/infeliz entra en el lugar de las dicotomías
funcional/disfuncional, salud/enfermedad. En ese sentido una persona feliz sería alguien que tiene una salud
mental sana y completa.
Se redefinió la noción de individuo. Para sostener la industria de la felicidad fue necesario elevar el
estándar de lo que define el correcto funcionamiento de los seres humanos y lo social. Desde la óptica de la
ps positiva, no basta con que una persona no esté deprimida para ser una persona saludable, sino que debe
haber una tendencia a mejorar, que es la que define lo normal.
Esta nueva forma de pensar el funcionamiento más adaptativo de lo humano trae un eje
complementario a la noción de salud. Se hace una separación de la salud mental completa de la incompleta.
Alguien que no se siente mal pero no está llevando adelante la maximización de su potencial, el desarrollo
pleno de su personalidad, no tendría una salud mental completa. Parte de estas conceptualizaciones se
sostiene sobre una distinción entre las emociones positivas y las negativas. Las negativas se relacionan con el
pesimista, que en última instancia es un fracasado porque esas emociones no sirven para nada. Las
emociones positivas serían las que permiten que el individuo se adapte al ambiente de la mejor manera.
De alguna manera, quien piensa positivamente tiene la posibilidad de tener una mirada más amplia de
su entorno, y de generar una serie de recursos con los cuales llevar adelante sus proyectos. La felicidad es
entonces una forma de sostener y justificar la opresión.
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La ps positiva viene a ser esa disciplina, ese campo doctrinario que mediante ejercicios, técnicas,
recomendaciones, instrumentos, permiten que la persona se desarrolle al máximo. A su vez, se le da a las
emociones positivas la responsabilidad de contrarrestar los efectos perjudiciales de las negativas. El
pesimismo está ligado a la morbilidad del cuerpo. Mediante una especie de efecto de anulación, las
emociones positivas servirían de antídoto ante estos efectos.
Los autores intentan demostrar que esa distinción entre las emociones positivas y las negativas es
falaz. Es reduccionista, ya que lo que se considera emociones son en realidad complejos emocionales
entrelazados con circunstancias y acontecimientos históricos, políticos, culturales. La complejidad de esa
dimensión se pierde al intentar clasificar las emociones de esa manera. Las emociones no le pertenecen al
individuo, sino que las emociones, las formas de sentir, son efecto de un marco cultural, de significados
sociales; son más del colectivo que del individuo.
La ambivalencia es parte intrínseca de las emociones. Se puede sentir más de una emoción a la vez e
incluso pueden estar contrapuestas. No es fácil escindir una emoción de otra. Pensar que las emociones
positivas producen efectos positivos y las negativas, negativos, de alguna manera descarta un conjunto de
emociones ligadas a las posibilidades de cambiar determinadas circunstancias. Ej: el resentimiento en los 60
para la formación del feminismo, el papel del odio en los procesos de transformación social.
Una de las cosas que sostienen los ps positivos es que lo importante es ser optimista aún aunque haya
cierta pérdida de realidad. Es mejor cómo se siente uno que lo que realmente ocurre. Este capítulo habla de
cómo la ps positiva desconoce el lugar de las emociones en el marco de la libertad de expresión, el humor,
las dinámicas individuales sociales y colectivas. Los autores impugnan la idea de que haya que descartar un
conjunto de emociones por el solo hecho de que no sean felices.
Esta nueva jerarquía emocional que se propone desde la ps positiva va a terminar identificando la
salud, el éxito y lo sano con las emociones positivas, y en ese intento por cambiar la forma en que la ps
tradicional pensaba lo positivo y lo negativo, amplía el campo de lo patológico, en el sentido de que aquel
que no prospera, no triunfa, es porque algo “malo” le pasa. Hay algo en el propio sujeto que lo lleva a su
frustración.
Aparece la idea de la resiliencia como aquella capacidad de sobreponerse a lo negativo. Seligman (ps
positivo) introduce el concepto de indefensión aprehendida, que muestra cómo en condiciones objetivas de
impotencia inducida los individuos tendían a aceptar su situación y a normalizarla. Cuando un sujeto está
ante un mal momento, una situación de crisis, puede salir adelante, triunfar, y de esa situación aprender. La
ps positiva aparecería como ese saber que te permite sobreponerte ante las adversidades.
Seligman habla también del crecimiento post-traumático, que viene a ser una categoría que releva la
idea de la resiliencia. Aquellas personas que superan las adversidades y experimentan un crecimiento
espiritual y personal. Este fenómeno para la perspectiva de los autores podría ser considerado como un efecto
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placebo, ya que no hay datos comprobables de que este crecimiento efectivamente funcione, sin embargo
Seligman lo vende como una forma de sobresalir. Lo normal se eleva, hay que esforzarse para alcanzarlo, y
la ps postiva da esas herramientas con las cuales eleva ese estándar.
Los autores señalan que estas técnicas, a nivel metodológico, tienen un montón de errores, ausencia
de grupos de control, no hay ensayos pilotos, se toman a la ligera procesos traumáticos. ¿Qué pasa con
aquellos que no logran ser resilientes? ¿Qué pasa con los que no encajan dentro del uso de la resiliencia?
Aparece el problema del sufrimiento.
Para los parámetros de la ps positiva sufrir es algo inútil, es la consecuencia de no esforzarse por
cambiar la situación. Sufrir es una cuestión de perspectiva, una elección. En este sentido la persona en una
situación de crisis no solo debe sobrellevar la crisis sino vivir con la culpa de no sobreponerse a esa situación
de adversidad. Y la ps positiva legitima ese discurso, que termina siendo condenatorio para aquel que no
logra superarse. Si alguien no sale de esa situación es porque por una cuestión de actitud no cambia su
posición frente a la vida.
Uno de los campos de adversidad con los cuales disputan son planteos como los de Durkheim, Marx,
Freud, que tienden a pensar los problemas individuales como efecto de los problemas sociales. La felicidad
para estos autores se convierte en una actitud tiránica que juzga a todos como los únicos responsables de su
impotencia. El fracaso es efecto de una mala disposición, y el sufrimiento es opcional porque siempre se
puede estar en una situación mejor.

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