Hay algo ahí fuera: recompensas

más allá del día a día

Elementos y mecánicas de juego
Dr. Jesús Herrero González
CONTENIDO
1. Objetivos

2. Introducción

3. Los clásicos y la ludificación

Consecuencias.
4. Points, Badges y Leaderboards
Los problemas del Points, Badges y Leaderboards.
5. Otros sistemas de recompensa
Monedas.
Avatares.
6. Recompensas intrínsecas y extrínsecas

7. Resumen

8. Bibliografía
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Objetivos
• Adoptar un enfoque cognitivo conductual que
permita elaborar sobre los conceptos de refuerzo
y recompensa en el ámbito de la gamificación.
• Comprender el sistema Points, Badges y
Leaderboards, sus componentes y sus principales
problemas y críticas.
• Explorar otros sistemas de recompensa con
persistencia en el tiempo, así como la pertinencia
de su uso teniendo en cuenta la motivación
intrínseca y extrínseca.
Introducción
Cuando se lleva el juego a las aulas, no tiene por qué salir
de ellas. Se puede limitar a implantar un juego diseñado
expresamente para fomentar los aprendizajes en tal o cual
área, llevar a cabo un gran progreso en la asignatura de
forma coordinada con otros muchos profesores del centro,
que también practican el aprendizaje mediante el juego, y
que todo se quede ahí. El resto del centro educativo y el
ambiente que se respira no estarán disfrutando de todo
aquello que este tipo de prácticas pueden ofrecer.
Al igual que muchas hormigas no son un hormiguero, un
centro en el que aparece la ludificación no es un centro
ludificado. Existe una cohesión mucho mayor que la simple
coincidencia en las prácticas educativas que sigue.
Buena parte de este proceso consiste en llevar lo
positivo de la ludificación a un plano más aplicable a
la vida diaria de los alumnos y alumnas. Y una forma
de hacerlo es crear una sensación (y una realidad)
de continuidad entre una sesión ludificada y las
siguientes. Para ello, se pueden utilizar mecanismos de
recompensa que prolonguen el juego y que signifiquen
algo más que un momento puntual.
Además, estas mecánicas de recompensa tienen un
efecto que supera la necesidad de continuidad de
las prácticas ludificadas, generan una sensación de
“enganche” en los alumnos mediante el mecanismo
de recompensa insertada en el cerebro, que lleva a
repetir todo aquello que provoca una reacción positiva.
Puede que parezca que está “jugando con sus mentes”,
pero ni mucho menos. Cuando se intenta hacer que
la lección sea más entretenida y atractiva, se intenta
buscar el mismo tipo de respuestas en el alumnado
que cuando se diseña un bonito escaparate. A veces,
merece la pena dar un rodeo para conseguir el objetivo
último, que es mostrar la pasión por el conocimiento
y estimular la curiosidad para que se convierta en un
motor del aprendizaje autónomo y significativo.
Se van a analizar los diversos mecanismos a disposición,
así como sus posibles usos e inconvenientes.
Los clásicos y la ludificación
La ludificación (o gamificación) lleva toda la vida, solo
que, hasta hace unos años, nadie se había preocupado
demasiado por comprender qué se estaba haciendo,
qué implicaciones tenía y cómo utilizarlo para sacarle el
mayor provecho posible.
A veces, se ve a un padre o una madre con uno de sus
hijos, de unos tres años. Ese viernes tarde, el progenitor
está sentado en el banco del parque con un paquete
informe de papel de aluminio entre sus manos. Llama a
su hijo varias veces para que se acerque a comerse la
merienda. Cuando el niño por fin se acerca con un andar
aún algo torpe, lo abre, y pone cara de desagrado, esa
tarde no le apetece esa merienda. No hay ninguna razón
en especial, podría ser cualquier cosa. Pero es viernes,
y el adulto, aunque cansado, prefiere dejar a un lado las
regañinas y las peleas. Pone al niño sobre sus rodillas y
lo transforma en un pequeño mono que tiene que comer
muchos plátanos. O en un aeropuerto mastica-aviones.
Acaba de ludificar una actividad cotidiana. Es mucho
más probable que su hijo acabe comiéndose la merienda
mediante la ludificación que mediante la imposición, y es
una técnica ampliamente utilizada.
Esta técnica de ludificación tan sencilla se basa más
en generar un ambiente de juego que en la propia
recompensa de la tarea. Cuando el niño se termina la
merienda, independientemente de si ha habido juego u
obligación, la madre o el padre van a tener una respuesta
similar, felicitar al niño o tomarlo como “lo que había
que hacer”. Independientemente, el niño siente que
ha complacido al adulto y que ha hecho bien. Si se
repite el juego durante días, semanas, meses, puede
que el niño acabe asociando las meriendas a un juego
divertido y que, cuando ya no juegue mientras merienda,
siga concibiendo ese momento de la tarde como algo
agradable. De hecho, es posible que, cuando crezca,
afirme que “le encanta merendar”.
Este proceso tiene muchas similitudes con el
condicionamiento clásico pavloviano1. Se asocia un
estímulo neutro (la merienda) que resulta en una respuesta
neutra (o, al menos, no enteramente definida) a un
estímulo incondicional (el juego) que tiene una respuesta
incondicional (diversión). Cuando esta asociación persiste
durante un tiempo, al eliminar el estímulo incondicional,
persiste la respuesta incondicional asociada a ese
estímulo cuando se presenta el estímulo neutro. Por lo
tanto, el estímulo neutro pasa a ser condicionado, y la
respuesta se convierte en una respuesta condicionada.
La merienda se asocia a la diversión por un proceso de
condicionamiento. Y, para muchas personas, se quita
parte de la magia del momento con una explicación tan
mecánica del proceso, pero se está ludificando con una
base perfectamente científica.
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• En → O → Rn.
• Ei → O → Ri.
• En → O → Ri.
Sin embargo, en este tema se va a centrar en aquellas
técnicas de ludificación que no se centran en la
ambientación, sino en las recompensas por llevar a
cabo determinadas conductas. Inducir un ambiente
agradable estimula el aprendizaje y motiva al sujeto,
pero la recompensa puede llegar a ser un elemento
mucho más atractivo para el individuo. Al fin y al cabo,
para toda acción hay un fin, y el fin es siempre una
recompensa: Conseguir algo, convencer a alguien,
sentirse bien con uno mismos.
Consecuencias
Cuando se habla de mecánicas de recompensa y
ludificación, no se puede obviar su conexión con el
condicionamiento. Al igual que los procedimientos
para generar un ambiente ludificado tienen mucho en
común con el condicionamiento clásico, las mecánicas
de recompensa están conectadas al condicionamiento
instrumental2 (u operante).
El condicionamiento instrumental se produce cuando
se conecta una conducta con una consecuencia que
modifica la aparición de dicha conducta.
• R → E.
En este caso, la respuesta al estímulo es previa al
propio estímulo. El estímulo sería la consecuencia de la
conducta presentada. Se responde con una conducta a
un estímulo que se predice.
• Por ejemplo, el niño podría tomarse la merienda
(respuesta/conducta) para conseguir que el adulto
le recompense con una sencilla muestra de afecto,
como un abrazo (estímulo/consecuencia).
Existen dos clases básicas de estímulo/consecuencia,
que a su vez se subdividen en otros dos tipos:
Refuerzos: son aquellas consecuencias que fomentan
de alguna manera la conducta realizada, delimitan un
“camino a seguir”.
• Refuerzo positivo: cuando el individuo que ha
realizado la conducta recibe a cambio un estímulo
agradable. Son lo que se llama ‘recompensas’
propiamente dichas. Pueden ir desde dinero hasta
la autosatisfacción, pasando por el reconocimiento
por parte de los demás, un dulce o una descarga
de adrenalina. La sensación resultante es de
satisfacción.
• Refuerzo negativo: cuando el individuo deja
de recibir un estímulo desagradable o aversivo
como consecuencia de la conducta realizada.
Normalmente, consisten en el levantamiento de un
castigo o una sanción, o la huida. Aunque también
son refuerzos, la conducta y estimulada por este
tipo de refuerzos sólo suele tener lugar cuando
la aparición del estímulo aversivo es inminente o
declarada (por lo que se transforman en una forma
de aprender lo que hay que evitar, fomentando los
comportamientos de evitación y las actividades de
“expiación”). La sensación resultante es de alivio.
Castigos: las consecuencias animan a la desaparición
de la conducta que se sanciona, marcando límites.
• Castigo positivo: en el que la persona que ha
llevado a cabo determinada conducta se enfrenta a
una consecuencia negativa, a un estímulo aversivo
directo, una bofetada, una regañina, o una multa.
Es la forma de retribución con consecuencias
más drásticas, aunque tiende a ser efectiva a la
hora de evitar que se realicen ciertas conductas a
corto plazo, sobre todo gracias al miedo que suele
generarse hacia a la conducta castigada.
• Castigo negativo: un castigo no agresivo en el que
el sujeto es despojado de un privilegio o un estímulo
agradable. Es mucho más indirecto que el anterior, y
suele aplicarse cuando se quiere sancionar de una
forma menos agresiva, el clásico castigo sin algún
juguete preciado o la privación de libertad.
Tantos los castigos como los refuerzos son herramientas
de aprendizaje: Enseñan qué acciones pueden beneficiar
y cuáles no mediante un sistema de recompensas y
castigos. Las recompensas indican lo que se debe hacer,
señalando las acciones “correctas”, mientras que los
castigos no animan a seguir ningún camino, sino que
vedan opciones peligrosas o dañinas (que pueden ser
reales, socialmente aceptadas).
Recuadro: ¿Por qué son más útiles los refuerzos que los
castigos desde el punto de vista educativo?
Cuando se está en un entorno de aprendizaje, se debe
prestar atención a todo aquello que pueda ser un
refuerzo o un castigo para las alumnas y alumnos, desde
una mirada de atención a un gesto de aburrimiento.
El condicionamiento es una de las formas más sencillas
(aunque no sea tan sencillo como parece) y efectivas de
fomentar los aprendizajes.
Ahora bien, ¿son los refuerzos mejores que los castigos?
La respuesta es un rotundo ‘no’. Cada consecuencia tiene
sus puntos fuertes, el castigo permite eliminar conductas,
mientras que el refuerzo las promueve. El castigo tiene
un efecto disuasorio que puede resultar fácil de utilizar
cuando se quiere atajar un problema acuciante, teniendo
unos efectos mucho más rápidos que reforzar conductas
alternativas a la conducta a eliminar.
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Sin embargo, a la larga, es mucho más efectivo generar
un ambiente positivo y promover conductas deseables, en
vez de cerrar puertas. El aprendizaje mediante el miedo
al castigo es completamente extrínseco; si desaparece
la causa del miedo, la conducta deja de tener una carga
negativa y puede provocar un efecto rebote que lleve a la
aparición de dicha conducta (ya sea por afán exploratorio
de las consecuencias o por otros motivos). El refuerzo, por
su parte, no cierra puertas, sino que marca un camino a
seguir sin imponer barreras, y los reforzadores sociales (el
reconocimiento, la aprobación, la atención) son la mejor
manera de que las conductas deseables se interioricen y
pasen a estar reforzadas de forma intrínseca. Cuando se
intenta generar un ambiente ludificado, se debe centrar
en los aspectos positivos y constructivos del ambiente y
la promoción del aprendizaje, el esfuerzo y la mejora, por
lo que no habría que optar en ningún caso por el castigo.
Points, badges
y leaderboards
El sistema de recompensa más sencillo para ludificar
cualquier proceso es el llamado Points, Badges y
Leaderboards, del inglés Points (puntos), Badges
(medallas) y Leaderboards (tablas de clasificación).
Cuando se pretende crear una sensación de ludificación
en un ambiente concreto, se puede implementar este
conjunto de tres conceptos. Es una forma básica de
recompensar tareas y de generar una sensación de logro,
competición y competencia.
Puntos (points)
Que sirven para contabilizar el progreso en una actividad
determinada. La mayor parte de las veces, las diferentes
actividades que se realizan tienen un número de puntos
asignados, que van sumándose. Por ejemplo, si un alumno
hace los ejercicios de clase, puede obtener entre 1 y 3
puntos. Cuando corrija las actividades, recibirá 3 puntos si
tienes todos los ejercicios bien resueltos, 2 si tiene más de
la mitad, y 1 si ha hecho los deberes, pero no ha sabido
resolver la mayor parte de los ejercicios. Si no hubiera
hecho los deberes, no recibiría punto alguno. A su vez, se
pueden añadir más puntos por realizar otras actividades del
día a día de la asignatura, como trabajos y presentaciones
optativas, salir a la pizarra a resolver ejercicios, o lograr
determinadas notas en los exámenes.
Medallas (badges)
Permiten saber cuándo se ha alcanzado determinados
hitos relacionados con las actividades del día a día.
Cuando se alcanza un hito, se recibe una medalla
conmemorativa, que puede ir desde una chapa o pin,
determinado dibujo o palabra en un tablón, o hasta un
sello en una libreta. Por ejemplo, si se hacen los deberes
durante cinco días seguidos resolviéndolos todos
correctamente, se obtiene una chapa en la que aparece
un dibujo determinado; dicha medalla podría llamarse
“Perseverante”. También se podría otorgar la medalla
“Emprendedor/a” por hacer tres trabajos optativos, o la
medalla “Ojo avizor” por descubrir una falta ortográfica
o gramatical del profesor (divertido e interesante ¿o
contraproducente?).
Tablas de clasificación o rankings
(leaderboards)
Se relacionan directamente con los puntos en tanto y en
cuanto son distribuciones ordenadas de los individuos
participantes en el sistema Points, Badges y Leaderboards,
en las que el cabeza de lista es la persona con más
puntos acumulados y el resto de los participantes se
distribuyen siguiendo un orden descendente de puntos.
Gracias a las tablas de clasificación, se puede conocer
en todo momento quién va en cabeza, cuántos puntos
tiene, quiénes le siguen y cuántos puntos necesitan para
alcanzar al siguiente. Se puede pinchar en el tablón de la
clase y actualizarlo cada día o cada semana, o crear una
tabla en una plataforma virtual.
El sistema Points, Badges y Leaderboards es
extremadamente sencillo de implementar, sólo hay
que pensar en una forma de conseguir puntos con
actividades habituales (en el aula es muy sencillo
encontrar actividades rutinarias), crear un cierto
número de medallas asociadas y establecer una tabla
de clasificación. Pero sencillo no quiere decir simple,
ni fácil; hay que cuidarlo, medirlo, ajustarlo y ser muy
conscientes de la cantidad de problemas que pueden
derivar de un Points, Badges y Leaderboards deficiente.
Porque los hay, y pueden dar al traste con el objetivo
principal de la ludificación; divertir, cohesionar, aprender
mejor, hacer que la vida diaria en el centro sea agradable
y apetecible. A corto plazo, demuestra sobradamente
su efectividad3, pero es complicado mantener el ritmo
cuando se apunta a periodos de tiempo más largos.
Los problemas del points, badges
y leaderboards
Existen numerosos obstáculos para tener en cuenta cuando
se diseña un sistema Points, Badges y Leaderboards.
Algunos son inherentes al propio sistema y son difíciles
de circundar; otros se solucionan con atención y cuidado
en el diseño inicial, y otros más, sabiendo cómo atajar los
problemas que surjan en el recorrido.
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Diversidad de actividades
Los puntos deben medir una diversidad de actividades.
Si sólo se puntúan los deberes, por ejemplo, un alumno
que tenga problemas para hacerlos debido al ambiente
que tiene en casa, no va a poder conseguir tantos puntos
por mucho que exista un esfuerzo por su parte (a menos
que se rebaje la cantidad de actividades para casa, o
que se hagan los deberes en clase). Sin embargo, si las
actividades que proporcionan puntos son relativamente
diversas, siempre se puede compensar por otros lados.
Por ejemplo, también se podrían otorgar puntos por salir
a resolver ejercicios de ejemplo en clase, o por realizar
labores de tutorización de alumnos de cursos anteriores
en la asignatura que ocupa (en caso de que exista un
programa de este tipo).
Actividades
Las actividades que puntúan deberían estar relacionadas
con la variable principal en torno a la cual se diseña el
sistema de puntos, especialmente si se implementa en
una asignatura sin realizar una implantación transversal.
Si se centra en el aprendizaje y el trabajo en la asignatura
de Biología, no se debería puntuar que los alumnos
lleguen puntuales a clase, no tiene nada que ver con el
aprendizaje y las actividades de la asignatura y, además,
depende de variables externas ajenas (retraso en el
transporte, enfermedad). La razón de ello es mantener
el equilibrio en la medición, si se está midiendo el
desempeño en la asignatura, lo lógico es que se limiten
las actividades de aprendizaje y aquellas relacionadas
con los contenidos de la asignatura, o que puedan
reforzar y consolidar los conocimientos y habilidades.
Ahora bien, si se quiere establecer puntuaciones
relacionadas con el buen comportamiento y la ciudadanía,
se podría valorar la puntualidad, la compostura en el aula,
la ayuda a los demás, la limpieza. Todo dependerá de
qué se pretende valorar, medir y de cómo se ajusta a ello.
Promover buen desempeño
Las medallas deben promover el buen desempeño, la
mejora y no desviarse del objetivo principal del sistema
Points, Badges y Leaderboards. Por ejemplo, establecer
que se va a otorgar una medalla por obtener 1, 2 y 3
puntos de forma consecutiva cuando se puntúan los
deberes (es decir, según el ejemplo anterior, tener
casi todos los ejercicios mal, casi todos bien y todo
perfecto, respectivamente). El objetivo es premiar con
una medalla a aquellos alumnos que han tenido un
peor desempeño pero que ponen voluntad en mejorar.
Ahora bien, lo que se va a conseguir es que muchos
alumnos y alumnas resuelvan los ejercicios mal de
forma voluntaria y consciente para poder obtener la
medalla, creando una dinámica artificial y perjudicial
para el aprendizaje y sacando de contexto el verdadero
objetivo de los deberes. Por otro lado, si el profesor
de Lengua y literatura decide poner a disposición
de los alumnos la medalla “Ojo avizor” que aparece
en un ejemplo del apartado anterior, seguramente
tenga como objetivo que los alumnos estén
atentos mientras leen los apuntes y que aprendan
a fijarse en los errores ortográficos y gramaticales.
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Pero puede que le salga el tiro por la culata y todo
acabe en una caza de erratas, discusiones por quién
fue el primero que vio el error y que el propio profesor
acabe poniéndose en el punto de mira con demasiada
frecuencia. Por lo tanto, todas las medallas deben
mantener un estilo positivo y educativo, promover el
aprendizaje, y valorar el esfuerzo y los logros reales, no la
suerte u otras variables alejadas de los objetivos como
profesionales de la educación.
Tablas de clasificación
Las tablas de clasificación pueden estimular una pequeña
competición, pero siempre deben animar a la mejora
individual (o grupal, en caso de que se creen tablas por
equipos). Si los rankings se transforman en un punto de
conflicto entre los alumnos, provocan comparaciones
constantes y sacan a relucir los aspectos más negativos de
la competitividad, es mejor que se replantee el diseño de las
tablas y de la asignación de puntos. El problema principal
suele consistir en que, llegado el momento, puede que exista
una gran diferencia entre las cantidades de puntos de la lista,
la persona que va en cabeza está a una distancia abismal del
resto, o las personas en la parte inferior de la tabla apenas
tienen puntos y dicen que “para qué van a esforzarse por
conseguir puntos si no van a alcanzar al resto”. Una de las
formas más sencillas de solventar el problema es establecer
tablas periódicas. Cada semana, quincena o mes, todos
los alumnos empiezan a acumular puntos de cero. En este
caso, es importante establecer recompensas por acabar en
ciertos puestos del ranking antes que se ponga la tabla a
cero, o las tablas van a perder el interés en cuanto pasen un
par de ciclos. Además, es importante ajustar las cantidades
de puntos para que puedan existir diferencias entre las
puntuaciones de los alumnos que permitan establecer una
clasificación en el periodo de tiempo establecido (si todos
los alumnos suelen obtener la misma cantidad de puntos
cada día sin demasiada dedicación, no se da la oportunidad
de esforzarse para destacar). Otra forma de conseguir paliar
los efectos negativos de la competición es otorgar puntos,
medallas y posicionamiento en los rankings de forma
grupal, el apoyo entre compañeros y la colaboración para
alcanzar los objetivos alivian la mayor parte de las carencias
que aparecen en la competición individual.
Monotonía
El sistema Points, Badges y Leaderboards tiende a
volverse monótono y perder efectividad cuando se
prolonga en el tiempo. Por ello, es conveniente que
se añadan otros elementos ludificadores al aula,
además de recompensas por estar en los puestos
más altos de la tabla (como se ha comentado en el
punto anterior). Desde luego, pretender ludificar un
centro mediante un único y solitario sistema Points,
Badges y Leaderboards es prácticamente imposible.
El sistema Points, Badges y Leaderboards es sencillo,
tiene aplicaciones interesantes y permite generar
una dinámica atractiva cuando se trata de ludificar
actividades cotidianas y algo repetitivas (como las
tareas del día a día en el aula), pero no es la panacea,
tampoco es absolutamente necesario ni va a lograr
demasiado por sí solo. Se trata de una herramienta
más a la disposición.
Otros sistemas
de recompensa
Aunque los sistemas Points, Badges y Leaderboards
sean una de las formas más comunes de ludificar
las recompensas en ambientes que se prolongan en
el tiempo, también existen otras formas de generar
dinámicas de progreso acumulado. A continuación, y sin
pretender ser exhaustivos, se desglosan las monedas y
los avatares.
Monedas
Una forma muy sencilla de proporcionar un significado
a los puntos que van consiguiendo los alumnos (si
se implanta un Points, Badges y Leaderboards o
cualquier otra clase de sistema en el que los alumnos
puedan acumular puntos según su desempeño) es
convertirlos en una suerte de moneda de la asignatura
(o del centro). De repente, no sólo se consiguen puntos
para demostrar esfuerzos y capacidades, sino que
los puntos en sí mismos son una recompensa útil.
Estas monedas y recompensas pueden conseguirse de
manera individual o grupal.
Si se decide que se va a usar una moneda, es necesario
dedicar bastante tiempo a aquello que se puede comprar
con ella, pueden ser bonificaciones a la nota final de la
asignatura, redondeos favorables en los exámenes,
pequeñas ayudas durante los mismos, la posibilidad
de escoger el tema del siguiente trabajo, de alterar el
orden de las exposiciones, de decidir la fecha de examen
dentro de una semana determinada. Las posibilidades
son infinitas, pero conviene diseñar y planificar las
recompensas pormenorizadamente para que no se
pueda abusar de ellas. Las recompensas más valiosas
deberían costar más monedas, puede que algunas estén
limitadas a una vez por persona.
En caso de que los puntos pertenezcan a un sistema
Points, Badges y Leaderboards, habría que decidir si
se restan del total de puntos cuando se utilizan y, por
lo tanto, hay un descenso de puestos en la tabla de
clasificación; si se mantienen los puntos de la tabla
como una cifra del total conseguido, aunque puedan
gastarse a voluntad, o si no pueden gastarse hasta los
momentos en los que la tabla se pone a cero (que sería
cuando pasarían al “monedero” personal o grupal).
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Resulta especialmente interesante el primer caso, se
pueden gastar puntos para conseguir ciertos beneficios,
pero entonces se descenderá en la clasificación y puede
que se quede sin las recompensas que se obtendría al
quedar en un buen puesto en la tabla.
Avatares
Otra forma de medir el progreso y recompensar el
esfuerzo es la creación de avatares. Los avatares son
representaciones ficticias (y, muchas veces, virtuales)
de una persona (en este caso, el alumno o alumna).
Los avatares deberían tener un desarrollo propio
que permita ‘avanzar’ de alguna manera; en muchos
casos, es puramente cosmético, aunque en otros se
podría ir desbloqueando una serie de ventajas reales.
Dicho desarrollo suele depender de los puntos que se
vayan obteniendo o de objetivos a alcanzar, de forma
muy similar a las explicadas anteriormente.
Los avatares suelen empezar como representaciones
sencillas del individuo, poco personalizadas, con
rasgos muy básicos. Por ejemplo, si representaran
personas, se podría cambiar el color de pelo, de piel y
de ojos, pero poco más. Mediante los puntos que se
va consiguiendo, se podría ponerles gafas, diferentes
peinados o ropas distintas.
Los avatares son un buen añadido a cualquier ludificación,
aunque requieren una importante cantidad de trabajo si
se quiere dotarlos de “vida” y que sean algo más que otra
forma más vistosa de medir puntos y logros. La mayor
parte de las veces resulta imprescindible disponer de una
plataforma virtual y poder implementar en ella avatares
virtuales con un soporte gráfico. Eso sí, el esfuerzo puede
merecer la pena, los avatares ayudan a conectar mejor con
las actividades a realizar, son una forma poco competitiva
de proporcionar recompensas, y no consumen tiempo y
recursos una vez están implementados.
En última instancia, si se opta únicamente por un
desarrollo cosmético, es muy probable que los avatares
se terminen agotando. Una vez se ha conseguido
aplicar los cambios estéticos que se busca, el avatar
pierde uno de sus atractivos fundamentales.
Recompensas intrínsecas
y extrínsecas
Uno de los principales problemas de este tipo de
recompensas (Points, Badges y Leaderboards, monedas,
avatares y demás) es que se trata de recompensas
extrínsecas, ajenas al propio individuo. Las recompensas
extrínsecas motivan al sujeto mientras existen; en el
momento en que se eliminan, el individuo pierde parte del
interés en las actividades que antes se recompensaban.
Sin embargo, las recompensas extrínsecas no dejan de
ser una herramienta para “enganchar” a aquellos alumnos
que podrían necesitar un aliciente para mantenerse
interesados por el mundo educativo. Lo deseable sería
que estas recompensas dejaran de ser necesarias para
pasar a ser un simple añadido más que aporta dinamismo
y diversión, pero no se puede desestimar su utilidad, una
vez se vaya construyendo con los alumnos un ambiente
en el que se valoren la curiosidad, las ganas de aprender,
que permita desarrollar un autoconcepto positivo y
en constante mejora, se estará en el camino hacia los
intereses intrínsecos y la sensación de logro personal.
Resumen
En este tema ha empezado echando un vistazo a
los conceptos procedentes del enfoque cognitivo-
conductual de la psicología, entre los que habría que
destacar el de castigo y el de recompensa que parten
de la psicología cognitivo-conductual. Después, se
liga el concepto de recompensa a la gamificación y
a las consecuencias de la participación en la misma,
desglosando uno de los sistemas más utilizados
en gamificación, el Points, Badges y Leaderboards.
Aunque este sistema presenta una buena incidencia
en la motivación a corto plazo, también se habla de
los problemas que puede conllevar y de su pérdida
de efectividad. Por último, dedicar unas páginas a
otros sistemas de recompensa que pueden ayudar
a establecer un ambiente y un ritmo que enlace las
jornadas en el centro educativo. Además, también se
ha hecho un breve apunte acerca de las recompensas
intrínsecas y extrínsecas y su relevancia a la hora de
poner en marcha un programa de recompensas.
Bibliografía
1. García Allen, Jonathan. (2018) El condicionamiento
clásico y sus experimentos más importantes. Psicología
y mente. (Disponible en: https://psicologiaymente.net/
psicologia/condicionamiento-clasico-experimentos).
2. Figueroba, Alex. Condicionamiento operante:
conceptos y técnicas principales. Psicología y
mente. (Disponible en: https://psicologiaymente.
net/psicologia/condicionamiento-operante).
3. Huang, Biyun. Khe Foon Hew. (2015) Do points,
badges and leaderboard increase learning and
activity: A quasi-experiment on the effects of
gamification. 23rd International Conference on
Computers in Education. (Disponible en: https://
www.researchgate.net/publication/286001811_
Do_points_badges_and_leaderboard_increase_
learning_and_activity_A_quasi-experiment_on_
the_effects_of_gamification).