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Nociones básicas del concepto de género

-Sexo y Género ¿son sinónimos?


El sexo de las personas se define biológicamente, se asigna al nacer (o antes, a
través de una ecografía) según nuestra genitalidad. La cultura hegemónica reconoce
dos sexos: si el genital externo es una vulva se dice que la persona es mujer; si es un
pene, será un varón. Sin embargo, hay cuerpos que presentan variaciones congénitas
respecto del modelo corporal “masculino/ femenino” hegemónico. (INADI, 2016:22).
Esto se denomina “intersexualidad” y refiere a “condiciones que no se ajustan a las
expectativas físicas y anatómicas definidas y esperadas por las ciencias médicas para
mujeres y varones. Las personas intersex nacen con genitales y órganos
reproductores que no responden a patrones culturalmente aceptados para la
anatomía. En nuestras sociedades, las personas intersex estuvieron y están sometidas
a situaciones de estigma, discriminación y violencia. Es por ello que los niños y niñas
intersex sufren habitualmente una intervención de sus cuerpos para “ajustarlos” a
estándares de género arbitrariamente construidos por la medicina. (Coordinación de
Diversidad Sexual, 2016:17). En otros términos, estos cuerpos son “normalizados”
para transformarlos en mujeres o varones.

-El género, en cambio, se define social, cultural e históricamente. Abarca el conjunto


de ideas, representaciones y prácticas que se esperan de cada persona según el sexo
asignado al nacer. Refiere a aquello que la sociedad ha establecido como patrones de
conducta para cada uno de los sexos y para las formas de relación entre ellos.
La asignación de género es estrictamente cultural y se produce desde que nacemos
a través de los procesos de socialización en la familia, la escuela y las relaciones con
nuestros pares. Esto se refuerza a lo largo de la vida por la proliferación e
internalización de mensajes, reglas y normas institucionales que distribuyen los roles y
comportamientos esperables en mujeres y varones. En nuestras sociedades, el género
se define de manera binaria o dicotómica. Esto significa que se aceptan socialmente
dos géneros (asociados a los dos sexos). Pero ¿existen sólo dos géneros?
Volveremos sobre esto más adelante.

“El pensamiento occidental ordena el mundo, tal cual lo conocemos, en parejas de


opuestos: naturaleza-cultura, razón-emoción, público-privado, hombre-mujer, bueno-
malo, lindo-feo, sensible - fuerte. Estos pares se plantean como si fueran tan
completos que no quedara nada por fuera y a la vez terminantes: si es de una manera
no puede ser de otra.
Esto significa por un lado que entre los dos lados del par forman una totalidad que no
deja nada por fuera. Por ejemplo, el varón y la mujer forman una totalidad y nada
quedaría por fuera según esta forma de pensar.
Por otro lado la idea de que si pertenece a un lado del par, no pertenece al otro lado
quiere decir por ejemplo que si algo es racional, no es emocional, y si es emocional no
es racional. Las dos cosas no se pueden dar en el mismo momento.
Esta organización del mundo se llama dicotómica (o binaria) y no nos permite a simple
vista pensar en otras alternativas”. (Ministerio de Desarrollo Social, 2015: 30).
“La noción de binarismo de género hace referencia a la idea naturalizada de las
categorías dicotómicas, mutuamente excluyentes, biologicistas y complementarias de
varón–mujer, basada en una estandarización de las características anatómicas, donde
“mujer” emerge como el término subordinado”. (INADI, 2016:15)

Así, a una persona que nació mujer se le asignará el género femenino y, en


consecuencia, habrá mandatos y prescripciones culturales para ella: se espera que
sea sensible, cariñosa, delicada, que se preocupe por los demás y que atienda ciertos
estándares de belleza.
Por su parte, a quienes nacen varones se les asignará el género masculino y por esta
razón se esperarán ciertas conductas y comportamientos de él: que sean menos
emocionales y más racionales y que sean fuertes, y que no se preocupen por su
estética.
La asignación de género y las conductas que devienen de ella configuran lo que
denominamos estereotipos de género. Estos son modelos socialmente establecidos
sobre conductas esperadas para varones y mujeres.
Estos estereotipos distribuyen y ordenan los roles que deben tener mujeres y varones
en nuestras sociedades, sustentándose en la diferencia biológica entre los sexos. Lo
que es una asignación histórica y cultural, construida y reproducida mediante diversas
estrategias, se presenta como algo natural, anclado en una supuesta “esencia”
vinculada al sexo biológico.
En nuestras sociedades los estereotipos vinculan, generalmente, a las mujeres al
ámbito privado: el mundo doméstico, los cuidados de la casa y la crianza de los
hijos/as. Los varones, por su parte, están ligados al ámbito público: son los que
trabajan y sustentan económicamente el hogar. Además, usualmente, se identifica a
las mujeres con actitudes de fragilidad y emotividad y a los varones con la fuerza y las
actividades físicas.
Cuadro 1. Estereotipos de género basados en una definición binaria

Las mujeres Los varones


Son subjetivas Son objetivos
Son emocionales Son racionales
Son concretas Son abstractos
Se envuelven Se desenvuelven
Se desarrollan en el ámbito Se desarrollan en el ámbito
privado público
Se asocian a los valores Se asocian a los hechos

Cuando las diferencias, en el caso de las relaciones de género, se traducen en


desigualdad. Los roles asignados a cada género no sólo son cualitativamente distintos,
sino que están jerarquizados. ¿Qué significa esto? Significa que algunos roles,
actividades y tareas gozan de una mayor estima social que otros, lo que se traduce en
un mayor reconocimiento económico, social e incluso legal para quienes encarnan
estos roles.

En general, estos son los roles asociados al género masculino. Los varones suelen
realizar actividades que poseen un mayor reconocimiento social que aquellas que
“corresponden” a las mujeres. Por ejemplo, el trabajo fuera del ámbito del hogar
(asociado a los varones) tiene mayor status –económico, social y jurídico- que el
trabajo doméstico (vinculado a las mujeres).
Es por eso que decimos que la diferencia se transforma en desigualdad, porque hay
jerarquía en los roles. Pero ¿de dónde surge esta jerarquización? Para responder esta
pregunta debemos entender, en primer lugar, que las relaciones de género son
relaciones de poder en las que la diferencia sexual se traduce en desigualdad social
y legal. La diferencia entre varones y mujeres se concibió como “la diferencia de las
mujeres con respecto a los varones cuando los primeros tomaron el poder y se
erigieron en el modelo de lo humano”. Esto podría haber sido a la inversa, pero está
empíricamente probado que la jerarquización se hizo y se hace a favor de los varones.
“En la mayoría de las culturas, las mujeres son consideradas de alguna manera o en
algún grado, inferiores a los varones. “Cada cultura hace esta evaluación a su manera
y en sus propios términos, a la vez que genera los mecanismos y las justificaciones
necesarias para su mantenimiento”. (Facio, 1999:1)
Para comprender cómo se construyeron y como se reproducen estas relaciones de
poder entre los géneros, es preciso adentrarnos en el concepto de patriarcado.
-¿Qué es el patriarcado?

El patriarcado otorga a los varones el poder en todas las instituciones importantes de


la sociedad y priva a las mujeres del acceso a las mismas. Esto no implica que las
mujeres no tengan acceso a ningún tipo de poder, derecho, influencia o recursos”.
(Facio, 1999:22). Puede haber mujeres con poder, ocupando puestos decisivos, como
el Directorio de una empresa, pero esto no implica que el patriarcado haya
desaparecido. Antes bien, supone que se ha modificado, posiblemente como
estrategia de perpetuación debido a la resistencia que genera esta injusticia social y
de género.

El patriarcado crea, sostiene y diversifica las instituciones que permiten no sólo su


supervivencia sino también su reproducción. Las instituciones patriarcales son las
prácticas, relaciones y organizaciones que transmiten la desigualdad entre mujeres y
varones, convalidando la discriminación hacia la mujer y reproduciendo los
mecanismos de dominación masculina que oprimen a las mujeres. (Facio, 1999).
Por ejemplo, los medios de comunica juegan un rol fundamental en la reproducción de
este sistema político de dominación: cada vez que vemos en televisión, programas o
publicidades con mensajes y discursos sexistas, en las que las mujeres son tratadas
como objetos sexuales o relacionadas únicamente con productos de belleza,
alimentación o de limpieza, estamos frente a la reproducción del patriarcado.

Sexismo: es la discriminación sistemática que sufren las mujeres como consecuencia


de su género. En nuestra cultura, el sexismo se expresa de diferentes formas:
imágenes, discursos, mensajes culturales o educativos. Las publicidades o los
programas de televisión, por ejemplo, suelen contener imágenes y mensajes sexistas.

-Socialización genérica
La niñez el momento fundamental de la socialización: es una etapa central para la
transmisión de mandatos sociales y culturales. Aunque esos mandatos nos
acompañan toda la vida, es una decisión libre comprender de manera crítica los
procesos de socialización en la infancia, puesto que ésta es un punto de inflexión para
formar personas que tiendan a reproducir las desigualdades que encarna el
patriarcado o a formar personas libres en sus formas de actuar y pensar.
El acceso a la educación, el ejercicio del pensamiento crítico y la democracia y los
derechos humanos, son factores fundamentales para que estos mensajes
contrahegemónicos puedan surgir y expresarse.

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