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MASCULINIDADES ALTERNATIVAS

Módulo 1. Género, ¿Determinación biológica o construcción social?

1.1 ¿Qué es el género?


El género es una categoría teórica trabajada en la antropología y el psicoanálisis, reelaborada por las feministas a
mediados de la década de los 70’s, en el cual, se analizan las diferencias y las desigualdades entre hombres y mujeres en
términos de género y no en términos de sexo.

Es una categoría de las ciencias sociales que explica la forma como cada sociedad simboliza la diferencia sexual y fabrica
ideas de lo que deben ser los hombres y las mujeres. Se aprende a ser hombre y a ser mujer a través de las tradiciones,
los valores y los estereotipos. 

Sin negar el peso que tiene la genética y la biología en el comportamiento humano, es evidente que la cultura surge del
tipo de actividad que realizan las personas, la interrelación entre éstas, así como el entorno social y cultural en el que se
desenvuelven.

Por lo tanto, la diferencia que se establece en el trato a hombres y mujeres son atribuciones, ideas, representaciones y
creencias sociales que se construyen tomando como referencia la diferencia biológica o sexual.

Entre estas representaciones o creencias sociales esta, por ejemplo, la reproducción humana.   Mujeres y hombres
cumplimos biológicamente funciones diferentes (engendrar, concebir, parir, etc.). Sin embargo, la reproducción humana
es un acto de voluntad, es decir, si se decide o no tener hijas/os.

1.2 ¿Qué es el “sexo”?


Por otra parte, la categoría de sexo, empezó a mostrar sus propias limitaciones al referirse continuamente a tres cosas
distintas.

Sin embargo, para entender el concepto de género es necesario asociarlo con el concepto de sexo, a fin de establecer sus
relaciones y diferencias.

En términos generales, se puede decir que los sexos –hembra y macho- son categorías biológicas, mientras que los
géneros –femenino y masculino- son categorías socioculturales, deterministas y rígidas:
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1.3 ¿Cómo se construye socialmente el género?


El aprendizaje del género es un proceso muy temprano, lo vemos ya en desde la primera infancia y que
posteriormente se va reforzando a través de la socialización que denominaremos genérica. Donde la familia, la
escuela, los medios de comunicación, la religión y el estado, son las instituciones que se encargan de ello y se
considera que sucede en tres etapas:

Por otra parte, tenemos el ámbito de la cultura que se endiente como la transmisión de normas y valores de una
sociedad, a través de las generaciones, mediante el proceso de socialización que adquirimos a través de la enseñanza-
aprendizaje por las instituciones sociales como:

En la familia se enseña y se aprende a vivir en sociedad, mediante la asunción de hábitos y valores morales y universales.
Es allí donde se transmiten las reglas para mujeres y hombres.

En la escuela es un ámbito de socialización, en el que se reproducen las imágenes de los roles de mujeres y hombres
realizando actividades que se han considerado propias de su sexo (amas de casa, madres, obreros, carpinteros, etc.)

Las religiones, las normas religiosas son aquellas que tienen como fuente, textos básicos donde, de acuerdo con cada
credo, se plasma la voluntad de un dios. Así pueden ser definidas a partir de un origen ajeno a las sociedades, de carácter
divino, superior al ser humano o a sus instituciones.

Medios de comunicación, en términos de producción y reproducción de valores y costumbres, los medios de


comunicación son los de mayor crecimiento e impacto en la actualidad. Desplazando a la escuela como fuente principal
de aprendizaje.
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Todos los procesos de vida, son procesos culturales y todas las personas son seres de cultura, aprenden cultura, generan
cultura y viven a través de su cultura (Díaz Guerrero, 2003).

Es decir, a través de un proceso de socialización permanente, cada persona incorpora el contenido de las normas, reglas,
expectativas y cosmovisiones que existen alrededor de su sexo. En este sentido, cada cultura define, establece, da forma y
sentido a un conjunto de ideas, creencias y valoraciones sobre el significado que tiene el ser hombre y el ser mujer,
delimitando los comportamientos, las características e incluso los pensamientos y emociones que son adecuados para
cada ser humano, con base a esta red de estereotipos o ideas consensuadas. (Tania E. Rocha-Sánchez y Rolando Díaz
Loving, 2005).

Partiendo de que los estereotipos de género están ligados a la masculinidad y la feminidad, al menos en la cultura
mexicana se encuentra que la visión del hombre está ligada al prototipo del rol instrumental que se traduce en las
actividades productivas, encaminadas a: la manutención y provisión de la familia, caracterizándose por ser autónomo,
orientado al logro, fuerte, exitoso y proveedor. 

En tanto la visión de la mujer se vincula a las actividades afectivas encaminadas a: cuidado de los hijos, del hogar y de
la pareja, así como a la posesión de características tales como la sumisión, la abnegación y la dependencia (Rocha,
2000).

En este sentido lo que significa ser “hombre” o “mujer” se define de acuerdo al contexto socio-cultural, que establece
pautas de comportamiento tradicionales que un individuo debe desarrollar según sus características biológicas.

Módulo 2. La masculinidad y su contexto


Introducción.
Los primeros estudios sobre masculinidad surgen en las décadas de los 60´s y 70´s, vinculando la antropología social con
el género, indagando el sentido de la jerarquía intra e inter género.

Por ejemplo, el antropólogo David Gilmore (1994), analiza las ideologías y las prácticas masculinas en comunidades
muy diversas: sociedades rurales del Mediterráneo, la isla Truk en Micronesia, los indios Mehinaku en Brasil, por
mencionar algunos. En la mayoría de las culturas estudiadas ser hombre se define por tres imperativos: ser protector,
proveedor y preñador. (Luis Santos Velásquez, 1998).

Sociocultural e históricamente lo masculino como norma predomina ante lo femenino. A lo masculino le fue atribuido
todo lo relacionado con: la autoridad, la razón, el poder, la fuerza y lo que no se debe cuestionar. Sistémicamente se fue
reproduciendo y normalizando dicha forma de socialización, lo que tiene como resultado relaciones inequitativas entre
hombres y mujeres.  En este sentido, la masculinidad es producto de procesos sociales y culturales, cuya práctica se
plasma en el escenario de las relaciones de poder, de producción y en los vínculos emocionales (Connell, 1994). 

2.1¿Qué es el patriarcado?
En un sentido literal, significa gobierno de los padres, históricamente el término se ha utilizado para designar un tipo de
organización social, en la que la autoridad la ejerce el hombre jefe de familia, dueño del patrimonio, del que formaban
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parte las y los hijos, la esposa, los bienes y las personas esclavas, en la organización familiar por ejemplo dentro del
Imperio Romano. (27 a.C. – 476 d.C).

Por otro lado, ante el surgimiento de los Estados Modernos (Siglo XV y XVI), el poder de vida y muerte sobre los demás
miembros de la familia pasa de manos del pater familias (En Roma, concepto jurídico aplicado a la persona o también al
derecho de plena potestad del padre dentro de los muros donde era el guardador de los lares familiares al Estado, que
garantiza

principalmente a través de la ley y la economía, la sujeción de las mujeres al padre, al marido y a los hombres en general,
impidiendo su constitución como sujetos políticos.

2.2 ¿Qué es el machismo?


La Real Academia de la Lengua Española (RAE), define al machismo como la actitud de prepotencia de los hombres
respecto de las mujeres. Se trata de un conjunto de prácticas, comportamientos y dichos que resultan ofensivos contra el
género femenino.

El machismo se compone de ciertas conductas, comportamientos y creencias que promueven, reproducen y refuerzan
diversas formas discriminatorias contra las mujeres. Se construye a través de la polarización de los roles y estereotipos
que definen lo masculino de lo femenino. Su principal característica es la degradación de lo femenino; su mayor forma de
expresión, la violencia en cualquiera de sus tipos y modalidades en contra de las mujeres. (CONAVIM, 2016).

Este concepto de masculinidad, o “machismo”, como se conoce en las Américas, conlleva tres riesgos generales:
 Riesgo para las mujeres y los niños en términos de violencia interpersonal, infecciones de transmisión sexual,
embarazo impuesto y paternidad ausente.
 Riesgo para otros hombres, como accidentes, homicidios y otras formas de violencia.
 Riesgo para uno mismo, en forma de suicidio, accidentes, alcoholismo y otras adicciones.
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2.3 Masculinidad tradicional y violencia

El “fracaso” en alguno o todos estos aspectos puede ser negativo para los hombres, ya que, para muchos, enfrentarse a
las consecuencias de no cumplir con los mandatos de la masculinidad tradicional puede provocar reacciones y episodios
de violencia hacia sí mismos o hacia otras personas.

2.3.1 ¿Qué es la violencia?

La violencia se define como un acto intencional, que puede ser único o recurrente y cíclico, dirigido a dominar, controlar,
agredir o lastimar a otra persona. 

Casi siempre es ejercida por las personas de mayor jerarquía, es decir, las que tienen el poder en una relación, como son:
el padre y/o la madre sobre los hijos y las hijas, los y las jefas sobre los y las empleadas, los hombres sobre las mujeres, los
hombres sobre otros hombres y las mujeres sobre otras mujeres, pero también se puede ejercer sobre objetos, animales
o contra el propio individuo.

La violencia adopta diferentes maneras de expresión que pueden variar desde una ofensa verbal hasta el homicidio. En
términos generales, se puede decir que existen cinco tipos de violencia que no son mutuamente excluyentes entre sí, es
decir, se puede manifestar más de un tipo de violencia al mismo tiempo, de diversas maneras y en diferentes esferas,
tanto de la vida pública como privada. Estos son:

Verbal: Incluye los insultos, los gritos, las palabras hirientes u ofensivas, las descalificaciones, las humillaciones, las
amenazas, los piropos que causen molestia, etc.

Psicoemocional: Son todas aquellas actitudes que dañan la estabilidad emocional, disminución o afectación de la
personalidad; todo acto que se compruebe que ha sido realizado con la intención de causar daño moral.

Económica: Son todas aquellas actitudes que dañan la estabilidad emocional, disminución o afectación de la
personalidad; todo acto que se compruebe que ha sido realizado con la intención de causar daño moral.

Física: Son aquellos actos de agresión intencional en la que se utiliza cualquier parte del cuerpo, algún objeto, arma
o sustancia, con la finalidad de sujetar, inmovilizar o causar daño a la integridad física de otra persona.

Sexual: Es toda conducta reiterada por acción u omisión de connotaciones sexuales, cuyas formas de expresión
dañan la intimidad de la persona, no importando su edad ni sexo. Se realiza contra cualquier persona sin su
consentimiento, vulnerando la libertad y dañando su desarrollo psicosexual, generando inseguridad, sometimiento y
frustración. 

Los hombres aprenden a desarrollar actitudes violentas porque:


 El medio (familia, amigos, etc.) los impulsa a ser violentos. “No dejarse” implica priorizar el enfrentamiento sobre
el dialogo.
 No se les enseña a enfrentar sus temores e inseguridades, sino a “huir” atacando.
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 El hombre que se rehúsa a pelear y enfrentar, que no es brusco o dominante, es “poco hombre” y objeto de
abuso por otros hombres.

En un estudio realizado en Estados Unidos, Reino Unido y México, titulado La Caja de Masculinidad, se alude al conjunto
de creencias trasmitidas por los padres, las familias, los medios de comunicación, los amigos, las mujeres y otros medios
de la sociedad que presionan a los varones para que se comporten de cierta manera.

Es decir, el modelo tradicional de masculinidad, que, en palabras de la socióloga especialista en género, Adriana Burbano,
impide que el hombre muestre vulnerabilidad, lo que genera angustia, desesperación y frustración acumulando estrés de
cumplir con el “Yo proveedor”, “Yo fuerte”, como consecuencia el hombre no puede exteriorizar sus temores y miedos.

Como consecuencia de estas


actitudes y valores, la
construcción de la masculinidad se torna rígida y perjudicial, para el entorno social, puesto que se traduce en conductas
de riesgos para salud física y mental de los hombres, ya que las conductas “machistas” contribuyen a tasas más altas de
muerte por suicidio, homicidio, adicciones y accidentes de tránsito.

La Organización Panamericana de la Salud señala que la “masculinidad tóxica” merma la esperanza de vida de los
hombres en América, pues en todo el continente los hombres viven 5.8 años menos que las mujeres, debido a
comportamientos asociados a expectativas sociales del su género. (La masculinidad tóxica quita años de vida, El Sol de
México, 25/11/19)

MÓDULO 3. LOS NUEVOS MODELOS DE MASCULINIDAD


3.1 Masculinidad Alternativa ¿Qué es?
Se trata de modelos de masculinidad basados en una concepción igualitaria y no jerárquica, promotoras de una vivencia
de la masculinidad amplia y diversificada, plural y abierta.

Para lograr lo anterior es necesario el fomento de las características y valores positivos de la masculinidad, sobre todo de
aquellos que permiten mantener la confianza y seguridad en sí mismo, con una personalidad pacífica, respetuosa y
receptiva que fortalezca su masculinidad libre de violencia.

Ángels Carabí, propone un concepto denominado nuevas masculinidades positivas, el cual implica no sólo una nueva
masculinidad antisexista y antihomofóbica, sino también antirracista y anticlasista por parte de los hombres.

Algunas de las cualidades de estas nuevas masculinidades incluyen:


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Establecer nuevas formas de relacionarse con las mujeres y con los demás hombres, requiere dar paso a la solidaridad,
compañerismo, el amor y el cooperativismo para trabajar con los demás. Por lo cual, debe existir apertura al surgimiento de
distintas masculinidades, así como propiciar el desarrollo de varios modelos de masculinidad alternativos no supeditados a
un patrón hegemónico.

3.2 Ámbitos de acción de las Nuevas Masculinidades


Reconociendo que cada persona aprende de manera distinta a ser hombre o mujer, es válido afirmar que existen muchas
formas de ser hombre, ya que en cada cultura se encuentran presentes mecanismos y códigos aprendidos que soportan y
explican esta diversidad. Factores como la raza, la orientación sexual, la condición o clase social, hasta la pertenencia a
algunos grupos, son factores de diferenciación masculina. (CNDH, 2018).

Los nuevos modelos de masculinidad deben promover las siguientes premisas:


 Aceptar su propia vulnerabilidad
 Expresión de emociones y sentimientos (miedo, tristeza, alegrías
 Aprender a solicitar apoyo
 Resolución de los conflictos en forma pacífica
 Fomentar actitudes y comportamientos tradicionalmente considerados femeninos, para la protección y el
respeto de la vida de las personas.

Para dar paso a nuevas masculinidades alternativas se deben generar espacios de reflexión, donde los hombres
participen, expresen públicamente lo que siempre les ha sido prohíbo y cuestionen las relaciones poder. Asimismo,
reconocer las conductas machistas que tienen para deconstruir las violencias.
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Al reconocer esta posibilidad, algunos hombres están dispuestos a analizar y elegir, conductas, características y actitudes
nuevas en ámbitos como la paternidad, el ámbito laboral, la convivencia con otros hombres y la lucha por evitar la
violencia machista hacia las mujeres.

Michales Kimmel, sociólogo y director del Centro para el Estudio del Hombre y las Masculinidades, afirma que para
alcanzar la igualdad de género es necesario educar, salir de las viejas ideas de lo que significa ser hombre, romper de una
vez por todas con la herencia patriarcal.

3.3 Marco jurídico para favorecer un entorno libre de violencia .

Las instituciones que sustentan estas acciones de manera primordial son: 


 El Instituto Nacional de las Mujeres 
 La Comisión Nacional de los Derechos Humanos 
 La Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres.

Cada una de estas instancias está enfocada en establecer y poner en marcha la acciones y programas para la erradicación
de conductas machistas, así como reconocer el derecho de las mujeres y niñas a vivir una vida libre de violencia.

La construcción de las Nuevas Masculinidades comienza desde un ámbito personal e influye en el ámbito colectivo con el
propósito de promover una nueva forma de ser hombres, para crear una sociedad con relaciones más igualitarias,
disminuir la violencia de género y generar espacios de convivencia más saludables.

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