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Módulo 1: Introducción a la perspectiva de género y

diversidad. Conceptos básicos.

Sexo y género no definen las mismas cosas.

A nivel biológico, la naturaleza dota a las mujeres y a los varones de diferentes


características. Así, el sexo de las personas refiere a las características físicas y
anatómicas que desde el nacimiento son diferentes para varones y para mujeres, a saber,
los órganos sexuales y reproductivos tanto internos (próstata y otras estructuras en
varones; ovarios, útero, vagina y otras estructuras en mujeres) como externos (en el varón
pene y testículos y en la mujer vulva), las hormonas y los cromosomas.
A veces no basta con mirar la diferencia sexual anatómica para saber si es varón o mujer
porque los órganos sexuales no siempre se desarrollan igual y en algunos casos no es
posible determinar el sexo. Las personas cuyos genitales o las demás características que
determinan el sexo varían respecto de lo que se considera característico de varones o
mujeres, son las personas intersexuales o intersex y la condición de estas personas lleva
el nombre de intersexualidad.
Muchas veces, cuando los órganos sexuales de las personas intersex tienen alguna
diferencia respecto a lo que se considera “normal” para un varón o una mujer, ellas son
sometidas -incluso siendo aún bebés- a intervenciones quirúrgicas que incluyen la
mutilación y la esterilización, en la mayoría de los casos con el solo objetivo de que
“parezcan” nenes o nenas.

¡El género son muchas cosas!

El género, como categoría de análisis social permite visualizar las relaciones de poder
desiguales entre hombres y mujeres que existen y se reproducen en todos los ámbitos de
nuestra sociedad. Poder viabilizar el lugar privilegiado de los hombres, respecto de las
mujeres y personas de la diversidad fue un paso fundamental para comenzar a trabajar en
la erradicación de dichas desigualdades.

El concepto género describe el conjunto de ideas, creencias y atribuciones sociales que


definen lo que significa ser varón o ser mujer en una cultura y en un momento histórico
determinado, y que se convierten en parámetro para definir las formas de ser y de sentir,
las oportunidades y las responsabilidades de las personas. Nos permite comprender qué
es masculino y qué es femenino para una sociedad y en un momento histórico determinado.
A su vez, el género es una condición social y cultural construida históricamente, es decir
no viene dado por la naturaleza. Es el conjunto de actitudes, roles, valores y
comportamientos, que determinan cómo deben ser un varón y una mujer, impuestos a cada
sexo mediante el proceso de socialización, que comienza al nacer. A partir de allí vamos
aprendiendo las formas “adecuadas” y posibles –así como las formas “inadecuadas”- por
ser varón o mujer de sentir, de comportarnos, de vestir, de actuar en el trabajo, en la pareja
o con las amistades.

En general se sostiene que las mujeres son sensibles, maternales, cuidadoras, lloronas o
dependientes; y que los varones son fuertes, valientes, inquietos, independientes o
poderosos; esto tiene que ver con que hemos aprendido a vivir según estas formas de ser,
hacer y relacionarnos. Sin embargo, no son las únicas válidas ni definitivas.

Expresiones y roles de género.

La Expresión de género es la forma en que cada persona expresa y practica su género


haciéndolo visible al resto. La expresión de género incluye la apariencia, la forma de hablar,
los gestos, entre otras prácticas. A veces, estas expresiones van de acuerdo con lo que se
espera socialmente según la identidad de género y el sexo de la persona. Otras veces, no.
Algunas expresiones de género son: femenina, masculina, andrógina, etc. Así, una
persona puede identificarse como mujer y su expresión de género puede ser masculina,
femenina o una mezcla de ambas (andrógina).

Los Roles de género son aquellas características como comportamientos, actividades,


oficios, responsabilidades que se esperan los desarrollen varones o mujeres. Cumplen la
función de naturalizar expectativas, acciones, disposiciones emocionales y generar la
noción de un “deber ser y hacer” en función del sexo biológico. Además, han servido
para construir un sentimiento compartido de pertenencia y de identificación, en función de
las actividades que se desempeñan. O de diferencianción y exclusión cuando no se ajustan
a las normas del rol.
Los roles se configuran mediante complejas tramas jerarquizadas de representación y
poder, donde lo femenino está subordinado a lo masculino. Estas características que hacen
al género, determinan qué significa ser hombre o ser mujer en una cultura y un momento
histórico determinado. Son las que definen las oportunidades, roles, responsabilidades,
formas de sentir y modos de relacionarse de las personas. Por eso, se dice que el género
es construido por las personas, cambia con el tiempo y no se entiende en todas las
sociedades de la misma manera.

Estereotipos de género ¿Por qué es importante reconocerlos?.

Los estereotipos de género son ideas simplificadas, socialmente construidas, pero


fuertemente asumidas, sobre las características propias de los hombres y de las mujeres.
Es importante entender que estas pautas sociales (“las mujeres se quedan en casa y cuidan
a los hijos y el hombre sale a trabajar y trae plata”) no hablan de lo que está “bien” sino de
costumbres que esconden desigualdades.
Estas pautas, influyen en las actitudes y en la conducta de las personas. Si bien hay muchos
estudios científicos que demuestran la influencia de los estereotipos de género, solo basta
con encender el televisor y observar los avisos publicitarios; ahí las mujeres son mostradas
como abnegadas amas de casa y encargadas de la salud de la familia, y por lo tanto las
consumidoras de todo tipo de productos de limpieza, alimentación, medicamentos,
vestimenta, etc. Mientras que los hombres son representados realizando trabajos de fuerza
o como empresarios o deportistas exitosos, entre otros estereotipos.

Algunos ejemplos frecuentes de estereotipos son los siguientes:


● Los hombres no lloran.
● Las mujeres son sensibles y delicadas, y los hombres bruscos y duros.
● Ellas son mejores y más aptas para los trabajos domésticos.
● Los hombres sólo piensan en el placer del sexo y las mujeres en el sexo como vía
para ser madres.
● Las mujeres son menos activas sexualmente que los hombres.
● La mujer es la encargada de velar por la salud de la familia y llevar a los/as chicos/as
al médico/a.
● El varón es quien debe comprar los preservativos.
● El hombre es más valiente si se aguanta algunos dolores sin ir al médico/a.

Para una comunicación respetuosa e inclusiva es fundamental utilizar un


lenguaje no sexista y evitar el uso de estereotipos y prejuicios que reproduzcan
relaciones de subordinación o dominación entre los géneros.

¿Qué es el patriarcado y por qué es importante hablar de él?


Las relaciones de poder que la categoría “género” develó, el funcionamiento de los roles y
los estereotipos, y el proceso de socialización en el cual los vamos adquiriendo, no son
hechos aislados, sino que se encuentran anclados en un sistema muy particular, el
Patriarcado. El patriarcado como sistema político de organización social de la vida
atraviesa todas las esferas de la sociedad: la política, la economía, las religiones, las
relaciones familiares, etc. Se basa en el liderazgo y la autoridad de los hombres sobre las
mujeres, niñas, niños y personas de la diversidad. El patriarcado representa una estructura
fuertemente arraigada en la historia de nuestra sociedad y ha ido modificando sus
estrategias para perpetuarse en el tiempo y sostener la dominación masculina y la sumisión
femenina.

El patriarcado funciona también en el orden de lo simbólico, construyendo modelos de lo


esperado para hombres y mujeres. De los hombres se espera socialmente que sean
fuertes, viriles, exitosos, proveedores económicos, que no expresen sus sentimientos,
mientras que las mujeres deben ser sumisas, maternales, emocionales, débiles. Aquellas
personas que se alejen de esos estereotipos, de la “norma social”, suelen ser discriminadas
e incluso violentadas físicamente.

Es importante hablar del patriarcado porque todos y todas lo alimentamos y reproducimos


en nuestro cotidiano, a veces de forma consciente y, la mayoría de las veces, de forma
inconsciente. Reconocer cómo funciona, los artilugios y estrategias que emplea para
sostener el dominio de los hombres, las violencias de género y las desigualdades, es
fundamental para poder erradicarlo y construir así una sociedad más igualitaria.

Les invitamos a continuación a ver la charla TedEx “Revelando estereotipos que no nos
representan” de Yolanda Domínguez.

https://www.youtube.com/watch?v=H1C-vG4yBMI&t=756s

Diversidad sexual

La diversidad sexual es un término que se utiliza para designar distintas prácticas,


expresiones, identidades, discursos y políticas en los que se pone en juego la sexualidad,
esfera de la vida humana que está atravesada por diversas relaciones sociales, afectivas,
políticas y culturales, entre otras. Asociadas a este concepto encontramos las siglas
“LGBTIQ+”, que las utilizamos para hacer referencia a personas lesbianas, gays, travestis,
transexuales, transgéneros, bisexuales, intersexuales, queers y otras identidades
sexogenéricas. A continuación, veremos a qué aspectos de la identidad sexual refiere cada
uno de estos términos.

Identidad de género

Como vimos, además de expresarse y asumir roles, las personas sienten, se perciben y se
identifican con un determinado género. Esta profunda identificación que cada persona tiene
con un género u otro es lo que se llama identidad de género y puede corresponderse o no
con el género asignado al momento del nacimiento.
Si la identidad de género de una persona se corresponde con su sexo biológico, es decir
una persona que nació con vulva, se siente mujer y se identifica con el género femenino o
una persona que nació con pene, se siente varón y se identifica con el género masculino,
se dice que esas personas son cisgénero.
Pero si la identidad de género de una persona no se corresponde con su sexo biológico se
dice que son personas travesti, transgénero, transgenérica o trans. Utilizaremos el
término trans para denominar a todas las personas que no son cisgénero.
En la Argentina y otros países de América Latina es muy común la utilización del término
travesti, principalmente en referencia a una identidad de género femenina. Es importante
tener en cuenta que la identidad de género no es lo mismo que la expresión de género.
Lo más importante es el trato digno y el respeto por la identificación de cada persona con
el género autopercibido. Aunque para tratar a una persona trans en forma digna y
respetando su identidad no debería ser necesario que lo diga una ley, en la Argentina, en
el año 2012 se sancionó la Ley de Identidad de Género N° 26.743 que reconoce el derecho
humano a la identidad de género, pudiendo ser rectificada su identidad en el documento
nacional de identidad.
Este reconocimiento incluye por supuesto considerar los artículos y los pronombres como
LA, UNA, ELLA, ELLAS para las personas trans femeninas y EL, UN, EL, ELLOS para las
personas trans masculinas. Una mujer trans que se llama Claudia, que tiene o no implantes
mamarios, que usa zapatos con tacos altos es ELLA, aunque su sexo biológico sea
diferente (es decir, que tenga pene y testículos). Será UNA paciente o UNA empleada o
UNA enfermera, y así LA deberíamos tratar.

Orientación sexual

La Orientación sexual responde a las preguntas: ¿quién me gusta? ¿Quién me atrae? ¿De
quién me enamoro? Las respuestas a estas preguntas no son fijas, por lo que la orientación
sexual, como la identidad de género, puede variar a lo largo de la vida de cualquier persona.
La Orientación sexual se refiere a la atracción sexual, erótica, emocional o amorosa que
sienten las personas hacia otras, tomando como referencia su género o también su
identidad de género. Así, las personas que se sienten atraídas hacia personas de su mismo
género son los hombres gays y las mujeres lesbianas; generalmente a estas personas se
las llama homosexuales. Por otro lado, quienes se sienten atraídos/as por personas del
género opuesto son las personas heterosexuales; y quienes sienten atracción por
personas de ambos géneros son las personas bisexuales. También hay quienes se ven
atraídos/as por personas independientemente de su género o sexo, siendo su orientación
pansexual, y además hay quienes no se ven atraídos/as sexual y eróticamente por ninguna
persona siendo su orientación asexual.
Por su parte hay personas trans que se sienten atraídas por personas de su mismo género
o con su misma identidad de género y sí se identifican como gays o lesbianas, o por
personas del género opuesto, identificándose como heterosexual.

Orientación sexual y comportamiento o conducta sexual

Así como es importante diferenciar entre la orientación sexual y la identidad de género,


también se debe diferenciar la orientación sexual de los comportamientos o conductas
sexuales.
La orientación sexual de las personas no se relaciona con los comportamientos o
conductas sexuales ya que estos conceptos hacen referencia a elecciones conscientes
de las personas. Por ejemplo, es bastante común pensar que algunas prácticas sexuales
se relacionan con la orientación sexual de las personas y esto no necesariamente es así.
Muchas personas creen que la penetración anal en los hombres está directamente
relacionada con la homosexualidad; sin embargo, muchos hombres heterosexuales
disfrutan la penetración anal.

¿Qué es salir del armario?

Muchas personas cuya orientación sexual o identidad de género difieren de lo esperado por
la sociedad (cisheteronorma), o que no son aceptadas o son condenadas moral o
legalmente por las sociedades, mantienen ocultos y secretos esos aspectos de su
sexualidad. Esto comúnmente se denomina “estar dentro del armario”. Por eso, “salir
del armario” es el proceso por el cual las personas homosexuales, bisexuales o trans
reconocen que su orientación sexual o su identidad de género es diferente respecto de lo
que se considera “normal” y en un determinado momento toman la decisión de compartir
este aspecto de su sexualidad con otras personas.
Salir del armario es un proceso. Este proceso es personal y voluntario.
Salir del armario en relación a la identidad de género de las personas trans, incluye el
período en el cual ellas realizan su transición mediante cambios en su apariencia que
pueden incluir tratamientos hormonales, intervenciones quirúrgicas o simplemente la
adecuación de su vestimenta, su aspecto y la elección de su nombre de acuerdo a su
identidad de género autopercibida. Una vez atravesado este proceso, las personas trans
deben ser reconocidas por su identidad de género y la misma debe ser respetada conforme
a la Ley Nacional de Identidad de Género N° 26.743.
La salida del armario relativa a la orientación sexual, es decir la de gays, lesbianas y
bisexuales, es un proceso continuo, ya que todavía existe la idea que la heterosexualidad
es la orientación sexual “normal” de toda persona.
En el ámbito de la salud, asumir la heterosexualidad de las personas puede llevar a fallas
en la atención médica que pueden resultar en errores en el diagnóstico de algún problema
de salud.

División sexual del trabajo ¿qué es y qué implica?

A lo largo de la historia, se fue configurando una división sexual del trabajo que atraviesa
las actividades que se realizan tanto en el ámbito público como en el privado o familiar.
La división sexual del trabajo no sólo determina qué actividades deben ser cumplidas por
varones o mujeres, sino que también les asigna un valor diferente que crea
desigualdades en el acceso a recursos y a derechos.
A las tareas que se realizan en el ámbito reproductivo o doméstico no se las reconoce
valor económico mediante un salario. Este trabajo, realizado mayoritariamente por las
mujeres, es condición indispensable para el desarrollo de las fuerzas productivas, ya que
aseguran que ese varón que sale a trabajar tenga todo lo necesario para descansar y sus
necesidades básicas garantizadas. Es un trabajo no remunerado. En el ámbito
productivo se desarrolla el trabajo que tiene valor económico (salario) y reconocimiento
social, que implica la interacción con otros y el contacto con las innovaciones tecnológicas
y el conocimiento, que facilita la independencia económica y que promueve el ascenso y el
desarrollo personal.
La división sexual del trabajo, donde se asignan tareas para varones y tareas para mujeres,
que no son naturales sino construidas socialmente, implican desigualdades e
inequidades. Aceptarlas, además, impide el desarrollo libre de deseos, intereses y
habilidades tanto para varones como para mujeres.
La división social y sexual del trabajo define tareas y responsabilidades como
propias de cada género, las valoriza de manera diferente y esto se traduce en una
distribución desigual de poder y autoridad entre mujeres y varones.

Les invitamos a ver el video “Eso que llaman amor es trabajo no pago” para reflexionar
respecto a la división sexual del trabajo:
https://www.youtube.com/watch?

Ahora bien, ¿cómo se relaciona el patriarcado con la división sexual del trabajo? Por un
lado, separa a las personas según su sexo (varones, por un lado, mujeres por otro) y les
asigna ciertos roles, características y mandatos de género que deben cumplir. Por el otro,
define que uno de ellos, el masculino, es más importante lo que se traduce en beneficios y
privilegios.
Para las mujeres, educarse, trabajar fuera de casa, tener una carrera profesional y participar
en la vida política y sindical, son todas tareas que se han sumado a sus actividades
reproductivas y son poco acompañadas por la incorporación de los varones a las
actividades reproductivas.
Cuando las mujeres, además de hacerse cargo de los trabajos reproductivos salen al
mercado de trabajo, se encuentran con situaciones que las ponen en desventaja respecto
de los varones.
Diferentes situaciones en las condiciones de trabajo y empleo producen discriminaciones y
desigualdades que afectan la permanencia y las posibilidades de desarrollo de las mujeres
trabajadoras. Algunas son evidentes y visibles, pero otras están ocultas o forman parte de
muchos “usos y costumbres” propios de la cultura patriarcal y tienen impactos muy
negativos para las trabajadoras. Mencionaremos algunas:

● La asignación de responsabilidades familiares no es pareja y limita a las


trabajadoras, ya que existe una distribución desigual de las tareas en el ámbito
familiar lo que resta a las mujeres tiempo para el trabajo remunerado, para la
capacitación y su desarrollo personal.
● Las mujeres sufren desigualdades en el acceso a un empleo, ya que el embarazo,
la maternidad y las responsabilidades familiares suelen ser motivos de dificultades
en el acceso, permanencia y ascenso a puestos de trabajo. Aun a veces pueden ser
motivos de abandono temporal o definitivo del trabajo.
● Las mujeres padecen condiciones de trabajo más precarias y se ven expuestas al
maltrato. Debido a la doble carga laboral suelen acceder a trabajos menos formales,
más precarios y no registrados como resultado de lo cual quedan expuestas a
maltrato y exigencias que exceden sus responsabilidades.
● Las posibilidades de crecimiento de las mujeres en el trabajo son limitadas ya que
el acceso a capacitación se realiza fuera de los horarios de trabajo u otros lugares
lo cual dificulta las posibilidades de la mujer por ser responsable de las tareas de
cuidado en el hogar. También permanecer y ascender suele estar basado en
prejuicios como por ejemplo que el varón es más capaz de dirigir y decidir.
Asimismo, los mecanismos de promoción suelen ser discrecionales (amiguismo).
● El salario también refleja desigualdades entre trabajadores y trabajadoras. Como
dijimos antes, las mujeres suelen acceder a trabajos precarios, informales y no
registrados lo que se traduce en menor remuneración. Los estereotipos de género
también provocan desigualdades ya que se considera al varón sostenedor del hogar
por lo tanto merecedor de un salario mayor y a la mujer como complemento o ayuda
por lo tanto un salario menor. Hay que considerar también, que hay diferencias
salariales informales e invisibles, como bonos o premios que están por fuera de los
convenios y son asignados preferentemente a los varones. Algo similar pasa con
los salarios en los puestos jerárquicos.
● La protección de la salud y la seguridad en el trabajo tampoco alcanzan a las
mujeres teniendo en cuenta sus necesidades como trabajadoras: tanto varones
como mujeres están expuestos/as a riesgos por accidentes de trabajo o
enfermedades profesionales. Sin embargo, las políticas de seguridad y de salud en
el trabajo se han focalizado en los empleos considerados peligrosos y en sectores
y ocupaciones conocidos como “masculinos”. A pesar de que las mujeres participan
en un gran número de actividades y sectores, sus problemas y necesidades suelen
ser considerados desde la lógica que las ve –casi exclusivamente– como madres y
cuidadoras del hogar. Por lo cual es necesario transformar esto y pensar normas de
salud y de seguridad que tenga en cuenta sus características como trabajadoras
más allá de los roles que les son asignados tradicionalmente. Entonces, cuando
hablamos de riesgos diferenciales por género, hacemos referencia a que una parte
importante de la accidentabilidad y de la enfermedad laborales se explica por los
roles o las tareas que asumen mujeres y varones.

La diversidad sexual en el mundo del trabajo

La orientación sexual y la identidad de género de las personas también son motivos de


discriminaciones y exclusiones muy importantes en el trabajo. Las personas del colectivo
LGTBIQ+ suelen tener muchas dificultades para acceder al trabajo ya que éstos ámbitos
de trabajo están organizados según patrones culturales cisheteronormativos. También se
observa discriminación cuando se niegan ascensos o no se garantizan las prestaciones de
seguridad social para sus familias.
La cuestión de la diversidad sexual ayuda a poner sobre la mesa muchas y legítimas formas
de pensar, sentir y desear de las personas, más allá de lo que sea considerado como lo
más común o tradicional. Esta perspectiva tiene que instalarse en todos los espacios de
trabajo, garantizando espacios laborales igualitarios y respetuosos de la orientación e
identidad sexual de cada persona.

Perspectiva de género y diversidad

La perspectiva de género implica reconocer que una cosa es la diferencia sexual y otra
cosa son las atribuciones, ideas, representaciones y prescripciones sociales que se
construyen teniendo como referencia la diferencia sexual. Esta perspectiva reconoce que
los hombres también se ven limitados en su desarrollo personal y social por determinadas
normas que se les imponen sobre su masculinidad (tienen que ser duros, no expresar
sentimientos, ser poco comunicativos, fuertes, violentos, etc.). También son discriminados
cuando no responden al modelo de masculinidad hegemónica: por ser homosexuales,
hombres pacíficos, sensibles, amantes del hogar... Incluso se ve afectada su salud y calidad
de vida por asumir aquellos prejuicios y estereotipos sobre la masculinidad que contribuyen
a agravar los riesgos asociados a su integridad física o a la forma de desarrollar su
sexualidad.
Las perspectivas de género y diversidad nos aportan una nueva mirada sobre la realidad,
más amplia y completa. En este sentido comporta un proceso de aprendizaje y
enriquecimiento: nos permite una mayor sensibilidad social, cualidad imprescindible
de la intervención social, contribuye a una mayor equidad de género; pero también
contribuye, sin duda, a la mejora de la calidad e impacto de los programas y proyectos
sociales desarrollados en las distintas políticas públicas.
Las perspectivas de género y diversidad se insertan en un enfoque de derechos humanos
que pone en el centro de la escena a las personas (especialmente a las discriminadas
históricamente) bajo el principio de igualdad y no discriminación. Asimismo, las identifica
como las titulares indiscutibles de los derechos y considera al Estado como el principal
obligado para su cumplimiento y garantía.
A quien incorpora la categoría género en su perspectiva de análisis se le facilita pensar los
hechos sociales tomando en cuenta el peso que tiene lo simbólico en la materialidad de las
vidas humanas. Si la aspiración de justicia se manifiesta como la búsqueda de equidad,
comprender qué es el género y cómo opera tiene implicaciones de convivencia más
equitativas donde la diferencia sexual sea reconocida y no sea utilizada para establecer
desigualdad. Sólo así podrán empezar, mujeres y hombres, a establecer opciones de vida
más flexibles, no arraigadas en rígidos y anticuados papeles sociales y a compartir
equitativamente responsabilidades políticas y domésticas.
Esta equidad da al concepto de ciudadanía su sentido verdadero: el de la participación de
las personas, con independencia de su sexo y de su deseo sexual, como ciudadanas y
ciudadanos con iguales derechos y obligaciones.

Las perspectivas de género y diversidad van a desechar las ideas esencialistas o


naturalistas sobre mujeres y varones. No existe una esencia de mujer o de varón, existe
una construcción social respecto de ser varón o ser mujer, de donde se deriva la diversidad
con la que nos encontramos en la sociedad. En este sentido, el incorporar la idea de género
como “las identidades, las funciones y los atributos construidos socialmente de la mujer y
el hombre y al significado social y cultural que la sociedad atribuye a esas diferencias” nos
permite analizar el impacto diferencial que tiene una práctica social en la vida de las mujeres
y las personas LGBTIQ+. Visibilizar las situaciones de desigualdad y exclusión estructural
que atraviesan las trayectorias vitales de las mujeres y las personas LGBTIQ+ permite
revelar cómo las políticas que en apariencia pueden parecer neutras en términos de género
pueden afectarlas especialmente, y también señalar la necesidad de diseñar medidas
administrativas, legislativas o de cualquier índole encaminadas a desmantelar patrones
históricos de discriminación contra las mujeres y personas LGBTIQ+. Así, la inclusión de
las perspectivas de género y de diversidad en el diseño, implementación y monitoreo de
políticas públicas implica dar prioridad a las necesidades específicas de las mujeres y
personas LGBTIQ+ para construir una sociedad más igualitaria y justa.

Actividades

1. Imaginar que se suma un/a colega de trabajo y dibujar y/o describir los siguientes
aspectos de su vida: ¿cómo se llama, qué edad tiene y de dónde es? ¿Cuál es su identidad
de género y su orientación sexual? ¿Qué hace durante el día? ¿Dónde trabajaba antes y
por qué pidió el traslado a tu oficina? ¿En qué área trabaja ahora y de qué se trata su
trabajo? ¿Realiza una tarea que se ajusta a algún estereotipo de género? ¿Por qué?
2. Ahora imagínate que con ese/a colega se enteran de una situación en que una persona
que utiliza los servicios que brinda la institución donde trabajan fue discriminada por tener
una orientación sexual diferente a la heterosexual, ¿cómo podrían incorporar las
perspectivas de género y diversidad para resolver esta situación?

Bibliografía de referencia

Charla TEDx de Yolanda Domínguez. (2017). “Revelando estereotipos que no nos


representan”. https://www.youtube.com/watch?v=H1C-vG4yBMI&t=752s

Dirección General de Políticas de Género. (2018). Herramientas para la formación de


promotoras y promotores territoriales en género. CABA: Ministerio Público Fiscal de la
Nación.

Economía Feminista. (2018). “Eso que llaman amor es trabajo no pago”.


https://www.youtube.com/watch?v=vXWtw-FRAOk

Lamas, M. (1996). La perspectiva de género. En: Revista de Educación y Cultura de la


sección 47 del SNT, 216-229. México.

Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. (2016). De la ley a la práctica. Conceptos


desde un paradigma igualitario. CABA: Coordinación Nacional de Diversidad Sexual.
Ministerio de Salud de la Nación. (2016). Guía básica sobre diversidad sexual. Dirección de
Sida y ETS, Ministerio de Salud de la Nación.

Naciones Unidas en Argentina, Fundación UOCRA y Ministerio de Trabajo, Empleo y


Seguridad Social. (2015). Comprometidos con la Igualdad. Guía de Acción para delegados
y delegadas sindicales. Argentina: Editorial Aulas y Andamios.

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