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Violencia Obstétrica.

Aportes para su visibilización.

Modalidad virtual

Secretaría de Derechos Humanos


ipap.gba.gob.ar 2
Violencia Obstétrica.
Aportes para su visibilización.

Módulo

Secretaría de Derechos Humanos


ipap.gba.gob.ar 2
Bienvenid*s a la quinta edición virtual del curso Violencia obstétrica. Aportes para su
visibiliación. A modo introductorio, nos parece fundamental abordar los contenidos de este
curso para visibilizar la importancia de la problemática de la violencia obstétrica en nuestra
sociedad.

El objetivo del proceso es generar un proceso de reflexión crítica que permita ampliar el
concepto de violencia obstétrica y brindar una definición precisa que involucre la descripción
de aquellas conductas y omisiones que configuran este tipo de violencia, aún frente a la
imposibilidad de realizar una enumeración exhaustiva al respecto. Al mismo tiempo
pretendemos sensibilizar y capacitar sobre el concepto de violencia obstétrica e identificar
mitos, prejuicios y buenas prácticas en torno a la temática.

Para comenzar este primer módulo del curso, nos resulta pertinente abordar algunos
conceptos que consideramos clave y que nos van a servir de base para todos los contenidos
que vamos a desarrollar en el curso.

Para comenzar este primer módulo del curso, nos resulta pertinente abordar algunos
conceptos que consideramos clave y que nos van a servir de base para todos los contenidos
que vamos a desarrollar en este curso. Nos proponemos, entonces, como objetivo de este
primer encuentro, aproximarnos a la perspectiva de género, para así avanzar hacia la
conceptualización de la violencia obstétrica como violencia de género.

En principio, en función de este objetivo, comenzaremos con el concepto de género.


“El concepto de Género se refiere a la construcción social y cultural que se organiza a
partir de la diferencia sexual. Supone definiciones que abarcan tanto la esfera
individual, incluyendo la construcción del sujeto y el significado que una cultura le
otorga al cuerpo femenino y masculino, como a la esfera social, que influye en la
división del trabajo, la distribución de los recursos y la definición de jerarquías y
relaciones de poder entre hombres y mujeres” (Faur, 2007).

La noción de género surge a partir de la idea de que lo “femenino” y lo “masculino” no son


hechos naturales o biológicos, sino construcciones culturales. Este concepto, por tanto, se
refiere a la construcción social y cultural que organiza nociones sobre aquello que sería
“propio” de lo masculino y de lo femenino a partir de la diferencia sexual. El género es una
categoría construida, no natural, que atraviesa tanto la esfera individual como la social. La
construcción social y cultural de las identidades y relaciones sociales de género redunda en el
modo diferencial en que hombres y mujeres pueden desarrollarse en el marco de las
sociedades de pertenencia, a través de su participación en la esfera familiar, laboral,
comunitaria y política.

Existe una mirada dicotómica de los géneros que se apoya en la supuesta naturalidad binaria
de los cuerpos. Sobre esta construcción cultural del cuerpo sexuado, se elabora un conjunto de
características, roles, oportunidades y expectativas que socialmente se asigna a las personas,
apoyándose en esa supuesta binariedad de las características biológicas (sexo).

Es fundamental, en este punto, vincular el concepto de género con otros que guardan relación
con él, y se entrelazan, para poder comprender mejor la matriz de pensamiento que rige
determinadas conceptualizaciones y que genera desigualdades.

La heteronormatividad es el primero de los términos que nos interesa conceptualizar. El


modelo binario que mencionamos anteriormente, tiene una matriz que jerarquiza y produce
las relaciones dentro del sistema sexo-género: la heteronormatividad, que se vincula con la
presunción de heterosexualidad de todas las personas. Es el modelo de percepción y de
valoración por el cual suponemos que todas las personas que nos rodean son heterosexuales,
lo cual invisibiliza otras formas de desear y amar, al tiempo que establecemos que es esa la
forma más deseable de vivir y expresar la sexualidad.

La diversidad sexual, por su parte, remite a prácticas, expresiones, identidades, discursos y


políticas en los que se pone en juego la sexualidad y que no refiere exclusivamente a una visión
heterosexual. Si bien es imposible dar cuenta de la diversidad de personas que habitan el
mundo, resulta fundamental salirnos de la mirada dicotómica y comenzar a reconocer las
diferentes identidades y exclusiones que el sistema binario no nombra o, en muchos casos,
persigue y prohíbe.

La identidad de género es el sentimiento de pertenencia a un género que puede corresponder


o no con el sexo asignado al momento del nacimiento. La identidad de género puede ser
femenina, masculina, transgénero, neutra o no binaria.

La expresión de género es el proceso mediante el cual se manifiesta al entorno la identidad de


género, a través de comportamientos específicos: el lenguaje, la apariencia, la vestimenta, las
características corporales, la elección del nombre propio, etc. No es un atributo exclusivo de
las personas trans; tanto las personas cis como las trans tienen expresión de género.

La orientación sexual se refiere a la atracción hacia otra persona, sea amorosa, sexual o
afectiva; puede ser de carácter homosexual, heterosexual, bisexual, entre otras.

El siguiente cuadro que les presentamos resume lo que hemos expuesto hasta aquí:

Fuente: Sartoris y Harnan, 2017.


Lo que conocemos como lo femenino y lo masculino son construcciones sociales realizadas
sobre la base de estereotipos de género, elaborados a partir de una interpretación dicotómica
de las personas, según el sexo asignado al momento del nacimiento.

Son imágenes construidas social e históricamente que establecen aquello que se espera
socialmente de varones y de mujeres. Están cimentados con base en prejuicios, actitudes y
creencias aplicadas a todos los varones y las mujeres en general, e intervienen en la
construcción social de la identidad de las personas.

“UNIVERSO MASCULINO” “UNIVERSO FEMENINO”


Fortaleza Sensibilidad
Actividad Pasividad
Control Maternidad
Proveedor Cuidado de otr*s
Racionalidad Emotividad
Espacio público Espacio privado

El espacio de la mujer es fundamentalmente el mundo privado: el hogar, que incluye la


maternidad, el cuidar a los demás, el trabajo doméstico en general. Lo femenino está
identificado con lo irracional, lo pasivo, lo débil, lo emocional, la naturaleza, la sensibilidad, la
dependencia, el romanticismo.

El espacio del varón es el mundo de lo público: el trabajo asalariado, la pertenencia a lo


institucional, a la política, al poder económico. Lo masculino está identificado con lo racional,
lo activo, la fuerza, el pensamiento, el conocimiento, el éxito social, el poder.

Ahora bien, ¿qué sucede cuando una persona no asume estas características? Estaría de
alguna manera rompiendo con un “deber ser”, desafiando un orden prescripto, quedando bajo
la lupa de la mirada de los demás. Por ejemplo, una mujer que decide no ser madre, o que
decide serlo, pero sola, o un hombre que decide quedarse en su casa con las tareas
domésticas, mientras la mujer sale a trabajar, siendo la proveedora económica del hogar.

Esta serie de estereotipos de los que venimos hablando, se vinculan directamente con el tipo
de relaciones que se establecen entre varones y mujeres.

Estas relaciones de género son obviamente también construcciones sociales,


fundamentalmente: relaciones asimétricas y jerárquicas.

Decimos que las relaciones de género son asimétricas y jerárquicas porque los aspectos
identificados con la masculinidad hegemónica se encuentran sobrevalorados socialmente en
relación con aquellos asociados a la feminidad, y otras formas de identificarse dentro de los
géneros y las sexualidades, porque las relaciones de género no son solo binarias, considerando
las diferentes identidades de género y orientaciones sexuales de las personas.

Los orígenes de esta asimetría y jerarquización se remontan a siglos atrás:

o Amo/esclavo
o Adulto/niño
o Varón/mujer

Entre ellos había diferencias. Solo el amo, adulto y varón podía ser ciudadano. La mujer, en
cambio, por su naturaleza y capacidad reproductiva tenía funciones de cuidado, un cuidado
que luego se extiende a lo social. Pero después se pasó de la diferencia a la jerarquía. Hasta la
modernidad, diferencia y jerarquía iban juntas. Se pensaba que las personas tenían relaciones
naturales entre ellas, relaciones de poder, lo que implicaba la superioridad de los varones
adultos heterosexuales y la inferioridad de mujeres, niñxs y disidencias.

Para comprender mejor el origen de las desigualdades de género, así como su producción y
reproducción en la dinámica y organización social, es necesario prestar atención al concepto
de patriarcado, que, en sentido amplio, podemos definir como la manifestación e
institucionalización del dominio masculino heterosexual. Sobre estas bases se erige el modelo
jerárquico de las sexualidades que cuenta con el elemento sexista (que legitima la
subordinación de las mujeres) y con el elemento heteronormativo (que establece a la
heterosexualidad como un hecho natural y superior).

Las sociedades actuales aún se encuentran organizadas sobre esquemas que se caracterizan
por el poder y el control que ejercen los varones adultos heterosexuales sobre las mujeres,
niñ*s y todas las personas que no se ubiquen en este espacio social privilegiado, el de los
varones adultos heterosexuales; el espacio público; el espacio de la política; de la producción;
de la provisión de bienes para el hogar; el espacio de la historia; de un tiempo que es lineal,
prometedor.

Como venimos sosteniendo, esa estructura de género produce diferentes tipos de relaciones,
desigualdades y jerarquizaciones. Diferencias entre varones y mujeres, diferencias entre los
géneros. Pero el problema no son las diferencias, sino la jerarquía que se establece en
relación a esas diferencias. Las diferencias por sí mismas no debieran provocar desigualdad,
pero desde el momento en que socialmente se les asigna un valor a esas diferencias, se
producen las desigualdades, que implican relaciones de poder. Las relaciones de poder
implican diferencias en el acceso y control de recursos.

La cultura hegemónica patriarcal funda los principios de normalidad social sobre la base de la
familia monogámica, la heterosexualidad obligatoria y la maternidad como destino de las
mujeres, basándose en la idea de que los géneros son sólo dos y complementarios: masculino
y femenino.

Con el objetivo de adentrarnos ahora en el concepto de perspectiva de género, nos resulta


pertinente señalar algunas características del género. Para ello, siguiendo a Joan Scott,
podemos sostener que el género:

o Es siempre relacional. El género remite a las relaciones de poder entre e intra


géneros y por ende impacta en la totalidad de las personas.
o Es una construcción histórico-social, no es un hecho natural. Es modificable.
o No es un concepto totalizador, sino que está entrecruzado con otros
determinantes de la estratificación social como la raza/etnia, la clase, etc.
o Es una categoría que trasciende el binarismo, en tanto cuestiona el supuesto
de que existen dos géneros, así como la matriz heterosexual desde la que se
configuran.

A través del concepto de género es posible entonces reflexionar acerca de las diferencias y
principalmente, de las desigualdades entre los géneros. Fundamentalmente lo que miramos
cuando lo hacemos desde la perspectiva de género, son las diferentes jerarquizaciones sexo-
genéricas presentes en una sociedad, el modo en que son valoradas (simbólica y
económicamente) ciertas expresiones de género y no otras, a qué tipo de cuerpos y géneros se
les permiten determinadas actividades (trabajos, roles, deportes, juegos), el modo en que se
configuran las trayectorias, los deseos y el futuro de manera diferencial/desigual según el lugar
que se ocupa en esas jerarquías de género. La perspectiva de género consiste, entonces, en
una clave de interpretación de la realidad social que busca visibilizar y desnaturalizar los
condicionamientos socioculturales que establecen y mantienen desigualdades de poder entre
los géneros, con el fin de promover sociedades más equitativas. La perspectiva de género opta
por una concepción epistemológica que se aproxima a la realidad desde las miradas de los
géneros y sus relaciones de poder. Sostiene que las relaciones de desigualdad entre los
géneros tienen sus efectos de producción y reproducción de la discriminación, adquiriendo
expresiones concretas en todos los ámbitos de la cultura: el trabajo, la familia, la política, las
organizaciones, el arte, las empresas, la salud, la ciencia, la sexualidad, la historia.

Como herramienta de análisis crítico, la perspectiva de género nos permite:

o Problematizar las realidades que sostienen las relaciones asimétricas entre los
géneros y la desvalorización de modelos que se diferencian del mandato
dominante heterosexual, patriarcal y sexista.
o Desnaturalizar las prácticas, histórica y socialmente establecidas que se
vuelven naturales en lo cotidiano.
o Visibilizar las desigualdades sociales y fomentar igualdad en el trato y
oportunidades entre varones y mujeres, y el respeto por las diversidades.
En este punto, vamos a aproximarnos al concepto de violencia obstétrica, pero, como dijimos
al principio de este módulo, con el objetivo de comprender la violencia obstétrica como
violencia de género, esbozaremos previamente algunas conceptualizaciones que nos
permitirán llegar al objetivo propuesto. Comenzaremos entonces con el concepto de violencia.

Violencia es una forma de ejercicio de poder a través de la fuerza (ya sea física, psicológica,
emocional, económica, política, social). Es siempre un abuso de poder ya que se da en el
marco de relaciones de desiguales. Tiene por finalidad producir un daño e imponer la propia
voluntad anulando la voluntad del otro.

Lo que caracteriza a la violencia contra las mujeres de otras formas de agresión y coerción es
que el factor de riesgo o de vulnerabilidad es el solo hecho de ser mujer.

La violencia obstétrica es una de las modalidades de violencia contra las mujeres que establece
la Ley Nacional Nro. 26485 “Ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la
violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones
interpersonales”,1 y reglamentada por Decreto Nro. 1011/2010.2 La misma, en su artículo 4
define la violencia contra las mujeres:

1
Sancionada el 11 de marzo de 2009, promulgada el 1 de abril de 2009. Puede ver el texto completo de la norma en
la siguiente pagina http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/150000-154999/152155/norma.htm
2
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/165000-169999/169478/norma.htm
LEY 26485 DECRETO 1011/2010
Se entiende por violencia contra las mujeres toda Se entiende por relación desigual de poder, la que se
conducta, acción u omisión, que de manera directa o configura por prácticas socioculturales históricas
indirecta, tanto en el ámbito público como en el basadas en la idea de la inferioridad de las mujeres o la
privado, basada en una relación desigual de poder, superioridad de los varones, o en conductas
afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, estereotipadas de hombres y mujeres, que limitan total
psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así o parcialmente el reconocimiento o goce de los
también su seguridad personal. Quedan comprendidas derechos de éstas, en cualquier ámbito en que
las perpetradas desde el Estado o por sus agentes. desarrollen sus relaciones interpersonales.
Se considera violencia indirecta, a los efectos de la
presente ley, toda conducta, acción omisión,
disposición, criterio o práctica discriminatoria que ponga
a la mujer en desventaja con respecto al varón.

A su vez, la Ley distingue en sus artículos 5 y 6, entre tipos y modalidades de violencia contra la
mujer, entendiendo que los tipos pueden darse en cualquiera de las modalidades.

TIPOS MODALIDADES
Física Doméstica
Psicológica Institucional
Sexual Laboral
Económica y patrimonial Contra la libertad reproductiva
Simbólica Obstétrica
Espacio público Mediática
En cuanto a la violencia obstétrica como una de las modalidades propuestas por la ley
nacional, es definida en el inciso e del artículo 6to. como:

LEY 26485 DECRETO 1011/2010


Aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo Se considera trato deshumanizado el trato cruel,
y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada deshonroso, descalificador, humillante o amenazante
en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización ejercido por el personal de salud en el contexto de la
y patologización de los procesos naturales, de atención del embarazo, parto y postparto, ya sea a la
conformidad con la Ley 25.929. mujer o al/la recién nacido/a, así como en la atención de
complicaciones de abortos naturales o provocados, sean
punibles o no.
Se considera personal de salud a los efectos de la ley
que se reglamenta, a todo aquel/la que trabaja en un
servicio, se trate de los/as profesionales (médicos/as,
enfermeros/as, trabajadores/ as sociales, psicólogos/as,
obstétricas/os, etc.) o de quienes se ocupan del servicio
hospitalario, administrativo o de maestranza.
Las mujeres que se atienden en las referidas
instituciones tienen el derecho a negarse a la realización
de las prácticas propuestas por el personal de salud.
Las instituciones del ámbito de la salud pública, privada
y de la seguridad social deben exponer gráficamente, en
forma visible y en lenguaje claro y accesible para todas
las usuarias, los derechos consagrados en la ley que se
reglamenta.

Como vemos, la violencia obstétrica es una de las modalidades de violencia contra la mujer. La
trascendencia de este tipo de violencia radica en el momento en que la misma tiene lugar:
durante todo el proceso de la gestación, el embarazo (aunque no culmine en un nacimiento),
trabajo de parto, parto y postparto, momentos importantes en la vida de la mujer, como así
también para el/la bebé y para la sociedad en general.

En este punto debemos hacer la aclaración que más allá de que en la ley se hable de mujer y
bebé, entendemos que pueden ser pasibles de violencia obstétrica todas aquellas personas
con útero y capacidad de gestar que se encuentren atravesando una situación de embarazo,
parto y postparto, teniendo en cuenta así las situaciones en que un varón trans decide quedar
embarazado. En la extensión de este curso hablaremos de mujeres en consonancia a la letra de
la ley pero quedan comprendidas estas situaciones.

La Ley Nro. 26485 remite específicamente, y de manera complementaria a otra ley que la
antecede, la Nro. 25929 “de derechos de padres e hijos al momento del nacimiento”,3 y
reglamentada por Decreto 2035/15,4 también conocida como “Ley de Parto Humanizado” o
“Ley de Parto Respetado”. En ella se establecen una serie de derechos que toda mujer tiene en
relación con el embarazo, el trabajo de parto, el parto y el postparto (artículos 2, 3 y 4):

o A ser informada sobre las distintas intervenciones médicas que pudieren tener
lugar durante esos procesos de manera que pueda optar libremente cuando
existieren diferentes alternativas.
o A ser tratada con respeto, y de modo individual y personalizado que le
garantice la intimidad durante todo el proceso asistencial y tenga en
consideración sus pautas culturales.
o A ser considerada, en su situación respecto del proceso de nacimiento, como
persona sana, de modo que se facilite su participación como protagonista de
su propio parto.
o Al parto natural, respetuoso de los tiempos biológico y psicológico, evitando
prácticas invasivas y suministro de medicación que no estén justificados por el
estado de salud de la parturienta o de la persona por nacer.
o A ser informada sobre la evolución de su parto, el estado de su hijo o hija y, en
general, a que se le haga partícipe de las diferentes actuaciones de los
profesionales.
o A no ser sometida a ningún examen o intervención cuyo propósito sea de
investigación, salvo consentimiento manifestado por escrito bajo protocolo
aprobado por el Comité de Bioética.

3
Sancionada el 25 de agosto de 2004, promulgada el 17 de septiembre de 2004. Puede ver el texto completo de la
norma en la siguiente pagina http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/95000-
99999/98805/norma.htm
4
http://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/250000-254999/252755/norma.htm
o A estar acompañada por una persona de su confianza y elección durante el
trabajo de parto, parto y postparto.
o A tener a su lado a su hijo o hija durante la permanencia en el establecimiento
sanitario, siempre que el recién nacido no requiera de cuidados especiales.
o A ser informada, desde el embarazo, sobre los beneficios de la lactancia
materna y recibir apoyo para amamantar.
o A recibir asesoramiento e información sobre los cuidados de sí misma y del
niño o niña.
o A ser informada específicamente sobre los efectos adversos del tabaco, el
alcohol y las drogas sobre el niño o niña y ella misma.

A continuación, les dejamos una de las definiciones de violencia obstétrica que nos resultan
más completas, ya que entiende a la misma no sólo como violencia hacia las mujeres sino
también como violencia institucional:

“La violencia obstétrica es una forma específica de violación a los derechos humanos y
reproductivos de las mujeres, incluyendo los derechos a la igualdad, a la no
discriminación, a la información, a la Integridad, a la salud y a la autonomía
reproductiva. Se genera en el ámbito de la atención del embarazo, parto y puerperio
en los servicios de salud —públicos y privados—, y es producto de un entramado
multifactorial en donde confluyen la violencia institucional y la violencia hacia las
mujeres” (Medina, 2010).
De lo antedicho podemos, a modo de síntesis, agrupar las prácticas que configuran violencia
obstétrica en cuatro grupos distintos, todas ellas comprendidas en los articulados de las Leyes
25929 y 26485:

Trato personal inadecuado: En este grupo incluimos:


o Despersonalización (ej: la de la cama x),
o Infantilización (ej: mami, gordita),
o Aislamiento (ej: no permitir estar acompañada en el preparto),
o Incomunicación (Idem anterior o desde otro aspecto, no comunicación de
procedimientos que se van a realizar),
o Descalificación,
o Deshumanización,
o No permitir intimidad,
o No consideración de pautas culturales.
Intervenciones innecesarias: En este grupo incluimos:
o Abuso de medicalización (ej: someter a todas las parturientas a los mismos
procedimientos por protocolo: suerito con oxitocina),
o Prácticas invasivas (ej: tactos reiterados),
o Utilización de fármacos,
o Inmovilización (ej: obligar a transitar el trabajo de parto acostada sobre el
lateral izquierdo),
o Decúbito dorsal obligado (Obligación de adoptar la posición acostada),
o Patologización de procesos naturales,
o No espera de tiempos biológicos, psicológicos y emocionales,
o Sometimiento a estudios de investigación,
o Internación prolongada.

Vulneración del contacto madre-hij*: Básicamente se puede resumir en la separación sin


justificación del binomio madre e hijx, incluye:
o Separación inmediata,
o Separación durante la internación,
o Separación para identificación del RN,
o Separación para estudios de investigación,
o Separación con RN en UCIN (unidad de cuidados intensivos),
o Dificultar la lactancia materna,
o No permitir su participación como protagonistas.

Falta de información y decisión: Sobre:


o Intervenciones médicas,
o Evolución del parto,
o Estado de salud de madre y bebx,
o Cuidados de salud de madre y bebx,
o Lactancia,
o Efectos adversos de drogas,
o Cuidados para alimentación y desarrollo,
o Vacunación del RN.
Son numerosos los tratados internacionales que brindan el marco legal internacional y dan
asidero a toda la legislación interna, entre ellos: Convención Interamericana para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer (Convención de Belem do Para);5 Declaración
Universal de los Derechos Humanos;6 Convención Americana sobre Derechos Humanos;7
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre;8 Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos;9 Convención sobre los Derechos del Niño.10

5
http://www.oas.org/es/mesecvi/docs/BelemDoPara-ESPANOL.pdf
6
https://www.ohchr.org/EN/UDHR/Documents/UDHR_Translations/spn.pdf
7
https://www.oas.org/dil/esp/tratados_B-32_Convencion_Americana_sobre_Derechos_Humanos.pdf
8
http://www.oas.org/es/cidh/mandato/Basicos/declaracion.asp
9
https://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/CCPR.aspx
10
http://www.un.org/es/events/childrenday/pdf/derechos.pdf
Nuestro ordenamiento jurídico se encuentra a la vanguardia y ha brindado respuesta a
demandas sociales que bregan por un trato más digno para la mujer y su hij* en el proceso que
comienza en el embarazo y culmina en el puerperio. Sólo resta que se plasme en la práctica
médica cotidiana.

Les dejamos el siguiente link del video realizado por la actriz feminista Malena Pichot sobre la
temática para que podamos reflexionar sobre el tema:

 Cualca - La violencia obstétrica, Malena Pichot.


https://www.youtube.com/watch?v=LF2Dp0Nlxps

Nos reencontramos en el siguiente módulo, el 2, en el cual estaremos trabajando sobre la


evolución histórica de la atención del embarazo, el parto y el puerperio. También esbozaremos
algunas características básicas del denominado “Modelo Médico Hegemónico”, las cuales nos
permitirán comprender la forma actual de atención del embarazo, parto y puerperio.
FAUR, Eleonor Faur (2008). Desafíos para la igualdad de género en la Argentina. Buenos Aires: Programa
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Disponible en
http://www.ar.undp.org/content/dam/argentina/Publications/G%C3%A9nero/undp_ar%20Desafiosigualdaddegene
roweb.pdf

MEDINA, Graciela (2010). Omisión e Indiferencia. Derechos Reproductivos en México.


Disponible en http://informe.gire.org.mx/caps/cap4.pdf

SARTORIS, Ana y Elena Harnan (2017). Niñez en construcción. Herramientas para pensar el trabajo con
niñas y niños desde una mirada de género. La Plata: Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia de
Buenos Aires.
Disponible en http://capacitaciones.sdh.gba.gob.ar/materiales/pdf/2-Ninez.pdf

SCOTT, Joan (1996). “El género: Una categoría útil para el análisis histórico” En: Marta Lamas (comp.) El
género: la construcción cultural de la diferencia sexual. México: PUEG.
Disponible en
https://www.fundacionhenrydunant.org/images/stories/biblioteca/derechos_economicos_sociales_culturales_gen
ero/El%20Genero%20Una%20Categoria%20Util%20para%20el%20Analisis%20Historico.pdf
VIOLENCIA OBSTÉTRICA. APORTES PARA SU VISIBILIZACIÓN.
Capacitación virtual, 5ta. edición.

Coordinación
Diego Cao

Contenidos
Emiliana Angelucci Ribot
Natalia Drago
Florencia Gerhardt

Diseño
Luciana Civit

El presente material ha sido elaborado en el marco de las metas y acciones asignadas al


Instituto Provincial de Género y Diversidad Sexual por Decreto del Poder Ejecutivo Nro. 165/2018.
Se autoriza citar o reproducir el contenido, debiendo en todos los casos mencionarse la fuente.

La Plata, octubre de 2019.

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