Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Sin duda que estamos viviendo un tiempo único. Desde que el Coronavirus llegó a
instalarse en nuestro mundo y comenzamos a tener los primeros infectados hasta
el día de hoy han transcurrido ya varios meses. La experiencia del confinamiento
que hemos vivido ha ido transformando las distintas realidades de nuestra vida: la
educación, el trabajo, la vida familiar, la vida social, política y económica. Todas
las dimensiones de nuestras vidas se han visto transformadas en este tiempo de
largas cuarentenas y confinamientos que afectan a nuestro mundo.
En este contexto, la situación de la educación escolar se ha visto desafiada y
cuestionada de múltiples maneras. Hoy, nos vemos enfrentados a encontrar una
nueva forma de ejercer nuestro “rol docente” y a repensar lo que veníamos
haciendo hasta el momento. Esta crisis, como todas, pueden ser una ocasión
propicia para hacer un alto en nuestras vidas y para replantearnos nuevos
caminos de cara al futuro.
A nosotros, como futuros docentes, la experiencia que estamos viviendo no nos
puede dejar indiferentes. Debemos atrevernos a pensar lo que esta pandemia
puede dejarnos como aprendizaje a cada uno de nosotros y, sobre todo, aprender
a valorar lo importante y distinguirlo de lo urgente y menos esencial en nuestro rol
docente.
Escribo estas palabras con la finalidad de aproximarme a unas primeras
conclusiones sobre cómo esta pandemia está afectando al rol docente, en
específico, al rol de la interacción formador-formando. En esta caída de la
“presencia” mencionada por Rivas, creo que lo más relevante tiene que ver
precisamente con la perdida de la interacción cara a cara entre profesor y alumno.
Ello nos desafía como futuros docentes a buscar nuevos caminos para lograr que
esa interacción de aula no se pierda, a pesar de la distancia física.
El contexto de la pandemia como una experiencia de aprendizaje
El tiempo que se nos presenta lo podemos vivir de diferentes formas: como un
paréntesis en lo que hemos estado viviendo, como un tiempo perdido o como una
oportunidad de aprendizaje nunca antes vista. Los que trabajamos en el ámbito
de la educación no podemos dejar de involucrarnos con esta última forma. Desde
nuestra experiencia como educadores podemos afirmar que “todo es una
oportunidad de aprendizaje”. Como diría Paulo Freire: “todos aprendemos en
interacción con el mundo” y ese mundo hoy nos está invitando a aprender de esta
situación.
En la escuela, este escenario nos está invitando a redescubrir un nuevo modo de
ser docentes y una nueva forma de relacionarnos con los contextos sociales y
familiares de nuestros estudiantes. Tal como afirma Hirmas y Cisternas, “La
pandemia nos plantea una posibilidad inédita para abrir las ventanas hacia el
mundo y derribar los cercos de la escuela”. Hoy, las puertas de las casas de
nuestros alumnos se han abierto para dejarnos entrar y, así poder acercarnos aún
más al contexto familiar y social en que ellos viven. A través de las clases en línea
se nos ha abierto la posibilidad de asomarnos a un mundo que desde la escuela
física había estado oculto. La pregunta, es: ¿qué haremos con esa oportunidad
única que se nos abre? ¿la utilizaremos esta para acercarnos cada vez más a
nuestros estudiantes?
Por otro lado, hoy se nos ha hecho aún más visible la enorme desigualdad e
inequidad que tiene nuestro sistema escolar chileno. Todos sabemos que, así
como hay muchos estudiantes se han podido conectar desde sus casas sin
mayores problemas, así también hay miles de estudiantes que no han podido
hacerlo debido a sus grandes dificultades económicas. Al respecto, creo que la
escuela también tiene que hacer su propio aprendizaje. No podremos seguir
avanzando en el futuro sin preocuparnos por los últimos, por aquellos que se van
quedando atrás, no por sus méritos, sino simplemente por la gran desigualdad
que hay en nuestro país.
Estoy convencido de que esta experiencia que estamos viviendo puede ser una
muy buena noticia para el futuro de la educación. Como bien afirma Hirmas y
Cisternas, “por muchas razones, nos hemos desconectado del sentido de nuestro
quehacer, se han automatizado nuestros actos, nos ha inundado un activismo
alienante, donde perdemos de vista lo importante, lo esencial”. Hoy, tenemos la
oportunidad de volver a lo esencial y poner a nuestros estudiantes al centro de
nuestras preocupaciones.
El rol docente en tiempos de pandemia
Para los docentes, el teletrabajo ha significado una fuerte carga laboral. Hirmas y
Cisternas señalan que “no solo se han visto desafiados por el uso de las nuevas
tecnologías, de las redes sociales y su apropiación en función de lo educativo, sino
también por diseñar materiales de enseñanza que prescindan de la mediación docente,
que estén contextualizados al ámbito familiar, a la diversidad de estudiantes, que
consideren la ausencia de recursos tecnológicos, de materiales de aprendizaje y las
condiciones de vulnerabilidad en que se encuentran los niños”,
El contexto de pandemia ha obligado a los profesores a pasar a una modalidad
totalmente distinta y para la cual no estaban preparados. Acostumbrados a estar en
medio de las salas de clases y de tratar a sus alumnos cara a cara, han pasado al
distanciamiento y a las clases virtuales de un día para otro. Todo esto se ha vivido en
medio de situaciones de mucho stress y tensión. Muchos profesores han comentado lo
duro que ha sido no poder tener ese contacto físico y cotidiano que llena el corazón y la
vida de un profesor. También muchos se han visto sobrepasados con la presión externa
de apoderados y de las mismas instituciones educativas que les ha costado entender la
flexibilidad que el contexto nos exige.
Sin embargo, no todo ha sido tan malo. Para muchos docentes este tiempo ha significado
también una gran oportunidad para reinventarse y buscar distintas maneras de innovar en
sus prácticas pedagógicas que en muchos ya venía desgastada por los años. El contexto
ha puesto a los docentes ante el gran desafío de sacar lo mejor de cada uno de ellos y
demostrar todo el talento y creatividad con la que cada uno cuenta. En estos meses de
confinamiento he escuchado numerosas historias de profesores que siguen su contacto
con los estudiantes de una manera virtual y esto les ha permitido acercarse también a la
realidad familiar de cada uno de sus estudiantes.
El desafío del rol docente del futuro
Este escenario nos invita a reflexionar y a repensar la educación del futuro. El
docente debe repensar su lugar dentro del engranaje del sistema educativo y, tal
como nos propone Hirmas y Cisternas, buscar como ensayar nuevos caminos por
donde transitar en el futuro. Me atrevo a decir que el actual contexto nos desafía a
nosotros a repensar la educación y el rol docente en 4 sentidos: en lo emocional,
en lo familiar, en lo social y en lo humano.
En primer lugar, nos invita a repensar la labor docente y la preocupación por el
desarrollo emocional y el cuidado personal de cada uno de sus estudiantes. La
enseñanza virtual ha hecho muy visible la labor que el docente realiza en la
contención y escucha. En el futuro, una vez que acabe la crisis sanitaria, habrá
que ver cómo poder seguir en este camino de una manera más intencionada.
En segundo lugar, se manifiesta la necesidad de volver a poner al centro la
preocupación por los que se van quedando al margen. La pandemia ha dejado al
descubierto una herida profunda en el sistema educacional chileno que tiene que
ver con la gran desigualdad y la brecha entre los colegios y escuelas de sectores
más favorecidos y aquellos que están en lugares más pobres. Esto no es nuevo,
sin embargo, creo que después de la pandemia tendremos que abocarnos a
trabajar en el emparejamiento de un tiempo que lo único que ha hecho es
agrandar la brecha que ya existía antes.
En tercer lugar, este tiempo nos invita a repensar la alianza familia-escuela. La
enseñanza virtual ha generado la oportunidad de entrar en la casa de sus
estudiantes, de conocer más de cerca a sus familias, y por parte de las familias,
conocer más de cerca y valorar el trabajo de los docentes. Esta alianza vive un
momento de mucha promesa y no hay que desaprovecharlo. Este es un gran
desafío para el futuro.
En cuarto y último lugar, es tiempo para repensar el foco en lo importante y no en
lo urgente, especialmente en el aprendizaje de todos y todas y en la preocupación
por transmitir humanidad. El mayor desafío está en “humanizar la educación”. Es
solo la humanidad del docente la que puede transmitir esa humanidad, no las
máquinas, computadoras y demás aparatos tecnológicos.
Conclusiones
El contexto mundial de la pandemia ha transformado las distintas dimensiones de
nuestra vida. Y el mundo de la educación no se ha visto ajeno de estas grandes
transformaciones. Ante el cambio y de cara al futuro tenemos varias opciones:
seguir haciendo lo mismo, vivirlo como pura pérdida o aprender de las grandes
transformaciones que nuestra sociedad ha vivido fruto de esta crisis sanitaria.
Tiendo a pensar que los que estamos en educación no podemos desentendernos
de esta última opción y que esta crisis puede ayudarnos a fortalecer nuestro rol
docente y a cambiar lo que hasta el momento no había funcionado tan bien.
En esto es muy importante que nosotros, como futuros docentes, nos
preguntemos por los aprendizajes. Hoy se nos regala una oportunidad única de
aprender a partir de lo vivido y formarnos para el futuro teniendo presente este
gran desafío. Las principales transformaciones tienen que ver con la relación
familia-escuela, la preocupación por la inteligencia emocional de nuestros
estudiantes, por los que se van quedando al margen y por la formación humana.
Si logramos hacernos cargo de estas transformaciones y aprender de ellas, el
futuro de la educación tendrá muy buen pronóstico y esta crisis sanitaria que
estamos viviendo se puede convertir en una gran oportunidad.
Diez desafíos de la formación
docente en tiempos de
pandemia y pospandemia
Victoria Zorraquín plantea una serie de desafíos que estaban presentes antes de la
pandemia, pero que se resignifican en este contexto de emergencia y deberán ser
abordados de maneras novedosas en el escenario educativo que viene.
Lea Vezub expresa que “los contextos, las instituciones y los sujetos de
enseñanza han transmutado notablemente, mientras que la formación
parece hacerlo lentamente”. La formación docente aparenta ser insuficiente
para lograr el perfil de docente que la sociedad demanda. En este sentido,
Inés Aguerrondo afirma que no basta con que el profesor sepa lo que va a
enseñar y que tenga una buena formación acerca del proceso de
enseñanza-aprendizaje, porque la tarea es tan, pero tan compleja, que
requiere de muchos otros elementos.
Si en lugar de estar escribiendo estos párrafos hoy, noviembre de 2020, lo
estuviéramos haciendo el 20 de febrero de este mismo año ¿Cuáles serían
los desafíos? Seguramente volveríamos a decir que es necesario formar a
los docentes en un currículum que desarrolle tanto los conocimientos
profundos de las áreas de contenido, como la comprensión pedagógica
eficaz, incluyendo de un modo transversal las tecnologías digitales. Se
hablaría, por supuesto, de tener objetivos claros de aprendizaje que
incluyan saberes, habilidades y actitudes docentes. El trabajo en equipo y
el aprendizaje colaborativo aparecerían como centrales, lo mismo
sucedería con la empatía y la capacidad de enseñar en contexto. Se tocaría
la necesidad de lograr experiencias clínicas en un formato más parecido a
las residencias médicas, con continuidad y la posibilidad de un ida y vuelta,
algo diferente a las residencias que, en general, hacemos en los
profesorados.
2. Lenguaje claro
Educar en la pandemia: la
transformación del rol docente
La directora del Instituto de Educación e Innovación, Mgter. Melania
Ottaviano, brindó el lunes 13 de abril una charla sobre “innovación educativa y
transformación del rol docente“, en el marco del ciclo Charlas online 21 desarrolladas
a raíz de la ausencia de clases presenciales por el aislamiento obligatorio por
la pandemia del coronavirus.
“Con esta coyuntura nos empujaron al futuro, nos pusieron en un lugar donde tuvimos
que utilizar todos esos recursos de los que veníamos conversando. Un desafío clave es
cómo los docentes están haciendo un gran esfuerzo porque tenemos la responsabilidad y
el compromiso de seguir sosteniendo la educación.
Esta situación abre una oportunidad para transformar e innovar en educación. Por
primera vez en un hogar están los padres trabajando, los chicos estudiando y los
docentes haciendo el esfuerzo de adaptarnos a los diferentes escenarios”, subrayó
Ottaviano, quien consideró que “es muy importante conocer profundamente las
diferentes realidades de nuestros alumnos y familias para ver qué podemos
proponer desde lo educativo”.
En ese marco, los docentes “podemos empezar a ver qué funciona y qué no y qué cosas
vamos a seguir sosteniendo cuando volvamos al aula”, una vez que se retomen las
clases en las instituciones educativas, suspendidas por la pandemia del coronavirus que
tiene en vilo al mundo entero.
“Esta coyuntura da cuenta de que Internet es un espacio que nos permite seguir
con el proceso de enseñanza y aprendizaje, poniendo en valor al rol del educador
y vincularnos desde otro lugar con las familias“.
Recursos digitales
“Es importante tomar conciencia pasado este momento de incertidumbre que al momento
de seleccionar un recurso digital debemos validar el por qué y para qué lo estoy
seleccionando dentro de mi planificación, si es posible o no realizar algún proceso de
evaluación, que no sea seleccionar un recurso porque otro lo está usando sino evaluar
por qué y para qué en mi espacio. También hay que ver qué tiene sentido priorizar a nivel
contenidos. Es interesante trabajar algunas cuestiones que no estén en Internet. Hoy se
habla mucho de habilidades y competencias. Cuando elijo un recurso digital ¿qué
competencias y habilidades estoy trabajando? Acá tenemos un desafío más, en algunos
espacios, que es cómo puede estar atravesado ese contenido por alguna emoción.
Estamos viviendo con las emociones a flor de piel. Es bueno saber qué les pasa a los
alumnos con este contexto y ver cómo podemos hacer que las planificaciones estén
atravesadas por emociones o actividades donde se pueda trabajar con éstas”, agregó la
especialista en innovación educativa.
https://www.facebook.com/lasiglo21/videos/526300598278496/
Además, consideró que es importante tener en cuenta que “esto es un proceso. Algunos
padres dicen que les exigimos mucho, otros poco. El tiempo en esta situación es
totalmente diferente. No podemos dar 4 u 8 horas de clase cuando hay familias que
tienen un solo dispositivo u otro hijo que también debe acceder a su clase virtual. Al usar
plataformas virtuales podemos proponer actividades que se hagan en otros
momentos; no todas las clases tienen que ser sincrónicas. Se están utilizando
muchos formatos y tienen que ver con los recursos de cada uno. Cuando se habla
del aula expandida tiene que ver con esto, el aula en cualquier momento y lugar.
Es importante utilizar algunas estrategias como aprendizaje basado en proyectos,
donde pueda haber una propuesta que se pueda realizar entre varios, un proceso de
maduración de los contenidos, un espacio donde se pueda reflexionar”.
Al mismo tiempo, indicó que es importante “analizar con otros colegas el trabajo para los
alumnos; el trabajo interdisciplinario entre varios docentes cobra sentido y también el
trabajo grupal con los alumnos”. En ese marco, invitó a los asistentes a la charla virtual a
que investiguen la propuesta de aula invertida, ya que “ayuda mucho a que no sea
solamente la clase sincrónica; es clave”.
“Traten de pensar los recursos con su propio ecosistema; docentes y alumnos son
recursos -recomendó Ottaviano-. Con mis alumnos hago el festival de talentos, por
ejemplo. Organicemos algunas actividades que no sean contenidos educativos sino que
puedan generar otro tipo de vínculo y despertar otras curiosidades o intereses en los
alumnos, algo divertido.
Repensar el aula
Tenemos una oportunidad de repensar el aula, las prácticas y sumar
voces: preguntar a nuestros alumnos, poder escucharlos. Se habla del aprendizaje
centrado en el alumno. En cuanto a la palabra tarea, que tiene mala prensa, podemos
involucrar a los alumnos desde otro lugar, poder trabajar distintos formatos, con
flexibilidad en cuanto a cómo presentan las actividades. Es importante al seleccionar una
página web saber qué tengo que tener en cuenta al utilizarla. Cuando hablamos de
selección de recursos digitales, no necesitamos ser expertos en el manejo porque los
chicos se apropian enseguida de la tecnología; sí es importante conocer el por qué y
para qué”.
En ese contexto, les pidió a los docentes que “no se angustien” por no llegar a conocer
en detalle los recursos a utilizar durante este proceso. “Internet nos da la posibilidad de
explicarnos para qué sirven, cómo se usan, si son gratuitos, el idioma. Hay un tiempo de
conocer este recurso. Ténganlo en cuenta al planificar”. A su vez, consideró de suma
importancia “la claridad, cómo comunicamos el proyecto, los objetivos, si va a haber o no
evaluación, qué recursos vamos a usar, cuánto tiempo va a llegar”.
¿Cómo viviste el año pasado? ¿Qué considerás que servirá para proyectar y
mejorar condiciones relacionadas con las formas de enseñar y aprender?
Fue y sigue siendo un gran aprendizaje. Si bien a algunos nos encontró más
preparados que a otros, no dejó de desafiarnos. Venimos hablando desde hace
mucho de innovación, de cómo la educación necesita una actualización. La
pandemia dejó visible que la educación está en una crisis de sentido. Y si bien
venimos en un proceso de transformación, también es importante tener en cuenta
las certezas que tuvimos. En lo vertiginoso de la transformación a veces
perdemos el norte o dejamos de resignificar el gran trabajo, esfuerzo o
aprendizaje que venimos haciendo en la innovación y transformación. Eso es algo
que dejó visible también esta coyuntura: uno vio quiénes estaban más preparados
para enfrentar esta incertidumbre que tiene que ver con la formación y con la
capacitación, lo necesario que es y la importancia de estos espacios para
reflexionar sobre esta crisis que a todos nos moviliza y nos invita a
transformarnos.
Creo que en este caso tenemos la oportunidad de transformar la
educación; cada uno de nosotros es parte de ese ecosistema y cada uno de los
aprendizajes tiene que ver con pensarnos como agentes de cambio. Y también
lo importante de visibilizar ese ecosistema educativo donde están las familias,
alumnos y docentes. Fue muy valioso aprender a escuchar a cada uno de estos
actores para construir juntos esa educación con sentido para cada uno de ellos.
Es uno de los grandes aprendizajes que tuvimos. Ahora, leyendo los protocolos
de regreso a clase, se ve que actores que antes no estaban articulando con la
escuela cobran un rol fundamental, como puede ser un Ministerio de Salud, una
ONG, los clubes de barrio, en el caso de que las escuelas no cumplan con las
condiciones que piden los protocolos. Creo que la educación durante muchos
años estuvo fuera de este ecosistema y hace unos años venimos haciendo
un gran esfuerzo para estar a la altura de todas las transformaciones que sí
están sucediendo en otros ecosistemas. El ecosistema digital impacta en el
educativo y nos dimos en cuenta en esta pandemia esa necesidad.
Necesitamos una educación más cuestionadora…