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Trabajo final integrador

Pedagogía

Profesora: Gisella Garcia


Alumno: Ailen Maive Nuñez

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Rompiendo esquemas

La escuela, como todo sistema se encuentra en un cambio dinámico y constante, ya


no es lo que era, analizando los cambios que llevaron a la actual educación, nos deja
con la incertidumbre de saber, ¿Lo que nos deja es una mejor educación que la que
teníamos?
Somos seres de costumbre, y cuando nos sacan de nuestra zona de confort, nos
queda un sentimiento de insatisfacción, generando una eventual resistencia la cambio.
Teniendo esto cuenta nos podemos encontrar diferentes posturas, entre ellas, se
distinguen sentimientos de enfado aludiendo que lo actual mal, el típico “En mi época
era mejor”, y por el otro lado, el desinterés, factor recurrente en las figuras paternas
que no logran ayornarse a las nuevas metodologías, transmitiendo esa insatisfacción a
los alumnos, que como esponjas absorben las informaciones erróneas y las asimilan
como propias, sesgando la correcta incorporación de conocimientos. Este
pensamiento es el que necesitamos modificar para poder crear generaciones seguras,
preparadas y predispuestas para el futuro, tal como dice Hanna Arendt (1996), “la
educación es el punto en el que decidimos si amamos el mundo lo bastante como para
asumir una responsabilidad por él y así salvarlo de la ruina que, de no ser por la
llegada de los nuevos, sería inevitable. También mediante la educación decidimos si
amamos a nuestros hijos lo bastante como para no arrojarlos de nuestro mundo y
librarlos a sus propios recursos y prepararlos con tiempo para la tarea de renovar un
mundo común”.
Además de lo antes detallado, debemos tener como premisa la educación familiar
donde se construyen las bases para el acceso a la cultura y el puntapié inicial para el
proceso de sociabilización, como sostenía Bourdieu.
Las metodologías de enseñanzas ya venían cambiando (como me enseñaban a mí, no
es igual a como le enseñan a mis hijos), la didáctica es otra, hoy en día se intenta que
el estudiante, usando el razonamiento, comprenda, asimile y aplique los saberes. En
contraposición, en la actualidad, cada vez más, la asistencia a la escuela y el
cumplimiento de los objetivos educativos se tornan algo netamente obligatorio, donde
el alumnado desea hacerlo con el solo objetivo terminar el año lo mejor posible con el
mínimo esfuerzo. Esta carencia de incentivo para ir día a día, dando por olvidado los
dichos de Comenio quien sostiene que: “…la escuela debe ser un grato preludio de
nuestras vidas…”.
Con este escenario, es que los docentes se vieron en la necesidad de cambiar los
paradigmas empleados, modernizándolo y adoptando costumbres y modismos
inmersos en los chicos de hoy, para así captar su atención y crear una motivación al
saber, donde se genere un aprendizaje mutuo y reciproco, dejando se ser figuras de
autoridad, convirtiéndose en mediadores, lo que rectifica lo sostenido por Ricardo
Nassif(1974), donde enuncia que la educación genera más educación, nutriendo a
quienes la poseen, aun cuando ese no sea el objetivo. Ahí es donde entra en jugo la
pedagogía.
Como si lo anterior mencionado fuera poco, se le sumo un nuevo ingrediente, un
cambio drástico mundial, en marzo del año 2020 surgió una pandemia a raíz de la
aparición del COVID 19, lo que en consecuencia derivo en “la cuarentena”.
Este nuevo escenario genero un estadio de alerta e incertidumbre generalizado en
todos los aspectos de la vida cotidiana, sin dejar afuera al ámbito educativo. Los
cuerpos docentes necesitaron de una manera rápida, hacerle llegar los saberes a sus

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alumnos. Esto causo que a o largo de todo el año, los métodos se vayan modificando
y puliendo, a través de la “prueba y error”. Los espacios cambiaron, ya no estaba la
escuela, ese lugar físico, el lugar donde muchos encarnaban un sentido de partencia,
su segunda casa, ya no existía como tal a donde los chicos sabían que tenían que ir a
estudiar, y por otro lado los tiempos se vieron afectado, se desvanecieron, ya no
estaba claramente definido el espacio temporal de cada materia, como por ejemplo
una hora de matemáticas y luego 15 minutos de esparcimiento. La tecnología logro
achicar la brecha, donde la escuela dejó de ser un edificio y toma un rol más
metafórico, no es necesario asistir para aprender y se puede aprender en cualquier
momento y lugar. Pero esta nueva forma de aprender no es para todos. Las diferentes
clases sociales se marcaron aún más, en cuanto a la escolarización; chicos sin acceso
a la tecnología ni internet encontrar dificultades, pero ahora en el momento de querer
adquirir conocimientos nuevos y reforzar los ya aprendidos mediante un dispositivo
que hasta hace poco no era tan esencial. Ellos, fueron el desafío más difícil para la
nueva educación.
Esta búsqueda de estabilidad en las nuevas metodologías de enseñanza se desarrolló
durante de un año y medio, aproximadamente, hasta que de a poco comenzó a volver
la presencialidad escolar. Pero esa “vuelta a clases”, venia con nuevos desafíos.
Todos separados, con barbijos cubriendo los rostros, impidiendo que las expresiones
gestuales demostraran algo y careciendo de aspectos esenciales entre pares, como el
compartir lo cal ya no estaba permitido. Dos metros de distancia impedían que la
relación, docente-alumno, se fortalezca. Dejaron de existir las faltas, no había una
obligación para/con la escuela.
Fueron tiempos difíciles, pero de a poco se puedo volver a una “nueva normalidad”.
Con una mezcla de la antigua escuela, donde existe una obligatoriedad y los alumnos
tienen que acreditar los saberes para poder promover al siguiente año, y de una nueva
escuela, más descontracturada, donde también jugando se aprende, dejando de existir
la marcada diferencia entre el trabajo y el ocio. Donde insertamos y aceptamos el uso
de las nuevas tecnologías, y doy un ejemplo burdo, las reuniones de padres, no hace
falta hacerlas presenciales, ni en horario escolar, utilizamos plataformas de
videollamadas, que a través de las computadoras o celulares se accede y se esta
presente como si estuviéramos en la escuela.
Esta mezcla entre lo conocido y lo nuevo nos plantea la pregunta: ¿Es mejor? Los
nuevos dispositivos nos acercan y vinculan, nos da una nueva herramienta que nos da
la posibilidad de obtener una respuesta rápida a un tema en particular de cualquier
parte del mundo, no existen fronteras. Pero nos hace olvidar que tenemos una voz y
que detrás de esa voz existe un rostro. Los docentes son mas que robots que
mecánicamente repiten contenidos año tras año. Ellos utilizan todas las herramientas
corporales y gestuales para transmitir conocimientos y a la vez saber si estos son
captados de forma correcta, ellos se apropian de los sentimientos de cada uno de sus
alumnos, empatía mutua que se pierde detrás de una pantalla, aunque esta opción es
la mas sencilla. Entonces… ¿Aceptamos esta nueva forma de vida en la que la
tecnología nos aleja acercándonos?
No hay duda que, hoy en día, tenemos acceso indiscriminado y masivo a la
información, solo falta saber cuál es el límite. Si en la escuela aprendíamos, con
internet también aprendo. ¿Es necesario la escolaridad obligatoria? Y acá estamos
frente a un nuevo desafío, una competencia entre docentes y maquinas, donde los
chicos maman nuevas tecnologías, incurriendo quizás en información no
necesariamente correcta, y están obligados a comprenderlas y adaptar su curriculum
para lograr captar intereses en sus alumnos, método dinámico, cambiante, donde,
como decía Stephen Ball (1994), “… el desarrollo del juego dependerá de lo que
hagan los jugadores y del azar.”, y como sostenían Dussel y Caruso (1996) “La

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escuela no debe renunciar a proyectos de transformación. Quizás de esta crisis
devenga algo positivo…”
A modo de conclusión, cito a Fernández (1994) donde reflexiona, “Quizá una vía real
para mejorar la enseñanza tenga que partir del análisis de nuestras actuaciones reales
y la reflexión sobre qué objetivos se favorecen a través de ellas, y si son educativos o
no, valiosos o no. Y después tendremos que plantearnos qué tenemos que hacer
nosotros(as) para que las tareas de enseñanza que ofrezcamos en la clase sean
educativas.” Debemos poner en equilibrio la vieja escuela y la nueva, para no
confundir libertad con libertinaje. Los padres deben confiar en la capacitación docente,
ellos son los que se prepararon. Son ellos los poseedores de las herramientas
necesarias para afrontar los desafíos de la modernidad, que, con base en la
pedagogía actual, complementando con el uso discriminado de las nuevas
tecnologías, son los que logran crear ciudadanos preparados para el mundo.

Bibliografia:
ARENDT, HANNA. (1996) “Entre el pasado y el futuro. Ocho ejercicios sobre la
reflexión política.” Barcelona, Península. Cap. “La crisis de la educación”.
BOURDIEU, Pierre. (1983) “Campo de poder y campo intelectual”. Folios Ediciones,
Buenos Aires.
NASSIF, Ricardo. (1974) “Pedagogía general”. Buenos Aires, Kapelusz.
Amós Comenio, Juan, Didáctica Magna, México, editorial Porrúa, edición décimo
primera.
Dussel I, Caruso M. Capítulo Yo tu él, quién es el sujeto. De Sarmiento a los
Simpsons. Ed Kapelucz 1996.
Dussel, I. (1997). Currículum, humanismo y democracia en la enseñanza media (1863
– 1920). Buenos Aires: FLACSO/UBA (Oficina de publicaciones del CBC).

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