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[JOSE CACERES MATEO] 13 de mayo de 2013

LA CONSTRUCCIÓN Y CONSOLIDACIÓN DEL ESTADO LIBERAL.

1. EL REINADO DE ISABEL II. LA OPOSICIÓN AL LIBERALISMO: CARLISMO Y GUERRA


CIVIL. LA CUESTIÓN FORAL.

El establecimiento del régimen liberal en España, durante la minoría de edad de Isabel II (1833-
1843), comenzó con el estallido de la Primera Guerra Carlista (1833-1840) entre las fuerzas
gubernamentales y los partidarios del absolutismo, dirigidos por Carlos María Isidro. La guerra
civil tuvo lugar durante la primera regencia de la minoría de edad de la reina. Las causas del
conflicto fueron:

- La cuestión sucesoria en torno a la legitimidad de Isabel para ocupar el trono y de su madre


para ejercer la regencia. Al trono llegó porque en 1830 Fernando VII en previsión del
nacimiento de una hija, promulgó la Pragmática Sanción anulando la Ley Sálica, que impedía
reinar a las mujeres. Carlos María Isidro hermano de Fernando VII y hasta entonces su sucesor,
no aceptó la medida, protagonizando sin éxito los “Sucesos de la Granja”- 1832. El 29-
septiembre-1833 fallece el rey y dos días después, Don Carlos reivindicó desde Portugal sus
derechos dinásticos (Manifiesto de Abrantes), siendo proclamado rey (Carlos V) en diversas
ciudades.

- El enfrentamiento ideológico. Los carlistas eran enemigos del liberalismo y de lo que


implicaba (libertad política, económica y social, uniformidad territorial y laicismo). Defendían
el tradicionalismo, el Antiguo Régimen y la monarquía de origen divino (“Dios, Patria y Rey”).
Reivindicaban el mantenimiento de los fueros (usos y costumbres por los que se regían el País
Vasco y Navarra frente a la política centralizadora liberal) para conservar las instituciones de
gobierno autónomas, sus sistemas judiciales, exención fiscal y quintas.

Enfrente, el liberalismo defendía la política centralizadora, soberanía nacional y división de


poderes.

Desde el punto de vista social, en el carlismo militaban parte de la nobleza y miembros


conservadores de la administración y del ejército, bajo clero y campesinado católico. En el
bando isabelino, sectores reformistas del absolutismo, liberales, gran parte del ejército,
funcionarios, alta jerarquías eclesiásticas, burgueses, intelectuales y profesionales. En el
ámbito internacional, Francia, Portugal y Reino Unido firmaron la Cuádruple Alianza con el
régimen isabelino. Austria, Prusia, Rusia, Nápoles y los Estados Pontificios apoyaron a Carlos
Mª Isidro.

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Primera Guerra Carlista (1833-1840)

estalló el 1 de octubre con el Manifiesto de Abrantes. La guerra tuvo lugar con la Regencia de
Mª Cristina y se desarrolló en tres fases:

- 1ª Fase: Avance carlista (1833-1835). Los carlistas intentaron una insurrección general del
país, al no lograrlo se inicia la guerra civil. El ejército isabelino reprimió los núcleos carlistas
excepto en el País Vasco y Navarra, allí Zumalacárregui creó un ejército partiendo de
guerrilleros. Los carlistas obtuvieron victorias como la del valle de los Amézcoas, y fracasos
como el asedio a Bilbao (1835) que acabó con la muerte del general Zumalacárregui.

- 2ª Fase: Repliegue carlista (1835-1837). Organizan expediciones fuera del País Vasco y
Navarra: la Expedición Gómez y la Expedición Real que concluyeron sin respaldos. Los carlistas
fueron derrotados en Luchana (1836) por Espartero, poniendo fin al segundo sitio de Bilbao y
replegándose más allá del Ebro.

- 3ª Fase: Triunfo isabelino (1837-1839). Espartero liberó gran parte de los territorios ocupados
por los carlistas. Se produjo una división del carlismo: apostólicos o intransigentes y marotistas
o moderados. La firma del Convenio de Vergara (Guipúzcoa – diciembre 1839), entre el general
Maroto y Espartero (abrazo de Vergara), puso fin a la guerra; acordándose admitir a los
militares carlistas en el ejército isabelino, respetando su graduación y el mantenimiento de los
fueros, aunque los gobiernos liberales no lo respetarían totalmente. El general Cabrera,
resistió hasta la toma de Morella por Espartero (mayo 1840).

El carlismo se mantuvo activo a lo largo del siglo, reivindicando los fueros y provocando otros
dos conflictos más:

 Segunda Guerra Carlista. (1846-1849). Se desarrolló en Cataluña, tuvo como pretexto


el fracaso de la planeada boda entre Isabel II y Carlos VI. Finalizada hubo focos carlistas
hasta 1860. El carlismo se revitalizó en 1868.
 Tercera Guerra Carlista. (1872-1876). Durante el Sexenio Democrático en Cataluña,
Navarra y País Vasco; llegándose a establecer un gobierno en Estella. La Restauración
trajo el declive carlista, ya que la derecha monárquica apoyó a Alfonso XII. Martínez
Campos derrotó a los carlistas y Carlos VII se marchó a Francia.
La Ley de 1876, abolió aspectos de los fueros vasco-navarros, aumentó la intervención del
Estado, estableció el servicio militar obligatorio y la contribución a la Hacienda estatal. Durante
la Restauración, el carlismo no abandonó su confianza en la implantación de la rama legítima
de los Borbones y plena reintegración foral.

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 ISABEL II (1833-1843): LAS REGENCIAS.


El reinado de Isabel II (1833-1868) se divide en dos etapas: la primera (1833-1843) coincidió
con la minoría de edad de la reina, siendo necesaria una regencia primero de su madre María
Cristina (1833-1840) y después de Espartero (1840-1843). La segunda (1843-1868)
correspondió al reinado efectivo, con la mayoría de edad.

Durante las regencias, los gobiernos liberales realizaron la desmantelación total del Antiguo
Régimen de manera gradual: una fase moderada, siguió la revolución liberal y finalmente un
Gobierno liberal autoritario.

Entre 1833 y 1840 se desarrolla la regencia de María Cristina. Se inicia una etapa moderada
(1833-1835), transición entre el Estado absolutista de Fernando VII y el liberal de Isabel II. Los
primeros gobiernos protagonizados por monárquicos reformistas como Cea Bermúdez (1832-
1834), aprobó reformas como la liberalización del comercio, industria y transportes, libertad
de imprenta limitada y división territorial en provincias.

En enero de 1834 la regente aunque no era liberal, el estallido de la guerra y la necesidad de


apoyos, la obligaron a llamar a Martínez de la Rosa, liberal moderado antes jefe de Gobierno
en el Trienio liberal. Éste inició una apertura, amplió la amnistía a los liberales exiliados,
restableció la Milicia Nacional.

Se elaboró el Estatuto Real (1834), Carta otorgada, que no reconocía la soberanía nacional, ni
la división de poderes, dejando la iniciativa legislativa en manos del Rey, sin reconocimiento de
derechos individuales. No satisfizo ni a los liberales más moderados y rechazada por los
carlistas.

La etapa de transición fracasó al intentar reconciliar absolutismo y liberalismo. La falta de


fondos, los errores tácticos en la guerra e incursiones carlistas, provocarían en 1835 una
insurrección reclamando un Gobierno progresista.

Es cuando se inició realmente la revolución liberal (1835-1840), con el nuevo jefe de Gobierno
Juan Álvarez Mendizábal. Adoptó medidas encaminadas a desmantelar el sistema legal del
Antiguo Régimen, entre ellas la libertad de imprenta, a Ley de supresión de conventos y el
decreto de desamortización de los bienes del clero regular. Su política se enfrentó a los
moderados y María Cristina, dimitiendo en mayo de 1836.

El intento de la regente de acabar con las reformas y volver al moderantismo, desencadenó el


pronunciamiento militar de los sargentos de la Granja, que obligó a entregar el Gobierno a los
progresistas y restablecer la Constitución de 1812.

El nuevo Gobierno de José María Calatrava, continuó la demolición del absolutismo. Eliminó
definitivamente el régimen señorial y el mayorazgo, suprimió el diezmo, restableció la Ley
Municipal del Trienio que permitía la elección popular de los alcaldes, y puso al frente de la
dirección de la guerra al general Espartero.

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Las nuevas Cortes elaboraron la Constitución de 1837, intento de contentar a moderados y


progresistas. Proclamaba la Soberanía Nacional (en la práctica compartida Rey-Cortes); división
de poderes, Cortes bicamerales, Congreso elegido por sufragio censitario y Senado de
designación real. Reconocía derechos individuales, libertad de prensa, autonomía política de
los ayuntamientos, y recuperar la Milicia Nacional.

Entre 1837 y 1838 los moderados ganaban las elecciones, con un sufragio restringido y al
apoyo de la regente. En 1840 el intento de modificar la Ley Municipal, provocó la oposición
progresista apoyada por Espartero, reforzado tras la guerra carlista encabezando la
insurrección, que forzó la dimisión de María Cristina.

Se formó un breve ministerio-regencia, presidido por Espartero, y en 1841 las Cortes lo


eligieron regente. Durante la regencia de Espartero (1840-1843), éste gobernó apoyado por
progresistas y otros jefes militares. Pero su política autoritaria suscitó la oposición de
progresistas que antes le apoyaban, y la aparición de rivales dentro del ejército: Prim, Serrano,
Narváez y O´Donnell. En 1842 estalló una insurrección en Barcelona, ante un posible tratado
de libre comercio con Inglaterra, Espartero reprimió la insurrección bombardeando la ciudad.

Su mandato estuvo salpicado de revueltas de generales moderados partidarios de María


Cristina (O´Donnell, Narváez…). Moderados y progresistas organizaron un pronunciamiento
militar, que obligó a Espartero a dimitir en 1843. El artífice del golpe, el general Narváez, se
convirtió en 1844 en jefe de Gobierno, siendo Isabel II mayor de edad.

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 ISABEL II (1843-1868): EL REINADO EFECTIVO


Entre 1833 y 1840 María Cristina gobernó como regente, tras su dimisión en septiembre de
1840 Espartero se convirtió en el nuevo regente, hasta agosto de 1843. En otoño, las Cortes
votaron la mayoría de edad de Isabel II, iniciando a los trece años su reinado efectivo (1843-
1868). Durante la mayoría de edad de Isabel II se procedió a la auténtica construcción del
nuevo Estado liberal. Pueden distinguirse en estos años varias fases: una Década moderada, un
Bienio progresista y por último la Unión Liberal y el retorno del moderantismo.

En la Década moderada (1844-1854), Narváez, líder de los moderados, estuvo al frente del
gobierno. Estableció un sistema político estable, donde primaba el orden a la libertad,
marginando a los progresistas, y contando con el apoyo del Ejército y las élites sociales.
Suprimió la Milicia Nacional y creó la Guardia Civil (1844).

Se promulga la Constitución de 1845, más conservadora que la de 1837, soberanía compartida


Rey-Cortes, Cortes bicamerales y sufragio censitario. Se adoptaron medidas de control de la
Administración provincial y local: se crea el cargo de gobernador civil y se suprime el carácter
electivo de los alcaldes, siendo elegidos por el Gobierno; y se aprueba un nuevo Código Civil y
Penal. En Hacienda se aprobó la Ley Mon-Santillán, potenciándose los impuestos indirectos. Se
firmó el Concordato de 1851, por el que el Papa reconocía a Isabel II como reina, y el Estado se
comprometía a financiar la Iglesia y entregarle el control de la enseñanza y la censura.

Desde 1849 se incrementó el autoritarismo; se funda el Partido Demócrata, reivindicando el


sufragio universal, Cortes unicamerales, libertad religiosa, instrucción primaria gratuita e
intervención del Estado en las relaciones laborales. A comienzos de 1854 las Cortes se habían
suspendido y el descontento aumentaba.

El Bienio progresista (1854-1856), comienza en julio de 1854 con el pronunciamiento del


general O´Donnell en Vicálvaro (Vicalvarada). En su retirada hacia Andalucía, se le unió el
general Serrano, y ambos proclaman el Manifiesto de Manzanares con promesas progresistas,
consiguiendo que casi toda España se les uniera.

Isabel II encargó formar gobierno al progresista general Espartero, con O´Donnell como
ministro de la Guerra. Durante el Bienio progresista se restauran leyes e instituciones como la
Ley de Imprenta, Ley Electoral y Milicia Nacional. Se elabora la Constitución de 1856, non-nata,
similar a la de 1837, soberanía nacional, Cortes bicamerales electivas, potestad legislativa Rey-
Cortes, y ampliaba los derechos individuales.

En economía se aplicó la Ley desamortizadora de Madoz (1855) de bienes eclesiásticos,


municipales y del Estado; Ley de Ferrocarriles (1855), Ley Bancaria (1856) creando el Banco de
España. Pero la conflictividad social provocó una crisis y en julio de 1856 Espartero dimitió y la
reina encargó gobierno al general O´Donnell.De 1856 a 1868 se produjo la alternancia entre los
moderados y la Unión Liberal. En 1856 O´Donnell, con su nuevo partido la Unión Liberal,
intentaba establecer un liberalismo centrista (moderados de izquierda y progresistas), repuso
la Constitución de 1845 con un Acta Adicional progresista.

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De nuevo la Unión Liberal (O´Donnell) estaría en el Gobierno (1858-1863). Años de expansión


económica y de una activa política exterior: apoyó a Francia en Indochina, Guerra contra
Marruecos, expedición a México y guerra contra Perú y Chile. En 1863, el desgaste en el
gobierno y las divisiones del partido llevaron a O´Donnell a dimitir.

Volvió Narváez al Gobierno (1864-1865), con una política conservadora y de represión de las
libertades, pero incapaz de responder a las demandas sociales y políticas. La expulsión de los
catedráticos Sanz del Río y Emilio Castelar (noche S. Daniel 1865) puso fin al Gobierno de
Narváez.

O´Donnell asumió el Gobierno (1865-1866), pero los desacuerdos con la reina condujo a
Narváez a un nuevo Gobierno (1866-abril 1868). El descrédito de Isabel II y la recesión
económica generaban malestar social. En junio 1866 se produjo la sublevación de los sargentos
del cuartel de S. Gil (Madrid); y en agosto, progresistas, demócratas y republicanos, liderados
por Prim, firman el Pacto de Ostende, querían destronar a la reina y convocar Cortes
Constituyentes por sufragio universal.

La muerte de Narváez y O´Donnell, y el débil Gobierno de González Bravo, aisló a la reina. En


septiembre de 1868 Prim y Topete inician la sublevación (“La Gloriosa”), que dirigida por
Serrano provocó la caída de Isabel II y abrió la esperanza de un régimen democrático para
España.

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 EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874): INTENTOS DEMOCRATIZADORES. LA


REVOLUCIÓN, EL REINADO DE AMADEO I Y LA PRIMERA REPÚBLICA.
En los años anteriores a 1868 el malestar social y el desprestigio de Isabel II aumentaban. Tras
el fracaso de la sublevación del cuartel de San Gil en 1866, Prim pactó en Ostende una alianza
con el Partido Demócrata al que se unieron los republicanos, para promover el cambio de
régimen y convocar Cortes Constituyentes.

La revolución de septiembre de 1868 se inició cuando el almirante Topete junto a Prim y


Serrano, se sublevaron en Cádiz. Los sublevados en su manifiesto “España con honra”
proclamaban la expulsión de la reina y el establecimiento de un Gobierno provisional
constitucional que asegurara el orden y la regeneración política del país. Se formaron Juntas
Revolucionarias en muchos puntos del país.

El ejército leal a la reina fue derrotado en Alcolea (Córdoba), Isabel II se encontró sin apoyos y
se exilió a Francia.

Se formó un Gobierno provisional presidido por Serrano, formado por unionistas (Topete) y
progresistas (Serrano, Sagasta, Figuerola, Zorrilla); tomaron medidas inmediatas como:
disolución de las juntas locales revolucionarias, expulsión de los jesuitas, derogación del fuero
eclesiástico y convocaron elecciones a Cortes constituyentes que dieron la mayoría a la
coalición gubernamental.

Las Cortes redactan la Constitución de 1869, establecía la soberanía nacional, división de


poderes: legislativo en las cámaras, ejecutivo en el rey a través de los ministros, y judicial a los
jueces; consagraba derechos básicos (reunión, asociación y expresión), y por primera vez
libertad religiosa, sufragio universal masculino y la monarquía democrática como sistema de
gobierno. El Gobierno aprobó: Ley Electoral, Ley de Matrimonios civiles, Ley Orgánica del
Poder Judicial y reforma del Código Penal.

Había una Constitución, pero España era una monarquía sin rey. Se instauró una regencia
presidida por Serrano y Prim fue nombrado jefe de Gobierno. Aunque estaba descartada la
vuelta de los Borbones, Cánovas del Castillo forma el Partido Alfonsino, en defensa de los
derechos del hijo de Isabel II.

Durante el año 1869 se produjeron varios problemas: comienza la guerra con Cuba, los
carlistas se reorganizan en torno a Carlos VII, y se suceden levantamientos republicanos por
todo el país.

En octubre de 1870, Amadeo de Saboya aceptó la Corona, con el consentimiento de las


potencias europeas, en noviembre las Cortes lo eligen Rey. Su breve reinado (1870-1873) fue
debido a diversos factores: asesinato de su valedor, Prim, el conflicto militar con Cuba, la
oposición de las fuerzas monárquicas (el carlismo, con la tercera guerra carlista, y el Partido
Alfonsino); a ello se unió la oposición de la nobleza y burguesía; y las movilizaciones obreras y
populares que reclamaban un régimen republicano.

Amadeo I abdicó, febrero de 1873, y las dos cámaras reunidas en una sola Asamblea,
proclamaron la I República.

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La Asamblea, que había proclamado la I República, designó a Estanislao Figueras, presidente


de una República unitaria, inmediatamente chocó con los republicanos federales. Su principal
cometido era convocar Cortes Constituyentes que promulgasen una nueva Constitución.

Se enfrentó con graves problemas: crisis de Hacienda, cuestión de Cuba y la Tercera Guerra
Carlista. En su breve gobierno promulgó una amplia amnistía, abolió la esclavitud en Puerto
Rico y suprimió las quintas.

En las primeras elecciones triunfan los republicanos federales, proclamándose la República


Democrática Federal, siendo Pi i Margall presidente. En los republicanos federales surgieron
dos tendencias: transigentes querían conseguir el orden social y después construir la República
Federal desde arriba; y los intransigentes, defendían la construcción desde abajo, y así vendría
la paz social. Al tiempo estalló una revolución cantonal, protagonizada por la clase media y
trabajadores urbanos, comenzó en Cartagena extendiéndose al Sur y Levante.

Al no poder aprobar la Constitución Pi i Margall dimitió, le sucedió Salmerón, se limitó a


restablecer el orden y reprimir los movimientos obreros. Dimitió al no querer firmar unas
penas de muerte contra revolucionarios.

Emilio Castelar le sucedió, intentó restablecer el orden. Su giro a la derecha le enfrentó a los
intransigentes.

El golpe de Estado del general Pavía, enero 1874, disolvió las Cortes y puso fin a la I República.

1874 fue de transición entre la I República y la Restauración borbónica, el poder pasó a


Serrano, apoyado por liberales, como Topete y Sagasta, Cánovas intentaba el regreso de los
Borbones. El pronunciamiento en Sagunto del general Martínez Campos, acabó con el Sexenio
revolucionario, iniciando la Restauración.

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REINADO DE ALFONSO XII: EL SISTEMA CANOVISTA Y LA CONSTITUCIÓN DE 1876.


La Restauración de la monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII (hijo de Isabel II) va
desde 1875 hasta la mayoría de edad de Alfonso XIII en 1902. Pero el verdadero artífice del
sistema político de la Restauración fue Cánovas del Castillo, que consiguió establecer en
España una monarquía liberal parlamentaria (no democrática), que haría posible la
gobernabilidad del Estado durante casi cuarenta años.

El proyecto político de Cánovas se gestó durante el Sexenio democrático, cuando Cánovas al


frente del Partido Alfonsino, consiguió de la reina en el exilio que abdicara a favor de su hijo.

Alfonso se educó en la academia de Sandhurst; y desde allí, tras el golpe del general Pavía
(enero 1874) que llevó al gobierno a Serrano, hizo publicar el Manifiesto de Sandhurst
(redactado por Cánovas), donde presentaba la restauración de la monarquía constitucional
como la única solución a los problemas de España.

En diciembre de 1874, el general Martínez Campos protagonizó el pronunciamiento militar en


Sagunto, restableciendo la monarquía. Serrano dimitió, Cánovas inició un gabinete-regencia, y
en enero Alfonso XII lo confirmó en el Gobierno.

Durante el reinado de Alfonso XII (1875-1885), Cánovas del Castillo estableció las bases para
conseguir la estabilidad política en España. Los objetivos políticos del sistema canovista se
centraron en:

• Pacificación del país. El Ejército, protagonista de la política durante el siglo XIX, debía volver a
los cuarteles y servir al Estado con independencia de quien gobernara. El Ejército se centró en
el final de la Tercera Guerra Carlista (1876) y la Guerra de Cuba (Paz de Zanjón 1878).

• Bipartidismo. Hasta ahora los progresistas solo habían accedido al poder mediante
pronunciamientos. Para evitarlo y conseguir estabilidad, era necesario que los liberales se
alternaran en el poder. Los dos partidos que se alternaron fueron: el Partido Liberal
Conservador (futuro Partido Conservador), antiguos moderados, unionistas y católicos (Unión
Católica), liderados por Cánovas; y el Partido Liberal Fusionista (más tarde Partido Liberal),
formado por progresistas, demócratas y republicanos moderados, liderados por Sagasta.

El Partido Conservador estaba apoyado por la burguesía financiera y latifundista, y la


aristocracia; y el Partido Liberal por la burguesía industrial y comercial, funcionarios y
profesionales liberales.

Los dos partidos aceptaron turnarse en el gobierno. Para conseguirlo, era necesario el fraude
electoral, que funcionaba así: el rey encargaba la formación de gobierno al partido que le
tocase, se disolvían las Cortes y se convocaban elecciones, desde el Ministerio de la
Gobernación se ponía en marcha el “Encasillado” (lista de diputados provinciales que debían
salir elegidos). La lista se imponía mediante presión, compra de votos de los caciques,
amenazas, y si no era suficiente se manipulaba el censo, o las actas de resultados.

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El conjunto de prácticas antidemocráticas, dentro del sistema caciquista, eran conocidas como
“pucherazo”.

• Constitución de 1876. Era necesaria para legitimar el régimen, convocándose elecciones a


Cortes por sufragio universal masculino, y estas de mayoría conservadora la redactaron y
aprobaron. Inspirada en la de 1845 pero con novedades de la de 1869. Establecía la soberanía
compartida Rey-Cortes. No existía un clara división de poderes: el legislativo es compartido,
Rey- Cortes bicamerales, Congreso elegido por sufragio censitario y Senado parte de elección
real y otra mediante un sistema indirecto por las corporaciones y los mayores contribuyentes;
el ejecutivo lo tiene el rey que elige al jefe de Gobierno, es jefe del Ejército y tiene amplias
facultades (sanciona leyes, disuelve las cámaras, convoca nuevas elecciones y un derecho a
veto en cada legislatura; y el judicial en los tribunales. Derechos y libertades como los de 1869.
Religión oficial la católica, aunque tolerando otros cultos.

Cánovas gobernó los primeros años del reinado de Alfonso XII. Eliminó lo más radical del
Sexenio democrático (matrimonios civiles, juicios con jurado), restableció el Concordato con la
Santa Sede, restituyó a militares depuestos, y eliminó a los alcaldes y gobernadores civiles
nombrados en el Sexenio. Promulgó la Ley Electoral (1876), Ley de Imprenta (1879), fin de la
libertad de cátedra y prohibió asociaciones obreras.

Sagasta le sucedió (1881-1884), restableció la libertad de cátedra, expresión y reunión;


permitió las asociaciones obreras, amnistió a republicanos. La doble crisis (Francia y
sublevación militar republicana) puso fin a su gobierno.

Con Cánovas en el gobierno muere Alfonso XII, iniciándose la regencia de María Cristina de
Habsburgo con el Pacto del Pardo, respetando el turno de partidos y garantizando así el
sistema canovista los años siguientes.

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 LA REGENCIA DE Mª CRISTINA DE HABSBURGO Y EL TURNO DE PARTIDOS. LA


OPOSICIÓN AL SISTEMA. REGIONALISMO Y NACIONALISMO.
Tras la muerte de Alfonso XII (1885), su esposa Mª Cristina de Habsburgo asumió la regencia
(1885-1902). La necesidad de garantizar la estabilidad del régimen durante la regencia, llevó a
Cánovas y Sagasta a firmar el Pacto del Pardo, comprometiéndosen a apoyar la regencia,
facilitar el relevo en el gobierno, y a no echar abajo la legislación aprobada por el anterior.
Ambos cumplieron y facilitaron la alternancia (turno de partidos), y Mª Cristina respetó las
decisiones de los gobiernos, aunque aumentó lo corrupción política y falseamiento electoral
(sistema caciquista).

Mª Cristina entregó el poder al Partido Liberal de Sagasta (Parlamento largo, 1885-1890). Este
practicó una política aperturista, aprobó el Código de Comercio (1885), Ley de Asociaciones
(1887), Código Civil (1889), sufragio universal masculino (1890); restableció los juicios con
jurado y abolió de manera efectiva la esclavitud en Cuba. No aceptó la autonomía de Cuba, la
reforma del Ejército, ni el reconocimiento de los particularismos regionales.

El nuevo Gobierno conservador (1890-1892), aprobó la Ley de Aranceles (1891), por la crisis
económica europea.

Los liberales volvieron a gobernar 1892, elaboran el proyecto de reforma de la administración


y gobierno de Cuba, que no se aprobaría, y en febrero de 1895 se iniciaba la insurrección que
daría lugar a la Guerra de Cuba.

El turnismo se mantuvo en toda la regencia, incluso en los momentos más críticos como la
Guerra de Cuba y la muerte de Cánovas (1897) víctima de un atentado por un anarquista
italiano.

La oposición al sistema político de la Restauración, no supo aprovechar ni la corrupción del


sistema, ni la pasividad de la población. Lo componían las fuerzas políticas no integradas en el
sistema, que eran:

• Carlistas. Tras su derrota en 1876 divididos en dos grupos, los que rechazaban el régimen,
liderados por Ramón Nocedal; y los liderados por Vázquez de Mella que formarían un partido y
lucharían dentro de la legalidad

• Republicanos. Estaban muy desunidos. Castelar lideraba a los posibilistas, colaboraron con el
partido de Sagasta. Salmerón y Pi i Margall estaban divididos en su concepción de la República:
Salmerón defendía una República unitaria, y Pi i Margall una federal. Ruiz Zorrilla y su grupo
eran partidarios de la lucha armada.

• Asociaciones obreras. En la clandestinidad con la Restauración y escindido en dos corrientes,


anarquista y socialista. La anarquista se reorganizó con la fundación de la Federación de
Trabajadores de la Región Española-FTRE (1881). Mayor presencia en Cataluña, Aragón,
Valencia y Andalucía; las divisiones internas y la represión, les llevó a final de los ochenta a un
activismo sindical y reivindicativo, y una minoría se radicalizó (Mano Negra).

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Los socialistas, refugiados en torno a la Asociación del Arte de Imprimir, presidida por Pablo
Iglesias en 1874. En 1879 fundan el PSOE y en 1888 la Unión General de Trabajadores,
sindicato, cuyo objetivo era mejorar las condiciones de vida y de trabajo de los obreros,
mediante la negociación, las demandas al poder político y la huelga.

• Regionalismo y nacionalismos. Se sumaron a la oposición al sistema, sus objetivos eran:


creación de instituciones propias o autonomía administrativa, y en otros lograr la
independencia. Esto suponía un modelo de Estado descentralizado, opuesto al centralista del
sistema canovista. Destacaron:

- Catalanismo. En la Restauración nace el movimiento cultural, la Reinaixença. Almirall fundó el


Centre Catalá (1882). En 1891 se crea la Unió Catalanista que promovió las Bases de Manresa,
recogía el primer programa del catalanismo e incluía un proyecto de Estatuto de Autonomía.
En 1901 se formó el primer gran partido catalanista, la Lliga Regionalista, liderada por Prat de
la Riba y Francesc Cambó.

- Nacionalismo vasco. Reivindicó los fueros perdidos; rechazó la industrialización, el


capitalismo y los inmigrantes; dentro de una línea de pensamiento católica y antiliberal. 1895
Sabino Arana funda el Partido Nacionalista Vasco. Desde 1898, osciló entre el
independentismo y la integración autónoma dentro de España.

- Nacionalismo gallego. Liderado por Manuel Murguía y Alfredo Brañas, no pretendían alcanzar
un Estado independiente, sino un modelo de descentralización (autonomía).

- Regionalismo andaluz. Comenzó con el cantonalismo de 1873. Su ideólogo fue Blas Infante,
pero no se llegó a la consolidación de un partido andalucista.

- Regionalismo valenciano. Más un movimiento cultural que político, en el que destacó


Constantí Llombart.

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