Está en la página 1de 9

HISTORIA DE LA ROMA IMPERIAL

Tema 9: Reinos romano-germánicos de Occidente

1. Foedus y hospitalitas visigoda.

Tras el fracaso del visigodo Ataulfo (410-415) por entroncar en la familia imperial, con su matrimonio con la
princesa Gala Placidia (hija de Teodosio I) y de hacerse una posición fuerte en el sur de las Galias, los visigodos
serían finalmente estabilizados en virtud del pacto de alianza (foedus) del 418, firmando entre el rey godo Valia y
el general romano Constancio, hombre fuerte del gobierno occidental (reinado de Honorio).

En virtud de ese pacto los visigodos se comprometían a servir como tropas federadas al Imperio occidental.
Como primera prueba de ello en el 417 habrían logrado ya aniquilar a una buena parte de los grupos bárbaros
que habían invadido la Península Ibérica en el 409. A cambio, en lugar de
obtener los tradicionales subsidios alimenticios (annona), el Imperio permitía
a los godos su asentamiento en la Aquitania II, en el sudoeste de las Galias,
entregándoles a tal efecto dos tercios de una serie de fincas que serían
repartidas entre los diversos agrupamientos nobiliarios godos y el del rey
con sus séquitos. Aunque quedaba la antigua administración civil provincial
romana, sin embargo el rey godo recibía amplias atribuciones que implicaron
el establecimiento de un embrión de Estado visigodo en territorio imperial,
con una Corte y un núcleo de administración central de molde imperial en la
ciudad de Tolosa. Había nacido el Reino visigodo de Tolosa.

2. Francos. Dinastía de los Merovingios

 Orígenes y Childerico

La situación existente en las Galias en el momento de la desaparición definitiva del gobierno imperial en
Occidente era heterogénea, aunque se diferenciaba la Galia del norte y la del sur. Uno de los resultados de la
ruptura de la frontera del Rhin era que el río se convirtiera en eje de un espacio sociopolítico donde se incluían
territorios septentrionales de la antigua Galia Romana. Ello por las invasiones francas.

El origen de los francos no es claro, a diferencia de las grandes estirpes de germanos orientales. Gregorio de
Tours, el primer sistematizador de la historia franca, les hizo venir de Panonia, para así relacionarlos con San
Martín, el patrono celestial de su diócesis. Franco significa “hombre libre” y expresa que su etnogénesis se
produjo a partir de grupos étnicos fragmentados. Su etnogénesis no se produjo con el surgimiento de una
Monarquía Militar, sino mediante la formación de una liga que agrupaba a diversas señorialidades. El desarrollo
entre los francos de una progresiva aristocracia guerrera, basada en sus séquitos armados, sólo sería una
realidad bien entrado el siglo IV, teniendo que ver con su inclusión con los romanos como aliados y reclutas para
el ejército. El surgimiento de una realeza nacional seria un fenómeno tardío, ya en el siglo V, no lográndose
imponer hasta Clodoveo.

Se llevará a cabo una progresión de diversos grupos francos al oeste del Rhin, poblando los valles del Mosa y el
Mosela. Aquí se constituye la Francia Rinensis, en el 475. Diversas aristocracias imperiales urbanas locales
intentaron construir efímeras ligas, pero desaparecerán ante la progresión de grupos de francos salios,
comandados por diversos reyes (jefes de señorialidades), en gran parte relacionados familiarmente al decirse
descendientes de un antepasado común, Meroveo. Entre estos últimos reyes francos destacó Childerico (463-

1
481), supuesto hijo de Meroveo. Supo presentarse como defensor de los intereses de una buena parte de las
aristocracias locales galorromanas, concediéndoles su apoyo militar contra enemigos externos, como los
visigodos, a cambio de la entrega de lo que quedaba de la organización fiscal tardorromana. Era un rey con
mezcla de elementos tradición romana con otros de tradición germánicos muy paganos. La continuidad de esta
política convertirá a su hijo y sucesor Clovis-Clodoveo en un auténtico poder hegemónico de las Galias y en rey
de todos los francos.

 Clodoveo

Gregorio de Tours es la fuente principal para conocer a Clodoveo (481 – 511), intentándole mostrar como el
prototipo de rey católico en el que debieran mirarse sus sucesores. El poder y prestigio del rey se basó en las
tempranas victorias conseguidas sobre los poderes locales romanos existentes entre el Mosa y el Loira, con la
decisiva derrota de Siagrio en el 486, y en una inteligente política de alianzas matrimoniales con otras
monarquías (casa a su hermana con Teodorico el Amalo y a él mismo con una princesa burgundia). Impuso su
supremacía sobre los restantes reyes francos, que desaparecieron o entraron en una posición de subordinación.

Clodoveo se bautizará por el obispo de Reims, siendo posible que sea un acto político muy meditado, que
suponía la ruptura con las tradiciones paganas entroncadas en la misma realeza. En su decisiva decantación por
el cristianismo debió ser importante su deseo de afirmar su independencia frente a las monarquías del
ostrogodo Teodorico el Amalo y el visigodo Alarico II.

La guerra civil estallada en el seno de la dinastía burgundia permitió a Clodoveo convertir a los burgundios en sus
aliados (501), separándolos de los visigodos. Una inteligente propaganda romanófila y católica y los intereses de
la aristocracia provincial de la región del Loira le permitieron emprender una exitosa guerra contra los visigodos
de Tolosa (496-498 y 507). La aplastante victoria militar conseguida por Clodoveo en Vouillé (507), con la muerte
del rey godo Alarico II, entregó casi todos los territorios galos del Reino de Tolosa en mano de Clodoveo y sus
aliados burgundios. Los visigodos no desaparecieron y conservaron una franja de terreno en la costa
mediterránea (Narbonense) debido al apoyo militar de sus poderosos parientes los ostrogodos de Italia y de su
rey Teodorico el Grande.

Poco después, Clodoveo recibiría del emperador de Constantinopla un signo de reconocimiento, designándole
tal vez cónsul honorario, lo que cimentó su alianza con la tradicionalista nobleza galorromana. A la muerte de
Clodoveo dejaba un enorme pero heterogéneo reino, que engloba la muy romana Aquitania, pero también los
territorios germánicos o germanizados que tenían al Rhin por eje.

Al morir Clodoveo, dividió el reino entre sus cuatro hijos en partes iguales. No constituían territorios continuos,
sino que se entremezclaban unas partes con otras. Cada parte incluía una porción del antiguo reino familiar
anterior al 486, y otra de cada una de las anexiones conseguidas por
Clodoveo con posterioridad. Con ello se aseguraba también una
herencia para los hijos de su viuda Clotilde, independientemente del
mayor, Teuderico I, que procedía de un linaje materno distinto. Éste
situaba su Corte en Reims, en la región de Austrasia. Respecto a los
otros tres hijos, estaban en la región de Neustria: Clotario (511 –
561) en Soissons, Childeberto I (511 – 558) en París y Clodomiro (511
– 524) en Orleans.

Entre 523 y 534 los hijos de Clodoveo completaban la expansión


franca en las Galias con la conquista del Reino burgundio,

2
aprovechando una crisis dinástica de éste, y con la anexión de la Provenza ostrogoda y de la Auvernia
galorromana, que habían apoyado la independencia burgundia. Por su parte, Teuderico I (511 – 533), con la
colaboración de su hijo Teudeberto I (533 – 348), había extendido la hegemonía franca hacia el este, incluyendo
a frisios, sajones y turingios, cuyo importante reino, aliado de los ostrogodos, fue destruido. Al dominar ahora las
regiones alpinas, los merovingios se hacían con una plataforma para influir en la política italiana. Teudeberto I
mostró ciertas aspiraciones imperializantes, como serían sus acuñaciones de moneda de oro con su propio
nombre.

3. Ostrogodos y Lombardos en Italia

 Ostrogodos

La desintegración del Imperio de los hunos a la muerte de Atila supuso la liberación de una serie de grupos
étnicos que habían formado parte del mismo. Entre ellos estaban los ostrogodos bajo el liderazgo de los Amalos.
Estos godos habían constituido parte principal del ejército de Atila y se encontraban asentados en Panonia. En el
473 se restablecerá el foedus entre el Imperio y los godos Amalos, bajo el liderazgo de Teodorico, que tenía
conocimientos de los mecanismos administrativos e ideológicos del Imperio.

Entre el 475-488 se llevaría la política de momentos de alianza y entrega de títulos y cargos imperiales a
Teodorico, con razias y presiones de éste. Teodorico culminará la etnogénesis Amala de los ostrogodos
anexionándose otros grupos menores de godos comandados por rivales suyos, destacando Teodorico el Tuerto.
El emperador Zenón ofreció a Teodorico un pacto: la legitimación imperial de su posible conquista de Italia, tras
la derrota de Odoacro, donde podría reinar sobre sus godos con el título de rey y ejercer la autoridad imperial
delgada sobre los provinciales. El ejército de Teodorico logró entre el 489 y el 493 la conquista de toda Italia,
derrotando y dando muerte a Odoacro en Verona.

El reinado de Teodorico el Amalo (493 – 526) puede subdividirse en dos fases bien distintas. La primera fue de
ascenso irresistible, consiguiendo un gobierno de amplio consenso sociopolítico en Italia y una clara hegemonía
en el concierto de los otros Estados romano-germánico occidentales. La segunda significó el principio de la
quiebra del primer fenómeno, lo que puso al descubierto las debilidades del edificio estatal edificado por
Teodorico y el comienzo de derrumbe de su posición exterior.

La base del reinado de Teodorico fue el acuerdo y colaboración con la poderosa aristocracia senatorial romano-
itálica y con la jerarquía católica; lo que se expresó en el dominio ejercido sobre la administración civil del reino
por miembros de la clase senatorial como Liberio y Casiodoro. A cambio de todo ello, Teodorico mantuvo y
restauró la estructura político-administrativa imperial de Italia y de las provincias exteriores que controlaba
(Sicilia, Provenza, Savia, Dalmacia y parte del Nórico). Con ello pudo llevar a cabo un sistema de avituallamiento y
paga de su ejército “bárbaro” no muy gravoso para los intereses de esos grupos nobiliarios. Dicho sistema
consistió en la asignación a algunos grupos nobiliarios godos de un tercio de las rentas fiscales y dominicales de
algunas fincas; y en la apropiación por el fisco real de Teodorico de un tercio de los ingresos fiscales y rentas de
otras propiedades no asignadas nominalmente a un guerrero godo.

Con ello, Teodorico consiguió mantener el grueso del ejército ostrogodo acuartelado en las ciudades, con
menores posibilidades de actos de pillaje sobre la población civil romana. En el exterior, Teodorico supo utilizar
hábilmente ante otros reyes germanos el prestigio de su Reino de Italia, de tradición imperial, y la brillantez
cultural latina de su Corte. Pero Teodorico también supo servirse del prestigio entre los bárbaros de su linaje
Amalo, convertido en monopolio de su familia. Pieza importante en la política exterior fueron los enlaces
matrimoniales de hijas o sobrinas suyas con miembros de casi todas las monarquías vecinas: con el visigodo

3
Alarico II, el vándalo Trasamundo, el burgundio Segismundo y el turingio Hermenefrido. Sin duda esta política de
prestigio se basaba en la fuerza militar que representaba su doble corona sobre los visigodos y los ostrogodos,
pueblos ambos que él pretendió unificar en un nuevo proceso de etnogénesis, proponiendo que a su muerte
reinase sobre ambos su yerno Eutarico, un Amalo emparentado con el prestigioso linaje visigodo de los Baltos,
bajo cuyo dominio habían vivido sus antepasados más cercanos.

La muerte de Eutarico algún tiempo antes de la de su suegro señaló el fracaso de esta unión goda. Pero algún
tiempo antes, en el 523, había hecho agua la entente y colaboración de Teodorico con la nobleza itálica y la
Iglesia católica. Sin duda, causa principal de ello sería la tendencia más “realista”, gótica y autoritaria, menos
respetuosa para el cogobierno con el Senado y el prestigio de lo “romano”, del monarca ostrogodo.
Naturalmente, el conflicto se manifestó de manera principal en un choque con la poderosa Iglesia católica, claro
portavoz de la romanidad y de los intereses senatoriales. La retirada de Casiodoro de la política y la muerte en
prisión del senador y filósofo Boecio fueron los síntomas del final de una política. En el exterior, la posición de
Teodorico se debilitaba con los avances francos en Germania y con la cada vez mayor injerencia e interés de la
política constantinopolitana en los asuntos laicos.

La situación exterior ciertamente evolucionó a peor tras la muerte de Teodorico y durante los años del reinado
del joven Atalarico (526 – 534), que gobernó bajo la regencia de su madre Amalasunta. Separada del Reino
visigodo y presionada cada vez más por la progresión franca, la monarquía ostrogoda pasó a depender en mayor
medida del apoyo y beneplácito del emperador Justiniano. La muerte de Atalarico sin hijos y el lógico estallido
de una crisis dinástica ofreció al gobierno de Constantinopla, recién destructor de los vándalos, la ocasión para
intervenir militarmente, con el declarado propósito de restaurar el poder imperial en Italia.

El motivo de la intervención imperial fue la sustitución del Amalo Teodato (534 – 536), por Vitiges (536 – 540), un
noble y prestigioso guerrero ajeno al linaje Amalo impuesto por la mayor parte del ejército ostrogodo, que
desconfiaba de la política cada vez más filoimperial de la familia Amala. Al final, los máximos representantes de
ésta optaron por huir y ponerse bajo la protección directa de Justiniano, y un sobrino del mismo emparentaría
con el linaje gótico. De esta manera, se consideró legitimado para asumir la herencia política de los Amalos.

El encargado de las operaciones militares fue el general Belisario, reciente destructor del Reino vándalo. Los
estrategas imperiales equivocadamente creyeron que esas disensiones en el seno de la nobleza ostrogoda, y el
poder presentarse como detentadores del legitimismo Amalo, facilitarían mucho su tarea. Por ello sólo se dispuso
el envío de un pequeño ejército de 8.000 hombres. Sin embargo, con ello, Justiniano resultó ser el primer
engañado con la propaganda Amala que había puesto en marcha Teodorico. La propaganda, realizada y dirigida a
romanos, ocultaba los principios rectores de la Monarquía Militar germana, a los que realmente Teodorico había
debido su supremacía sobre los godos.

Las operaciones militares se iniciaron en junio del 535 y Rávena cayó en el 540. Allí Vitiges fue hecho prisionero y
enviado a Constantinopla. Sin embargo, en el 541 estalló una rebelión general del ejército ostrogodo, que se
había en buena medida mantenido expectante de los posibles beneficios a entregar por el Imperio. De esta
manera, siguiendo los principios de la Monarquía Militar germana, ese ejército sabría realizar en los años
sucesivos dos elecciones en las personas de Tótila (540 – 551) y Teya (553), además de integrar en un nuevo
proceso de etnogénesis a gentes romanas de muy variada procedencia. Las dificultades financieras y militares
del Imperio de Oriente y en los Balcanes harían lo restante para que la guerra se alargase y tomara un aspecto de
lucha sin cuartel. Bizancio se vio así obligado a enviar nuevas tropas y un nuevo general, Narsés, para poder
quebrar definitivamente la desesperada resistencia ostrogoda. Pero incluso después de la gran victoria imperial
de Busta Gallorum (551) harían falta otros cuatro años hasta que se rindieran las últimas guarniciones godas en
Italia meridional.

4
La guerra gótica trajo consigo consecuencias muy graves y duraderas para Italia. Una de ellas fue la restauración
de un gobierno imperial con centro en Constantinopla. Ello sería el origen de una Italia bizantina en el sur de
Italia y en zonas dispersas del litoral, como la futura Venecia. Una buena parte de sus problemas y destinos
tendrían a partir de entonces tanto que ver con los balcánicos y bizantinos como con los propios del Occidente
latino. Pero otra consecuencia fueron los trastornos que tuvo la guerra gótica en la demografía, el hábitat y la
agricultura italiana. En especial cabe destacar cómo en el transcurso de ella bastantes miembros de la nobleza
senatorial italiana murieron, y otros muchos perdieron sus bases sociales y económicas de poder. La desaparición
de la hegemonía sociopolítica de dicha nobleza senatorial exigió la reconstrucción de los agrupamientos sociales
verticales bajo nuevas élites. La tercera consecuencia sería la invasión de los longobardos, cuya consolidación no
sólo se explica por las debilidades militares del Imperio, sino también por la existencia de esa misma
desestructuración sociopolítica.

 Lombardos o longobardos

La etnogénesis de los longobardos se produce en la primera mitad del siglo V en Panonia, donde había otros
grupos bárbaros que eran restos del derrumbe del ejército de Atila. La destrucción de los rugios por Odoacro en el
488 y la inmediata marcha a Italia de Teodorico el Amalo, produjo un vacío de poder en las tierras al norte del
Danubio central, muy propicio para el desarrollo de etnogénesis a partir de exitosas Monarquías militares,
compitiendo en un primer momentos una de hérulos, otra de gépidos y la de los longobardos. El servicio militar
al Imperio por parte de cada una de ellas determinó la mejor o peor suerte de aquellas en su competición. Hacia
el 540 Justiniano habría confiado a cada uno de ellos la seguridad de un sector del Danubio en los Balcanes
occidentales. Antes de esa fecha la adopción del arrianismo les dotaría de identidad étnica germana y de una
estructura jerárquica más centralizada.

La invasión longobarda en Italia sería en gran parte provocada por el propio Justiniano, que los utilizó en la fase
final de la guerra contra los ostrogodos, lo que pudo abrirles los ojos tanto sobre las riquezas de Italia como del
desorden allí producido. La política de englobar a un grupo de guerreros godos del Danubio precipitaría la final
migración longobarda. En concreto, a diferencia de su antecesor, el emperador oriental Justino II (565 – 578),
otorgó una mayor confianza en los gépidos que en los longobardos, lo que incitó a estos últimos a solicitar la
ayuda de la confederación de los ávaros nómadas, hostiles al Imperio al haber cesado la entrega de subsidios. Sin
embargo, una vez destruida la monarquía de los gépidos en el 567, los ávaros no parecieron muy dispuestos a
ceder terreno a sus aliados. Habría sido así la presión de los ávaros la que decidió al rey longobardo Alboino (568
– 572) a marchar contra su pueblo de Panonia e invadir Italia.

La penetración se hizo por el Friul (noreste de Italia), constituyendo el último ejemplo de gran migración
germánica nucleada en torno a una Monarquía Militar étnica, pues en la expedición se incluían elementos
populares diversos (gépidos, búlgaros, sármatas, panonios, suevos, nóricos) enmarcados en grupos nobiliarios
con sus séquitos armados (fara). La conquista de Aquileya en mayo del 568 convirtió de un solo golpe a Alboino
y sus longobardos en dueños de gran parte de la llanura del Po, que se culminó con la caída de la plaza fuerte de
Pavía en el 572. Aunque ésta habría de ser la capital histórica de los longobardos, en un primer momento Alboino
estableció su sede en Verona.

Sin embargo, los bizantinos lograron mantener el control sobre Mantua y Padua, además de las costas ligur y
adriática, con la estratégica Rávena, así como la vital vía Emilia que conectaba esta última ciudad con Roma. La
cierta facilidad con la que los longobardos tomaron el control de una buena parte de la Italia septentrional no
sólo se debió a las debilidades del ejército imperial, también hay que tener en cuenta que las Iglesias locales
mantenían una postura de oposición a la política imperial por la condena de Justiniano de los “Tres capítulos” ,
de tal modo que algunos obispos saludaron a Alboino como su liberador.

5
Lo reciente de la etnogénesis longobarda y lo heterogéneo de
su Monarquía Militar no eran los factores más apropiados para
establecer un Estado centralizado. Pasada la necesidad de un
esfuerzo bélico conjunto frente a un ejército de campaña
imperial, la existencia de numerosos islotes y plazas fuertes
imperiales, las perspectivas de botín en expediciones
militares hacia el sur y la consolidación de los grupos
nobiliarios como consecuencia del asentamiento de sus
séquitos con la conquista, produjeron un rapidísimo proceso
centrífugo (se aleja del centro). En el 572 Alboino murió
asesinado víctima de una conjura de su entorno que tal vez
oculte una división de opiniones entre mantener la hostilidad
al Imperio o entrar en una relación de dependencia. Habría
sucedido un período de 10 años en los que la unidad
longobarda se basaría en la hostilidad común al Imperio.
Durante 10 años, los longobardos carecerían de rey, fueran
ayudadas por las tendencias centrífugas, por las intrigas
bizantinas o por la inexistencia de un candidato aceptable
dentro de la familia de Alboino.

Sin embargo estos 10 años debieron ser fundamentales para la definitiva consolidación del poder longobardo. En
ellos se culminará la expansión por Italia. Con su avance por las vías Emilia y Flaminia, los longobardos sentarían
las bases de sus grandes ducados de Espoleto y Benevento (574 – 584), en la Italia central y meridional. Con ello
Italia se convirtió en un complejo mosaico de territorios bizantinos y longobardos, que además de servir para
crear un estado permanente de situación fronteriza serviría para una más rápida influencia entre romano-
bizantinos y longobardos. Sería entonces cuando se llevase a cabo el asentamiento de los longobardos,
reforzando el poder de sus duques y nobleza. Éstos se harían con las propiedades de algunos miembros de la
nobleza senatorial romana, mientras que el resto se vería obligado a pagar una parte de sus tradicionales
impuestos y rentas dominicales, a un determinado grupo militar longobardo, dependiente de la autoridad ducal.

En el 584 el peligro de una intervención franca, junto con una renovada presión militar bizantina, forzaría a los
duques a recrear de nuevo el poder central de la Monarquía, para lo que cederían la mitad de sus rentas,
eligiendo como rey a Autario, hijo de Clefo (572 – 573), el efímero sucesor de Alboino. No obstante, dueños de la
otra mitad, los duques siguieron conservando muchísimo poder y autonomía, especialmente los situados en la
periferia como los de Friul, Benevento y Espoleto. En todo caso, el extraño reparto de no dejaría de ser una
fuente de inestabilidad y conflicto para el futuro, exigiendo de la Monarquía el tener un delegado en cada
ducado, el gestaldo.

El reinado de Autario (584 – 590) significaría ciertamente una refundación del Reino longobardo. Y ello no sólo
porque supo frenar nuevos intensos de invasión franca, sino por su alianza familiar con la casa de los
Agilolfingos de Baviera. Mediante su matrimonio con la bávara Teodolinda, la dinastía de Autario legitimaba su
posición entroncando con el linaje del primer rey Waco. Por medio de su hijo Adaloaldo, habido de su
matrimonio con Agilulfo (muerto Autario en el 590), un duque logró ser elegido rey. Mediante las alianzas
matrimoniales de su hija Gundiperga o a través de los descendientes de su hermano Gundoaldo, la Casa de
Teodolinda regiría de hecho los destinos longobardos hasta la crisis dinástica bávara del 712. De esta larga serie
de reinados destacan los de Agilulfo, Rotario y Grimoaldo.

6
4. Suevos en Galicia

El primer reino suevo está caracterizado por los reinados de Réquila (441 – 448) y de su hijo Requiario (448 –
456).

La supervivencia de un Reino Suevo independiente en el noroeste peninsular se explica por los intereses
estratégicos. En el 464 Eurico había aceptado la restauración del Reino suevo en la persona de Remismundo, un
descendiente de la primera dinastía sueva emparentado con la propia familia de Eurico. El segundo Reino suevo
(464 – 585) nacía así como subordinado a los visigodos, lo que se formalizó además con la conversión de sus
reyes al arrianismo, auténtica religión gótica. Esa posición de subordinación llevaba aparejada la no extensión de
su dominio ni al sur ni al este. No sabemos nada de la evolución de este segundo Reino suevo entre el 469 y el
567, salvo en lo que se refiere a la situación religiosa. Todo indica que la monarquía sueva logró encontrar al fin
un pacífico acomodo con los grupos dirigentes hispanorromanos de su territorio, liderados por sus obispos, y
que vio una coyuntura favorable para eliminar su subordinación a la Monarquía visigótica en el momento de
crisis que ésta vivió a mediados del siglo VI. Signo de ambas cosas sería la conversión del rey y la corte al
Catolicismo en esas fechas. Dicha conversión habría sido la obra de San Martín de Dumio, un misionero de origen
panonio procedente de Constantinopla, cuya actuación no parece que pueda desligarse de los intereses
contemporáneos de Bizancio y de los Merovingios de consolidar un Reino suevo frente a los visigodos.

Los sucesivos concilios celebrados en Braga, la capital sueva, en 561 y 572, supusieron la erección de una Iglesia
estatal sueva, y el cenit de este segundo Reino Suevo. Sin embargo, el reforzamiento de la Monarquía visigoda
con Leovigildo y la mal calculada intromisión del rey suevo Mirón (570 – 584) en los asuntos internos godos,
aliándose con el rebelde Hermenegildo, señalaron el principio del fin de su reino. En el 585, Leovigildo ocupaba
militarme el reino y eliminaba su monarquía. En el 589, la posterior restauración de la Iglesia católica por
Recaredo en el antiguo reino sellaría la completa alianza a la Monarquía goda de sus grupos dirigentes. No se
sabe nada de intentos de rebelión y restauración de la Monarquía sueva.

5. Vándalos en África

Las provincias romanas del norte de África bajo el siglo de dominación vándala supuso el progresivo
debilitamiento militar del ejército vándalo, de la incapacidad de sus reyes y aristocracia cortesana para
encontrar un modus vivendi aceptable con los grupos dirigentes romanos (urbanos) y de la paulatina vida a
parte de amplios territorios del interior (más periféricos y montañosos), donde fueron consolidándose
embriones de Estados bajo el liderazgo de jefes tribales beréberes más o menos romanizados y cristianizados.

En este marco la Monarquía Militar vándala de Genserico y sus sucesores bastante habían tenido con sobrevivir.
Se usará una política defensiva y de amedrentamiento contra sus enemigos: la propia nobleza bárbara y la
aristocracia provincial romana. Al mismo tiempo trataría de establecer coyunturales alianzas con cuantos
enemigos de unos y otros pueda encontrar, fundamentalmente el reprimido clero donatista con fuerte
implantación en las zonas más rurales y beréberes. En definitiva, una labor de desagregación social y
descabezamiento político que afectaría a las estructuras administrativas heredadas del Imperio, lo que
ocasionaría su definitiva ruina.

La causa de la ruina sería la misma base del poder de los reyes vándalos, el ejército, y las exigencias del mismo.
El ejército vándalo estaba compuesto en lo fundamental por los séquitos del rey y de la nobleza palaciega. Para
sostener a este ejército los reyes vándalos tenían dos medios. Uno fue la entrega beneficial de las rentas fiscales
y dominicales de una de las zonas más fértiles de la antigua provincia Proconsular. El otro continuaba con las
tradicionales entregas imperiales de bienes y salarios. Otra palanca de poder de los monarcas vándalos era la

7
continuidad de unas exportaciones estatales de cereal y aceite, y de productos manufacturados asociados a los
mismos, que además de su valor añadido eran un medio de presión estratégica sobre el gobierno imperial
romano, pues tradicionalmente habían servido para alimentar a Roma. Para ello contaban con el puerto de
Cartago y con la flota annonaria imperial. Sobre la base de ésta última Genserico logró apoderarse de bases
marítimas de gran valor estratégico para controlar el comercio en el Mediterráneo occidental. Sin embargo, la
desestructuración sociopolítica y administrativa que la monarquía vándala produjo tenía a la fuerza que socavar
las bases materiales de este edificio militar.

Bajo este punto de vista se puede decir que el reinado de Genserico (428 – 477), el auténtico fundador del Reino
vándalo, puso las bases de su apogeo y de su futura decadencia. El cenit de su reinado y de poderío vándalo en
África y el Mediterráneo lo constituyó la paz perpetua conseguida con Constantinopla en el verano del 474, en
virtud de la cual el emperador reconocía su soberanía sobre las provincias norteafricanas, Baleares, Sicilia,
Córcega y Cerdeña.

Desde los primeros momentos de la invasión (429-430) Genserico golpeó a la importante nobleza senatorial y
aristocracia urbana norteafricanas, así como a sus máximos representantes (episcopado católico). Para ello
procedió especialmente a numerosas confiscaciones de propiedad, entregando algunos de los bienes
eclesiásticos a la rival Iglesia donatista y a la nueva arriana oficial. Sin embargo, en modo alguno pudo destruir
las bases sociales de la Iglesia católica, que se convirtió así en un núcleo de permanente oposición al Reino
vándalo.

Respecto de su propio pueblo, Genserico, en el 442, realizó una sangrienta purga en las filas de la nobleza
vándalo-alana, pretextando una conjura interior. Como consecuencia de ello, dicha nobleza prácticamente dejó
de existir. En su lugar, Genserico, trató de poner en pie una nobleza de servicio adicta a su persona y a su familia.
Unidos por un juramento de fidelidad al monarca, los miembros de dicha nobleza cumplían funciones militares y
administrativas. Elemento importante de dicha nobleza sería el clero arriano, favorecido con importantes
donaciones, y reclutado entre bárbaros y romanos. Con el fin de eliminar disensiones en el seno de su familia y
linaje por cuestión de la sucesión real, Genserico creó un extraño sistema de sucesión, tal vez a imitación del que
pudiera existir en los principados beréberes, denominado seniorato o Tanistry, en virtud del cual se trasmitía
primero entre hermanos por orden de edad, y sólo después del fallecimiento del último se éstos de pasaba a
una segunda generación.

 Los sucesores de Genserico: brutalidad e impotencia

Los reinados de los sucesores de Genserico no hicieron más que acentuar las contradicciones internas de la
monarquía, en medio de un debilitamiento constante del poder central y su falta de sustitución por otra
alternativa. El reinado de su hijo y sucesor Hunerico (477 – 484) supuso un paso más en el intento de fortalecer el
poder real destruyendo toda jerarquía socio-política alternativa. Su intento de establecer un sistema de
sucesión patrilineal chocó con la oposición de buena parte de la nobleza de servicio y de su propia familia, con el
resultado de sangrientas purgas. El que dicha oposición buscara apoyo en la Iglesia católica supuso que Hunerico
en el 483 iniciase una activa política de represión y persecución de la misma, que culminó en la reunión en
febrero del 484 de una conferencia de obispos arrianos y católicos en Cartago en la que el rey ordenó la
conversión forzosa al arrianismo. Sin embargo, Hunerico no lograría acabar con la Iglesia, aunque sí desarticular
socialmente algunos territorios clave de la Proconsular y Bizacena.

La muerte de Hunerico en medio de una gran hambruna testimonió el comienzo de una crisis en el sistema fiscal
vándalo. Guntamundo (484 – 496) inútilmente trató de establecer buenas relaciones con la antes perseguida
Iglesia católica, en busca de su apoyo para impedir la extensión del poder bereber, y como legitimación del

8
Reino vándalo frente a un Imperio constantinopolitano, que con la política religiosa de Zenón, favorable al
monofisismo, había roto con el Catolicismo occidental. Por el contrario, el reinado de su hermano y sucesor
Trasamundo (496 – 523) sería una síntesis de los dos precedentes, claro síntoma del fracaso de ambos y de la
falta de política y de apoyos en que se estaba sumiendo la monarquía, buscando desesperadamente crear un
clero arriano adicto, a base de la concesión de tierras y beneficios. A falta de apoyos intentos, Trasamundo
buscó sobre todo alianzas externas con Bizancio y el poderoso Teodorico el Amalo, casado con la hermana de
éste, Amalafrida.

 La reconquista bizantina

La crisis política del final del reinado del ostrogodo incitó a Hilderico (523 – 530), sobrino y sucesor de
Trasamundo, a buscar a toda costa el apoyo del emperador Justiniano, para lo que intentó hacer las paces con la
Iglesia católica africana, a la que restituyó sus posesiones. Política ésta que no dejó de crear descontentos entre la
nobleza de servicio. Aprovechando una derrota militar frente a grupos beréberes, esta oposición logró
destronarle, asesinarle y nombrar en su lugar a uno de los suyos, Gelimer (530 – 534). Sin embargo, un intento
de crear una segunda monarquía vándala carecía de futuro.

En el 533, un cuerpo expedicionario de no más de 15.000 hombres comandado por el general Belisario destrozó
en las batallas de Décimo y Tricamaro al ejército vándalo que se había mantenido fiel al usurpador Gelimer.
Algo más fatigoso sería limpiar el territorio de la antigua África romana de los pequeños poderes locales fundados
en torno a agrupamientos tribales beréberes que la decadencia militar vándala había hecho surgir por doquier.
En todo caso, la nueva África bizantina, organizada en torno a una nueva Capitanía general y cinco ducados, se
redujo en lo esencial a las antiguas provincias Proconsular y Bizacena, con las áreas más costeras y llanas de
Numidia. Sólo unas pocas plazas portuarias de interés estratégico (como Ceuta) serían realmente reocupadas por
los imperiales en las antiguas Mauritanias tardorromanas. Además, la conquista del Reino vándalo convirtió al
Imperio en dueño de sus antiguos dominios mediterráneos, además de toda una red de relaciones comerciales
que apoyaban la exportación de vajillas de mesa y aceite norteafricanos. Belisario contó con el apoyo de
poderosos armadores y comerciantes del Reino vándalo como quinta columna de su expedición.

También podría gustarte