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PATRONES INNATOS DE CONDUCTAS

Las distintas especies que habitan nuestro planeta disponen de dos mecanismos
completamentarios para resolver la adaptación a su entorno. Uno es la programación
genética, que permite desencadenar pautas de conducta complejas, sin apenas
experiencia previa y con un alto valor de supervivencia (por ejemplo, reconocimiento y
huida ante depredadores, pautas de cortejo, etc.), pero son respuestas rígidas, incapaces
de adaptarse a nuevas condiciones.
Dentro de la programación genética contamos con dos patrones innatos de
conductas: los reflejos y las pautas fijas de acción o instintos.
El reflejo es una respuesta innata, automática e involuntaria que se produce como
reacción a estímulos específicos, son inherentes a la especie y muy importante para la
superviviencia porque supone un ajuste rápido al ambiente. Por ejemplo, el reflejo de
succión del pecho materno, salivar al conectar la lengua a un trozo de pastel,
sobresaltarse ante un ruido extraño, la contracción de la pupila que provoca un rayo de
luz, etc.
La pautas fijas de accción son complejas acciones vitales, específicas de la especie,
muy estereotipadas (iguales cada vez que se ejecutan), con carácter consumatorio (una
vez iniciadas, siempre se terminan), resistentes al cambio y desencadenadas por un
estímulo específico. Ejemplos de estas serían los patrones migratorios de las aves, la
construcción de nidos de los pájaros, cómo las abejas fabrican sus panales, etc.
El otro mecanismo adaptativo es el aprendizaje, que permite modificar la conducta
ante los cambios ambientales. Es más flexible y eficaz a largo plazo, y es más
característico de las especies superiores.

TIPOS DE APRENDIZAJE

Condicionamiento clásico o respondiente

En 1927, estudiando la digestión de los perros, Pavlov observó que en ocasiones,


éstos salivaban sin tener delante el estímulo de la comida. Puesto que la salivación era
un puro reflejo, intentó comprobar si era posible condicionarla, es decir, lograr su
aparición ante estímulos que en situaciones normales no producían esa respuesta. Para
ello realizó el siguiente experimento:
Al mismo tiempo que ofrecía la comida al perro, Pavlov hacía sonar una campanilla,
de tal manera que ambos estímulos (sonido y percepción de la comida) se presentaban
siempre de forma simultánea. Durante un tiempo, Pavlov repitió esa experiencia con el
objeto de acostumbrar al perro. Un día probó a suprimir la comida; al oír la campanilla,
el animal comenzó a salivar. Quedaba demostrado que el perro había adquirido una
nueva conducta.
Si analizamos detenidamente el experimento, en primer lugar, la salivación ante la
percepción de la comida es una respuesta refleja, es decir, natural y no aprendida. Por
eso Pavlov llamó a la comida Estímulo Incondicionado (EI), mientras que designó al
reflejo de la salivación como Respuesta Incondicionada (RI). Sin embargo, el hecho
de salivar ante la audición de la campanilla no es algo natural; al contrario, se ha
necesitado un entrenamiento para hacer posible tal conducta. Por eso, antes del
experimento, el sonido era un estímulo neutro con respecto a la salivación. Sin embargo,
dejó de ser neutro cuando se condicionó la respuesta del perro a partir de una
asociación de estímulos (comida y campana) largamente repetida. Así, Pavlov
denominó Estímulo condicionado (EC) al sonido de la campanilla y Respuesta
condicionada (RC) al reflejo salivar que aparecía simultáneamente a la audición del
sonido.
Pavlov también estudió la manera de eliminar la conducta aprendida. Para ello
intentó suprimir la relación entre estímulo condicionado y respuesta condicionada. Así,
tras sucesivos sonidos de la campanilla sin que simultáneamente se le presentase la
comida, el perro dejó de salivar ante el sonido. A este proceso le llamó extinción de la
conducta.

Condicionamiento operante o instrumental

Se le denomina de esta manera porque para aprender el sujeto debe actuar (operar) o
utilizar su conducta instrumentalmente, es decir, como un medio para alcanzar los fines
propuestos.
Skinner llevó a cabo sus investigaciones a principios de los cincuenta y fue el
inventor de las conocidas cajas de Skinner: cámaras diseñadas específicamente para la
investigación con animales. Constaban de palancas, trampillas, mecanismos eléctricos,
luces, etc. Se introducía a un animal (ratas, palomas, patos...) para observar su
comportamiento y tratar de condicionar algunas de sus respuestas. Al principio, el
animal actuaba al azar; tocaba indistintamente todos los mecanismos sin ninguna
estrategia definida. Sin embargo, cuando presionaba determinada palanca se abría una
trampilla que contenía un pedazo de carne. Según aumentaban los ensayos, el animal
disminuía el número de tentativas al azar hasta que finalmente aprendía a presionar la
palanca adecuada cada vez que tenía hambre, prescindiendo de todas las demás.
Con el fin de modificar la conducta, Skinner utilizaba premios (refuerzos) y castigos.
Un refuerzo es cualquier estímulo que aumente la probabilidad de que cierta conducta
vuelva a ser ejecutada, mientras que un castigo es un estímulo que disminuye esa
probabilidad.
En general, se distinguen dos grandes tipos de refuerzos:
-Positivos: Se otorga una recompensa o gratificación cuando el sujeto ha llevado a cabo
la conducta deseada.
Ejemplo: Si queremos que una rata aprenda a utilizar una determinada palanca (la de
color rojo), cada vez que la apriete le otorgamos un refuerzo positivo: un trozo de carne.
El refuerzo parcial se ha comprobado que es más efectivo, éste consiste en no obtener
recompensa cada vez que se realiza la tarea, sino sólo de vez en cuando, puesto que,
siempre se gratifica la conducta, el sujeto tiende a desinteresarse o aburrirse.
-Negativos: Como resultado de la conducta se suprime algo desagradable para el
organismo, es decir, inmediatamente después de que se realiza la conducta termina el
estímulo aversivo.
Ejemplo: El sujeto toma un fármaco que le alivia el dolor de cabeza o se pone un abrigo
que le quita el frío, o el sujeto paga sus impuestos en el plazo establecido para no tener
que pagar un recargo o abre el paraguas antes de salir a la calle para no mojarse.
Igualmente, los castigos pueden ser de dos tipos:
-Positivos: Cuando una conducta es acompañada de estímulos dolorosos para el sujeto.
Ejemplo: Si queremos que la rata deje de utilizar la palanca de color rojo, cada vez que
la pulse le administramos una descarga eléctrica; de esa manera, la conducta se irá
extinguiendo gracias a un castigo positivo.
Cuando el castigo positivo se utiliza es frecuente la aparición de efectos secundarios
negativos como provocar daños físicos, facilitación de modelos agresivos, provocar
reacciones negativas hacia la persona que los aplica, etc.
-Negativos: Si como resultado de la conducta, el organismo pierde una situación
agradable.
Ejemplo: Si un adolescente se ha portado de forma incorrecta, sus padres le castigan
dejándole sin paga semanal.
Numerosos estudios han confirmado que es mucho más efectivo el aprendizaje
alcanzado mediante refuerzos que el conseguido mediante castigos. Vienen a confirmar
la importancia que tiene la motivación en los procesos de aprendizaje. Así, por ejemplo,
los alumnos obtienen mejores rendimientos si se le dan refuerzos antes que castigos.

El aprendizaje por observación o aprendizaje social

Cuando al observar la conducta de otro individuo se produce un cambio en la


conducta propia, se puede decir que hay aprendizaje por observación. Se trata, ni más ni
menos, de lo que suele llamarse “imitación”. Más técnicamente recibe también los
nombres de aprendizaje por “modelamiento” o aprendizaje “social”. No se sabe bien por
qué imitamos, pero el caso es que gran parte de los animales, y especialmente el
hombre, aprenden así muchas conductas. Este aprendizaje sigue las siguientes fases:
 Atención: el sujeto observa una conducta en otro individuo (modelo),
identificándola suficientemente.
 Retención: esa conducta se almacena activamente en la memoria.
 Ejecución: llegado el caso, el sujeto la reproduce (colabora la memoria).
 Reforzamiento: al imitar, el sujeto puede ser reforzdo (por ejemplo, por la
aprobación de los demás)
Como se ve, este tipo de aprendizaje se combina con el condicionamiento operante.
De este modo, este tipo de aprendizaje ocurre como resultado de ver la conducta en
otros y observar las consecuencias que para ellos tienen. Esta situación evidencia un
aprendizaje cognitivo y cuestiona el enfoque E-R porque en ella el aprendiz no
experimenta directamente los estímulos, ni emite las respuestas. Este tipo de aprendizaje
forma parte importante del proceso de socialización en nuestra especie, este es, el
proceso mediante el cual el individuo absorbe la cultura en la que nace y en la que le ha
tocado vivir, consiguiendo así integrarse en la sociedad. Así, la interiorización de la
cultura se lleva a cabo mediante la imitación. Dicha interiorización o socialización es un
proceso que dura toda la vida; pero, la socialización fundamental se realiza durante la
niñez, a la que los sociólogos denominan socialización primaria, en la que el niño hace
muchas cosas por simple imitación y las va adquiriendo al ser estimulados por premios
y castigos.
Pero, como hemos fijado, este tipo de aprendizaje es característico también de los
animales. Por ejemplo, supongamos que por algún afortunado accidente, un mono
rompe determinado tipo de nuez que nunca antes ha roto, y que el fruto resulta
reforzador. Es probable que el mono vuelva a romper ese tipo de nuez del mismo modo.
Los otros miembros de su población observarán su conducta y sus consecuencias, la
retendrán y procederán a reproducirla, a imitarla, se ha producido, por tanto, un
aprendizaje por observación.
Otro ejemplo muy interesante lo tenemos en lo ocurrido en una determinada
población de macacos japoneses: para alimentarse, los animales tenían que recoger los
granos de trigo de la arena, lo cual resultaba ser una tarea dificultosa. De un modo
azaroso, una hembra cogió un puñado de la mezcla y los echó al agua; el resultado fue
que la arena se hundió y el grano quedó flotando en la superficie, de tal manera que
podía ser recogido con relativa facilidad. Su invento fue rápidamente copiado por todos
los miembros de la población. Esto constituyó una diferencia “cultural” entre este grupo
de macacos y otros, ya que sólo los miembros recién nacidos de este clan, instruidos por
sus mayores, aprendían a comer así. Estamos ante otro caso de aprendizaje
observacional. Por tanto, lo que llamamos “cultura” entre animales no humanos se
adquiere también mediante mecanismos observacionales.

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